«Los padres de Jesús le llevaron al Templo para presentarlo»
- 30 Diciembre 2014
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INVITACIÓN de final de año
Entra dentro de ti,
que alguien quedo te espera.
Oye una cita amiga,
en la estancia primera.
Entra, entra más dentro,
arroja afuera el miedo,
Quien te habita, te ama,
y te dice: “Te quiero”.
Entra aún más adentro,
no es estrecha la sala,
de luz toda está llena,
fuego de una mirada.
Entra, escucha por dentro
la voz de Alguien que llama,
y a mantener te invita
hablas en tu posada.
Entra ya en tu bodega,
donde se alberga el alma,
en la hondura del ser,
donde mora el que ama.
Entra a tu intimidad,
percibirás fragancia,
la suavidad del Amor,
experiencia de gracia.
No huyas de la verdad,
sentida en tu morada.
Respira hondo el aliento,
que ama en tus entrañas.
Evangelio según San Lucas 2,22.36-40.
Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor. Estaba también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya entrada en años, que, casada en su juventud, había vivido siete años con su marido. Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones. Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén. Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea.
El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él.
Adán de Perseigne (¿ -1221), abad cisterciense
Sermón 4 para Navidad
«Los padres de Jesús le llevaron al Templo para presentarlo»
Que la carne se acerque al Verbo hecho carne hoy, para comprender cuales son sus propios límites y en ella aprender, poco a poco, a pasar de la carne al Espíritu. Que nos acerquemos, pues, hoy a Él porque un nuevo sol brilla más de lo ordinario. Hasta aquí encerrado en Belén en la estrechez de un pesebre y conocido sólo por un número reducido de personas, hoy va Jerusalén, al Templo del Señor; allí es presentado ante más de una persona. Hasta ahí, tú, Belén, te has regocijado tu sola de la luz que se nos ha dado para todos; orgullosa de un privilegio, de una novedad inaudita, podías rivalizar con el mismo Oriente por tu luz. Más aún, cosa increíble de decir, en ti había, en un pesebre más luz que toda la que el sol de este mundo puede difundir cuando se levanta... Pero hoy, el sol se lanza para iluminar al mundo entero. Hoy, el Señor del Templo se ofrece en el Templo de Jerusalén.
¡Qué dichosos son los que, en la soledad de un corazón pacífico se ofrecen a Dios como Cristo se ofreció como una paloma! Éstos están maduros para celebrar con María el misterio de la purificación... No es la Madre de Dios, que jamás consintió al pecado la que ha sido purificada en este día. Es el hombre ensuciado por el pecado que hoy ha sido purificado por su alumbramiento y su ofrenda voluntaria... Es nuestra purificación la que hemos obtenido por María... Si abrazamos con fe al fruto de sus entrañas, si nos ofrecemos con Él en el Templo, es el misterio que celebramos el que nos purificará.
San Félix I, papa
En Roma, en el cementerio de Calixto, en la vía Apia, sepultura de san Félix I, papa, el cual rigió la Iglesia Romana en tiempo del emperador Aureliano.
El Liber Pontificalis afirma que el papa san Félix I fue mártir, y construido una iglesia sobre la via Aurelia, en la que fue sepultado. Sin embargo, ninguno de los dos datos son ciertos, así como otras afirmaciones que también se han hecho sobre él a lo largo de la historia, como atribuirle algunos decretos de materia litúrgica. En realidad, es escaso lo que se sabe de san Félix, aunque puede darse por cierto que no murió márir y que fue enterrado en el cementerio de Calixto. Sucedió a san Dionisio en el 269 y ejerció el episcopado hasta el 274. Durante su pontificado tuvo lugar la deposición de la sede de Antioquía de Pablo de Samosata, por sus herejías trinitarias. Nos cuenta Eusebio que como el hereje no quisiera bajo ningún concepto abandonar su sede, intervino el poder secular: fue desalojado por orden del emperador Aurelio, que consideró que la decisión de apartarlo era justa ya que no estaba «en correspondencia epistolar con los obispòs de Italia y de la ciudad de Roma». Muchos años después, en el Concilio de Éfeso, en el 431, se leyó la Carta de san Félix con motivo de estas controversias doctrinarias; pero la carta leída había sido manipulada por los apolinaristas, por lo que no ha llegado a nosotros el escrito del propio san Félix. De acuerdo con la «Depositio Episcoporum», san Félix murió el 30 de diciembre, es decir, el III Kalendas Jan[uari]. Sin embargo tradicionalmente se lo ha celebrado el 30 de mayo, es decir, el III Kalendas Jun[ii], por un simple error de copista. El Martirologio actual ha restaurado la fecha correcta.
J. P. Kirsch en Catholic Encyclopedia, así como los comentarios de Duchesne en la edición del Liber Pontificalis (tomo I pág 58), y el Comentario al Martirologio Jeronimiano, pág. 14-16; Acta Sanctorum, mayo, VII, 236-37. La referencia de Eusebio se encuentra en la Historia Eclesiástica, VII,30,19; Eusebio tiene errada la cronología (ver notas a la edición BAC, pág 495). Hay también un artículo en «Los Papas, de San Pedro a Juan Pablo II», de Jean Mathieu-Rosay, Rialp, Madrid, 1990, pp 51.
Hijo de un hombre llamado Constancio, su pontificado coincidió con el gobierno del emperador Aureliano persecuciones que contra los cristianos habían aplicado sus antecesores.
En los comienzos de su pontificado llegaron a Roma noticias del sínodo que se había celebrado en Antioquía y que había depuesto al obispo antioquiano Pablo de Samosata por enseñar una doctrina contraria a las enseñanzas de la Iglesia sobre la Trinidad. La cuestión había tomado un cariz político por el apoyo a Pablo de Samosata del emperador Aureliano, a pesar de lo cual Félix emitió un decreto indicando que nadie podía ser obispo si no estaba en comunión con la sede de Roma con lo que ratificó la deposición aprobada en el concilio de Antioquía del obispo de la ciudad, afirmando la divinidad y humanidad de Jesucristo y las dos naturalezas distintas en una sola persona.
Ordenó enterrar a los mártires bajo los altares de los templos y celebrar la misa sobre sus sepulcros, celebración que sólo podrían realizarla los sacerdotes y en el propio templo salvo por causa mayor, para impedir la celebración de misas privadas. Hacia el final de su pontificado, Aureliano retomó la política de persecuciones.
Félix I murió el 30 de diciembre de 274.
En el Templo con la profetisa Ana
Lucas 2, 36-40. Navidad. María presenta su hijo a Dios y a nosotros. Es esa la mayor riqueza que la vida en familia encierra.
Oración introductoria
Padre Santo, mi relación contigo se basa en la fe, que me permite percibir lo que mis sentidos no pueden. Por ella, sé que estás ahora aquí porque, humildemente, te he invocado. Espero y confío en tu misericordia, me abandono en tu Providencia, sé que por tu amor, encontraré en Ti la paz que busco. Petición. Jesús, envía al Espíritu Santo para que guíe esta oración. Que sepa guardar ese silencio que me permita poder escuchar lo que hoy me quieres decir, para que así, hoy, pueda ser en mi familia apóstol de tu amor.
Meditación del Papa Francisco. Ana, a pesar de su avanzada edad, cobró nuevas fuerzas y se puso a hablar a todos del Niño. Es una hermosa estampa: dos jóvenes padres y dos personas ancianas, reunidas por Jesús. ¡Realmente Jesús hace que generaciones diferentes se encuentren y se unan! Él es la fuente inagotable de ese amor que vence todo egoísmo, toda soledad, toda tristeza. En su camino familiar, ustedes comparten tantos momentos inolvidables: las comidas, el descanso, las tareas de la casa, la diversión, la oración, las excursiones y peregrinaciones, la solidaridad con los necesitados… Sin embargo, si falta el amor, falta la alegría, y el amor auténtico nos lo da Jesús: Él nos ofrece su Palabra, que ilumina nuestro camino.» (Papa Francisco, 2 de febrero de 2014)
Reflexión. Como que resumiendo todo el período de la infancia de Jesús, se nos dice que Él estaba “sometido” a sus padres y que “progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres” (Lc 2,51-52). Durante la mayor parte de su vida, Jesús compartió la condición de la inmensa mayoría de los hombres: una vida cotidiana sin aparente importancia, vida de trabajo manual, vida religiosa judía sometida a la ley de Dios, vida en la comunidad (cf. Catecismo de la Iglesia Cátolica, n. 531). No siempre recordamos esto, pero lo que más distinguió a Jesús fue su vida familiar. En cambio, a menudo consideramos sólo su vida pública. Si Jesucristo nos ha redimido tanto con su vida oculta de Nazaret como con sus escasos tres años de predicador itinerante, entonces, los 30 años que pasaba detrás del portal de la casa sencilla de Nazaret no fueron menos fecundos. Lo manifiesta también la frase del Evangelio: “El niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre él.” Ciertamente, el propósito común de María y José fue el de proporcionar una esmerada educación a Jesús y Él la asimiló con la actitud más confiada, diligente y sumisa que jamás ha tenido un hijo. María y José vieron cómo su inteligencia y su voluntad humanas se iban despertando, desarrollando y fortificando. Por otro lado, no sólo habrán buscado trasmitirle un gran número de conocimientos acerca de las costumbres y tradiciones del pueblo judío, sino sobre todo el mundo de valores y de ideales que los animaba, donde Dios lo era todo. Así habrán compartido muchas veces los mismos sentimientos, afectos e intereses. Es esa la mayor riqueza que la vida en familia encierra. Sorprende, con qué eficacia se va trasmitiendo, casi irradiando hacia los demás. Quizá por eso la profetiza Ana se sintió atraída hacia esta familia. Es hermoso pensar que la Virgen María en persona le habrá contado a San Lucas todos estos detalles acerca de la niñez de Jesús. ¿Quién más lo podría haber hecho?
Propósito. Al presentarse un conflicto, seré el primero en ofrecer una disculpa o proponer una solución para construir la unidad, en mi casa o lugar de trabajo.
Se termina el año
Han pasado ya las penas y las alegrías. De ellas sólo quedan el mérito de haber sufrido con espíritu sobrenatural, y de haber agradecido a Dios.
El tiempo pasa volando. Han pasado ya las penas y las alegrías. De ellas sólo quedan el mérito de haber sufrido con espíritu sobrenatural, y de haber agradecido a Dios las satisfacciones. El pasado deja huella en la biografía que Dios tiene de mí.
El día de hoy podríamos considerar tres cosas:
a) El tiempo pasa.
b) La muerte se acerca.
c) La eternidad nos espera.
El tiempo pasa volando. Han pasado ya las penas y las alegrías. De ellas sólo quedan el mérito de haber sufrido con espíritu sobrenatural, y de haber agradecido a Dios las satisfacciones. El pasado deja huella en la biografía que Dios tiene de mí. La muerte se acerca. Cada día que pasa estoy más cerca de ella. Es necio no querer pensar esto. Muchos de los que murieron el año pasado se creían que iban a seguir vivos en éste, pero se equivocaron. Puede que este año sea el último de nuestra vida. No es probable, pero sí posible. Debo tenerlo en cuenta. En ese momento trascendental, ¿qué querré haber hecho? ¿Qué NO querré haber hecho? Conviene hacer ahora lo que entonces me alegraré de haber hecho, y no lo que me pesará haber hecho. La eternidad nos espera. Nos preocupamos mucho de lo terrenal que va durar muy poco. Nos preocupamos de la salud, del dinero, del éxito, de nuestra imagen, etc. Todo esto es transitorio. Lo único que va a perdurar es lo espiritual. El cuerpo se lo van a comer los gusanos. Lo único que va a quedar de nosotros es el alma espiritual e inmortal. Con la muerte no termina la vida del hombre: se transforma, como dice el Prefacio de Difuntos. Palabras de Santo Tomás Moro sobre la morada en el cambio de destino. Los que niegan la vida eterna es porque no les conviene. Pero negarla no es destruirla. La verdad es lo que Dios nos ha revelado. Hoy es el momento de hacer balance. No sólo económico, sino también espiritual y moral.
Hagamos examen del año que termina.
Sin duda que habrá páginas maravillosas, que besaremos con alegría.
Pero también puede haber páginas negras que desearíamos arrancar. Pero eso ya no es posible. Lo escrito, escrito está. Hoy abrimos un libro nuevo que tiene todas las páginas en blanco. ¿Qué vamos a escribir en él? Que al finalizar este año que hoy comienza, podamos besar con alegría cada una de sus páginas. Que no haya páginas negras que deseemos arrancar. Puede que en ese libro haya cosas desagradables que no dependen de nosotros. Lo importante es que todo lo que dependa de nosotros sea bueno. Pidamos a Dios que dirija nuestra mano para que a fin de año podamos besar con alegría todo lo que hemos escrito. También es el momento de examinar todas las ocasiones perdidas de hacer el bien.
Ocasiones irrecuperables. Pueden venir otras; pero las perdidas, no se recuperarán.
Finalmente, demos gracias a Dios de todo lo bueno recibido en el año que termina.
De la paciencia que Dios a tenido con nosotros.
Y de su gran misericordia.
El Papa, a la CuriaAgencias
Discurso del Papa a la Curia
Señal de alarma y llamada a posicionarse
Los adversarios más peligrosos son los que se refugian en un silencio educado
Redacción, 30 de diciembre de 2014 a las 09:52
Anima a que los sacerdotes, los obispos y también los laicos apoyen su reforma de la curia y de la Iglesia
(Sébastien Maillard, La Croix).-Felicitando la Navidad a la Curia vaticana, el papa Francisco ha descrito, una a una, las quince "enfermedades espirituales" que están afectando al gobierno central de la Iglesia católica. Y lo ha hecho mediante un discurso muy vivo, tanto en el fondo como en la forma, y lleno de frases chocantes. Al finalizar el mismo, los miembros presentes le han aplaudido y han ido saludando, uno a uno, al papa. Queda por ver el efecto de semejante discurso en la reforma de la Curia en curso.
Marco Politi, vaticanista, autor del libro "Francisco entre lobos" ha declarado al periódico italiano "Il Fatto Quotidiano": "Aparentemente, este discurso es un listado de pecados, de los que Francisco ya había hablado antes de ahora. Pero las circunstancias en las que se ha efectuado indican que el papa tiene dificultades. Percibe con toda claridad que sus posicionamientos tienen una cogida minoritaria en la Curia. El último Sínodo sobre la familia le ha mostrado con toda claridad que los jefes de los dicasterios (el equivalente a los ministerios de la Curia) no apoyan su voluntad de apertura. Y le ha hecho percatarse de que no muestran entusiasmo alguno en la reforma de la Curia. Tal es, por ejemplo, la posibilidad de confiar más responsabilidades a las mujeres.
Una oposición silenciosa y educada
Lo más duro para él no son los posicionamientos de aquellas personas que propalan públicamente sus diferencias, como el caso del cardenal Gerhard Müller (prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe) o el cardenal Raymond Burke (recientemente apartado de la Curia por el papa). Éstos son adversarios leales. Los adversarios más peligrosos son los que se refugian en un silencio educado, un comportamiento que puede acabar reuniendo una oposición poderosa. En este sentido, su discurso se presenta como una señal de alarma en toda regla. El papaFrancisco envía algo así como una última advertencia a la Curia romana. Es posible que algunas de las "enfermedades" que describe animen a tal o cual miembro, individualmente, a cambiar. Como, por ejemplo, cuando habla de la "doble vida" o cuando denuncia el tren de vida de muchos de ellos. Al explicarse en estos términos, muestra estar muy informado de lo que pasa. Y, a la vez, que no tiene intención alguna de cambiar en todo lo referente a la reforma de la Curia. Ya en su época, el mismo Juan XXIII conoció una parecida oposición a sus reformas.
Una llamada a posicionarse. Pero este discurso es también una llamada al resto de la Iglesia. El papa la invita a posicionarse. Anima a que los sacerdotes, los obispos y también los laicos apoyen su reforma de la curia y de la Iglesia. Hasta el presente, los diferentes movimientos de Iglesia, sean del signo que sean, no se han pronunciado al respecto. Sus palabras son una clara invitación a reaccionar".