Este es mi Hijo, el amado…; escuchadlo
- 08 Marzo 2020
- 08 Marzo 2020
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Juan de Dios, Santo
Memoria Litúrgica, 8 de marzo
Religioso
Martirologio Romano: San Juan de Dios, religioso, nacido en Portugal, que, después de una vida llena de peligros en la milicia humana, prestó ayuda con constante caridad a los necesitados y enfermos en un hospital fundado por él, y se asoció a compañeros con los que constituyó después la Orden Hospitalaria San Juan de Dios. En este día, en la ciudad de Granada, en España, pasó al eterno descanso. († 1550)
Fecha de canonización: 16 de octubre de 1690 durante el pontificado de Alejandro VIII
Breve Biografía
"En el año de 1538, reinando en españa el Emperador Carlos V, y siendo Arzobispo de la Ciudad de Granada don Gaspar de Avalos... que alcanzó felicidad en sus tiempos, de florecer en su obispado hombres señalados en santidad y virtud; entre los cuales fue unop, pobre, bajo y desechado en los ojos de los hombres, pero muy conocido y estimado en los de Dios, pues mereció llamarse en apellido Juan de Dios”.
Se trata de Juan Ciudad Duarte, un hombre nacido año 1495 en el pueblo portugués de Montemor o Novo, del obispado de Évora, Portugal y que muere en Granada, España, el año 1550 a la edad de 55 años, siendo considerado uno de los tesoros de la ciudad. Para todos es conocido como "el santo". El apellido de Dios le vino impuesto por un Obispo conocedor de su obra a favor de los pobres y enfermos. No cabe mayor honor que apellidarse de Dios y nada refleja mejor el modo de hacer de este hombre.
Aparece a la edad de ocho años en el pueblo toledano de Oropesa. En las biografías de Juan de Dios, hay las grandes lagunas y muchos interrogantes, algunos todavía no resueltos, en relación a su ascendencia, pueblo, familia, vida, hasta bien entrado en años... La tradición habla que vino con un clérigo que pasó por su casa y es acogido en la de Francisco Cid Mayoral donde vivió mucho tiempo, casi la friolera de 29 años en dos ocasiones diferentes.
Siendo mancebo de veintidós años le dio voluntad de irse a la guerra" luchando en la compañía del Conde de Oropesa, al servicio del Emperador Carlos V que fue en socorro de la plaza de Fuenterrabía atacada por el Rey Francisco I de Francia.
La experiencia no puede ser más desastrosa, está a punto de ser ahorcado y regresa de nuevo a Oropesa hasta que es solicitado para defender Viena, en un momento de amenaza por parte de los turcos.
Después de estas experiencias guerreras vuelve al oficio de pastor, leñador para ganarse el sustento, albañil en la construcción de las murallas de Ceuta y finalmente, inicia en Gibraltar el oficio de librero, que ejerce en Granada de forma estable en un puesto de la calle Elvira, hasta su conversión.
En Granada comienza la ve Juan de Dios, cuando más asentado y cuando al parecer, había terminado su “andadura” española y europea. Juan había caminado tanto en bucsa de una cita que por fin acontece el año 1539, fiesta de S. Sebastián en el Campo de los Mártires, a la vera de la Alhambra. Ese día un predicador de fama, S. Juan de Ávila es el encargado del sermón. No sabemos qué munición usó el "maestro Ávila", el caso es que el corazón de Juan de Dios quedó tocado, sus palabras "se le fijaron en las entrañas" y "fueron a él eficaces", dice su biógrafo Castro. Juan parece haberse vuelto loco y grita, se revuelca clamando "misericordia". Se produce un total despojo de sus pocos haberes, hasta de sus vestidos...
El pueblo se divide: unos dicen que era loco y otros que no era sino santo y que aquella obra era de Dios. Aquello era ni más ni menos que la cita con Dios.
No es un asunto fácil. Desde ahora comienza una nueva aventura totalmente inédita en la vida de Juan. Después de la experiencia espectacular de su conversión tiene que entrar en contacto con los pobres más marginados de siempre, los enfermos mentales. “Dos hombres honrados compadecidos tomaron de la mano a Juan y lo llevaron... ¿Dónde? Al manicomio. Un ala del Hospital Real de Granada estaba ocupada por los locos. Allí, siente en sus carnes el duro tratamiento que se da a estos enfermos en su propia carne y se rebela de ver sufrir a sus hermanos. De esta experiencia surge la conversión a los hombres, que ya serán para Juan, "hermanos". "Jesucristo me traiga a tiempo y me dé gracia para que yo tenga un hospital, donde pueda recoger los pobres desamparados y faltos de juicio, y servirles como yo deseo".
El corazón herido, cogido por el amor desbordante de Dios no le dejará en paz hasta el último momento en que muere de rodillas. En el año 1539, de acuerdo con san Juan de Avila, es huésped en Guadalupe donde se prepara en las artes médicas, y en 1540 inicia su primera obra, un pequeño hospital en la calle de Lucena, "tanta gente acudía por la fama de Juan y por su mucha caridad que los amigos le compraron una casa para hospital en la cuesta Gomérez”.
La fama de Juan es grande en Granada: acoge a todos los pobres inválidos que encuentra, a los niños huérfanos y abandonados, visita y rehabilita a muchas mujeres prostitutas, y todo sin renta fija, salvo la limosna en la cuál es verdadero maestro, "¿quién se hace bien a si mismo dando a los pobres de Cristo?" -sería su lema cotidiano. El corazón encendido de Juan, contrasta con el fuego del Hospital Real en llamas el día 3 de julio de 1549. Allí acude como toda la ciudad, pero no para lamentarse, sino para remangarse y entrar y sacar los enfermos saliendo sano y salvo. Desde ese momento, Juan adquiere la categoría de santo y su fama llega a todos los que pudieran tener alguna duda de su pasado en la zona de los enfermos mentales. En el mes de enero de 1550, tratando de salvar a un joven que se estaba ahogando en el río Genil, enfermó gravemente.
En el lecho de muerte a Juan le queda la herencia que entrega al arzobispo y a su sucesor, Antón Martín: libro de las deudas y los enfermos asistidos. Así se continúa la obra de Juan de Dios hasta nuestros días.
Juan muere el día 8 de marzo de 1550. Su entierro es una auténtica manifestación de duelo y simpatía hacia su persona y su obra.
Santo Evangelio según san Mateo 17, 1-9. Domingo II de Cuaresma
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Dios mío, enséñame a amar como Tú me has amado.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 17, 1-9
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, el hermano de éste, y los hizo subir a solas con él a un monte elevado. Ahí se transfiguró en su presencia: su rostro se puso resplandeciente como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la nieve. De pronto aparecieron ante ellos Moisés y Elías, conversando con Jesús.
Entonces Pedro le dijo a Jesús: “Señor, ¡qué bueno sería quedarnos aquí! Si quiere, haremos aquí tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”.
Cuando aún estaba hablando, una nube los cubrió y de ella salió una voz que decía: “Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo puestas mis complacencias; escúchenlo”. Al oír esto, los discípulos cayeron rostro en tierra, llenos de un gran temor. Jesús se acercó a ellos, los tocó y les dijo: “Levántense y no teman”. Alzando entonces los ojos, ya no vieron a nadie más que a Jesús.
Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: “No le cuenten a nadie lo que han visto, hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Subir montañas es un paseo bastante común para muchos de nosotros. Hace algún tiempo comencé a subir una que nunca había conocido. El camino estaba transitable, pero con hojas, algunas flores en los lados, pedazos de madera y uno que otro riachuelo. Pero lo que caracterizaba este camino es que estaba bien cubierto por árboles, lo único que se podía ver era el camino.
La Cuaresma que está iniciando puede ser este camino, lleno de cosas y con muchos árboles, lleno de sacrificios y oración. Pero la realidad es que yo comencé a subir la montaña solamente para ver la cima, para ver la vista, ¿cuál es la cima que busco en esta Cuaresma? Sin duda la cima que debo conquistar es la Pascua.
Pero algunas veces me canso de subir; otras veces me molesta el camino y es entonces cuando la montaña me regala las falsas cimas, esos pequeños lugares donde los árboles desaparecen y no puedo tener una hermosa vista que me anime a seguir en busca de aquella vista que me dará la verdadera cima. En el Evangelio de hoy veo como Jesús se transfigura para decirme que camine hacia la Pascua, que lo importante no es el camino sino la cima.
La vida de un cristiano se puede describir con lo que se está viviendo en estos días; es un subir la montaña por medio de un camino que tiene hojas, flores o palos secos, pero, por estar viendo el camino, se olvida de la meta: el Paraíso. Por eso, durante la vida, se tienen esas falsas cimas que no nos recuerdan el Paraíso. Jesús se transfigura en diversos momentos de la vida para recordarme que en el Paraíso está la vista más hermosa.
Recordaré los momentos donde Jesús se me ha transfigurado en una misa, en una confesión o en un acto de caridad. Buscaré hoy a ese Jesús transfigurado y recorreré la Cuaresma para llegar a la cima. Veré al Jesús transfigurado que me fortalece para llegar al Paraíso y disfrutaré de la mejor vista.
«¿Qué significado tiene para nosotros el monte? Que estamos llamados a acercarnos a Dios y a los demás: a Dios, el Altísimo, en el silencio, en la oración, tomando distancia de las habladurías y los chismes que contaminan. Pero también a los demás, que desde el monte se ven en otra perspectiva, la de Dios que llama a todas las personas: desde lo alto, los demás se ven en su conjunto y se descubre que la belleza sólo se da en el conjunto. El monte nos recuerda que los hermanos y las hermanas no se seleccionan, sino que se abrazan, con la mirada y, sobre todo, con la vida. El monte une a Dios y a los hermanos en un único abrazo, el de la oración. El monte nos hacer ir a lo alto, lejos de tantas cosas materiales que pasan; nos invita a redescubrir lo esencial, lo que permanece: Dios y los hermanos. La misión comienza en el monte: allí se descubre lo que cuenta. En el corazón de este mes misionero, preguntémonos: ¿Qué es lo que cuenta para mí en la vida? ¿Cuáles son las cumbres que deseo alcanzar?».
(Homilía de S.S. Francisco,20 de octubre de 2019).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Encontrar a Jesús transfigurado en mi día.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
La reacción es de estupor: se despiertan sorprendidos de lo que están viendo. Un gozo inexplicable.
Desde que Jesús comenzó su vida pública sus triunfos y gloria han ido en aumento. Tras el discurso del Pan de vida se ha producido un giro notable; los milagros serán menos frecuentes, su predicación menos popular, y las cosas que se dicen tendrán un mayor contenido. Jesús hablará varias veces de su muerte y vivirá, de ordinario, retirado con los suyos. La transfiguración se realiza sólo ante los más íntimos: Juan, Pedro y Santiago, pero tiene un gran valor de revelación en muchos aspectos.
"Sucedió unos ocho días después de estas palabras, que tomó consigo a Pedro, a Juan y a Santiago, y subió a un monte para orar. Mientras Él oraba, cambió el aspecto de sus rostro y su vestido se volvió blanco, resplandeciente. Y he aquí que dos hombres estaban conversando con Él: eran Moisés y Elías que, aparecidos en forma gloriosa, hablaban de la salida de Jesús que había de cumplirse en Jerusalén. Pedro y los que estaban con Él se encontraban rendidos por el sueño. Y al despertar, vieron su gloria y a los dos hombres que con Él estaban. Cuando éstos se apartaron de él, dijo Pedro a Jesús: Maestro, qué bien estamos aquí, hagamos tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías; no sabiendo lo que decía. Mientras decía esto, se formó una nube y los cubrió con su sombra.
Al entrar ellos en la nube, se atemorizaron. Y salió una voz desde la nube, que decía: este es mi Hijo, el elegido, escuchadle. Cuando sonó la voz, se quedó Jesús solo. Ellos guardaron silencio, y a nadie dijeron por entonces nada de lo que habían visto"(Lc). El monte estaba lejos de Cesarea de Filipo, van caminando al lugar de gran belleza con las vistas a la llanura de Esdrelón.
La oración de Jesús
La oración de Jesús era siempre intensa y, muchas veces, en silencio. Esta oración llevaba a Jesús a una unión con el Padre especial. Era hablar y escuchar. Darse y recibir. Amar y ser amado, unión total en todos los niveles del ser de Cristo. Jesús adora con toda su humanidad. Pero pocas veces se manifiesta esa unión al exterior. Ahora, cuando las batallas más duras están a punto de empezar, conviene que lo interno se manifieste exteriormente. Y la gloria de la divinidad se manifiesta en su rostro: "brillante como el sol", y en los mismos vestidos, "resplandecientes de luz". No parece que se trate de una visión espiritual, sino una realidad palpable en el cuerpo de Jesús. Los apóstoles ven a Cristo glorioso como nunca le habían visto. Es un preludio del reino que ha venido a traer, de la resurrección que ya ha anunciado, de la gloria del cielo para los que crean en Él y sean fieles. La reacción es de estupor: se despiertan sorprendidos de lo que están viendo. Un gozo inexplicable, como un reflejo del de Jesús, les invade. "Qué bien se está aquí" es el comentario, como intentando detener el tiempo en situación tan feliz.
Moisés y Elías
Pero hay más; junto a Jesús aparecen Moisés y Elías. Ambos habían tenido una especial revelación de Dios en el monte Sinaí. Moisés recibe la revelación de Dios, de su nombre y de su Ley y con ella el mandato de liberar y formar un pueblo según la alianza de los padres; y lo hizo. Elías, mucho más tarde, recibe la misión de recuperar la fidelidad del pueblo a esa Alianza. Moisés, al final de su vida, pide a Dios ver su rostro, y ahora le es manifiesto su rostro humano, en Jesucristo. Elías busca a Dios, y le encuentra en una suave brisa; ahora está ante Él de un modo humano, humilde y real. Sorprende el tema de su conversación: la muerte de Jesús en Jerusalén. La antigua Alianza alcanzará su plenitud en la Pasión de Jesús. Las profecías del Mesías como Siervo doliente son certeras. El amor llegará al límite de no detenerse ante nada. Todo lo anterior era figura de lo que había de suceder. Sin embargo, no deja de ser sorprendente la mezcla de cruz y muerte con la gloria de Jesús en esta Transfiguración. Una lógica nueva se está desarrollando. Entenderla requerirá una fe espiritual, una fe que permita conocer al mismo Dios que manifiesta su gloria en la humildad. Y la máxima humildad es ser humillado, poder defenderse y, aún más, vencer, pero aceptar la derrota para triunfar de un modo superior a un enemigo como el pecado que tiene su raíz en el orgullo y la rebeldía.
El Padre habla
La voz del Padre resuena en la transfiguración, como se oyó en el Jordán: "Este es mi Hijo el predilecto, escuchadle". El Amado que va a demostrar que el hombre puede también amar al máximo, y les pide fe. Una fe que deberá actualizarse también cuando no entiendan su conducta y que deberá agudizarse cuando le vean derrotado.
Después de la Transfiguración
Y pasó la transfiguración. Breve, como todo lo dichoso, menos en el cielo que será para siempre. La referencia de Pedro a las tres tiendas quizá tiene que ver con la próxima fiesta de los tabernáculos, o, sencillamente, a querer prolongar la dicha que experimenta. Pero deben atender a lo que se les revela pues Cristo es el nuevo legislador. Al oír la voz "los discípulos cayeron sobre su rostro presos de un gran temor. Se acercó Jesús a ellos y tocándoles, dijo: ´Levantaos, no tengáis miedo´ y cuando se levantaron no vieron a nadie, sino a Jesús solo"(Mt).
"Mientras bajaban del monte les ordenó que a nadie contasen lo que habían visto, hasta que el Hijo del Hombre resucitara de entre los muertos. Ellos retuvieron estas palabras, discutiendo entre sí qué era lo de resucitar de entre los muertos. Y le hacían esta pregunta: ¿Por qué dicen los fariseos y los escribas que Elías ha de venir primero? El les respondió: Elías vendrá antes y restablecerá todas las cosas; pero, ¿cómo está escrito del Hijo del Hombre que padecerá mucho y será despreciado? Sin embargo, yo os digo que Elías ya ha venido e hicieron con él lo que quisieron, según está escrito de él"(Mc).
Explicación de la muerte y resurrección
Explica el Señor más a fondo su muerte y su resurrección. El Mesías ha de padecer mucho y ser despreciado; pero vencerá incluso a la muerte, cosa que ningún hombre puede hacer. Esta es la lucha. Es como una decisión irrevocable del Padre y del Hijo. Ya se ha cumplido el tiempo de la misericordia, ahora será el tiempo de la justicia, pero de un modo sorprendente: el Justo llevará sobre sí los pecados de todos, pagando por ellos. Y ante la pregunta sobre Elías les dice que el Bautista era el Elías que había de venir, el profeta de fuego que anuncia la nueva Alianza.
Los apóstoles callan
El Reino de Dios se ha hecho transparente por unos momentos, el monte Tabor es como un nuevo Sinaí; pero conviene bajar al valle donde están todos ajenos a lo sucedido en las alturas. Pedro, Juan y Santiago callan y reflexionan por el nuevo curso de los acontecimientos.
Mujeres en el Vaticano: la presencia femenina sigue creciendo
El día internacional de la Mujer el 8 de marzo.
En los últimos diez años han crecido tanto el número absoluto como el porcentaje de mujeres en el interior del personal al servicio del Papa y de la Santa Sede.
En 2010, bajo el pontificado de Benedicto XVI, 4.053 personas estaban empleadas, 697 de las cuales eran mujeres, alrededor del 17%. En 2019, sla Santa Sede y la Ciudad del Vaticano juntas empleaban a 4.618 personas, de las cuales el 22% (1.016) eran mujeres.
Lo que es particularmente sorprendente en esta década es el aumento del número de mujeres que trabajan para la Santa Sede, es decir, la Curia Romana con todas sus entidades que ayudan al Papa en la administración de la Iglesia universal.
En 2010 había 385 mujeres trabajando en la Santa Sede, en 2019 ya eran 649, por lo que su participación en el personal total de la Santa Sede ha aumentado en la última década de 17,6 a más del 24%.
En el Estado de la Ciudad del Vaticano, en cambio, el aumento de la presencia de mujeres en los últimos diez años ha sido más débil y ha interesado principalmente a los puestos menos cualificados, como el personal de ventas en los museos. Con una notable excepción: en 2016 el Papa Francisco nombró a la historiadora de arte italiana Barbara Jatta como directora de los Museos Vaticanos. La decisión también ha causado un gran revuelo en el mundo del arte internacional, ya que ningún otro museo de estas dimensiones e importancia tiene una mujer al frente. Las colecciones de arte de los Papas están entre los cinco museos más visitados del mundo.
Cuatro mujeres en altos cargos
Pero especialmente en la Santa Sede, el Papa Francisco ha llevado a más mujeres a posiciones importantes. El nivel más alto que han alcanzado hasta ahora las mujeres de la Curia es el de subsecretario, una figura que pertenece al equipo ejecutivo de un dicasterio, normalmente compuesto por tres o cuatro miembros. Francisco ha duplicado el número de subsecretarios de dos a cuatro.
En enero de 2020, el último nombramiento de este tipo, fue el de la italiana Francesca Di Giovanni, quien se convirtió en Subsecretaria de la Sección para las Relaciones con los Estados, un cargo de reciente creación.
En 2017 el Papa nombró a dos subsecretarios contemporáneamente en el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, Gabriella Gambino y Linda Ghisoni. Ambas son madres de familia, una novedad para el Vaticano en estos niveles de responsabilidad. La religiosa española Carmen Ros Nortes trabaja como subsecretaria de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada, la tercera mujer ya en esta función. Su predecesora, Enrica Rosanna, fue nombrada por el Papa Juan Pablo II en 2004, lo que sorprendió a muchos observadores: hasta entonces, los subsecretarios siempre habían sido sacerdotes.
Las mujeres líderes en la Curia se triplicaron en diez años
También en el Dicasterio para las Comunicaciones del Vaticano, donde el número de laicos es elevado en comparación con otras unidades de la Santa Sede, dos mujeres ocupan posiciones de liderazgo.
La eslovena Natasa Govekar es la jefa del Departamento Teológico-Pastoral, mientras que la brasileña Cristiane Murray es la subdirectora de la Oficina de Prensa del Vaticano. A finales de 2019, un total de ocho mujeres, y con Francesca Di Giovanni ahora nueve, están en posiciones de particular responsabilidad en la Santa Sede, por encima del décimo nivel de salario en el Vaticano. Hace diez años sólo había tres. En otras palabras, el número de mujeres en puestos de alta responsabilidad en la Curia Romana se ha triplicado en diez años.
No todos los prefectos deben ser sacerdotes
En total, cinco de las 22 oficinas más importantes de la Curia (Secretaría de Estado, Secretaría para la Economía, tres Dicasterios, nueve Congregaciones, cinco Consejos, tres Tribunales) tienen ahora mujeres en el equipo de liderazgo. Ningún Pontífice ha nombrado nunca a una mujer líder en la cima de un dicasterio. Que incluso el Prefecto no tiene que ser necesariamente un sacerdote, sino que en algunos casos también puede ser un laico - y por lo tanto una mujer - lo demostró el Papa Francisco en 2018 cuando nombró al laico Paolo Ruffini Prefecto del Dicasterio para la Comunicación. Francisco también había declarado su apertura a una mujer como Prefecto de la Secretaría de Economía, aunque al final eligió a un sacerdote - el jesuita Juan Antonio Guerrero Alves - para suceder al Cardenal George Pell.
El Papa Francisco, que cruzará la línea de meta de sus siete años de pontificado en unos pocos días, ha declarado repetidamente que la Iglesia Católica necesita más mujeres en puestos de liderazgo. En su territorio, en el Vaticano y en la Curia Romana, está preparando gradualmente el terreno para esto. Sin embargo, Francisco también siempre hace hincapié en que los nombramientos por sí solos no son suficientes: las mujeres son más, "místicamente más" que incluso una posición prominente en la Iglesia Católica. Esto debería ser reflexionado aún más profundamente, dice el Papa Francisco.
Nota: Este resumen incluye las cifras de personal de las Obras Misioneras Pontificias. Se excluyen los datos de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos. Ambas unidades pertenecen a la Santa Sede, pero cada una tiene su propia administración. Sin embargo, desde la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, fue posible determinar las cifras para el 2019. Según estas cifras, 55 mujeres trabajan allí, lo que corresponde al 20,4% de las mujeres.
¿Qué es la abstinencia y cómo se practica?
Abstenerse no es lo mismo que ayunar
La abstinencia es un gesto penitencial en el que los fieles se privan o abstienen voluntariamente de comer carne.
Proviene de la palabra del latín “abstinentia” y al realizar este sacrificio la persona hace –en espíritu, alma y cuerpo– un acto de reparación por el daño ocasionado por el pecado y para el bien de la Iglesia.
El Código de Derecho Canónico indica que “todos los fieles, cada uno a su modo, están obligados por ley divina a hacer penitencia”, con el fin de que “se nieguen a sí mismos”.
“Para que todos se unan en alguna práctica común de penitencia, se han fijado unos días penitenciales, en los que se dediquen los fieles de manera especial a la oración, realicen obras de piedad y de caridad”, señala el canon 1249.
Por lo tanto, a partir de los 14 hasta los 59 años de edad, los católicos deben practicar la abstinencia todos los viernes del año en honor a la Pasión de Cristo, a menos que este día coincida con una solemnidad; en el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo.
En el Canon 1253, la Iglesia señala que cada Conferencia Episcopal puede determinar los modos de observar el ayuno y la abstinencia, así como “sustituirlos en todo o en parte por otras formas de penitencia, sobre todo por obras de caridad y prácticas de piedad”.
En declaraciones a ACI Prensa, el Donato Jiménez explicó el origen de la práctica de la abstinencia.
Dijo que antiguamente preparar una comida que incluyera carnes era costoso y se consideraba “suculento”. Por ello, “una forma de ayunar y una forma de austeridad era no comer carne”.
Agregó que en la actualidad la abstinencia implica no solo “privarnos de carne sino de otros manjares exquisitos”, como la comida rápida, los dulces, los snacks y otras opciones gastronómicas agradables.
Abstenerse no es lo mismo que ayunar
El ayuno consiste en reemplazar la comida fuerte del día (el almuerzo) por pan y agua. Los católicos que tienen entre 18 y 59 años de edad están obligados a practicarlo el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo. Si la persona tiene problemas de salud, puede ingerir comidas sobrias.
Indice : Paternidad
Paternidad: La masculinidad desde la Teología
A continuación te presentamos el índice de la entrega de Paternidad, que te estaremos presentando todos los Jueves. (Da click en el titulo de tu preferencia para direccionarte al articulo)
Crisis actual de la identidad masculina.
Identidad Masculina
a) Las causas de la crisis.
b) ¿Qué podemos hacer para detener esta manipulación?
Creados para la Intercomunión: Esencia y misión masculina en la vocación universal al amor.
a) Capacidad de amar
b) Amar, amor, eros y ágape.
c) Templanza y castidad
d) El perdón en el amor conyugal.
Naturaleza masculina.
La masculinidad desde la teología.
¿La tradición judeocristiana fomenta una figura paterna opresiva?
¿En qué consiste la paternidad espiritual de Dios?
3 La participación de la paternidad de Dios.
4 ¿Qué sería un mal padre en las Sagradas Escrituras?
5 ¿En qué sentido el matrimonio es camino de salvación?
6 Elevar el amor.
7 La misión del padre en la educación de los hijos.
8 Sanar la herida de la figura paterna.
9 Los daños más frecuentes por carencia paterna
10 Autoridad y Potestad paterna
10 cosas que ocurren cuando vas más seguido a la adoración eucarística
Encontrar tiempo para ir a adorar al Señor en la Eucaristía puede ser difícil, pero si vamos con un corazón abierto, los resultados serán sorprendentes.
La Eucaristía se describe en el catecismo como la “fuente y cumbre” de nuestra fe. Encontrar tiempo para ir a adorar al Señor en la Eucaristía puede ser difícil, pero si vamos con un corazón abierto, los resultados serán sorprendentes.
«Durante la comida Jesús tomó pan, y después de pronunciar la bendición, lo partió y se lo dio diciendo: “Tomen, esto es mi cuerpo” Tomó luego una copa, y después de dar gracias, se la entregó y todos bebieron de ella. Y les dijo: ′Esto es mi sangre, la sangre de la Alianza, que será derramada por muchos′»(Marcos 14, 22-24).
En la cultura actual la idea del crecimiento interior es muy poco valorada, es considerada una pérdida de tiempo o una costumbre pasada de moda practicada por nuestros antepasados ingenuos. Por lo general solo el crecimiento exterior y el más palpable vale algo. La principal diferencia entre estos dos progresos (material y espiritual) es que el material siempre está fuera de ti. Este te ofrecerá ciertas sensaciones positivas, sin embargo, siempre estará coloreado con una especie de efímera e inconsistente temporalidad. Un progreso interior, por otro lado, significa que eres tú el que cambia haciendo tu espíritu más fuerte. Te puede sorprender el cambio que producirá en ti el tiempo que pases en la adoración Eucarística, este puede cambiarte de estas diez maneras:
1. Desarrollarás un sentido de asombro y maravilla
No hay nada como la atmósfera de una capilla o iglesia tranquila, el olor del incienso y el esplendor de la custodia para ayudarte a entender la verdad de lo que está sucediendo en la adoración. Estamos verdaderamente ante Jesucristo: su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. Cuanto más te hundes en el silencio frente a Él, más te darás cuenta de que la única respuesta es la admiración y el asombro ante la grandeza de nuestro Dios.
2. Experimentarás la paz en otras áreas de su vida
Jesús dijo: “La paz os dejo, mi paz os doy” (Juan 14, 27). La paz externa que podemos experimentar en la adoración (la tranquilidad y el silencio) llega mucho más profundo: nos llena de una paz interior que afecta a todas las áreas de nuestra vida. Esto no significa que todo será perfecto y sin sufrimiento, pero la paz de Cristo nos hace tener la certeza de que las tormentas de la vida no nos harán naufragar.
3. Comenzarás a mirar fuera de ti mismo
Jesús nos dijo: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado” (Juan 13, 34). Pasar tiempo en adoración nos conecta con todo el mundo –después de todo, estamos gastando tiempo con el Creador de todas las cosas–. Pasar tiempo alabando y adorando a Dios te abrirá los ojos para poder mirar más allá de tus propias preocupaciones y ver las necesidades de los demás.
4. Algunas veces te aburrirás, pero…
Habrá momentos en los que no sentirás nada glorioso, estarás distraído y tu mente comenzará a divagar. Tal vez en un principio tu oración estaba llena de sentimientos maravillosos, pero luego, con el tiempo, no fue tan especial.
Nuestra fe es más que un sentimiento. Con tu perseverancia Dios seguirá trabajando en ti y convirtiendo tu corazón. Ésta es la belleza de la Encarnación: Dios hecho hombre que entra en todas nuestras tensiones, miedos, problemas -También en el aburrimiento-. La adoración es un continuo volver a Él cada vez que (durante algunos minutos) nuestra mente divaga, dando a Dios el mejor regalo que podemos entregar: nuestro tiempo y compañía.
5. A pesar de que te cueste, estarás entusiasmado por ir
Estando delante de Jesús descubriremos que nos ama y que quiere pasar tiempo con nosotros, de esa forma ya no habrá ninguna excusa que te impida ir. Si la adoración alguna vez se sintió como un deber, luego se convertirá en un acto de amor, en una necesidad; no solo por las cosas que podemos obtener, sino porque fuimos creados para adorar. Como decimos en la Misa, es “justo y necesario” darle gracias al Señor. La adoración se imprime en nuestros corazones y “nuestro corazón está inquieto hasta que encuentren nuestro descanso en Él” (San Agustín).
6. La Gracia entrará en tu vida
Es increíble como el simple gesto de darle un tiempo corto al Señor hace una gran diferencia en el resto de tu vida. Podemos llevar su presencia mucho después de dejar la iglesia o capilla. Su gracia es la que nos sostiene, sobre todo en los momentos de tentación, en los que nos será más fácil resistir cuando pasamos tiempo y nos llenamos de Él.
7. Te darás cuenta de lo afortunado que eres
Si es tan simple como coger el carro o incluso caminar a la capilla cercana, te das cuenta de lo afortunado que eres. Hay quienes les encantaría pasar más tiempo con Jesús pero no pueden hacerlo porque les es imposible salir de casa, están enfermos o muy ocupados.
Luego están aquellos alrededor del mundo que arriesgan sus vidas por la Eucaristía en los lugares donde son perseguidos por su fe. Cuando te acuerdas de los que caminan durante horas o días en situaciones peligrosas con el fin de estar un ratito con Jesús, te das cuenta de que es un regalo poder orar abiertamente, y eso sin hablar de tener un sacerdote que pueda administrarnos los Sacramentos.
8. Descubrirás que Jesús tiene un muy buen sentido del humor
Cuanto más somos capaces de sentarnos y dejar que Dios nos hable (en lugar de gastar todo nuestro tiempo llenando el espacio de silencio hablando), nos daremos cuenta de que Dios tiene un muy buen sentido del humor: le gusta hacernos una broma o dos, y a veces esos momentos son lo suficientemente divertidos para que nos queramos reír en voz alta.
9. Querrás ir a confesarte más seguido
Esto puede sonar aterrador, pero no lo es. La confesión nos permite experimentar el océano sin límite de la misericordia de Dios. Su misericordia abraza todos nuestros pecados y nos da una libertad sin miedo que nos permite dar el salto al amor y la bondad presentes en todos sus planes para nuestra vida. Una y otra vez acudir a la confesión nos hace renovarnos en la certeza de que estamos seguros en los brazos de un Padre que nos ama y “no se cansa de perdonarnos” (Papa Francisco).
10. Te enamorarás
Cuando pasamos mucho tiempo con el corazón abierto en adoración y dejamos que Cristo nos ame, entonces lo amaremos también. Ese amor nos define y nos permite ser nosotros mismos. “Yo he venido para que tengan vida, y vida en abundancia” (Juan 10, 10).
Entonces, ¿qué esperas? ¡Haz una cita ahora con Jesús y deja que Él transforme tu vida!
El Papa en el Ángelus: no olvidemos que somos testigos de Jesús, es un don
Antoine Mekary | Aleteia
Vatican Media | Mar 08, 2020
En este mundo, marcado por el egoísmo y la codicia, la luz de Dios se opaca por las preocupaciones de la vida cotidiana. Por eso el Papa Francisco invita a los fieles a no olvidar que el Bautismo y la Confirmación que recibimos son un don que nos ha hecho testigos suyos. Francisco pide a la Virgen que nos conceda la docilidad de espíritu, indispensable para emprender resueltamente el camino de la conversión.
Ala hora del Ángelus en el segundo domingo de Cuaresma, el Papa Francisco reflexionó sobre el relato de la transfiguración de Jesús. Lo hizo desde la Biblioteca del Palacio Apostólico Vaitcano “para cumplir con las disposiciones de prevención de modo de evitar las pequeñas multitudes de personas que pueden favorecer la transmisión del virus” como él mismo explicó al iniciar la transmisión en directa streaming distribuida por Vatican Media.
El Evangelio de este segundo domingo de Cuaresma – inició el Papa – nos presenta la narración de la Transfiguración de Jesús. Jesús, “toma consigo a Pedro, Santiago y Juan y sube a un alto monte, símbolo de la cercanía a Dios, para abrirlos a una comprensión más completa del misterio de su persona, que deberá sufrir, morir y luego resucitar”.
Llamados a reconocer en Jesús al Hijo de Dios
El Santo Padre explicó que los discípulos no podían aceptar la perspectiva del sufrimiento, muerte y resurrección que esperaban al Maestro. De hecho, Jesús les había hablado de ello antes del episodio del monte. Y es por ese motivo que, al llegar a la cima del monte se transfiguró ante los tres discípulos: «su rostro se puso brillante como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz» (v. 2). A través del maravilloso evento de la Transfiguración – dijo el Pontífice – los tres discípulos están llamados a reconocer en Jesús al Hijo de Dios resplandeciente de gloria.
De este modo avanzan en el conocimiento de su Maestro, dándose cuenta de que el aspecto humano no expresa toda su realidad; a sus ojos se revela la dimensión sobrenatural y divina de Jesús.
La voz que resuena desde lo alto «Este es mi Hijo amado … escúchenlo», del Padre celestial, “confirma la ‘investidura’ de Jesús”, señala el Papa, ya hecha el día de su bautismo en el Jordán. Es la invitación a los discípulos “a escucharlo y seguirlo”.
Jesús elige a los discípulos en forma libre e incondicional
El Pontífice subrayó el hecho de que en medio del grupo de los Doce, Jesús elige llevar consigo al monte a Pedro, Santiago y Juan, a quienes “reserva el privilegio de asistir a la Transfiguración”. No lo hace porque son “más santos”, afirmó. Puesto que “en la hora de la prueba Pedro lo negará; y los dos hermanos Santiago y Juan pedirán ocupar el primer lugar en su Reino”.
Pero Jesús no elige según nuestros criterios, sino según su plan de amor; el amor de Jesús no tiene medidas: ¡es amor! Y Él elige con aquel plan de amor. Es una elección libre e incondicional, una iniciativa libre, una amistad divina que no pide nada a cambio. Y así como llamó a esos tres discípulos, también hoy llama a algunos a estar cerca de Él, para poder ser testigos. Ser testigos de Jesús es un don que no hemos merecido: nos sentimos inadecuados, pero no podemos echarnos atrás con la excusa de nuestra incapacidad.
No olvidemos que somos testigos de Jesús, es un don
Aunque “no hemos estado en el Monte Tabor” ni hemos visto con nuestros ojos “el rostro de Jesús brillando como el sol”, el pontífice recuerda, en este segundo domingo de Cuaresma, que sin embargo “a nosotros también se nos ha dado la Palabra de salvación, se nos ha donado la fe y hemos experimentado de diferentes maneras la alegría de encontrarnos con Jesús”.
También a nosotros Jesús nos dice: “Levántense y no tengan miedo” (Mt 17:7). En este mundo, marcado por el egoísmo y la codicia, la luz de Dios se opaca por las preocupaciones de la vida cotidiana. A menudo decimos: no tengo tiempo para rezar, no puedo hacer un servicio en la parroquia, responder a las peticiones de los demás… Pero no debemos olvidar que el Bautismo que recibimos nos hicieron testigos, no por nuestra capacidad, sino por el don del Espíritu.
En el tiempo propicio de la Cuaresma, – concluyó el Papa – que la Virgen María nos obtenga esa docilidad al Espíritu que es indispensable para emprender resueltamente el camino de la conversión.
Streaming en directo por Vatican Media
Con motivo de la difusión de la epidemia de coronavirus, para evitar la congregación masiva de fieles, el Sumo Pontífice rezó dirigió la oración del Ángelus de este domingo 8 de marzo desde la Biblioteca del Palacio Apostólico y no en la Plaza, desde la ventana, como acostumbra a hacer. La oración fue transmitida en directo en streaming desde el Vaticano y por las pantallas de la Plaza de San Pedro, y es distribuida por Vatican Media a los medios que lo soliciten, para permitir la participación de los fieles.
La celebración de la Audiencia General del miércoles 11 de marzo seguirá la misma modalidad que la del Ángelus.
Retiro cuaresmal: “Lucha y Oración” e “Intercesión”, temas de meditación
Predicaciones del 5 de marzo
MARZO 06, 2020 12:45 LARISSA I. LÓPEZPAPA Y SANTA SEDE
(zenit – 6 de marzo 2020).- En la séptima y octava meditación de los Ejercicios Espirituales de la Curia Romana en Ariccia, Italia, el predicador, el padre jesuita Pietro Bovati, se detuvo en el tema “Lucha y Oración” y en el de la “Intercesión”, respectivamente, indica Vatican News.
El Papa Francisco, recuperándose de su resfriado, sigue todas estas predicaciones desde el Vaticano.
El padre describió que el día de ayer, 5 de marzo de 2020, estaba dedicado a meditar sobre el compromiso personal que el Señor exige a cada uno, según la vocación recibida, “del don de la gracia, con los deberes relacionados con esta gracia”.
Oración
El jesuita indicó que la “oración” que, “además de ser la condición de la escucha de Dios que hace posible la predicación como testimonio auténtico, es en sí misma un ministerio apostólico en su naturaleza de acogida, de gratitud por la gracia”.
Asimismo, señaló que la Escritura ofrece un modelo de este ministerio permanente de intercesión en el Libro del Éxodo, con Moisés, que “reza continuamente y su oración es efectiva y salvadora”. El teólogo actualizó este “ministerio orante de Moisés”, tal como se presenta en el capítulo 17 de dicho libro, “un episodio inusual para el Éxodo: la aparición de una lucha que debe repeler a un pueblo enemigo, Amalek”.
Y advirtió, que de él se debe extraer la enseñanza “sobre cómo quien en la comunidad es sacerdote y guía debe actuar frente al enemigo, aquel que socava la vida del pueblo de Dios”. Moisés se enfrenta a “un adversario astuto que ataca a los más débiles”, a los cansados, “a un enemigo que se aprovecha de un pueblo cansado”.
Persecución en la Iglesia
El predicador apuntó que la Iglesia siempre ha sufrido persecuciones y en su historia “el enemigo de la Iglesia” ha tomado varias formas (poder político y judicial, falsos profetas que siembran el odio y la burla contra las convicciones y el modo de vida de los cristianos).
Y esto continúa también en nuestros días, donde se produce una persecución con notas de “virulencia inaudita” en la intención “de demoler toda la Iglesia, atacando a los más débiles en la fe, mal equipados desde el punto de vista espiritual para aceptar la confrontación, el desprecio, la marginación”.
Después subrayó que este adversario “tiene formas atractivas para muchos y ataca astutamente a los que no están preparados. Enormes fuerzas ideológicas y financieras, unidas para favorecer los intereses partidistas, se han convertido en una amenaza, y utilizan todos los medios, desde la información distorsionada hasta las represalias económicas, para destruir lo que Cristo fundó”. La roca sobre la que se construye la Iglesia “resistirá al mal, pero no sin nuestra participación activa en la fe y la oración”, remarcó.
En cuanto a los instrumentos a usar para enfrentar esta batalla por el bien, sostuvo que “la preparación cultural en las ciencias humanas y en las ciencias religiosas debe ser objeto de un discernimiento adecuado si no queremos ser ingenuos e irresponsables ante una oleada agresiva de doctrinas y prácticas contrarias al Evangelio, en presencia de falsos profetas”. De este modo, “la formación humana y espiritual de los clérigos y los laicos parece ser hoy una prioridad apostólica”.
Comunión
El padre Bovati se refirió también al perfil de Moisés en la oración, con “su mirada hacia Dios, no porque no tenga interés en la batalla, sino porque quiere dirigirla hacia la más completa victoria. Moisés en la montaña representa la fuerza secreta que lleva al ejército al triunfo: “la inmersión en Dios es la condición indispensable para el éxito de la batalla en la tierra”.
Además, apuntó que con “humildad”, Moisés fue ayudado en su misión por los sacerdotes, Aarón y Cur, que “sostienen los brazos del hombre de Dios”. En resumen, “cada uno es indispensable, pero es en la comunión, expresión orante de la alianza entre hermanos y con Dios, donde la oración es eficaz, también porque expresa el amor, la solidaridad, la unidad, en un servicio idéntico para todo el pueblo de Dios”.
Hace falta fe
El pasaje del Evangelio de Mateo (17, 14-21), según el sacerdote, “habla de la lucha contra satanás”, con el caso de un muchacho “guiado por impulsos que no puede controlar, símbolo de la persona que sufre y está indefensa, en grave peligro porque carece de esos recursos que le permitirían adherirse al bien”.
Su padre se dirige a los discípulos, a los que el Señor había dotado para expulsar demonios y curar las formas de maldad, pero en esta ocasión no logran, su actividad es ineficaz. Y para justificar esta ineficacia, remite a que “Jesús habla de la falta de fe, de la ‘generación incrédula y perversa”’. En este sentido, el padre Bovati puntualizó que lo que falta “no es solo la oración”, la cuestión, de hecho, es si los discípulos “tienen al menos una migaja de fe”.
Finalmente, concluyó esta reflexión invitando a la lectura del Salmo 121, “la oración no es simple recitación”, pues, “si el corazón no se adhiere al misterio de Dios, la oración es vana”. No obstante, “incluso una oración débil, sincera y humilde, si es una apelación a esa fuerza divina que solo puede estar en el Señor, es el arma poderosa que se nos da para colaborar en la venida del Reino”.
Perdón y reconciliación
Por la tarde, la octava predicación aludió al tema de la “Intercesión”, entendida como “esa intervención de auxilio amorosa” que se ejerce hacia las personas que “necesitan el perdón y la reconciliación con Dios”.
Los sacerdotes, recuerda el padre Bovati, están llamados al “ministerio de la reconciliación”, el “más espiritual”, y lo ejercen en el Sacramento, que debe ser vivido con “compromiso, dedicación y amor”.
Así, invitó a examinar el capítulo 32 del Éxodo, versículos 7-14, reiterando que el pecado “solo se conoce verdaderamente en la oración, en el encuentro cara a cara con el Señor”, mirando el rostro de Dios, escuchando su voz, se comprende «la gravedad del pecado”.
La oración que hace comprender dicha gravedad y el “deber urgente” de auxiliar a dicho pecado, “introduce, impulsa y promueve” una “oración especial hacia el Señor”, la de intercesión.
Necesidad de pedir
Con respecto a la oración que el intercesor dirige al Señor, el padre jesuita considera que “Dios concede antes de que la petición llegue a los labios”, pues “Él sabe lo que necesitamos”. Aún así, exhorta a pedir, “porque así tomamos conciencia de nuestras necesidades, experimentamos la necesidad, le presentamos nuestras heridas, nuestros sufrimientos, para que así se nos conceda el sentir su compasión, gustar su amor, que escucha y cumple”.
La intercesión, por lo tanto, “mira el rostro de Dios” y es testigo de un “cambio”, del paso de la ira “a la misericordia”, a la “ternura”, de modo que se hace un “cambio radical” en el propio corazón. La intercesión, en resumen, observa “el surgimiento del deseo de Dios de salvar al hombre”, para que en el mundo “todos puedan ser atraídos por la luz de la misericordia beneficiándose del mismo perdón”.
El intercesor “obtiene de Dios” la misericordia en su oración: a partir de allí pone en práctica una serie de “acciones”, “modalidades”, “actitudes” y “operaciones” necesarias “para que los pecadores accedan al don de la misericordia divina”. Para ilustrarlo el propone el discurso de Jesús en el capítulo 18 del Evangelio de Mateo, que parte de la atención “al pequeño”, es decir, a la persona vulnerable, frágil, débil, la cual no debe ser despreciada. .
No cansarse de perdonar
Del mismo modo, con respecto a la cuestión de cuántas veces se debe perdonar, recuerda que “la búsqueda del hermano que se ha extraviado se realiza, según este texto de Mateo, con el ejercicio del diálogo”, del hablar, del emprender un “proceso gradual”que convenza al pecador pasando de la “conversación personal” a la “implicación de los testigos”, de “mediadores que apoyen el deseo de reconciliación y lo favorezcan”, hasta la implicación “de toda la comunidad”. El Salvador cumple su misión precisamente porque los pastores son “mediadores”, “unen” a la comunidad.
Por último, el padre Bovati remarcó que Jesús insta a “no cansarse” de perdonar al hermano, haciendo así, en cierto sentido, “permanente” el “ministerio de la reconciliación”. El número 70 veces 7 se entiende como “multiplicación”, pues “cuanto más pecado hay, más se multiplica la misericordia”.
MARZO 06, 2020 12:45 PAPA Y SANTA SEDE