No he venido a abolir la Ley y los Profetas : he venido a darle plenitud

Juliana, (o Ileana) Mártir, Santa

Virgen y Mártir, 16 de febrero

Martirologio Romano: En la Campania, santa Juliana, virgen y mártir (s. inc.).

Breve Biografía

Cuando llegó la paz de Constantino, la matrona Sofronia tomó las reliquias del cuerpo de la mártir Juliana con la intención de llevarlas consigo a Roma. Por una tempestad, tuvo que desembarcar en Puzoli donde le edificó un templo que luego destruyeron los lombardos. Las reliquias se vieron peligrar y prudentemente se trasladaron a Nápoles donde reposan y se veneran con gran devoción.

En Nicomedia tuvieron lugar los hechos, de mil maneras narrados y con toda clase de matices comentados, en torno a esta santa que hizo un proyecto de su vida contrapuesto al deseado por su padre. Los narraré escuetamente adelantando ya que fue por la persecución de Maximiano.

Juliana es hija de una conocida familia ilustre pero con un padre pagano metido en el ejercicio del Derecho - que cuando llega el momento llega a convertirse en perseguidor de los cristianos - y una madre agnóstica. Ella, por la situación del entorno familiar nada favorable para la vivencia cristiana, se ha hecho bautizar en secreto. Además se le ha ocurrido entregarse enteramente a Cristo y no entra el casamiento en sus planes de futuro. Este es el marco.

La dificultad del caso comienza cuando Eluzo, que es un senador joven, quiere casarse con Juliana. La cosa se pone aún más interesante porque, conociendo que Eluzo bebe los vientos por su hija, ya ha concertado el padre el matrimonio entre el senador y la joven, comprometiendo su honorabilidad.

La supuesta novia lo recibe amablemente y con cortesía haciendo gala de su esmerada educación.

Pero, al llegar el momento culminante de los detalles matrimoniales, salta sobre el tapete una condición al aspirante con la intención de desligarse del compromiso. No lo aceptará -le dice- mientras no sea juez y prefecto de la ciudad. Claro que eso era como pedir la luna; pero se vio pillada en sus palabras ya que en poco tiempo, gracias a influencias, dinero y valía personal, Eluzo se ha convertido en juez y prefecto de Nicomedia; además, continúa insistiendo en sus pretensiones matrimoniales con Juliana. La doncella mantiene la dignidad dándole toda clase de felicitaciones y parabienes, al tiempo que le asegura no poder aceptar el matrimonio hasta que se dé otra condición imprescindible para cubrir la sima que los separa: debe hacerse cristiano.

Ante tamaño disparate es el propio Eluzo quien pondrá al padre al corriente de lo que está pasando y de la «novedad» que se presenta.

«Si eso es verdad, seremos juez y fiscal para mi hija». Juliana sólo sabe contestar a su padre furioso que ansía ser la primera dama de la ciudad, pero que sin ser cristiano, todo lo demás lo estima en nada.

«Por Apolo y Diana! Más quiero verte muerta que cristiana».

Convertida al cristianismo, se destacó por su entusiasmo y ardor en la difusión de la fe, por lo que fue encarcelada, torturada y finalmente decapitada el año 305. Su cuerpo fue trasladado a Cumas, en Italia, y posteriormente su reliquias llegaron a España, donde en su honor los condes de Castilla levantaron el célebre monasterio de Santillana (Santa Ileana), uno de los mejores monumentos de la Edad Media española

En la conversación tratará a su padre con respeto y amor de hija, pero... «mi Salvador es Jesucristo en quien tengo puesta toda mi confianza». Vienen los tormentos esperados cuando las razones no son escuchadas. Estaño derretido y fuego; además, cárcel para darle tiempo a pensar y llevarla a un cambio de actitud. Finalmente, con 18 años, se le corta la cabeza el 16 de febrero del 308.

Alguna vez hay padres «se pasan» al forzar a sus hijos cuando tienen que elegir estado. Esto tiene más complicaciones si razones profundas, como la fe práctica, dificulta la comprensión de los motivos que distancian. ¿No pensaría el padre de Juliana que sin matrimonio y cristiana su hija sería desgraciada? Quizá con viva fe cristiana llegara a vislumbrar que Jesucristo llena más que el dinero, el poder, la dignidad y la fama.

Uno de los hechos más característicos de las «Actas», es la discusión que tuvo la santa con el demonio, el cual, disfrazado como un ángel de luz, trataba de persuadirla para que accediese a los deseos de su padre y de su pretendiente. Por ello, el arte medieval representaba comúnmente a Santa Juliana con una cadena o una cuerda disponiéndose a atar a un demonio alado.

Jesucristo ha venido a traer plenitud

Santo Evangelio según san Mateo 5, 17-37. Domingo VI del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Dame la gracia, Señor, de hacer una experiencia que me renueve en el amor a ti, a los demás y a mismo; a tener una experiencia real de tu Amor. Ven, Espíritu Santo, ¡e infunde tu gracia en mi mente y mi corazón!

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 5, 17-37

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "No crean que he venido a abolir la ley o los profetas; no he venido a abolirlos, sino a darles plenitud. Yo les aseguro que antes se acabarán el cielo y la tierra, que deje de cumplirse hasta la más pequeña letra o coma de la ley. Por lo tanto, el que quebrante uno de estos preceptos menores y enseñe eso a los hombres, será el menor en el Reino de los Cielos; pero el que los cumpla y los enseñe, será grande en el Reino de los cielos. Les aseguro que si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, ciertamente no entrarán ustedes en el Reino de los Cielos.

Han oído ustedes que se dijo a los antiguos: No matarás y el que mate será llevado ante el tribunal. Pero Yo les digo: Todo el que se enoje con su hermano, será llevado también ante el tribunal; el que insulte a su hermano, será llevado ante el tribunal supremo, y el que lo desprecie, será llevado al fuego del lugar de castigo.

Por lo tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda junto al altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano, y vuelve luego a presentar tu ofrenda. Arréglate pronto con tu adversario, mientras vas con él por el camino; no sea que te entregue al juez, el juez al policía y te metan a la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.

También han oído ustedes que se dijo a los antiguos: No cometerás adulterio; pero yo les digo que quien mire con malos deseos a una mujer, ya cometió adulterio con ella en su corazón. Por eso, si tu ojo derecho es para ti ocasión de pecado, arráncatelo y tíralo lejos, por que más te vale perder una parte de tu cuerpo y no que todo él sea arrojado al lugar de castigo. Y si tu mano derecha es para ti ocasión de pecado, córtatela y arrójala lejos de ti, porque más te vale perder una parte de tu cuerpo y no que todo él sea arrojado al lugar de castigo.

También se dijo antes: El que se divorcie, que le dé a su mujer un certificado de divorcio; pero Yo les digo que el que se divorcia, salvo el caso de que vivan en unión ilegítima, expone a su mujer al adulterio y el que se casa con una divorciada comete adulterio.

Han oído ustedes que se dijo a los antiguos: No jurarás en falso y le cumplirás al Señor lo que le hayas prometido con juramento. Pero Yo les digo: No juren de ninguna manera, ni por el Cielo, que es el trono de Dios; ni por la Tierra, porque es donde Él pone los pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del gran Rey.

Tampoco jures por tu cabeza, porque no puedes hacer blanco o negro uno solo de tus cabellos. Digan simplemente sí, cuando es sí; y no, cuando es no. Lo que se diga de más, viene del maligno".

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Al final de su vida, durante la Última Cena, Jesús nos da un mandamiento nuevo, el mandamiento del amor, el mandamiento pleno, el cual hace polvo toda queja, disgusto, dificultad, negación de los mandamientos del no, es decir, al no mentiras, no cometerás actos impuros, no robarás, no matarás, no jurarás en falso, nono y no. El mandamiento del amor es el más grande e importante para Dios. Sólo pensemos que, amando a nuestros semejantes, traemos la presencia de Dios por medio de nuestros actos, porque Dios es amor. Mejor aún, sí pensamos en grande, hoy tenemos la gracia de ir a la Celebración Eucarística donde, más que sentir el amor de Dios, lo vemos encarnado en el pan consagrado por el sacerdote de Cristo.

El lenguaje del cristiano es el amor, quien se queja de la Iglesia es porque o es un tartamudo, sordo o mudo en el lenguaje del amor. Somos llamados a vivir una dignidad y nobleza de reyes, profetas y de sacerdotes. Creo que los «nos» Dios los da para los que comenzamos una vida de fe, pero el mandamiento del amor es para todos los que tiene un corazón manso y humilde como el de Cristo.

Pidamos a este corazón que inflame el nuestro con un aliento divino, estando disponibles para vivir el amor en nuestra propia vida, casa, comunidad, familia, amigos y el mundo entero.

«Lo primero, ir a lo esencial. No quiere decir “romper con todo”, romper con aquello que no se acomoda a nosotros, porque tampoco Jesús vino “a abolir la ley, sino a llevarla a su plenitud”. Ir a lo esencial es más bien ir a lo profundo, a lo que cuenta y tiene valor para la vida. Jesús enseña que la relación con Dios no puede ser un apego frío a normas y leyes, ni tampoco un cumplimiento de ciertos actos externos que no llevan a un cambio real de vida. Tampoco nuestro discipulado puede ser motivado simplemente por una costumbre, porque contamos con un certificado de bautismo, sino que debe partir de una viva experiencia de Dios y de su amor. El discipulado no es algo estático, sino un continuo camino hacia Cristo; no es simplemente el apego a la explicitación de una doctrina, sino la experiencia de la presencia amigable, viva y operante del Señor, un permanente aprendizaje por medio de la escucha de su Palabra».

(Homilía de S.S. Francisco, 9 de septiembre de 2017).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Pensar y agradecer el amor recibido por Dios a través de los demás.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

La ley nueva o ley evangélica

Es obra de Cristo y se expresa particularmente en el Sermón de la Montaña

La Ley nueva o Ley evangélica es la perfección aquí abajo de la ley divina, natural y revelada. Es obra de Cristo y se expresa particularmente en el Sermón de la Montaña. Es también obra del Espíritu Santo, y por él viene a ser la ley interior de la caridad: ‘Concertaré con la casa de Israel una alianza nueva... pondré mis leyes en su mente, en sus corazones las grabaré; y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo’.

La Ley nueva es la gracia del Espíritu Santo dada a los fieles mediante la fe en Cristo. Actúa por la caridad, utiliza el Sermón del Señor para enseñarnos lo que hay que hacer, y los sacramentos para comunicarnos la gracia de realizarlo:

El que quiera meditar con piedad y perspicacia el Sermón que nuestro Señor pronunció en la montaña, según lo leemos en el Evangelio de san Mateo, encontrará en él sin duda alguna la carta perfecta de la vida cristiana... Este Sermón contiene todos los preceptos propios para guiar la vida cristiana.

La Ley evangélica ‘da cumplimiento’, purifica, supera, y lleva a su perfección la Ley antigua. En las ‘Bienaventuranzas’ da cumplimiento a las promesas divinas elevándolas y ordenándolas al ‘Reino de los cielos’. Se dirige a los que están dispuestos a acoger con fe esta esperanza nueva: los pobres, los humildes, los afligidos, los limpios de corazón, los perseguidos a causa de Cristo, trazando así los caminos sorprendentes del Reino.

La Ley evangélica lleva a plenitud los mandamientos de la Ley. El Sermón del monte, lejos de abolir o devaluar las prescripciones morales de la Ley antigua, extrae de ella sus virtualidades ocultas y hace surgir de ella nuevas exigencias: revela toda su verdad divina y humana. No añade preceptos exteriores nuevos, pero llega a reformar la raíz de los actos, el corazón, donde el hombre elige entre lo puro y lo impuro , donde se forman la fe, la esperanza y la caridad, y con ellas las otras virtudes. El Evangelio conduce así la Ley a su plenitud mediante la imitación de la perfección del Padre celestial, mediante el perdón de los enemigos y la oración por los perseguidores, según el modelo de la generosidad divina .

La Ley nueva practica los actos de la religión: la limosna, la oración y el ayuno, ordenándolos al ‘Padre que ve en lo secreto’, por oposición al deseo ‘de ser visto por los hombres’ . Su oración es el Padre Nuestro.

La Ley evangélica entraña la elección decisiva entre ‘los dos caminos’ y la práctica de las palabras del Señor ; está resumida en la regla de oro: ‘Todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros; porque ésta es la Ley y los profetas’ .

Toda la Ley evangélica está contenida en el ‘mandamiento nuevo’ de Jesús: amarnos los unos a los otros como El nos ha amado .

Al Sermón del monte conviene añadir la catequesis moral de las enseñanzas apostólicas, . Esta doctrina transmite la enseñanza del Señor con la autoridad de los apóstoles, especialmente exponiendo las virtudes que se derivan de la fe en Cristo y que anima la caridad, el principal don del Espíritu Santo. ‘Vuestra caridad sea sin fingimiento... amándoos cordialmente los unos a los otros... con la alegría de la esperanza; constantes en la tribulación; perseverantes en la oración; compartiendo las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad’. Esta catequesis nos enseña también a tratar los casos de conciencia a la luz de nuestra relación con Cristo y con la Iglesia.

La Ley nueva es llamada ley de amor, porque hace obrar por el amor que infunde el Espíritu Santo más que por el temor; ley de gracia, porque confiere la fuerza de la gracia para obrar mediante la fe y los sacramentos; ley de libertad , porque nos libera de las observancias rituales y jurídicas de la Ley antigua, nos inclina a obrar espontáneamente bajo el impulso de la caridad y nos hace pasar de la condición del siervo ‘que ignora lo que hace su señor’, a la de amigo de Cristo, ‘porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer’ , o también a la condición de hijo heredero.

Más allá de sus preceptos, la Ley nueva contiene los consejos evangélicos. La distinción tradicional entre mandamientos de Dios y consejos evangélicos se establece por relación a la caridad, perfección de la vida cristiana. Los preceptos están destinados a apartar lo que es incompatible con la caridad. Los consejos tienen por fin apartar lo que, incluso sin serle contrario, puede constituir un impedimento al desarrollo de la caridad.

Los consejos evangélicos manifiestan la plenitud viva de una caridad que nunca se sacia. Atestiguan su fuerza y estimulan nuestra prontitud espiritual. La perfección de la Ley nueva consiste esencialmente en los preceptos del amor de Dios y del prójimo. Los consejos indican vías más directas, medios más apropiados, y han de practicarse según la vocación de cada uno:

(Dios) no quiere que cada uno observe todos los consejos, sino solamente los que son convenientes según la diversidad de las personas, los tiempos, las ocasiones, y las fuerzas, como la caridad lo requiera. Porque es ésta la que, como reina de todas las virtudes, de todos los mandamientos, de todos los consejos, y en suma de todas las leyes y de todas las acciones cristianas, da a todos y a todas rango, orden, tiempo y valor.

La justicia debe ir de la mano de las virtudes cardinales

El Papa al Tribunal vaticano, 15 de febrero de 2020

Esta mañana tuvo lugar la apertura del 91 año judicial del Tribunal de la Ciudad del Vaticano. El Papa Francisco en su discurso les recordó a los presentes, que para promover la justicia es necesario tener una actitud particular no sólo intelectualmente, sino también moral y deontológicamente. Las palabras de Jesús, dijo el Papa, pueden ayudarnos en esto: "Con la medida con que juzguéis, seréis juzgados".

“El Evangelio nos recuerda que nuestros intentos de justicia terrenal siempre tienen como horizonte último el encuentro con la justicia última, la de Dios. Estas palabras no deben asustarnos, sino animarnos a cumplir nuestro deber con seriedad y humildad”.

Muchos de los presentes, están involucrados en instituciones responsables de la administración de la Justicia y la protección de la ley y el orden. A ellos les exhortó a continuar en su esfuerzo diario de establecer la justicia. Comprometiéndose cada uno a ser conscientes de sus importantes responsabilidades. Abrir espacios y nuevos caminos para la aplicación de la justicia para la promoción de la dignidad humana, de la libertad, en definitiva, de la paz.

Francisco recordó que quienes están llamados a juzgar, lo deben hacer con criterios humanos, porque la justicia, no fluye tanto de la perfección formal del sistema y las reglas, sino de la calidad y la rectitud de las personas, in primis de los jueces.

Antes de juzgar al otro encontrar la justicia interior
El Evangelio, señaló, nos enseña una mirada más profunda a la mentalidad mundana, y nos muestra que la justicia propuesta por Jesús no es un simple conjunto de reglas aplicadas técnicamente, sino una disposición del corazón que guía a los que tienen responsabilidad.

Pero antes de juzgar al otro, el Papa dijo que es necesario establecer la justicia dentro de nosotros, luchando con fuerza para marginar la cizaña que nos habita. Pero la vigilancia sobre nosotros mismos, con la consiguiente lucha interior, nos ayuda a no dejar que el mal se apodere del bien. En este sentido, invitó a todos a sentirse involucrados no sólo en un compromiso externo que concierne a los demás, sino también en un trabajo personal dentro de cada uno de nosotros: nuestra conversión personal. ¡Esta es la única justicia que genera justicia!

Las virtudes cardinales de la mano de la justicia
Pero para el Pontífice, la justicia por sí sola no es suficiente, debe ir acompañada también de las otras virtudes, especialmente las virtudes cardinales, las que actúan como bisagras: prudencia, fortaleza y templanza.

“La prudencia, nos da la capacidad de distinguir lo verdadero de lo falso y nos permite atribuir a cada uno lo suyo.

La templanza como elemento de moderación y equilibrio en la evaluación de hechos y situaciones nos hace libres para decidir según nuestra conciencia.

La fortaleza nos permite superar las dificultades que encontramos, resistiendo las presiones y las pasiones. Especialmente les puede servir de ayuda a ustedes en la soledad que a menudo experimentan al tomar decisiones complejas y delicadas”.

La tarea de juzgar, dijo, requiere no sólo preparación y equilibrio, sino también pasión por la justicia y conciencia de las grandes y obedientes responsabilidades del juicio.

Los cambios de la legislación vaticana
Un segundo punto sobre la justicia son las leyes que regulan las relaciones interpersonales y, por tanto, su legalidad, pero también los valores éticos que constituyen el trasfondo. En su discurso, el Papa recordó los cambios que está experimentando en el último decenio la legislación vaticana, en particular en el sector penal. Con el objetivo no sólo de alcanzar una modernización, pero sobre todo por la necesidad de respetar los compromisos internacionales que la Santa Sede ha asumido también en nombre del Estado Vaticano. Compromisos que conciernen sobre todo a la protección de la persona humana, amenazada en su propia dignidad, y a la protección de los grupos sociales, a menudo víctimas de nuevas y odiosas formas de ilegalidad.

Para concretar este compromiso, la Santa Sede ha iniciado un proceso de adaptación de su legislación a las normas del derecho internacional y, en el plano operacional, se ha comprometido especialmente a luchar contra la ilegalidad en la esfera de las finanzas a nivel internacional. Con ese fin, ha fomentado las relaciones de cooperación y el intercambio de políticas e iniciativas de aplicación de la ley, creando espacios internos de vigilancia e intervención capaces de llevar a cabo controles estrictos y eficaces.

A raíz de estas acciones, se han descubierto “situaciones financieras sospechosas”, que más allá de la posible ilegalidad, no se ajustan a la naturaleza y los objetivos de la Iglesia, y han generado desorientación y ansiedad en la comunidad de los fieles. Estos hechos han sido señalados a la atención del poder judicial y aún no se han aclarado en los perfiles de relevancia penal.

Aunque si no es aún el momento para ampliar esta información, como dijo Francisco, en todo caso, dada la plena confianza en la labor de los órganos judiciales y de investigación, y sin perjuicio del principio de la presunción de inocencia de las personas investigadas, un hecho positivo, afirmó, es que precisamente en este caso, los primeros informes fueron realizados por autoridades internas del Vaticano, activas, aunque con competencias diferentes, en los sectores económico y financiero. Esto demuestra la eficacia y la eficiencia de las medidas de represión, como lo exigen las normas internacionales.

La Santa Sede está firmemente decidida a continuar por el camino emprendido, no sólo en lo que respecta a las reformas legislativas, que han contribuido a una consolidación sustancial del sistema, sino también mediante el inicio de nuevas formas de cooperación judicial tanto a nivel de los órganos de investigación como de los organismos de investigación, en las formas previstas por las normas y la práctica internacionales. En este campo, el Cuerpo de Gendarmería también se ha distinguido por su actividad de investigación en apoyo de la Oficina del Promotor de la Justicia.

Entre la doctrina y la pastoral

Debemos reconocer la unión indisoluble entre doctrina y pastoral.

En el mundo católico, existe el peligro de presentar la doctrina como algo que va contra la pastoral, o la pastoral como algo independiente de la doctrina.

En realidad, pastoral y doctrina están siempre en una relación estrecha, que se explica sencillamente por un hecho: no hay doctrina que no tenga una dimensión práctica, y no hay pastoral que no dependa de la doctrina.

Ciertamente, hay aspectos teóricos que llevan a una mala pastoral. Entonces, el error no está en las aplicaciones, sino precisamente en ideas equivocadas que adulteran y dañan la sana doctrina.

También hay errores pastorales que no surgen desde una separación de la doctrina, sino que nacen de ideas (es decir, teorías o doctrinas) equivocadas que se adoptan como “complemento” o ayuda a la pastoral.

Por lo mismo, frente a la idea de que pastoral y doctrina pueden corren por caminos separados, hay que reconocer simplemente sus relaciones intrínsecas e irrenunciables.

Entonces lo que hace falta es preguntarse si una doctrina es correcta, y si su aplicación responde a principios válidos. Lo cual, para un católico, supone conocer a fondo la fe de la Iglesia e interpretarla con ayuda del Papa y los obispos fieles.

No separar doctrina y pastoral, sino reconocer su unión indisoluble, será el mejor modo de vivir la caridad que enseñaba el beato Pablo VI en su encíclica “Humanae vitae”, cuando recordaba cómo ambas dimensiones están intrínsecamente unidas:

“No menoscabar en nada la saludable doctrina de Cristo es una forma de caridad eminente hacia las almas. Pero esto debe ir acompañado siempre de la paciencia y de la bondad de que el mismo Señor dio ejemplo en su trato con los hombres. Venido no para juzgar sino para salvar (Jn 3,17), Él fue ciertamente intransigente con el mal, pero misericordioso con las personas”.

¿Por qué y cómo dar limosna?

La limosna llega a su plenitud cuando el bien que compartimos ayuda al prójimo a mejorar su condición.

Por: GabrielGonzález Nares | Fuente: Encuentra.com

"La limosna evangélica no es simple filantropía: es más bien una expresión concreta de la caridad, la virtud teologal que exige la conversión interior al amor de Dios y de los hermanos, a imitación de Jesucristo". Benedicto XVI

¿Por qué dar limosna?

El Papa Benedicto XVI nos enseñó que "La limosna nos ayuda a vencer esta constante tentación (la avaricia) educándonos a socorrer al prójimo en sus necesidades y a compartir con los demás lo que poseemos por bondad divina. Las colectas especiales en favor de los pobres, que en Cuaresma se realizan en muchas partes del mundo, tienen esta finalidad. De este modo, a la purificación interior se añade un gesto de comunión eclesial al igual que sucedía en la Iglesia primitiva" [1].

"Según las enseñanzas evangélicas no somos propietarios de los bienes que poseemos, sino administradores: por tanto, no debemos considerarlos una propiedad exclusiva, sino medios a través de los cuales el Señor nos llama, a cada uno de nosotros, a ser un medio de su providencia hacia el prójimo" [2].

En breve, digamos que el sentido principal de la limosna es hacer presente en el mundo la caridad divina a través de nosotros. Con este ejercicio comunicamos la caridad divina, pues buscamos con sinceridad el bien y la integridad del prójimo.

¿La limosna debe ser material?

Al hablar de limosna nos referimos a la dádiva de un bien que nos es valioso y el cual necesitamos. Es decir, la limosna no es lo que nos sobra. Incluso si diéramos grandes sumas de dinero que no necesitáramos esa dádiva no sería limosna, pues con ella no compartimos lo que realmente necesitamos para sobrevivir.

En este sentido, no importa la cantidad de lo que demos, sino el sentido de generosidad y el compartir lo que verdaderamente lo que no nos sobra, sino que es para nosotros un bien valioso. Por tanto, podemos compartir tiempo, ayuda, consejos, y no sólo alimentos y dinero.

Asegurarnos que la limosna ayude al prójimo

Muchas veces las personas de buenas intenciones dejan de dar limosna a los pobres porque saben que el dinero dado será gastado en drogas, jerarquías delictivas o que, en general, no será de provecho para los necesitados.

Ante esto podemos responder ayudando a los necesitados a través de organizaciones o fundaciones que administran óptimamente los bienes, a fin de que los pobres puedan ayudarse con ellos.

Naturalmente, la acción de la limosna llega a su plenitud cuando el bien que compartimos ayuda al prójimo a mejorar su condición. Sin embargo, lo que el necesitado haga con los bienes compartidos no es directamente responsabilidad de quien da, sino de quien recibe los bienes.

La clave del matrimonio es obsesionarse por hacer feliz al otro

Si tu no estás obsesionado por hacer feliz a tu novia o novio, ¡no te cases!

“Si tu no estás obsesionado por hacer feliz a tu novia o novio, ¡no te cases! Y ten la prudencia de averiguar si ella o él tiene esa misma obsesión por ti”. Así de claro es el consejo de este académico de la Universidad de Málaga, experto en antropología, derecho y terapia familiar, y autor de numerosos libros sobre el tema.

“El amor es una realidad viva: o lo estás alimentando y lo haces crecer, o lo matas”, explica en esta entrevista Tomás Melendo. “Hay que dedicar cada día unos minutos a pensar qué detalles de cariño vas a tener con tu cónyuge; entender tu matrimonio como la gran aventura de tu vida, algo que te ilusiona y que debes defender, porque no estás seguro del final”.

El académico visitó recientemente Chile para participar en el Congreso “Familia Creadora de Humanidad”, organizado por el Instituto de Ciencias de la Familia de la Universidad de los Andes, en el marco de la celebración de XX aniversario del Año Internacional de la Familia declarado por la ONU. Autor de numerosos libros, entrega tres valiosos consejos a los matrimonios:

1. SER UNA PERSONA “QUERIBLE” Y APRENDER A DEJARSE QUERER

“A veces le ponemos muy pesada la pista al amor. Dentro del matrimonio los problemas empiezan cuando uno de los dos no se deja querer”, explica. Esto puede deberse a que “uno no sabe provocar amor, o bien, no sabe recibir a quien se le entrega”, señala.

“Con respecto al primer punto, hay que saber ser “amable” en el sentido de ser una persona que pueda ser amada, querible, y suscitar el amor de otro que se manifiesta de mil maneras. Una expresión muy clara y concreta de esto es arreglarse físicamente y ser atractivo para que el otro disfrute de ti. Aunque esto vale para hombres y mujeres -señala con humor-, lo grafico con un ejemplo: ningún varón medianamente inteligente podría reclamar por el presupuesto que su mujer destina en su arreglo personal, porque eso hace atractivo el matrimonio y mantiene viva la sensualidad”.

“Pero existen otras expresiones, más relacionadas con el carácter, que también influyen en esta característica de ser “amable” como persona. Cada cual en el matrimonio debería entender que su tarea es provocar el amor del otro y no al revés”, señala.

Más difícil de comprender, pero muy frecuente hoy en día, es la siguiente idea que desarrolla Tomás Melendo: “No podemos entregarnos, si en la contraparte no hay alguien que libremente nos reciba”. Hoy la sociedad es muy individualista -explica- y muchas personas no se dejan querer porque son autosuficientes, inseguras, o viven encerradas en sí mismas. El error es doble, porque la clave para ser feliz es darle más importancia al tú que al yo y el único modo de quererme bien a mí mismo, es estando pendiente del otro. Lo demás es infrahumano”, indica con vehemencia.

2. ENTENDER EL MATRIMONIO COMO EL PUNTO DE PARTIDA DE LA GRAN AVENTURA DE LA VIDA

“El amor matrimonial es distinto a todos los demás amores. En el matrimonio, todo lo que no se hace por amor, o es inútil, o es perjudicial”, afirma. Por ello recomienda entender el matrimonio como un punto de partida; como el minuto en que se empieza a amar de una manera radicalmente distinta.

Aunque hoy muchas parejas se separan diciendo “no éramos felices, no resultó”, Melendo es enfático en señalar que eso ocurre porque “no llegan al matrimonio sabiendo que el amor hay que trabajarlo cada día y que la felicidad es directamente proporcional a lo que uno ama. La felicidad no se consigue buscándola directamente, es un efecto que viene cuando uno va creciendo y va amando más y mejor; por lo tanto el matrimonio hay que empezarlo bien y eso significa amar en serio, empeñarse cada momento por enamorarse más y por enamorar más al otro”.

3. DEFENDER EL TIEMPO JUNTOS ES ALTAMENTE NECESARIO

Tomás Melendo recomienda el siguiente esquema, que él afirma haber cumplido a lo largo de toda su vida matrimonial:

Cada día, unos minutos para el cónyuge, a solas para disfrutarlo.
• Cada semana, una tarde para él.
• Cada año, alguna escapada extra.

“Esto -señala- hay que buscarlo y apuntarlo en la agenda, ya que si no lo has apuntado y lo desplazas, no lo re agendas”. Agrega que no hay que tenerle miedo a ser romántico y que la peor política económica en la familia y el matrimonio es ahorrar en felicidad. “Hay que hacer atractivo el enamorarse cada día más, ya que el enamoramiento se pasa si tú no quieres mantenerlo”, asegura.

Papa Francisco: Hay que vivir la ley como un instrumento de libertad

Antoine Mekary | ALETEIA

 

Vatican News | Feb 16, 2020

Sus palabras hoy en el rezo del Ángelus

El Papa dedicó su alocución previa al rezo mariano sobre el Evangelio de hoy, que habla del  “Sermón de la Montaña” y del cumplimiento de la Ley. Jesús quiere ayudar a sus oyentes a tener un acercamiento justo con las prescripciones de los Mandamientos dados a Moisés, exhortándolos a estar disponibles para Dios que nos educa a la verdadera libertad y responsabilidad a través de la Ley.

“Cuando cedemos a las tentaciones y pasiones, no somos señores y protagonistas de nuestra propia vida, sino que nos volvemos incapaces de manejarla con voluntad y responsabilidad”.

Las cuatro antítesis 

El discurso de Jesús está estructurado en cuatro antítesis, expresadas con la fórmula “Habéis entendido que se dijo… pero yo os digo”. Estas antítesis se refieren a otras tantas situaciones de la vida cotidiana: asesinato, adulterio, divorcio, juramentos.

Jesús, afirmó el Pontífice, nos anima a pasar de una observancia formal de la Ley a una observancia sustancial, aceptando la Ley en nuestro corazón, que es el centro de las intenciones, decisiones, palabras y gestos de cada uno de nosotros. Del corazón salen las buenas y las malas acciones.

Aceptar la ley de Dios en nuestro corazón

El Papa dijo que si aceptamos la Ley de Dios en nuestros corazones entendemos que cuando no amamos a nuestro prójimo, hasta cierto punto, nos matamos a nosotros mismos y a los demás, porque el odio, la rivalidad y la división matan la caridad fraternal que es la base de las relaciones interpersonales.

Si aceptamos la Ley de Dios en el corazón, podremos guiar nuestros deseos, comprenderemos que “hay que abandonar un estilo de vida de promesas rotas, no mantenidas, así como pasar de la prohibición del perjurio a la decisión de no jurar en absoluto, asumiendo la actitud de plena sinceridad con todos”.

Jesús nos ama y nos tiende su mano cada día

“Pero Jesús es consciente de que no es fácil vivir los Mandamientos de una manera total y tan profundamente. Por eso nos ofrece la ayuda de su amor: vino al mundo no sólo para cumplir la Ley, sino también para darnos su gracia, para que podamos hacer la voluntad de Dios, amándolo a él y a nuestros hermanos y hermanas”.

Por último, el Santo Padre nos dijo que confiemos en Jesús, acojamos su mano que nos tiende constantemente, para que nuestros esfuerzos y nuestro compromiso puedan ser sostenidos por su ayuda, llena de bondad y misericordia.

“Hoy Jesús nos pide que avancemos en el camino del amor que nos ha mostrado y que comienza desde el corazón. Esta es la manera de vivir como cristianos”.

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