¿Me amas?

Úrsula Ledóchowska, Santa

Virgen y Fundadora, 29 de mayo

Martirologio Romano: En Roma, tránsito de santa Úrsula (Julia) Ledóchowska, virgen, que fundó el Instituto de Religiosas Ursulinas del Sagrado Corazón de Jesús Agonizante, y afrontó fatigosos viajes a través de Polonia, Escandinavia, Finlandia y Rusia ( 1939).

Fecha de beatificación: 20 de junio de 1983 por S.S. Juan Pablo II
Fecha de canonización: 18 de mayo de 2003 por S.S. Juan Pablo II

Breve Biografía

Nació el 17 de abril de 1865 en Loosdorf (Austria), segunda de nueve hijos. Su madre, de nacionalidad suiza, descendía de una familia noble; su padre procedía de la antigua y noble familia polaca Ledóchowski, en la que destacaron hombres de Estado, militares, eclesiásticos y personas consagradas. Creció en un clima familiar lleno de amor y exigente. María Teresa, su hermana mayor, fundadora de las Misioneras de San Pedro Claver (Hermanas Claverianas), conocida como "madre de África", fue beatificada por el Papa Pablo VI en el año 1975; su hermano Vladimiro, un año menor que ella, fue superior general de la Compañía de Jesús de 1915 a 1942. Otro de sus hermanos, Ignacio, general del ejército polaco, murió asesinado por los nazis en el campo de concentración de Dora-Nordhausen, el año 1945.

En 1883 la familia se trasladó de Austria a Polonia. Tres años después, Julia entró en el convento de las Ursulinas de Cracovia. Durante la profesión religiosa, emitida en 1889, tomó el nombre de María Úrsula de Jesús. Destacó por su amor al Señor, su talento educativo y su sensibilidad ante las necesidades de los jóvenes en las difíciles circunstancias sociales, políticas y morales de su tiempo. En 1904 fue elegida superiora del convento de Cracovia. En ese tiempo emprendió valientes iniciativas apostólicas. Abrió un internado para jóvenes universitarias -el primero en Polonia-, donde las muchachas no sólo pudieran encontrar un lugar seguro, sino también una sólida formación religiosa: les organizaba la Congregación mariana y cursos para profundizar la visión cristiana de la vida, dirigidos por eminentes teólogos.

Convencida de la necesidad de cambiar las Constituciones según las nuevas necesidades pastorales, se dirigió a Roma en 1907. En una audiencia, propuso al Papa Pío X realizar su trabajo apostólico en el corazón de la Rusia hostil a la Iglesia.

Con la bendición del Vicario de Cristo, ese mismo año, al concluir su cargo de superiora del convento de Cracovia, acompañada de otra religiosa, ambas vestidas de civil, pues la vida religiosa estaba prohibida en ese país, partió hacia San Petersburgo.

Las religiosas vivían en la clandestinidad y, aunque eran vigiladas continuamente por la policía secreta, realizaban una intensa labor educativa y de formación religiosa, también con vistas a promover buenas relaciones entre polacos y rusos.

En 1908, la Santa Sede, a causa de las grandes dificultades de comunicación, aprobó la erección canónica de la casa de San Petersburgo como casa autónoma, con noviciado. La madre Úrsula fue nombrada superiora. Al año siguiente, la actividad del convento se extendió a Finlandia, donde construyó una escuela con internado para muchachas.

Cuando estalló la primera guerra mundial, en 1914, la madre Úrsula, al ser ciudadana austríaca, tuvo que salir de Rusia y emigró a Escandinavia: primero a Suecia y luego a Dinamarca, desde donde podía mantener más fácilmente contactos con sus religiosas de San Petersburgo. Para evitarles las consecuencias de la revolución bolchevique, trasladó la comunidad a Estocolmo, donde fundó un instituto de lenguas para muchachas. En 1917 se trasladó, con toda la comunidad, a Aalborg, en Dinamarca, donde abrió una casa para niños huérfanos de los inmigrantes polacos.

Durante el tiempo de su estancia en Escandinavia, además de su apostolado educativo, trabajó intensamente en la promoción del compromiso ecuménico. Asimismo, colaboró con el Comité de ayuda a las víctimas de la guerra en Polonia, fundado por Henryk Sienkiewicz, famoso escritor polaco premiado con el premio Nobel por su libro "Quo vadis".

La casa de sus religiosas se convirtió en un apoyo para la gente de diversas orientaciones políticas y religiosas. Su amor ardiente a la patria iba unido a la apertura a los otros. Cuando le preguntaban cuál era su orientación política, respondía sin vacilar: "Mi política es el amor". En ese tiempo, la Santa Sede le concedió el permiso para transformar su convento autónomo de Ursulinas en la congregación de Hermanas Ursulinas del Sagrado Corazón de Jesús Agonizante.

La espiritualidad de la congregación se centra en la contemplación del amor salvífico de Cristo y en la participación en su misión por medio de la labor educativa y el servicio al prójimo, especialmente a los que sufren, a los que viven en soledad, a los marginados y a los que buscan el sentido de su vida.

Úrsula educaba a sus religiosas para amar a Dios sobre todas las cosas y en Dios a toda persona humana y a toda la creación. Recomendaba, como testimonio creíble de una relación personal con Cristo, la sonrisa, la serenidad de espíritu, la humildad y la capacidad de vivir la vida ordinaria como camino privilegiado para la santidad. Ella misma era un ejemplo notable de ese tipo de vida.

La congregación se desarrolló rápidamente. Nacieron comunidades de religiosas Ursulinas en Polonia y en otras regiones. En 1928 abrió en Roma la casa general y una pensión para muchachas pobres. Las Ursulinas comenzaron también a trabajar entre los pobres de los suburbios de la ciudad eterna. En 1930 se establecieron en Francia.

La madre Úrsula fundó numerosos centros de educación y de enseñanza; enviaba a las religiosas a dar catequesis y a trabajar en zonas pobres; organizaba ediciones de libros para niños y jóvenes; ella misma escribió libros y artículos.

Trató de iniciar y apoyar organizaciones eclesiales para niños (Movimiento Eucarístico), para la juventud y para las mujeres. Participaba activamente en la vida de la Iglesia y del país. Recibió condecoraciones estatales y eclesiásticas.

Ejerció gran influjo sobre la vida de la madre Úrsula su tío Mieczyslaw, arzobispo de Gniezno-Poznan, primado de Polonia y después prefecto de la Sagrada Congregación para la propagación de la fe.

Murió en Roma el 29 de mayo de 1939. Fue beatificada por el Papa Juan Pablo II el 20 de junio de 1983 en Poznan y canonizada por el mismo Papa el 18 de mayo de 2003 en la Basílica Vaticana.

Una historia de amor

Santo Evangelio según san Juan 21, 15-19. Viernes VII de Pascua

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor Jesús, te pido que te hagas presente en mi vida, y de forma especial, en este momento de oración. Ayúdame a escuchar tu palabra, a interiorizar tu mensaje y a predicar tus enseñanzas con el ejemplo de mi vida cristiana, para ser así, un fiel colaborador en la extensión de tu reino. Amén.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 21, 15-19

En aquel tiempo, le preguntó Jesús a Simón Pedro: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?” él le contestó: “Sí, Señor, tú sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis corderos”.

Por segunda vez le preguntó: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?” Él le respondió: “Sí, Señor; tú sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Pastorea mis ovejas”.

Por tercera vez le preguntó: “Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?” Pedro se entristeció de que Jesús le hubiera preguntado por tercera vez si lo quería, y le contestó: “Señor, tú lo sabes todo; tú bien sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas.

Yo te aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías la ropa e ibas a donde querías; pero cuando seas viejo, extenderás los brazos y otro te ceñirá y te llevará a donde no quieras”. Esto se lo dijo para indicarle con que género de muerte habría de glorificar a Dios. Después le dijo: “Sígueme”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Algunas de las historias más exitosas del cine y la literatura han sido sin duda alguna, las historias de amor. El momento más dramático de estas historias es cuando el público se encuentra con la tristeza y decepción de un personaje enamorado, quien después de muchos esfuerzos y sacrificios, no ha sido correspondido. Podría ser un esposo o esposa que no valora a su pareja, un hijo o hija que es indiferente a sus padres o incluso un amigo que no reconoce el gran valor de las personas que lo rodean.

Nosotros, en la vida real, hemos sido creados para amar por un Dios que es Amor, que ama y desea ser amado. De aquí la tristeza de san Pedro ante la pregunta del Señor, pues reconoce que Cristo lo había amado hasta la muerte, y él negado por temor. Pero el problema de esto es que, en ocasiones, nos olvidamos de que Dios no espera de nosotros un amor perfecto, sino un amor sincero, es decir, tal vez con errores y caídas, pero, sobre todo, perseverante.

Dicen que «no se valora lo que se tiene, hasta que se pierde» así pues, si una relación se rompe y después logra la reconciliación, el fruto será un amor incluso más grande que el primero. Así le sucedió a san Pedro, quién después de su conversación con el Señor, se enamoró de Él al grado de vivir desde ese día y hasta el día de su martirio, en el cumplimiento fiel de la voluntad del Señor.

«Dios llama, Dios sorprende porque Dios ama. Su lenguaje es el amor. Por eso pide a Pedro y nos pide a nosotros que sintonicemos con su mismo lenguaje: “¿Me amas?”. Pedro acoge la invitación y, después de tanto tiempo pasado con Jesús, comprende que amar quiere decir dejar de estar en el centro. Ahora ya no comienza desde sí mismo, sino desde Jesús: “Tú conoces todo”, responde. Se reconoce frágil, comprende que no puede seguir adelante sólo con sus fuerzas. Y se funda en el Señor, en la fuerza de su amor, hasta el extremo […] He aquí el milagro de Dios que, si nos dejamos guiar por su amor, hace de nuestras vidas obras de arte. Tantos testigos de la Pascua en esta tierra bendita han realizado obras maestras magníficas, inspirados por una fe sencilla y un gran amor. Entregando la vida, fueron signos vivientes del Señor sabiendo superar la apatía con valentía y ofreciendo una respuesta cristiana a las inquietudes que se les presentaban. Hoy estamos invitados a mirar y descubrir lo que el Señor hizo en el pasado para lanzarnos con Él hacia el futuro sabiendo que, en el acierto o en el error, siempre volverá a llamarnos para invitarnos a tirar las redes».

(Homilía de S.S. Francisco, 5 de mayo de 2019).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Señor Jesús. Tú lo sabes todo, Tú sabes que te amo, y deseo amarte para siempre tal y como soy, con mis cualidades y defectos. Gracias por darme Tú el ejemplo para aprender a amar, por tu entrega en la cruz y tu presencia en la Eucaristía. Dame la gracia de perseverar en el amor todos los días de mi vida, para alcanzar, así, la vida eterna. Amén.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Renovaré mi amor a Dios con una pequeña oración de consagración, y repetiré varias veces durante el día, a modo de jaculatoria, las palabras del Evangelio: «Señor, Tú sabes que te amo».

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia;
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Jesucristo interroga a Pedro, por tres veces

Resurrección y Ascensión. Jesús se dirige a Simón para confirmarle en la vocación de apóstol y otorgarle el primado.

El momento será inolvidable. Están los ocho alrededor de las brasas. Tienen frío y hambre, aunque no se atreven a comer. Jesús les anima sonriendo. El ambiente tiene un clima familiar y cálido propicio para las confidencias. Jesús va repartiendo el pan, como un recuerdo del pan de cada día prometido.

Sólo una vez finalizado el almuerzo, cuando todos hubieron reparado sus fuerzas, el Maestro comenzó a hablar. Le gusta hacerlo en esa intimidad. Jesús se dirige a Simón para confirmarle en la vocación de apóstol y otorgarle el primado. La conversación está llena de matices; pues en ella se mezcla la ternura, el perdón y la llamada a una mayor entrega. Y ocurre a orillas del mismo lago donde tres años antes le había dicho: "Sígueme", y dejándolo todo, le había seguido.

Jesús interroga a Pedro

Jesucristo interroga a Pedro, por tres veces, como si quisiera darle una repetida posibilidad de reparar la triple negación. La primera pregunta se inicia con el nombre antiguo de Pedro al decirle Jesús: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?"(Jn).

Pedro debió sentir un sobresalto al sentirse llamado Simón, aunque no era infrecuente que Jesús lo hiciese; pero sintió como si Jesús le dijese: "acuérdate de tus orígenes, si quieres puedes volver a tu tranquila vida anterior. ¿Te acuerdas de tus antiguas preocupaciones?". Y Pedro recuerda todo, incluidas sus negaciones.

"Sí, Señor, tú sabes que te amo" es la respuesta de Pedro, quizá pronunciada en voz baja. ¡Qué lejos quedan los alardes de entusiasmo y fervor!; pero no es menos sincero que antes. Ahora Pedro no se ha atrevido a responder a todo lo que el Señor le preguntaba; por esto respondió ´Yo te amo´, sin decir ´más que estos´. No quiso exponerse de nuevo. El podía responder de su propio corazón; no debía ser juez del corazón ajeno. La lección de humildad ha sido aprendida, debe confiar mucho en Dios y poco en sí mismo si quiere ser fiel, y, desde luego, no compararse con nadie.

"Apacienta mis corderos" es la respuesta de Jesús. En las tres ocasiones que interroga a Pedro sobre su amor confirma su misión como pastor a semejanza de Cristo.

Las dos siguientes dice el Señor: “Pastorea y apacienta mis ovejas”. Los matices son importantes. Lo primero es nombrarle pastor. Al llamarle después de la primera pesca milagrosa le dice que será “pescador de hombres”, ahora le nombra “pastor”.

Cristo nunca habla de sí mismo como pescador, en cambio muy frecuentemente se muestra como "el buen pastor", el que cuida las ovejas, el que busca buenos pastos, y defiende el rebaño de los lobos, no es un asalariado que huye ante el peligro, llama a cada oveja por su nombre, va delante de ellas; las ovejas conocen su voz pues es el pastor único que forma un sólo rebaño. Pedro será Pastor del rebaño de Cristo.

¿Qué diferencia hay entre el pescador y el pastor? Los dos son oficios significativos por lo que simbolizan. El trabajo de pescador es difícil: salen habitualmente de noche, pasan frío y se cansan, las capturas no son seguras, los peligros grandes, y las tormentas ponen la inseguridad en sus vidas. El pescador no debe cuidarse de las crías de los peces, no necesita buscarles alimento, ni defenderles de depredadores que les persigan; si la tormenta es muy fuerte no sale a la mar. No así el pastor, pues su trabajo es de tiempo completo, noche y día. Deberá buscar pastos, curar las ovejas heridas, buscar a las perdidas, defenderlas de los lobos, colocarlas en el redil, conocerlas por su nombre. Es un trabajo de dedicación completa.

La distinción entre ovejas y corderos también nos da una luz sobre el modo en que Jesús invita a Pedro a ejercer este servicio de regir la Iglesia. Los corderos son las crías de las ovejas. Quizá el Señor le quiere decir: "cuida de los que son firmes en la fe y traen a otros a la vida, y no descuides a los menores que deben crecer en vida espiritual". "Apacienta mis corderos” viene a significar: fortalece a los débiles y enseña a los que se inician en la vida cristiana. Y sin descuidar a los que son fieles y dóciles como las ovejas, pues serían una tentación perversa descuidar a los buenos por dedicarse a los difíciles. Una cosa no debe llevar a desatender la otra. No cuidar bien a los que se considera seguros puede ser una imprudencia unida a una injusticia que lleve a perder a los fieles: algo así como tomar el pan de los hijos para dárselo a los extraños.

La primera negación fue fruto amargo de la presunción. La primera pregunta del Resucitado confirma la curación del apóstol. La segunda negación fue más honda, pues llevó consigo juramentos. De ahí la insistencia y "de nuevo preguntó por segunda vez: Simón, hijo de Juan, ¿me amas?. Le respondió tú sabes que te amo". Esta pregunta nos revela las hondas raíces del pecado en el hombre. No se puede curar un cáncer con medicamentos caseros, aunque sean buenos. El pecado original debilitó mucho al hombre. Todo hombre experimenta malas tendencias, y aún no las conoce todas. Eso es lo que experimentó Pedro. La honda raíz de la herida necesitaba una cura profunda, por eso Cristo insiste en el amor, y Pedro repite su amor sincero, aunque sea débil.

Y, cuando por tercera vez Cristo pregunta a Pedro; quizá pensó que Jesús ha perdido la confianza en él. "Le preguntó por tercera vez: Simón, hijo de Juan, ¿me amas? Pedro se entristeció porque le preguntó por tercera vez si le amaba, y le respondió: Señor, tú lo sabes todo, Tú sabes que te amo". La respuesta refleja tristeza, pero no rebeldía. Pedro es consciente de su fragilidad, por eso al decir a Jesús que él lo sabe todo, le está confesando: "Sí; es verdad que prometí y no cumplí, que me vanagloriaba de ser más valiente que los otros, que pensaba quererte más que los demás; cuando te negué te rechazaba con fuerza..., pero Tú me has perdonado y, a pesar de mis pesares, mi amor es sincero, te quiero de verdad".

El arrepentimiento

Sí, Pedro ha acertado en el acto de contrición. Su arrepentimiento es verdadera contrición -dolor de amor-, no es fruto del temor, ni pena por verse tan poca cosa, sino sufrimiento por haber ofendido a quien ama con todas las veras de tu alma. Jesús sabía lo que Pedro afirmó, y lo sabía mejor que él, pero quiere que lo diga, pues sabe lo conveniente que es al hombre, y más si es pecador, expresar las cosas con palabras. Entre los que se aman no caben secretos; y si algo falla, el diálogo hasta el fondo permite una reconciliación que lleve a una unión todavía mayor. Eso hizo Pedro con un arrepentimiento sincero, lleno de dolor de amor.

Entonces Jesús vuelve a confirmar el encargo primero de pastor: "Apacienta mis ovejas". Son las ovejas de Jesús, no las de Pedro. Son los corderos que ya han crecido y han madurado en la fe. A Pedro es a quien ordena Jesús apacentar y gobernar toda la grey, los pequeñuelos y las madres, y hasta los mismos pastores .

Entonces Jesús concluye: "En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven te ceñías tú mismo e ibas donde querías; pero cuando envejezcas extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevará a donde no quieras". El propio Juan, que murió mucho más tarde, aclara en su evangelio el sentido de estas palabras: "esto lo dijo indicando con qué muerte había de glorificar a Dios"(Jn) . Según la tradición, San Pedro siguió a su Maestro hasta morir crucificado cabeza abajo en la persecución de Nerón en Roma donde descansan sus restos.

Jesús le recuerda que gobernar en la Iglesia, apacentar su rebaño, es llevar la cruz. Pedro ya puede vivir la nueva libertad de los hijos de Dios; por eso cuando pregunta con sencillez qué sucederá con Juan, Jesús le responde: "Tú, sígueme"(Jn). ¡Qué distinto es este sígueme del primero con el que dejó todas las cosas! Antes pensaba que dejaba todo para seguir a Jesús, y esa era su intención. Ahora ya sabe en qué consiste esa entrega: ser como Jesús, ser “otro Cristo” , “el mismo Cristo”. Jesús es humilde y se le encuentra en la Cruz con una entrega plena al Padre y a todos los hombres. Aún le queda camino, pero ya sabe recorrerlo al ritmo de Dios.

Gracias por defender el derecho de asilo

El Papa Francisco escribe al P. Ripamonti, director de la sede italiana del JRS.

Los números del último Informe del Centro Astalli, publicados hace unos días, cuentan las "vidas suspendidas" de los migrantes, atrapados entre las garras de la pandemia, que bloquea o ralentiza la vida cotidiana, y la mordedura de la incertidumbre de quienes tienen que inventar una vida cotidiana desde cero en un nuevo país.

El Centro se reunió con 20.000 personas en 2019, incluidos refugiados y solicitantes de asilo, 11.000 sólo en Roma. Y sin rodeos, el último informe afirma que "las políticas migratorias, restrictivas, cerradas - incluso discriminatorias - que han caracterizado el último año, agravan la precariedad de la vida, la exclusión y las irregularidades, haciendo más vulnerable a toda la sociedad".

Dar la bienvenida con amor fraternal
Un detalle transversal bien conocido por el Papa que, al citar el Informe, en un mensaje al Padre Camillo Ripamonti, director del Centro Astalli, aprecia especialmente el coraje "con el que, escribe, enfrenta el 'desafío' de la migración, especialmente en este delicado momento para el derecho al asilo, ya que miles de personas, continúa, huyen de la guerra, las persecuciones y las graves crisis humanitarias".

Francisco también se acerca a esa categoría de personas que el derecho internacional define como "refugiados" y que "ustedes - enfatiza a los colaboradores del Centro - acogen con amor fraternal: estoy espiritualmente cerca de todos con oración y afecto y los insto a tener confianza y esperanza en un mundo de paz, justicia y fraternidad entre los pueblos".

Un ejemplo de solidaridad
La última "caricia" del Papa al Centro Astalli es en realidad un deseo universal: "su ejemplo, dice, puede provocar un compromiso renovado en la sociedad por una auténtica cultura de hospitalidad y solidaridad".

¿Qué significa ponerse de rodillas cuando se reza?

Rezar significa sentir el sentido del mundo fuera del mundo, hacerlo de rodillas es declarar nuestro límite.

Por: Papa Benedicto XVI, audiencia general de 11 de Mayo de 2011

Rezar de rodillas no es un símbolo de esclavitud ni indigencia sino una manera de reconocer los propios límites y la necesidad de Dios

El hombre por naturaleza es religioso

Así es, es homo religiosus, como es homo sapiens y homo faber. El deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre.

Los hombres de todas las épocas, desde la era digital hasta las cavernas, han buscado a Dios en la oración para dar sentido a sus vidas.

El hombre lleva en sí una sed de infinito, una nostalgia de eternidad, una búsqueda de belleza, un deseo de amor, una necesidad de luz, que lo empuja hacia lo Absoluto; el hombre lleva en sí mismo el deseo de Dios.

¿Cómo definimos la oración?

La oración, antes que una práctica o fórmula, es una postura interior, antes un acto de culto o unas palabras, es un modo de ser ante Dios... Rezar significa sentir el sentido del mundo fuera del mundo.

"La dinámica de orar de rodillas significa postrarse declarando nuestro límite y manifestando la necesidad de Dios."

En la experiencia de la oración, la criatura humana expresa toda su conciencia de sí mismo y a la vez dirige toda su persona hacia el Ser delante el cual se está.

La oración, que es apertura y elevación del corazón de Dios, se convierte en relación personal con el Señor

10 consejos para recibir la santa comunión bien preparado

Es necesaria una buena preparación para recibir ferviente y dignamente a nuestro Señor Jesucristo en la Sagrada Comunión

Para recibir la Santa Comunión debemos prepararnos de la mejor manera posible.

El éxito de un partido, depende de la preparación anterior; el éxito deportivo depende de la preparación, calentamiento, actitud mental y disciplina; un noviazgo amoroso y bueno, termina con un buen matrimonio, duradero y lleno de amor.

Lo mismo aplica a una recepción ferviente y digna de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo en la Sagrada Comunión.

Otra analogía es la de recibir a un invitado. Hay muchas maneras de recibir a alguien en nuestro hogar, aquí algunos ejemplos.

Podrías recibir a un invitado en contra de tu voluntad, a veces debido a las circunstancias, porque no queda de otras. Puedes recibir al invitado con resistencia y de mala gana, o puedes hacerlo de buen agrado y con las puertas de tu casa abiertas.

Más aún, puedes recibirlo preparándote desde la noche anterior, con gran alegría, para recibirlo como alguien que quieres que se quede por largo tiempo y compartiendo una comida con él.

Por último, si sabes que viene un invitado especial, limpias la casa el día anterior, preparas una comida y si es posible la que sabes que es la favorita de tu invitado; pones la música de fondo que a tu huésped le gusta escuchar, decoras tu hogar con globos y pancartas alegres.

Son distintas formas de recibir a un invitado, desde el peor escenario hasta el mejor de todos.

Esta analogía de recibir a un invitado, puede ser fácilmente aplicada a recibir a Jesús en nuestras almas. Examina tu consciencia: ¿Qué tipo de recepción le das al Señor Jesús cuando lo recibes en la casa de tu alma en la Sagrada Comunión?, ¿Cómo es recibido?

Acepta el reto de examinar cómo recibes la Eucaristía ¿Por qué? Porque es la acción más importante que puedes hacer en tu vida.

Por ello, TODOS debemos hacer un esfuerzo consciente por mejorar y actualizar la eficacia de la recepción de Cristo en la Eucaristía.

Entonces ¿cómo podemos prepararnos de la mejor manera para recibir al Señor del Universo en lo más recóndito de nuestras almas?

Aquí te damos diez consejos prácticas que pueden ser de gran ayuda para recibir la comunión de una mejor manera

1. Mucha Fe
Que fácil es declinar nuestra fe, que se haga débil o incluso que desaparezca.

Es triste decir que el mayor grupo de religiosos de EE.UU. son católicos “no practicantes”. Oremos con fervor:

"Señor, creo, pero aumenta mi fe".

La fe es como una semilla plantada en el suelo. Permitamos que nuestra fe crezca, florezca y prospere hasta llegar a los cielos.

2. Agradecimiento
En las relaciones, especialmente en los matrimonios, uno de los mayores peligros permanentes es dar al cónyuge por sentado, eso puede ser letal para el matrimonio.

 

Lo mismo puede suceder en nuestra relación con el Señor en la Eucaristía: podemos acostumbrarnos a la Misa y a la Santa Comunión diaria, y empezar a dar al Señor por sentado.

En el Diario de la Misericordia de Santa Faustina, Jesús se queja de que hay almas que lo reciben sin amor como si fuera un mero objeto. Jesús declara que Él prefiere no ser recibido, a ser recibido como un mero objeto y por mera rutina, mecánicamente.

Hay letreros con estas palabras en muchas sacristías, que sirven como un recordatorio a los sacerdotes para celebrar cada misa con fe y fervor:

"Sacerdote, hombre de Dios, celebra esta Misa como si fuera tu primera Misa, tu última Misa y tu única Misa".

Deberíamos recibir cada Comunión como si fuera nuestra primera, nuestra última, y nuestra única Comunión en toda nuestra vida

3. Limpiar la casa
Hacer una buena confesión sacramental. Los Santos y la Iglesia nos enseñan que mientras más limpia y pura esté el alma, más abundantes son las gracias que se reciben con la Santa Comunión.

Un cristal sucio impide que el sol entre totalmente en la habitación, del mismo modo, un alma sucia o manchada bloquea la completa presencia del Señor Eucarístico inundando el alma.

4. Llega temprano
Dudo que vayamos tarde al último juego de la Serie Mundial, o nuestra ceremonia de graduación, o a una cara y exquisita cena en un costoso restaurante.

¿No deberíamos entonces llegar temprano para recibir al Rey de Reyes y Señor de Señores en nuestros corazones?, ¿Qué piensas?

Llegar tarde a Misa perturba a los demás, perturba al sacerdote y disminuye nuestra propia participación en la Misa.

5. Reverencia
A Moisés le fue ordenado quitarse sus sandalias ante el arbusto ardiente, y ese era un mero símbolo de la presencia de Eucarística.

Isaías se quejaba de que él era impuro entre los impuros y que sus labios debían ser purificados con brasa ardiente. ¿Cuánta mayor reverencia debemos mostrar en frente de la Presencia Real de Nuestro Señor Jesucristo en la Eucaristía?

¡No es un símbolo, ES UNA PERSONA REAL! Si un rey terrenal amerita la mayor reverencia y respeto, ¿Cómo debe ser con el Rey del Universo presente en la Eucaristía?

6. Intenciones
El Párroco por lo general tiene sus intensiones específicas en cada misa. Esto no quiere decir que no puedas tener tus propias intenciones privadas.

Tres sugerencias para ayudarte a vivir una misa más intensamente:

a) Ofrece la Misa por una persona fallecida
Quizás, esta persona esté en el Purgatorio. Pide para su rápida liberación o al menos el alivio de su sufrimiento.

b) Conversión de los pecadores
Todos tenemos en mente miembros de nuestras familias, parientes, amigos, compañeros de trabajo que parecen haberse olvidado de Dios, o que están molestos con Dios, y que por diferentes razones se han apartado de la Iglesia.

Ofrece tu Santa Misa y tu Sagrada Comunión para que regresen. Estas ovejas perdidas pueden retornar a Jesús, el Buen Pastor, si haces el esfuerzo de rezar por ellos y colocarlos en el altar de la Santa Misa.

c) La conversión personal
Todos luchamos con nuestra carne; todos luchamos con nuestros propios demonios; todos peleamos con la seducción del mundo y sus engañosas y atractivas tentaciones.

En la Santa Comunión, pidamos al Señor Jesús que nos otorgue la gracia de un verdadero trasplante de corazón. De hecho, recibes el Cuerpo y la Sangre de Jesús.

Eso significa que lo recibes completamente, y eso incluye su corazón. Pídele a Jesús que te otorgue su Sagrado Corazón, y que las desbordantes llamas de amor que lo envuelven, consuman todo lo que esté en tu corazón que desagrade a Dios.

La Comunión ferviente y frecuente es el atajo a la santidad.

7. Participa
En la misa no estamos llamados a ser observadores pasivos, como si fuera una obra de teatro, un espectáculo o una ópera.

Por el contrario, somos llamados a participar plenamente, de forma activa y consciente. (Vaticano II, Sacrosantum Concilium, Constitución dogmática sobre la Liturgia) estamos llamados a escuchar atentamente la Palabra de Dios, responder a la Palabra y cantar con todo nuestro corazón en alabanza y adoración al Señor.

Y en los momentos que se nos invita al silencio, recordemos que es en el silencio profundo en donde nos encontramos con Dios. Como el profeta, recuerda:

"Haz silencio y reconoce que yo soy el Señor".

8. El corazón de María y el tuyo
Al acercarse la Sagrada Comunión debemos humildemente pedir a la Santísima Virgen María, como nos recuerda la Beata Madre Teresa de Calcuta, que nos preste su Inmaculado Corazón, para que así podamos recibir a Jesús con la máxima pureza, humildad y amor ardiente.

Esa es la verdadera clave para actualizar y mejorar nuestras comuniones, recibir la Sagrada Comunión a través del corazón de María.

San Juan Pablo II, hace un hermoso paralelo, al comparar el “Sí” o “fiat” de la Virgen María en la Anunciación, con nuestro “Amén” cuando recibimos a Jesús en la Sagrada Comunión.

El resultado es el mismo: recibir a Jesús en nuestros corazones. El “Sí” de Nuestra Señora, resultó en la concepción de Jesús en su seno.

Nuestro “Amén” en la Eucaristía, resulta en la presencia de Jesús echando raíces en nuestro corazón, mente y alma.

9. Acción de gracias
Después de la Santa Comunión debemos pasar un tiempo dando las gracias a Jesús por ese gran don: su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad en la Sagrada Comunión. ¡No hay mayor regalo!

En una visita a un hogar y a una comida agradable, el huésped que tiene algo de modales, da las gracias a sus anfitriones por invitarlo. ¿No deberíamos abundar en agradecimiento hacia Jesús por humillarse y descender a nuestra mísera casa interior que es nuestra alma?

Unamos nuestros corazones, mentes y voces con el salmista, aclamando:

"Dad gracias al Señor porque es bueno, porque para siempre es su misericordia".

De hecho, Dios se regocija en un corazón agradecido. ¡Cultivemos esa gratitud!

10. Conviértete en un Apóstol Eucarístico
Teniendo en cuenta que te has encontrado el más grande tesoro de tu vida, la perla de infinito valor ¡Debes sentirte completamente motivado a llevar a Jesús a los demás y traer a otros a Jesús!

Toma a Nuestra Señora como un ejemplo. Después de concebir a Jesús en su seno, en la Anunciación, fue de prisa a llevar a Jesús a su prima Isabel, quien estaba embarazada en su vejez. María se apresuró a llevar a Jesús a los demás.

Después de que has recibido a Jesús en la Sagrada Comunión y le has dado una digna acción de gracias, es momento de convertirte en un ferviente apóstol, y llevar al Señor Jesús a otros.

Predica con tu ejemplo y también con tus palabras. Invita a otros a la Iglesia, a la confesión, a la Misa y a la Sagrada Comunión. ¡Conviértete en un misionero! La mies es mucha y los obreros pocos.

Ahora eres llamado a trabajar en la viña junto al Señor; eres llamado a pescar con Él para salvar almas.

Una de las herramientas más eficaces para salvar almas es ayudar a la oveja descarriada, a los católicos apartados de la Iglesia, a regresar a ella, a hacer una buena Confesión Sacramental y luego recibir al Señor Jesús en la Sagrada Comunión.

El Venerable Arzobispo Fulton Sheen lo expresó de esta manera: "¡Primero vengan y después vayan!", primero debemos ir a recibir a Jesús con gran fervor, fe y amor; y luego debemos ir por todo el mundo, llevando esta buena noticia de salvación a todos los seres vivos.

Conclusión

Debemos estar desbordantes de alegría y gratitud por el regalo más sublime, la Santa Eucaristía, que es substancialmente el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad del Señor Jesús.

No hay una acción más grande que podamos hacer en nuestra vida terrena, que recibir dignamente la Eucaristía.

La promesa que Jesús nos hace al recibirlo frecuente y dignamente debe llenarnos de alegría y esperanza. Jesús nos consuela con estas palabras:

"Yo soy el pan de la vida… El que come mi cuerpo y bebe mi sangre tendrá vida eterna y yo lo resucitaré el último día” (Discurso del Pan de la Vida: Juan 6,22-71)

¡El cielo es nuestro si aquí en la tierra recibimos a Jesús con fe y amor!

¿Qué es la inhabitación trinitaria?

Los teólogos han tratado de explicar las misiones invisibles de las Personas divinas y de la inhabitación trinitaria

Propiamente se llama "inhabitación trinitaria" al misterio por el cual la Santísima Trinidad habita en el corazón de la persona que está en gracia (es decir, sin pecado mortal).
1. Lo dice el mismo Señor: Jn 14,23: Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él. Y San Pablo: Ef 3,17: Que Cristo habite por la fe en vuestros corazones. Igualmente leemos en el Apóstol San Juan: 1 Jn 4,12-13, 15-16: A Dios nadie le ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud. En esto conocemos que permanecemos en él y él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu.... Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él en Dios. Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene, y hemos creído en él. Dios es Amor y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él.

En algunos lugares se habla de la presencia del Hijo, en otros de la del Espíritu Santo; en otros del Padre y del Hijo. Evidentemente que el hablar de una de las divinas Personas entraña la referencia a las otras dos, pues confesamos en nuestra fe, como dice hermosamente el Símbolo Atanasiano: “la fe católica es que veneremos a un solo Dios en la Trinidad, y a la Trinidad en la unidad; sin confundir ni separar las sustancias. Porque una es la persona del Padre, otra la del Hijo y otra también la del Espíritu Santo; pero el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo tienen una sola divinidad, gloria igual y coeterna majestad. Cual el Padre, tal el Hijo, tal también el Espíritu Santo..., etc., El que quiera salvarse, así ha de sentir de la Trinidad” (Dz 39-40).

2. Ya los Santos Padres insistieron en la presencia de Dios Trino en el alma del justo; aunque a veces sólo refiriéndose a una de las personas. Ignacio de Antioquía gustaba en llamarse “Theóforos”, portador de Dios; o también “Cristóforos”, portador de Cristo. San Ireneo frecuentemente nos recuerda que el Hijo enviado por el Padre, nos revela al Padre en nuestro interior.

Los Padres Griegos enseñan comúnmente que ni los hombres ni los ángeles pueden ser justificados, santificados y deificados sino por la participación en las personas divinas. Y se podrían citar numerosísimos testimonios.

3. Los teólogos han hablado, tratando de explicar estos hermosísimos datos, de las misiones invisibles de las Personas divinas y de la inhabitación trinitaria. Las divinas personas se hacen presentes al alma por donación y misión: el Padre, al ser Principio sin principio, no puede ser enviado por nadie y, por tanto, se nos dona a Sí mismo a nosotros; el Hijo, como tiene al Padre por principio, es “enviado” (eso quiere decir “misión”) por el Padre; finalmente el Espíritu Santo, al tener como principios al Padre y al Hijo, es enviado por la primera y la segunda Personas de la Trinidad.

4. Santo Tomás explica: “Las Personas divinas no pueden ser poseídas por nosotros sino o para gozarlas (fruirlas) de modo perfecto, lo cual se da en el estado de la Gloria del cielo; o para gozarlas de modo imperfecto, lo cual se da en esta vida por la gracia santificante” (I Sent., d.14, q.2, a.2, ad 2). ¡Para que gocemos de su presencia y con su presencia y posesión! Qué impresionante y qué riqueza extraordinaria significa esto. Si cada una de las divinas Personas son nuestras ¡y para gozarlas! ¿cómo no lo será todo lo demás? ¿qué podemos temer? ¿qué nos puede faltar? De modo muy hermoso San Juan de Ávila ponía en boca de Cristo algo semejante: “Yo (soy) vuestro Padre por ser Dios, yo vuestro primogénito hermano por ser hombre. Yo vuestra paga y rescate, ¿qué teméis deudas, si vosotros con la penitencia y la Confesión pedís suelta de ellas? Yo vuestra reconciliación, ¿qué teméis ira? Yo el lazo de vuestra amistad, ¿qué teméis enojo de Dios? Yo vuestro defensor, ¿qué teméis contrarios? Yo vuestro amigo, ¿qué teméis que os falte cuanto yo tengo, si vosotros no os apartáis de Mí? Vuestro mi Cuerpo y mi Sangre, ¿qué teméis hambre? Vuestro mi corazón, ¿qué teméis olvido? Vuestra mi divinidad, ¿qué teméis miserias? Y por accesorio, son vuestros mis ángeles para defenderos; vuestros mis santos para rogar por vosotros; vuestra mi Madre bendita para seros Madre cuidadosa y piadosa; vuestra la tierra para que en ella me sirváis, vuestro el cielo porque a él vendréis; vuestros los demonios y los infiernos, porque los hollaréis como esclavos y cárcel; vuestra la vida porque con ella ganáis la que nunca se acaba; vuestros los buenos placeres porque a Mí los referís; vuestras las penas porque por mi amor y provecho vuestro las sufrís; vuestras las tentaciones, porque son mérito y causa de vuestra eterna corona; vuestra es la muerte porque os será el más cercano tránsito a la vida. Y todo esto tenéis en Mí y por Mí; porque lo gané no para Mí solo, ni lo quiero gozar yo solo; porque cuando tomé compañía en la carne con vosotros, la tomé en haceros participantes en lo que yo trabajase, ayunase, comiese, sudase y llorase y en mis dolores y muertes, si por vosotros no queda. ¡No sois pobres los que tanta riqueza tenéis, si vosotros con vuestra mala vida no la queréis perder a sabiendas!” (Epístola 20).

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