Te seguiré adonde vayas
- 30 Septiembre 2020
- 30 Septiembre 2020
- 30 Septiembre 2020
Médicos y científicos respaldan uso del Dióxido de Cloro para tratar el Covid-19
FDA, OPS, ACI y otras organizaciones niegan que funcione y alertan que es peligroso; mientras que en Bolivia el Senado aprobó su producción y Los tratamientos que ofrecen una alternativa para mejorar la condición de los pacientes de Covid-19, han generado especulaciones alrededor del mundo.
Al no existir un tratamiento específico aprobado por organizaciones como la FDA (Food & Drug Administration) o la EMA (Agencia Europea de Medicamentos) para la cura de la enfermedad, los contagiados reciben medicamentos sintomáticos, de acuerdo con la valoración médica realizada para cada uno de los casos.
Según la Asociación Costarricense de Infectología (ACI), “el CDS presenta eficacia biocida en un amplio rango de pH (3 a 9). Presenta poca o ninguna disociación al estar en contacto con el agua, por lo que puede pasar a través de las membranas celulares de las bacterias, además de penetrar la cápside viral y reaccionar con el ARN. Sin embargo, pese a la actividad biocida de esta sustancia, la FDA ha sido enfática en la posición de que tanto el Clorito de Sodio como el Dióxido de Cloro son los ingredientes activos de ciertos desinfectantes y no están hechos para que los ingieran las personas como parte del tratamiento para ninguna enfermedad”.
La FDA y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) anunciaron que tanto el Clorito de Sodio (NaCIO2) como el Dióxido de Cloro (CDS o ClO2), son los ingredientes activos de ciertos desinfectantes, y no están hechos para que los ingieran las personas como parte del tratamiento de ninguna enfermedad.
Ante esta afirmación, el Dr. Manuel Aparicio Alonso, de México, asegura que no puede compararse el Clorito de Sodio (NaCIO2) con el Dióxido de Cloro (ClO2) pues son substancias totalmente diferentes y no pueden compararse como si tuvieran los mismos usos o efectos.
Para él, uno cura y el otro es dañino para la salud humana si es ingerido.
Médicos respaldan utilización del CDS en pacientes con coronavirus
Dra. Karina Acevedo
El único medicamento aprobado por la FDA para tratar el Covid-19, es el Remdesivir. Sin embargo, otros están en investigación, como: Lopinavir, Ritonavir, Favipiravir, Camostat, Hidroxicloroquina, Cloroquina, y antiinflamatorios como: Hidroxicloroquina, Interferón, Ruxolitinib, Camostat, Ivermectina, Nitazoxanida.
A pesar de la crítica generada por el planteamiento de utilizar Dióxido de Cloro contra el Covid-19, la Dra. Karina Acevedo Whitehouse, investigadora de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), defiende esta idea.
De acuerdo con la Dra. Acevedo, sí se ha probado de manera no controlada en escenarios hospitalarios y clínicas, su efectividad tratando a pacientes con Covid-19.
Acevedo asegura que sí existe evidencia publicada de que se puede utilizar de manera segura para contrarrestar infecciones, entre ellas, las virales. “Hay una publicación de 1981 de evaluaciones clínicas controladas del uso de distintas variantes del cloro, entre ellas el Dióxido de Cloro. Un estudio parecido se retomó en el 2007, evaluando la efectividad de este producto en el humano”, afirmó la investigadora.
Con respecto a cómo funciona, la experta dijo que el Dióxido de Cloro reacciona con proteínas, específicamente con tres aminoácidos: cisteína, tirosina y triptófano. El virus que causa el Covid-19 tiene 40 residuos de cisteína, 54 de tirosina y 14 de triptófano. Entonces lo que ocurre con estos residuos es que el CDS interactúa con ellos, los modifica y con eso el virus ya no puede entrar a la célula.
Según Acevedo el efecto es muy marcado hacia los virus y los inactiva, y según las publicaciones revisadas, es en cuestión de horas que se da la inactivación. Para ella, hay medicamentos que funcionan pero que por sus precios son imposibles de brindar a la población. Por ejemplo, “el Remdesivir -que ya está aprobado por la FDA- cuesta para países en desarrollo US$2.436 por tratamiento. Si lo pensamos en términos públicos, no es parte de la realidad, al menos en el caso de México”, señaló.
“No se puede ignorar que el Dióxido de Cloro está siendo propuesto como una alternativa, y está siendo utilizado en algunos países, por ejemplo Bolivia, Ecuador y, México. Vale la pena en este contexto y sobretodo tomando en cuenta que es barato, accesible y no puede ser patentado abrir la investigación y no cerrarse”, concluyó Acevedo.
Dr. Manuel Aparicio
También el Dr. Manuel Aparicio, apoya el uso de Dióxido de Cloro como tratamiento para el Covid-19, incluso ha asegurado -en varias entrevistas en Argentina y México, entre otros países- que ha tratado a más de 60 pacientes en Querétaro y que el 100% ha evolucionado hacia la mejoría.
“Es importante señalar que no es una sustancia milagrosa, ni nueva. Ha sido utilizada por más de 100 años de forma científica, en estos 100 años no ha habido ni sola muerte accidental o no, ocasionada por el Dióxido de Cloro. Existen muchos detractores que lo confunden con el Clorito o el Hipoclorito de Sodio, que son completamente diferentes”, recalcó Aparicio. Una cosa es el Dióxido de Cloro (ClO2) y otra muy diferentes es el Hipoclorito de Sodio (NaClO), es como comparar agua (H2O) con agua oxigenada (H2O2), aseguró.
Para Aparicio, el CDS ha funcionado, resuelve síntomas y evita complicaciones en quienes han dado positivo por Covid-19.
“Pertenezco a la Coalición Mundial Salud y Vida (Comusav) en donde estamos más de 1.000 médicos de 11 países, y se han documentado a través de esta coalición más de 6.000 casos curados por Dióxido de Cloro en pacientes Covid positivos”, detalló Aparicio.
El doctor añadió: “Los tratamientos que han sido autorizados hasta el momento no han resuelto los casos de Covid-19, sí disminuyen el tiempo en los hospitales y el porcentaje de mortalidad, pero ningún documento ha comprobado una eficacia como la que ha demostrado el CDS”.
ClO2 se utiliza en diversas investigaciones actualmente
En mayo se dio a conocer que un médico contratista de la Fundación Hospital San Carlos, en Colombia, utilizó CDS como tratamiento en sí mismo, luego de que diera positivo por coronavirus.
La institución confirmó que de manera individual, el doctor sugirió este tratamiento a tres pacientes, quienes aceptaron de manera libre las recomendaciones del profesional.
Pruebas como esta también se están realizando en Ecuador. De acuerdo con el medio La Libertad, por medio de una investigación de la Asociación Ecuatoriana de Médicos Expertos en Medicina Integrativa (AEMEMI), se comprobó la eficiencia terapéutica del CDS para el tratamiento del Covid-19.
“Los pacientes debieron firmar el consentimiento en donde aprobaban que se les había explicado las bondades del Dióxido como Cloro como tratamiento para el virus”, dice el medio.
En total 104 personas participaron en el análisis, que según el sitio generó en cuatro días, la disminución de síntomas como fiebre, escalofrío, pérdida de olfato, dolor de cabeza, tos seca, entre otros.
Panorama costarricense
Este miércoles, el presidente de la CCSS, Román Macaya, se refirió en conferencia de prensa a la utilización del CDS para tratar el Covid-19. Aseveró que en la Caja todo lo que se aplica tiene que tener una dosis de evidencia científica, “en este momento no tenemos esa evidencia para decir que será algo que pondremos a la disposición de nuestros médicos para tratar pacientes Covid-19”.
Asimismo, el doctor reconoció que en la institución están abiertos a analizar las posibilidades. “Hay un un departamento que evalúa todos estos posibles tratamientos y si no hay una base sustantiva de evidencia, no se incorpora dentro del protocolo de tratamiento y en este momento no está dentro del protocolo para tratar el Covid”, enfatizó el presidente de la CCSS.
Este martes la Universidad de Costa Rica (UCR), dio a conocer que el Instituto Clodomiro Picado ya envasó con éxito los dos primeros lotes de inmunoglobulinas equinas, con los que se pretende tratar a pacientes graves por Covid-19.
Coalición Mundial Salud y Vida
Tanto del Dr. Aparicio como el investigador biofísico de origen alemán Andreas Kalcker, autor del libros como el CDS y la salud, y La Salud Prohibida, son miembros de la COMUSAV, organización que ha organizado varias meses redondas donde han expuesto las investigaciones realizadas en América Latina.
Según los miembros de esta coalición ellos sí hacen ciencia porque están siguiendo el método científico mediante la observación, el reconocimiento del problema, la hipótesis, las predicciones, la experimentación, han analizado los resultados y están comunicando los hallazgos.
El Dr. Kalcker ha estado investigando el CDS desde hace más de 13 años y asegura que hay médicos y pacientes que han experimentado la curación de enfermedades como diabetes, cáncer, fibromialgia, entre otras. Sobre estos casos tiene los resultados y los ha comunicado.
Miembros de esta coalición, en unión con otros médicos y parlamentarios, lograron que el Senado de Bolivia aprobara una ley para permitir la producción y uso adecuado del CDS para tratar el Covid-19.
Según el parlamentario boliviano Hebert Choque los resultados esperanzadores que comenzaron a ver con el uso del CDS, y la ausencia de daños certificados de su uso, sumado al trasfondo político y comercial de que las autoridades locales lo prohibían pero lo usaban, entonces vimos que era necesario aprobarlo y que las universidades pudieran realizar sus investigaciones, producirlo y distribuirlo en Bolivia.
La Dra. Patricia Callisperis aseguró que están realizando estudios científicos bajo la dirección de dos epidemiólogos bolivianos junto con la Universidad Técnica de Oruro (UTO). Ella aseguró que en la ciudad de San José de Chiquitos en Bolivia donde se está utilizando el Dióxido de Cloro, desde hace tres semanas no presentan casos en ese estado.
Paralelamente, en Ecuador, los obispos solicitaron la aprobación del CDS para el tratamiento del Covid-19 a las autoridades de salud. Según Mons. Bertrand Wick sus feligreses y sacerdotes se estaban muriendo, no conseguían curarse y al ver a varios usándolo y curándose decidió no dejar morir a más gente y usarlo. Según él, dejaron de morirse de Covid-19 desde que usaron el CDS.
En este video se muestran varias de las declaraciones del 18 de julio, 2020, utilizadas en este reporte:
Jerónimo, Santo
Doctor de la Iglesia, 30 de septiembre
Martirologio Romano: Memoria de san Jerónimo, presbítero y doctor de la Iglesia, que, nacido en Dalmacia, estudió en Roma, cultivando con esmero todos los saberes, y allí recibió el bautismo cristiano. Después, captado por el valor de la vida contemplativa, se entregó a la existencia ascética yendo a Oriente, donde se ordenó de presbítero. Vuelto a Roma, fue secretario del papa Dámaso, hasta que, fijando su residencia en Belén de Judea vivió una vida monástica dedicado a traducir y explicar las Sagradas Escrituras, revelándose como insigne doctor. De modo admirable fue partícipe de muchas necesidades de la Iglesia y, finalmente, llegando a una edad provecta, descansó en la paz del Señor (420).
Etimología: Jerónimo = Aquel que lleva nombre santo, viene del griego
Breve Biografía
El siglo IV después de Cristo, que tuvo su momento importante en el 380 con el edicto del emperador Teodosio que ordenaba que la fe cristiana tenía que ser adoptada por todos los pueblos del imperio, está repleto de grandes figures de santos: Atanasio, Hilario, Ambrosio, Agustín, Crisóstomo, Basilio y Jerónimo.
Este último nació en Estridón (Dalmacia) hacia el año 340; estudió en Roma y allí fue bautizado. Su espíritu es enciclopédico: su obra literaria nos revela al filósofo, al retórico, al gramático, al dialéctico, capaz de pensar y escribir en latín, en griego, en hebreo; escritor rico, puro y robusto al mismo tiempo. A él se debe la traducción al latín del Antiguo y del Nuevo Testamento, que llegó a ser, con el titulo de Vulgata, la Biblia oficial del cristianismo.
Jerónimo es de una personalidad fortísima: en cualquier parte a donde va suscita entusiasmos o polémicas. En Roma fustiga los vicios y las hipocresías y también preconiza nuevas formas de vida religiosa, atrayendo a ellas a algunas mujeres influyentes patricias de Roma, que después lo siguen en la vida eremítica de Belén.
La huída de la sociedad de este desterrado voluntario se debió a su deseo de paz interior, no siempre duradero, porque de vez en cuando reaparecía con algún nuevo libro. Los rugidos de este “león del desierto” se hacían oír en Oriente y en Occidente. Sus violencias verbales iban para todos. Tuvo palabras duras para Ambrosio, para Basilio y hasta para su amigo Agustín que tuvo que pasar varios tragos amargos. Lo prueba la correspondencia entre los dos grandes doctores de la Iglesia, que se conservan casi en su totalidad. Pero sabía suavizar sus intemperancias de carácter cuando el polemista pasaba a ser director de almas.
Cuando terminaba un libro, iba a visitar a las monjas que llevaban vida ascética en un monasterio no lejos del suyo. El las escuchaba, contestando sus preguntas. Estas mujeres inteligentes y vivas fueron un filtro para sus explosiones menos oportunas y él les pagaba con el apoyo y el alimento de una cultura espiritual y biblica. Este hombre extraordinario era consciente de sus limitaciones y de sus propias faltas. Las remediaba dándose golpes de pecho con una piedra. Pero también se daba cuenta de sus méritos, tan es así que la large lista de los hombres ilustres, de los que hizo un breve pero precioso resumen (el De viris illustribus) termina con un capítulo dedicado a él mismo. Murió a los 72 años, en el 420, en Belén.
Si quieres ahondar más en la vida de Jerónimo consulta corazones.org en donde también tienen una biografía completa de San Jerónimo
Santo Evangelio según san Lucas 9, 57-62. Miércoles XXVI del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Concédeme, Señor, la fortaleza para seguirte en todo momento y que pueda darte mi vida sin medida. Sé que es difícil, pero acepto el reto que me pones enfrente; confío en tu gracia para que me convierta en tu discípulo amado.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 9, 57-62
En aquel tiempo, mientras iban de camino Jesús y sus discípulos, alguien le dijo: “Te seguiré a dondequiera que vayas”. Jesús le respondió: “Las zorras tienen madrigueras y los pájaros, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene en dónde reclinar la cabeza”.
A otro, Jesús le dijo: “Sígueme”. Pero él le respondió: “Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre”. Jesús le replicó: “Deja que los muertos entierren a sus muertos. Tú ve y anuncia el Reino de Dios”.
Otro le dijo: “Te seguiré, Señor; pero déjame primero despedirme de mi familia”. Jesús le contestó: “El que empuña el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
El seguimiento de Cristo no es nada fácil porque implica una vida de sacrificios, pero la recompensa de estos sacrificios se hace sentir en la vida eterna. Visto desde la perspectiva del que es llamado por Dios, este Evangelio nos revela lo que significa seguir a Cristo en la vocación del sacerdocio o la vida consagrada. Primero nos dice que no tienen una casa propia donde reposar la cabeza porque su casa es en todo lugar; lo podemos ver, especialmente, en el caso de los misioneros que salen de su país para servir donde Él los necesita; algunos van a lugares muy lejos de donde nacieron; otros cambian a menudo de ubicación, la casa que los acoge verdaderamente les hace sentir en casa y la gente con la que se encuentran se convierte en su familia.
En segundo lugar, Cristo pide el desapego de las cosas y las personas si nos hacen depender más en ellas que en Dios. Tenemos que recordar que Dios es la persona más importante en nuestras vidas, pero si no vivimos de esta forma, cualquier cosa nos puede distraer de esta verdad. Es cierto que el ejemplo que pone Cristo es difícil de aceptar, pero aun en circunstancias de gran dolor y de gran dificultad Cristo nos pide que confiemos en Él porque nos amó primero, y las personas que le quieren y sufren serán consoladas por Él.
Y como tercer elemento nos habla de recodar los viejos tiempos con mucha frecuencia cuando estamos siguiendo a Cristo porque nadie puede servir a dos amos hay que elegir. Claramente Dios nos ha colmado de muchos dones en nuestra vida, pero no podemos vivir aferrados a nuestro pasado impidiendo que Dios actúe en nuestra vida. Nuestro pasado tampoco nos puede condicionar; dejemos de suspirar todos los días pensando que todo era mejor antes. Dios nos tiene preparadas muchas sorpresas.
«Pero Jesús responde que el Hijo del Hombre, a diferencia de los zorros que tienen guaridas y los pájaros que tienen nidos, “no tiene donde reclinar la cabeza”. La pobreza absoluta de Jesús. Jesús, en efecto, ha dejado la casa de su padre y renunciado a toda seguridad para anunciar el Reino de Dios a las ovejas perdidas de su pueblo. Así, Jesús nos indica a nosotros, sus discípulos, que nuestra misión en el mundo no puede ser estática, sino que es itinerante. El cristiano es un itinerante. La Iglesia por su naturaleza está en movimiento, no es sedentaria y no se queda tranquila en su propio recinto. Está abierta a los horizontes más amplios, enviada ?¡la Iglesia es enviada!? a llevar el Evangelio a los caminos y llegar a las periferias humanas y existenciales».
(Ángelus de S.S. Francisco, 30 de junio de 2019).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Daré gracias a Dios por los momentos espirituales que haya tenido y le diré que le dejo seguir actuando en mi vida.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
¿Qué es la muerte para los católicos?
La muerte no tiene que ser vista como algo desagradable. ¡Es el encuentro definitivo con Dios!
¿Cómo entendemos los católicos la muerte?
De lo único que tenemos certeza es que algún día moriremos. La realidad de la muerte está presente en nuestra vida cada día, cada momento.
1.- ¿Cómo entiende la sociedad la muerte?
La muerte en la sociedad es para muchas personas un tabú. La gente no quiere siquiera que se nombre la palabra "muerte", piensan que así se ignora esa realidad.
Por otro lado, estamos siempre viendo la muerte como espectáculo, en la televisión, en los accidentes. Vemos que la muchas personas disfrutan viendo una y otra vez las imágenes donde hay personas que mueren...
- ¿Tienes miedo a la muerte?
- ¿Por qué?
- ¿Qué experiencias tienes de la muerte de otras personas?
2.- La muerte para los católicos
Para los católicos, la muerte forma parte de la vida; no es una ruptura especialmente importante. Nosotros nos fiamos de Jesús que dio su vida por nosotros para que nosotros tengamos vida eterna.
Creemos que Jesús resucitó y también nosotros resucitaremos con Él.
* ¿Te fías tú de Jesús y de lo que Jesús dijo sobre la muerte, de su propia muerte y de la nuestra?
3.- ¿Por qué existe la muerte? ¿Por qué tenemos que morir?
La respuesta nos la da la Biblia:
"Así pues, por medio de un solo hombre entró el pecado en el mundo, y con el pecado la muerte, y la muerte pasó a todos porque todos pecaron." (Romanos 5, 12).
"El pago que da el pecado es la muerte; pero el don que da Dios es vida eterna en unión con Cristo Jesús, nuestro Señor."
La muerte existe en el mundo como consecuencia del pecado. Como nosotros también somos pecadores, un día moriremos. Desde la fe vemos que en la muerte unidos a Cristo también resucitaremos con Él.
- ¿Crees que el pecado produce "muerte" en distintos aspectos de la vida?
- ¿Produce el pecado muerte física? ¿En qué casos? ¿Por qué?
4.- ¿Cómo afrontamos los católicos la muerte?
Con serenidad, con confianza. Para nosotros la muerte no es "nada del otro mundo". Nos fijamos en Jesús cuando vio que su muerte se aproximaba y tratamos de tener sus mismas actitudes y su confianza en el Padre Dios:
"Adelantándose unos pasos, se inclinó hasta el suelo, y oró diciendo: Padre mío, si es posible, líbrame de esta copa de amargura; pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú." (Mateo 26, 39)
Hay que aprender a aceptar la muerte como algo que forma parte de la vida. Esto se logra poco a poco, fiándonos de Dios, poniendo en Él nuestra confianza. Los cristianos sabemos que todo no acaba con la muerte. Sabemos que el amor es más fuerte que la muerte.
Cuando muere una persona que queremos, nuestro amor hacia ella permanece intacto y, aunque pasen los años, el amor no muere nunca. Si hemos amado a Jesús con toda nuestra vida y con todo nuestro corazón, podemos decir con el apóstol san Pablo:
"Porque para mí la vida es Cristo, y la muerte ganancia. Pero si viviendo en este cuerpo puedo seguir trabajando para bien de la causa del Señor, entonces no sé qué escoger. Me es difícil decidirme por una de las dos cosas: por un lado, quisiera morir para ir a estar con Cristo, pues eso sería mucho mejor para mí; pero por otro lado, es más necesario por causa de ustedes que siga viviendo." (Filipenses 1, 21-24).
- ¿Te fías de verdad de lo que dice la Palabra de Dios? ¿Por qué?
5.- Los Católicos ¿Creemos en la reencarnación?
No. Los cristianos en general no creemos en la reencarnación. La Palabra de Dios nos dice:
"Y así como todos han de morir una sola vez y después vendrá el juicio." (Hebreos 9, 27)
No hay reencarnación después de la muerte. Tenemos la seguridad tal y como nos dice la palabra de Dios:
"Esto es muy cierto: Si morimos con Él, también viviremos con Él; si sufrimos, tendremos parte en su reino." (2 Timoteo 2, 11).
- ¿Por qué crees tú que hay personas que piensan que la reencarnación es posible?
- ¿Piensas que las personas tenemos con una sola vida la posibilidad de llegar a ser felices con Dios?
6.- ¿Qué hay después de la muerte?
Ya hemos dicho que para los cristianos la muerte es sólo el final de la vida terrena, pero no el final de la vida. Lo que creemos los católicos es lo siguiente:
Creemos que tenemos un alma inmortal creada por Dios que no muere con la muerte sino que pervive en una vida eterna.
No es que seamos dos cosas distintas. El ser humano es una unidad. Yo soy alma y cuerpo a la vez. Mi cuerpo muere, pero mi "yo" pervive eternamente.
- ¿Qué es para ti el "alma"?
- ¿Puede ir alma y cuerpo por separado?
- ¿Crees que el ser humano está formado por dos partes distintas o más bien es una unidad?
7.- ¿Qué es eso de la "Vida Eterna"?
La vida eterna no es igual a esta vida.
Cada persona que muere vivirá en la vida eterna lo que ha elegido previamente en esta vida. Jesús nos da la salvación (la vida eterna), pero no nos obliga a aceptarla. Eres tú quien tiene que aceptarlo en tu vida de una manera voluntaria, amorosa.
En la vida eterna, una vez muertos, los católicos creemos que hay tres posibilidades para el ser humano. Tu "yo personal", lo que llamamos "el alma", pasará a una de estas tres opciones:
1. El cielo, contemplando a Dios.
2. El purgatorio, purificándose para poder entrar en comunión con Dios.
3. El infierno, quedará definitivamente separada de Dios.
- ¿Cómo te imaginas lo que es la "vida eterna"?
- ¿Disfrutamos en esta vida ya de algo de la "vida eterna"?
- ¿Cómo puede entrar una persona en la "vida eterna"?
8.- ¿Qué es el Juicio Final después de la Muerte?
Los católicos creemos que una persona cuando muere queda sometido a un juicio inmediato del Señor, que decidirá definitivamente su suerte. En el Nuevo Testamento hay varios ejemplos donde se nos habla de que la persona nada más morir, recibirá su retribución según hayan sido sus obras en la tierra:
- Lc 16, 19-22: parábola de Epulón y Lázaro.
- Lc 23,43: Jesús al buen ladrón.
Cada persona, al morir, recibe en su alma inmortal la "herencia" según en su vida haya aceptado a Jesús como su salvador y su vida haya sido coherente con el mensaje de su salvador.
- ¿Cómo te imaginas el juicio final?
- Si Dios es tan bueno ¿Cómo nos va a hacer un "juicio"?
- ¿Qué nos salva: sólo la fe o sólo las obras?
9.- ¿Qué es "el Cielo"?
Para los cristianos, el cielo es la vida definitiva junto a Dios, para siempre, para toda la eternidad. Mientras estamos en esta vida caemos y nos alejamos de Dios con frecuencia. El cielo es el estar con Dios para toda la eternidad. En el cielo seremos totalmente felices y de una manera definitiva, una felicidad absoluta. San Pablo nos dice:
"Ni ojo vio, ni oído oyó, ni el hombre pudo pensar lo que Dios ha preparado para los que le aman." (1 Cor 2,9).
Al cielo llega inmediatamente una persona que acaba de morir en gracia y amistad con Dios.
"Cuando vaya y les prepare sitio, vendré de nuevo y les acogeré conmigo; así, donde estoy yo estarán también ustedes. Y para ir adonde yo voy, ya saben el camino. " (Jn 14,3-4)
Vivir en el cielo es estar con Cristo. La Palabra de Dios nos habla del cielo dándole varios nombres distintos: vida, luz, banquete de bodas, vino del reino, casa del Padre, Jerusalén celeste, paraíso...
Ten en cuenta que el cielo no es "un lugar" al que vamos, es un estado en el que se encontrará nuestra vida (el alma).
- ¿Cómo te imaginas el cielo?
- ¿Crees que el cielo es un lugar? ¿Por qué?
- ¿Cielo y felicidad son lo mismo?
10.- ¿Qué es el "Infierno"?
Es la condenación eterna. Es cuando una persona rechaza conscientemente en su vida terrenal a Dios. Dios nos invita a salvarnos, nos invita al cielo, pero los seres humanos somos libres para elegir. Si rechazamos a Dios, si no lo tenemos en cuenta en nuestra vida, estamos autocondenándonos.
"Tampoco tengan miedo de los que matan el cuerpo pero no pueden matar la vida; teman si acaso al que puede acabar con vida y cuerpo en el fuego." (Mt 10,28).
En el Evangelio se puede presuponer por las palabras de Jesús que existen y existirán personas condenadas en el infierno:
- "el hijo de la perdición": Jn 17,12
- "vayan malditos al fuego eterno..." Mt 25,41
La Iglesia católica nunca ha dicho que haya alguien condenado, aunque sí ha dicho que las almas de quienes mueren en pecado mortal son llevadas inmediatamente al infierno, donde son atormentadas con penas inacabables.
"Quien no ama permanece en la muerte. Todo el que aborrece a su hermano es un asesino; y saben que ningún asesino tiene vida eterna permanente en él." (1 Jn 3,15)
Los católicos no creemos en el destino. Nosotros no creemos que la vida de cada persona "esté ya escrita". Cada ser humano es libre de elegir el estado que quiere para su vida.
Los católicos creemos que para ir al "estado de infierno" (recuerda que el infierno no es tampoco "un sitio" al que vamos después de morir...) la persona tiene que tener una voluntaria aversión a Dios (un pecado mortal) y persistir en ese pecado hasta el final.
- ¿Cuál es el motivo por el cual una persona puede acabar en el "estado de infierno"?
- ¿Es fácil o difícil ir al infierno? ¿Por qué?
- ¿Que quiere decir la gente cuando afirma que "el infierno está aquí..."?
11.- ¿Qué es el "Purgatorio"?
Es un estado, tampoco es un "lugar" o espacio físico.
La Iglesia siguiendo el consejo de la Escritura (2 Macabeos 12,46) siempre rezó por los difuntos. Creemos que los que mueren en gracia y amistad con Dios sin estar, sin embargo, plenamente purificados o con algún resto de pecado, sufrirán una purificación antes de llegar a Dios.
El rezar por los difuntos, y de una manera especial la santa misa, ofrecida por los difuntos pueden ayudar a su pronta purificación.
12.- ¿Qué es la "Resurrección de la Carne"?
Los cristianos católicos creemos que al final de los tiempos resucitaremos todos. Creemos que del mismo modo que Cristo ha resucitado verdaderamente de entre los muertos, y vive para siempre, igualmente los justos después de su muerte vivirán para siempre con Cristo resucitado y que Él los resucitará en el último día:
"Y éste es el designio del que me envió: que de todo lo que me ha entregado no pierda nada, sino que lo resucite el último día. Porque este es el designio de mi Padre, que todo el que reconoce al Hijo y le presta adhesión tenga vida definitiva, y lo resucite yo el último día. " (Jn 6, 39-40).
Creer en la resurrección de los muertos ha sido desde sus comienzos el elemento esencial de la fe cristiana:
"Ahora bien, si nuestro mensaje es que Cristo ha resucitado. ¿cómo dicen algunos de ustedes que los muertos no resucitan? Si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y si Cristo no resucitó, el mensaje que predicamos no sirve para nada, ni tampoco sirve para nada la fe que tienen. Pero lo cierto es que Cristo ha resucitado. Él es el primer fruto de la cosecha. Ha sido el primero en resucitar." (1 Cor. 15 12-14.20)
"¡Y Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos!" (Mc 12,27)
Jesús liga la fe en la resurrección a la fe en su propia persona:
"Jesús le dijo entonces: Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y ninguno de los que viven y creen en mí morirá jamás. ¿Crees esto?" (Jn 11,25)
13.- ¿Cómo resucitan los muertos?
¿Qué es resucitar?
No es volver de nuevo a esta vida material. En la muerte, separación del alma y del cuerpo, el cuerpo de la persona cae en la corrupción, mientras que su alma va al encuentro con Dios, en espera de reunirse con su cuerpo glorificado. Dios en su infinito poder dará a nuestros cuerpos la vida incorruptible uniéndolos a nuestras almas, por la virtud de la resurrección de Jesús.
¿Quién resucitará?
Todas las personas que han muerto: "No se admiren de esto, porque va a llegar la hora en que todos los muertos oirán su voz y saldrán de las tumbas. Los que hicieron el bien, resucitarán para tener vida; pero los que hicieron el mal, resucitarán para ser condenados." (Jn 5, 28-29).
¿Cómo resucitaremos?
Cristo resuitó con su propio cuerpo: "Vean mis manos y mis pies: ¡soy yo mismo! Tóquenme y miren: un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que yo tengo." (Lc 24,39)
Pero Jesús no volvió a la vida terrenal. Del mismo, en Él: "Nosotros somos ciudadanos del cielo, y estamos esperando que del cielo venga el Salvador, el Señor Jesucristo, que cambiará nuestro cuerpo miserable en un cuerpo glorioso como el suyo. Y lo hará por medio del poder que tiene para dominar todas las cosas." (Filpenses 3, 20-21)
Será un "cuerpo espiritual": "Tal vez alguno preguntará: "¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Qué clase de cuerpo tendrán?" ¡Es una pregunta tonta! Cuando se siembra, la semilla tiene que morir, para que tome vida la planta. Lo que se siembra no es la planta que ha de brotar, sino el simple grano, sea de trigo o de otra cosa. Lo mismo sucede con la resurrección de los muertos: lo que se entierra es corruptible y lo que resucita es incorruptible. Pues nuestra naturaleza corruptible se revestirá de lo incorruptible, y nuestro cuerpo mortal se revestirá de inmortalidad." (1 Corintios 15, 35-37 42.53).
Nosotros no sabemos el "cómo" será ese cuerpo, porque ese conocimiento va mucho má allá de lo que como humanos podemos imaginar y no lo sabemos sino por la fe.
14.- ¿Cuándo resucitaremos?
Sin duda, en el último día, al fin del mundo.
Participar en la misa es también participar en la resurrección de Jesús:
"Jesús les dijo: Les aseguro que, si no comen el cuerpo del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán vida. El que come mi cuerpo y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré el último día. Porque mi cuerpo es verdadera comida, y mi sangre verdadera bebida. El que come mi cuerpo y bebe mi sangre, vive unido a mí; y yo vivo unido a él. El Padre , que me ha enviado, tiene vida, y yo vivo por él. De la misma manera, el que me coma vivirá por mí. Hablo del pan que ha bajado del cielo. Este pan no es el que comieron sus antepasados, que a pesar de haberlo comido murieron. El que coma de este pan, vivirá para siempre." (Jn 6, 53-58).
El Bautismo también nos hace participar en la resurrección de Cristo:
"Al ser bautizados, fueron sepultados con Cristo y resucitados también con él, porque creyeron en el poder de Dios que le resucitó. Por lo tanto, ya que han sido resucitados con Cristo, busquen las cosas del cielo, donde está Cristo sentado a la derecha del Padre". (Colosenses 2, 12; 3,1)
El creyente espera la resurrección, esperamos "en Cristo":
"...el cuerpo es para el Señor, y el Señor es para el cuerpo. Y así como Dios resucitó al Señor, también nos resucitará a nosotros por su poder. ¿No saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo que Dios les ha dado, y que el Espíritu Santo vive en ustedes? No son ustedes sus propios dueños, porque Dios les ha comprado por un precio. Por eso deben honrar a Dios en el cuerpo." (1 Corintios 6, 13-15. 19-20).
Una sociedad solidaria y justa es una sociedad más sana
Catequesis del Papa Francisco, 30 de septiembre de 2020
En la Audiencia general de este miércoles 30 de septiembre, Papa Francisco recordó el camino recorrido durante las catequesis de estos meses sobre cómo sanar el mundo que sufre “por un malestar que la pandemia ha evidenciado y acentuado”. La dignidad, la solidaridad y la subsidiariedad, recordó el Santo Padre en el Patio de San Dámaso, son “vías indispensables para promover la dignidad humana y el bien común”, anclados en los principios de la doctrina social de la Iglesia, guiados por la fe, la esperanza y la caridad. Como discípulos de Jesús, ha propuesto esta mañana “seguir sus pasos optando por los pobres, repensando el uso de los bienes y cuidando la casa común”.
“Quisiera que este camino no termine con estas catequesis mías, sino que se pueda continuar caminando juntos, teniendo «fijos los ojos en Jesús» (Hb 12, 2), que salva y sana al mundo”.
Papa Francisco invitó a contemplar y apreciar la belleza de cada ser humano y de cada criatura, porque “cada uno de nosotros es querido, cada uno es amado, cada uno es necesario” y “cada criatura tiene algo que decirnos de Dios creador”. De este modo, “podremos contribuir a la nueva sanación de las relaciones con nuestros dones y nuestras capacidades”. Por este camino, continuó el Pontífice, “podremos regenerar la sociedad y no volver a la llamada ‘normalidad’, que es una normalidad enferma, de hecho enferma antes de la pandemia: ¡la pandemia lo puso de relieve!... porque esta normalidad estaba enferma de injusticias, desigualdades y degrado ambiental”.
“La normalidad a la cual estamos llamados es la del Reino de Dios, donde «los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncian a los pobres la Buena Nueva» (Mt 11, 5). En la normalidad del Reino de Dios el pan llega a todos y sobra, la organización social se basa en el contribuir, compartir y distribuir, no en el poseer, excluir y acumular”.
Haciendo referencia a la pandemia del COVID-19, Papa Francisco reconoció que este “pequeño virus sigue causando heridas profundas y desenmascara nuestras vulnerabilidades físicas, sociales y espirituales”, exponiendo la gran desigualdad que hay en el mundo. Estas injusticias, subrayó el Santo Padre, “no son naturales ni inevitables”, sino que son obras del hombre y que “provienen de un modelo de crecimiento desprendido de los valores más profundos”, y que en muchos casos, ha hecho perder la esperanza, aumentando la incertidumbre y la angustia.
“Para salir de la pandemia, tenemos que encontrar la cura no solamente para el coronavirus -¡que es importante!- sino también para los grandes virus humanos y socioeconómicos. Y ciertamente no podemos esperar que el modelo económico que está en la base de un desarrollo injusto e insostenible resuelva nuestros problemas”.
Finalmente, el Santo Padre exhortó a trabajar “con urgencia para generar buenas políticas, diseñar sistemas de organización social en la que se premie la participación, el cuidado y la generosidad, en vez de la indiferencia, la explotación y los intereses particulares”, ya que una sociedad solidaria y justa es una sociedad más sana.
Las enseñanzas de San Jerónimo
Catequesis del Papa Benedicto XVI, sobre la relación entre Cristo y la Iglesia y los padres apostólicos. Miércoles 14 de noviembre 2007.
Por: SS Benedicto XVI | Fuente: Catholic.net
Queridos hermanos y hermanas:
Continuamos hoy presentando la figura de san Jerónimo. Dedicó su vida al estudio de la Biblia, hasta el punto de que fue reconocido por mi predecesor, el Papa Benedicto XVI, como «eminente doctor en la interpretación de las Sagradas Escrituras». Jerónimo subrayaba la alegría y la importancia de familiarizarse con los textos bíblicos: «¿No te parece que estás --ya aquí, en la tierra-- en el reino de los cielos, cuando se vive entre estos textos, cuando se medita en ellos, cuando no se busca otra cosa?» (Epístola 53, 10). En realidad, dialogar con Dios, con su Palabra, es en un cierto sentido presencia del Cielo, es decir, presencia de Dios. Acercarse a los textos bíblicos, sobre todo al Nuevo Testamento, es esencial para el creyente, pues «ignorar la Escritura es ignorar a Cristo». Es suya esta famosa frase, citada por el Concilio Vaticano II en la constitución «Dei Verbum» (n. 25).
«Enamorado» verdaderamente de la Palabra de Dios, se preguntaba: «¿Cómo es posible vivir sin la ciencia de las Escrituras, a través de las cuales se aprende a conocer al mismo Cristo, que es la vida de los creyentes?» (Epístola 30, 7). La Biblia, instrumento «con el que cada día Dios habla a los fieles» (Epístola 133, 13), se convierte de este modo en estímulo y manantial de la vida cristiana para todas las situaciones y para toda persona.
Leer la Escritura es conversar con Dios: «Si rezas --escribe a una joven noble de Roma--hablas con el Esposo; si lees, es Él quien te habla» (Epístola 22, 25). El estudio y la meditación de la Escritura hacen sabio y sereno al hombre (Cf. «In Eph.», prólogo). Ciertamente para penetrar de una manera cada vez más profunda en la Palabra de Dios se necesita una aplicación constante y progresiva. Por este motivo, Jerónimo recomendaba al sacerdote Nepociano: «Lee con mucha frecuencia las divinas Escrituras; es más, que el Libro no se caiga nunca de tus manos. Aprende en él lo que tienes que enseñar» (Epístola 52, 7). A la matrona romana, Leta, le daba estos consejos para la educación cristiana de su hija: «Asegúrate de que estudie todos los días algún pasaje de la Escritura… Que acompañe la oración con la lectura, y la lectura con la oración… Que ame los Libros divinos en vez de las joyas y los vestidos de seda» (Epístola 107,9.12). Con la meditación y la ciencia de las Escrituras se «mantiene el equilibrio del alma» («Ad Eph.», pról.). Sólo un profundo espíritu de oración y la ayuda del Espíritu Santo pueden introducirnos en la comprensión de la Biblia: «Al interpretar la Sagrada Escritura siempre tenemos necesidad de la ayuda del Espíritu Santo» («In Mich.», 1,1,10,15).
Un amor apasionado por las Escrituras caracterizó por tanto toda la vida de Jerónimo, un amor que siempre trató de suscitar en los fieles. Recomendaba a una de sus hijas espirituales: «Ama la Sagrada Escritura y la sabiduría te amará; ámala tiernamente, y te custodiará; hónrala y recibirás sus caricias. Que sea para ti como tus collares y tus pendientes» (Epístola 130, 20). Y añadía: «Ama la ciencia de la Escritura, y no amarás los vicios de la carne» (Epístola 125,11).
Para Jerónimo, un criterio metodológico fundamental en la interpretación de las Escrituras era la sintonía con el magisterio de la Iglesia. Por nosotros mismos nunca podemos leer la Escritura. Encontramos demasiadas puertas cerradas y caemos en errores. La Biblia fue escrita por el Pueblo de Dios y para el Pueblo de Dios, bajo la inspiración del Espíritu Santo. Sólo en esta comunión con el Pueblo de Dios podemos entrar realmente con el «nosotros» en el núcleo de la verdad que Dios mismo nos quiere comunicar. Para él una auténtica interpretación de la Biblia tenía que estar siempre en armonía con la fe de la Iglesia católica. No se trata de una exigencia impuesta a este libro desde el exterior; el Libro es precisamente la voz del Pueblo de Dios que peregrina y sólo en la fe de este Pueblo podemos estar, por así decir, en el tono adecuado para comprender la Sagrada Escritura. Por este motivo, Jerónimo alentaba: «Permanece firmemente unido a la doctrina de la tradición que te ha sido enseñada para que puedas exhortar según la sana doctrina y refutar a quienes la contradicen» (Epístola 52,7). En particular, dado que Jesucristo fundó su Iglesia sobre Pedro, todo cristiano, concluía, debe estar en comunión «con la Cátedra de san Pedro. Yo sé que sobre esta piedra está edificada la Iglesia» (Epístola 15, 2). Por tanto, con claridad, declaraba: «Estoy con quien esté unido a la Cátedra de san Pedro» (Epístola 16).
Jerónimo no descuida el aspecto ético. Con frecuencia reafirma el deber de acordar la vida con la Palabra divina. Una coherencia indispensable para todo cristiano y particularmente para el predicador, a fin de que sus acciones no contradigan sus discursos.
Así exhorta al sacerdote Nepociano: «Que tus acciones no desmientan tus palabras, para que no suceda que, cuando prediques en la Iglesia, alguien en su intimidad comente: “¿Por qué entonces tú no actúas así?”. Curioso maestro el que, con el estómago lleno, se poner a pronunciar discursos sobre el ayuno; incluso un ladrón puede criticar la avaricia; pero en el sacerdote de Cristo la mente y la palabra deben estar de acuerdo» (Epístola 52,7).
En otra carta, Jerónimo confirma: «Aunque tenga una espléndida doctrina, es vergonzosa la persona que se siente condenada por la propia conciencia» (Epístola 127,4). Hablando de la coherencia, observa: el Evangelio debe traducirse en actitudes de auténtica caridad, pues en todo ser humano está presente la Persona misma de Cristo. Dirigiéndose, por ejemplo, al presbítero Paulino, que después llegó a ser obispo de Nola y santo, Jerónimo le da este consejo: «El verdadero templo de Cristo es el alma del fiel: adorna este santuario, embellécelo, deposita en él tus ofrendas y recibe a Cristo. ¿Qué sentido tiene decorar las paredes con piedras preciosas si Cristo muere de hambre en la persona de un pobre?» (Epístola 58,7).
Jerónimo concretiza: es necesario «vestir a Cristo en los pobres, visitarle en los que sufren, darle de comer en los hambrientos, cobijarle en los que no tienen un techo» (Epístola 130, 14). El amor por Cristo, alimentado con el estudio y la meditación, nos permite superar toda dificultad: «Si nosotros amamos a Jesucristo y buscamos siempre la unión con Él, nos parecerá fácil lo que es difícil» (Epístola 22,40).
Jerónimo, definido por Próspero de Aquitania, «modelo de conducta y maestro del género humano» («Carmen de ingratis», 57), nos ha dejado también una enseñanza rica y variada sobre el ascetismo cristiano. Recuerda que un valiente compromiso por la perfección requiere una constante vigilancia, frecuentes mortificaciones, aunque con moderación y prudencia, un asiduo trabajo intelectual o manual para evitar el ocio (Cf, Epístolas 125, 11 y 130, 15), y sobre todo la obediencia a Dios: «No hay nada que le agrade tanto a Dios como la obediencia…, que es la más excelsa de las virtudes» («Hom. de oboedientia»: CCL 78,552). Del camino ascético pueden formar también parte las peregrinaciones. En particular, Jerónimo las impulsó a Tierra Santa, donde los peregrinos eran acogidos y hospedados en edificios surgidos junto al monasterio de Belén, gracias a la generosidad de la mujer noble Paula, hija espiritual de Jerónimo (Cf. Epístola 108,14).
No hay que olvidar, por último, la contribución ofrecida por Jerónimo a la pedagogía cristiana (Cf. Epístolas 107 y 128). Se propone formar «un alma que tiene que convertirse en templo del Señor» (Epístola 107,4), una «gema preciosísima» a los ojos de Dios (Epístola 107, 13).
Con profunda intuición aconseja preservarla del mal y de las ocasiones de pecado, evitar las amistades equívocas o que disipan (Cf. Epístola 107,4 y 8-9; Cf. también Epístola 128, 3-4). Exhorta sobre todo a los padres a crear un ambiente de serenidad y de alegría alrededor de los hijos, para que les estimulen en el estudio y en el trabajo, y les ayuden con la alabanza y la emulación (Cf. Epístolas 107,4 y 128,1) a superar las dificultades, favoreciendo en ellos las buenas costumbres y preservándoles de las malas porque --dice citando una frase de Publilio Siro que había escuchado en la escuela-- «a duras penas lograrás corregirte de las cosas a las que te vas acostumbrando tranquilamente» (Epístola 107, 8).
Los padres son los principales educadores de los hijos, los maestros de vida. Con mucha claridad Jerónimo, dirigiéndose a la madre de una muchacha y luego al padre, advierte, como expresando una exigencia fundamental de toda criatura humana que se asoma a la existencia: «Que ella encuentre en ti a su maestra y que su inexperta adolescencia se oriente hacia ti maravillada. Que nunca vea en ti ni en su padre actitudes que la lleven al pecado. Recordad que podéis educarla más con el ejemplo que con la palabra» (Epístola 107, 9).
Entre las principales intuiciones de Jerónimo como pedagogo hay que subrayar la importancia atribuida a una sana e integral educación desde la primera infancia, la peculiar responsabilidad atribuida a los padres, la urgencia de una formación moral religiosa, la exigencia del estudio para lograr una formación humana más completa.
Además, hay un aspecto bastante descuidado en los tiempos antiguos, pero que era considerado vital por nuestro autor: la promoción de la mujer, a quien reconoce el derecho a una formación completa: humana, académica, religiosa, profesional.
Y precisamente hoy vemos cómo la educación de la personalidad en su integridad, la educación en la responsabilidad ante Dios y ante los hombres, es la auténtica condición de todo progreso, de toda paz, de toda reconciliación y de toda exclusión de la violencia. Educación ante Dios y ante el hombre: la Sagrada Escritura nos ofrece la guía de la educación y, por tanto, del auténtico humanismo.
No podemos concluir estas rápidas observaciones sobre este gran padre de la Iglesia sin mencionar la eficaz contribución que ofreció a la salvaguarda de elementos positivos y válidos de las antiguas culturas judía, griega y romana en la naciente civilización cristiana. Jerónimo reconoció y asimiló los valores artísticos, la riqueza de los sentimientos y la armonía de las imágenes presentes en los clásicos, que educan el corazón y la fantasía en los nobles sentimientos.
Sobre todo, puso en el centro de su vida y de su actividad la Palabra de Dios, que indica al hombre las sendas de la vida, y le revela los secretos de la santidad. Por todo esto precisamente en nuestros días podemos sentirnos profundamente agradecidos con san Jerónimo.
Los católicos no debemos callar, sino aprender a hablar
Los discípulos no somos más que el maestro. Para mí es sencillo. No podemos callar
Para los cristianos han sido tiempos de reflexión sobre la pasión, muerte y resurrección de Jesús, el carpintero de Nazaret. Dios se reveló en Cristo y en Él mostró la plenitud de nuestra humanidad. Esta afirmación está en el corazón del Evangelio, de la teología centrada en la persona y del Concilio Vaticano II.
Jesús no fue asesinado por ser un moralista liberal, un judío celoso, un rabino incómodo o un revolucionario de avanzada. Lo crucificaron por ser el hijo de Dios vivo. Durante su proceso guardó silencio, menos al afirmar su identidad ante pregunta expresa del Sumo Sacerdote. Él es el Cristo, el Hijo de Dios Bendito.
Mientras medito en el sustento de mi fe, recuerdo las palabras de algunos amigos míos quienes me dicen, con insistencia, que la Iglesia debería ser más prudente en lo que habla y adaptarse a la época para no perder simpatizantes.
El hecho es que Cristo no calló, ni negó su identidad. Esto le valió el abandono de muchos seguidores (casi todos) y le costó la vida. Los discípulos no somos más que el maestro. Para mí es sencillo. No podemos callar.
También estoy convencido que debemos aprender a hablar en imitación de Jesús, quien sabía decir las cosas claro y despacito, a decir de mi abuelita.
El objetivo no es evitar problemas, sino transmitir bien el mensaje del Maestro. Ser cristiano y pretender no pasar dificultades resulta ilusorio. Reflexiono en tres aspectos del aprendizaje.
1.- Los cristianos anunciamos a una Persona, no defendemos una verdad de los ataques del mundo. Una verdad formulada con lógica y al detalle, por importante que sea, no enternece a nadie, no habla, no camina, no llora, mucho menos necesita de una madre que le acompañe al pie de la Cruz, ni de un apóstol que le siga hasta negarlo, que llore por amor y, al final, se convierta en la piedra de su Iglesia. Anunciamos a Cristo porque estamos ciertos que es el camino, la verdad y la vida.
2.- Moralismo y catolicismo se agarran a cachetadas. Puesto que no anunciamos un programa ético,sino a una persona, cuando centramos la acción en defender tercamente una verdad lógicamente formulada nos olvidamos de mostrar la belleza de la fe y, por ende, de compartir con hombres y mujeres de buena voluntad los horizontes inacabables de nuestra humanidad. La fe tiene consecuencias morales innegables, pero no surge de un código. No es la moral la que otorga su valor a la persona, es la centralidad de la persona lo que funda la moral.
3.- La belleza de la fe es Cristo y en Él todo queda vinculado. Así lo expresa el Papa: «Sólo si se respeta la vida humana desde la concepción hasta la muerte es posible y creíble también la ética de la paz; sólo entonces la no violencia puede expresarse en todas las direcciones; sólo entonces respetamos verdaderamente la creación; y sólo entonces se puede llegar a la verdadera justicia». Vida, justicia y paz están ligadas. Cuando las desvinculamos se genera un moralismo inaceptable que nos conduce a una conciencia fragmentada y a una fe sin coherencia. Así, ningún testimonio es creíble y ninguna esperanza enamora.
Dios nos habla en la Biblia como su autor
¿De qué cosas y cómo nos habla Dios en la Biblia? Cómo se fue componiendo la Biblia.
Dios habla a través de la Sagrada Escritura, que es la respuesta efectiva y plena a todos los problemas y preocupaciones de la humanidad. Una vez más, Dios es la respuesta. La Iglesia que Él se ha dignado fundar mantiene fielmente esta oportunidad de salvación ofrecida por el Señor: la Iglesia católica.
1. Dios nos habla en la Escritura como autor principal de ella
La Biblia es la "Palabra de Dios". Es su pensamiento expresado a través de sonidos humanos. Es su estilo de hablar a la humanidad. Dios escogió un pueblo, el pueblo de Israel, en el cual, a través de una larga historia, fue manifestando sus designios de salvación, por medio de los acontecimientos y las obras que Él fue disponiendo. Pero no solamente Dios habla a un grupo a través de su palabra; habla también al individuo, nos habla a cada uno de nosotros, para comunicarnos su mensaje de amor, de vida y de salvación personal. El Señor que nos invita, nos llama, se acerca a nosotros porque quiere comunicarnos algo: una enseñanza, un consejo, una frase de aliento o un regaño cuando no sabemos comprender a su bondad. Pero siempre es la palabra del Padre que se preocupa por sus hijos porque busca su bien y su felicidad.
2. ¿De qué cosas nos habla Dios en la Biblia?
Es muy difícil concretar la riqueza de su mensaje. Pero, en líneas generales abarca los siguientes temas:
a) Nos habla de sí mismo. En la Biblia, todas las páginas nos hablan de Dios. Pero no precisamente de un Dios lejano, estirado, juez, como pareciera a primera vista cuando leemos frases como: "Yo soy el que soy", "El Dios de poder", "El Señor de los ejércitos", etc., se trata de un Dios personal, vivo, cercano, providente, amoroso. Se trata, en una palabra de un Dios – Padre que se preocupa por nosotros y rige nuestros destinos en orden a nuestra felicidad temporal y eterna.
b) Nos habla del hombre, y nos dice que Él mismo lo creó formándolo "a imagen y semejanza suya". La palabra "imagen y semejanza" en hebreo significa, más que retrato, "reproducción". El hombre es imagen y semejanza de Dios porque participa, reproduciéndolas, de las bondades y cualidades divinas". "Lo has hecho – canta el salmo 8 –, poco menos que Dios, lo has coronado de gloria y honor, le diste el señorío sobre las obras de tus manos, todo lo has puesto debajo de sus pies". Todo eso es la esencia de la naturaleza humana. Claro que el hombre, a pesar de su grandeza y señorío, está revestido de carne débil; tiene inclinaciones que le invitan al pecado, al rebajamiento, al barro; y se rebaja, dando al traste con su grandeza. Entonces rompe las relaciones con Dios, se torna infiel a su amor. Pero el Señor no cesa de invitarle a que rehaga las relaciones perdidas. Ese es el drama humano a grandes rasgos que la Biblia nos muestra.
c) Nos habla de la naturaleza cuando nos dice, al abrir la Biblia, que "al principio creó Dios los cielos y la tierra". El mensaje no intenta dar de la creación una descripción científica, sino una información popular. Pero a pesar de esa intención sencilla, resulta todo un poema elocuente de la grandeza del Creador. Da gusto leer las primeras páginas de la Biblia en que el autor va descubriendo con pinceles maravillosos la obra creadora del mundo, para que veamos ya en esos párrafos el punto de partida del plan divino y de la historia de la Salvación.
d) Nos habla de la historia de la Salvación. Podríamos decir que toda la Biblia es fundamentalmente "la historia de la salvación". La historia de un pueblo que el mismo Dios escoge, para que a través de él vaya transmitiendo el mensaje salvador a toda la humanidad.
e) Nos habla de Jesucristo, el enviado de Dios al mundo, cuya misión principal es reconciliarnos con el Padre. El mismo Jesús le dirá a Nicodemo: "Tanto amó Dios al mundo, que le dio a su Hijo Único, para que todos los que crean en Él no perezcan, sino que tengan vida eterna" (Jn 3, 16). El Antiguo Testamento es una promesa de esta venida; el Nuevo Testamento nos manifiesta el cumplimiento de esta promesa. Por eso ambos Testamentos están íntimamente ligados entre sí.
f) 6. Nos habla del Reino de Dios. "He aquí, leemos en san Mateo 12, 28, que ha llegado a vosotros el Reino de Dios". Toda la misión salvífica del Mesías se concentra en la idea del Reino de Dios. Cristo viene a traernos ese Reino, que se hace presente en el mundo como un grano de mostaza (Mt 13, 31), como una levadura (Mt 13, 33), pero que llegará a su plenitud poco a poco al final de los tiempos. Más aún: Ese Reino no sólo está presente en el mundo, sino que "Ya está dentro de nosotros" (Lc 17, 21).
g) Nos habla también de la religión, de la gran lucha entre el bien y el mal, de las virtudes teologales y cardinales, del comportamiento del hombre, de la felicidad matrimonial, de la buena convivencia entre los hombres, etc. Cada libro de la Biblia plantea un tema distinto, interesante y apremiante. Pero no es un tema suelto o independiente de los demás.
3. ¿Cómo nos habla Dios en la Biblia?
Primero, Dios nos habla a través de los hombres. Dice el autor de la Carta a los Hebreos: "De una manera fragmentaria y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas; pero en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio de su Hijo, a quien constituyó heredero de todo, por quien también hizo los mundos" (1, 1-2).
Segundo, expresando su mensaje en el lenguaje propio de los hombres para que puedan entenderlo. Es decir, Dios, al hablar a la humanidad, no emplea un lenguaje rebuscado. Su mensaje no surtiría ningún efecto. Emplea un lenguaje simple, de manera que hasta los menos cultos puedan captarlo. Por eso se sirve de las maneras de hablar, modismos y géneros literarios que los escritores y las gentes usaban en el tiempo en que Dios le comunicó su Palabra.
4. Cómo se fue componiendo la Biblia
¿Cómo se compusieron los libros de la Biblia? Los acontecimientos que el Pueblo de Dios fue viviendo desde sus orígenes se transmitían de viva voz por el mismo pueblo.
Se fueron completando con más interpretaciones con el correr del tiempo, para descubrir su verdadero sentido. Esta interpretación se hizo siempre a la luz de la fe.
Al principio, se ponían ocasionalmente por escrito. Pasado el tiempo, alguien recopiló los diversos escritos, las tradiciones orales y los otros documentos existentes, formando así una herencia común redactada para todo el pueblo. Esta redacción se convirtió finalmente en el libro definitivo que ahora conocemos.
Los textos no siempre quieren presentar reportajes en directo, ni narraciones históricas o científicas. Son reflexiones de la fe sobre las grandes cuestiones del hombre o sobre los problemas que golpean a la vida de la Comunidad en un determinado momento.
Estas reflexiones hacen avanzar la revelación a través de todo el Antiguo Testamento, hasta llegar a la plenitud en el Nuevo. Pero el misterio de todo este proceso está en que siempre actúa la asistencia del Espíritu Santo. Por eso, el libro es fruto de la acción humana y de la acción de Dios.
La Biblia no es un libro caído del cielo, como pretende serlo el Corán, libro santo de los que practican la religión creada por Mahoma: "No hay más Dios que Él, el poderoso, el sabio. Él es quien hizo bajar sobre ti el libro de Él" (Sura 3, 6-7).
La Biblia ha tenido una larga historia, cuya reconstrucción está llena de complejidades: no disponemos de fechas precisas y datos para todos los libros de la Sagrada Escritura.
Por otra parte, no hay que olvidar nunca el dato de la tradición oral: primero la tradición, después la Escritura; es más, la tradición se mantiene como realidad viva que interactúa con los escritos durante todo el periodo de la formación del Antiguo Testamento.
Incluso, después de haber sido puestos por escrito, la mayoría de los textos bíblicos continuaron siendo leídos, actualizados, profundizados: sólo al final, se consideró al Antiguo Testamento como algo finalmente terminado.
Etapas de la formación del Antiguo Testamento
Veamos ahora en este esquema las etapas de la formación del Antiguo Testamento:
a) El período de los patriarcas. El primer capítulo de la historia de Israel está ligado a tres generaciones (o tribus) de patriarcas arameos: Abraham, Isaac y Jacob (pertenecen al siglo XIX antes de Cristo, aproximadamente).
b) El Éxodo. Para la segunda gran "palabra de Dios" hemos de trasladarnos a los años 1250-1200 antes de Cristo. De un grupo de esclavos, Israel, a través de la gran "Pascua de liberación", pasa a convertirse en pueblo de Dios.
c) El periodo monárquico o de los reyes. Después de casi 200 años de lucha por la ocupación de la tierra de Canaán, sigue la larga experiencia de la monarquía (del año 1000 al año 587 antes de Cristo).
d) El Exilio o Deportación en Babilonia. El año 587 antes de Cristo cae Jerusalén y con ella se desmoronan los fundamentos de la historia de Israel: la dinastía de David, la libertad en la "tierra prometida", el templo de Jerusalén.
e) El período de judaísmo. Se llama así porque sólo un "resto" de los descendientes de Judá (hijo de Jacob y representante del Reino del Sur) vuelve a Jerusalén y a la tierra santa.
Fechas de composición
El Antiguo Testamento se escribe durante el largo periodo que va desde el reinado de Salomón, en el siglo X, hasta un siglo antes de Cristo.
El Nuevo Testamento, por su parte, se escribe desde unos veinte años después de la muerte de Cristo, en vida de la primera generación de cristianos hasta la muerte del último apóstol. Es decir, entre los años 50 y 100.
La Santa Biblia fue redactada por Profetas, sabios, poetas y apóstoles, durante catorce siglos, pero todos dirigidos e inspirados por Dios para que no escribieran ningún error espiritual. Los redactores más famosos de la Santa Biblia fueron: Moisés, el rey David, los profetas, Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel. Los cuatro evangelistas San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan y, por el apóstol San Pablo.
El lenguaje usado por los autores bíblicos
Si nos fijamos en nuestro estilo de hablar, veremos que una misma verdad la podemos expresar de múltiples maneras.
Corrientemente, no nos importa el modo, sino que vamos abiertamente a la verdad que queremos expresar. Por ejemplo, esta es la verdad que quiero comunicar: "estoy en una situación difícil que me hace deprimirme". Para expresarlo a un amigo, le digo: "Oye, estoy hecho polvo". No cabe duda que mi amigo me entiende perfectamente.
Otro ejemplo: un niño muere en un accidente. De este accidente son testigos el papá y la mamá que iban con el niño, el policía de tránsito y un señor extraño que pasaba por el lugar del siniestro.
Los papás, llevados por la impresión tremenda de que el muerto es su propio hijo, contarán con un realismo quizá exagerado hasta los últimos detalles del accidente.
El policía lo hará, probablemente, como quien relata un atentado policiaco. Está tan acostumbrado a presenciar escenas similares, que ya casi, una más, no le impresiona gran cosa.
Por su parte, el "señor extraño" que pasaba por allí y no tenía que ver nada con la cuestión, dirá las cosas sin dejarse llevar por la emoción.
¿Cómo la vamos a juzgar nosotros que no presenciamos el accidente?
Si nos referimos a los papás, diremos quizás que al hacer el relato fueron exagerados; del policía diremos que, como no se fijó bien, mintió; y del testigo casual diremos que, al no importarle lo sucedido, confesó cualquier cosa por salir del paso.
Todo esto está diciendo que a la hora de juzgar algo, hay que hacerlo teniendo en cuenta quien lo dice o escribe, e incluso las circunstancias del hecho sucedido.
El Concilio Vaticano II lo dice claramente: "Dios habla en la Escritura por medio de los hombres en lenguaje humano; por lo tanto, el intérprete de la Escritura, para conocer lo que Dios quiso comunicarnos, debe estudiar con atención lo que los autores querían decir y lo que Dios quería dar a conocer con dichas palabras. Para descubrir la intención del autor, hay que tener en cuenta, entre otras cosas, los géneros literarios" (La Divina Revelación, # 12).
Conclusión
Dios es el autor de la Biblia, Él nos habla en ella, nos da a conocer sus caminos de salvación y nos invita a encontrar la verdad en su Iglesia que Él funda.
Preces
Dios ha mostrado su cercanía a los hombres revelándonos el misterio de su amor. Porque él quiere mantener un diálogo continuo con nosotros, le decimos:
R/MSeñor, escucha nuestra oración.
Que la Iglesia comprenda cada vez mejor el contenido de las Escrituras,
– y que lo anuncie con valentía para que la salvación llegue a todos los hombres.MR/
Te pedimos por los estudiosos de la Biblia,
– haz que, siguiendo el ejemplo de san Jerónimo, sepan tratarla como un libro sagrado e, iluminados por el Espíritu Santo, la interpreten con sabiduría.MR/
Protégenos a nosotros y a nuestras familias,
– para que la alegría de sabernos amados por ti llene de sentido el día que iniciamos.MR/
Intenciones libres
Padre nuestro…
Oración
Oh, Dios, que concediste al presbítero san Jerónimo un amor suave y vivo a la Sagrada Escritura, haz que tu pueblo se alimente de tu palabra con mayor abundancia y encuentre en ella la fuente de la vida. Por nuestro Señor Jesucristo.