Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo

8 consejos del Papa Francisco para tener éxito en el matrimonio

La oportunidad era inmejorable. Ante más de 12.000 parejas de novios, el Papa Francisco ofreció los ingredientes para elaborar la receta de un amor sólido

Primero, los novios tienen que estar dispuestos a convertirse en artesanos o incluso, en joyeros.

Francisco
"El matrimonio es un trabajo de todos los días, se puede decir que artesanal, un trabajo de orfebrería porque el marido tiene la tarea de hacer más mujer a la mujer y la mujer tiene la tarea de hacer más hombre al marido. Crecer también en humanidad, como hombre y mujer”.
Dijo el Papa que es un trabajo "para siempre” pero que no hay que asustarse. Se puede construir día a día.

Francisco
"El amor es una realización, una realidad que crece y podemos decir, como ejemplo, que es como construir una casa. Y la casa se construye juntos, ¡no solos!”.
Para vivir juntos para siempre es necesario que los cimientos del matrimonio estén asentados sobre roca firme.

Francisco
"No querréis construirla sobre la arena de los sentimientos que van y vienen, sino sobre la roca del amor verdadero, el amor que viene de Dios”.
Para que un matrimonio sea feliz, no basta con que dure "para siempre”. La cantidad es tan importante como la calidad.

Francisco
"Un matrimonio no tiene éxito sólo si dura, es importante también la calidad”.
Y hay que mirar al cielo. Como se pide el pan de cada día en el Padrenuestro, el Papa recomienda una oración para los esposos.

Francisco
"En el Padrenuestro decimos: ´Danos hoy nuestro pan de cada día”. El matrimonio puede aprender a rezar así: ´Danos hoy nuestro amor de cada día´”.
Para Francisco, estar enamorado significa pronunciar a menudo estas tres palabras: con permiso, gracias y perdón.

Francisco
"¿Puedo?" Es la petición amable de entrar en la vida de algún otro con respeto y atención... ¿Sabemos dar las gracias?: En vuestra relación ahora y en vuestra futura vida matrimonial , es importante mantener viva la conciencia de que la otra persona es un don de Dios... y a los dones de Dios se les dice ´gracias´”.

Francisco avisa: no hay ninguna persona que sea perfecta. Por eso, el secreto de la felicidad es pedir perdón.

Francisco
"Todos sabemos que no existe la familia perfecta, ni el marido o la mujer perfectos. No digamos la suegra perfecta ...Existimos nosotros, los pecadores. Jesús, que nos conoce bien, nos enseña un secreto: que un día no termine nunca sin pedir perdón”.
Francisco también dio algunos consejos para hacer del día de la boda una jornada inolvidable y genuina.

Francisco
"Hacedla de forma que sea una auténtica fiesta, porque el matrimonio es una fiesta, una fiesta cristiana, ¡no una fiesta mundana!¡Imaginad acabar la fiesta bebiendo té! No puede ser. ¡Sin vino no hay fiesta!”.
Amor, paciencia, comprensión y oración son algunos de los elementos presentes en los consejos del Papa. Después del "sí quiero” no hay que quedarse con los brazos cruzados sino trabajar el "para siempre”.

Macario el Grande, Santo

Abad, 19 de enero

Martirologio Romano: Conmemoración de san Macario el Grande, presbítero y abad del monasterio de Scete, en Egipto, que, considerándose muerto al mundo, vivía sólo para Dios, enseñándolo así a sus monjes (c. 390).

Etimología: Macario = Aquel que ha encontrado la felicidad, es de origen griego.

NOTA: En la actualidad el Martirologio lo recuerda el 19 de enero, en el calendario anterior se lo celebraba el 16 de febrero

Breve Biografía

Este santo nació en Egipto por el año 300. Pasó su niñez como pastor, y en las soledades del campo adquirió el gusto por la oración y por la meditación y el silencio.

Una mujer atrevida le inventó la calumnia de que el niño que iba a tener era hijo de Macario, el cual, según decía ella, la había obligado a pecar. La gente enardecida arrastró al pobre joven por las calles. Pero él le pidió al Señor en su oración que hiciera saber a todos la verdad, y sucedió que tal mujer empezó a sentir terribles dolores y no podía dar a luz, hasta que al fin contó a sus vecinos quién era el verdadero papá del niño. Entonces la gente se convenció de la inocencia de Macario y cambió su antiguo odio por una gran admiración a su humildad y a su paciencia.

Para huir de los peligros del mundo, Macario se fue a vivir en un desierto de Egipto, dedicándose a la oración, a la meditación y a la penitencia, y allí estuvo 60 años y fueron muchos los que se le fueron juntando para recibir de él la dirección espiritual y aprender los métodos para llegar a la santidad.

El obispo de Egipto ordenó de sacerdote a Macario para que pudiera celebrarles la misa a sus numerosos discípulos. Después fue necesario ordenar de sacerdotes a cuatro de sus alumnos para atender las cuatro iglesias que se fueron construyendo allí cerca donde él vivía, para los centenares de cristianos que se habían ido a seguir su ejemplo de oración, penitencia y meditación en el desierto.

Macario quería cumplir aquella exigencia de Jesús: "Si alguno quiere ser mi discípulo, tiene que negarse a sí mismo", y se dedicó a mortificar sus pasiones y sus apetitos. Estaba convencido de que nadie será puro y casto si no les niega de vez en cuando a sus sentidos algo de lo que estos piden y desean. Deseaba dominar sus pasiones y dirigir rectamente sus sentidos.

Sentía la necesidad de vencer sus malas inclinaciones, y notó que el mejor modo para obtener esto era la mortificación y la penitencia. Como su carne luchaba contra su espíritu, se propuso por medio del espíritu dominar las pasiones de la carne. A quienes le preguntaban por qué trataba tan duramente a su cuerpo, les respondía: "Ataco al que ataca mi alma". Y si a alguno le parecían demasiadas sus mortificaciones le decía: "Si supieras las recompensas que se consiguen mortificando las pasiones del cuerpo, nunca te parecerían demasiadas las mortificaciones que se hacen para conservar la virtud".

En aquellos desiertos, con 40 grados de temperatura y un viento espantosamente caliente y seco, no tomaba agua ni ninguna otra bebida durante el día. En un viaje al verlo torturado por la sed, un discípulo le llevó un vaso de agua, pero el santo le dijo: "Prefiero calmar la sed, descansando un poco debajo de una palmera", y no tomó nada. Y a uno de sus seguidores les dijo un día: "En estos últimos 20 años jamás he dado a mis sentidos todo lo que querían. Siempre los he privado de algo de lo que más deseaban".

Dominaba su lengua y no decía sino palabras absolutamente necesarias. A sus discípulos les recomendaba mucho que como penitencia guardaran el mayor silencio posible. Y les aconsejaba que en la oración no emplearan tantas palabras. Que le dijeran a Nuestro Señor: "Dios mío, concédeme las gracias que Tú sabes que necesito". Y que repitiera aquella oración del salmo: "Dios mío, ven en mi auxilio, Señor date prisa en socorrerme".

Admirable era el modo como moderaba su genio y su carácter, de manera que la gente quedaba muy edificada al verlo siempre alegre, de buen genio y que no se impacientara por más que lo ofendieran o lo humillaran.

A un joven que le pedía consejos de cómo librarse de la preocupación del qué dirán los demás, lo mandó a un cementerio a que les dijera un montón de frases duras a los muertos. Cuando volvió le preguntó Macario: Qué te respondieron los muertos? NO me respondieron nada, le dijo el joven. ¡Entonces ahora vas y les dices toda clase de elogios y alabanzas! El muchacho se fue e hizo lo que el santo le había mandado, y éste volvió a preguntarle: ¿Qué te respondieron los muertos? ¡Padre, nada me respondieron! "Pues mira", le dijo el hombre de Dios: "Tú tienes que ser como los muertos: ni entristecerte porque te critican y te insultan, ni enorgullecerte porque te alaban y te felicitan. Porque tú eres solamente lo que eres ante Dios, y nada más ni nada menos".

A uno que le preguntaba qué debía hacer para no dejarse derrotar por las tentaciones impuras le dijo: "Trabaje más, coma menos, y no les conceda a sus sentidos y a sus pasiones el gusto al placer inmediato. Quien no se mortifica en lo lícito, tampoco se mortificará en lo ilícito". El otro practicó estos consejos y conservó la castidad.

Macario le pidió a Dios que le dijera a qué grado de santidad había llegado ya, y Nuestro Señor le dijo que todavía no había llegado a ser como la de dos señoras casadas que vivían en la ciudad más cercana. El santo se fue a visitarlas y a preguntarles qué medios empleaban para santificarse, y ellas le dijeron que los métodos que empleaban eran los siguientes: dominar la lengua, no diciendo palabras inútiles o dañosas. Ser humildes, soportando con paciencia las humillaciones que recibían y la pobreza y los oficios sencillos que tenían que hacer. Ser siempre amables y muy pacientes, especialmente con sus maridos que eran muy malgeniudos, y con los hijos rebeldes y los vecinos ásperos y poco caritativos. Y como medio muy especial le dijeron que se esmeraban por vivir todo el día en comunicación con Dios, ofreciéndole al Señor todo lo que hacían, sufrían y decían, todo para mayor gloria de Dios y salvación de las almas.

Los herejes arrianos que negaban que Jesucristo es Dios, desterraron a Macario y sus monjes a una isla donde la gente no creía en Dios. Pero allí el santo se dedicó a predicar y a enseñar la religión, y pronto los paganos que habitaban en aquellas tierras se convirtieron y se hicieron cristianos.

Cuando los herejes arrianos fueron vencidos, Macario pudo volver a su monasterio del desierto. Y sintiendo que ya iba a morir, pues tenía 90 años, llamó a los monjes para despedirse de ellos. Al ver que todos lloraban, les dijo: "Mis buenos hermanos: lloremos, lloremos mucho, pero lloremos por nuestros pecados y por los pecados del mundo entero. Esas sí son lágrimas que aprovechan para la salvación".

Jesús dijo: "Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados (Mt. 5). Dichosos los que lloran y se afligen por sus propios pecados. Dichosos los que lloran por las ofensas que los pecadores le hacen a Dios. Lloremos arrepentidos en esta vida, para que no tengamos que ir a llorar a los tormentos eternos". Y murió luego muy santamente. Llevaba 60 años rezando, ayunando, haciendo penitencia, meditando y enseñando, en el desierto.

Oración
San Macario, santo penitente:
consíguenos de Dios la gracia de hacer penitencia por nuestros pecados en esta vida, para no tener que ir a pagarlos en los castigos de la eternidad.
Amén

Y he dado testimonio

Santo Evangelio según san Juan 1, 29-34. Domingo II del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, que no me olvide de la bondad de tu amor que he experimentado en este periodo navideño y te proclame a todos los pueblos.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 1, 29-34

Al día siguiente, vio Juan el Bautista a Jesús, que venía hacia él, y exclamó: "Éste es el Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo he dicho: 'El que viene después de mí, tiene precedencia sobre mí, porque ya existía antes que yo'. Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua, para que él sea dado a conocer a Israel".

Entonces Juan dio este testimonio: "Vi al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y posarse sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: 'Aquel sobre quien veas que baja y se posa el Espíritu Santo, ése es el que ha de bautizar con el Espíritu Santo'. Pues bien, yo lo vi y doy testimonio de que éste es el Hijo de Dios".

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Un día vi un niño que corría con su mamá para enseñarle el regalo que un amigo suyo le había dado de cumpleaños. Me pareció muy tierno cómo el niño se percataba que la envoltura no estaba tan bien hecha, por lo que sabía que su amigo lo había envuelto personalmente. Al abrirlo vio una carta de su mejor amigo; no la vi, podemos imaginarnos que tenía muy mala letra u u ortografía, pero el niño estaba feliz, pues su amigo le escribió cuán buenos amigos eran y lo mucho que lo apreciaba. Esto lo estuvo diciendo a muchos en la comida.

San Juan Bautista no se queda para sí uno de los mejores regalos, es el primer anunciador de la buena noticia, el que prepara el camino del Señor. Tras este periodo de Navidad, entramos en el tiempo ordinario, un tiempo en el que no vamos a ver al Espíritu Santo descender sobre alguien, pero sí hemos recibido una buena noticia que nos fue revelada en la cuna de Belén y que, como los pastores o los sabios de oriente, ha de ser anunciado a los demás. San Juan Bautista nos revela el fin del periodo de Navidad y nos invita a proclamar lo que hemos visto.

Digamos como san Juan Bautista: «Y yo lo he visto y he dado testimonio de que este es el hijo de Dios».

«El encuentro se había producido cerca del río Jordán, donde Juan Bautista bautizaba; y aquellos jóvenes galileos habían elegido al Bautista como guía espiritual. Un día vino Jesús y se hizo bautizar en el río. Al día siguiente pasó de nuevo y entonces el Bautizador —es decir, Juan el Bautista— dijo a sus dos discípulos: “He aquí el cordero de Dios”. Y para aquellos dos es la «iluminación». Dejan a su primer maestro y siguen la secuela de Jesús».

(Homilía de S.S. Francisco, 30 de agosto de 2017).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hacer un detalle que manifieste el amor de Dios para los demás, como invitar a un amigo a la confesión o a misa.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

El Cordero, toda una simbología

Juan 1, 29-34. Tiempo Ordinario. ¡Gracias porque de verdad creo que eres el Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo!

Juan 1, 29-34

En aquel tiempo, al ver Juan a Jesús venir hacia él exclamó: «He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es por quien yo dije: Detrás de mí viene un hombre, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo. Y yo no le conocía, pero he venido a bautizar en agua para que él sea manifestado a Israel». Y Juan dio testimonio diciendo: «He visto al Espíritu que bajaba como una paloma del cielo y se quedaba sobre él. Y yo no le conocía pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: "Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre Él, ése es el que bautiza con Espíritu Santo." Y yo le he visto y doy testimonio de que éste es el Elegido de Dios».

Reflexión

“Es tan manso como un cordero”, solemos decir con cierta frecuencia. Y, en efecto, el cordero es como el símbolo de la mansedumbre, de la bondad y de la paz. Es un animalito inocuo y totalmente indefenso; más aún, cuando es todavía pequeño, nos despierta sentimientos de viva simpatía por su candor e inocencia.

Pues Jesucristo nuestro Señor no rehusó adjudicarse a sí mismo el título de “Cordero de Dios”. Es verdad que fue Juan Bautista el que se lo aplicó, pero Jesús no lo rechaza. Es más, lo acepta de buen grado.

Fue el Papa san Sergio I quien introdujo el “Agnus Dei” en el rito de la Misa, justo antes de la Comunión. Y, desde entonces, todos los fieles cristianos recordamos diariamente aquellas palabras del Bautista: “He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”.

Desde los primerísimos siglos de la Iglesia, la imagen del cordero ha sido un símbolo tradicional en la iconografía y en la liturgia católica. Con frecuencia lo vemos grabado o pintado en los lugares y objetos de culto, bordado en los ornamentos sagrados o esculpido en el arte sacro. Pronto esta figura, junto con la del pez, fue un signo común entre los cristianos. Y, para comprenderlo mejor, tratemos de ver brevemente la rica simbología bíblica que está detrás.

El profeta Jeremías, perseguido por sus enemigos por predicar en el nombre de Dios, se compara a sí mismo como “a un cordero llevado al matadero” (Jer 11, 19). Poco más tarde, el profeta Isaías retoma esta misma imagen en el famoso cuarto canto del Siervo de Yahvé, que debe morir por los pecados del mundo y que no abre la boca para protestar, a pesar de todas las injurias e injusticias que se cometen contra él, manso e indefenso como un “cordero llevado al matadero” (Is 53, 7). En el libro de los Hechos de los Apóstoles se narra que el eunuco de Etiopía iba leyendo este texto en su carroza y que el apóstol Felipe le explicó quién era ese Siervo doliente de Yahvé descrito por el profeta: Jesús, nuestro Mesías, que nos redimió con los dolores y quebrantos de su pasión.

Pero, además, el tema del cordero se remonta hasta la época de Moisés y a la liberación de Israel de manos del faraón. El libro del Éxodo nos narra que, cuando Dios decidió liberar a su pueblo de la esclavitud de Egipto, ordenó que cada familia sacrificase un cordero sin defecto, macho, de un año, que lo comiesen por la noche y que con su sangre untaran las jambas de las puertas en donde se encontraban. Con este gesto fueron salvados todos los israelitas de la plaga exterminadora que asoló aquella noche al país de Egipto, matando a todos sus primogénitos (Ex 12, 1-14). Unos días más tarde, en el monte Sinaí, Dios consumía su alianza con Israel sellando su pacto con la sangre del cordero pascual (Ex 24, 1-11). Es entonces cuando Israel queda convertido en el pueblo de la alianza, de la propiedad de Dios, en pueblo sacerdotal, elegido y consagrado a Dios con un vínculo del todo singular (Ex 19, 5-6).

En el Nuevo Testamento, la tradición cristiana ha visto en el cordero, con toda razón, la imagen de Cristo mismo. San Pablo, escribiendo a los fieles de Corinto, les dice que les transmite una tradición que él, a su vez, ha recibido y procede de manos del Señor: “Que el Señor Jesús, en la noche que iban a entregarlo, tomó pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: ‘Esto es mi Cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía’. Y lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: ‘Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía’. Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor hasta que vuelva” (I Cor 11, 23-26).

Cristo, “nuestro Cordero pascual, ha sido inmolado”, decía Pablo a la comunidad de Corinto (I Cor 5, 7). Y Pedro, en su primera epístola, invitaba a los fieles a recordar que “habían sido rescatados de su vano vivir no con oro o plata, que son bienes corruptibles, sino con la sangre preciosa de Cristo, Cordero sin defecto ni mancha” (I Pe 1, 18-19).

Y también en el libro del Apocalipsis encontraremos esta imagen en diversos momentos. Aparece con tonos solemnes y dramáticos un cordero, como degollado, rodeado de los cuatro vivientes y de los veinticuatro ancianos, y es el único capaz de presentarse ante el trono de la Majestad de Dios y abrir los sellos del libro sagrado. Entonces todos los ancianos y miles y miles de la corte celestial se postran delante del cordero para tributarle honor, gloria y adoración por los siglos (Ap 5, 2-9.13).

Y al final del Apocalipsis –que es también la conclusión de toda la Biblia— se nos presentan, en todo su espendor y belleza, las bodas místicas del Cordero con su Iglesia, que aparece toda hermosa y ricamente ataviada, como una novia que se engalana para su esposo (Ap 19, 6-9; 21, 9).

A esta luz, el símbolo del cordero se nos ha llenado de sentido y de una riqueza teológica y espiritual fuera de serie. Ese cordero pascual es Jesucristo mismo. Es el verdadero cordero que quita el pecado del mundo, el Cordero pascual de nuestra redención, que se inmoló como sacrificio perfecto en su Sangre e instituyó como sacramento la noche del Jueves Santo. Así, su Iglesia puede celebrar todos los días, en la Santa Misa y en los demás sacramentos, el memorial de la pasión, muerte y gloriosa resurrección del Señor, para prolongar su presencia entre nosotros y su acción salvadora hasta el final de los tiempos.

Gracias a esto, hoy todos los católicos del mundo repetimos diariamente en el santo sacrificio eucarístico esas mismas palabras, por labios del sacerdote: “Éste es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. ¡Dichosos los invitados al banquete del Señor!”.

Ojalá que, a partir de hoy, cada vez que digamos estas palabras, lo hagamos con todo el fervor de nuestra fe, de nuestro amor y adoración, pidiendo a Dios por la salvación de toda la humanidad. ¡Éstos son los deseos de Jesucristo, el gran Cordero y Pastor de nuestras almas!

Novena a Santo Tomás de Aquino

Oraciones para cada día de la novena, la puedes hacer tantas veces desees, de manera especial los días previos a la festividad (19 al 27 de enero)

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Oración inicial para todos los días

A Vos, Dios mío, fuente de misericordia, me acerco yo, inmundo pecador, para que os dignéis lavar mis manchas. ¡Oh Sol de justicia, iluminad a este ciego! ¡Oh Médico eterno, sanad a este miserable! ¡Oh Rey de reyes, vestid a este desnudo! ¡Oh mediador entre Dios y los hombres, reconciliad a este reo! ¡Oh buen Pastor, acoged a esta oveja descarriada! Otorgad, Dios mío, perdón a este criminal, indulgencia a este impío y la unción de vuestra gracia a esta endurecida voluntad. ¡Oh clementísimo Señor!, llamad a vuestro seno a este fugitivo, atraed a este resistente, levantad al que está caído y una vez levantado sostenedle y guiad sus pasos. No olvidéis, Señor, a quien os ha olvidado, no abandonéis a quien os abandonó, no desechéis a quien os desechó y perdonad en el cielo a quien os ofendió en la tierra. Amén.

Oración a la Santísima Virgen (todos los días)

¡Oh bienaventurada y dulcísima Virgen María, océano de bondad, Hija del Rey soberano, Reina delos ángeles y Madre del Común Criador! Yo me arrojo confiado en el seno de vuestra misericordia y ternura, encomendándoos mi cuerpo, mi alma, mis pensamientos, mis deseos, mis afectos y mi vida entera, para que por vuestro auxilio camine yo siempre hacia el bien según la voluntad de vuestro amado Hijo, N.S. Jesucristo. Amén.

Leer la meditación y ejemplo correspondiente a cada día y finalizar con la Antífona y la Oración final.

Antífona para todos los días

¡Oh Santo Tomás, gloria y honor de la Orden de Predicadores! Transpórtanos a la contemplación de las cosas celestiales, tú que fuisteis maestro soberano de los sagrados misterios.

  1. Ruega por nosotros, Santo Tomás.
  2. Para que nos hagamos dignos de las promesas de Jesucristo.

Oración final para todos los días

Gracias, os doy, Señor Dios mío, y Padre de misericordias, porque os habéis dignado admitirme, a mí pobre pecador e indigno siervo vuestro, a la participación gratuita de vuestra gracia en el secreto de la oración. Yo os ruego que esta comunicación de mi alma con Vos no sea castigo de mis culpas, sino prenda segura del perdón de mis ofensas, armadura finísima de la fe y escudo invulnerable de mi corazón. Concededme la remisión de mis faltas, el exterminio de la concupiscencia y de la sensualidad, el aumento de la caridad, de la humildad, de la paciencia, de la obediencia y de todas las virtudes; defendedme de las asechanzas visibles e invisibles de los enemigos; dadme el sosiego inefable de mis apetitos y de todos mis afectos para que así pueda unirme mejor a Vos que sois mi felicidad y descanso. Suplico también. Dios mío, que después de mi muerte, os dignéis admitirme a la Pascua celestial y al convite divino donde Vos en unión del Hijo y del Espíritu Santo, sois luz verdadera, abundancia perfecta, gozo sempiterno, alegría consumada y felicidad sin medida. Amén.

Primer Día

Naturaleza de la Humanidad

Es la humildad una virtud que refrena el apetito y le contiene para que no tienda desmesuradamente a objetos elevados y excelsos. El humilde que, según San Isidoro, equivale inclinado hasta la tierra (humi acclivis), considerando sus imperfecciones y defectos, se juzga siempre ruin y pequeño, y a semejanza del Patriarca Abraham exclama en su oración: Hablaré al Señor mi Dios, no siendo más que polvo y ceniza. Y esta abyección del humilde, no debe sólo consistir en apariencias y exterioridades pues a esta falsa humildad llama San Agustín gran soberbia, sino que debe radicar en el sentimiento íntimo del alma ya que en el secreto del corazón consiste el mérito verdadero de las virtudes. Este abatimiento humilde y sincero del corazón, puede y debe hallarse en todos los hombres, por muy excelentes y perfectos que parezcan, puesto que comparada esa excelencia y perfección con las riquezas y maravillas de Dios, manifiesta la pequeñez de la criatura pudiendo todas ellas decir con Isaías: Todas las gentes delante del Señor son como si no existiesen. Ejemplos fecundísimos de humildad, los encontramos en los santos más esclarecidos y singularmente en María, que al verse saludada como Madre de Dios, se tenía por sierva y esclava del Señor, y en el mismo Jesucristo que siendo el Unigénito del Padre, decía a sus discípulos: Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón.

Necesario es, pues, que el verdadero cristiano, conociéndose a sí mismo, reprima sus afectos y su orgullo no buscando lo que no puede adquirir, y palpando sus defectos a imperfecciones modere sus apetitos y los contenga dentro de los límites de la más profunda humildad, para que así tanto más sea ensalzado por el Señor cuanto más se humillare y abatiere y como dice San Agustín, postrado y humillado ante su Dios, sea levantado y engrandecido por la gracia.

EJEMPLO

Santo Tomás de Aquino practicó siempre la humildad como la más hermosa y necesaria de las virtudes. Ya desde niño era el embeleso de todos por la modestia y humildad de su carácter; cuando fue estudiante sus condiscípulos, en vista del silencio humildísimo con que procuraba encubrir los talentos de que Dios le había colmado, le apellidaron el Buey mudo, y siendo más tarde Doctor de las Universidades de París y de Roma, jamás se notó en él signo alguno de altanería y de vanidad rehusando enérgicamente las dignidades más altas de la Iglesia sin llegar a ejercer ni siquiera el cargo de Prelado en un convento de su Orden. ¡Cuánto debe confundir este ejemplo del insigne Doctor dominicano a los que pagados de sí mismos, nunca llevan en paciencia la menor humillación o el más imperceptible viso de posposición y de desprecio! Juzgándose la crema y nata de todas las perfecciones, andan muchos insensatos muy cuelliergidos y altaneros dándose aires importantes y necesarios sin recordar que la grandeza verdadera siempre es modesta y el mérito legítimamente sólido es siempre humilde. Aprendamos del Ángel de las Escuelas a ser humildes, si como él deseamos llegar a la santidad perfecta.

(Ahora pídase la gracia especial que se quiera conseguir y luego rézense tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias en reverencia de la humildad, sabiduría y pureza angelical de Santo Tomás de Aquino.
Luego concluir con la Antífona y la Oración final).

Segundo Día

Conveniencia de la Humanidad

Todos tenemos motivos suficientes para humillarnos y reconocernos en los demás merecimientos y reconocer en los demás los merecimientos y excelencias, según aquello del Apóstol; juzguemos con humildad a otros como nuestros superiores. La razón de esto es clarísima, puesto que en el hombre hallamos dos clases de obras, unas que son gracias de Dios y otras que son herencia de la naturaleza humana. Por la parte que nos toca como hombres, todo es defectuoso y manco, más por lo que tenemos de Dios, somos grandes y excelentes, según lo dice el profeta Oseas: Tu perdición Israel nace de ti; de mí proviene tu grandeza y socorro. Y como la virtud de la humildad propiamente mira a Dios, a quien debe someterse la criatura, de ahí es que cada uno debe humillarse ante su prójimo considerando en los demás los dones que tiene de Dios y viendo en ellos un como traslado y reverbero de la perfección infinita como lo dice San Pedro: Estad sometidos a toda criatura racional por consideración al Señor. Con lo cual no quiere decirse que estamos obligados a reconocer siempre que los dones del cielo que veamos en nuestros semejantes sean más hermosos que las gracias en nosotros infunde el Señor, puesto que como afirma el Apóstol, para eso se nos dan las gracias, para que las conozcamos en nosotros, pudiendo preferirlas a las demás; ni tampoco se nos exige que como hombres nos reconozcamos más imperfectos que el prójimo, pues la naturaleza reparte sus gracias en distintas proporciones. Procuremos, sin embargo, mirar siempre en los demás algo de excelente y grande que no tengamos nosotros para así vivir continuamente protegidos por la humildad, disimulando, como aconseja San Agustín, nuestros bienes y viendo en el prójimo los motivos sobrados de superioridad y excelencia.

EJEMPLO

Estaba el angélico maestro tan persuadido de la necesidad de ser humilde, que puede decirse fue su máxima continua y el norte de todos sus actos. Con ser tan grande el Santo Doctor, jamás creyó en su grandeza y siempre se mostró pequeño e inferior a los demás. En sus conversaciones, nunca habló de sí ni de la excelencia de su alcurnia y de la sublimidad de sus talentos: nunca hizo alarde de sus méritos y en todas sus Obras no se descubre, ni por descuido, una sola palabra que redunde en su propia alabanza. Si el mundo le elogiaba, él procuraba ocultarse y vivir en soledad; si la Iglesia y las Universidades querían honrar al gigante de la santidad y la ciencia, Tomás siempre se reputó pigmeo, declinaba esos honores y no quería más recompensa que Jesucristo y éste Crucificado. De Tomás dice la historia, que diariamente pedía al Señor que le conservase en el estado simple de religioso sin que jamás llegase a ningún oficio ni á dignidad alguna. Dios oyó a su dignísimo siervo, y sin el aparato de los títulos y empleos, le elevó sobre uno de los pedestales más altos y gloriosos que se destacan en la historia. ¡Qué contraste ofrece esta humildad hermosísima del Ángel de las Escuelas con la altanería ridícula e insufrible de muchos, que su color de ilustración y cultura aspiran a los empleos y a los oficios donde aparece de relieve la ignorancia y escasez absoluta de suficiencia de los que se creen el número uno en el escalafón de regeneradores y progresistas! Comprendamos como Santo Tomás de Aquino el mérito de la humildad y sigamos constantemente la senda escondida de los verdaderos sabios.

(Ahora pídase la gracia especial que se quiera conseguir y luego rézense tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias en reverencia de la humildad, sabiduría y pureza angelical de Santo Tomás de Aquino.
Luego concluir con la Antífona y la Oración final).

Tercer Día

Excelencia Inefable de la Humanidad

Después de las virtudes teologales que nos ordenan directamente a Dios y de la justicia que establece el orden de la razón, sigue en dignidad y excelencia la virtud de la humildad con la que el alma se dispone para todas las demás virtudes. Por eso debe compararse la humildad al fundamento de un edificio, en cuanto que, removiendo todo lo que a Dios desagrada, hace al alma apta para recibir las divinas gracias pues sabido es que Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes. Con esta preparación humilde, vienen al alma todas las virtudes y se levanta en el secreto del corazón el edificio espiritual de la santidad siendo el alma ensalzada por Dios tanto más cuanto ella más se abatió por el mismo Dios y despreció por su amor las glorias mundanales. De ahí que el divino Maestro Jesucristo, nada nos encargó con más esmero y solicitud que la humildad, porque sabía muy bien que mientras el hombre esté ocupado en los encantos fugaces de la tierra y no olvide las glorias pasajeras del mundo, se hallará impedido para tender a su destino y a su perfección celestial. La humildad, pues, es la más excelente disposición para la gracia y de ella nos dejó ejemplos abundantísimos y enseñanzas saludables el bendito Redentor que vino a la tierra para enseñárnosla senda del cielo. El humilde ha de procurar que su mirada y sus palabras sean siempre modestas sin que los ojos vayan proclamando vanidad y la conversación indique altanería; ha de ser comedido en la risa sin dar muestras de una algazara excesiva y fatua; ha de amar el silencio no hablado sino cuando es preguntado; procure contentarse con las cosas ordinarias y téngase por el más ruin de todos; confiese sus faltas con sinceridad, abrázese con la penitencia y la mortificación no dando gusto a sus pasiones y, en fin, conserve el temor de Dios que es el principio de la sabiduría cumpliendo con escrupulosa solicitud sus mandamientos y preceptos.

EJEMPLO

Todas cuantas gracias recibió Santo Tomás, tuvieron su razón y arranque en la humildad de su alma. Sus ojos, puestos en la tierra, indicaban el éxtasis milagroso en que se embargaba su corazón; sus palabras fueron siempre modestísimas y oportunas prefiriendo el silencio a la vana palabrería, nunca quiso distinguirse entre sus hermanos y su vida discurrió hermosa cuanto más modesta en presencia del Señor; la quietud de su corazón era inefable sin que el menor ruido de las pasiones interrumpiese la paz soberana de su alma. Por esto, le enriqueció el Señor con todo el lujo de sus gracias, y cuanto más el angélico maestro se humillaba y escondía, tanto el cielo le buscaba con más amor para llenarle de su luz y tesoros. Y ¡qué hermoso aparece Santo Tomás de Aquino rodeado de esa aureola de humildad y de profundísima modestia, y que repugnantes y ridículos se nos ofrecen tantísimos necios como pululan por la sociedad moderna sin más recomendación ni fianza que su vanidad insoportable manifestada en todos sus pasos y meneos! Imitemos a Santo Tomás si queremos ser verdaderamente ángeles en la tierra, ya que sólo a los ángeles se les concede la entrada en el paraíso.

(Ahora pídase la gracia especial que se quiera conseguir y luego rézense tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias en reverencia de la humildad, sabiduría y pureza angelical de Santo Tomás de Aquino.

Luego concluir con la Antífona y la Oración final).

Cuarto Día

El Don de la Sabiduría

Es la sabiduría uno de los dones del Espíritu Santo con el que la inteligencia bañada de celestiales luces, acierta a contemplar las cosas altísimas de las cuestiones y una vez vistos esos motivos supremos, desciende a juzgar y discurrir sobre los demás objetos subordinados a la razón potísima y soberana de la que son como destellos y efluvios. Esas causas elevadísimas que son el fin de la sabiduría, pueden considerarse en absoluto y en determinados órdenes de géneros. El que llegue a conocer la razón suprema que es la piedra clave de un orden de cosas, conseguirá indudablemente la ciencia de todos los demás objetos subordinados a ese principio luminoso ordenando todas las cosas inferiores con relación a su causa general, como en la arquitectura o en la medicina, por lo cual decía San Pablo: A semejanza de un sabio arquitecto, he puesto el fundamento. Y aquel que llega a conocer la casa altísima absoluta y universal que es Dios, será sabio por entero y de verdad, puesto que se dirige y gobierna en todas sus acciones con dependencia y subordinación a las reglas divinas que son el modelo de toda la ciencia y de todo orden. Este hermosísimo conocimiento, lo adquiere el hombre por una influencia misterios del Espíritu Santo, según la sentencia del Apóstol: Él es Espíritu Santo es el que juzga y enseña toda verdad; y así se ve que la sabiduría es uno de los dones con el que el Espíritu de amor enriquece a sus escogidos. Ninguna preparación mejor que la humildad para recibir esa luz y esa ciencia inefable del cielo. Claro es que este don soberano de la sabiduría, aunque fundamentalmente radica en la caridad que es el alma de todas las virtudes, esencialmente tiene su desarrollo en el entendimiento, ya que siendo propio de la sabiduría el orden y el juicio de las cosas con relación a las causas, a ninguna otra facultad más que al entendimiento pertenece el ejercitar ese don de la sabiduría y a que es la inteligencia la que ordena y juzga de los objetos en armonía con sus fines y causas.

EJEMPLO

Fue Santo Tomás el nuevo Salomón de la Iglesia por la portentosa sabiduría con que el cielo le enriqueció. Y así como del antiguo Salomón dice la sagrada Escritura que lo supo todo, desde el cedro de los montes hasta el musgo y el hisopo de las paredes, así puede afirmarse de Tomás de Aquino que nada se escapó a su soberana inteligencia, desde la teología hasta las ciencias físicas y desde la Sagrada Escritura hasta la política y la lingüística. ”Nadie puede subir más alto que el Ángel de las Escuelas”, ha dicho León XIII y su mirada de águila fijando su pupila en el Sol infinito, descubrió inescrutables secretos y abarcó desde las alturas de su ciencia el panorama del universo juntándose en la inteligencia sin segundo de Tomás el cielo con la tierra, lo infinito con lo ilimitado, Dios con las criaturas. Todo este cúmulo prodigioso de conocimientos lo adquirió el angélico Maestro, no ya sólo con el estudio incesante de los libros, sino con la oración jamás interrumpida donde el Señor le descubría los arcanos más admirables y el Espíritu Santo le comunicaba a torrentes las luces más inefables con que se iluminan y esclarecen todas las páginas de las inmortales Obras de Tomás.

Por eso el Santo Doctor fue verdaderamente sabio, porque fue humilde y acudió a Dios en demanda de su gracia y de sus santos auxilios; y por eso hay tantos en nuestros días que con capa o apariencias de eruditos, no son más que unos perfectos ignorantes, porque arañando y desflorando cien cuestiones, jamás logran apoderarse del principio soberano de la ciencia que no consiste en una manigua de detalles y cabos sueltos; y porque llenos de vanidad y de orgullo, no acuden al cielo de donde sólo puede venir la luz que ha de disipar las nieblas y sombras de nuestro entendimiento.

(Ahora pídase la gracia especial que se quiera conseguir y luego rézense tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias en reverencia de la humildad, sabiduría y pureza angelical de Santo Tomás de Aquino.
Luego concluir con la Antífona y la Oración final).

Quinto Día

Objetivo Vastísimo de la Sabiduría

No es la sabiduría una mera virtud técnica que cifra todos sus encantos en la contemplación delas maravillas de Dios y en la simple especulación de los altísimos principios de las cosas, sino que, como dice el Apóstol, extiende su influencia a los actos de la vida regularizando los movimientos y disponiendo los fines de las causas secundarias. Por eso, al distinguir el P. San Agustín en la humana inteligencia dos facultades, una que llama razón superior y otra que llama razón inferior, añade que la primera al contemplar a Dios y sus grandezas, hace aplicación a los actos humanos acomodándolos a las leyes divinas que son base de todas las armonías. Y por lo mismo que el don de la sabiduría es tan excelente y soberano, tiene virtud y eficacia para ejercer su acción en inmensa esfera uniendo al alma con Dios a quien mira como Causa universalísima y perfecta, y moderando a la par todas las operaciones con que esa misma alma hade demostrar su actividad en la vida: y así viene a verificarse que Dios como principio soberano y necesario, es regla y medida de los actos humanos que son contingentes y mudables, resultando de esta celestial influencia, no una mengua de la libertad y una torpeza en las acciones humanas, sino más bien el esplendor augusto de esa libertad y una dulcedumbre inefable junto con un descanso y una placidez soberana con el que el alma todo lo hace en brazos de la santa Providencia. Esta paz y bienaventuranza que produce la sabiduría, no pueden conchabarse ni tener cabida en un alma pecadora y entregada a los vicios, pues que ya dice el mismo Dios, que en el alma prevaricadora no puede entrar la sabiduría, ni hará su habitación en un cuerpo que está sometido al pecado. La razón de esto es obvia y facilísima, puesto que el recto juicio que la sabiduría nos inspira, bien sobre las cosas y verdades de Dios, bien sobre los demás objetos regulados por la contemplación divina, no puede hacerse sino mediante cierta unión del alma con Dios lo cual sólo se consigue con la caridad que no se halla en un corazón dominado por culpa grave. Por eso la sabiduría legítima y verdadera es la herencia de los buenos y sólo en sus almas puede sentirse su bendita influencia cumpliéndose así aquello de Salomón, que el temor de Dios y la guarda de sus leyes, son el principio de toda sabiduría.

EJEMPLO

Desde que Santo Tomás siendo niño de cinco años disputaba con los monjes de Monte Casino preguntándoles sobre la existencia y los atributos de Dios, hasta que condecorado por las Universidades más celebres del mundo, explicaba como maestro soberano las cuestiones más abstrusas de la razón y de la fe, la sabiduría en su más hermoso sentido fue la compañera inseparable de su vida y el norte luminoso de todas sus operaciones. A semejanza del Divino Maestro, crecía el Santo Doctor en sabiduría y en edad en presencia de Dios y de los hombres y no hubo ocasión o circunstancia en que ese espíritu de entendimiento y ese don de sabiduría no apareciesen con purísimos destellos de amor y de caridad. Cada artículo de la milagrosa Suma, cada punto de sus variadísimas cuestiones, cada pensamiento de sus fecundas enseñanzas, cada argumento de sus poderosas razones, son otros tantos reverberos de celestial sabiduría, indicios peregrinos de la virtud hercúlea de la mente angelical de Tomás. El mismo insigne Doctor afirmaba que cuanto sabía, era regalo del cielo y que más aprendió a los pies del Crucifijo que revolviendo las obras de los sabios. Y como el cielo veía tan maravillosamente dispuesta el alma de Santo Tomás para recibir la lluvia abundantísima de la ciencia, caía esta sobre las facultades angélicas trocada en roció de plata y de perlas con que se enriquecían como por encanto divino todas las potencias de Santo Tomás. ¡Oh si todos los verdaderos amantes de la sabiduría, los filósofos legítimos imitasen al Rey de la ciencia cristiana en disponer su alma para la contemplación serena de la luz y para el sentimiento inspirado en caridad!... Menos aparatosa sería entonces la ciencia y más sólidos sus principios; habría más sabios y menos charlatanes y abundaría algo más el sentido común y la honradez ganando el campo a la desvergüenza y a la más absurda arbitrariedad que vemos en los reglamentos con que se pretende regenerar la ciencia y levantar á hermoso pedestal la tan cacareada y mal entendida sabiduría.

(Ahora pídase la gracia especial que se quiera conseguir y luego rézense tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias en reverencia de la humildad, sabiduría y pureza angelical de Santo Tomás de Aquino.
Luego concluir con la Antífona y la Oración final).

Sexto Día

Excelencia de la Sabiduría

Siendo este don del Espíritu Santo una virtud tan hermosa y excelente, no puede hallarse, como se ha dicho en el día anterior, con la mancha y el defecto de la culpa: mas donde la gracia tiene su asiento, allí vive la sabiduría, ya que Dios no ama sino a los que se hallan adornados con la sabiduría, y el amor de Dios supone al alma en gracia y causa, mejor dicho, esa misma gracia y amistad divina. Se ha dicho, además, que la sabiduría implica un recto juicio acerca de los misterios divinos y delas demás verdades sometidas a la primera Causa; y claro es que para este conocimiento y esta aplicación de las cosas a Dios, es necesaria la gracia según lo afirma San Juan diciendo: La Unción, o sea la gracia, os enseñará todas las cosas. A veces la sabiduría se extiende, no ya sólo al orden particular del individuo y de sus operaciones a Dios, sino que llega en su influencia a conquistar las almas del prójimo para el cielo y en este sentido, también la sabiduría supone la gracia y es un don singularísimo de Dios. De esta sabiduría hermosísima residiendo en el corazón, síguese en el alma una paz abundosa que, como dice San Agustín, modera toda rebelión de los apetitos y somete las pasiones al imperio de la inteligencia. Y precisamente en ese orden de todos los actos del individuo, consiste la sabiduría y de ese orden se sigue la paz que no es más que la tranquilidad del orden, como dice el mismo San Agustín. El premio de esa paz, es el título de hijos de Dios con que se honra a los verdaderamente pacíficos, y como esta participación de hijos de Dios la reciben los justos del Verbo que es la Sabiduría del Padre, despréndese que mediante el don de la sabiduría llega el hombre a merecer el glorioso dictado de hijo de Dios ¡Tan grande y excelente es su mérito! Junto con la sabiduría ya ayudándola a sublimar al alma, está el temor de Dios que, removiéndolos obstáculos en el cumplimiento de la ley, es el principio de la sabiduría, la paz que con la posesión de Dios como causa altísima de toda verdad, es el fin y el descanso de la sabiduría, la modestia que apartando al alma de la corrupción, la hace amable en la sociedad, el consejo para que el verdadero sabio, no fiándose de sus propias luces, acuda a los demás siguiendo sus indicaciones prudentes, la misericordia para que viendo los defectos del prójimo, los socorra con dulzura, y, por fin, la caridad, para que al juzgar de las acciones de los otros, no se deje guiar por el odio y la maledicencia. De este modo en el recto juicio de la sabiduría influyen en las demás virtudes contribuyendo a dar mayor realce y brillo a ese don milagroso admirable.

EJEMPLO

Pocas veces habrá brillado la sabiduría tan pura y radiosa como en la frente de Santo Tomás. Y no paraba solamente en luz que enamoraba con sus rayos a cuantos le veían, sino que trocada en fuego de caridad atraía para Dios a los que de cerca se ilustraban con los esplendores de aquel Sol. Nadie habló a Santo Tomás que no quedase dulcemente ligado con cadenas de amor divino, nadie le vio que no bendijese al cielo, nadie le oyó en sus luminosas explicaciones de Maestro que no creyese ver al dedo de Dios encendiendo en su inteligencia la hermosa llama del genio. Con la sabiduría salomónica del Santo Doctor, concurrieron en maravillosa exposición todas las demás virtudes haciéndole escrupuloso observante de la ley de Dios y de los consejos evangélicos expresados en las Constituciones de su Orden, modesto y recatado levantándose su alma sobre todas las cosas terrenas y abismándose repetidas veces en éxtasis de caridad inefable, amigo del consejo y del parecer ajeno sin fiarse nunca de sus portentosos talentos sino sujetándose de continuo al parecer de los demás sobre todo de los superiores convencido de que como vulgarmente se dice más ven cuatro ojos que dos, misericordioso y compasivo con las desgracias del prójimo ejercitándose en estas obras de compasión desde la aurora de su inocente vida, y lleno de caridad para con Dios a quien amaba como al centro único de su alma y cuya gloria buscaba en todos sus trabajos y en las hazañosas obras con que asombró a la historia. Si nosotros fuésemos sabios al estilo de Santo Tomás, también descendería sobre nuestras almas el espíritu de Dios y de su sabiduría, sino en tanta copia y abundancia como en el Ángel de las Escuelas, sí lo bastante para que nuestro progreso se encaminase hacia el cielo y para que nuestras obras tuviesen algo más de patrióticas y de cultas que lo que hoy ofrecen a diario no pareciendo a veces sino que la sangre de alguna tribu salvaje corre por nuestras venas a inspira a nuestros sentimientos.

(Ahora pídase la gracia especial que se quiera conseguir y luego rézense tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias en reverencia de la humildad, sabiduría y pureza angelical de Santo Tomás de Aquino.
Luego concluir con la Antífona y la Oración final).

Séptimo Día

Naturaleza de la Virginidad

No hay entre las virtudes cristianas, una más hermosa y resplandeciente que la santa virginidad mediante la cual, como enseña San Agustín, se consagra y se ofrece al Señor por una continencia laudable la integridad de la carne. Así como una planta se dice que está verde y lozana, cuando la abundancia del calor no agosta ni marchita su savia, así se llama virgen a una persona dedicada de todo en todo a su Dios, se ve libre del calor de las pasiones y del fuego de la concupiscencia; por lo cual dice San Ambrosio que en la razón de la virginidad va envuelto el concepto de limpieza absoluta y el hallarse el alma libre de la corrupción de los sentidos, siendo de esencia de esta celestial virtud el que vaya acompañada de un propósito firme y perpetuo de abstenerse de la inmundicia de la sensualidad. Este propósito del alma inocente y pura, tiene por objetivo el poder dedicarse con más holgura a la meditación de Dios y de sus excelencias que no pueden ser comprendidas por un corazón engolfado en los deleites carnales o cuando menos no desprendido por completo de la carne y de sus apetitos. Por eso la virginidad es, como dice San Ambrosio, una virtud principal y más excelente que la misma castidad y que el pudor, ya que éstas miran a reprimir los actos ilícitos de la concupiscencia, y la virginidad remontándose con alas de nieve y de oro a más diáfanas y hermosas regiones, evita todo movimiento de la sensualidad y uniendo al alma con los ángeles, la desprende del lodo y dela corrupción de la tierra descubriendo horizontes llenos de luz, paraísos de purísimos deleites y de inefables sonrisas donde el Esposo gusta de morar entre lirios y azucenas. Así eleva al alma la virginidad y la reviste de fortaleza divina para resistir a los embates de las pasiones haciéndola hija predilecta del cielo y compañera de los ángeles.

EJEMPLO

Santo Tomás fue virgen purísimo toda su vida. Desde la lucha titánica sostenida en Roca-Seca donde conquistó como valiente soldado la hermosa palma de la victoria y el bendito cordón con que los ángeles ciñeron sus lomos castísimos, toda la vida del ínclito Doctor dominicano fue un continuo idilio de inocencia que a los mismos serafines encantó.

(Ahora pídase la gracia especial que se quiera conseguir y luego rézense tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias en reverencia de la humildad, sabiduría y pureza angelical de Santo Tomás de Aquino.
Luego concluir con la Antífona y la Oración final).

Octavo Día

Licitud de la Virginidad

Bastaría saber que es virtud y acto meritorio por ende, para comprenderse no sólo la licitud sino por lo menos la conveniencia de la virginidad.

Pero además, es de saber que en los actos humanos, puede hallarse algo de ilícito y vicioso cuando las potencias se oponen o no siguen el dictamen de la razón que es la reguladora de todas las operaciones ordenándolas a un fin preconcebido como bueno. Este fin bueno tiene tres aspectos, según se considera en los bienes exteriores, en los bienes del cuerpo, y en los bienes del alma prefiriéndose entre estos últimos los de la vida contemplativa a los de la vida activa, como lo dijo el Salvador: María ha escogido la mejor parte. De todos estos bienes, los de las cosas externas deben subordinarse a los del cuerpo, éstos a los del alma y los de la vida activa a la contemplativa guardándose este escalafón de lo más imperfecto a lo más elevado y perfecto. De donde se infiere que pueden lícitamente rehusarse las riquezas por el bienestar del cuerpo, y pueden también rechazarse las delectaciones corporales, aún las lícitas por la felicidad del alma y para que ésta con más desahogo se entregue a la contemplación dando de manos a los negocios de la vida o, al menos, subordinándolos al negocio principal y único necesario. Por lo cual dice el Apóstol, que la virgen piensa solo en Dios, procurando ser santa y pura en cuerpo y alma, pero la esposa piensa en el mundo procurando contentar al hombre. Ni se traiga como réplica el argumento repetido tantísimas veces de que la sociedad necesita conservarse y propagarse y para ello está el mandato expreso de Dios que ordenó a los primeros padres su crecimiento y multiplicación; porque si bien es cierto que la sociedad debe mirar a su propagación, y que Dios ordena lo mismo, no lo es menos que esa necesidad social y ese precepto deben ser atendidos por la muchedumbre y a ella se refiere, no siendo necesario el que cada individuo en especial cumpla esa ley y satisfaga ese precepto; antes al contrario, al bien de la sociedad y a la hermosura de la especie humana conviene en gran manera el que haya individuos entregados de lleno a la meditación de las cosas de Dios para que imploren más de cerca las gracias del cielo y aparezca más bella la armonía de la unidad dentro de la variedad del cuadro universal, como en un ejército hay quienes luchan con las armas cuerpo a cuerpo con el enemigo y quienes dirigen y ordenan, y quienes llevan los entorchados y la bandera de la patria resultando más compacta la unidad de la fuerza en la variedad de los oficios.

EJEMPLO

Vivió Santo Tomás tan apartado de la carne y de sus instintos, que más que un hombre parecía un ángel ocupado sólo en Dios y en el acrecentamiento de su honra. Ni la prosapia de su linaje bastó para encandilarle el corazón, ni la delicadeza de su inocente cuerpo, fue parte para que mitigase el rigor con que siempre trató de mortificar y tener a raya sus pasiones y los apetitos todos de su carne. Con esta guarda de los sentidos y esa mortificación saludable de la parte inferior, el alma se vio siempre a cubierto de los asaltos de sus enemigos, estrellándose todo el empuje de éstos contra la roca inconmovible de su constancia y de la refrenación continuada de todas las facultades y pasiones. Todo estuvo en el Angélico sujeto por maravilloso arte al imperio de la razón y apartado de la sensualidad y concupiscencia, y sin sentir apenas el canto de sirena de sus ilusiones y el halago de sus instintos, su mente purísima y su corazón saturados de candor, vivieron sólo para Dios y para la ciencia que iluminaron de lleno sus potencias levantándolas a un grado inconcebible de esplendor y de heroísmo. ¡Ojalá que en los jóvenes estudiantes hallasen entrada franca, como en Santo Tomás, la virtud y la ciencia verdadera, sin que ocupasen la inteligencia y el corazón otras diversiones y pasatiempos fútiles cuando no pernicioso e inmorales que no cabe nombrar aquí!... Esta sería la única mejor manera de regenerar la juventud y los estudios, y todo lo demás por mucho alarde de planes y reglamentos será tiempo perdido y quizá perjudicial y retrógrado sobre todo si de lo que se trata no es de educar al joven y levantar a la ciencia, sino de fomentar ridículos desahogos y atacar determinadas personalidades o instituciones.

(Ahora pídase la gracia especial que se quiera conseguir y luego rézense tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias en reverencia de la humildad, sabiduría y pureza angelical de Santo Tomás de Aquino.
Luego concluir con la Antífona y la Oración final).

Noveno Día

Excelencias de la Virginidad

Indudablemente es la virginidad más hermosa y excelente que el estado matrimonial y una de las virtudes más gratas a los divinos ojos. El decir lo contrario, el afirmar que el matrimonio es en sí más perfecto que el estado célibe, fue el error de Joviniano tantas veces repetido y cacareado en tonos a veces satíricos y además de satíricos profanos e inmorales. De la excelencia de la virginidad, nos testifican, primero el divino Redentor que en su vida sobre la tierra para darnos ejemplo de virtud y perfección, quiso ser perfectamente virgen, y quiso que su Madre bendita fuese virgen purísima y sin defecto y quiso además que sus Apóstoles predicasen con encomiásticas palabras las excelencias de la virginidad; en segundo lugar, la razón nos dice que los bienes del alma y las dulzuras de la contemplación deben preferirse a los bienes del cuerpo y a sus deleites sensuales, encargándose la virginidad de levantar al alma del polvo dela corrupción y de las necesidades de la vida activa inherentes al estado matrimonial. Y aunque es verdad que se dan casos de personas perfectísimas en el matrimonio y de almas ruines y pequeñas en el estado celibatario, no depende esto de la santidad más eminente del primer estado, sino de la disposición de los individuos que en ocasiones sirven mejor a Dios entre los quehaceres y las distracciones del matrimonio, que otras almas acaso vírgenes por fuerza o por rutina o por miras acomodaticias. En sí mismos comparados el matrimonio y el estado virginal, ese videntemente más hermoso y perfecto el segundo en el cual, como dice San Ambrosio, el alma se ofrece y se consagra de lleno a Dios y se emplea con pureza de conciencia en la consideración del cielo olvidando a la tierra o posponiéndola casado menos a la patria bendita de promisión.

EJEMPLO

Estuvo el Doctor angélico tan prendado del estado religioso y tan enamorado de la virginidad que en él se observa, que no bastaron los fieros ataques promovidos por el mundo, demonio y carne para hacerle desistir de su empresa. Religioso y religioso vestido de blanquísimo hábito símbolo de inocencia y candor fue Santo Tomás de Aquino; y con haberse abrazado con la vida pobre, mortificada y oculta en Jesús, el aroma de su pureza sin mancha y el brillo de su ciencia celestial descubrieron sus tesoros y dieron nombre y fama sin segundo al Ángel de las Escuelas. Si el Santo Doctor hubiese cedido a los ruegos de su familia y hubiese caído imprudente en el lazo que el demonio y la carne hechos últimos de potencia, le tendieron con maña y astucia infernal, quizá el nombre del Salomón cristiano hubiera quedado oscurecido en las sombras de la vulgaridad o sería uno de tantos Condes o guerreros de la Edad Media donde la nobleza y la valentía fueron proverbiales y por lo mismo fueron relativamente pocos los que eternizaron su memoria en las generaciones. Pero Santo Tomás no se dejó seducir por los halagos ni por las amenazas, siguió la voz de Dios a pesar de los obstáculos más difíciles de vencer, fue virgen y religioso, y Dios en premio de la inocencia y del heroismo de Tomás, se encargó de glorificar su memoria y el nombre de gigantesco fraile dominico no tiene apenas rival en los anales del mundo y en los archivos de las bibliotecas. Así honra el cielo a sus Santos, y así honraría a multitud de jóvenes si en vez de seguir incautos y atolondrados o aviesos y con perfidia, la voz de las pasiones y los instintos de la concupiscencia, obedeciesen a Dios y siguiesen sus preceptos, no ya abandonando el mundo é ingresando en un monasterio, que no es de todos esta gracia ni a todos se concede la fuerza de voluntad necesaria, pero sí a lo menos, guardando con solicitud filial la ley santa del Señor y atendiendo a la prudencia de la razón más bien que a la arbitrariedad de los sentidos.

(Ahora pídase la gracia especial que se quiera conseguir y luego rézense tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias en reverencia de la humildad, sabiduría y pureza angelical de Santo Tomás de Aquino.
Luego concluir con la Antífona y la Oración final).

¿En qué se parece San Antonio de Padua con San Antonio Abad?

Además de ser ambos testimonios de santidad y de llevar el mismo nombre hay varias curiosidades que los unen

Los dos son santos y los dos se llaman Antonio, a uno de dicen Abad, al otro de Padua. Además de ser ambos testimonios de santidad y de llevar el mismo nombre hay varias curiosidades que los unen.

La revista "El Pan de los pobres", medio de comunicación de los devotos de San Antonio de Padua, con ocasión de la fiesta litúrgica de San Antonio Abad, que se celebró el miércoles 17 de enero, detalló algunas curiosidades que unen a ambos santos, las cuales compartimos a continuación:

San Antonio de Padua, cuyo nombre de cuna era Fernando, toma su nombre por el santo Abad

El nombre de cuna de San Antonio de Padua era Fernando Bulloes y Taveira, pero cuando ingresó a la Orden de los Frailes Menores lo cambió por el de Antonio, inspirado por el santo Abad.

La vida del santo paduano, quien antes de hacerse franciscano era agustino, cambió de modo radical cuando conoció el testimonio del martirio de los sacerdotes franciscanos Bernardo, Pedro y Otrón, y los hermanos legos Acursio y Ayuto, también franciscanos, quienes fueron asesinados a principios de 1220 en Marruecos.

Cuando sus reliquias eran conducidas a Coimbra, por entonces capital de Portugal, esto impactó al joven Fernando hasta el punto de cambiar de orden, ingresando con los franciscanos, donde tomó el nombre de Antonio en honor a San Antonio Abad, a quien estaba dedicada la ermita franciscana donde vivía.

Ambos lucharon fuertemente contra el demonio

Otro factor que une a ambos Antonios fue su fuerte lucha contra el demonio. Algunas tallas de San Antonio Abad se suele representar con un cerdo pequeño, para personificar la victoria de la fe cristiana sobre satán. Cuentan que fue de esta forma, como un cerdo, que el demonio se le apareció al santo ermitaño, con quien tuvo que luchar en diferentes ocasiones durante su vida eremítica.

Varios biógrafos, según detalla "El Pan de los pobres", señalan que San Antonio de Padua siendo un niño de 12 años, y cuando se encontraba abstraído en la oración ante el Santísimo Sacramento en la Catedral de Lisboa, se le apareció el demonio para arrebatarlo de su encuentro místico con Dios. Cuentan que en ese momento Antonio hizo la señal de la cruz sobre el piso y, por inspiración divina, pronunció: "He aquí la Cruz del Señor, huid enemigos adversos. Ha vencido el León del linaje de David. Aleluya, Aleluya". De inmediato el maligno lo soltó y desapareció del lugar.

El Santuario de Urkiola en Vizcaya, España

Hay un santuario en España que une a los dos santos. Se traga del Santuario de Urkiola de Vizcaya. Durante siglos peregrinos han llegado a este lugar para venerar a Antonio Abad y Antonio de Padua. El templo es uno de los más visitados en la provincia y también uno de los más antiguos. Se cree que la primera ermita allí edificada, que data del siglo IX o X, estaba dedicada a San Antonio Abad.

Tiempo después, a mediados del siglo XVII, se edificó un nuevo templo, para convertirse en el Santuario de los Santos Antonio Abad y Antonio de Padua. De acuerdo con la tradición, San Antonio de Padua fue peregrino de la antigua ermita, llegó a la zona de Urkiola, durmió en el hospital de los peregrinos y celebró Misa en la pretérita ermita.

Por Cristo, con Él y en Él! ¿quién debe decir esas palabras en Misa?

La manera de celebrar la misa no sale de lo que a cada quien se le ocurra.

Hay unos criterios básicos que son necesarios cumplirlos a cabalidad.

Tal vez has participado de alguna Santa Misa en la que has presenciado que la comunidad, espontáneamente, y cuando se termina la Plegaria eucarística, se une en oración al Sacerdote celebrante y pronuncian las palabras "Por Cristo, con Él y en Él, a Ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén"

En otros casos, ha sido el Sacerdote mismo quien anima a la comunidad a DECIR JUNTOS esa Doxología; pero realmente, ¿quién debe decir estas palabras? ¿Únicamente el Sacerdote? ¿La comunidad y el sacerdote?

Para responder a esta pregunta, nos dirigimos a una respuesta dada por Fray Nelson Medina, Sacerdote predicador de la Orden de los Dominicos, en la que explica el uso correcto de esta Doxología durante la celebración de la Santa Misa

Forma correcta de celebrar Misa

La manera de celebrar la misa no sale de lo que a cada sacerdote se le ocurra. Hay unos criterios básicos que son necesarios porque ni el sacerdote ni ninguna comunidad particular pueden considerarse "dueños" de la Misa.

La "manera de celebrar" la indican los misales que se usan en las parroquias e iglesias a través de un documento que se llama la "Instrucción general del Misal Romano," usualmente abreviado IGMR, que todos puede consultar haciendo Clic aquí

El numero 151 de la IGMR dice textualmente:

"Después de la consagración, habiendo dicho el sacerdote: Este es el Sacramento de nuestra fe, el pueblo dice la aclamación, empleando una de las fórmulas determinadas. Al final de la Plegaria Eucarística, el sacerdote, toma la patena con la Hostia y el cáliz, los eleva simultáneamente y pronuncia la doxología él solo: Por Cristo, con Él y en Él. Al fin el pueblo aclama: Amén. En seguida, el sacerdote coloca la patena y el cáliz sobre el corporal"

No hay entonces margen de duda: esas palabras ha de decirlas solamente el Sacerdote.

Alguien puede estar en desacuerdo y aducir algunas razones sobre por qué las cosas deberían ser de otro modo. Pero podemos imaginar lo que sucede si cada uno pretende imponer lo que considera que debería hacerse.

Y no hay que imaginar mucho: ya esos caprichos los vimos en los años inmediatamente posteriores al Concilio Vaticano II, incluyendo el caso de sacerdotes que creían que la misa "debería" celebrarse con tortillas de maíz.

Como no hay necesidad de volver a esos tiempos y a esas discusiones, lo mejor es que todos comprendamos que la liturgia es un bien público de nuestra fe y que merece amor, cuidado y respeto.

El Papa: Jesús ha expiado los pecados del mundo para que seamos libres

AP/Associated Press/East News

Vatican Media | Ene 19, 2020

En su alocución previa al rezo mariano del Ángelus, el Papa recordó que este segundo domingo del tiempo ordinario está en continuidad con la Epifanía y la fiesta del Bautismo de Jesús, que celebramos el domingo pasado. Y recuerda que Jesús ha expiado el pecado del mundo para que seamos libres.

El Papa en su alocución previa al rezo mariano del Ángelus, nos pide que contemplemos a Cristo “con los ojos y más aún con el corazón; y dejémonos instruir por el Espíritu Santo, que dentro nos dice: ¡Es Él! Es el Hijo de Dios hecho cordero, inmolado por amor. Sólo Él ha traído, sufrido, expiado el pecado del mundo, y también mis pecados. Ha tomados todos nuestros pecados y los alejó de nosotros, para que finalmente fuéramos libres, no más esclavos del mal”.

El testimonio de Juan el Bautista

En el Evangelio de este segundo domingo del tiempo ordinario, se sigue hablando de “la manifestación de Jesús”.  Después de haber sido bautizado en el río Jordán, “fue consagrado por el Espíritu Santo que reposó sobre él y fue proclamado Hijo de Dios por la voz del Padre celestial”.

El Papa Francisco nos recuerda además que el evangelista Juan, a diferencia de los otros tres, no describe el evento, sino, “que nos propone el testimonio de Juan el Bautista. Primer testigo de Cristo”. Juan el Bautista afirmó el Papa, no puede frenar el urgente deseo de dar testimonio de Jesús.

Juan vio algo impactante, es decir, el Hijo amado de Dios en solidaridad con los pecadores; y el Espíritu Santo le hizo comprender la novedad inaudita, un verdadero cambio de rumbo. El Santo Padre dijo al respecto, que mientras que en todas las religiones es el hombre quien ofrece y sacrifica algo a Dios, en el caso de Jesús “es Dios quien ofrece a su Hijo para la salvación de la humanidad”.

“Juan manifiesta su asombro y su consentimiento a esta novedad impactante que trae Jesús, a través de una expresión significativa que repetimos cada vez en la Misa: “¡He aquí el Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo!”.

Empezar una y otra vez el camino de fe

El Pontífice nos dice que, el testimonio de Juan el Bautista, nos invita a empezar una y otra vez en nuestro camino de fe: empezar de nuevo desde Jesucristo, el Cordero lleno de misericordia que el Padre ha dado por nosotros. Y que nos sorprendamos cada día por la elección de “Dios de estar de nuestro lado, de solidarizarse con nosotros los pecadores, y de salvar al mundo del mal asumiéndose totalmente la responsabilidad”.

Francisco nos pide que aprendamos del Bautista a no dar por sentado “que ya conocemos a Jesús, que ya lo conocemos todo de Él. No es así. Detengámonos en el Evangelio, quizás incluso contemplando un icono de Cristo, un “Santo Rostro”, una de las muchas representaciones maravillosas de las que es rica la historia del arte en Oriente y Occidente”.

Contemplemos a Cristo con el corazón

Contemplemos a Cristo “con los ojos y más aún con el corazón; y dejémonos instruir por el Espíritu Santo, que dentro nos dice: ¡Es Él! Es el Hijo de Dios hecho cordero, inmolado por amor. Él, sólo Él ha traído, sufrido, expiado el pecado del mundo, y también mis pecados. Todos”.

Ha tomados todos nuestros pecados y los alejó de nosotros, dijo por último el Papa, para que finalmente fuéramos libres, no más esclavos del mal. Sí, ¡todavía pobres pecadores, pero no esclavos, no, sino hijos, hijos de Dios!

Búsqueda de la paz para Libia

El Papa Francisco, después de la oración del Ángelus,  expresó su preocupación por la paz en Libia y recordó que hoy se desarrolla en Berlín una conferencia para discutir la crisis en ese país del norte de África y expresó: “Espero que esta cumbre, que es tan importante, sea el inicio de un camino hacia el fin de la violencia y una solución negociada que conduzca a la paz y a la tan deseada estabilidad del país”.

Como es habitual, el Papa también saludó a los presentes en la Plaza de San Pedro, y  recordó que este año ha sido designado internacionalmente como el “Año de la Enfermera y la matrona”. Las enfermeras, dijo, son las trabajadoras de la salud más numerosas y las parteras son quizás la más noble de las profesiones. Y pidió orar por ellas para que puedan hacer su preciosa labor de la mejor manera posible.

Domingo de la Palabra de Dios: Redescubrir el valor de la Escritura en la vida cotidiana

Se celebrará el 26 de enero

ENERO 17, 2020 13:36 ROSA DIE ALCOLEASAGRADA ESCRITURA Y TEOLOGÍA

(ZENIT – 17 enero 2020).- El próximo 26 de enero se celebrará por primera vez el domingo de la Palabra de Dios, una iniciativa que el Papa Francisco confía a toda la Iglesia para que «la comunidad cristiana se centre en el gran valor que la Palabra de Dios ocupa en su existencia cotidiana» y que instituyó el pasado 30 de septiembre de 2019 con la Carta Apostólica Aperuit illis.

Esta mañana, 17 de enero de 2020, Mons. Rino Fisichella, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización, ha presentado este primer Domingo de la Palabra de Dios en una conferencia de prensa celebrada en la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

El Santo Padre dio a conocer esta fiesta de la Palabra el 30 de septiembre pasado, durante el 1.600 aniversario de la muerte de San Jerónimo, gran estudioso de la Sagrada Escritura y traductor de los textos originales al latín. Esta coincidencia «equivalía a un gesto de gran atención al vasto mundo que se reúne en torno a los estudios bíblicos y la exégesis bíblica, que en este año dará lugar a una serie diversificada de eventos con los que celebrar la figura y la obra de San Jerónimo», ha anunciado Mons. Fisichella.

En este contexto, el arzobispo ha citado una frase de san Jerónimo para describir el sentido de esta celebración: «La ignorancia de la Escritura es ignorancia de Cristo», y ha matizado «No conocer la Sagrada Escritura significa no tener un conocimiento coherente de la vida cristiana».

«La predicación de Jesús se dirige a todos, no es para un grupo privilegiado». Por eso, «cuando Jesús habla en el podio, habla en las plazas, se da una universalidad, la palabra de Dios no está excluida a ninguno».

Así, el prelado italiano ha añadido que se trata de un domingo «a través del cual podemos redescubrir quiénes somos y qué responsabilidad tenemos en la Iglesia y en el mundo de hoy», en referencia a las palabras del Papa: «Que el domingo dedicado a la Palabra haga crecer en el pueblo de Dios la familiaridad religiosa y asidua con la Sagrada Escritura, como el autor sagrado lo enseñaba ya en tiempos antiguos: esta Palabra «está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca, para que la cumplas» (Dt 30,14).» (Aperuit illis, n. 15)».

Domingo, 26 de enero

El domingo 26, a las 10 horas, el Papa presidirá la Eucaristía en la basílica de San Pedro. Al comienzo de la Misa tendrá lugar, además, la entronización solemne del Leccionario, utilizado en todas las sesiones del Concilio Vaticano II. Al final de la celebración –ha dicho Mons. Fisichella– Francisco hará un gesto simbólico: entregará la Biblia a 40 personas que representan tantas expresiones de nuestra vida cotidiana. A todos se les entrega la Sagrada Escritura «para indicar la atención que estamos llamados a conceder a la Palabra de Dios, para que no quede como un libro en nuestras manos, sino que se convierta más bien en una continua llamada a la oración, la lectura, la meditación y el estudio», ha señalado el arzobispo de Vicohabentia.

A la salida de la basílica, todos los participantes recibirán una edición especial de la Sagrada Escritura, publicada para la ocasión y ofrecida por la generosidad de las Ediciones  San Pablo. Además, para prepararse a celebrar este domingo de la Palabra de Dios, se ha puesto a punto también un folleto pastoral en italiano, ya traducido al francés, español, portugués, y polaco y en inglés, disponible sólo en línea, para que los párrocos y los agentes de pastoral puedan utilizarlo para encontrar ideas e instrumentos adecuados para la animación de este día.

Por la tarde, en la Plaza Navona, en la hermosa Iglesia de Santa Inés, de 16 a 19 horas, se alternarán muchas personalidades de diversa procedencia para la lectura continua del Evangelio de Mateo. La elección de este Evangelio depende del hecho de que es el Evangelio que se leerá los domingos de este año y, por lo tanto, se presta a ser una introducción a la oración y a la meditación que los fieles efectuarán durante el año 2020. Este momento será animado por el Coro de la Diócesis de Roma. Para la ocasión se ha publicado una edición especial del Evangelio de Mateo que será distribuida a los presentes.

Virgen de Knock, patrona de Irlanda

En el altar papal se colocará para la ocasión la imagen de Nuestra Señora de Knock, Patrona de Irlanda, que será llevada a Roma especialmente desde ese santuario acompañada de una gran representación de los fieles, encabezada por el arzobispo de Tuam, Mons. Michael Neary y el rector del santuario, el padre Richard Gibbons. El coro del santuario se alternará en la animación de la sagrada eucaristía con el Coro de la Capilla Sixtina, ha detallado Fisichella.

«La elección de esta presencia es casi obligatoria para este domingo», ha detallado Mons. Fisichella. La aparición de la Virgen en Knock en 1879 es particularmente evocadora: la Virgen está acompañada por San José y el evangelista Juan que indican el altar en el que reina el Cordero victorioso, como en la visión del Apocalipsis. La Virgen María en esta aparición no habla; permanece en silencio, como para indicar la actitud fundamental ante el misterio; y sin embargo, toda la aparición «habla», porque en Juan indica el Evangelio que estamos obligados a hacer nuestro y el camino que nos espera en vista de los últimos tiempos. En el centro se encuentra una vez más el misterio de la pasión, muerte y resurrección de Jesús, el corazón palpitante de la evangelización.

Iniciativas en todo el mundo

En el marco de esta celebración, tras el Concilio Vaticano II con la Dei Verbum, y el Sínodo sobre la Palabra de Dios (2008) con la Exhortación Apostólica Verbum Domini, se han llevado a cabo muchas iniciativas pastorales diferentes en el mundo con el fin de poner en el centro el conocimiento, la difusión, la reflexión y el estudio de la Sagrada Escritura.

Mons. Fisichella ha mencionado algunas: La Semana para aprender a orar con la Biblia, promovida por la Comunidad de Canção Nova en Brasil, También en Brasil se distribuirán gratuitamente 150.000 folletos bíblicos. En Argentina, en septiembre, se organizará el mes de la Biblia. En Colombia, la Palabra de Dios se propone a los niños con el juego de títeres, haciéndoles sonreír y reflexionar. En Venezuela, a pesar de la crisis, se ha creado un diplomado para ocuparse de la animación bíblica de toda la pastoral. En los Estados Unidos, se celebra en noviembre el Día Internacional de la Biblia; la American Bible Society, por su parte, propone la difusión de la Biblia, con especial atención a las zonas de pobreza, haciéndola accesible en diferentes idiomas y formatos.

En el ámbito juvenil, es interesante la iniciativa anunciada en la celebración Year of the Bible y que ve a los jóvenes como protagonistas: Together Generation, en Washington en junio, donde se entrelazarán música, testimonios y lecturas. En Filipinas, el Ministro del Interior ha convocado la semana entre el 20 y el 26 de enero como Semana Nacional de la Biblia, instando a quienes estén en condiciones de hacerlo a que extiendan la semana a todo el mes. También en Filipinas, desde hace diez años, la iniciativa del National Bible Quiz ha logrado involucrar a toda la nación, bajo el signo de un concurso bíblico en el que participan todas las escuelas católicas del país.

La Alianza Evangélica Mundial ha proclamado el año 2020 como el Año Mundial de la Biblia, invitando a los cristianos y a las iglesias evangélicas de todo el mundo a promover la lectura de la Biblia durante el año en curso. En España ha nacido una revista, Biblia viva, para la animación bíblica de la pastoral. En Italia se organiza el Festival Bíblico Italiano, que ya va por su decimosexta edición, en el que participan siete diócesis y que quiere llevar la Palabra al mundo de la cultura.

Carta Aperuit illis 

El Papa con su Carta Aperuit illis ha querido » responder a las numerosas peticiones […] del pueblo de Dios, para que en toda la Iglesia se pueda celebrar con un mismo propósito el domingo de la Palabra de Dios» (Ai, 2), ha explicado el arzobispo Fisichella.

Este Domingo de la Palabra de Dios es, por tanto, una iniciativa pastoral de  Nueva Evangelización, con el fin de «reavivar la responsabilidad que los creyentes tienen en el conocimiento de la Sagrada Escritura y en mantenerla viva mediante un trabajo de transmisión y comprensión permanente, capaz de dar sentido a la vida de la Iglesia en las diversas condiciones en las que se encuentra».

Valor ecuménico 

«Tampoco puede pasar desapercibido el gran valor ecuménico que posee este domingo», ha mencionado el presidente del Consejo para la Nueva Evangelización. El Pontífice ha establecido que se celebre siempre el tercer domingo del tiempo ordinario del año litúrgico, que, como podemos ver, cae cerca del Día del Diálogo entre judíos y católicos y de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos.

«No se trata de una mera coincidencia temporal, sino de una elección que pretende marcar un paso más en el diálogo ecuménico», situando la Palabra de Dios en el centro mismo del compromiso que los cristianos están llamados a asumir cada día, ha matizado Rino Fisichella.

ENERO 17, 2020 13:36 SAGRADA ESCRITURA Y TEOLOGÍA

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