Señor, enséñame a entregarte incluso a aquellos que más amo en esta vida

El estrés es miedo, es un desgaste brutal por el exceso de cortisol, adrenalina y noradrenalina en sangre y a veces de la hormona (ACTH) lo que hace que nuestras defensas naturales, nuestro equipo inmunológico descienda notoriamente.

Estamos entonces desprotegidos y ante las proclamas oficiales que decretan sin que el público sepa cómo y porque la prohibición de una sustancia que está siendo útil para millones; y habemos muchos que queremos saber que pasa, saber qué hacer. ¿Que no pueden llevar a cabo la elaboración de una lista de los medicamentos que tengamos en lo que puede ser el botiquín familiar, y lo medicamentos que tenemos en el buró…

Tenemos derecho millones de ciudadanos a saber qué hacer si nos contagiamos, porque ya nos dijeron que hacer para prevenirlo, está bien y los seguimos escuchado a diario.

Pero la pregunta es altamente específica. ¿Qué está haciendo COFEPRIS, la Secretaría de Salud y la sub secretaria del ramo? para decirnos: si tienen fiebre alta, la nariz tapada, que si no percibe los olores, tos, presión en el pecho, disnea, esos son síntomas graves; ya los tienen, ahora que hacen, cuánto cuesta y donde lo van a obtener todos aquellos que como yo, no tenemos ningún servicio de salud por seguro de gastos médicos o de otro tipo, oficial o no, para acudir a la compra inmediata de este tratamiento, cuando lo podemos hacer poco a poco y guardarlo en el botiquín familiar.

Dr. Novelo como colega suyo, quizá un poquito mayor en edad que usted, soy de estos viejos que siguen trabajando, pero todavía con lo que me quedan de neuronas funcionales, le pregunto con todo respeto.

¿Por qué? prohíbe COFEPRIS el Dióxido de Cloro, el uso de medicamentos homeopáticos, ¿Por qué prohíbe Cofepris el uso de MMS? ¿Por qué no se difunde el uso de sustancias que pueden ser útiles? Como son los elaborados en mi alma máter, Instituto Politécnico Nacional, como, por ejemplo, El Transferón y las investigaciones publicadas correctamente de los Oligonucleótidos Anti sentido que está investigando la Escuela Superior de Medicina el Dr. Santiago Villafaña.

Eso es lo que quisiera, me respondieran con todo respeto, y con más respeto aún, más premura y más necesidad social a mi señor Presidente.

Anastasio I, Santo

XXXIX Papa, 19 de diciembre
 
Martirologio Romano: En Roma, en el cementerio Ponciano, en la vía Portuense, sepultura de san Anastasio I, papa, varón de gran pobreza y de apostólica solicitud, que se opuso firmemente a las doctrinas heréticas († 401)

Breve Biografía

Fue de nación romano; su padre se llamó Máximo. Fue elegido Sumo Pontífice imperando Graciano, y sucedió en la silla apostólica a San Siricio en diciembre del 398. Tuvo el sumo pontificado tres años, diez meses y veinticinco días.

Constituyó que los sacerdotes no estuviesen sentados, sino en pie e inclinados, cuando se leyese o cantase el Evagelio en la Iglesia, y que ningún peregrino, mayormente si era transmarino, fuese admitido en la clerecía si no traía fe de quién era, sellada y firmada de cinco obispos. Esto mandó por los Maniqueos, que entonces eran muy estimados en Africa, y para corromper a los católicos enviaban muchos de los suyos a diversas partes donde pudiesen sembrar sus herejías. Constituyó también que los débiles o mancos, o cualesquiera otros que careciesen de algún miembro, no fuesen clérigos.

Consagró la Iglesia llamada Crescentina en la región segunda, en la via Mamertina. Celebró dos veces órdenes por el mes de diciembre, y ordenó en ellas a 8 presbíteros, 5 diáconos y 10 obispos; y habiendo servido al Señor fielmente (porque no fue digno el mundo de gozarlo mucho tiempo, como dice San Jerónimo, su contemporáneo, pues fue hecho Pontífice por su gran santidad y pobreza apostólica a los 70 años y más de su edad, y también porque en su tiempo no viese rendida a la siempre triunfante Roma, señora del mundo), pasó de esta presente vida a tomar posesión eterna a los 27 de bril del año 401, imperando Graciano, según algunos Arcadio y Honorio.

San Anastasio combatió la herejía donatista en el Africa septentrional y condenó los errores de Orígenes.

Su santo cuerpo fue sepultado en el Cementerio de San Pedro junto al Oso Pleato y estuvo por su muerte vacante la silla aspostólica 21 días.
 
¿Basta con ser un buen creyente?

Santo Evangelio según san Lucas 1, 5-25. Sábado III de Adviento
 
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, ayúdame a vivir el momento presente en plenitud, que las preocupaciones del futuro no perturben mi paz y los errores del pasado sepa abandonarlos en tu infinita misericordia, pues no puedo cambiarlos en nada. Quiero confiar más en ti, Señor.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 1, 5-25

Hubo en tiempo de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, del grupo de Abías, casado con una descendiente de Aarón, llamada Isabel. Ambos eran justos a los ojos de Dios, pues vivían irreprochablemente, cumpliendo los mandamientos y disposiciones del Señor. Pero no tenían hijos, porque Isabel era estéril y los dos, de avanzada edad.

Un día en que le correspondía a su grupo desempeñar ante Dios los oficios sacerdotales, le tocó a Zacarías, según la costumbre de los sacerdotes, entrar al santuario del Señor para ofrecer el incienso, mientras todo el pueblo estaba afuera, en oración, a la hora de la incensación.

Se le apareció entonces un ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó y un gran temor se apoderó de él. Pero el ángel le dijo: «No temas, Zacarías, porque tu súplica ha sido escuchada. Isabel, tu mujer, te dará un hijo, a quien le pondrás el nombre de Juan. Tú te llenarás de alegría y regocijo, y otros muchos se alegrarán también de su nacimiento, pues él será grande a los ojos del Señor; no beberá vino ni licor y estará lleno del Espíritu Santo, ya desde el seno de su madre. Convertirá a muchos israelitas al Señor; irá delante del Señor con el espíritu y el poder de Elías, para convertir los corazones de los padres hacia sus hijos, dar a los rebeldes la cordura de los justos y prepararle así al Señor un pueblo dispuesto a recibirlo».

Pero Zacarías replicó: «¿Cómo podré estar seguro de esto? Porque yo ya soy viejo y mi mujer también es de edad avanzada». El ángel le contestó: «Yo soy Gabriel, el que asiste delante de Dios. He sido enviado para hablar contigo y darte esta buena noticia. Ahora tú quedarás mudo y no podrás hablar hasta el día en que todo esto suceda, por no haber creído en mis palabras, que se cumplirán a su debido tiempo».

Mientras tanto, el pueblo estaba aguardando a Zacarías y se extrañaba de que tardara tanto en el santuario. Al salir no pudo hablar y en esto conocieron que había tenido una visión en el santuario. Entonces trató de hacerse entender por señas y permaneció mudo.

Al terminar los días de su ministerio, volvió a su casa. Poco después concibió Isabel, su mujer, y durante cinco meses no se dejó ver, pues decía: «Esto es obra del Señor. Por fin se digno a quitar el oprobio que pesaba sobre mí».

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

«Tú te llenarás de alegría y regocijo, y otros muchos se alegrarán también de su nacimiento, pues él será grande a los ojos del Señor»

Nuestra naturaleza nos hace emitir un juicio, casi de manera natural en contra de Zacarías. Sí, al leer este pasaje evangélico, juzgamos a Zacarías por haber dudado del ángel. Pero, era bastante lógica su duda, pues su esposa y él eran viejos. Pero ¿será ésa la verdadera inquietud de Zacarías?, ¿o también era el contenido del mensaje?

Creo que hoy, son pocas las personas que de verdad se sentirían completamente felices y no pondrían ningún obstáculo si el Señor les pidiese un hijo para consagrarlo a su servicio.

Porque, aunque estamos en el camino del servicio del Señor, oramos y tratamos de ser buenos creyentes como lo era Zacarías, al momento de tener que ofrecer un hijo a Dios empezamos a poner «peros», más aún, cuando ese hijo ha sido tan esperado, anhelado o simplemente tenemos puestas todas nuestras ilusiones en él. Pero ¿por qué, si amo a Dios de verdad, al que me lo dio todo, no se lo entrego? Señor, creo que nunca te he ofrecido a mis hijos de corazón, a mis seres queridos; creo que el sólo pensar en que me los pudieras pedir, me da miedo. Veo que en verdad no confió en ti.

Mi confianza es muy humana aún, considero que Tú no los puedes hacer totalmente felices, que no podrían vivir una vida sin familia y, además, entregada de lleno al servicio a los demás. No, hoy en día ya no vale la pena que se hagan monjas, sacerdotes o matrimonios consagrados y entregados a Dios, porque sufren mucho…

Señor, enséñame a entregarte incluso a aquellos que más amo en esta vida, porque sólo así podrás cuidarlos y obrar en ellos para hacerles felices.

Sea al sacerdocio, a la vida consagrada o al matrimonio, te consagro a mis hijos y seres queridos para que en ti encuentren su plenitud y felicidad.

«El objetivo ha de ser lograr inserirse en el diálogo con los hombres y mujeres de hoy, para comprender sus expectativas, sus dudas, sus esperanzas. Son hombres y mujeres a veces un poco desilusionados con un cristianismo que les parece estéril, que tiene dificultades precisamente para comunicar incisivamente el sentido profundo que da la fe. En efecto, precisamente hoy, en la era de la globalización, estamos asistiendo a un aumento de la desorientación, de la soledad; vemos difundirse la pérdida del sentido de la vida, la incapacidad para tener una “casa” de referencia, la dificultad para trabar relaciones profundas. Es importante, por eso, saber dialogar, entrando también, aunque no sin discernimiento, en los ambientes creados por las nuevas tecnologías, en las redes sociales, para hacer visible una presencia, una presencia que escucha, dialoga, anima. No tengan miedo de ser esa presencia, llevando consigo su identidad cristiana cuando se hacen ciudadanos de estos ambientes. ¡Una Iglesia que acompaña en el camino, sabe ponerse en camino con todos!». (Mensaje de S.S. Francisco, 21 de septiembre de 2013).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Haré un acto de entrega y consagración de mis seres queridos, poniendo en las manos de Dios y de mi Madre María, sus vidas para que encuentren la felicidad y la paz verdaderas que sólo Tú les puedes dar.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Mudos ante Dios

La oración es un diálogo, una conversación con Dios.

Decía Juan XXIII: “El que no ora es un mudo ante Dios”. Cuando se tiene la experiencia de estar en un país donde no se conoce el idioma o la cultura, muchas veces uno pasa la mayor parte de su tiempo en silencio. Se puede estar en Roma en un restaurante y mientras todos ríen uno intenta comer la pasta a la italiana sin mancharse. Es hacer la experiencia de un mudo.

Esto mismo puede pasar en la oración, como dice la frase del Papa Roncalli: “El que no ora es un mudo ante Dios”.

La oración, como enseña la doctrina católica, es una conversación, un diálogo; con la característica especial de que este coloquio es con Dios. Quien no reza puede ser considerado un mudo para Dios, pues no habla con Él.

Hay personas que son mudas porque nunca oran y otras lo son porque no saben hacerlo. El problema de mudez de estas últimas no es que no dediquen tiempo a rezar, sino que lo hacen mal.

Por eso es necesario darse cuenta de que la oración es un lenguaje, un idioma que nos urge aprender. Con el inglés nos comunicamos casi en cualquier parte del mundo, con el chino con más de una sexta parte de la población mundial, pero con la oración podemos hablar nada más y nada menos que con el mismísimo Dios. ¿A quién, que sea medianamente inteligente y humilde, no le interesa hablar el mismo idioma que habla Dios?

En la vida cotidiana una conversación requiere un idioma común, un lenguaje comprendido por los dos interlocutores, un cierto ámbito de entendimiento común. Es muy difícil hablar de física cuántica con un ama de casa, ni de relatividad con un tendero.

Recordemos dos características importantes de este idioma, llamado oración, con el que podemos platicar con Dios y que son indispensables para “hablarlo” correctamente: el amor y la humildad.

El amor como condición para la oración lo explica el mismo Cristo en el evangelio. “Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda” (Mt 5,23-24).

Es importante notar que primero hay que ir a pedir perdón para después acercarse a la presencia de Dios y ser escuchado. ¿Por qué es condición, para una buena oración, el amor a nuestro próximo? Jesucristo en el evangelio identificó el amor a Dios con el amor al próximo. Si no somos capaces de hablar con nuestro hermano y decirle “perdón” ¿cómo queremos decirlo a Dios? ¿Podemos decir a Dios “Te quiero” si no amamos a nuestros hermanos, a sus hijos? Cuando no se ama al próximo no se ama a Dios y ¿cómo quieres hablar con una persona a la que no amas?

La humildad es otro elemento fundamental, por desgracia muy olvidado. No es raro encontrar personas que han abandonado la oración después de haber sido antes cristianos fervorosos. Muchos de ellos afirman haber confiado en el poder de pedir a Dios gracias y favores en la oración pero, al no conseguir lo que reclamaban, llegan a la conclusión de que rezar no sirve para nada, de que Dios no nos escucha.

¿Qué pasó? Estas personas no sabían orar. Pensaban que la oración cristiana era arrodillarse y pedir hasta sacarle a Dios lo que querían. Cuando los discípulos le dijeron a Jesús “Señor, enséñanos a orar”, Jesús les dijo: “Cuando oréis decid: Padre nuestro que estás en el cielo… hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”. He aquí un detalle importante. No decimos: “Haz mi voluntad en la tierra como en el cielo”. Esta última parece ser la actitud de fondo que tienen muchos cristianos que han dejado la oración por considerarla ineficaz, pero esto es un gran error. El objetivo de la oración no es hacer que Dios quiera lo que yo quiero, sino querer lo que Dios quiere. Si pedimos algo debemos siempre tener presente esa segunda parte de la oración de Jesús en el huerto de los olivos: “pero no se haga mi voluntad sino la Tuya”. Hay que pedir con insistencia, pero con humildad.

Puede surgir la pregunta: si no se tienen estas disposiciones ¿la oración es escuchada o no? Seguramente Dios escucha, pero hay una gran diferencia entre balbucear un idioma y dominarlo, entre ser un mendigo que puede hablar y ser mudo. Mientras mejor se sepa orar, más fácilmente se podrá comunicar con Dios y recibir lo que se pide.

El ejemplo del idioma no se refiere sólo a palabras y lenguaje externo, sino que engloba todo ese espacio en el que el alma se comunica con Dios y que va mucho más allá de lo corporal. Dos enamorados no necesitan de las palabras para demostrarse el amor, basta muchas veces una mirada, un gesto, un simple pensamiento.

Es importante aprender a orar con estas dos características, que son como la sintaxis y la gramática de este lenguaje que nos permite conversar con Dios y que no es simplemente sentarse a repetir rezos de labios para afuera. Es necesario meter el corazón con amor y humildad. De esta manera nunca experimentaremos esa sensación de frustración y aburrimiento de quien está en una conversación sin saber hablar el idioma.

Este amor sigue las conjugaciones del perdón, del sacrificio, de la renuncia, y llega a decirnos incluso “haced el bien a quienes os injurian”. Cuando nuestras acciones y actitudes no son estas, o peor aún, son totalmente contrarias a las enseñanzas de Cristo, entonces podemos decir que no hablamos el mismo lenguaje de Dios. Es decir, hablar el lenguaje de Dios es tener sus criterios, sus actitudes, su forma de actuar como el modelo a seguir en nuestra vida. Quien no quiera ser un mudo en la oración y sentir que aunque necesita muchas cosas no recibe nada, es necesario que tenga o al menos busque tener los mismos sentimientos de Cristo, hablar el idioma de Dios. El evangelio nos da un ejemplo. Incluso aunque no supiéramos hablarlo, la condición mínima es querer aprenderlo. Dios se encargaría de enseñárnoslo. Si no tenemos esta sintonía el diálogo con Dios se hace imposible pues mientras Dios pide una cosa, nuestra vida corresponde a otra.

Cantalamessa: ¡Dios es amor, por eso es humildad!

El predicador de la Casa Pontificia propuso el tema: "Vino a morar entre nosotros".

En este último encuentro con la Casa Pontificia, en preparación a la Navidad, el Cardenal Raniero Cantalamessa propuso ante todo aquel grito amargo de Juan Bautista que resonó en el Evangelio del tercer domingo de Adviento: “En medio de ustedes está aquel a quien no conocen”. Y se refirió al memorable mensaje Urbi et Orbi del 27 de marzo pasado en la Plaza de San Pedro, en el que tras leer el evangelio de la tormenta calmada, el Santo Padre se preguntaba en qué había consistido la “poca fe” que Jesús reprocha a los discípulos:

“Los discípulos de hoy cometeríamos el mismo error que los Apóstoles y mereceríamos el mismo reproche que Jesús si en la violenta tormenta que se ha abatido sobre el mundo con la pandemia olvidáramos que no estamos solos en la barca y a merced de las olas”.

De ahí que el Predicador haya afirmado que “la fiesta de la Navidad nos permite ampliar el horizonte: del mar de Galilea a todo el mundo, de los Apóstoles a nosotros”.

Y al explicar que “Dios está con nosotros”, afirmó que está “del lado del hombre, su amigo y aliado contra las fuerzas del mal”, por eso:

“Debemos redescubrir el significado primordial y simple de la encarnación del Verbo, más allá de todas las explicaciones teológicas y los dogmas construidos sobre ella. ¡Dios vino a morar entre nosotros! Quiso hacer de este acontecimiento su propio nombre: Enmanuel, Dios con nosotros”.

Además, el Cardenal Cantalamessa repasó las controversias cristológicas del siglo V para redescubrir la paradoja y el escándalo encerrado en la afirmación: “El Verbo se hizo carne”, que significa – dijo – “la perfecta unión de la divinidad y la humanidad en la persona de Cristo”, "la única cosa nueva bajo el sol", como la define San Juan Damasceno.

Aludiendo a la experiencia de Agustín recordó que señala el camino para superar el obstáculo, a saber, “deponer el orgullo y aceptar la humildad de Dios”. A lo que agregó textualmente:

“La humildad proporciona la clave para entender la encarnación. Se necesita poco poder para lucirse; se necesita mucho, sin embargo, para retirarse a un lado o borrarse. Dios es este poder ilimitado de escondimiento de sí mismo: Se despojó de sí mismo, tomando la forma de siervo... se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte”.

¡Dios es amor, por eso es humildad!

El Predicador afirmó que “el amor crea dependencia respecto de la persona amada, una dependencia que no humilla, pero que hace feliz”. Por esta razón puede decirse que las dos frases “Dios es amor” y “Dios es humildad” son como dos caras de la misma moneda. Y explicó el significado de la palabra humildad aplicada a Dios que “no consiste en ser pequeños (se puede ser pequeño de hecho sin ser humilde); no consiste en considerarse pequeños (esto puede depender de una mala idea de uno mismo); no consiste en proclamarse pequeños (se puede decir sin creerlo); consiste en hacerse pequeños y hacerse pequeños por amor, para elevar a los demás. En este sentido, verdaderamente humilde solo es Dios”.

Francisco de Asís lo entendió sin muchos estudios

El Purpurado aludió además a San Francisco de Asís quien entendió este concepto sin muchos estudios, y en cuyas alabanzas “al Dios Altísimo», en cierto momento, se dirige a Dios diciéndole: «”Tú eres humildad!”. A lo que agregó:

“La Navidad es la fiesta de la humildad de Dios. Para celebrarla con espíritu y verdad debemos hacernos pequeños, como debemos abajarnos para entrar por la estrecha puerta que introduce en la basílica de la Natividad en Belén”.

¡En medio de ustedes hay uno que no conocen!

Volviendo al corazón del misterio, el Cardenal Cantalamessa dijo que “es relativamente fácil creer en algo grandioso y divino, cuando se espera en un futuro indefinido” y que “es más difícil cuando se debe decir, `¡Ahí está! ¡Es él’. El hombre está tentado de decir inmediatamente: ¿Eso es todo?”. Y dijo que, en su opinión, “Juan el Bautista nos ha dejado su misma tarea profética: seguir gritando: `¡En medio de ustedes hay uno que no conocen!’”, puesto que “inauguró la nueva profecía” que no consiste en anunciar una salvación futura, sino en revelar la presencia de Cristo en la historia:

“Cristo no está presente en la historia simplemente porque se escribe y se habla continuamente de él, sino porque ha resucitado y vive según el Espíritu. No sólo intencionalmente, sino realmente. La evangelización comienza aquí”.

El problema actual de la pobreza y la actitud de los cristianos

Después de aludir a Pablo como complemento de lo que enseña Juan, el Predicador se refirió a la distinción entre el hecho de la encarnación y el modo de ella, entre su dimensión ontológica y la existencial, para arroja luz sobre el problema actual de la pobreza y la actitud de los cristianos hacia ella. “Ayuda a dar un fundamento bíblico y teológico a la elección preferencial de los pobres, proclamada en el Concilio Vaticano II. Los Padres conciliares - escribió Jean Guitton, observador laico en el Vaticano II - han redescubierto el sacramento de la pobreza, es decir, la presencia de Cristo bajo las especies de los que sufren”.

El sacramento de la pobreza

“El ‘sacramento’ de la ¡pobreza! Son palabras fuertes, pero fundamentadas. Si, en efecto, por el hecho de la encarnación, el Verbo ha asumido, en cierto sentido, a cada hombre (así pensaban algunos Padres griegos), por el modo en que se ha realizado, ha asumido, a título particularísimo, al pobre, al humilde, al que sufre”.

A la vez que recordó el concepto de lo que se ha hecho o se ha dejado de hacer por el hambriento, el sediento, el prisionero, el desnudo y el exiliado, en que Jesús dice solemnemente: “A mí me lo hiciste”.

Iglesia de los pobres

Llegado a este punto de su predicación el Purpurado mencionó a San Juan XXIII, quien con ocasión del Concilio, acuñó la expresión “Iglesia de los pobres”, que reviste un significado que va más allá de lo que se entiende habitualmente:

“¡La Iglesia de los pobres no sólo está formada por los pobres de la Iglesia! Los pobres son de Cristo, no porque se declaren pertenecientes a él, sino porque él los declaró pertenecientes a sí mismo, los declaró su cuerpo. Esto no quiere decir que sea suficiente ser pobre y hambriento en este mundo para entrar automáticamente en el reino final de Dios. Las palabras: ‘Vengan benditos de mi Padre’ están dirigidas a aquellos que han cuidado de los pobres, no necesariamente a los propios pobres, por el simple hecho de que han sido materialmente pobres en la vida”.

El Papa es el padre de los pobres

Y con esta reflexión puso de manifiesto que “la Iglesia de Cristo es inmensamente más amplia de lo que dicen los números y las estadísticas”. De donde se deduce que “el Papa, y con él los demás pastores de la Iglesia, es verdaderamente el ‘padre de los pobres’.

Por último recordó a San Juan XXIII cuando en su mensaje de Navidad de 1962, elevaba su oración pidiendo a la “Palabra Eterna del Padre, Hijo de Dios y María”, que renovara, en el secreto de las almas, el admirable prodigio de su nacimiento. El Cardenal Cantalamessa concluyó esta predicación invitando a hacer nuestra esta oración:

“Pero, en la dramática situación en la que nos encontramos, añadamos también la súplica ardiente de la liturgia navideña: ‘Rey de los pueblos, esperado por todas las naciones, piedra angular que unes a los pueblos en uno: Ven y salva al hombre que has formado de la tierra’. Ven y levanta de nuevo a la humanidad exhausta por la larga prueba de esta pandemia”.

La oración en la vida Cristiana

La oración consiste en elevar el corazón a Dios. Cuando una persona ora, entra en una relación personal con Dios, en una relación de amistad con Dios.

1.      ¿Qué es la oración?

La oración consiste en elevar el corazón a Dios.  Cuando una persona ora, entra en una relación personal con Dios, en una relación de amistad con Dios.

La oración es la elevación del alma a Dios o la petición al Señor de bienes conformes a su voluntad. La oración es siempre un don de Dios que sale al encuentro del hombre. La oración cristiana es relación personal y viva de los hijos de Dios con su Padre infinitamente bueno, con su Hijo Jesucristo y con el Espíritu Santo, que habita en sus corazones. (CIC-C #534)

El esfuerzo de orar diariamente es parte muy importante de la vida cristiana.

2.      ¿Por qué vamos a hablar de oración en un curso de Teología, basado en el Catecismo de la Iglesia Católica?

Porque el Catecismo de la Iglesia Católica dedica una quinta parte (20%) de sus páginas al tema de la oración, en forma muy extensa y explícita.

Son tan detallados los capítulos que el Catecismo dedica a la oración, que hasta trae consejos prácticos para orar y también habla de los errores en que pueden caer los orantes.

Trata todas las formas de oración, inclusive la de la contemplación, que erróneamente se ha creído que está reservada para vocaciones especiales.

Así que, el tratamiento que da el Catecismo de la Iglesia Católica a la oración denota la importancia que le asigna el Magisterio de la Iglesia a este tema.

3.     ¿Cómo se aprende a orar?

Como orar es parte sumamente importancia de la vida cristiana,  es lógico preguntarse ¿cómo orar?
Orar no se aprende de la misma manera de materias que estudiamos, o técnicas que podamos aprender.
A pesar de que parezca extraño, orar  se aprende orando.  La oración es un don de Dios, pero extrañamente se obtiene orando.
En la forma de aprender la oración, ésta se parece más bien a la natación o a conducir un carro:  hay que nadar para aprender a nadar, y para aprender a manejar un vehículo  hay que manejarlo.
 
4.      ¿Qué impulsa a las personas a orar?

Lo que de veras impulsa a las personas a orar es el deseo de Dios.  Dios nos ha creado para El.  Dios ha impreso en nosotros la necesidad de comunicarnos con El.  Eso es la oración.
Aquéllos que no les gusta mucho la espiritualidad o el contacto con Dios, si les llega un momento de impotencia o angustia o soledad, es en esa situación cuando de manera casi natural y sin pensarlo mucho, claman a Dios.
No hay más que oír los testimonios de personas secuestradas, enfermos terminales, presos de manera injusta, etc. para darnos cuenta de cómo instintivamente buscaron a Dios.
Pero no hay que esperar estar en situaciones extremas para comunicarnos con Dios, porque Dios siempre está allí para quien quiera comunicarse con El.
A veces nos olvidamos de Dios.  Vivimos como si Dios no existiera o no estuviera siempre con nosotros.  Recordemos lo que aprendimos en la Primera Comunión:  Dios está en todas partes.  Y en todas partes significa también al lado nuestro.
Aunque neguemos a Dios o tratemos de evadirlo, El siempre está allí para nosotros.  El nos busca antes de nosotros buscarlo a El.  En eso consiste el don de la oración, en que Dios está siempre buscándonos.
Te sientes solo, no tienes con quien hablar.  Y allí está Dios.   El siempre está.  El no se muda.
Estás en peligro y surge esa exclamación de impotencia, de ayuda.  Y Dios está allí.
La oración es algo tan humano y tan necesario como comer, como respirar, como amar.
Todas las religiones y, de modo particular, toda la historia de la salvación, dan testimonio de este deseo de Dios por parte del hombre; pero es Dios quien primero e incesantemente atrae a todos al encuentro misterioso de la oración. (CIC-C #535)
 
5.      ¿Por qué podemos decir que la oración es un privilegio?

Orar es un privilegio.  La oración es un privilegio.  Orar es hablar con Dios:  decirle y escucharle.  ¿Nos damos cuenta, entonces, el privilegio que significa que nosotros -simples creaturas- podamos dirigirnos a nuestro Creador para pedirle, para rogarle, para decirle cosas … y que El nos escuche?
La oración es uno de esos regalos inmensos y utilísimos que Dios nos ha dado y que no terminamos de apreciar ni de aprovechar suficientemente.
Consideremos algo:  ¿Podemos hablar con el Papa?  ¿Puede alguien lograr hablar con cualquier persona que se le ocurra, y de manera instantánea?  ¡Y nosotros podemos dirigirnos a Dios cada vez que queramos y de manera instantánea!  Ese privilegio lo tenemos los seres humanos con Dios.

La oración es un privilegio.
 
6.      ¿Para qué sirve la oración?

La oración purifica.  La oración nos ayuda a resistir las tentaciones.  La oración nos da fortaleza en nuestras debilidades.  La oración remueve el temor, aumenta nuestra fuerza, nos capacita para aguantar.  La oración nos hace felices.

“El hombre no puede vivir sin orar, lo mismo que no puede vivir sin respirar”  (Juan Pablo II).

"Si los pulmones de la oración y de la Palabra de Dios no alimentan la respiración de nuestra vida espiritual, nos arriesgamos a ahogarnos en medio de las mil cosas de todos los días.  La oración es la respiración del alma y de la vida".  (Benedicto XVI, 25-4-2012)

El Papa Benedicto XVI hablaba de "la prioridad que debemos dar a Dios, a la relación con Él en la oración, tanto personal como comunitaria.  Sin la capacidad de pararnos a escuchar al Señor, a dialogar con Él, se corre el riesgo de agitarse y preocuparse inútilmente por los problemas y las dificultades, incluidas las eclesiales y pastorales". (Benedicto XVI, 25-4-2012)

Benedicto XVI recordaba que los santos "han experimentado una profunda unidad de vida entre oración y acción, entre amor total a Dios y amor a los hermanos".  (Benedicto XVI, 25-4-2012)

Por esta misma razón la Madre Teresa de Calcuta nos dice: “es necesario que encontremos el tiempo de permanecer en silencio y de contemplar, sobre todo si vivimos en la ciudad donde todo se mueve velozmente.  Es en el silencio del corazón donde Dios habla” (Beata Teresa de Calcuta).

“La oración es la fundamentación de la vida espiritual” (Cardenal Nguyen Van Thuan).

“Muchas vocaciones están en crisis, no se realizarán.  Muchas familias sufren dificultades, se separarán y se pelearán.  Mucha gente pierde el gusto por la vida y el trabajo, están descontentos y vacíos. Y todo esto porque se ha abandonado la oración”  (Beata Teresa de Calcuta).

La oración es la llave que abre nuestro corazón y nuestra alma al Espíritu Santo; es decir, a su acción de transformación en nosotros.  Al orar, permitimos a Dios actuar en nuestra alma -en nuestro entendimiento y nuestra voluntad- para ir adaptando nuestro ser a su Voluntad. (cfr. Catecismo de la iglesia católica #2825-1827)

¿Cómo conocer y seguir la Voluntad de Dios? Orando de manera regular y frecuente. Así estamos en sintonía con Dios y conoceremos sus deseos.

7.      ¿Por qué a veces se habla del camino de la oración?

La oración es un camino, un camino de relación personal con Dios.  Santa Teresa de Jesús hablaba de un “camino de amistad con Aquél que sabemos nos ama”.
Y es un camino, porque esa relación con ese Amigo que sabemos nos ama nos llevará a una amistad muy íntima con El aquí en la tierra, la cual continuará para toda la eternidad.
 
8.      ¿Por qué podemos decir que orar es una aventura?

Porque siendo la oración un camino, puede tener sus tropiezos, va a tener momentos de emociones, tendrá sus altibajos.   Y tiene una meta, que es la unión con Dios.
El camino de la oración es toda una aventura:  no conocemos todo lo que nos espera.  Podemos atisbar algunas cosas, pero también habrá sorpresas.
Por eso la oración requiere un verdadero deseo de estar con el Amigo.  Y ese deseo no basta que sea un deseo fugaz, sino una verdadera decisión, clara y firme, de relacionarse con el Amigo.
Y pueda que ese camino se dificulte a veces, pueden haber obstáculos y como es un camino hacia arriba, se hará estrecho y empinado.
Será una verdadera aventura hasta llegar a la meta de vivir con Dios y en Dios.
 
9.   ¿Cuáles son las formas esenciales de oración cristiana?  (CIC-C #550)

Las formas esenciales de oración cristiana son la bendición y la adoración, la oración de petición y de intercesión, la acción de gracias y la alabanza.
 
10.  ¿Qué es la oración de bendición?

Una oración de bendición es aquélla que pide a Dios su bendición sobre nosotros.  La forma más breve de esta oración es “Dios te bendiga”.
Sin embargo, las bendiciones de Dios están continuamente fluyendo hacia nosotros sus creaturas:  su Misericordia, su Bondad, su cercanía, su atención… todo esto son bendiciones.

11   ¿Por qué debemos adorar a Dios?

Adoración es lo que hace la persona cuando se reconoce creatura de Dios y dependiente de El, su Creador.
Toda persona que comprenda esto y lo recuerde, está adorando a Dios.
Por eso quien adora a Dios se pone de rodillas ante El y hasta se postra en el suelo.
Esta actitud interior (en el corazón y en la mente) y exterior (con la postura) muestra la verdad de la relación entre Dios y el hombre:  Dios es grande y nosotros somos pequeños.
Sin embargo, nunca es el hombre mayor que cuando se arrodilla o se postra ante Dios libremente.

Oración de Adoración

¿Qué es adorar a Dios?

Es reconocerlo como nuestro Creador y nuestro Dueño
Es reconocerme en verdad lo que soy:
hechura de Dios, posesión de Dios.  
Dios es mi Dueño.  Yo le pertenezco.  
Adorar a Dios, entonces, es tomar conciencia
de nuestra dependencia de El
y de la consecuencia lógica de esa dependencia:
entregarnos a El y a su Voluntad.
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Tú eres mi Creador, yo tu creatura,
Tú mi Hacedor, yo tu hechura,
Tú mi Dueño, yo tu propiedad.
Aquí estoy para hacer tu Voluntad.
 
12. ¿En qué consiste la oración de petición?

La oración de petición tiene dos partes:

1º)  la seguridad de que mi oración es escuchada por Dios y
2º)  la total renuncia de una respuesta de Dios de acuerdo a mi plan.

Por eso se habla de la oración de entrega:  me someto de antemano al plan de Dios para mí.  No busco mi voluntad sino la Voluntad de Dios.

Y la respuesta de Dios puede ser:  Sí, No o aún No.
 
13.   ¿Quiénes –especialmente- nos enseñan a orar así?

Jesús y la Virgen.

Cuando Jesús estaba a punto de morir, experimentó a los niveles más profundos el temor humano.  Sin embargo oró así:  «Abbá, o sea, Padre, si para Ti todo es posible, aparta de Mí esta copa. Pero no se haga lo que Yo quiero, sino lo que quieres Tú.» (Mc 14, 36).  Nuestra oración debe ser así siempre, aun en los momentos de tribulación.

La respuesta de la Santísima Virgen María a Dios a través del Arcángel San Gabriel fue esta:  «Yo soy la servidora del Señor, hágase en mí tal como has dicho.» (Lc 1, 38)  
 
14.  ¿Cuáles son las diversas formas de la oración de petición?  (CIC-C #553)
 

La oración de petición puede adoptar diversas formas: petición de perdón o también súplica humilde y confiada por todas nuestras necesidades espirituales y materiales.
 
15.    ¿En qué consiste la intercesión?   (CIC #554)

La intercesión consiste en pedir en favor de otro.
La intercesión debe extenderse también a los enemigos.  “Amen a sus enemigos y recen por sus perseguidores, para que así sean hijos de su Padre que está en los Cielos.” (Mt 5, 44-45)
El cristiano, entonces, debe orar por todos, por los que ama y son cercanos, por los que no son tan cercanos y aún por los enemigos.
 
16.        ¿Por qué debemos dar gracias a Dios?

Todo lo que somos y tenemos nos viene de Dios.  Pensemos bien:  ¿qué tenemos que no nos viene de Dios?

La Iglesia da gracias especialmente en la Eucaristía, que significa acción de gracias.

17.   ¿Qué significa alabar a Dios?

Dios no necesita nuestros aplausos.  Pero nosotros sí necesitamos expresar espontáneamente nuestro gozo genuino por todo lo que Dios es y nos da.

Alabar a Dios es como piropear a Dios.  El existe y es Bueno con nosotros.  Y sus cualidades son maravillosas!
Y al alabar a Dios nos unimos a la alabanza eterna que sucede en el Cielo y que cantan los Ángeles y los Santos.
Esto es lo que hacemos en la Misa cuando rezamos o cantamos “Santo, Santo, Santo”, porque antes ha dicho el Sacerdote:  “unidos a los Ángeles y Santos del Cielo, cantamos sin cesar el himno de tu gloria”.
 
18.       En resumen:  ¿cuáles son las diversas formas de oración?

8.  Adoración
7. Alabanza
6. Entrega
5. Agradecimiento
4. Reparación
3. Arrepentimiento
2. Intercesión
1. Petición
 
19.     ¿Por qué los  cristianos adoptamos diferentes posturas al orar?

Los cristianos, especialmente los católicos, tenemos un lenguaje corporal en la oración, sobre todo esto se nota en las celebraciones litúrgicas:  nos arrodillamos, juntamos las manos, hacemos genuflexiones, a veces estamos de pie.
Postura de pie ante Dios expresa reverencia (uno se pone de pie cuando entra alguien de más autoridad a un sitio ¿no?).   También indica atención y disponibilidad.  Por eso nos ponemos de pie para escuchar el Evangelio.
Manos extendidas:  posición orante que indica alabanza.
Postura sentada ante la presencia de Dios indica que el cristiano escucha en su interior.  Medita la Palabra de Dios en su corazón.
Postura de rodillas indica que la persona se hace pequeña ante la presencia de Dios infinito.  Reconoce su total dependencia de Dios.
Postración:  la persona adora a Dios.
Manos juntas:  la persona se recoge dentro de sí y se une a Dios, evitando las distracciones exteriores.  También indica el gesto inicial de petición.
 
Modos de orar de Santo Domingo

20.    ¿Basta orar sólo cuando se tiene ganas de hacerlo?

No basta.  Quien ora sólo cuando tiene ganas pareciera que no toma a Dios en serio.  La oración requiere perseverancia y fidelidad, como cualquier relación de amor y amistad.
 
21.    ¿Cómo se puede orar con la Biblia?

La Biblia es como un manantial de oración.  Orar con la Palabra de Dios significa usar las palabras y los eventos de la Biblia para orar.

Con los Salmos oramos con las palabras de Espíritu Santo, pues los Salmos son inspirados por el Espíritu Santo.
Con diferentes pasajes de la Biblia podemos orar también.  Se lee un pasaje o se toma un pasaje que hayamos oído en la Misa.  Luego se medita sobre esto, es decir, se reflexiona sobre lo que Dios quiere decirnos con ese evento de la Sagrada Escritura.
 
22.    ¿Cómo puede convertirse en oración mi itinerario del día?  

Todo lo que sucede, cualquier encuentro que se dé, puede ser una ocasión de oración.  Y, mientras más profundamente vivimos en atención a Dios y en su presencia, mejor podemos entender el mundo que nos rodea.

El que está unido a Dios desde las primeras horas de la mañana es capaz de bendecir a todas las personas, inclusive a sus enemigos.
A lo largo del día vas poniendo todos tus problemas en manos de Dios.  Así tienes más paz en tu corazón e irradias esa paz.  Tienes la paz del Cielo y la trasmites a los demás.

Cuando hay que tomar una decisión, te preguntas qué haría Jesús en tal situación.
Todo miedo cede con la presencia de Dios.   Si estás cerca de Dios, estás fuerte en los momentos difíciles.
Das gracias y te alegras de todo lo bueno.  Pero también soporta las dificultades con que tropiezas.
La idea es vivir en atención a Dios, dándote cuenta de que Dios está allí a tu lado.  En eso consiste vivir en la presencia de Dios.

23.    ¿Por qué necesitamos al Espíritu Santo cuando oramos?

Somos débiles pero el Espíritu viene en nuestra ayuda. No sabemos cómo pedir ni qué pedir, pero el Espíritu lo pide por nosotros, sin palabras, como con gemidos.  (Rom 8, 26)
El Espíritu Santo es nuestro maestro de oración.  El Espíritu Santo vive en nosotros y con nosotros, y habla dentro de nosotros cuando oramos de veras.  El Espíritu Santo ora en nosotros, realmente.  Por eso debemos repetir mucho:  Ven Espíritu Santo.  Enséñame a orar.  Ayúdame a orar.

24.    ¿Dónde se puede rezar?

Se puede rezar en cualquier lugar.  Sin embargo, un católico siempre buscará los sitios donde Dios “habita” de manera especial.  Estos son sobre todo las Iglesias católicas, donde nuestro Señor está presente vivo, con todo su ser de Hombre y todo su ser de Dios.
Es importante, entonces, ir a estos lugares sagrados, donde Dios nos espera con su presencia viva.
Pero además es importante orar en cualquier parte:  en el colegio, en la casa, en la oficina, en el metro, aún en una fiesta o en medio de amigos, bendiciéndolos a todos con nuestra oración.  

25.  ¿Cuándo se debe rezar?

Desde los primeros tiempos los cristianos oran al menos por la mañana y por la tarde.  También en las comidas.
Quien no reza con regularidad seguro que no orará nunca.
Quien ama a una persona y ni siquiera toma contacto con esa persona durante el día, pronto dejará de amarla o no la ama de veras.  Si la ama, constantemente le estará enviando mensajes y llamadas de atención y cercanía.
Así con Dios.  En la mañana es necesario dedicar el día a Dios, ofrecerle las acciones y oraciones de ese día, pedir su bendición y su compañía durante el día.
Al final del día, pensar en qué cosas he hecho que no hubiera hecho Jesús y pedirle perdón por haberlo ofendido con esas acciones.  Ponerse en sus manos y pedir su bendición nuevamente para la noche.

26.    ¿Por qué decimos siempre en las oraciones litúrgicas “por Cristo nuestro Señor”?

Porque nuestra oración se dirige a nuestro Padre, a Papá Dios, pero llega a Él sólo si, al menos implícitamente, oramos en nombre de Jesús.
Todo lo que pidan en mi Nombre lo haré, de manera que el Padre sea glorificado en su Hijo.  Y también haré lo que me pidan invocando mi Nombre. (Jn 14, 13-14)

ORACION

Gracias, Señor, porque podemos comunicarnos contigo
a través de la oración.
Gracias porque en cualquier momento y en cualquier sitio
podemos hablarte y Tú nos escuchas.
Gracias por el privilegio
que es la oración.
Gracias, Espíritu Santo, porque eres nuestro Maestro de Oración.
Gracias porque cuando
no sabemos cómo orar,
Tú nos indicas y nos guías.
Queremos imitarte, Jesús,
en tu oración de entrega a
la Voluntad del Padre.
 
La hipocresía intolerable

Meditación sobre la verdad y la hipocresía

Al leer el Evangelio nos encontramos con un Jesús todo bondad, que acoge a todos los pecadores, y que, sin embargo no tolera a unos hombres con los cuales está en lucha frontal.

Son los fariseos y los escribas, a los que llama con una palabra que, desde Jesús, se ha convertido en uno de los vocablos más odiosos del diccionario, como es la palabra ¡Hipócrita!...

Llamar a uno ¡hipócrita! ha venido a ser un baldón y la mayor vergüenza.

La hipocresía es la mentira utilizada para aparecer ante los demás bueno y noble escondiendo toda la maldad que se lleva dentro.

Pero, para empezar de una manera más amable y positiva, se me ocurre el caso bonito, que leí no hace mucho, sobre un papá que quiso formar a su niño en la sinceridad que nos pide Jesús.

El pequeño fue sorprendido en una mentira, y el papá le dio una lección que no olvidaría nunca, de modo que después el joven y el hombre ya no dijo jamás una falsedad.

Tomó el papá al hijito mentiroso, lo llevó delante del Crucifijo, y le dictó despacio esta oración que el niño iba repitiendo: Jesús, yo te he ofendido. Mis labios se han ensuciado con una mentira. Ven, y límpiamelos.

Las lágrimas le empezaron a correr al niño por las mejillas. Pero el papá, sin inmutarse, tomó un trozo de algodón que aplicó a los labios de la imagen de Jesús, lo empapó después con alcohol, se lo pasó bien por los labios a su hijo, y le hizo seguir con la oración:

Señor, purifícame y perdóname. Haz mi corazón sincero, y que nunca salga de mí otra mentira.

Todos estaremos conformes en dar a ese papá una cátedra de sicología y de pedagogía en la universidad...

Jesús se encontró en su predicación de buenas a primeras con una oposición terrible de parte de los que dominaban al pueblo: los escribas y los fariseos.

Los fariseos, de gran influencia en el pueblo, formaban un partido religioso-político que oprimía a la gente humilde con capa de santidad y de fidelidad a la ley de Dios, mientras que ellos se las sabían arreglar de mil maneras para librarse de lo que les exigía esa misma ley dada por Moisés.

Los escribas eran los intérpretes de la ley y brazo derecho de los fariseos. Unos y otros vivían en la mentira, procedían con doblez, y exigían con rigor insoportable la observancia de una ley que ellos no querían guardar.

La mejor definición de los escribas y fariseos la dio el mismo Jesús cuando los llamó sepulcros blanqueados, muy bonitos por fuera pero por dentro llenos de podredumbre...

Pronto vino el enfrentamiento de los escribas y fariseos con Jesús. Era imposible entenderse la mentira con la verdad, el rigor con la mansedumbre, la justicia despiadada con el perdón misericordioso... Y Jesús, al denunciarlos ante el pueblo, usó siempre la expresión ¡Hipócritas!

Jesús no soportaba la hipocresía porque ésta es la falsificación de la vida, la perversión del pensamiento, la profanación de la palabra. Al mentir, el hipócrita quiere pensar como habla, y vivir después como piensa, es decir, siempre en contradicción con la verdad.

El mentiroso e hipócrita se encuentra muy pronto con el rechazo total, como le pasaba en los tiempos de Jesús al personaje más importante del mundo, a Tiberio, el emperador de Roma. Era el dueño de todo el mundo conocido, pero al mismo tiempo era tan mentiroso, que, como dice un escritor romano de sus días, ya nos se le creía aunque dijera la verdad...

Aquella antipatía de Jesús con los fariseos, es la misma que sentimos también nosotros con cualquier persona que procede con dolo. Aguantamos toda clase de defectos en los demás, porque todos nos sentimos débiles y sabemos ser generosos con el que cae.

Pero usamos una medida diversa con el que nos miente. No lo soportamos, y le aplicamos la sentencia de la Biblia:

La esperanza del impío hipócrita se desvanecerá.

El hipócrita y mentiroso no puede esperar nada de nadie, porque se le rechazará del todo.

Todo lo contrario le ocurre a la persona sincera. Quien dice la verdad siempre, aunque le haya de costar un disgusto, se gana el aprecio de todos y todos confían en ella. Es el premio del sentir, vivir y decir la verdad.

Jesucristo nos lo dijo con una sentencia bella y profunda, cargada de mucha sicología: La verdad os hará libres.

Quien nunca dice una mentira y confiesa siempre la verdad, y vive conforme a sus convicciones, es la persona más libre que existe.

No oculta nada. Es transparente como el cristal. Y de ella dice Jesús como de Natanael: Un israelita en quien no hay engaño. Un cristiano o una cristiana sin doblez...

Sentimos todo lo contrario por aquel que dice y vive siempre la verdad. Ante él nos inclinamos reverentes. Porque es todo un hombre o toda una mujer. Nos fiamos de su palabra. Le tenemos por el ser más valiente y digno de respeto.

La verdad, como dice Jesús, le hace libre, y nos demuestra tener un corazón y unos labios tan limpios como el niño que aún no ha dicho la primera mentira....

Espectacular Museo de la Biblia

Un museo que permitirá conocer más a fondo el libro más leído de la Historia.

Está en un lugar privilegiado, muy cerca del National Mall y del Capitolio. Son 40 mil metros cuadrados repartidos en ocho plantas. Tres estarán dedicadas a la historia, la narración y el impacto de la Biblia. En las otras habrá laboratorios de investigación, una zona para niños, espacios de exposición para bibliotecas y museos, un teatro, aulas, jardines e incluso un restaurante.

Además, acogerá las exposiciones itinerantes que hasta ahora la American Bible Society ha llevado por EEUU, Israel y el Vaticano. El edificio es una réplica de la Biblia. Tony Zeiss y su equipo prometen ofrecer “una experiencia sin precedentes, que incluirá las últimas tecnologías para dar vida a las Sagradas Escrituras” de judíos y cristianos.

VER VIDEO https://www.youtube.com/watch?v=hrIEX89z__g&feature=emb_title

PRECES

En el camino del Adviento pedimos:
R/MSeñor, haznos crecer en la esperanza.
Te pedimos por los pastores de tu Iglesia que pasan
por momentos de oscuridad o desánimo,
– que no dejen de poner en ti su confianza.MR/
Por los enfermos de larga duración,
– que encuentren en ti consuelo y fortaleza.MR/
Por los que viven agobiados por el mañana,
– que descubran que tú no dejas de cuidar
de nosotros.MR/
Intenciones libres
Padre nuestro…

ORACIÓN

Oh, Dios, que has querido revelar al mundo el resplandor de tu gloria por el parto de la Virgen santa, concédenos proclamar con fe íntegra y celebrar con piedad sincera el gran misterio de la encarnación. Por nuestro Señor Jesucristo.

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