Natividad de San Juan Bautista
- 24 Junio 2020
- 24 Junio 2020
- 24 Junio 2020
Natividad de San Juan Bautista
Solemnidad Litúrgica, 24 de junio
Nacimiento de Juan Bautista
Solemnidad de la Natividad de san Juan Bautista, Precursor del Señor, que, estando aún en el seno materno, al quedar lleno del Espíritu Santo exultó de gozo por la próxima llegada de la salvación del género humano. Su nacimiento profetizó la Natividad de Cristo el Señor, y su existencia brilló con tal esplendor de gracia, que el mismo Jesucristo dijo no haber entre los nacidos de mujer nadie tan grande como Juan el Bautista.
Origen de la fiesta
La Iglesia celebra normalmente la fiesta de los santos en el día de su nacimiento a la vida eterna, que es el día de su muerte. En el caso de San Juan Bautista, se hace una excepción y se celebra el día de su nacimiento. San Juan, el Bautista, fue santificado en el vientre de su madre cuando la Virgen María, embarazada de Jesús, visita a su prima Isabel, según el Evangelio.
Esta fiesta conmemora el nacimiento "terrenal" del Precursor. Es digno de celebrarse el nacimiento del Precursor, ya que es motivo de mucha alegría, para todos los hombres, tener a quien corre delante para anunciar y preparar la próxima llegada del Mesías, o sea, de Jesús. Fue una de las primeras fiestas religiosas y, en ella, la Iglesia nos invita a recordar y a aplicar el mensaje de Juan.
El nacimiento de Juan Bautista
Isabel, la prima de la Virgen María estaba casada con Zacarías, quien era sacerdote, servía a Dios en el templo y esperaba la llegada del Mesías que Dios había prometido a Abraham. No habían tenido hijos, pero no se cansaban de pedírselo al Señor. Vivían de acuerdo con la ley de Dios.
Un día, un ángel del Señor se le apareció a Zacarías, quien se sobresaltó y se llenó de miedo. El Árcangel Gabriel le anunció que iban a tener un hijo muy especial, pero Zacarías dudó y le preguntó que cómo sería posible esto si él e Isabel ya eran viejos. Entonces el ángel le contestó que, por haber dudado, se quedaría mudo hasta que todo esto sucediera. Y así fue.
La Virgen María, al enterarse de la noticia del embarazo de Isabel, fue a visitarla. Y en el momento en que Isabel oyó el saludo de María, el niño saltó de júbilo en su vientre. Éste es uno de los muchos gestos de delicadeza, de servicio y de amor que tiene la Virgen María para con los demás. Antes de pensar en ella misma, también embarazada, pensó en ir a ayudar a su prima Isabel.
El ángel había encargado a Zacarías ponerle por nombre Juan.
Con el nacimiento de Juan, Zacarías recupera su voz y lo primero que dice es: "Bendito el Señor, Dios de Israel".
Juan creció muy cerca de Dios. Cuando llegó el momento, anunció la venida del Salvador, predicando el arrepentimiento y la conversión y bautizando en el río Jordán.
La predicación de Juan Bautista
Juan Bautista es el Precursor, es decir, el enviado por Dios para prepararle el camino al Salvador. Por lo tanto, es el último profeta, con la misión de anunciar la llegada inmediata del Salvador.
Juan iba vestido de pelo de camello, llevaba un cinturón de cuero y se alimentaba de langostas y miel silvestre. Venían hacia él los habitantes de Jerusalén y Judea y los de la región del Jordán. Juan bautizaba en el río Jordán y la gente se arrepentía de sus pecados. Predicaba que los hombres tenían que cambiar su modo de vivir para poder entrar en el Reino que ya estaba cercano. El primer mensaje que daba Juan Bautista era el de reconocer los pecados, pues, para lograr un cambio, hay que reconocer las fallas. El segundo mensaje era el de cambiar la manera de vivir, esto es, el de hacer un esfuerzo constante para vivir de acuerdo con la voluntad de Dios. Esto serviría de preparación para la venida del Salvador. En suma, predicó a los hombres el arrepentimiento de los pecados y la conversión de vida.
Juan reconoció a Jesús al pedirle Él que lo bautizara en el Jordán. En ese momento se abrieron los cielos y se escuchó la voz del Padre que decía: "Éste es mi Hijo amado...". Juan dio testimonio de esto diciendo: "Éste es el Cordero de Dios...". Reconoció siempre la grandeza de Jesús, del que dijo no ser digno de desatarle las correas de sus sandalias, al proclamar que él debía disminuir y Jesús crecer porque el que viene de arriba está sobre todos.
Fue testigo de la verdad hasta su muerte. Murió por amor a ella. Herodías, la mujer ilegítima de Herodes, pues era en realidad la mujer de su hermano, no quería a Juan el Bautista y deseaba matarlo, ya que Juan repetía a Herodes: "No te es lícito tenerla". La hija de Herodías, en el día de cumpleaños de Herodes, bailó y agradó tanto a su padre que éste juró darle lo que pidiese. Ella, aconsejada por su madre, le pidió la cabeza de Juan el Bautista. Herodes se entristeció, pero, por el juramento hecho, mandó que le cortaran la cabeza de Juan Bautista que estaba en la cárcel.
¿Qué nos enseña la vida de Juan Bautista?
Nos enseña a cumplir con nuestra misión que adquirimos el día de nuestro bautismo: ser testigos de Cristo viviendo en la verdad de su palabra; transmitir esta verdad a quien no la tiene, por medio de nuestra palabra y ejemplo de vida; a ser piedras vivas de la Iglesia, así como era el Papa Juan Pablo II.
Nos enseña a reconocer a Jesús como lo más importante y como la verdad que debemos seguir. Nosotros lo podemos recibir en la Eucaristía todos los días.
Nos hace ver la importancia del arrepentimiento de los pecados y cómo debemos acudir con frecuencia al sacramento de la confesión.
Podemos atender la llamada de Juan Bautista reconociendo nuestros pecados, cambiando de manera de vivir y recibiendo a Jesús en la Eucaristía.
El examen de conciencia diario ayuda a la conversión, ya que con éste estamos revisando nuestro comportamiento ante Dios y ante los demás.
Santo Evangelio según san Lucas 1, 57-66. 80. Miércoles de la Natividad de San Juan Bautista
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor Jesús, ayúdame a escuchar tu palabra para luego poder transmitirla a mis hermanos. Que seas Tú el que me dé la gracia de saber anunciar tu Evangelio a tiempo y a destiempo para que, después de hacer una experiencia cercana a ti, pueda yo acercar a los demás.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 1, 57-66. 80
Por aquellos días, le llegó a Isabel la hora de dar a luz y tuvo un hijo. Cuando sus vecinos y parientes se enteraron de que el Señor le había manifestado tan grande misericordia, se regocijaron con ella.
A los ocho días fueron a circuncidar al niño y le querían poner Zacarías, como su padre; pero la madre se opuso, diciéndoles: “No, su nombre será Juan”. Ellos le decían: “Pero si ninguno de tus parientes se llama así”.
Entonces le preguntaron por señas al padre cómo quería que se llamara el niño. Él pidió una tablilla y escribió: “Juan es su nombre”. Todos se quedaron extrañados.
En ese momento a Zacarías se le soltó la lengua, recobró el habla y empezó a bendecir a Dios.
Un sentimiento de temor se apoderó de los vecinos y en toda la región montañosa de Judea se comentaba este suceso. Cuantos se enteraban de ello, se preguntaban impresionados: “¿Qué va a ser de este niño?”. Esto lo decían, porque realmente la mano de Dios estaba con él.
El niño se iba desarrollando físicamente y su espíritu se iba fortaleciendo, y vivió en el desierto hasta el día en que se dio a conocer al pueblo de Israel.
Palabra del Señor
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Hoy el Evangelio nos ofrece el relato del nacimiento del precursor, san Juan Bautista. Precursor es la persona que prepara a los demás para un acontecimiento. La tarea de San Juan era justamente «preparar los caminos del Señor» (Lc. 3, 1-6).
La misión de san Juan Bautista fue, ante todo, hacer que las personas miraran a Cristo, quedando él en un segundo plano; y que el Mesías pudiera traer el mensaje de salvación. Cuando las personas se acercan a él era para escuchar de Cristo. Esta es la misión que se le encomienda y por eso debe llevar el nombre de Juan ya que su misión es conocida totalmente por Dios, incluso se refleja al darle su nombre.
Pidamos a Dios en esta oración que nos derrame su Espíritu Santo para que, en cada encuentro que las almas tengan con nosotros, seamos capaces de llevarle al que nos ama hasta el punto de llamarnos por el nombre para que anunciemos al que «quita el pecado del mundo» (Jn. 1, 29-34).
«Para preparar el camino al Señor que viene, es necesario tener en cuenta los requisitos de conversión a la que invita el Bautista. ¿Cuáles son estos requisitos de conversión? Ante todo, estamos llamados a rellenar los barrancos causados por la frialdad y la indiferencia, abriéndonos a los demás con los mismos sentimientos de Jesús, es decir, con esa cordialidad y atención fraterna que se hace cargo de las necesidades del prójimo. Es decir, rellenar los barrancos producidos por la frialdad. No se puede tener una relación de amor, de fraternidad, de caridad con el prójimo si hay “agujeros”, así como no se puede ir por un camino con muchos baches, ¿no? Hace falta cambiar de actitud. Y todo esto hacerlo también con una atención especial por los más necesitados. Después es necesario rebajar tantas asperezas causadas por el orgullo y la soberbia».
(Ángelus de S.S. Francisco, 9 de diciembre de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Señor Jesús dame la gracia de que las personas encuentren en mí alguien que habla de ti.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Escuchar a una persona con atención.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Relación entre San Juan Bautista y Jesús
¿Qué influencia tuvo San Juan Bautista en Jesús?
La figura de San Juan Bautista ocupa un lugar importante en el Nuevo Testamento y concretamente en los evangelios. Ha sido comentada en la tradición cristiana más antigua y ha calado hondamente en la piedad popular, que celebra la fiesta de su nacimiento con especial solemnidad desde muy antiguo.
En los últimos años viene siendo centro de atención entre los estudiosos del Nuevo Testamento y de los orígenes del cristianismo que se plantean qué se puede conocer acerca la relación entre Juan Bautista y Jesús de Nazaret desde el punto de vista de la crítica histórica.
Dos tipos de fuentes hablan de Juan Bautista, unas cristianas y otras profanas. Las cristianas son los cuatro evangelios canónicos y el evangelio gnóstico de Tomás. La fuente profana más relevante es Flavio Josefo, que dedicó un largo apartado de su libro Antiquitates Judaicae (18,116-119) a glosar el martirio del Bautismo a manos de Herodes en la fortaleza de Maqueronte (Perea). Para valorar las eventuales influencias puede ayudar fijarse en lo que se sabe acerca de la vida, la conducta y el mensaje de ambos.
1. Nacimiento y muerte
Juan Bautista coincidió en el tiempo con Jesús, seguramente nació algún tiempo antes y comenzó su vida pública también antes.
Era de origen sacerdotal (Lc 1), aunque nunca ejerció sus funciones y se supone que se mostró opuesto al comportamiento del sacerdocio oficial, por su conducta y su permanencia lejos del Templo. Pasó tiempo en el desierto de Judea (Lc 1,80), pero no parece que tuviera relación con el grupo de Qumrán, puesto que no se muestra tan radical en el cumplimiento de las normas legales (halakhot).
Murió condenado por Herodes Antipas (Flavio Josefo, Ant. 18,118). Jesús, por su parte, pasó su primera infancia en Galilea y fue bautizado por él en el Jordán. Supo de la muerte del Bautista y siempre alabó su figura, su mensaje y su misión profética.
2. Comportamiento
De su vida y conducta Josefo señala que era “buena persona” y que muchos “acudían a él y se enardecían escuchándole”. Los evangelistas son más explícitos y mencionan el lugar donde desarrolló su vida pública, Judea y la orilla del Jordán, su conducta austera en el vestir y en el comer, su liderazgo ante sus discípulos y su función de precursor, al descubrir a Jesús de Nazaret como verdadero Mesías.
Jesús, en cambio, no se distinguió en lo externo de sus conciudadanos: no se limitó a predicar en un lugar determinado, participó en comidas de familia, vistió con naturalidad y, aun condenando la interpretación literalista de la ley que hacían los fariseos, cumplió todas las normas legales y acudió al templo con asiduidad.
3. Mensaje y bautismo
Juan Bautista, según Flavio Josefo, “exhortaba a los judíos a practicar la virtud, la justicia unos con otros y la piedad con Dios, y después a recibir el bautismo”. Los evangelios añaden que su mensaje era de penitencia, escatológico y mesiánico: exhortaba a la conversión y enseñaba que el juicio de Dios es inminente: vendrá uno “más fuerte que yo” que bautizará en espíritu santo y fuego.
Su bautismo era para Flavio Josefo “un baño del cuerpo” y señal de la limpieza del alma por la justicia. Para los evangelistas era “un bautismo de conversión para el perdón de los pecados” (Mc 1,5). Jesús no rechaza el mensaje del Bautista, más bien parte de él (Mc 1,15) para anunciar el reino y la salvación universal, y se identifica con el Mesías que Juan anunciaba, abriendo el horizonte escatológico.
Y, sobre todo, hace de su bautismo fuente de salvación (Mc 16,16) y puerta para participar de los dones otorgados a los discípulos.
En resumen, entre Juan y Jesús hubo muchos puntos de contacto, pero todos los datos conocidos hasta ahora ponen de manifiesto que Jesús de Nazaret superó el esquema veterotestamentario del Bautista (conversión, actitud ética, esperanza mesiánica) y presentó el horizonte infinito de salvación (reino de Dios, redención universal, revelación definitiva).
¿Jesús era discípulo de San Juan Bautista?
Puesto que la relación entre Juan Bautista y Jesús fue tan directa e intensa, cabría preguntarse si entre ellos hubo una relación de maestro-discípulo. Para una respuesta adecuada a esta cuestión se requieren explicar los tres datos que se han debatido sobre este tema entre los estudiosos, a saber, el discipulado de Juan, el alcance de su bautismo en el Jordán y las alabanzas de Jesús al Bautista.
1. Los discípulos de Juan
Los evangelios señalan con frecuencia que Juan tenía discípulos, entre los cuales algunos se fueron con Jesús (Jn 1,35-37). No eran, por tanto simples seguidores eventuales; le acompañaban, le seguían y seguramente compartían su misma vida (Mc 2,18) y sus mismas ideas (Jn 3,22).
Flavio Josefo distinguía dos clases de partidarios, unos que le escuchaban con atención hablar de virtud, de justicia y de piedad, y se bautizaban; otros que “se reunían en torno a él porque se exaltaban mucho al oírle hablar” (Antiquitates iudaicae 18,116-117). Entre los seguidores de Juan hubo quien llegó a plantear a su maestro si Jesús con su conducta estaba mostrándose como un rival (Jn 3,25-27), por tanto no lo consideraban como uno de los suyos.
2. El bautismo de Jesús
Los especialistas no dudan de la historicidad del hecho, entre otras cosas porque su inclusión en los evangelios planteaba ciertas dificultades: una, la posible interpretación de que el Bautista era superior al bautizado, a Jesús, y otra, que siendo un bautismo de penitencia podría pensarse que Jesús tenía conciencia de ser pecador.
Los sinópticos dejan claro en sus relatos que Juan se reconoce inferior: rehúsa bautizar a Jesús (Mt 3,13-17), la voz del cielo revela la dignidad divina de Jesús (Mc 1,9-11), y el cuarto evangelio que no relata el bautismo señala que el Bautista da testimonio de haber visto posarse la paloma sobre Jesús (Jn 1,29-34) y de su propia inferioridad (Jn 3,28).
Si embargo, no se deduce de ahí inmediatamente que Jesús fuera discípulo de Juan el Bautista. Si los evangelistas si no detallan que Jesús fue discípulo de Juan es porque no lo fue.
3. Las alabanzas de Jesús
Hay dos frases de Jesús que demuestran su estima por el Bautista. Una la recogen Mateo (Mt 11,11) y Lucas (7,28): “no ha surgido entre los nacidos de mujer nadie mayor que Juan el Bautista”. Otra está en Marcos (9,13) y aplica al Bautista la profecía de Ml 3,23-24: “Elías vendrá primero y restablecerá todas las cosas (…).
Sin embargo, yo os digo —afirma Jesús— que Elías ya ha venido y han hecho con él lo que querían, según está escrito de él”. No cabe duda de que la persona de Juan, su bautismo (cfr. Mt 21,13-27) y su mensaje estuvieron muy presentes en la vida de Jesús.
Sin embargo siguió un camino totalmente diferente: en su conducta, puesto que recorrió todo el país, la capital Jerusalén y el ámbito del templo; en su mensaje, pues predicó el reino de salvación universal; en sus discípulos, a quienes instruyó en el mandamiento del amor por encima de normas legales y hasta de prácticas ascéticas. Pero lo más llamativo es que Jesús abre el horizonte de salvación a todos los hombres de todas las razas y de todos los tiempos.
En resumen, en el supuesto poco probable y nada comprobado de que Jesús pasara algún tiempo junto a los seguidores del Bautista, no se puede decir que recibiera un influjo decisivo. Jesús más que discípulo fue el Mesías y Salvador anunciado por el último y mayor de los profetas, Juan el Bautista.
El desarrollo de la doctrina es la fidelidad en la novedad
Ciertas críticas al actual pontificado contestan el Concilio Vaticano II.
Ciertas críticas doctrinales al actual pontificado muestran una distancia gradual pero cada vez más neta del Concilio Vaticano II. No de una cierta interpretación de algunos textos, sino a partir de los mismos textos conciliares. Algunas lecturas que insisten en contraponer al Papa Francisco con sus inmediatos predecesores terminan así por criticar abiertamente también a San Juan Pablo II y a Benedicto XVI o, en todo caso, por silenciar algunos aspectos fundamentales de sus ministerios que representan desarrollos evidentes del último Concilio.
La profecía del diálogo
Un ejemplo de esto fue recientemente el 25 aniversario de la Encíclica "Ut Unum sint" en la que el Papa Wojtyla afirma que el compromiso ecuménico y el diálogo con los no católicos son una prioridad de la Iglesia. El aniversario ha sido ignorado por quienes hoy proponen una interpretación reductiva de la Tradición, cerrada a ese "diálogo de amor", más allá del doctrinal, promovido por el Papa polaco en obediencia al ardiente deseo de unidad de nuestro Señor.
La profecía del perdón
Igualmente se pasó por alto otro importante aniversario: la petición de perdón jubilar fervientemente deseada por San Juan Pablo II el 12 de marzo de hace veinte años. Es incontenible el poder profético de un Pontífice que pide perdón por los pecados cometidos por los hijos de la Iglesia. Y cuando se habla de "hijos" están incluidos también los papas. Es sabido: quien piden perdón por los errores cometidos se pone en una arriesgada situación de revisión. Wojtyla eligió proféticamente el camino de la verdad. La Iglesia no puede y no debe tener miedo de la verdad. El entonces Cardenal Joseph Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, subrayaba la "novedad de este gesto", un "acto público de arrepentimiento de la Iglesia por los pecados del pasado y de hoy": un "mea culpa del Papa en nombre de la Iglesia", un gesto verdaderamente " nuevo, pero sin embargo en una profunda continuidad con la historia de la Iglesia, con su autoconciencia".
Inquisición y violencia: una conciencia que crece
Se han fomentado muchas leyendas negras sobre la Inquisición, hogueras e intolerancias varias de la Iglesia a lo largo de la historia, exagerando, falsificando, calumniando y descontextualizando para borrar de la memoria la gran y decisiva contribución del cristianismo a la humanidad. Y los historiadores a menudo han reconducido a la verdad muchas distorsiones y mitificaciones de la realidad. Pero esto no impide hacer un serio examen de conciencia para "reconocer -afirma Juan Pablo II- las desviaciones del pasado" y " despertar nuestra conciencia ante los compromisos del presente". De ahí la petición de perdón en el 2000 “por las divisiones que han surgido entre los cristianos, por el uso de la violencia que algunos de ellos hicieron al servicio de la verdad, y por las actitudes de desconfianza y hostilidad adoptadas a veces con respecto a los seguidores de otras religiones”. "Con el paso del tiempo", afirma en 2004, "la Iglesia, guiada por el Espíritu Santo, percibe con una conciencia cada vez más viva cuáles son las exigencias de su conformidad” al Evangelio, que rechaza los métodos intolerantes y violentos que han desfigurado su rostro en la historia.
El caso Galileo
Un caso particularmente significativo fue el de Galileo Galilei, el gran científico italiano, un católico, quien - dijo Juan Pablo II - "tuvo que sufrir mucho —no sabríamos ocultarlo— de parte de hombres y organismos de la Iglesia". El Papa Wojtyla examina el hecho "a la luz del contexto histórico de la época" y "la mentalidad de entonces". La Iglesia, aunque fundada por Cristo, "está sin embargo constituida por hombres limitados y vinculados a su época cultural". Ella también "aprende con la experiencia" y la historia de Galileo "ha permitido una maduración y una comprensión más justa de su autoridad". La comprensión de la verdad crece: no se da de una vez para siempre.
Una revolución copernicana
Wojtyla recuerda que "la representación geocéntrica del mundo era comúnmente aceptada en la cultura de la época como plenamente coherente con la enseñanza de la Biblia, en la que algunas expresiones, tomadas literalmente, parecían constituir declaraciones de geocentrismo. El problema que se plantearon los teólogos de la época era, por lo tanto, el de la compatibilidad del heliocentrismo y de la Escritura. Así, la nueva ciencia, con sus métodos y la libertad de investigación que suponen, obligaba a los teólogos a cuestionar sus criterios de interpretación de la Escritura. La mayoría no supo hacerlo. Paradójicamente, Galileo, un creyente sincero, se mostró en este punto más perspicaz que sus adversarios teólogos" que habían caído en error tratando de defender la fe. "La inversión causada por el sistema de Copérnico" generó así "repercusiones en la interpretación de la Biblia": Galileo, no un teólogo, sino un científico católico, "introduce el principio de una interpretación de los libros sagrados, más allá incluso del sentido literal, pero de acuerdo con la intención y al tipo de exposición propios de cada uno de ellos" según los géneros literarios. Una posición confirmada por Pío XII en 1943 con la Encíclica "Divino afflante Spiritu".
La teoría de la evolución
Un análogo crecimiento en la conciencia de la Iglesia ocurrió con la teoría de la evolución que parecía contradecir el principio de la creación. Una primera apertura fue la de Pío XII con la Encíclica "Humani generis" de 1950: el próximo 12 de agosto cumplirá 70 años. Juan Pablo II afirma que "la creación se presenta a la luz de la evolución como un acontecimiento que se extiende en el tiempo - como una 'creatio continua' - en la que Dios se vuelve visible a los ojos del creyente como Creador del cielo y de la tierra". El Papa Francisco enfatiza que “cuando leemos en el Génesis el relato de la creación corremos el riesgo de imaginar que Dios haya sido un mago, con una varita mágica capaz de hacer todas las cosas.
Pero no es así. Él creó los seres humanos y los dejó desarrollarse según las leyes internas que Él dio a cada uno, para que se desarrollase, para que llegase a la propia plenitud (...). El Big-Bang, que hoy se sitúa en el origen del mundo, no contradice la intervención de un creador divino, sino que la requiere. La evolución de la naturaleza no se contrapone a la noción de creación, porque la evolución presupone la creación de los seres que evolucionan”.
El desarrollo del concepto de libertad
En el Nuevo Testamento, pero no sólo, hay referencias muy profundas a la libertad que han cambiado la historia: pero se descubren poco a poco. El Papa Bonifacio VIII con la bula "Unam sanctam" de 1302 reafirmaba la superioridad de la autoridad espiritual sobre la autoridad temporal. Era una época diferente. Casi 700 años después, Juan Pablo II, hablando en Estrasburgo ante el Parlamento Europeo, observó que el cristianismo medieval todavía no distinguía "entre la esfera de la fe y la de la vida civil". La consecuencia de esta visión era la "tentación integrista de excluir de la comunidad temporal a aquellos que no profesaban la verdadera fe ". En 1791, en una carta a los obispos franceses, Pío VI criticó la Constitución aprobada por la Asamblea Nacional que "establece como principio de ley natural que el hombre que vive en Sociedad debe ser plenamente libre, es decir, que en materia de Religión no debe ser disturbado por nadie, y puede pensar libremente como le gusta, y escribir e incluso publicar en la prensa cualquier cosa en materia de Religión. Y en 1832, la Encíclica de Gregorio XVI "Mirari vos" habla de la libertad de conciencia como "error venenosísimo" y "delirio", mientras que Pío IX en el Sillabo de 1864 condena entre "los principales errores de nuestra época" el que ya no convenga más "que la religión católica sea considerada la única religión del Estado", excluyendo todos los demás cultos" y el hecho de que "en algunos países católicos se ha establecido por ley que los que van allí, sea lícito tener el culto público propio de cada uno". El Concilio Vaticano II, con sus Declaraciones "Dignitatis humanae" sobre la libertad religiosa y "Nostra aetate" sobre el diálogo con las religiones no cristianas da un salto que recuerda el Concilio de Jerusalén de la primera comunidad cristiana que abre la Iglesia a toda la humanidad. Frente a estos desafíos, Juan Pablo II afirma que "el pastor debe mostrarse dispuesto a ser verdaderamente audaz".
Detenerse, ¿pero en qué año?
En 1988 (Carta Apostólica "Ecclesia Dei") se produce el cisma de los tradicionalistas lefebrianos. Rechazan los desarrollos aportados por el Concilio Vaticano II: dicen que ha sido creada una nueva Iglesia. Benedicto XVI utiliza una imagen fuerte cuando les exhorta a no "congelar la autoridad magisterial de la Iglesia al año 1962". Ya había sucedido en 1870: los "viejos católicos" condenaron el Concilio Vaticano I por el dogma de la infalibilidad pontificia. La Iglesia Católica ha caminado en la historia atravesando más de 20 Concilios: cada vez había alguien que no aceptaba los nuevos desarrollos y se detenía. Pío IX en 1854 proclama el dogma de la Inmaculada Concepción. Pero un gran santo, Bernardo de Claraval, aun siendo uno de los más ardientes propagadores de la devoción mariana, expresó su oposición a esta verdad: "Estoy muy preocupado, ya que muchos de vosotros habéis decidido cambiar las condiciones de acontecimientos importantes, como por ejemplo introducir esta fiesta desconocida por la Iglesia, ciertamente no aprobada por la Razón, y ni siquiera justificada por la antigua Tradición. ¿Somos realmente más eruditos y piadosos que nuestros antiguos padres?". Estamos en el siglo XII. La Iglesia, desde entonces, ha introducido otras fiestas desconocidas que probablemente habrían escandalizado a muchos fieles que vivian en siglos anteriores.
El camino de Jesús: cosas nuevas y cosas viejas
Jesús dijo que no vino a abolir la Ley, "sino a dar cumplimiento" (Mt 5:17). Ha enseñado a no transgredir "uno solo de estos mandamientos más pequeños" (Mt 5, 19). Sin embargo, se le acusó de violar las reglas de la Ley Mosaica, como el descanso sabático o la prohibición de frecuentar a pecadores públicos. Y los apóstoles dieron el gran salto: abolieron la obligación de la circuncisión, que se remontaba incluso a Abraham, vigente durante 2000 años, y abrieron la puerta a los paganos, algo impensable en aquella época. "Mira que hago un mundo nuevo" (Apocalipsis 21, 5). Es el "vino nuevo" del amor evangélico que siempre sufre el riesgo de ser puesto en los "odres viejos" de nuestras seguridades religiosas, que tan a menudo silencian al Dios vivo que nunca deja de hablarnos. Es la sabiduría del "discípulo del reino de los cielos" que busca la plenitud de la Ley, la justicia que supera aquella de los escribas y fariseos, extrayendo "de sus arcas lo nuevo y lo viejo" (Mt 13, 52). No sólo cosas nuevas, no sólo cosas viejas.
Publicamos esta carta y su respuesta, con la esperanza de dar argumentos a quien enfrente objeciones similares
Hemos recibido una carta de un ateo que firma como “El loco de Turín” (que es como a veces llamaban al filósofo existencialista ateo Nietzsche) planteándonos con todo interés y respeto algunas serias objeciones a la religión, y más concretamente al cristianismo y a la Biblia. Como los asuntos que plantea son de interés en el frecuente debate actual entre ateísmo y cristianismo, vamos a publicar aquí su carta y nuestra contestación, con la esperanza de que a él le aclare nuestro punto de vista y de que a los demás les permita quizá tener más argumentos cuando se enfrenten a las mismas objeciones.
Los argumentos que él plantea son básicamente cuatro:
1- Puestos a inventarse dioses, el politeísmo o la adoración al Sol tiene más sentido que el monoteísmo.
2- En nombre de Dios se han cometido muchas aberraciones.
3- El Dios de la Biblia a veces es cruel.
4- La Biblia no es un libro fiable porque está lleno de contradicciones y errores.
Anunciamos que nuestros argumentos serán rigurosos pero tal vez no muy ortodoxos en opinión de algunos. Sin embargo hemos tenido mucho cuidado en no salirnos de la teología moderna, y tomamos como modelo los argumentos y exégesis del papa emérito Benedicto XVI. Y ya sin más dilación empezamos presentando la carta de nuestro lector.
CARTA
Antes de dar mi punto de vista, acerca de todo esto de la religión, quiero pedir disculpas por haber intervenido en argumentos que no son de mi incumbencia (espero no los incomode). Dicho esto, daré inicio a mi argumentación.
Antes que nada quiero aclarar que hoy en día existen mas de doscientos dioses. Y todos diferentes.
Ahora bien, la creencia de que hay un solo dios (como lo es el dios judío/cristiano/musulmán) o muchos mas es absurda, ya que desde el origen de los tiempos el ser humano siente curiosidad por lo desconocido. Ejemplo de ello podría ser la vida, la muerte, la lluvia, los pájaros (aunque suene hilarante, pero es la verdad), incluso el sol.
En algún momento de nuestra vida nos hemos preguntado cual es el dios autentico (a menos de que en tu caso hayas nacido en un hogar con un dogma establecido, dígase religión). Esto es bastante confuso, ya que varias religiones presentan similitudes entre los dioses de las diferentes culturas. Posiblemente algunas de las siguientes preguntas pudieron haber pasado por tu cabeza al momento de elegir ser adepto de alguna religión:
1) ¿Cual es el verdadero? ¿El mas antiguo en el mercado?
2) ¿O el que tiene mas seguidores?
3) ¿Aquel que posee bastos templos en su honor?
4) ¿El dios que cuenta con mas ejércitos?
5) ¿Acaso sera el mas económicamente poderoso?
6) ¿Como saber cual es el verdadero dios?
Ahora bien, hagamos uso de la lógica. Lo mas lógico es que el mas antiguo sea el veraz. ¿Y cual es el dios mas antiguo? ¡Vaya! Resulta sorprendente el percatarse que el dios mas antiguo es el sol. Pero así fue: La tremenda ignorancia de los primitivos sobre el mundo que los rodeaba hizo que volvieran su vista al cielo donde objetos desconocidos aparecían y desaparecían sin explicación alguna, influyendo grandemente sobre la vida de todo, fueran seres humanos, animales, plantas u otras cosas.
El culto al sol y a la luna fue el primero entre casi todos los pueblos de la remota antigüedad: Druidas, Chinos, Aztecas, Egipcios, Japoneses, Malayos, Persas, Hindúes, Asirios, Sumerios, etc..
Al sol le sacrificaban animales y hasta hombres, mujeres y niños con la idea de mantenerlo contento. Pero no solo la luna y el sol eran misterio para los primitivos: también lo era la vida misma, el nacimiento, los animales, los arboles, el aire, el fuego, los ríos, la muerte. No teniendo respuestas, el hombre invento poderes sobrenaturales a todo cuanto le rodeaba: El aire, las aguas, las piedras, los animales, los bosques, el fuego, la lluvia; entre otros muchos.
”TODO LO QUE NO CONOCEMOS ES MILAGROSO”
-Dijo Tácito viendo a la gente creer en los poderes ”sobrenaturales” de los dioses que habían inventado.
El ser primitivo (osea el hombre) en busca de explicarse todos los acontecimientos que el no podía realizar opto por desarrollar la creencia en lo sobrenatural. Lo chistoso de este asunto es que, los poderes de los dioses creados por el hombre se regían por la habilidad o imaginación que estos poseían. En pocas palabras, los dioses surgieron de la imaginación y necesidad de los hombres.
Ahora, la invención del dios único la hicieron unos Hebreos mil cuatrocientos años a.C., tengo que aclarar que en nombre de ese único dios se han cometido demasiadas aberraciones; que por supuesto se encuentran en la biblia, eso descartando las miles de contradicciones que esta contiene. Ejemplo de ello serian los siguientes versículos:
——————————————–El mundo es plano————————————–
1) Apocalípsis 7:1 – Después de esto, vi a cuatro ángeles de pie en los cuatro extremos de la tierra, que detenían los cuatro vientos de la tierra, para que no soplara viento alguno, ni sobre la tierra ni sobre el mar ni sobre ningún árbol.
En nuestros tiempos sabemos que dicha esfera no tiene extremos (es ridículo que te lo explique). Aclaro que este libro es considerado como un libro literal, que no tiene ninguna interpretación. Los mismos teólogos cristianos lo afirman.
2) Isaías 40:22 – El (dios) es el que esta sentado sobre la redondez de la tierra, cuyos habitantes son como langostas; El es el que extiende los cielos como una cortina y los despliega como una tienda para morar.
Es curioso que el pasaje mencione la palabra redondez y no esfera.
Redondez = circulo = 2D = 2 Dimensiones= figura plana de un circulo, sin volumen. Esfera = figura con volumen y 3 dimensiones; ejemplo: un globo con aire, globo terráqueo, el mismo mundo.
Lo mas hilarante de este verso es que dice que el cielo es como una cúpula.
———————————————-El mundo no flota en el espacio——————-
1) Job 26:7 – El extiende el norte sobre el vacío, y cuelga la tierra sobre la nada.
2) Job 38:4-6 – ¿Dónde estabas tú cuando yo echaba los cimientos de la tierra? Dímelo, si tienes inteligencia. ¿Quién puso sus medidas?, ya que sabes, ¿o quién extendió sobre ella cordel?¿Sobre qué se asientan sus basas, o quién puso su piedra angular?
Suponiendo que Job 26:7 es cierto, seria una contradicción a Job 38:4-6, ya que si el planeta tierra esta colgando de un cordel ¿como puede tener una piedra angular? Porque la piedra angular es un cimiento que sirve para sostener alguna cosa, desde abajo.
Y puedo mencionar algunas de las muchas contradicciones de la biblia, pero me detendré aquí para no hacer de esto algo largo y aburrido de leer.
Muchas gracias Christian por haber tomado en cuenta mi punto de vista. Espero tener contacto para no dejar este tema en el olvido.
El Loco de Turín
Hola LdT, no hace falta que te disculpes por intervenir, aunque seas ateo eres bienvenido, e incluso especialmente bienvenido por serlo. No has entrado a atacar sino a argumentar, así que estás en el sitio correcto.
CUÁL ES EL DIOS VERDADERO
Tu planteamiento tiene cierta lógica, pero solo desde el punto de vista ateo. Si negamos la existencia de Dios y consideramos que los dioses son un invento del hombre, entonces es lógico considerar que el Dios más “auténtico” (en el sentido de “original”) es el más antiguo y el resto serían evoluciones posteriores a partir de esa idea. En tal caso es muy posible que el dios primigenio fuera el sol.
Siguiendo esa misma lógica y aplicándola a los conocimientos científicos, tendríamos que decir que la idea más auténtica sobre nuestro planeta es que es una superficie plana, pues así es como la consideraban los antiguos. Entonces tú dirás que en ciencia más antiguo no implica más verdadero y que al avanzar en el conocimiento podemos descubrir que la verdad no es lo que todos pensaban antes, y yo te diré lo mismo de la religión.
LOS PLANOS DE LA REALIDAD
Para los creyentes, la realidad es dual, hay un plano físico y un plano espiritual, cada uno con sus leyes y su manera de descubrirlas. Para los ateos la realidad se limita al plano físico, aunque muchos piensen que ese plano físico pueda ser multicapa, con universos paralelos y todo eso. El plano físico y el espiritual son planos separados pero que interactúan. Los universos paralelos al parecer son planos separados que no pueden interactuar de ningún modo, por eso la ciencia nunca podrá demostrar su existencia, o al menos eso afirma hoy en día la teoría de cuerdas, y aún así mucha gente, especialmente ateos, creen en su existencia o al menos en su posibilidad. No dan el mismo trato al plano espiritual a pesar de que los creyentes sí somos capaces de experimentar ese otro plano y relacionarnos con él.
Por eso hay algunas cosas del mundo espiritual que el hombre puede llegar a captar por sí mismo si se esfuerza en ello, igual que podemos aprender cosas del mundo físico si nos esforzamos en ello. Un ateo no aprenderá nada de Dios porque no se interesa por ello y dirá que es imposible aprender nada del plano espiritual… porque no existe. Si alguien tuviera el mismo punto de vista sobre la teoría de la evolución, por ejemplo, podría decir lo mismo, que por mucho que mire no ve a ningún animal evolucionando y que aunque se pusiese a estudiar el asunto sería imposible aprender nada de ello… porque es todo un cuento, diría él, así que ni se esfuerza.
Pero de todas formas, por mucho que el hombre se esfuerce, solo podrá comprender parte de la realidad espiritual, el resto no porque un ser tan limitado y finito como el hombre no puede alcanzar lo eterno e infinito por sí mismo, sería como si una hormiga intentara comprender las raíces cuadradas. Dios creó el universo, y lo dotó de orden y leyes fijas, y dentro de ese universo también dotó al hombre de una inteligencia capaz de comprender la Creación, pero el Dios que lo creó es infinito y por tanto el hombre está equipado para conocer el universo (al menos eso creemos si somos optimistas) pero no está suficientemente equipado para conocer a Dios, aunque sí para vislumbrarlo. Es por eso que el hombre, desde que es hombre, tuvo una religión, un sentido de la trascendencia, una intuición de que había algo más, pero por mucho que quisieran no podían conocer por sí mismos la naturaleza auténtica ni de Dios/dioses ni del plano espiritual en el que creían. Esa es la razón por la que Dios, llegado el momento oportuno, comienza a revelarse “en serio”, y si antes tal vez envió destellos, ahora comienza a proyectar un foco de luz, un faro guía que marca el camino a ese conocimiento.
Esa historia progresiva de revelación la tenemos en la Biblia. Dios no se apareció un día, dejó un libraco sobre la mesa de Abraham o Moisés y le dijo: ahí tienes todo lo que tienes que saber sobre mí y sobre todo lo espiritual. No, la revelación y la historia de salvación es algo que Dios hizo por medios humanos, inspirando, alentando, guiando, pero dejando que fuera el hombre el protagonista y actor principal, y por eso mismo con avances y retrocesos, aciertos y fallos, hasta el punto culminante en el que él mismo viene al mundo a rematar la salvación y la revelación, e incluso entonces lo hizo a través de una naturaleza que se fusionó con la humana: Jesús, y mediante medios también humanos.
Por lo tanto, los que creemos en el cristianismo no lo hacemos porque nuestra religión sea la mayoritaria ni porque tenga el poder ni por ninguna de esas razones puramente prácticas que mencionas, sino porque creemos que es la verdad, y esa verdad ha sido revelada por Dios y transmitida de generación en generación, y nosotros hemos tenido la suerte de entrar en contacto con esa verdad bien sea por transmisión de nuestros padres o por otros medios, y de aceptarla. Por lo tanto nos da igual en qué dioses creyeran nuestros antepasados, del mismo modo que cuando un científico descubre una nueva ley de la ciencia, le da exactamente igual qué creencia sobre ese tema tenían nuestros antepasados, simplemente al descubrir la verdad, nos alegramos de dejar el error atrás.
Si los antiguos adoraban al sol y a la luna lo hacían porque el alma tiene anhelo por lo trascendente, intuye que hay algo más que lo puramente físico y busca qué pueda ser, pero nadie conocía a Dios hasta que él se reveló. Según tú el Dios cristiano es un invento de los judíos antiguos. Normal que pienses así, si no crees en Dios no tienes más remedio que pensar que alguien se lo ha inventado. Yo por el contrario considero que es al revés, es Dios quien te creó a ti, así que en cierto modo podemos decir que tú, y todos, somos un “invento” de Dios, el cual nos hizo hijos suyos y eso nos libra a nosotros del vacío de pensar que somos un producto casual de un cosmos que nadie sabe de dónde puede haber salido ni tiene un porqué ni un sentido. Para el creyente, la vida tiene un sentido, sabemos de dónde venimos, a dónde vamos y por qué y para qué estamos aquí. Nietzsche por el contrario llegó a la conclusión de que no hay Dios y por tanto la vida no tiene sentido (salvo el que uno quiera darle, consciente de estar inventándoselo), y por eso acabó su vida loco y amargado. Independientemente de lo acertado o no de su pensamiento, no parece que su filosofía sea una alternativa que mejore a la ofrecida por el cristianismo o que ayude al hombre a ser más feliz o mejor persona.
EN EL NOMBRE DE DIOS
Hablas de que “en nombre de ese único dios se han cometido muchas aberraciones”. También difiero de tu opinión. El hombre crea violencia y guerras, con o sin religión. Muchos pensadores ateos del XVIII y XIX estaban convencidos de que si se eliminaba la religión se acabaría la opresión y la violencia e incluso las guerras. En el siglo XX tuvimos sobrada ocasión de comprobar esa teoría. Resulta que los regímenes ateos que florecieron han sido los autores de las mayores crueldades y masacres de la historia de la humanidad, no solo de sus enemigos, sino también de su propia gente. Quita a Dios y desaparecen los límites que te controlan, te sientes engañosamente libre de hacer todo lo que quieras porque si tienes el poder a nadie tienes que rendir cuentas y solo tú decides qué es lo correcto y lo incorrecto. El nazismo, Stalin, Mao y muchos otros instauraron regímenes ateos, las dictaduras comunistas se aplicaron enormemente en borrar toda religión de sus sociedades y en parte lo consiguieron, sobre todo en cuanto a influencia social. El resultado no fue un reino de paz y justicia sino, bueno, para qué te voy a explicar, ya lo sabes como yo. Lo que quiero decirte es que el hombre lucha y mata con el pretexto que sea, y normalmente elige pretextos que sean lo más elevados posible para que su acción cruel quede debidamente justificada. Si Dios es importante, matará en nombre de Dios. Si Dios no es importante matará en nombre de cualquier otra cosa que esa sociedad valore, y así las guerras del siglo XX han sido en nombre de la igualdad, la solidaridad, la hermandad, la democracia, e incluso la paz. Sí, muchas guerras últimamente se hacen en nombre de la paz, ya ves.
LA REVELACIÓN PROGRESIVA Y LA PEDAGOGÍA DIVINA
También dices que en la Biblia hay sobrados ejemplos de crueldad sancionados por Dios mismo. Razón tienes, en el Antiguo Testamento hay algunas partes en las que Dios parece ser bastante cruel, especialmente en el libro de Job y toda la conquista de Canaan. Tal como mencioné antes, la revelación cristiana es progresiva y realizada mediante instrumentos humanos, no fruto de un libro traído por Dios. Nosotros creemos que Dios fue inspirando a ciertos hombres para que fueran comprendiendo cada vez más a Dios, pero esa comprensión fue lenta y gradual, abarcando siglos de progreso. Por eso la idea de Dios va evolucionando en la Biblia, desde el Dios justiciero del principio, al Dios justo de los profetas y, finalmente, al Dios-Amor revelado por Dios mismo a través de Jesús.
Este es un proceso pedagógico, no una explicación a posteriori para limpiarnos las manos. Si tú quieres que un niño llegue algún día a ser un experto en física cuántica, no puedes tomarle a los tres añitos y empezar a explicarle las leyes del universo cuántico porque no entendería nada ni nunca llegaría a entenderlo. Se empieza por explicaciones sencillas, incluso cuando no son exactas. Le hablamos de que el sol sale y se pone, incluso que se esconde por la noche o que la luna va detrás del sol porque está enamorada de él. Esas simplezas son tremendamente incorrectas pero sirven para que el niño vaya generando una imagen del universo que es apta para su capacidad intelectual en cada momento. Luego poco a poco irá aprendiendo las cosas con más exactitud y precisión, más en profundidad, según su capacidad aumenta (en parte por la edad y en parte porque los conocimientos previamente asimilados le permiten asimilar conocimientos nuevos más complejos). Y en la escuela irá adquiriendo otras herramientas que le servirán más adelante para avanzar aún más, como las matemáticas, física, geología, etc. Finalmente el niño, ahora un hombre joven, estará capacitado para adentrarse en el auténtico meollo de la física cuántica o lo que sea, y podrá investigar y aprender e incluso descubrir cosas nuevas.
Con el conocimiento espiritual ocurre exactamente lo mismo. Dios fue preparando a la gente poco a poco, al principio con ideas inexactas y simples pero que era lo mejor que se podía ofrecer dado su nivel espiritual e intelectual de desarrollo. Luego ese conocimiento se va haciendo cada vez más exacto y refinado, hasta que finalmente el pueblo de Israel está ya maduro para meterse en materia del todo: y entonces vino Jesús. Aún así, muy preparados no estaban cuando lo mataron por su mensaje, pero lo que aparentó un fracaso no fue tal, porque en realidad la mayoría de la gente sí estaba preparada para entender ese mensaje, y finalmente se extendió y triunfó, y cambió el mundo. Tú puedes pensar que ahora es el ateísmo el que está extendiéndose y triunfando y cambiando el mundo, y en ciertas zonas de este planeta eso es cierto, pero puesto que yo creo que detrás de todo esto está Dios, no me asusta que el ateísmo parezca tener ahora el viento a favor en algunos sitios. Él sabrá lo que hace y no es la primera vez que acabamos comprendiendo que son victorias algunas cosas que en su momento parecían derrotas. Pero eso es otro tema, disculpa. Estaba intentando explicarte por qué el Dios cruel de algunos pasajes del Antiguo Testamento no es un retrato fiel de Dios y aún así se puede considerar un retrato verdadero. Seguiré con eso.
EL DIOS CRUEL?
Puede parecer que esas crueldades que vemos asociadas a Dios allí son un borrón en una revelación divina, aunque sea progresiva. Pero si conocemos muy en profundidad la historia de la humanidad y esos pueblos y épocas, comprenderemos que lo que parece cruel y malvado desde nuestro punto de vista puede a veces ser un avance positivo en la historia de la humanidad. Un grave error que siempre cometen los hombres (disculpa si no añado siempre “y las mujeres”, vaya por entendido) es pensar que su época ha alcanzado la cumbre, al menos en lo moral e intelectual, y se permite siempre mirar hacia atrás y juzgar todas las personas y épocas pasadas según sus modelos. Hoy hacemos lo mismo. Por eso cuando miramos a los hebreos de hace 5000 años juzgamos sus comportamientos como buenos o malos o incluso estúpidos aplicando nuestros conocimientos y estándares de conducta modernos, como si ellos tuvieran la obligación de compartir nuestra mentalidad y conocimientos del año 2015 para poder ser buenos y válidos. Para explicar mejor lo que quiero decir pondré un ejemplo sencillo: la Ley del Talión.
“Ojo por ojo y diente por diente”, ¿es eso lo que Dios enseñó a su pueblo? Pues menuda cosa nos trajo, un concepto cruel de la venganza. Pero esa ley solo se puede considerar malvada si la miramos desde nuestro punto de vista moral actual, o sea, desde un punto de vista moral cristiano, valga la paradoja. Entre los pueblos de la Antigüedad la ley moral que existía era la ley del más fuerte. Los ricos y poderosos podían hacer lo que quisieran con el pueblo. Un poderoso podía quemar tu casa y no le pasaba nada. La revelación divina, en aquel estado de cosas, enseñó al pueblo que eso estaba mal, que frente al despotismo había que acostumbrarse a la justicia. Si un poderoso quema tu casa tú tienes derecho a quemar la suya. Ojo por ojo. Cuando los hebreos asimilaron ese nuevo ideal moral, el de la justicia (se aplicara mucho o poco es ya otro asunto) entonces estaban ya preparados para ir un paso más allá y aceptar el concepto de misericordia y perdón que aparece con los Profetas y sobre todo con Jesús. En nuestra sociedad (al menos en la mía) si un hombre mata a mi hermana no se considera que la respuesta adecuada sea matar a la suya (venganza), sino que va a la cárcel y se le intenta rehabilitar. Ese es el ideal cristiano, conjuga justicia con misericordia y perdón (y como todos los ideales, en la práctica se cumplen más o menos, pero son el ideal). Es después de que Jesús nos trajera el siguiente (y último) paso de la revelación cuando las etapas anteriores se muestran defectuosas, pero solo cuando echamos la vista atrás, no porque lo fueran en su momento.
Es por eso que viendo los estadios más antiguos de la revelación podemos pensar que o bien Dios era cruel o bien esas historias eran invenciones humanas y no revelación divina, pero si vemos cada paso en su contexto histórico, comprenderemos que cada paso de la revelación es siempre un paso hacia delante, no adaptado a Dios, sino adaptado al hombre, que es el destinatario de ella, y expresado de la manera en que los hombres de aquella época podían expresarlo. La Madre Teresa de Calcuta veía a Dios en los moribundos y los desposeídos, los hebreos de la época de Josué veían a Dios en la justicia de conseguir lo que en su opinión les pertenecía, aunque fuera matando a quien intentaba impedirlo, y así nos lo contaban. No es Dios el que evoluciona, sino la comprensión que el hombre tiene de Dios la que va aumentando. También hay que tener en cuenta que la progresión de la revelación no se ve claramente en el orden de los libros bíblicos, o sea, un libro del Antiguo Testamento no siempre muestra una moral más avanzada que el anterior, porque los libros de la Biblia están ordenados en cierto modo por orden cronológico según las historias que cuentan, no según la fecha en la que fueron redactados. Así por ejemplo el libro de Job fue escrito siglos antes que la historia de la Creación, y por eso el Dios del Génesis es un Dios más misericordioso que el de Job.
CONTRADICCIONES BÍBLICAS
Planteas en tu mensaje que en la Biblia abundan las contradicciones. Como hemos visto, algunas de esas contradicciones se deben a lo progresivo de la revelación. Si vemos la formación científica de una persona no podemos decir que hay contradicción entre lo que aprendió a los 3 años y lo que aprendió a los 15. O podemos decir que es contradictorio pero no en sentido negativo, sino que al verlo como una evolución entendemos que no son contradicciones sino fases de aprendizaje progresivas. Así en la escuela aprendes que materia y energía son dos cosas diferentes, luego aprendes que en realidad son dos estados diferentes de la misma cosa, y si sigues avanzando en el conocimiento de la física, en la universidad te enseñarán que en realidad no son ni siquiera dos estados diferentes, sino que la materia es energía organizada de cierto modo que parece sólida. Pensar que el sistema educativo está equivocado porque a los niños desde pequeñitos les deberíamos explicar lo que ya sabemos, que materia y energía son lo mismo, sería un grave error pedagógico. Dios lo sabe incluso mejor que nosotros y por eso nos fue revelando en cada fase lo más adecuado para poder seguir avanzando al siguiente escalón.
También podemos decir que en la ciencia encontramos algunas contradicciones que en realidad debemos mejor llamar paradojas porque su contradicción solo se debe a nuestra falta de comprensión, como por ejemplo el hecho de que la luz es partícula pero también es onda, algo que según la propia ciencia debería ser imposible, aunque confiamos en que algún día podremos entender la naturaleza de esa paradoja y entonces dejará de serlo. Igual ocurre en la religión, a veces encontramos contradicciones que solo merecen tal nombre por nuestra ignorancia, o bien por nuestra imposibilidad de comprensión o bien porque nos falta formación cultural y bíblica. Estos errores por ignorancia se deben a un desconocimiento de la cultura y la sociedad de la época o una mala comprensión del contexto o la intención de la frase. Por poner un ejemplo pensemos en el nombre de Jesús. La profecía anunció que una virgen daría a luz a un niño y le pondría por nombre Emmanuel. Luego cuando se cumple la profecía el Nuevo Testamento nos cuenta que la Virgen María dio a luz a un niño y le puso por nombre Jesús. ¿Pero no se iba a llamar Emmanuel? Sin embargo el evangelista no es que ignore la profecía o no sea capaz de explicar esa contradicción, es que para él no existía tal contradicción y al contarnos que le puso por nombre Jesús nos dice expresamente que así se dio cumplimiento a la profecía citada (y nos la cita textualmente, con lo de “Emmanuel” incluido). Es el lector moderno sin demasiados conocimientos bíblicos y de la cultura hebrea el que encuentra una aparente contradicción allí donde el evangelista (y sus destinatarios) no veían ninguna. Resumiendo diré que “Emmanuel” (= Dios con nosotros) es un título, no un nombre, y era una forma corriente de expresarse en aquella época similar a cuando vemos a los americanos en las películas de Hollywood diciendo cosas como “¿Que si entiendo de coches? Mi segundo apellido es Mister Fórmula Uno, nena“. Pero si tienes curiosidad por comprender por qué esa aparente contradicción mesiánica no es tal, puedes leer nuestro artículo ¿Pero debería llamarse Jesús o Emmanuel?, donde lo explicamos con detalle.
EL LENGUAJE BÍBLICO
Y por último, están los errores que pones de ejemplo, como lo de que si la tierra es plana o redonda o cuadrada o esférica. En esos comentarios muestras una visión de la Biblia muy material, como si fuera una especie de enciclopedia, compendio de la ciencia y la historia. No eres el único que lo ve así. Con eso de que es la Palabra de Dios, algunos antes y ahora consideran que cada palabra y frase allí escrita procede directamente de “la boca” de Dios y por tanto es siempre 100% verdadera en todos los sentidos. O en tu caso, el hecho de que no sea 100% verdadera demuestra que no es palabra de Dios (sobre todo porque piensas que Dios no existe). Frente ese concepto de la Biblia yo te hablaré un poco del concepto que la Iglesia Católica (y casi todas las cristianas) tiene de la Biblia. La Biblia es el registro de la revelación progresiva de Dios, y es lo que nosotros llamamos “la historia de salvación”, el camino que Dios fue trazando para formar a su pueblo y liberarlo, culminando en la obra y enseñanzas de Jesús. No es simplemente un conjunto de parábolas y novelas ejemplares, es en gran medida un libro histórico, porque el proyecto de salvación fue una acción de Dios en y a lo largo de la historia, y no una imposición milagrosa repentina venida desde las alturas. Por eso vemos allí reflejadas todas las grandezas y todas las miserias humanas, porque es el hombre el que con sus esfuerzos y limitaciones va poquito a poquito acercándose como puede a ese ideal que Dios le va poco a poco marcando.
La finalidad de la Biblia no es contarnos lo que pasó hace años, aunque también lo hace, sino mostrarnos cómo Dios va actuando y revelándose a través de la historia. Los acontecimientos se narran no como lo haría un cronista moderno, sino como lo hacían los cronistas antiguos, mostrando los hechos de forma que se entienda su significado. La Biblia ni es ni pretende ni puede ser objetiva, porque entonces tendríamos un montón de datos que cada uno tendría que interpretar por su cuenta. La Biblia nos da esos datos ya interpretados y los cuenta de manera que podamos ver claramente su significado, porque todo lo que ocurre en este mundo tiene un sentido último (pensamos los creyentes). Si la Biblia describiera los males del siglo XX (epidemia del Sida, agujero de ozono, extinción de animales, guerras, hambrunas, etc.) no lo haría como una crónica de acontecimientos sueltos que ocurren sin más, nos lo presentaría todo como parte de una historia coherente y con significado, señalando sus causas y sus efectos. Probablemente (esto me lo invento yo, claro), nos hablaría de que en el siglo XX los hombres renegaron de Dios, y aunque Dios les envió profetas advirtiéndoles del peligro de sus acciones y llamándoles al arrepentimiento, el hombre perseveró en su maldad y dijo “no te conozco”, y como en la Torre de Babel, quiso llegar al cielo por su cuenta renegando de Dios, y entonces Dios envió plagas y destrucción para que el hombre aprendiera que cuando renuncia a Dios se desencadena el caos. Y muchos se arrepintieron, pero otros siguieron destruyendo la Creación y odiando al prójimo. Por supuesto todo esto sería si lo narramos según un lenguaje bíblico del Antiguo Testamento, no del Nuevo, que tendría un tono muy diferente aunque igualmente lo mostraría de un modo teocéntrico.
Y ahora seguro que algunos cristianos que hayan leído este ejemplo se escandalizarán pensando que lo que yo quiero decir es que las historias de la Biblia son manipulaciones humanas y que Dios nunca dijo ni hizo nada por sí mismo. Pero no se trata de eso. En ese ejemplo estoy haciendo lo mismo que hizo Dios con la revelación, adaptarme al oyente y transmitirle un mensaje que su mentalidad pueda entender. No insinúo tampoco que tu mentalidad sea inferior y tenga yo que explicarte las cosas como a un niño, pero puesto que tú no crees en Dios, tengo que explicarte el funcionamiento de los escritos bíblicos adaptándome a la mentalidad de alguien que no acepta la intervención directa de un Dios en el que no cree. Y sin embargo, el ejemplo no está muy lejos de cómo debió ocurrir la redacción del Antiguo Testamento, al menos hasta la época del Exilio. Porque también hoy Dios está actuando en la historia a través del hombre, y aunque en las noticias de la tele no se pueda decir “hoy se ha aparecido Dios al papa Francisco y le ha dicho que acerque la Iglesia más a los pobres”, sin embargo los cristianos creemos que eso es lo que está ocurriendo, y si un escritor bíblico de aquellos tuviera que narrar lo que está ocurriendo hoy en día, es probable que lo expresara así.
ERRORES BÍBLICOS
Por eso la Biblia nos cuenta historias que son verdaderas, pero no por ello son siempre fieles a lo que la arqueología o la historia nos podrían contar (a menudo sí, siempre no). El mensaje de la Biblia es un mensaje espiritual, filtrado, aunque desarrollado en un contexto histórico. Incluso entre los evangelios, que sí tienen un componente histórico mucho más exacto, encontramos contradicciones de ese tipo, como que si Jesús predicó en Jerusalén tres veces o solo una, que si sanó a un endemoniado o a tres, que si al resucitar se le apareció primero a María Magdalena o fue a las tres Marías a un tiempo… Son diferencias en la narración que en nada afectan al mensaje, pues cada evangelista nos está hablando de lo mismo, y de la misma doctrina, pero organiza toda la historia con una finalidad diferente. Uno escribe a los judíos y pretende demostrar sobre todo que Jesús es el Mesías que estaban esperando, otro escribe a los gentiles y pretende demostrar sobre todo que Jesús es el Dios que les trae la salvación, otro pone el énfasis en un Jesús que pretende transformar la sociedad, otro se centra más en la liberación espiritual y la esperanza futura.
Los evangelios no son crónicas ni biografías, sino reflejos de una doctrina, y en eso no se contradicen, es más, sus diferentes puntos de vista se complementan y nos permiten tener una idea tridimensional mucho más exacta de lo que Jesús hizo y predicó y del sentido de todo ello. Si alguien pretende contar la historia del siglo XX lo haga como lo haga será una historia parcial, sesgada, inexacta, pero si juntamos a un grupo de historiadores de diversas escuelas (por ejemplo cristianos, marxistas, liberales, etc.), tendremos descripciones diferentes (a veces muy diferentes) de los mismos hechos y nos transmitirán sentidos distintos de las causas, efectos y significado de los acontecimientos, y sin embargo todos estarán narrando los mismos acontecimientos históricos. El resultado es que si leemos todos ellos entonces comprenderemos mucho mejor lo que supuso el siglo XX que si solo leemos la narración de un autor. En los evangelios tú, como ateo, probablemente solo miras los acontecimientos en sí, los datos, pero el creyente, para el cual fueron escritos, busca en ellos conocer a Jesús, y para eso se escribieron. Si pretendes que la Biblia (Antiguo o Nuevo Testamento) sea lo que no es, entonces encontrarás fácilmente errores, contradicciones o incluso barbaridades, pero ese libro se escribió para transmitir un mensaje de Dios a los hombres, y solo si buscas eso puedes descubrir su verdadero valor y solo entonces puedes comprender cómo eso puede verdaderamente considerarse la Palabra de Dios, aunque esté expresada con toda la limitación del hombre.
Y desde luego no busques allí conocimientos científicos, porque tampoco es un libro de ciencia. Puesto que los verdaderos autores, los que escribieron esos libros, son hombres (inspirados por Dios pero no al dictado suyo), los conocimientos científicos que allí aparecen no son revelaciones divinas sino conocimientos humanos, así que no tiene ningún sentido criticar la Biblia por decir que si el sol da vueltas a la tierra o si la tierra es plana o cuadrada. Eso no es revelación divina, es simplemente el conocimiento del mundo que el hombre tenía en aquella época.
El cristianismo, amigo Nietzsche, no es una ideología humana al estilo de los partidos políticos, es una manera de entender la vida y el universo, una forma de dar sentido a todo lo bueno y todo lo malo que nos pasa y mantener siempre la esperanza de que, aunque a veces no lo parezca, todo tiene un sentido, y ese sentido es positivo. Es tener siempre un motivo para querer ser mejores y para seguir luchando incluso cuando parece que todo da igual. El cristianismo es saber que no estamos solos, que un Dios Padre nos ama y que en esta vida o en la siguiente, el triunfo de la verdad, la justicia y la felicidad está garantizado.
¡Más rápido, más alto, más fuerte!
Desde el año 2004, por iniciativa del Papa Juan Pablo II, el Pontificio Consejo para los Laicos cuenta con una sección dedicada al deporte, llamada “Iglesia y deporte”, con la finalidad de intentar hacer sentir la preocupación de la Santa Sede en un sector tan neurálgico de la cultura contemporánea y con objetivos muy específicos, como ser en la Iglesia punto de referencia para las organizaciones deportivas, sensibilizar a las Iglesias locales de la importancia del trabajo pastoral en los ambientes deportivos, favorecer una cultura del deporte como medio de crecimiento integral de la persona, promover el estudio de temáticas específicas relativas al deporte, y organizar iniciativas que susciten testimonios de vida cristiana entre los deportistas.
Hace muy poco, el pasado 14 de junio del 2012, el Pontificio Consejo para la Cultura a través del Cardenal Gianfranco Ravasi, inauguró un nuevo departamento en el dicasterio denominado “deporte y cultura”. Ciertamente la sección “Iglesia y deporte” y el departamento “deporte y cultura” trabajarán en coordinación de esfuerzos e iniciativas ya que comparten una misma finalidad de fondo que es la evangelización del mundo del deporte, pero me parece muy importante poner de relieve el hecho de que la realidad del deporte sea considerada por la Iglesia como un ámbito cultural tan relevante en la sociedad actual a punto de poder contar con un sector del dicasterio dedicado al dialogo cultural con él.
La razón de lo anterior es muy clara: el deporte se ha convertido en nuestros días en un nuevo areópago, pues se transformó en un lugar de encuentro de la sociedad como un todo, ganando un cada vez mayor protagonismo cultural. Es notorio como políticos, artistas, empresarios y hasta miembros de la realeza se hacen presentes en los grandes eventos deportivos. También llama la atención cómo algunos deportistas o personas vinculadas al deporte de alto rendimiento se han convertido en referentes para muchas personas y en líderes de opinión. Hay cursos de liderazgo fundamentados en principios deportivos, existe la psicología del deporte, existen técnicas educativas en valores a través del deporte y muchas otras iniciativas que dejan de manifiesto la importancia cultural del deporte.
Es muy necesario entonces que la Iglesia tenga un diálogo cada vez más estrecho con el mundo del deporte y claramente ahí radica el fundamento de la creación del departamento “deporte y cultura”. La Iglesia tiene mucho que aportar al mundo deportivo, sobre todo ayudando a que el deporte despliegue todo su potencial positivo y sea así decisivo en la construcción de una cultura mucho más humana. La intención manifiesta del Cardenal Ravasi es la de escuchar el mundo del deporte, entenderlo desde adentro, para poder entablar un diálogo fecundo e incluso llevar a la Iglesia el eco de las grandes aspiraciones culturales de este mundo
Ciertamente será necesario que el deporte se cuestione acerca de algunos rumbos que ha tomado y se purifique de algunas prácticas que vienen perjudicando sus tan nobles fines, pero más que condenar, se trata de ayudar al deporte a convertirse en una realidad cada vez más humana, canalizando su potencial cultural para el bien de toda la sociedad. De hecho, el mismo lema olímpico escogido por el Barón Pierre de Coubertin, fundador de los Juegos Olímpicos de la era moderna ya evocaba un principio cristiano de superación: Citius, Altius, Fortius (más rápido, más alto, más fuerte), lo que ya dejaba entrever claramente la relación entre la Iglesia, el deporte y la cultura.
10 consejos para enfrentar la muerte de forma cristiana
Lo que estamos llamados a hacer es entender el verdadero sentido de la muerte
La muerte nos asusta a todos; vernos indefensos y frágiles nos genera incertidumbre, preguntas, malestar.
Muchas veces, evadiendo el tema, decimos que aún nos falta mucho para ese día, que no nos preocupa y cuando alguien nos toca el tema lo desviamos.
En realidad, lo que estamos llamados a hacer es entender el verdadero sentido de la muerte, y para ello debemos revisar los siguientes aspectos que nos darán una visión cristiana de la misma
1. Recurrir a los sacramentos: Unción de los enfermos, confesión y comunión.
Cuando este momento se acerca se debe procurar dejar este mundo libre de cargas y pecados, recibir la unción de los enfermos, confesarse y comulgar. De esta forma, al llegar la muerte, será el encuentro con Cristo, que como Buen Pastor acompaña a sus ovejas.
Debemos procurar que si un ser querido o vecino se encuentra en esta situación, ayudemos buscando o avisándole a un sacerdote cercano para que vaya a visitar al enfermo y pueda irse en gracia de Dios.
Recordemos personalmente buscar vivir en comunión con el Señor, cumplir sus mandamientos y confesarnos y comulgar con frecuencia por amor a nuestro Dios y considerando que la propia muerte puede sobrevenirnos cuando menos lo esperamos.
2. Comprender que la muerte es un estado liberador.
Cristo quiso liberarnos con amor y entrega. Al resucitar, Él venció a la muerte y nosotros debemos vivirla comprendiendo que un ciclo terreno termina e inicia el tiempo de gracia al lado de Dios y su corte celestial.
Recordemos que la muerte y resurrección de nuestro Señor nos permite que compartamos con Él la vida eterna. Jesús nos dice: “Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás” (Juan 11, 25-26)
3. Entender que la muerte no es un castigo sino la entrada a la vida eterna.
La muerte entró al mundo para purificar el pecado que heredamos de nuestros primeros padres, todos estamos convocados a ir con el Creador de la vida y entregar cuentas de cómo hemos vivido en esta tierra. No necesariamente la enfrentaremos cuando estemos enfermos o ancianos, será cuando se nos llame al encuentro con Dios Padre, quizás en el momento menos esperado.
Nuestra esperanza y alegría es Cristo quien nos ha redimido: “Porque el salario del pecado es la muerte, mientras que el don gratuito de Dios es la Vida eterna, en Cristo Jesús, nuestro Señor” (Romanos 6,23)
4. Conservemos con amor el recuerdo de nuestros seres queridos que han partido.
Si bien ya no están físicamente con nosotros, todas sus enseñanzas y los momentos compartidos viven en nuestros corazones, honremos siempre su memoria como un tesoro invaluable que nos acompañará en nuestra vida.
5. Acompañar, aconsejar y ayudar a los familiares de quien ha fallecido.
Cuando se ha perdido a alguien, generalmente nos refugiamos en la soledad, el llanto y el silencio, la depresión, la inapetencia y el estrés.
Nuestra tarea cristiana es acompañar, aconsejar y ayudar a los familiares, recordarle con alegría, procurando que se distraigan y vean en la muerte no un fin, sino un continuar en el amor de Dios, que tiene preparado un lugar para cada uno de nosotros.
6. Evitemos caer en depresiones prolongadas, busquemos ayuda y soporte espiritual.
Aunque nos duele que un ser querido haya partido y sentimos un vacío en ese tiempo y espacio que compartía con nosotros, hay que evitar caer en depresiones prolongadas, primeramente porque sabemos que a quien se ha ido no le hubiese gustado vernos así, y segundo, porque contamos con la esperanza cristiana de que, quien ha creído y vivido en el Señor, tiene vida eterna en Él.
Si nos es difícil levantarnos del duelo, busquemos ayuda en un sacerdote o director espiritual para sobrellevar el dolor, será muy útil.
7. Respetar el luto y evitar hablar de dinero o herencias en los momentos más sensibles
Es posible que la persona fallecida haya dejado algunos bienes que corresponden a los hijos o las personas que comparten un rasgo de consanguinidad.
Todo tiene su tiempo apropiado, y es lamentable ver familias que, aun cuando no ha ocurrido la muerte o está muy reciente, tienen rencillas por temas materiales. La Biblia nos enseña: “Ya que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes del cielo donde Cristo está sentado a la derecha de Dios. Tengan el pensamiento puesto en las cosas celestiales y no en las de la tierra” (Colosenses 3,1-2)
8. Es recomendable donar la ropa y cosas usadas por nuestro familiar difunto.
Es una buena obra de caridad donar las prendas que la persona usó a una beneficencia, casa hogar o refugio, de esta forma corresponderemos con la obra de misericordia de vestir al desnudo. Otra razón es que muchas veces estas cosas materiales a las cuales nos apegamos nos hacen mucho daño, no nos permiten superar el dolor que ocasionado por la pérdida y dejar a nuestro familiar descansar en paz.
9. Evitemos caer en prácticas supersticiosas o de Nueva Era para mitigar nuestro dolor.
Algunas empresas en su afán, no de compartir el dolor sino de lucrarse de éste, ofrecen rituales que no son compatibles con la verdadera vida cristiana. Por ejemplo: sembrar un árbol con los restos de nuestro familiar, arrojar las cenizas a un lago para perpetuar su memoria, crear un cementerio virtual para visitarle online, o llamarle a un animalito como el familiar relacionándolo con la reencarnación (la cual es incompatible con nuestra fe), etc. El dolor no puede desviarnos de nuestra fe, nuestra confianza siempre debe estar puesta en Dios y en sus promesas, es su gracia la que nos ayudará a continuar.
10. Orar por el eterno descanso de quienes han partido.
Es esencial y la mayor obra de amor que podemos tener con nuestro ser querido. En muchos de nuestros países de habla hispana se acostumbra, al día siguiente de la cristiana sepultura, reunirse en torno a la oración o “novenario” para ayudar al difunto durante la purificación que le corresponda en el purgatorio.
Debemos hacerlo con mucha fe, ofreciendo la Eucaristía por su eterno descanso, rezando el Santo Rosario, la Coronilla de la Misericordia, etc. Es nuestro deber cristiano orar los unos por los otros: La Iglesia purgante (los que han fallecido), la Iglesia militante (los que aún tenemos vida terrenal) y la Iglesia triunfante (Los Santos que están con Cristo.)
Nos dice el Catecismo de la Iglesia: “Esta enseñanza se apoya también en la práctica de la oración por los difuntos, de la que ya habla la Escritura: "Por eso mandó [Judas Macabeo] hacer este sacrificio expiatorio en favor de los muertos, para que quedaran liberados del pecado" (2 M 12, 46).
Desde los primeros tiempos, la Iglesia ha honrado la memoria de los difuntos y ha ofrecido sufragios en su favor, en particular el sacrificio eucarístico (cf. DS 856), para que, una vez purificados, puedan llegar a la visión beatífica de Dios.” (numeral 1032)