Dejándolo todo, se levantó y le siguió
- 29 Febrero 2020
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Monje, 28 (29) de febrero
No está incluido en el actual Martirologio Romano. En los años bisiestos se celebra el día 29 en lugar del 28.
Breve Biografía
Los años bisiestos tienen el inconveniente de celebrar un tanto aislada en clara desventaja con respecto a los demás santos la fiesta de los que el santoral coloca en este día. Menos mal que desde la altura de la santidad esa situación peculiar, debida a las imperfecciones humanas que no encuentran otra forma para medir el tiempo, a mí se me antoja que puede ser una más de las oportunidades que en el Cielo deben tener los bienaventurados para bromear entre ellos aquello de la gloria accidental y para ejercer su función de intercesores al compadecerse mejor de las flaquezas tan comprobables de los hombres.
Es el caso de Dositeo. Cuenta una antiquísima biografía suya que pasó los años de su juventud alineado en las filas del ejército, peleón como el primero y entusiasta de las victorias como el que más. Era cristiano. Entre guerra y guerra tuvo la oportunidad de visitar los Santos Lugares; peregrino piadoso, fue rememorando los acontecimientos de la Salvación que allí se realizaron; su amor a Jesucristo fue creciendo entre las piedras que ahora podía tocar y besar; en Getsemaní se quedó profundamente impresionado ante la visión de un cuadro que representaba los tormentos del Infierno. Aquello fue la ocasión para que diera un vuelco su vida. Decidió abandonar sus bien estudiados planes de futuro y los cambió por hacerse monje en Gaza (Palestina); desde entonces, intentó poner en juego todas sus energías con el fin de lograr la más perfecta imitación de Jesucristo, bajo la dirección del abad san Doroteo. Desprendimiento es la palabra-clave desde entonces.
Comprendió con claridad que cualquier persona, cosa y situación de la tierra podría servirle de enredo y estorbo para el anhelo del Cielo. Y con el paso del tiempo cuentan sus biógrafos, logró un desapego completo y perfecto de todas las cosas, manifestado incluso en el desprendimiento de los libros para los rezos y de las herramientas con las que trabajaba su huerto.
Debían tener razón, porque ¡tantas veces se oculta el apegamiento detrás de la razonable excusa de poseer las cosas consideradas imprescindibles para el ejercicio de la profesión, o de las que son un medio para vivir! De esta manera, se presenta al asceta san Dositeo como un inmenso mazo de amor a Dios, un hombre cuya voluntad está plena deseos, de ansias, de anhelos de vivir en exclusiva para el Señor, con la decisión de entrar en su eterna posesión sin la rémora o lastre que pueda suponer el más ínfimo cariño a las cosas terrenas.
Pensándolo bien, no es extraño que con esa desnudez heroica de afectos a lo que la mayoría de los mortales aprecian, Dositeo haya dado una prueba más al acertar a morirse en el día del año que sólo cada cuatro llega. Así, ni siquiera está apegado a su recuerdo.
De Enfermo a Enfermero
Santo Evangelio según san Lucas 5, 27-32. Sábado después de Ceniza
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor Jesús te pido que te hagas presente en mi vida, y de forma especial en este momento de oración. Ayúdame a escuchar tu palabra, a interiorizar tu mensaje y a predicar tus enseñanzas con el ejemplo de mi vida cristiana, para ser así, un fiel colaborador en la extensión de tu reino. Amen.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 5, 27-32
Después de esto, salió y vio a un publicano llamado Leví, sentado en el despacho de impuestos, y le dijo: «Sígueme». El, dejándolo todo, se levantó y le siguió. Leví le ofreció en su casa un gran banquete. Había un gran número de publicanos, y de otros que estaban a la mesa con ellos. Los fariseos y sus escribas murmuraban diciendo a los discípulos: «¿Por qué coméis y bebéis con los publicanos y pecadores?» Les respondió Jesús: «No necesitan médico los que están sanos, sino los que están mal. No he venido a llamar a conversión a justos, sino a pecadores».
Palabra del Señor.
Meditación
Este pasaje del evangelio está dividido en dos momentos. El primero es el encuentro de Leví con Jesucristo. Él era un publicano, un enfermo espiritual, pero su respuesta inmediata a la invitación del Señor, muestra un aspecto especial de su corazón, pues, aunque vivía en las riquezas, no estaba totalmente apegado a ellas. Leví fue capaz de dejar de lado las cosas materiales, para dejarse interpelar por la voz y la mirada del Señor. Esto transformo radicalmente su vida. Una persona que tiene una experiencia profunda de Jesucristo, no vuelve a ser la misma. De esta manera se presenta el segundo momento del evangelio, en éste, Leví pasa de ser enfermo a ser el enfermero que ayuda al médico a tocar las vidas de otros enfermos «Leví le ofreció en su casa un gran banquete, había un gran número de publicanos». La experiencia que Leví tuvo del amor de Jesucristo, no solo le llevo al agradecimiento sino también a la acción. Esta es la vocación y misión a la que como cristianos estamos llamados. Primero a dejarnos interpelar por el amor de Jesucristo para después, compartirlo con los demás, conscientes de nuestra miseria, pero también de la grandeza y misericordia del Señor.
«El cristiano está llamado a comprometerse concretamente con las realidades humanas y sociales sin contraponer "Dios" y "César"; contraponer a Dios y al César sería una actitud fundamentalista. El cristiano está llamado a comprometerse concretamente en las realidades terrenales, pero iluminándolas con la luz que viene de Dios». (Ángelus del Papa Francisco, 22 de octubre de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Señor Jesús, gracias por salir al encuentro en mi vida, por ser el medico de almas que siempre está dispuesto a curar y transformar mi corazón y fortalecer mis debilidades. Ayúdame a ser cada vez un mejor apóstol, para poder acercar a otros a ti, de manera que ellos también puedan tener la experiencia transformadora de tu amor.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Llamar o enviar un mensaje de motivación a algún conocido que esté pasando por alguna dificultad en la vida, especialmente en un aspecto espiritual.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia;
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Mateo, de publicano a santo
El cobrador de impuestos, no calcula las consecuencias, no regatea. Deja absolutamente todo y comienza una nueva vida al lado de Cristo.
Mateo, el publicano, tuvo la gran suerte de encontrarse con Cristo y así su vida experimentó un gran cambio hasta convertirse en el gran apóstol y evangelista que conocemos.
Experimentó sin duda la angustia y la tristeza del pecado desde su condición de publicano, pero después fue valiente y decidido a la hora de abandonar aquella vida para ponerse de rodillas ante la verdad de Dios que quería su corazón plenamente. Así se operó la conversión: de publicano a santo.
Al pasar vio a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: "Sígueme" (Mt 9, 9). La misión de Cristo fue siempre la de salvar al hombre de la esclavitud del mal. Parece que siempre está comprometido en esta lucha.
Cristo siempre pasa, y siempre se encuentra con alguien: con Zaqueo, con la Samaritana, con la pecadora pública. Al pasar se encuentra con Mateo, un publicano, un ser señalado por los judíos que se creían buenos, un hombre de mala reputación, un pecador. Cristo se dirige a él y le ofrece otro camino: cambiar la mesa de los impuestos por una vida de entrega generosa y desinteresada a los demás, cambiar la vida de pecado por una vida de amistad con Dios, cambiar en definitiva el corazón. Una auténtica conversión. Él acepta esta invitación, porque la mirada de aquel hombre le había hecho comprender su pobreza interior, la pobreza que siempre conlleva el pecado.
"Él se levantó y le siguió" (Mt 9,9). Admira la prontitud con que Mateo abandona su vida de pecado para abrazar el amor de Dios. No hace consideraciones, no calcula las consecuencias, no regatea a Cristo. Deja absolutamente todo y comienza una nueva vida al lado de Cristo.
Realiza dos gestos, sintetizados en dos palabras: "Se levantó", como si se dijera que abandona aquella mesa, símbolo de su vida pasada y de su pecado; y es que para salir del pecado siempre hay que abandonar algo propio, personal. Y "le siguió", es decir, abrazó una nueva vida, una vida junto a Dios, una vida centrada en otros valores, una vida nueva en Cristo. No fue sin duda fácil para Mateo esta decisión, pero bien valía la pena probar otro camino distinto de aquel que se había convertido para él en tantos momentos de dolor, de angustia y de remordimiento.
"No he venido a llamar a justos sino a pecadores" (Mt 9,13). Jesús aceptó la invitación de Mateo a comer en su casa, casa que se llenó enseguida de publicanos y pecadores. Los fariseos preguntaron a los discípulos por qué comía su Maestro con publicanos y pecadores.
Pero fue Jesús el que les respondió: "No necesitan médico los que están fuertes sino los que están mal. Id, pues, a aprender lo que significa aquello de: Misericordia quiero, que no sacrificio" (Mt 9, 10-13).
Es maravilloso el comprender cómo el Corazón de Dios busca la oveja perdida y cómo se llena de alegría verdadera y profunda cuando la encuentra. Por eso se enfrenta con estas palabras tan consoladoras a aquellos fariseos que se extrañaban de que el Maestro se sentara a la mesa con los pecadores. No sabían aquellos hombres que Cristo había venido a salvar precisamente a aquellos que ellos despreciaban y, más aún, ignoraban los fariseos que tal vez era más fácil sacar del abismo del mal a personas que se aceptaban pecadoras que a ellos mismos que se consideraban justos.
Santa Sede crea grupo de trabajo para la protección de menores
Al final de la reunión «La protección de los menores en la Iglesia».
En un comunicado emitido hoy por la Oficina de Prensa de la Santa Sede se dieron a conocer los detalles del grupo de trabajo, el grupo operativo que ayudará a las a las Conferencias Episcopales en la preparación y actualización de las directrices sobre la tutela de menores.
El comunicado informa que, a un año de distancia en el que se definieron los detalles del proyecto, el Santo Padre ordenó que:
1.Supervisará el grupo de trabajo S.E. Mons. Edgar Peña Parra, Suplente de Asuntos Generales de la Secretaría de Estado junto con los Cardenales Oswald Gracias, Arzobispo de Bombay, Blase Joseph Cupich, Arzobispo de Chicago, S.E. Mons. Charles Jude Scicluna, Arzobispo de Malta y Secretario Adjunto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y el P. Hans Zollner, SJ, Decano del Instituto de Psicología de la Pontificia Universidad Gregoriana y miembro de la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores.
2. El grupo de trabajo asistirá a las Conferencias Episcopales, a los Institutos Religiosos y a las Sociedades de Vida Apostólica; a petición de éstos, en la preparación y actualización de las directrices sobre la protección de los menores, de acuerdo con las orientaciones emitidas por la Congregación para la Doctrina de la Fe, así como con las disposiciones de la legislación canónica vigente sobre el abuso y, en particular, con el Motu proprio "Vos estis lux mundi" del 7 de mayo de 2019.
3. La preparación de las directrices seguirá siendo competencia y responsabilidad de las respectivas Conferencias Episcopales, Institutos Religiosos y Sociedades de Vida Apostólica;
4. El grupo de trabajo durará dos años, comenzando el 24 de febrero de 2020. Está compuesto por un Coordinador, el Dr. Andrew Azzopardi, Jefe de la Comisión de Salvaguarda para la protección de menores y adultos vulnerables de la Provincia Eclesiástica de Malta, y algunos expertos en derecho canónico de diferentes nacionalidades;
5. El Coordinador informará trimestralmente sobre las actividades realizadas por el grupo de trabajo al Sustituto de Asuntos Generales de la Secretaría de Estado;
6. Las actividades del grupo de trabajo cuentan con el apoyo de un fondo especial formado por benefactores;
7. Las solicitudes de asistencia de las Conferencias Episcopales, los Institutos Religiosos y las Sociedades de Vida Apostólica pueden enviarse a la dirección de correo electrónico apropiada (Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.).
El Agua y la Sangre del Sagrado Corazón de Jesús: Bautismo y Eucaristía
Los primeros Padres de la Iglesia interpretan la sangre y el agua que brotó del Sagrado Corazón como símbolos de la Eucaristía y el Bautismo
Fue en la Última Cena, en donde San Juan, el discípulo "a quien Jesús amaba", se reclinó sobre el Sagrado Corazón de Jesús. (Juan 13,23)
Justo unas horas más tarde, al pie de la Cruz, fue San Juan quien vio el Sagrado Corazón de Jesús siendo atravesado por una lanza. Notó que "uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua" (Juan 19:34).
Los primeros Padres de la Iglesia interpretan la sangre y el agua sacramentalmente, como símbolos de la sangre de la Eucaristía y las aguas del Bautismo.
Los sacramentos y la Iglesia surgieron de la herida del Corazón de Cristo. San Agustín establece que, así como Eva fue sacada del costado de Adán durante su "sueño profundo" (Génesis 2,21), también la Iglesia, la novia de Cristo, fue sacada del costado de Jesús en Su muerte.
Es en las aguas del Bautismo y en la sangre de la Eucaristía donde nace y se sostiene la Iglesia. La Iglesia venera apropiadamente al Sagrado Corazón de Jesús, que "Permitió ser traspasado por nuestros pecados", como el símbolo definitivo del amor divino hacia la humanidad. (CIC 2669)
Jesús: el agua que da vida
La encíclica de 1956, Haurietis Aquas, sobre la Devoción del Sagrado Corazón de Jesús, comienza con una cita del profeta Isaías, quien escribe sobre las aguas vivificantes del Mesías sufriente. Isaías declara:
"Ustedes sacarán agua con alegría de las fuentes de la salvación". (Isaías 12,3)
y además, también dice:
"¡Vengan a tomar agua, todos los sedientos, y el que no tenga dinero, venga también!". (Isaías 55,1)
Los otros profetas también, Joel , Ezequiel y Zacarías, hablan de estas aguas vivificadoras del Salvador.
Jesús mismo cita a los profetas que dicen que quien crea en Él "ríos de aguas vivas fluirán de su interior" (Juan 7,38).
¿Qué es esta agua que da vida?
Los primeros Padres de la Iglesia reconocieron el agua que fluía de su Sagrado Corazón como la gracia de los sacramentos. Es un símbolo del derramamiento del Espíritu Santo.
El agua viva es el agua sacramental del Bautismo, en la cual el Espíritu Santo nos limpia del pecado y viene a morar en nosotros. Jesús le dice a Nicodemo que debemos nacer de nuevo de "agua y espíritu", así como Él le dice a la mujer samaritana en el pozo:
"El que beba del agua que yo le daré, nunca más volverá a tener sed. El agua que yo le daré se convertirá en él en manantial que brotará hasta la Vida eterna". (Juan 4,14)
No es una coincidencia que la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús venga en el calendario litúrgico justo después de Pentecostés, conmemorando el don del Espíritu Santo.
El Espíritu Santo procede de las profundidades del Corazón de Jesús. La fiesta del Sagrado Corazón de Jesús es también el primer viernes dentro de la Octava del Corpus Christi, que celebra la presencia real del cuerpo y la sangre de Jesús en la Eucaristía. Esto es apropiado, ya que el Sagrado Corazón de Jesús es parte de su cuerpo físico.
En ese sentido, cuando recibimos la Eucaristía, recibimos el Sagrado Corazón de Jesús. (H.A. 122)
La sangre que brota del Sagrado Corazón de Jesús traspasado en el Calvario simboliza la "sangre del nuevo pacto" que Jesús ofrece en la Última Cena, en la cual participamos en cada misa.
Un Sagrado Corazón que trae paz
En el siglo XVII, la Fe estaba en tumulto, particularmente en Francia, lidiando exteriormente con la Revolución Protestante e interiormente con la herejía jansenista. El jansenismo negó la libre voluntad del hombre, defendiendo que solo aquellos predestinados por Dios recibirían la gracia santificante. Estos maestros pretendían un rigor moral, lo que provocaba que a muchas personas se les negara la Sagrada Comunión debido a sus faltas y pecados.
Fue contra el telón de fondo de esta estrecha cosmovisión, restringiendo los sacramentos de la gracia a unos pocos, que Jesús se apareció a Santa Margarita María Alacoque y dijo:
"He aquí este Corazón, que tanto amó a los hombres, que no ha escatimado nada, incluso a agotarse y consumirse a sí mismo, para dar testimonio de su amor".
Jesús muestra que Él se ofrece a sí mismo, no por unos pocos, sino por el amor de todas las personas, y desea que reciban la Sagrada Comunión con frecuencia. Pidió que se estableciera un día de fiesta en honor a Su Sagrado Corazón, y que las personas debieran ir a la Sagrada Comunión el primer viernes de cada mes, así como a la adoración de la Hora Santa.
Jesús, de hecho, renovó la vida de la Iglesia, animando los corazones de los creyentes, con esta devoción a Su Sagrado Corazón.
Promesas del Sagrado Corazón de Jesús
Jesús también hizo una serie de promesas famosas (más de las doce promesas generalmente asumidas) a Santa Margarita María con respecto a aquellos que tendrían devoción a su Sagrado Corazón.
Estas promesas incluían, entre otros, traer paz a sus familias, consolarlos en sus problemas, otorgarles todas las gracias necesarias en sus vidas, ayudarlos a ser más fervientes y perfectos en su fe, y inscribir sus nombres en Su Corazón para siempre.
En una carta de mayo de 1688, Santa Margarita María escribió acerca de "la gran promesa" que Jesús le contó. Él dijo:
"Te prometo que mi amor todopoderoso otorgará a todos los que recibirán la Comunión en los primeros viernes, durante nueve meses consecutivos, la gracia del arrepentimiento final".
Tan maravillosa como es esta promesa, debemos recordar que esto no es una garantía automática para el cielo. Deberíamos discernir cualquier superstición involucrada con esto.
Como el Padre. James Kubicki, S.J., el Director Nacional del Apostolado de la Oración, escribe:
"No es magia sino la consecuencia natural de una vida vivida en unión con el Corazón de Jesús".
No estamos llamados a la superstición, sino a la devoción.
El Sagrado Corazón de Jesús es renovación.
Nuestra devoción al Sagrado Corazón de Jesús se expresa más plenamente en nuestra devoción a la Iglesia.
La sangre y el agua de la Eucaristía y el Bautismo nos hacen nuevos. Su Espíritu mora en nosotros dándonos la vida eterna. Este es el cumplimiento de la gran profecía de Ezequiel. La escritura dice:
"Yo les daré otro corazón y pondré dentro de ellos un espíritu nuevo: arrancaré de su cuerpo el corazón de piedra y les daré un corazón de carne". (Ezequiel 11, 19)
Y así es con nosotros. Nuestros corazones son conformados y rehechos en los sacramentos del Sagrado Corazón de Jesús.
Mientras Jesús colgaba de la Cruz, él gritó: "Tengo sed". En la lente del cristianismo, la sed de Jesús es salvar almas. Podemos consolar de una manera muy real el Sagrado Corazón de Jesús y Su sed de salvar almas, a través de nuestra reparación y devoción a Su
Sagrado Corazón. (Miserentissimus Redemptor, 13)
Bien entendido, el Bautismo y la Eucaristía nos transforman, que participamos de ellos, en el Cuerpo de Cristo. A través de las aguas vivificantes de Jesús, somos limpios, y por su cuerpo y sangre somos transformados.
En esto, el discípulo amado, San Juan, es nuestro ejemplo; Apoyando nuestras cabezas en el pecho de Jesús, escuchando atentamente los latidos sublimes de Su Sagrado Corazón, Él nos hace nuevas creaciones.
¿Cómo hago para escuchar la voz del Espíritu Santo?
El Espíritu Santo tiene su timbre propio; y por el timbre lo conocemos
Pregunta:
Querido Padre: Vengo de una familia muy religiosa, y mis padres siempre me han dicho que debo escuchar la voz del Espíritu Santo antes de tomar decisiones importantes. Estoy, en estos momentos, en circunstancias difíciles en que muchas cosas se me tambalean en la vida; me han venido a la memoria aquellas palabras de mis padres, pero también cierta duda de cómo debo entenderlas. ¡Yo quiero escuchar al Espíritu Santo, pero no estoy segura de qué quiere decir esto! ¿Me puede ayudar?
Repuesta:
Estimada:
El Espíritu Santo habla en el interior del corazón humano. San Bernardo decía que para el Espíritu no hay puerta cerrada, ni estorbo que pueda impedir su entrada, ya que es el dueño y señor absoluto de nuestro espíritu.
Y cuando habita dentro, el efecto que se sigue es que se escucha su voz. Nosotros identificamos a las personas que nos hablan por el timbre de la voz. También el Espíritu Santo tiene su timbre propio; y por el timbre lo conocemos. Ese timbre son sus efectos interiores.
El Espíritu cuando obra en el alma produce: óptimo consuelo, dulce refrigerio, descanso en los trabajos, frescura en el estío, bálsamo en el dolor; Él lava y purifica la inmundicia, riega nuestra sequedad, fecunda la aridez, sana y cura las heridas, flexibiliza lo que se ha endurecido, templa lo que se ha enfriado, endereza lo que se ha torcido. Estos son los efectos que la liturgia de la Iglesia le atribuye en uno de sus más bellos himnos, el Veni, Sancte Spiritus.
En pocas palabras, produce frutos:
• 1º de penitencia por el pecado propio,
• 2º de misericordia hacia los defectos ajenos,
• 3º de alegría y consuelo por los bienes del prójimo,
• 4º deseos de santidad. Cuando nos sentimos inclinados, pues, a fructificar de este modo, estamos oyendo su voz en el interior del alma.
En cambio el mal espíritu, ya sea el demonio como nuestra misma naturaleza herida por el pecado, obra lo contrario:
• 1º empuja a la desesperación y a la impenitencia por los pecados propios,
• 2º nos endurece ante las miserias ajenas;
• 3º nos entristece y llena de envidia ante los bienes del prójimo,
• 4º nos hace tibios frente a la santidad. Cuando nos sentimos, entonces, arrastrados a estas cosas, no es la voz de Dios la que resuena en nuestro corazón sino la de nuestro enemigo espiritual.
De ahí que debamos siempre pedir oír la voz del Espíritu, pero también reconocerla una vez oída, y seguirla prontamente y solícitamente cuando se la ha reconocido; de lo contrario, cuando desoímos su voz ésta deja de sonar en nuestro corazón.
Puede ver como bibliografía las Reglas de discernimiento de espíritus que trae San Ignacio en sus Ejercicios Espirituales (nn. 313-336).
Manual de Buenas Prácticas en la Santa Misa
Un pequeño documento, que permite ver, conocer y repasar sobre el adecuado comportamiento del fiel católico en la Santa Misa
Este es un pequeño documento, que nos permite ver, conocer y repasar sobre el adecuado comportamiento del fiel católico en la Santa Misa. Espero les sea de alto provecho educativo y herramienta catequética.
1. VISTE DECENTEMENTE, VAS A LA CASA DE DIOS.
- Estás a puertas de la celebración del sacrificio de Cristo en la cruz, vístete con lo mejor que tengas. - La misa no es solo un evento que sucede en día de descanso. Usar traje formal o vestido, muy deseable, pero la mejor vestimenta casual que tengas vendrá bien. Zapato cerrado y el uso de calcetines es no menos que un asunto de urbanidad en situaciones formales, así mismo lo es y con mayor razón para la Santa Misa. - Viste bien, pero porque vas a visitar a Dios en su casa, no para que te vea la gente. - No lleves vestimentas atrevidas, ni pijamas, ni shorts, ni vestimentas deportivas. - El velo no es práctica obsoleta para el rito latino ordinario. Si la mujer se siente llamada a usarlo, esto es práctica santa, aunque usarlo hoy por hoy es práctica opcional. - Ten para tus hijos una o varias vestimentas cómodas para la Misa e incúlcales su importancia.
2. AYUNO EUCARÍSTICO.
- La Iglesia nos exige por norma un ayuno de 1 hora de comida y bebida antes de la sagrada comunión, a excepción del agua y las medicinas (C.D.C 919). Esto no es indultable, y violarla a consciencia es sacrilegio. Incluye el chicle antes y cuanto más, durante la celebración. - En la usanza tradicional (donde la misa dominical es matutina), el ayuno eucarístico se hace desde las 12 de la noche del día anterior hasta el momento de la comunión (¿por qué no hacerlo de tal forma como preparación para la Misa Matutina?) - La razón de esto es la preparación y correcta disposición para recibir el Sacramento y actuar propio de quien identifica la Presencia Real de Cristo en la Eucaristía.
3. REVISA LAS LECTURAS CON ANTERIORIDAD.
- Es recomendable prepararse a las lecturas del día mediante un misal del año o consultándolas en Internet. Esto te ayuda a participar de mejor manera en las lecturas y las oraciones. Cuando ya has preparado las lecturas del día tienes una buena idea de lo que el dice el Señor para recordarlo y entender mejor la homilía.
4. LLEGA SIEMPRE PUNTUAL A LA SANTA MISA.
- Conoce los horarios de cada misa y llega antes de la hora indicada, ojalá para prepararte en oración. - Las campanas, de haberlas tienen su función y suenan cada 15 minutos. La primera llamada nos recuerda la misa. La segunda nos dice que salgamos de casa para irnos al Templo. La Tercera llamada le corresponde al Párroco para ya salir a celebrar la Misa. Ya estás tarde. Recuerda que el precepto dominical (mandamiento de la Santa Madre Iglesia) es oír Misa completa en domingos y fiestas de guardar.
5. REVERENCIA A CRISTO SACRAMENTADO Y AL ALTAR.??
- Entras al templo. Tu primera acción como católico del rito latino, debe ser buscar el Sagrario (y/o a la custodia con el Santísimo expuesto de estarlo). Habrá una luz encendida indicando su lugar si es que hay confusión acerca de dónde y dónde no está reservado el Sacramento.
- Allí estará tu Señor todos los días salvo en Viernes Santo. Si la salud te lo permite, aunque estés distante del sagrario, rodillas ambas o al menos rodilla derecha al suelo (genuflexión), como señal de respeto ya que estás frente al Señor de Señores. Identificarlo y adorarlo debidamente ha de ser prioridad para ti. Si tu recorrido dentro de la parroquia incluye el paso de lado a lado de la misma frente al altar, tu comportamiento ha de ser reverencia profunda, cuantas veces pases aunque no haya empezado la Misa. Si ya está el Señor en el altar, rodilla derecha al suelo. Si la parroquia fuera exclusiva del rito extraordinario (Misa Tridentina), el altar y el sagrario estarán juntos. En este caso el comportamiento es el propio al Santísimo Sacramento, es decir la genuflexión.
6. EL SILENCIO Y TU ACTITUD ANTES DE LA MISA.
- Considera que la misa es algo sagrado, tu momento y el momento de otros con Dios. No habrá nada más importante que eso y que no pueda esperar 45 minutos. Por ello apaga o silencia tu celular, nunca lo pongas con vibrador porque te distrae y te hace dependiente.
- Habrá personas orando, otras confesándose o preparándose para hacerlo. Permanece en silencio u orando como preparación personal y para respetar el momento de los demás con Dios.
- Controla a tus hijos. Evita que suban los pies a las bancas y a los reclinatorios. No lleves juguetes y edúcalos en el respeto propio del momento sagrado. Si son muy menores, y no puedes encomendarlos a alguien, procura hacerte en las bancas del final, por sí resulta la necesidad de salir a consolarlos en el caso de que lloren.
- Como el templo no es lugar de comitivas o tertulia, no te sientes con las piernas cruzadas como en los actos o reuniones sociales.
7. LA MISA NO ES MOMENTO DE LECTURAS O ACTOS DEVOCIONALES.
- No es momento para leer otras cosas ni para hacer oraciones no propias de la Misa, como rosarios, coronillas u otras devociones. Para esto están la antesala o el momento después de la celebración. Llega con suficiente tiempo o tómate un tiempo después de terminada la Misa para tus santas devociones particulares. - Tampoco es momento peregrinar frente a imágenes dispuestas para la devoción. Esta conducta debes seguirla aun en santuarios principales mientras sucede la Misa. Únete a la celabración, o espera al momento de terminada para recurrir a tu devoción de preferencia.
8. ESTÁS EN MISA, ABANDONA TODO OTRO ASUNTO O PENSAMIENTO.
- Permítete estar en un momento en comunidad y con Dios. - No desvalores la misa con un corazón dividido, pensando en tus asuntos fuera de Misa, estando en Misa. - Mientras estás dentro del templo, no te ocupes en banalidades, ni mirando a los demás, mucho menos con malicia u obscenidad. - Respeta a Dios comprometidamente con tu participación activa en el misterio celebrándose. Oídos atentos a las oraciones y lecturas. La boca dispuesta a alabar, bendecir y glorificar a Dios, concentrándote en las oraciones que el sacerdote dice y su razón de ser participando cuando corresponde y adquiriendo las posiciones propias y dignas del momento que se está celebrando. - No es el momento de expresar afectos personales. Si estás con tu esposo (a) o novio (a), deja los cariños extravagantes para otro momento. Ahora son tú y tu pareja cada uno con Dios, vivan la Misa como pareja, pero dirigidos a Dios. - Hablas muy duro? Procura moderar tu voz al contestar, incluso al cantar, tratando de acoplarla a la de la asamblea. Cuando tu voz resalta, distraerá a algunos.
9. SOBRE ALGUNOS MOMENTOS DURANTE LA SANTA MISA:
- LA PROFESIÓN DE FE. Cuando esta sustituye en ocasiones la recitación orante del Credo, la respuesta correcta es "SI CREEMOS" (contestación unánime de la asamblea), y no "si creo" como quien profesa una fe propia y exclusiva de si mismo.
- LA COLECTA. Si eres colaborador durante la colecta y esta se entrecruza con el momento de la consagración, suspéndela temporalmente y dirígete tú también al altar. No distraigas a los adoradores ni te pierdas este momento central de la celebración.
- EL PADRENUESTRO. No está estipulado que durante la oración del Padrenuestro las manos de los fieles estén elevadas, o que estos se tomen de las manos. A la fecha esto tampoco está censurado. Si tú sueles elevarlas, o a tomarlas con tus familiares como práctica piadosa, solo no forces a otros a seguir tu práctica personal. Algunos estarían más atentos al contacto contigo que a la oración.
- EN EL RITO DE LA PAZ. Este es momento de común abuso. Estrecha la mano de quienes tienes solo a tus lados, en señal consciente de estar en paz con el prójimo, de ese ir a reconciliarse con el hermano antes de ir al altar de Dios (Mateo 5, 23-24) y recuerda al hermano ausente al que has ofendido con tus actos. Piensa en reconciliarte pronto con él. No es momento de desorden, estiramientos, medias vueltas, desplazamientos o saludos a distancia. El Señor estará para ese entonces en el altar y tu podrías estar ocupándote como en un momento social, perdiéndote así la centralidad en el Sacramento cercano a recibirse.
- ORACIONES PROPIAS DEL SACERDOTE Y POSICIONES DURANTE LA MISA. Sobre que posiciones tomar en la Misa y cuando contestar, ver lineamientos de la Santa Misa dialogada. En general, son 2 los momentos que se prestan a particular confusión. Estos momentos son:
1.) En qué momento ponerse de pie, si durante el momento de la oración sobre las ofrendas o para la oración colecta. "Oren hermanos, para que este sacrificio, mío y vuestro..." X (sentados). "Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén." Levantarse. "El Señor este con ustedes.- y con tu espíritu"
2.) La aclamación solemne es propia y exclusiva del sacerdote y no debe ser repetida por los fieles ("Por Cristo, con El y en El, a ti, Dios Padre Omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria, por los siglos de los siglos"). Solo habla la asamblea para contestar: "Amén"
10. EL MOMENTO DE LA COMUNIÓN.
- No olvides que para recibir el Sacramento, debes estar en paz con Dios (1 Cor 11,23-29). Pídele a Dios su gracia para luchar y abandonar ESE pecado y confiésate con un sacerdote, ojalá regularmente.
- Recibirás el gran don de la divinidad de Cristo, no es momento de saludos fuera de lugar, ni antes (cuando deberías estar haciendo tu oración personal de preparación), ni mucho menos después de recibir el Sacramento (cuando deberías estar haciendo tu momento de oración de comunión espiritual).
- Ve a tu puesto y si la salud te lo permite, ponte un momento de rodillas y habla con Dios!!!
- Recibe la Sagrada Eucaristía (el Señor mismo) en la boca y de ser posible de rodillas. La comunión en la mano es un indulto regional para circunstancias específicas, pero la forma general de la Iglesia es la recepción de la comunión en la boca y de rodillas como acto de absoluto respeto al Sacramento. Aunque tu diócesis la permita, no hagas uso innecesario y sin razón de esta práctica. Es Dios mismo, y cada partícula que queda en tus manos y que se cae es el mismísimo Sacramento que se profana.
11. ABANDONA EL TEMPLO EN SILENCIO, O CON EL CANTO DE SALIDA.
- El momento de la salida es extensión del momento sagrado de la Misa. Aún habrá gente orando anhelando extender su momento personal de intimidad con Dios. Sé sensible a sus necesidades particulares y a sus devociones colaborando con tu silencio.