Jesús no es solo sanador, es también maestro

Eduardo III el Confesor, Santo

Laico, 5 de enero
 
Rey

Martirologio Romano: En Londres, en Inglaterra, san Eduardo, apodado el Confesor, que, siendo rey de los ingleses, fue muy amado por su eximia caridad, y trabajó incansablemente por mantener la paz en sus estados y la comunión con la Sede Romana (†1066).

Etimología: Eduardo = Aquel que es un guardián glorioso

Breve Biografía

Eduardo, nieto de San Eduardo llamado el Mártir, nació en 1004 en Islip, cerca de Oxford. Su padre era el rey Etelredo II, llamado el Desaconsejado. Siendo todavía niño, tuvo que emprender el camino del destierro y vivió del 1014 al 1041 en Normandía con unos familiares de su madre.

Se dice que hizo el voto de ir en peregrinación a Roma si la Divina Providencia lo llevaba de nuevo a su patria. Cuando esto sucedió, Eduardo quería cumplir fielmente el voto, pero el Papa lo dispensó. El dinero que iba a gastar en el viaje lo dio a los pobres y otra parte del mismo lo dedicó a la restauración del monasterio al oeste de Londres (west minster, hoy Westminster).

A pesar de los fracasos políticos de su gobierno, Eduardo rey de Inglaterra del 1043 al 1066, dejó un vivísimo recuerdo en su pueblo. Las razones de esta veneración, que continuó con los siglos, hay que buscarlas no sólo en algunas medidas sabias administrativas, como la abolición de un pesado impuesto militar que agobiaba a toda la nación, sino sobre todo en su temperamento suave y generoso (jamás un desacato o una palabra de reproche o un gesto de ira ni siquiera con los súbditos más humildes) y en su vida privada.

Un año después de su coronación se había casado con la cultísima Edith Godwin, hija de su más terrible adversario del barón Godwin de Wessex.

Había sido una hábil jugada política de su suegro, pues tenía la esperanza de que Eduardo, a quien ya llamaban “el Confesor”, le confiaría la administración del gobierno para dedicarse con más libertad a sus oraciones y a la meditación. El plan, demasiado sutil, sólo tuvo éxito en parte, porque hacia 1051 el barón fue desterrado y la reina fue encerrada en un convento. Pero sólo fue un paréntesis, porque el acuerdo entre Eduardo y la reina era muy profundo, hasta el punto que, según los biógrafos, los dos habían hecho de común acuerdo voto de virginidad.

La solemne inauguración del famoso coro del Monasterio de Westminster, que él mismo había financiado, tuvo lugar el 28 de diciembre de 1065. Pero el rey ya estaba gravemente enfermo.

Murió el 5 de enero de 1066 y fue enterrado en la Iglesia de la abadía recientemente restaurada. Pronto hubo muchas peregrinaciones a su tumba. En el reconocimiento de 1102 encontraron su cuerpo incorrupto y el 17 de febrero de l161 el Papa Alejandro III lo incluyó en la lista de los santos. El día de su fiesta coincide con la fecha en que Santo Tomás Bechet trasladó solemnemente sus reliquias al coro de la misma Iglesia.

Hoy, a la distancia de casi diez siglos, aún Inglaterra llama a su Corona "de San Eduardo".

No lo tuvo fácil ¿verdad? Recuerdo ahora ese maravilloso refrán castellano que dice: "Todos los días son buenos para alabar a Dios".

Los cálculos humanos o la misericordia

Santo Evangelio según san Marcos 6, 34-44. Martes después de la Epifanía
 
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Gracias, Señor, por tu compasión, por tu misericordia y por este tiempo de oración. Ayúdame a aprovecharlo bien. Incrementa mi fe para que pueda descubrirte en lo ordinario de este día. Aumenta mi esperanza para que pueda confiar en ti siempre. Ensancha mi amor para serte fiel en los detalles más pequeños de mi vida.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Marcos 6, 34-44

En aquel tiempo, al desembarcar Jesús, vio una numerosa multitud que lo estaba esperando, y se compadeció de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.

Cuando ya atardecía, se acercaron sus discípulos y le dijeron: «Estamos en despoblado y ya es muy tarde. Despide a la gente para que vayan por los caseríos y poblados del contorno y compren algo de comer». Él les replicó: «Denles ustedes de comer». Ellos le dijeron: «¿Acaso vamos a ir a comprar doscientos denarios de pan para dar les de comer?» Él les preguntó: «¿Cuántos panes tienen? Vayan a ver». Cuando lo averiguaron, le dijeron: «Cinco panes y dos pescados».

Entonces ordenó Jesús que la gente se sentara en grupos sobre la hierba verde y se acomodaron en grupos de cien y de cincuenta. Tomando los cinco panes y los dos pescados, Jesús alzó los ojos al cielo, bendijo a Dios, partió los panes y se los dio a los discípulos para que los distribuyeran; lo mismo hizo con los dos pescados.

Comieron todos hasta saciarse, y con las sobras de pan y de pescado que recogieron llenaron doce canastos. Los que comieron fueron cinco mil hombres.

Palabra del Señor.


Reflexiona lo que Dios te dice en el Evangelio (te sugerimos leer esto que dijo el Papa)

«Jesús está en la orilla del lago Galilea, y está rodeado por “una gran multitud” atraída por “los signos que realizaba sobre los enfermos». En Él actúa la potencia misericordiosa de Dios, que sana de todo mal de cuerpo y del espíritu. Pero Jesús no es solo sanador, es también maestro: de hecho sube al monte y se siente, en la típica actitud de maestro cuando enseña: sube sobre esa “cátedra” natural creada por su Padre celeste. Es este punto, Jesús, que sabe bien lo que va a hacer, pone a prueba a sus discípulos. ¿Qué hacer para dar de comer a toda esta gente? Felipe, uno de los Doce, hizo un cálculo rápido: organizando una colecta, se podrán recoger como máximo doscientos denarios para comprar pan, y aún así no bastaría para alimentar a cinco mil personas.

Los discípulos razonan en términos de “mercado”, pero Jesús, a la lógica de comprar la sustituye con la del dar. Las dos lógicas, la del comprar y la del dar. Y así, Andrés, otro de los apóstoles, hermano de Simón Pedro, presenta a un joven que pone a disposición todo lo que tiene: cinco panes y dos peces; pero seguro -dice Andrés- no son nada para esa multitud. Pero Jesús esperaba precisamente esto. Ordena a los discípulos que hagan sentarse a la gente, después tomó esos panes y esos peces, dio gracias al Padre y los distribuyó» (Angelus de S.S. Francisco, 26 de julio de 2015).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Durante el día, haré dos actos de fe para alcanzar a mi Dios, que está esperando que me vuelva y confíe en Él y en su misericordia.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Las trampas de la compasión

La compasión de Jesús es la misericordia
 
Un término ambiguo

Cuando se habla de compasión, se piensa inmediatamente en el sufrimiento del otro, en la situación trágica en la cual él se encuentra. Se trata de comprenderlo, de "simpatizar" con él, de compartir su desgracia y de llevarla con él. Esta situación de desgracia, por cierto, hay que tratar de aliviarla, de solucionarla en la medida de lo posible. La palabra compasión connota además la idea del compartir psicológico y afectivo del sufrimiento, especialmente cuando este escapa a los controles médicos y otros. Cuando vamos a ver un enfermo canceroso en fase terminal, por nuestra presencia, por una palabra, por un gesto de ternura, nosotros expresamos como podemos la parte que tomamos en su sufrimiento y tratamos de reconfortarlo.

Ahora bien, en las noticias concernientes a los casos de aborto, de eutanasia, de suicidio asistido, es frecuente que se invoque la compasión para "justificar" el acto que fue ejecutado o que va a serlo. Si, antes de su nacimiento, un niño es declarado portador de una malformación grave, se hará valer que si se deja continuar el embarazo, el niño tendrá una vida que no vale ser vivida; se recomendará, por tanto, abortar por compasión, por piedad. Se comparte – se dice – la pena que le causa su estado, pero la mejor forma de ayudarlo, la única –se dice – efectivamente posible, es la de poner término a su vida. El niño será matado por compasión.

Se acrecienta que nadie tiene el derecho de imponer a una mujer de esperar un niño que será – se dice – para ella, para el padre, para la familia, un "peso" insoportable. Se invocará aquí la compasión hacia los padres. A seguir, se agrega que no se puede imponer a la sociedad el peso de existencias cuyo mantenimiento es costoso pero inútil; el discapacitado de nacimiento no aporta nada a la sociedad. Se admitirá por tanto el aborto por compasión hacia la sociedad, que, "a pesar suyo", debe resignarse a suprimir uno de sus miembros. Se llegará algunas veces hasta a ver en este acto un gesto de justicia social, de "purificación étnica", de eugenismo.

La compasión podrá también dirigirse a los médicos abortistas. Practicar un aborto es para ellos – se dice – una "decisión difícil de tomar" y un acto que ellos solo ejecutan para obedecer a su conciencia. Por tanto hay que compadecerse de los médicos que, por ejemplo "para el bien" del niño o de su madre, toman "con coraje" la decisión de proceder al aborto. Lejos de culparlos, habrá que sostenerlos sicológicamente y moralmente, protegerlos por un dispositivo legal apropiado.

Estos pocos ejemplos permiten percibir diferentes facetas de lo que se agrupa hoy en día bajo una sola palabra ambigua: la compasión. Está en primer lugar la compasión en el sentido habitual de simpatía, de conmiseración. Sin embargo, en los diversos ejemplos citados, se observa que la compasión es invocada y se ejerce de manera muy diferente según que ella hace una víctima, el niño no nacido, o que se supone que ella alivia a la madre, legitima leyes o cauciona la intervención de los médicos.

La compasión hoy

Nosotros podemos discernir la verdadera y la falsa compasión en hechos o en tomas de posición observables en el mundo hoy. Así aparecerán los estragos que la falsa compasión está haciendo tanto a nivel de las personas como a nivel de las sociedades humanas.

Pasemos a ver pues algunos ejemplos.

1) En 1962, la Corte Criminal de Liège (Bélgica) fue llevada a juzgar a una madre que, "por compasión", había matado a su hijo. Durante su embarazo, esta madre había tomado Softenon, conocido hoy en día bajo el nombre de Talidomida. El niño había nacido portador de malformaciones graves. La madre decidió poner fin a la vida de su niño; lo que efectivamente hizo. Al término de un proceso muy "mediatizado", la mujer fue absuelta. Ella salió libre del tribunal, bajo los aplausos nutridos del público.

2) Los animales se benefician cada vez más de la "compasión" de los hombres. En un film "documental" de Al Gore, Una verdad que molesta, consagrado al recalentamiento climático, se ve una animación que muestra un oso polar extenuado buscando desesperadamente un apoyo seguro para salvarse la vida. El mensaje es claro: si el casquete polar se recalienta y se funde, la razón debe ser buscada en el número excesivo de hombres q que contaminan la tierra (1). Por tanto hay que controlar el crecimiento demográfico de la humanidad, del cual se asegura que es la causa de la degradación del medio ambiente. Además, la "compasión" hacia los animales, la protección de la fauna, de la flora y de las especies en vía de desaparición, requieren el respeto de cuotas que fijen el número, e incluso la "calidad" de los hombres autorizados a reproducirse. En una de sus variantes, esta posición recomienda a los hombres tener "compasión" por Gaïa, la Madre Tierra, que – adelantan – se degrada en razón de la acción devastadora del hombre. El hombre debe ser sacrificado al medio ambiente (2).

3) En el curso de los últimos años surgieron varios casos sonados de pedofilia. En EEUU, en México, en Irlanda y en otros países, miembros del alto o del bajo clero estuvieron implicados en varios procedimientos judiciales. En la mayor parte de esos casos, fue reprochado a las autoridad es eclesiásticas el haber tratado de apagar estos casos. Tanto tiempo como pudieron, esas autoridades aparentaron que nada, o muy poco, había pasado. El motivo más frecuentemente invocado es el de la "compasión" hacia los autores de los actos pedófilos. Se invoca la compasión para los pobres clérigos, que sufren ya tanto de sus pulsiones, y que sus superiores no pueden aplastar públicamente ni menos aún exponer a la condena infamante por las instancias judiciales competentes. Si hay que proteger a los abortistas, ¿por qué no habría que proteger a los pedófilos? Esta actitud recuerda el Caso de Recife (Brasil), que alimentó la crónica en marzo-abril de 2009 (3). En los dos casos, los casos de pedofilia y el de Recife, antes que manifestar la compasión por las pequeñas víctimas inocentes, se invoca la "compasión" por los que les han hecho un daño inmenso, médicos en Recife, clérigos en otras partes.

4) El 16 de noviembre de 2009, la prensa anunció un a iniciativa de Ségolène Royal. Siempre muy mediatizada, la presidenta de la región Poitou-Charente (Francia) anunció la distribución de "paquetes anti conceptivos" (4). Esos kits anticonceptivos contienen en particular preservativos y "chequeos contraception". El objetivo de Ségolène Royal, es de "venir en ayuda del desamparo de los alumnos", de reducir el desamparo malestar social que representan los "embarazos precoces". Luego de haber incitado al consumo sexual al adjuntar preservativos en el kit anticonceptivo, Ségolène Royal recuerda la existencia de una "circular que ya prevé la anticoncepción del día después". Aquí también, los adolescentes y los niños no nacidos corren el riesgo de pagar el costo de la pseudo-compasión.

5) Se asiste hoy en día a un cuestionamiento radical del matrimonio y de la familia. Los cristianos piden a la Iglesia autorizar el divorcio o permitir que los divorciados "se vuelvan a casar". Algunos van más lejos ya que piden que la Iglesia reconozca las uniones homosexuales, con o sin adopción de niños. Estas reivindicaciones se hacen todas en nombre de la "compasión". La Iglesia se equivocaría en mostrarse intransigente sobre estas cuestiones; ella no tendría piedad por los esposos injustamente abandonados por su cónyuge ni por los niños de la pareja divorciada. Ella ignoraría la tendencia homosexual inscrita en la constitución de algunos hombres o de algunas mujeres. Aquí también se hace llamado a la "compasión". Pero ¿cuál compasión?

Interpelado sobre la cuestión del matrimonio y del divorcio, Jesús reafirma con fuerza el designio de Dios desde los orígenes: el matrimonio querido por Dios es monógamo, fiel, indisoluble (5). Jesús restaura el matrimonio tal como era según el corazón de Dios en el momento de la creación (6). Él no hace ninguna concesión concerniente al matrimonio tal como Dios lo quiso. Los apóstoles se sorprenden incluso de este rigor de Jesús (7). Como algunos lo hacen hoy en día, ellos esperaban de Jesús una compasión rebajada, una tolerancia en cierta forma, frente a la Ley, frente a la voluntad claramente enunciada por el creador desde los orígenes. La justificación, la santificación aparecen aquí como una vuelta al principio, una recreación pasando por la conversión del corazón. Lo que Jesús resalta, es la igual dignidad del hombre y de la mujer. El hombre no puede reivindicar un "derecho" cualquiera a repudiar a su mujer. Lo que revela Jesús, es la fuerza de Dios que obra en el matrimonio. Es Dios quien une. La compasión no puede expresarse en el rechazo de la fuerza divina siempre en obra en el matrimonio. En compensación, la compasión de Dios se expresa en el perdón que Jesús propone a los y las que han cometido adulterio, se prostituyeron o que practicaron la homosexualidad (8). La compasión de Jesús no es de ninguna manera una aprobación del pecado; es una invitación a acoger el perdón y a volver al camino recto. La compasión de Jesús, es la misericordia (9).

6) Binding (1841-1920), jurista, y Hoche (1865-1943), médico, publicaron en 1920 una obra muy poco conocida y que sin embargo fue una de las más influyentes en el curso del siglo XX. Los autores explican que hay que "liberalizar la destrucción de una vida que no merece ser vivida" (10). Es el título de esta obra, donde se encuentra formulado y justificado el programa de eutanasia que será aplicado algunos años más tarde por Hitler. Como habitualmente, la argumentación da la impresión de estar impregnada de compasión. Hay, se asegura, categorías de individuo s cuya vida no merece la protección penal. Su vida no tiene valor. La eutanasia les ahorrará vivir una vida que no es digna de ser vivida. A estos individuos, hay que hacerles la eutanasia por su propio bien. Pero también hay que aplicarles la eutanasia por el bien de la sociedad: estos seres son no solamente sin valor, sino que son una carga para todos los que son útiles a la sociedad. La "compasión" hacia la sociedad debe ser invocada tanto como la "compasión " hacia estos seres que beben ser liberados de su falta total de valor y de utilidad. Ahora bien, detrás de esas consideraciones aparentemente enternecedoras s e esconden consideraciones pseudo-científicas de fuertes connotaciones eugenésicas y racistas. La compasión es aquí manipulada en beneficio de un programa político que es la negación misma de la compasión.

7) En el Affaire de Recife (11), pudimos observar un caso flagrante de compasión mentirosa. En resumen, había que demostrar compasión hacia los médicos que habían practicado un doble aborto directo. Había que ahogar este caso como se ahogan otros (12). Ahora bien, la literatura médica informa situaciones semejantes a la vivida por "Carmen", la niña de Recife, pero donde la verdadera compasión fue expresada hacia las muy jóvenes madres y sus hijos. La prensa médica ya refería, en 1959, sobre la existencia de una treintena de casos conocidos de embarazos muy precoces, con frecuencia antes de la edad de 12 años. El caso más conocido e s el de una pequeña peruana, Lina Medina, nacida en 1933, que tuvo su primera menstruación a la edad de 8 meses (sic) y que se quedó embarazada a la edad de 5 años (sic). A la edad de 5 años y 8 meses, ella dio a luz un varón, Geraldo, que, en 1954, tenía 15 años mientras que la mamá tenía 20 años. Les médicos habían diagnosticado, en la mamá, una pubertad precoz constitucional, no patológica.

Lo que es remarcable en la historia de Lina Medina, es precisamente que son los médicos quienes constataron que el embarazo de la niña no tenía nada de patológico. La eventualidad de un aborto no fue nunca considerada. Los médicos dieron al contrario prueba de compasión verdadera hacia la madre y hacia su hijo. Notemos que de las últimas noticias, la madre vive en la periferia de Lima, en Perú. Hasta el presente, la madre nunca reveló el nombre del padre de su hijo. Este murió en 1979 a la edad de 40 años (13).

El artículo publicado por "La Presse Médicale", en su edición del 13 de mayo de 1939, precisa que el parto, por operación cesarea, fue realizado por el Dr. Geraldo Lozada. El breve artículo del 13 de mayo subraya que "La pequeña Lina está rodeada de cuidados minuciosos. Un Comité de Damas se constituyó para asegurar para ahora y para el futuro los cuidados y las condiciones materiales de la vida de la pequeña mamá y del futuro bebé."

El artículo del 31 de mayo de 1939, debido también al Dr. Escobel, llama este también a la compasión: "Se espera que el Estado, y el Hogar de la Madre, van a proteger a esta pobre niña, que creo en todos los corazones un movimiento de simpatía y de piedad, tanto aunque su pequeño nació el mismo día en que la nación peruana celebraba la Fiesta de la Madre."

8) En razón de su gravedad, el sida es también una enfermedad que incita a la compasión. Establecimientos públicos o privados se especializaron en la prevención y/o el tratamiento de esta enfermedad. Centros de acogida y de cuidados fueron fundados para acoger, cuidar y acompañar hasta el fin a las personas afectadas por ese mal. Congregaciones religiosas, especializadas en los cuidados de salud, adaptaron sus programas a las situaciones nuevas creadas por la expansión de esta pandemia. El ejemplo de la Beata Madre Teresa de Calcuta hizo escuela. Sin embargo, no todos están inspirados en la compasión ejemplar de Madre Teresa.

En marzo de 2009, en el avión que lo conducía a África, el Papa Benedicto XVI se hizo atacar por periodistas porque había osado declarar que el preservativo no era verdaderamente la solución al problema. Siempre lista a enriquecer la colección de las "historias belgas", la Cámara de los Representantes, incluyendo a diversos mandatarios "cristianos", condenó las palabras "irresponsables" e "inaceptables" del Papa. ¡Por poco los honorables diputados no pidieron una reunión de urgencia del Consejo de Seguridad de la ONU! A Dios gracias, el Senado belga no siguió a la Cámara de los Representantes en su delirio anticristiano.

Pero esta misma Cámara habría podido reivindicar la caución de algunos eminentes eclesiásticos. Entre ellos, cardinales mu y mediatizados, cuyos nombres son bien conocidos, recomendaron curiosamente el uso del preservativo presentando a este como un mal menor, para evitar el mal mayor, siendo este el peligro de contagio mortal en caso d el no recurso a esta precaución. El motivo invocado es pues la compasión.

La argumentación se desarrolla habitualmente como sigue: siendo la pulsión sexual irresistible e incontrolable, el uso del preservativo es el único medio eficaz de evitar el sida. Hace falta poco para que algunos "moralistas" lleguen hasta invocar el V mandamiento de Dios, "¡No matarás!", ¡para presentar el uso del preservativo como una obligación moral! Otros moralistas o pastores desarrollan una variante de esta argumentación: ellos enseñan a pecar sin riesgo.

En el caso del sida, la compasión es pues invocada a dos títulos diferentes. Por supuesto, la compasión se dirige en primer lugar a los enfermos afectados por esta terrible enfermedad. Como para todos los que sufren enfermedades muy graves, hay que velar para que sus sufrimientos sean aliviados, para que reciban los cuidados de higiene de los que ellos tienen necesidad; hay que decirles palabras de ternura: decirles la ternura de los hombres, pero también la ternura de Dios. Pero en el caso que nos ocupa, la compasión es también invocada de manera mentirosa: el preservativo se impone – se insinúa – en razón de que las pasiones de los hombres son incontrolables y que carecen de libertad frente a las pulsiones que los asaltan.

No es nuestra intención retomar aquí las discusiones sobre el sida, sus causas, su tratamiento, etc. Tampoco queremos explicar de nuevo las dos finalidades, procreadora y unitiva, de la unión matrimonial. Dos constataciones deberían hacer reflexionar a los celadores de la falsa compasión. Recordemos en primer lugar que es suficiente con consultar las revistas de consumidores para aprender que los preservativos no son fiables un 100%. Si no es seguro un 100% para la anticoncepción, por qué lo sería para impedir la transmisión del sida?

Pero hay otro aspecto del problema, ampliamente des conocido por muchos eminentes pastores-teólogos. Es lo que los economistas llaman el efecto rebote. La imagen de la pelota que rebota es en efecto sugestivo: al término de una primera parábola, ella toca el suelo, pero es para repartir enseguida, hacia lo alto y más lejos. Dos ejemplos familiares harán comprender de lo que se trata. La llegada de las lámparas económicas fue saludada con entusiasmo: una lámpara económica de 11 watts da tanta luz como una lámpara clásica de 60 watts. Podríamos exclamar: "¡Qué economía!". Ahora bien, se observa que en razón misma del bajo consumo y de sus lámparas, las personas tienden a iluminar mejor sus casas multiplicando las lámparas y aumentando el número de horas de iluminación. Las lámparas económicas compensan así las economías que se suponía que ellas iban a provocar; ellas pueden incluso llevar a un aumento del consumo.

Otro ejemplo: algunos automóviles, antes equipados de un motor de mayor consumo de combustible, están hoy día equipadas de motores particularmente sobrios. Aquí también, las personas se dicen: "¡Qué economía!". Pero como el automóvil consume, digamos, 5 litros de gasolina en lugar de los 8 litros del automóvil precedente, las personas encuentran que andar en auto se volvió menos caro y andarán más de lo que lo hacían con el auto anterior. Se anda más con un automóvil que consume menos. De ello resulta que la economía realizada por el motor de la nueva generación es compensada por un aumento del número de kilómetros andados y con frecuencia por el aumento de la velocidad a la cual se tenía la costumbre de conducir.

Un tercer ejemplo del rebote es señalado por Jacques Suaudeau. Cuando llevar el cinturón de seguridad se hizo obligatorio en Inglaterra, se constató con sorpresa que el número de accidentes y de víctimas había aumentado. Un estudio atento reveló que los automovilistas creían encontrar una mayor seguridad al llevar colocado el cinturón de seguridad. Pero ellos tomaban más riesgos, manejaban más rápido que antes. El beneficio que se esperaba por llevar el cinturón de seguridad fue compensado por las tomas de riesgo aumentadas.

El fenómeno de rebote se observa también en la utilización del preservativo y en la incidencia de esta utilización sobre la extensión de la enfermedad. Los eminentes moralistas deberían tener cuenta de este fenómeno. Le matraqueo mediático incitando a recurrir al preservativo para limitar la expansión del sida tiene un efecto perverso: el preservativo da un sentimiento falso de seguridad.

Al recurrir a él, los usuarios tienden a compensar el riesgo disminuido por el preservativo multiplicando las relaciones azarosas más de lo que lo hacían habitualmente, variando las parejas, variando las relaciones y teniendo las primeras relaciones sexuales cada vez más temprano.

Remarquemos que es lo que explicó el Dr. Edward C. Green el 19 de marzo de 2009, luego del linchamiento mediático del que el Papa fue objeto en ocasión de su viaje a África:

"Nuestros mejores estudios [...] ponen en evidencia u na asociación constante entre una mayor disponibilidad y un mayor uso de preservativos y una tasa más elevada (no más baja) de tasa de infección por HIV. Ello puede ser debido en parte a un fenómeno conocido como compensación del riesgo (el resaltado es nuestro, MS), lo que significa que cuando se utiliza una ‘tecnología’ que reduce el riesgo, como los preservativos, se pierde con frecuencia el beneficio (la reducción del riesgo) ‘compensando’ o tomando mayores riesgos que los que se tomarían sin la tecnología que reduce el riesgo. "(15)

He aquí también, a propósito del sida, un ejemplo remarcable de "compasión" mentirosa y violenta. Mentirosa porque reposa sobre aseveraciones de las cuales alguien un poco informado puede desenmascarar la falsedad. Violenta, porque en nombre de premisas falsas se empuja objetivamente a tomar el riesgo de morir y de dar la muerte.

9) ¿Se puede dar la comunión a parlamentarios que s e declaran públicamente en favor del aborto? A esta cuestión, algunos pasto res dieron prácticamente o teóricamente una respuesta afirmativa. Haría falta, se dice, tener compasión por los parlamentarios, desgarrados interiormente. Como cristianos, dicen ellos, ellos se oponen por cierto al aborto; pero en el momento del debate parlamentario, ellos votan por su legalización. Estos representantes, se dice, viven un drama de conciencia y no se debería rechazarlos si ellos se presentan para recibir la Santa Comunión. Situaciones análoga s se presentan, por ejemplo, para los médicos abortistas notorios, para los magistrados, los responsables políticos, etc. Todos tendrían necesidad de conforto espiritual y deberían poder aproximarse a la Santa Mesa.

Algunas tomas de posición recientes muestran que la Iglesia no puede aprobar esta pseudocompasión. Pongamos en evidencia dos de ellas.

a. En noviembre de 2009, Juan Antonio Martínez Camino, jesuita, obispo auxiliar de Madrid y Secretario general de la Conferencia episcopal española, recuerda que al aprobar y al votar una ley en favor del aborto, los bautizados se colocan objetivamente en estado de pecado mortal (16). Los que promueven tales leyes pecan públicamente y no pueden ser admitidos a la Santa Mesa. Para estar seguro de haber sido bien escuchado, el obispo auxiliar de Madrid agrega que el que afirma que es legítimo quitar la vida a un ser humano inocente cae en la herejía e incurre en la excomunión "latae sententiae" (17). El 27 de noviembre de 2009, la Asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal Española publicó una declaración según la cual los políticos que votan una proposición de ley liberalizando el aborto en España se colocan ellos mismos en "un estado de pecado objetivo, y si esta situación se prolonga, ellos no pueden ser admitidos a la Santa Comunión." (18)

b. El domingo 22 de noviembre de 2009 (19), Patrick Kennedy, miembro demócrata de la Cámara de los Representantes de los EEUU, anuncia que el obispo de Providence, Thomas J. Tobin, le pidió abstenerse de recibir la Santa Comunión e invitó a los sacerdotes de su diócesis a no dársela. Hay que recordar que algún tiempo antes de esta prohibición, el Congresista Patrick Kennedy declaró públicamente su oposición a la enseñanza de la Iglesia sobre el respeto de la vida.

10) Las trampas de la compasión que examinamos fueron objeto de varias declaraciones de la más alta importancia de la parte de Su Excelencia Mons. Raymond L. Burke, Prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica y Arzobispo Emérito de Saint Louis MO, en los EEUU. Nos limitaremos a presentar tres de estos documentos. a. El viernes 3 de mayo de 2009, el Arzobispo Burke pronunció el discurso principal del "Almuerzo y Oración" reuniendo católicos rezando por la nación americana. Este discurso tiene por título Las enseñanzas de la Iglesia católica. El Prefecto allí analiza las prácticas hostiles a la vida, al matrimonio y a la familia.

Denunciando la falsa compasión en la acción de los poderes públicos, el Arzobispo subraya que los ataques contra la vida, el matrimonio y la familia ruinan los fundamentos sobre los cuales está construida la nación americana y las naciones apegadas a esos mismos fundamentos. Él alerta a los católicos – sean ellos médicos, hombres políticos, hombres de negocios, etc. – a respetar la ley natural y la ley divina, que están en el corazón de la enseñanza de la Iglesia. El Arzobispo invita a la oración, al ayuno, a la confesión, a la Santa Comunión para que el Señor ilumine a los líderes. Una atención especial debe ser reservada, en las universidades y las instituciones de educación católica, a la juventud. Esta debe ser preparada a reconocer que allí donde Dios es rechazado, la secularización y el relativismo abren el camino a leyes y a programas políticos inmorales. Al contrario, hay que acuciar a los legisladores y a los electores a corregir las leyes gravemente injustas.

En fin, "que un doctorado honoris causa haya sido conferido por Notre-Dame University a un Presidente que promueve agresivamente una agenda anti-vida y anti-familia es fuente del mayor escándalo.".

b. El 18 de septiembre de 2009, el Arzobispo Burke tomaba la palabra en la XIV Cena anual del Partenariato organizado por "Inside Catholic" (21). Este discurso fue publicado bajo forma de artículo en Crisis Magazine, de fecha de 26 de septiembre de 2009. Tiene como título "Reflexiones sobre la Lucha para Adelantar la Cultura de la Vida."

El Arzobispo nos ofrece aquí un discurso de una fuerza excepcional. He aquí, citados libremente, algunas ideas fuerza de este discurso:

"Es imposible ser católico practicante, alguien que sostiene en su conducta el derecho al aborto o el derecho al matrimonio de personas del mismo sexo. Debemos reconocer el escándalo dado por los cristianos que omiten hacer respetar la ley moral natural en la vida pública. Esta omisión engendra la confusión e induce a error a todos los ciudadanos. Por nuestras acciones y nuestras omisiones, no podemos conducir a los hombres y a las mujeres a hacer el mal y a pecar, así como a dañar gravemente a los hermanos, a las hermanas, a la nación. Nuestro Señor fue inequívoco en su condena de los que, por sus acciones, provocarían un verdadero escándalo, es decir que hundirían a los otros en la confusión o los conducirían a pecar (22). Es por ello que la disciplina de la Iglesia prohíbe dar la Santa Comunión y dar funerales religiosos a los que persisten, luego de haber sido amonestados, en violar gravemente la ley divina (23). Ciertamente, la Iglesia confía cada alma a la misericordia de Dios [...], pero ello no la dispensa de proclamar la verdad de la ley divina. Cuando alguien ha públicamente adherido y cooperado en actos culpables, [...] su arrepentimiento de tales acciones debe este también ser público."

Llamando las cosas por su nombre, el Arzobispo Burke no duda en ir al fondo del problema: "Se ve la mano del Padre de la Mentira actuando en la poca atención dada a la situación de escándalo, o en el hecho que son ridiculizados o incluso censurados los que sienten el escándalo."

c. El 29 de septiembre de 2009, el Arzobispo Burke intervenía para tomar la defensa de los militantes pro-life que protestaban contra el escándalo de los funerales grandiosos y muy mediatizados celebrados para el Senador Ted Kennedy (24). Este senador "católico" se había con frecuencia distinguido por sus posiciones inaceptables en materia del respeto de la vida y de la familia. Algunos católicos, compadecidos por el Senador, habían agredido vivamente a los militantes pro-vida y pro-familia, acusándolos entre otras cosas de quebrar la unidad de la Iglesia. La puesta a punto del Arzobispo no tuvo que hacerse esperar: "Una de las ironías de la situación presente es que alguien que siente el escándalo frente a acciones públicas, gravemente culpables, de otro católico es acusado de faltar de caridad y de causar una división en la unidad la Iglesia”.

"En una sociedad donde el pensamiento está gobernad o por la ‘tiranía del relativismo’, y en la cual lo políticamente correcto y el respeto humano son los últimos criterios de lo que se debe hacer o de lo que se debe evitar, la idea de inducir a alguien a un error moral tiene poco sentido. [...] Lo que causa admiración en una sociedad semejante, es el hecho que en ella hay quienes omiten de observar lo políticamente correcto, y que, por ello mismo, parecen perturbar la así llamada paz de la sociedad. Sin embargo, mentir u omitir de decir la verdad no es jamás un signo de caridad."

Una cuestión inevitable

La pseudo-compasión, con frecuencia invocada en favor de otros actos en sí malos, como el aborto, conduce por tanto al escándalo; ella invita a los otros a pecar gravemente. El escándalo, es la primera cosa a evitar (25). La pseudo- compasión conduce también a la herejía, al desgarro en la Iglesia, ya que ella incita a los fieles a separarse de un punto no negociable de la doctrina de la Iglesia: el deber de respectar la vida inocente. La pseudo-compasión refuerza la deriva hacia la "tiranía del relativismo", que se observa en algunos pastores y/o teólogos. Finalmente, la pseudo-compasión podría conducir a una situación en la cual la doctrina de la Iglesia y la moral natural resultarían de un procedimiento consensual y se formularían en compromisos.

Algunos, abusados por la pseudo-compasión hacia los que pecan públicamente contra la vida, estiman que la Iglesia es, sobre es tas cuestiones, muy severa. La Iglesia, en efecto, no se muerde la lengua: "Los excomulgados y los que están en entredicho [...] y los que persisten con obstinación en un pecado grave y manifiesto, no serán admitidos a la santa comunión." (26) Ahora bien si se recuerda el carácter mentiroso y violento de la pseudo-compasión, se observará enseguida que esta severidad es solo aparente, que ella es incluso una alta expresión de la caridad. Ella es un llamado urgente al cambio de vida. La negación de dar la comunión por las razones que hemos recordado no es sino que la expresión del amor de la Iglesia por los más débiles, y la invitación al arrepentimiento dirigido a los que corren el riesgo de quedar encadenados en sus pecados, y de encadenar allí a los otros.

Resta una cuestión delicada pero inevitable. Ya que, en las condiciones recordadas, la Santa Comunión debe ser negada a un laico ¿el código de derecho canónico prevé medidas de suspensión, al doble motivo de escándalo y de herejía, para los clérigos que manifiestan públicamente su pseudo- compasión por los abortistas?
Louvain-la-Neuve, Enero 2010
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(1) "Le Monde" del 19 de noviembre de 2009 titulaba en cabecera y en la primera página: "El peso de la natalidad amenazaría el clima". La continuación de este artículo debido a Grégoire Allix, aparece e n la p. 4 bajo el título "Limitar los nacimientos, ¿un remedio al peligro climático? Las Naciones Unidas llaman a tomar en cuenta la cuestión demográfica en ocasión de la cumbre de Copenhague."
(2) Cf. a este respecto nuestra obra "La face caché e de l’ONU", pp. 61-70; este capítulo está titulado: "La Carta de la tierra y el imperativo ecológico". Ver lo que escribe San Pablo a este respecto, Rm 8, 18-22.
(3) Así como se lo recuerda, una niña de 9 años, "C armen", violada por su padrastro, se encontró embarazada de gemelas. A pesar de los llamados a la compasión lanzados por Dom José Cardoso Sobrinho (entonces Arzobispo de Recife) y de sus colaboradores, esta niña fue sometida a un doble aborto, bajo la presión entre otras de movimientos feministas radicales. Curiosamente, Dom Cardoso fue desacreditado por un dignatario eclesiástico romano, que intentó hacer valer que los que querían proteger a las gemelas tuvieron falta de "compasión" hacia los médicos abortistas, "que habían debido tomar una decisión difícil".
(4) Ver a este respecto "La Libre Belgique" del 14 de noviembre de 2009 y "Le Monde" del 16 de noviembre de 2009.
(5) Cf. Mt 19, 1-9; Mc 10, 1-12; Lc 16, 18.
(6) Cf. en particular Gn. 1, 28; 2, 18-24; cf. Jn 1 , 1.
(7) Cf. Mt 19, 10.
(8) Cf. Gn 19, 1-29; Rm 1.
(9) Cf. Lc 7, 36-50, donde la escena pasa en lo de un fariseo; 15, 3-32; 19, 1- 10; 23, 40-43.
(10) En colaboración con Klaudia Schank, nosotros t raducimos y presentamos esta obra: "Euthanasie: Le dossier Binding et Hoche . Traduction de l'allemand, présentation et analyse de 'Libéraliser la destruct ion d'une vie qui ne vaut pas d'être vécue'. Texto integral de la obra publicada en 1922 en Leipzig", Paris, Éd. Le Sarment-Fayard, 2002, 138 pp. ISBN: 2-866-79 329-3.
(11) Cf. más arriba, n° 3.
(12) Ver más arriba, en el nº 3, los casos de pedofilia.
(13) Ver a este respecto "La plus jeune mère du mon de", breve artículo en "La Presse Médicale", Paris, 13 de mayo de 1939, p. 744 ; ver también la carta del Dr. Edmundo Escobel (Lima), "La plus jeune mère du monde", en "La Presse Médicale", Paris, 31 de mayo de 1939, p. 875. Este caso está también relatado en la obra de Rodolfo Pasqualini, "Endocrinología", Buenos Aires, Ediciones El Ateneo, 1959. Ver especialmente las pp. 684-686. Pa squalini cita el artículo de Escobel en la p. 686
(14) Voir Jacques Suaudeau, article "Sexualité sans risques", pp. 905-926 du "Lexique des termes ambigus et controversés", du Conseil Pontifical pour la Famille, publié chez Téqui, Paris, 2005.
(15) Edward C. Green es director del AIDS Preventio n Project en el Harvard Center for Population and Development Studies. El t exto que citamos se encuentra en http://www.lifesitenews.com/ del 19 de marzo de 2009. Se encuentran en este sitio otras informaciones.
(16) Fuente: http://www.elmundo.es/, despacho del 1 2 de noviembre de 2009. Ver también http://www.sectorcatolico.com/, despacho del 30 de diciembre de 2009.
(17) Cf. Código de Derecho canónico, 751; 1364, § 1 ; 1398.
(18) Cf. http://www.lifesitenews.com/, 27 de noviembre de 2009. La posición exenta de ambigüedad reafirmada por la Conferencia Episcopal Española (CEE) por su Secretario general S. E. Mons. Martínez Camino, fue también reafirmada por Isidoro Catela Marcos, Director de la Oficina de Información de la CEE. Ver la página web ACI Prensa http://www.aci prensa.com/, despacho del 4 de enero de 2010, que reenvía ella misma a http://www.conferenciaepiscopal.es
(19) Ver el sitio de "The Providence Journal" http: //www.projo.com/ del 23 de noviembre de 2009, el artículo de John Mulligam, "Kennedy: Barred from Communion", y los links mencionados.
(20) El texto completo se encuentra sobre http://ww w.lifesitenews.com/ > del 8 de mayo de 2009.
(21) El texto fue publicado en el sitio internet ht tp://insidecatholic.com y está datado el 26 de septiembre de 2009.
(22) Cf. Lc 17, 1-2.
(23) Código de Derecho Canónico, 915; 1184, § 1, 3 °.
(24) Cf. el artículo de John-Henry Westen, ‘A Vatic an Archbishop: Kennedy Funeral Critics Not Hurting Unity but Helping Churc h’, en LifeSiteNews.com, 29 de septiembre de 2009. Las citaciones provienen de este artículo.
(25) Lc 17, 1 s. (26) Cf. Canon 915.

Papa Francisco desea un buen 2021 "trabajando por el bien común"

Puso en guardia sobre la tentación de cuidar solo de los propios intereses.

Tras rezar a la Madre de Dios, el 3 de enero, II Domingo de Natividad, el Papa Francisco renovó sus mejores deseos para el año que acaba de empezar y alentó a los fieles a alejarse, como cristianos, de una mentalidad fatalista o mágica:

“Sabemos que las cosas mejorarán en la medida en que, con la ayuda de Dios, trabajemos juntos por el bien común, poniendo en el centro a los más débiles y desfavorecidos. No sabemos lo que traerá el 2021, pero lo que cada uno de nosotros y todos juntos, podemos hacer es comprometernos un poco más en el cuidado de los demás y de la Creación, nuestra casa común”.

Asimismo, el Pontífice puso en guardia sobre la tentación de "cuidar solo de los propios intereses, de seguir haciendo la guerra - por ejemplo - de concentrarse solo en el perfil económico, o vivir de un modo hedonista, es decir, buscando solo satisfacer el propio placer".

Además, el Santo Padre compartió la tristeza que sintió al leer la noticia de que en un determinado país (no precisó el nombre), para escapar del confinamiento y tener unas buenas vacaciones, más de 40 aviones salieron esa misma tarde.

"Pero esas personas, que son buenas personas, ¿no pensaron en los que se quedaron en casa, en los problemas económicos de tanta gente que el confinamiento ha acentuado, o en los enfermos? Solamente, pensaron en las vacaciones y en hacer sus propias cosas. Eso me apenó mucho", dijo Francisco.

Finalmente, el Pontífice dirigió un saludo especial a los que empiezan el Año Nuevo con mayor dificultad: los enfermos, los desempleados, los que viven en situaciones de opresión o explotación.

"Con afecto, deseo saludar a todas las familias, especialmente a aquellas en las que hay niños pequeños o que están esperando un nacimiento. Un nacimiento es siempre una promesa de esperanza: estoy cerca de estas familias. Que el Señor los bendiga", añadió.

Antes de despedirse, Francisco deseó a todos un buen domingo, "pensando siempre en Jesús que se hizo carne precisamente para habitar con nosotros en las cosas buenas y malas, siempre", y pidió como es habitual, que no se olviden de rezar por él. "Buen almuerzo y hasta pronto", concluyó.

Cristo y mis propósitos

Debo estar dispuesto a renunciar a todo aquello que me aparta de Cristo para llenarme cada vez más de Él
 
Configurarnos con Cristo

San Pablo nos exhorta: Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo (Fil. 2,5). Para esto es importante tener los ojos fijos en Nuestro Señor Jesucristo y ver cómo Él se comportaba en todos los órdenes de la vida, sacando muchos propósitos prácticos:

Nuestros propósitos a la luz de la vida de Cristo

En su relación conmigo: pensar ¿cómo me mira Dios? Se trata de ver mi vida a la luz de Jesucristo, y ver cómo Él siempre usó de misericordia y ver cómo estuvo siempre presente enseñándome, ayudándome, etc. Yo debo usar la misma misericordia en los juicios conmigo mismo y con los demás.

En su mirada: siempre pura, incluso mortificándola al tener que ver a sus verdugos, el aceptar que lo vendaran. También yo debo mortificarla como Él. Mirada de compasión y no de codicia. Debo pedir la gracia de entristecerme cuando vea a alguna persona que se aparta de Dios y alegrarme cuando vea que alguien se acerca a Él.

En sus pensamientos, deseos e intenciones: siempre deseando hacer el bien a los demás. Nunca utilizó su poder para provecho propio, o para sacar alguna ventaja, sus intenciones eran rectas: la gloria de Dios y nuestra salvación (nunca hubo nada en Él que vaya en detrimento de esto). Todo lo aprovechaba de la mejor manera para salvar. Mis pensamientos y deseos deben ser de querer ver feliz a Cristo y de querer verlo formado en las almas.

En sus palabras: Siempre amable, dando consejos, hablando cosas constructivas, corrigiendo al que se equivoca, jamás se escuchó una queja o una palabra subida de tono. Siempre alentando al abatido. Me esforzaré por imitarlo.

En el respeto hacia los demás: Cristo nunca rechazó a nadie que lo buscaba con sinceridad, a todos atendía y escuchaba. Daré de mi tiempo al que lo necesite sin quejarme de la falta del mismo.

En sus gestos y modales: nunca se vio una grosería, fue amable con todos. ¿Cómo son mis gestos? ¿Soy amable?

En su preferencia por las almas: en sus milagros, Cristo, curaba a personas que habían pasado muchos años permaneciendo enfermas. En esto se ve que Él tenía una preferencia por los más necesitados y los que más sufren. También yo debo tener esa misma preferencia.

En su trabajo: durante treinta años estuvo trabajando haciéndolo con perfección, y como enviado de Dios no tenia tiempo ni para descansar. Yo debo trabajar como Cristo.

En su apostolado: fue siempre generoso, nunca se quejó del cansancio. ¡Cuántas veces me quejo por cosas sin sentido!

En su alegría y buen humor: Jesucristo tenía un gran sentido del humor. Humor que no tenía doble sentido ni era chabacano, sino sencillo y puro. También yo puedo alegrarme de la misma manera.

En su dolor: siempre guardó una gran serenidad, fue dueño de sí. Sabía padecer con provecho ofreciéndolo por los pecadores. También yo puedo ofrecer mis sufrimientos sin quejarme, para imitar más al Varón Jesús.

En su trato con sus amigos: siempre fue disponible, viendo el bien que les podía hacer y no el provecho propio que podía sacar, fue siempre amable. También yo debo dejar de pensar en mí para ocuparme del bien de mis amigos.

Con sus superiores: siempre fue obediente, hasta la cruz. También yo debo obedecer a mis mayores y superiores aunque me cueste.

Con sus familiares: Fue respetuoso, cariñoso. También yo debo serlo con mis familiares. ¿Cómo los trato? ¿Cumplo con alegría el cuarto mandamiento?

Con los pecadores: fue manso, misericordioso y le dedicó la mayor parte de su tiempo buscando su conversión. Es importante que ofrezca mis sacrificios, oraciones, penitencias y mis actos por la conversión de las almas.

Con los atribulados y que sufren: tuvo una gran compasión que lo llevo incluso a llorar y socorrerlos en sus necesidades; comparte realmente la carga del que sufre, los atiende, los acompaña, tiene una gran sensibilidad. ¡Señor, dame la gracia de tener un corazón sensible al sufrimiento humano!

Con los enemigos: su perdón es constante. ¿Cómo trato a los que me hacen el mal? ¿Cómo trato a los que me ofenden, quizás sin saberlo?

Con las mujeres: buscando siempre la salvación, atendiéndolas con todo respeto y decoro, siempre en lugares públicos y delante de otras personas.

Con los niños: atendiéndolos con amor paternal, bendiciéndolos. Así yo siempre debo dar buenos consejos a los niños, no escandalizarlos y escucharlos.

Despojarnos de todo para llenarnos de Cristo

Estos propósitos nos tienen que llevar a configurar toda nuestra vida con la de Cristo, hasta poder exclamar como exclamaba San Pablo ya no soy yo sino que es Cristo quien vive en mí (Gal. 2,20). San Pablo todo lo tenía por pérdida con tal de ganar a Cristo. También yo debo estar dispuesto a renunciar a todo aquello que me aparta de Cristo para llenarme cada vez más de Él. Como decía San Pablo juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las cosas, y las tengo por basura para ganar a Cristo (Fil. 3,8)

7 prendas de vestir que debes evitar para asistir a Misa

¿Está bien si voy a misa usando esto?

«La moda no incomoda» dicen por ahí, pero hay “modas”que son ciertamente inoportunas dependiendo del lugar, del ambiente y de las personas. ¡Cuánto más cuidado pondremos en un ambiente cristiano!

Quisiera a través de este artículo darles a conocer las 7 prendas más inadecuadas para asistir a la Santa Misa. Se podrían enumerar más, pero quisiera que estas siete quedaran en nuestra memoria para evitarlas en un futuro. Algunos se sorprenderán (no es mi intención causar revuelo), pero sí quisiera dar algunas pautas para vestirse mejor durante la celebración Eucarística. Se trata principalmente de formar un criterio general para ayudar, sobretodo a quienes deben catequizar a otros sobre el respeto y el amor que tenemos los católicos a la Eucaristía.

¡Ojo! Antes de mencionarlos, es importante resaltar que estos son algunos criterios básicos, corresponde a cada uno hacer un discernimiento maduro de lo que es más adecuado dependiendo de las circunstancias que cada uno viva

¿Qué debemos evitar vestir cuando vamos a Misa?

1. Camisas deportivas (equipos de fútbol)

Si quiero ir al estadio a ver fútbol, permitido. Si quiero pasear por el parque, permitido. Pero, ¿para ir a encontrarme con el Señor? Imagínense una exhibición de camisetas deportivas en la Iglesia, colores y equipos por doquier, viendo a “Messi” o “Vidal” decenas de veces cuando miro hacia el altar porque están en las espaldas de mis hermanos. Esto puede crear rivalidad, disgusto, distracción o molestias en la asamblea. Además es bien sabido que una prenda deportiva se usa en un ambiente deportivo, por ende debemos evitar llevarlo a Misa.

2. Short muy corto o minifalda

Para la playa está bien. El sol cuando calienta puede ser insoportable, pero ¿en la iglesia? El calor no es excusa para vestir como queramos, es más, si tenemos calor, podremos ofrecerlo al Señor como muestra de amor por Él. Un short o una minifalda (en el caso de una dama) es una prenda que llama bastante la atención en un grupo humano, ¡cuánto más dentro de la iglesia! Ya me podrán decir ustedes sobre diseños, tamaños o colores, eso no importa tanto. Vestir una falda esta bien, pero una mini-falda, no.

3. Chanclas de playa

Aunque muchos no lo crean, sucede. Sobre todo en ambientes veraniegos donde ir a Misa está de paso entre mi casa y la playa. ¡Siempre dignos! No lo olvidemos. Aunque me lleve más tiempo cambiarme de ropa y calzado, lo haré por amor al Señor. Las chanclas de verano son para la playa, no para la iglesia. Te pones un calzado más discreto para ir a Misa y luego te los quitas para ir a la playa, ¿cuál es el problema? Que la pereza o la comodidad no intervengan en la dignidad y sobriedad que predomina en un templo católico.

4. Sombreros o gorras


 
Mi madre decía: «dentro de la casa no se usa gorra», y ahí va de nuevo, ¡cuánto más en la casa de Dios! Además de evitar tapar la vista a los demás hermanos es un gran signo de respeto. Cuando se está con alguien importante nos sacamos el sombrero o la gorra y saludamos, por lo menos así era antes y es algo que no podemos perder. Los sombreros son para protegerse del sol, pero dentro de una iglesia, ¿de qué querríamos protegernos? Es mejor evitarlo. Te lo puedes quitar y dejarlo a un lado de tu asiento o bajo el reclinatorio. Llevarlos a la iglesia está bien, usarlos dentro es inapropiado.

5. Escotes o camisas abiertas

Esto es parte de la moda de este siglo. Al parecer la premisa es que «mientras más muestres tu cuerpo, mejor». No es así entre cristianos. Sabemos que el cuerpo es un don de Dios, es el templo del Espíritu Santo, por lo tanto lo protegemos con cautela. No andamos mostrándonos a todo el mundo, esto podría incitar distracción y provocación en los demás. Sinceramente disgusta un poco ver por la calle desfiles de jóvenes vestidos así, ¡cuanto más en la iglesia!. Vamos bien arreglados, pero dignos. Ropa abierta, medio transparente, es mejor dejarla en casa. Nuestra premisa es «mientras más dignos, mejor».

6. Joyas, lujos y anillos exuberantes

Esto casi no habría que explicarlo. Sabemos todos que a la iglesia no vamos a exhibir nuestros bienes o a aparentar un cierto status social. ¡Nosotros vamos a encontrarnos con Jesús! por ende todas las joyas y ornamentos exuberantes sobran en la Misa. Mientras más sobrios mejor. Algunos me dirán: «para Dios lo mejor», claro que sí ¡pero para Dios!, no para que tú hagas alarde de tus posesiones. Es admirable ver cómo grandes empresarios van a Misa, a veces, incluso pasando desapercibidos por su forma de vestir o de tratar a los demás. Tener o no tener dinero no te va llevar al cielo. La caridad con los hermanos y el amor a Dios ¡eso sí!. Así que ya sabes, las joyas en la casa bien guardadas. Así, además de evitar posibles robos, nos hacemos uno más en la asamblea de Dios, donde nadie tiene preferencias, todos somos hijos de Dios. Santiago, en su carta, nos da más luz acerca de este punto: «Supongamos que entra en vuestra asamblea un hombre con un anillo de oro y un vestido espléndido; y entra también un pobre con un vestido sucio; y que dirigís vuestra mirada al que lleva el vestido espléndido y le decís: “Tú, siéntate aquí, en un buen lugar”; y en cambio al pobre le decís: “Tú, quédate ahí de pie”, o “Siéntate a mis pies”. ¿No sería esto hacer distinciones entre vosotros y ser jueces con criterios malos?» (Santiago 2,2-4).

7. Zapatos de fútbol

Todos sabemos el concepto de calzado deportivo. Aquí vamos de nuevo, es deportivo. Como ya sabemos lo deportivo se usa en un contexto de deporte, pero ¿en la iglesia?, ¿para qué? Cuando organicemos un partido de fútbol parroquial, permitido. Pero para la santa misa es inadecuado. Mejor usar calzado formal y discreto. Porque ir con zapatos de montaña a jugar fútbol es inútil, lo mismo en la iglesia, asistir a Misa con zapatos deportivos es inútil.

Estas medidas no son para “encajar en un ambiente social”, como muchos podrán creer, sino para hacer de la Santa Misa un verdadero encuentro con el Señor, un lugar digno de recibirle, un lugar santo. Como cristianos y católicos estamos llamados a buscar la perfección, por ende el vestido no debería constituir ocasión para retroceder en la virtud y en la identificación con Cristo. La limpieza, el decoro, los modales y la distinción son hábitos básicos que debemos ir inculcando a las futuras generaciones, más aún en un mundo muchas veces permisivo.

«Cada Santa Misa tiene un valor infinito, inmenso, que nosotros no podemos comprender del todo: alegra a toda la corte celestial, alivia a las pobres almas del purgatorio, atrae sobre la tierra toda suerte de bendiciones y da más gloria a Dios que todos los sufrimientos de los mártires juntos, que las penitencias de todos los santos, que todas las lágrimas por ellos derramadas desde el principio del mundo y todo lo que hagan hasta el fin de los siglos» (Santo Cura de Ars).

¡Vayamos dignos al Encuentro del Señor!
 
La infancia espiritual

Si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos (Mt 18, 3)

“Cómo me gustaría volver a ser niño”, a menudo escuchamos frases como esta u otras perecidas, que ponen al descubierto la nostalgia por revivir aquellos días gloriosos de infancia que los adultos hemos dejado atrás.

¿Pero qué tienen los niños cuyo estilo de vida es tan codiciado? ¿Por qué muchas personas nos extrañamos a nosotros mismos en esa etapa? ¿Qué hace que un gran número de adultos recurran a sus recuerdos infantiles cuando se les pregunta en qué etapa de su vida han sido más felices?

Quizás tengamos que considerar algunos elementos comunes que enmarcan la niñez en general: confianza, seguridad, espontaneidad, dependencia, alegría… Todos ellos factores que poco a poco van desapareciendo o disminuyendo en la medida que crecemos y vamos adquiriendo nuevas responsabilidades. Y no es que esté mal, es el camino obligado, hasta cierto punto. Pero en algún momento de nuestra vida nos volvemos tan dependientes de nuestras propias fuerzas y decisiones, que olvidamos que siempre seremos dependientes de Alguien, Aquel sin cuya voluntad nada sucedería, ni siquiera nuestra propia vida: Dios el creador de todo.

El que nos ha llamado a la vida y nos ha dado las capacidades para realizarnos como personas y perfeccionar el mundo, se ha manifestado como nuestro Padre. Esto nos sitúa en la condición de hijos. Y un hijo se sabe amado, protegido, seguro, confiado…, cuando sabe que lo asiste su Padre; que puede contar con Él en todo; que sin importar las veces que no acierte en sus decisiones estará respaldado por el amor incondicional de quien le dio la vida. Este es nuestro Padre Dios.

Cuando volvemos a descubrir que Dios es nuestro Padre -quizás en algún momento de nuestra infancia lo supimos, pero no como lo comprendíamos como ahora-, con todo lo que esto conlleva, entonces reaparece en nosotros aquella alegría, espontaneidad y confianza que experimentamos cuando éramos niños, pero ahora con otras expresiones y manifestaciones. Obviamente nuestras funciones ahora son distintas, nuestro estilo de vida es el de un adulto, pero podemos vivir la infancia espiritual, aquella por la cual muchos hermanos nuestros se han santificado y han alcanzado la gloria.

Un ejemplo elocuente de infancia espiritual, tal vez el más destacado, es del de Teresa de Lisieux o santa Teresita del Niño Jesús (1873-1897). Su vida y obras merecen estudio aparte. Baste decir aquí, que la infancia espiritualidad es el “sello” que marcó su vida, su itinerario de santificación, así lo deja ver su nombre de profesión religiosa “del niño Jesús”.

Y si queremos entender, concretamente, en qué consiste la infancia espiritual, la santa de Liseux nos dirá que se trata de permanecer como niños delante de Dios, es decir “reconocer su nada, esperarlo todo del buen Dios, como un niño pequeño lo espera todo de su padre, es no inquietarse de nada, no buscar fortuna”. En otro momento dirá: “Ser pequeño, es también no atribuirse a sí mismo las virtudes que uno practica, creyéndose capaz de alguna cosa, antes bien reconocer que el buen Dios pone este tesoro de la virtud en la mano de su pequeño hijo para que se sirva de él cuando lo necesite; pero siempre es el tesoro del buen Dios” [1].

Ciertamente, las palabras de santa Teresita, encuentran poca acogida en una época como la nuestra, en que la sociedad se rige por la competencia, el poder, el dinero, la fama y toda clase de seguridades materiales. Sin embargo, solamente apoyados en la confianza de hijos pequeños de Dios, abandonándonos en Él, podremos recuperar la alegría tan añorada de nuestros días de infancia. De hecho, gran parte de nuestra felicidad se basaba en que éramos dependientes de nuestros padres o de los adultos responsables de nosotros. Pues bien, volver a ser niños delante de Dio, no es otra cosa que volver a confiar en nuestro padre Dios y sabernos dependientes Él. Después de todo, Jesús nos lo advierte como un requisito para entrar al Reino de los cielos:    

Les aseguro que si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos. Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, será el más grande en el Reino de los Cielos (Mt 18,3-4).

PRECES

Dios Padre, viendo que estábamos necesitados, ha enviado a su Hijo único a visitarnos. Con fe, digamos:
R/MSeñor, sacia nuestra hambre.
Mira con bondad a tu Iglesia,
– haz que sea refugio para los que sufren e irradie a todos los hombres la luz de tu amor.MR/
Tu hijo eligió nacer pobre,
– que todos los que pasan dificultades económicas te sientan como su refugio y fortaleza.MR/
Te pedimos por los niños y los jóvenes,
– que puedan construir sus vidas con la certeza de que estás junto a ellos.MR/
Intenciones libres
Padre nuestro…

ORACIÓN

Oh, Dios, que, por el feliz alumbramiento de la santa Virgen, has hecho que, en tu Hijo, la humanidad no quedara sometida a la condena, concede a quienes hemos recibido el ser criaturas nuevas, vernos libres del influjo del antiguo pecado. Por nuestro Señor Jesucristo.

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