Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan
- 13 Diciembre 2020
- 13 Diciembre 2020
- 13 Diciembre 2020
Lucía, Santa
Memoria Litúrgica, 13 de diciembre
Virgen y Mártir
Martirologio Romano: Memoria de santa Lucía, virgen y mártir, la cual, mientras vivió, conservó encendida la lámpara esperando al Esposo, y llevada al martirio en Siracusa, ciudad de Sicilia, mereció entrar con Él a las bodas y poseer la luz indefectible († c. 304).
Breve Reseña
Con el descubrimiento, hecho en 1894, de la inscripción sepulcral sobre el "loculus" o sepulcro de la santa en las catacumbas de Siracusa, desaparecieron todas las dudas sobre la historicidad de la joven mártir Lucía, cuya fama y devoción se deben en gran parte a su legendaria Pasión, posterior al siglo V. La inscripción se remonta a comienzos del siglo V, cien años después del glorioso testimonio que dio de Cristo la mártir de Siracusa.
Epígrafes, inscripciones y el mismo antiguo recuerdo litúrgico (se debe probablemente al Papa Gregorio Magno la introducción del nombre de Santa Lucía en el Canon de la Misa) demuestran la devoción desde antiguo, que se difundió muy pronto no sólo en Occidente, sino también en Oriente.
Lucía pertenecía a una rica familia de Siracusa. La madre, Eutiquia, cuando quedó viuda, quería hacer casar a la hija con un joven paisano. Lucía, que había hecho voto de virginidad por amor a Cristo, obtuvo que se aplazara la boda, entre otras cosas porque la madre se enfermó gravemente. Devota de Santa Águeda, la mártir de Catania, que había vivido medio siglo antes, quiso llevar a la madre enferma a la tumba de la santa. De esta peregrinación la madre regresó completamente curada y por eso le permitió a la hija que siguiera el camino que deseaba, permitiéndole dar a los pobres de la ciudad su rica dote.
El novio rechazado se vengó acusando a Lucía ante el procónsul Pascasio por ser ella cristiana. Amenazada de ser llevada a un prostíbulo para que saliera contaminada, Lucía le dio una sabia respuesta al procónsul: "El cuerpo queda contaminado solamente si el alma es consciente".
El procónsul quiso pasar de las amenazas a los hechos, pero el cuerpo de Lucía se puso tan pesado que más de diez hombres no lograron moverla ni un palmo. Un golpe de espada hirió a Lucía, pero aun con la garganta cortada la joven siguió exhortando a los fieles para que antepusieran los deberes para con Dios a los de las criaturas, hasta cuando los compañeros de fe, que estaban a su alrededor, sellaron su conmovedor testimonio con la palabra Amén.
Santo Evangelio según san Juan 1, 6-8.19-28. Domingo III de Adviento
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, impúlsame con tu gracia para reconocer cada día quién soy ante tus ojos.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 1, 6-8.19-28
Había un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino testigo de la luz.
Éste es el testimonio de Juan el Bautista, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén a unos sacerdotes y levitas para preguntarle: “¿Quién eres tú?”.
Él reconoció y no negó quién era. Él afirmó: “Yo no soy el Mesías.” De nuevo le preguntaron: “¿Quién eres, pues? ¿Eres Elías?” Él les respondió: “No lo soy”. “¿Eres el Profeta?” Respondió: “No”. Le dijeron: “Entonces dinos quién eres para que podamos dar una respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?” Juan les contestó: “Yo soy la voz que grita en el desierto: Enderecen el camino del Señor, como anunció el profeta Isaías”.
Los enviados, que pertenecían a la secta de los fariseos, le preguntaron: “Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?” Juan les respondió: “Yo bautizo con agua; pero en medio de ustedes hay uno, al que ustedes no conocen, alguien que viene detrás de mí, al que yo no soy digno de desatarle las correas de la sandalia”. Esto sucedió en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan bautizaba.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
El pasaje evangélico que la liturgia de la Iglesia nos propone el día de hoy tiene una profundidad verdaderamente maravillosa. Muchas cosas podríamos meditar al respecto. Sin embargo, te propongo concentrarnos en un único aspecto: la figura de Juan el Bautista, en el momento en que a la pregunta sobre su identidad responde sin miramientos que él no es el Mesías.
‘Yo no soy el Mesías.’ Detente en esas palabras. Reflexiónalas. Gústalas. Ponlas en tu boca. Si te preguntan: ‘¿quién eres?’, responde abiertamente: ‘Yo no soy el Mesías.’ Quizás parece ser un ejercicio absurdo, pero encierra una verdad profunda. En efecto, cuántas veces has querido comportarte en tu vida como si tú pudieras controlarlo todo? ¿Cuántas ocasiones has buscado cargar sobre tus hombros el peso del mundo? ¿Cuántos momentos has dedicado a tratar de convencerte o convencer a otros de tus capacidades? Ahora tiene más sentido la respuesta.
Hoy es el tercer domingo de Adviento; tiempo de preparación, tiempo para -como nos recuerda el Bautista- allanar los caminos para el Señor. En definitiva, tiempo de espera. Mas no se trata de una espera vana, como si nada fuera a ocurrir; ni de una espera ficticia, como si el hecho de ya saber el desenlace hiciera que nuestra actitud fuera meramente externa. No. El corazón anhela algo; más aún, anhela a Alguien. Y ese Alguien viene. Ya está cerca.
Así pues, no dejes pasar este día desapercibido. No caigas en la trampa de querer ocupar el primer lugar. No cedas a la tentación de buscar fijar tu identidad en una auto-referencialidad que no es sino egoísmo disfrazado. No eres tú quien te dirá quién eres. Es Cristo, hecho carne; Cristo, en la forma de un niño que necesita de tu cuidado, quien te lo revelará. Pero antes de llegar a ese paso, hay que recordar una y otra vez: ‘Yo no soy el Mesías’.
«Voz, no palabra; luz, pero no propia, Juan parece ser nadie. He aquí desvelada "la vocación" del Bautista: Rebajarse. Cuando contemplamos la vida de este hombre tan grande, tan poderoso -todos creían que era el Mesías-, cuando contemplamos cómo esta vida se rebaja hasta la oscuridad de una cárcel, contemplamos un misterio enorme. En efecto, nosotros no sabemos cómo fueron sus últimos días. Se sabe sólo que fue asesinado y que su cabeza acabó sobre una bandeja como gran regalo de una bailarina a una adúltera. Creo que no se puede descender más, rebajarse. Sin embargo, sabemos lo que sucedió antes, durante el tiempo que pasó en la cárcel: conocemos las dudas, la angustia que tenía; hasta el punto de llamar a sus discípulos y mandarles a que hicieran la pregunta a la palabra: ¿eres tú o debemos esperar a otro?. Porque no se le ahorró ni siquiera la oscuridad, el dolor en su vida: ¿mi vida tiene un sentido o me he equivocado?».
(Homilía de S.S. Francisco, 24 de junio de 2013).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Cuando cometa alguna falta, antes que recriminarme y ceder a la desesperación, haré el esfuerzo de mirar mi pequeñez con la misma misericordia con que Dios la mira; pediré perdón, y reemprenderé el camino con la confianza del hijo que se sabe amado por su Padre.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Preparando la venida de Cristo con un cambio de corazón
Para prepararse para la venida de Cristo se debe lograr el cambio de corazón, que significa orientarlo más hacia Dios.
1. Juan Bautista tenía una misión: preparar el camino para el Mesías. ¿Por qué era necesario prepararlo? Antes de la venida de una persona importante es bueno anunciarla para que cuando llegue todo el mundo sepa de quién se trata. Iba a venir al mundo la persona más importante, Dios mismo.
¿Cómo prepararse para la venida de Dios? Hay que quitar todos los obstáculos, especialmente el pecado. El único tope que frena la llegada de Dios a un alma es el pecado. Por eso, Juan Bautista insistió tanto en la conversión de corazón.
No basta preparar un pesebre en un rincón de la casa; es necesario preparar el “pesebre interior”, que es nuestro corazón. Cristo dijo: “Bienaventurados los puros de corazón porque ellos verán a Dios”. Hay que purificar el corazón a través de una buena confesión.
2. Juan Bautista era un profeta auténtico. El profeta de verdad es como un semáforo que nos dice cuándo podemos ir adelante y cuándo no. Recuerda a los hombres lo que es bueno y lo que es malo. Educa la conciencia de la persona.
Esta misión profética de educar a los hombres la tienen no sólo el Papa, los obispos y los sacerdotes, sino también los profesores, los papás y todos los que son educadores de los niños. En el Amazonas, en Brasil, hay tribus que viven de la fruta que encuentran en los árboles. No toda fruta es buena, y por eso los papás educan a sus hijos para que distingan entre la fruta buena y la venenosa. Así tienen que hacer los educadores; tienen que enseñar cuáles palabras se deben decir y cuáles no; cuáles películas son edificantes y cuáles nocivas para la moral, cuáles compañeros edifican y cuáles llevan a los demás a la ruina, etc..
3. Cuando san Lucas escribió su Evangelio, donde nos cuenta la historia de Juan Bautista, tenía en mente instruir y motivar a los cristianos venidos del paganismo. Pero la Palabra de Dios no tiene fronteras de tiempo y lugar: es para todos los hombres, de todas las épocas de la historia y de todas las naciones del mundo.
Todos los domingos Dios nos alimenta con el “pan” de su Palabra. Lo importante es tratar de penetrar su significado para nosotros. Debemos hacernos la pregunta ¿qué nos está pidiendo Dios por medio de su Palabra?
Debemos prepararnos para la venida de Cristo por medio de la conversión de corazón, haciendo una buena confesión.
La Virgen de Guadalupe: reflejo de la abundancia, la bendición y el don de Dios
El Papa Francisco en su homilía en la misa dedicada a nuestra Señora de Guadalupe.
El Pontífice se detuvo luego en la descripción de cada una de estas ideas:
La primera palabra evidenciada en la Liturgia de hoy es la abundancia porque Dios siempre se ofrece en abundancia. Él no conoce las dosis. Somos nosotros, señaló los que ponemos los límites, y Dios, afirmó Francisco, se deja dosificar por su paciencia.
“Somos nosotros los que conocemos, por nuestra naturaleza misma, por nuestros límites, la necesidad de las cómodas cuotas. Pero Él se da en abundancia, totalmente. Y donde está Dios, hay abundancia”. El único límite que tiene Dios, afirmó el Papa diciendo que quiere pensar que tiene un límite el Señor, es el de la imposibilidad de darse de otro modo que no sea en abundancia. “Pensando en el misterio de Navidad, la liturgia de Adviento toma del profeta Isaías mucho de esta idea de la abundancia. Dios se da entero, como es, totalmente”.
La segunda palabra es la bendición
Como explicó el Papa más adelante, el encuentro de María con Isabel es una bendición. Y la bendición significa, dijo bendecir, o sea, “decir-bien”. Y Dios desde la primera página del Génesis nos acostumbró a este estilo suyo de decir bien.
“La segunda palabra que pronuncia según el relato bíblico, es “y era bueno”. “Está está bien”. “Era muy bueno”. El estilo de Dios es siempre decir bien, por eso la maldición va a ser el estilo del diablo, del enemigo. El estilo de la mezquindad, de la incapacidad de donarse totalmente, el “decir mal”. Dios siempre dice bien. Y lo dice con gusto. Lo dice dándose”.
La tercera palabra el don
La abundancia y este decir bien, es un regalo, es un don. Un don que se nos da en Él, que es todo divinidad. En “el Bendito”. Un don que se nos da en la que está “llena de gracia”, la “bendita”.
Jesús es el bendito por naturaleza y María es la bendita por gracia. Estas dos referencias, dijo Francisco, las marca la Escritura.
“A Ella se le dice “bendita tú entre las mujeres”, “llena de gracia”. Jesús es el “bendito”, el que traerá la bendición. Y mirando la imagen de nuestra Madre esperando al bendito, la llena de gracia espera al bendito, se entiende la abundancia del decir bien, del “ben-decir”, afirmó.
El don de Dios
“Tenemos esto del don, el don de Dios se nos presentó en la abundancia de su Hijo por naturaleza. En la abundancia de su Madre por gracia. El don de Dios se nos presentó como una bendición. En el bendito por naturaleza y en la bendita por gracia”.
Y éste es el regalo que Dios nos presenta y que ha querido continuamente subrayarlo, a lo largo de la revelación, señaló y pidió que “contemplando la imagen de nuestra Madre hoy, le robemos a Dios un poco de este estilo que tiene: La generosidad, la abundancia, el bendecir. Nunca maldecir. Y transformar nuestra vida en un don. Un don para todos. Que así sea”.
Oración a la Virgen de Guadalupe
¡Oh Virgen Inmaculada, Madre del verdadero Dios y Madre de la Iglesia!
Por: SS Juan Pablo II
¡Oh Virgen Inmaculada, Madre del verdadero Dios y Madre de la Iglesia! Tú, que desde este lugar manifiestas tu clemencia y tu compasión a todos los que solicitan tu amparo; escucha la oración que con filial confianza te dirigimos y preséntala ante tu Hijo Jesús, único Redentor nuestro.
Madre de misericordia, Maestra del sacrificio escondido y silencioso, a ti, que sales al encuentro de nosotros, los pecadores, te consagramos en este día todo nuestro ser y todo nuestro amor. Te consagramos también nuestra vida, nuestros trabajos, nuestras alegrías, nuestras enfermedades y nuestros dolores.
Da la paz, la justicia y la prosperidad a nuestros pueblos; ya que todo lo que tenemos y somos lo ponemos bajo tu cuidado, Señora y Madre nuestra.
Queremos ser totalmente tuyos y recorrer contigo el camino de una plena fidelidad a Jesucristo en su Iglesia: no nos sueltes de tu mano amorosa.
Virgen de Guadalupe, Madre de las Américas, te pedimos por todos los Obispos, para que conduzcan a los fieles por senderos de intensa vida cristiana, de amor y de humilde servicio a Dios y a las almas.
Contempla esta inmensa mies, e intercede para que el Señor infunda hambre de santidad en todo el Pueblo de Dios, y otorga abundantes vocaciones de sacerdotes y religiosos, fuertes en la fe, y celosos dispensadores de los misterios de Dios.
Concede a nuestros hogares la gracia de amar y de respetar la vida que comienza, con el mismo amor con el que concebiste en tu seno la vida del Hijo de Dios. Virgen Santa María, Madre del Amor Hermoso, protege a nuestras familias, para que estén siempre muy unidas, y bendice la educación de nuestros hijos.
Esperanza nuestra, míranos con compasión, enséñanos a ir continuamente a Jesús y, si caemos, ayúdanos a levantarnos, a volver a él, mediante la confesión de nuestras culpas y pecados en el Sacramento de la Penitencia, que trae sosiego al alma.
Te suplicamos, que nos concedas un amor muy grande a todos los santos Sacramentos, que son como las huellas que tu Hijo nos dejó en la tierra.
Así, Madre Santísima, con la paz de Dios en la conciencia, con nuestros corazones libres de mal y de odios podremos llevar a todos la verdadera alegría y la verdadera paz, que vienen de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que con Dios Padre y con el Espíritu Santo, vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
La clave del amor verdadero, creas o no en Dios, según el Papa Francisco.
El amor es la entrega total y desinteresada por el otro.
“La clave del verdadero amor es el respeto y la confianza. Amar es tolerar las tonterías de los demás. Aceptarlos con todas sus limitaciones. Porque el verdadero amor es compasión, y la compasión viene cuando ves todas tus limitaciones y es entonces cuando puedes aceptar las limitaciones de otras personas. El amor por dependencia es egoísmo. Se ama realmente cuándo quieres estar con la otra persona sin necesitarla ni siquiera para ser feliz, sino porque tu felicidad se multiplica cuando estás con ella.” Swami Purohit
El concepto del amor, se ha ido desvirtuando a lo largo de la historia, nos hemos convertido en una sociedad consumista en la que buscamos más recibir que dar. Nos acomodamos dónde nos sirven o nos puede convenir, y es verdad que nos hemos convertido en una sociedad más convenenciera. Lo que no sirve se deshecha, y ya no se emplea el tiempo en reparar o buscarle otro uso. Muchas veces de forma inconsciente, amamos con un amor condicionado. Me entrego a otros pero pendiente de quién me va a celebrar, alabar, o si recibiré algo a cambio. Ayudo pero mientras me vean, comparto pero que todos lo noten, hago una obra buena y deseo que el mundo entero lo sepa. Un amor condicionado, convenenciero, y que poco tiene de lo que es el verdadero amor.
El amor es la entrega total y desinteresada por el otro, y si repasamos estas palabras, nos daríamos cuenta que muchas veces no es ni total ni desinteresado. En ocasiones amamos sin una pureza de intención, amamos porque es nuestro deber, nuestra responsabilidad, pero no con una intención de servir, agradar o nutrir al otro. Tememos a “darnos de más” por miedo a ser lastimados, y nos vamos poniendo capas, que se convierten en un caparazón tan duro, que nos impide amar y ser amados. No nos permitimos amar y ser amados, pues ya hemos sufrido demasiado.
¿Pero cómo encontrar la clave para amar de verdad? Diana Cantor afirmaba que cuando aprendes a quererte a ti mismo, le muestras a otros el camino para amarte. El amor verdadero nace de amarnos responsables y sinceramente a nosotros mismos. Y es verdad, toda historia de amor comienza con el amor propio y el amor divino. Si no nos queremos, respetamos y miramos, ¿Cómo podremos hacerlo por los demás?
¿Cómo comenzar este viaje? Comienza por enamorarte de ti para poder amar a tu pareja, tu familia, tus hijos. No puedes amar verdaderamente si no te reconoces ni te amas a ti.
El Papa Francisco, habló a los jóvenes en Junio del 2015 en Turín, sobre dos dimensiones por las cuales se basa el amor.
1. “El amor es concreto, está más en las obras que en las palabras.”. El amor va más allá del habla, de los sentimientos románticos, sino de las obras concretas. Podemos decir “Te amo”, pero la pregunta que le da peso al amor es ¿Qué haces por amor? ¿Qué haces con ese amor? El amor se da.
2. La manera de poner en acción este amor concreto: la dimensión del diálogo. “El amor no es ni sordo ni mudo, el amor de hecho, escucha y responde, se realiza en el diálogo, en la comunión: se comunica.” Hay que aprender a respetar al otro, desde los gestos y actitudes más pequeñas.
¿Cómo vivir el amor verdadero? DATE, ACEPTA, PERDONA, DIALOGA, ABRE TU CORAZÓN.
Si comprendieras desde el corazón que el amor es mucho más sencillo de lo que piensas, tus relaciones fluirían mejor. El Papa Francisco nos invita a vivir un amor diferente, no cómo el que solemos ver en la sociedad, no un amor interesado y que cuando ya no le sirve se deshecha. Un amor que se esfuerza por aprender a respetar al otro como quisiéramos ser respetados nosotros mismos, un amor que se esfuerza por darse en las pequeñas cosas y en gestos genuinos.
No siempre es fácil amar, pero es por eso que todos los días hemos de decidir AMAR, aún en las dificultades, hemos de comprometernos en dar más para hacer fecundo ese amor. “Todos nosotros en la vida hemos pasado por momentos en que esta virtud es muy difícil, pero es precisamente el camino de un amor genuino, de una amor que sabe dar la vida, que no busca usar al otro para el propio placer. Es un amor que considera sagrada la vida de la otra persona: yo te respeto, yo no quiero usarte, yo no quiero usarte. No es fácil. Todos conocemos las dificultades para superar esta concepción “facilista” y hedonista del amor”. Papa Francisco
En estos días del amor y la amistad, examinémonos en el amor y en nuestra capacidad de amar. Busquemos vivir un amor genuino, volquémonos en un amor que sea capaz de sacrificarnos por el otro hasta volvernos serviciales, en lo que más nos cuesta. Ahí, en esa entrega, en ese acto desinteresado y puro, estás poniendo y sembrando amor.
Oración para el Tercer Domingo de Adviento
Oración para prender la tercera vela de la Corona de Adviento
La corona o guirnalda de Adviento es el primer anuncio de Navidad.
La palabra ADVIENTO es de origen latín y quiere decir VENIDA. Es el tiempo en que los cristianos nos preparamos para la venida de Jesucristo. El tiempo de adviento abarca cuatro semanas antes de Navidad.
Una costumbre significativa y de gran ayuda para vivir este tiempo es La corona o guirnalda de Adviento, es el primer anuncio de Navidad.
ORACIÓN PARA EL TERCER DOMINGO
ENTRADA.
Se entona algún canto. Saludo.
Guía: En el nombre del Padre y del Hijo Y del Espíritu Santo. Acto de Contrición.
Guía: Reconozcamos ante Dios que somos pecadores.
Todos: Yo confieso ante Dios todopoderoso...
LITURGIA DE LA PALABRA.
Lectura de la Primera carta a los Tesalonicenses 5,23: ”Que el propio Dios de la paz los santifique, llevándolos a la perfección. Guárdense enteramente, sin mancha, en todo su espíritu, su alma y su cuerpo, hasta la venida de Cristo Jesús, nuestro Señor”. Palabra de Dios.
Breve pausa para meditar. Reflexión.
Guía: Los hombres de hoy no verán en persona a Cristo en esta Navidad. Pero sí verán a la Iglesia, nos verán a nosotros. ¿Habrá más luz, más amor, más esperanza reflejada en nuestra vida para que puedan creer en El?
ENCENDIDO DE LA VELA. Oración.
Guía: En las tinieblas se encendió una luz, en el desierto clamó una voz. Se anuncia la buena noticia: ¡El Señor va a llegar! ¡Preparen sus caminos, porque ya se acerca! Adornen su alma como una novia se engalana el día de su boda. ¡Ya llega el mensajero!. Juan Bautista no es la luz, sino el que nos anuncia la luz.
Cuando encendemos estas tres velas cada uno de nosotros quiere ser antorcha tuya para que brilles, llama para que calientes. ¡Ven, Señor, a salvarnos, envuélvenos en tu luz, caliéntanos en tu amor!
PADRE NUESTRO.
Guía: Unidos en una sola voz digamos: Padre nuestro...
CONCLUSION.
Guía: Ven, Señor, haz resplandecer tu rostro sobre nosotros.
Todos: Y seremos salvados. Amén
La alegría cristiana es descentrarse de uno mismo y poner a Jesús en el Centro
Papa Francisco lo explica: “Cuanto más cerca está el Señor de nosotros, más nos alegramos; cuanto más lejos está, más nos entristecemos”
En este tercer domingo de Adviento, el Papa afirmó en su alocución previa al rezo del Ángelus, que los que está llamados a “proclamar a Cristo a los demás, sólo pueden hacerlo desprendiéndose de sí mismos y de la mundanalidad, no atrayendo a la gente hacia sí, sino dirigiéndola a Jesús”. Francisco señaló que la primera condición de la alegría cristiana es descentrarse de uno mismo y poner a Jesús en el centro. Esto no es alienación, dijo, porque Jesús es en realidad el centro
La invitación a la alegría es característica del tiempo de Adviento, señaló el Papa Francisco en su alocución previa al rezo mariano, “la expectativa que experimentamos es alegre, más bien como cuando esperamos la visita de alguien a quien queremos mucho, por ejemplo, un gran amigo al que no vemos desde hace mucho tiempo. Y esta dimensión de alegría surge especialmente hoy, el Tercer Domingo, que se abre con la exhortación de San Pablo «Alégrense siempre en el Señor». ¿Y la razón cuál es? Que «el Señor está cerca». Hay que esperar a Cristo con alegría no con caras fúnebres, pues Cristo ha resucitado, yo soy alegre porque Dios está cerca de mí, me ama, dijo improvisando el Papa.
Juan el Bautista
El Evangelio según San Juan hoy presentó la figura bíblica que -a excepción de la Virgen y de San José- “fue la primera y la más experimentada en la espera del Mesías y en la alegría de verlo venir: Juan el Bautista.
Francisco recordó que el Bautista es el primer testigo de Jesús, con la palabra y con el don de la vida. Todos los Evangelios coinciden en mostrar “cómo cumplió su misión señalando a Jesús como el Cristo, el Mensajero de Dios prometido por los profetas”. Juan fue un líder en su tiempo, era famoso en toda Judea y más allá hasta Galilea. “Pero no cedió ni por un momento a la tentación de llamar la atención sobre sí mismo: siempre la dirigió a Aquel que iba a venir”, cuando anunció la venida de Jesús, dijo: «A él no soy digno de desatar la correa de la sandalia».
Alegría cristiana
Aquí está la primera condición de la alegría cristiana: descentrarse de uno mismo y poner a Jesús en el centro. «Esto no es alienación, porque Jesús es en realidad el centro, es la luz que da pleno sentido a la vida de cada hombre y mujer que viene a este mundo. Es el mismo dinamismo del amor, que me lleva a salir de mí mismo, no a perderme, sino a encontrarme como me doy, como busco el bien de los demás».
Y el Papa dijo que Juan el Bautista recorrió un largo camino para venir a dar testimonio de Jesús. El camino de la alegría no es un paseo, advirtió, el Bautista «lo dejó todo, incluso de joven, para poner a Dios en primer lugar, para escuchar con todo su corazón y todas sus fuerzas su Palabra. Se retiró al desierto, despojándose de todo lo superfluo, para ser más libre para seguir el viento del Espíritu Santo. Ciertamente, algunos rasgos de su personalidad son únicos, no están disponibles para todos. Pero su testimonio es paradigmático para cualquiera que quiera buscar el sentido de su vida y encontrar la verdadera alegría».
¿Soy una persona alegre?
En particular, señaló el Pontífice, el Bautista es un modelo para aquellos en la Iglesia que están llamados a proclamar a Cristo a los demás: sólo pueden hacerlo desprendiéndose de sí mismos y de la mundanalidad, no atrayendo a la gente hacia sí, sino dirigiéndola a Jesús. Improvisando dijo preguntando a los fieles presentes: ¿soy una persona alegre que sabe transmitir la alegría de ser cristiano o estoy siempre triste como en un funeral?, sin la alegría de la fe no puedo dar testimonio, los demás dirán que si la fe es tan triste mejor no tenerla…
Y todo ésta está, dijo, plenamente realizado en la Virgen María: ella esperó en silencio la palabra de salvación de Dios; la escuchó, la acogió, la concibió. En ella Dios se hizo cercano. Por eso la Iglesia llama a María «Causa de nuestra alegría».
Preces
El mensaje del Bautista nos invita a convertir nuestro corazón y prepararnos para la venida del Señor:
R/MSeñor, muéstranos tus caminos.
Para que todos los miembros de la Iglesia vivamos este tiempo de Adviento con sinceros deseos de conversión,
– y así nos encuentres bien dispuestos el día de tu regreso.MR/
Para que sepamos mostrar a los demás el amor que tú nos tienes,
– y no dejemos de hacer el bien a todo el que necesite de nuestra ayuda.MR/
Para que no falte la esperanza a los que pasan por momentos de dolor,
– y la noticia de tu pronta venida les dé fortaleza.MR/
Para que, en este domingo, la celebración de la Eucaristía nos una más a todos los que compartimos la misma fe,
– y nos ayude a vivir con alegría.MR/
Intenciones libres
Padre nuestro…
Oración
Oh, Dios, que contemplas cómo tu pueblo espera con fidelidad la fiesta del nacimiento del Señor, concédenos llegar a la alegría de tan gran acontecimiento de salvación y celebrarlo siempre con solemnidad y júbilo desbordante. Por nuestro Señor Jesucristo.