La fe es una relación con una Persona viva a quien amar
- 24 Septiembre 2020
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Fiesta de Nuestra Señora de la Merced, Virgen de la Misericordia
Hoy la Iglesia celebra la fiesta de Nuestra Señora de la Merced, que significa “misericordia”, advocación de la Virgen que se remonta al siglo XIII.
Alejandro Gatracós, sacerdote y capellán del Colegio Altair, en Sevilla, España, nos habla del origen de esta fiesta y de su relación con Barcelona, ciudad de la que es patrona.
***
Castellers, conciertos, sardanas, pasacalles con gigantes y cabezudos, correfocs, fuegos artificiales nocturnos… ¿qué sucede en Barcelona entorno al día 24 de septiembre?
Ese día la ciudad se viste de gala para honrar a la Princesa de Barcelona, la Mare de Déu (Madre de Dios) de la Mercè, en su fiesta.
Historia
¿Cuál es la historia de esta advocación de la Virgen? Nos debemos situar en el año 1203. Estamos en plena batalla entre cristianos y musulmanes: miles de cristianos cautivos eran vendidos como prisioneros en África, y empezaban a desconfiar de la protección de Dios. Un comerciante, llamado Pedro Nolasco, negocia con los musulmanes para redimir a los cautivos cristianos, pero el dinero se acaba, los recursos escasean… San Pedro Nolasco no sabe por dónde seguir, y se plantea qué quiere Dios de él: es un periodo de reflexión intenso. Estamos en el año 1218.
La noche del 1 al 2 de agosto de ese año 1218, la Virgen María se aparece simultáneamente a san Pedro Nolasco, san Ramón de Penyafort y Jaume I y les pide que funden una Congregación para redimir personalmente a los cautivos cristianos de manos de los musulmanes.
San Pedro Nolasco, un emprendedor nato, no entiende que los planes de Dios puedan prescindir de todo patrimonio, de cualquier mínimo recurso, y entonces hace una pregunta que nos recuerda la que hizo Moisés ante Yahvé: “¡Oh Virgen María, madre de gracia, madre de misericordia! ¿Quién podrá creer que tú me mandas?”.
A lo que la Virgen le contestó: “No dudes en nada, porque es voluntad de Dios que se funde esta Congregación en honor mío; será una familia cuyos hermanos, a imitación de mi hijo Jesucristo, estarán puestos para ruina y redención de muchos en Israel y serán signo de contradicción para muchos”.
Orden de la Virgen de la Merced
La Orden recibe el título de Orden de la Virgen de la Merced de la Redención de los cristianos cautivos de Santa Eulalia de Barcelona (primera patrona de la ciudad condal, martirizada en el año 304) en la primeras Constituciones de la Orden, en 1272.
Junto a los votos de pobreza, castidad y obediencia, los mercedarios pronuncian un cuarto voto: estar dispuestos a entregarse como rehenes si ése fuera el único medio de cumplir con su promesa.
El escudo de los mercedarios recoge las cuatro barras rojas sobre un fondo amarillo de la corona de Aragón, y la cruz blanca sobre fondo rojo, titular de la catedral de Barcelona.
Una plaga en Barcelona
Avanzamos unos siglos, y nos situamos en el año 1687. Mes de septiembre: una terrible plaga de langostas azota toda la zona. El pueblo ha acudido a la intercesión de muchos santos, pero la Patrona se encargó de asumir la tarea.
El Consejo de Ciento decretó que el día 18 de octubre toda la ciudad se acogería al patrocinio de la patrona. Llegado el día indicado, la ciudad entera acudió a la basílica a solicitar la protección de María. Como cuentan los cronistas, “quedóse en la mano de María la petición de la Ciudad, quedando esta asegurada del universal consuelo, que puntual se experimentó, pues desde entonces no se vio jamás langosta alguna, cuando entonces se entraba hasta los más retirados retretes de las casas”[1].
Fiesta de la patrona
Nos centramos en la talla de la Mare de Déu de la Mercè, nombrada como patrona de la ciudad en el año 1868 bajo el pontificado de Pío IX. Se trata de una hermosa talla policromada, sedente en un trono gótico con el Niño. Se atribuye la obra al escultor Pere Moragues, en 1361. Está situada en el camarín de la Virgen, desde donde contempla la nave principal del templo.
Habitualmente, la Mare de Déu sale en procesión durante las fiestas de la Mercè por las callejuelas del barrio gótico barcelonés, desde la basílica de la Mercè hasta la catedral. Encabeza la procesión la Guardia Urbana, y en la plaza de la Catedral los gigantes bailan ante su patrona.
Durante la procesión se cantan els Goigs de la Mare de Déu (gozos de la Madre de Dios), unos versos de devoción popular que explican el motivo de la advocación[2].
La Mare de Déu es patrona de numerosas ciudades de España y América Latina, así como de las instituciones penitenciarias.
Oración, arma poderosa
Actualmente no se precisa la liberación de la esclavitud física, al menos en los países europeos, pero sí es urgente la liberación de otras esclavitudes más peligrosas: la esclavitud del pecado y la esclavitud del odio, que nos cierran a las necesidades de los demás y nos impiden liberarles.
En este sentido, el cardenal Juan José Omella decía, en la homilía de la Misa de la Mercè del 2019: “¿dejaremos de mirarnos a nosotros mismos para ayudar a los que sufren más?”[3].Por eso, si estos días estás por Barcelona, no te olvides de pedirle a la Mare de Déu de la Mercè que te enseñe a rescatar a mucha gente con las armas más poderosas de que disponemos los cristianos: el arma de la oración y el arma de la mortificación, envueltas en una alegría que este mundo no puede dar. La Virgen nos ayudará: “Mare de Déu de la Mercè, pregueu per nosaltres”, orad por nosotros.[2] “Dels captius Mare i Patrona, puix del Cel ens heu baixat: Princesa de Barcelona, protegiu vostra ciutat. Els reis moros tenen plenes ses masmorres de captius que al remor de les cadenes ploren llàgrimes a rius. Jesucrist no els abandona, puix Nolasc els ha escoltat”.» De los cautivos Madre y Patrona, del Cielo nos has bajado: Princesa de Barcelona, proteged vuestra ciudad. Los reyes moros tienen llenas sus mazmorras de cautivos que con el rumor de las cadenas lloran lágrimas a ríos. Jesucristo no los abandona, porque Nolasco los ha escuchado». (Traducción del autor)
[3] Cardenal Juan José Omella, homilía 24-9-2019.
Un auténtico encuentro con Dios
Santo Evangelio según san Lucas 9, 7-9. San Bartolomé Apóstol
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, dame la gracia, el día de hoy, de encontrarme en la oración contigo para poder acercarme a ti y poder escucharte. Abre mi corazón para que pueda así sentir tu cercanía y encontrarme hoy contigo.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 9, 7-9
En aquel tiempo, el rey Herodes se enteró de todos los prodigios que Jesús hacía y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado; otros, que había regresado Elías, y otros, que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.
Pero Herodes decía: “A Juan yo lo mandé decapitar. ¿Quién será, pues, éste del que oigo semejantes cosas?”. Y tenía curiosidad de ver a Jesús.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
La persona de Jesucristo tiene como como mayor expresión de amor acercarse a los pecadores y redimirlos. Hoy el Evangelio nos comenta acerca de Herodes y termina diciendo que tenía curiosidad de verlo. Esa misma curiosidad es la curiosidad que podemos sentir nosotros.
El gran problema es que Herodes no estuvo preparado para tener un encuentro con Jesucristo. En el relato de la pasión el Evangelio dice que Jesús no respondió a ninguna de sus preguntas (Lucas 23, 9.). Esto nos recuerda que, para tener ese encuentro personal con Dios, necesitamos purificar nuestra intención y dejarle saber que lo estamos buscando a Él y no a nosotros mismos. Nuestra oración humilde y sencilla se vuelve la oración preferida por Dios en cualquier momento en el cual queramos hablar con Él.
«Saben a dónde ir —grandes teólogos, grandes—, pero no van. También de esto podemos aprender una lección. En la vida cristiana no es suficiente saber: sin salir de uno mismo, sin encontrar, sin adorar, no se conoce a Dios. La teología y la eficiencia pastoral valen poco o nada si no se doblan las rodillas; si no se hace como los Magos, que no sólo fueron sabios organizadores de un viaje, sino que caminaron y adoraron. Cuando uno adora, se da cuenta de que la fe no se reduce a un conjunto de hermosas doctrinas, sino que es la relación con una Persona viva a quien amar. Conocemos el rostro de Jesús estando cara a cara con Él. Al adorar, descubrimos que la vida cristiana es una historia de amor con Dios, donde las buenas ideas no son suficientes, sino que se necesita ponerlo en primer lugar, como lo hace un enamorado con la persona que ama». (Homilía de S.S. Francisco, 6 de enero de 2020).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Dame la gracia de purificar siempre mi intención en cada momento de mi oración. Que seas Tú siempre el centro de mi vida para así ser más digno de hablar contigo.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Le pediré, en una visita al Señor, más humildad para querer unirme a Él en oración.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Ejemplos de fe (IV): el profeta Elías
La vida de Elías —que era un hombre de igual condición que nosotros, muestra cómo Dios auxilia a quienes acuden a Él mediante la oración, especialmente en las dificultades.
Cuarto texto centrado en la virtud de la fe, sobre la que se medita a partir de la vida del Profeta Elías, quien gozó de una gran intimidad con Dios.
Después de Abraham, Moisés y David, surge uno de los hombres más célebres del Antiguo Testamento: el profeta Elías, que el Catecismo de la Iglesia Católica designa como «padre de los profetas, "de la raza de los que buscan a Dios, de los que persiguen su Faz" (Sal 24, 6)»[1], y que, al igual que Moisés, gozó de una gran intimidad con el Señor. Su ejemplo nos puede servir para considerar una exigencia de la fe: la necesidad de dar culto exclusivamente al Señor. La vida de Elías —que era un hombre de igual condición que nosotros[2]- muestra cómo Dios auxilia a quienes acuden a Él mediante la oración, especialmente en las dificultades.
Que todo este pueblo sepa que tú, Yahveh, eres Dios
Elías el Tesbita vivió en el reino de Israel durante el siglo VIII a.C. Su nombre, que significa mi Dios es Yahveh, sintetiza el aspecto central de su misión: recordar que Yahveh es el único verdadero Dios y que solo a Él se debe dar culto. Y hacerlo precisamente cuando el rey Ajab, por influencia de su mujer Jezabel, adoraba a un dios extranjero y el culto al verdadero Dios convivía con la idolatría[3]: «El pueblo adoraba a Baal, el ídolo tranquilizador del que se creía que venía el don de la lluvia, y al que por ello se atribuía el poder de dar fertilidad a los campos y vida a los hombres y al ganado. Aun pretendiendo seguir al Señor, Dios invisible y misterioso, el pueblo buscaba seguridad también en un dios comprensible y previsible, del que creía poder obtener fecundidad y prosperidad»[4].
En esta situación, Dios elegirá a Elías para ser su portavoz frente a los hombres. El profeta anuncia a Ajab las consecuencias de su apostasía: «Vive el Señor, Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que durante estos años no habrá rocío ni lluvia, si no es por mi palabra»[5].
Años más tarde, cuando los efectos de la sequía se han vuelto dramáticos [6], el Señor envía de nuevo a Elías a presentarse ante el rey. El profeta pide a Ajab que reúna a todo Israel y a los profetas de Baal en el monte Carmelo. El rey accede, y entonces Elías lanza su desafío: «Solamente he quedado yo como profeta del Señor, mientras que los profetas de Baal son cuatrocientos cincuenta hombres. Traednos dos novillos: que ellos elijan uno, lo descuarticen y lo coloquen sobre la leña sin prenderle fuego; yo prepararé el otro, lo pondré sobre la leña y tampoco le prenderé fuego. Vosotros invocaréis el nombre de vuestro dios y yo invocaré el nombre del Señor. El dios que responda con el fuego, ése es el verdadero Dios[7]». La propuesta está pensada para que todos puedan reconocer quién es el verdadero Dios, ya que el pecado del pueblo no consistía en haber olvidado completamente al Señor, sino en ponerlo junto a otro dios.
Las invocaciones de los numerosos profetas de Baal se prolongan por varias horas, pero no obtienen nada. En cambio, la oración de Elías encuentra una respuesta inmediata: cae fuego del cielo que consume el novillo, la leña e incluso el agua que el profeta había mandado derramar en abundancia sobre la víctima del sacrificio. Ante la evidencia, el pueblo exclama unánime, rostro en tierra: ¡el Señor es el verdadero Dios![8]. El culto a Baal, dios de la lluvia, se ha revelado falso y la existencia de otros dioses fuera de Yahveh queda descartada.
Durante la confrontación, Elías se mueve con la seguridad de la fe, con el aplomo de quien sabe que se encuentra en manos de quien es más fuerte que la naturaleza y que los hombres. Las burlas que dirige a los profetas de Baal mientras invocan a su dios resultan bien elocuentes de su confianza en que el Señor intervendrá en su favor: gritad con voz más fuerte, porque él es dios, pero quizá esté meditando, o tenga alguna necesidad, o esté de viaje, o a lo mejor está dormido y tiene que despertarse[9].
Con razón se puede llamar a Elías el profeta del primer mandamiento, que manda creer en Dios y adorarlo, amándolo sobre todas las cosas, sin ir en pos de otros dioses [10]. Elías defiende la primera consecuencia del precepto: dar culto solo al Señor.
Explicaba Benedicto XVI: «Solo así Dios es reconocido por lo que es, Absoluto y Trascendente, sin la posibilidad de ponerlo junto a otros dioses, que lo negarían como absoluto, relativizándolo. Esta es la fe que hace de Israel el pueblo de Dios; es la fe proclamada en el conocido texto del Shemá Israel: "Escucha, Israel: el Señor es nuestro Dios, el Señor es uno solo. Amarás, pues, al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas" (Dt 6, 4-5)»[11].
El hombre no puede poner al Dios único junto a otros dioses. Aunque hayan transcurrido muchos siglos y las circunstancias actuales resulten distintas de las del antiguo Israel, la tentación de quitar a Dios del lugar que le corresponde sigue tan presente como entonces.
Al descubrir en nuestra propia vida intereses, gustos o preocupaciones que tienden a ocupar el primer lugar en la cabeza o en el corazón, podemos pedir al Señor que avive nuestra fe y la vuelva realmente operativa, de modo que nada —ni una criatura, ni un pensamiento o deseo de nuestro propio yo— disminuya la dedicación total que debemos a Él.
Como nos recuerda el Papa Francisco, «cada uno de nosotros, en la propia vida, de manera consciente y tal vez a veces sin darse cuenta, tiene un orden muy preciso de las cosas consideradas más o menos importantes. Adorar al Señor quiere decir darle a Él el lugar que le corresponde; adorar al Señor quiere decir afirmar, creer —pero no simplemente de palabra— que únicamente Él guía verdaderamente nuestra vida; adorar al Señor quiere decir que estamos convencidos ante Él de que es el único Dios, el Dios de nuestra vida, el Dios de nuestra historia»[12].
La actuación de Elías nos anima también a ser valientes a la hora de dar testimonio público de nuestra fe, ante los intentos —viejos, pero que se renuevan continuamente— de reducir la religión a una cuestión privada. Se pretende excluir de la vida social toda referencia a Dios, como si hablar de Él ofendiera algunas sensibilidades.
A Elías no le basta su propia fidelidad al Señor. En el monte Carmelo reza para que todo Israel sepa que Yahveh es el verdadero Dios, que convierte los corazones [13]. La fe no puede quedar encerrada: «nace de la escucha, y se refuerza con el anuncio»[14], «implica un testimonio y un compromiso público. El cristiano no puede pensar nunca que creer es un hecho privado»[15].
¡Toma mi vida, pues yo no soy mejor que mis padres!
Tras el holocausto del Carmelo, el pueblo reconoce que Yahveh es Dios. Poco después, el rey será testigo de cómo el profeta consigue del Señor el fin de la sequía [16]. Pero en el momento que podría considerarse el mayor triunfo de Elías, su historia sufre un vuelco inesperado: la esposa del rey, indignada por lo que ha hecho, se propone ejecutarlo. Ante la amenaza, Elías tiene miedo y escapa, adentrándose en el desierto. Extenuado por la marcha y por la amargura que debía experimentar al verse abandonado frente al odio de la reina, deseó la muerte diciendo: ya es demasiado, Señor, toma mi vida pues yo no soy mejor que mis padres[17].
Durante años, Elías ha sido el único testigo de Dios en Israel; además, se acaba de enfrentar a cuatrocientos cincuenta profetas de Baal delante de todo el pueblo y con la hostilidad del rey. Ahora, en cambio, se atemoriza ante las amenazas de Jezabel y huye lo más lejos que puede. ¿Dónde quedó su seguridad? ¿Ya no confía en el Señor, que lo ha acompañado hasta ahora con tantos prodigios?
También hay episodios en la vida de san Josemaría en que, como Elías, experimentó el miedo. Por ejemplo, la víspera del 2 de octubre de 1936. Eran los primeros meses de la guerra civil española, y nuestro Fundador se encontraba escondido en Madrid con otras personas, cuando les anunciaron un registro inminente que les podía acarrear el fusilamiento. Ante la proximidad de la muerte, sintió de una parte, el gozo inmenso de ir a unirme definitivamente con la Trinidad; de otra, la claridad con que Él me hacía ver que yo no valgo nada, no puedo nada y, por eso, temblaba con auténtico miedo[18].
Quizá nosotros no hemos pasado por una situación tan extrema, pero puede que hayamos experimentado el descorazonamiento, tal vez al recibir una mala noticia, o ante un aparente fracaso apostólico, o al comprobar la magnitud de la propia miseria. Sin embargo, Dios conoce mejor que nosotros lo poco que somos: solo nos pide la humildad de reconocerlo, y la lucha para rectificar, para servirle cada día mejor, con más vida interior, con una oración continua, con la piedad y con el empleo de los medios adecuados para santificar tu trabajo[19].
Como a Elías, las circunstancias adversas deben llevarnos a invocar confiada y sinceramente al Señor. Es el momento de ejercer la virtud de la fe, que, unida a la esperanza, resulta más necesaria a la hora de la soledad y del aparente fracaso que a la hora del triunfo y de la aclamación popular. La oración de Elías en ese momento de desaliento fue una oración grata a Dios, porque venía de un corazón sincero y humilde, que ardía de celo por las cosas del Señor y aceptaba todo lo que de Él pudiera venir. Y ante esa plegaria, no tarda en llegar la respuesta: por dos veces Dios envía un ángel, que le despierta y manda que coma y beba. Elías se levantó, comió y bebió; y con las fuerzas de aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el Horeb, el monte de Dios[20].
Nuestro Señor no abandona nunca a quienes trabajan por su causa. Elías, el hombre de Dios, ha vivido de Él en todo momento: le ha sostenido en las adversidades, le ha ayudado a perseverar, le ha dado los medios que necesitaba para llevar a cabo su misión. A pesar de las dificultades y los altibajos, vemos su vida fecunda, serena, feliz. Los profetas de Baal, en cambio, recibían su alimento en la corte. Quizá pensaron que adulando a la reina, doblando la rodilla ante Baal, se aseguraban una vida tranquila. No fue así: es preferible sentarse a la mesa del Señor que a la de los ídolos; es mejor ser esclavo del Señor que esclavo del pecado [21].
No hay mayor libertad para el hombre que la de reconocer su condición de criatura y adorar a Dios: ese es el remedio más eficaz contra todas las idolatrías: «quien se inclina ante Jesús no puede y no debe postrarse ante ningún poder terreno, por más fuerte que sea. Los cristianos solo nos arrodillamos ante Dios»[22].
[1] Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2582.
[2] St 5, 17.
[3] Cfr. 1 Re 16, 31.
[4] Benedicto XVI, Audiencia general, 15-VI-2011.
[5] 1 Re 17, 1.
[6] Cfr. 1 Re 18, 5.
[7] 1 Re 18, 22-24.
[8] 1 Re
[9] 1 Re 18, 27.
[10] Cfr. Dt 6, 14.
[11] Benedicto XVI, Audiencia general, 15-VI-2011.
[12] Francisco, Homilía, 14-IV-2013.
[13] Cfr. 1 Re 18, 37.
[14] Francisco, Homilía, 14-IV-2013.
[15] Benedicto XVI, Motu proprio Porta fidei, 11-X-2011, n. 10.
[16] Cfr. 1 Re 18, 41-46.
[17] 1 Re 19, 4.
[18] Palabras de San Josemaría recogidas en J. Echevarría, Memoria del Beato Josemaría, p. 116.
[19] San Josemaría, Forja, n. 379.
[20] 1 Re 19, 8.
[21] Cfr. Amigos de Dios, nn. 34-35.
[22] Benedicto XVI, Homilía en la solemnidad del Corpus Christi, 22-V-2008.
Por un futuro donde quien tiene más, se comprometa a servir
Catequesis del Papa Francisco, 23 de septiembre de 2020
En la catequesis de la Audiencia General realizada en el patio de San Dámaso en el Vaticano, el Papa Francisco se refirió al tema de ¿cómo vamos a salir de esta crisis? En una catequesis anterior se refirió a la solidaridad como un elemento importante para enfrentar este momento de dificultad. En la catequesis de hoy afirmó: “no hay verdadera solidaridad sin participación social, sin la contribución de los cuerpos intermedios: de las familias, de las asociaciones, de las cooperativas, de las pequeñas empresas, de las expresiones de la sociedad civil”.
Más que una crisis sanitaria
Francisco se refirió a las crisis que vive la sociedad actual solo puede ser superada si cada uno asume su parte de responsabilidad: “Tenemos que responder no solo como individuos, sino también a partir de nuestro grupo de pertenencia, del rol que tenemos en la sociedad, de nuestros principios y, si somos creyentes, de la fe en Dios”. Sin embargo, hizo notar que “a menudo muchas personas no pueden participar en la reconstrucción del bien común porque son marginadas, excluidas o ignoradas; ciertos grupos sociales no logran contribuir porque están ahogados económica o políticamente”. Para participar en el cuidado y la regeneración de nuestros pueblos, afirma el Papa, “es justo que cada uno tenga los recursos adecuados para hacerlo (cfr Compendio de la doctrina social de la Iglesia [CDSC], 186)”.
El principio de subsidiariedad
El Papa cita al Papa pío XI, quien “explicó lo importante que era para una verdadera reconstrucción el principio de subsidiariedad (cfr Enc. Quadragesimo anno, 79-80). Tal principio tiene un doble dinamismo: de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba” y que posibilita la participación y la acción de todos los miembros de la sociedad, no solo de los más poderosos o de los más débiles, sino, de todos. Por eso: “Cada uno debe tener la posibilidad de asumir la propia responsabilidad en los procesos de sanación de la sociedad de la que forma parte”.
Francisco subrayó la importancia de reconocer que dar participación incluye reconocer la sabiduría de aquellos que son los descartados, situados en los márgenes de las sociedades: “Lamentablemente, esta injusticia se verifica a menudo allí donde se concentran grandes intereses económicos o geopolíticos, como por ejemplo ciertas actividades extractivas en algunas zonas del planeta (cfr QA, 9.14). Las voces de los pueblos indígenas, sus culturas y visiones del mundo no se toman en consideración. Hoy, esta falta de respeto del principio de subsidiariedad se ha difundido como un virus”. El Papa insistió: “Se escucha más a las grandes compañías financieras que a la gente o aquellos que mueven la economía real. Se escucha más a las compañías multinacionales que a los movimientos sociales. Así no permitimos a las personas que sean protagonistas del propio rescate (…) Hay que dejar actuar la sabiduría del pueblo para poder salir de la crisis”.
El Obispo de Roma, refiriéndose a la importancia de la participación de todos en la solución de la crisis, declaró: “Nadie puede quedarse fuera. La injusticia provocada por intereses económicos o geopolíticos tiene que terminar, y dar paso a una participación equitativa y respetuosa”.
En este contexto, Francisco puso el siguiente ejemplo: "¿Qué estás haciendo? - Voy a trabajar para los pobres... Ah, qué bien. ¿Y qué es lo que haces? - Enseño a los pobres, les digo lo que tienen que hacer... No, eso no es bueno, el primer paso es dejar que los pobres te digan cómo viven, qué necesitan..." ¡Deja que todos hablen! Y así es como funciona el principio de subsidiariedad. No podemos dejar a esta gente fuera de la participación; su sabiduría, la sabiduría de los grupos más humildes no puede ser dejada de lado”.
Respetar la autonomía y la capacidad de iniciativa
El Papa, citando el texto de San Pablo (cfr 1Cor 12,22) en el que se afirma que “Todas las partes del cuerpo son necesarias” y las que parecen más débiles y menos importantes, en realidad son las más necesarias; a la luz de esa imagen afirma: “podemos decir que el principio de subsidiariedad permite a cada uno asumir el propio rol para el cuidado y el destino de la sociedad. Realizarlo da esperanza en un futuro más sano y justo; y este futuro lo construimos juntos, aspirando a las cosas más grandes, ampliando nuestros horizontes e ideales”.
Solidaridad y subsidiariedad
El Papa insistió que “no hay verdadera solidaridad sin participación social, sin la contribución de los cuerpos intermedios: de las familias, de las asociaciones, de las cooperativas, de las pequeñas empresas, de las expresiones de la sociedad civil. Tal participación ayuda a prevenir y corregir ciertos aspectos negativos de la globalización y de la acción de los Estados, como sucede también en el cuidado de la gente afectada por la pandemia. Estas contribuciones “desde abajo” deben ser incentivadas”.
Francisco valoró la actitud de reconocer mediante aplausos el trabajo y entrega del personal sanitario, sin embargo, insistió: “Extendamos este aplauso a cada miembro del cuerpo social, por su valiosa contribución, por pequeña que sea. Aplaudamos a los ancianos, a los niños, las personas con discapacidad, los trabajadores, todos aquellos que se ponen al servicio. ¡Pero no nos detengamos solo en el aplauso!”
La esperanza es audaz
Francisco insistió a quienes le escuchan: “La esperanza es audaz, así que animémonos a soñar en grande, buscando los ideales de justicia y de amor social que nacen de la esperanza. No intentemos reconstruir el pasado, especialmente el que era injusto y ya estaba enfermo”.
El Papa finalizó su mensaje invitando a todos: “Construyamos un futuro donde la dimensión local y la global se enriquecen mutuamente, donde la belleza y la riqueza de los grupos menores pueda florecer, y donde quien tiene más se comprometa a servir y dar más a quien tiene menos”.
Saludos a los cristianos de Cuba
El Papa se despidió de los asistentes, recordando que en estos días se cumplen cinco años de su viaje a Cuba: “Saludo a mis hermanos Obispos y a todos los hijos e hijas de esa amada tierra. Les aseguro mi cercanía y mi oración. Pido al Señor, por intercesión de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, que los libre y alivie en estos momentos de dificultad que atraviesan a causa de la pandemia”.
5 tips para ser más pacientes
A veces creemos que hemos conseguido una gran victoria en adquirir paciencia, y luego, de la nada, ¡explotamos!
Ninguno de nosotros puede afirmar haber dominado perfectamente la virtud de la paciencia. A veces creemos que hemos conseguido una gran victoria en adquirir paciencia, y luego, de la nada, ¡explotamos! Nuestra ilusión de ser la persona más paciente del mundo se desvanece en instantes.
La paciencia es tan importante que Jesucristo, nuestro modelo en todas las virtudes, dijo: "Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas". Una alma piadosa oró en desesperación: "¡Señor, dame paciencia, pero la necesito ahora mismo!". Tal vez esta ha sido tu clase de oración por los últimos años.
Nuestra paciencia puede ser probada en diferentes tiempos y circunstancias. Los problemas de salud, los contratiempos económicos, algún miembro de la familia que podría poner al mismo Job a prueba, los cambios climáticos, las relaciones fallidas y rotas, e incluso Dios. A veces parece que Dios es muy lejano, no parece oír mis oraciones, o al menos parece desinteresado o indiferente a mis plegarias. Todo lo anterior puede poner a prueba mi paciencia.
¿Cómo obtener paciencia?
¿Cuáles son, entonces, las maneras en que podemos adquirir la virtud de la paciencia, que es tan importante como lo recuerda Jesús, necesaria para la salvación de nuestras inmortales almas? Ofreceremos aquí cinco maneras concretas de alcanzar la paciencia.
1.- Oración: San Ignacio insiste en que debemos rogar por la gracia. San Agustín nos recuerda humildemente que todos somos mendigos delante de Dios. Dios está dispuesto a dar si simplemente perseveramos en pedirle. Recuerda a la viuda persistente que ganó el favor del calloso y frío juez por la sencilla razón de que siguió pidiendo su ayuda. "Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá" (Mt. 7, 7).
2.- Vida de Jesús: Jesús dijo: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie viene al Padre sino a través mío". Hay un dicho: "Dime con quién andas y te diré quién eres". Si pasamos el tiempo meditando en los evangelios y en las palabras, gestos y acciones de Jesús, entonces calará en nosotros. Comencemos imitando a Jesús cada vez más y específicamente en la virtud de la paciencia.
3.- Pasión de Cristo: Muchos santos tenían una especie de magnetismo en sus corazones para leer y meditar sobre la historia de amor más grande del mundo. "No hay mayor amor que morir por los seres queridos". Una meditación constante sobre la Pasión, el sufrimiento, la crucifixión y la muerte de Jesús puede resultar una fuente infinita de bendiciones y la llave para abrir la puerta de la paciencia de los más endurecidos de corazones.
4.- Pruebas y oportunidades: Entonces, cuando las pruebas lleguen como un diluvio torrencial, recuerda algún elemento de la Pasión de Cristo, ya sea a partir de los evangelios, o las obras de escritores como Ana Catherina Emmerick. La prueba será vista en una perspectiva más universal y sobrenatural. La prueba que me visita de hecho es muy doloroso, pero, en comparación con lo que Nuestro Señor y Salvador Jesucristo ha pasado, es una mera bagatela. También sufro pruebas parciales como resultado de mi propia pecaminosidad y pasado deshonesto, pero Jesús sufrió los dolores más insoportables siendo el epítome y la esencia de la Inocencia. Todos podemos escoger un elemento o detalle de la Pasión de Cristo que parece habernos golpeado más y recordar esa escena cuando mi paciencia se pone a la prueba. ¡El amor de Jesús me puede hacer llevar pacientemente las más pesadas cruces! Como dice San Pablo: "El amor de Cristo nos obliga".
5.- María Nuestra Señora de los Dolores: Un elemento esencial en la Pasión de Cristo de Mel Gibson fue la presencia de la Santísima Virgen María a lo largo de toda la película. Sólo en segundo lugar a Jesús estaba María en la intensidad del sufrimiento. La película retrata a Nuestra Señora de las Angustias a lo largo del camino del Calvario que acompaña a Jesús en su juicio más amargo. María estaba al pie de la cruz, paciente hasta un grado heroico. María practicó la paciencia toda su vida: viajando a Belén, huyendo a Egipto, buscando a su Hijo por tres largos días, perdiendo a su amado esposo San José, y acompañando a su amado Hijo Jesús, viéndole crucificado y permaneciendo con él hasta su último aliento. Cuando nuestra paciencia se pone a prueba, entonces debemos elevar nuestros ojos, mente, corazón y alma a Nuestra Señora, y ella nos conseguirá una paciencia heroica.
Todos nosotros luchamos diariamente para ser pacientes con los demás, con nosotros mismos, con las circunstancias y, a veces, incluso con Dios. La paciencia es tan esencial para nuestras vidas que incluso Jesús dijo: "Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas". Utilicemos las armas que tenemos en nuestro arsenal para alcanzar la virtud de la paciencia. Oremos como mendigos al dador más generoso, Dios. Aproximémonos a Jesús el "Santo de los Santos". Meditemos en la Pasión de Cristo y cuando surjan oportunidades para practicar la paciencia, recordemos todo lo que Jesús sufrió por el mundo y por ti. ¡Por último, que Nuestra Señora de los Dolores nos alcance un corazón manso, humilde y paciente!
¿Por qué llamar a María, Madre de Dios?
Si María dio a luz a Cristo, y Cristo es Dios, entonces María debe y con mayor razón puede ser llamada con derecho Madre de Dios
Nuestros hermanos protestantes encuentran dificultad para comprender cómo es que nosotros los católicos podemos llamar a María con el título de “Madre de Dios”. Pues cómo Dios, que es el creador de todo el universo, puede tener una madre. ¿Cómo debemos entender nosotros los católicos este título? Vamos a descubrirlo.
Nombrar a Nuestra Madre como la “Madre de Dios”, es ya una tradición bien conocida entre los fieles. En el Avemaría lo mencionamos frecuentemente al decir: “Santa María, Madre de Dios”, ruega por nosotros pecadores.
María es la Madre de Jesús, el Hijo de Dios, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad y así lo constatan los Evangelios. De modo que con esto no queremos decir que María engendró a Dios Padre, sino a Cristo, el Hijo del Altísimo. El ángel Gabriel así se lo manifestó a nuestra Señora cuando le dijo: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios” (Lc 1, 35).
María concibió en sus entrañas por obra del Espíritu Santo y dio a luz a su Hijo. Ese Primogénito es verdadero Dios y verdadero Hombre. Si María dio a luz a Cristo, y Cristo es Dios, entonces María debe y con mayor razón puede ser llamada con derecho Madre de Dios, quien con su sí, nos trajo al Emmanuel es decir: al “Dios con nosotros”.
El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice: […] En efecto, aquél que ella concibió como hombre, por obra del Espíritu Santo, y que se ha hecho verdaderamente su Hijo según la carne, no es otro que el Hijo eterno del Padre, la segunda persona de la Santísima Trinidad. La Iglesia confiesa que María es verdaderamente Madre de Dios [Theotokos] (cf. Concilio de Éfeso, año 649: DS, 251) (CEC 495).
Es cierto que María sólo otorgó a Jesús su condición humana y no la divina. Pero también, es cierto que dio a luz a una persona divina. Y es que este niño, que es Cristo, fue procreado por el Padre en su forma divina y de María Virgen vino su humanidad. Es decir, Jesús en su persona divina existe desde toda la eternidad y obtiene su forma de naturaleza humana en el momento en que es concebido en el seno virginal de María.
Esta unión en Cristo de sus dos naturalezas (la divina y la humana) se conoce como “unión hipostática”. Por lo que el hecho de que María sea Madre de Dios avala que Jesús es verdadero Dios y verdadero Hombre.
Es en el Concilio de Éfeso que se llevó a cabo en el año 431, es en donde se proclamó de manera oficial este título a María como la Madre de Dios. Aquí un extracto de esa declaración:
“Desde un comienzo la Iglesia enseña que en Cristo hay una sola persona, la segunda persona de la Santísima Trinidad. María no es solo madre de la naturaleza, del cuerpo pero también de la persona quien es Dios desde toda la eternidad. Cuando María dio a luz a Jesús, dio a luz en el tiempo a quien desde toda la eternidad era Dios. Así como toda madre humana, no es solamente madre del cuerpo humano sino de la persona, así María dio a luz a una persona, Jesucristo, quien es ambos Dios y hombre, entonces Ella es la Madre de Dios”.
La intercesión de María ¿Está fundamentada en la Biblia?
¿En qué parte de la Biblia se dice que María intercede entre Dios y los hombres?
Pregunta:
Me gustaría saber en qué parte de la Biblia se dice que María intercede entre Dios y los hombres, les pido un solo fundamento bíblico. Dios les guíe.
Les pido su opinión para poder argumentar este asunto. Gracias
Respuesta:
Los católicos no creemos que la Virgen intercede entre Dios Padre y los hombres, pero si que su intercesión es ante Dios Hijo -la segunda persona de la Santísima Trinidad que se encarnó en su vientre- y los hombres. La parte donde en la Biblia se dice que María intercede entre el Hijo y los hombres, está en el Evangelio de Juan capítulo 2 versículos del 1-11.
1.- El primer milagro de Jesús fue por la Intercesión de la Virgen María.
Expliquemos detenidamente este pasaje para ver lo que sucedió:
«Tres días después se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús.
Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos.
Y, como faltaba vino, porque se había acabado el vino de la boda, le dice a Jesús su madre: «No tienen vino.»
Jesús le responde: «¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora.»
Dice su madre a los sirvientes: «Hagan lo que él les diga.»
Había allí seis tinajas de piedra, puestas para las purificaciones de los judíos, de dos o tres medidas cada una. Les dice Jesús: «Llenen las tinajas de agua.» Y las llenaron hasta arriba.
... Dice el mayordomo: «Todos sirven primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el inferior. Pero tú has guardado el vino bueno hasta ahora.»
Así, en Caná de Galilea, dio Jesús comienzo a sus señales. Y manifestó su gloria, y creyeron en él sus discípulos». Jn 2,1-11
María intercede ante Dios Hijo por los hombres. Expliquémoslo:
*Allí María ve que hay Una necesidad "Y, como faltaba vino, porque se había acabado el vino de la boda, le dice su Madre(María) a Jesús: "No tienen vino." Jn 2,3
*Jesús le contesta "¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora." Jn 2,4
*Esta respuesta es porque María obviamente esta pidiéndole A Jesús que es Dios (Jn 1,1;Jn 5,23;Jn 20,28), que haga algo por esa necesidad que allí había.
* Entonces eso es Interceder, y si lo hizo a favor de las personas que celebraban ese momento entonces intercedió por esos hombres. Jn 2,6
De esta manera una persona que desee conocer un pasaje bíblico donde María intercede ante Dios Hijo por los hombres le bastará leer este pasaje bíblico donde se unieron estos cuatro aspectos:
1) María
2) Intercediendo
3) Ante Dios Hijo
4) Por los hombres.
2.- Si intercedió estando en la tierra, con mayor razón lo hará estando plenamente unida a Dios en el cielo.
Por supuesto, si María intercedió aquí en la tierra, con mayor razón lo hará ahora al estar plenamente unida a Dios, pues dice el Apóstol Pablo que el amor nunca pasará.
Si por amor María intercedió aquí, ahora allá lo podrá hacer mucho más.
"El amor nunca pasará. Desaparecerán las profecías. Cesarán las lenguas. Desaparecerá la ciencia. 1 Cor 13,8
Además, si Jesucristo escuchó y respondió a la oración del malhechor por un momento de fe cuando estaba en la cruz (Lc 23,42), con mayor razón escuchará a su madre (Lc 2,16) que hizo en perfección la voluntad de Dios y dijo: "he aquí la esclava del Señor. Hágase en mi según tu Palabra" Lc 1,38
Si por un minuto de fe escuchó y respondió al malhechor, ¿Qué no hará Jesús por su madre que tuvo una vida de fe y obediencia?
Recuerde al Apóstol Santiago hablando sobre la intercesión:
"La oración del justo tiene mucho poder"
Stgo 5,16
Así de fuerte será la oración e intercesión de María.
Nota: El error del protestante se da porque malinterpreta el pasaje de 1 Tim 2, 5 donde dice que Cristo es el único mediador. Allí se está refiriendo a que la salvación nos viene solamente por medio de Cristo y en eso estamos 100% de acuerdo. Los católicos no creemos que los santos o Maria sean nuestros salvadores. Creemos lo que la Biblia dice, que todos podemos interceder unos por otros. La única mediación de Jesucristo no está en contra de la intercesión. De hecho la Biblia dice que todos somos intercesores:
"Oren unos por otros intercediendo por todos los santos"(Ef 6,18)
PRECES
Muchas veces experimentamos la sed en nuestro interior. Sabiendo que solo Dios puede saciarla, le decimos:
R/MDanos, Señor, el agua viva.
Pensábamos que lo teníamos todo, y hemos descubierto que nuestras cisternas estaban agrietadas: necesitamos de tu misericordia.MR/
Nos creemos satisfechos pero, de repente, sentimos en nuestro interior la tristeza y el vacío: concédenos tu perdón.MR/
La fatiga del trabajo y la lucha contra las dificultades que encontramos nos debilitan y desalientan: sin ti no podemos nada.MR/
Creemos que vivimos en un oasis en medio del desierto, y descubrimos que era un espejismo, porque nuestro corazón está hecho para ti: muéstrate para que nuestra felicidad sea colmada.