Ten confianza, hijo. Se te perdonan tus pecados

Bernardino Realino, Santo

Sacerdote, 2 de julio

Sacerdote Jesuita
 
Martirologio Romano:  En Lecce, en la región de Apulia, san Bernardino Realino, presbítero de la Orden de la Compañía de Jesús, ilustre por su caridad y su benignidad, el cual, despreciando los honores del mundo, se entregó al cuidado pastoral de los presos y de los enfermos, así como al ministerio de la palabra y de la penitencia.  († 1616).

Fecha de beatificación: 12 de enero de 1896 por el Papa León XIII

Fecha de canonización: 22 de junio de 1947 por el Papa Pío XII

Breve Biografía

Con San Bernardino Realino ocurrió un hecho insólito: Sin esperar a que traspasase el umbral de la muerte fue nombrado patrono celestial de la ciudad de Lecce, donde murió.

Ocurrió a comienzos de 1616. Por toda la ciudad corrió el rumor de que el padre Bernardino Realino, que había sido su apóstol durante cuarenta y dos años, estaba a punto de muerte. Era por entonces alcalde de la ciudad Segismundo Rapana, hombre previsor y decidido. Informado de la gravedad del "Santo Bernardino", se presenta con una comisión del Ayuntamiento en el colegio de los jesuitas. Los guardias le abren paso entre el gentío que se ha formado en la portería del colegio. Llegado a la presencia del moribundo, saca de su casaca un documento que llevaba preparado y lo lee delante de todos:

"Grande es nuestro dolor, oh padre muy amado, al ver que nos dejáis, pues nuestro más ardiente deseo sería que os quedarais para siempre entre nosotros. No queriendo, sin embargo, oponernos a la voluntad de Dios, que os convida con el cielo, deseamos, por lo menos, encomendaros a nosotros mismos y a toda esta ciudad, tan amada por vos, y que tanto os ha amado y reverenciado. Así lo haréis, oh padre, por vuestra inagotable caridad, la cual nos permite esperar que queráis ser nuestro protector y patrono en el paraíso, pues por tal os elegimos desde ahora para siempre, seguros de que nos aceptaréis por fieles siervos e hijos, ya que con vuestra ausencia nos dejáis sumergidos en el más profundo dolor".

El anciano padre, acabado como estaba por la enfermedad, hizo un supremo esfuerzo y pudo, al fin, pronunciar un "Sí, señores" que llenó al alcalde y a toda la ciudad de inmenso júbilo.

Había nacido San Bernardino Realino en Carpi, ducado de Módena, el 1 de diciembre de 1530. Su familia pertenecía a la nobleza provinciana. Su padre, don Francisco Realino, fue caballerizo mayor de varias cortes italianas. Por este motivo estaba casi siempre ausente de su casa. La educación del pequeño Bernardino estuvo confiada a su madre, Isabel Bellantini.

Dicen que Bernardino era un niño hermoso, de finos modales, todo suavidad en el trato, siempre afable y risueño con todos. A su buena madre le profesó durante toda su vida un cariño y una veneración extraordinarios. Durante sus estudios un compañero le preguntó: "Si te dieran a escoger entre verte privado de tu padre o de tu madre. ¿qué preferirlas?" Bernardino contestó como un rayo: "De mi madre jamás." Dios, sin embargo, le pidió pronto el sacrificio más grande.

Su madre se fue al cielo cuando él todavía era muy joven. Su recuerdo le arrancaba con frecuencia lágrimas de los ojos. Ella se lo había merecido por sus constantes desvelos y principalmente por haberle inculcado una tierna devoción a la Virgen María.

En Carpi comenzó el niño Bernardino sus estudios de literatura clásica bajo la dirección de maestros competentes. "En el aprovechamiento —escribe el mismo Santo—, si no aventajó a sus discípulos, tampoco se dejó superar por ninguno de ellos." De Carpi pasó a Módena y luego a Bolonia, una de las más célebres universidades de su tiempo, donde cursó la filosofía.

Fue un estudiante jovial y amigo de sus amigos. Más tarde se lamentará de "haber perdido muchísimo tiempo con algunos de sus compañeros, con los cuales trataba demasiado familiarmente".

Fue, pues, muchacho normal. Hizo poesías. Llevó un diario íntimo como todos, y se enamoró como cualquier bachiller del siglo XX.

Hasta tuvo sus pendencias, escapándosele alguna cuchillada que otra...

"Habiéndome introducido por senda tan resbaladiza —escribe el Santo refiriéndose a aquellos días—, vino el ángel del Señor a amonestarme de mis errores, y, retrayéndome de las puertas del infierno, me colocó otra vez en la ruta del cielo".

¿Quién fue este "ángel del cielo"?

Un día vio en una iglesia a una joven y quedó prendado de ella. La amó con un amor maravilloso, "hasta tal punto -son sus palabras- de cifrar toda mi dicha en cumplir sus menores deseos. No obedecerla me parecía un delito, porque cuanto yo tenía y cuanto era reconocía debérselo a ella". Esta joven se llamaba Clorinda. Bellísima, había dominado por sí misma, sin ayuda de nadie, el vasto campo de la literatura y la filosofía. Era profundamente piadosa. Frecuentaba la misa y la comunión. Precisamente la vista de su angelical postura en la iglesia fue lo que prendió en el corazón de Bernardino aquella llama de amor puro y bello que elevó su espíritu a lo alto, como lo demuestran las cartas y poesías que se cruzaron entre los dos y que todavía se conservan. Clorinda y Bernardino tuvieron una confianza cada día creciente, pero siempre delicada y noble.

Bernardino tenía proyectado graduarse en Medicina. Pero a Clorinda no le gustaba, y él se sometió dócilmente a los deseos de ella.

Había que cambiar de carrera y comenzar la de Derecho.

-Grande y ardua empresa quieres que acometa- le dijo Bernardino.
-Nada hay arduo para el que ama- fue la respuesta de Clorinda.

Dicho y hecho. Bernardino se sumergió materialmente en los libros de leyes, que le acompañaban hasta en las comidas, y tan absorto andaba con Graciano y Justiniano, que a veces trastornaba extrañamente el orden de los platos, Por fin, el 3 de junio de 1546, a los veinticinco años, se doctoró en ambos Derechos, canónico y civil, coronando así gloriosamente el curso de sus estudios.

A los seis meses de terminar la carrera fue nombrado podestá, o sea alcalde, de Felizzano. Del gobierno de esta pequeña ciudad pasó al cargo de abogado fiscal de Alessandría, en el Piamonte. Después se le nombró alcalde de Cassine, De Cassine pasó a Castel Leone de pretor a las órdenes del marqués de Pescara.

En todos estos cargos se mostró siempre recto y sumamente hábil en los negocios. He aquí el testimonio —un poco altisonante, a la manera de la época— de la ciudad de Felizzano al terminar en ella su mandato el doctor Realino:

"Deseamos poner en conocimiento de todos que este integérrimo gobernador jamás se desvió un ápice de la justicia, ni se dejó cegar por el odio, ni por codicia de riquezas. No es menos de admirar su prudencia en componer enemistades y discordias; así es que tanta paz y sosiego asentó entre nosotros, que creíamos había inaugurado una nueva era la tranquilidad y bonanza. Siempre tomó la defensa de los débiles contra la prepotencia de los poderosos; y tan imparcial se mostró en la administración de la justicia que nadie, por humilde que fuese su condición, desconfió jamás de alcanzar de él sus derechos".

El marqués de Pescara quedó tan satisfecho de las actuaciones de Realino que, cuando tomó el cargo de gobernador de Nápoles en nombre de España, se lo llevó consigo como oidor y lugarteniente general.

En Nápoles le esperaba a Bernardino la Providencia de Dios.

La felicidad de este mundo es poca y pasa pronto. Clorinda se cruzó en la vida de Bernardino rápida y bella como una flor. Ella, que le había animado tanto en los estudios, murió apenas daba los primeros pasos en el ejercicio de su carrera. La muerte de Clorinda abrió en el alma de Bernardino una herida profunda que difícilmente podría curarse. Fue una lección de la vanidad de las cosas de este mundo.

El recuerdo de aquella joven querida le alentaba ahora desde el cielo, presentándosele de tiempo en tiempo radiante de luz y de gloria y exhortándole a seguir adelante en sus santos propósitos.

Un día paseaba el oidor por las calles de Nápoles cuando tropezó con dos jóvenes religiosos cuya modestia y santa alegría le impresionó vivamente. Les siguió un buen trecho y preguntó quiénes eran. Le dijeron que "jesuitas", de una Orden nueva recientemente aprobada por la Iglesia.

Era la primera noticia que tenía Bernardino de la Compañía de Jesús. El domingo siguiente fue oír misa a la iglesia de los padres.

Entró en el momento en que subía al púlpito el padre Juan Bautista Carminata, uno de los oradores mejores de aquel tiempo. El sermón cayó en tierra abonada. Bernardino volvió a casa, se encerró en su habitación y no quiso recibir a nadie durante varios días.

Hizo los ejercicios espirituales, y a los pocos días la resolución estaba tomada. Dejaría su carrera y se abrazaría con la cruz de Cristo.

Su madre había muerto, Clorinda había muerto. Su anciano padre no tardaría mucho en volar al cielo. No quería servir a los que estaban sujetos a la muerte. Pero, ¿cuándo pondría por obra su propósito? ¿Dónde? ¿No sería mejor esperar un poco?

Un día del mes de septiembre de 1564, mientras Bernardino rezaba el rosario pidiendo a María luz en aquella perplejidad, se vio rodeado de un vivísimo resplandor que se rasgó de pronto dejando ver a la Reina del Cielo con el Niño Jesús en los brazos. María, dirigiendo a Bernardino una mirada de celestial ternura, le mandó entrar cuanto antes en la Compañía de Jesús.

Contaba Bernardino, al entrar en el Noviciado, treinta y cuatro años de edad. Era lo que hoy decimos una vocación tardía. Por eso una de sus mayores dificultades fue encontrarse de la noche a la mañana rodeado de muchachos, risueños sí y bondadosos, pero que estaban muy lejos de poseer su cultura y su experiencia de la vida y los negocios. Con ellos tenía que convivir, y el exlugarteniente del virrey de Nápoles tenía que participar en sus conversaciones y en sus juegos, y vivir como ellos pendiente de la campanilla del Noviciado, siempre importuna y molesta a la naturaleza humana. Pero a todo hizo frente Bernardino con audacia y a los tres años de su ingreso en la Compañía se ordenó de sacerdote. Todavía continuó estudiando la teología y al mismo tiempo desempeñó el delicado cargo de maestro de novicios.

En Nápoles permaneció tres años ocupado en los ministerios sacerdotales como director de la Congregación, recogiendo a los pillos del puerto, visitando las cárceles y adoctrinando a los esclavos turcos de las galeras españolas. Pero en los planes de Dios era otra la ciudad donde iba a desarrollar su apostolado sacerdotal.

Lecce era y es una población de agradable aspecto. Capital de provincia, a 12 kilómetros del mar Adriático, es el centro de una comarca rica en viñedos y olivares. Sus habitantes son gentes sencillas que se enorgullecen de las antiguas glorias de la ciudad, cargada de recuerdos históricos.

El ir nuestro Santo a Lecce fue sin misterio alguno. Desde hacia tiempo la ciudad deseaba un colegio de Jesuitas, y los superiores decidieron enviar al padre Realino con otro padre y un hermano para dar comienzo a la fundación y una satisfacción a los buenos habitantes de la ciudad, que oportuna e inoportunamente no desperdiciaban ocasión de pedir y suspirar por el colegio de la Compañía.

Los tres jesuitas, con sus ropas negras y sus miradas recogidas, entraron en la ciudad el 13 de diciembre de 1574. Por lo visto la buena fama del padre Bernardino Realino le había precedido, porque el recibimiento que le hicieron más parecía un triunfo que otra cosa. Un buen grupo de eclesiásticos y de caballeros salió a recibirles a gran distancia de la ciudad. Se organizó una lucidísima comitiva, que recorrió con los tres jesuitas las principales calles de Lecce hasta conducirlos a su domicilio provisional.

El padre Realino era el superior de la nueva casa profesa. En cuanto llegó puso manos a la obra de la construcción de la iglesia de Jesús y a los dos años la tenía terminada. Otros seis años, y se inauguraba el colegio, del cual era nombrado primer rector el mismo Santo.

Curación de alma y cuerpo...

Santo Evangelio según san Mateo 9, 1-8. Jueves XIII del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Espíritu Santo, ilumina mis ojos para contemplar el rostro de Cristo; dirige mis pasos para seguir el camino que Tú me indicas; dame tu fuerza y sabiduría para glorificar al Padre y llegar al final de este día habiendo extendido un poco más tu Reino.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 9, 1-8

En aquel tiempo, Jesús subió de nuevo a la barca, pasó a la otra orilla del lago y llegó a Cafarnaúm, su ciudad.

En esto, trajeron a donde él estaba a un paralítico postrado en una camilla. Viendo Jesús la fe de aquellos hombres, le dijo al paralítico: "Ten confianza, hijo. Se te perdonan tus pecados".

Al oír esto, algunos escribas pensaron: "Este hombre está blasfemando". Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, les dijo: "¿Por qué piensan mal en sus corazones? ¿Qué es más fácil: decir 'Se te perdonan tus pecados', o decir 'Levántate y anda'? Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados, –le dijo entonces al paralítico–: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa”.

Él se levantó y se fue a su casa. Al ver esto, la gente se llenó de temor y glorificó a Dios, que había dado tanto poder a los hombres.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Muchas veces, como san Pablo, no hacemos el bien que queremos, sino que obramos el mal que no queremos ¿Qué hacer ante las dificultades que encaramos día a día, las tentaciones que nos acechan sin tregua alguna, y nuestra misma naturaleza caída? Clamamos a Dios pidiendo ayuda, esperamos por una respuesta que, a veces, parece llegar tarde o que simplemente no da señas de llegar nunca.

Jesucristo nos recuerda hoy que, para dejarle obrar en nuestras vidas, es indispensable la fe. La fe es como la gasolina del coche, sin ella no podemos ir a ninguna parte, nos quedaríamos siempre en el mismo sitio; ella es irremplazable, única y necesaria, nos capacita para escuchar la voz de Dios, incluso en medio del silencio y la desesperación. Gracias a la fe, Jesús perdona los pecados del paralítico y le devuelve la salud.

La salud que Cristo concede inicialmente al paralítico, aquella del alma, parece no satisfacer las expectativas del pueblo, quien tenía en mayor estima la salud corporal. El Señor nos invita a vivir con alegría, la esperanza de la vida futura, y nos anima a no olvidar que la muerte corporal no es el fin, sino tan solo el inicio de la Vida.

«Jesús está en Cafarnaún y la multitud se reúne a su alrededor. A través de una abertura hecha en el techo de la casa, algunos le traen un hombre acostado en una camilla. La esperanza es que Jesús cure al paralítico, pero despacha a todos diciendo: "Hijo, tus pecados te son perdonados". Sólo entonces le ordenará que se levante, tome la camilla y se vaya a casa. Con sus palabras Jesús nos permite ir a lo esencial. Es un hombre de Dios, sanó, pero no era un sanador, enseñaba, pero era más que un maestro y frente a la escena que se le presenta va a lo esencial: Mira al paralítico y le dice: "Tus pecados están perdonados". La curación física es un regalo, la salud física es un regalo que debemos cuidar. Pero el Señor nos enseña que también la salud del corazón, la salud espiritual, debemos custodiarla». (Homilía de S.S. Francisco, 17 de enero de 2020, en santa Marta).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

En este día voy a ofrecer un misterio del santo rosario intercediendo por todas las personas que tienen fuertes dudas en su fe, para que el Señor las ilumine y guíe.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Curación del paralítico

Ten confianza, hijo, tus pecados te son perdonados.

Los amigos ayudan, la fe cura

"Subiendo a una barca, cruzó de nuevo el mar y vino a su ciudad. Entonces le presentaron a un paralítico postrado en una camilla".

Las gentes del pueblo se apiñan para ver a Jesús. La admiración y la sorpresa; la curiosidad y la necesidad, unidas a la fe religiosa, les empujan al nuevo Maestro. Los que llevan al paralítico no pueden acceder hasta el lugar donde está al Señor, e idean abrir el techo de la casa de Pedro para que el enfermo sea visto y curado. Todos se sorprenden de aquella amistad que conduce a estos extraños y extraordinarios modos, pero lo cierto es que el paralítico, que no podía acudir a pedir la curación por la naturaleza de su enfermedad, tiene amigos, y los amigos responden. "Al ver Jesús la fe de ellos" -fe y amistad que les hacen agradables al Señor- mira con misericordia al hombre que desciende del techo en rara figura, y dijo al paralítico: "Ten confianza, hijo, tus pecados te son perdonados".

Esta vez, antes que la curación, el perdón. La sanación del alma. Este hecho no pasa inadvertido a ciertos escribas que dijeron en su interior: "éste blasfema". Conociendo Jesús sus pensamientos, dijo: "¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? Qué es más fácil, decir: tus pecados te son perdonados, o decir: levántate y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados, dijo al paralítico: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. El se levantó y se marchó a su casa. Al ver esto, las multitudes se atemorizaron y glorificaron a Dios por haber dado tal poder a los hombres"(Mt).

El poder de perdonar

Si el modo en que Jesús ha perdonado al paralítico fuera sólo una cuestión de formas, parecería que Jesús hacía un juego de palabras; dar el perdón podía ser un juego más del hablar. Pero curar un paralítico no se puede hacer con palabras, y Jesús lo cura como señal de que verdaderamente ha perdonado el pecado. Es decir, tiene el poder de perdonar, algo que sólo Dios puede hacer. El hecho es importante y el milagro se ha convertido en un signo de la liberación del pecado, algo mucho más importante que una limitación corporal. Jesús perdona, hace algo reservado a Dios. Algunos pueden pensar que lo hace sólo como enviado de Dios. Otros pueden pensar que Dios está en medio de ellos. Pero los hechos son testimonio elocuente: el paralítico anda y alaba a Dios, y Jesús perdona los pecados.

Comienzan las oposiciones

En esta curación se advierte la primera oposición a Jesús tan sólo con críticas internas. La proclamación del reino no va a ser pacífica cuando se desvele más claramente quién es Él.

La Buena Nueva

Los hechos conmocionaron a toda la región y, cada vez más, acuden de todas partes para ver a Jesús. Los dolientes y sus familiares se ponen en movimiento. Jesús habla, anuncia la buena nueva, y cura.

Muere Georg Ratzinger, el hermano del Papa emérito

Hace unos días recibió la última visita de su hermano, Benedicto XVI.

Georg Ratzinger, hermano mayor del Papa emérito, muere a la edad de 96 años. Se encontraba en Ratisbona, la ciudad donde vivió la mayor parte de su larga vida. Con su fallecimiento, Joseph Ratzinger - que el pasado 18 de junio quiso hacer el viaje en avión para volver a ver a su hermano moribundo - pierde al único miembro de la familia que seguía vivo. Al convertirse en sacerdotes el mismo día, los dos hermanos - uno músico y profesor de un famoso coro, el otro teólogo y por lo tanto obispo, cardenal y papa - estuvieron siempre muy unidos.

Nació en Pleiskirchen, Baviera, el 15 de enero de 1924, Georg Ratzinger tocaba el órgano de la iglesia parroquial desde que tenía 11 años. En 1935 entró en el seminario menor de Traunstein, pero en 1942 se alistó en el Reichsarbeitsdienst, y más tarde en la Wehrmacht, con la que también luchó en Italia. Capturado por los aliados en marzo de 1945, permaneció prisionero en Nápoles durante unos meses antes de ser liberado y le permitieron regresar con su familia. En 1947, junto con su hermano Joseph, entró en el seminario del Herzogliches Georgianum en Munich. El 29 de junio de 1951, ambos hermanos, junto con unos cuarenta compañeros más, fueron ordenados sacerdotes en la catedral de Freising por el cardenal Michael von Faulhaber. Después de convertirse en maestro de capilla en Traunstein durante treinta años, de 1964 a 1994, fue director del coro de la catedral de Ratisbona Domspatzen. Ha realizado numerosas giras por todo el mundo haciendo numerosos conciertos y ha dirigido muchas grabaciones para Deutsche Grammophon, Ars Musici y otros importantes sellos discográficos con producciones dedicadas a Bach, Mozart, Mendelssohn y otros compositores.

El 22 de agosto de 2008, agradeciendo al alcalde de Castel Gandolfo que había concedido a Georg la ciudadanía honorífica, Benedicto XVI dijo de su hermano: "Desde el principio de mi vida mi hermano siempre ha sido para mí no sólo un compañero, sino también un guía fiable. Ha sido para mí un punto de orientación y referencia con la claridad y la determinación de sus decisiones. Siempre me mostró el camino a seguir, incluso en situaciones difíciles".

"Mi hermano y yo -dijo Georg Ratzinger hace 11 años durante una entrevista- éramos ambos monaguillos, los dos servíamos en la misa. Pronto nos fue claro, primero para mí y luego para él, que nuestra vida estaría al servicio de la Iglesia". Y había compartido recuerdos de la infancia: "En Tittmoning Joseph había recibido la confirmación del cardenal Michael Faulhaber, el gran arzobispo de Munich. Había quedado impresionado y había dicho que él también quería ser cardenal. Pero, sólo unos días después de ese encuentro, observando al pintor que pintó las paredes de nuestra casa, dijo también que de grande hubiera querido también se pintor...".

Después de recordar los años oscuros de la guerra y la oposición al nazismo del padre de los hermanos Ratzinger, gendarme de profesión, Georg había hablado del amor por la música que los unía: "En nuestra casa todo el mundo amaba la música. Nuestro padre tenía una cítara que tocaba a menudo por la noche. Solíamos cantar juntos. Siempre era un acontecimiento para nosotros. En Marktl on the Inn, además, había una banda de música que me fascinaba mucho. Siempre pensé que la música era una de las cosas más hermosas que Dios creó. También a mi hermano siempre le ha gustado la música: tal vez lo contagié yo".

Georg Ratzinger era un hombre franco y poco acostumbrado a la diplomacia. Por ejemplo, nunca ocultó el hecho de que no se alegró por la elección de su hermano en abril de 2005: "Debo admitir que no me lo esperaba -dijo- y me quedé un poco decepcionado... Debido a sus gravosos compromisos, comprendí que nuestra relación tendría que reajustarse mucho. En cualquier caso, detrás de la decisión humana de los cardenales está la voluntad de Dios, y a esto debemos decir que sí".

En 2011, entrevistado por una revista alemana, Georg Ratzinger dijo: "Si no pudiera más desde el punto de vista de la condición física, mi hermano debería tener el valor de renunciar". Y será uno de los primeros en recibir, con meses de anticipación, la histórica decisión del Pontífice de renunciar al ministerio petrino por razones de edad. "La edad se hace sentir", comentó Georg después del anuncio en febrero de 2013, "Mi hermano desea más paz en la vejez". A pesar de los problemas a las piernas y a la vista, el hermano mayor emérito del Papa continuó viajando de Ratisbona a Roma, permaneciendo en el monasterio Mater Ecclesiae durante varios períodos, haciendo compañía a menudo a Benedicto.

También había aparecido, con algunas entrevistas, en el documental de 29 minutos realizado por el periodista Tassilo Forchheimer para la Bayerischer Rundfunk, estación de radio y televisión pública local del Land de Baviera, emitido en enero de 2020.

Novena a San Benito

Oraciones para cada día de la novena, la puedes hacer tantas veces desees, de manera especial los días previos a la festividad (2 al 10 de julio)

Oración preparatoria para todos los días

Te saludamos con filial afecto, oh glorioso Padre San Benito, obrador de maravillas, cooperador de Cristo en la obra de salvación de las almas. ¡Oh Patriarca de los monjes! Mira desde el cielo la viña que plantó tu mano. Multiplica el número de tu hijos, y santifícalos. Protege de un modo especial a cuantos nos ponemos con filial cariño bajo tu amparo y filial protección. Ruega por los enfermos, por los tentados, por los afligidos, por los pobres, y por nosotros que te somos devotos. Alcánzanos a todos una muerte tranquila y santa como la tuya. Aparta de nosotros en aquella hora suprema las asechanzas del enemigo, y aliéntanos con tu dulce presencia. Ahora consíguenos la gracia especial que te pedimos en esta novena...

Rezar a continuación la oración del día que corresponda:

DÍA PRIMERO

¡Oh glorioso San Benito, que desde tu infancia reconociste la vanidad del mundo y únicamente deseaste los bienes eternos! Alcánzanos un vivo deseo del cielo y que recordemos frecuentemente a Dios, nuestro último fin, y hacia Él ordenemos toda nuestra vida para que en todo Él sea glorificado.

San Benito, ruega por nosotros. Tres Avemarías. Concluir con la oración final.

DÍA SEGUNDO

¡Oh glorioso San Benito, humilde de corazón, que supiste desdeñar las alabanzas de los hombres! Alcánzanos la humildad, tú que amaste a Dios sobre todas las cosas y le entregaste sin reservas tu corazón, consíguenos también el amor de Dios. San Benito, ruega por nosotros. Tres Avemarías. Concluir con la oración final.

DÍA TERCERO

¡Oh glorioso San Benito, que consagraste tus labios a la oración y cantaste noche y día las alabanzas divinas! Alcánzanos el espíritu de oración. Tú, que cual lirio entre espinas, guardaste una castidad angelical por medio de la humildad, de la vigilancia continua, de la oración y de la mortificación de los sentidos, consíguenos el don de la pureza. San Benito, ruega por nosotros. Tres Avemarías. Concluir con la oración final.

DÍA CUARTO

¡Oh glorioso San Benito que venciste al demonio y triunfaste de sus engaños! Alcánzanos la gracia de resistir sus sugestiones y de huir de toda ocasión de pecado. Tú que enseñando una vida austera, de renuncia y trabajo, aborreciste la ociosidad, inspíranos amor al trabajo y a la abnegación de nosotros mismo para seguir a Cristo. San Benito, ruega por nosotros. Tres Avemarías. Concluir con la oración final.

DÍA QUINTO

¡Oh glorioso San Benito, que amaste el silencio, y no abriste la boca jamás a palabras ligeras e impuras, a quejas, murmuraciones, y a juicios contra el amor al prójimo! Alcánzanos la gracia de no decir jamás palabras impuras y contra la caridad, a perdonar y guardar nuestra lengua de todo pecado. San Benito, ruega por nosotros. Tres Avemarías. Concluir con la oración final.

DÍA SEXTO

¡Oh glorioso San Benito, que fuiste blanco de persecuciones y guardaste la paz de tu alma por medio de la dulzura de la paciencia! Alcánzanos el don de la paciencia y la gracia de perdonar las ofensas, tú que perdonaste a los que atentaron contra tu vida y te expulsaron de tu país, y que misericordiosamente pediste al Señor les perdonara, llorando su ceguera y terrible fin. San Benito, ruega por nosotros. Tres Avemarías. Concluir con la oración final.

DÍA SÉPTIMO

¡Oh glorioso San Benito, que animado por un ardiente celo para asistir al prójimo en sus necesidades, instruiste a los ignorantes, socorriste a los pobres, curaste a los enfermos, resucitaste a los muertos, libraste a los cautivos del demonio y de sus pasiones, consolaste a los afligidos y convertiste a los pecadores! Consíguenos la gracia de amar al prójimo y de hacer con él las obras de misericordia. San Benito, ruega por nosotros. Tres Avemarías. Concluir con la oración final.

DÍA OCTAVO

¡Oh glorioso San Benito, que inundaste de consuelo el corazón de tu hermana Santa Escolástica, llenándolo del amor de Dios y de las bienaventuranzas del cielo! Concédenos la gracia de santificar nuestros afectos más queridos. San Benito, ruega por nosotros. Tres Avemarías. Concluir con la oración final.

DÍA NOVENO

¡Oh glorioso San Benito, cuya alma en tu dichosa muerte, fue elevada al cielo en medio de ángeles y santos, siendo consolados tus discípulos por la revelación de tu gloria! Concédenos del Señor, la gracia de la perseverancia final, de una buena muerte y de tu asistencia e intercesión en nuestro último día. San Benito, ruega por nosotros. Tres Avemarías. Concluir con la oración final.

Oración final para todos los días

¡Oh glorioso San Benito, que desde el cielo eres padre piadoso para nosotros tus devotos! Tu gran poder ante Dios se reconoce hoy, más que nunca, gracias a la medalla que viene honrada con tu nombre, por la multitud de prodigios y favores que por su medio Dios nos ofrece. Ruega por todos los que acudimos a ti. Alcánzanos del Señor, todas la gracias que nos son necesarias durante esta vida y especialmente la gracia por la cual hacemos esta novena. San Benito, ruega por nosotros.

Concluir con un Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

¿Los cristianos son buenos y los ateos son malos?

Interesante análisis efectuado tras una rápida comparación de la actitud del ateo y del cristiano

Personas buenas y malas, morales e inmorales, las hay tanto cristianas como ateas. Pero ¿cuál es el fundamento de tal o cual conducta, tanto en los cristianos como en los ateos?

Para el ateísmo y sus partidarios la ética es relativa, variada, diversa, multicolor. Es decir la ética de los ateos es subjetiva cada cual tendrá su concepción del bien y el mal según le parezca. En el otro extremo estamos los cristianos, nosotros tenemos si bien es cierto valores relativos tenemos también valores absolutos dados por Dios a través de su revelación y que son la pauta para nuestros principios.

Después de una rápida comparación de la actitud del ateo y del cristiano se pueden establecer las siguientes valoraciones:

1.    Un ateo puede ser ateo aunque cometa actos inmorales. Por el contrario, un cristiano, no podrá ser un cristiano auténtico si comete actos inmorales ya que sería como un ateo en la práctica, pues no vive lo que cree.

2.    El cristiano se compromete con Dios para hacer el bien y por eso la creencia en Dios favorece a que se actúe en concordancia con la moral. En cambio, el ateo no está comprometido, sino consigo mismo y eso no garantiza que esté orientado a realizar el bien.

3.    El cristiano deteriora su fe, en los momentos que se comporta de manera adversaria al bien, pero toda buena acción favorece al fortalecimiento de su fe; es por eso que entendernos con Dios nos ayuda a crecer en valores y virtudes. El ateo por su parte no deteriora su ateísmo cuando comete actos deshonestos.

4.    El cristiano no solo entra en contradicción con Dios cuando comenten ciertos actos que van en contra de su ética religiosa sino que también, cuando pudiendo realizar actos de bondad, caridad o justicia no los realiza. En cambio, un ateo no entra en contradicción con su falta de creencia si deja de realizar cualquier acción en beneficio del bien común.

Si bien es cierto que hay gran cantidad de ateos que fueron y son honestos y coherentes consigo mismos, sin embargo, a lo largo de los dos milenios de nuestra era se puede observar que los grandes pioneros en la bondad han sido cristianos que trataron de vivir con mayor coherencia  la fe que profesaban. Para dar muestra de ello tenemos el testimonio verídico de muchos cristianos como: San Pablo, San Agustín, San Francisco, Santo Tomas de Aquino, San Ignacio de Loyola.

Finalmente diremos que los malos cristianos lo han sido no por ser cristianos, sino a pesar de serlo. Por el contrario los buenos ateos no lo han sido por no creer sino a pesar de no creer.

4 tipos de amistades que son malas para tu matrimonio

En nuestra vida, debemos de tener mucho cuidado de aquellas amistades negativas que tienen el potencial de dañar nuestro matrimonio

Las amistades juegan un rol extremadamente importante en nuestras vidas, y esto se mantiene como una verdad inclusive después que nos hemos casado.

Debemos de cultivar buenas, verdaderas, leales, y honestas amistades que no sólo saquen lo mejor de nosotros sino que también saquen lo mejor de nuestro matrimonio.

Por otro lado, debemos de tener mucho cuidado de aquellas amistades negativas que tienen el potencial de dañar nuestro matrimonio.

A menudo nos terminamos convirtiendo en las personas con las que más tiempo solemos pasar.

Ciertamente tendremos algunos amigos que vengan de diferentes rumbos en la vida, y esto es algo bueno, pero no podemos permitir a NINGUNO de ellos dañar nuestro matrimonio.

Entonces, ¿cómo podemos diferenciar a una “buena amistad” de una “mala amistad”? Debemos de comprender el tipo de comportamiento de nuestras amistades que impacta negativamente en nuestro matrimonio.

Aquí están las cuatro malas amistadas para nuestro matrimonio:

1.- El amigo que habla mal de su cónyuge.

Cuando yo crecía, mi mamá a veces me regañaba cuando yo soñaba como muchos de mis amigos. Ella me solía decir:
"Nunca te sueles quejar tanto. Seguramente has pasado demasiado tiempo con fulano".

Al principio yo creía que ella sólo me estaba regañando, pero entonces me daba cuenta que era cierto. Es raro como muchas veces terminamos adquiriendo algunos hábitos de aquellos con los que pasamos más tiempo.

Si nuestro amigo consistentemente ve y se queja de todos los defectos de su cónyuge, entonces, con el tiempo comenzaremos naturalmente a ver al nuestro de manera negativa.

En un esfuerzo por validar a esta persona o hacerla sentir mejor, terminaremos hiriendo nuestro matrimonio con las palabras negativas que decimos y con los pensamientos que permitimos echen raíz en nuestras mentes.

En lo que se refiere al matrimonio, debemos rodearnos de personas que quieran tener un buen matrimonio.

Durante los tiempos vulnerables, podemos encontrarnos a nosotros mismos quejándonos acerca de nuestro cónyuge con nuestros amigos. Esto podría pasar una o dos veces. Pero no podemos permitir que se vuelva una norma. Es algo tóxico para nuestro matrimonio y para nuestra amistad.

2. El amigo que habla mal de nuestro cónyuge

Esto pareciera algo tan evidente que ni siquiera lo vamos a pensar, pero he conversado con demasiadas parejas que tienen a los que llamamos “mejores amigos” que constantemente ven de menos a sus parejas. Esto simplemente NO puede suceder.

La excusa más común que yo escucho cuando abordamos este tema es:

“Ellos me conocen desde antes que yo me hubiese casado entonces lo que están haciendo es sobreprotegerme".

Esto puede ser cierto, pero eso no hace que el hablar mal de tu cónyuge esté bien. Cuando permitimos que nuestros amigos digan cualquier cosa desagradable en contra de nuestra esposa, estamos colocando nuestra amistad antes que nuestro matrimonio. Esto no es solamente dañino, sino erróneo.

Después de Dios, nuestro cónyuge merece nuestro compañerismo y lealtad. Nuestros amigos vienen después que nuestra familia.

Debemos dejar saber a nuestros amigos que NO ESTA BIEN que pongan apodos a nuestros cónyuges cuando estos hacen algo. Esto perpetúa el ciclo negativo en nuestra mente y corazones y crea una dañina codependencia en la amistad que terminará hiriendo nuestro matrimonio.

3. El amigo que trata de ponerte en contra de tu familia.

Un verdadero amigo te motivará a ser alguien cercano con tu esposa e hijos. Y no todo lo contrario.

Cualquier amigo que demande más de tu tiempo y diga cosas como “ella te tiene encerrado”, o “ella te exige demasiado tiempo”, o “ella está controlando todo tu tiempo”, o “tú deberías de poder hacer lo que tú quieras con tu tiempo”; esto no es una buena influencia para nosotros y ciertamente no está considerando nuestra devoción hacia nuestra familia.

Nuestros amigos nunca deberían de esperar que escojamos nuestra amistad antes que nuestra familia y no deberían de tratar de levantar discusiones con nuestro cónyuge al estar exigiendo más de nuestro tiempo.

Al final la verdad es que necesitamos pasar tiempo con nuestros amigos, pero ese tiempo nunca debe ser a expensas de nuestra propia familia.

Si estamos pasando demasiadas noches saliendo con nuestros amigos, nuestro matrimonio va a sufrir. Muchas salidas con los amigos nos llevan hacia un matrimonio solitario. Está fuera de balance, porque nuestro matrimonio debe venir primero.

4.- El amigo que odia el matrimonio en general.

Como lo dije antes, PODEMOS tener amigos de diferentes ambientes y con diferentes experiencias de vida. Esto es una cosa hermosa. Pero esto significa que la mayoría de nosotros tendremos opiniones diferentes acerca de diferentes cosas.

No deberíamos terminar una amistad simplemente porque no estamos de acuerdo en todo lo que pensamos o decimos, pero no podemos tener amistades cercanas con alguien que no respeta nuestras creencias y que tratan de minimizar nuestros valores.

Podemos tener algunos amigos que se hayan divorciado y que estén probablemente con una actitud negativa hacia el matrimonio en general. Yo no digo que no debemos darle apoyo durante esta época tan difícil. Definitivamente debemos hacerlo.

Debemos asegurarnos de que nuestras conversaciones no sean contra el matrimonio.

Yo tenía un amiga que comenzó a salir con dos mujeres divorciadas que le solían decir que estar soltera era mucho mejor que estar casada. Salían a restaurantes y a discotecas por lo menos una vez a la semana juntos. Mi amiga era la única mujer casada en el grupo. Eventualmente, ella comenzó a discutir con su esposo sobre cosas pequeñas y a decirle que no estaba siendo lo suficientemente buen esposo. Luego de algún tiempo, ella amenazó con el divorcio y eventualmente se fue de la casa a un apartamento con esas mujeres solteras. Su esposo no lo podía creer no se dio cuenta ni que tan rápido esto había ocurrido. Lo triste de toda esta situación es que la pareja se divorció hace tres años y mi amiga está empezando a darse cuenta que se equivocó tanto en su amistad como en su matrimonio. Ella desesperadamente quiere volver con su esposo, pero ahora él está con alguien más.

Amigos, yo no quiero que esto le pase a nadie de nosotros. Dios quiere que tengamos matrimonios fuertes y relaciones hermosas. Relaciones que enriquezcan nuestras vidas para que sean sanas y balanceadas.

Asegurémonos de Buscar y mantener amigos leales que se mantengan apoyándonos mutuamente y que levanten y saquen lo mejor de nosotros mismos a nuestras familias y a nuestro matrimonio.

Muchas gracias por tomarse el tiempo para leer esto y compartir. Que Dios los bendiga.

 

PAXTV.ORG