Una sola palabra tuya bastará para sanarme

Fulgencio de Écija, Santo

Obispo, 14 de enero

Martirologio Romano: En la ciudad de Écija, en la provincia romana de Bética (hoy España), san Fulgencio, obispo, hermano de los santos Leandro, Isidoro y Florentina. Su hermano Isidoro le dedicó su tratado De los oficios eclesiásticos (c. 632).

Breve Biografía

Hijo de Severiano y Túrtura. Su padre fue un noble visigodo, San Fulgencio fue el segundo de los cinco hermanos, cuatro de los cuales fueron considerados santos por la Iglesia Católica Romana y la Iglesia Católica Ortodoxa. Sus otros hermanos canonizados son San Isidoro, San Leandro y Santa Florentina. Todos ellos son conocidos como los Cuatro Santos de Cartagena.

San Fulgencio nació en Cartagena en torno al año 540 y pronto su familia se traslada a Sevilla. En dicha ciudad serían arzobispos sus hermanos San Leandro y San Isidoro.

San Fulgencio fue Obispo, ocupando la sede de Écija y, en dos ocasiones, la de Cartagena. Hombre elocuente y un gran orador, Recaredo le encomendó diversas misiones para su reino. Fue considerado un hombre sabio, siendo elevado al rango de Doctor de la Iglesia en 1880 por Pío IX.

San Fulgencio es Patrón de las Diócesis de Plasencia y Cartagena y desde el siglo XVI da nombre al seminario diocesano. También es el patrón de la ciudad de Plasencia.

¡Sí quiero, queda sano!

Santo Evangelio según san Marcos 1, 40-45. Jueves I del Tiempo Ordinario

Por: Hiram Galán, LC | Fuente: www.somosrc.mx

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey Nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, déjame sentir los latidos de tu corazón, que tu amor llene el vacío de mi alma; estoy cansado de buscar mi plenitud en la creaturas pues sé que sólo Tú me puedes llenar.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Marcos 1,40-45

En aquel tiempo, se le acercó a Jesús un leproso para suplicarle de rodillas: «Si tú quieres, puedes curarme». Jesús se compadeció de él, y extendiendo la mano, lo tocó y le dijo: «¡Sí quiero: Sana!». Inmediatamente se le quitó la lepra y quedó limpio.

Al despedirlo, Jesús le mandó con severidad: «No se lo cuentes a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo prescrito por Moisés».

Pero aquel hombre comenzó a divulgar tanto el hecho, que Jesús no podía ya entrar abiertamente en la ciudad, sino que se quedaba fuera, en lugares solitarios, a donde acudían a Él de todas partes.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

La conciencia del leproso era clara, su cuerpo era horrible a la vista de los hombres, olía mal, era excluido de la sociedad y condenado a llevar una campana que avisara de su presencia a los demás. Sabía que no podía cargar con esa cruz de sufrimiento solo, que superaba sus fuerzas.

Con esta conciencia se tira de rodillas frente a Jesús, y le grita con gemidos, «Jesús si quieres puedes curarme». Sabía claramente qué era lo que tenía que hacer.

Por ello, en este momento, también quiero gritar junto al leproso, ¡si quieres puedes curarme! Con la consciencia de que la lepra de mi corazón se debe sobre todo al rencor que tantas heridas han producido en mi alma.

Es el perdón que no he sabido dar. Es el rencor que se ha adherido a mi carne. Jesús, de rodillas ante ti, te pido que sanes mi corazón, no puedo vivir así, esta lepra me consume. No me siento con la fuerza para cambiar, pero sé que una sola palabra tuya bastará para sanarme.

«Quien no sabe llorar, no sabe reír y por lo tanto, no sabe vivir. Jesús sabe que en este mundo de tanta competencia, envidia y tanta agresividad, la verdadera felicidad pasa por aprender a ser pacientes, a respetar a los demás, a no condenar ni juzgar a nadie. El que se enoja, pierde, dice el refrán. No le des el corazón a la rabia, al rencor. Felices los que tienen misericordia. Felices los que saben ponerse en el lugar del otro, en los que tienen la capacidad de abrazar, de perdonar». (Discurso de S.S. Francisco, 12 de julio de 2015).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración. Disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Si en este día el Señor me llamara a su presencia, ¿podría decir que no tengo ninguna cuenta pendiente con nadie? Buscaré pedir por esa persona que tanto ha herido mi corazón, y si Jesús me da la gracia, le hare saber mi perdón de manera externa, en la medida de lo posible.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

La alabanza purifica, tengamos el coraje de decir "Bendito eres, oh Señor"

Catequesis del Papa Francisco, 13 de enero de 2021

Fuente: Vatican News

La alabanza purifica y nos abre el camino hacia el Señor. Dios, nuestro amigo fiel, “es el centinela” que nos hace “avanzar con seguridad”. Es, en extrema síntesis, lo que dijo el Papa Francisco en su catequesis de este miércoles sobre la oración, en la que aseguró que “alabando, somos salvados”. Como San Francisco de Asís, que, en el momento más oscuro de su vida, ya estando casi ciego y sintiendo los pasos de la muerte, con la percepción de que el mundo no había cambiado desde el inicio de su predicación, rezó, “Laudato si’, mi Señor”. “Tengamos el coraje de decir – animó el Papa hoy – ‘Bendito eres, oh Señor’".

La oración de alabanza ha sido el tema de la catequesis del Papa Francisco en este miércoles 13 de enero. El Santo Padre hizo referencia a un pasaje crítico de la vida de Jesús, después de los primeros milagros y de la implicación de los discípulos en el anuncio del Reino de Dios. Juan el Bautista, que estaba en la cárcel atravesando un momento de oscuridad, duda si se equivocó en el anuncio. Y le hace llegar este mensaje: «¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?». Precisamente entonces, el evangelista Mateo relata un hecho “sorprendente”, dijo el Papa: Jesús no eleva al Padre un lamento, sino eleva un himno de júbilo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños». Es decir, - puntualizó Francisco - en plena crisis, en plena oscuridad en el alma de tanta gente, como Juan el Bautista, Jesús bendice al Padre, alaba al Padre”. Pero, - planteó el Santo Padre - ¿por qué?

Alabar a Dios por los que acogen el Evangelio

Jesús alaba al Padre “por lo que es”, dijo. Es decir, porque es el “Señor del cielo y de la tierra”. Sabe y siente que su Padre es el Dios del universo, y sabe que el Señor de todo lo que existe es el Padre. “De esta experiencia de sentirse ‘hijo del Altísimo’ brota la alabanza”.

Jesús se siente hijo del Altísimo. Y después Jesús alaba al Padre porque favorece a los pequeños. Es lo que Él mismo experimenta predicando en los pueblos: los “sabios” y los “inteligentes” permanecen desconfiados y cerrados, hacen cálculos, mientras que los “pequeños” se abren y acogen el mensaje. Esto solo puede ser voluntad del Padre, y Jesús se alegra.

De este modo, “también nosotros – continuó el Papa – debemos alegrarnos y alabar a Dios porque las personas humildes y sencillas acogen el Evangelio”. En el futuro del mundo y “en las esperanzas de la Iglesia están siempre los pequeños”, afirmó. Son “aquellos que no se consideran mejores que los otros, que son conscientes de los propios límites y de los propios pecados, que no quieren dominar sobre los otros”. Se reconocen “todos hermanos”. Por eso la oración de Jesús en ese momento de “aparente fracaso”, conduce “también a nosotros, lectores del Evangelio, a juzgar de forma diferente nuestras derrotas personales, a juzgar de manera diferente las situaciones en las que no vemos clara la presencia y la acción de Dios, cuando parece que el mal prevalece y no hay forma de detenerlo”.

Jesús, que también recomendó mucho la oración de súplica, precisamente en el momento en el que habría tenido motivo de pedir explicaciones al Padre, sin embargo, lo alaba.

Practicar la alabanza sobre todo en los momentos oscuros

Alabando, somos salvados. Lo recuerda, continuó Francisco, “un texto de la liturgia eucarística que invita a rezar a Dios de esta manera”: «Aunque no necesitas nuestra alabanza, tú inspiras en nosotros que te demos gracias, para que las bendiciones que te ofrecemos nos ayuden en el camino de la salvación por Cristo, Señor nuestro». Y “la oración de alabanza nos sirve a nosotros”, porque, tal como la define el Catecismo, ella es una participación «en la bienaventuranza de los corazones puros que le aman en la fe antes de verle en la gloria». Así, “debe ser practicada no solo cuando la vida nos colma de felicidad, sino sobre todo en los momentos difíciles, en los momentos oscuros, cuando el camino sube cuesta arriba”.

Como Jesús, que en el momento de oscuridad alaba al Padre.

Es “para que aprendamos que, a través de esa cuesta, de ese sendero fatigoso, de esos pasajes arduos, se llega a ver un panorama nuevo, un horizonte más abierto”.

La alabanza es como respirar oxígeno puro: te purifica el alma, te hace mirar más allá, no quedas encerrado en el difícil y oscuro momento de las dificultades.

El centinela que nos hace avanzar con seguridad

La oración que San Francisco compuso al final de su vida, el “Cántico de las criaturas”, constituye una gran enseñanza sobre esto, explicó el Santo Padre. El Pobrecillo no lo compuso en un momento de alegría, en un momento de bienestar, sino al contrario, en medio de las dificultades. Estando ya “casi ciego”, sintiendo en su alma “el peso de una soledad que nunca antes había sentido”, pues el mundo no había cambiado desde el inicio de su predicación, y sintiendo además que se acercaban “los pasos de la muerte”. En ese momento que podría ser de “desilusión extrema” y de “percepción del propio fracaso”, Francisco “reza”. Reza alabando al Señor: “Laudato si’, mi Señor…”.

Francisco alaba a Dios por todo, por todos los dones de la creación, y también por la muerte, que con valentía la llama "hermana", "hermana muerte". Estos ejemplos de los santos, de los cristianos, también de Jesús, de alabar a Dios en los momentos difíciles, abren las puertas de un camino muy grande hacia el Señor y nos purifican siempre. La alabanza siempre purifica.

Los santos y las santas – concluyó el Pontífice – nos demuestran que se puede alabar siempre, en las buenas y en las malas, porque Dios es el Amigo fiel.

Este es el fundamento de la alabanza: Dios es el Amigo fiel y su amor nunca falla. Siempre Él está a nuestro lado, Él nos espera siempre.

Recordando a alguien que solía decir que Dios "es el centinela que está cerca de ti y te hace avanzar con seguridad", el Sumo Pontífice alentó a que, en los momentos difíciles y oscuros, “tengamos el coraje” de decir: "Bendito eres, oh Señor".

Alabar al Señor. Esto nos hará mucho bien.

Cuando te crees estrella y eres cometa

Es bueno sentir que hemos sido luz para muchos amigos, y que ellos nos han iluminado a su vez.

Por: P. Dennis Doren L.C. | Fuente: Catholic.net

Nuestra vida hay que cimentarla sobre roca, como nos enseña Jesús en el Evangelio, de forma que cuando pasen tormentas y lluvias, no se derrumbe.

Para tener una vida cimentada sobre roca, se necesitan sólidas bases, esas bases se construyen paso a paso y con mucho esfuerzo. Construir la vida con valores, principios, convicciones, buenas decisiones, es construir en roca y eso traerá como resultado una vida estable y duradera, así como las estrellas. Ese es mi deseo para ti con esta reflexión.

Hay personas estrellas.

Hay personas cometas.

Los cometas pasan, apenas son recordados por las fechas que pasan y vuelven. Las estrellas permanecen.

Hay mucha gente cometa, pasan por nuestra vida apenas por instantes; no cautivan a nadie, y nadie los cautiva. Gente sin amigos, pasan por la vida sin iluminar, sin calentar, sin marcar presencia. Así son muchos artistas, brillan apenas por instantes en los escenarios de la vida, y con la misma rapidez que aparecen, desaparecen. Así son muchos reyes y reinas: de naciones, de clubes deportivos o concursos de belleza. Así mismo son hombres y mujeres que se enamoran y se dejan enamorar con la mayor facilidad.

Así son personas que viven en una misma familia y pasan por el otro sin ser presencia, sin existir.

Lo importante es ser estrella. Hacer sentir nuestra presencia. Ser "luz", "calor", "vida".

Los Amigos son estrellas. Los años pueden pasar, surgir distancias; pero en nuestros corazones quedan sus marcas.

Ser cometa no es ser amigo, es ser compañero por instantes, explotar sentimientos, aprovecharse de las personas y de las situaciones, es hacer creer y hacer dudar al mismo tiempo. La soledad es el resultado de una vida cometa. Nadie permanece, todos pasan y nosotros también pasamos para ellos.

Es necesario crear un mundo de "estrellas", verlas y sentirlas todos los días, poder contar con ellas todos los días, todos los días ver su luz y sentir su calor. Así son los amigos, "estrellas en nuestras vidas", se puede contar con ellos, ellos son refugio en los momentos de tensión, luz en los momentos obscuros, pan en los momentos de debilidad, seguridad en los momentos de desánimo.

Al mirar los cometas, es bueno no sentirnos como ellos, ni desear el amarrarnos de su cola; al mirar los cometas, es bueno sentirse "estrella"; dejar por sentada nuestra existencia, nuestra constante presencia. Haber vivido y construido una historia personal.

Es bueno sentir que hemos sido luz para muchos amigos, y que ellos nos han iluminado a su vez. Es bueno sentir que hemos sido calor para muchos corazones, y que esos corazones nos arroparon cuando el frío nos castigó. Ser "estrella" en este mundo pasajero, en este mundo lleno de personas cometas es un desafío, pero por encima de todo, una recompensa. Es nacer y haber vivido, y no haber existido apenas.

Para ustedes: "estrellas de verdad".

Pensar con Lógica

La lógica no trata de estados psicológicos, sino de la corrección formal del pensamiento. Se puede digerir bien sin necesidad de conocer las leyes de la digestión, pero es bueno conocerlas para no ingerir sustancias indigestas y así evitar indigestiones...

Por: Jorge Balvey | Fuente: arvo

En su obra Los cuatro amores, C. S. Lewis advierte un tipo frecuente de pintoresco argumento que valora la mismísima falta de prueba como una evidencia: "la falta de humo es la prueba de que el fuego ha sido cuidadosamente ocultado". Sí, supuesto que exista; pero primero hay que probar que existe. De otro modo estaríamos argumentando como uno que dijera: "Si en esa silla hubiese un gato invisible, parecería vacía; como la silla parece vacía, luego en ella hay un gato invisible". La creencia en gatos invisibles quizá no se pueda refutar de un modo lógico, pero dice mucho acerca de quienes sostienen esa creencia".

“Aquí no se ve nada.
Luego, aquí hay gato encerrado”.

“La gente es sinvergüenza.
Tú eres gente.
Luego, tú eres un sinvergüenza"

“Tú dices que no tienes secretos. Algunos dicen que los tienes.
Luego si no nos dices tus secretos es que los tienes”

Hay un refrán que, como todos, tendrá excepciones, pero, se supone que acierta: «cree el ladrón que todos son de su condición». Quien crea que todos son ladrones, debe pensar una de dos: que está enfermo o que el ladrón es él. No hay nada que pruebe que "todos los hombres son ladrones". Por lo mismo, nada hay que pruebe que "todos tiene algo que ocultar", o que "todos se mueven por motivos políticos, o por motivos económicos o por motivos egoístas". Si alguien piensa que esto es cierto, más le valdría pensar que él es el egoísta, y que le conviene mucho cambiar de actitud. Las actitudes interiores, las disposiciones éticas personales, influyen en gran medida en nuestro juicios sobre las personas y las cosas.

Asombrosa facultad

Una de las maravillas del ser humano es su capacidad para desvelar verdades que no se ven a simple vista. ¿Cómo no pasmarse ante el descubrimiento de la suma de los ángulos del triángulo siempre igual a dos rectos, cualquiera que sea su forma y tamaño? Nadie lo diría, pero, trazando una paralela por un vértice al lado opuesto, la claridad es meridiana. Somos capaces de obtener a partir de dos verdades manifiestas, una verdad oculta. Las palabras expresan el pensamiento, ese paso mágico de la mente a lomos de la verdad. Llamamos «lógica» a la ciencia que estudia las reglas que rigen el pensamiento correcto. Si las observamos, obtenemos conclusiones verdaderas; y si no, no.

Si conocemos que A igual B y B igual a C, y atendemos a su enlace, ante nuestra mirada intelectual hace acto de presencia una verdad quizá insospechada pero deslumbrante: ¡A es igual a C!. ¡Impresionante!. La lógica ha hecho posible la Ciencia y permite también hacer ciencia de verdades que parecen escurridizas, inaferrables, como las tocantes a la ética. No todo conocimiento ha de obtenerse mediante un razonamiento lógico, pero es cierto que sin lógica no es posible salir de robinsones. En cambio, con la lógica racional se puede llegar a demostrar la existencia de Dios, la diferencia entre el bien y el mal y elaborar una ética también racional, apta para ser compartida por todos los seres racionales, por todas las gentes dispuestas a pensar conforme a las reglas del argumento lógico.

Lógica viene del griego logos que significa:

a) en sentido estricto: aserto, tratado. De ahí psicología, geología, etc.

b) en sentido amplio: razón. De ahí que se designe con el nombre de lógica el tratado o ciencia que versa sobre el propio pensamiento, sobre sus formas y leyes. Más exactamente aún: sobre el acto mismo de razonar, o sea, el razonamiento o deducción.

La Lógica tiene un fundador: Aristóteles. La Escolástica la desarrolla:

a) como arte (ciencia práctica)

b) como teoría: como ciencia teórica de los principios de la razón, que nos permite progresar con orden, fácilmente y sin error en el acto mismo de la razón.

Entiéndase bien: se trata de descubrir las leyes del razonamiento correcto, o sea, de la corrección del pensamiento como acto de conocer. No se refiere a las leyes del funcionamiento del cerebro, a semejanza de otras leyes de funcionamiento de un órgano como puede ser el estómago en relación a la digestión.

La lógica no trata de estados psicológicos, sino de la corrección formal del pensamiento. Se puede digerir bien sin necesidad de conocer las leyes de la digestión, pero es bueno conocerlas para no ingerir sustancias indigestas y así evitar indigestiones. Se puede pensar bien o mal con dolor de cabeza, pero el dolor de cabeza no sirve para medir la corrección de un pensamiento. El pensamiento es correcto o incorrecto según las leyes internas de la lógica del discurso mismo: el justo orden de los conceptos y juicios que permiten intuir nuevos lazos entre los diversos objetos del conocimiento. De tal manera que cada paso del razonamiento sea claro y esté justificado.

El logos del intelecto expresa lo que el intelecto intus legit, lo que ve en el interior de una verdad. Hay tantas verdades en el interior de una pequeña verdad que no es de maravillar que el intelecto, en ocasiones, descubra como una cascada de verdades. En una pequeña gota de rocío se puede ver el reflejo de todo el firmamento. En el ente más pequeño hay un “reflejo”, aunque minúsculo, del Ser por Esencia.

Es realmente inteligente el que sabe «leer dentro» de cada verdad su relación con la verdad primera y con muchas (al menos, algunas) otras. Razonar es en buena medida descubrir relaciones (conexiones). Cuando comparamos mentalmente dos conceptos no siempre vemos la relación entre ambos (por ejemplo, su conveniencia o su disconveniencia). Entonces se toma un tercer concepto con el cual se comparan los otros dos y se descubre el nexo que unía los dos primeros.

Hay una pluralidad de lógicas según el orden de los conceptos que se relacionen. No es lo mismo relacionar peras que números. No es lo mismo sumar manzanas que sumar números cincos. Cinco manzanas suman cinco manzanas, pero cinco cincos suman veinticinco.

Por eso no es lo mismo la lógica filosófica que la lógica matemática. Hay una lógica espontánea común, que ordinariamente sirve para manejarse en la vida cotidiana. Y la lógica de las diversas ciencias. Hay lógica deductiva y lógica inductiva. Hay lógica natural y lógica sobrenatural. Hay lógica de la creación y lógica de la salvación. Hay lógica de la justicia y lógica de la misericordia. Hay lógica de la paz y lógica de la guerra.

Se distingue la lógica tradicional (Aristóteles) de lógica simbólica (Russell, Withehead)

La tadicional simboliza los sujetos y los predicados de las proposiciones (si A es B y B es C, entonces, A es C. Todo hombre es mortal; Juan es hombre; luego Juan es mortal).

La lógica simbólica no se opone, continúa la lógica aristotélica, simbolizando no sólo sujetos y predicados, sino también cópulas. Se ocupa más de las proposiciones que de los términos. Resalta lo puramente formal y presenta en un solo golpe de vista grupos enteros de frases.

Lo importante es pensar con lógica y que ésta sea la adecuada a la naturaleza de las cosas sobre las que pensamos.

Lo que no debe suceder es que las diversas lógicas entren en colisión, es decir, en contradicción. Lo que no puede hacerse con una lógican es negar los principios universales del pensamiento.

PRECES

Acudamos a Jesús, que se apiadó del leproso y le curó:
R/MSeñor, sana nuestras heridas.
Por los que guardan rencor en su corazón,
– para que aprendan de tu mansedumbre.MR/
Por los que viven amargados,
– para que descubran tu dulzura.MR/
Por los que se sienten excluidos,
– haz que experimenten tu cercanía.MR/
Por los que anidan sentimientos de venganza,
– que encuentren tu perdón.MR/
Por los que viven aplastados por el peso de la culpa,
– haz que sean liberados por tu misericordia.MR/
Intenciones libres
Padre nuestro…

ORACIÓN

Dios todopoderoso y eterno, humildemente acudimos a ti al empezar el día, a media jornada y al atardecer, para pedirte que, alejando de nosotros las tinieblas del pecado, nos hagas alcanzar la luz verdadera que es Cristo. Que vivey reina contigo.

 

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