Brille la luz de ustedes ante los hombres

Efrén, Santo

Memoria Litúrgica, 9 de junio

Diácono y Doctor de la Iglesia

Martirologio Romano: San Efrén, diácono y Doctor de la Iglesia, que primero ejerció en Nísibe, su patria, el ministerio de la predicación y la enseñanza de la doctrina, y más tarde, al invadir Nísibe los persas, se trasladó a Edesa, en Osroene, donde inició una escuela teológica con los discípulos que le habían seguido, en la que ejerció su ministerio con la palabra y los escritos. Fue célebre por su austeridad de vida y la riqueza de su doctrina, y por los exquisitos himnos que también compuso mereció ser llamado "cítara del Espíritu Santo" († 373).

Breve Biografía

Poco es lo que sabemos de la vida de San Efrén. Nació en Nisibi, en la Mesopotamia septentrional a comienzos del siglo IV, probablemente en el 306. Por lo tanto, tenía siete años cuando Constantino promulgó el edicto de Milán. Pero parece que Efrén no pudo gozar de la libertad de culto en el seno de la propia familia, porque el padre era sacerdote pagano y no estaba de acuerdo con la formación cristiana que la piadosa madre quería impartirle. A Los 18 años recibió el bautismo y vivió del propio trabajo, en Edesa, como empleado en un baño público. En el 338 Nisibi fue atacada por Los Persas, y Efrén acudió en su ayuda.

Cuando Nisibi cayó en mano de Los Persas, Efrén, que ya era diácono, se estableció definitivamente en Edesa en el 365, y allí dirigió una escuela. Allí murió el 9 de junio del 373. Benedicto XV lo declaró doctor de la Iglesia en 1920. La tradición nos lo recuerda como un hombre austero. No conocía el griego y probablemente esta era la razón por la cual no encontramos en su obra literaria ese influjo teológico contemporáneo, caracterizado por Las controversias trinitarias. Él es el transmisor genuino de la doctrina cristiana antigua. El medio usado por San Efrén para la divulgación de la verdad cristiana es sobre todo la poesía, por lo cual con razón se lo ha definido “la cítara (o el arpa) del Espíritu Santo”.

En su época se estaba organizando el canto religioso “alternado” en Las iglesias. Los iniciadores fueron San Ambrosio en Milán y Diodoro en Antioquía. El diácono de Nisibi, en Las fronteras de la cristiandad y del mundo romano, compuso en la lengua nativa poesías de contenido didáctico o exhortativo, y propias para adaptarlas al canto colectivo. El carácter popular de sus poesias hizo que pronto se difundieran muchísimo. Gracias también a las cuidadosas traducciones en griego, pronto pasaron de Siria al Oriente mediterráneo.

Efrén no escribía para buscar éxitos literarios; él se servía de la poesía como un excelente medio pastoral. Hasta en las homilías y en los sermones usaba este medio como captación y seducción del espíritu. El profundo conocimiento de la Sagrada Escritura le ofrecía a su rica vena poética el elemento más original para penetrar en los misterios de la verdad y sacar útiles enseñanzas para el pueblo de Dios. Efrén es también el poeta de la Virgen, a la que dirigió 20 himnos y a quien se dirigía con expresiones de tierna devoción. El llamaba a María “más resplandeciente que el sol, conciliadora del cielo y de la tierra, paz, alegría y salud del mundo, corona de las vírgenes, toda pura, inmaculada, incorrupta, beatísima, inviolada, venerable, honorable...”.

A continuación compartimos uno oración mariana compuesta por San Efrén:

Mi santísima Señora,
Madre de Dios,
llena de gracia,
tú eres la gloria de nuestra naturaleza,
el canal de todos los bienes,
la reina de todas las cosas después de la Trinidad...,
la mediadora del mundo después del Mediador;
tú eres el puente misterioso que une la tierra con el cielo,
la llave que nos abre las puertas del paraíso,
nuestra abogada,
nuestra mediadora.
Mira mi fe,
mira mis piadosos anhelos y acuérdate de tu misericordia y de tu poder.
Madre de Aquel que es el único misericordioso y bueno,
acoge mi alma en mi miseria y,
por tu mediación,
hazla digna de estar un día a la diestra de tu único Hijo.
Amén
 
Ser sal y luz del mundo

Santo Evangelio según san Mateo 5, 13-16. Martes X del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey Nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, te pido que me des la gracia que mi vida sea un fiel reflejo de tu amor y tu misericordia.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 5, 13-16

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Ustedes son la sal de la tierra. Si la sal se vuelve insípida, ¿con qué se le devolverá el sabor? Ya no sirve para nada y se tira a la calle para que la pise la gente.

Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad construida en lo alto de un monte; y cuando se enciende una vela, no se esconde debajo de una olla, sino que se pone sobre un candelero para que alumbre a todos los de la casa.

Que de igual manera brille la luz de ustedes ante los hombres, para que viendo las buenas obras que ustedes hacen, den gloria a su Padre, que está en los cielos”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Ustedes son la sal de la tierra. Con estas palabras Jesús nos anima a ser valientes en nuestro peregrinar terreno. La sal es ese condimento que realza el sabor de las comidas, también se le usa como medicina, o conservante, en fin, se le puede dar tantos usos, pero lo más importante es que, en el Evangelio, Jesús hace alusión a ella como condimento, que resalta el sabor, y es eso lo que nos propone hoy, que seamos sal en el mundo. Y esa sal es el Evangelio que da sabor a la vida, que se convierte en esperanza. Vale preguntarnos, ¿somos sal en nuestra familia? ¿Llevamos esperanza a nuestro prójimo?

Ustedes son la luz del mundo. Ser luz en medio del mundo es ser un cristiano coherente, que se le reconoce, no tan solo por sus actos externos, sino por su amor al prójimo. Ser luz significa ser portador de la verdadera LUZ, que es Jesucristo, quien ilumina nuestro camino para llegar al cielo. Pero ese camino no es para que vaya yo solo, sino que es un sendero por el que yo puedo empujar a tantas almas y no llegar solo, sino rodeado de aquellos a quien en esta vida lleve la luz con mis obras y con mi oración. Ser candeleros es querer ser santos, pero la santidad consiste en vivir de cara a Dios, en medio de las realidades temporales de esta vida, buscando agradarle con nuestras buenas obras y con nuestra vida de apóstol, dedicados a propagar la luz del Evangelio.

«Tenemos por tanto una tarea y una responsabilidad por el don recibido: la luz de la fe, que está en nosotros por medio de Cristo y de la acción del Espíritu Santo, no debemos retenerla como si fuera nuestra propiedad. Sin embargo, estamos llamados a hacerla resplandecer en el mundo, a donarla a los otros mediante las buenas obras. ¡Y cuánto necesita el mundo de la luz del Evangelio que transforma, sana y garantiza la salvación a quien lo acoge! Esta luz debemos llevarla con nuestras buenas obras».
(Ángelus, SS Francisco, 5 de febrero de 2017).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración. Disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Buscaré ofrecer alguna actividad de mi vida cotidiana (estudiar, trabajo, labores del hogar, etc.) al Señor, pidiendo que sea agradable a sus ojos misericordiosos, y que me ayude a dar testimonio de mi fe.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Si la sal se vuelve sosa...

Un mensaje que viene de Dios y que transforma el mundo con la fuerza humilde y firme de un poco de sal.

Cristo vino para ofrecer la salvación, para anunciar el Reino, para perdonar los pecados. Reunió a un grupo de discípulos. Constituyó a algunos de ellos como Apóstoles. Les envió a predicar.

Tras su Muerte y Resurrección, la venida del Espíritu Santo llevó a su punto culminante el nacimiento de la Iglesia. Desde entonces la sal está presente y actúa en un mundo necesitado de salvación y de esperanza.

Pero si la sal se vuelve sosa (cf. Mt 5,13)... El peligro existe. Ya en los primeros siglos hubo cristianos que quedaron atrapados por la mentalidad de este mundo y se apartaron del Evangelio. Buscaron sus propios maestros, dejaron que la presunción o las ideologías dominaran sus corazones, y surgieron herejías que dañaron a miles de corazones.

La historia de la Iglesia católica está marcada por el gesto de tantos bautizados que un día dejaron de mirar al Maestro, se apartaron del Papa y de los obispos que enseñan la verdadera doctrina católica, y buscaron sus propios intereses, no los de Cristo (cf. Flp 2,12; 1Co 1,17).

También hoy no resulta difícil encontrar a quienes dejan a un lado el Credo y los concilios, desde el primero (Éfeso) hasta el último (Vaticano II), y que elaboran sus propios “catecismos personales”. O quienes interpretan la Biblia según teorías incompatibles no sólo con la fe, sino con la sana filosofía. O aquellos que pactan con una modernidad enfermiza y acogen ideas propias de los hijos de las tinieblas.

La lista de errores ha sido y es desoladora. Unos, por falta de preparación. Otros, por deseos de aparecer y de ser aplaudidos por los hombres. Otros, simplemente, para sumarse a proyectos mundanizantes que nada tienen que ver con la fe católica, porque piensan de un modo semejante al de los modernistas condenados por san Pío X. Otros, porque suponen que serán acogidos si aceptan lo que ya tantos otros han aprobado: abortos, eutanasias, matrimonios que no lo son, y una larga lista de desórdenes morales y de atentados contra la justicia.

Mientras, millones de hombres y mujeres esperan la llegada de la sal verdadera, la que conserva, la que limpia heridas, la que perdona pecados, la que introduce en el dinamismo pascual de muerte y resurrección con Cristo.

¿Encontrarán en nosotros corazones creyentes y preparados, lámparas encendidas de quienes desean brillar con la luz de Cristo? La pregunta estremece, mas no debemos temer: la Iglesia ha pasado por oscuridades desoladoras en tantos momentos de su historia, pero la fidelidad de corazones abiertos a la gracia y fieles a la fe, ha permitido que la nave de la Iglesia superase tormentas y transmitiera a cada generación un mensaje que viene de Dios y que transforma el mundo con la fuerza humilde y firme de un poco de sal.
 
El corazón del Papa cerca de los países que sufren por el Covid-19

Recuerda también que junio es el mes dedicado al Sagrado Corazón de Jesús.

Tras rezar a la Madre de Dios la oración del Ángelus y brindar su catequesis a los fieles congregados en la plaza de San Pedro, el Papa, asomado desde la ventana del Palacio Apostólico después del final del confinamiento debido a la pandemia de Covid-19, dirige como de costumbre su saludo a los “fieles romanos y peregrinos, a las familias y comunidades religiosas”. “Vuestra presencia en la plaza – les dice – es un signo de que la fase aguda de la epidemia ha pasado en Italia, aunque la necesidad de seguir con las normas vigentes sea aún necesaria”. De aquí la invitación a no cantar "victoria antes de tiempo” y a respetar las prescripciones.

Seguidamente, Francisco dirige su pensamiento a las poblaciones que en estos días atraviesan la fase aguda de la epidemia por el coronavirus y dice:

“Pero, lamentablemente, en otros países, pienso en algunos, el virus sigue cobrándose muchas víctimas. El viernes pasado, en un país, ¡hubo un muerto cada minuto! Terrible. Deseo expresar mi cercanía a esas poblaciones, a los enfermos y sus familias, y a todos los que los cuidan. Acerquémonos a ellos con nuestra oración”.

Jesús, haz que mi corazón se parezca al tuyo

El Santo Padre recuerda también que el mes de junio está dedicado de manera especial al Corazón de Jesús, “una devoción que une a los grandes maestros espirituales y a la gente sencilla del pueblo de Dios”. Y a los fieles presentes en la plaza de San Pedro les hace repetir dos veces una “pequeña oración” aprendida de la Nona Rosa: “Jesús, haz que mi corazón se parezca al tuyo”.

En efecto, el Corazón humano y divino de Jesús es la fuente de donde siempre podemos obtener misericordia, perdón y ternura de Dios. Podemos hacer esto reflexionando sobre un pasaje del Evangelio, sintiendo que en el centro de cada gesto, de cada palabra de Jesús está el amor, el amor del Padre que ha enviado a su Hijo, el amor del Espíritu Santo que está dentro de nosotros. Y podemos hacerlo adorando la Eucaristía, donde este amor está presente en el Sacramento. De este modo, nuestro corazón también, poco a poco, se volverá más paciente, más generoso, más misericordioso, imitando el Corazón de Jesús.

Deseando a todos un “buen domingo” el Papa se despide, no sin antes pedir, como es su costumbre que por favor, no se olviden de rezar por él.

Misa y skate, fe y valentía: así era Ignacio Echeverría, el héroe español en Londres

El español asesinado por enfrentarse a un yihadista en Londres también defendía la fe en Internet

Por: n/a | Fuente: Religión en Libertad

El español Ignacio Echeverría, trabajador de banca de 39 años, formado en la Universidad Pontificia de Comillas, paseaba patín en mano con unos amigos por las calles de Londres, volviendo de patinar, cuando el sábado 3 de mayo de 2017, por la noche, se produjo el ataque con cuchillos de 3 yihadistas que herían a los viandantes en el entorno de Borough Market.

Según los amigos dijeron a la familia en España, fue el único del grupo que se paró para socorrer a una mujer que estaba siendo apuñalada y se enzarzó con el agresor. La última vez que le vieron estaba tendido en la acera.

Rafael Duarte, amigo de Ignacio Echeverría, ha declarado el lunes 5 por la mañana en Antena 3: "Es una persona de fuerte valores y no me extraña que teniendo un patín en mano se haya lanzado a defender a alguien que estuviera siendo atacado en los atentados", destaca.

En el momento de la lucha llevaba su medalla con cadena de oro, zapatillas "vans" negras con suela blanca, pantalones vaqueros color vaquero y Jersey probablemente negro o oscuro. "Lo vieron tendido en el suelo en la acera tras defender a alguien con su monopatín. 39 años, 1,75 cm de altura", difundía el ese fin de semana la familia en un mensaje por Internet. Regresaba de hacer deporte y no debía llevar su carné de identidad consigo.

A las cuatro de la tarde del miércoles 7, casi 4 días después de haber sido acuchillado en el ataque yihadista de Borough Market, la familia de Ignacio Echeverría confirmó que este español de 39 años es una de las víctimas mortales.

"Ignacio no sobrevivió al momento del atentado", escribe en su cuenta de Facebook Ana Echeverría, su hermana.

Defendía la fe en Internet

Era muy religioso, era muy valiente, era peleón ante las injusticias, y disfrutaba de las cosas como un niño, un niño en el cuerpo de un abogado y trabajador de banca muy aficionado al monopatín.

Usaba poco su cuenta de Facebook, y casi siempre para poner fotos o vídeos de skating y monopatín. La excepción fue un mensaje de denuncia en 2012 cuando la Unión Europea presionó a Eslovaquia para que retirara sus monedas de dos euros con la cruz eslava de su bandera y la imagen de San Cirilo y San Metodio (patronos de Europa y creadores del alfabeto cirílico).

Tenaz y reivindicativo

Sus amigos de juventud en el skate park de Las Rozas (Madrid) explican en El Español que era tenaz y reivindicativo. Un día llegó la Policía y les desmontó las tablas que allí tenían colocadas para sus trucos. “Fuimos todos a protestar a casa del alcalde para que la Poli nos devolviera las tablas. Y surtió efecto”, recuerdan los amigos.

"A la vez era justo y valiente. Alguna vez, llegaban cuatro tíos mas fuertes que querían echarnos de la pista y él se ponía en medio. Que os vayáis que vamos a patinar aquí, que os piréis. Y él no cedía, nos obligaba a que no nos fuésemos porque aquel tipo de cosas eran muy injustas. Él no se achantaba nunca”, recuerda otro de sus amigos skaters de los años de la infancia y de los primeros años de universidad. “Estos días lo estamos comentando varios amigos y coincidimos en eso. No era un macarra, pero si había que defender algo, se metía siempre”.

Cada domingo, a misa

Todos sus amigos sabían que era muy religioso, católico convencido y no faltaba nunca a misa el domingo. “Creía mucho, lo sentía mucho”, asegura otro de sus mejores amigos.

En El Mundo lo describe su hermano Joaquín. "Que era un hombre religioso; todos los domingos iba a misa. Que era recto; trabajó en prevención de delitos económicos y de lavado de dinero y muchas veces se jugó su trabajo para que se hicieran correctamente las cosas o por dejar por escrito su desacuerdo. Que era jovial y le gustaba hacer deporte con gente de todas las edades. Que era capaz de trasnochar para ayudar de país a país a que una sobrina suya pudiera usar la tablet que él le había regalado. Que los bonos de recompensa en el trabajo los gastaba en invitar a amigos, familiares y en regalos para los sobrinos. Que tenía doble titulación en Derecho, por la Complutense y la Sorbona [de París]. Que era muy metódico y constante. Que hablaba cuatro idiomas, español, francés, inglés, alemán, y todos con alto nivel; cuando no estaba con amigos o con familia, estudiaba idiomas. Nos llaman compañeros suyos del colegio, del instituto, de la universidad, del skate...».

Tiempo Ordinario

¿Por qué se le llama así a este tiempo Liturgico?
 
Pregunta:

En la liturgia estamos entrando ahora mismo al tiempo llamado "ordinario," según explicaba el sacerdote en la misa. No entiendo por qué esa denominación ¿Me explica? --M.H.

Respuesta:

Sucede a veces que una misma palabra tiene diversos significados. Un ejemplo "de libro" es el ´termino "gato" que en algunos países sirve tanto para nombrar al animal doméstico conocido, y a un aparato que se utiliza para levantar pesos considerables, como por ejemplo, el de un automóvil al que hay que repararle una llanta o goma.

Algo así sucede con la palabra "ordinario" que puede hacer referencia a distintas cosas:

(1) Puede ser algo de baja calidad;
(2) Puede ser algo que es muy común;
(3) Puede ser lo que sigue un determinado "orden." He aquí ejemplos de esos tres usos distintos:
(1) Le pedí a mi hija que comprar una tela fina para el mantel y en cambio trajo esta tela ordinaria.


(2) En medio de lo cotidiano y lo ordinario de nuestras vidas, Dios sigue haciendo sus milagros.
(3) De modo ordinario, lo que sigue después de una denuncia es un proceso judicial.

En el caso del tiempo litúrgico llamado "ordinario," no hay por qué suponer que estamos usando las acepciones (1) ó (2). Este tiempo se llama "ordinario" porque sigue el "orden" (que se dice "ordo," en latín) de los Evangelios sinópticos para presentarnos todo el ministerio público de Jesucristo. En este tiempo se medita sobre la “vida ordinaria” de Jesús, es decir, lo qué hizo con sus discípulos, los lugares que visitó, los milagros que realizó. Pero, a diferencia de otros tiempos, en el tiempo ordinario se profundiza en la vida cotidiana Jesús.

Por ejemplo, en el tiempo de Navidad se profundiza sobre el nacimiento de Jesús, en el tiempo de Pascua se profundiza en la Resurrección de Jesús, mientras que en el tiempo ordinario no hay un misterio específico que se profundice, sino más bien se acompaña a Jesús en sus “actividades” de día a día.
 
¿Qué rezar en un velorio?

La oración también es un medio para dar consuelo a los que quedan

En los velorios hemos de preocuparnos de actuar con sentido común y, quienes tenemos fe en Dios, también con sentido sobrenatural.

Cuando se habla de sentido común nos referimos a que debemos ser prudentes con los dolientes. La prudencia invita a dar consuelo de palabra y de obra. Y más que las palabras lo más importante es transmitir compañía en algo que todos conocen pero que resulta difícil asumir y describir. Un corazón cuando está de luto tiene que ser ungido con el aceite de la caridad. En definitiva, hemos de procurar transmitir la empatía que nos permite sufrir con ellos.

El sentido sobrenatural se refiere a que quienes tenemos fe, sabemos que Dios escucha las oraciones por los difuntos. En este sentido, los cristianos están llamado a la esperanza y por esto la acción más apropiada en relación con los que mueren es la oración, en estos casos de manera especial la oración que va desde el momento de la muerte hasta el entierro.

La oración también es un medio para dar consuelo a los que quedan y, de paso, ofrecer un verdadero acompañamiento.

El día anterior, antes de la misa exequial, qué oportuno resulta rezar ya sea en la casa del difunto o en la sala de velación.

Y aunque probablemente la falta de práctica en la oración pudiera, por ejemplo, hacer pensar a alguien “¿pero qué oración conviene rezar?”, la respuesta es sencilla: las oraciones que se sepan, con máxima libertad. Cualquier oración, incluso las oraciones espontáneas tienen valor para Dios.

En estas circunstancias, aparte de la participación activa como miembros del pueblo de Dios, las personas más experimentadas en la oración o más conocedoras de la misma, pueden desempeñar un papel importante para el correcto desarrollo de la oración comunitaria.

En ausencia del ministro ordenado, las oraciones en la casa del difunto y en el cementerio deben ser dirigidas por laicos. Alguno de los allegados al difunto también puede dirigir, en el cementerio, algunas palabras de despedida a los asistentes.

Una de las oraciones que se pueden hacer se llama responso. Un responso es una oración dialogada en sufragio por el difunto. No hay que confundir un responso con una misa por el difunto, misa que se puede celebrar antes del funeral. Todo responso es sin misa.

Otras oraciones que se pueden hacer son el Santo Rosario (intercalando alguna jaculatoria a favor de la persona difunta) y la Liturgia de las Horas (el Oficio de los Difuntos).

Ahora bien, el hecho de que se haga una vigilia de oración en casa o en la sala de velación, donde se haya preparado la capilla ardiente, no excluye, si se quiere, la posibilidad de tener también momentos en los que se pueda rendir un “homenaje” (algunas palabras de elogio, exhibición de fotos, videos,…) a la persona difunta, realizar algún canto no litúrgico en su honor y finalmente unas palabras de agradecimiento a las personas que se han hecho presentes (cosas que hay que evitar en la iglesia).

Ambas acciones no hay que fusionarlas, sino que es mejor distanciarlas, sin importar el orden de las mismas.

A continuación presento un modelo de responso que, vista la escasez de sacerdotes, está pensado para ser dirigido por fieles laicos.

(La letra A/ significa “Animador” (el que dirigela celebración). T/ significa “Todos”. L/ significa “Lector”. R/. Respuesta. N. es para decir el nombre del difunto).

A/. Bendigamos al Señor que, por la resurrecciónde su Hijo, nos ha hecho nacer para una esperanza viva, por Cristo nuestroSeñor.

A/. Aunque el dolor por la pérdida de un ser querido llena de pena nuestros corazones, avivemos en nosotros la llama de la fe, para que la esperanza que Cristo ha hecho nacer en nosotros dirija ahora nuestra oración para encomendar a nuestro(a) hermano(a) N. en las manos delSeñor, Padre misericordioso y Dios de todo consuelo.

Señor, escucha en tu bondad nuestras súplicas ahora que imploramos tu misericordia por tu siervo(a) N., a quien has llamado de este mundo: dígnate llevarlo(a) al lugar de la luz y de la paz, para que tenga parte en la asamblea de tus santos. Por Jesucristo nuestro Señor.

L/. Lectura del libro de la Sabiduría (3, 1-6.9)

“La vida de los justos está en manos de Dios y no los tocará el tormento. La gente insensata pensaba que morían, consideraba su tránsito como una desgracia y su partida de entre nosotros como una destrucción; pero ellos están en paz. La gente pensaba que cumplían una pena, pero ellos tenían total esperanza en la inmortalidad; sufrieron pequeños castigos, recibirán grandes favores, porque Dios los puso a prueba y los halló dignos de sí; los probó como el oro en el crisol, los recibió como sacrificio de ofrenda. Los que confían en Él comprenderán la verdad, los fieles a su amor seguirán a su lado; porque Dios ama a sus devotos, se apiada de ellos y mira por sus elegidos”. Palabra de Dios.

(Se canta o se recita el salmo 129 con larespuesta que se propone). R/. : Mi alma espera en el señor, espera en su palabra.

L/. Lectura de la carta del apóstol san Pablo alos romanos (14, 7-9. 10c-12) Hermanos: “Ninguno de nosotros vive para sí mismo y ninguno muere para sí mismo. Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor; en la vida y en la muerte somos del Señor. Para esto murió y resucitó Cristo: para ser Señor de vivos y muertos. Todos compareceremos ante el tribunal de Dios, porque está escrito: “Por mi vida, dice el Señor, ante mí se doblará toda rodilla, a mí me alabará toda lengua”.Por eso, cada uno dará cuenta a Dios de sí mismo”. Palabra de Dios.

“En aquel tiempo, cuando Jesús llegó a Betania, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Betania está como a tres kilómetros de Jerusalén; y muchos judíos habían venido a ver a Marta y a María para darles el pésame por la muerte de su hermano. Cuando Marta supo que Jesús venía en camino, salió a su encuentro mientras que María permaneció en casa. Y Marta dijo a Jesús: “Señor, si hubieras estado aquí mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá”. Jesús le dijo: “Tu hermano resucitará”. Marta respondió: “Yo sé que resucitará en la resurrección de los muertos en el último día”. Jesús le dijo: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí no morirá para siempre. ¿Crees esto? Ella le contestó: “Sí, Señor, yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo”.

(Si quien preside el responso es un ministro ordenado se puede dirigir a los presentes una breve homilía. De lo contrario se guardará un momento de silencio. Luego todos hacen la Profesión de fe).

A/. Con la esperanza puesta en la resurrección y en la vida eterna que en Cristo nos ha sido prometida, profesemos ahora nuestra fe, luz de nuestra vida cristiana.

T/. Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el EspírituSanto, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.

A/. Oremos, hermanos, a Cristo el Señor,esperanza de los que vivimos aún en este mundo, vida y resurrección de los quehan muerto; llenos de confianza digámosle:

R/ Tu que eres la resurrección y la vida,escúchanos.

1.- Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas, y no te acuerdes de los pecados de nuestro(a) hermano(a) N., roguemos al Señor.
2.- Señor, por el honor de tu nombre, perdónale todas sus culpas y haz que viva eternamente feliz en tu presencia, roguemos alSeñor.
3.- No rechaces a tu siervo(a) N., ni lo(la) olvides en el reino de la muerte, sino concédele gozar de tu dicha en el país de la vida.
4.- Acuérdate, Señor, de los familiares y amigos a quienes entristece esta muerte y auméntales la fe para que encuentren consuelo y paz, roguemos al Señor.
5.- Acoge en tu Reino de vida a todos nuestros seres queridos que han muerto con la esperanza de la resurrección, roguemos al Señor.

6.- Señor, sé tú el apoyo y la salvación de los que acudimos a ti: sálvanos y bendícenos porque somos tu pueblo, roguemos al Señor.
A/. El mismo señor, que lloró junto al sepulcro de Lázaro y que, en su propia agonía acudió conmovido al Padre, nos ayude a decir la oración que Él nos enseñó:
T/. Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
A/. Escucha, Señor, nuestras súplicas y ten misericordia de su siervo(a) N. para que no sufra castigo por sus pecados, pues deseó cumplir tu voluntad; y ya que la verdadera fe lo (la) unió aquí en la tierra al pueblo fiel, que tu bondad divina lo (la) una al coro de los ángeles y elegidos. Por Jesucristo nuestro Señor.
T/. Y brille para él (ella) la luz perpetua.
A/. Su alma y las almas de todos los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz.
Se puede terminar con un canto.
(La anterior celebración ha sido tomada del “Ritual de Exequias” de la Comisión Episcopal Española de Liturgia -2ª edición 1989-).

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