La Sagrada Familia

Juan, Santo

Fiesta Litúrgica, 27 de diciembre

Apóstol y Evangelista El Discípulo Amado

Martirologio Romano: Fiesta de san Juan, apóstol y evangelista, hijo de Zebedeo, que junto con su hermano Santiago y con Pedro fue testigo de la transfiguración y de la pasión del Señor, y al pie de la cruz recibió de Él a María como madre. En su evangelio y en otros escritos se muestra como teólogo, habiendo contemplado la gloria del Verbo encarnado y anunciando lo que vio. ( s.I)

Breve Biografía

Juan, hijo de Zebedeo y de Salomé, hermano de Santiago, fue capaz de plasmar con exquisitas imágenes literarias los sublimes pensamientos de Dios. Hombre de elevación espiritual, se lo considera el águila que se alza hacia las vertiginosas alturas del misterio trinitario: “En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios”.
Es de los íntimos de Jesús y le está cerca en las horas más solemnes de su vida. Está junto a él en la última Cena, durante el proceso y, único entre los apóstoles, asiste a su muerte al lado de la Virgen. Pero contrariamente a cuanto pueden hacer pensar las representaciones del arte, Juan no era un hombre fantasioso y delicado, y bastaría el apodo que puso el Maestro a él y a su hermano Santiago -”hijos del trueno”- para demostrarnos un temperamento vivaz e impulsivo, ajeno a compromisos y dudas, hasta parecer intolerante.

En el Evangelio él se presenta a sí mismo como “el discípulo a quien Jesús amaba”. Aunque no podemos indagar sobre el secreto de esta inefable amistad, podemos adivinar una cierta analogía entre el alma del “hijo del trueno” y la del “Hijo del hombre”, que vino a la tierra a traer no sólo la paz sino también el fuego.

Después de la resurrección, Juan parmanecerá largo tiempo junto a Pedro. Pablo, en la carta a los Gálatas, habla de Pedro, Santiago y Juan “como las columnas” de la Iglesia.

En el Apocalipsis Juan dice que fue perseguido y relegado a la isla de Patmos por la “palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo.” Según una tradición, Juan vivió en Éfeso en compañía de la Virgen, y bajo Domiciano fue echado en una caldera de aceite hirviendo, de la que salió ileso, pero con la gloria de haber dado también él su “testimonio”. Después del destierro en Patmos, regresó definitivamente a Éfeso en donde exhortaba infatigablemente a los fieles al amor fraterno, como resulta de las tres epístolas contenidas en el Nuevo Testamento. Murió de avanzada edad en Éfeso, durante el imperio de Trajano, hacia el año 98.

Referencias Bíblicas:
[1] Santiago y Juan, hijos de Zebedeo cf. Lc. 5, 10; Mc. 10, 35
[2] Salomé, madre de Santiago y Juan, hijos de Zebedeo cf. Mc. 15, 40; Mt. 27, 56
[3] "En el principio estaba el Verbo..." (Jn. 1, 1)
[4] Juan sentado junto al Señor en la Última Cena cf. Jn. 13, 23
[5] Juan testigo de la transfiguración cf. Mc. 9, 2
[6] Juan junto al Señor en el monte de los Olivos cf. Mc. 14, 32-34
[7] Juan, el discípulo amado por Jesús cf. Jn. 21, 20-25
[8] Juan, junto a Pedro y Santiago, columnas de la Iglesia cf. Gál. 2, 9
[9] Juan, desterrado a la isla de Patmos por la Palabra cf. Ap. 1, 9

¿Somos reflejo de la Sagrada Familia?

Santo Evangelio según san Lucas 2, 22-40. Domingo de la Sagrada Familia

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Sagrada Familia, Jesús, María y José, les pido me ayuden a contemplar su vida centrada en Dios, sencilla, amorosa y confiada, para poder vivir más como ustedes.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 2, 22-40

Transcurrido el tiempo de la purificación de María, según la ley de Moisés, ella y José llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley: Todo primogénito varón será consagrado al Señor, y también para ofrecer, como dice la ley, un par de tórtolas o dos pichones.

Vivía en Jerusalén un hombre llamado Simeón, varón justo y temeroso de Dios, que aguardaba el consuelo de Israel; en él moraba el Espíritu Santo, el cual le había revelado que no moriría sin haber visto antes al Mesías del Señor. Movido por el Espíritu, fue al templo, y cuando José y María entraban con el niño Jesús para cumplir con lo prescrito por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios, diciendo:

"Señor, ya puedes dejar morir en paz a tu siervo, según lo que me habías prometido, porque mis ojos han visto a tu Salvador, al que has preparado para bien de todos los pueblos, luz que alumbra a las naciones y gloria de tu pueblo, Israel".

El padre y la madre del niño estaban admirados de semejantes palabras. Simeón los bendijo, y a María la madre de Jesús, le anunció: "Este niño ha sido puesto para ruina y resurgimiento de muchos en Israel, como signo que provocará contradicción, para que queden al descubierto los pensamientos de todos los corazones. Y a ti, una espada te atravesará el alma".

Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana. De joven, había vivido siete años casada y tenía ya ochenta y cuatro años de edad. No se apartaba del templo ni de día ni de noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. (Cuando José y María entraban en el templo para la presentación del niño). Ana se acercó, dando gracias a Dios y hablando del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.

Una vez que José y María cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y fortaleciéndose, se llenaba de sabiduría y la gracia del Dios estaba con él.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Hoy celebramos la fiesta de la Sagrada Familia y el Evangelio parece ofrecernos una fotografía de algunos de los rasgos que tenían en común, como familia, Jesús, María y José.

Acercándose al templo nos enseñan confían en el Señor, son una familia que pone a Dios al centro de su vida, es el Señor el que los mueve. Son una familia sencilla, dan la ofrenda de un par de tórtolas, característica de las familias pobres, mostrándonos cuánto están abiertos a compartir lo que tienen y vivir la caridad. Están abiertos a la maravilla de los planes de Dios y se alegran al escuchar las palabras de Simeón y de Ana. Pero al mismo tiempo, aceptan con reciedumbre el anuncio de la espada, del dolor y la dificultad, que enfrentarían juntos María y Jesús durante la Pasión. E incluso ahí, en la situación más difícil descubren el lenguaje de la misericordia de Dios.

¿Qué me quieres decir a mí, Señor? ¿Cómo está mi familia hoy? ¿Quiero que sea reflejo de la Sagrada Familia? Tal vez estamos lejos de este ideal, estamos heridos, rotos, tantas cosas nos cuestan. Pero miro a la familia de Nazaret y encuentro ánimo, porque tampoco ellos eran perfectos desde el inicio. Leo el Evangelio y descubro que, como el niño, toda la familia iba creciendo y fortaleciéndose, se llenaba de sabiduría y la gracia del Dios estaba con ellos. Que esta fiesta sea luz para mi familia, para que, incluso en la situación más difícil, podamos descubrir en el lenguaje de la misericordia de Dios.

«María, José, Jesús: la Sagrada Familia de Nazaret que representa una respuesta coral a la voluntad del Padre: los tres miembros de esta familia se ayudan mutuamente a descubrir el plan de Dios. Rezaban, trabajaban, se comunicaban. Y yo me pregunto: ¿tú, en tu familia, sabes cómo comunicarte o eres como esos chicos que en la mesa, cada uno con un teléfono móvil, están chateando? En esa mesa parece que hay un silencio como si estuvieran en misa... Pero no se comunican entre ellos. Debemos reanudar el diálogo en la familia: padres, madres, hijos, abuelos y hermanos deben comunicarse entre sí... Es una tarea que hay que hacer hoy, precisamente en el Día de la Sagrada Familia. Que la Sagrada Familia sea un modelo para nuestras familias, para que padres e hijos se apoyen mutuamente en la fidelidad al Evangelio, fundamento de la santidad de la familia».

(Ángelus de S.S. Francisco, 29 de diciembre de 2019).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Voy a comentar con mis familiares uno de los rasgos que he contemplado en la Sagrada Familia, para invitaros a tratar de vivirlo todos juntos en estos días.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

¿Cómo imitar a la Sagrada Familia?

Tendremos que hacer de los pocos momentos de coincidencia en casa, momentos fuertes de diálogo y comprensión.

La Sagrada Familia

Lecturas:

Colosenses 3, 12-21: “La vida en familia, de acuerdo con el Señor”.

Salmo 127: “Dichoso el que teme al Señor”.

San Mateo 2, 13-15. 19-23: “Toma al niño y a su madre y huye a Egipto”.

En estos tiempos de tanta comunicación, de tantos medios tecnológicos, de tanta imagen… parecería que es más fácil comunicarse y permanecer unidos, pero… con frecuencia nos quedamos con los medios y nos olvidamos de las personas.

¿Cuántas veces hemos visto a un grupo de jóvenes cada quien sumido en su celular e  ignorando a los presentes? No, no es que la tecnología sea mala, es la forma en que la usamos.

Hoy recordamos la Sagrada Familia y  podemos contemplarla con gran admiración y respeto y después contemplar como a trasluz nuestras familias. Se nos presenta en una escena difícil muy cercana a la situación de miles de familias que tienen que abandonar la seguridad de su casa y de su patria para afrontar el riesgo de una cultura distinta.

¡Cuántas veces el Papa ha señalado esta realidad de la migración y de los refugiados como una herida de nuestra sociedad! Y allí sobrevive, se realiza y plenifica la Sagrada Familia como un símbolo de amor y de responsabilidad. En familia se vive la presencia de Dios, en familia se aprende el amor a Dios, en familia se crece en amistad con Dios, aún en las circunstancias más difíciles.

Vivir a Dios en la familia con la sencillez de una madre que puede orar mientras da el pecho a su pequeño, reconocerse pequeño en manos de la providencia mientras el papá trabaja con rudeza, experimentar la ayuda y la solidaridad de los hermanos… todas esas pequeñas cosas marcan el corazón.

Es cierto que la sociedad, los medios de producción, el trabajo, los estudios y mil cosas más han deshecho la estructura que tenían las familias, pero también es cierto que en estos nuevos momentos tendremos que descubrir nuevas y mejores formas de apoyo, de comunicación y de compartir. Tendremos que hacer de los pocos momentos de coincidencia en casa, momentos fuertes de diálogo y comprensión, de sentir la presencia del otro y de no dejarnos invadir y condicionar por las cosas externas que obstaculizan la comunicación.

Si las relaciones en familia nos hacen crecer, si nos fortalecen y nos animan, si nos enseñan a distinguir los verdaderos valores para tener la sabiduría y si nos hacen percibir la presencia de Dios en nuestras vidas, entonces tendremos una verdadera familia.

Al igual que San Esteban, cambiemos la historia

Ángelus del Papa, 26 de diciembre de 2020

Este mediodía el Pontífice ha mostrado la figura de San Esteban, a quien la Iglesia Católica celebra hoy, para invitarnos a seguir su ejemplo valiente de responder al mal con el bien:

“Hoy vemos al testigo de Jesús, san Esteban, que brilla en las tinieblas. Fue acusado falsamente y lapidado brutalmente, pero en las tinieblas del odio hace brillar la luz de Jesús: reza por los que le están matando y los perdona. Es el primer mártir, es decir, testigo, el primero de una gran multitud de hermanos y hermanas que siguen llevando luz a las tinieblas: personas que responden al mal con el bien, que no ceden a la violencia y la mentira, sino que rompen la espiral del odio con la mansedumbre del amor”.

Mostrando este ejemplo, Francisco hoy invita a ser testigos de Cristo y nos dice la clave para serlo: “Imitando a Jesús” y "tomando la luz de Jesús". Al igual que San Esteban, que se hizo diácono, es decir, servidor, y sirvió a los pobres en las mesas, tratando de imitar al Señor todos los días y lo hizo hasta el final.

¿Para qué sirve rezar y perdonar?
El Papa después se ha detenido en una serie de preguntas para hacernos reflexionar: ¿hacen falta realmente estos testimonios de bondad cuando en el mundo se propaga la maldad? ¿Para qué sirve rezar y perdonar? ¿Solo para dar un buen ejemplo?

La respuesta del Pontífice es clara: “No, es mucho más”. El Papa ha recordado la Palabra del día para responder a estas preguntas: “Entre aquellos por los que Esteban rezaba y a los que perdonaban había, dice el texto, «un joven, llamado Saulo» que «aprobaba su muerte». Poco después, por la gracia de Dios, Saulo se convierte y deviene Pablo, el más grande misionero de la historia. Pablo nace por la gracia de Dios, pero a través del perdón de Esteban. Esta es la semilla de su conversión”. “Es una prueba – puntualiza – de que los gestos de amor cambian la historia: incluso los pequeños, ocultos, cotidianos. Porque Dios guía la historia a través del humilde valor de quien reza, ama y perdona”.

Al igual que San Esteban, cambiemos la historia
Este ejemplo de la conversión de Saulo en Pablo es válido también para nosotros. Francisco explica hoy que el Señor “quiere que hagamos de la vida una obra extraordinaria a través de los gestos de todos los días”. Además, recuerda que estamos llamados a ser testigos de Jesús “en el lugar donde vivimos, en familia, en el trabajo, en todas partes”, pero ¿cómo? “aunque solo sea regalando la luz de una sonrisa y huyendo de las sombras de las habladurías y los chismes” dice el Papa y subraya: “si vemos algo que no va bien, en lugar de criticar, chismorrear y quejarnos, recemos por quienes se equivocaron y por esa difícil situación. Y cuando surja una discusión en casa, en lugar de intentar prevalecer, intentemos resolver; y empezar de nuevo cada vez, perdonando a los que nos han ofendido”.

No nos olvidemos que San Esteban, mientras recibía las piedras del odio, devolvía palabras de perdón. “Así cambió la historia” asegura el Papa. Por último, destaca su invitación a rezar hoy por los que sufren persecución por el nombre de Jesús: “Lamentablemente son muchos. Encomendamos a la Virgen estos hermanos y hermanas nuestros, que responden a la opresión con mansedumbre y, como verdaderos testigos de Jesús, vencen el mal con el bien”.

El Papa agradece los mensajes recibidos en estos días
Después del Ángelus, el Santo Padre ha expresado su deseo de que "el ambiente alegre de la Navidad, que hoy se prolonga y aún llena nuestros corazones, despierte en todos el deseo de contemplar a Jesús en el pesebre, y luego servirlo y amarlo en las personas que nos rodean". Además, ha agradecido los mensajes de buenos deseos que ha recibido de Roma y de otras partes del mundo: "Es imposible responder a cada uno, pero aprovecho y expreso ahora mi gratitud, especialmente por el don de la oración, que hacéis por mí y que con gusto os correspondo".

Orar en Familia

Oraciones y bendiciones para las diversas situaciones en familia

Por: Delegación de Pastoral Familiar Arquidiócesis de Madrid | Fuente: archimadrid.es

Oración a la madre embarazada

¡Oh, María! Señora de la esperanza.
A ti te miramos con ternura y gozo
al verte embarazada del Creador.

Madre que nos traes la alegría del
recién nacido y el fruto bendito del Amor.

Te presento mi embarazo y lo dejo en
tus manos providentes para que en los

meses que están por venir sienta tu intercesión

y, como tu amor de madre, cuida de mi hijo

y lo protege en su gestación.

Madre, ayúdame a vivir con ilusión la

llegada de esta nueva generación que

colme de dicha mi vida y la de mi familia.

Virgen de la Esperanza, ruega por nosotros.

Amen.

Oración a la Sagrada Familia

Jesús, María y José
en vosotros contemplamos
el esplendor del verdadero amor,
a vosotros, confiados, nos dirigimos.

Santa Familia de Nazaret,
haz también de nuestras familias
lugar de comunión y cenáculo de oración,
auténticas escuelas del Evangelio
y pequeñas Iglesias domésticas.

Santa Familia de Nazaret,
que nunca más haya en las familias episodios
de violencia, de cerrazón y división;
que quien haya sido herido o escandalizado
sea pronto consolado y curado.

Santa Familia de Nazaret,
que el próximo Sínodo de los Obispos
haga tomar conciencia a todos
del carácter sagrado e inviolable de la familia,
de su belleza en el proyecto de Dios.

Jesús, María y José,

escuchad, acoged nuestra súplica.

(PAPA FRANCISCO)

Bendición de la familia

RITOS INICIALES

- En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

- Amén.

- La gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con todos nosotros.

- Y con tu espíritu.

- Queridos hermanos: la familia, que por el sacramento del matrimonio recibe la gracia de Cristo y una vida nueva, tiene una especial importancia tanto para la Iglesia como para la sociedad, pues de ellas es la célula primera y vital. Con esta celebración, invocamos la bendición del Señor para que en nuestra familia seamos siempre cooperadores de la gracia y difundamos la fe en las diversas circunstancias de la vida.

Con la ayuda de Dios, cumpliremos nuestra misión, conformando toda nuestra vida según el Evangelio, para que podamos ser ante el mundo testigos de Cristo.

LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS

1Co 12, 12-14: “Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.

Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu. El cuerpo tiene muchos miembros, no uno solo”.

Palabra de Dios.

O bien Ef 4, 1-6: “Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo.  Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL (Sal 127 (128), 1-2. 4-6a ):

R.- Dichoso el que teme al Señor.

- Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos. Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien.

Dichoso el que teme al Señor.

- Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor. Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida; que veas a los hijos de tus hijos.

Dichoso el que teme al Señor.

PRECES

Invoquemos a Cristo, el Señor, Palabra eterna del Padre, que, mientras convivió con los hombres, quiso vivir en familia y colmarla de bendiciones, y pidámosle que proteja a nuestra familia, diciendo:

Guarda en tu paz nuestra familia, Señor.

Tú que consagraste la vida doméstica, viviendo bajo la autoridad de María y José,

- santifica nuestra familia con tu presencia.

Tú que estuviste siempre atento a las cosas de tu Padre,

— haz que Dios sea honrado y glorificado en todas las familias.

Tú que hiciste de tu santa familia un modelo admirable de oración, de amor y de cumplimiento de la voluntad del Padre,

— santifica nuestra familia con tu gracia y cólmala de tus dones.

Tú que amaste a tus parientes y fuiste amado por ellos,

— afianza a todas las familias en el amor y la concordia.

Tú que en Caná de Galilea alegraste los comienzos de una familia, al hacer tu primer signo, convirtiendo el agua en vino,

— alivia los sufrimientos y preocupaciones de nuestra familia y conviértelos en alegría.

Tú que, velando por la unidad de la familia, dijiste: «Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre»,

— guarda a todos los esposos siempre unidos con el vínculo indestructible de tu amor.

Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir:

Padre nuestro...

ORACIÓN DE BENDICIÓN

- Oh Dios, creador y misericordioso restaurador de tu pueblo, que quisiste que la familia, constituida por la alianza nupcial, fuera signo de Cristo y de la Iglesia, derrama la abundancia de tu bendición sobre nuestra familia, reunida en tu Nombre, para que quienes en ella vivimos unidos por el amor nos mantengamos fervientes en el espíritu y asiduos en la oración, nos ayudemos mutuamente, contribuyamos a las necesidades de todos y demos testimonio de nuestra fe. Por Jesucristo, nuestro Señor.

- Amén.

Bendición de una nueva casa

RITOS INICIALES

- En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

- Amén.

- La paz del Señor a esta casa y a todos los aquí presentes.

- Y con tu espíritu.

- Queridos hermanos: Queridos hermanos, dirijamos nuestra ferviente oración a Cristo, que quiso nacer de la Virgen María y habitó entre nosotros, para que se digne entrar en esta casa y bendecirla con su presencia. Cristo, el Señor, esté aquí, en medio de vosotros, fomente vuestra caridad fraterna, participe en vuestras alegrías, os con suele en las tristezas. Y vosotros, guiados por las enseñanzas y ejemplos de Cristo, procurad, ante todo, que esta nueva casa sea hogar de caridad, desde donde se difunda ampliamente la fragancia de Cristo.

LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS

Lc 10, 5-9: Paz a esta casa. “Dijo el Señor a sus discípulos: —Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz en esta casa". Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa en casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el reino de Dios”. Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL (Sal 126 (127), 1. 2. 3-4. 5)

R.- El Señor nos construya la casa.

- Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas.

El Señor nos construya la casa.

- Es inútil que madruguéis, que veléis hasta muy tarde, que comáis el pan de vuestros sudores: ¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

El Señor nos construya la casa.

- La herencia que da el Señor son los hijos; su salario, el fruto del vientre: son saetas en mano de un guerrero los hijos de la juventud.

El Señor nos construya la casa.

- Dichoso el hombre que llena con ellas su aljaba: no quedará derrotado cuando litigue con su adversario en la plaza.

El Señor nos construya la casa.

PRECES

Con ánimo agradecido y gozoso invoquemos al Hijo de Dios, Señor de cielo y tierra, que, hecho hombre, habitó entre nosotros, y digamos:

R. Quédate con nosotros, Señor.

Señor Jesucristo, que con María y José santificaste la vida doméstica, dígnate convivir con nosotros en esta casa,

—para que te reconozcamos como huésped y te honremos como cabeza.

Tú, por quien todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado,

—haz que los habitantes de esta casa se vayan integrando en la construcción, para ser morada de Dios, por el Espíritu.

Tú que enseñaste a tus fieles a edificar su casa sobre piedra firme,

— haz que la vida de esta familia se apoye firmemente en tu palabra y, evitando toda división, te sirva con generosidad y de todo corazón.

Tú que, careciendo de morada propia, aceptaste con el gozo de la pobreza la hospitalidad de los amigos,

—haz que todos los que buscan vivienda encuentren, con nuestra ayuda, una casa digna de este nombre.

Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir:

Padre nuestro...

ORACIÓN DE BENDICIÓN

- Asiste, Señor, a estos servidores tuyos que, al inaugurar (hoy) esta vivienda, imploran humildemente tu bendición, para que, cuando vivan en ella, sientan tu presencia protectora, cuando salgan, gocen de tu compañía, cuando regresen, experimenten la alegría de tenerte como huésped, hasta que lleguen felizmente a la estancia preparada para ellos en la casa de tu Padre. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

- Amén.

ASPERSIÓN CON AGUA BENDITA

Que esta agua nos recuerde nuestro bautismo en Cristo, que nos redimió con su muerte y resurrección.

- Amén.

CONCLUSIÓN DEL RITO

- Que la paz de Cristo actúe de arbitro en nuestro corazón, la palabra de Cristo habite entre nosotros en toda su riqueza, para que todo lo que de palabra o de obra realicemos, sea todo en Nombre del Señor.

- Amén.

O bien:

- Te bendecimos, Señor, porque tu Hijo, al hacerse hombre, compartió la vida de familia y conoció sus preocupaciones y alegrías. Te suplicamos ahora, Señor, en favor de nuestra familia: guárdala y protégela, para que, fortalecida con tu gracia, goce de prosperidad, viva en concordia y, como Iglesia doméstica, sea en el mundo testigo de tu gloria.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

- Amén.

CONCLUSIÓN DEL RITO

- Jesús, el Señor, que vivió en el hogar de Nazaret, permanezca siempre en nuestra familia, la guarde de todo mal y nos conceda que tengamos todos un mismo pensar y un mismo sentir.

Bendición de un niño aún no bautizado

RITOS INICIALES

- En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

- Amén.

- La gracia y la paz de Dios, nuestro Padre, y de Jesucristo, su Hijo, que mostró su

amor por los niños, estén con vosotros.

- Y con tu espíritu.

- Queridos hermanos: El Hijo de Dios, nuestro Señor, cuando vino al mundo, asumió la condición de niño, e iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres. Más tarde, recibió benignamente a los niños y los bendijo, resaltó su dignidad, más aún, los puso como ejemplo para los que buscan de verdad el reino de Dios. Pero los niños necesitan la ayuda de los adultos para el desarrollo de sus cualidades naturales, de sus facultades morales e intelectuales, e incluso físicas, para que alcancen así la madurez humana y cristiana. Invoquemos, pues, sobre ellos la bendición divina, para que nosotros atendamos con diligencia a su formación y ellos acepten de buen grado la debida instrucción.

LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS

Mc 10, 13-16: Jesús bendecía a los niños. “Le acercaban niños a Jesús para que los tocara, pero los discípulos les regañaban. Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo: —Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el reino de Dios. Os aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño no entrará en él. Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos.

Palabra del Señor.

SALMO RESPONSORIAL (Sal 150, 1-2. 3-4. 5)

R.- Todo ser que alienta alabe al Señor.

- Alabad al Señor en su templo, alabadlo en su fuerte firmamento. Alabadlo por sus obras magníficas, alabadlo por su inmensa grandeza.

Todo ser que alienta alabe al Señor.

- Alabadlo tocando trompetas, alabadlo con arpas y cítaras, alabadlo con tambores y danzas, alabadlo con trompas y flautas.

Todo ser que alienta alabe al Señor.

- Alabadlo con platillos sonoros, alabadlo con platillos vibrantes. Todo ser que alienta alabe al Señor.

Todo ser que alienta alabe al Señor.

PRECES

Invoquemos a Jesús, el Señor, que propuso a todos sus seguidores la sencillez de corazón y la docilidad de los niños como condición para entrar en el reino de los cielos, y digámosle suplicantes:

R. Señor, que sepamos recibirte también en la persona de los niños.

Jesús, Señor, que quieres que los nuevos hijos de la Iglesia sean engendrados, no de la carne ni de la sangre, sino de Dios,

— haz que este tiempo de preparación para el bautismo sirva para una más plena celebración de este sacramento.

Tú que, por medio de los padres y de la Iglesia, manifiestas tu amor a este niño,

— haz que todos los responsables de su cuidado tengan una verdadera dedicación a su trabajo.

Tú que, por el bautismo, nos engendraste a una nueva filiación y nos abriste las puertas de la casa de tu Padre,

— haz que, con humilde sumisión, te sigamos por donde quieras llevarnos.

Tú que, siendo todavía niño, sufriste la persecución y el destierro,

— haz que todos los niños oprimidos por la maldad de los hombres o la dureza de la vida encuentren ayuda y protección.

Por todos los beneficios que tú nos otorgas sin cesar.

Te damos gracias, Señor.

Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir:

Padre nuestro...

ORACIÓN DE BENDICIÓN

- Dios, Padre todopoderoso, fuente de bendición y defensor de los niños, que enriqueces y alegras a los esposos con el don de los hijos, mira con bondad a este niño y, ya que ha de nacer de nuevo por el agua y el Espíritu Santo, dígnate agregarlo a los miembros de tu grey, para que, una vez recibido el don del bautismo, sea partícipe de tu reino y aprenda a bendecirte con nosotros en la Iglesia. Por Jesucristo, nuestro Señor.

- Amén.

CONCLUSIÓN DEL RITO

os guarde en su amor.

- Jesús, el Señor, que amó a los niños, os bendiga y os guarde en su amor.

- Amén

Bendición de los prometidos

mitado es nuestro saber y limitada es nuestra profecía; pero cuando venga lo perfecto, lo limitado se acabará. Cuando yo era niño hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño. Cuando me hice un hombre acabé con las cosas de niño. Ahora vemos confusamente en un espejo; entonces veremos cara a cara. Mi conocer es por ahora limitado; entonces podré conocer como Dios me conoce. En una palabra: quedan la fe, la esperanza, el amor: estas tres. La más grande es el amor.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL (Sal 144 (145), 8-9. 10 y 15. 17-18)

R.- El Señor es bueno con todos.

- El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas.

El Señor es bueno con todos.

- Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles. Los ojos de todos te están aguardando, Tú les das la comida a su tiempo.

El Señor es bueno con todos.

- El Señor es justo en todos sus caminos, es bondadoso en todas sus acciones; cerca está el Señor de los que lo invocan, de los que lo invocan sinceramente.

El Señor es bueno con todos.

PRECES

Invoquemos a Dios Padre, que tanto ama a los hombres que los hace hijos suyos en Cristo y los pone en el mundo como testigos de su amor. Digámosle confiadamente:

R. Haz que te amemos siempre, Señor.

Tú que has querido que tus verdaderos hijos, hermanos de Cristo, se hicieran conocer por su mutuo amor.

Haz que te amemos siempre, Señor.

Tú que impones a los hombres las suaves exigencias de tu amor, para que, sometiéndose a ellas, encuentren la felicidad.

Haz que te amemos siempre, Señor.

Tú que unes al hombre y a la mujer con el amor recíproco, para que la familia que nace de esta unión se alegre con el gozo de los hijos.

Haz que te amemos siempre, Señor.

Tú que prefiguraste espiritualmente la plenitud del amor de los desposados en el sacramento del matrimonio por el sacrificio pascual de tu Hijo, que amó a la Iglesia, y, por su sangre, la presentó ante ti inmaculada.

Haz que te amemos siempre, Señor.

Tú que llamas a N. y N. a aquella plena comunión de amor por la que los miembros de la familia cristiana llegan a tener un mismo pensar y un mismo sentir.

Haz que te amemos siempre, Señor.

Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir:

Padre nuestro...

ORACIÓN DE BENDICIÓN

- Te alabamos, Señor, porque, en tu designio de bondad, mueves y preparas a estos hijos tuyos N. y N. para que se amen mutuamente; dígnate fortalecer sus corazones, para que, guardándose fidelidad y agradándote en todo, lleguen felizmente al sacramento del matrimonio. Por Jesucristo, nuestro Señor.

- Amén.

O bien:

- Señor Dios, fuente de todo amor, tu designio providente hizo que estos prometidos se encontraran; te pedimos que a quienes imploran tu gracia en este tiempo de preparación al matrimonio les otorgues la ayuda de tu bendición, para que progresen en el mutuo afecto y se amen con amor sincero. Por Jesucristo, nuestro Señor.

- Amén.

CONCLUSIÓN DEL RITO

- El Dios del amor y de la paz habite en vosotros, dirija vuestros pasos y confirme vuestros corazones en su amor.

- Amén.

 Bendición de los hijos

RITOS INICIALES

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

- Amén.

- Hermanos, alabemos a Dios Padre, que nos ha hecho sus hijos adoptivos.

- A Él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

- Queridos hermanos: con razón el salmo compara a los hijos con los renuevos de olivo alrededor de la mesa familiar. Ellos, en efecto, no sólo son signo y anuncio de la bendición divina, sino que atestiguan la presencia eficaz del mismo Dios, el cual, como dador de la fecundidad en los hijos, multiplica el júbilo en la familia y aumenta su alegría. No sólo se debe a los hijos el mayor respeto, sino que conviene que se les enseñe oportunamente el amor y el temor de Dios, para que, conscientes de sus obligaciones, vayan creciendo en sabiduría y en gracia, y, teniendo ya en cuenta y poniendo por obra todo lo que es verdadero, justo y santo, sean testigos de Cristo en el mundo y mensajeros de su Evangelio.

LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS

Mt 19, 13-15: No impidáis a los niños acercarse a mí. “Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san Mateo. En aquel tiempo, le acercaron unos niños a Jesús para que les impusiera las manos y rezara por ellos, pero los discípulos les regañaban. Jesús dijo: —«Dejadlos, no impidáis a los niños acercarse a mí; de los que son como ellos es el reino de los cielos.» Les impuso las manos y se marchó de allí. Palabra de Dios.

O bien Tb 4, 5-7. 19: Hijo, recuerda estas normas. “Escuchad ahora, hermanos, las palabras del libro de Tobías. Hijo, acuérdate del Señor toda tu vida. No consientas en pecado ni quebrantes sus mandamientos. Haz obras de caridad toda tu vida, y no vayas por caminos injustos, porque a los que obran bien les van bien los negocios. Da limosna de tus bienes, y no seas tacaño. Si ves un pobre, no vuelvas el rostro, y Dios no apartará su rostro de ti. Bendice al Señor Dios en todo momento, y pídele que allane tus caminos y que te dé éxito en tus empresas y proyectos. Porque no todas las naciones aciertan en sus proyectos; es el Señor quien, según su designio, da todos los bienes o humilla hasta lo profundo del abismo. Bien, hijo, recuerda estas normas; que no se te borren de la memoria”.

Palabra de Dios

O bien Pr 4, 1-7: Escuchad, hijos, la corrección paterna. “Escuchad ahora, hermanos, las palabras del libro de los Proverbios. Escuchad, hijos, la corrección paterna; atended, para aprender prudencia: os enseño una buena doctrina, no abandonéis mis instrucciones. Yo también fui hijo de mi padre, amado tiernamente por mi madre; él me instruía así: «Conserva mis palabras en tu corazón, guarda mis preceptos y vivirás; adquiere sensatez, adquiere inteligencia, no la olvides, no te apartes de mis consejos; no la abandones, y te guardará; ámala, y te protegerá; que tu primera adquisición sea la sensatez, con todos sus haberes compra prudencia”.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL (Sal 127 (128), 1-2. 3. 4-6a):

R.- Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.

- Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos. Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien.

Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.

- Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa; tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa.

Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.

- Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida; que veas a los hijos de tus hijos.

Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.

PRECES

Invoquemos a Dios Todopoderoso, a quien Jesús, el Señor, nos enseñó a llamar Padre, y digámosle suplicantes:

R. Padre santo, guarda a tus hijos.

Padre lleno de amor, que tanto amaste a los hombres que entregaste a tu Hijo único,

— protégenos y defiéndenos a nosotros, tus hijos, nacidos de nuevo por el bautismo.

Tú que te complaciste en tu Hijo amado,

— haz que cumplamos fielmente la misión encomendada a cada uno en el mundo y en la Iglesia.

Tú que confiaste tu Hijo a la custodia amorosa de María y José, durante su infancia,

— haz que nuestros hijos crezcan en todo hacia Cristo.

Tú que tienes un amor especial a los desamparados,

— haz que todos los niños carentes de afecto familiar, con la ayuda de la comunidad cristiana, experimenten vivamente tu paternidad.

Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir:

Padre nuestro...

ORACIÓN DE BENDICIÓN DE LOS PADRES A LOS HIJOS

(haciendo la señal de la Cruz en su frente)

- Padre santo, fuente inagotable de vida y autor de todo bien, te bendecimos y te damos gracias, porque has querido alegrar nuestra comunión de amor con el don de los hijos; te pedimos que estos jóvenes miembros de nuestra familia encuentren en la sociedad doméstica el camino por el que tiendan siempre hacia lo mejor y puedan llegar un día, con tu ayuda, a la meta que tienen señalada. Por Jesucristo, nuestro Señor.

- Amén.

CONCLUSIÓN DEL RITO

- Jesús, el Señor, que amó a los niños, nos bendiga y nos guarde en su amor.

- Amén.

O bien:

- El Señor te (os) guarde y te (os) haga crecer en su amor, para que andes (andéis) como pide la vocación a la que has sido convocado (habéis sido convocados).

- Amén.

Bendición de los esposos en el aniversario de bodas

RITOS INICIALES

- En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

- Amén.

- La gracia y la paz de Dios Padre, que dignificó el matrimonio haciéndolo sacramento

de Cristo y la Iglesia, estén con vosotros.

- Y con tu espíritu.

- Queridos hermanos: Nos hemos reunido aquí para recordar el aniversario de la celebración del matrimonio de estos hermanos nuestros. Nos sentimos solidarios de su alegría y con ellos queremos dar gracias a Dios. Él los ha hecho signo de su amor en el mundo, y ellos, a través de los años, se han guardado fidelidad (y han cumplido dignamente sus obligaciones como padres). Demos gracias también, queridos hermanos, por todos los beneficios que el Señor os ha concedido en vuestra vida de casados. Que Dios os conserve en el mutuo amor, para que tengáis cada vez más un mismo pensar y un mismo sentir.

LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS

1Co 1, 4-8: En mi acción de gracias a Dios os tengo siempre presentes, por la gracia que Dios os ha dado. “En mi acción de gracias a Dios os tengo siempre presentes, por la gracia que Dios os ha dado en Cristo Jesús. Pues por él habéis sido enriquecidos en todo: en el hablar y en el saber; porque en vosotros se ha probado el testimonio de Cristo. De hecho, no carecéis de ningún don, vosotros que aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. Él os mantendrá firmes hasta el final, para que no tengan de qué acusaros en el día de Jesucristo, Señor nuestro. Dios os llamó a participar en la vida de su Hijo, Jesucristo, Señor nuestro. ¡Y él es fiel!” Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL (Sal 127 (128), 1-2. 3. 4-5)

R.- Dichoso el que teme al Señor.

- Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos. Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien.

Dichoso el que teme al Señor.

- Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa; tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa.

Dichoso el que teme al Señor.

- Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor. Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida; que veas a los hijos de tus hijos.

Dichoso el que teme al Señor.

INTERCAMBIO DE ANILLOS

- Acrecienta y santifica, Señor, el amor de tus servidores y, pues se entregaron mutuamente estos anillos en señal de fidelidad, haz que progresen en la gracia del sacramento. Por Jesucristo, nuestro Señor.

- Amén.

PRECES

Invoquemos la misericordia de Dios, Padre todopoderoso, que en su providente designio quiso que la historia de la salvación quedara significada en el amor, la fidelidad conyugal (y la fecundidad), y digámosle:

R. Renueva, Señor, la fidelidad de tus servidores.

Padre santo, que hiciste de la unión conyugal un gran misterio referido a Cristo y a la Iglesia,

—derrama con largueza sobre estos servidores tuyos la plenitud de tu amor.

Padre santo, que eres llamado fiel, y que pides y premias la observancia de tu alianza, —llena de tus bendiciones a estos servidores tuyos, que recuerdan el aniversario anual de su matrimonio.

Tú que con el Hijo y el Espíritu Santo gozas eternamente de la plena unidad de vida y comunión de amor,

— haz que estos servidores tuyos recuerden siempre la alianza de amor que contrajeron en el matrimonio y la guarden con toda fidelidad.

Tú que, en tu providencia, dispones de tal modo los acontecimientos de la vida humana que llevas a tus fieles a participar del misterio de Cristo,

— haz que estos servidores tuyos, aceptando serenamente lo próspero y lo adverso, se esfuercen por unirse a Cristo y vivir sólo para él.

Tú que quisiste que el matrimonio fuera modelo de vida cristiana,

— haz que todos los esposos sean testigos en el mundo del misterio de amor de tu Hijo.

Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir:

Padre nuestro...

ORACIÓN DE BENDICIÓN

- Te alabamos y te bendecimos, oh Dios, creador de todas las cosas, que al principio creaste al hombre y a la mujer para que formaran una unidad de vida y de amor; también te damos gracias, porque te dignaste bendecir la unión familiar de tus servidores N. y N., para que fuera imagen de la unión de Cristo con su Iglesia. Tú que los has mantenido unidos por el amor en sus penas y alegrías, míralos hoy con benevolencia; renueva constantemente su alianza nupcial, acrecienta su amor, fortalece su vínculo de paz, para que (junto con esta corona de hijos que los rodea) gocen siempre de tu bendición. Por Jesucristo, nuestro Señor.

- Amén.

CONCLUSIÓN DEL RITO

- Dios, Padre todopoderoso, os conceda su gozo.

- Amén.

- El Hijo unigénito de Dios os asista en las alegrías y en las tristezas.

- Amén.

- Conserve El Espíritu Santo alimente vuestras vidas con su amor.

-Amén.

- Y a todos vosotros, que estáis aquí presentes, os bendiga Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo.

- Amén.

O bien, si el ministro es un laico:

- Que Dios colme nuestra fe de alegría y de paz.

Que la paz de Cristo actúe de arbitro en nuestro corazón.

Que el Espíritu Santo derrame en nosotros sus dones.

- Amén.

Bendición de la madre después del parto

RITOS INICIALES

- En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

- Amén.

- Jesucristo, el Hijo de Dios, que por nuestra salvación se dignó nacer de la Virgen Madre, esté con todos vosotros.

- Y con tu espíritu.

- Queridos hermanos: La comunidad cristiana ha recibido ya con gran alegría al hijo que diste a luz. En su bautismo hemos rogado también por ti, para que, consciente del don recibido y de la responsabilidad que has contraído en la Iglesia, proclames, unida a la Virgen María, las grandezas del Señor. Ahora, llenos de alegría, deseamos unirnos a ti en la acción de gracias, invocando sobre ti la bendición de Dios.

LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS

1S 1, 20-28: El Señor me ha concedido mi petición. “En aquellos días, Ana concibió, dio a luz un hijo y le puso de nombre Samuel, diciendo: —Al Señor se lo pedí. Pasado un año, su marido Elcaná subió con toda la familia para hacer el sacrificio anual al Señor y cumplir la promesa. Ana se excusó para no subir, diciendo a su marido: —Cuando destete al niño, entonces lo llevaré para presentárselo al Señor y que se quede allí para siempre. Su marido Elcaná le respondió: —Haz lo que te parezca mejor; quédate hasta que lo destetes. Y que el Señor te conceda cumplir tu promesa. Ana se quedó en casa y crió a su hijo hasta que lo destetó. Entonces subió con él al templo del Señor, de Silo, llevando un novillo de tres años, una fanega de harina y un odre de vino.  Cuando mataron el novillo, Ana presentó el niño a Eli, diciendo: —Señor, por tu vida, yo soy la mujer que estuvo aquí junto a ti,  rezando al Señor. Este niño es lo que yo pedía; el Señor me ha concedido mi petición. Por eso se lo cedo al Señor de por vida, para que sea suyo.» Después se postraron ante el Señor”.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL (Sal 127 (128), 1-2. 3. 4-6a)

R.- Tus hijos, como renuevos de olivo.

- Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos. Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien.

Tus hijos, como renuevos de olivo.

- Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa; tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa.

Tus hijos, como renuevos de olivo.

- Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor. Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida; que veas a los hijos de tus hijos.

Tus hijos, como renuevos de olivo.

ACCIÓN DE GRACIAS

Demos gracias al Señor por la nueva vida que ha florecido en esta familia, diciendo

R. Te damos gracias, Señor.

Por el niño que has dado felizmente a esta madre.

Te damos gracias, Señor.

Por la salud corporal de la que, gracias a ti, gozan la madre y su hijo.

Te damos gracias, Señor.

Por el bautismo recibido, que ha convertido el corazón de este niño en templo del Espíritu Santo.

Te damos gracias, Señor.

Por la serena alegría que, con este nacimiento, has infundido en el corazón de todos.

Te damos gracias, Señor.

Por todos los beneficios que tú nos otorgas sin cesar.

Te damos gracias, Señor.

Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir:

Padre nuestro...

ORACIÓN DE BENDICIÓN

- Oh Dios, autor y protector de la vida humana, que has concedido a esta hija tuya el gozo de la maternidad, dígnate aceptar nuestra alabanza y escucha con bondad lo que te pedimos: que guardes de todo mal a la madre y a su hijo, que los acompañes siempre en el camino de esta vida y que, a su tiempo, los acojas en la felicidad de tu morada eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

- Amén.

O bien:

- Oh Dios, de quien desciende toda bendición y hacia quien sube la humilde súplica del que te bendice, concede a esta madre, ayudada por tu bendición, que se muestre agradecida contigo y tanto ella como su hijo se alegren siempre de tu protección.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

- Amén.

CONCLUSIÓN DEL RITO

- El Señor, Dios todopoderoso, que te ha concedido el gozo de la maternidad, se digne bendecirte, + para que, del mismo modo que le agradeces el don de este hijo, puedas disfrutar con él de la felicidad eterna.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

- Amén.

O bien:

- Dios, fuente y origen de toda vida, te proteja con su bondad.

- Amén.

- Confirme tu fe, robustezca tu esperanza, aumente cada vez más tu caridad.

- Amén.

- Conserve a tu hijo, le dé la salud del cuerpo y la sabiduría del entendimiento.

-Amén.

- Y a todos vosotros, que estáis aquí presentes, os bendiga Dios todopoderoso,

Padre, Hijo + y Espíritu Santo.

- Amén.

O bien, si el ministro es un laico:

- La misericordia de Dios Padre todopoderoso, la paz de su Hijo único Jesucristo, la gracia y el consuelo del Espíritu Santo os proteja en la vida, para que, caminando a la luz de la fe, alcancéis los bienes prometidos.

Y la bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre todos nosotros.

- Amén.

Bendición de la madre antes del parto

RITOS INICIALES

- En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

- Amén.

- Jesucristo, el Hijo de Dios, que se hizo hombre en el seno de la Virgen María, esté con todos vosotros.

- Y con tu espíritu.

- Queridos hermanos: Dios es el Señor de toda vida y es él quien determina la existencia de cada hombre y, con su providencia, dirige y conserva su vida.

Creemos que esto tiene aplicación sobre todo cuando se trata de una vida nacida de un matrimonio cristiano, vida que a su tiempo será enriquecida en el sacramento del bautismo con el don de la misma vida divina. Esto es lo que quiere expresar la bendición de la madre antes del parto, para que aguarde con fe y esperanza el momento del parto y, cooperando con el amor de Dios, ame ya desde ahora con afecto maternal al fruto que lleva en su seno.

LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS

Lc 1, 39-45: Saltó la criatura en el vientre. “Escuchad ahora, hermanos,

las palabras del santo Evangelio según san Lucas. Unos días después, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zaca-rías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre y dijo a voz en grito: —¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá”.

Palabra del Señor.

SALMO RESPONSORIAL (Sal 32 (33), 12 y 18. 20-21. 22)

R.- La misericordia del Señor llena la tierra.

- Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se escogió como heredad. Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia.

La misericordia del Señor llena la tierra.

- Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo; con él se alegra nuestro corazón, en su santo nombre confiamos.

La misericordia del Señor llena la tierra.

- Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.

La misericordia del Señor llena la tierra.

PRECES

Alabemos debidamente a Cristo, el Señor, fruto bendito del vientre de María, que por el misterio de su encarnación ha derramado en el mundo la gracia y la benevolencia, y digámosle:

R. Bendito seas, Señor, por tu bondad y tu misericordia.

Tú que te dignaste hacerte hombre naciendo de una mujer, para que recibiéramos el ser hijos por adopción.

Bendito seas, Señor, por tu bondad y tu misericordia.

Tú que no desdeñaste el seno de una madre, sino que quisiste que fueran proclamados dichosos el vientre que te llevó y los pechos que te criaron.

Bendito seas, Señor, por tu bondad y tu misericordia.

Tú que en la Virgen María, bendita entre todas las mujeres, dignificaste a toda mujer.

Bendito seas, Señor, por tu bondad y tu misericordia.

Tú que en la Cruz diste como madre a la Iglesia a la misma que habías elegido por madre tuya.

Bendito seas, Señor, por tu bondad y tu misericordia.

Tú que fecundas a la Iglesia con nuevos hijos por el ministerio de las madres acrecentando la alegría y aumentando el gozo.

Bendito seas, Señor, por tu bondad y tu misericordia.

Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir:

Padre nuestro...

ORACIÓN DE BENDICIÓN

- Señor Dios, creador del género humano, cuyo Hijo, por obra del Espíritu Santo, quiso nacer de la Virgen María, para redimir y salvar a los hombres, librándolos de la deuda del antiguo pecado, atiende los deseos de esta hija tuya, que te suplica por el hijo que espera, y concédele un parto feliz; que su hijo se agregue a la comunidad de los fieles, te sirva en todo y alcance finalmente la vida eterna.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

- Amén.

INVOCACIÓN A LA VIRGEN

- Bajo tu protección nos acogemos, santa Madre de Dios; no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades; antes bien, líbranos siempre de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita.

CONCLUSIÓN DEL RITO

- Dios, fuente y origen de toda vida, te proteja con su bondad.

- Amén.

- Confirme tu fe, robustezca tu esperanza, aumente cada vez más tu caridad.

- Amén.

- En el momento del parto atienda tus súplicas y te ayude con su gracia.

- Amén.

- Y a todos vosotros, que estáis aquí presentes, os bendiga Dios todopoderoso,

Padre, Hijo + y Espíritu Santo.

- Amén.

O bien, si el ministro es un laico:

- Oh Dios, que por el parto de la santísima Virgen María, anunció y comunicó al género humano el gozo de la salvación eterna, nos bendiga y nos guarde.

- Amén.

La enseñanza principal de la Sagrada Familia para tu sagrada familia

Dios debe ser el centro de toda la vida familiar

Evangelio según San Lucas 2,41-52.

Sus padres iban todos los años a Jerusalén en la fiesta de la Pascua. Cuando el niño cumplió doce años, subieron como de costumbre, y acabada la fiesta, María y José regresaron, pero Jesús permaneció en Jerusalén sin que ellos se dieran cuenta. Creyendo que estaba en la caravana, caminaron todo un día y después comenzaron a buscarlo entre los parientes y conocidos. Como no lo encontraron, volvieron a Jerusalén en busca de él. Al tercer día, lo hallaron en el Templo en medio de los doctores de la Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Y todos los que lo oían estaban asombrados de su inteligencia y sus respuestas. Al verlo, sus padres quedaron maravillados y su madre le dijo: “Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Piensa que tu padre y yo te buscábamos angustiados”. Jesús les respondió: “¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?”. Ellos no entendieron lo que les decía. El regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba estas cosas en su corazón. Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia delante de Dios y de los los hombres.

El tiempo de Navidad nos ofrece todos los años la oportunidad de celebrar a la Sagrada Familia. Una fiesta hermosa que celebra también a toda familia humana, «sueño de Dios para su amada creación» (Papa Francisco).

Hoy se nos invita a contemplar el pasaje del Evangelio en el que Jesús, María y José se dirigen a Jerusalén con ocasión de la fiesta de la Pascua. En este rico episodio encontramos muchos elementos que iluminan nuestra propia vida y realidad familiar. De modo sencillo y breve intentaremos reseñar algunos de ellos. En primer lugar notemos que el Evangelio nos dice que José y María «iban todos los años a Jerusalén» y ese año lo hicieron llevando consigo a Jesús que ya tenía doce años. María y José son personas que valoran y siguen las costumbres y tradiciones de su pueblo. Observan la Ley, están enraizados en la historia y la vida del pueblo al que pertenecen y por sobre todo son personas religiosas (en el sentido más rico y auténtico del término). Eso no los hace ser cucufatos ni “enchapados a la antigua”. No se trata de eso. De lo que se trata es de aprender a valorar en todo lo que tienen de bueno las tradiciones del pueblo y la cultura a la que pertenecemos y en la que nuestra familia vive. La identidad, la historia, las costumbres son una riqueza que da solidez a la vida familiar antes que un lastre que nos ata al pasado. En ese marco, la vivencia de las tradiciones religiosas cobran una particular importancia, como lo hemos vivido por ejemplo en estos días de Navidad.

Un segundo elemento surge de la pregunta: ¿Cómo se les pudo perder Jesús a María y a José? Con la conciencia que tenían —quizá no plena pero sí suficiente— de quién era Jesús, ¿cómo “dejaron” que se pierda? Varios autores espirituales comentan que en este tipo de viajes era costumbre que los niños hicieran el camino en compañía de parientes cercanos a la familia.

Por eso se explica que María y José pudieron hacer un día de viaje y recién entonces darse cuenta de que Jesús no estaba con ellos. A sus doce años, Jesús gozaba de una sana libertad por parte de María y de José. Como padres de un niño que sabían era el hijo del Altísimo, seguramente le procuraron todos los cuidados posibles pero no cedieron a la tentación de tenerlo totalmente sobre protegido. Como madre, consciente de haber traído al mundo al esperado de los tiempos, María podría haber optado por nunca despegarse de su hijo, por no quitarle un ojo de encima ni un segundo. ¿Cómo arriesgar tan gran tesoro a ellos confiado? Y sin embargo, María arriesga. No para poner a Jesús en peligro sino para ofrecerle el espacio requerido para que crezca como persona. Y de José se puede decir algo semejante. ¡Qué responsabilidad la del padre adoptivo del Hijo de Dios! ¿No tenemos aquí una gran lección en relación a la educación de los hijos?

«Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Piensa que tu padre y yo te buscábamos angustiados», le dice María a Jesús al encontrarlo en el Templo. ¡Qué angustia debieron haber sufrido! Difícil de imaginar. María y José vivieron —como todo papá y mamá— las angustias de ser padres. En este pasaje se nos relata una: pensaron haber perdido a su hijo. Y hay otros como el no haber encontrado un sitio digno para que María dé a luz al Niño; o la huida a Egipto por la amenaza a la vida del recién nacido. ¿Cuántas otras habrán tenido que no han sido recogidas en el Evangelio? La Familia de Nazaret, aquella escogida por Dios mismo para nazca su Hijo, no se libró de las dificultades, angustias, carencias y dolores que toda familia experimenta. José y María conocieron muy bien esas circunstancias y eso debe ser un aliento para comprender con ojos de fe las dificultades que nos tocan vivir, para confiar en Dios y para pedirles a ellos que nos ayuden. Todo padre en dificultades puede rezarle a José sabiendo que él también fue curtido en ellas; toda madre puede dirigirse a María confiando en que Ella vivió sus propias penurias y sabrá entenderla y hacer todo lo posible por ayudarla.

Finalmente, la Sagrada Familia nos enseña en las palabras de un Niño de doce años la lección quizá más importante de todas: Dios debe ser el centro de toda la vida familiar. Y lo será cuando sea también el centro de la vida personal del padre, de la madre y de los hijos. Quizá esa sea una de las tareas más difíciles en las que los padres tienen que educar a sus hijos. Aprovechemos la celebración de esta fiesta de la familia para hacer lo que nos enseña María: meditar y conservar la Palabra de Dios de modo que el Niño Jesús vaya creciendo en estatura y gracia también en nuestro corazón y seamos así cada vez más semejantes a Él. Ello, sin duda, redundará en beneficio de nuestra vida familiar.

La familia en el plan de Dios

La familia es ese lugar querido por Dios para cada persona, donde pueda desarrollarse en un ambiente de amor, de aceptación, cariño y confianza

Dios ha creado al hombre a su imagen y semejanza: llamándolo a la existencia por amor, lo ha llamado al mismo tiempo al amor.

Y, el hombre al amar responsablemente, establece un compromiso de amor al casarse. Los nuevos esposos se comprometen a ayudarse mutuamente, a buscar el bien de los dos, y a procrear y educar a los hijos.

Este es el origen de la familia. Esa comunidad de amor, formada libremente por el consentimiento de los esposos, donde todos sus integrantes crecerán como personas, y se ayudarán entre todos a alcanzar su fin último, la salvación eterna.

Recordemos, también, que Dios ha creado al hombre para que día a día crezca como persona, sea mejor, se desarrolle. y, ¿cuál será el mejor lugar para que el hombre desde que nace, crezca? ¿Cuál será ese gimnasio donde se ejercite naturalmente como persona? ¿Acaso no es la familia? Sí. Indudablemente, la familia es ese lugar querido por Dios para cada persona, donde pueda desarrollarse en un ambiente de amor, de aceptación, cariño y confianza. Será ese lugar donde aprenda a amar a los demás, a compartir, a conocer a Dios.

Ya en la naturaleza vemos cómo los animales cuidan a sus cachorros, los protegen, los alimentan: los leones, durante los dos primeros años de vida requieren a sus padres para subsistir. Poco a poco, la leona los va enseñando a cazar, a cuidarse de sus enemigos. Así, llegado el día, el cachorro, convertido en león, podrá vivir por sí mismo.

Si Dios ha dotado a los animales de una familia donde aprendan a vivir según su especie, ¿no habrá dotado al hombre, a quien ha creado a su imagen y semejanza por amor, de un lugar donde aprenda a vivir como persona, a vivir de acuerdo a su fin último? Ese lugar es la familia, comunidad de amor donde el hombre crece y aprende a vivir como hijo de Dios.

Así pues, la familia se origina cuando un hombre y una mujer se unen en matrimonio y se complementa y crece, al llegar los hijos. Cuando éstos nacen, se inicia la gran responsabilidad de los papás para educarlos como personas que han de crecer, tanto físicamente, como humanamente. Sí, los hijos nacen necesitados de todo. Los papás, poco a poco, se irán esforzando para que sus hijos tengan todo lo necesario: alimentación, casa, vestido, estudios, recreación. Pero, sobre todo, les proporcionarán su amor y cariño para que ellos crezcan día a día y sean mejores personas. Se esforzarán para que aprendan a ser responsables, colaboradores, generosos, honestos, laboriosos, honrados, fieles, amigables, ordenados, a tomar buenas decisiones, a hacer buen uso de su libertad,... Cuidarán, además que ellos se acerquen a Dios, que se preocupen desde pequeños en amar al Señor, a vivir como sus hijos, que deseen alcanzar su salvación eterna.

Dios nos ha dado a la familia como la mejor escuela de crecimiento como personas. En su Providencia Divina nos la ha dado. Ha querido a la familia como ese lugar donde todos sus miembros se ejerciten y robustezcan como personas. Pues Él ama a cada persona y busca para cada uno lo mejor. ¡Qué gran responsabilidad tienen los padres de familia con sus hijos!. ¡Qué gran responsabilidad tienen los esposos con ellos mismos!.

¿Qué serán los miembros de la familia en el futuro? Serán lo que con cariño y amor hayan crecido.
Podemos tomar como ejemplo, la Sagrada Familia: San José, la Santísima Virgen María y Jesús. Como hombre, ésta fue la familia donde creció Jesús. Ahí aprendió y se formó.

Preces

Miremos a Aquel que los ancianos Simeón y Ana reconocieron como su Rey y Salvador:

R/MTú eres nuestro Dios y Salvador.

Jesús, con los pastores queremos decirte:MR/

Con el corazón de María, que te ha amado como nadie en el mundo, te decimos:MR/

Unidos a san José, que solo vivió para servirte, te alabamos:MR/

En la familia de la Iglesia reconocemos tu divinidad y tu encarnación:MR/

Con nuestros familiares y amigos, queremos decirte:MR/

Intenciones libres

Padre nuestro…

Oración

Oh, Dios, que nos has propuesto a la Sagrada Familia como maravilloso ejemplo, concédenos, con bondad, que, imitando sus virtudes domésticas y su unión en el amor, lleguemos a gozar de los premios eternos en el hogar del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.

El Papa en el Ángelus del domingo de la Sagrada Familia: «Si discuten, hagan las paces el mismo día»

El Papa Francisco durante el Angelus del domingo de la Sagrada Familia

En la Fiesta de la Sagrada Familia, el Papa Francisco ha invitado a seguir el modelo de la familia de Nazaret y ha dado algunos consejos para un ambiente familiar sano: “Si discuten, hagan las paces el mismo día, la guerra fría del día siguiente es muy peligrosa”, tal y como informa Vatican News.

La de Nazaret es la familia-modelo en la que todas las familias del mundo pueden hallar su sólido punto de referencia y una firme inspiración”. Con estas palabras ha dado inicio el Papa Francisco a su discurso antes de rezar la oración mariana del Ángelus, este domingo 27 de diciembre en el que la Iglesia Católica celebra la Fiesta de la Sagrada Familia. El Papa ha recordado que, a imitación de la Sagrada Familia, “estamos llamados a redescubrir el valor educativo del núcleo familiar, que debe fundamentarse en el amor que siempre regenera las relaciones abriendo horizontes de esperanza”.

Características para experimentar comunión sincera en la familia

El Pontífice también ha explicado que para que en la familia se pueda experimentar una comunión sincera, se deben dar una serie de características: convertirse en “una casa de oración”, mantener “afectos profundos y puros”, hacer prevalecer “el perdón sobre las discordias” y en la que “la dureza cotidiana del vivir sea suavizada por la ternura mutua y por la serena adhesión a la voluntad de Dios”. “De esta manera –ha puntualizado Francisco– la familia se abre a la alegría que Dios da a todos aquellos que saben dar con alegría”, pero también “halla la energía espiritual para abrirse al exterior, a los demás, al servicio de sus hermanos, a la colaboración para la construcción de un mundo siempre nuevo y mejor; capaz, por tanto, de ser portadora de estímulos positivos; evangelizadora con el ejemplo de vida”.

Consejo del Papa: nunca terminar la jornada sin hacer las paces

Y hablando de la familias, el Papa una vez más ha expresado algunos de los consejos que siempre da para un ambiente familiar sano. “Es cierto que en cada una de las familias existen problemas, a veces se discute –ha dicho–, pero yo les digo una cosa: si discuten en familia no terminen la jornada sin hacer las paces”. El Papa recuerda que es importante hacer las paces en el mismo día, “porque la guerra fría del día siguiente es muy peligrosa y no ayuda”.

Así mismo, ha vuelto a enunciar las tres palabras que siempre tienen que prevalecer en una familia: permiso, gracias y disculpa. “Permiso para no ser invasivo en la vida de los demás”; después gracias, gracias de tantas ayudas y servicios que hacemos en la familia, agradecer siempre, pero la gratitud es la sangre del alma noble”; y luego “la más difícil de pronunciar: disculpa”. Porque como ha dicho el Papa: “Siempre hacemos cosas feas y alguien se puede sentir ofendido”.

Año especial dedicado a la familia

Durante el Ángelus, el Santo Padre también ha recordado que la Fiesta de hoy: “Nos presenta el ideal del amor conyugal y familiar, tal y como quedó subrayado en la Exhortación apostólica Amoris laetitia” –cuyo quinto aniversario de promulgación tendrá lugar el próximo 19 de marzo– anunciando que habrá un Año de reflexión sobre Amoris laetitia y será una oportunidad para profundizar el contenido documento.

Por último, el Papa ha pedido a la Virgen María “que obtenga a las familias de todo el mundo sentirse cada vez más fascinadas por el ideal evangélico de la Sagrada Familia, de modo que se conviertan en levadura de nueva humanidad y de una solidaridad concreta y universal”.

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