Jesús les dijo: “Síganme"

Hilario de Poitiers, Santo

Memoria Litúrgica, 13 de enero

Obispo y Doctor de la Iglesia

Martirologio Romano: San Hilario, obispo y doctor de la Iglesia, que fue elevado a la sede de Poitiers, en Aquitania (hoy Francia), en tiempo del emperador Constancio, quien había abrazado la herejía arriana, y luchó denodadamente en favor de la fe nicena acerca de la Trinidad y de la divinidad de Cristo, siendo desterrado, por esta razón, durante cuatro años a Frigia. Compuso unos comentarios muy célebres sobre los Salmos y sobre el evangelio de san Mateo (367).

Etimología; Hilario = Aquel que esta sonriente, es de origen latino.

Breve Biografía

Nació a principios de siglo IV en Poitiers. Fue llamado “el Atanasio de Occidente”, de quien era contemporáneo. Ambos tuvieron que combatir contra el mismo adversario, el arrianismo. Participaron en las polémicas teológicas con discursos y sobre todo con escritos. Hilario fue desterrado a Frigia por el emperador Constancio, que se había alineado con las decisiones del sínodo arriano de Béziers del año 356.

El contacto con el Oriente fue providencial para el obispo de Poitiers. Durante los cinco años de permanencia en Frigia aprendió el griego y descubrió a Orígenes, como también la gran producción teológica de los Padres orientales, obteniendo una documentación importantísima para el libro que le mereció el título de doctor de la Iglesia: De Trinitate, cuyo título original es De Fide adversus Arrianos. En efecto, era el tratado más importante y profundo que había aparecido hasta entonces sobre el dogma principal de la fe cristiana.

A pesar de estar desterrado, no permaneció inactivo. Con el opúsculo Contra Maxertiam atacó violentamente al mismo Constancio, acusándole de cesaropapismo y de inmiscuirse en las disputas teológicas y asuntos internos de la disciplina eclesiástica. De regreso a Poitiers, el valiente obispo continuó su obra pastoral, ayudado eficazmente por el joven Martín, el futuro santo obispo de Tours.

Hilario nació en el seno del paganismo. Su afán por buscar la verdad, le llevó a estudiar las diferentes corrientes filosóficas de la época, recibiendo un influjo especial del pensamiento neoplatónico. La búsqueda de la respuesta sobre el fin del hombre le llevó a la lectura de la Biblia, en donde finalmente encontró lo que buscaba; entonces se convirtió al cristianismo.

Era un noble terrateniente, y cuando se convirtió estaba casado y tenía una hija, Abre, a quien amaba tiernamente. Poco después del bautismo, el pueblo lo aclamó como obispo de su ciudad natal.

Fueron seis años de intenso estudio y predicación, antes de partir para el destierro que, como hemos recordado, perfeccionó su formación cultural y teológica. Junto a la voz retumbante del polemista y del defensor de la ortodoxia teológica, hay en él también otra voz, la del padre y pastor. Humano en la lucha, y humanísimo en la victoria. Defendió a los obispos que reconocían su propio error, y hasta apoyó el derecho a conservar su cargo.
Murió en Poitiers el año 367.

El llamado de Dios

Santo Evangelio según san Marcos 1, 14-20. Lunes I del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, concédeme avanzar en mi vida con el firme deseo de responder prontamente a tu amor.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 1, 14-20

Después de que arrestaron a Juan el Bautista, Jesús se fue a Galilea para predicar el Evangelio de Dios y decía: “Se ha cumplido el tiempo y el Reino de Dios ya está cerca. Conviértanse y crean en el Evangelio”.

Caminaba Jesús por la orilla del lago de Galilea, cuando vio a Simón y a su hermano, Andrés, echando las redes en el lago, pues eran pescadores. Jesús les dijo: “Síganme y haré de ustedes pescadores de hombres”. Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.

Un poco más adelante, vio a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que estaban en una barca, remendando sus redes. Los llamó, y ellos, dejando en la barca a su padre con los trabajadores, se fueron con Jesús.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Comunicarse es algo que hacen todos los seres humanos día tras día. Basta voltear a nuestro alrededor y reflexionar un poco para darnos cuenta de cuántas veces la gente habla entre sí. Pero ¿cuántos escuchan? Es uno de los dramas de nuestra época: sabemos muy bien hablar, pero somos torpes para escuchar.

Los discípulos a los que Jesús encuentra primero en su camino vivían una realidad distinta. Eran hombres acostumbrados a estar haciendo cosas, pero también imbuidos de la actitud de espera que se vivía en su tiempo.

Algunos en Israel creían que el Mesías estaba por llegar, y esto lo percibía por todas partes quien estuviera dispuesto a leer los signos de los tiempos.

Jesús entra en este escenario con un mensaje claro de conversión. Continúa lo iniciado por Juan el Bautista, a pesar del riesgo que implicaba. Hay una urgencia que lo mueve. El tiempo se ha cumplido. ¿Qué tiempo? El de Dios. El Reino se aproxima.

Este Reino es Jesús mismo que se acerca a todos cuantos quieren dejarse tocar por Él, a todos cuantos están dispuestos a convertir sus corazones hacia Él. Sí, los discípulos estaban siendo testigos de algo extraordinario.

Pero eso no quiere decir que nosotros, a dos mil años de distancia, no podamos tener nuestra propia experiencia de llamamiento. Ellos sabían escuchar y, en el silencio de lo cotidiano, oyeron una voz que les dio la sencilla indicación de seguirlo.

Ya sabemos qué fue de ellos, de esa audacia en su respuesta. ¿Nosotros respondemos también inmediatamente a esa voz? Es necesario, ahora más que nunca, asegurarnos que no estemos enmarañados en las redes del mundo. No sea que Jesús pase frente a nosotros, nos llame, y nosotros no podamos ir por tener las manos atadas.

«Estamos a la espera de que venga tu reino: lo pedimos y lo deseamos porque vemos que las dinámicas del mundo no lo facilitan. Dinámicas orientadas por la lógica del dinero, de los intereses, del poder. Cuando nos encontramos sumergidos en un consumismo cada vez más desenfrenado, que cautiva con resplandores deslumbrantes pero efímeros, ayúdanos, Padre, a creer en lo que imploramos: a renunciar a las cómodas seguridades del poder, a las engañosas seducciones de la mundanidad, a las vanas presunciones de creernos autosuficientes, a la hipocresía de guardar las apariencias. De esta manera no perderemos de vista ese Reino al que tú nos llamas».

(Homilía de S.S. Francisco, 31 de mayo de 2019).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Buscaré recogerme un momento del día para buscar en lo profundo de mi alma qué es lo que Jesús me pide al inicio de este año.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

¿Qué es la conversión?

Es el paso incluso de ese tipo día

Dice el Diccionario de la Real Academia que convertir es "hacer que alguien o algo se trasforme en algo distinto de lo que era". Este significado amplio bien se puede aplicar al más específico sentido religioso.

"Convertirse significa cambiar de vida, tomar un rumbo diferente del que se venía siguiendo, como hicieron los ninivitas ante la predicación de Jonás", afirma Mons. João Scognamiglio Clá Dias, EP, en Lo Inédito sobre los Evangelios. Recordemos. Dios había decretado la destrucción de Nínive -"ciudad entregada a los vicios y con conceptos religiosos desviados" - y mandó a Jonás a profetizar, lo que hizo de mala gana, y hasta con gusto del cumplimiento de los castigos anunciados, pues los ninivitas eran enemigos de los judíos.

Entretanto, "el rey y el pueblo se tomaron en serio su palabra, ‘creyeron en Dios, proclamaron un ayuno y se vistieron con rudo sayal, desde el más importante al menor' (Jon 3, 5). ¿Por qué actuaron así? Porque el Señor les enseñó sus caminos y los instruyó en sus sendas". Los ninivitas, pues, se convirtieron.

"Convertirse significa salir de una situación materialista, naturalista y humana, para adoptar una actitud angélica, sobrenatural y divina; olvidar los problemas banales para ponerse en una nueva perspectiva, no más la del tiempo, sino la de la eternidad, es decir, la del Reino de Dios", puntualiza Mons. Clá.

Es decir, lo humano es el pecado, que tiende al materialismo y al naturalismo, o sea, al olvido de Dios y al olvido del recurso a Dios para enfrentar los problemas de nuestra vida. Puede ser un ateísmo profeso, explícito, o mucho más comúnmente el ‘ateísmo práctico' que practican en demasía los cristianos.

Lo contrario de esto es la actitud de los ángeles que están en el cielo, siempre en presencia de Dios y adorando a Dios, algunos actuando poderosamente aquí en la Tierra o rigiendo el Cosmos, pero siempre con el pensamiento y el corazón vuelto hacia el Creador, viviendo de su gracia y de sus dones. Es a asumir esa posición de espíritu a la que el autor llama conversión.

Quiere decir, el cambio de vida, el cambio de comportamiento, en la focalización de Mons. João Clá, es la consecuencia de un cambio de mentalidad, del paso de una mentalidad naturalista y mundana, a una mentalidad sobrenatural y con los ojos puestos en la eternidad.

Es el paso de una mentalidad de ‘super-yo' egoísta, cerrada sobre sí, ensimismada y tendiente a la satisfacción sólo de los propios caprichos, a una mentalidad abierta a Dios, sabedora de lo dependientes que somos de él, contenta con esta dependencia y fortalecedora de esta dependencia. Una nueva mentalidad que a todo momento se reporta al Creador, y de Él implora la fuerza para la faena de todos los días.

Es el paso incluso de ese tipo día "con momentos para Dios", con instantes "para la oración", a pasar todo el día casi que en una contemplación constante del Creador y sus misterios, a un día en que se piensa comúnmente en Dios, en su Palabra, en la Virgen, y se vive en función de ellos.

 Lo que ocurrió en Nínive fue un milagro de la gracia. Cambiar el egoísmo, cambiar la mente es algo muy complicado, pues es una construcción que se ha ido desarrollando con el paso de los años, especialmente con las justificaciones tontas que hemos ido haciendo de nuestra vida de pecado. Pero justamente cuando la solución es el milagro, pues ahí está el Hacedor de los milagros para que nos haga el nuestro. Pidámoslo, para que con nuestra conversión tengamos el destino feliz de Nínive y no el trágico final que se le había anunciado.

El Papa pide orar para comprender el don del Bautismo

Ángelus del Papa, 12 de enero de 2020

Hoy, Solemnidad del Bautismo del Señor y día con el que se cierra el tiempo de la Navidad, el Papa Francisco ha bautizado a algunos niños y ha pedido antes del rezo del Ángelus “oración por ellos y por sus familias”. También ha comentado el Evangelio del día, en el que el Apóstol Mateo describe el diálogo entre Jesús, que pide el bautismo, y Juan el Bautista, que se niega. “Esta decisión de Jesús sorprende al Bautista – dice el Papa – de hecho, el Mesías no necesita ser purificado; Él es quien purifica”.

En ese diálogo, Juan también declara que entre él y Jesús había una distancia abismal, pero – puntualiza Francisco – “el Hijo de Dios vino precisamente para cerrar esa distancia entre el hombre y Dios” y si Jesús está del lado de Dios “también está del lado del hombre y une lo que estaba dividido”. Es por ello que el Papa explica entonces que el Mesías pide ser bautizado precisamente “para que se pueda hacer toda justicia”, o en otras palabras “para que se realice el plan del Padre que pasa por el camino de la obediencia filial y la solidaridad con el hombre frágil y pecador”. “Es el camino de la humildad y la total cercanía de Dios a sus hijos”, dice, “requerido también hoy a los discípulos del Señor”.

Los discípulos del Señor no deben pavonearse de serlo
Y hablando acerca de los discípulos del Señor, Francisco ha advertido que no hay que pavonearse de serlo: “Cuántos, es triste decirlo, pero cuántos discípulos del Señor se pavonean de ser discípulos del Señor. No es un buen discípulo quien se pavonea”. De hecho, dice, el buen discípulo “es el humilde”, “el manso” y “el que hace el bien sin ser visto”.

Estamos llamados al encuentro con nuestros hermanos
Y en este momento previo a la oración mariana, el Santo Padre también ha aprovechado para hacer un llamamiento a la comunidad cristiana “para salir a encontrarse con los otros” pero siempre – ha especificado el Papa – “proponiendo y no imponiendo”, “dando testimonio” y “compartiendo la vida concreta de las personas”.

Al igual que Jesús, no olvidemos que también nosotros somos Hijos amados del Padre
Por último, el Papa ha recordado que en la fiesta del Bautismo de Jesús “redescubrimos nuestro Bautismo” y al igual que Jesús, “también nosotros nacidos del agua y del Espíritu Santo sabemos que somos hijos amados, objeto de la complacencia de Dios”. Pero tampoco debemos olvidar que somos “hermanos de muchos otros hermanos, invertidos en una gran misión para testificar y anunciar a todos los hombres el amor infinito del Padre”.

Celebrar nuestro Bautismo todos los años como acto de justicia con el Señor
Al final de su discurso, el Papa ha vuelto a recordar lo que ha dicho a los papás durante su homilía en la Santa Misa presidida esta mañana: “En el Bautismo, el Espíritu Santo viene para permanecer en nosotros” y es por ello – dice – que es importante “saber cuál es la fecha de mi bautismo”. De hecho, antes de concluir, destaca su invitación a celebrar la fecha de nuestro Bautismo en nuestro corazón todos los años: “Hacerlo, también es un deber de justicia hacia el Señor que ha sido tan bueno con nosotros”.

La fe y las obras

¿No es suficiente la Sangre del Hijo de Dios por sí sola para reconciliarnos con el Padre?

Pregunta:

Parece ser que una de las principales diferencias entre católicos y protestantes, está en el hecho de que los primeros creen en el poder de las obras para alcanzar la salvación, mientras que los segundos no creen que el hombre, pecador por naturaleza, pueda hacer obras con valor salvífico, siendo la Sangre derramada por Jesús la única que puede salvarle, y ello de forma gratuita, aceptando por la sola fe que Él es su Salvador. Parece una opinión bastante coherente, pues se podría ver en la actitud católica una minusvaloración del valor salvador del Sacrificio de Jesús. La Iglesia católica pide una colaboración activa en la salvación, hace co-redentora a María y mediadores a los Santos… ¿No es suficiente la Sangre del Hijo de Dios por sí sola para reconciliarnos con el Padre?

Respuesta:

La doctrina católica sostiene –como doctrina revelada– que no basta la fe para la salvación, ya que sólo por la caridad la fe tiene la perfección de unirnos a Cristo y ser vida del alma, siendo meritoria de vida eterna. El Concilio de Trento expresamente enseña que “la fe, si no se le añade la esperanza y la caridad, ni une perfectamente con Cristo, ni hace miembro vivo de su Cuerpo. Por cuya razón se dice, con toda verdad, que la fe sin las obras está muerta (St 2,17ss) y ociosa” [1]. Y expresamente condenó el concepto de “sola fe”, tal como lo entendió el luteranismo primitivo: “Si alguno dijere que el impío se justifica por la sola fe, de modo que entienda no requerirse nada más con que coopere a conseguir la gracia de la justificación y que por parte alguna es necesario que se prepare y disponga por el movimiento de su voluntad, sea anatema”[2].

Esta doctrina está expresamente enseñada en la Sagrada Escritura, pues si bien es cierto que hay muchos textos –especialmente paulinos– que hablan de un papel fundamental de la fe en la justificación[3], también es claro que hay muchos otros textos, tanto del mismo Pablo como de otros autores inspirados, que hablan de la ineficacia de la fe sin las obras, y en particular sin la caridad: la fe sin obras es muerta (St 2,17); el que no tiene caridad –se entiende que está hablando de quien tiene fe– permanece en la muerte (1Jn 3,14); si tuviere tanta fe que trasladase los montes, si no tengo caridad, no soy nada (1Co 13,2); en Cristo ni vale la circuncisión ni vale el prepucio, sino la fe, que actúa por la caridad (Gal 5,6; cf. 4,15).

Por tanto, es necesario armonizar las afirmaciones en que se atribuyen los efectos salvíficos a la fe, con aquéllos en que los mismos efectos son, no sólo atribuidos a la caridad, sino que se niega que puedan ser alcanzados por la fe sin la caridad y las obras de la caridad (pues al hablar de caridad se sobreentienden sus obras, como queda patente por las palabras del Señor en el Evangelio de San Juan (cf. Jn 15,10): el que me ama guardará mis palabras [= mandamientos]). Mala práctica exegética es negar los textos que crean dificultad, tanto por una parte (negando el papel clave que juega la fe en la justificación y la doctrina paulina de la exclusión de las obras de la Ley; sea negando el papel de las obras de la caridad). De aquí que haya que afirmar que los textos en que se habla de la fe, deben ser entendidos de la fe “perfeccionada” por la caridad (porque mientras los textos referidos a la fe salvífica, si fuesen entendidos de la fe al margen de la caridad, quedarían en oposición a los textos que hablan de la necesidad de la caridad para salvarse, por el contrario, entendidos de la fe perfeccionada por la caridad, se entienden tanto unos como otros).

Teológicamente, esta relación perfectiva de la caridad –llamada bíblicamente: perfección, vínculo, vida o alma– ha sido expresada con el concepto de “forma”: la caridad es la forma de todas las virtudes[4]. No debe entenderse en el sentido de forma intrínseca o sustancial, pues la fe y las demás virtudes tienen su propia especificación intrínseca que les viene de su objeto, la cual no muda al recibir la caridad sino como referida a una forma accidental y extrínseca (de orden operativo): en el sentido de que la caridad mueve e impera los actos de fe y de las demás virtudes al fin último (Dios), imprimiendo en ellos la cualidad de actos meritorios; de este modo eleva los actos de la fe al orden virtuoso y perfecto. En este sentido, la fe recibe de la caridad especificación sobrenatural, es decir, la orientación al fin último (el bien divino, que es objeto de la caridad): “la caridad, en cuanto tiene por objeto el último fin, mueve las otras virtudes a obrar”[5].

En referencia a cuanto decían las objeciones expuestas más arriba, debemos decir que de ninguna manera puede decirse que la Iglesia católica quite valor al sacrificio de Jesús. Su valor es infinito y una gota de sangre puede salvar el universo, como cantamos en el Adorote devote (himno atribuido a Santo Tomás). Lo que enseña la Iglesia, siguiendo al mismo Jesucristo, es que Dios no nos salvará (nos salva Dios, no nosotros) sin nosotros, es decir, sin que su sangre se convierta en fruto en nosotros. Y esto se pone de manifiesto en las obras (que si bien las hace Dios en nosotros, se hacen, existen). Por eso, Jesucristo al joven rico que quería salvarse le dice que haga obras: ¿Qué tengo que hacer para salvarme? Cumple los mandamientos, y le nombra los principales. Eso es lo mismo que enseña la Iglesia. Las obras son totalmente nuestras y totalmente de Dios que las hace en nosotros.

Lutero tergiversó esta doctrina, considerando inútil toda obra humana. Pero no es eso lo que enseña San Pablo cuando en 1Co 3,9 dice que somos colaboradores de Dios. Algunos protestantes, para evitar el sentido evidente del valor de las obras que tiene este texto, traducen “trabajadores de Dios”, pero no es ése el sentido verdadero de la expresión (¿dónde dejan estos biblistas el sentido literal cuando se torna comprometedor para sus doctrinas?). El texto griego dice “sunergoí” (“sunergós”): colaboradores, “adiutores” como dice la Neo Vulgata; el prefijo griego “sun” equivale al latino “cum”, con (como puede verse en palabras que han pasado a nuestra lengua: “síntesis”, “sincrónico”, “sinestesia”, etc.). Lo reconocen algunas versiones protestantes como la American Standard Version y la New King James Version, que traducen como “fellow-workers”, y la Reina-Valera que dice “colaboradores”. También San Pablo exclama con toda fuerza: De él (Dios) somos hechura, creados en Cristo Jesús a base de obras buenas, que de antemano dispuso Dios para que nos ejercitemos en ellas (Ef 2,10). “Epì érgois agathois” son obras, hechos buenos; y dice San Pablo que Dios ha querido que en ellas “peripatêsômen”: caminemos.

No puede pensarse nada más lejos de una fe desencarnada del obrar. Y por el mismo motivo, Nuestro Señor nos recuerda que no basta el conocimiento para la salvación, cuando, tras lavar los pies de sus discípulos y recordarles la necesidad de “obrar” según su ejemplo (Jn 13,15: para que así como yo hice con vosotros, vosotros también hagáis: “húmeis poiête”), añade (Jn 13,17): Si sabéis esto, bienaventurados seréis si lo hiciérais (“ei tauta oidate, makárioí este eàn poiête autá). No basta saber; es necesario hacer, obrar (“poieô” en griego).

A una persona que me preguntaba: “si la salvación ya está dada por Jesús y en Jesús, ¿por qué tenemos que ‘trabajar’ para conseguirla?”, le respondí, en su momento, diciendo que si a alguien le comunican que el gobierno le ha adjudicado una casa pero tiene que ir a retirar el título, esa persona se daría cuenta de que la casa le pertenecerá desde el momento en que retire efectivamente el título; antes no puede entrar en esa casa. Del mismo modo, Jesús ha ganado los méritos para nuestra salvación, pero cada uno de nosotros debe hacer el trabajo de “aplicárselos” a sí mismo, mediante la santificación diaria y los sacramentos (aun así, los católicos sabemos y profesamos que esta misma aplicación no es sólo obra nuestra, sino al mismo tiempo toda nuestra y toda de Dios). Jesús murió por todos los hombres, pero el buen ladrón aceptó a Cristo y el mal ladrón murió blasfemando. Eso quiere decir que la salvación no es algo automático. Y las consecuencias a las que se puede llegar por la doctrina de la fe sola, sin obras, escandalizaría a todo buen protestante. Baste de prueba las palabras de Lutero en carta a Melanchton el 1 de agosto de 1521[6]: “Si pide gracia, entonces pida una gracia verdadera y no una falsa; si la gracia existe, entonces debes cometer un pecado real, no ficticio. Dios no salva falsos pecadores. Sé un pecador y peca fuertemente, pero cree más y alégrate en Cristo más fuertemente aún (…) Si estamos aquí [en este mundo] debemos pecar (…) Ningún pecado nos separará del Cordero, ni siquiera fornicando y asesinando millares de veces cada día”. El autor protestante De Wette, quien se dedicó a coleccionar frases célebres de Lutero, decía (atribuyéndolo a Lutero): “Debes quitar el decálogo de los ojos y del corazón”[7]

Me parece, así, muy equilibrado cuanto escribía un convertido: “muchos protestantes acusan a la Iglesia Católica de enseñar un sistema de salvación basado en obras humanas, independientemente de la gracia de Dios.

Pero esto no es cierto. La Iglesia enseña la necesidad de las obras, pero también lo enseñan las Escrituras. La Iglesia rechaza la noción de que la salvación se puede alcanzar ‘sólo por las obras’.

Nada nos puede salvar, ni la fe ni las obras, sin la gracia de Dios. Las acciones meritorias que llevamos a cabo son obras inspiradas por la gracia de Dios”[8].

En ésta, como en otras cuestiones, creo que hay una incomprensión de parte de muchos protestantes respecto de la doctrina católica. Lo que ellos critican a los católicos, los católicos no lo enseñan de ese modo; es una mala imagen que no responde a la realidad, y para demostrarlo podemos invitar a cualquier protestante que nos diga dónde y en qué documento oficial, aprobado por el magisterio, la Iglesia enseña que alguien puede justificarse sólo por las obras.

21 cosas qué podemos hacer y qué no debemos hacer durante la Santa Misa

Normas básicas para vivir la Santa Misa con espíritu Eucarístico

Muchas veces, por desconocimiento mismo del acto que estamos celebrando, cometemos actos imprudentes durante la Misa que pueden perturbar, sin querer, a los fieles asistentes.

Hay ocasiones en que nuestro comportamiento no es adecuado y puede sobrepasar las normas en el Templo y causar así una distracción a los fieles presentes causando molestias e incomodidad

A continuacion, este pequeño documento, basado en el artículo publicado en AggieCatholicBlog, puede permitirnos abrir un poco más los ojos y estar alertas ante estos eventos para así practicar un adecuado comportamiento durante la Santa Misa.

Espero que pueda serles de utilidad.

21 cosas qué hacer y qué no hacer durante la Santa Misa

1.- Cómida rápida antes de la Misa.

Es norma de la Iglesia que conservemos el ayuno durante al menos 1 hora antes de recibir la Sagrada Comunión. El agua y la medicina pueden ser consumidos, por supuesto. El propósito es ayudar a prepararnos bien para recibir a Jesús en la Eucaristía.

2.- No se admiten comidas ni bebidas en la Iglesia.

Las excepciones serían una bebida para los niños pequeños, el agua para el sacerdote o el coro (con discreción) y agua para los que están enfermos. Traer un aperitivo a la iglesia no es apropiado. La iglesia siempre debe verse como un lugar de oración y reflexión.

3.- Los hombres deben quitarse sus sombreros o gorros.

Es de mala educación llevar un sombrero o gorro en una iglesia. Si bien, puede ser moda cultural, no lo es dentro del templo. Así como nos quitamos los sombreros con respeto para el Juramento a una Bandera o un Himno, debemos hacerlo también en la Iglesia; como una señal de respeto.

4.- No mastique chicle en la Iglesia.

Se rompe el ayuno, es una distracción, se considera de mala educación en un ambiente formal, y esto no ayuda a nadie a su alrededor a orar mejor, pues causa distracción. ¿Puede usted imaginar al Papa haciendo explotar un bola de chicle durante la Santa Misa?

5.- Hágase la Señal de la Cruz al entrar y salir de la Iglesia.

Este es un recordatorio de nuestro bautismo, que nos hace miembros de la Iglesia de Cristo. Solo trate de no perder de vista lo que sucede cuando lo hace y no lo haga sin decir una oración.

6.- Vestir modesta y apropiadamente.

Use su mejor traje o vestido. Como católicos creemos que Dios viene a nuestro encuentro en cada Misa. Así que, ¿por qué no habríamos de vestir formalmente?. Sin importar si usted es de bajos recursos económicos, lo más seguro es que tenga algún atuendo que refleje modestia y pulcritud.

7.- Llegue por lo menos unos pocos minutos antes.

Si por alguna razón usted no puede llegar a tiempo, trate de sentarse en la parte trasera para que no moleste a otras personas mientras busca un asiento. Llegar a la misa temprano permite orar y prepararse mejor para la Misa.

8.- Celulares o móviles no deben usarse nunca ni para llamadas, sms o navegar en las redes sociales.

Las excepciones son las emergencias (las grandes, no las de todos los días) y si usted hace uso de uno, por favor salga de la Iglesia para hacerlo. Si usted está utilizando el teléfono para las lecturas y oraciones, puede ser apropiado, pero trate de ser discreto. Nada de navegaciones por las redes sociales, recuerde que está centrando su atención en algo sagrado, no debe estar pendiente de las "actualizaciones de estados" de los demás en las redes sociale

9.- No se siente en el borde de la banca si la ves vacía.

Más bien, siéntese en el medio para que otros no tengan que pasar por encima de usted. Además, los Hombres deben ofrecer sus asientos a cualquier dama, ancianos, discapacitados, etc

10.- Hacer una genuflexión hacia el Tabernáculo cuando entres y salgas de la Iglesia y cuando pases frente a él.

Cristo está presente allí por todos nosotros. Al permitir que nuestra rodilla derecha golpee levemente el suelo, reconocemos que Él es nuestro Señor y Dios. Si alguno está físicamente incapacitado para hacer una genuflexión, haga un leve arco o baje la cabeza, es suficiente. Durante la Misa, si pasa delante del altar o tabernáculo, haga un arco con reverencia por respeto.

11.- Por favor haga silencio (no converse ni en voz baja) mientras esté en la Iglesia.

Una vez que usted entra al santuario no es el momento ni el lugar para charlar con los que te rodean. Recuerde que, aunque el Sacerdote no haya comenzado a celebrar, ya la Misa ha comenzado, pues esta comienza desde el mismo instante en que la comunidad se congrega. Si usted tiene que hablar de algo importante, hágalo de la forma más silenciosa y breve posible. Recuerde que su conversación podría estar perturbando a alguien que está concentrado en su oración, lo cuál es mucho más importante.

12.- Lleve a los niños a la parte posterior para calmarlos.

Todo padre sabe que a veces el bebé puede tener un mal día. Aunque los bebés son bien recibidos en la Santa Misa, sea un poco prudente con las distracciones que pueda generar. Siéntese en el extremo de un banco para estar preparado para salir con rapidez, si es posible, lleve al niño a la parte de atrás rápidamente cuando se altere. No espere demasiado tiempo antes de tomar una decisión. No hay ninguna razón para estar avergonzado de tener que calmar a su hijo en la parte posterior de la Iglesia, recuerde lo que dijo Jesús: "Déjen que los niños se acerquen a mí". Así que llévelos a Misa, pero sea prudente

13.- Prepare su ofrenda antes de la Misa.

Cristo nos dice que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha. Mantener la cesta esperando por tiempo indeterminado mientras usted consigue sacar su billetera o monedero. Esto, a veces puede convertirse en toda una escena de distracción para los demás

14.- No debe leerse anuncios publicitarios durante la misa.

Imagínese si usted invita a una persona a su casa y antes de la cena (o durante) se decide a leer una revista en lugar de hablar con él. Eso es lo que está sucediendo en la casa de Dios cuando usted lee algun anuncio o folleto mientras se está celebrando el Misterio de Cristo

15.- Respetar los límites que otros pueden tener.

Es posible que la persona que tiene al lado desee tomarse de las manos para orar, o algunas veces puede que no lo quiera hacer. Podrían estar enfermos y no quieren acercarse a usted durante el saludo de la paz. Respete los límites y sus decisiones. No haga ningún juicio innecesario porque ellos actúen de manera diferente a lo que usted espera

16.- Haga una leve inclinación antes de recibir la Sagrada Comunión.

Allí está Dios, el Rey de reyes, que bajó de su trono celestial para llenarte de dichas y bendiciones. Entonces, muestre su respeto con una inclinación de cabeza al menos. Esta es una práctica antigua que se ha mantenido hasta el día de hoy.

17.- No recibir el Vino del cáliz si está usted enfermo.

Este es un acto de caridad y no es necesario recibirlo del cáliz, pues ya ha recibido la totalidad del cuerpo, sangre, alma y divinidad de Jesús en la Sagrada Hostia

18.- No salir antes de que la Misa termine.

Debemos permanecer hasta el final de la Misa y el himno o canto de cierre que la acompaña. Aunque sin duda hay excepciones a esta pauta. La mayoría quienes dejan la misa temprano no necesitan hacerlo y tampoco deberían hacerlo.

19.- No tomar fotografías o selfies

¡No estamos en un estudio fotográfico ni en un show o espectáculo! Tenga un poco de respeto por la presencia de Dios. Tomarse unos selfies y enviar las fotos a sus amigos o amigas para decir que se encuentra en Misa no es digno de respeto, sobre todo para aquel que está orando al lado de usted.

¿Le gustarón los vitrales? ¿Son muy hermosos? ¿Las imágenes y estatuas le evocan mucho setimiento? ¡Que bueno!, pero por favor tome las fotografías una vez terminada la Misa y hayan salido todas las personas de la Iglesia.

20.- Ore después de la Misa si se siente llamado a hacerlo.

Es una buena costumbre, aunque no se requiere, ofrecer una oración de acción de gracias después deque la Misa ha terminado. Pida por que más personas la aprecién y le den el debido respeto

21.- Despídase tranquilamente.

Los animamos a saludar a los demás, pero hágalo una vez que esté fuera del santuario principal de la iglesia para que no moleste a otras personas que quieren quedarse a orar. Así que, por favor, manténgase en silencio dentro del templo y luego al salir salude.

Tenga presente que en la Santa Misa asistes al Sacrificio de Cruz de nuestro Señor. En la Santa Misa se hace presente la Santísima Trinidad. También, por experiencia y revelaciones de santos místicos, la Virgen María, los Santos y los Ángeles vienen a ser parte de este acto de adoración. Es por ello que le debemos un Santo respeto

No asistas a Misa solo por cumplir, a la Misa hay que vivirla. Cada Misa tiene un valor infinito, ya que allí se ofrece al mismo Jesucristo, el Hijo del Dios vivo.

El hijo perfecto

La implantación de estrategias de selección prenatal está dando lugar a un número creciente de abortos eugenésicos

En el tercer y último debate presidencial entre Clinton y Trump salió a relucir un tema delicado, en el que Hillary fue contundente: "Defenderé a Planned Parenthood. Defenderé los derechos de las mujeres a hacer sus propias decisiones sobre el cuidado de su salud. Yo no creo que el gobierno de Estados Unidos deba meterse y tomar decisiones que son personales". Tema delicado. Sin embargo, existe otro tema de salud que sigue dividiendo el mundo de la medicina: el diagnóstico prenatal eugenésico.

Especialistas españoles en el ámbito sanitario y social -Esteban Rodríguez, Jaime Vilaroig y Salvador Mérida- acaban de publicar unos estudios con datos, estadísticas y reflexiones sobre este fenómeno que se extiende por Europa, Asia y América. Los doctores afirman: "La implantación de estrategias de selección prenatal está dando lugar a un número creciente de abortos eugenésicos. Los pocos afectados por síndrome de Down que nacen hoy son los supervivientes de una dura criba".

Criba. Selección humana. Buscando al "hijo perfecto". La BBC de Londres estrenó el pasado 5 de octubre un documental llamado "A World without Down's Syndrome?" que generó toda clase de reacciones.

En Londres, el aborto de personas con el síndrome de Down ha aumentado un 25 por ciento. Y en las próximas semanas se discutirá un proyecto de ley que propone incorporar la "técnica de selección" al Sistema Nacional de Salud. Hoy en día, en el Reino Unido nueve de cada diez diagnósticos positivos terminan en aborto. Pero en Islandia, el 100 por ciento de los embarazos en los que el feto ha sido diagnosticado con síndrome de Down han terminado en aborto. Caray, juegan bien al futbol y dan bien su grito pero de ética y moral...

La actriz inglesa Sally Phillips, madre de tres hijos, uno de ellos con síndrome de Down, es portavoz del respeto a la vida y entrevista en el documental a doctores especialistas que hacen lo que hicieron con ella: recitar una lista de problemas médicos que vendrán si el bebé nace. La lista las espanta, las abruma. Y se inclinan a interrumpir el embarazo.

El error es garrafal: ¿dónde queda la contraparte? ¿Dónde están los que pueden decirles que estos niños y sus padres pueden ser felices también, aunque el camino tenga dificultades? En nuestros días, con el avance trepidante de la ciencia, un análisis de sangre materna a partir de la duodécima semana de embarazo permite saber si hay elevada probabilidad de que el feto tenga trisomía 21. Si es así, los expertos recomiendan una prueba invasiva: la biopsia corial o amniocentesis, que a su vez implican riesgo de aborto.

En unos años, no le bastará al mundo de la ciencia y de la medicina "eliminar" desde el vientre materno lo que no es "perfecto", según los cánones de una humanidad que va perdiendo la sensibilidad para apreciar la verdadera belleza de una vida humana.

Los PrenaTest autorizados en Alemania, Suiza y Austria no tardarán en detectar otras anomalías o deficiencias en el feto que permitan destruir la vida porque no es "perfecta". Y así como los espartanos en la antigua Grecia despeñaba a los recién nacidos "no aptos" después de una inspección visual desde el Monte Taigeto, estamos ahora haciendo lo mismo.

La mayor bendición en mi vida, además de mi vocación sacerdotal, es mi hermano Mauri, nacido con Síndrome de Down, grado profundo. Gracias a él, conocí desde niño el valor del amor puro sin límites. ¿Y se puede atrever alguien a decirme que mi hermanito, el mayor regalo de Dios en nuestra familia y que cambió nuestras vidas, es un defecto de la humanidad? Por favor, ¿de qué humanidad estamos hablando?

En fin, me quedo más que mudo, y termino con una frase de la canción "Vincent" que siempre me recuerda a mi hermanito y a cualquier discapacitado: "This world was not prepared for one as beautiful as you".

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