...y su mano quedó sana

Fabián, Santo

Memoria Litúrgica, 20 de enero

Papa y Mártir

Martirologio Romano: San Fabián, papa y mártir, que, siendo simple laico, fue llamado al pontificado por indicación divina y, después de dar ejemplo de fe y virtud, sufrió el martirio en la persecución bajo el emperador Decio. San Cipriano, al hacer el elogio de su combate, afirma que dejó el testimonio de haber regido la Iglesia de modo irreprochable e ilustre. Su cuerpo fue sepultado en este día en el cementerio de Calixto, en la vía Apia de Roma (250).

Etimología: Fabián = Aquel que pertenece a la familia de Fabio, es de origen latino.

Breve Biografía

Sucedió en el papado a San Antero y gobernó la Iglesia unos quince años (236-250), hasta la persecución de Decio, durante la cual sufrió el martirio. Fue sepultado en el cementerio de San Calixto, donde se lee su epitafio. — Fiesta: el 20 de enero, junto con la de San Sebastián. Misa propia.

Sabemos muy poca cosa de este pontífice. Pero figura en el Catálogo Liberiano y en el Liber Pontificalis, y nos hablan de él San Cipriano de África, San Jerónimo y el historiador Eusebio de Cesarea. Este último refiere que en una ocasión en que Fabián regresaba del campo con algunos amigos, la multitud de los cristianos se hallaba congregada para la elección de nuevo Papa. Nadie pensaba en él, cuando una paloma vino a posarse sobre su cabeza. Lo muchedumbre, conmovida por el hermoso espectáculo, empezó a gritar y repetir: «¡Fabián, pontífice!». Y él no tuvo más remedio que acceder.

El Liber Pontificalis lo hace natural de Roma, aunque alguna leyenda le atribuye procedencia extranjera. Es también legendaria la atribución que se le adjudica de tres cartas de la colección llamada del Seudo-Isidoro y del decreto 21 del Código de Graciano.

De su pontificado, pueden reseñarse varias cosas hermosas y notables. Menciónanse algunos edificios mandados erigir por él encima de los cementerios o catacumbas, aprovechando, por cierto, un período de tranquilidad que gozó la Iglesia después de la persecución de Maximino Tracio.

Distribuyó los distritos urbanos a los siete diáconos, para que fuese mejor atendida la beneficencia y estuviesen bien administrados los fondos de la Iglesia. Medida que estuvo en vigor durante muchos siglos y que señala los comienzos de las regiones eclesiásticas y de la administración religiosa.

Instituyó también siete subdiáconos, para que recogiesen y archivasen las actas y gestas de los mártires, redactadas asimismo por siete notarios. En toda esa organización podemos ver un esquema oficial del clero, necesario para el ordenado ejercicio del culto y de la caridad cristiana.

Fue el suyo un tiempo de controversias teológicas, especialmente en Roma. Uno de los efectos que las ocasionaron fue el cisma llamado de Novaciano, que estalló en el pontificado siguiente (el de San Cornelio), pero se había incubado durante el del Papa Fabián, gracias tal vez a la bondad y dulzura del Pontífice.

En efecto, Novaciano, de Roma, y Novato, de Cartago, íntimos amigos, defendieron un error de tipo puritanista, enfrentándose con el criterio del Papa Cornelio. Sus numerosos adeptos eligieron Papa a Novaciano.

Duró el cisma poco tiempo. Consistía el error en acusar de indulgente al Papa con respecto a los lapsos, es decir, a los caídos en apostasía u otro pecado enorme, y en propugnar que la Iglesia no había de estar integrada más que por personas puras (cátaros), no debiendo ni pudiendo ser readmitidos en su seno los que pecaban después del Bautismo, pues el poder de perdonar no pertenecía más que a Dios.

Ahora bien: la rebelión de Novaciano no obedecía a una razón doctrinal, sino a una razón moral y síquica. Novaciano era un escritor brillante, que en tiempo de San Fabián había dado a luz un tratado sobre la Trinidad —no de gran valor teológico, por cierto—, con el cual quiso refutar doctrinas heréticas gnósticas; pero, a pesar de su magnífico estilo y de su buena intención en este caso, se caracterizaba por su índole altanera.

El Papa Fabián, prendado de su ingenio, dejó que fuese ordenado presbítero, confiando en los buenos servicios que podía prestar a la Iglesia. No pensó que sus defectos pudieran hacer de él un antipapa. Así fue, sin embargo. Su espíritu soberbio y ambicioso le convirtieron en tal, cuando, en 251, en vez de su propia elección, vio que era elevado al solio pontificio San Cornelio.

Fuera del ámbito de Roma, intervino Fabián en la deposición del obispo africano Privato, y mantuvo correspondencia con Orígenes, el gran pensador y exegeta de Alejandría, que quería justificar algunos puntos controvertidos de su doctrina.

Atribúyesele asimismo el primer envío de misioneros a las Galias.

En el orden litúrgico-sacramental, fue Fabián el pontífice que mandó fuese quemado y renovado todos los años, en Jueves Santo, el santo crisma. Además, hizo cinco ordenaciones, todas en el mes de diciembre, en las cuales creó veintidós presbíteros, siete diáconos y once obispos para diversas diócesis.

La efigie de San Fabián aparece en los plafones pictóricos de la Capilla Sixtina, y la antigua cristiandad le tributó una veneración saturada de simpatía.

Lo que Cristo quiere es una piedad auténtica

Santo Evangelio según san Marcos 3, 1-6. Miércoles II del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Gracias, Señor, por tu amor. Permíteme corresponder a tu donación total con una entrega de mí mismo. Enséñame a amarte cada día más y mejor. Haz que te ame con un amor real, concreto, hecho obras. Dame tu gracia para mostrarte un amor así este día. Así sea.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 3, 1-6

En aquel tiempo, Jesús entró en la sinagoga, donde había un hombre que tenía tullida una mano. Los fariseos estaban espiando a Jesús para ver si curaba en sábado y poder acusarlo. Jesús le dijo al tullido: “Levántate y ponte allí en medio”. Después les preguntó: “¿Qué es lo que está permitido hacer en sábado, el bien o el mal? ¿Se le puede salvar la vida a un hombre en sábado o hay que dejarlo morir?” Ellos se quedaron callados. Entonces, mirándolos con ira y con tristeza, porque no querían entender, le dijo al hombre: “Extiende tu mano”. La extendió, y su mano quedó sana.

Entonces se salieron los fariseos y comenzaron a hacer planes con los del partido de Herodes para matar a Jesús.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Existe un riesgo muy alto cuando se toma la religión en serio. Ésta puede convertirse en una lista de deberes y prohibiciones, sin nada más allá de la regla: no hacerse ídolos, ir a misa los domingos, no matar, no mentir, guardarse de la impureza, no molestar a nadie… Acciones o límites verdaderos y que ayudan, pero que se pueden cumplir con los ojos cerrados. Es decir, «cumplo» el tercer mandamiento, da igual lo que mande, tanto si significa ir a misa el domingo como si pidiera llevar un paraguas en los días soleados… Es necesario ver más profundo, ir al porqué de esto y aquello. En el fondo, cada mandamiento nos ofrece un bien concreto, una manera específica de amar. La religión o piedad corre el riesgo de quedarse inmadura. Entonces se seca mucho antes de producir frutos.

La piedad madura nos llama a un amor cada vez más pleno. Ciertamente, el primer lugar lo tiene el amor a Dios, «amarás a Dios sobre todas las cosas». Pero todo amor es una realidad abierta: el amor es como un perfume, que se difunde en todas direcciones. Por eso brota una consecuencia del amor a Dios: «amarás a tu prójimo como a ti mismo». El amor auténtico hacia una persona nos lleva a amar lo mismo que ella ama. Por eso, la piedad auténtica y el amor maduro nos impulsan a buscar el bien de los demás. Ya lo decía san Juan: «En esto hemos conocido qué es el amor: en que él dio su vida por nosotros. Así que también nosotros debemos dar la vida por los hermanos. Si alguno que posee bienes materiales, ve que su hermano está necesitado y le cierra sus entrañas, ¿cómo puede residir en él el amor de Dios?» (1 Jn 3, 16-17) ¡Seamos cristianos auténticos! ¡Vivamos un amor abierto a Dios y a los demás!

«Jesús hizo algo “peor”, algo que irritó aún más a los hipócritas y soberbios que lo estaban vigilando porque buscaban alguna excusa para atraparlo. Curó la mano atrofiada de un hombre. La mano, ese signo tan fuerte del obrar, del trabajo. Jesús le devolvió a ese hombre la capacidad de trabajar y con eso le devolvió la dignidad. Cuántas manos atrofiadas, cuantas personas privadas de la dignidad del trabajo, porque los hipócritas para defender sistemas injustos, se oponen a que sean sanadas. A veces pienso que cuando ustedes, los pobres organizados, se inventan su propio trabajo, creando una cooperativa, recuperando una fábrica quebrada, reciclando el descarte de la sociedad de consumo, enfrentando las inclemencias del tiempo para vender en una plaza, reclamando una parcela de tierra para cultivar y alimentar a los hambrientos, cuando hacen esto están imitando a Jesús porque buscan sanar, aunque sea un poquito, aunque sea precariamente, esa atrofia del sistema socioeconómico imperante que es el desempleo».

(Discurso de S.S. Francisco, 5 de noviembre de 2016).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Pondré en práctica la caridad con mis palabras, hablando bien de los demás.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Mamá, ¿me puedes hablar de Dios?

Hablar de Dios no resulta fácil si no tenemos una continua experiencia de Él

Sofía está inquieta. Con sus seis años y su pelo enredado, entra y sale de la cocina con mil pretextos. Al final, ya no aguanta más. Se acerca a mamá y le dice: “¿Me puedes hablar de Dios?”

Para mamá sería más fácil si le preguntasen por el abuelito. Podría contar recuerdos, historias, aventuras. Mostraría lo bueno que era el abuelo, tendría entretenida a la niña. Pero Sofía quiere saber algo sobre Dios...

Mamá, entonces, buscará respuestas en el baúl de sus recuerdos. Pensará en lo que aprendió en el catecismo, o en lo que le enseñaron en casa o en la escuela. O, tal vez, recordará algunos de los más hermosos pasajes de la Biblia, o lo que ha escuchado en alguna buena homilía del domingo...

Hablar de Dios no resulta fácil si no tenemos una continua experiencia de Él. Debería sernos tan familiar como los abuelos, los hermanos o los hijos. Nuestra vida viene de su Corazón. Nacimos porque nos soñó. Cada respiro, cada pensamiento, cada acto lo hicimos delante de sus ojos. A la vez, pudimos tocarlo, sentirlo presente, en las mil aventuras de la vida.

Pero a veces nos dejamos absorber por las pequeñeces de cada día. Era más importante un juguete, o los deberes de la escuela, o lo que pasaban por la televisión. Nos obsesionamos por los amigos, por las fiestas, por el deporte. El trabajo llegó a ser algo imprescindible en el propio camino de la vida. La experiencia del enamoramiento, del noviazgo, del matrimonio, llenaron tanto el corazón que a veces parecía que no quedaba lugar para nadie más.

En todas las situaciones, en todos los momentos, Dios siguió a nuestro lado. En el libro, en el colibrí, en la azucena, en las gotas de una lluvia tempestuosa, en los rayos de sol junto a la playa, en los momentos íntimos de la Misa. Estuvo en tantos corazones buenos que nos ayudaron en el momento de la prueba, que nos visitaron en el hospital, que nos dieron una mano cuando el fracaso pacería haber ennegrecido el universo.
Sofía sigue en pie, en silencio, con sus ojos limpios y curiosos. Mamá se seca las manos y la mira de frente, mientras coloca en su sitio un mechón de cabello rebelde. Sofía se siente ante alguien importante que la quiere mucho y que le va a hablar de alguien aún más importante, de su Padre Dios.“Mamá, ¿me puedes hablar de Dios?”

El sueño de armonía e igualdad de Martin Luther King es relevante hoy

Mensaje del Papa a Bernice, con motivo del día de Martin Luther King.

El saludo y la bendición del Papa llegan, a través de un mensaje, a los participantes en la conmemoración del 18 de enero: "Día de Martin Luther King", una de las fiestas nacionales más importantes de los Estados Unidos, en la que se recuerda y honra la vida y el compromiso de Martin Luther King Jr. El texto está dirigido a su hija Bernice Albertine King, también una apasionada activista y presidenta del King Center de Atlanta.

Ser artesanos de la paz
"En el mundo actual", escribe Francisco, "en el que se multiplican los desafíos relacionados con las injusticias sociales, las divisiones y los conflictos que obstaculizan la realización del bien común, el sueño de Martin Luther King de armonía e igualdad entre todas las personas, obtenido mediante la no violencia y los instrumentos de la paz, sigue siendo siempre pertinente". Luego, citando la encíclica Fratelli tutti, el Papa reitera que "cada uno de nosotros está llamado a ser artífice de la paz, uniendo y no dividiendo, extinguiendo el odio y no conservándolo, abriendo los caminos del diálogo". De esta manera, continúa el Pontífice, podremos vernos no como "extraños" sino como vecinos, en la verdad de nuestra dignidad común como hijos del Todopoderoso. "Sólo en el constante compromiso diario para hacer esta visión concreta", enfatiza el Papa, "es posible trabajar juntos para crear una comunidad basada en la justicia y el amor fraternal".

El camino de la no violencia
En junio pasado, después del Día de la Libertad, L'Osservatore Romano y Vatican News entrevistaron a Bernice Albertine King, hija de Martin Luther King Jr., quien destacó la armonía entre su padre y el Papa Francisco, a quien conoció dos veces en el Vaticano en 2018. Recordando el llamamiento del Pontífice a no elegir el camino de la violencia porque conduce a la autodestrucción, Bernice King destacó que "los medios que utilizamos deben ser coherentes con el objetivo que queremos alcanzar, y si ese objetivo es la paz, ciertamente no podemos lograr la paz con métodos violentos". Y esto", añadió, "está ciertamente en línea con el pensamiento de mi padre. Si abrazamos la no violencia, podremos progresar en la construcción de un mundo más justo, igualitario, humano y pacífico".

La fe debe sustituir el miedo

Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura

“No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos? Que por todas esas cosas se afanan los gentiles; pues ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura.”

Si yo eligiera la frase que con mayor frecuencia Dios me ha introducido en el corazón es: “No tengas miedo”. Esa frase tan propia de un guadalupano me ha hecho comprender la razón de mis debilidades. Es por eso que hoy, si el lector me lo permite les comparto una reflexión acerca de la fe.

Hay ocasiones en las que tenemos dos opciones a elegir, una buena y una mala. Sabiendo que podemos elegir entre dos opciones, muchas veces elegimos esa manzana envenenada. ¿Por qué?

Por debilidad podría concluirse, pero Dios no nos pone cruces que no podamos superar. En el fondo pecamos porque el mal se nos aparece como un bien.

Pero también concluyo basado en la experiencia propia, que otra razón por la que pecamos es el miedo. El miedo a no recibir ese bien total, pleno y duradero. Obramos en el aquí y en el ahora por miedo a que ese bien no exista. Habita en nuestro corazón esa idea que la bondad no tiene trascendencia. Al fin y al cabo, nuestra “muerte” “sepulta” las cosas buenas o malas que hayamos hecho.  Elegir el bien sobre el mal, es un verdadero acto de fe. Es confiar que, aunque el bien no siempre recompensa de manera inmediata, lo hará, en esta vida o en la siguiente.

El miedo consume poco a poco la fe que tienes por Dios, por ti y tus hermanos. Destruye la esperanza y sobre todo no te permite ser el fuego que ilumina.

¡Pide más fe! En la oración se encuentra la fortaleza que anhelamos. La fe es un regalo, y una gracia, y se forja en el deseo de acrecentarla en los demás.

Es nuestra falta de oración la que no nos permite ver en cada acto en la presencia de Dios en nuestra vida.  El miedo es el demonio tratando de acabar con la esperanza “¡No tengan miedo! ¡Abrir las puertas a Cristo!" (SS Juan Pablo II)

Cristo no solamente nos hace mejores personas, sino que nos convierte en personas nuevas. Cristo no se limita a arreglar las paredes de tu casa, si no las tira para construir en él un palacio. No tengas miedo a que Cristo tome el control de tu vida.

¡Comparte tu fe! Cuando uno va de misiones, se da cuenta de ello, siempre se regresa con una fe más firme. Es la seguridad y paz que te permite ver a Cristo actuando a través de ti. La fe se fortalece, y sobre todo se vivifica en la extensión del Reino de Dios. No le tengas miedo a entregar todo a Cristo, Él nunca decepciona.

Cuando veas a tu hermano triste, tienes una oportunidad invaluable de acrecentar tu fe. Llenémonos de Él, para que podamos compartirlo. El demonio nos llena de miedo y nos presenta el respeto humano, acuérdate que el mundo te necesita, Dios no nos creó inmóviles.

En ocasiones el mal, es por causa nuestra. El pecado propio trae como consecuencia el mal. Es ahí cuando el demonio actúa y dejamos de confiar en la misericordia de Dios. Acerquémonos a la confesión, no tengamos miedo de reconciliarnos con Cristo. Acuérdate que Él ya murió por el pecado que cometiste. No vivas en el pasado, que por delante tienes muchas gracias que Dios te quiere colmar. No nos convirtamos en Judas, no permitamos que el demonio nos llene de miedo, la misericordia de Dios es infinita. Vivir en el pasado no nos trae felicidad.

El mal de nuestra vida, no siempre es por nuestra culpa. A veces Dios permite males (nunca los ocasiona) para acercarnos más a Él. Confiemos plenamente en la Providencia Divina. Esas cruces de la vida como lo puede ser una enfermedad, la muerte de un ser querido, la pobreza, es una oportunidad para acercarnos más Dios ¡No dejemos que el demonio nos tire, la mano de Dios actúa dando fortaleza y preparando nuestro corazón!

Cuando el mal parezca consumir nuestra vida recordemos que María nos dijo: ”Hijito mío a que vas a tenerle miedo, ¿No estoy aquí que soy tu madre?” Acerquémonos a María para que ella nos pueda enseñar a seguir el camino de Cristo. Cuando creas que el sufrimiento sobrepasa tus posibilidades, es como cuando decía San Pablo, Cristo puede actuar de manera directa:

"Pero el Señor me ha dicho: «Mi amor es todo lo que necesitas; pues mi poder se muestra plenamente en la debilidad.» Así que prefiero gloriarme de ser débil, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Y me alegro también de las debilidades, los insultos, las necesidades, las persecuciones y las dificultades que sufro por Cristo, porque cuando más débil me siento es cuando más fuerte soy.”

Amaos los unos a los otros como yo os he amado» (Juan 15, 12b)

Día 3: Formar un solo cuerpo

Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos

Reflexiones Bíblicas y Oracioens para el Octavario

Día 3: Formar un solo cuerpo

«Amaos los unos a los otros como yo os he amado»

(Juan 15, 12b)

Colosenses 3, 12-17.

Vístete de compasión Sois elegidos de Dios; él os ha consagrado y os ha otorgado su amor. Sed, pues, profundamente compasivos, benignos, humildes, pacientes y comprensivos. Soportaos mutuamente y, así como el Señor os perdonó, perdonaos también vosotros, cuando alguno tenga quejas contra otro. Y, por encima de todo, practicad el amor que todo lo vuelve perfecto. Que la paz de Cristo reine en vuestras vidas; a ella os ha llamado Dios para formar un solo cuerpo. Y sed agradecidos. Que el mensaje de Cristo os llene con toda su riqueza y sabiduría para que seáis maestros y consejeros los unos de los otros, cantando a Dios salmos, himnos y canciones inspiradas con un corazón profundamente agradecido. En fin, cuanto hagáis o digáis, hacedlo todo en nombre de Jesús, el Señor, dando gracias a Dios Padre por medio de él.

Juan 13, 1-15; 34-35.

Amaos los unos a los otros Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que le había llegado la hora de dejar este mundo para ir al Padre y habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, llevó su amor hasta el fin.

Se habían puesto a cenar y el diablo había metido ya en la cabeza de Judas Iscariote, hijo de Simón, la idea de traicionar a Jesús. Con plena conciencia de haber venido de Dios y de que ahora volvía a él, y perfecto conocedor de la plena autoridad que el Padre le había dado, Jesús interrumpió la cena, se quitó el manto, tomó una toalla y se la ciñó a la cintura. Después echó agua en una palangana y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla que llevaba a la cintura. Cuando le llegó la vez a Simón Pedro, este le dijo: «Señor, ¿vas a lavarme los pies tú a mí?». Jesús le contestó: «Lo que estoy haciendo, no puedes comprenderlo ahora; llegará el tiempo en que lo entiendas». Pedro insistió: «Jamás permitiré que me laves los pies». Jesús le respondió: «Si no me dejas que te lave, no podrás seguir contándote entre los míos». Le dijo entonces Simón Pedro: «Señor, no solo los pies; lávame también las manos y la cabeza». Pero Jesús le replicó: «El que se ha bañado y está completamente limpio, solo necesita lavarse los pies.

Y vosotros estáis limpios, aunque no todos». Jesús sabía muy bien quién iba a traicionarlo; por eso añadió: «No todos estáis limpios». Una vez que terminó de lavarles los pies, se puso de nuevo el manto, volvió a sentarse a la mesa y les preguntó: «¿Comprendéis lo que acabo de hacer con vosotros? Vosotros me 40 llamáis Maestro y Señor, y tenéis razón, porque efectivamente lo soy. Pues bien, si yo, vuestro Maestro y Señor, os he lavado los pies, lo mismo debéis hacer vosotros unos con otros. Os he dado ejemplo para que os portéis como yo me he portado con vosotros.

Os doy un mandamiento nuevo: Amaos unos a otros; como yo os he amado, así también amaos los unos a los otros. Vuestro amor mutuo será el distintivo por el que todo el mundo os reconocerá como discípulos míos».

Meditación

En la víspera de su muerte, Jesús se arrodilló para lavar los pies de sus discípulos. Sabía la dificultad de vivir juntos y la importancia del perdón y del servicio mutuo. «A menos que te lave», le dijo a Pedro, «no tienes nada que compartir conmigo».

Pedro aceptó que Jesús se pusiera a sus pies; fue lavado y tocado por la humildad y ternura de Cristo. Más tarde seguiría el ejemplo de Jesús y serviría a la comunidad de los fieles de la Iglesia primitiva.

Jesús desea que la vida y el amor fluyan a través de nosotros como la savia a través de la vid, para que las comunidades cristianas sean un solo cuerpo. Pero tanto hoy, como en el pasado, no es fácil vivir juntos. A menudo nos enfrentamos a nuestras propias limitaciones. A veces no amamos lo suficiente a quienes están cerca de nosotros en la comunidad, la parroquia o la familia. Hay momentos en los que nuestras relaciones se rompen por completo.

Cristo nos llama a revestirnos de compasión, y nos ofrece siempre nuevas oportunidades de comenzar. Tomar conciencia de que somos amados por Dios nos mueve a aceptarnos mutuamente con nuestras virtudes y defectos. Es entonces cuando reconocemos la presencia de Cristo en medio de nuestras vidas.

Desde tu pequeñez, ¿eres artífice de reconciliación en la comunión del amor, que es el Cuerpo de Cristo, su Iglesia? ¡Alégrate! Estás sostenido por la comunidad. Ya no estás solo, en todas las cosas avanzas junto con tus hermanos y hermanas. Con ellos, estás llamado a vivir la parábola de la comunidad.

Las fuentes de Taizé (2000), pp. 48-49

Oración

Dios, Padre nuestro,

Tú nos revelas tu amor en Cristo y en nuestros hermanos y hermanas.

Abre nuestros corazones para que podamos aceptarnos

con nuestras diferencias y vivir reconciliados.

Concédenos vivir unidos en un solo cuerpo,

para que se manifieste el regalo de nuestra propia persona.

Que juntos seamos un reflejo de Cristo vivo.

Papa Francisco: El chisme es el arma más usada por el diablo para dividir

Handout / VATICAN MEDIA / AFP

En esta catequesis el Papa se detuvo sobre la oración por la unidad de los cristianos (18 al 25 de enero)

«Rezar significa luchar por la unidad. Sí, luchar, porque nuestro enemigo, el diablo, como dice la palabra misma, es el divisor». El papa Francisco dedicó la catequesis de este miércoles, 20 de enero de 2021, al tema de la «oración por la unidad de los cristianos».

De hecho, desde la Biblioteca del Palacio Apostólico del Vaticano, el Papa recordó que esta semana que va del 18 al 25 de enero está dedicada la Oración para «invocar de Dios el don de la unidad para superar el escándalo de las divisiones entre los creyentes en Jesús».

Rezar por la Unidad, fruto del Espíritu Santo, instó. Jesús pidió por la unidad. De forma opuesta, explicó el Papa, «para alimentar la conflictualidad se usa el chismorreo, siempre hablando de los demás.

El chisme es el arma más usada por el diablo para dividir la comunidad cristiana, para dividir la familia, para dividir a los amigos, para dividir siempre. El Espíritu Santo nos inspira siempre la unidad».

La división inicia en el corazón humano

Unidad que es difícil mantenerla incluso en nosotros mismos, explicó el Papa. «Como san Pablo, también nosotros experimentamos un conflicto entre el bien que deseamos realizar y la inclinación al mal, que nos lleva a hacer lo contrario».

Esto nos hace ver que tantas divisiones que nos rodean —en el seno de las familias, las sociedades, los pueblos, e incluso entre los creyentes— se originan en el interior de cada persona.

Por eso, la solución a las discordias comienza por pedir a Dios la paz, la reconciliación y la unidad en nuestro propio corazón.

El chisme es el arma más usada por el diablo para dividir la comunidad cristiana, para dividir la familia, para dividir a los amigos

El diablo nos tienta con la debilidades de nuestros hermanos 

El Pontífice afirmó que el diablo «insinúa la división, en todas partes y de todas las maneras, mientras que el Espíritu Santo hace converger en unidad siempre».

«El diablo, en general, no nos tienta con la alta teología, sino con las debilidades de nuestros hermanos. Es astuto: engrandece los errores y los defectos de los otros, siembra discordia, provoca la crítica y crea facciones.

El camino de Dios es otro: nos toma como somos, diferentes, pecadores, y siempre nos impulsa a la unidad.

El diablo, es astuto y nos quiere dividir: agranda los errores y los defectos de los demás, siembra discordia, provoca críticas y crea facciones

La conflictualidad

Podemos hacer una verificación sobre nosotros mismos y preguntarnos si, en los lugares en los que vivimos, alimentamos la conflictualidad o luchamos por hacer crecer la unidad con los instrumentos que Dios nos ha dado: la oración y el amor», afirmó el Papa.

“¿Yo rezo por la unidad?”

El Papa dijo que en este tiempo de graves necesidades es todavía más necesaria la oración para que la unidad prevalezca sobre los conflictos.

«Es urgente dejar de lado los particularismos para favorecer el bien común, y por eso nuestro buen ejemplo es fundamental: es esencial que los cristianos prosigan el camino hacia la unidad plena, visible».

En los últimos decenios, gracias a Dios, se han dado muchos pasos adelante, pero es necesario perseverar en el amor y en la oración, sin desconfianza y sin cansarse. Es un recorrido que el Espíritu Santo ha suscitado y sobre el cual ya no volveremos atrás».

La unidad es un don

Durante estos días, el Papa invitó a los fieles pedir al Señor el don de la unidad para poder superar las divisiones. «Él mismo, antes de la Pasión, rogó al Padre por nosotros, para que seamos uno y el mundo crea».

En este tiempo de crisis- afirmó- la oración es aún más necesaria, para que la unidad prevalezca sobre los conflictos. Rezar es luchar por la unidad».

«Es urgente dejar de lado los particularismos para favorecer el bien común, es fundamental: los cristianos prosigan el camino hacia la unidad». 

Rezar con los hermanos 

El tema de esta Semana de oración se refiere precisamente al amor: “Permaneced en mi amor y daréis fruto en abundancia”, (cfr Jn 15,5-9)».

Así, el Papa afirmó que la raíz de la comunión es el amor de Cristo, que nos hace superar los prejuicios para ver en el otro a un hermano y a una hermana al que amar siempre».

Papa Francisco y unidad cristianos: ¡Volverá el Hijo del Hombre y nos encontrará aún discutiendo!

Entonces, explicó, descubrimos que los cristianos de otras confesiones, con sus tradiciones, con su historia, son dones de Dios, son dones presentes en los territorios de nuestras comunidades diocesanas y parroquiales.

Empecemos a rezar por ellos y, cuando sea posible, con ellos. Así aprenderemos a amarlos y a apreciarlos».

Al final, el Papa exhortó a los fieles: «La oración, recuerda el Concilio, es el alma de todo el movimiento ecuménico (cfr Unitatis redintegratio, 8). Que este sea el punto de partida para ayudar a Jesús a cumplir su sueño: que todos sean uno. ¡Gracias!”.

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