El mundo los odia porque no son del mundo
- 08 Mayo 2021
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LXVII Papa, 8 de mayo
Martirologio Romano: En Roma, junto a la basílica de San Pedro, san Bonifacio IV, papa, que obtuvo del emperador Focas el templo del Panteón, el cual transformó en iglesia dedicada a la santísima Virgen y a todos los mártires, y fomentó mucho la disciplina monástica († 615).
Etimológicamente: Bonifacio = Aquel que hace el bien, es de origen latino.
Breve Biografía
Hijo de Juan, un médico, marso de la provincia y ciudad de Valeria; sucedió a Bonifacio III tras un paréntesis de unos nueve meses; consagrado el 25 de Agosto de 608; murió el 8 de Mayo de 615; (otras fuentes indican que fue consagrado el 15 de Septiembre de 608 y murió el 25 de Mayo de 615).
En tiempos del Papa San Gregorio Magno fue diácono de la Iglesia romana y tuvo el cargo de dispensator, esto es, el primer funcionario en lo relativo a la administración de los patrimonios.
Bonifacio obtuvo el permiso del emperador Focas para convertir el Panteón en una iglesia cristiana, y el 13 de Mayo de 609 el templo erigido por Agripa a Júpiter Vengador, a Venus, y a Marte fue consagrado por el Papa a la Virgen María y a todos los mártires.(De ahí el título de Santa María Rotunda).
Fue el primer ejemplo en Roma de transformación de un templo pagano en lugar cristiano de culto. Se dice que veintiocho carretas de huesos sagrados fueron sacadas de las Catacumbas y colocadas en un recipiente de pórfido bajo el altar mayor.
Durante el pontificado de Bonifacio, Melitón, el primer obispo de Londres, fue a Roma "a consultar al Papa sobre cuestiones importantes relativas a la recientemente establecida Iglesia de Inglaterra". Mientras estaba en Roma asistió a un concilio que se estaba celebrando entonces referente a ciertas cuestiones de "la vida y paz monástica de los monjes", y, a su partida, se llevó consigo los decretos del concilio junto con cartas del Papa a Lorenzo, arzobispo de Canterbury, y a todo el clero, al rey Etelberto, y a todo el pueblo inglés "referentes a lo que tenía que observarse por la Iglesia de Inglaterra". Los decretos del concilio hoy existentes son espurios.
Entre 612 y 615, San Columbano, que entonces vivía en Bobbio, Italia, fue persuadido por Agilulfo, rey de los Lombardos, para que dirigiera a Bonifacio IV una carta sobre la condena de los "Tres Capítulos" que es notable a la vez por sus expresiones de exagerada deferencia y su tono de aspereza excesiva.
En ella dice al Papa que está acusado de herejía (por aceptar el Quinto Concilio, esto es, el de Constantinopla, 553), y le exhorta a convocar un concilio y demostrar su ortodoxia. Pero la carta del impetuoso celta, que no captó la importancia del problema teológico implicado en los "Tres Capítulos", parece no haber perturbado lo más mínimo su relación con la Santa Sede, y sería erróneo suponer que Columbano se consideraba a sí mismo como independiente de la autoridad papal.
Durante el pontificado de Bonifacio hubo mucha aflicción en Roma debido al hambre, la peste, y las inundaciones. El pontífice murió en retiro monástico (había convertido su propia casa en un monasterio) y fue enterrado en el pórtico de San Pedro. Sus restos fueron trasladados tres veces-en el Siglo X u XI, a fines del Siglo XII bajo Bonifacio VIII, y al nuevo San Pedro el 21 de Octubre de 1603.
Mirar al cielo
Santo Evangelio según san Juan 15, 18-21. Sábado V de Pascua
Por: Adrián Olvera, LC | Fuente: www.somosrc.mx
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Me basta estar en tu presencia, Señor… Hay muchas cosas en mi cabeza, el ruido de mi día… No importa, sólo quiero estar en tu presencia.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 15, 18-21
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Si el mundo los odia, sepan que me han odiado a mí antes que a ustedes. Si fueran del mundo, el mundo los amaría como cosa suya; pero el mundo los odia porque no son del mundo, pues al elegirlos, yo los he separado del mundo.
Acuérdense de lo que les dije: ‘El siervo no es superior a su señor’. Si a mí me han perseguido, también a ustedes los perseguirán, y el caso que han hecho de mis palabras lo harán de las de ustedes. Todo esto se lo van a hacer por mi causa, pues no conocen a aquel que me envió”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Las cosas hermosas de la vida nos invitan espontáneamente a mirar hacia arriba… a echar un vistazo al cielo. Una canción, un momento, un paisaje, un recuerdo, nos quitan muchas veces el aliento; nos dejan el pensamiento en blanco y nos hacen desear un «no sé qué» que quisiéramos obtener.
Por otra parte las cosas que no son tan hermosas nos roban un grito… nos siembran dudas y expresamos: ¡por qué pasa esto!
En las dos situaciones algo muy dentro de nosotros busca emprender el vuelo. ¿Qué sería una alegría si no hay alguien con quien compartirla? ¿Qué sentido tendría el dolor si no hubiera nadie que lo consolara, que lo sanara?
Qué sería la vida sin la esperanza de poseer aquel «no sé qué» que se desea… ¿Qué sería, Señor?
Gracias, Señor, por esta espontanea invitación de mirar al cielo. Por permitirme admirarme de la belleza de este mundo que me lleva a preguntarme: si esto es bello, ¿cuán bello serás Tú?
Gracias, también, por permitirme experimentar el dolor pues, de igual manera, me hace preguntarme: si el dolor es así de grande, ¿cuánto no será el consuelo que Tú quieres darme?
Finalmente, gracias por me has «separado del mundo», estoy aquí mas no soy de aquí. Estoy aquí mas soy de ti… El «no sé qué» de mi vida sin duda… eres Tú.
«A la Virgen María, Puerta del Cielo, pidamos que nos ayude a aprovechar las ocasiones que el Señor nos ofrezca para pasar el umbral de la puerta de la fe y entrar así en un ancho camino: es el camino de la salvación capaz de acoger a todos aquellos que se dejan incluir por el amor. Es el amor que salva, el amor que ya en la tierra es fuente de bienaventuranza de cuantos, en la mansedumbre, en la paciencia y en la justicia, se olvidan de sí mismos y se entregan a los demás, especialmente a los más débiles». (Ángelus de S.S. Francisco, 21 de agosto de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación
En un momento de oración preguntarme: ¿qué es lo que más deseo en mi vida? Ver si en ese deseo está Dios.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
El odio, un mal que no termina
El mal se vence con el bien, la injusticia con la verdad unida a la misericordia.
Existe odio. Se lee en insultos en Internet. Se escucha en comentarios entre conocidos. Se ve en gritos de rabia de unos contra otros.
Ese odio, a veces, entra en la propia vida. Surge ante una injusticia. Se nutre del recuerdo. Se aviva al ver el cinismo de un culpable no castigado.
En sus formas extremas, el odio lanza sus flechas contra grupos enteros de personas, contra nacionalidades, contra clases sociales, contra categorías profesionales, contra todos los miembros de un partido.
Otras veces queda circunscrito hacia personas concretas. Es un odio que al menos evita la injusticia: se concentra hacia aquella persona que nos traicionó, que nos hizo mucho daño. Pero no por ello deja de destruir el corazón de quien lo alberga.
Porque el odio, aunque a veces uno no se da cuenta, corroe a quien lo cultiva, y lo pone siempre en esa pendiente resbaladiza que lleva a los insultos en público, a las agresiones, incluso a la violencia.
No resulta fácil apagar el fuego del odio cuando ha crecido día a día, sobre todo si ha cristalizado en el deseo de venganza y en actitudes internas de rabia insatisfecha. Además, a veces escapa de uno mismo, contagia a otros, y se convierte en un mal que no termina.
Muchos conflictos sociales surgen desde el odio y lo alimentan. Conflictos políticos viven del odio hasta “aprovecharlo” para aumentar el número de votos. Incluso llegan a asaltos contra gente inocente o a guerras absurdas.
En el “Catecismo de la Iglesia Católica” (n. 2303) leemos: “El odio voluntario es contrario a la caridad. El odio al prójimo es pecado cuando se le desea deliberadamente un mal. El odio al prójimo es un pecado grave cuando se le desea deliberadamente un daño grave”.
Cristo invita a perdonar, a no dejarse atrapar por esa rabia interior que destruye a quien la acepta y que abre espacio a heridas mayores.
El mal se vence con el bien, la injusticia con la verdad unida a la misericordia, la ofensa con la mansedumbre (cf. Rm 12,17-21; Mt 5,43-48)
Ya hay demasiado odio en nuestro mundo. Si empezamos a arrancar sus pequeñas raíces de nuestro corazón, y si pedimos a Dios que nos dé la fuerza de perdonar y de acoger incluso al enemigo, empezaremos a vencer el odio y a irradiar aquello que tanto necesita nuestro tiempo: el amor auténtico.
El Papa ayuda a redescubrir la belleza del Rosario en la familia
Un primer balance del maratón de oración deseado por el Papa para el mes de mayo.
Son muchas las cartas de agradecimiento que siguen llegando por el Rosario que se recita cada noche en directo (streaming) en un Santuario diferente del mundo. "Estamos tratando de entender exactamente cuántos son", afirma Monseñor Rino Fisichella. En la época de Internet puede parecer extraño no tener estos datos a mano. Sin embargo, el Prelado explica que más allá de los 30 lugares de culto incluidos en la lista oficial hay muchos otros que participan cada día de forma espontánea. "A menudo – precisa – se trata de pequeños santuarios dispersos por el mundo que llevan adelante con entusiasmo no sólo el momento de la oración, sino también la transmisión de la fe según las tradiciones de la espiritualidad popular".
Monseñor Fisichella: una gran manifestación de fe
Pensando en esta cuestión, hay que tener en cuenta que últimamente también los pequeños Santuarios se han equipado desde el punto de vista técnico para la retransmisión de la cita a través de diversos canales digitales, a pesar de la dificultad que representa la diferencia horaria que a menudo es sustancial respecto a Roma. Estas soluciones permiten llegar a los peregrinos y a los fieles que habitualmente acuden a las distintas comunidades, pero, en términos numéricos, se hace complicado hacer un cálculo preciso de las realidades realmente implicadas. Lo cierto – comenta Monseñor Fisichella – es que los medios de comunicación nos hacen comprender una vez más lo cruciales que son para la evangelización.
Gracias al Papa, revive el Rosario en familia
Y hay otra tendencia que se desprende de los mensajes dirigidos al Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización: "Numerosos fieles – informa el Prelado – escriben para subrayar la importancia de estar unidos al Papa en el rezo del Rosario y de haber recuperado esta práctica en la familia". Es un "descubrimiento" que confirma que la transmisión de la devoción a la Madre de Dios tiene lugar en la dimensión doméstica y, por tanto, ante los niños que crecen llevando consigo esta tradición.
Numerosas solicitudes de participación en la oración final del 31 de mayo
Por ello, el ambiente está muy caldeado de cara al 31 de mayo, a las 18 horas, cuando el Papa Francisco concluirá la iniciativa en los Jardines Vaticanos para invocar el fin de la pandemia y la reanudación de las actividades sociales y productivas. "Esperamos, en primer lugar, que haya buen tiempo porque la celebración tendrá lugar al aire libre", dijo Monseñor Fisichella, señalando que se está trabajando en la organización de la procesión y la oración. "Como ya hemos recibido muchas solicitudes de participación – continúa – nos aseguraremos de que otros santuarios puedan estar presentes al mismo tiempo junto a los 30 que participan directamente en el maratón".
"El Papa observa todo esto con alegría"
Ciertamente, el Papa observa todo esto con alegría. Monseñor Fisichella habló largo y tendido con el Papa Francisco el 1 de mayo, cuando el Pontífice llegó con mucha antelación a la Basílica de San Pedro para el primer evento de la serie. "Entre otras cosas – confiesa – le dije que también hay muchas comunidades evangélicas que se unen a nosotros en directo para el rezo del Rosario. Pero el Papa ya conocía esta tradición, típica sobre todo de los grupos que viven en la frontera con las poblaciones orientales".
Treinta días de oración a la Reina del Cielo. Flores del 6 al 10 mayo
Devoción a la Virgen con audio
Flor del 6 de mayo: Madre Inmaculada
Meditación: “Alégrate, la llena de Gracia, el Señor está contigo” (Lucas 1,28). Gracia plena, es María; siempre estuvo llena de Gracia, por lo que no tiene mancha de pecado. Nunca se halló privada de la Gracia sobrenatural y santificante de Dios, pues Ella sería el Vaso Puro que llevaría al mismo Dios. Así se presentó en Lourdes como la Inmaculada Concepción, título que por Dogma la misma Iglesia le había reconocido.
Oración: ¡Oh María, Gracia plena!. Permítenos que nos alegremos con vos ya que el Señor te eligió y nos regaló tu Corazón, para que pongamos en El el nuestro como ofrenda al Dios Eterno. Amén.
Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).
Florecilla para este día: Cómo debo guardar la pureza de pensamientos y de obras.
Flor del 7 de mayo: Madre amable
Meditación: “Cómo se me concede que venga a mí la Madre de Mi Señor” (Lucas 1,43). María es diligente y amorosa, consuela, ayuda, fortalece, sirve…igual que su Hijo. “Amaos los unos a los otros como Yo os he amado”. A cada uno pedirá Dios cuenta de nuestros prójimos; nadie está tan aislado que pueda labrarse, abstrayéndose de toda otra alma, su propia salvación. Busquemos dar amor, consolando afligidos, visitando enfermos, corrigiendo con dulzura a los que se equivocan, siendo a semejanza de María con humildad y amor testimonios del Amor. “Ora y labora”.
Oración: ¡Oh tierno Corazón de María!. Haz que tus hijos demuestren a todos lo que es el Amor, lo que es el Señor en nosotros, para servir y siempre decirte si. Amén.
Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).
Florecilla para este día: Procurar ser amable con los demás.
Flor del 8 de mayo: Virgen prudentísima
Fiesta de Nuestra Señora de Luján
Meditación: “Se turbó, preguntándose qué podría ser éste saludo” (Lucas 1,29). Prudentísima porque turbada calló, porque obedeció, porque creyó y supo entregarse como esclava de Dios. ¡Qué modelo para nuestra locuacidad, nuestra poca fe y nuestro orgullo!. “Las vírgenes prudentes llenaron sus lámparas de aceite” (Mateo 25,4). María la llenó con fe. “Feliz porque haz creído”. La llenó con amor. “Mi Amado es mío y yo soy suya” (Cantar de los cantares 2,16). La llenó de esperanza. “Guardaba todas las Palabras de Jesús en su Corazón” (Lucas 2,51).
Oración: ¡Oh Virgen de Luján que señalas el camino de nuestro peregrinar!. Haz que la prudencia de tu Corazón la cultivemos también hoy, para que nuestras lámparas se aviven con una ardiente llama de fe, el pabilo de la esperanza y el aceite del Amor, como verdaderos templos de Dios. Amén.
Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).
Florecilla para este día: Reflexionar sobre si cumplo lo que Dios quiere de mi, si hago Su Voluntad, o la mía.
Flor del 9 de mayo: Madre del buen consejo
Fiesta de Nuestra Señora de los Milagros
Meditación: María nos aconsejó en las bodas de Caná, “Haced lo que El os diga” (Juan 2,5), y nos lo vuelve a dictar. ¿Qué quiere Cristo de mi?. ¿Lo podemos seguir cuando nos dice “deja todo y sígueme?”.
“Hijo, ¿por qué nos haz hecho esto?” (Lucas 2,48). Cristo tenía que mostrarnos ante todo más el amor a Dios que el de la familia. ¡Pero cuántas veces abandonamos a nuestra Madre por amores, caprichos, vanidades y miedos!.
Oración: ¡Oh dulce consejera del alma, oh hermosa Esclava!. Entrega a Dios nuestra alma para que se haga santa, que abramos nuestros oídos y seamos hijos solícitos. Amén.
Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).
Florecilla para este día: Ser un verdadero Cristo al aconsejar a mi hermano.
Flor del 10 de mayo: Virgen digna de alabanza
Meditación: “Bendita tú entre las mujeres” (Lucas 1,42). “Mi alma engrandece al Señor” (Lucas 1,46). Cuando cumplimos la profecía de llamarla Bienaventurada, hablamos de las maravillas que hizo en Ella el Todopoderoso. Unimos nuestra voz a la suya, alabando perpetuamente al Señor. Imitemos a María agradecida, a María serena, a María llena de sacrificio, a María alegre, a María confiada, a María llena de Gracia y fortaleza para cumplir así nuestra misión en la tierra.
Oración: ¡Oh Madre!, que te hiciste la más pequeña, siendo realmente excelsa, enséñame a amarte, a alabarte y a agradarte del mismo modo en que vos lo hiciste con el Señor, para que también nosotros lleguemos a El. Amén.
Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).
Florecilla para este día: Ser pequeños y humildes como María nos pide, para crecer en la Gracia.
El Ave María explicado
Explicación por el Cardenal Norberto Rivera.
El Avemaría es seguramente una de las primeras oraciones que aprendimos cuando éramos niños. Es una oración sencilla, un diálogo muy sincero nacido del corazón, un saludo cariñoso a nuestra Madre del Cielo.
Recoge las mismas palabras del saludo del ángel en la Anunciación (1) (Lucas 1, 28) y del saludo de Isabel (2) (Lucas 1, 42), y después añade nuestra petición de intercesión confiada a su corazón amantísimo. En el sigo XVI se añadió la frase final: “ahora y en la hora de nuestra muerte”. Todo ello forma una riquísima oración llena de significado.
El Avemaría es una oración vocal (3), es decir, que se hace repitiendo palabras, recitando fórmulas, pero no por esto es menos intensa, menos personal.
Podemos decir que el Avemaría y el Rosario son las dos grandes expresiones de la devoción cristiana a la Santísima Virgen. Pero la devoción no se queda sólo ahí.
En el Avemaría, descubrimos dos actitudes de la oración de la Iglesia centradas en la persona de Cristo y apoyadas en la singular cooperación de María a la acción del Espíritu Santo (Cf Catecismo de la Iglesia Católica 2675).
La primera actitud es la de unirse al agradecimiento de la Santísima Virgen por los beneficios recibidos de Dios (“llena eres de gracia”, “el Señor es contigo”, “bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús”) y la segunda es el confiar a María Santísima nuestra oración uniéndola a la suya (“ruega por nosotros, pecadores”).
Para explicar esta oración es muy útil seguir los números 2676 y 2677 del Catecismo de la Iglesia Católica.
1. En la primera parte de la oración se recoge el saludo del ángel, del enviado del Señor. Es una alabanza en la que usamos las mismas palabras del embajador de Dios. Es Dios mismo quien, por mediación de su ángel, saluda a María. Nuestra oración se atreve a recoger el saludo a María con la mirada que Dios ha puesto sobre su humilde esclava y a alegrarnos con el gozo que Dios encuentra en ella.
"Llena eres de gracia, el Señor es contigo":
Las dos palabras del saludo del ángel se aclaran mutuamente. María es la llena de gracia porque el Señor está con ella. La gracia de la que está colmada es la presencia de Aquél que es la fuente de toda gracia.
María, en quien va a habitar el Señor, es en persona la hija de Sión, el Arca de la Alianza, el lugar donde reside la Gloria del Señor: ella es "la morada de Dios entre los hombres" (Apocalipsis 21, 3). "Llena de gracia", se ha dado toda al que viene a habitar en ella y al que ella entregará al mundo.
2. A continuación, en el Avemaría se añade el saludo de Santa Isabel: "Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús". Isabel dice estas palabras llena del Espíritu Santo (Cf Lucas 1, 41), y así se convierte en la primera persona dentro de la larga serie de las generaciones que llaman y llamarán bienaventurada a María (Cf Lucas 1, 48): "Bienaventurada la que ha creído..." (Lucas 1, 45); María es "bendita entre todas las mujeres" porque ha creído en el cumplimiento de la palabra del Señor.
Abraham, por su fe, se convirtió en bendición para todas las "naciones de la tierra" (Génesis 12, 3). Por su fe, María vino a ser la madre de los creyentes, gracias a la cual todas las naciones de la tierra reciben a Aquél que es la bendición misma de Dios: "Jesús el fruto bendito de tu vientre".
El Papa Juan Pablo II nos explica muy bien el contenido de este saludo de Isabel a su prima en el número 12 de la Carta Encíclica Redemptoris Mater (4)
3. Después, el Avemaría continúa con nuestra petición: "Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros..." Con Isabel, nos maravillamos y decimos: “¿De dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?" (Lucas 1 ,43).
María nos entrega a Jesús, su Hijo, que muere por nosotros y por nuestra salvación en la cruz y, desde esa misma cruz, Jesucristo nos da a María como Madre nuestra (Cf Juan 19, 26-28); María es madre de Dios y madre nuestra, y por eso podemos confiarle todos nuestros cuidados y nuestras peticiones, porque sabemos que Dios no le va a negar nada (Cf Juan 2, 3-5) y al mismo tiempo confiamos en que tampoco nos lo va a negar a nosotros si es para nuestro bien.
María Santísima reza por nosotros como ella oró por sí misma: "Hágase en mí según tu palabra" (Lucas 1,38). Confiándonos a su oración, nos abandonamos con ella en la voluntad de Dios: "Haced lo que Él os diga" (Cf Juan 2, 5).
"Ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte". Pidiendo a María que ruegue por nosotros, nos reconocemos pecadores y nos dirigimos a la "Madre de la Misericordia", a la Toda Santa.
Nos ponemos en sus manos "ahora", en el hoy de nuestras vidas. Y nuestra confianza se ensancha para entregarle desde ahora, "la hora de nuestra muerte". Que esté presente en esa hora, como estuvo en la muerte de su Hijo al pie de la cruz y que en la hora de nuestro tránsito nos acoja como madre nuestra para conducirnos a su Hijo Jesús, al Paraíso, a nuestra felicidad eterna en el pleno y eterno amor de Dios.
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(1)Y entrando, le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin”. María respondió al ángel: “¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?”. El ángel le respondió: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios”. Dijo María: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”. Y el ángel dejándola se fue.
(2)En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!”
(3) Muchas veces se piensa que la oración vocal no es tan personal como la mental porque aquí sólo se repiten fórmulas que otros compusieron, pero no es así.
La oración vocal, cuando se dice con profunda consciencia, identificándose con las palabras que se usan, penetrando en su significado, no sólo se hace personal, sino que además, forma nuestra fe en profundidad guiando nuestros sentimientos, orientando cuál debe ser nuestra relación con Dios.
La oración vocal es quizás la más humilde, la más fácil de enseñar y de aprender y, al mismo tiempo, la que más nos educa en la fe, en nuestra correcta relación con Dios.
(4) "Así pues, María, movida por la caridad, se dirige a la casa de su pariente. Cuando entra Isabel, al responder a su saludo y sintiendo saltar de gozo al niño en su seno, "llena de Espíritu Santo", a su vez saluda a María en alta voz: "Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno".
Esta exclamación o aclamación de Isabel entraría posteriormente en el Ave María, como una continuación del saludo del ángel, convirtiéndose así en una de las plegarias más frecuentes de la Iglesia.
Pero más significativas son todavía las palabras de Isabel en la pregunta que sigue: "¿de donde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?". Isabel da testimonio de María: reconoce y proclama que ante ella está la Madre del Señor, la Madre del Mesías. De este testimonio participa también el hijo que Isabel lleva en su seno: "saltó de gozo el niño en su seno". El niño es el futuro Juan el Bautista, que en el Jordán señalará en Jesús al Mesías.
En el saludo de Isabel, cada palabra está llena de sentido y, sin embargo, parece ser de importancia fundamental lo que dice al final: “¡ Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor !". Estas palabras se pueden poner junto al apelativo "llena de gracia" del saludo del ángel.
En ambos textos se revela un contenido mariológico esencial, o sea, la verdad sobre María, que ha llegado a estar realmente presente en el misterio de Cristo precisamente porque "ha creído". La plenitud de gracia, anunciada por el ángel, significa el don de Dios mismo; la fe de María, proclamada por Isabel en la visitación, indica cómo la Virgen de Nazaret ha respondido a este don. (Texto de Redemptoris Mater #12)
¿Quién es María para la Iglesia?
Hay pasajes difíciles de entender, y el tema aquí tratado es, sin lugar a dudas, uno de ellos.
María es la Madre de Jesús y por tanto es la Madre de Dios, porque Jesús es Dios, como ya veremos más adelante. María es la Reina del Universo, porque Jesús es el Rey del Universo, y la madre de todo rey es también reina. María intercede ante su hijo por nosotros, como lo hizo en las Bodas de Caná, y como también demostraremos, lo pueden hacer las personas santas que ya viven en presencia de Dios. María es modelo de los cristianos por sus virtudes. María es nuestra madre, pues como dice el libro del Apocalipsis, son hijos de la Mujer (Ap 12), los que siguen los mandamientos de Dios. Si nosotros nos consideramos realmente cristianos y cumplidores de los mandatos del Señor, tenemos que aceptar que María es nuestra Madre, es la Madre de la Iglesia. Por otro lado, ya Jesús nos la dejó como Madre en la persona de su apóstol Juan, mientras agonizaba en la cruz, y así como aquél la recibió en su casa desde aquel día, nosotros también debemos recibirla en nuestras vidas si es que realmente nos llamamos cristianos. Todo verdadero cristiano tiene que amar y venerar a María, pues es la Madre de nuestro Salvador, la llena de gracia, la bienaventurada, llena del Espíritu Santo.
Ya desde el principio, Dios anuncia enemistad entre Satanás y entre la Mujer. María es la nueva Eva, así como Jesucristo es el nuevo Adán. Es una nueva creación:
Gn 3.15 ‘Haré que haya enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya. Ella te pisará la cabeza …’
María es la Madre de Dios, no porque se le haya ocurrido a la Iglesia Católica, como dicen muchos hermanos protestantes, sino porque la misma Palabra de Dios, el Espíritu Santo a través de los labios de Isabel, así lo proclama. Cuando la llama Madre de mi Señor, le está diciendo la Madre de mi Dios. Recordemos que Isabel era esposa de Zacarías, sacerdote de Dios y por lo tanto, no era ignorante sobre el sentido de sus palabras; además, lo dijo estando llena del Espíritu:
Lc 1.43,45 ‘¿Cómo he merecido yo que venga a mí la madre de mi Señor? ¡Dichosa tú por haber creído que se cumplirían las promesas del Señor!’.
Decir que María es solamente madre de la naturaleza humana de Jesús, como dicen los hermanos separados, es una completa herejía, puesto que Jesús es Dios-Hombre, es una persona con dos naturalezas indivisibles. Justamente en eso consiste el misterio de la Encarnación: en que Dios tomó la naturaleza humana, se hizo hombre. Una madre lo es de la persona y no de la naturaleza. Para aclarar el tema, veamos como ejemplo nuestra propia vida: nuestro espíritu no procede de nuestra madre, sino de Dios. No por eso se nos ocurriría la barbaridad de decir que nuestra mamá es sólo madre de nuestro cuerpo pero no de nuestro espíritu. Nuestra madre lo es de nuestra persona. Así igual, la naturaleza divina de Cristo no procede de María, pues Jesús es Dios increado, eterno; pero su humanidad si procede de ella, por eso es su hijo. Como el Hijo es Dios, su madre: María, es madre de Dios.
A continuación, encontramos algunos textos que nos hablan de María, para que comprendamos mejor lo que ella es para la Iglesia:
Cant 6.10 ¿Quién es esta que surge como la aurora, bella como la luna, brillante como el sol, temible como un ejército?
Mt 1.22 Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por boca del profeta: la virgen concebirá y dará a luz un hijo.
Is 7.14 El Señor, pues, les dará esta señal: La joven está embarazada y da a luz un varón a quien le pone el nombre de Emmanuel.
Mt 2.11 Al entrar a la casa vieron al niño con María, su madre; se arrodillaron y le adoraron. Le ofrecieron sus regalos de oro, incienso y mirra.
Lc 1.28 Llegó el ángel hasta ella y le dijo: ‘Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo’.
Lc 1.30 Pero el ángel le dijo: ‘No temas María, porque has encontrado el favor de Dios’.
Lc 1.38 Dijo María: ‘Yo soy la servidora del Señor, hágase en mí tal como has dicho’.
Lc 1.42 (Isabel) exclamó en alta voz: ‘¡Bendita tú eres entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!’
Lc 1.47-48 ‘Mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador, porque se fijó en su humilde esclava’.
Lc 2.19 María, por su parte, guardaba todos estos acontecimientos y los volvía a meditar en su interior.
Lc 2.34-35 ‘Será una señal impugnada en cuanto se manifieste, mientras que a ti misma una espada te atravesará el alma’.
Lc 2.51 Posteriormente siguió obedeciéndoles (a María y José). Su madre, por su parte, guardaba todas estas cosas en su corazón.
Jn 2.5 Jesús le respondió: ‘Mujer, ¿por qué te metes en mis asuntos? …’ Pero su madre dijo a los sirvientes: ‘Hagan lo que él les diga’.
Jn 19.26-27 Jesús, al ver a la Madre, … dijo a la Madre: ‘Mujer, ahí tienes a tu hijo’.
Después dijo al discípulo: ‘Ahí tienes a tu madre’.
Hch 1.14 Todos ellos perseveraban juntos en la oración en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos.
Ap 11.19 Entonces se abrió el Santuario de Dios en el Cielo y pudo verse el arca de la Alianza de Dios dentro del Santuario.
Ap 12.1-2 Apareció en el cielo una señal grandiosa: una mujer, vestida de sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza. Está embarazada y grita de dolor, porque le ha llegado la hora de dar a luz.
Ap. 12.5 Y la mujer dio a luz un hijo varón, que ha de gobernar a todas las naciones con vara de hierro.
Ap 12.17 El dragón se enfureció contra la mujer y se fue a hacer la guerra al resto de sus hijos, es decir, a los que observan los mandamientos de Dios y guardan el mensaje de Jesús.
Para terminar, veamos que solamente los católicos proclamamos como bienaventurada a María. De generación en generación, únicamente la Iglesia Católica le canta a María, la venera por ser Madre de nuestro Señor, la proclama feliz. Los que no lo hacen, simplemente desobedecen la Palabra de Dios:
Lc 1.48-49 ‘Desde ahora todas las generaciones me llamarán feliz. El Poderoso ha hecho grandes cosas por mí’.
Yo creo, Señor; en Ti
que eres la Verdad Suprema.
Creo en todo lo que me has revelado.
Creo en todas las verdades
que cree y espera mi Santa Madre
la Iglesia Católica y Apostólica.
Fe en la que nací por tu gracia,
fe en la que quiero vivir y luchar
fe en la que quiero morir.
ParaProfundizar en el tema:
Apologética. Aprende a defender tu Fe
Artículo cortesía de www.EducarEsAmar.mx.gs
PRECES
Dios nos invita a poner nuestra vida en sus manos y asegura la felicidad a cuantos confían en él. Le suplicamos diciendo:
R/MSeñor, tú eres nuestro refugio.
Que al igual que la luz del sol alcanza a todos los puntos de la tierra, también el evangelio pueda ser predicado en todos los confines del orbe.MR/
Da fuerzas a los que son perseguidos a causa de su fe, y mueve el corazón de quienes los acosan a la conversión.MR/
Enséñanos a amar ordenadamente los bienes terrenos, para no perder los eternos.MR/
Apiádate de todos los que buscan un amigo que los acompañe en el camino de la vida.MR/
Intenciones libres
Padre nuestro…
ORACIÓN
Dios todopoderoso y eterno, que, por la regeneración bautismal, te has dignado comunicarnos la vida del cielo, ayuda a llegar, conducidos por ti, a la plenitud de la gloria a quienes has santificado y hecho capaces de la inmortalidad. Por nuestro Señor Jesucristo.