Tú eres el Hijo de Dios

Ildefonso, Santo

Memoria Litúrgica, 23 de enero

Obispo de Toledo

Martirologio Romano: En la ciudad de Toledo, en la Hispania Tarraconensis (hoy España), san Ildefonso, que fue monje y rector de su cenobio, y después elegido obispo. Autor fecundo de libros y de textos litúrgicos, se distinguió por su gran devoción hacia la santísima Virgen María, Madre de Dios (667).

Etimología: Ildefonso = Aquel que esta listo para la batalla, es de origen germánico.

Breve Biografía
 
Para reconstruir su biografía, además de los datos contenidos en sus obras, disponemos principalmente del Beati Ildephonsi Elogium de San Julián de Toledo, contemporáneo suyo y segundo sucesor en la sede toledana, escrita como apéndice al De viris illustribus (PL 96,43-44). La Vita vel gesta S. Ildephonsi Sedis Toletanae Episcopi, atribuida a Cixila, obispo de Toledo ca. 774-783 (PL 96,44-88; Flórez, V,501-520), donde se mencionan por primera vez los milagros de su vida y la Vita Ildephonsi Archiepiscopi Toletani de fray Rodrigo Manuel Cerratense, s. XIII (Flórez V,521-525), añaden al Elogium tradiciones posteriores con tinte legendario.

Nacido en el 607, durante el reinado de Witerico en Toledo,de estirpe germánica, era miembro de una de las distintas familias regias visigodas. Según una tradición que recoge Nicolás Antonio (Bibliotheca Hispana Vetus, PL 96,11), fue sobrino del obispo de Toledo San Eugenio III, quien comenzó su educación. Por el estilo de sus escritos y por los juicios emitidos en su De viris illustribus sobre los personajes que menciona, se deduce que recibió una brillante formación literaria. Según su propio testimonio fue ordenado de diácono (ca. 632-633) por Eladio, obispo de Toledo (De vir. ill. 7: PL 96,202). En un pasaje interpolado del Elogium, se dice que siendo aún muy niño, ingresó en el monasterio Agaliense, en los arrabales de Toledo, contra la voluntad de sus padres. Más adelanté se afirma que «se deleitaba con la vida de los monjes», frase que debe interpretarse siguiendo a Flórez (V,276) en el sentido de que desde niño se inclinó al estado religioso. Ildefonso estuvo muy vinculado a este monasterio, como él mismo recuerda al hablar de Eladio, y como se deduce del De vir. ill. con el que pretende exaltar la sede toledana y quizá mostrar el papel privilegiado que correspondía al monasterio Agaliense. Estando ya en el monasterio, funda un convento de religiosas dotándolo con los bienes que hereda, y en fecha desconocida (650?), es elegido abad. Firma entre los abades en los Concilios VIII y IX de Toledo, no encontrándose su firma, en cambio, en el X (656). Muerto el obispo Eugenio III es elegido obispo de Toledo el a. 657, y según el Elogium obligado a ocupar su sede por el rey Recesvinto. En la correspondencia mantenida con Quirico, obispo de Barcelona, se lamenta de las dificultades de su época. A ellas atribuye el Elogium que dejase incompletos algunos escritos.

Muere el 667, siendo sepultado en la iglesia de Santa Leocadia de Toledo, y posteriormente trasladado a Zamora. Su fiesta se celebra el 23 de enero.

Es patrón de la ciudad Zamora, en cuya Iglesia Arciprestal de San Pedro y San Ildefonso, reposan sus restos; de Toledo y de Herreruela de Oropesa, en la misma provincia, donde sus fiestas se celebran cada año con bastante fervor. También es el santo patrón de la ciudad de Mairena del Aljarafe en la provincia de Sevilla. La Orden de Caballeros Cubicularios se encarga de la custodia de sus reliquias en la citada iglesia zamorana.

Milagro del encuentro con la Virgen

La noche del 18 de diciembre del 665 San Ildefonso junto con sus clérigos y algunos otros, fueron a la iglesia, para cantar himnos en honor a la Virgen María. Encontraron la capilla brillando con una luz tan deslumbrante, que sintieron temor. Todos huyeron excepto Ildefonso y sus dos diáconos. Estos entraron y se acercaron al altar. Ante ellos se encontraba la Virgen María, sentada en la silla del obispo, rodeada por una compañía de vírgenes entonando cantos celestiales. María al ir hizo una seña con la cabeza para que se acercara. Habiendo obedecido, ella fijó sus ojos sobre él y dijo: "Tu eres mi capellán y fiel notario. Recibe esta casulla la cual mi Hijo te envía de su tesorería." Habiendo dicho esto, la Virgen misma lo invistió, dándole las instrucciones de usarla solamente en los días festivos designados en su honor.

Esta aparición y la casulla fueron pruebas tan claras, que el concilio de Toledo ordenó un día de fiesta especial para perpetuar su memoria. El evento aparece documentado en el Acta Sanctorum como El Descendimiento de la Santísima Virgen y de su Aparición. La importancia que adquiere este hecho milagroso sucedido en plena Hispania Ghotorum y transmitido ininterrumpidamente a lo largo de los siglos ha sido muy grande para Toledo y su catedral. Los árabes, durante la dominación musulmana, al convertirse la Basílica cristiana en Mezquita respetaron escrupulosamente este lugar y la piedra allí situada por tratarse de un espacio sagrado relacionado con la Virgen Maria a quien se venera en el Corán. Esta circunstancia permite afirmar que el milagro era conocido antes de la invasión musulmana y que no se trata de una de las muchas historias piadosas medievales que brotaron de la fantasía popular. En la catedral los peregrinos pueden aun venerar la piedra en que la Virgen Santísima puso sus pies cuando se le apareció a San Ildefonso.
 
ORACIÓN A MARIA

De San Ildefonso de Toledo

(del Libro de la perpetua virginidad de Santa María)

A ti acudo, única Virgen y Madre de Dios. Ante la única que ha obrado la Encarnación de mi Dios me postro.
Me humillo ante la única que es madre de mi Señor. Te ruego que por ser la Esclava de tu Hijo me permitas consagrarme a ti y a Dios, ser tu esclavo y esclavo de tu Hijo,
servirte a ti y a tu Señor.

A Él, sin embargo, como a mi Creador y a ti como madre de nuestro Creador;
a Él como Señor de las virtudes y a ti como esclava del Señor de todas las cosas; a Él como a Dios y a ti como a Madre de de Dios.
Yo soy tu siervo, porque mi Señor es tu Hijo. Tú eres mi Señora, porque eres esclava de mi Señor.

Concédeme, por tanto, esto, ¡oh Jesús Dios, Hijo del hombre!: creer del parto de la Virgen aquello que complete mi fe en tu Encarnaciòn; hablar de la maternidad virginal aquello que llene mis labios de tus alabanzas; amar en tu Madre aquello que tu llenes en mi con tu amor; servir a tu Madre de tal modo que reconozcas que te he servido a ti; vivir bajo su gobierno en tal manera que sepa que te estoy agradando y ser en este mundo de tal modo gobernado por Ella que ese dominio me conduzca a que Tú seas mi Señor en la eternidad.

¡Ojalá yo, siendo un instrumento dócil en las manos del sumo Dios, consiga con mis ruegos ser ligado a la Virgen Madre por un vínculo de devota esclavitud y vivir sirviéndola continuamente!

Pues los que no aceptáis que María sea siempre Virgen; los que no queréis reconocer a mi Creador por Hijo suyo, y a Ella por Madre de mi Creador; si no glorificáis a este Dios como Hijo de Ella, tampoco glorificáis como Dios a mi Señor. No glorificáis como Dios a mi Señor los que no proclamáis bienaventurada a la que el Espíritu Santo ha mandado llamar así por todas las naciones; los que no rendís honor a la Madre del Señor con la excusa de honrar a Dios su Hijo.

Sin embargo yo, precisamente por ser siervo de su Hijo, deseo que Ella sea mi Señora; para estar bajo el imperio de su Hijo, quiero servirle a Ella; para probar que soy siervo de Dios, busco el testimonio del dominio sobre mi de su Madre; para ser servidor de Aquel que engendra eternamente al Hijo,
deseo servir fielmente a la que lo ha engendrado como hombre.
Pues el servicio a la Esclava está orientado al servicio del Señor;
lo que se da a la Madre redunda en el Hijo;
lo que recibe la que nutre termina en el que es nutrido,
y el honor que el servidor rinde a la Reina viene a recaer sobre el Rey.

Por eso me gozo en mi Señora,
canto mi alegría a la Madre del Señor,
exulto con la Sierva de su Hijo, que ha sido hecha Madre de mi Creador
y disfruto con Aquélla en la que el Verbo se ha hecho carne.
Porque gracias a la Virgen yo confio en la muerte de este Hijo de Dios
y espero que mi salvación y mi alegría venga de Dios siempre y sin mengua,
ahora, desde ahora y en todo tiempo y en toda edad
por los siglos de los siglos.
Amén.

Médico de almas

Santo Evangelio según san Marcos 3, 7-12. Jueves II del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, no soy digno(a) de que entres en mi casa; una palabra tuya bastará para sanarme.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Marcos 3, 7-12

En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar, seguido por una muchedumbre de galileos. Una gran multitud, procedente de Judea y Jerusalén, de Idumea y Transjordania y de la parte de Tiro y Sidón, habiendo tenido noticias de lo que Jesús hacía, se trasladó a donde él estaba.

Entonces rogó Jesús a sus discípulos que le consiguieran una barca para subir en ella, porque era tanta la multitud, que estaba a punto de aplastarlo.

En efecto, Jesús había curado a muchos, de manera que todos los que padecían algún mal, se le echaban encima para tocarlo. Cuando los poseídos por espíritus inmundos lo veían, se echaban a sus pies y gritaban: “Tú eres el Hijo de Dios”. Pero Jesús les prohibía que lo manifestaran.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Permíteme acercarme a ti para mostrarte mis enfermedades y preocupaciones o simplemente para estar junto a ti. Muchos comenzaron a seguirte por curiosidad, conveniencia o verdadera necesidad. Otras personas querían ver con sus propios ojos tus curaciones. Todos te buscan por diferentes motivos: amor, decepción, enfermedad, etc... ¿Y yo? ¿Qué me mueve a seguirte, qué hay en ti que me pueda interesar? ¿Qué gano con ser cristiano? Para nosotros no es suficiente una cura, deseamos más.

Sanamente envidio a quienes has curado, porque no solamente los curas de una simple enfermedad, sino que da envidia ver su paz, la alegría con la que viven; Tú curas la parálisis del corazón, me regresas la alegría de vivir y de disfrutar cuanto tengo y cuanto soy.

Padezco de dureza de corazón, esta misma dureza me ciega. El corazón me pesa impidiendo que vea todo lo bueno que me has dado, todo cuanto haces por mí cada día. De verdad Tú hiciste todas las cosas buenas, las hiciste para mí. Limpia mis ojos para ver el amor que me tienes, para darme cuenta del amor que me rodea. Tú hiciste buenas todas las cosas, amas todo lo que has creado; si odiases algo de lo que has creado, no existiría.

Señor, cura mis enfermedades, sobre todo la del pesimismo; dame tu espíritu para ver como Tú, para hablar como Tú, para amar y perdonar como Tú.

«La cura de Jesús coincide con el levantar a la persona y enviar a aquel o a aquella a quien se ha acercado y curado. Son tantos los enfermos que, después de haber sido curados por Cristo, se convierten en sus discípulos y seguidores. Jesús se acerca, pues, se preocupa, sana, reconcilia, llama y envía: como podemos ver, la relación con las personas oprimidas por la enfermedad y el dolor es para él una relación rica y personal, no mecánica, no a distancia».
(Homilía de S.S. Francisco, 22 de junio de 2019).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Me acercaré al Señor con fe para reconocer mis enfermedades del corazón. Pediré la gracia de ser humilde y valiente para recibir mi curación.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Farmacia celestial

Nuestra alma para bien o para mal, según lo que nosotros queramos decidir, jamás perecerá

Hace unos días tuve un sueño que voy a contar. Me acosté por la noche, después de haber pasado la tarde oyendo hablar y comentar en un círculo de amigos, los inconvenientes de las distintas enfermedades, de las que adolecían algunos de los presentes y de otras enfermedades, así como de los remedios a estas, de médicos, de operaciones, de medicamentos y de farmacias. Por la noche, después de haber cumplido con mis oraciones nocturnas habituales y antes de irme a la cama me quedé meditando un poco, sobre las enfermedades del cuerpo y de cómo resulta, que cuando el hombre logra dominar una enfermedad con nuevos fármacos, al poco tiempo aparece otra nueva enfermedad, que arrasa al hombre. Tal es el caso, por ejemplo, de de la sífilis que cuando ya se encontraba dominada, aparece el temido sida. No quiero afirmar con este ejemplo que las enfermedades que sufrimos en nuestras carnes o en las del prójimo, sean fruto de los pecados del hombre, pero un cierto tufillo de relación sí que hay. Es como si el Señor nos quisiera mantener en tensión, para que no nos olvidemos, de que solo Él, es el que todo lo puede.

Mi meditación avanzó, pero esta vez en relación con los males o enfermedades del alma humana, tema este del que poco o muy poco nos ocupamos, y cuyos estragos en la personas mujeres y hombres, son mucho más grandes, que los que nos producen las enfermedades materiales. Aunque no lo veamos ni comprendamos, resulta que es mucho más importante la muerte de un alma, por razón del pecado mortal, de ahí el adjetivo de mortal, que las dolencias corporales incluso la muerte a la que estas dolencias o enfermedades corporales, pueden llevarnos. Y lo más grande es que el pecado mortal, puede tener solución con el arrepentimiento y el perdón confesional, restituyéndosele al alma toda la salud y méritos espirituales que tenía antes de pecar mortalmente. Pero es el caso de que tratándose de enfermedades serias, un cáncer incurable por ejemplo, el final es marcharse de este mundo, claro que quien se marchará de este mundo será nuestra alma, porque lo que es el cuerpo, incinerado o enterrado aquí se quedará. Realmente es de ver y no olvidar, que día a día, todos estamos muriendo un poco.

Comprender esto aunque no lo queramos entender, es muy sencillo si tenemos presente que el orden del espíritu, lo espiritual, es un orden muy superior al material, la materia siempre es limitada en sus posibilidades y caduca, pues muere con el tiempo; el espíritu es ilimitado en sus posibilidades de actuación y es inmortal, no caduco. Nuestra alma para bien o para mal, según lo que nosotros queramos decidir, jamás perecerá.

Es de reconocer que el sistema sanitario de nuestro cuerpo en cualquier país cuesta un ojo de la cara a sus súbditos o ciudadanos, según se trate de una monarquía o de una república, y está mejor organizado y funciona mejor, que el sistema sanitario de nuestras almas, que no nos cuesta un duro, y no le prestamos atención. A lo sumo lo que nos cuesta son las pocas perras, que los domingos echamos en la colecta y eso el que las echa.

Con estos pensamientos me quedé dormido ya en la cama, y ¡eh aquí mi sueño! Soñé con el mencionado sistema sanitario de nuestra alma y me vi acompañado de mi ángel de la guarda que me hacía de “cicerone”. A los que hayan leído mi libro “Conversaciones con mi ángel” Isbn: 9788461179190 (Si se desea leer en forma gratuita este libro, éntrese en la librería de Google con el número indicado de Isbn), no les extrañará esta compañía tuve en el sueño.

Me encontré dentro de una extraña farmacia, donde había unos dependientes que eran ángeles con sus correspondientes batas blancas y había un ángel de categoría superior. Pensé que este era el farmacéutico y los demás los mancebos. Le pregunté a mi ángel y él me explicó que entre ellos existe una jerarquía, que siempre es una jerarquía marcada por el amor a diferencia de lo que pasa en el infierno en el que la jerarquía entre los demonios existe, pero es una jerarquía de odio: se odian unos a otros a matar de la misma forma que también se odian entre si las personas reprobadas que han repudiado el amor que el Señor les ofreció en su día.

Ignoro si el ángel farmacéutico y sus mancebos, debajo de las batas llevaban recogidas sus correspondientes alas, pero me dio la impresión de que no, al menos mi ángel no las llevaba y se desplazaba sin ellas de una forma que daba gloria y envidia verlo, pero yo tampoco me quedaba manco pues literalmente flotaba y me desplazaba flotando en el aire. ¡Qué gozada! Eso de las alas es un cuento que nos hemos inventado, para justificar la envidia que tenemos de los ángeles y de los cuerpos ya glorificados, que son capaces de volar y nosotros no. Es más, entiendo que cuanto menos espiritual es un alma, más está pegada al barro de este mundo. La fuerza de nuestro espíritu, puede ser tremenda y con la gracia de Dios, violar la ley de la gravedad. Así tenemos el caso de santos, que en éxtasis de amor, han levitado, ante el asombro de los que lo contemplaban. Nosotros pensamos que hace falta tener alas para volar, pero los ángeles son espíritus puros que solo se materializan ante nuestros ojos, con alas o sin ellas cuando Dios lo autoriza.

En la farmacia entraban y salían constantemente ángeles clientes de la farmacia que solicitaban fármacos ya elaborados o algunos especiales para sus protegidos en la tierra. Muchos de ellas acudían al farmacéutico titular, pidiéndole que el reforzase el fármaco que pedía con una determinadas dosis más abundantes de humildad u otra virtudes que su protegido necesitaba urgentemente. En general todos los ángeles clientes pedían medicamentos en los que el principio activo más importante era la fe. Mi ángel me explicó, que la falta de fe era la principal dolencia del género humano y me aseguró, que ni el que se creía que tenía mucha fe, apenas tenía unos escaso miligramos y me preguntó: ¿En dos mil años de existencia del cristianismo, has visto acaso alguien que haya sido capaz de mover de su sitio con su fe, un árbol o una montaña? Y sin embargo el Señor, os aseguró que eso y mucho más podríais hacer si tuvieseis fe suficiente. “En verdad os digo que, si tuviereis fe y no dudareis, no solo haréis lo que la higuera, sino que si dijereis a ese monte: “Quítate y échate en el mar”, se haría, y todo cuanto con fe pidiereis en la oración lo recibiríais”. (Mt 21,21-22) y también “Díjole Jesús: ¡Si puedes! Todo es posible al que cree”. (Mc 9,14-24).

Además de la fe, le pregunté a mi ángel: ¿Qué otra virtud es más solicitada en esta farmacia celestial? Porque las virtudes del amor a Dios y el amor al prójimo estarán también muy solicitadas. Desde luego que lo están, pero no en el grado en que tú te imaginas, ya que mientras estáis pasando en el mundo la prueba de amor a la que estáis llamados, la fe es lo que más necesitáis, al que de verdad cree, el resto de las virtudes se le dan, sin que el sea consciente de que las tiene. Las virtudes aumentan o disminuyen en el alma humana al unísono. A una mayor fe siempre corresponde un mayor amor a Dios y al prójimo y una mayor esperanza y humildad, así como un aumento del resto de las virtudes, pues todas ellas tienen un único fundamento y está totalmente relacionadas.

Me hubiese gustado prolongar más mi sueño, pero vi claramente que había tenido este sueño para que me diese cuenta, de que es más necesario cuidar la sanidad del alma que la del cuerpo y que la docilidad que tengamos en seguir las mociones e inspiraciones del Espíritu Santo, es la garantía de un alma sana y creciendo en santidad.
Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios le bendiga.
 
Trabajar juntos por los más vulnerables nos acercará a la unidad

Audiencia General del Papa Francisco, 22 de enero.

Acoger a los cristianos de otra tradición significa, en primer lugar, mostrar el amor de Dios por ellos, porque son hijos de Dios y hermanos nuestros: fueron palabras del Papa en la Audiencia General, reflexionando hoy en su catequesis sobre el tema de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, el de la hospitalidad. Este tema fue desarrollado por las comunidades de Malta y Gozo, a partir del pasaje de los Hechos de los Apóstoles que habla de la hospitalidad reservada por los habitantes de Malta a San Pablo y a sus compañeros de viaje, náufragos con él. Un episodio sobre el cual el Papa habló, como él mismo recordó en este día, en su catequesis de hace dos semanas.

El amor de Dios en actos concretos de gentileza

Los apóstoles, dijo Francisco, recibieron “el testimonio de la ‘rara humanidad’ de los habitantes de la isla de Malta. Estas personas, que para ellos eran “extranjeros”, “aunque todavía no han recibido la Buena Nueva de Cristo”, manifestaron “el amor de Dios en actos concretos de gentileza”. De hecho, añadió, “la hospitalidad espontánea y los gestos atentos comunican algo del amor de Dios”.

El Espíritu Santo siembra sus gracias por todos lados

“La hospitalidad es importante”, aseguró el Papa, pues significa ante todo “reconocer que los otros cristianos son verdaderamente nuestros hermanos y hermanas en Cristo”. Y esto no es un acto de generosidad en un solo sentido porque “cuando acogemos a otros cristianos", los acogemos "como un don" que se nos hace: esto porque “el Espíritu Santo siembra sus gracias por todos lados”.

Acoger a los cristianos de otra tradición significa, en primer lugar, mostrar el amor de Dios por ellos, porque son hijos de Dios – hermanos nuestros – y también acoger lo que Dios ha realizado en sus vidas.

La hospitalidad es una importante virtud ecuménica

El Pontífice remarcó que la hospitalidad “es una importante virtud ecuménica”, y requiere “la voluntad de escuchar a otros". Además implica “el deseo de conocer la experiencia que otros cristianos tienen de Dios y la espera de recibir los dones espirituales que derivan”. Descubrir esto – aseguró– es una gracia. Por eso llamó a "estar disponibles y abiertos, con el deseo de conocer su experiencia de fe, para vernos enriquecidos por ese don espiritual”.

Trabajar juntos por los más vulnerables nos acercará a la unidad

Haciendo presente que también hoy el mar en que naufragó Pablo y sus compañeros de viaje es un lugar “peligroso para la vida de otros navegantes”, de hombres y mujeres de todo el mundo “que afrontan viajes riesgosos” para escapar de la violencia, de la guerra, de la pobreza, y que, a diferencia de los malteses, muchas veces “no los dejan desembarcar en los puertos”, siendo, además, “explotados por traficantes criminales”, “tratados como números” y vistos como “una amenaza” por algunos gobernantes, el Pontífice exhortó a “trabajar juntos”, como cristianos “para mostrar a los migrantes el amor de Dios revelado por Jesucristo”.

La unidad es la voluntad de Dios para nosotros

"Podemos y debemos dar testimonio de que no sólo hay hostilidad e indiferencia, - aseveró el Papa- sino que cada persona es preciosa para Dios y amada por Él". Y porque "las divisiones que aún existen entre nosotros nos impiden ser plenamente el signo del amor de Dios", "trabajar juntos para vivir la hospitalidad ecuménica y en modo especial hacia aquellos cuyas vidas son más vulnerables, nos hará a todos, a todos los cristianos – protestantes , ortodoxos, católicos, a todos los cristianos - mejores seres humanos, mejores discípulos y un pueblo cristiano más unido":

"Nos acercará a la unidad, que es la voluntad de Dios para nosotros".

Al finalizar la catequesis en su saludo a los fieles de lengua española, el Santo Padre llamó a rogar al Señor “por todos cuantos sufren en el mar tempestuoso del desarraigo y el abandono", y a comprometernos a trabajar juntos, "pidiendo al Señor el don de la unidad, de modo que como cristianos testimoniemos el amor premuroso de Dios por cada persona”. Año Nuevo Lunar en el Lejano Oriente, los saludos del Papa

Al término de la Audiencia General el Romano Pontífice recordó que el próximo 25 de enero, en el Lejano Oriente y en varias otras partes del mundo, muchos millones de hombres y mujeres celebrarán el Año Nuevo Lunar. A ellos envió su cordial saludo, con el deseo especial de que las familias sean "lugares de educación respecto a las virtudes de la acogida, la sabiduría, el respeto a cada persona y la armonía con la creación". También invitó a todos a rezar "por la paz, el diálogo y la solidaridad entre las naciones: dones tan necesarios para el mundo de hoy".

Satanás ha sido derrotado

¿Cuál pretexto pongo yo para no seguir a Jesús?

II Samuel 5, 1-7.10: “Tú serás el pastor de Israel, mi pueblo”
Salmo 88: “Contará con mi amor y mi lealtad”
San Marcos 3, 22-30: “Satanás ha sido derrotado”

¿Cuál pretexto pongo yo para no seguir a Jesús? Hemos escuchado muchas veces acusaciones en contra de su Iglesia a la que se le condena como perversa y ambiciosa, pero esto parece más un pretexto para no acercarse a Jesús y justificar los propios problemas. No justifico los errores que cometemos como Iglesia, pero esto no puede servirnos de pretexto para alejarnos de Jesús. Las acusaciones que le hacen a Jesús no están lejanas en la actualidad. También a Él se le decía que era diabólico, también se le decía que tenía un espíritu inmundo… y sin embargo lo que se buscaba era justificar los propios pecados y no escuchar la buena nueva que ofrece Jesús. Las acusaciones le sirven de ocasión a Jesús para insistir en la unidad pues la división destruye no solamente las obras malas, sino también las grandes y heroicas comunidades que buscan vivir el evangelio. Detrás de la división se encuentra el egoísmo y la ambición que mira a los otros como si fueran enemigos y no como hermanos. Pero lo que más llama mi atención en el pasaje de este día, es la afirmación que hace Jesús de que se perdonarán todos los pecados y todas las blasfemias pero que no se perdonará la blasfemia contra el Espíritu Santo. Con frecuencia en la confesión se acercan personas agobiadas por sus pecados y dudando de la misericordia de Dios. Muchas veces, dudando, me dicen: “¿Dios me perdonará mi pecado?”. Y yo recuerdo estas palabras de Jesús y les aseguro que todo pecado tiene perdón. Ésa es la gran enseñanza que nos ha traído Jesús: manifestarnos a Dios como un padre amoroso que está esperando a que el pecador se arrepienta y se vuelva a casa. Siempre que el hombre retorna de su pecado, encuentra un Padre que lo ama, lo rescata, lo purifica y le devuelve su dignidad de Hijo. Es más, el mismo Padre ha enviado a su Hijo a buscarnos a nosotros que somos pecadores. El gran problema es cuando nosotros no queremos aceptar ese perdón, cuando no queremos arrepentirnos y nos obstinamos en el mal camino. No se puede perdonar a quien trastoca los valores y, a sabiendas hace confundir el mal con el bien. No se puede perdonar a quien no se quiere arrepentir. ¿Tendremos el corazón tan duro como para no aceptar la reconciliación que nos ofrece nuestro Padre?

Tres males que todo hombre debe combatir

Con compasión y misericordia tenemos que estar en primera línea, curando con amor a las personas heridas que encontramos
 
Hace unos días escribí sobre los valientes hombres católicos que escalaron los muros de Lisboa para liberar su tierra de la opresión. La verdad es que la mayoría de nosotros no tendría que ir a la guerra para luchar por la libertad, pero eso no significa que no podamos luchar en este mundo por lo bueno, lo verdadero y lo bello de otras maneras.

Como nos ha recordado de manera incesante el Papa Francisco, vivimos en un mundo increíblemente roto y herido. Hay algunas formas de enfrentar valientemente este mundo quebrantado y, en muchos sentidos, malvado. Con compasión y misericordia, los hombres católicos tenemos que estar en primera línea, curando con amor a las personas heridas que encontramos, y combatiendo los males que los destruyen.

Tres males para luchar hoy

1.- Aborto: El aborto es el mal silencioso de nuestros días, la injusticia extrema. Sucede a puertas cerradas en clínicas limpias (y a veces no tan limpias), atendidas por trabajadores sonrientes que hacen que matar a tu hijo sea tan simple como tirar de un diente. Debido a que el aborto está cubierto tan bien por la industria que se beneficia de él, es fácil olvidar que más de 4.000 bebés mueren violentamente cada día, y eso es sólo en América del Norte.

Para acabar con el aborto, necesitamos héroes modernos que estén dispuestos a sacrificar su comodidad y bienestar para defender a los más pequeños. Ya sea que se trate de consejería en las aceras, orar en silencio fuera de una clínica abortiva, o apoyar financieramente a una organización provida, todos deberíamos estar haciendo algo para poner fin al aborto. Lo único que no deberíamos hacer es ser indiferente.

2.- Pornografía: La pornografía es omnipresente, de fácil acceso e increíblemente destructiva. He leído algunas cosas perturbadoras con respecto a la edad cada vez más temprana en la cual las personas comienzan su adicción a este mal. Planeo escribir algo más largo en un futuro sobre este tema, pero por el momento, simplemente diré que la mejor manera de luchar contra la pornografía es no verla. Nunca. Hay pocas cosas que destruyen tu alma de forma tan acelerada. No le des al diablo el placer de ver tu alma arrastrada al infierno, huye de la pornografía por su repugnante realidad.

Además, proteja a tus hijos. Nunca asumas que no conocen lo que es la pornografía. Guarda celosamente y vigila el tiempo que ellos pasan en internet. Con mayor frecuencia los niños de tan sólo 10 años se están convirtiendo en adictos a la pornografía. Si estás dejando a tu hijo solo con una computadora, lo estás dejando con una pistola cargada que puede matarlo espiritualmente.

3.- Indiferencia religiosa: Una de las tendencias más perturbadoras del mundo, y tristemente en la Iglesia, es la indiferencia religiosa. Si tuviera un dólar por cada vez que escucho decir a un católico que las personas de otras religiones pueden ser salvados, yo sería un hombre rico. Es más, he oído a algunos católicos -que dicen conocer su religión- expresar que incluso podría ser la voluntad de Dios que alguien permanezca fuera de la Iglesia. Esta es la indiferencia religiosa en su cúspide.

Ustedes pueden pensar que soy terriblemente anticuado por creer esto, pero realmente no me importa. Creo firmemente que la indiferencia entre los católicos es un cáncer que está enviando a millones de almas al infierno. Estamos presumiendo de la misericordia de Dios, y olvidando que no sólo es misericordioso, sino que es justo. Estamos dejando a la gente creer mentiras destructivas porque abrigamos la ilusión de que Dios es lo suficientemente misericordioso como para salvarlos a pesar de que rechazan su Cuerpo y a su Novia, la Santa Iglesia Católica.

¿Es teóricamente posible que Cristo salve a alguien fuera de la Iglesia? Cualquier cosa es posible con Dios. ¿Pero debemos presumir que aquellos que están desvinculados de los sacramentos y del cuerpo de Cristo, su Iglesia, están perfectamente bien y no tienen necesidad de conversión? Absolutamente no. Cristo no dejó su Iglesia como una buena opción entre muchas. La dejó como el único camino para la salvación. Lo único que inspirará un celo misionero entre los católicos es el redescubrimiento del dogma que ha sido definido ex cathedra por tres papas diferentes: Fuera de la Iglesia no hay salvación. "No hay más que una Iglesia universal de fieles, fuera de la cual nadie es salvo" (Papa Inocencio III, Cuarto Concilio de Letrán, 1215).

¿Algo más?

Estos tres puntos son sólo el comienzo. Hay un sinnúmero de otros males con los que podemos luchar. Por donde miremos hay individuos que están sufriendo de depresión, de desesperación, de soledad, y de patrones destructivos del pecado. ¿Qué males te apasionaría combatir? ¿Cuáles son los problemas más apremiantes a los que te sientes que debes enfrentar? Deja tus opiniones en los comentarios.
 
Uso de la Biblia en catequesis

Así los evangelios que, antes de ser escritos fueron expresión de una enseñanza oral transmitida a las comunidades cristianas, tienen más o menos una estructura catequética

Uso de la Biblia en catequesis

El objetivo  de la catequesis es transmitir la doctrina, la enseñanza de Cristo, la VERDAD que Él es, se enseña a Cristo, el verbo encarnado e hijo de Dios y todo lo demás en referencia a Él (Exhortación Apostólica  de su santidad Juan Pablo II, Catechesi Tradendae No.6).

Esta enseñanza de Cristo se lleva a cabo a través del Evangelio que nos indica lo que Jesús hizo y enseñó. Efectivamente, los evangelios indican claramente los momentos en que Jesús enseña. Éste es el testimonio que Jesús da de sí mismo: todos  los días me sentaba en el templo a enseñar y se asombraban de sus enseñanzas, pues enseñaba con quien tiene autoridad.

Así los evangelios que, antes de ser escritos fueron expresión de una enseñanza oral transmitida a las comunidades cristianas, tienen más o menos una estructura catequética

Como una primera conclusión que se desprende de lo expresado hasta aquí, es que, siendo el objetivo de  la catequesis hacer madurar la fe inicial  suscitada por el primer anuncio, esto es, por el KERIGMA, y educar al verdadero discípulo por medio de un conocimiento más profundo y sistemático de la persona y del mensaje de Cristo, el conocimiento de la sagrada escritura es absolutamente necesario; de donde se sigue por conocer y saber leer la sagrada Biblia para el catequista y para el catequizando es una  prioridad.

Así, pues, en el periodo de enseñanza y madurez, en el ministerio de Cristo a la luz de la palabra, el cristiano, habiendo aceptado por la fe la persona de Cristo como el solo señor y habiéndole prestado una adhesión  global con la sincera conversión del corazón, se esfuerza para conocer mejor a ese Jesús en cuyas manos se ha puesto; conocer su , el reino de Dios que anuncia, las  exigencias y las promesas contenidas en su mensaje evangélico, los senderos que Él ha trazado a quien quiera seguirle.

Si es verdad que ser cristiano significa decir "Si" a Jesucristo, recordemos que este sí, tiene dos niveles: consiste en entregarse a la PALABRA de Dios y apoyarse en ella, pero significa también, en segunda instancia, esforzarse por conocer cada vez mejor el sentido profundo de la palabra. El uso frecuente de la Biblia, en catequesis es, por lo tanto, absolutamente necesario. A este fin nos preguntamos: ¿Cuál  es el camino o método  que debe seguir la catequista y el catequizando para leer la sagrada escritura con fruto y seguridad?

Los especialistas en el estudio de la biblia han desarrollado varias técnicas para analizar con la habilidad lo que se dice en cualquier obra literaria, al observar con todo cuidado el significado preciso de las palabras, figuras retóricas e imágenes en cualquier texto, los expertos pueden analizar  el pasaje todo lo que verdaderamente dice.

Los catequistas debe aprovechar todos estos estudios modernos; ellos nos han dado normas más útiles, las cuales se pueden rápidamente captar, si tenemos en cuenta la contestación o estas preguntas:

1.    ¿Qué clase de literatura es la Biblia?
2.    ¿Cuán literalmente  se puede leer la Biblia?    
3.    ¿De qué manera es la Biblia inerrante?

A la pregunta sobre los géneros literarios, se responde que estos géneros son parte de nuestra experiencia; nosotros sabemos cuándo se trata de algo histórico, cuando se trata de algo que no es histórico. Y a este respecto uno de los mayores éxitos de la crítica literaria fue precisamente el descubrir que la Biblia contiene diferentes tipos de literatura.

Para poder llevar a cabo una interpretación acertada de la Biblia tenemos que leer los pasajes bíblicos individuales frente al fondo total de la biblia y en perspectiva. En la regla básica para su interpretación:<< la Biblia interpreta a la Biblia>>.

Por eso es necesario fijarse muy bien en las palabras y también tener en cuenta las circunstancias históricas que rodearon al auto, su mundo, sus intereses y sus objetivos, las fuentes orales y escritas que utilizó y las expresiones que se usaban en su tiempo.

Sobre la inerrancia de la Biblia debe tenerse muy en cuenta la Constitución dogmática del concilio Vaticano II sobre la divina revelación pues es uno de los documentos luminosos a este respecto.

Los  Libros sagrados enseñan solo, fielmente y sin error, la verdad que Dios quiso consignara dichos  libros para la salvación nuestra.

En otras palabras, las verdades que deben defenderse como inmigrantes se refieren a todo lo necesario para la salvación.

Para completarlo anteriormente expuesto, es muy importante que todos los católicos, especialmente los catequistas, tengan en cuenta los nueve principios para una lectura católica de la biblia según el Vaticano II?

La formulación  atinada de estos nueve principios, se debe a Sánchez Caro en Biblia y Palabra de Dios. Son los siguientes:

1. La escritura es toda ella palabra humana y palabra de Dios. No cabe hacer una separación absoluta entre interpretación de la Biblia como libro meramente humano e interpretación de la Biblia como libro que contiene y es Palabra de Dios. Esta es la pre comprensión básica del exégeta católico.

2. El acceso a la palabra escrita de Dios es la palabra humana de la Biblia. Tomar en serio la naturaleza  humana -divina de la escritura, lleva consigo tomar en serio la humanidad de la escritura. Y esto porque no hay posibilidad ordinaria de acceso a la palabra escrita de Dios, sino es a través del conocimiento de la palabra humana de la Biblia.

3. Principio hermenéutico de la intención del autor. Para conocer lo que Dios quiere decir dice en la sagrada escritura, es necesario conocer tanto los condicionamientos e intención  de su autor o autores humanos, como los de su lenguaje, que no siempre depende de la intención de los autores humanos.

4. Principio de la metodología exegética diacronía  y sincronía. Para interpretar correctamente la escritura, es necesario adoptar todos los métodos e instrumentos de interpretación que se emplean para cualquier obra humana de similares características: conocimiento de los géneros literarios, crítica textual y literaria, métodos de filosofía lingüística, métodos históricos críticos. Es condición indispensable para el uso de estos instrumentos y métodos el librarlos de aquellos principios filosóficos, a veces conectados con ellos, que entran en contradicción con la naturaleza divina de la Sagrada Escritura.

5. Principio de la lectura desde las ciencias humanas. Para interpretar correctamente la escritura son útiles y utilizables aquellos procedimientos y métodos de interpretación que provienen de la investigación y el estudio en el campo de las ciencias humanas. Deben usarse en las mismas condiciones de los métodos  anteriormente mencionados y, por estar menos experimentados en el campo de la ciencia bíblica, se deben usar con especial circunspección.

6. Principio de la lectura en el espíritu. El espíritu de Dios que dio a conocer Israel la revelación mediante hechos y palabras, bajo cuya acción está se puso por escrito y fue reconocida por escritura inspirada y normativa, es el mismo espíritu que hace posible la Encarnación del verbo de Dios y que Jesús deja a la iglesia para que reconozca en su palabra y en sus obras la plenitud de la revelación de Dios; es también el mismo espíritu bajo y acción se pone todo esto por escrito y se reconoce como revelación definitiva y la iglesia se somete a ellos como normativos y canónicos. En consecuencia, es el mismo espíritu que habita y vive en la  iglesia como palabra interna a  ella, quien también sigue dándole a conocer la palabra externa que es la escritura, haciendo posible su interpretación auténtica, convirtiéndola en palabra eficaz hoy y en cada tiempo. En resumen, no hay espíritu sin  iglesia ni iglesia sin espíritu.

7. Principio de la unidad de toda la Escritura. Hay que leer e interpretar la escritura en el contexto total de la única historia de la salvación, cuyas diversas etapas son animadas por el mismo espíritu que hoy vivifica a la iglesia. Esta lectura INICIA  en el descubrimiento de que todos los textos bíblicos se encuentran  inmersos en una tradición cultural y religiosa con muchos puntos en común, y SE FUNDAMENTA  en el hecho de que es el espíritu Santo El que anima toda la historia de la salvación, que se materializa en la escritura sagrada (inspiración), y el que manifiesta a la iglesia la única economía de salvación cuya plenitud es Cristo y su evangelio (canon).

Esta atención a la unidad del contenido del escritura se lleva acabo con una operación DINÁMICA (no eliminando las diferencias) en las que la única historia de salvación está orientada a Cristo, y como una operación ECLESIAL que se da cuando el intérprete el en la escritura en el contexto de la iglesia, ámbito en que se garantiza hoy la acción del Espíritu Santo.

8. Principio de la tradición viva de la iglesia. Para interpretar correctamente la escritura hay que atender a la tradición viva de la iglesia, manifestación  en ella de la acción del espíritu  que vivifica y actualiza la letra  muerta de la escritura. Esto exige interpretar la escritura en el contexto de la tradición apostólica, teniendo en cuenta el testimonio de los padres de la iglesia, la liturgia, el asentimiento del pueblo de Dios en cuestiones de fe y costumbres, y las orientaciones del magisterio. Pero exige además interceptarse en la tradición viva, abrirse  al espíritu Santo para profundizar la escritura y descubrir su sentido actual.

9. Principio  la analogía de la fe. La interpretación del escritura exige atender a la analogía de la fe, es decir, tener en cuenta la conexión de cada texto con los misterios de la fe que vive y proclama la iglesia. Así, la interpretación está siempre abierta una nueva profundización del significado, pues la tarea de interpretar la palabra de Dios no se agota nunca y cada vez puede descubrirse nuevos aspectos del texto relacionados con el misterio global, los cuales, sin embargo, nunca pueda entrar en contradicción con la  de la Iglesia.

Conclusión

De acuerdo  con todo lo expuesto, los evangelizadores, y en especial los catequistas, con sano criterio, deberán recoger todas las enseñanzas de los biblistas y de los teólogos.Se abstendrá de turbar el espíritu de los niños y de los jóvenes, en esa tapa de su catequesis, con teorías extrañas, problemas fútiles o discusiones estériles muchas veces fustigadas por San Pablo en sus cartas pastorales. De una cosa debemos estar seguros: la Iglesia confía plenamente en que el mismo espíritu que inspiró a los redactores de la biblia, continúa viéndola y dirigiéndola a  través del tiempo y diversas generaciones. Esta debe ser nuestra oración llena de confianza en el espíritu Santo, alma de la iglesia.

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