Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando
- 14 Mayo 2020
- 14 Mayo 2020
- 14 Mayo 2020
Fiesta litúrgica, 14 de mayo
Apóstol
Martirologio Romano: Fiesta de san Matías, Apóstol, que siguió al Señor Jesús desde el bautismo de Juan hasta el día en que Cristo subió a los cielos y, por esta razón, después de la Ascensión del Señor fue puesto por los apóstoles en el lugar que había ocupado Judas, el traidor, para que, formando parte del grupo de los Doce, fuese testigo de la Resurrección. († s. I)
Etimológicamente: Matías = “don de Dios”. Viene de la lengua hebrea.
Breve Biografía
Clemente de Alejandría, basándose en la tradición, afirma que San Matías fue uno de los 72 discípulos que el Señor envió a predicar durante su ministerio. Los hechos de los Apóstoles afirman que Matías acompañó al Salvador, desde el Bautismo hasta la Ascensión.
Cuando San Pedro decidió proceder a la elección de un nuevo Apóstol para reemplazar a Judas, los candidatos fueron José, llamado Bernabé y Matías. Finalmente, la elección cayó sobre Matías, quien pasó a formar parte del grupo de los doce.
El Espíritu Santo descendió sobre él en Pentecostés y Matías se entregó a su misión.
Clemente de Alejandría afirma que se distinguió por la insistencia con que predicaba la necesidad de mortificar la carne para dominar la sensualidad. Esta lección la había aprendido del mismo Jesucristo.
Según la tradición, predicó primero en Judea y luego en otros países. Los griegos sostienen que evangelizó la Capadocia y las costas del Mar Caspio, que sufrió persecuciones de parte de los pueblos bárbaros donde misionó y obtuvo finalmente la corona del martirio en Cólquida.
Los "Menaia" griegos sostienen que fue crucificado. Se dice que su cuerpo estuvo mucho tiempo en Jerusalén y que Santa Elena lo transladó a Roma.
Este es el apóstol No. 13 (El 14 es San Pablo). Es un apóstol "póstumo" (Se llama póstumo al que aparece después de la muerte de otro). Matías fue elegido "apóstol" por los otros 11, después de la muerte y Ascensión de Jesús, para reemplazar a Judas Iscariote que se ahorcó. La S. Biblia narra de la siguiente manera su elección:
"Después de la Ascensión de Jesús, Pedro dijo a los demás discípulos: Hermanos, en Judas se cumplió lo que de él se había anunciado en la Sagrada Escritura: con el precio de su maldad se compró un campo. Se ahorcó, cayó de cabeza, se reventó por medio y se derramaron todas sus entrañas. El campo comprado con sus 30 monedas se llamó Haceldama, que significa: "Campo de sangre". El salmo 69 dice: "su puesto queda sin quién lo ocupe, y su habitación queda sin quién la habite", y el salmo 109 ordena: "Que otro reciba su cargo".
"Conviene entonces que elijamos a uno que reemplace a Judas. Y el elegido debe ser de los que estuvieron con nosotros todo el tiempo en que el Señor convivió con nosotros, desde que fue bautizado por Juan Bautista hasta que resucitó y subió a los cielos".
Los discípulos presentaron dos candidatos: José, hijo de Sabas y Matías. Entonces oraron diciendo: "Señor, tú que conoces los corazones de todos, muéstranos a cual de estos dos eliges como apóstol, en reemplazo de Judas".
Echaron suertes y la suerte cayó en Matías y fue admitido desde ese día en el número de los doce apóstoles (Hechos de los Apóstoles, capítulo 1).
San Matías se puede llamar un "apóstol gris", que no brilló de manera especial, sino que fue como tantos de nosotros, un discípulo del montón, como una hormiga en un hormiguero. Y a muchos nos anima que haya santos así porque esa va a ser nuestra santidad: la santidad de la gentecita común y corriente. Y de estos santos está lleno el cielo: San Chofer de camión y Santa Costurera. San Cargador de bultos y Santa Lavandera de ropa. San Colocador de ladrillos y Santa Vendedora de Almacén, San Empleado y Santa Secretaria, etc. Esto democratiza mucho la santidad, porque ella ya no es para personajes brillantes solamente, sino para nosotros los del montón, con tal de que cumplamos bien cada día nuestros propios deberes y siempre por amor de Dios y con mucho amor a Dios.
San Clemente y San Jerónimo dicen que San Matías había sido uno de los 72 discípulos que Jesús mandó una vez a misionar, de dos en dos. Una antigua tradición cuenta que murió crucificado. Lo pintan con una cruz de madera en su mano y los carpinteros le tienen especial devoción.
Yo soy su amigo
Santo Evangelio según san Juan 15, 9-17. Jueves V de Pascua
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Espíritu Santo, ven. Hazme un apóstol como Matías. Lléname de tu sabiduría y cuida el silencio de mi corazón para que pueda escucharte. María, dame la gracia de una oración sincera.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 15, 9-17
En aquel tiempo, Jesús dijo sus discípulos: “Como el Padre me ama, así los amo yo. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecen en mi amor; lo mismo que yo cumplo los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea plena.
Este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros como yo los he amado. Nadie tiene amor más grande a sus amigos que el que da la vida por ellos. Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a ustedes los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que le he oído a mi Padre.
No son ustedes los que me han elegido, soy yo quien los ha elegido y los he destinado para que vayan y den fruto y su fruto permanezca, de modo que el Padre les conceda cuanto le pidan en mi nombre. Esto es lo que les mando: que se amen los unos a los otros”.
Palabra del Señor
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
San Matías, el santo de hoy, es muy especial. Se hace llamar uno de los apóstoles, pero en realidad, él no fue llamado directamente por Jesús como los demás. San Matías fue elegido a suertes para sustituir a Judas en el grupo de los doce apóstoles. Y esto nos interpela a cada uno: yo puedo ser otro Matías, un apóstol escogido hoy para evangelizar.
¿Y qué me pide Cristo para ser uno de sus apóstoles? Los requisitos aparecen en el Evangelio de hoy. Primero me dice que cumpla sus mandamientos para ser feliz. ¿Y todos los mandamientos por igual? No, uno en especial: el amar a mis amigos y enemigos como Jesús lo ha hecho. ¿Y cómo lo ha hecho Jesús? Dando su vida con alegría, porque ese es el amor más grande.
Es el Señor el que nos llama a cada uno de nosotros a ser sus apóstoles y a dar la vida. Como Matías, nosotros somos sus amigos y nos envía para dar fruto. Preguntémosle: ¿qué fruto quieres que dé, Señor?
«El Señor Jesús dejó a sus discípulos una enseñanza exigente cuando les dijo: “Os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca”. Ir, dar fruto y permanecer. Esta es la llamada a la que no se puede escapar cuando se encuentra al Señor y se es conquistado por su Evangelio. Ciertamente, Jesús no les dijo a sus discípulos que verían los frutos de su trabajo. Sólo les aseguró que los frutos permanecerían. Esta promesa también es válida para nosotros. Es humano pensar que después de tanto trabajo se quiera ver el fruto de nuestro compromiso; sin embargo, el Evangelio nos empuja en una dirección diferente».
(Discurso de S.S. Francisco,18 de noviembre de 2019).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Cuando me asalte el egoísmo de querer pensar en mí mismo, voy a ofrecer una oración por aquellos que han sufrido una pérdida por la epidemia del COVID.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
El gozo del amor
Con amor eterno te he amado
Absorto en tus pensamientos caminas, el viento de la tarde refresca tu cara, respiras el aroma de los eucaliptos que adornan la vereda por la que transitas, aunque el paisaje es colorido, tu mirada es nostálgica. La risa de un niño jugando con su abuela te vuelve a la realidad.
Tu mente repasa los momentos en que, siendo niño, percibiste la ternura de tu abuela, el interés de tus padres por escucharte, traes a tu mente, tus propios retos logrados, los detalles que alegraron tu infancia. Hay otros recuerdos que se agolpan y quisieras evitar, sin embargo, fluyen y sientes un gran alivio. El día que te esforzaste haciendo una tarea que no fue valorada, el momento en que externaste una necesidad y fuiste ignorado, también vienen a tu memoria las etiquetas negativas que te pusieron y que no correspondían a tu persona.
Viendo estas vivencias a distancia parecen naderías, pero tu corazón de niño las vivió como grandes heridas. Todo esto te causo confusión, te llevo a frenar algunos sueños y proyectos que anhelabas realizar. No fue culpa tuya, tampoco de quien te ofendió.
Cada persona tiene su historia, sus heridas, que, al no ser sanadas, provocan dolor en los demás. Te das cuenta que esos vacíos los has intentado llenar con amor, y reconocimiento de otras personas.
La alegría del niño te lleva a desear encontrar una ruta segura para resolver tus inquietudes. Te preguntas el porqué de tu existencia y escuchas una voz firme y amorosa que te confirma “Con amor eterno te he amado” te dice que eres único e irrepetible, repasas con el tus fortalezas y aspiraciones. Él té recuerda que eres valioso y hermoso a sus ojos. Te asegura que cualquiera que sea tu situación actual, confía en ti, en la grandeza de tu alma.
Se llena de gozo tu corazón al saberte amado, al conocer tu valor y comprender que eres imagen y semejanza de Dios. Con estas certezas, refrescas tu alma y visualizas tu misión. Vislumbras que la mayor necesidad de amor, la tienes cubierta, por quien más y mejor ama Esto te da seguridad y fuerza interior. Sabes que más que mendigar amor, estás preparado para darlo y recibirlo, eres un destello del amor divino.
Escuchas de nuevo esa risa infantil, solo que ahora has confirmado estas verdades, quieres responder al AMOR, a su llamada diaria, buscas ser fiel a tu diálogo con el amado, y permitir que tu Señor vaya cincelando en ti su rostro, rostro que te da la oportunidad de andar por la senda de la vida, derramando en otros corazones un poco del manantial de ternura y amor que recibes cada día.
Dios está siempre cerca de nuestro corazón
Catequesis del Papa Francisco, 13 de mayo de 2020
El Santo Padre celebró esta mañana la audiencia general, que durante este período de emergencia sanitaria se lleva a cabo desde la Biblioteca Privada del Palacio Apostólico, ante la presencia de los prelados que lo acompañan y que proceden a realizar las lecturas correspondientes en diversos idiomas. Tras haber iniciado la semana pasada un nuevo ciclo de catequesis sobre el tema de la oración, Francisco ofreció su segunda reflexión en que se refirió a la oración del cristiano:
“Rezar no es algo externo ni marginal a nosotros, sino que es el misterio más íntimo de nosotros mismos, que nace como una invocación en lo profundo de nuestra persona y se extiende, buscando un ‘Tú’, que es Dios”.
Como es costumbre, la catequesis se introdujo con una lectura bíblica, en esta ocasión con algunos versículos del Salmos 63 que manifiesta que Dios es la satisfacción del alma, tal como lo escribió David cuando estaba en el desierto de Judá:
Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguas. Para ver tu poder y tu gloria, así como te he mirado en el santuario. Porque mejor es tu misericordia que la vida; mis labios te alabarán. Así te bendeciré en mi vida; en tu nombre alzaré mis manos (…). Está mi alma apegada a ti. Tu diestra me ha sostenido.
La oración surge en el corazón
En nuestro idioma Francisco resumió su catequesis explicando que “la oración nos pertenece a todos, a los hombres de todas las religiones, y probablemente también a los que no profesan ninguna”. “La oración – dijo el Papa – surge en el secreto de nosotros mismos, en ese lugar interior que los autores espirituales a menudo llaman el ‘corazón’”.
Para Dios no somos siervos, sino amigos e hijos suyos
Por otra parte, el Santo Padre afirmó que la oración del cristiano “surge de la revelación de ese ‘Tú’, con mayúscula, que se ha manifestado y ha venido a nuestro encuentro, dándonos confianza y revelándonos a Dios como un Padre bueno, que nos ama y nos comprende, que no nos considera siervos, sino amigos e hijos suyos”.
El Padre sigue amándonos
Francisco afirmó que el cristianismo ha abandonado cualquier relación de tipo "feudal" con Dios. También porque en el patrimonio de nuestra fe no hay expresiones como "sometimiento", "esclavitud" o "vasallaje", sino palabras como "alianza", "amistad", "comunión". De ahí que refiriéndose al gran razonamiento de despedida que Jesús dirigió a sus discípulos, el Papa recordó sus palabras: "Ya no los llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su patrón; sino que los he llamado amigos, porque todo lo que he oído del Padre se los he dado a conocer". Ustedes no me han elegido a mí, sino que yo los he elegido a ustedes y los he destinado para que vayan y den fruto, y para que su fruto permanezca; para que todo lo que pedirán al Padre en mi nombre, se los conceda”.
Y concluyó recordando que en la oración del Padre Nuestro, “Jesús nos enseñó a pedir a Dios todo lo que necesitamos. No importa si nos sentimos culpables en nuestra relación con Él, si no hemos sido amigos fieles, ni hijos agradecidos; Dios continúa amándonos, porque Él siempre es fiel”.
Saludos del Papa
Al saludar cordialmente a los fieles de lengua española que siguieron esta catequesis a través de los medios de comunicación social, el Santo Padre los animó “a entablar esa relación filial, de amistad y confianza con el Señor, pidiéndole lo que necesitan para su vida y, de manera particular, por aquellos que están a nuestro lado y sabemos están necesitados, para que Dios, como Padre bueno, haga brillar su rostro sobre ellos y les conceda la paz”.
Sobre los fieles de lengua inglesa que se habían conectado y antes de bendecirlos, Francisco invocó sobre ellos y sus familias, en este tiempo de Pascua, la alegría y la fortaleza que vienen de Cristo resucitado.
De la misma manera, al saludar a los fieles de habla francesa el Papa les dejó una sugerencia: “Cuando oremos, esforcémonos por hablar con Dios con confianza, como un niño se dirige a su Padre, sin miedo ni distancia. Él siempre está cerca de nosotros, podemos contarle todo y pedirle todo. ¡Que Dios los bendiga!”.
A dirigir su saludo a todos los amigos de lengua alemana, Francisco les dijo: “Los muchos ejemplos de amor que Dios nos ha dado son una fuerte invitación a amarnos con todas las personas que encontramos, incluso en estos tiempos en los que la vida nos obliga a una convivencia un poco difícil. Que el Espíritu Santo los colme de su caridad y alegría”.
A los fieles de lengua árabe que también siguieron este encuentro a través de los medios de comunicación, Francisco les dijo que la oración es la forma de comunicarse y de escuchar a Dios. A lo que añadió textualmente:
“Con este espíritu acepté la invitación del Alto Comité de la Hermandad Humana para dedicar la jornada de mañana, 14 de mayo, a la oración, el ayuno y las obras de caridad. Invito y animo a todos a unirse a este evento. Unámonos como hermanos para pedirle al Señor que salve a la humanidad de la pandemia, que ilumine a los científicos y que cure a los enfermos. ¡Que el Señor los bendiga a todos y los proteja siempre de todo mal!”.
Virgen de Fátima
“Que Nuestra Señora de Fátima, cuya memoria celebramos hoy, interceda por cada uno de ustedes. Que Dios los bendiga”.
A los oyentes de habla portuguesa, en este 13 de mayo, el Papa los animó a todos “a conocer y seguir el ejemplo de la Virgen María”.
Y les recordó para ello: “Tratemos de vivir este mes con una oración diaria más intensa y fiel, sobre todo con el rezo del Rosario, como recomienda la Iglesia obedeciendo a un deseo repetidamente expresado en Fátima por Nuestra Señora. Bajo su protección, los dolores y aflicciones de la vida serán más soportables. ¡Que Dios los bendiga!”.
También a los fieles polacos el Santo Padre les recordó, al saludarlos, que hoy celebramos la memoria litúrgica de Nuestra Señora de Fátima, precisamente en el día en que se cumplen treinta y nueve años del atentado contra Juan Pablo II en la Plaza de San Pedro:
“Volvemos con el pensamiento a sus apariciones y su mensaje transmitido al mundo, así como al atentando contra San Juan Pablo II, que veía la intervención maternal de la Santa Virgen en la salvación de su vida. En nuestra oración pidamos a Dios, por intercesión del Inmaculado Corazón de María, la paz para el mundo, el fin de la pandemia, el espíritu de penitencia y nuestra conversión. Los bendigo de corazón”.
Al dirigirse a los fieles de habla italiana, en el aniversario de la primera Aparición a los pequeños videntes de Fátima, el Papa Francisco los invitó “a invocar a la Virgen María para que cada uno persevere en el amor a Dios y al prójimo”.
También dirigió un pensamiento especial a los jóvenes, a los ancianos, a los enfermos y a los recién casados, a quienes les dijo:
“Recurran constantemente a la ayuda de la Virgen; en Ella encontramos una madre cariñosa y tierna, refugio seguro en las adversidades. ¡Mi bendición para todos!”.
El Apóstol San Matías
San Matías debió de ser un discípulo de la primera hora
Como se lee en los Hechos de los apóstoles, después de la Ascensión, los discípulos de Jesús, guiados por el Espíritu Santo, eligieron a Matías para que ocupara el puesto de Judas y quedara completo el número de los Doce Apóstoles. Años después, según la tradición, evangelizó Etiopía, donde sufrió martirio. Sus reliquias fueron llevadas a Tréveris, ciudad de la que es patrono. Discípulo de Jesucristo que, por la traición de Judas Iscariote (v.), entró, a la muerte de éste, a formar parte delcolegio apostólico.
Nombre y elección
Su nombre significa regalo de Yahwéh, lo mismo que el de Matatías (1 Mach 2,1) y Mateo (v.). Todos ellos derivan de una dicción hebrea a la que se añade la forma apocopada del nombre de Yahwéh, resultando Mattityanu (Matatías), que a su vez se abrevia de dos maneras: Mattay (Mateo) y Mattiyctn (Matías). El entronque filológico y el significado de los dos últimos nombres ocasionó confusión entre los varios individuos de este nombre.
Aparece San Matías en el Nuevo Testamento cuando entró en el grupo de los Doce (Act 1,21-26). Según los requisitos exigidos en este texto San Matías debió de ser un discípulo de la primera hora y, en términos generales, seguir, en compañía de los Doce, las incidencias de la vida y ministerio de Jesús, de cuyos hechos y doctrinas debía dar testimonio; lo cual da cierta verosimilitud a la noticia de Eusebio (Hist. Ecl., 1,12.3: PG 20,117) sobre la posibilidad de que San Matías fuese uno de los «Setenta» (Le 10,1). Tal vez fue testigo de la Resurrección de Jesús, y pudo presenciar alguna aparición del mismo.
A la muerte de Jesús, y a los pocos días de la Ascensión, S. Pedro reunido con la comunidad cristiana (unas 120 almas) en Jerusalén explicó que, según estaba previsto en las Escrituras (Ps 69,26), uno de los Apóstoles había prevaricado (Act 1,17.25), y que, según el Ps 109,8, otro había de reemplazarle; por tanto, se imponía una elección. Se propusieron dos nombres: «José, por sobrenombre Barsaba, llamado Justo, y Matías». Se pronunció una oración dirigida al Señor para que manifestase su voluntad acerca de elección del nuevo Apóstol, lo mismo que antaño con la de los Doce primeros (Me 3,13-19, par.), y se dejó al procedimiento de las suertes, corriente ya en el Antiguo Testamento (cfr. los 7,14.16; 14,2; lo 1,7), la manifestación de dicha voluntad. Ésta fue que la vacante de Judas la cubriese San Matías.
¿Por qué «era necesario» nombrar uno para el puesto de judas? Cuando Santiago el Mayor (v.) murió hacia el a. 44 (Act 12,2) no se nombró otro en su lugar, niS. Pablo (v.) fue nunca considerado su sustituto. Los «Doce Apóstoles» (v.) elegidos por Jesús lo son para el presente y para el futuro, cuando «juzguen (como nuevos «doce» patriarcas) las doce tribus de Israel» (Mt 19,28; Lc 22,31); y por su número ellos expresan una plenitud que, en este caso, representa la plenitud del Pueblo de Dios.
Por la primera razón, Santiago al morir no dejó ninguna vacante, no terminó su apostolado; mientras que la traición de Judas y su muerte sin arrepentimiento eficaz fueron interpretadas como una deserción, un «apartarse» (parabáinein; Act 1,25), un «dejar su lugar desierto» (Act 1,20); la necesidad de un nuevo Apóstol nacía no de la muerte de Judas sino de su deserción. Por la segunda razón, era necesario completar el número de «doce».
Actividad de San Matías
Existen tradiciones, a veces contradictorias, acerca del resto de su vida. Nicéforo Calixto (Hist. Ecl., 11,40: PG 145,865) refiere lo siguiente: «Matías, que rellenó la docena, atracó en Etiopía primeramente, y después… de haber llevado las multitudes a Cristo, con ánimo valeroso, recibió la corona del martirio» (cfr. Clemente de Alejandría, Stromata, IV,9.71: PG 8,1281). Otras leyendas se encuentran en los Actos de Andrés y Matías.
Se le atribuyen tres escritos apocrifos: a) un Evangelio de Matías al que se refiere Orígenes: «corre también el evangelio según Tomás y el según Matías» (Hom. in Lucam, I: PG 13,1803). Un testimonio de Eusebio (Híst. Ecl., 111,25.6: PG 28,269) alude al mismo y algunos entienden que habla también de sus actos; b) las Tradiciones de Matías, de las que Clemente Alejandrino cita tres sentencias (Stromata, 11,9.45: PG 8,981; 4.26: PG 8,1132; VII,13.82: PG 9,513; cfr. ib. IV,6.35: PG 8,1248 lo que se dice de Zaqueo o «Matías»). Estos dos escritos tal vez proceden de la primera mitad del s. II; c) Clemente de Alejandría (Stromata, VII,17.108: PG 9,552) e Hipólito Romano (Refutación, VII,20.1: PG (Orígenes) 16 (3 parte) 3.302) hablan de «palabras secretas» que San Matías recibió del Salvador y comunicó a Basílides y otros gnósticos del s. II.
La investigación no llega a establecer hasta qué punto estos tres escritos son una sola o diversas obras, ni si es San Matías o Mateo el «escritor» del Libro de Tomás con sus «secretas palabras» proveniente de Nag Hamadi (cfr. J. Doresse, Les livres secrétes des gnostiques d’Égypte, París 1958). En los Acta Apostolorum ApocrypÍta, 11,1,65-116, editados por M. Bonnet en Leipzig 1891-98 (reimp. 1959), figura en griego Los Actos de Andrés y Matías en el país de los antropófagos (¿obra del s. VI?)
Se dice que las reliquias de San Matías fueron, por encargo de S. Elena, llevadas a Tréveris, ciudad de la que es Patrón, y donde se venera su tumba en la abadía dedicada al Santo. También hay reliquias en Roma (Santa María Mayor) y en Padua (Santa Justina). Es también Patrón de los carniceros y de los arquitectos. En otros tiempos fue popular en diversas zonas de Alernania. Su fiesta se celebra en la Iglesia latina el 14 de mayo; en la griega, el 9 de agosto.
Arouna fue vendido como esclavo, cruzó los Alpes andando...: la Iglesia le acogió, se sintió amado y se bautizó
Encontró en la Iglesia Católica el trato y el amor que no había recibido nunca en su vida
“Porque tuve hambre, y me distéis de comer; tuve sed, y me distéis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y acudisteis a mí”. Estas palabras que pronunció Jesús, y que recoge el Evangelio de Mateo, han sido puestas en práctica por la Iglesia desde su fundación hace 2.000 años. Además del mandato de anunciar la Buena Nueva la Iglesia se ha volcado y lo sigue haciendo ayudando a los últimos, sabiendo que aquellos olvidados son el mismo Cristo.
Decenas de millones de personas en dificultad son atendidas, acogidas y queridas por la Iglesia. Una de ellas es Arouna, que se ha convertido al catolicismo precisamente al ver el amor con el que fue tratado tras vivir una vida llena de sufrimientos y un viaje a Europa en el que fue hecho esclavo en África y casi pierde la vida en los Alpes.
Una Iglesia que ama provoca conversiones
Arouna es natural de Costa de Marfil, y es uno más de los millones de africanos que se juegan la vida para buscar una vida mejor en Europa. Muchos llegan a su destino, aunque no como esperaban, pero otros tantos pierden sus vidas por el camino.
Este joven cuenta a la publicación católica La Vie cómo vio de cara a la muerte, su dura y peligrosa travesía hasta Europa y su encuentro con una Iglesia amorosa, que le sorprendió de tal manera que le llevó a pedir el bautismo.
Llegó a Francia en enero, a través de los Alpes desde Francia. Cruzó el Col de l´Echelle de noche y avanzaba con mucho esfuerzo mientras la nieve le llegaba casi a la cintura. El frío le invadía el cuerpo y no iba preparado para estas condiciones climatológicas, pero el miedo a hacerlo de día era aún mayor. Finalmente, llegó a Briançon y alguien le pagó un billete de tren a París. Allí fue acogido tres meses por la Iglesia como parte de la Operación Invierno Solidario, en la que participan 27 parroquias de la capital francesa.
Pidió el Bautismo en Francia
Esta experiencia de acogida en la parroquia fue una auténtica sacudida para Arouna, que hasta entonces sólo había visto el mal que puede hacer el hombre. “Nunca en mi vida he sido tratado de esta manera”, asegura este joven, lo que le ha llevado a pedir ser católico.
Los sacerdotes de la parroquia como los voluntarios de esta pastoral de acogida quedaron impresionados por la claridad y sinceridad de este joven. Decidieron acompañarles en sus primeros pasos en la fe católica. Ahora, con la perspectiva de una vida muy dura, Arouna confiesa: “Cuando me siento y pienso en mi vida, creo que el Dios bueno es fuerte”.
Su agradecimiento le ha llevado para ofrecerse como camillero en una peregrinación a Lourdes. Hasta ahora su viaje había sido de huida, ahora lo es de felicidad.
Su proyecto inicial no pasaba por ir a Francia, ni siquiera a Europa. Huyendo de las amenazas que había sufrido en su país quería llegar a Argelia, donde quería reunirse con un conocido.
Esclavo en Libia
Sin embargo, tras pasar Burkina Faso fue consciente de que el paso a través de Mali era muy peligroso. Los touareg conocían estas rutas y atrapaban a los inmigrantes para luego revenderlos. Por ello, decidió desviarse hacia Níger, y finalmente encontró un camión en el que tras pagar una cantidad importante de dinero le llevaría a Argelia.
Pero tras un larguísimo viaje, el vehículo entró en un edificio. "Cuando las puertas se cerraron, me di cuenta de que era demasiado tarde”, cuenta él. Al igual que otros muchos, había sido engañado y vendido. Estaba en Libia y no en Argelia.
Encerrado y privado de su libertad, solo le daban comida y bebida una vez al día, alimentos que le cabían entre sus manos. Pensó que aquel sería su final.
"Dios me ayudó, Dios me salvó"
Dos meses después, un libio fue al lugar en el que estaba recluido y lo compró. Se convirtió en el pastor de sus ovejas y en agricultor de sus tierras. Pero a pesar de ello, Arouna era apreciado por esta familia, que le cuidó bien.
Unos meses más tarde le permitieron seguir su camino e incluso le pagaron el viaje a Europa, aunque sería muy peligrosa. Fletado por las mafias de personas, embarcó con otras 145 personas en una lancha hinchable. Un carguero francés logró rescatarlos en mitad del Mediterráneo, aunque esto no impidió que dos mujeres que viajaran con él murieran aplastadas. Fue trasladado a Napoles, y desde allí inició su otro viaje a Francia, a través de los Alpes. “Dios me ayudó, Dios me salvó”, cuenta ahora este joven marfileño.
5 hermosas razones por las cuales la enfermedad es un medio de santificación
Desde las distintas enfermedades, nos hacemos uno con un Cristo doliente, compartimos los distintos dolores que Él cargó, y sentimos cómo Él los vuelve a cargar con nosotros
Cuando una enfermedad toca la puerta, la mayoría de las veces uno se cuestiona el por qué. Con salud uno podría ofrecer muchísimo más a Dios, pensamos, ¿por qué permitir esto que no entendemos y que, según la gravedad que vivimos, nos supera?
El sufrimiento de Cristo no fue exclusivo de la Cruz. Durante su paso por la tierra, Jesús debió experimentar distintos dolores, para cargarlos por nosotros y, hoy día, poder decirnos con entera realidad: “De verdad, sé por lo que estás pasando”. ¿Cuánto le habrá dolido, más que los clavos, la traición del amigo? ¿Cuánto la muerte de su padre nutricio San José? ¿No lloró amargamente por la muerte de Lázaro? ¿No se conmovía al ver los dolores, al ver la muerte? Tuvo hambre, sintió cansancio, encarnó un dolor cruel e inimaginable. “Claro, pero ¡Él es Dios!”, decimos, olvidándonos de que Cristo fue perfecto hombre, por tanto, experimentó perfectamente el dolor, tanto el físico como el moral. Y, además de cargar Su dolor, cargó el de toda la humanidad.
Desde las distintas enfermedades, nos hacemos uno con un Cristo doliente, compartimos los distintos dolores que Él cargó, y sentimos cómo Él los vuelve a cargar con nosotros. De esta manera, también descubrimos que podemos, desde lo que nos toque, ser corredentores con Él. Por eso los enfermos son los tesoros de la Iglesia.
-Niño. -Enfermo. -Al escribir estas palabras, ¿no sientes la tentación de ponerlas con mayúscula? Es que, para un alma enamorada, los niños y los enfermos son Él, escribió San Josemaría Escrivá.
Pero la aceptación de la Cruz no es un analgésico. Es darle un sentido. Un sentido divino, una mirada sobrenatural, que es lo único que trae paz a quien se encuentra inquieto y sufriendo.
1. Santificarse desde la enfermedad
Cuando uno experimenta sus propios límites, también se suma un nuevo sufrimiento: ¿cómo puedo hacerme santo en estas circunstancias, cuando es tan poco lo que puedo hacer? El apostolado está aparentemente ausente, el trabajo es práctica o enteramente nulo, en muchas oportunidades hasta la oración, que debería ser un sostén en el momento difícil, se torna árida. Surge una dolorosa pregunta: ¿Qué puede querer el Señor, entonces, si es tan poco lo que tengo? Y la respuesta es exigente: todo. El Señor sabe que es poco lo que podemos darle, pero ese “poco” hay que entregarle por entero. Y confiar en que, siendo dóciles a Su Voluntad, le agradamos, haciendo eso que podemos hacer y que a nosotros nos resulta insípido.
La Madre Teresa – cuyos escritos me fueron de mucha ayuda, tantas veces –, bajo un semblante de paz y alegría, abrigó durante casi toda su vida y hasta el momento de su muerte un profundo dolor. En un momento de gran sufrimiento, escribió a su director espiritual: «Mi corazón, mi alma y mi cuerpo solo pertenecen a Dios – Él ha tirado, como despreciada, a la hija de Su Amor. – Y para esto, Padre, he hecho este propósito en este retiro: Estar a Su disposición. Dejar que haga conmigo todo lo que Él quiera, como quiera, tanto tiempo como quiera». En los momentos críticos, podemos repetir con ella: «Señor, te doy todo, mi corazón (desgarrado), mi alma (atormentada) y cuerpo (roto), todos envueltos en este dolor, que no pueden hacer gran cosa, humanamente hablando, limitados como ya ves, pero, aun así, tuyos». Y nos haremos santos desde ese abandono.
Sabemos que la santidad es el crecimiento en virtudes por amor a Dios. ¡Y cuántas virtudes se pueden practicar! El abandono, la confianza ciega, la paciencia… y, por sobre todo, una grandísima humildad.
Humildad para reconocer que no podemos hacer nada, que necesitamos pedir ayuda, que dependemos de otros, que no podemos hacer las cosas como nos gustaría hacerlas, entre otras situaciones similares. ¿Parece poco esto? Recordemos que son las virtudes que adornaron a la Santísima Virgen.
2. El trabajo de los enfermos
Ante el molesto e insensato sentimiento de inutilidad, hay que aprender que lo que esté en nuestras posibilidades, poco o mucho, se hace todo. Quizás algunos, al atravesar cierta enfermedad, no pueda continuar con el trabajo que realizaba anteriormente. Eso no significa que no pueda convertir esta nueva circunstancia en un “trabajo”. Por ejemplo, manteniendo acomodada la pieza en la que se encuentra, o realizando trabajos manuales, o intelectuales, todo según las limitaciones y las capacidades.
Quizás para alguno todo lo anterior sea imposible. En ese caso, el “trabajo” es, simplemente, ser un buen enfermo. Realizar apostolado. Santificar a los demás.
3. ¿Cómo santificar a los demás?
La propia Cruz es una oportunidad para que también los demás crezcan en virtudes, para que aprendan el verdadero significado de la caridad, en toda su amplitud.
Quienes se dedican al cuidado de un enfermo descubren que compasión no es “tener pena de”, sino ponerse en su lugar, entender qué necesitan –cuidados físicos, o compañía, o un momento de soledad –, viviendo una obra de misericordia y creciendo en santidad.
A veces uno puede sentir vergüenza por pedir ayuda, o culpa al pensar en el tiempo que se le dedica. Entonces es momento de pensar: “Este o esta me ayuda, pero yo también le estoy ayudando”. La Cruz compartida es más ligera. Cristo también tuvo un Sireneo, y no espera que carguemos solos el peso de las crucecitas que nos manda. No, para eso, Él nos ayuda, y también nos envía la ayuda de aquellos que nos quieren.
4. Apostolado de los enfermos
Cuando se quiebra la salud, muchas veces uno se da cuenta de que no puede, aunque quiera, realizar los mismos apostolados que anteriormente vivía. ¿Es que acaso estos están reservados para unos pocos, escogidos por sus “mejores” cualidades físicas o psíquicas?
Respondo con una historia breve. Durante el crecimiento de su labor apostólica, la Madre Teresa se encontró con Jacqueline de Decker, enfermera y trabajadora social belga que deseaba entrar a las Misioneras de la Caridad, pero que no podía hacerlo a causa de su precaria salud. La Madre Teresa dio con una solución: Jacqueline no podría trabajar con los pobres en Calcuta, pero compartiría este apostolado convirtiéndose en “el otro yo” de la santa. ¿Qué implicaría esto? Ofrecer todos sus dolores, sufrimientos y oraciones para sostener el apostolado de la Madre. Más adelante vendrían muchos otros miembros sufrientes Misioneros de la Caridad que conformarían esta parte tan importante de su Obra.
«En realidad, pueden hacer mucho más en su lecho de dolor que yo corriendo con mis pies, pero usted y yo juntas podemos hacer todo en Él que nos fortalece (…) quiero que se unan especialmente los paralíticos, los lisiados, los incurables, porque sé que ellos llevan muchas almas a los pies de Jesús», le escribió la Madre Teresa a Jacqueline. Todo esto, y una sonrisa. Porque, junto a los ya valiosos ofrecimientos de diversas penas, la sonrisa del que sufre puede llegar a ser un apostolado de valor incalculable. ¿Cuántas almas podrían salvarse gracias a una sonrisa, que se ofrece en medio de las dificultades?
5. Acudir a la Virgen
Independientemente al grado de la enfermedad, una mamá siempre está pendiente de su hijo. Así hace la Virgen, quien también tuvo, desde la Anunciación, una espada clavada en su corazón. No podemos imaginarnos cuánto le habrá dolido saber que el Hijo que engendraba nacía para ser “varón de dolores”, cuántas lágrimas habrá derramado por Él. Sí, Ella conoce el dolor. Y es Madre. Seríamos muy tontos si no acudiésemos a Ella para enseñarle lo que nos duele, pedir que acaricie nuestras heridas y que nos dé un beso que sane el alma.