Fueron de aldea en aldea, anunciando la Buena Noticia
- 23 Septiembre 2020
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Padre Pío de Pietrelcina (Francisco Forgione), Santo
Memoria Litúrgica, 23 de septiembe
Un humilde fraile que ora
Martirologio Romano: San Pío de Pietrelcina (Francisco) Forgione, presbítero de la Orden de Hermanos Menores Capuchinos, que en el convento de San Giovanni Rotondo, en Apulia, se dedicó a la dirección espiritual de los fieles y a la reconciliación de los penitentes, mostrando una atención particular hacia los pobres y necesitados, terminando en este día su peregrinación terrena y configurándose con Cristo crucificado († 1968)
Fecha de beatificación: 2 de mayo de 1999 por S.S. Juan Pablo II
Fecha de canonización: 16 de junio de 2002 por S.S. Juan Pablo II
Breve Biografía
“En cuanto a mí, ¡Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo” (Gal 6, 14).
Padre Pío de Pietrelcina, al igual que el apóstol Pablo, puso en la cumbre de su vida y de su apostolado la Cruz de su Señor como su fuerza, su sabiduría y su gloria. Inflamado de amor hacia Jesucristo, se conformó a Él por medio de la inmolación de sí mismo por la salvación del mundo. En el seguimiento y la imitación de Cristo Crucificado fue tan generoso y perfecto que hubiera podido decir “con Cristo estoy crucificado: y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí” (Gal 2, 19). Derramó sin parar los tesoros de la graciaque Dios le había concedido con especial generosidad a través de su ministerio, sirviendo a los hombres y mujeres que se acercaban a él, cada vez más numerosos, y engendrado una inmensa multitud de hijos e hijas espirituales.
Este dignísimo seguidor de San Francisco de Asís nació el 25 de mayo de 1887 en Pietrelcina, archidiócesis de Benevento, hijo de Grazio Forgione y de María Giuseppa De Nunzio. Fue bautizado al día siguiente recibiendo el nombre de Francisco. A los 12 años recibió el Sacramento de la Confirmación y la Primera Comunión.
El 6 de enero de 1903, cuando contaba 16 años, entró en el noviciado de la orden de los Frailes Menores Capuchinos en Morcone, donde el 22 del mismo mes vistió el hábito franciscano y recibió el nombre de Fray Pío. Acabado el año de noviciado, emitió la profesión de los votos simples y el 27 de enero de 1907 la profesión solemne.
Después de la ordenación sacerdotal, recibida el 10 de agosto de 1910 en Benevento, por motivos de salud permaneció en su familia hasta 1916. En septiembre del mismo año fue enviado al Convento de San Giovanni Rotondo y permaneció allí hasta su muerte.
Enardecido por el amor a Dios y al prójimo, Padre Pío vivió en plenitud la vocación de colaborar en la redención del hombre, según la misión especial que caracterizó toda su vida y que llevó a cabo mediante la dirección espiritual de los fieles, la reconciliación sacramental de los penitentes y la celebración de la Eucaristía. El momento cumbre de su actividad apostólica era aquél en el que celebraba la Santa Misa. Los fieles que participaban en la misma percibían la altura y profundidad de su espiritualidad.
En el orden de la caridad social se comprometió en aliviar los dolores y las miserias de tantas familias, especialmente con la fundación de la “Casa del Alivio del Sufrimiento”, inaugurada el 5de mayo de 1956.
Para el Padre Pío la fe era la vida: quería y hacía todo a la luz de la fe. Estuvo dedicado asiduamente a la oración. Pasaba el día y gran parte de la noche en coloquio con Dios. Decía: “En los libros buscamos a Dios, en la oración lo encontramos. La oración es la llave que abre el corazón de Dios”. La fe lo llevó siempre a la aceptación de la voluntad misteriosa de Dios.
Estuvo siempre inmerso en las realidades sobrenaturales. No era solamente el hombre de la esperanza y de la confianza total en Dios, sino que infundía, con las palabras y el ejemplo, estas virtudes en todos aquellos que se le acercaban.
El amor de Dios le llenaba totalmente, colmando todas sus esperanzas; la caridad era el principio inspirador de su jornada: amar a Dios y hacerlo amar. Su preocupación particular: crecer y hacer crecer en la caridad.
Expresó el máximo de su caridad hacia el prójimo acogiendo, por más de 50 años, a muchísimas personas que acudían a su ministerio y a su confesionario, recibiendo su consejo y su consuelo. Era como un asedio: lo buscaban en la iglesia, en la sacristía y en el convento. Y él se daba a todos, haciendo renacer la fe, distribuyendo la gracia y llevando luz. Pero especialmente en los pobres, en quienes sufrían y en los enfermos, él veía la imagen de Cristo y se entregaba especialmente a ellos.
Ejerció de modo ejemplar la virtud de la prudencia, obraba y aconsejaba a la luz de Dios.
Su preocupación era la gloria de Dios y el bien de las almas. Trató a todos con justicia, con lealtad y gran respeto.
Brilló en él la luz de la fortaleza. Comprendió bien pronto que su camino era el de la Cruz y lo aceptó inmediatamente con valor y por amor. Experimentó durante muchos años los sufrimientos del alma. Durante años soportó los dolores de sus llagas con admirable serenidad.
Cuando tuvo que sufrir investigaciones y restricciones en su servicio sacerdotal, todo lo aceptó con profunda humildad y resignación. Ante acusaciones injustificadas y calumnias, siempre calló confiando en el juicio de Dios, de sus directores espírituales y de la propia conciencia.
Recurrió habitualmente a la mortificación para conseguir la virtud de la templanza, de acuerdo con el estilo franciscano. Era templado en la mentalidad y en el modo de vivir.
Consciente de los compromisos adquiridos con la vida consagrada, observó con generosidad los votos profesados. Obedecióen todo las órdenes de sus superiores, incluso cuando eran difíciles.
Su obediencia era sobrenatural en la intención, universal en la extensión e integral en su realización. Vivió el espíritu de pobreza con total desprendimiento de sí mismo, de los bienes terrenos, de las comodidades y de los honores. Tuvo siempre una gran predilección por la virtud de la castidad. Su comportamiento fue modesto en todas partes y con todos.
Se consideraba sinceramente inútil, indigno de los dones de Dios, lleno de miserias y a la vez de favores divinos. En medio a tanta admiración del mundo, repetía: “Quiero ser sólo un pobre fraile que reza”.
Su salud, desde la juventud, no fue muy robusta y, especialmente en los últimos años de su vida, empeoró rápidamente. La hermana muerte lo sorprendió preparado y sereno el 23 de septiembre de 1968, a los 81 años de edad. Sus funerales se caracterizaron por una extraordinaria concurrencia de personas.
El 20 de febrero de 1971, apenas tres años después de su muerte, Pablo VI, dirigiéndose a los Superiores de la orden Capuchina, dijo de él: “¡Mirad qué fama ha tenido, qué clientela mundial ha reunido en torno a sí! Pero, ¿por qué? ¿Tal vez porque era un filósofo? ¿Porqué era un sabio? ¿Porqué tenía medios a su disposición? Porque celebraba la Misa con humildad, confesaba desde la mañana a la noche, y era, es difícil decirlo, un representante visible de las llagas de Nuestro Señor. Era un hombre de oración y de sufrimiento”.
Ya durante su vida gozó de notable fama de santidad, debida a sus virtudes, a su espíritu de oración, de sacrificio y de entrega total al bien de las almas.
En los años siguientes a su muerte, la fama de santidad y de mila-gros creció constantemente, llegando a ser un fenómeno eclesial extendido por todo el mundo y en toda clase de personas.
De este modo, Dios manifestaba a la Iglesia su voluntad de glorificar en la tierra a su Siervo fiel. No pasó mucho tiempo hasta que la Orden de los Frailes Menores Capuchinos realizó los pasos previstos por la ley canónica para iniciar la causa de beatificación y canonización.
Examinadas todas las circunstancias, la Santa Sede, a tenor del Motu Proprio “Sanctitas Clarior” concedió el nulla osta el 29 de noviembre de 1982. El Arzobispo de Manfredonia pudo así proceder a la introducción de la Causa y a la celebración del proceso de conocimiento (1983-1990). El 7 de diciembre de 1990 la Congregación para las Causas de los Santos reconoció la validez jurídica. Acabada la Positio, se discutió, como es costumbre, si el Siervo de Dios había ejercitado las virtudes en grado heroico. El 13 de junio de 1997 tuvo lugar el Congreso peculiar de Consultores teólogos con resultado positivo. En la Sesión ordinaria del 21 de octubre siguiente, siendo ponente de la Causa Mons. Andrea María Erba, Obispo de Velletri-Segni, los Padres Cardenales y obispos reconocieron que el Padre Pío ejerció en grado heroico las virtudes teologales, cardinales y las relacionadas con las mismas.
El 18 de diciembre de 1997, en presencia de Juan Pablo II, fue promulgado el Decreto sobre la heroicidad de las virtudes.
Para la beatificación del Padre Pío, la Postulación presentó al Dicasterio competente la curación de la Señora Consiglia De Martino de Salerno (Italia). Sobre este caso se celebró el preceptivo proceso canónico ante el Tribunal Eclesiástico de la Archidiócesis de Salerno-Campagna-Acerno de julio de 1996 a junio de 1997. El 30 de abril de 1998 tuvo lugar, en la Congregación para las Causas de los Santos, el examen de la Consulta Médica y, el 22 de junio del mismo año, el Congreso peculiar de Consultores teólogos. El 20 de octubre siguiente, en el Vaticano, se reunió la Congregación ordinaria de Cardenales y obispos, miembros del Dicasterio y el 21 de diciembre de 1998 se promulgó, en presencia de Juan Pablo II, el Decreto sobre el milagro.
El 2 de mayo de 1999 a lo largo de una solemne Concelebración Eucarística en la plaza de San Pedro Su Santidad Juan Pablo II, con su autoridad apostólica declaró Beato al Venerable Siervo de Dios Pío de Pietrelcina, estableciendo el 23 de septiembre como fecha de su fiesta litúrgica.
Para la canonización del Beato Pío de Pietrelcina, la Postulación ha presentado al Dicasterio competente la curación del pequeño Mateo Pio Colella de San Giovanni Rotondo. Sobre el caso se ha celebrado el regular Proceso canónico ante el Tribunal eclesiástico de la archidiócesis de Manfredonia?Vieste del 11 de junio al 17 de octubre del 2000. El 23 de octubre siguiente la documentación se entregó en la Congregación de las Causas de los Santos. El 22 de noviembre del 2001 tuvo lugar, en la Congregación de las Causas de los Santos, el examen médico. El 11 de diciembre se celebró el Congreso Particular de los Consultores Teólogos y el 18 del mismo mes la Sesión Ordinaria de Cardenales y Obispos. El 20 de diciembre, en presencia de Juan Pablo II, se ha promulgado el Decreto sobre el milagro y el 26 de febrero del 2002 se promulgó el Decreto sobre la canonización.
Santo Evangelio según san Lucas 9, 1-6. Miércoles XXV del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, mándame llevar tu nombre a los que no te conocen. Mándame curar enfermos. Mándame llevar la palabra del Reino a los confines de la tierra. Mándame.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 9, 1-6
En aquel tiempo, Jesús reunió a los Doce y les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades. Luego los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar a los enfermos, diciéndoles: "No llevéis nada para el camino: ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero; tampoco llevéis túnica de repuesto. Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si alguien no os recibe, al salir de aquel pueblo sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa".
Ellos se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando la Buena Noticia y curando en todas partes.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
El poder y la autoridad le pertenecen al Señor, pues, Él es el cordero sin mancha, digno de recibir todo el poder y la gloria de manos de su Padre. Nosotros no tendríamos ningún poder si no se nos hubiera dado de lo alto. ¿De qué poder hablamos?
No sólo del poder de curar enfermos y someter demonios. Nos referimos al poder de anunciar la buena nueva de la salvación. Proclamar el Reino de Dios es un poder que nos viene del Señor.
De Él recibimos fuerza para predicar la Palabra con nuestra palabra. Todavía más, recibimos poder y gracia para hacer de la Palabra nuestro alimento y testimoniarla con nuestras vidas. Es el poder conformar nuestras mentes y corazones con el mensaje del Evangelio y encarnarlo en cada aspecto de nuestras vidas. Es el poder de ser testigos del mensaje de salvación. El testimonio de nuestra vida hace veraz el contenido del mensaje. El contenido es que el Hijo de Dios se encarnó, murió y resucitó para rescatarnos del pecado y la condenación eterna. Vino para estar con nosotros, para que pudiéramos regresar a Dios por medio del Dios-Hombre, Jesucristo.
En Él, Dios es la meta de nuestro peregrinaje, y el hombre el camino que debemos recorrer para llegar a la meta. Su humanidad nos descubre los misterios de su divinidad.
«El Reino de Dios es de los pobres de espíritu. Están aquellos que tienen el reino de este mundo: poseen bienes y tienen comodidades. Pero son reinos que acaban. El poder de los hombres, también los imperios más grandes, pasan y desaparecen. Muchas veces vemos en el noticiero o en los periódicos a aquel gobernador fuerte, poderoso o aquel gobierno que ayer estaba y hoy ya no está más, cayó. Las riquezas de este mundo se van, y también el dinero. Los viejos nos enseñan que el sudario no tenía bolsillos. Es verdad. No he visto nunca detrás de un cortejo fúnebre un camión de mudanzas: nadie se lleva nada. Estas riquezas se quedan aquí. El Reino de Dios es de los pobres de espíritu. Están aquellos que poseen los reinos de este mundo, poseen bienes y tienen comodidades. Sin embargo, sabemos cómo acaban. Reina verdaderamente quien sabe amar el verdadero bien más que a sí mismo. Y este es el poder de Dios».
(Audiencia de S.S. Francisco, 5 de febrero de 2020).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Ayúdame a llevar tu palabra. No quiero otra cosa si Tú no estás en ella. No deseo nada fuera de ti. Todo lo que quiero es que te vean y te escuchen, toma mí manos, mis pies, mi mente y mi voluntad. Haz de mí como mejor te parezca. Sé Tú quien le hable a los demás, sé Tú quien cure. Sé Tú en mí.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Repetiré esta oración a lo largo del día: Jesús, contigo no me falta nada. Lo tengo todo.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Familias y problemas de conducta
Una buena guía y límites definidos ayudan a prevenir problemas de conducta.
Desde el comienzo de la vida, la familia tiene una enorme influencia en el desarrollo de un niño, ya que dependen de ella para obtener alimento, protección y seguridad para su propio bienestar.
Con el nacimiento de los hijos, es cuando se crean cambios importantes, la familia se debe reorganizar para enfrentar las nuevas tareas, y se vuelve indispensable la elaboración de nuevas reglas.
En los primeros años de vida, los niños están tratando de aplicar sus propias ideas, ejercer sus propias preferencias y tomar sus propias decisiones. Esta manera de conducirse la demuestran en la forma de negativismo, la tendencia a gritar ¡NO! como una forma de resistencia a la autoridad. Sin embargo, es importante tener en cuenta que casi todos los niños manifiestan algún grado de negativismo y no por ello se debe de pensar que tienen problemas con la obediencia.
Es importante señalar que el desarrollo normal no sigue una trayectoria libre de dificultades, cuando una gran proporción de niños tienen una conducta “problema”, se debe tomar en consideración la posibilidad de cambiar la situación como medio para aliviar la dificultad. Además sería importante plantearse las siguientes preguntas: ¿Es la conducta del niño generalmente apropiada dentro de niños de su edad?, ¿Hay dificultades reales en el ambiente del niño a las que pueda atribuirse el problema?, ¿Se ha producido algún cambio radical en la conducta del niño?, ¿Cuánto tiempo ha perdurado el síntoma?
Muchos problemas conductuales disminuyen o aumentan con la edad, o al experimentar cambios importantes dentro de la familia, o bien, la entrada a la escuela, cambios de domicilio, la llegada de nuevos miembros a la familia. Y tanto los padres como los maestros estarán al pendiente del comportamiento de los niños y si éste persiste, se tendrán que tomar medidas de solución.
Los niños necesitan que se les guíe de manera gradual hacia ser independientes, que se utilice la aprobación personal para recompensar sus esfuerzos y esto mismo ayudará en el desarrollo de su autoestima.El establecer límites firmes y bien definidos, ayuda a los niños a detener conductas que podrían ser agresivas o bien poner en riesgo.
La eutanasia es un crimen contra la vida
Incurable no significa "in-cuidable".
“Incurable no es nunca sinónimo de ‘in-cuidable’”: quien sufre una enfermedad en fase terminal, así como quien nace con una predicción de supervivencia limitada, tiene derecho a ser acogido, cuidado, rodeado de afecto. La Iglesia es contraria al ensañamiento terapéutico, pero reitera como “enseñanza definitiva” que "la eutanasia es un crimen contra la vida humana", y que "toda cooperación formal o material inmediata a tal acto es un pecado grave" que “ninguna autoridad puede legítimamente imponerlo ni permitirlo”. Esto es lo que leemos en "Samaritanus bonus", la Carta de la Congregación para la Doctrina de la Fe "sobre el cuidado de las personas en las fases críticas y terminales de la vida", aprobada por el Papa Francisco el pasado mes de junio y publicada hoy, 22 de septiembre de 2020.
La actualidad del Buen Samaritano
El texto, que reafirma la posición ya expresada varias veces por la Iglesia sobre el tema, se ha hecho necesario debido a la multiplicación de noticias y al avance de la legislación que en un número cada vez mayor de países autoriza la eutanasia y el suicidio asistido de personas gravemente enfermas, pero también que están solas o tienen problemas psicológicos. El propósito de la carta es proporcionar indicaciones concretas para actualizar el mensaje del Buen Samaritano. También cuando “la curación es imposible o improbable, el acompañamiento médico y de enfermería, psicológico y espiritual, es un deber ineludible, porque lo contrario constituiría un abandono inhumano del enfermo".
Incurable, pero jamás ‘in-cuidable’
“Curar si es posible, cuidar siempre”. Estas palabras de Juan Pablo II explican que incurable nunca es sinónimo de “in-cuidable”. La curación hasta el final, "estar con" el enfermo, acompañarlo escuchándolo, haciéndolo sentirse amado y querido, es lo que puede evitar la soledad, el miedo al sufrimiento y a la muerte, y el desánimo que conlleva: elementos que hoy en día se encuentran entre las principales causas de solicitud de eutanasia o de suicidio asistido. Al mismo tiempo, se subraya que "son frecuentes los abusos denunciados por los mismos médicos sobre la supresión de la vida de personas que jamás habrían deseado para sí la aplicación de la eutanasia". Todo el documento se centra en el sentido del dolor y el sufrimiento a la luz del Evangelio y el sacrificio de Jesús: "el dolor es existencialmente soportable sólo donde existe la esperanza " y la esperanza que Cristo transmite a la persona que sufre es "la de su presencia, de su real cercanía". Los cuidados paliativos no son suficientes “si no existe alguien que ‘está’ junto al enfermo y le da testimonio de su valor único e irrepetible”.
El valor inviolable de la vida
“El valor inviolable de la vida es una verdad básica de la ley moral natural y un fundamento esencial del ordenamiento jurídico”, afirma la Carta. “Así como no se puede aceptar que otro hombre sea nuestro esclavo, aunque nos lo pidiese, igualmente no se puede elegir directamente atentar contra la vida de un ser humano, aunque éste lo pida”. Suprimir un enfermo que pide la eutanasia “no significa en absoluto reconocer su autonomía y apreciarla”, sino al contrario, significa “desconocer el valor de su libertad, fuertemente condicionada por la enfermedad y el dolor, y el valor de su vida”. Actuando de este modo “se decide al puesto de Dios el momento de la muerte”. Por eso, “aborto, eutanasia y el mismo suicidio deliberado degradan la civilización humana, deshonran más a sus autores que a sus víctimas y son totalmente contrarias al honor debido al Creador”.
Obstáculos que oscurecen el valor sagrado de la vida
El documento menciona algunos factores que limitan la capacidad de acoger el valor de la vida. El primero es un uso equívoco del concepto de "muerte digna" en relación con el de "calidad de vida", con una perspectiva antropológica utilitarista. La vida se considera "digna" sólo en presencia de ciertas características psíquicas o físicas. Un segundo obstáculo es una comprensión errónea de la "compasión". La verdadera compasión humana "no consiste en provocar la muerte, sino en acoger al enfermo, en sostenerlo", ofreciéndole afecto y medios para aliviar su sufrimiento. Otro obstáculo es el creciente individualismo, que es la raíz de la "enfermedad más latente de nuestro tiempo: la soledad". Ante las leyes que legalizan las prácticas eutanásicas, "surgen a veces dilemas infundados sobre la moralidad de las acciones que, en realidad, no son más que actos debidos de simple cuidado de la persona, como hidratar y alimentar a un enfermo en estado de inconsciencia sin perspectivas de curación".
El Magisterio de la Iglesia
Ante la difusión de los protocolos médicos relativos al final de la vida, existe la preocupación por "el abuso denunciado ampliamente del empleo de una perspectiva eutanásica" sin consultar al paciente o a las familias. Por esta razón, el documento reitera como enseñanza definitiva que "la eutanasia es un crimen contra la vida humana", un acto "intrínsecamente malo, en toda ocasión y circunstancia". Por lo tanto, cualquier cooperación inmediata, formal o material, es un grave pecado contra la vida humana que ninguna autoridad "puede legítimamente" imponer ni permitir. "Aquellos que aprueban leyes sobre la eutanasia y el suicidio asistido se hacen, por lo tanto, cómplices del grave pecado" y son "culpables de escándalo porque tales leyes contribuyen a deformar la conciencia, también la de los fieles".
Por lo tanto, ayudar al suicidio es "una colaboración indebida a un acto ilícito". El acto eutanásico sigue siendo inadmisible aunque la desesperación o la angustia puedan disminuir e incluso hacer insustancial la responsabilidad personal de quienes lo piden. "Se trata, por tanto, de una elección siempre incorrecta" y el personal sanitario nunca puede prestarse "a ninguna práctica eutanásica ni siquiera a petición del interesado, y mucho menos de sus familiares". Las leyes que legalizan la eutanasia son, por lo tanto, injustas. Las súplicas de los enfermos muy graves que invocan la muerte "no deben ser" entendidas como "expresión de una verdadera voluntad de eutanasia", sino como una petición de ayuda y afecto.
No al ensañamiento terapéutico
El documento explica que “tutelar la dignidad del morir significa tanto excluir la anticipación de la muerte como el retrasarla con el llamado ‘ensañamiento terapéutico’”, que es posible gracias a los medios de la medicina moderna, que es capaz de "retrasar artificialmente la muerte, sin que el paciente reciba en tales casos un beneficio real". Y por lo tanto, ante la inminencia de una muerte inevitable, "es lícito en ciencia y en conciencia tomar la decisión de renunciar a los tratamientos que procurarían solamente una prolongación precaria y penosa de la vida", pero sin interrumpir el tratamiento normal debido al enfermo. La renuncia a los medios extraordinarios y desproporcionados expresa, por lo tanto, la aceptación de la condición humana frente a la muerte.
Pero la alimentación y la hidratación deben estar debidamente garantizadas porque "un cuidado básico debido a todo hombre es el de administrar los alimentos y los líquidos necesarios". Son importantes los párrafos dedicados a los cuidados paliativos, "un instrumento precioso e irrenunciable" para acompañar al paciente: la aplicación de estos cuidados reduce drásticamente el número de los que piden la eutanasia. Entre los cuidados paliativos, que nunca pueden incluir la posibilidad de eutanasia o de suicidio asistido, el documento también incluye la asistencia espiritual al paciente y a su familia.
Ayudar a las familias
En el tratamiento es esencial que el paciente no se sienta una carga, sino que "tenga la cercanía y el aprecio de sus seres queridos. En esta misión, la familia necesita la ayuda y los medios adecuados". Por consiguiente, es necesario, dice la carta, que los Estados “reconozcan la función social primaria y fundamental de la familia y su papel insustituible, también en este ámbito, destinando los recursos y las estructuras necesarias para ayudarla”.
Cuidados en edad prenatal y pediátrica
Desde su concepción, los niños que sufren malformaciones o patologías de cualquier tipo "son pequeños pacientes que la medicina hoy es capaz de asistir y acompañar de manera respetuosa de la vida". La Carta explica que "en el caso de las llamadas patologías prenatales ‘incompatibles con la vida’ – es decir que seguramente lo llevaran a la muerte dentro de un breve lapso– y en ausencia de tratamientos capaces de mejorar las condiciones de salud de estos niños, de ninguna manera son abandonados en el plano asistencial, sino que son acompañados hasta la consecución de la muerte natural" sin suspender la nutrición y la hidratación.
Son palabras que también pueden referirse a varias noticias recientes. Se condena el uso "a veces obsesivo del diagnóstico prenatal" y el afirmarse de una cultura hostil a la discapacidad que a menudo conduce a la elección del aborto, que "nunca es lícito".
Sedación profunda
Para aliviar el dolor del paciente, la terapia analgésica usa drogas que pueden causar la supresión de la conciencia. La Iglesia "afirma la licitud de la sedación como parte de los cuidados que se ofrecen al paciente, de tal manera que el final de la vida acontezca con la máxima paz posible". Esto también es cierto en el caso de los tratamientos que "anticipan el momento de la muerte (sedación paliativa profunda en fase terminal), siempre, en la medida de lo posible, con el consentimiento informado del paciente". Pero la sedación es inaceptable si se administra para causar “directa e intencionalmente la muerte”.
Estado vegetativo o de mínima consciencia
Siempre es engañoso "pensar que el estado vegetativo, y el estado de mínima consciencia, en sujetos que respiran autónomamente, sean un signo de que el enfermo haya cesado de ser persona humana con toda la dignidad que le es propia”. Incluso en este estado de “falta persistente de consciencia, el llamado ‘estado vegetativo’, y la del enfermo en estado ‘de mínima consciencia’”, el enfermo “debe ser reconocido en su valor y asistido con los cuidados adecuados”, y tiene derecho a la alimentación y la hidratación.
Aunque, como se reconoce en el documento, "en algunos casos, tales medidas pueden llegar a ser desproporcionadas", porque ya no son eficaces o porque los medios para suministrarlas crean una carga excesiva. El documento afirma que "es necesario prever una ayuda adecuada a los familiares para llevar el peso prolongado de la asistencia al enfermo en estos estados".
Objeción de conciencia
Por último, la carta pide posiciones claras y unificadas sobre estos temas por parte de las iglesias locales, invitando a las instituciones sanitarias católicas a dar testimonio, absteniéndose de comportamientos "de evidente ilicitud moral". Las leyes que aprueban la eutanasia "no crean ninguna obligación de conciencia" y "establecen una grave y precisa obligación de oponerse a ellas mediante la objeción de conciencia". El médico "no es nunca un mero ejecutor de la voluntad del paciente" y siempre conserva "el derecho y el deber de sustraerse a la voluntad discordante con el bien moral visto desde la propia conciencia". Por otra parte, se recuerda que "no existe un derecho a disponer arbitrariamente de la propia vida, por lo que ningún agente sanitario puede erigirse en tutor ejecutivo de un derecho inexistente". Es importante que los médicos y los trabajadores de la salud se formen en el acompañamiento cristiano de los moribundos, como han demostrado los recientes acontecimientos dramáticos relacionados con la epidemia de Covid-19. En cuanto al acompañamiento espiritual y sacramental de quien pide la eutanasia, "es necesaria una cercanía que invite siempre a la conversión", pero "no es admisible ningún gesto exterior que pueda ser interpretado como una aprobación de la acción eutanásica, como estar presentes en el instante de su realización. Esta presencia sólo puede interpretarse como complicidad".
Los sacerdotes, esos hombres tan raros que sólo sirven para servir
LOS CURAS SIRVEN PARA SERVIR. Lo decía el padre a su hijo seminarista: como una escoba, hijo mío, como una escoba, siempre dispuesta a ser utilizada, pero sin esperar recompensa alguna; gastándose una vez y otra, pero sin esperar que la coloquen en una vitrina. Los curas han aprendido bien las palabras del Maestro: "Yo no he venido a ser servido, sino a servir" (Me 10, 44). Un cura que no sirve, no sirve.
LOS CURAS SIRVEN PARA PERDONAR. Antes que maestros y litúrgos son testigos de la misericordia divina. En un mundo violento y dividido, ellos son portadores del diálogo y del perdón. Están siempre ahí, como casa de acogida. Abren sus puertas cada día para escuchar confidencias, para quitar cargas, para devolver la alegría y la esperanza.
LOS CURAS SIRVEN PARA ILUMINAR. Son portadores de la palabra de Dios, que tratan de explicar y de vivir. Cuando nos cegamos con los espejismos y seducciones del mundo, ellos nos recuerdan las Bienaventuranzas. Cuando nos movemos a ras de tierra, ellos nos señalan el cielo. Cuando nos quedamos en la superficie de las cosas, ellos nos descubren la presencia de Dios en todo.
SIRVEN PARA INTERCEDER. El sacerdote prolonga la mediación de Jesucristo. Por eso es llamado pontífice, constructor de puentes entre el cielo y la tierra. Habla a Dios de los hombres y habla a los hombres de Dios. Decía San Juan de Avila: "Relicarios somos de Dios, casa de Dios y, a modo de decir, criadores de Dios... Esto, padres, es ser sacerdotes: que amansen a Dios cuando estuviera, ¡ay!, enojado con su pueblo; que tengan experiencia de que Dios oye sus oraciones y tengan tanta familiaridad con El".
SIRVEN PARA AMAR. Reservan su corazón para amar del todo a todos. Quieren ser para todos, amigos, padres y hermanos. Un amor liberado y agrandado. Un amor gratuito y oblativo, como antorcha que se va gastando poco a poco.
SIRVEN PARA HACER PRESENTE A JESUCRISTO. Todo sacerdote está llamado a ser otro Cristo. El sacerdote está para repetir las palabras y los gestos de Jesús, para continuar sus pasos y desvelar su presencia, para prolongar y actualizar su amor generoso. Y esto a dos niveles: el sacramental y el de la vida.
SIRVEN PARA SER EL ALMA DEL MUNDO. En un mundo sin espíritu, ellos son el alma, la luz, la sal y el perfume. Sin el sacerdote todo sería un poco más feo y oscuro. "Sacerdote no es el que se limita a hacer cosas, sino a hacer santos". (G. Rovirosa). Es verdad que, en cierta medida, a todo cristiano se le puede aplicar cuanto llevamos dicho, pero el sacerdote tiene vivencias y urgencias especiales. Gracias, hermanos sacerdotes, por vuestra "inútil" luminosidad. Manda Señor, sacerdotes, esos hombres tan raros que sólo sirven para servir.
Los protestantes eliminan de la Biblia siete libros que son citados 351 veces por Jesucristo y los Apóstoles.
Los protestantes heredaron la Biblia de la Iglesia Católica que la conservó y protegió durante los 16 siglos anteriores, no solamente en lengua griega y latina sino, traducida a muchas otras lenguas vernáculas
Pero, hay siete libros de la Biblia católica que los protestantes no admiten, aparte de importantes diferencias de traducción en algunos de los textos; estos libro son: Tobías, Judit, 1 y 2 de Macabeos, Eclesiástico, Sabiduría y Baruc, más las adiciones en griego de Ester y Daniel. Los protestantes llaman apócrifos a estos libros y los católicos los llaman Deuterocanónicos.
La Iglesia primitiva utilizó una versión griega de la Biblia llamada “Septuaginta”, la “Biblia de los 70”, traducida del arameo y hebreo al griego 148 años antes de Jesucristo, en la que se encontraban estos siete libros.
Jesucristo y los Apóstoles emplean esta Biblia completa para sus referencias y predicación. Jesús cita frases de la Septuaginta en el 80% de sus referencias al Antiguo Testamento. De hecho, en el nuevo Testamento se citan 351 veces textos de estos siete libros (Ver Anexo) desechados por Lutero.
Cuando Pablo en 2 Tim 3, 16 dice que “Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para argumentar,…” se está refiriendo a esta escritura empleada por Cristo, los Apóstoles y por el propio Pablo: la Biblia de los 70.
Esta es la Biblia empleada por los judíos de la época y los cristianos del principio, y la que el Papa S. Dámaso, en el Concilio de Roma, vio necesario definir como el canon bíblico, en el año 382 d.c.
Martín Lutero, excluyó de su traducción bíblica esos libros, como intentó excluir, también, las cartas de Santiago y el Apocalipsis.
Estos libros que excluye Lutero son los mismos que excluyeron, en el Concilio de Jamnia, los judíos fariseos (anticristianos), año 90 d.c. por considerarlos de cultura griega e influencia cristiana. Eso mismo hacen los protestantes.
Por otro lado, los hallazgos más recientes en Mar Muerto o Rollos de Qumrán, prueban que esos siete libros también se encontraban en su original arameo o hebreo antes de ser traducidos al griego en la Biblia de los 70.
Hay que tener en cuenta que Jesucristo y los primerísimos cristianos, cuando hablan de la Sagrada Escritura no se refieren al Nuevo Testamento que se redactó posteriormente y cuyo contenido fue transmitido por la Tradición oral y escrita. “Pero el Consolador, el Espíritu Santo, Él os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que os he dicho” (Juan 14,26).
Anexo
351 citas del Nuevo Testamento a los siete libros Deuterocanónicos (que los protestantes llaman apócrifos y desechan) que prueban el uso de la Versión Septuaginta por parte de Jesús y los apóstoles:
Mateo
Mateo 4:4 Sabiduría 16:26
Mateo 4:15 1 Macabeos 5:15
Mateo 5:18 Baruc 4:1
Mateo 5:28 Eclesiástico 9:8
Mateo 5:2ss Eclesiástico 25:7-12
Mateo 5:4 Eclesiástico 48:24
Mateo 6:7 Eclesiástico 7:14
Mateo 6:9 Eclesiástico 23:1, 4
Mateo 6:10 1 Macabeos 3:60
Mateo 6:12 Eclesiástico 28:2
Mateo 6:13 Eclesiástico 33:1
Mateo 6:20 Eclesiástico 29:10s
Mateo 6:23 Eclesiástico 14:10
Mateo 6:33 Sabiduría 7:11
Mateo 7:12 Tobit 4:15
Mateo 7:12 Eclesiástico 31:15
Mateo 7:16 Eclesiástico 27:6
Mateo 8:11 Baruc 4:37
Mateo 8:21 Tobit 4:3
Mateo 9:36 Judit 11:19
Mateo 9:38 1 Macabeos 12:17
Mateo 10:16 Eclesiástico 13:17
Mateo 11:14 Eclesiástico 48:10
Mateo 11:22 Judit 16:17
Mateo 11:25 Tobit 7:17
Mateo 11:25 Eclesiástico 51:1
Mateo 11:28 Eclesiástico 24:19
Mateo 11:28 Eclesiástico 51:23
Mateo 11:29 Eclesiástico 6:24s
Mateo 11:29 Eclesiástico 6:28s
Mateo 11:29 Eclesiástico 51:26s
Mateo 12:4 2 Macabeos 10:3
Mateo 12:5 Eclesiástico 40:15
Mateo 13:44 Eclesiástico 20:30s
Mateo 16:18 Sabiduría 16:13
Mateo 16:22 1 Macabeos 2:21
Mateo 16:27 Eclesiástico 35:22
Mateo 17:11 Eclesiástico 48:10
Mateo 18:10 Tobit 12:15
Mateo 20:2 Tobit 5:15
Mateo 22:13 Sabiduría 17:2
Mateo 23:38 Tobit 14:4
Mateo 24:15 1 Macabeos 1:54
Mateo 24:15 2 Macabeos 8:17
Mateo 24:16 1 Macabeos 2:28
Mateo 25:35 Tobit 4:17
Mateo 25:36 Eclesiástico 7:32-35
Mateo 26:38 Eclesiástico 37:2
Mateo 27:24 Daniel 13:46
Mateo 27:43 Sabiduría 2:13
Mateo 27:43 Sabiduría 2:18-20
Marcos
Marcos 1:15 Tobit 14:5
Marcos 4:5 Eclesiástico 40:15
Marcos 4:11 Sabiduría 2:22
Marcos 5:34 Judit 8:35
Marcos 6:49 Sabiduría 17:15
Marcos 8:37 Eclesiástico 26:14
Marcos 9:31 Eclesiástico 2:18
Marcos 9:48 Judit 16:17
Marcos 10:18 Eclesiástico 4:1
Marcos 14:34 Eclesiástico 37:2
Marcos 15:29 Sabiduría 2:17s
Lucas
Lucas 1:17 Eclesiástico 48:10
Lucas 1:19 Tobit 12:15
Lucas 1:42 Judit 13:18
Lucas 1:52 Eclesiástico 10:14
Lucas 2:29 Tobit 11:9
Lucas 2:37 Judit 8:6
Lucas 6:35 Sabiduría 15:1
Lucas 7:22 Eclesiástico 48:5
Lucas 9:8 Eclesiástico 48:10
Lucas 10:17 Tobit 7:17
Lucas 10:19 Eclesiástico 11:19
Lucas 10:21 Eclesiástico 51:1
Lucas 12:19 Tobit 7:10
Lucas 12:20 Sabiduría 15:8
Lucas 13:25 Tobit 14:4
Lucas 13:27 1 Macabeos 3:6
Lucas 13:29 Baruc 4:37
Lucas 14:13 Tobit 2:2
Lucas 15:12 1 Macabeos 10:29 [30]
Lucas 15:12 Tobit 3:17
Lucas 18:7 Eclesiástico 35:22
Lucas 19:44 Sabiduría 3:7
Lucas 21:24 Tobit 14:5
Lucas 21:24 Eclesiástico 28:18
Lucas 21:25 Sabiduría 5:22
Lucas 24:4 2 Macabeos 3:26
Lucas 24:31 2 Macabeos 3:34
Lucas 24:50 Eclesiástico 50:20s
Lucas 24:53 Eclesiástico 50:22
Juan
Juan 1:3 Sabiduría 9:1
Juan 3:8 Eclesiástico 16:21
Juan 3:12 Sabiduría 9:16
Juan 3:12 Sabiduría 18:15s
Juan 3:13 Baruc 3:29
Juan 3:28 1 Macabeos 9:39
Juan 3:32 Tobit 4:6
Juan 4:9 Eclesiástico 50:25s
Juan 4:48 Sabiduría 8:8
Juan 5:18 Sabiduría 2:16
Juan 6:35 Eclesiástico 24:21
Juan 7:38 Eclesiástico 24:40, 43[30s]
Juan 8:44 Sabiduría 2:24
Juan 8:53 Eclesiástico 44:19
Juan 10:20 Sabiduría 5:4
Juan 10:22 1 Macabeos 4:59
Juan 14:15 Sabiduría 6:18
Juan 15:9s Sabiduría 3:9
Juan 17:3 Sabiduría 15:3
Juan 20:22 Sabiduría 15:11
Hechos
Hechos 1:10 2 Macabeos 3:26
Hechos 1:18 Sabiduría 4:19
Hechos 2:4 Eclesiástico 48:12
Hechos 2:11 Eclesiástico 36:7
Hechos 2:39 Eclesiástico 24:32
Hechos 4:24 Judit 9:12
Hechos 5:2 2 Macabeos 4:32
Hechos 5:12 1 Macabeos 12:6
Hechos 5:21 2 Macabeos 1:10
Hechos 5:39 2 Macabeos 7:19
Hechos 9:1-29 2 Macabeos 3:24-40
Hechos 9:2 1 Macabeos 15:21
Hechos 9:7 Sabiduría 18:1
Hechos 10:2 Tobit 12:8
Hechos 10:22 1 Macabeos 10:25
Hechos 10:22 1 Macabeos 11:30, 33 etc.
Hechos 10:26 Sabiduría 7:1
Hechos 10:30 2 Macabeos 11:8
Hechos 10:34 Eclesiástico 35:12s
Hechos 10:36 Sabiduría 6:7
Hechos 10:36 Sabiduría 8:3 etc.
Hechos 11:18 Sabiduría 12:19
Hechos 12:5 Judit 4:9
Hechos 12:10 Eclesiástico 19:26
Hechos 12:23 Judit 16:17
Hechos 12:23 Eclesiástico 48:21
Hechos 12:23 1 Macabeos 7:41
Hechos 12:23 2 Macabeos 9:9
Hechos 13:10 Eclesiástico 1:30
Hechos 13:17 Sabiduría 19:10
Hechos 14:14 Judit 14:16s
Hechos 14:15 Sabiduría 7:3
Hechos 15:4 Judit 8:26
Hechos 16:14 2 Macabeos 1:4
Hechos 17:23 Sabiduría 14:20
Hechos 17:23 Sabiduría 15:17
Hechos 17:24, 25 Sabiduría 9:1
Hechos 17:24 Tobit 7:17
Hechos 17:24 Sabiduría 9:9
Hechos 17:26 Sabiduría 7:18
Hechos 17:27 Sabiduría 13:6
Hechos 17:29 Sabiduría 13:10
Hechos 17:30 Eclesiástico 28:7
Hechos 19:27 Sabiduría 3:17
Hechos 19:28 Daniel 14:18, 41
Hechos 20:26 Daniel 13:46
Hechos 20:32 Sabiduría 5:5
Hechos 20:35 Eclesiástico 4:31
Hechos 21:26 1 Macabeos 3:49
Hechos 22.9 Sabiduría 18.1
Hechos 24:2 2 Macabeos 4:6
Hechos 26:18 Sabiduría 5:5
Hechos 26:25 Judit 10:13
Romanos
Romanos 1:19-32 Sabiduría 13-15
Romanos 1:21 Sabiduría 13:1
Romanos 1:23 Sabiduría 11:15
Romanos 1:23 Sabiduría 12:24
Romanos 1:28 2 Macabeos 6:4
Romanos 2:4 Sabiduría 11:23
Romanos 2:11 Eclesiástico 35:12s
Romanos 2:15 Sabiduría 17:11
Romanos 4:13 Eclesiástico 44:21
Romanos 4:17 Eclesiástico 44:19
Romanos 5:5 Eclesiástico 18:11
Romanos 5:12 Sabiduría 2:24
Romanos 9:4 Eclesiástico 44:12
Romanos 9:4 2 Macabeos 6:23
Romanos 9:19 Sabiduría 12:12
Romanos 9:21 Sabiduría 15:7
Romanos 9:31 Eclesiástico 27:8
Romanos 9:31 Sabiduría 2:11
Romanos 10.7 Sabiduría 16.13
Romanos 10:6 Baruc 3:29
Romanos 11:4 2 Macabeos 2:4
Romanos 11:15 Eclesiástico 10:20s
Romanos 11:33 Sabiduría 17:1
Romanos 12:15 Eclesiástico 7:34
Romanos 13:1 Eclesiástico 4:27
Romanos 13:1 Sabiduría 6:3s
Romanos 13.10 Sabiduría 6.18
Romanos 15:4 1 Macabeos 12:9
Romanos 15:8 Eclesiástico 36:20
1 Corintios
1 Corintios 1:24 Sabiduría 7:24s
1 Corintios 2:16 Sabiduría 9:13
1 Corintios 2:9 Eclesiástico 1:10
1 Corintios 4:13 Tobit 5:19
1 Corintios 4:14 Sabiduría 11:10
1 Corintios 6:2 Sabiduría 3:8
1 Corintios 6:12 Eclesiástico 37:28
1 Corintios 6:13 Eclesiástico 36:18
1 Corintios 6:18 Eclesiástico 23:17
1 Corintios 7:19 Eclesiástico 32:23
1 Corintios 9:19 Eclesiástico 6:19
1 Corintios 9:25 Sabiduría 4:2
1 Corintios 10:1 Sabiduría 19:7s
1 Corintios 10:20 Baruc 4:7
1 Corintios 10:23 Eclesiástico 37:28
1 Corintios 11:7 Eclesiástico 17:3
1 Corintios 11:7 Sabiduría 2:23
1 Corintios 11:24 Sabiduría 16:6
1 Corintios 15:29 2 Macabeos 12:43s
1 Corintios 15:32 Sabiduría 2:5s
1 Corintios 15:34 Sabiduría 13:1
2 Corintios
2 Corintios 5:1, 4 Sabiduría 9:15
2 Corintios 12:12 Sabiduría 10:16
Gálatas
Gálatas 2:6 Eclesiástico 35:13
Gálatas 4:4 Tobit 14:5
Gálatas 6:1 Sabiduría 17:17
Efésios
Efésios 1:6 Eclesiástico 45:1
Efésios 1:6 Eclesiástico 46:13
Efésios 1:17 Sabiduría 7:7
Efésios 4:14 Eclesiástico 5:9
Efésios 4:24 Sabiduría 9:3
Efésios 6:12 Sabiduría 5:17
Efésios 6:14 Sabiduría 5:18
Efésios 6:16 Sabiduría 5:19, 21
Filipenses
Filipenses 4:5 Sabiduría 2:19
Filipenses 4:13 Sabiduría 7:23
Filipenses 4:18 Eclesiástico 35:6
Colosenses
Colosenses 2:3 Eclesiástico 1:24s
1 Tesalonicenses
1 Tesalonicenses 3:11 Judit 12:8
1 Tesalonicenses 4:6 Eclesiástico 5:3
1 Tesalonicenses 4:13 Sabiduría 3:18
1 Tesalonicenses 5:1 Sabiduría 8:8
1 Tesalonicenses 5:2 Sabiduría 18:14s
1 Tesalonicenses 5:3 Sabiduría 17:14
1 Tesalonicenses 5:8 Sabiduría 5:18
2 Tesalonicenses
2 Tesalonicenses 2:1 2 Macabeos 2:7
1 Timoteo
1 Timoteo 1:17 Tobit 13:7, 11
1 Timoteo 2:2 2 Macabeos 3:11
1 Timoteo 2:2 Baruc 1:11s
1 Timoteo 6:15 2 Macabeos 12:15
1 Timoteo 6:15 2 Macabeos 13:4
2 Timoteo
2 Timoteo 2:19 Eclesiástico 17:26
2 Timoteo 2:19 Eclesiástico 23:10v1
2 Timoteo 2:19 Eclesiástico 35:3
2 Timoteo 4:8 Sabiduría 5:16
2 Timoteo 4:17 1 Macabeos 2:60
Tito
Tito 2:11 2 Macabeos 3:30
Tito 3:4 Sabiduría 1:6
Hebreos
Hebreos 1:3 Sabiduría 7:25s
Hebreos 2:5 Eclesiástico 17:17
Hebreos 4.12 Sabiduría 18.15s
Hebreos 4:12 Sabiduría 7:22-30
Hebreos 5:6 1 Macabeos 14:41
Hebreos 7:22 Eclesiástico 29:14ss
Hebreos 11:5 Eclesiástico 44:16
Hebreos 11:5 Sabiduría 4:10
Hebreos 11:6 Sabiduría 10:17
Hebreos 11.10 Sabiduría 13.1
Hebreos 11:10 2 Macabeos 4:1
Hebreos 11:17 1 Macabeos 2:52
Hebreos 11:17 Eclesiástico 44:20
Hebreos 11:27 Eclesiástico 2:2
Hebreos 11:28 Sabiduría 18:25
Hebreos 11:35 2 Macabeos 6:18-7:42
Hebreos 12:4 2 Macabeos 13:14
Hebreos 12:9 2 Macabeos 3:24
Hebreos 12:12 Eclesiástico 25:23
Hebreos 12:17 Sabiduría 12:10
Hebreos 12:21 1 Macabeos 13:2
Hebreos 13:7 Eclesiástico 33:19
Hebreos 13:7 Sabiduría 2:17
Santiago
Santiago 1:1 2 Macabeos 1:27
Santiago 1:13 Eclesiástico 15:11-20
Santiago 1:19 Eclesiástico 5:11
Santiago 1:2 Eclesiástico 2:1
Santiago 1:2 Sabiduría 3:4s
Santiago 1:21 Eclesiástico 3:17
Santiago 2:13 Tobit 4:10
Santiago 2:23 Sabiduría 7:27
Santiago 3:2 Eclesiástico 14:1
Santiago 3:6 Eclesiástico 5:13
Santiago 3:9 Eclesiástico 23:1, 4
Santiago 3:10 Eclesiástico 5:13
Santiago 3:10 Eclesiástico 28:12
Santiago 3:13 Eclesiástico 3:17
Santiago 4:2 1 Macabeos 8:16
Santiago 4:11 Sabiduría 1:11
Santiago 5:3 Judit 16:17
Santiago 5:3 Eclesiástico 29:10
Santiago 5:4 Tobit 4:14
Santiago 5:6 Sabiduría 2:10
Santiago 5:6 Sabiduría 2:12
Santiago 5:6 Sabiduría 2:19
1 Pedro
1 Pedro 1:3 Eclesiástico 16:12
1 Pedro 1:7 Eclesiástico 2:5
1 Pedro 2:25 Sabiduría 1:6
1 Pedro 4:19 2 Macabeos 1:24 etc.
1 Pedro 5:7 Sabiduría 12:13
2 Pedro
2 Pedro 2:2 Sabiduría 5:6
2 Pedro 2:7 Sabiduría 10:6
2 Pedro 3:9 Eclesiástico 35:19
2 Pedro 3:18 Eclesiástico 18:10
1 Juan
1 Juan 5:21 Baruc 5:72
Apocalipsis
Apocalipsis 1:18 Eclesiástico 18:1
Apocalipsis 2:10 2 Macabeos 13:14
Apocalipsis 2:12 Sabiduría 18:16 [15]
Apocalipsis 2:17 2 Macabeos 2:4-8
Apocalipsis 4:11 Eclesiástico 18:1
Apocalipsis 4:11 Sabiduría 1:14
Apocalipsis 5:7 Eclesiástico 1:8
Apocalipsis 7:9 2 Macabeos 10:7
Apocalipsis 8:1 Sabiduría 18:14
Apocalipsis 8:2 Tobit 12:15
Apocalipsis 8:3 Tobit 12:12
Apocalipsis 8:7 Eclesiástico 39:29
Apocalipsis 8:7 Sabiduría 16:22
Apocalipsis 9:3 Sabiduría 16:9
Apocalipsis 9:4 Eclesiástico 44:18 etc.
Apocalipsis 11:19 2 Macabeos 2:4-8
Apocalipsis 17:14 2 Macabeos 13:4
Apocalipsis 18:2 Baruc 4:35
Apocalipsis 19:1 Tobit 13:18
Apocalipsis 19:11 2 Macabeos 3:25
Apocalipsis 19:11 2 Macabeos 11:8
Apocalipsis 19:16 2 Macabeos 13:4
Apocalipsis 20:12s Eclesiástico 16:12
Apocalipsis 21:19s Tobit 13:17
Preces
San Pío de Pietrelcina nos enseña a mirar y abrazar la cruz, y a descubrir en ella la fuerza para amar al prójimo. Pidamos por su intercesión:
R/MSeñor, renuévanos con tu amor.
Tú que nos has amado hasta el extremo,
– no permitas que permanezcamos indiferentes a tu entrega por nosotros.MR/
Tú que has dado la vida por todos los hombres,
– líbranos de la indiferencia ante el dolor ajeno.MR/
Tú que con tu sacrificio nos has reconciliado con el Padre,
– enséñanos a ser portadores de paz.MR/
Tú que no dejas de sorprendernos con el testimonio de los santos,
– impúlsanos a vivir en plenitud el evangelio.MR/
Tú que te revelas a los sencillos y a los humildes,
– descúbrenos la sabiduría de la cruz.MR/
Intenciones libres
Padre nuestro…
Oración
Dios todopoderoso y eterno, que concediste a san Pío, presbítero, la gracia singular de participar en la cruz de tu Hijo, y por su ministerio renovaste las maravillas de tu misericordia, concédenos, por su intercesión, que, asociados siempre a los sufrimientos de Cristo, lleguemos felizmente a la gloria de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo.
El Papa: Se escucha más a las grandes farmacéuticas que a médicos y enfermeras
La crisis actual no es sólo sanitaria sino también social, política y económica
La crisis actual no es sólo sanitaria sino también social, política y económica, afirmó el papa Francisco que pidió hoy un aplauso para los llamados ‘descartados’, los movimientos sociales, los trabajadores de la sanidad, los ancianos, los niños, los ‘pequeños’ no escuchados por los políticos o los potentes.
“La crisis actual no es sólo sanitaria sino también social, política y económica. Para salir de ella todos estamos llamados, individual y colectivamente, a asumir nuestra propia responsabilidad”, dijo el Papa en la audiencia general del miércoles, 23 de septiembre de 2020, en el Patio de San Damasco del Palacio Apostólico del Vaticano.
“O pensemos también en la forma de curar el virus: se escucha más a las grandes compañías farmacéuticas que a los trabajadores sanitarios, comprometidos en primera línea en los hospitales o en los campos de refugiados. Este no es el buen camino. ¡Todos deben ser escuchados!”.
La predicación del papa fue un himno a la esperanza para la salir ‘todos’ de la crisis actual ricos, pobres, de clases altas o bajas, el Estado y las comunidades, todos unidos y escuchados en sus problemas y soluciones.
Francisco se detuvo en los principios de solidaridad y la subsidiariedad que hacen parte de la «cura del virus» de la indiferencia y de la globalización que deshumaniza, según el Papa, quien lamentó: “Se escucha más a los potentes que a los débiles”.
Francisco denunció que en la crisis actual se constata que “hay personas y grupos sociales que no pueden participar en esta reconstrucción del bien común, porque son marginados, excluidos, ignorados, y muchos de ellos sin libertad para expresar su fe y sus
El Francisco explicó que aplicar el «principio de subsidiariedad» significa «compartir la responsabilidad» y «dejar hablar a todos», incluso a los últimos.
“Para salir mejores de una crisis, el principio de subsidiariedad debe ser realizado, respetando la autonomía y la capacidad de iniciativa de todos, especialmente de los últimos. Todas las partes de un cuerpo son necesarias y, como dice San Pablo, esas partes que podrían parecer más débiles y menos importantes, en realidad son las más necesarias (cfr 1 Cor 12, 22).
Hoy se escucha más a los potentes
El Papa lamentó que hoy “se escucha más a los potentes que a los débiles y este no es el buen camino: no es el camino humano, no es el camino que nos ha enseñado Jesús, no es actuar el principio de la subsidiariedad”.
Así, hizo una lista de las voces no escuchadas por los potentes del mundo: “Las voces de los pueblos indígenas, sus culturas y visiones del mundo no se toman en consideración. Hoy, esta falta de respeto del principio de subsidiariedad se ha difundido como un virus”.
“Pensemos en las grandes medidas de ayudas financieras realizadas por los Estados. Se escucha más a las grandes compañías financieras que a la gente o aquellos que mueven la economía real. Se escucha más a las compañías multinacionales que a los movimientos sociales”. Así no permitimos a las personas que sean «protagonistas del propio rescate».
En el subconsciente colectivo de algunos políticos, digamos, o de algunos trabajadores sociales, hay un lema: ‘Todo por el pueblo, nada con el pueblo’. De arriba a abajo, pero sin escuchar la sabiduría del pueblo, sin hacer actuar esta sabiduría en la solución de los problemas. En este caso, en salir de la crisis.
El principio de subsidiariedad
Francisco indicó que el principio de subsidiariedad permite a cada uno asumir el propio rol para el cuidado y el destino de la sociedad.
“Realizarlo da esperanza en un futuro más sano y justo; y este futuro lo construimos juntos, aspirando a las cosas más grandes, ampliando nuestros horizontes e ideales”.
El Papa insistió: “O trabajamos juntos, o no funciona. O trabajamos juntos para salir de la crisis, todos los niveles de la sociedad, o no saldremos adelante nunca, no funciona…”.
En su discurso, continuó con el ciclo de catequesis sobre el tema: «La curación del mundo», centrada en su meditación en el tema «Subsidiariedad y virtud de la esperanza» (Lectura: 1 Cor 12,14.21-22.24-25).
Salir de la crisis no significa pasar ‘una mano de pintura’
Francisco fue tajante al indicar que “salir de la crisis no significa pasar ‘una mano de pintura’ a las situaciones actuales para que parezcan más justas”.
“Salir de la crisis significa – aseveró- cambiar y el verdadero cambio lo hacen todas las personas que forman el pueblo: todas las profesiones, todas juntas, en comunidad, sino lo hacen todos, el resultado será negativo”.
De hecho, indicó el Papa, no hay verdadera solidaridad sin participación social, sin la contribución de los cuerpos intermedios: de las familias, de las asociaciones, de las cooperativas, de las pequeñas empresas, de las expresiones de la sociedad civil.
Tal participación ayuda a prevenir y corregir ciertos aspectos negativos de la globalización y de la acción de los Estados, como sucede también en el cuidado de la gente afectada por la pandemia. Estas contribuciones “desde abajo” deben ser incentivadas.
El papa Francisco puso como ejemplo la labor de los voluntarios durante la crisis. “Voluntarios de todas las clases sociales, todos juntos para salir (de la crisis). Este es el principio de solidaridad y de subsidariedad”.
El gesto del aplauso
Francisco recordó que durante el confinamiento nació de forma espontánea el gesto del aplauso para los médicos y enfermos como signo de aliento y de esperanza.
Así invitó a los 500 fieles presentes: “Extendemos este aplauso a cada miembro del cuerpo social, por su valiosa contribución, por pequeña que sea. […]
Aplaudimos a los descartados. Aquellos que esta cultura considera descartados, es decir aplaudimos a los ancianos, a los niños, las personas con discapacidad, los trabajadores, todos aquellos que se ponen al servicio. ¡Pero no nos detengamos solo en el aplauso!”.
La esperanza
Francisco indicó que la esperanza es audaz, “así que animémonos a soñar en grande, buscando los ideales de justicia y de amor social que nacen de la esperanza. No intentemos reconstruir el pasado, el pasado es el pasado, nos esperan cosas nuevas.
El Señor prometió: ‘Yo hago nuevas todas las cosas…’. Animémonos a soñar en grande buscando estos ideales, no intentemos reconstruir el pasado especialmente el que era injusto y ya estaba enfermo.
“Construyamos un futuro donde la dimensión local y la global se enriquecen mutuamente, cada uno puede dar lo suyo, cada uno debe dar lo suyo, de su cultura, de su filosofía, de su forma de pensar, donde la belleza y la riqueza de los grupos menores, los grupos de descartados, pueda florecer, ahí está la belleza también, donde quien tiene más se comprometa a servir y dar más a quien tiene menos”, concluyó.