Si tú quieres, puedes curarme

Marcelo I, Santo

XXX Papa, 16 de enero


Martirologio Romano: En Roma, en el cementerio de Priscila, en la vía Salaria Nueva, sepultura de san Marcelo I, papa, que, como recuerda el papa san Dámaso, fue un verdadero pastor, por lo que sufrió mucho, siendo expulsado de su patria y muriendo en el destierro por haber sido denunciado falsamente ante el tirano por algunos que despreciaban la penitencia que les había impuesto (309).

Etimología: Marcelo = relativo al dios Marte, es de origen latino.

Breve Biografía

El papa san Marcelo I (308-309), fue elegido después de cuatro años de la muerte del papa san Marcelino debido a la persecución del emperador Diocleciano (303 al 305).



Le tocó hacerle frente a la crisis dejada entre los cristianos por dicha persecución y que por miedo al martirio habían apostatado de su fe o simplemente abandonado las prácticas religiosas, pero ahora querían regresar a la Iglesia. Decretó que aquellos que deseaban volver a la Iglesia tenían que hacer penitencia por haber renegado de la fe durante la persecución.



Los que estaban en contra de esta decisión consiguieron que el emperador Majencio lo desterrara.



Según el "Libro Pontifical", el Papa Marcelo se hospedó en la casa de una laica muy piadosa de nombre Marcela, y desde ahí, siguió dirigiendo a los cristianos. Al enterarse el Emperador, obligó al Pontífice a relalizar trabajos forzosos en las caballerías y pesebres imperiales que fueron trasladados a esa zona.



Murió en el exilio el 16 de enero de 309. Su cuerpo fue devuelto a Roma y sepultado en el cementerio de Priscila.



Durante su pontificado se dedicó a volver a edificar los templos destruidos en la persecución. Dividió Roma en veinticinco sectores con un presbítero o párroco al frente de cada uno de ellos. Su carácter enérgico, aunque moderado, llevo a que ordenase que ningún concilio se pudiese celebrar sin su autorización explícita.

Cristo está entre nosotros

Santo Evangelio según san Marcos 1, 40-45. Jueves I del Tiempo Ordinario


En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.


Cristo, Rey nuestro.

¡Venga tu Reino!



Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Hola, Jesús. Me olvido de todo, de todo lo que me preocupa. Quiero estar contigo, pero antes eres Tú quien quiere venir a mi vida porque sabes que esa es mi felicidad. Tú, Padre, que me conoces como hijo en Jesús, ves que me dispongo a contemplar las verdades que mi corazón busca y las cuales sólo tienen respuesta en tu Hijo. Espíritu Santo, guía mi mente y corazón para encontrar tu amor y tus fuerzas consoladoras.



Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Marcos 1, 40-45



En aquel tiempo, se le acercó a Jesús un leproso para suplicarle de rodillas: “Si tú quieres, puedes curarme”. Jesús se compadeció de él, y extendiendo la mano, lo tocó y le dijo: “¡Sí quiero: sana!” Inmediatamente se le quitó la lepra y quedó limpio.

Al despedirlo, Jesús le mandó con severidad: No se lo cuentes a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo prescrito por Moisés”.

Pero aquel hombre comenzó a divulgar tanto el hecho, que Jesús no podía ya entrar abiertamente en la ciudad, sino que se quedaba fuera, en lugares solitarios, a donde acudían a él de todas partes.



Palabra del Señor.




Medita lo que Dios te dice en el Evangelio



Hace unas semanas celebrábamos el nacimiento de Jesús y ahora lo encontramos ya mayor. Dios, quien se encarna, se acerca al reconocernos como sus hijos que estamos necesitados de salud física y espiritual. Cristo se encarna para salir a nuestro encuentro personal y nos da la fuerza para seguir adelante con esperanza. Supliquemos de rodillas sabiendo que estamos enfermos, de otra manera podremos caer en el peligro de sentirnos fuertes, pasando Jesús por nuestra vida sin darnos cuenta.



En cuanto nuestra súplica, entre más sincera sea, con mayor fuerza entrará la luz del amor de Jesús en nuestro cuerpo y nuestra alma. Esa luz sana y rompe las cadenas de la esclavitud a nuestra preocupación y egoísmo, con tal fuerza, que no podemos no gritar al mundo los milagros de cada día. En la vida ordinaria está Dios, vemos que quiere vivir en la humildad, estar oculto para no fastidiar, pero acogiendo nuestros deseos de felicidad.



Entonces, que la oración sea una súplica que sale del corazón lastimado por el yugo que llevamos. Cristo está entre nosotros y nos ve a los ojos, infundiendo un valor que sana y nutre nuestros deseos de amor y eternidad.



«Pensad que la mayor parte de la vida pública de Jesús ha pasado en la calle, entre la gente, para predicar el Evangelio, para sanar las heridas físicas y espirituales. Es una humanidad surcada de sufrimientos, cansancios y problemas: a tal pobre humanidad se dirige la acción poderosa, liberadora y renovadora de Jesús. Así, en medio de la multitud hasta tarde, se concluye ese sábado. ¿Y qué hace después Jesús? Antes del alba del día siguiente, Él sale sin que le vean por la puerta de la ciudad y se retira a un lugar apartado a rezar. Jesús reza. De esta manera quita su persona y su misión de una visión triunfalista, que malinterpreta el sentido de los milagros y de su poder carismático. Los milagros, de hecho, son “signos”, que invitan a la respuesta de la fe; signos que siempre están acompañados de palabras, que las iluminan; y juntos, signos y palabras, provocan la fe y la conversión por la fuerza divina de la gracia de Cristo».
(Homilía de S.S. Francisco, 4 de febrero de 2018).




Diálogo con Cristo



Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Compartir unas palabras del Evangelio con una persona.



Despedida



Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.


¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!



Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.


En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.


Se le quitó la lepra y quedó limpio

Que hoy reconozcamos esa presencia de Dios en medio de nosotros



I Samuel 4, 1-11: “Derrota de Israel y captura del Arca”

Salmo 43: “Redímenos, Señor, por tu misericordia

San Marcos 1, 40-45: “Se le quitó la lepra y quedó limpio”

Hoy el libro de Samuel nos narra un acontecimiento que nos parecería lejano pero que puede resultar muy actual. El pueblo de Israel sentía de una manera muy especial la presencia de Dios por medio del Arca de la Alianza. En sus batallas, en sus traslados, en las dificultades y problemas, al acercarse al Arca se sentían seguros y aliviados. Pero en el pasaje de este día sucede algo escandaloso para la fe del pueblo: después de una derrota, llevan el Arca hasta el campo de batalla con la seguridad de que Dios les otorgará el triunfo.

Los mismos filisteos, sus eternos enemigos, al darse cuenta de la presencia del Arca se llenan de temor reconociendo los prodigios que por medio de ella se han realizado. Sin embargo, los israelitas son derrotados estrepitosamente y es apresada el Arca. ¿Falló la presencia del Señor? ¿No es eficaz su poder? Lo que falla es la fe y la fidelidad de los israelitas que no cumplen los mandamientos de Dios y  quieren utilizar el Arca como amuleto de buena suerte pero sin compromiso serio con el Señor. Esto me lleva a pensar en muchas situaciones nuestras en que aparentamos una religiosidad y en que utilizamos símbolos religiosos pero sólo externamente y no nos comprometemos de corazón. Pienso en las oraciones o en las medallas que solamente llevamos externamente y no corresponden a una actitud interior.

¿Estará mal entonces una devoción a un santo o llevar su imagen u ofrecer veladoras? No estaría mal si esto nos impulsa a ser fieles al Señor. Si la medalla que yo llevo en el pecho me recuerda mi promesa de fidelidad, si la veladora que prendo ante el Señor es señal de que quiero vivir en su presencia, son señales muy ricas de nuestra religiosidad. Pero si los utilizo como amuletos y no comprometen mi vida y mi fidelidad, sino que quedan en adornos externos, pueden esconder una falsa concepción de Dios. Él está cerca de nosotros para acompañarnos, pero no podemos manipularlo. Como el mismo evangelio de este día nos muestra a Cristo hace sus prodigios pero ante quien tiene verdadera fe.

Que hoy reconozcamos esa presencia de Dios en medio de nosotros y nos comprometamos a vivir en su presencia.

La Palabra de Dios no está encadenada, está lista para ser sembrada

Audiencia General del Papa Francisco, 15 de enero

La Palabra de Dios no está encadenada, sino que está lista para ser sembrada: así lo afirmó el Papa Francisco en la Audiencia General, concluyendo su ciclo de catequesis sobre los Hechos de los Apóstoles. El Santo Padre, que ha reflexionado en estos meses sobre el viaje de Pablo, quien de Jerusalén llega a Roma para de allí extenderse al mundo entero, hoy muestra a todos cómo se desencadena la siembra abundante de la Palabra de Dios.

El viaje de Pablo, que fue uno con el del Evangelio, es una prueba de que los caminos de los hombres, si se viven en la fe, pueden convertirse en un espacio de tránsito de la salvación de Dios, a través de la Palabra de fe que es un fermento activo en la historia, capaz de transformar las situaciones y de abrir caminos siempre nuevos.

Una Palabra "imparable" que quiere correr para comunicar la salvación


Hablando de la llegada de Pablo a Roma, con la que termina la historia de los Hechos de los Apóstoles, el Pontífice subrayó cómo la historia "no finaliza con el martirio de Pablo", sino "con la siembra abundante de la Palabra". De hecho, el final del relato de Lucas, centrado en el camino del Evangelio en el mundo, "contiene y recapitula todo el dinamismo de la Palabra de Dios, una Palabra imparable - dijo - que quiere correr para comunicar la salvación a todos".

En esta ciudad, aun siendo prisionero, Pablo recibió de la autoridad el poder vivir por cuenta propia, en una casa particular, “bajo custodia militar”. Esta situación le permitía recibir libremente a todos los que venían a encontrarlo, a los cuales anunciaba el Reino de Dios e instruía en el conocimiento de Cristo Jesús. Entre ellos había también algunos judíos, a quienes trataba de mostrar, a partir de la Ley y los Profetas, la continuidad entre la «esperanza de Israel» y la novedad de Cristo, en quien Dios cumplió sus promesas al Pueblo elegido.

La Palabra no está encadenada, está lista para ser sembrada


El Papa siguió explicando que después de este primer encuentro con los judíos, que estaban bien dispuestos, siguió otro más oficial durante el cual, durante todo un día, Pablo anunció el Reino de Dios, tratando de abrir a sus interlocutores a la fe en Jesús. Pero como no todos están convencidos, Pablo denunció "el endurecimiento del corazón del pueblo de Dios", lo que al final fue "la causa de su condena". En este punto del relato, observó Francisco, Lucas concluye su obra mostrándonos no la muerte de Pablo, sino el dinamismo de su sermón, de "una Palabra que no está encadenada", sino que está lista para ser sembrada "a manos llenas" por el Apóstol:

Los Hechos de los Apóstoles no se cierran con el martirio de Pablo, sino con la siembra abundante de la Palabra de Dios. La casa romana del Apóstol, abierta a todos los que buscaban y querían recibir el anuncio y conocer a Jesús, es imagen de la Iglesia, que no obstante perseguida, incomprendida, pecadora y encadenada, no se cansa de acoger con corazón de madre a todo hombre y mujer, para anunciarles el amor del Padre que se hizo visible en Jesús.

Evangelizadores valientes, construir un mundo más justo


Al final de la catequesis, saludando a los fieles de lengua española, el Papa animó a pedir al Espíritu Santo que estimule en todos nosotros la llamada a ser evangelizadores valientes y decididos para que, como san Pablo, vivamos la alegría del Evangelio y convirtamos nuestros hogares en cenáculos de fraternidad abiertos a todos los hermanos. A los jóvenes, los ancianos, los enfermos y los recién casados, alentó a abrir los corazones a las necesidades de la Iglesia y a que, siguiendo el ejemplo de Jesús, permanezcan cerca de los hermanos, construyendo un mundo más justo.

El hombre de fe puede abrir agujeros en el Cielo

Jesús perdona los pecados y sana al enfermo, pero antes la fe de cuatro hombres los llevó a abrir un agujero en el cielo.


Este episodio es relatado por los tres sinópticos (Mt 9,1-8; Mc 2,1-12; Lc 5,17-26), aunque en contextos distintos, por lo que es más fácil situarlo en el suyo propio. En Mateo se dice que Jesús sube a la barca y luego llega a su pueblo, en cambio en Marcos se omite la barca y “vuelve de nuevo a Cafarnaúm”, en Lucas Jesús está enseñando y en donde había algunos fariseos y doctores de la ley.

"Después del comienzo del ministerio en Galilea, Jesús fue objeto de la admiración del pueblo. Esta se hizo manifiesta ya en la sinagoga de Nazaret (Lc 4,22). Se vio crecer en la sinagoga de Cafarnaúm (Mc 1,22). A raíz de la curación del endemoniado en la misma sinagoga, la fama de Jesús se extendió por toda Galilea (Mc 1,28). La admiración llego al tope después de la curación del leproso, de tal manera que Jesús se vio obligado a aislarse (Mc 1,45). Los fariseos seguían todos los movimientos de Jesús con suma atención, aunque públicamente no mostraron ninguna reacción. Es probable que la curación del leproso diera un toque de alarma, este hombre se va haciendo demasiado popular, su fama crece de modo constante y lo peor, se muestra independiente de la línea oficial que ellos representan, ha llegado el momento del enfrentamiento público"[1].

ANALISIS GRAMATICAL AL TEXTO GRIEGO


(A. Robertson) [2]

1. Otra vez en Capernaum después de algunos días (palin eis Kapharnaoum di’ hëmerön). Después de la primera gira por Galilea, cuando Jesús está de vuelta a la ciudad que es ahora el cuartel general para la obra en Galilea. La frase di’ hëmerön significa días que intervienen en medio (dia, duo, dos) de la partida y el retorno. En casa (en oiköi), esto es, en la casa de Pedro, ahora la casa de Jesús. Otra imagen directamente proveniente del discurso de Pedro. Algunos de los manuscritos dicen aquí “eis oikon”, ilustrando la práctica identidad de significado de en y eis. Corrió la voz (ëkousthë). Fue oído (primer aoristo pasivo de indicativo, de akouö, oír). La gente esparció el rumor: «Está en casa, ha llegado».



2. Tanto que ya no quedaba sitio ni aun delante de la puerta (höste mëketi chörein mëde ta pros tën thuran). Otro gráfico detalle marcano visto a través de los ojos de Pedro. El doble compuesto negativo del griego intensifica el negativo. Esta puerta de la casa parece que se abría a la calle, no a un patio como en las casas más grandes. La casa estaba a rebosar dentro, y había una gran multitud fuera que colmaba el espacio. Y les hablaba la palabra (kai elalei autois ton logon). Y les estaba hablando la palabra, donde Marcos emplea su favorito y descriptivo tiempo imperfecto (elalei). Nótese esta palabra laleö empleada de la predicación de Jesús (originalmente suena como el piar de los pájaros, el hablar de los niños, pero en este caso es una clase más seria de habla). En contraste con legö (decir) es más bien una palabra onomatopéyica con un cierto énfasis en el son y manera del habla. Este término es común en los ejemplos vernaculares de los papiros acerca de las relaciones sociales.



3. En esto, llegan (kai erchontai). Una buena ilustración del vívido presente dramático histórico de Marcos, preservado por Lucas 5,18, pero no por Mateo 9,2 (imperfecto). Llevado por cuatro (airomenon hupo tessarön). Otro gráfico detalle marcano, que no se halla en los otros Evangelios.



4. Acercarse (proseggisai). Abrieron un boquete en el techo (apestegasan tën stegën). Destecharon el techo (nótese la paronomasia en el griego y el cognado acusativo). El único ejemplo de este verbo en el N.T. Una palabra infrecuente en griego tardío. Subieron por una escalera en el exterior, quizá una escalera de mano, hasta el techo plano de tejas, y agujerearon (exoruxantes) el tejado. Así, había tejas (dia tön keramön, Lc. 5:19) de arcilla e incluso losas de piedra introducidas para dar resistencia, que tenían que ser quitadas. No está claro dónde se hallaba Jesús (hopou ën), bien en el piso de abajo (Holtzmann) o en el de arriba (Lightfoot), o en el cuadrángulo (atrium o compluvium, si la casa tenía uno). Sobre los tejados se extiende una mezcla de mortero, brea, cenizas y arena y se prensa fuertemente, creciendo hierba en las grietas. En las casas de los pobres en el campo la hierba crece con mayor abundancia, y se pueden ver las cabras sobre los tejados, comiéndola. Bajaron la camilla (chalösi ton krabatton), otra vez un presente histórico, en aoristo en Lucas 5,19 (kathëkan). El verbo significa descender de un lugar más alto, como de una barca. Es probable que los cuatro hombres ataran una cuerda a cada esquina de la camilla o cama de pobre (krabatton, latín grabatus. Una de las palabras latinas de Marcos). Mateo (9,2) tiene klinë, es el término general para cama. Lucas tiene klinidion (cama pequeña o camilla). La palabra empleada por Marcos es común en los papiros, y se escribe también krabbatos, en ocasiones krabatos, mientras que W, el Códex Washingtonius, tiene krabbaton.



5. La fe de ellos (tën pistin autön). La fe de los cuatro hombres y la del hombre mismo. No hay razón alguna para excluir su fe. Tenían toda la confianza en el poder y la buena disposición de Jesús para sanar este caso desesperado. Son perdonados (aphientai, presente pasivo aoristo). Así Mateo 9,3, pero Lucas (5,20) tiene el perfecto pasivo dórico apheöntai. Lo asombroso tanto para el paralítico como para los cuatro amigos es que Jesús le perdonó los pecados en lugar de sanarlo. Es probable que sus pecados hubieran causado la parálisis.



6. Allí sentados … Ios cuales razonaban en sus corazones (ekei kathëmenoi kai dialogizomenoi en tais kardiais autön). Otra de las imágenes de Marcos a través de los ojos de Pedro. Estos escribas (y fariseos, Lc. 5,21) estaban allá para provocar, para detectar deficiencias en las enseñanzas y en la conducta de Jesús. Su popularidad y poder habían llenado sus corazones de celos. No hay evidencias de que dijesen en voz alta los pensamientos de sus corazones, «dentro de sí» (Mt. 9.3). No era necesario, porque sus miradas los traicionaban, y Jesús conocía sus pensamientos (Mt. 9,4; Lc: 5,22). Y al instante Jesús, conociendo en su espíritu (euthus epignous ho lësous töi pneumati autou, Mc. 2,8). El Señor percibe en el acto la atmósfera cargada de hostilidad en la casa. El debate (dialogizomenoi) en sus corazones estaba escrito en sus rostros. No había salido ninguna voz, pero sí que estaba todo electrizado con el sentimiento de ellos.



7. Está blasfemando (blasphëmei). Ésta es la acusación no dicha de palabra, pero que estaba en sus corazones, y que Jesús leyó como en un libro abierto. El texto correcto aquí tiene este verbo. Ellos justifican la acusación con la convicción de que sólo Dios tiene el poder (dunatai) de perdonar pecados. La palabra blasphëmeö significa habla injuriosa o calumniosa. Para ellos era blasfemia que Jesús asumiera esta prerrogativa divina. La lógica de ellos era correcta. El único fallo en ella era pasar por alto la posibilidad de que Jesús tuviera una peculiar relación con Dios que justificara su reivindicación. Así, las dos fuerzas chocan aquí, como en la actualidad, con respecto a la deidad de Cristo Jesús. Sabiendo bien que había ejercido la prerrogativa de Dios al perdonar los pecados de aquel hombre, pasa a justificar su reivindicación sanándolo.



8. Para que sepáis (hina eidëte). Los escribas hubieran podido intentar cualquiera de las alternativas en el versículo 9 con la misma impotencia. Jesús podía pronunciar cualquiera de ambas con la misma efectividad. De hecho, Jesús eligió primero la más difícil, el perdón, que ninguno de ellos podía ver.

Así ahora lleva a cabo el milagro de sanidad, que todos podían ver, para que todos pudieran saber que (el Hijo del Hombre, la favorita designación de Cristo para sí mismo, una reivindicación de ser el Mesías en términos que no podrían ser objetados con facilidad) Él tenía realmente la autoridad y el poder (exousian) para perdonar pecados. Él tiene el derecho y el poder (exousian) para perdonar pecados, aquí y ahora, sin esperar al día del juicio. Dijo al paralítico (legei). Este notable paréntesis en medio de la oración aparece también en Mateo 9,6 y Lucas 5,24, prueba de que ambos, Mateo y Lucas, siguieron la narración de Marcos. Es inconcebible que los tres escritores hubieran introducido, independientemente, el mismo paréntesis en el mismo lugar.



9. A la vista de todos (emprosthen pantön). Lucas 5,25 sigue a Marcos en este detalle. Tomó (aras) su camilla y salió andando, yéndose a casa tal como Jesús le había ordenado (Mc. 2,11). Fue una acción asombrosa e hizo innecesario para Jesús refutar más a los escribas en esta ocasión. El asombro (existasthai, nuestro término éxtasis, como aparece en Lc. 5,26) era demasiado general y grande para ser expresado en palabras. La gente solamente podía decir: «Nunca hemos visto nada como esto» (houtös oudepote eidamen). Jesús había actuado con el poder de Dios y había afirmado su igualdad con Dios, confirmando su afirmación. Todos se maravillaron ante las paradoxes (paradoxa, Lc. 5,26) de aquel día. Y glorificaban a Dios por todo ello.
 
ANÁLISIS REDACCIONAL DEL TEXTO

Cuando Jesús volvió a Cafarnaúm, corrió la voz de que estaba en casa y pronto se aglomeró tanta gente, que ya no había sitio frente a la puerta.



Cafarnaúm en griego significa “ciudad de Nahúm o también ciudad de consuelo”. Era una ciudad en la ribera noroeste del lago de Galilea, en la región de Zabulón y Neftalí.



No es nombrada en el AT, siendo posible que no existiera sino después de la cautividad. Era un centro de comercio referente a la pesca y un control de aduana, debido a encontrarse en la ruta comercial que discurría desde Siria al Mediterráneo. En Cafarnaúm Jesús la hizo su residencia habitual (Mt 9,1), frecuentó la sinagoga con regularidad para enseñar en ella (Jn 6,59; Lc 4,33). Allí escogió a Mateo mientras recogía los impuestos (Mt 9,9-13), sanó la fiebre de la suegra de Pedro (Mt 8,14-17; Mc 1,29), a un endemoniado (Mc 1,21-28), al hijo del oficial real (Jn 4,46-54) y a otros números de enfermos (Mt 8,16-17; Mc 1,32-34).



A pesar de las enseñanzas y de las obras de Jesús sus habitantes no aceptaron su mensaje. El Señor anuncio su ruina (Mt 11,23-24), que efectivamente se cumplió.



Mientras Él enseñaba su doctrina le quisieron presentar un paralitico que llevaban entre cuatro.



Jesús tenía como oficio principal exponer la Palabra de Dios y este interés se lo contagió a sus apóstoles, los cuales exclamaron "No está bien que nosotros abandonemos el trabajo de predicar la Palabra de Dios para dedicarnos a administrar" (Hch 6,2).



Existe un dato bien interesante en el pasaje evangélico y es que los camilleros “quisieron” llevar al paralitico a Jesús y no lo pudieron lograr por la gran cantidad de personas, sin embargo su fe era solida y no se desanimaron al primer intento. Cuantos cristianos hoy día se desaniman en su fe al primer inconveniente en sus vidas, su fe es inmadura.



Pero como no podían acercarse a Jesús por la cantidad de gente quitaron parte del techo, encima de donde estaba Jesús, y por el agujero bajaron al enfermo en una camilla.



Los camilleros nunca desfallecieron en su fe y se fortalecieron la dificultad. El paralitico es incapaz de hacer algún movimiento y es por ello que "quitan parte del techo" y bajan al enfermo. Los camilleros abrieron un agujero en el techo, un buen ejemplo para todos los cristianos que también pueden “abrir agujeros en el cielo” para que venga la bendición divina a nuestras vidas.



San Agustín dice al respecto: "Pertenece a la fortaleza cristiana no sólo obrar el bien, sino también tolerar el mal. Quienes parecen enfervorizarse en obrar el bien, pero no quieren o no pueden tolerar los sufrimientos inminentes, son los débiles. Quienes por un mal deseo, siendo amantes del mundo, se retraen de las buenas obras, yacen enfermos y lánguidos; éstos, por su misma enfermedad, como hallándose sin fuerza alguna, no pueden obrar bien alguno. Tal fue en el alma aquel paralítico: los que le llevaban no pudiendo presentarlo al Señor, abrieron el techo y por él lo dejaron caer (Mc 2,3-4). Es como si quisieras hacer esto con el alma: abrir el techo y poner ante el Señor el alma paralítica, descoyuntada en todos sus miembros y sin obra buena alguna, cargada con sus pecados y sufriendo con el mal de su deseo. Quizá están descoyuntados todos los miembros y padeces una parálisis interior y no puedes llegar al médico; tal vez se oculta el médico y está dentro, es decir, quizá está oculto el auténtico sentido de la Escritura; abre el techo y baja al paralítico, descubriendo lo que está oculto. Escuchasteis ya lo que oirán quienes no hacen esto o lo realizan negligentemente: no fortalecisteis a la que estaba débil y a la que estaba fracturada no la vendasteis". (Sermón 46,13)



Las casas de los judíos eran de ladrillos y en menor cantidad de piedra, por su parte el techo era llano, formado por ramas mezcladas con tierra arcillosa y piedras pequeñas. Estaba rodeado de un parapeto y formaba una terraza de múltiples usos; para dormir en las noches de verano, para los trabajos domésticos, las conversaciones y la oración.



Viendo Jesús la fe de aquellos hombres le dijo: "Hijo tus pecados te quedan perdonados". Algunos escribas que estaban ahí sentados comenzaron a pensar: "¿Por qué habla así? Eso es una blasfemia. ¿Quién puede perdonar los pecados sino sólo Dios?"

El milagro se activo no por la presencia del paralitico sino por la fe de los camilleros, por su perseverancia.



Jesús quiere sanar primeramente nuestra alma para ofrecernos luego la salud corporal, por eso dijo: "Hijo tus pecados te quedan perdonados".



El término pecado en hebreo no tiene un concepto técnico, sin embargo para designar una transgresión, una falta se utiliza la familia de términos griegos de la raíz "hamart" que es la más frecuente. El termino griego principal es "harmatia" que literalmente significa la acción de errar en el blanco.



Entre los múltiples términos tenemos:

• paráptôma: Significa “paso en falso, caída” (Mt 6,14; 18,35; Mc 11,25; Rom 4,15; 5,15).


• parábasis: Termino que denota “pie que traspasa” siempre en relación con la ley:


• ofeilema: Metafóricamente se expresa del pecado como "deuda", por cuanto exige una expiación (Mt 6,12)


• anomía: Es la "carencia de ley, desorden", en sentido de rechazo del principio mismo de la Ley o voluntad de dios (1Jn 3,4).


• adikía: Termino afín al anterior que indica un estado de "injusticia, irrectitud" (Lc 13,27; 16,18; 18,6; 1Co 13,6; 2Ts 2,10; Rom 1,18).
 
En última instancia el pecado siempre es una ofensa contra el carácter santo de Dios y sus mandamientos.



Siguiendo el texto dice que estaban allí uno escribas y que empezaron a reprochar las palabras de Jesús. El término viene del hebreo "sôfér" que significa contar. Del griego "grammateus" que significa las letras, los escritos los textos.



El escriba era un especialista e intérprete oficial de las escrituras santas. Hacia la edad de 40 años de prolongados estudios, esta persona era nombrada escriba, lo que le confería autoridad en las decisiones jurídicas, especialmente en el Sanedrín, donde tenía derecho a un puesto. En muchos ocasione Jesús reprocha a los escribas por sus excesos debido a su ciencia y a la preocupación por los honores (Mt 21,3-33; Lc 11,45-52).



Conociendo Jesús lo que estaban pensando, les dijo: ¿Por qué pensaron así? ¿Qué es más fácil, decirle al paralitico "Tus pecados te son perdonados o decirle: -Levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa?" Pues para que sepan que el Hijo del Hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados. Le dijo al paralitico: "Yo te mando, levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa".



Jesús conoce nuestras intenciones y Él es el único que tiene autoridad o mando para erradicar alguna enfermedad en nuestro cuerpo. El mismo Jesús se hace llamar "Hijo del hombre", expresión tomada de dos traducciones: La primera se remonta a Ezequiel 2,1 y la segunda a Daniel 7,13 y es de tipo apocalíptico. La expresión la realizo Jesús en 3ra persona como lo hace ordinariamente sin preocuparse por definirse como Mesías y hace referencia a su misión, que es misión del Padre, mediante la cual lleva a cabo su acción salvadora de la humanidad sometido a los poderes terrenales de la inhumanidad.



"Jesús envía al hombre a su casa, no al templo. No le manda al lugar santo de los sacerdotes, ni a la escuela doctrinal de las sinagogas donde siguen razonando los escribas. Le devuelve a su casa, es decir, al espacio de vida normal, convertido desde ahora en campo donde viene a expandirse y se refleja el perdón ya recibido"[3].



El hombre se levantó inmediatamente, recogió su camilla y salió de allí a la vista de todos, que se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo: "¡Nunca habíamos visto cosa igual!".



El paralitico tomó su camilla que ya no la necesitaba más y salió de allí dando la gloria a Dios. Hoy también los cristianos deben dar las gracias por la gran cantidad de bendiciones de Dios en nuestras vidas.

ACTUALIZACION

• Jesús es el único que tiene el poder y la autoridad para perdonar los pecados. Solamente necesita de nuestro arrepentimiento sincero, de nuestro deseo interior de cambiar de vida. Muchas veces es el pecado el que tiene obstruida y paralizada nuestra vida, vivimos inmersos en un mundo de dolor, desesperación y pena.



• El cristiano de hoy día puede abrir agujeros en el cielo para ser escuchado por Dios y atraer las bendiciones divinas, solamente se necesita un corazón dispuesto al servicio del Evangelio y la entrega total a los demás.



• Nuestras familias, comunidades y continente necesita de personas dispuestas a llevar a Jesús a todas aquellas personas que se encuentran pasando una situación difícil, la camilla representa el medio por el cual el paralitico es llevado a Jesús, nosotros tenemos múltiples medios también como la oración, el anuncio de la Palabra, el testimonio.



• Nuestra vida necesita dar testimonio de la gloria de Dios. Hoy cada vez menos hablamos de lo que Jesús hizo y sigue haciendo por cada uno de nosotros. Vemos que en Semana Santa ya no se perciben las películas que por muchos años nos hablaban del relato de la Pasión Muerte y Resurrección de Jesús. Han sido sustituidas por novelas. Ese tiempo litúrgico que es de recogimiento es empleado muchas veces para tomar licor, para visitar familiares y Dios permanece ausente de nuestras vidas.

BIBLIOGRAFÍA
 
1. AUGUSTINOVICH, Agustín, Historia de Jesús, Trípode, Caracas 1980,1ra Edición, p165.

2. ROBERTSON, A, Comentario al Texto Griego del Nuevo Testamento, Clie, España 2003, 1ra Edicion, p73.

3. PIKAZA, Javier, Para Vivir el evangelio. Lectura de Marcos, Verbo Divino, Estella 1997, 2da Edición, p 47.


Los monasterios medievales no oprimían a las mujeres

En la Edad Medía las monjas no estaban ni esclavas ni eran oprimidas como cuenta la leyenda negra


La leyenda negra afirma que la Edad Medía fue un tiempo “oscuro” propiciado en gran parte por la Iglesia Católica. Pero la realidad es como señaló por ejemplo el historiador Rodney Stark, “una época de notable progreso e innovación” tanto en lo cultural como en lo económico. Las universidades se expandieron por doquier, las grandes obras de arte y también la vida monástica.



Mucho se ha dicho también de la mujer en la Edad Media, de su sumisión y del papel que le otorgaba la Iglesia. En este punto concreto cabe, por tanto, destacar el estudio que ha realizado Raquel Alonso, profesora de Historia del Arte de la Universidad de Oviedo y miembro del proyecto Paisajes Espirituales, una investigación liderada por la Universidad de Barcelona.



Los mitos sobre la Edad Media


El estudio desmonta algunos de los tópicos más extendidos vinculados a la vida monástica de las religiosas en la época medieval. “La idea de que las muchachas en la Edad Media eran casi obligadas a vivir en un entorno opresivo es completamente falsa, al menos en lo que respecta a la vida en el interior de los monasterios femeninos más importantes”, asegura esta investigadora al diario El Mundo.



Para Raquel Alonso una de las conclusiones que ha sacado del estudio del monacato femenino es que “lo que se puede afirmar ya sin ninguna duda es que la clausura entonces era mucho más laxa que ahora”.



De este modo, la profesora de la Universidad de Oviedo añade que “las monjas, en los monasterios grandes y poderosos, que son los que hemos podido estudiar, salían habitualmente para visitar a su familia o viajar a la Corte para ver al Rey y confirmar donaciones u otra documentación”.



Este dato es para ella “extraordinariamente importante porque nos da una visión mucho más vital y mucho más vigorosa de la condición femenina en la Edad Media, que todavía tiene que despojarse de muchas creencias erróneas”.



"Tenían una independencia mayor de lo que suponíamos"


Raquel Alonso confiesa que empezó a interesarse por este asunto hace tiempo cuando realizó una monografía sobre el Monasterio de Cañas. Al hacerlo tuvo que estudiar el papel de la mujer. “Pensaba que tenían una clausura muy rigurosa, que estaban sometidas al sacerdocio…y me sorprendió ver que no era así. Las mujeres en la Edad Media tenían una capacidad de maniobra y una independencia mucho mayor de lo que podíamos suponer”, asegura.



Pone además como ejemplo que “las damas aristocráticas no respetaban la clausura y salían del convento para dirigirse al Rey y también entraban laicos a la zona de recogimiento”.



Juntos pero separados


Sobre este aspecto, la investigadora recuerda que no era raro que en la Edad Media en estos monasterios femeninos residieran mujeres no religiosas. “En ocasiones los laicos podían entrar dentro del recinto y visitar a sus familiares o participar en algunas ceremonias importantes”.



Otro de los aspectos que señala Raquel Alonso de la investigación en la que participa es que “era bastante común que el mismo monasterio acabara siendo compartido por comunidades mixtas de hombres y mujeres”. Estos monasterios dobles abundaban en esta época y según la profesora “aunque las comunidades femeninas y masculinas no vivían juntas, tampoco estaban necesariamente aisladas ni existía un cierre completamente estricto entre ellas. Participaban juntos en los coros, se encontraban en las procesiones y compartían muchos actos de la vida cotidiana”.



Esto se daba más en cistercienses y benedictinas


Raquel Alonso lo explica afirmando que “las monjas necesitan siempre una comunidad de hombres o, por lo menos, un personaje masculino que las atienda sacramental y espiritualmente. Por ejemplo, para celebrar la misa, sin ir más lejos. Este personal puede reducirse a uno o dos capellanes o en el caso de los monasterios más ricos –como Santa María de las Huelgas de Burgos, el Monasterio de Cañas de La Rioja- los colegios masculinos que atendían a las monjas eran tan numerosos que acababan conformándose como un monasterio doble”.



Eso sí, afirma que esta cierta “laxitud” de la clausura y los monasterios dúplices afectaba sobre todo a órdenes como las benedictinas y cistercienses y no tanto a otras más modernas como las dominicas o franciscanas.
 
¿Quién estableció la lista de los libros que forman parte de la Biblia?

La Biblia es un regalo del Señor. Por la autoridad de la Iglesia se establece el canon definitivo.


¿Por qué reconocemos el Evangelio de Juan y no el de Judas?

Veamos un poco de historia...

Por el año 605 Antes de Cristo, el Pueblo de Israel sufrió una dispersión o, como se le conoce bíblicamente, una "diáspora". El rey Nabucodonosor conquistó Jerusalén y llevó a los israelitas cautivos a Babilonia, comenzando la "Cautividad de Babilonia” (cf. 2 Reyes 24,12 y 2 Reyes 25,1).

Pero no todos los israelitas fueron llevados cautivos, un "resto" quedó en Israel (cf. 2 Reyes 25,12; 2 Reyes 25,22; Jeremías 40,11; Ezequiel 33,27). También un número de Israelitas no fueron cautivos a Babilonia sino que fueron a Egipto (cf. 2 Reyes 25,26; Jeremías 42,14; Jeremías 43,7).

El rey Ciro de Persia conquistó Babilonia (cf. 2 Crónicas 36,20; 2 Crónicas 36,23) y dio la libertad a los israelitas de regresar a Israel, terminando así su esclavitud. Algunos regresaron a Palestina pero otros se fueron a Egipto, estableciéndose, en su mayoría, en la ciudad de Alejandría (fundada por Alejandro Magno en el 322 a.C, que contaba con la biblioteca más importante del mundo en esa época). Así que los judíos estaban disgregados aun después del fin del cautiverio, unos en Palestina y otros en la diáspora, sobre todo en Alejandría. En el tiempo de los Macabeos había mas judíos en Alejandría que en la misma Palestina (cf. 1 Macabeos 1,1)

La Traducción de los Setenta (Septuagésima)

En el siglo III antes de Cristo, la lengua principal de Alejandría, como en la mayor parte del mundo civilizado, era el griego. El hebreo cada vez se hablaba menos, aun entre los judíos (Jesús y sus contemporáneos en Palestina hablaban arameo) Por eso había una gran necesidad de una traducción griega de las Sagradas Escrituras.

La historia relata que Demetrio de Faleron, el bibliotecario de Plotomeo II (285-246 a.C.), quería unas copias de la Ley Judía para la Biblioteca de Alejandría. La traducción se realizó a inicios del siglo tercero a.C. y se llamó la Traducción de los Setenta (por el número de traductores que trabajaron en la obra). Comenzando con la Torá, tradujeron todas las Sagradas Escrituras, es decir todo lo que es hoy conocido por los católicos como el Antiguo Testamento. Introdujeron también una nueva organización e incluyeronLibros Sagrados que, por ser más recientes, no estaban en los antiguos cánones pero eran generalmente reconocidos como sagrados por los judíos. Se trata de siete libros, llamados hoy deuterocanónicos.

El canon de los Setenta (Septuagésima) contiene los textos originales de algunos de los deuterocanónicos (Sabiduría y 2 Macabeos) y la base canónica de otros, ya sea en parte (Ester, Daniel y Sirac) o completamente (Tobit, Judit, Baruc y 1 Macabeos).

El canon de la Septuagésima (Alejandrino) es el que usaba Jesucristo y los Apóstoles

El canon de Alejandrino, con los siete libros deuterocanónicos, era el más usado por los judíos en la era Apostólica. Este canon es el utilizado por Cristo y los escritores del Nuevo Testamento. 300 de las 350 referencias al Antiguo Testamento que se hacen en el Nuevo Testamento son tomadas de la versión alejandrina. Por eso no hay duda de que la Iglesia apostólica del primer siglo aceptó los libros deuterocanónicos como parte de su canon (libros reconocidos como Palabra de Dios). Por ejemplo, Orígenes, Padre de la Iglesia (+254), afirmó que los cristianos usaban estos libros aunque algunos líderes judíos no los aceptaban oficialmente.

Los judíos establecen un nuevo canon después Cristo

Al final del primer siglo de la era cristiana, una escuela judía hizo un nuevo canon hebreo en la ciudad de Jamnia, en Palestina. Ellos querían cerrar el período de revelación siglos antes de la venida de Jesús, buscando así distanciarse del cristianismo. Por eso cerraron el canon con los profetas Esdras (458 a.C.), Nehemías (445 a.C.), y Malaquías (433 a.C.). Por lo tanto dejaron fuera del canon los últimos siete libros reconocidos por el canon de Alejandrino.

Pero en realidad no hubo un "silencio bíblico" (una ausencia de Revelación) en los siglos precedentes al nacimiento de Jesús. Aquella era la última etapa de revelación antes de la venida del Mesías. Los judíos reconocían el canon alejandrino en tiempo de Jesús. Por eso la Iglesia siguió reconociéndolo.

De esta forma surgieron dos principales cánones del Antiguo Testamento:

1: El canon Alejandrino: Reconocido por los judíos en la traducción de los Setenta al griego. Este canon es el más utilizado por los judíos de tiempo de Cristo y por los autores del Nuevo Testamento. Este canon contiene los libros "deuterocanónicos" y es el reconocido por la Iglesia Católica.

2: El canon de Jamnia: Establecido por judíos que rechazaron el cristianismo y por lo tanto quisieron distanciar el período de revelación del tiempo de Jesús. Por eso rechazaron los últimos 7 libros reconocidos por el canon alejandrino. XV siglos después de Cristo, Lutero rechaza el canon establecido por la Iglesia primitiva y adopta el canon de Jamnia. Este es el canon que aceptan los Protestantes (Hermanos separados)

La Vulgata de San Jerónimo

La primera traducción de la Biblia al latín fue hecha por San Jerónimo y se llamó la "Vulgata" (año 383 AD). El latín era para entonces el idioma común en el mundo Mediterráneo. San Jerónimo en un principio tradujo del texto hebreo del canon de Palestina. Por eso no tenía los libros deuterocanónicos. Esto produjo una polémica entre los cristianos de aquel tiempo. En defensa de su traducción, San Jerónimo escribió: "Ad Pachmmachium de optimo genere interpretandi", la cual es el primer tratado acerca del arte de traducir. Por eso se le considera el padre de esta disciplina. Ahí explica, entre otras cosas, el motivo por el cual considera mejor traducir directo del hebreo.

San Jerónimo no rechazó los libros deuterocanónicos. La Iglesia aceptó su traducción con la inclusión de los libros deuterocanónicos. Por eso la Biblia Vulgata tiene los 46 libros.

La Iglesia establece el Canon de la Biblia

Es importante entender que la Iglesia fundada por Cristo precede al Nuevo Testamento. Es la Iglesia la autoridad que establece el canon de la Biblia y su correcta interpretación y no al revés, como creen algunos Protestantes. Cuando en el N.T. habla de las "Escrituras" se refiere al A.T. El nombre de "Nuevo Testamento" no se usó hasta el siglo II.

Con el tiempo, un creciente número de libros se presentaban como sagrados y causaban controversia. Entre ellos muchos eran de influencia gnóstica. Por otra parte, algunos, como los seguidores de Marción, rechazaban libros generalmente reconocidos por los Padres. La Iglesia, con la autoridad Apostólica que Cristo le dio, definió la lista (canon) de los Libros Sagrados de la Biblia.

Los concilios de la Iglesia Católica (el Concilio de Hipo, en el año 393 A.D. y el Concilio de Cartago, en el año 397 y 419 A.D., ambos en el norte de África) confirmaron el canon Alejandrino (con 46 libros para el Antiguo Testamento) y también fijaron el canon del Nuevo Testamento con 27 libros.

Para reconocer los libros del Nuevo Testamento los Padres utilizaron tres criterios:

1.- Que fuesen escritos por un Apóstol o su discípulo.

2.- Que se utilizara en la liturgia de las iglesias Apostólicas. Ej. Roma, Corintio, Jerusalén, Antioquía, etc.

3.- Que estuviera en conformidad con la fe Católica recibida de los Apóstoles.

Al no satisfacer estos criterios, algunos evangelios atribuidos a los Apóstoles (ej. Ev. de Tomás, Ev. de Pedro) fueron considerados falsos por la Iglesia y rechazados. Por otra parte fueron aceptados libros (ej. Evangelio de San Juan y Apocalipsis) que por largo tiempo habían sido controversiales por el atractivo que ejercen en grupos sectarios y milenaristas.

La carta del Papa S. Inocencio I en el 405, oficialmente recoge el canon ya fijo de 46 libros del A.T. y los 27 del N.T. El Concilio de Florencia (1442) confirmó una vez más el canon, como lo hizo también el Concilio de Trento.

A la Biblia Protestante le faltan libros

En el 1534, Martín Lutero tradujo la Biblia al alemán. Pero rechazó los últimos siete libros del A.T. porque estos contradecían sus nuevas doctrinas. Por ejemplo, al quitar los libros de Macabeos, le fue mas fácil negar el purgatorio ya que 2 Macabeos 12, 43-46 da por supuesto que existe una purificación después de la muerte.

Lutero dice que Macabeos no pertenece a la Biblia. Sin embargo Hebreos 11,35 (Nuevo Testamento) hace referencia a 2 Macabeos: "Unos fueron torturados, rehusando la liberación por conseguir una resurrección mejor". Los únicos en el Antiguo Testamento a quienes se aplica este pasaje es a los mártires macabeos, que fueron torturados por conseguir la resurrección (2 Mac. 7:11, 14, 23, 29, 36).

¡Lutero consideró conveniente optar por el canon de Jamnia que los judíos habían establecido para distanciarse del cristianismo!. Lo prefirió a pesar que le faltaban libros que Jesús, los Apóstoles y la Iglesia desde el principio habían reconocido. Agrupó los libros que quitó de la Biblia bajo el título de "apócrifos", señalando: "estos son libros que no se tienen por iguales a las Sagradas Escrituras y sin embargo son útiles y buenos para leer".

Lamentablemente Lutero propagó sus errores junto con su rebelión. Por esa razón a la Biblia Protestante le faltan 7 libros del AT. Los consideran libros que ellos llaman "apócrifos".

1.    Tobías
2.    Judit
3.    I Macabeos
4.    II Macabeos
5.    Sabiduría
6.    Eclesiástico (también llamado "Sirac")
7.    Baruc

También a los libros de Ester (protocanónico con partes deuterocanónicas) y Daniel (protocanónico con partes deuterocanónicas) les quitaron algunas partes

Lutero no solo eliminó libros del Antiguo Testamento sino que quiso eliminar algunos del Nuevo Testamento e hizo cambios en el Nuevo Testamento para adaptarlo a su doctrina.

Martín Lutero había declarado que la persona se salva sólo por la fe (entendiendo la fe como una declaración legal), sin necesidad de poner la fe en práctica por medio de obras. Según él todas las doctrinas deben basarse solo en la Biblia, pero la Biblia según la acomoda e interpreta él. Por eso llegó incluso a añadir la palabra "solamente" después de la palabra "justificado" en su traducción alemana de Romanos 3, 28. También se refirió a la epístola de Santiago como epístola "de paja" porque esta enseña explícitamente: "Veis que por las obras se justifica el hombre y no sólo por la fe".

Lutero además se tomó la libertad de separar los libros del Nuevo Testamento de la siguiente manera:

•    Libros sobre la obra de Dios para la salvación: Juan, Romanos, Gálatas, Efesios, I Pedro y I Juan
•    Otros libros canónicos: Mateo, Marcos, Lucas, Hechos, el resto de las cartas de Pablo, II Pedro y II de Juan
•    Los libros no canónicos: Hebreos, Santiago, Judas, Apocalipsis y libros del Antiguo Testamento.

Gracias a Dios, los Protestantes y Evangélicos tienen los mismos libros que los católicos en el Nuevo Testamento porque no aceptaron los cambios de Lutero para esta parte del canon. Pero se encuentran en una posición contradictoria: Reconocen el canon establecido por la Iglesia Católica para el Nuevo Testamento (los 27 libros que ellos tienen) pero no reconocen esa misma autoridad para el canon del A.T.

Es interesante notar que la Biblia Gutenberg, la primera Biblia impresa, es la Biblia latina (Vulgata), por lo tanto, contenía los 46 libros del canon alejandrino.

El reformador español, Casiodoro de Reina, respetó el canon católico de la Biblia en su traducción, la cual es considerada una joya de literatura. Pero luego Cipriano de Valera quitó los deuterocanónicos en su versión conocida como Reina-Valera.

Los Concilios modernos confirman el Canon

La Iglesia Católica, fiel a la encomienda del Señor de enseñar la verdad y refutar los errores, definió solemnemente, en el Concilio de Trento, en el año 1563, el canon del Antiguo Testamento con 46 libros siguiendo la traducción griega que siempre habían utilizado los cristianos desde el tiempo apostólico. Enseñó que los libros deuterocanónicos deben ser tratados "con igual devoción y reverencia". Esto fue una confirmación de lo que la Iglesia siempre enseñó.

Esta enseñanza del Concilio de Trento fue una vez más confirmada por el Concilio Vaticano I y por el Concilio Vaticano II (Constitución Dogmática Dei Verbum sobre la Sagrada Escritura). El Catecismo de la Iglesia Católica reafirma la lista completa de los Libros Sagrados, incluyendo los deuterocanónicos.

La Biblia es un regalo del Señor, presentado como obra terminada a través de un largo proceso en el que el Espíritu Santo ha guiado a la Iglesia Católica a la plenitud de la verdad. Por la autoridad de la Iglesia se establece el canon definitivo.

Ante los que quieren introducir libros en el Canon, por ejemplo, el "Evangelio de Judas", los protestantes más conocedores han tenido que recurrir a la autoridad de la Iglesia Católica para declarar que el canon de las Escrituras ha sido fijado en los Concilios del siglo IV y no se puede cambiar.

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