Dios nos vigila todo el tiempo, pero lo hace como un padre
- 29 Septiembre 2020
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Obispo, 29 de octubre
Martirologio Romano: Conmemoración de san Narciso, obispo de Jerusalén, merecedor de alabanzas por su santidad, paciencia y fe. Acerca de cuándo debía celebrarse la Pascua cristiana, manifestó estar de acuerdo con el papa san Víctor, y que no había otro día que el domingo para celebrar el misterio de la Resurrección de Jesucristo. Descansó en el Señor a la edad de ciento dieciséis años.
Breve Biografía
La envidia es mala. Son temibles para los padres los "celos" que muestran algunos pequeños cuando viene al hogar un nuevo hermano. Llenan la casa de disensiones y discordias entre los niños, ante el cuidado normal que los padres dan a sus otros hermanos. Esta situación llega a ser, en ocasiones, mortificante para los padres cuando se dan en una casa. Lo bueno del asunto es que de ordinario pasa pronto, basta con adquirir un mayor grado de madurez natural. Lo malo del caso es no cuidar las pequeñas envidiejas y permitir que se asienten en el hombre tomando el cariz de pecado.
Narciso nació a finales del siglo I en Jerusalén y se formó en el cristianismo bebiendo en las mismas fuentes de la nueva religión. Debieron ser sus catequistas aquellos que el mismo Salvador había formado o los que escucharon a los Apóstoles.
Era ya presbítero modelo con Valente o con el Obispo Dulciano. Fue consagrado obispo, trigésimo de la sede de Jerusalén, en el 180, cuando era de avanzada edad, pero con el ánimo y dinamismo de un joven. En el año 195 asiste y preside el concilio de Cesarea para unificar con Roma el día de la celebración de la Pascua.
Permitió Dios que le visitara la calumnia. Tres de sus clérigos —también de la segunda o tercera generación de cristianos- no pudieron resistir el ejemplo de su vida, ni sus reprensiones, ni su éxito. Se conjuraron para acusarle, sin que sepamos el contenido, de un crimen atroz. ¡Parece fábula que esto pueda pasar entre cristianos!
Viene el perdón del santo a sus envidiosos difamadores y toma la decisión de abandonar el gobierno de la grey, viendo con humildad en el acontecimiento la mano de Dios. Secretamente se retira a un lugar desconocido en donde permanece ocho años.
Dios, que tiene toda la eternidad para premiar o castigar, algunas veces lo hace también en esta vida, como en el presente caso. Uno de los maldicientes hace penitencia y confiesa en público su infamia. Regresa Narciso de su autodestierro y permanece ya acompañando a sus fieles hasta bien pasados los cien años. En este último tramo de vida le ayuda Alejandro, obispo de Flaviada en la Capadocia, que le sucede.
El vicio capital de la envidia presenta un cuadro de tristeza permanente ante la contemplación de los bienes materiales o morales que otros poseen. En lo moral, es pecado porque la caridad es amar y, cuando se ama, hay alegría con los bienes del amado. Cuando hay envidia no hay amor, hay egoísmo, desorden, pecado.
El envidioso vive acongojado -casi sin vida- por el bien que advierte en el otro y que él anhela tener. En ocasiones extremas puede llegar a convertirse en una anomalía psíquica peligrosa ya que lleva a la ceguera y desesperación cuyas consecuencias van de la maledicencia al crimen, pasando por la calumnia y la traición: el envidioso se considera incapaz de alcanzar las cualidades ajenas; la estimación que los demás disfrutan es considerada como un robo del cariño que él merece; en la eficacia del trabajo ajeno, acompañado de éxito y merecidos triunfos, el envidioso ve intriga y apaño.
Ayer y hoy hubo y hay envidiosos. A los prójimos toca sufrir pacientemente las consecuencias. Sin olvidar que la envidia fue la causa humana que llevó al Señor al Calvario.
¡Gracias, San Narciso, porque me das ejemplo de paciencia ante la cruz!
El corazón humano y la labor de los ángeles
Santo Evangelio según san Juan 1, 47-51. Martes XXVI del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Padre, te pido que en este día me concedas la gracia para amarte más y saberme amado por ti; Tú que me conoces mejor que nadie, ayúdame a poner mi confianza en ti y a recurrir a tus ángeles pidiéndoles que me cuiden siempre.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 1, 47-51
En aquel tiempo, cuando Jesús vio que Natanael se acercaba, dijo: “Este es un verdadero israelita en el que no hay doblez”. Natanael le preguntó: “¿De dónde me conoces?” Jesús le respondió: “Antes de que Felipe te llamara, te vi cuando estabas debajo de la higuera”. Respondió Natanael: “Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel”. Jesús le contestó: “Tú crees, porque te he dicho que te vi debajo de la higuera. Mayores cosas has de ver”. Después añadió: “Yo les aseguro que verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Conocer el corazón humano es una gran hazaña porque es adentrarse en el misterio humano. Podríamos decir que un corazón sin doblez también es una gran cosa porque no es fácil mantenerse fiel a los principios que conocemos ya que esto implica mucho esfuerzo. Cuando se conoce a alguien de una forma profunda se sabe si son honestos o si la están pasando mal y somos los únicos que lo podemos notar. Dios Padre nos ha creado y dado todos los dones que tenemos; como nuestro Padre nos conoce y sabe lo que hacemos. ¿Quién se puede esconder de Dios? Nos puede asustar el pensamiento de que Dios nos vigila todo el tiempo, pero lo hace como un padre que está viendo como su pequeño disfruta de los juegos y está ahí para lo que necesite.
Como evento que está sobre este conocimiento íntimo que Dios tiene de nosotros, el Evangelio nos propone la segunda venida de Cristo que será gloriosa y llena de poder. Hoy, que celebramos a los santos arcángeles, nos imaginamos el ejército celestial que sigue a Jesucristo para librar la última batalla. Tenemos a Cristo como rey y todos sus súbditos celestiales en orden de batalla. Como los ángeles no son seres corpóreos su área de influjo es distinta. Ellos nos inspiran cosas buenas y, también, tienen que luchar una batalla contra las fuerzas del maligno para ganar el corazón humano para que sea tierra de Dios donde Él pueda reinar.
«Los tres arcángeles están delante de Dios, son nuestros compañeros porque tienen la misma vocación en el misterio de la salvación: llevar adelante el misterio de la salvación. Adoran a Dios, glorifican a Dios, sirven a Dios. Hoy recemos simplemente a los tres arcángeles, Miguel, Gabriel Rafael: Miguel, ayúdanos en la lucha; cada uno sabe qué lucha tiene en su propia vida hoy, cada uno de nosotros conoce la lucha principal, la que hace arriesgar la salvación. Ayúdanos, Gabriel, tráenos noticias, tráenos la buena nueva de la salvación, que Jesús está con nosotros, que Jesús nos ha salvado y danos esperanza. Rafael, tómanos de la mano y ayúdanos en el camino para no equivocarnos de rumbo, para no quedarnos parados: siempre caminar, pero ayudados por ti». (Homilía de S.S. Francisco, 29 de septiembre de 2017, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Rezar la oración de san Miguel arcángel, o la que nos sugiere el Papa Francisco.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
8 cosas que no sabías de los Arcangeles
Cada 29 de septiembre la Iglesia Católica celebra la fiesta de tres Santos Arcángeles
Cada 29 de septiembre la Iglesia Católica celebra la fiesta de tres Santos Arcángeles: San Miguel, San Gabriel y San Rafael.
Aquí 8 cosas que tal vez no sabías de ellos:
1. Son los más cercanos a los humanos
Desde Pseudo-Dionisio Areopagita, Padre de la Iglesia del siglo VI, se suele enumerar tres jerarquías de ángeles. En la primera están los Serafines, Querubines y Tronos. Les siguen las Dominaciones, Virtudes y Potestades. Mientras que en la tercera jerarquía se encuentran los Principados, Arcángeles y Ángeles. Estos últimos son los que están más cercanos a las necesidades de los seres humanos.
2. Los arcángeles son también santos
La palabra “santo” (del griego ‘hagios’) significa “el que es sagrado”. No significa “ser humano santo”, sino que puede aplicarse a los santos que no son humanos.
Los arcángeles eligieron estar del lado de Dios y rechazaron al diablo, por lo tanto son ángeles santos.
3. Son mensajeros de anuncios importantes
La palabra Arcángel proviene de las palabras griegas “Arc” que significa “principal” y “ángel” que es “mensajero de Dios”. Al respecto, señala San Gregorio Magno:
“Hay que saber que el nombre de ‘ángel’ designa la función, no el ser del que lo lleva. En efecto, aquellos santos espíritus de la patria celestial son siempre espíritus, pero no siempre pueden ser llamados ángeles, ya que solamente lo son cuando ejercen su oficio de mensajeros. Los que transmiten mensajes de menor importancia se llaman ángeles, los que anuncian cosas de gran trascendencia se llaman arcángeles”.
4. Hay 7 Arcángeles según la Biblia
En el libro de Tobías (12,15) San Rafael se presenta como “uno de los siete ángeles que están delante de la gloria del Señor y tienen acceso a su presencia”. Mientras que en el Apocalipsis (8,2) San Juan describe: “vi a los siete Ángeles que estaban delante de Dios, y ellos recibieron siete trompetas”. Por estas dos citas bíblicas se afirma que son 7 Arcángeles.
5. Solo conocemos tres nombres
La Biblia solo da el nombre de tres Arcángeles: Miguel, Rafael y Gabriel. Los otros nombres (Uriel, Barachiel o Baraquiel, Jehudiel, Saeltiel) aparecen en libros apócrifos de Enoc, el cuarto libro de Esdras y en literatura rabínica.
Sin embargo, la Iglesia solamente reconoce los tres nombres que se encuentran en las Sagradas Escrituras. Los demás pueden servir como referencia, pero no son doctrina.
6. Gabriel significa “fortaleza de Dios”
En el Antiguo Testamento, San Gabriel Arcángel aparece en el libro sagrado de Daniel explicándole al profeta una visión del carnero y el chivo (Dn. 8:16), así como instruyéndolo en las cosas futuras (Dn. 9,21-27). En los Evangelios, San Lucas (1,11-20) lo menciona anunciando a Zacarías el nacimiento de San Juan Bautista y a María (Lc. 1,26-38) que concebiría y daría a luz a Jesús.
San Gabriel Arcángel es conocido como el “ángel mensajero”, se le representa con una vara de perfumada azucena y es patrono de las comunicaciones y de los comunicadores porque trajo al mundo la más bella noticia con la Anunciación.
7. Rafael en hebreo es “Dios sana”
El único libro sagrado que menciona a San Rafael Arcángel es el de Tobías y figura en varios capítulos. Allí se lee que Dios envía a este arcángel para que acompañe a Tobías en un viaje, en el que se casó con Sara, una mujer cuyos maridos fueron asesinados por el demonio Asmodeo.
De igual manera San Rafael le indicó a Tobías cómo devolverle la vista a su padre. Por esta razón es invocado para alejar enfermedades y terminar felizmente los viajes.
8. Miguel significa “¿Quién como Dios?”
El nombre del Arcángel Miguel viene del hebreo “Mija-El” que significa “¿Quién como Dios?” y que, según la tradición, fue el grito de guerra en defensa de los derechos de Dios cuando Lucifer se opuso a los planes salvíficos y de amor del Creador.
San Miguel es mencionado por su nombre en tres libros de la Escritura: en el libro de Daniel se le describe como ‘uno de los principales príncipes’ en la jerarquía celestial; en Judas se dice que San Miguel había peleado con el diablo por el cuerpo de Moisés; y en Apocalipsis, San Miguel y sus ángeles son representados luchando contra el diablo y arrojándolos del cielo.
La Iglesia Católica ha tenido siempre una gran devoción al Arcángel San Miguel, especialmente para pedirle que nos libre de los ataques del demonio y de los espíritus infernales. Se le suele representar con el traje de guerrero o soldado centurión poniendo su talón sobre la cabeza del enemigo.
México: Atención ante la nueva ola de migrantes rumbo a EEUU
El alberge diocesano continuó atendiendo continúa atendiendo migrantes.
El albergue diocesano Belén, ubicado en la ciudad de Tapachula, en el estado de Chiapas, es uno de los dos lugares más conocidos por los cientos de migrantes de Centroamérica y Haití, que pernoctan temporáneamente en esa estructura de la Iglesia católica a su paso rumbo a Estados Unidos. Ahora, con la apertura de las fronteras terrestre y aérea de Guatemala, que se mantuvieron cerradas desde el pasado 18 de marzo a causa de la pandemia de COVID-19, el mismo Obispo de Tapachula, Monseñor Jaime Calderón, anunció la reapertura del refugio, durante su homilía de ayer, domingo 27 de septiembre, precisamente en la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado. Entre otras cosas, Monseñor Calderón dijo:
“Las migraciones en nuestra frontera se están volviendo más complejas por las situaciones que estamos padeciendo a nivel mundial con el COVID-19; después que Guatemala abrió sus fronteras se hizo notar muy considerablemente la presencia de hermanos migrantes en busca de apoyo”.
El Obispo Calderón explicó que el albergue diocesano Belén ya está realizando la pastoral de contención para brindar la atención necesaria a los migrantes. Igualmente, explicó que se trata de familias completas con cuadros complicados de salud, en particular, mujeres embarazadas, niños y las personas de la tercera edad.
Pedido al gobierno de México
“Pedimos a los tres niveles de gobierno que procuren no bajar la guardia y que procuren el bienestar de estos hermanos migrantes por nuestro territorio” exhortó el Obispo de Tapachula al recordar la invitación del Papa Francisco de “acoger”, “proteger”, “promover” e “integrar” a los migrantes y refugiados en nuestra sociedad.
Importancia del cuidado y la prevención
Al concluir, Monseñor Calderón recordó a los fieles la importancia del cuidado de la higiene y la prevención de la propagación de coronavirus. Al respecto, cuestionó la forma “muy palpable” en que se han ido “relajando las normas de sanidad” en los últimos días desde la reapertura de las actividades. Y concluyó:
“Evitemos que el número de contagios vuelva a aumentar”.
Durante el período de restricciones y confinamiento, si bien los servicios de recepción de migrantes o solicitantes quedaron suspendidos, el alberge diocesano continuó atendiendo a unas 350 personas, la mayoría centroamericanas y, en particular, hondureñas. Ahora, una nueva caravana de migrantes con destino a Estados Unidos se está convocando en redes sociales para salir de San Pedro Sula, Honduras, las primeras horas del mes de octubre y en medio de la pandemia que se vive por el COVID-19.
El dinero
El dinero no es ni un bien ni un mal, desde un punto de vista moral. De hecho el dinero es una realidad material que, en cuanto creada por Dios, es de por sí buena. Es un medio de intercambio, cuyo valor viene determinado convencionalmente por la sociedad
¿Cómo se debe considerar el dinero, la riqueza?
El dinero no es ni un bien ni un mal, desde un punto de vista moral. De hecho el dinero es una realidad material que, en cuanto creada por Dios, es de por sí buena. Es un medio de intercambio, cuyo valor viene determinado convencionalmente por la sociedad.
Es sólo en referencia a la persona que el dinero puede convertirse en un bien o un mal. Esto depende de:
· Cómo la persona lo adquiere: ¿honestamente, o robando o engañando?
· Cómo uno se relaciona con el mismo. El dinero es un valor y tiene gran relevancia en la vida humana, pero no debe llegar a ser el valor principal ni el único ni el mayor del hombre, quien debe evitar en cualquier modo hacerse esclavo del dinero.
· Cómo lo usa.
¿Cuándo el uso del dinero es moral?
Cuando la persona lo usa:
consciente de ser un administrador, dándole el justo peso y valor: los bienes materiales son medios, no son el fin de la vida del hombre ; para el propio bien, para el bien de la propia familia, para hacer el bien al prójimo teniendo en cuenta varios criterios, como: los gastos obligatorios para lo indispensable, necesario; la exigencias discrecionales; la necesidad del ahorro en vista de las necesidades futuras (aunque confiándose en la Providencia divina); las necesidades ajenas, sobre todo cuantos son incluso privados de lo necesario e indispensable para vivir...;respetando el “destino universal”: en el sentido que los bienes de este mundo deben servir para que a ninguna persona le falte lo necesario.
¿Cuándo el uso del dinero es inmoral?
Es inmoral:
cualquier acumulación indebida de los bienes materiales ;
cualquier apego a los mismos: “el apego al dinero de hecho es la raíz de todos los males” (1Tm 6,10). “Donde está tu tesoro, ahí estará también tu corazón” (Mt 6,21);
la teoría que hace de la ganancia la regla exclusiva y el fin último de la actividad económica ;
cualquier práctica que reduzca a la persona a no ser otra cosa que instrumento en función de la ganancia: todo esto hace servil al hombre, conduce a la idolatría del dinero y contribuye a la difusión del ateísmo. “No podéis servir a Dios y al dinero” (Mt 6,24).
¿Cuáles daños puede provocar el dinero?
Puede provocar graves daños:
dentro de la misma persona, el dinero puede convertirse en:
· un modo que esclaviza a la persona, y esto sucede cuando se hace fin y dueño, en vez de ser medio y servidor ;
· un instrumento de la voluntad de poder que puede hacer perder la cabeza ;
· un modo para dar la precedencia al tener, antes y más que al ser de la persona;
· un criterio decisivo, o incluso exclusivo, para determinar el valor de sí y del otro: un individuo vale tanto cuanto posee ;
· condicio sine qua non para la realización de la persona en cuanto persona;
· una causa de continua insatisfacción, infelicidad, sobre todo cuando en la persona prevalece la lógica de acumular ;
· un motivo para muchas constricciones. Se pierde la verdadera libertad cuando se está obsesionado por la adquisición del dinero, de su poseso, de su custodia, defensa y administración… tanto que se llega a ser esclavo. Si en cambio es adquirido y usado honestamente, el dinero puede ser fuente de libertad: da rapidez y eficacia, consiente el acceso a las cosas mejores para sí y para los demás....
En la relación con Dios, el dinero puede:
· convertirse en absoluto, que se sustituye al verdadero Dios: se vive en un verdadero y propio culto del dinero;
· llevar al rechazo de Dios, o a vivir como si Dios no existiera.
En la relación con los otros, el dinero puede:
· aumentar las distancias entre ricos y pobres;
· empujar a cometer injusticias, robos, fraudes;
· convertirse en un status symbol, que hace obtener un reconocimiento y ventajas en la sociedad;
· llevar al rechazo de los otros. La gran desgracia del dinero trasformado en ídolo es el hecho de que separa de los otros. Entre más se es rico, más se arriesga de no ver y no escuchar más a los otros. Los bienes de este mundo, que deberían ser un signo de comunicación, de comunión, se vuelven así un obstáculo, un muro entre nosotros y los demás, muro hecho de prestigio, de consumos diversos, de mayores posibilidades…;
· causa de divisiones (incluso dentro de la misma familia) y de numerosos conflictos que perturban el orden social, nacional e internacional.
¿Qué cosa prohíbe el décimo mandamiento "no desear los bienes ajenos"?
“El décimo mandamiento prohíbe la avidez y el deseo de apropiarse sin medida de los bienes terrenos; prohíbe la avidez desenfrenada, generada por el ansia desmedida de la riquezas y del poder en ellas ínsito. Prohíbe también el deseo de cometer injusticia, con la cual se dañaría al prójimo en sus bienes temporales.
La fórmula: “ No desear ” es como una advertencia general que nos empuja a moderar el deseo y la avidez de las cosas ajenas. Hay, de hecho, en nosotros una latente sed de avidez por todo lo que no nos pertenece; sed jamás saciada, de la cual la Sagrada Escritura escribe: «El avaro no será jamás saciado de su dinero» (Qo 5,9).
No se trasgrede este mandamiento deseando obtener cosas que pertenecen al prójimo, con tal que esto se haga por medios justos. La catequesis tradicional indica con realismo quienes mayormente deben luchar contra los deseos pecaminosos y que, por tanto, deben con más insistencia ser exhortados a observar este mandamiento. Son, por ejemplo, aquellos comerciantes y proveedores de mercados que esperan la escasez de los productos y la carestía para obtener provecho con el acaparamiento y la especulación; aquellos médicos que esperan con ansia las enfermedades; aquellos abogados y magistrados deseosos de causas y litigios…”. (CEC, 2536-2537).
¿Cómo debe comportarse un cristiano hacia el dinero?
El cristiano, además de observar cuanto hasta aquí ya se ha dicho acerca de la adquisición honesta, el uso moral y la actitud correcta que se debe tener hacia el dinero, debe:tener consciencia que dar dinero sin darse a sí mismo es una mentira. Compartir quiere decir dar el propio tiempo, el propio poder, las propias competencias, los dones recibidos, en la medida de los propios medios;tener en cuenta cuanto Jesús dice acerca del óbolo (dos monedas) donado al templo por la viuda del Evangelio: “En verdad les digo: esta viuda, pobre, ha dado más que todos. Todos éstos, de hecho, han dado como oferta lo que les sobraba: ésta en cambio en su pobreza ha dado todo cuanto tenía para vivir” (Lc 21,3-4);
poner en acto un amor preferencial por los pobres.
¿Por qué y cómo amar a los pobres?
El Catecismo de la Iglesia católica responde así a esta pregunta (2443-2449):
“Dios bendice a aquellos que socorren a los pobres y desaprueba a aquellos que se desinteresan: "Da a quien te pide y a quien desea de ti un préstamo no le vuelvas la espalda» (Mt 5,42). «Gratuitamente han recibido, den gratuitamente» (Mt 10,8). Jesucristo reconocerá a sus elegidos precisamente por lo que hayan hecho por los pobres.
El amor por los pobres:
· se inspira en el Evangelio de las bienaventuranzas, en la pobreza de Jesús y su atención a los pobres ;
· es también una de las motivaciones del deber de trabajar, para hacer partícipe de los bienes a quien se encuentra en necesidad ;
· non mira solamente a la pobreza material, sino también a las numerosas formas de pobreza cultural y religiosa ;
· es inconciliable con el desmesurado amor por las riquezas o con su uso egoísta: «Y ahora a ustedes, ricos: lloren y griten por las desgracias que les amenazan! Sus riquezas se han podrido, sus vestidos han sido devorados por la polilla; su oro y su plata han sido consumidos por la herrumbre, su herrumbre se levantará como testimonio contra ustedes y devorará sus carnes como un fuego. Han acumulado tesoros para los últimos días!» (St 5,1-6).
Las obras de misericordia son acciones caritativas con las cuales socorremos nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales. Instruir, aconsejar, consolar, confortar son obras de misericordia espiritual, como también perdonar y soportar con paciencia. Las obras de misericordia corporales consisten en dar de comer al hambriento, dar hospedaje a quien no tiene casa, vestir al desnudo, visitar a los enfermos y a los presos, sepultar a los muertos. Entre estas obras, dar limosna a los pobres es uno de los principales testimonios de la caridad fraterna. Es también una práctica de justicia que complace a Dios:
«Quien tiene dos túnicas, le de una a quien no tiene; y quien tenga de comer haga lo mismo» (Lc 3,11). «Den en cambio como limosna lo que tienen dentro, y todo será puro para ustedes» (Lc 11,41). «Si un hermano o una hermana está sin vestido o desprovisto del alimento cotidiano y uno de ustedes le dice: Va en paz, caliéntate y sáciate, pero no le da lo necesario para el cuerpo, a qué sirve?» (Jn 2,15-16).
«Cada vez que hagan esto a uno solo de estos mis hermanos más pequeños, lo habrán hecho conmigo» (Mt 25,40). Por tanto «quando serviamo i poveri e i malati, serviamo Gesù. cuando sirvamos a los pobres, sirvamos a Jesús. No debemos dejar faltar la ayuda a nuestros prójimos, porque en nuestros hermanos servimos a Jesús» (Santa Rosa de Lima).
¿Qué cosa pide Jesucristo cuando dice: “bienaventurados los pobres de espíritu”(Mt 5,3)?
“A sus discípulos, Jesús les pide preferirlo a El antes que a todo y que a todos, y les propone renunciar a todos sus bienes por El y por el Evangelio. Poco antes de su Pasión les puso como ejemplo la pobre viuda, de Jerusalén, la cual, en su miseria, había dado todo cuanto tenía para vivir. El precepto del despego de las riquezas es vinculante para entrar en el Reino de los cielos.
Todos los fieles deben esforzarse por guiar rectamente los propios afectos, para que del uso de las cosas de este mundo y del a pegamiento de las riquezas, contrarios al espíritu de la pobreza evangélica, no sean impedidos de tender a la caridad perfecta.
Las bienaventuranzas revelan un orden de felicidad y de gracia, de belleza y de paz. Jesús exalta el gozo de los pobres, a los que pertenece el Reino. El Verbo llama pobreza de espíritu a la humildad voluntaria del espíritu humano, y el Apóstol nos da como ejemplo la pobreza de Dios cuando dice: «De rico que era, se hizo pobre por nosotros» (2Cor 8,9).
El Señor reprocha a los ricos porque encuentran su consuelo en la abundancia de los bienes. El soberbio busca el poder terreno, mientras el pobre de espíritu busca el Reino de los cielos. El abandono en la Providencia del Padre del cielo libera de la preocupación por el mañana. La confianza en Dios prepara a la bienaventuranza de los pobres. Ellos verán a Dios”. (CEC, 2544-2547).
¿Cuál es la relación entre moral y economía?
Existe entre las dos una necesaria distinción: la economía tiene sus propias leyes en la producción, distribución y consumo de los bienes materiales y servicios.
Al mismo tiempo la economía no prescinde de la moral, en cuanto la economía encuentra su razón de ser en el hombre, está al servicio de toda la persona y de todas las personas. Realizada según sus propios métodos, la actividad económica debe ser ejercitada en el ámbito del orden moral, en el respeto de la justicia social, de modo que responda al designio de Dios sobre el hombre.
La Iglesia da un juicio moral, en materia económica y social, cuando esto lo exijan los derechos fundamentales de la persona o de la salvación de las almas. Esa busca inculcar las justas disposiciones en la relación con los bienes de la tierra y en las relaciones socio-económicas.
¿Cuáles son las funciones propias de la economía según la ética cristiana?
En relación con la persona la economía debe:
· promover la dignidad de la persona humana y el bien de toda la humanidad;
· tutelar la libertad de la persona en el campo económico, como valor fundamental y derecho inalienable;
· favorecer la armonización con los principios morales entre la capacidad creativa profesional tanto del individuo como de la empresa.
En relación con la sociedad, la economía tiene la tarea de:
· realizar el propio crecimiento pero no a precio de los seres humanos, de pueblos enteros y grupos sociales, condenados a la indigencia y a la exclusión ;
· favorecer una equitativa disponibilidad y distribución de los bienes y servicios en la transparencia y en la legalidad, desarrollando también un comercio más equitativo y solidario;
· practicar la solidaridad dentro de las familias y de la sociedad, y entre los estados;
· tener como sujetos todos los hombres y todos los pueblos, en cuanto todos son responsables de todos;
· buscar el incremento progresivo de la riqueza en modo no sólo cuantitativo sino también cualitativo, dirigiendo tal progreso al desarrollo global y solidario del hombre y de la sociedad. La legítima búsqueda de una equitativa ganancia, los criterios de la eficiencia económica van armonizados con la tutela de la dignidad de la persona. Se tiene el deber de considerar el bien de las personas y no solamente el aumento de las ganancias. Estas son, de todos modos, necesarias: permiten realizar inversiones que aseguran el porvenir y garantizan la ocupación;
· buscar eliminar las desigualdades y los desequilibrios, que causan gravísimas situaciones de pobreza. A nivel internacional, la desigualdad de los recursos y de los medios económicos es tal que provoca un verdadero “abismo” entre las naciones. De una parte están aquellos que poseen e incrementan los medios de desarrollo, y, de otra, aquellos que acumulan las deudas (cfr. Juan Pablo II, Lett. enc. Sollicitudo rei socialis, 14);
· favorecer una racional regulación del mercado y de las iniciativas económicas, según una justa jerarquía de valores y en vista del bien común. Su regulación mediante la sola ley del mercado no puede actuar la justicia social, porque existen numerosas necesidades humanas que no tienen acceso al mercado.
¿Qué cosa está a la base de todo autentico crecimiento económico de la sociedad?
A la base de todo desarrollo auténtico y completo de la sociedad humana esta el crecimiento en el sentido de Dios y de la conciencia de sí.
En tal caso el desarrollo:
· multiplica los bienes materiales y los pone al servicio de la persona y de su libertad ;
· reduce la miseria y la explotación económica ;
· hace crecer el respeto de las identidades culturales y la apertura a la trascendencia.
¿Cuál es el rol del estado en relación a la economía, según la concepción cristiana?
La responsabilidad del Estado es grande y al mismo tiempo limitada y finalizada. “La actividad económica, en particular aquella de la economía de mercado, no puede desarrollarse en un vacío institucional, jurídico y político. Esa supone, por el contrario, seguridad acerca de las garantías y de las libertades individuales y de la propiedad, además que una moneda estable y servicios públicos eficientes. La tarea principal del Estado, por tanto, es aquella de garantizar tal seguridad, de modo que quien trabaja pueda gozar los frutos del propio trabajo y, por eso, se sienta estimulado a cumplirlo con eficiencia y honestidad. [...] Tarea del Estado es vigilar y guiar el ejercicio de los derechos humanos en el sector económico; en este campo, sin embargo, la primera responsabilidad no es del Estado, sino más bien de los individuos y de los diversos grupos y asociaciones de que se compone la sociedad” (Juan Pablo II, Lett. enc. Centesimus annus, 48).
¿Cómo pueden ayudarse los unos a los otros?
“Las naciones ricas tienen la grave responsabilidad moral de frente a aquellas que por sí mismas no pueden asegurarse los medios del propio desarrollo o han sido impedidas del mismo a consecuencia de trágicas vicisitudes históricas. Se trata de un deber de solidaridad y de caridad; y también de una obligación de justicia, si el bienestar de las naciones ricas proviene de recursos que no han sido justamente pagados.
La ayuda directa constituye una respuesta adecuada a necesidades inmediatas, excepcionales, causadas, por ejemplo, por catástrofes naturales, epidemias, etc. Pero eso no basta para resanar los graves males que derivan de situaciones de miseria, ni para hacer frente en modo duradero a las necesidades. Es necesario también reformar las instituciones económicas y financieras internacionales para que puedan promover relaciones equitativas con los países menos desarrollados. Es necesario sostener el esfuerzo de los países pobres que están buscando su desarrollo y su liberación. Estos principios van aplicados en manera muy particular en el ámbito del trabajo agrícola. Los campesinos, especialmente en el tercer mundo, constituyen la masa preponderante de pobres” (CEC, 2439-2440).
¡Cuida tu corazón!
El ser humano permanece siempre abierto al crecimiento interior, al perfeccionamiento como persona.
"¡Cuida tus alas!", decía San Agustín a los jóvenes. En obvia alusión a sus deseos de volar alto, de volar lejos, de volar con prisa. Hoy Jesús parece decirnos: "¡Cuida tu corazón!". Porque el corazón, en sentido bíblico, constituye las alas del espíritu.
Ahí, en tu corazón, decides si levantas el vuelo o te quedas en tierra; si vuelas con rumbo o vas a la deriva del viento; si vuelas alto o bajo; si vuelas lejos o te quedas revolando sobre restos putrefactos. Por eso, más allá de la polémica de Jesús con los fariseos y su tradicional hipocresía, me parece que el evangelio de hoy nos grita a todos ¡cuida tu corazón!
¿Qué es el corazón?
El pensamiento griego –particularmente Aristóteles– separa como esferas distintas de la persona, aunque íntimamente relacionadas, sensibilidad, emotividad, afectividad, inteligencia y voluntad.
El pensamiento hebreo, en cambio, mucho más sintético y vivencial, concentra todas estas dimensiones en el corazón de la persona.
Así, para la Biblia, el corazón es la sede no sólo de los sentimientos y afectos, de los sueños y proyectos, sino también de las grandes decisiones morales. Todo "se cocina" ahí dentro.
Corazón y moralidad
En el Evangelio de hoy, Jesús insiste, particularmente, en el corazón como centro de la moralidad del ser humano. Ahí donde decidimos nuestra calidad, estatura y valor como personas. Porque la esencia de la persona humana, a diferencia de la de los animales y las cosas, es una esencia abierta.
El ser humano permanece siempre abierto al crecimiento interior, al perfeccionamiento como persona. Más aún, dicho crecimiento es una ley interior, un mandato inscrito en su propia esencia. Por eso en nuestro corazón resuena siempre una voz que nos dice: "¡Sé más!". So pena de ser menos.
El ser humano no puede seguir siendo el mismo con el paso del tiempo: o crece y mejora, o empeora; o se humaniza más o se deshumaniza. Lo explicaba el filósofo español José Ortega y Gasset: «Mientras el tigre no puede dejar de ser tigre, no puede "destigrarse", el hombre vive en riesgo permanente de deshumanizarse». La dignidad moral del ser humano radica, en definitiva, en esa posibilidad de ser más o ser menos persona.
Y para Jesús, el ser más o ser menos persona se juega en el corazón. «No es lo de fuera lo que mancha al hombre; es lo que sale del hombre lo que mancha al hombre». Ahí, en el sagrario íntimo de tu corazón, es donde tú decides quién realmente quieres ser.
La maldad del corazón
El corazón humano puede llegar a ser muy bueno. El pecado original introdujo la malicia en el corazón humano. Sin por ello eliminar la aspiración congénita del corazón a la verdad, a la bondad, a la belleza. Por eso, en el corazón humano tantas veces se dan cita lo mejor y lo peor de cada persona. Tristemente, con frecuencia ha prevalecido la maldad.
El profeta Jeremías dejó constancia de esta realidad: «El corazón es lo más retorcido; no tiene arreglo: ¿quién lo conoce?» (Jer. 17, 9). Y Jesús, en el Evangelio de hoy, apunta en la misma dirección: «Porque de dentro, del corazón, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez. Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre»
Corazón y libertad
Como vimos, en realidad cada uno decide qué cocina en su corazón: Si intenciones buenas, nobles, generosas, altruistas, bondadosas. O intenciones malas, mezquinas, egoístas, amargas. Y, en particular, tú decides, en cada momento, qué haces con lo que te llega de fuera o con lo que te brota de dentro.
De fuera pueden venir tentaciones, ofensas, agresiones, olvidos. De dentro pueden venir malas inclinaciones, pasiones desordenadas, emociones descontroladas. Tú decides qué haces con todo ello. Puedes sentir la fuerza de las tentaciones o de las malas inclinaciones, pero tu corazón tiene siempre la suprema libertad de consentir o no.
Viktor Frankl, neurólogo y psiquiatra austriaco, célebre por su experiencia en los campos de concentración nazis, solía fortalecer su corazón durante el cautiverio con lo que él llamaba ejercicios de suprema libertad. El régimen nazi, para debilitar, desmoralizar y hasta "animalizar" a los presos, les proporcionaba una ración claramente insuficiente de pan al día. Frankl tomaba su minúsculo trozo, lo partía a la mitad, y se comía la cantidad que él decidía tomar. El resto lo compartía. Así mantenía su libertad intacta, por muy "preso" que estuviera. Así seguía siendo "dueño de sí mismo".
La decisión de ser más o ser menos persona no depende de las circunstancias; está en tu corazón.
Y tú, ¿cuidas tu corazón?
Tu corazón es un jardín. De él brotan tus pensamientos, deseos y acciones. Si de tu corazón brotan buenos pensamientos, deseos nobles, acciones honestas, volarás y serás más y más persona.
Si de tu corazón brotan malos pensamientos, deseos perversos, acciones viles, no volarás, y serás menos persona. ¡Cuida tu corazón! Claro está, cuidar el corazón supone trabajar el corazón.
El corazón se cultiva igual que un jardín: hay que escoger bien lo que se siembra, arrancar abrojos, eliminar plagas, regar frecuentemente y podar cuando hace falta. Los corazones buenos no se improvisan.
María
María, como buena Madre, conoce como nadie el corazón humano. Pon el tuyo en sus manos. Dile que quieres cuidarlo. Pídele que te ayude a sembrar y cultivar en él sólo buenos pensamientos, buenos deseos y buenas acciones.
El pueblo judío y sus Escrituras Sagradas en la Biblia cristiana
Presentación e introducción al documento de la Pontificia Comisión Bíblica «El pueblo judío y sus Escrituras Sagradas en la Biblia cristiana»
PRESENTACIÓN
En la teología de los Padres de la Iglesia la pregunta sobre la unidad interna de la única Biblia de la Iglesia, compuesta de Antiguo y Nuevo Testamento, era un tema central. Que eso no era ni de lejos un problema sólo teórico, se puede percibir palpablemente en el camino espiritual de uno de los más grandes maestros de la cristiandad, San Agustín de Hipona. Agustín había tenido a los 19 años, el año 373, una primera experiencia profunda de conversión. La lectura de un libro de Cicerón —el Hortensius, actualmente perdido— le había provocado un cambio profundo, que él mismo describe retrospectivamente: « A Ti, Señor, se dirigían mis plegarias. Empecé a levantarme, a volver hacia Ti. Cómo ardía, Dios mío, cómo ardía por levantarme de la tierra hacia Ti » (Conf. III 4,81). Para el joven africano, que cuando niño había recibido la sal que le convertía en catecúmeno, estaba claro que un retorno a Dios tenía que ser un retorno a Cristo, que él sin Cristo no podía verdaderamente encontrar a Dios. Por eso pasó de Cicerón a la Biblia. Pero allí experimentó una terrible decepción: en las difíciles prescripciones de la Ley del Antiguo Testamento, en sus complicadas y a veces también crueles historias no podía reconocer la Sabiduría a la que él se quería abrir. En su búsqueda dio con personas que le anunciaban un nuevo cristianismo espiritual, un cristianismo que despreciaba el Antiguo Testamento como no espiritual y repugnante, un cristianismo con un Cristo que no necesitaba el testimonio de los profetas hebreos. Aquella gente prometía un cristianismo de la razón pura y sencilla, un cristianismo en el cual Cristo era el gran Iluminador, que llevaba a los hombres al verdadero conocimiento de sí mismos. Eran los maniqueos.1
La gran promesa de los maniqueos se demostró engañosa, pero con eso el problema no quedaba resuelto. Agustín sólo se pudo convertir al cristianismo de la iglesia católica después de haber conocido, a través de Ambrosio, una interpretación del Antiguo Testamento que hacía transparente la Biblia de Israel a la luz de Cristo y así hacía visible la Sabiduría que él buscaba. Con ello Agustín superó no sólo el desagrado externo por la forma literaria no satisfactoria de la antigua traducción latina de la Biblia, sino sobre todo el rechazo interior hacia un libro que más parecía un documento de la historia de la fe de un pueblo determinado, con todas sus peripecias y errores, que la voz de una Sabiduría venida de Dios y dirigida a todos. Esa lectura de la Biblia de Israel, que por sus caminos históricos descubre el camino hacia Cristo y con ella la transparencia hacia el mismo Logos, la Sabiduría eterna, no sólo fue fundamental para la decisión de fe de Agustín: fue y es fundamental para la decisión de fe de toda la Iglesia.
Pero esa lectura ¿es verdadera? ¿Puede ser fundamentada y asumida aún hoy día? Desde la perspectiva de la exégesis histórico-crítica parece, por lo menos a primera vista, que todo habla en contra de ello. Así el año 1920 el eminente teólogo liberal Adolf von Harnack formuló la tesis siguiente: « rechazar el Antiguo Testamento en el siglo segundo (alude a Marción), fue un error que la gran Iglesia condenó con razón; mantenerlo en el siglo dieciséis fue un destino al que la Reforma todavía no se podía sustraer; pero, desde el siglo diecinueve, conservarlo todavía en el protestantismo como documento canónico, de igual valor que el Nuevo Testamento, es consecuencia de una parálisis religiosa y eclesiástica ».2
¿Tiene razón Harnack? A primera vista, parece que muchas cosas hablan a favor de él. Si la exégesis de Ambrosio abrió para Agustín el camino hacia la Iglesia y, en su orientación fundamental —naturalmente muy variable en los detalles—, se convirtió en fundamento de la fe en la Biblia como palabra de Dios en dos partes y sin embargo una, se podrá objetar inmediatamente: Ambrosio había aprendido esta exégesis en la escuela de Orígenes, el primero que la aplicó de modo consecuente. Pero Orígenes en eso —según se dice— sólo había trasladado a la Biblia el método de interpretación alegórica que el mundo griego aplicaba a los escritos religiosos de la antigüedad, especialmente a Homero. Por tanto, no realizaría sólo una helenización de la palabra bíblica extraña a su íntima esencia, sino que se habría servido de un método que en sí mismo no era creíble, porque en último término estaba destinado a conservar como sagrado lo que en realidad no era más que testimonio de una cultura incapaz de ser adaptada al presente. Pero la cosa no es tan sencilla. Orígenes, más que en la exégesis homérica de los griegos, podía apoyarse en la interpretación del Antiguo Testamento que había surgido en ambiente judío, sobre todo en Alejandría con Filón como adalid, la cual procuraba de modo bien original hacer accesible la Biblia de Israel a los griegos que desde hacía tiempo preguntaban, más allá de sus dioses, por un Dios que podían encontrar en la Biblia. Además, Orígenes aprendió de los rabinos. Finalmente, elaboró principios cristianos totalmente propios: la unidad interna de la Biblia como norma de interpretación, Cristo como punto de referencia de todos los caminos del Antiguo Testamento.3
Pero sea cual sea el juicio sobre la exégesis de Orígenes y de Ambrosio en sus detalles, su fundamento último no era ni la alegoría griega, ni Filón, ni tampoco los métodos rabínicos. Su auténtico fundamento, aparte de los detalles de su interpretación, era el mismo Nuevo Testamento. Jesús de Nazaret tuvo la pretensión de ser el auténtico heredero del Antiguo Testamento (de la «Escritura») y de darle la interpretación válida, interpretación ciertamente no a la manera de los maestros de la Ley, sino por la autoridad de su mismo Autor: «Enseñaba como quien tiene autoridad (divina), no como los maestros de la Ley» (Mc 1,22). El relato de Emaús resume otra vez esta pretensión: «Empezando por Moisés y por todos los Profetas, les explicó lo que en todas las Escrituras se refiere a él» (Lc 24,27). Los autores del Nuevo Testamento intentaron fundamentar en concreto esta pretensión: muy subrayadamente Mateo, pero no menos Pablo, utilizaron los métodos rabínicos de interpretación e intentaron mostrar que precisamente esta forma de interpretación desarrollada por los maestros de la Ley conducía a Cristo como clave de las «Escrituras». Para los autores y fundadores del Nuevo Testamento, el Antiguo Testamento es simplemente la «Escritura»; sólo al cabo de algún tiempo la Iglesia pudo formar poco a poco un canon del Nuevo Testamento, que también constituía Sagrada Escritura, pero siempre de modo que como tal presuponía y tenía como clave de interpretación la Biblia de Israel, la Biblia de los Apóstoles y sus discípulos, que sólo entonces recibió el nombre de Antiguo Testamento.
En este sentido, los Padres de la Iglesia no crearon nada nuevo con su interpretación cristológica del Antiguo Testamento: sólo desarrollaron y sistematizaron lo que habían encontrado en el mismo Nuevo Testamento. Esta síntesis, fundamental para la fe cristiana, tenía que resultar cuestionable en el momento en que la conciencia histórica desarrolló unos criterios de interpretación para los cuales la exégesis de los Padres tenía que aparecer como no histórica y por tanto objetivamente insostenible. Lutero, en el contexto del humanismo y de su nueva conciencia histórica, pero sobre todo en el contexto de su doctrina de la justificación, desarrolló una nueva fórmula sobre las mutuas relaciones de las dos partes de la Biblia cristiana, no partiendo de la armonía interna de Antiguo y Nuevo Testamento, sino de la antítesis esencialmente dialéctica entre Ley y Evangelio, tanto desde el punto de vista de la historia de la salvación como desde el punto de vista existencial. Bultmann ha expresado de forma moderna esta posición de principio con la fórmula de que el Antiguo Testamento se ha cumplido en Cristo en su fracaso. Más radical es la propuesta citada de Harnack, que ciertamente, por lo que puedo saber, apenas ha sido acogida por alguien, pero que era perfectamente lógica partiendo de una exégesis para la que los textos del pasado sólo pueden tener el sentido que cada autor les haya querido dar en aquel momento histórico. Que los autores de siglos antes de Cristo que hablan en los libros del Antiguo Testamento se hayan querido referir a Cristo y a la fe del Nuevo Testamento aparece a la moderna conciencia histórica como muy inverosímil. Por eso con la victoria de la exégesis histórico-crítica, pareció que la interpretación cristológica del Antiguo Testamento, iniciada por el mismo Nuevo Testamento, había fracasado. Esto, como hemos visto, no es una cuestión histórica de detalle, sino que con ello se debaten los mismos fundamentos del cristianismo. Por eso queda también claro por qué nadie ha querido seguir la propuesta de Harnack de proceder finalmente a la renuncia al Antiguo Testamento, que Marción había emprendido demasiado pronto. Lo que quedaría, nuestro Nuevo Testamento, sería algo sin sentido. El Documento de la Pontificia Comisión Bíblica que aquí presentamos dice sobre ello: «Sin el Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento sería un libro indescifrable, una planta privada de sus raíces y destinada a secarse» (Núm. 84).
Bajo este aspecto, se ve la magnitud de la empresa que asumió la Pontificia Comisión Bíblica, cuando se propuso afrontar el tema de las relaciones entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Si tiene que haber una salida a la aporía descrita por Harnack, tiene que ser el concepto de una interpretación de los textos históricos, sostenible hoy día, que parta del texto de la Biblia aceptado como Palabra de Dios, pero amplíe y profundice el punto de vista de los estudiosos liberales. En los últimos decenios han ocurrido cosas importantes en esta dirección. La Pontificia Comisión Bíblica presentó los resultados esenciales de estos conocimientos en su documento publicado en 1993, «La interpretación de la Biblia en la Iglesia». La comprensión de la pluridimensionalidad del discurso humano, que no está atado a un momento histórico, sino que abarca el futuro, fue de gran ayuda para entender cómo la palabra de Dios se puede servir de la palabra humana para dar a la historia en progreso un sentido que va más allá del momento presente y obtiene precisamente así la unidad de todo el conjunto. La Comisión Bíblica, identificándose con este documento suyo anterior y sobre la base de minuciosas reflexiones metódicas, ha examinado las grandes líneas de pensamiento de ambos Testamentos en sus mutuas relaciones y ha podido decir en resumen que la hermenéutica cristiana del Antiguo Testamento, que sin duda se aparta profundamente de la del Judaísmo, «corresponde sin embargo a una potencialidad de sentido efectivamente presente en los textos» (Núm. 64). Este es un resultado, que me parece muy significativo para el progreso del diálogo, pero también sobre todo para la fundamentación de la fe cristiana.
Sin embargo la Comisión Bíblica no podía en su labor prescindir del contexto de nuestro presente, en el cual el impacto del Holocausto (la Shoah) ha inmergido toda la cuestión en otra luz. Se plantean dos cuestiones principales: ¿Pueden los cristianos, después de todo lo que ha ocurrido, mantener aún tranquilamente la pretensión de ser los herederos legítimos de la Biblia de Israel? ¿Pueden continuar con la interpretación cristiana de esta Biblia, o tendrían que renunciar con respeto y humildad a una pretensión que, a la luz de lo que ha ocurrido, tiene que aparecer como una intromisión? De eso depende la segunda pregunta: La presentación de los judíos y del pueblo judío que hace el mismo Nuevo Testamento, ¿no ha contribuido a crear una enemistad hacia el pueblo judío, que ha preparado la ideología de aquellos que querían eliminar a Israel? La Comisión se ha planteado las dos cuestiones. Está claro que la renuncia de los cristianos al Antiguo Testamento no sólo acabaría, como hemos indicado, con el cristianismo como tal, sino que tampoco prestaría ningún servicio a una relación positiva entre cristianos y judíos, precisamente porque les sustraería el fundamento común. Lo que hay que deducir de los hechos ocurridos es un nuevo respeto por la interpretación judía del Antiguo Testamento. El documento dice dos cosas sobre el tema. En primer lugar, constata que la lectura judía de la Biblia es «una lectura posible que está en continuidad con las sagradas Escrituras de los judíos del tiempo del segundo Templo y es análoga a la lectura cristiana, que se ha desarrollado en paralelismo con ella» (Núm. 22). Añade que los cristianos pueden aprender mucho de la exégesis judía practicada durante 2000 años; viceversa los cristianos pueden confiar en que los judíos podrán sacar provecho de las investigaciones de la exégesis cristiana (ibid.). Creo que los análisis presentes ayudarán al progreso del diálogo judeocristiano, así como a la formación interior de la conciencia cristiana.
La última parte del documento responde a la cuestión de la presentación de los judíos en el Nuevo Testamento. En ella se examinan minuciosamente los textos considerados " antijudíos ". Aquí quisiera subrayar sólo un punto de vista que me ha parecido especialmente importante. El documento muestra cómo los reproches que el Nuevo Testamento dirige a los judíos no son ni más frecuentes ni más duros que las quejas contra Israel que encontramos en la Ley y los Profetas, es decir dentro del mismo Antiguo Testamento (Núm. 87). Pertenecen al lenguaje profético del Antiguo Testamento y, por tanto, se han de interpretar como las palabras de los Profetas: denuncian los fallos del presente, pero son siempre temporales por esencia y presuponen también siempre nuevas posibilidades de salvación.
A los miembros de la Comisión Bíblica quisiera expresarles agradecimiento y reconocimiento por su labor. De sus discusiones, mantenidas pacientemente durante varios años, ha surgido este documento que, estoy convencido, puede ofrecer una ayuda importante en una cuestión central de la fe cristiana y en la tan importante búsqueda de una nueva comprensión entre cristianos y judíos.
Roma, en la fiesta de la Ascensión de Cristo, 2001
Joseph Cardenal Ratzinger
INTRODUCCION 4
1. Los tiempos modernos han impulsado a los cristianos a tomar más conciencia de los vínculos fraternos que les unen estrechamente al pueblo judío. Durante la segunda guerra mundial (1939-1945), acontecimientos trágicos o, más exactamente, crímenes abominables sometieron al pueblo judío a una prueba de extrema gravedad, que amenazaba su misma existencia en gran parte de Europa. En esas circunstancias, muchos cristianos no manifestaron la resistencia espiritual que se tenía derecho a esperar de los discípulos de Cristo y no tomaron las iniciativas correspondientes. Otros cristianos, por el contrario, acudieron generosamente en ayuda de los judíos en peligro, arriesgando a menudo su propia vida. Frente a esa inmensa tragedia, se imponía a los cristianos la necesidad de profundizar en la cuestión de sus relaciones con el pueblo judío. En este sentido se ha realizado ya un gran esfuerzo de investigación y de reflexión. La Pontificia Comisión Bíblica ha querido asociarse a ese esfuerzo en la medida de su competencia. Ésta no le permite evidentemente tomar postura sobre todos los aspectos históricos o actuales del problema. Por eso se limita al punto de vista de la exégesis bíblica en el estado actual de la investigación.
La cuestión que se plantea es la siguiente: ¿Qué relaciones establece la Biblia cristiana entre los cristianos y el pueblo judío? A esta pregunta, la respuesta general es clara: la Biblia cristiana establece múltiples y muy estrechas relaciones entre los cristianos y el pueblo judío. Por una doble razón: primeramente, porque la Biblia cristiana se compone en su mayor parte de las " Sagradas Escrituras " (Rom 1,2) del pueblo judío, que los cristianos llaman " Antiguo Testamento "; en segundo lugar, porque la Biblia cristiana comprende a su vez un conjunto de escritos que, al expresar la fe en Cristo Jesús, la ponen en relación estrecha con las Sagradas Escrituras del pueblo judío. Este segundo bloque, como se sabe, es llamado " Nuevo Testamento ", expresión correlativa a la de " Antiguo Testamento ".
La existencia de relaciones estrechas es innegable. Un examen más preciso de los textos revela sin embargo que no se trata de relaciones demasiado simples; al contrario, presentan una gran complejidad, que va del acuerdo perfecto sobre ciertos puntos a una fuerte tensión sobre otros. Resulta pues necesario un estudio atento. La Comisión Bíblica se ha consagrado a él estos últimos años. Los resultados de este estudio, que, ciertamente, no pretende haber agotado el tema, son presentados aquí en tres capítulos. El primero, fundamental, constata que el Nuevo Testamento reconoce la autoridad del Antiguo como revelación divina y no puede ser comprendido fuera de esa relación estrecha con él y con la tradición judía que lo transmite. El segundo capítulo examina de modo más analítico la forma en que los escritos del Nuevo Testamento acogen el rico contenido del Antiguo Testamento, del que toman los temas fundamentales, vistos a la luz de Cristo Jesús. El tercer capítulo, en fin, recoge las variadas actitudes que los escritos del Nuevo Testamento expresan a propósito de los judíos, imitando en ello, por otra parte, al mismo Antiguo Testamento.
Con ello la Comisión Bíblica espera contribuir a hacer avanzar el diálogo entre cristianos y judíos, en la claridad, la estima y el afecto mutuos.
El pueblo judío y sus Escrituras Sagradas en la Biblia cristiana
Documento completo
PRECES
En la fiesta de los santos Arcángeles, glorifiquemos a Dios, que resplandece en todas sus criaturas:
R/MSeñor, solo tú eres santo.
Por intercesión de san Miguel, haz que reconozcamos con agradecimiento que somos hijos tuyos,
– y te pedimos que libres a nuestro mundo de las ideologías que divinizan al hombre al tiempo que niegan tu misericordia.MR/
Por intercesión de san Rafael, te pedimos que nos guardes de toda enfermedad de alma o cuerpo,
– y que protejas a nuestro mundo de las epidemias que diezman con mayor crudeza a la población de los países pobres, y de las ideologías que oscurecen la verdad sobre el hombre desde postulados materialistas.MR/
Por intercesión de san Gabriel, te pedimos que nos ayudes a estar siempre dispuestos a escuchar tu palabra y a cumplirla,
– y que fortalezcas a todos los que se han consagrado a tu servicio.MR/
Por intercesión de los santos arcángeles, te pedimos que nuestras obras de este día manifiesten tu gloria,
– y que ilumines a todos los que viven en la oscuridad del pecado o de la tristeza.MR/
Intenciones libres
Padre nuestro…
ORACIÓN
Oh, Dios, que con admirable sabiduría distribuyes los ministerios de los ángeles y de los hombres, concédenos, por tu bondad, que nuestra vida esté siempre protegida en la tierra por aquellos que te asisten continuamente en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.