“No soy el Mesías”

El Papa en la ventana en Navidad

"¿Quién de ustedes recuerda el día en que ha sido bautizado?"
Papa: "Nunca más la guerra. La paz es posible, tenemos que buscarla"
"Todos estamos llamados a combatir cualquier forma de esclavitud y a construir la fraternidad"

Redacción, 01 de enero de 2015 a las 16:22

Buen año a todos. Que sea un año de paz, de paz, en el abrazo de cariño del Señor y con la protección de María

(RV).- Comienza un nuevo año y la atmósfera de alegría y esperanza se respiraba la mañana de este 1 de enero en Roma. Miles de personas acudieron a la plaza de San Pedro y sus inmediaciones para rezar con el Santo Padre la oración a la Madre de Dios, como Francisco la definió "humilde mujer de Nazaret, quien dio a Jesús su amor y su carne humana.

Y así, el Obispo de Roma habla del inicio del nuevo año relacionándolo con nuestro bautismo "redescubramos el regalo recibido en aquel Sacramento que nos ha regenerado la vida nueva: la vida divina".

Explica el Papa Bergoglio que con el bautismo somos introducidos en la comunión con Dios, recibiendo su amor y cariño, y en consecuencia llegamos a la Paz, especialmente hoy, que como recordó el Santo Padre, celebrados la Jornada de la Paz cuyo lema este año es "No esclavos, sino hermanos".

Así el Papa nos llama a combatir cada forma de esclavitud y a construir la fraternidad, siendo esto una responsabilidad de cada uno de nosotros.

Francisco pidió que presentáramos a María nuestros propósitos de bien, y que estemos bajo el manto de su protección.

Y después de la oración mariana, el Santo Padre saludó detalladamente a los fieles, agradeció a todos los que han promovido las diferentes marchas por la paz en el mundo. Y en este sentido se vivió una conexión en directo con la campana de Rovereto, en Trentino, Italia, llamada Maria Dolensa, dedicada a todos los caídos en guerras.

Texto de la alocución del Papa Francisco antes de rezar el Ángelus:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y buen año!

En este primer día del año, en el clima gozoso, si bien frío, de la Navidad, la Iglesia nos invita a fijar nuestra mirada de fe y de amor en la Madre de Jesús. En Ella, humilde mujer de Nazaret, "la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros" (Jn1, 14). Por eso es imposible separar la contemplación de Jesús, la Palabra de la vida que se ha hecho visible y tangible (cfr. 1 Jn 1,1), de la contemplación de María, que le ha dado su amor y su carne humana.

Hoy escuchamos las palabras del apóstol Pablo: "Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer" (Gal 4,4). Aquel "nacido de una mujer" habla de manera esencial y por esto aún más fuerte de la verdadera humanidad del Hijo de Dios. Como afirma un Padre de la Iglesia, San Atanasio: "Nuestro Salvador fue verdaderamente hombre y de él vino la salvación de toda la humanidad" (Carta a Epíteto: PG 26).

Pero San Pablo añade también: "Nacido bajo la ley" (Gal 4, 4). Con esta expresión subraya que Cristo ha asumido la condición humana liberándola de la cerrada mentalidad legalista, insoportable. En efecto, la ley, privada de la gracia, se vuelve un yugo insoportable, y en lugar de hacernos bien, nos hace mal. Pero Jesús decía: "el sábado ha sido hecho para el hombre, no el hombre para el sábado". He aquí entonces la finalidad por la que Dios envía a su Hijo a la tierra a hacerse hombre: una finalidad de liberación, es más, de regeneración. De liberación "para rescatar a aquellos que estaban bajo la ley" (v. 5); y el rescate se produjo con la muerte de Cristo en la cruz. Pero sobre todo de regeneración: "Para que recibiéramos la adopción de hijos" (v. 5). Incorporados en Él, los hombres llegan a ser realmente hijos de Dios. Este pasaje estupendo se produce en nosotros con el Bautismo, que nos injerta como miembros vivos en Cristo y nos inserta en su Iglesia.

Al inicio de un nuevo año nos hace bien recordar el día de nuestro Bautismo: redescubramos el regalo recibido en aquel Sacramento que nos ha regenerado a la vida nueva: la vida divina. Y esto a través de la Madre Iglesia, que tiene como modelo a la Madre María. Gracias al Bautismo hemos sido introducidos en la comunión con Dios y ya no estamos a merced del mal y del pecado, sino que recibimos el amor, la ternura, la misericordia del Padre celestial.

Les pregunto nuevamente: ¿Quién de ustedes recuerda el día en que ha sido bautizado, recuerda la fecha de su bautismo? ¿Quién de ustedes la recuerda? Levanten la mano. ¡Ah hay muchos, pero no tantos eh! Para quienes no la recuerdan les daré una tarea para hacer en casa. Buscar esa fecha y custodiarla bien en el corazón. También pueden pedir ayuda a sus padres, a su padrino, a su madrina, a los tíos, a los abuelos... Pero, ¿cuál fue el día en que yo he sido bautizado? Ese es un día de fiesta. Hagan eso. Será muy bello para agradecer a Dios el don del Bautismo.

Esta cercanía de Dios a nuestra existencia nos da la verdadera paz, la paz, el don divino que queremos implorar especialmente hoy, Jornada Mundial de la Paz. Yo leo ahí: "La paz es siempre posible". ¡Siempre es posible la paz! Debemos buscarla. Y allá: "La oración en la raíz de la paz". La oración es precisamente la raíz de la paz. La paz es siempre posible. Y nuestra oración, está en la raíz de la paz. La oración hace germinar la paz.

Hoy, Jornada Mundial de la Paz, "Ya no esclavos, sino hermanos": he aquí el Mensaje de esta Jornada. Porque las guerras nos hacen esclavos. Siempre. Un mensaje que nos implica a todos. Todos estamos llamados a combatir cualquier forma de esclavitud y a construir la fraternidad. Todos, cada uno según su propia responsabilidad.

Y acuérdense bien: la paz es posible. Y en la raíz de la paz está siempre la oración. Recemos por la paz.

También existen esas bellas escuelas de paz, esas por la paz, debemos ir adelante con esta educación por la paz.

A María, Madre de Dios y Madre nuestra, le presentamos nuestros propósitos de bien. A Ella le pedimos que extienda sobre nosotros, y sobre todos los días del año nuevo, el manto de su materna protección: "Santa Madre de Dios, no desprecies las súplicas de nosotros, que estamos en la prueba, y líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita".

E invito a todos ustedes, a saludar hoy a la Virgen como Madre de Dios. A saludarla con aquel saludo: "Santa Madre de Dios", como fue aclamada por los fieles de la ciudad de Éfeso al inicio de la vida cristiana, del cristianismo, cuando desde la otra parte de la entrada de la iglesia, gritaban a sus pastores este saludo a la Virgen: "Santa Madre de Dios". Todos juntos, tres veces, fuerte, "Santa Madre de Dios", "Santa Madre de Dios", 

Palabras del Papa después de la oración del Ángelus:

Queridos hermanos y hermanas,

dirijo a todos los aquí presentes mi cordial saludo, deseándoles un feliz y sereno año nuevo. Saludo en particular a los peregrinos de los Países Escandinavos y de Eslovaquia, a los fieles de Asola, Castiglione delle Stiviere, Saccolongo, Sotto il Monte, Bonate Sotto e Benevento, a los jóvenes de Andria y Castelnuovo del Garda. Un cordial saludo va a los Stersinger de Alemania, Austria y Suiza por su empeño de ir de casa en casa para anunciar el nacimiento del Señor y recoger regalos para los niños necesitados. ¡Feliz Navidad y un Feliz Año Nuevo!

Dirijo mi pensamiento a aquellos de las Diócesis del mundo entero, que han promovido momentos de oración por la paz, porque la oración es la raíz de la paz, como dice la pancarta. Recuerdo en particular la marcha nacional que se desarrolló ayer en Venecia, la manifestación "Paz en todas las tierras", promovida en Roma y numerosas ciudades del mundo.

En este momento estamos conectados con Trentino, donde se encuentra la gran campana llamada ‘Maria Dolens', realizada en honor a los caídos de todas las guerras y bendecida por el beato Pablo VI en 1965. En poco escucharemos los retoques de aquella campana. Que nunca más haya guerras, ¡nunca más las guerras!, y siempre el deseo y el empeño de paz y de fraternidad entre los pueblos.

Buen año a todos. Que sea un año de paz, de paz, en el abrazo de cariño del Señor y con la protección de María, Madre de Dios y Madre nuestra. Saludo a todos. Y veo que hay tanto mexicanos allí, les saludo ¡son numerosos los mexicanos!

Buen año y por favor no olviden de rezar por mí. Buen almuerzo y hasta la vista.
Ahora esperamos el sonido de las campanas.

Evangelio según San Juan 1,19-28. 

Este es el testimonio que dio Juan, cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas desde Jerusalén, para preguntarle: "¿Quién eres tú?". El confesó y no lo ocultó, sino que dijo claramente: "Yo no soy el Mesías". "¿Quién eres, entonces?", le preguntaron: "¿Eres Elías?". Juan dijo: "No". "¿Eres el Profeta?". "Tampoco", respondió. Ellos insistieron: "¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?". 

Y él les dijo: "Yo soy una voz que grita en el desierto: Allanen el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías". Algunos de los enviados eran fariseos, y volvieron a preguntarle: "¿Por qué bautizas, entonces, si tu no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?". Juan respondió: "Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay alguien al que ustedes no conocen: él viene después de mí, y yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia". Todo esto sucedió en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan bautizaba. 

Homilía atribuida a San Hipólito de Roma (¿ –c.235), presbítero, mártir 
Homilía del siglo IV para la Epifanía, la santa Teofanía; PG 10, 852-861

“No soy el Mesías”

Juan, el precursor del Maestro... llamaba a los que venían a bautizarse: “Raza de víboras (Mt 3,6) ¿quién os ha enseñado a escapar del juicio inminente? “ (Mt 3,6) Yo no soy el Mesías. Soy un servidor y no el Maestro. Soy un súbdito, no soy el rey. Soy una oveja y no el pastor. Soy un hombre y no soy Dios. Al venir al mundo he curado la esterilidad de mi madre, pero no ha permanecido virgen. He surgido de la tierra no del cielo. He hecho enmudecer a mi padre, no he derramado la gracia divina. Mi madre me ha reconocido, no ha sido una estrella que me ha mostrado. Soy miserable y pequeño, pero después de mí viene el que es antes que yo (Jn 1,30).


Viene después, en el tiempo; antes, estaba en la luz inaccesible e inefable de la divinidad. “El que viene detrás de mí es más fuerte que yo, y no soy digno de quitarle las sandalias.  El os bautizará con Espíritu Santo y con fuego.” (Mt 3,11) Yo me someto a él, él es libre. Yo estoy sujeto al pecado, él destruye el pecado. Yo inculco la ley, él nos trae la luz de la gracia. Yo predico siendo esclavo, él promulga la ley como maestro. Yo vengo de la tierra, él viene de arriba. Yo predico un bautizo de conversión, él concede la gracia de la adopción filial: “Él os bautizará con Espíritu Santo y con fuego. ¿Por qué me reverenciáis? Yo no soy el Mesías.”os bautizará con Espíritu Santo y con fuego. ¿Por qué me reverenciáis? Yo no soy el Mesías.”

SOLEMNIDAD DE LA VIRGEN Nm 6,22-27; Salmo 66; Ga 4,4-7; Lc 2,16-21- 1 DE ENERO DE 2015

Bendito sea el Dios eterno, que en la plenitud de los tiempos envió a su Hijo, nacido de mujer, por hacernos hijos suyos. Queridos hermanos: en la octava de la Navidad del Señor, del nacimiento en la carne del Verbo Eterno de Dios, conmemoramos hoy de una manera especial la divina maternidad de María, la Virgen, aquella que fue el instrumento humano a través del cual Dios llevó a cabo su designio eterno de salvación: "Encarnó del Espíritu Santo y de la Virgen María y se hizo hombre ..." como cantamos en el credo. Celebramos también hoy, como hemos leído en el Evangelio, la circuncisión del Señor a los ocho días de su nacimiento; y no para conmemorar un hecho legal de la antigua alianza, sino para celebrar y vivir, por eso las Iglesias cristianas nos proponen este misterio, la verdadera encarnación del Hijo y Verbo del Padre. Acabamos de escuchar las lecturas de esta celebración. De una manera especial quisiera fijar en la narración evangélica de hoy y subrayar tres aspectos concretos.

Primero. Los pastores en Belén, encuentran María y José, con el niño acostado en un pesebre; después cuentan lo que les han dicho de aquel niño; finalmente alaban y glorifican Dios. La narración es simple y clara: los pastores han sentido el anuncio de los ángeles, han ido a Belén, han visto, han proclamado: fijaos que son tres momentos importantes de la narración y tres momentos importantes en la vida de todo cristiano: sentir el anuncio -la Palabra-, ver y vivir esta Palabra, proclamarla. La narración evangélica nos describe el camino de todo hombre que va al encuentro de Cristo: Primero recibe en la Iglesia -al seno de la Iglesia como el seno materno y como un don del cielo (los ángeles anuncian la buena nueva a los pastores!) - recibe el anuncio de la Palabra, y se la hace suya; luego corre para ver -los pastores corren para ver y ven sólo un niño envuelto en un pesebre, en una cueva, podríamos decir en la oscuridad, de una manera misteriosa; el cristiano ve también el misterio divino a través de los misterios -de sacramentos- de la Iglesia, del sacramento del hermano; finalmente el cristiano que ha sentido el anuncio de la Palabra y ha acogido en la Iglesia el misterio, lo proclama, canta gloria de Dios.

Segundo. El evangelio no es una narración casual de hechos puesto uno al lado del otro, sino que es una gran catequesis de todo el misterio único y salvador de la Encarnación, la Pasión, la Muerte y la Resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Este niño nacido pobre, sin tener lugar donde reposar la cabeza; es el mismo que muerto será puesto en un sepulcro vacío, pobre todavía. En Belén Jesús, en la pequeñez y en el silencio de un niño, manifiesta su realidad divino humana; en Jerusalén, en el silencio y la aniquilación del crucificado, Jesús manifiesta todavía esta su realidad divino humana entregando el Espíritu a su Iglesia. A Belén los pastores reciben la buena nueva, corren, ven al niño y proclaman la gloria de Dios; a Jerusalén las mujeres corren al sepulcro y allí reciben la buena nueva, ven en este caso no ya el muerto fajado puesto en el sepulcro, sino simplemente el sepulcro vacío, del que nace, sale la vida nueva- y proclaman la obra de Dios. El misterio de Navidad nos anuncia ya el misterio de Pascua.

Tercero. Recordemos lo que acabamos de oír el evangelio de san Lucas: María conservaba todos estos recuerdos en su corazón y los meditaba. No como un simple recuerdo lejano de unos hechos más o menos nostálgicos del pasado, sino como una realidad viva y presente en la propia vida; en la vida de María, en la vida de la Iglesia, en la vida de todo cristiano. De una manera muy particular hay que notar la estrecha relación que hay entre María y la Iglesia, y hay que notar también el hecho de que toda celebración de la Virgen está en relación muy directa con el misterio de la Encarnación del Verbo de Dios, y es por ello que a María la llamamos con el título antiquísimo de Virgen. Ella, la Virgen, es el testimonio humano principal de la Encarnación del Señor; por eso también ella tiene un lugar especial en la celebración de la Eucaristía; fijémonos como en la celebración de la eucaristía la conmemora a la oración eucarística después de la consagración de los Santos Dones, para subrayar que el mismo Espíritu Santo que en el su seno hizo que el Verbo de Dios se hiciera carne ahora ha hecho que los dones del pan y del vino se convirtieran en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. María conservaba todos estos recuerdos en su corazón y los meditaba. María, la Iglesia, todos nosotros hacemos memoria hoy, al inicio de 2015, de tantos y tantos hermanos nuestros que viven estos días de Navidad y desde hace meses y meses, en la persecución, en el sufrimiento, en el martirio.

Recordemos nuestros hermanos cristianos que en Irak, en Siria, y en tantos y tantos lugares de nuestro mundo derraman su sangre en la fidelidad total y única a Cristo, que es su única esperanza y consuelo; desesperanzados (decepcionados) ante el espectáculo de un mundo en el Occidente que, como ocurrió hace precisamente cien años con los nuestros hermanos armenios y siríaco, ignora, gira la cabeza, hace ver que no ... frente a lo que es una vez más en nuestros días un verdadero genocidio, como lo fue el primero del siglo XX entre 1915 y 1917. Hermanos, sin miedo, hacemos eco de las palabras del Papa Francisco en su carta a los cristianos del Medio Oriente publicada hace pocos días donde el obispo de Roma, de manera valiente, hablaba "de La organización terrorista, de dimensiones nunca antes ni siquiera imaginadas, que comete todo tipo de abusos y de prácticas indignas del hombre ... y que expulsa de la propia tierra de manera brutal a los cristianos que sueño presentes desde la época apostólica ". Tierras pobladas a lo largo de veinte siglos por tantos y tantos padres, monjes, hombre si mujeres, cristianos, que las cultivaron, las cuidaron y las han amado hasta el extremo.
Hermanos, hoy la Virgen ha dado a luz, en una cueva, al Verbo eterno de Dios. Alegrémonos en con los ángeles y los pastores, y Gloria.

02 de enero 2015 Viernes después de la Octava de Navidad 1 Jn 2, 22-28

La carta de Juan nos dice cómo es nuestra relación con Dios cuando nos aconseja: «Hijitos, manténgase en el Hijo; así cuando él aparecerá puede esperar con confianza... ». Mantenerse en el Hijo es vivir como hijos. ¿Me comporto como un hijo amado? Señor, que no me falte nunca esta actitud de confianza.

San Basilio el Grande

Perteneció a una familia de santos. Su abuelo murió mártir en la persecución. Su abuela fue Santa Macrina; su madre, Santa Amelia y la hermana también fue santa. Sus hermanos fueron San Pedro, obispo de Sebaste y San Gregorio Niceno. Su mejor amigo San Gregorio Nacianceno.

Al ver que su hermana Santa Macrina había fundado un monasterio de monjas y que éstas progresaban mucho en santidad, Basilio se fue a Egipto a aprender de los monjes del desierto, el modo de vivir en soledad. Al volver de allá se hizo monje y redactó sus famosas "Constituciones" que son la primera Regla de vida que se escribió para los religiosos. En ellas enseña cómo vivir en oración, estudio, buenas lecturas y trabajos manuales en un monasterio y cómo hacerse santo en la vida religiosa.

En esas "Constituciones" se han basado los más famosos fundadores de Comunidades para redactar los Reglamentos de sus Congregaciones. Basilio fue elegido Arzobispo de Cesarea, y el delegado del gobierno quiso hacerle renegar de la fe. Varios habían renegado por miedo. Pero nuestro santo se mantuvo firme, dispuesto a todo por defender su fe. Por su oratoria maravillosa, por sus admirables escritos y por las muchísimas obras que hizo en favor del pueblo, fue llamado "Basilio el Grande".

San Gregorio decía: "Cada vez que leo un escrito de Basilio, siento que el Espíritu Santo transforma mi alma". Sus escritos tienen lo que se llama "Unción".    Además de su arrebatadora elocuencia, Basilio tenía una asombrosa actividad en favor de los necesitados. Fue al primero que se le ocurrió fundar por allí un Hospital para pobres y un ancianato. Estudió mucho la Biblia, se especializó en filosofía y literatura. Se conservan unas 365 cartas suyas, muy hermosas y de provechosa lectura para el alma.    Murió el 1 de enero del año 379 cuando sólo tenía 49 años y fue sepultado el 2 de enero. Todos sus escritos y sus sermones tiene por fin hacer que la gente ame más a Dios y se vuelva más santa. Por eso es considerado como el primer escritor ascético del oriente.

Oración de agradecimiento San Basilio el grande

O Maestro, Cristo nuestro Dios, Rey de las edades, creador de todas las cosas; Yo te agradezco por todos los favores que tu me has concedido, y por haberme dado tus puros misterios dadores de vida.  Yo te suplico, O Dios lleno de gracia, quien amas a la humanidad, mantenme bajo tu protección y bajo la sombra de tus alas; concede que hasta mi último aliento, Yo pueda dignamente recibir tus Santos Misterios con una conciencia clara para la remisión de mis pecados y para la vida eterna. 

Porque tú eres el Pan de la Vida, la fuente de la santidad, y el proveedor de todas las gracias, y nosotros te glorificamos junto con el Padre, y tu Espíritu Santo, ahora y siempre, y para siempre. Amén. 

¿Qué deseo en un año nuevo?

Este año será distinto si te abres a Dios, si rompes con tu egoísmo, si empiezas a vivir no para ti mismo, sino para tantos corazones que te encontrarás este año.

La pregunta me deja un poco inquieto. Porque sé que el "año nuevo" es simplemente una hoja de calendario, un cambio en los números, una simple tradición humana. Porque el tiempo escapa a nuestro control, y fluye sin cesar.

Pero casi todos, al llegar el año nuevo, damos una mirada al año que termina y soñamos en el año que comienza.

Lo pasado queda allí: fijo, inmodificable, casi pétreo. Con sus momentos buenos y sus fracasos, con sus sueños realizados y con los sueños que se evaporaron en el vacío, con las ayudas que me ofrecieron y con las ayudas que pude ofrecer a otros, con mis omisiones y mis cobardías.

Lo futuro inicia, como inició ayer, como inició hace un mes, como iniciará mañana.

Cada instante se presenta como una oportunidad que en parte depende de mi prudencia y de mis decisiones. En otra buena parte, depende de las decisiones de otros. En los dos casos, y aunque no siempre nos demos cuenta, depende de Dios. De nuevo, ¿qué deseo en un año nuevo? Desearía la paz en Tierra Santa. Para que nadie privase a nadie de su tierra, de su casa, de su familia. Para que las religiones fueran vividas como lo que son: un camino para unir a los hombres bajo la luz de Dios. Para que la tierra donde vivió, murió y resucitó Cristo testimoniase con un estilo de vida nuevo la gran belleza del Evangelio.

Luego, desearía la paz en tantos lugares del planeta. Especialmente en África, donde todavía unos poderosos venden armas para la muerte pero no ofrecen comida para los hambrientos.

Querría, además, que desapareciese el aborto en todos los países del mundo. Lo cual no es ningún sueño imposible: basta con aprender a vivir responsablemente la vocación al amor para que ningún hijo sea visto como un “enemigo” o un obstáculo en el camino de la propia vida. Porque lo mejor que podemos hacer es vivir para los demás. Porque cada niño pide un poquito de amor y de respeto. Porque cada madre que ha empezado a serlo merece ayuda y apoyo, para que no le falten las cosas que más necesite durante los meses de embarazo y los primeros años de su hijo.

En este nuevo año me gustaría dialogar con quien piensa de modo distinto en un clima de respeto, sin insultos, sin desprecios, sin zancadillas. Porque si él y si yo somos humanos, porque si él y si yo queremos encontrar la verdad, podemos ayudarnos precisamente con una palabra nacida desde los corazones que saben escucharse y, más a fondo, que saben amarse...

El año que inicia querría tener más energías, más entusiasmo, más convicción, para enseñar a los otros lo que para mí es el tesoro verdadero: mi fe católica. Enseñarla, sobre todo, con mi vida. Querría ser, en ese sentido, más coherente, más bueno, más abierto, más disponible, más cercano. Especialmente cuando me encuentre con un pobre, con un enfermo, con una persona triste o desesperada, con quien llora porque sabe lo que muchos no se atreven a reconocer: que ha pecado. Porque sólo cuando me pongo ante mis faltas con honestidad clara y completa, descubro mi miseria y comprendo la de los otros. Y porque cuando reconozco mi miseria y la ajena puedo entender que necesitamos al único que puede limpiarnos con su palabra llena de perdón y de esperanza: Dios.

¿Qué deseo en un año nuevo? Quizá deseo demasiado. Quizá he soñado despierto. Quizá me he dejado llevar por una emoción inconsistente. Mientras, el reloj sigue su marcha, y, sin saberlo, me dice: este año será un poco distinto si te abres a Dios, si rompes con tu egoísmo, si empiezas a vivir no para ti mismo, sino para tantos corazones que encontrarás en los mil cruces de camino de este año que está iniciando...

Jornada Mundial por la Paz

El primer día del año celebramos la JORNADA MUNDIAL POR LA PAZ.

Lee lentamente y repite, con los ojos cerrados y en actitud de recogimiento, las palabras que más te hablen de la oración de San Francisco de Asís.

ORACIÓN DE SAN FRANCISCO DE ASÍS

Señor, haz de mí
un instrumento de tu paz!
Que donde haya odio, ponga amor.
Donde haya ofensa, ponga perdón.
Donde haya duda, ponga fe.
Donde haya desesperación, ponga luz.
Donde haya tristeza, ponga la joya.
...

Al comenzar un nuevo año las personas nos hacemos propósitos de mejora.

Siempre se puede ser mejor persona, más amable, menos egoísta, más colaborador ... pero parece que al comenzar el año todo sea más posible; como si cerráramos un libro que ya hemos leído, y que no se puede modificar, y me abriera a  otro en el que aún podemos añadir información.

Jesús, en este nuevo año que acaba de empezar quiero escribir una historia de amor y de paz. Quiero ser parte de la felicidad de los que me rodean.

La oración de San Francisco me da pistas de cómo debo comportarme.

 



Francisco y los Reyes de España

Supera en valoración a los Reyes y al presidente Obama
El Papa Francisco es la figura pública más valorada por los españoles

Los votantes de Podemos eligen al Papa, mientras los del PP y PSOE optan por el Rey

Redacción, 01 de enero de 2015 a las 19:48

El saldo a favor del Papa es de 64 puntos, sin precedentes en estudios de este tipo en España

(José M. Vidal).- Los españoles quieren y valoran al Papa Francisco. Tanto que lo colocan como la figura pública más destacada, por encima incluso de los propios Reyes de España y del presidente Obama, según una encuesta de Demoscopia, publicada recientemente por el diario El País. El papa cosecha en dicho sondeo un 81% de aprobación, 10 puntos porcentuales por encima de la valoración que hacen de Barack Obama (71%), en segundo lugar; y a 11 puntos del Rey Felipe VI (70%), el tercero.

Como explica el propio diario de Prisa, "de los diez personajes sometidos a la evaluación de los españoles, el papa Francisco es quien obtiene el porcentaje de aprobación más elevado, con un 81% frente a un 17% de ciudadanos españoles que no le aprueban. Después, el rey Felipe le sigue con un saldo positivo de 49 puntos, seguido de la reina Letizia con un 44. Al Monarca le aprueba el 70% de los encuestados y un 21% le coloca en la casilla de desaprobación. A Doña Leticia un 67% le da el aprobado y la desaprueba el 23%". Llama también la atención en el sondeo la valoración que de todas las figuras públicas hacen los españoles en función del partido al que votan. Con un contraste sorprendente entre los votantes del Partido Popular y los de Podemos.

En efecto, la figura más destacada para los votantes del PP es el Rey Felipe VI (+91), seguida en segundo lugar por Francisco (+87), por la Reina Letizia (+85), Obama (+55) y Merkel (+53).

Algo similar sucede entre los votantes del PSOE, que sitúan también al Rey en primer lugar (+77), seguido por el Papa (+76), Obama (+73), la Reina Letizia (+68), y Ban Ki Moon (+15).

 

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