«Simeón tomo al niño en sus brazos»
- 29 Diciembre 2014
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El Papa, con las familias numerosas
Francisco asegura que "el hijo es un milagro que cambia la vida"
El papa afirma que las familias numerosas son "la esperanza de la sociedad"
"Contento del ejemplo de amor que dais. Habéis venido con los frutos más bellos de vuestro amor"
Redacción, 28 de diciembre de 2014 a las 20:13
La presencia de abuelos es una presencia preciosa tanto para servir de apoyo como para la educación, pues ayudan a los padres a transmitir valores a los hijos
El papa Francisco destacó hoy la riqueza y la vitalidad de las familias numerosas que son "la esperanza de la sociedad" y alabó el hecho de que en ellas "varias generaciones se encuentren y se ayuden".
Jorge Bergoglio realizó estas reflexiones durante la primera audiencia que mantuvo en sus casi dos años de pontificado con miles de integrantes de familias numerosas procedentes de todo el mundo.
"Estoy contento de encontrarme hoy con vosotros que formáis parte de la Asociación Nacional de Familias Numerosas. Amáis la familia y amáis la vida", afirmó el pontífice ante los fieles católicos que se encontraban en el Aula Pablo VI del Vaticano.
Y añadió: "En las familias amplias como las vuestras, varias generaciones se encuentran y se ayudan. (...) La presencia de abuelos es una presencia preciosa tanto para servir de apoyo como para la educación, pues ayudan a los padres a transmitir valores a los hijos".
El obispo de Roma subrayó el valor de la vida y de estas familias que son, reconoció, "la esperanza de la sociedad", precisamente dos meses después de que se celebrara en el Vaticano el Sínodo extraordinario sobre la familia.
"Estoy contento del ejemplo de amor a la vida que dais. Habéis venido con los frutos más bellos de vuestro amor. Maternidad y paternidad son dones de Dios. Cada uno de vuestros hijos es una creación única que no se repetirá más en la historia de la humanidad", señaló.
"Cuando se comprende esto -prosiguió-, que cada uno ha sido querido por Dios, se comprende que es milagro. Un hijo cambia la vida, todos nosotros hemos visto hombres y mujeres que cuando tienen hijos sus vidas cambian. El hijo es un milagro que cambia la vida".
Finalmente, el máximo representante de la Iglesia católica aludió a la "baja natalidad que existe en italia, más baja del 1%", para hacer un llamamiento a las "autoridades políticas y de la administración pública" y que estas favorezcan "el apoyo a las familias". (RD/Agencias)
Texto completo del saludo del Papa
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Antes que nada una pregunta y una curiosidad. Díganme: ¿a qué hora se han despertado hoy? ¿a las seis? ¿a las cinco? ¿y no tienen sueño? ¡Pero yo con este discurso los hare dormir!
Estoy contento de encontrarlos en ocasión de los diez años de la Asociación que reúne en Italia a las familias numerosas. ¡Se ve que ustedes aman a la familia y aman la vida! Y es bello agradecer al Señor por esto en el día en el cual celebramos la Sagrada Familia.
El Evangelio de hoy nos muestra a María y José que llevan al Niño Jesús al templo, allí encuentran a dos ancianos, Simeón y Ana, que profetizan sobre el Niño. Es la imagen de una familia "alargada", un poco como son sus familias, donde las diversas generaciones se encuentran y se ayudan. Agradezco a Mons. Paglia, Presidente del Pontificio Consejo para la Familia, - especialista en hacer estas cosas - que ha deseado tanto este momento, y a Mons. Beschi, que ha fuertemente colaborado en hacer nacer y crecer su Asociación, surgida en la ciudad del beato Pablo VI, Brescia.
Han venido con los frutos más bellos de su amor. La maternidad y la paternidad son dones de Dios, pero recibir este don, maravillarse de su belleza y hacerlo resplandecer en la sociedad, esto es su tarea. Cada uno de sus hijos es una creatura única que no se repetir nunca más en la historia de la humanidad. Cuando se entiende esto, es decir que cada uno ha sido querido por Dios, ¡nos quedamos sorprendidos de cuanto grande es el milagro de un hijo!
¡Un hijo cambia la vida! Todos nosotros hemos visto - hombres, mujeres - que cuando llega un hijo la vida cambia, es otra cosa. Un hijo es un milagro que cambia una vida. Ustedes, niños y niñas, son propio esto: cada uno de ustedes es un fruto único del amor, vienen del amor y crecen en el amor. ¡Son únicos, pero no solos! Y el hecho de tener hermanos y hermanas les hace bien: los hijos y las hijas de una familia numerosa son más capaces de la comunión fraterna desde la primera fase de la infancia. En un mundo marcado frecuentemente por el egoísmo, la familia numerosa es una escuela de solidaridad y de convivencia; y estas actitudes luego son un beneficio para toda la sociedad.
Ustedes, niños y jóvenes, son los frutos del árbol que es la familia: serán frutos buenos cuando el árbol tiene buenas raíces - que son sus abuelos - y un buen tronco - que son sus padres - Decía Jesús que todo árbol bueno da frutos buenos y que todo árbol malo da frutos malos (cfr. Mt 7,17). La gran familia humana es como un bosque, donde los arboles buenos traen solidaridad, comunión, confianza, ayuda, seguridad, sobriedad feliz, amistad. La presencia de las familias numerosas es una esperanza para la sociedad. Y por esto es muy importante la presencia de los abuelos: una presencia preciosa sea por la ayuda práctica, sea sobre todo por el aporte educativo. Los abuelos cuidan en sí los valores de un pueblo, de una familia, y ayudan a los padres a transmitirlos a los hijos. En el siglo pasado, en muchos países de Europa, han sido los abuelos a transmitir la fe: ellos llevaban a escondidas al niño a recibir el bautismo y transmitían la fe.
Queridos padres, les estoy agradecido por el ejemplo de amor a la vida, que ustedes cuidan desde el concebimiento hasta el fin natural, a pesar de todas las dificultades y lo pesado de la vida, y que lamentablemente las instituciones públicas no siempre los ayudan a llevar adelante. Justamente ustedes recuerdan que la Constitución Italiana, en el artículo 31, exige una atención especial a las familias numerosas; pero esto no encuentra un adecuado reflejo en los hechos. Se queda en las palabras. Deseo pues, pensando también a la baja natalidad que de hace tiempo se registra en Italia, una mayor atención de la política y de los administradores públicos, a todo nivel, con el fin de dar la ayuda prevista para estas familias. Cada familia es célula de la sociedad, pero la familia numerosa es una célula más rica, más vital, y el ¡Estado tiene todo el interés de invertir en ella!
Sean bienvenidas las familias reunidas en Asociaciones - como esta italiana y como aquellas de otros países europeos, aquí representados - y sea bienvenida la red de asociaciones familiares capaces de estar presentes y visibles en la sociedad y en la política. San Juan Pablo II, en este sentido, escribía: «las familias deben crecer en la conciencia de ser protagonistas de la llamada política familiar y deben asumir la responsabilidad de transformar la sociedad: diversamente las familias serán las víctimas de aquellos males que se han limitado a observar con indiferencia» (Exh. Ap. Familiaris consortio, 44). El compromiso que las asociaciones familiares desarrollan en los diversos "foros", nacionales y locales, es propio aquel de promover en la sociedad y en las leyes del estado los valores y las necesidades de la familia.
Bienvenidos también los movimientos eclesiales, en los cuales ustedes miembros de las familias numerosas están particularmente presentes y activos. Siempre agradezco al Señor al ver a papás y mamás de las familias numerosas, juntos a sus hijos, comprometidos en la vida de la Iglesia y de la sociedad. Por mi parte les acompaño con mis oraciones, y les encomiendo bajo la protección de la Sagrada Familia de Jesús, José y María. Y una bella noticia es que propio en Nazaret se está realizando una casa para las familias del mundo que van en peregrinación allá donde Jesús creció en edad, sabiduría y gracia. (cfr. Lc 2,40).
Rezo en especial por las familias más afectadas por la crisis económica, aquellas donde el papá o la mamá han perdido el trabajo, - y esto es duro - donde los jóvenes no logran encontrarlo; las familias heridas en sus sentimientos y aquellas tentadas a rendirse a la soledad y la división.
¡Queridos amigos, queridos padres, queridos jóvenes, queridos niños, queridos abuelos, buena fiesta a todos ustedes! Cada una de sus familias sea siempre rica de ternura y de la consolación de Dios. Con afecto los bendigo. Y ustedes, por favor, continúen a rezar por mí, que yo soy un poco el abuelo de todos ustedes. ¡Recen por mí! Gracias.
Evangelio según San Lucas 2,22-35.
Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: Todo varón primogénito será consagrado al Señor. También debían ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor. Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba en él y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías del Señor. Conducido por el mismo Espíritu, fue al Templo, y cuando los padres de Jesús llevaron al niño para cumplir con él las prescripciones de la Ley, Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo: "Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has prometido, porque mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos: luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel". Su padre y su madre estaban admirados por lo que oían decir de él. Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: "Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos".
Santa Teresa de Jesús (1515-1582), carmelita y doctora de la Iglesia
Camino de perfección, c. 31/33
«Simeón tomo al niño en sus brazos»
Es en esta oración de quietud, adonde a mí me parece comienza el Señor, como he dicho, a dar a entender que oye nuestra petición, y comienza ya a darnos su reino aquí, para que de veras le alabemos y santifiquemos su nombre y procuremos lo hagan todos.
Es ya cosa sobrenatural y que no la podemos procurar nosotros por diligencias que hagamos; porque es un ponerse el alma en paz o ponerla el Señor con su presencia por mejor decir, como hizo al justo Simeón (Lc 2, 29), porque todas las potencias se sosiegan. Entiende el alma, por una manera muy fuera de entender con los sentidos exteriores, que ya está junto cabe su Dios, que, con poquito más, llegará a estar hecha una misma cosa con él por unión. Esto no es porque lo ve con los ojos del cuerpo ni del alma. Tampoco no veía el justo Simeón más del glorioso niño pobrecito; que en lo que llevaba envuelto y la poca gente con él que iban en la procesión, más pudiera juzgarle por hijo de gente pobre que por Hijo del Padre celestial; mas dióselo el mismo Niño a entender.
Y así lo entiende acá el alma, aunque no con esa claridad; porque aun ella no entiende cómo lo entiende más de que se ve en el reino (al menos cabe el Rey que se le ha de dar), y parece que la misma alma está con acatamiento aun para no osar pedir.
29 de diciembre 2014 Lunes 5º de la octava 1 Jn 2, 3-11
A menudo deseamos orientaciones para saber si vamos bien por nuestro camino espiritual. Hoy Juan nos da una: «Tenemos esta señal para conocer si estamos en Él: quienes afirman que están en Él deben comportarse como Él se comportaba». Toda una tarea para toda una vida. Hoy que me propongo hacer como Él hizo? Señor, que en el camino de la vida siempre descubra Tu huella.
Tomás Becket, Santo
Obispo y mártir, 29 de diciembre
Martirologio Romano: Santo Tomas Becket, obispo y mártir, que por defender la justicia y la Iglesia fue obligado a desterrarse de la sede Canterbury y de la misma Inglaterra, volviendo al cabo de seis años a su patria, donde padeció mucho hasta que fue asesinado en la catedral por los esbirros del rey Enrique II, emigrando a Cristo (1170). Etimología: Tomás = gemelo, mellizo; viene del arameo.
Una de las más adivinadas elecciones del gran soberano inglés, Enrique II, fue la de su canciller en la persona de Tomás Becket. Había nacido en Londres en 1118 de padre normando, y fue ordenado archidiácono y colaborador del arzobispo de Cantorbery, Teobaldo. Como canciller del reino, Tomás se sentía perfectamente a sus anchas: tenía ambición, audacia, belleza y un destacado gusto por la magnificencia. Cuando era necesario sabía ser valiente, sobre todo cuando se trataba de defender los buenos derechos de su príncipe, de quien era íntimo amigo y compañero en los momentos de descanso y de diversión.
El arzobispo Teobaldo murió en 1161, y Enrique II, gracias al privilegio que le había concedido el Papa, pudo elegir a Tomás como sucesor para la sede primada de Cantorbery. Nadie, y mucho menos el rey, se imaginaba que un personaje tan “mencionado” se iba a transformar inmediatamente en un gran defensor de los derechos de la Iglesia y en un celoso pastor de almas. Pero Tomás le había advertido a su rey: “Señor, si Dios permite que yo sea arzobispo de Cantorbery, perderé la amistad de Vuestra Majestad”.
Ordenado sacerdote el 3 de junio de 1162 y consagrado obispo al día siguiente, Tomás Becket no tardó en enemistarse con el soberano. Las “Constituciones” de 1164 habían restablecido ciertos derechos abusivos del rey caídos en desuso. Por eso Tomás Becket no quiso reconocer las nuevas leyes y escapó a las iras del rey huyendo a Francia, en donde pasó seis años de destierro, llevando una vida ascética en un monasterio cisterciense.
Restablecida con el rey una paz formal, gracias a los consejos de moderación del Papa Alejandro III, con quien se encontró, Tomás pudo regresar a Cantorbery y fue recibido triunfalmente por los fieles, a quienes él saludó con estas palabras: “He regresado para morir entre ustedes”. Como primer acto desautorizó a los obispos que habían hecho pactos con el rey, aceptando las “Constituciones”, y esta vez el rey perdió la paciencia y se dejó escapar esta frase imprudente: “¿Quién me quitará de entre los pies a este cura intrigante?”.
Hubo quien se encargó de eso. Cuatro caballeros armados salieron para Cantorbery. Se le avisó al arzobispo, pero él permaneció en su puesto: “El miedo a la muerte no puede hacernos perder de vista la justicia”. Recibió a los sicarios del rey en la catedral, revestido con los ornamentos sagrados. Se dejó apuñalar sin oponer resistencia, murmurando: “Acepto la muerte por el nombre de Jesús y por la Iglesia”. Era el 23 de diciembre de 1170. Tres años después el Papa Alejandro III lo inscribió en la lista de los santos.
Dos tortolas ofrecidas en sacrificio
Se ofrecían en forma de sacrificio cuando se presentaba a Dios al hijo primogénito.
La Redención tiene infinitas facetas para que nuestro corazón, en meditación, las descubra. Cuando rezamos el cuarto misterio gozoso del Santo Rosario, por ejemplo, meditamos la Presentación de Jesús en el templo. Y sabemos que allí recordamos la celebración de un rito que el pueblo judío heredó de las leyes de Moisés: se presentaba a Dios al hijo primogénito en el Templo, en forma de sacrificio. Y la costumbre de los humildes era presentar dos tórtolas como ofrenda. Cuando aquel día José y María ofrecieron a Jesús en el Templo se vivió un anticipo de lo que ocurriría luego: el Cordero de Dios iba a ser verdaderamente ofrecido en sacrificio, para la Salvación de toda la humanidad. Allí el anciano Simeón profetizó a María que su corazón iba a ser traspasado por una espada, por el destino de Cruz que su Hijo iba a enfrentar.
Aquí se esconde un gran misterio: se ofrecieron entonces dos tórtolas como símbolo de sacrificio a Dios. Ellas representaban a Jesús y también a María. Se ofreció en sacrificio al Redentor y a la Corredentora, juntos inseparablemente en la obra de la Salvación. Dios Padre recibió la ofrenda de Su propio Hijo y también la de la Criatura más perfecta, verdadera Arca que contuvo y dio su naturaleza humana al Salvador.
Las dos tórtolas ofrecidas en sacrificio en Jerusalén dos mil años atrás unieron indisolublemente a Madre e Hijo en la obra de la Salvación, frente a Dios Padre. Jesús murió física y místicamente por nosotros en la Cruz, pero su Madre lo siguió en todo momento, de tal modo que también sufrió místicamente la Pasión de su Hijo amado. Así, el misterio de la Redención va unido al de la Corredención de María.
El único y verdadero Salvador de la humanidad no quiso en ningún momento tener a Su Madre lejos de él: espiritualmente ellos siempre estuvieron unidos, como lo están ahora. Estos tiempos son importantes para recibir de nuestra Madre Celestial el consuelo y la guía para que lleguemos a su Hijo. Porque como dijo San Luis Grignion de Montfort: María es el camino más corto y seguro para llegar a Jesús.
¡Jesús y María, sean la Salvación del alma mía!
La partícula de Dios. El bosón de Higgs
La comprobación de la existencia de esta partícula señala como la ciencia y la fe, no están en contraposición, sino que se complementan
Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz | Fuente: es.gaudiumpress.org
Un amigo periodista, sabiendo que además de sacerdote, soy químico de profesión, me entrevistó en radio y me preguntó que si la expresión "partícula de Dios" , referida a una partícula sub atómica, más adecuadamente llamada "bosón de Higgs", no era un intento de negar la existencia de Dios y le comenté que no era así, pues incluso, quien acuñó el término de "partícula de Dios", para una novela de divulgación científica, el Premio Nobel de Física (1988), Leon Lederman, había señalado que demostrar la existencia del "bosón de Higgs" ayudaría a comprender mejor "cómo Dios hizo el universo".
La intención de los científicos europeos que dieron a conocer en Ginebra que habían comprobado la existencia de "la partícula de Dios", contando con la presencia del Doctor George Higgs, quien en los años sesenta propuso la existencia del "bosón", no es negar la existencia de Dios o distorsionar la imagen que de Él tenemos los creyentes.
Ciertamente la utilización del término "partícula de Dios", con el que también es conocido el "bosón de Higgs", a más de alguno le podría hacer pensar que Dios es materia y tiene partículas y por lo mismo es "medible" y "manipulable"; a otros les podría hacer suponer una especie de un "panteísmo", donde el conjunto del todo "hace a Dios" e incluso algunos podrían llegar a afirmar que "Dios no existe".
Contrario a esas posturas, la comprobación de la existencia de esta partícula señala como la ciencia y la fe, no están en contraposición, sino que se complementan, pues tienen como objeto común la verdad, a la cual se acercan de diversos modos. La ciencia a través de las causas segundas y la religión a través de la causa primera que es Dios. La ciencia pretende saber "el cómo", la religión nos dice "Quien".
Dios es el creador de todo cuanto existe, visible e invisible y se distingue de su creatura. Es Espíritu y por lo mismo es inmensurable, es decir no medible. Sin embargo esto no significa que no podamos reconocer su existencia a través de la razón y de la ciencia, las cuales nos proporcionan algunos datos sobre Dios. Él mismo, se auto revela veladamente en el Antiguo Testamento y plenamente lo hace en la persona de Cristo. Como un acto libérrimo de amor, se limita y toma nuestra condición humana, sin dejar de ser Dios, para redimirnos, para que lo conozcamos mejor, experimentemos su amor y sepamos que estamos llamados a la Vida Eterna; datos que conocemos porque el mismo Dios nos lo reveló por su amado Hijo, Jesucristo.
El mundo en un orden maravilloso
El orden maravilloso que encontramos en el mundo de las partículas subatómicas, así como la belleza macrocósmica de las imágenes de las constelaciones en los límites del Universo captadas por el Telescopio Espacial "Hubble" y dadas a conocer en el 2009, nos hablan no sólo de un orden y una perfecta armonía, contarios al caos o al azar, sino de una mente creadora, que para los católicos es mucho más que "una mente" o "una energía", pues es persona y es nuestro Padre que se revela en la naturaleza y en cada ser humano, pues Dios mismo asume nuestra condición humana en su Hijo Jesucristo. Por lo mismo, este hallazgo científico como creyentes nos alegra, pues habla de la capacidad del hombre de escudriñar el mundo material, para conocer sus secretos y a través de ellos tener mayor número de evidencias la existencia de Dios.
El 4 de julio del 2012 para los físicos del mundo será recordado como el día en que pudieron comprobar hipótesis sobre las "partículas subatómicas" y que su visión de la "materialidad" del mundo era correcta, pues encontraron el "eslabón perdido" que le da sustento a las hipótesis que desde la segunda mitad del siglo pasado habían propuesto para explicar la manera en que las partículas subatómicas interactúan, se mantienen unidas para dar consistencia a la materia y se comportan de la manera en que lo hacen.
En 1972, junto con algunos amigos de la Preparatoria 8 de la UNAM en la que estudié, presentamos en una exposición universitaria, la figura tridimensional de un "Orbital D"; dato científico que en ese entonces era una novedad, pues después de los descubrimientos que dieron pie a la utilización de la energía atómica aún faltaba mucho por conocer sobre la constitución subatómica de la materia y su comportamiento, por lo que contaba con diversas hipótesis, como la que ahora se ha comprobado.
En general, desde la secundaria y en la preparatoria también, a todos, se nos habla de los elementos de la Tabla Periódica, de los átomos, de los protones, neutrones y electrones y quizá, cuando se estudia el proceso de vida de las plantas, se menciona a los fotones. En estudios más especializados sobre el mundo de las partículas subatómicas se habla de los "quarks" y "leptones" que son de seis variedades cada uno. Los "leptones" aparecen de manera individual y los "quarks" en pares, los cuales están unidos por "gluones". Recordemos que estos nombres se fueron dando a las partículas según se iban "suponiendo" y descubriendo.
Para explicar algunos "comportamientos de estas partículas", el científico Inglés George Higgs propuso la existencia de una partícula más a la que llamó "bosón", por lo que desde 1964, esta partícula hipotética fue llamada "bosón de Higgs". Años después, en una novela de divulgación científica, esta partícula fue denominada por Leon Lederman como "la partícula de Dios", sin ninguna connotación de tipo religioso, sino solamente analógico, con la idea de que se sabía que existía, pero que nadie la había visto.