¡Señor mío y Dios mío!
- 03 Julio 2020
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Tomás, Santo
Apóstol, 3 de julio
Martirologio Romano: Fiesta de santo Tomás, apóstol, quien, al anunciarle los otros discípulos que Jesús había resucitado, no lo creyó, pero cuando Jesús le mostró su costado traspasado por la lanza y le dijo que pusiera su mano en él, exclamó: «Señor mío y Dios mío». Y con esta fe que experimentó es tradición que llevó la palabra del Evangelio a los pueblos de la India.
Etimológicamente: Tomás = "gemelo", viene del arameo
Breve Semblanza
La tradición antigua dice que Santo Tomás Apóstol fue martirizado en la India el 3 de julio del año 72. Parece que en los últimos años de su vida estuvo evangelizando en Persia y en la India, y que allí sufrió el martirio.
De este apóstol narra el santo evangelio tres episodios.
El primero sucede cuando Jesús se dirige por última vez a Jerusalem, donde según lo anunciado, será atormentado y lo matarán.
En este momento los discípulos sienten un impresionante temor acerca de los graves sucesos que pueden suceder y dicen a Jesús: "Los judíos quieren matarte y ¿vuelves allá?. Y es entonces cuando interviene Tomás, llamado Dídimo (en este tiempo muchas personas de Israel tenían dos nombres: uno en hebreo y otro en griego. Así por ej. Pedro en griego y Cefás en hebreo). Tomás, es nombre hebreo. En griego se dice "Dídimo", que significa lo mismo: el gemelo.
Cuenta San Juan (Jn. 11,16) "Tomás, llamado Dídimo, dijo a los demás: Vayamos también nosotros y muramos con Él". Aquí el apóstol demuestra su admirable valor. Un escritor llegó a decir que en esto Tomás no demostró solamente "una fe esperanzada, sino una desesperación leal". O sea: él estaba seguro de una cosa: sucediera lo que sucediera, por grave y terrible que fuera, no quería abandonar a Jesús. El valor no significa no tener temor. Si no experimentáramos miedo y temor, resultaría muy fácil hacer cualquier heroísmo. El verdadero valor se demuestra cuando se está seguro de que puede suceder lo peor, sentirse lleno de temores y terrores y sin embargo arriesgarse a hacer lo que se tiene que hacer. Y eso fue lo que hizo Tomás aquel día.
Nadie tiene porque sentirse avergonzado de tener miedo y pavor, pero lo que sí nos debe avergonzar totalmente es el que a causa del temor dejemos de hacer lo que la conciencia nos dice que sí debemos hacer, Santo Tomás nos sirva de ejemplo.
La segunda intervención:
Sucedió en la Última Cena. Jesús les dijo a los apóstoles: "A donde Yo voy, ya sabéis el camino". Y Tomás le respondió: "Señor: no sabemos a donde vas, ¿cómo podemos saber el camino?" (Jn. 14, 15). Los apóstoles no lograban entender el camino por el cual debía transitar Jesús, porque ese camino era el de la Cruz. En ese momento ellos eran incapaces de comprender esto tan doloroso. Y entre los apóstoles había uno que jamás podía decir que entendía algo que no lograba comprender. Ese hombre era Tomás. Era demasiado sincero, y tomaba las cosas muy en serio, para decir externamente aquello que su interior no aceptaba. Tenía que estar seguro. De manera que le expresó a Jesús sus dudas y su incapacidad para entender aquello que Él les estaba diciendo.
Admirable respuesta:
Y lo maravilloso es que la pregunta de un hombre que dudaba obtuvo una de las respuestas más formidables del Hijo de Dios. Uno de las más importantes afirmaciones que hizo Jesús en toda su vida. Nadie en la religión debe avergonzarse de preguntar y buscar respuestas acerca de aquello que no entiende, porque hay una verdad sorprendente y bendita: todo el que busca encuentra.
Le dijo Jesús: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí" Ciertos santos como por ejemplo el Padre Alberione, Fundador de los Padres Paulinos, eligieron esta frase para meditarla todos los días de su vida. Porque es demasiado importante como para que se nos pueda olvidar. Esta hermosa frase nos admira y nos emociona a nosotros, pero mucho más debió impresionar a los que la escucharon por primera vez.
En esta respuesta Jesús habla de tres cosas supremamente importantes para todo israelita: el Camino, la Verdad y la Vida. Para ellos el encontrar el verdadero camino para llegar a la santidad, y lograr tener la verdad y conseguir la vida verdadera, eran cosas extraordinariamente importantes.
En sus viajes por el desierto sabían muy bien que si equivocaban el camino estaban irremediablemente perdidos, pero que si lograban viajar por el camino seguro, llegarían a su destino. Pero Jesús no sólo anuncia que les mostrará a sus discípulos cuál es el camino a seguir, sino que declara que Él mismo es el Camino, la Verdad y la Vida.
Notable diferencia: Si le preguntamos al alguien que sabe muy bien: ¿Dónde queda el hospital principal? Puede decirnos: siga 200 metros hacia el norte y 300 hacia occidente y luego suba 15 metros... Quizás logremos llegar. Quizás no. Pero si en vez de darnos eso respuesta nos dice: "Sígame, que yo voy para allá", entonces sí que vamos a llegar con toda seguridad. Es lo que hizo Jesús: No sólo nos dijo cual era el camino para llegar a la Eterna Feliz, sino que afirma solemnemente: "Yo voy para allá, síganme, que yo soy el Camino para llegar con toda seguridad". Y añade: Nadie viene al Padre sino por Mí: "O sea: que para no equivocarnos, lo mejor será siempre ser amigos de Jesús y seguir sus santos ejemplos y obedecer sus mandatos. Ese será nuestro camino, y la Verdad nos conseguirá la Vida Eterna".
El hecho más famoso de Tomás
Los creyentes recordamos siempre al apóstol Santo Tomás por su famosa duda acerca de Jesús resucitado y su admirable profesión de fe cuando vio a Cristo glorioso.
Dice San Juan (Jn. 20, 24) "En la primera aparición de Jesús resucitado a sus apóstoles no estaba con ellos Tomás. Los discípulos le decían: "Hemos visto al Señor". El les contestó: "si no veo en sus manos los agujeros de los clavos, y si no meto mis dedos en los agujeros sus clavos, y no meto mi mano en la herida de su constado, no creeré". Ocho días después estaban los discípulos reunidos y Tomás con ellos. Se presento Jesús y dijo a Tomás: "Acerca tu dedo: aquí tienes mis manos. Trae tu mano y métela en la herida de mi costado, y no seas incrédulo sino creyente". Tomás le contestó: "Señor mío y Dios mío". Jesús le dijo: "Has creído porque me has visto. Dichosos los que creen sin ver".
Parece que Tomás era pesimista por naturaleza. No le cabía la menor duda de que amaba a Jesús y se sentía muy apesadumbrado por su pasión y muerte. Quizás porque quería sufrir a solas la inmensa pena que experimentaba por la muerte de su amigo, se había retirado por un poco de tiempo del grupo. De manera que cuando Jesús se apareció la primera vez, Tomás no estaba con los demás apóstoles. Y cuando los otros le contaron que el Señor había resucitado, aquella noticia le pareció demasiado hermosa para que fuera cierta.
Tomás cometió un error al apartarse del grupo. Nadie está peor informado que el que está ausente. Separarse del grupo de los creyentes es exponerse a graves fallas y dudas de fe. Pero él tenía una gran cualidad: se negaba a creer sin más ni más, sin estar convencido, y a decir que sí creía, lo que en realidad no creía. El no apagaba las dudas diciendo que no quería tratar de ese tema. No, nunca iba a recitar el credo un loro. No era de esos que repiten maquinalmente lo que jamás han pensado y en lo que no creen. Quería estar seguro de su fe.
Y Tomás tenía otra virtud: que cuando se convencía de sus creencias las seguía hasta el final, con todas sus consecuencias. Por eso hizo es bellísima profesión de fe "Señor mío y Dios mío", y por eso se fue después a propagar el evangelio, hasta morir martirizado por proclamar su fe en Jesucristo resucitado. Preciosas dudas de Tomás que obtuvieron de Jesús aquella bella noticia: "Dichosos serán los que crean sin ver".
Tocar el amor que me da fe en Él
Santo Evangelio según san Juan 20, 24-29. Viernes de Santo Tomás Apóstol
Por: Francisco J. Posada, LC | Fuente: www.somosrc.mx
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, que en los momentos cuando no te siento cerca pueda descubrir tu presencia amorosa y, aunque no la vea con los ojos físicos, sepa que Tú estás ahí conmigo. Dame la fe que necesito para creer en tu amor y poder entrar en tu presencia cada vez que recuerdo cuánto me amas.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 20, 24-29
Tomás, uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús, y los otros discípulos le decían: “Hemos visto al Señor”. Pero él les contestó: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré”.
Ocho días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Luego le dijo a Tomás: “Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano; métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree”. Tomás le respondió: “¡Señor mío y Dios mío!”. Jesús añadió: “Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Muchas veces nos podemos preguntar si a Dios le interesan nuestros sufrimientos porque, en cierta medida, parece que no. Él puede estar muy lejos o se nos puede hacer como alguien que no es importante en nuestra vida, un gran desconocido del que nos han hablado, pero hasta ahí.
Más allá de experiencias que hayamos tenido en las que no hemos conocido quién es Dios de verdad, o que no se nos ha presentado como eso, tenemos un deseo muy fuerte en el corazón de conocer a ese alguien que nos ama infinitamente y nos lo hace saber. En la vida vamos buscando quién nos ama y a quién amar. Primero en nuestra familia, después con los amigos, el amor de esposos, de padres y abuelos, así podemos resumir nuestro peregrinar aquí en la tierra, como un camino de amar y ser amado. Pero ¿hay un amor que no se acaba, que nunca falla que es infinito y que da la vida por mí?
Ante tan gran incógnita no podemos más que recorrer lugares a donde vamos para encontrar respuestas a las preguntas más profundas de nuestro corazón: la Palabra de Dios. Ésta nos habla de un hombre quien, al no haber visto a Cristo resucitado, no cree; su fe necesita pruebas. Es como el amor que sólo de palabra está a la mitad porque necesita también las obras que lo hagan palpable. Ante esta situación, Cristo le sale al encuentro para que, a través de la prueba de su amor, él puede tocar literalmente y llegar a la conclusión de creer en el amor que no se acaba.
Pidámosle al Señor que nos conceda una experiencia profunda de su amor para que digamos como Santo Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!».
«Hoy asistimos a la resurrección del discípulo. Había transcurrido una semana, una semana que los discípulos, aun habiendo visto al Resucitado, vivieron con temor, con “las puertas cerradas”, y ni siquiera lograron convencer de la resurrección a Tomás, el único ausente. ¿Qué hizo Jesús ante esa incredulidad temerosa? Regresó, se puso en el mismo lugar, «en medio» de los discípulos, y repitió el mismo saludo: “Paz a vosotros”. Volvió a empezar desde el principio. La resurrección del discípulo comenzó en ese momento, en esa misericordia fiel y paciente, en ese descubrimiento de que Dios no se cansa de tendernos la mano para levantarnos de nuestras caídas. Él quiere que lo veamos así, no como un patrón con quien tenemos que ajustar cuentas, sino como nuestro Papá, que nos levanta siempre. En la vida avanzamos a tientas, como un niño que empieza a caminar, pero se cae; da pocos pasos y vuelve a caerse; cae y se cae una y otra vez, y el papá lo levanta de nuevo. La mano que siempre nos levanta es la misericordia. Dios sabe que sin misericordia nos quedamos tirados en el suelo, que para caminar necesitamos que vuelvan a ponernos en pie».
(Homilía de S.S. Francisco, 19 de abril de 2020).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Pediré a Dios que me ayude a sentir su amor infinito el día de hoy.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
¿Por qué no estaba Tomás allí el Domingo de resurrección?
Resurrección y Ascensión. Los discípulos anuncian el gozo de la resurrección:
Cuando todos huyen, Tomás sufre un gran desconcierto, reacciona a su modo, quizá muy similar al de Pedro, y gira en torno a los lugares donde estaba el Señor. Nada puede hacer para librar al Maestro, quizá sólo gritar ante el pretorio de Pilato mezclado entre la muchedumbre que pide su muerte. Luego ve a Jesús llevando la Cruz y la enfurecida multitud que le insulta. Cada paso en la Pasión es un golpe que desmonta sus esquemas mentales y demasiado humanos. Debió buscar seguir a Jesús y se acerca al lugar de la crucifixión donde muchos insultan y se mofan de Cristo. Por fin, cuando todos huyen al desaparecer el sol y temblar la tierra en la muerte de Jesús, quizá observó, sin atreverse a acercarse -estaba avergonzado de su falta de valentía- el descendimiento del Cuerpo del Señor realizado por José de Arimatea, Nicodemo y Juan. Entonces vio los agujeros de los clavos y de la lanza en el cuerpo de Jesucristo y se desmoronó la fe y la valentía que le quedaban aún, por eso no se atrevió a volver con los suyos.
Los sentimientos de Tomás
Su intrepidez, unos días antes al animar a todos a ir con Jesús aunque sea hasta la muerte fue sincera; pero había presunción. Tomás había confiado mucho en sus fuerzas y en su amor en el Maestro. Sus declaraciones le traicionan, y el que más pretendió, más se hundió. Quiso ser el más valiente, y se siente el más humillado, por eso no se atreve a volver con los demás. Estaba destrozado, roto, humillado.
Tomás no estaba con los demás en el Cenáculo el Domingo de Resurrección por la tarde. Parece probable que los diez apóstoles, o alguno de ellos, buscase al desanimado Tomás para ayudarle a volver al redil. Habían escuchado directamente del Maestro la alegoría del Buen Pastor, y podían unir la solicitud por la búsqueda del hermano perdido con el encuentro deseado con el amigo que sufre.
La amistad siempre ha sido el principal instrumento apostólico; pero ahora se trata de demostrar un cariño que no retrocede ante el error o la vacilación. Y Tomás lo estaba pasando muy mal.
La alegría de los Diez, y la de las mujeres, unida a la serenidad gozosa de María Santísima -la que nunca dudó- contrastarían con el aspecto taciturno y dolorido de Tomás. Por así decirlo, Tomás no se perdona a sí mismo el haber sido cobarde, y casi traidor, pues así se considera él a sí mismo. Y, como suele ocurrir, la tristeza formaría como un velo en su mente que le impide ver con claridad lo que ocurre a su alrededor.
La tristeza
Los demás discípulos le anuncian el gozo de la resurrección con una cierta exaltación: "¡Hemos visto al Señor!"(Jn). Es comprensible que uniesen toda clase de datos unidos a su impresiones. Las conversaciones se superpondrían unas a otras. Pero Tomás permanece aferrado a su tristeza y les responde: "Si no veo la señal de los clavos en sus manos, y no meto mi dedo en la señal de los clavos y mi mano en su costado, no creeré"(Jn).
Es muy posible que su resistencia a creer a sus amigos se deba más al orgullo herido que al racionalismo. Se creía tan valiente que su cobardía se convierte en una herida difícil de cerrar. Se había confesado fiel y amador del Maestro, pero falló. Y se aferra a los sentidos, como no queriendo engañarse de nuevo. No quiere que su capacidad de entusiasmo se desborde de nuevo y vuelva a caer tan bajo como se encuentra ahora. La duda de Tomás es fruto más de orgullo herido que de incredulidad. Tomás es un valiente derrotado, que no sabe perder.
Jesús se dirige a Tomás
El domingo siguiente: "estaban de nuevo dentro los discípulos y Tomás con ellos. Estando cerradas las puertas, vino Jesús, se presentó en medio y dijo: La paz sea con vosotros"(Jn). Tomás debió sentir que todo se agitaba en su interior: ¡era verdad lo que le habían dicho los suyos! Y un nuevo dolor se sumó a los anteriores que rompían su alma: "no he sido capaz de creer a mis hermanos", "he fallado una vez más"; pero ahora la alegría de ver de nuevo a "su" Jesús disipa el desaliento, y la luz divina llega dentro, porque hondo era el dolor y la oscuridad que le acongojaban.
Entonces Jesús se dirigió a él personalmente: "Después dijo a Tomás: trae aquí tu dedo y mira mis manos, y trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente"(Jn). Y llega la luz a la mente antes en penumbras: "Jesús no sólo es el Maestro bueno, o sólo el Mesías, ¡es verdaderamente Dios!" y tocando las llagas dijo: "¡Señor mío y Dios mío!"(Jn).
Un acto de fe
Es el acto de fe más extraordinario y explícito de todos los evangelios. Pedro había declarado que Jesús era el Hijo de Dios vivo, pero ahora Tomás, viéndole a Él, resucitado, tocando un cuerpo, declara que Jesús es Dios. No se puede expresar de modo más claro la divinidad del Maestro. Una vez más, de los males Dios saca bienes, y de los grandes males grandes bienes. Si la incredulidad de Tomás fue grande, mayor fue su acto de fe.
Dios permitió las dudas de Tomás para dejar un signo a los que viniesen detrás. Algunos no creen, aunque vean. Basta pensar en los testigos de milagros. Otros creen sin ver nada. Tomás es como la ayuda sensible para los que piden algunas pruebas de que el cuerpo del Resucitado es real, aunque glorioso, tangible. Tomás tocó a Cristo como Hombre, y creyó en Jesús como Dios.
El leve reproche de Jesús a Tomás es un aliento para la fe de los que vendrán: "Porque me has visto has creído; bienaventurados los que sin haber visto han creído"(Jn).
En las palabras de Tomás es posible ver, junto al acto de fe, un acto de contrición; dolor de amor, por no haber sabido estar a la altura de la circunstancias. La paz inundó su alma. Pudo comprobar cómo la fe está unida a la caridad. Y junto a la luz de la fe que experimentaba, comprobó la dulzura de la caridad divina que le perdonaba y le introducía en la vida nueva ganada por Jesucristo. Tomás era ya un hombre nuevo.
La oración del Papa Francisco por Georg Ratzinger
Carta del Papa Francisco a Benedicto XVI por el fallecimiento de su hermano.
Una oración de sufragio para Monseñor Georg Ratzinger, hermano de Benedicto XVI, y una oración para el Papa emérito, "para que sea consolado en este momento de dolor". Esto es lo que el Papa Francisco asegura en una carta enviada a su predecesor por la muerte de su querido hermano, a quien Joseph Ratzinger visitó recientemente el pasado 18 de junio, enfrentándose a la fatiga del viaje a Alemania con el fin de poder verlo por última vez y darle un último adiós.
"Usted - escribe el Papa Francisco a Benedicto - tuvo la delicadeza de informarme en primer lugar de la noticia de la muerte de su querido hermano Monseñor Georg. Deseo renovarle la expresión de mis más sentidas condolencias y cercanía espiritual en este momento de dolor".
"Le aseguro mi oración de sufragio por el difunto - continúa el Papa - para que el Señor de la vida, en su bondad misericordiosa, lo introduzca en la patria del cielo y le conceda el premio preparado para los fieles servidores del Evangelio".
"Y rezo también por usted, Su Santidad -concluye el Pontífice- invocando del Padre, por la intercesión de la Santísima Virgen María, el apoyo de la esperanza cristiana y el tierno consuelo divino. Siempre unidos en la adhesión a Cristo Resucitado, fuente de esperanza y paz".
Francisco se despide en la carta con las significativas palabras "filial y fraternalmente", expresando así el afecto y la devoción que le une a su predecesor.
8 claves para permanecer en presencia de Dios
Lo importante es la pureza de intención que tengas, ese deseo auténtico de unirte a Dios, de decirle “aquí estoy”
Existen muchas maneras de buscar la unión con Dios. Sin querer acabar toda la espiritualidad en este artículo, les comparto 8 acciones que nos ayudarán a buscar a Dios en lo cotidiano y a unirnos a Él sea donde sea o hagamos lo que hagamos.
La clave de lectura de estos consejos está en la intención, es decir, en un corazón que quiere corresponder a Dios, en ese deseo de acercarse a Él y ofrecerle lo que tiene, aunque sean solo dos minutos. Verás que tu vida “rutinaria” irá cambiando, que Dios irá permeando tus costumbres. Estarás dejándote moldear por Dios.
1. Meditación
Hablar de meditación puede asustar incluso a los más veteranos en la vida espiritual. Y es que no hablamos de yoga, reiki o similares, aquí hablamos de la oración, el diálogo entre dos personas en la unidad del amor. Es como cuando hablas con tu papá o tu mamá, pero esto es con Dios. Sí, es un diálogo. Pero no necesitas muchas palabras, basta abrirle el corazón al Señor que ya sabe lo que te sucede. Hablamos principalmente de cinco tipos de oración: bendición, adoración, petición e intercesión, acción de gracias y alabanza. Te recomiendo que dediques unos 30 minutos al día para esto. De preferencia por la mañana, antes de hacer cualquier otra cosa, así permeas todo tu ser y hacer de Dios. ¡Este será tu momento para Él! Lo importante es saberte buscado, esperado, amado por Él. ¡Ahh!, también deberás aceptar los momentos de silencio de Dios: cuando no te habla y parece alejarse, esas ocasiones son las mejores para unirse a Él con fe verdadera.
«Tú, cuando ores, entra en tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará» (Mateo 6,6).
2. Santo Rosario
Cuando el hombre está contento y agradecido suele ofrecer rosas a la “mujer más hermosa del mundo” (su madre o su esposa). El rosario es lo mismo pero con nuestra Madre del Cielo, la Santísima Virgen María. A diario podemos ofrecerle nuestras oraciones como un ramo de flores que luego ella lleva a su Hijo Jesucristo. De esta forma la Madre intercede por sus hijos.
Es un alago, una caricia, una sonrisa que se eleva al Cielo y nos acerca muchísimas gracias. Ese es el santo rosario. Se me ponen los pelos de punta al solo pensar en cuántos murieron con su rosario en la mano, dando la vida por Jesús a través de la intercesión de María. Cuántos otros sufrieron persecuciones y allí estaban rezando un misterio tras otro. Cuántos más se vieron libres de las ataduras del demonio al solo pronunciar el Inmaculado nombre de María.
«No temas, María, pues Dios te ha concedido su favor. Concebirás y darás a luz un hijo, al que pondrás por nombre Jesús. Él será grande, será llamado Hijo de Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la descendencia de Jacob por siempre y su reino no tendrá fin» (Lucas 1, 30-33).
3. Lectura Espiritual
Consiste en leer un libro espiritual durante 15 o 30 minutos al día. Puede ser la vida de un santo, los escritos del papa, libros sobre la oración, los sacramentos, etc,. Siempre que sea una lectura “espiritual”. Esta práctica no sustituye la lectura diaria de la Biblia que incluso podemos hacer en la meditación de la mañana, pero si será una gran oportunidad de abrir tu mirada a la obra espiritual de la Iglesia. Debes tener cuidado con los libros de apariencia espiritual pero que al final terminan por confundirte más. Fíjate si está aprobado por un obispo o por el Papa. Que sea de alguna editorial católica o tenga buenas referencias bibliográficas. Te aseguro que haciendo esto poco a poco irás conociendo más a Jesús, a la Iglesia, a los santos, etc,.
«Porque la palabra de Dios es viva, eficaz y más cortante que una espada de dos filos: penetra hasta la división del alma y del espíritu, hasta lo más profundo del ser y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón» (Hebreros 4, 12).
4. Ángelus
Esta oración data del s. XIII. Es una muy breve oración que recuerda los tres grandes misterios de la Santísima Virgen María: el anuncio que hace el ángel a María de que sería Madre del Salvador, el «Sí» de María a Dios y a su plan redentor, y la Encarnación del Hijo de Dios. Se reza tres veces al día: una por la mañana (puede ser después de la meditación), otra a las 12 en punto (mediodía), y otra por la tarde (luego del rosario). Haciendo esta oración con fe nos unimos a los cristianos que en el mundo elevan sus plegarias a Dios. No olvides que recordar los misterios de la vida de la Santísima Virgen nos va centrando en lo verdaderamente importante, en Jesús, y es que es inevitable que la Madre nos lleve a su Hijo.
«Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó a grandes voces: -Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. Pero ¿cómo es posible que la madre de mi Señor venga a visitarme?… ¡Dichosa tú que has creído! Porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá» (Lucas 1, 42-43.45).
5. Visita Eucarística
Es breve y muy fácil de hacer. Cuando pasas por una iglesia y no dispones sino de 3 minutos, esto es perfecto para tí. Entras a la capilla y haces un acto de fe, visitas al Señor Jesús Sacramentado. Aquí puedes decirle lo que desees, por ejemplo: «Aquí estoy, Señor, paso muy rápido a verte sólo para decirte gracias…». San Francisco cada vez que entraba en una iglesia decía: «Te alabamos, Santísimo Señor Jesucristo, aquí y en todas las iglesias del mundo, pues por tu Santa Cruz redimiste al mundo». Es sencillo. ¡Cuántas veces pasamos de largo al ver una capilla! No se trata tampoco de detenerte en cada capilla que veas, sobre todo si vives en Roma o España donde hay muchas iglesias, sino de buscar estar con Dios, ocupar tu tiempo con Él aunque sea breve. En caso de que no puedas ir a una iglesia, puedes detenerte un momento y unirte a Dios con una “comunión espiritual”, diciéndole a Dios: «Señor, te amo, quiero recibirte a Tí Sacramentado, pero no pudiendo hacerlo ahora, te recibo espiritualmente en mi corazón». Esto sí que renueva tu día, sobre todo en momentos de dificultad.
«Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no volverá a tener hambre; el que cree en mí nunca tendrá sed… La voluntad de mi Padre es que todos los que vean al Hijo y crean en él tengan vida eterna, y yo los resucitaré en el último día» (Juan 6, 35.40).
6. “Credo” antes de dormir
Esto debe ser lo que más cuesta, si es así, vas por buen camino. Cuando llega la noche lo único que uno desea es acostarse y dormir, así que ofrecerle cinco minutos a Dios para rezar el “Credo” será un sacrificio. Este acto de desprendimiento de sí mismo Dios lo ve, tenlo por seguro. Costará más al principio, luego formarás el hábito y te será de gran gusto. Rezar el “Credo” antes de dormir será una ayuda clave incluso frente a las tentaciones: conectarte a Internet hasta la madrugada, ver pornografía o visitar sitios inadecuados, responder mensajes durante horas, etc. Confía tu sueño a Dios, haz la señal de la cruz y dile al Señor: «Sálvanos, Señor, despiertos; protégenos mientras dormimos para que velemos con Cristo y descansemos en paz».
«Sepan que el Señor me ha mostrado su amor. El Señor me escucha cuando lo invoco… Me acuesto tranquilo y en seguida me duermo, porque sólo tú, Señor, me haces descansar en paz» (Salmo 4, 4.9).
7. Via Crucis (viernes)
Esta práctica es de gran ayuda, como todas las anteriores pero especialmente, para centrarte en el misterio pascual de Jesucristo. Recorrer las catorce estaciones te ayudará a sobrellevar la cruz por muy pesada que sea, a unirte al sufrimiento de Nuestro Señor, a encomendar a tantas personas que pasan por momentos difíciles. Luego de varias veces vas descubriendo la estación que más te ayuda, en la cual necesitas profundizar más. Cuando llegas a la estación número quince, que es la Resurreción del Señor, agradece a Dios por tu vida, por tu familia, por todo lo que te ha dado; precisamente es allí donde todo calvario triunfa en la vida nueva. Las heridas sanan. Es hermoso pensar en esto: caminamos con Jesús en esta vida, llevamos nuestra cruz, pero nuestros pasos no son estériles, son semillas de fe para otros, son luz en las tinieblas, son la sal de la tierra. Nuestro caminar es fecundo, ¡atrévete a darle un sentido cristiano a tu vida!
«Si alguno quiere venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, cargue con su cruz, y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí, la conservará» (Mateo 16, 24-25).
8. Jaculatorias
La palabra jaculatoria viene del latín «iaculum» que significa lanza. El término se ha usado en el deporte con la variante “jabalina”. En la vida espiritual las jaculatorias son pequeñas frases que se repiten durante el día, sobre todo en momentos difíciles, para unirnos a Dios. Imagínate que son pequeñas flechas de luz que se lanzan al cielo, donde cada frase es una breve oración que llega directo a Dios. Pueden ser: «Jesús, en tí confío», «Señor, tú sabes que te amo», «Haz de mí un instrumento de tu paz», «Jesús manso y humilde de corazón, haz mi corazón semejante al tuyo», etc. Versículos bíblicos, invocaciones, pedacitos de oraciones, una frase de fe. Aquí tu mismo puedes crearlas, lo importante es repetir constantemente esta frase, de manera que se haga vida, y brote de allí una esperanza o una luz en medio de las tinieblas.
«Que la palabra está cerca de tí; en tu boca y en tu corazón. Pues bien, ésta es la palabra de fe que nosotros anunciamos… Cuando se cree con el corazón actúa la fuerza salvadora de Dios, y cuando se proclama con la boca se obtiene la salvación» (Romanos 8, 10).
Estos consejos no deben ser entendidos en una visión matemática. No significa que mientras más actos hagas, más cerca estás de Dios. Lo que importa es la pureza de intención que tengas, ese deseo auténtico de unirte a Dios, de decirle “aquí estoy”. Una vez comprendido lo anterior estamos listos para cambiar de vida, haciéndola más espiritual, más cercana a Dios. Antes de terminar es necesario que conozcas una máxima muy cierta: «El que no avanza en la vida espiritual, retrocede». No es lo mismo unirte a Dios que no unirte a Él. Tu vida espiritual sin la oración no sigue igual, al contrario, vas retrocediendo, porque el mundo es como un río correntoso, y nosotros vamos contracorriente, cualquier descuido o parada te hará caer en la corriente. Sin caer en angustias o desalientos, debemos luchar para que Cristo reine en mi vida y luego en la sociedad.
Termino con San Pío de Pietrelcina que decía: «Ora, ten fe y no te preocupes».
¿Has pecado? Dios quiere recordarte algo
Él es la misericordia y no no rechaza a quien se reconoce débil, necesitado, pecador, pequeño, limitado
Dios no vino por los justos, sino por los pecadores… eso lo sabemos, pero, cuando nos toca vivir la experiencia del pecador… tenemos dos opciones: ampararse a su misericordia o auto condenarse… cierto, Dios acoge a todos, pero Él es justo y denuncia el pecado. Por eso, en la biblia podemos ver que todos los que se encontraron con Jesús (Mateo, Zaqueo, Magdalena) ninguno fue rechazado, PERO TODOS DEJARON SU VIDA DE PECADO. Él es la misericordia y no no rechaza a quien se reconoce débil, necesitado, pecador, pequeño, limitado.
En nosotros está dejar que el pecado nos destruya o no; podemos, desde el dolor, levantar los ojos a los montes y pedir el auxilio que nos viene del Señor que hizo el cielo y la tierra. Dios que no se deja ganar en generosidad, sale al encuentro de los heridos. Él ama al pecador y es un ejercicio diario repetir: “Dios no me condena”. Es ese Amor el que nos irá moviendo a salir del pecado recurrente. El amor de Dios es lo único que nos puede cambiar y renovar por dentro. Es el único que nos puede sacar de la obscuridad… Dios y solo Dios.
La Palabra de Dios es clara cuando dice que Él sanará los corazones rotos, El enjugará cada lágrima. Y ante la dificultad de seguir adelante, es la fe la que nos debe de mover, y aun cuando no se tenga ganas de rezar y solo llorar… que esas lágrimas sean oración viva para Él, y Él las va a tomar en cuenta y poco a poco Él irá transformando ese luto en danza de júbilo porque seremos testigos que cada herida ha sido sanada por El.
Si has pecado, o sientes que no tienes solución, quisiera pedirte que busques en Su Iglesia el Sacramento de la reconciliación, yo sé, está el miedo a ser regañado, o da vergüenza… y por eso te invito a que le pidas a Él que ponga en tu camino a un sacerdote que te acoja y te muestre lo que Él quiere decirte: “Yo te perdono, vete y no peques más”. Quizá pienses ¿para qué ir si quizá no estoy del todo arrepentido? Pues aún así, ve y desde la conciencia que has pecado, confiesa todo pecado e incluso tu dificultad de arrepentirte… Él ve las intenciones de tu corazón y, sobre todo, Él conoce tu corazón.
No importa si has pecado poco o mucho, si es recurrente o no, Dios quiere que te abras al camino de la conversión, que te enamores de Él, y aprendiendo a vivir del Amor… vas a ir sanando, vas a ir llenando ese vacío que solo el Amor de los Amores puede llenar… no tengas vergüenza, el precio ya ha sido pagado, es solo que te la creas, que en Su Nombre puedes hacer maravillas, puedes perdonar, puedes amar al enemigo, puedes ser santo…
Mira el cielo y si quieres llorar, llora… pero mirando el cielo, debes saber que Él está a tu lado, siendo más real que nunca, por amor a ti. No dudes en buscarle, en buscar a María, a los santos… es que si supieras cuanto te aman… Intenta creerlo. Aunque todo esté oscuro. Tira la red a la derecha. Renuncia a lo que sabes que te hace daño. Y abrázate, porque eres profundamente amado. Y sí, Él te va a sanar de todo pecado. Él es misericordia y Él JAMÁS RECHAZA UN CORAZÓN CONTRITO Y HUMILLADO. Él te espera de todo corazón en la oración y en Su Iglesia porque te ama eternamente.
Estafas, supersticiones y demonios: la oscura verdad detrás del movimiento New Age
Adolfo Orozco Torres, experto científico, advierte del peligro de esta moda
Adolfo Orozco Torres, presidente del Centro Mexicano de Sindonología e investigador del Instituto de Geofísica de la UNAM, es también crítico con la adivinación, la New Age y las supersticiones, pero señala que además de estafadores y de crédulos sí puede darse una acción demoníaca para fomentar estas prácticas según cuenta el semanario Desde la Fe.
Los demonios, con capacidad para realizar cosas extraordinarias, fomentan la adivinación y la New Age con un mensaje: “Tú puedes hacerlo, tú eres tu propio dios, tú tienes potencialidades escondidas o dormidas, que puedes despertar y tomar las riendas de tu destino”.
Hacer a un lado a Dios
Esta enseñanza, afirma Orozco, va encaminada a hacer a un lado a Dios y a poner en su lugar al hombre. Los demonios no pueden prever el futuro (no más que los hombres) así que si la lectura de las cartas revela a la persona algo que finalmente le pasó, es porque el maligno hizo que pasara a fin de engañar al incauto.
Orozco denuncia también que temas relacionados con la New Age, el horóscopo y el espiritismo, figuran en las secciones de salud y tecnología de algunas revistas. Se ven como actos normales y probados con una relación causa-efecto.
Según Orozco, este tipo de contenidos tiene su origen en tres posibles razones:
Magia y cuentos de hadas
“La primera", afirma, "es una credulidad infantil en la existencia de hadas, duendes y seres míticos, una idea proveniente de los más lejanos y oscuros inicios de la humanidad y de la razón, que sobrevive en un sustrato de la mente cuando ésta no está ilustrada o no ha aprendido a razonar correctamente".
Estafadores y timadores
Orozco advierte también el peligro de los timadores: "La segunda razón es la abundancia de estafadores profesionales que viven de esquilmar a las personas diciéndoles las cosas que quieren oír, o bien las que están predispuestas a aceptar"
Así, si a una mujer celosa le dicen "Sí, tu marido, sí te engaña", es una "adivinación" que le parece correcta, aún sus efectos devastadores, que incluso pueden desembocar en dramas terribles.
New Age y la acción directa del diablo
Esta última razón conlleva un peligro serio, ya que proviene directamente del Demonio y sus secuaces.
Orozco advierte que prácticas como la Ouija o visitar las pirámides en 21 de Marzo para "cargarse de energía positiva", no son más que tretas del "padre de la mentira".
Según Orozco, en la Creación sólo existen dos tipos de manifestaciones: las naturales y las sobrenaturales; “las primeras se refieren a cualquier fenómeno o acontecimiento producto de la interacción de las diferentes fuerzas u objetos naturales; mientras que las sobrenaturales son fenómenos en que se producen efectos que sobrepasan las potencialidades propias de la naturaleza". Estos son fenómenos como la Resurrección o los milagros de los santos.
Las manifestaciones naturales tienen su causa directamente en Dios; las sobrenaturales en cambio, están producidas por seres espirituales capacitados por el Señor para producirlas.
Refiere que estos seres se llaman ángeles, y entre ellos puede haber ángeles buenos, pero también ángeles malos, los capitaneados por Luzbel, que tienen la capacidad de producir fenómenos extraordinarios e imbuir las ideas del New Age en las mentes de aquellos que se expongan, realizando actividades como el "Reiki" o el Yoga.
“Muchas personas de buena voluntad", finaliza el Dr. Adolfo Orozco, "que se acercan a estas prácticas condenadas por la Iglesia, ya que van en contra del primer mandamiento, pensarán que estoy exagerando, pero sólo estoy repitiendo con mis palabras las enseñanzas de la Iglesia, y aplicando la Razón y la Ciencia. ¡Mucho cuidado! Sólo hay un pastor y un camino, el que nos señala y nos da la vida verdadera: Cristo”.
Nueva evidencia histórica derriba leyenda negra sobre Pío XII
Esta información constituye una razón más para derribar la leyenda negra sobre el Papa Pío XII
Una reciente investigación dada a conocer recientemente reveló que muchos de los lugares que acogieron a judíos durante la persecución nazi en la Segunda Guerra Mundial eran instituciones de la Iglesia Católica.
Esta información constituye una razón más para derribar la leyenda negra sobre el Papa Pío XII a quien algunos acusan de antisemita y “cómplice” de Hitler cuando en realidad ayudó a salvar a unos 800 mil judíos
Según informó el Catholic Herald, la Fundación Internacional Raoul Wallenberg, un instituto de investigación histórica, se dedica actualmente a buscar los lugares que acogieron a los judíos durante la Segunda Guerra Mundial para colocarles una placa conmemorativa como gesto de gratitud por su labor de rescate. A estos lugares los denomina “Casas de Vida”.
El presidente de la Fundación, Eduardo Eurnekian, indicó que “para nuestra sorpresa, nos enteramos que la gran mayoría de Casas de Vida eran instituciones relacionadas con la Iglesia Católica, que incluían conventos, monasterios, internados, hospitales, etc.”.
A la fecha el instituto ha localizado más de 500 “Casas de Vida” en Italia, Francia, Hungría, Bélgica y Polonia.
Según informó la fundación en su sitio web, uno de los últimos lugares católicos en ser reconocidos como “Casa de Vida” ha sido el Collegio San Giuseppe Instituto De Merode en Roma el 14 de febrero. Este lugar abrió sus puertas clandestinamente a los judíos y les proporcionó alimentos y medicinas hasta el final de la Segunda Guerra Mundial.
Actualmente la fundación está enfocada en encontrar más de estos lugares de acogida en Italia.
En un artículo publicado en el Catholic Herald, se estima que solo en la ciudad de Roma cerca de 4,500 judíos encontraron refugio en iglesias, conventos, monasterios e internados. Durante el tiempo en que sucedió todo esto, el Papa era Pío XII.
Cuando aún era Cardenal, Eugenio Pacelli ya había tenido gestos de ayuda hacia los judíos. En 1937 el Papa Pío XI publicó la encíclica “Mit Brennender Sorge” (Con ardiente inquietud) escrita en alemán donde condenó el nazismo. Pacelli, su secretario, lo ayudó a redactarla.
Cuatro años después, el Purpurado negoció el acuerdo entre la Santa Sede y Alemania para garantizar la libertad religiosa de los católicos en el país.
Al contrario de lo que afirma la leyenda negra en torno al Cardenal Pacelli, los nazis lo llamaban “el amante de los judíos” y lo odiaban tanto que quisieron evitar que fuera elegido Papa en 1939.
Para entonces, el Purpurado ya había hecho más de 50 protestas contra la política nazi. Incluso ayudó a obtener la libertad de un músico judío llamado Ossip Gabrilowitsch que huyó a Estados Unidos y años más tarde se convirtió al catolicismo.
Tras la muerte de Pío XI, el Cardenal Pacelli fue elegido Sucesor de San Pedro y tomó el nombre de Pío XII.
Siendo Papa, incrementó sus actividades de ayuda a los judíos. Se estima que con su obra se lograron salvar unos 800 mil. El Santo Padre los escondía en el Vaticano, sobre todo en Castel Gandolfo, la residencia estival de los Papas.
Llegó a ceder su propia cama para que mujeres judías dieran a luz allí. En total nacieron 42 niños y muchos de ellos fueron llamados Eugenio como acción de gracias a la ayuda del Papa.
También entregó a Israel Zolli, el entonces gran rabino de Roma, un considerable aporte en oro para completar los 50 kilos que los nazis le pidieron entregar a los judíos, algo que no evitó una gran redada en la que volvió a esconder a muchos.
Este y otros gestos hicieron que el rabino se convirtiera al catolicismo, bautizándose con el nombre de Eugenio.
La protección de Pío XII a los judíos y su firmeza moral hicieron que los nazis idearan un plan para secuestrarlo en 1944 cuando el régimen había ocupado Roma. Sin embargo nunca pudieron realizarlo.
El origen de la leyenda negra
Un ex espía de la KGB, Ion Mihai Pacepa, denunció en un artículo publicado en el National Review Online que el Kremlin y la inteligencia rusa armaron un plan llamado “Asiento 12” para destruir la autoridad moral de la Iglesia Católica en la década de 1960.
Pacepa indicó que el principal objetivo era el Papa Pío XII debido a que había fallecido hacía dos años y, como decía el entonces Presidente de Rusia, Nikita Khrushchev, “los muertos no pueden defenderse”.
Pacepa contó que la KGB “quería presentarlo como un antisemita que había alentado el holocausto de Hitler”. Para lograrlo le pidieron modificar algunos documentos originales del Vaticano.
El espía rumano envió cientos de documentos a la KGB relacionados con Pío XII. Sin embargo, no encontró ninguno que incriminara al Papa, por lo cual los alteró.
Estos documentos fueron la base para la obra de teatro “El Vicario” escrita y publicada en 1963 por el alemán Rolf Hochhuth. En ella se presenta a Pío XII como un Papa partidario de los nazis e indiferente al holocausto judío. La obra llegó a traducirse a 20 idiomas.
"Hoy en día, mucha gente que nunca escuchó de ‘El Vicario’ está sinceramente convencida de que Pío XII fue un hombre frío y despiadado que odiaba a los judíos y que ayudó a Hitler a eliminarlos", manifestó Pacepa.
En 1964, el Papa Pablo VI ordenó hacer una investigación sobre la conducta de Pío XII en la Segunda Guerra Mundial. Esta demostró que tanto el Pontífice como la Iglesia Católica ayudaron mucho a los judíos durante la Segunda Guerra Mundial.
En 1999 el autor John Cornwell publicó su libro “El Papa de Hitler”, que también defiende la tesis de que Pío XII era antisemita.
En una entrevista concedida al diario español la Vanguardia, el Papa Francisco, lamentó que se haya generado una concepción errada sobre Pío XII y que se le “haya tirado encima de todo” al Pontífice que ayudó a salvar unos 800 mil judíos del holocausto perpetrado por los nazis.
El Santo Padre recordó que tras la muerte de Pío XII la entonces Primera Ministra de Israel envió una carta que decía: “compartimos el dolor de la humanidad. Cuando el Holocausto golpeó a nuestro pueblo, el Papa se expuso en defensa de las víctimas”