No te pido por el mundo, sino por éstos, que tú me diste, porque son tuyos

Juan I, Santo

Memoria Litúrgica, 18 de mayo
 
LIII Papa y Mártir

Martirologio Romano: San Juan I, papa y mártir, que, habiendo sido enviado por el rey arriano Teodorico en embajada al emperador Justino de Constantinopla, fue el primer pontífice romano que ofreció la Víctima Pascual en aquella Iglesia, pero a su regreso, detenido de manera indigna y aherrojado en la cárcel por el mismo Teodorico, pereció como víctima por Cristo Señor, en Ravena, en la Flaminia († 526).

Breve Biografía

Era italiano, de Toscana. En 523 fue elegido Sumo Pontífice. En Italia gobernaba el rey Teodorico que apoyaba la herejía de los arrianos. Y sucedió que el emperador Justino de Constantinopla decretó cerrar todos los templos de los arrianos de esa ciudad y prohibió que los que pertenecían a la herejía arriana ocuparan empleos públicos (los arrianos niegan que Jesucristo es Dios y esto es algo muy grave y contrario a la religión Católica). El rey Teodorico obligó entonces al Papa a que fuera a Constantinopla y tratar de obtener que el emperador Justino quitara las leyes que habían dado contra los arrianos. Pero Juan no tenía ningún interés en que apoyaran a los herejes. Y así lo comprendió la gente de esa gran ciudad.

Más de 15,000 fieles salieron en Constantinopla a recibir al Papa Juan, con velas encendidas en las manos, y estandartes. Y lo hicieron presidir muy solemnemente las fiestas de Navidad. Y claro está que el emperador Justino, aunque les devolvió algunas iglesias a los arrianos, no permitió que ninguno de estos herejes ocupara puestos públicos.

Y Teodorico se encendió en furiosa rabia, y al llegar el Santo Padre a Ravena (la ciudad donde el rey vivía) lo hizo encarcelar y fueron tan crueles los malos tratos que en la cárcel recibió, que al poco tiempo murió. Junto con el Papa fueron martirizados también sus dos grandes consejeros, Boecio y Símaco.

Y dicen los historiadores que el rey Teodorico sintió tan grande remordimiento por haber hecho morir a San Juan Primero, que en adelante lo veía hasta en los pescados que le servían en el almuerzo.

Cristo hizo oración por mí

Santo Evangelio según san Juan 17, 1-11. Martes VII de Pascua
 
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

La vida eterna es conocerte a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo. Permíteme, Señor, conocerte y conocer a tu Hijo en esta oración. Concédeme crecer en esta vida eterna, vivir de acuerdo con lo que conozco y transmitir tu Palabra a mis hermanos. Así sea.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Juan 17, 1-11

En aquel tiempo, Jesús levantó los ojos al cielo y dijo: «Padre ha llegado la hora. Glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo también te glorifique, y por el poder que le diste sobre toda la humanidad, dé la vida eterna a cuantos le has confiado. La vida eterna consiste en que te conozca a ti, único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien Tú has enviado.

Yo te he glorificado sobre la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste. Ahora Padre, glorifícame en ti con la gloria que tenía antes de que el mundo existiera.

He manifestado tu nombre a los hombres que tú tomaste del mundo y me diste. Eran tuyos y Tú me los diste. Ellos han cumplido tu palabra y ahora conocen que todo lo que me has dado viene de ti, porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste; ellos las han recibido y ahora reconocen que yo salí de ti y creen que tú me has enviado.

Te pido por ellos; no te pido por el mundo, sino por éstos, que tú me diste, porque son tuyos. Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío. Yo he sido glorificado en ellos. Ya no estaré más en el mundo, pues voy a ti; pero ellos se quedan en el mundo».

Palabra de Dios.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Jesús, antes de comenzar su pasión rezó a su Padre por mí: «Te ruego por ellos…por éstos que tú me diste, y son tuyos…» Él había terminado su obra en la tierra. ¡Aún quedaba tanto por hacer! Y por eso piensa en mí, para que continúe los proyectos de su corazón.

El gran proyecto de Cristo estaba enfocado en un solo ideal: anunciar el amor de Dios. Quiere que todos los hombres y mujeres conozcan el nombre del verdadero Dios, que es Padre, un Padre bueno que nos ama y que no duda en darlo todo por sus hijos. Cristo mismo encarnó este mensaje para hacerlo visible; no dudó en darlo todo, morir en una cruz por amor, para salvarnos. Generación tras generación, éste es el mensaje central de la Iglesia: «Dios es amor».

Cristo me ama tanto que piensa en mí. Y no sólo para encomendarme al Padre, sino que, cuando piensa en su proyecto, piensa en mí también como su apóstol. Él deja el mundo, pero nosotros seguimos en el mundo. Nos toca a nosotros, a ti y a mí, anunciar el nombre de Dios en el mundo, de palabra y con obras.

«Conocer a Dios no consiste en primer lugar en un ejercicio teórico de la razón humana sino en un deseo inextinguible inscrito en el corazón de cada persona. Es un conocimiento que procede del amor, porque hemos encontrado al Hijo de Dios en nuestro camino. Jesús de Nazaret camina con nosotros para introducirnos con su palabra y con sus signos en el misterio profundo del amor del Padre. Este conocimiento se afianza, día tras día, con la certeza de la fe de sentirse amados y, por eso, formando parte de un designio lleno de sentido. Quien ama busca conocer aún más a la persona amada para descubrir la riqueza que lleva en sí y que cada día se presenta como una realidad totalmente nueva». (Discurso de S.S. Francisco, 11 de octubre de 2017).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy buscaré un gesto concreto de atención a alguien, como signo del amor cristiano.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

¿Qué significa reconocer la gloria de Dios?

En la oración debemos aprender el arte de la adoración de la gloria de Dios, quedando extasiados con la contemplación de este amor.


Reconozcamos la Gloria de Dios

En el tiempo de Navidad resuenan en nuestros oídos y en nuestros corazones las palabras del coro de los ángeles a los pastores de Belén: “Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor” (Lc 2, 14). En la Navidad hablamos mucho, - y con toda razón- de paz, pero a veces nos podemos olvidar de la primera parte del canto celeste: “Gloria a Dios en el cielo”. La Iglesia nos habitúa a decir con frecuencia la doxología “Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo”. En los domingos del año litúrgico se entona en la Misa el “Gloria”, que recoge el canto de los ángeles. Pero corremos el riesgo de habituarnos a usar una palabra cuyo significado no entendemos bien.

¿Qué significa reconocer “la gloria de Dios”? Significa ante todo reconocer su grandeza, su majestad, su omnipotencia. La “gloria” divina es, según la etimología de la palabra, su “peso”, lo que Dios es en su esencia e intimidad. Para el cristiano, que ha visto la gloria de Dios reflejada en el rostro de Cristo, la gloria divina se manifiesta en su amor: “Tanto ha amado Dios al mundo que le dio su Hijo único” (Jn 3, 16). El gran poder de Dios es su Amor, el hecho de que Él es Amor sustancial, podríamos decir. Por ello la tradición cristiana ha visto sobre todo en el momento de la cruz, junto con la encarnación, la gran manifestación de la gloria de Dios, el momento supremo de la manifestación de su amor misericordioso por nosotros. María, tanto en Nazaret, Belén como en el Calvario, es testigo privilegiado de esta glorificación, Ella que había hecho de su vida un perenne Magnificat, un continuo acto de glorificación de Dios.

Oración y gloria de Dios

La oración es un momento en el que tenemos que dar espacio a la contemplación de la gloria de Dios, de su amor infinito hacia nosotros. No puede ser la oración simplemente una lista de peticiones ni de intenciones, aunque esto es lícito y bueno. En la oración debemos aprender el arte de la adoración de la gloria de Dios, quedando extasiados con la contemplación de este amor. Glorificamos a Dios en la oración y recocemos su gloria en la medida en que más nos parezcamos a Él por el amor. Amando somos capaces de ver la realidad y Dios mismo con un corazón nuevo. Somos capaces de penetrar su intimidad trinitaria, somos capaces de amar como nunca habíamos amado y de percibir su amor en un modo experiencial que llega a ser inefable.

La Navidad para el cristiano es...

El período de Navidad debe ser para el cristiano un período de serena contemplación, de ejercicio de adoración, de glorificación del Dios Padre, del Hijo, del Dios Espíritu Santo. Será difícil buscar la paz verdadera si no tenemos el amor de Dios en el corazón, si no lo hemos contemplado, si no somos capaces de “pesar” la realidad con la balanza de Dios que es Amor.

Justamente los ángeles proclaman “la gloria de Dios” en el momento del nacimiento de Jesús porque en los llantos del Niño de Belén se manifiesta en modo maravilloso, sorprendente y misterioso el amor infinito de un Dios Amor que se hace Samaritano de la Humanidad doliente. “A quien nos ha amado así, ¿cómo no amarlo?”, dice el canto de “Adeste fideles”. Hagamos de la oración un ejercicio de glorificación de Dios y para ello pidamos que el Señor nos revela el secreto del amor, para que podamos amar en un modo semejante a como Él nos ha amado. Esto será posible con el compromiso de nuestra libertad, pero sobre todo con la ayuda de la gracia. Cada vez que contemplamos la gloria de Dios en la oración, Jesús nace en nuestra en nuestra alma trayendo a ella el don del amor.
 
"La reforma es camino en diálogo con la realidad"

Video mensaje del Papa Francisco en el marco de la celebración de la 50° Semana de Vida Religiosa.

El Papa ha enviado un video mensaje para saludar a los participantes de la 50° Semana de Vida Religiosa (o 49° porque el año pasado no pudo celebrarse debido a la pandemia), que comenzó "cuando el ahora cardenal Aquilino Bocos Merino, desde la revista Vida Religiosa, empezó a mover el ambiente".

En el video, el Pontífice agradece públicamente don Aquilino (actualmente purpurado) "que nunca dejó de ser religioso y sacerdote", por ese "sembrar continuamente la inquietud por comprender la riqueza de la vida consagrada y hacerla fructificar". Francisco también saluda a la presidenta de la CLAR, la hermana Liliana, "que tantas veces ha aparecido en el Sínodo para la Amazonía"; y al cardenal Cristóbal López Romero, Arzobispo de Rabat; ambos ponentes en la programación del evento.

La vida consagrada se comprende caminando

En este contexto, el Papa expresa su cercanía a todos los consagrados y hace hincapié en que la vida consagrada se comprende siempre caminando:

“Se comprende consagrándose cada día. Se comprende en el diálogo con la realidad. Cuando la vida consagrada pierde esta dimensión de diálogo con la realidad y de reflexión sobre lo que sucede, empieza a hacerse estéril. Yo me pregunto sobre la esterilidad de algunos institutos de vida consagrada, ver la causa, generalmente está en la falta de diálogo y de compromiso con la realidad. No dejen esto. Siempre la vida consagrada es un diálogo con la realidad”.

En alusión a los nuevos tiempos que vivimos y a la necesidad de que la vida consagrada no ignore los respectivos cambios sociales, Francisco pone como ejemplo a Santa Teresa:

“Ella vio la realidad e hizo una opción de reforma y fue adelante. Después, a lo largo del camino hubo conatos de transformar esa reforma en encierro, siempre hay. Pero la reforma siempre es camino, es camino en contacto con la realidad y horizonte bajo la luz de un carisma fundacional. Y estas jornadas, estos encuentros, estas semanas de vida consagrada ayudan a perder el miedo”.

Mantener vivo el carisma fundacional

Asimismo, Francisco señala qué triste es ver cómo algunos institutos, "para buscar cierta seguridad, para poder controlarse, han caído en ideologías de cualquier signo, de izquierda, de derecha, de centro, cualquiera".

"Cuando un instituto se reformula del carisma en la ideología pierde su identidad - continúa el Papa- pierde su fecundidad. Mantener vivo el carisma fundacional es mantenerlo en camino y en crecimiento, en diálogo con lo que el Espíritu nos va diciendo en la historia de los tiempos, en los lugares, en diversas épocas, en diversas situaciones. Supone discernimiento y supone oración".

Y al respecto, Francisco recuerda que no se puede mantener un carisma fundacional sin coraje apostólico, es decir, "sin caminar, sin discernimiento y sin oración. Y esto es lo que ustedes están tratando de hacer con esta semana".

«¡No les tengan miedo a los límites! ¡No les tengan miedo a las fronteras! ¡No les tengan miedo a las periferias! Porque ahí el Espíritu les va a hablar. Pónganse “a tiro” del Espíritu Santo», concluyó el Santo Padre, pidiendo a los consagrados de modo afectuoso, que recen por él, si "les queda un chachito (un poco) de tiempo".

Museos del Vaticano

Piezas que muestran la belleza de la Naturaleza

Los Museos Vaticanos albergan miles de objetos de arte únicos en el mundo. Es uno de los más prestigiosos de todo el planeta, algo de lo que dan cuenta más 6 millones de visitantes al año.

Y son también muchas las obras de arte que con el paso de los años necesitan ser restaurados. Es el caso del Hermes del Belvedere, una estatua adquirida por el Papa Pablo III para decorar un nicho en el Patio del Belvedere, un espacio que se encuentra en el interior de la propia Ciudad del Vaticano.

Los Museos han presentado las mejoras que se han realizado en la estatua después de comprobar una serie de problemas que estaban provocando su deterioro.

La obra fue descubierta en torno al año 1540 en los jardines que rodean el mausoleo de Adriano, hoy conocido como el Castillo de Sant’Angelo.

“Aunque la estatua es pagana, para el cristiano tiene un gran valor ya que muestra la belleza de la naturaleza”.

“Hemos decidido restaurarla porque se estaba moviendo. Es extraño, pero es lo que estaba pasando. Había una dislocación entre la parte original compuesta del busto y la cabeza respecto a las piernas que estaban en restauración. Probablemente sucedía algo entre estas dos partes de la escultura”.

“Hemos investigado inmediatamente y puesto en marcha el diagnóstico para entender la causa de este problema. Lo hemos entendido. La resina que fue usada hace años en una restauración anterior estaba cediendo”. Además, había otro problema porque “se puso en el interior un elemento de metal redondo y no cuadrado como sí fue al origen”.

“Hemos tenido que desmontarla, cosa que no se hace prácticamente nunca con una escultura, pero no ha habido más remedio”, explicó el técnico de los Museos Vaticanos.

Por su parte, Claudia Valeri, del departamento de antigüedades greco-romanas, cuenta que “en la antigüedad muchos artistas invitados por el Papa venían para estudiar la escultura” y algunos de ellos lo tomaron como imagen de Jonás, lo que en muchas ocasiones originó que fuese modelo del Antiguo Testamento. Además, asegura que es una muestra más de la aportación de la Iglesia en el mundo artístico y cultural.

Tres malentendidos sobre el misterio de María

Cristo es el centro y María ocupa un papel importante.

Hace unos cinco años, en Caracas, conversaba sobre la Virgen María con una señora catequista. Ella se lamentaba de que María fuera un gran obstáculo para el diálogo entre los católicos y los protestantes. Cierto, yo no podía negar esta dificultad. Cuántas acusaciones de este estilo: los católicos son unos idólatras de la Virgen, se olvidan de la centralidad de Jesucristo, han inventado cosas que no están en la Biblia… Y lo peor es que a veces algunos católicos se acomplejan y en aras de un falso diálogo minusvaloran la devoción a nuestra Madre santísima.

La dificultad existe y por eso vamos a reflexionar para despejar algunos posibles malentendidos sobre el misterio de María en el conjunto de nuestra fe.

Siempre me han parecido contundentes las siguientes palabras del Papa san Pablo VI: «Si queremos ser cristianos, debemos ser marianos, es decir, debemos reconocer la relación esencial, vital y providencial que une a la Virgen con Jesús y que nos abre la vía que conduce a Él» (Homilía del 24 de abril de 1970 en la Misa en el Santuario de Bonaria, Cagliari).

El mismo Papa Pablo VI escribió en 1974 la exhortación apostólica Marialis cultus, sobre la recta ordenación y desarrollo del culto a la Santísima Virgen María. En ella aclaraba diversos aspectos sin dejar de afirmar con claridad que «la piedad de la Iglesia hacia la Santísima Virgen es un elemento intrínseco del culto cristiano» (Maralis cultus, n. 56).

Estas afirmaciones en absoluto menoscaban la centralidad de Cristo. Sí, Cristo es el centro de nuestra fe y junto a Él su Madre ocupa un papel muy importante. De manera que una auténtica piedad cristiana no puede ignorar ni menospreciar el culto mariano. Expliquemos algo más esta cuestión afrontando tres de las objeciones más comunes.

1. Veneramos a María, no la adoramos

Los católicos adoramos única y exclusivamente a Dios. Profesamos esta verdad fundamental desde las primeras palabras del Credo («Creo en un solo Dios») y la asumimos como el primero de los mandamientos en el que todos se resumen («Amarás a Dios sobre todas las cosas»).

A María la veneramos, es decir, la honramos de manera especial. Venerar es «respetar en sumo grado a alguien por su santidad, dignidad o grandes virtudes, o a algo por lo que representa o recuerda» (RAE, Diccionario de la lengua española). Esto es lo que hacemos cuando en el ámbito familiar o civil recordamos con estima a algunos de nuestros antepasados o personajes de la patria.

Solo a Dios tributamos un culto de adoración. En cambio, a los ángeles y santos les tributamos un culto de veneración, pues su ejemplo nos estimula y su intercesión nos ayuda para amar más a Dios y adorarlo mejor; muy por encima de todos ellos sobresale el ejemplo de María –ella no es santa, es santísima– y por eso la veneramos todavía más. En la teología estos tipos de culto reciben el nombre respectivo de culto de latría, culto de dulía y culto de hiperdulía.

2. A Jesús por María

Este adagio es también conocido por su formulación en latín: Ad Iesum per Mariam. Se ha difundido gracias a san Luis María Grignon de Monfort (1673-1716), un sacerdote francés que a inicios del siglo XVIII escribió el Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen. En este tratado san Luis María propone la consagración a Jesús por medio de María y llega a decir que esta devoción es «el camino más fácil, corto, seguro y perfecto para llegar a Jesucristo».

Todo esto está en sintonía con la tradición de la Iglesia y deriva de la honda compenetración entre Jesús y María. La auténtica espiritualidad cristiana nunca ha visto a María como un fin en sí misma. El fin es Cristo y María es un medio privilegiado. Las dudas al respecto son legítimas y el mismo san Juan Pablo II las albergó en su juventud:

«A mí personalmente, en los años de mi juventud, me ayudó mucho la lectura de este libro, en el que “encontré la respuesta a mis dudas”, debidas al temor de que el culto a María, “si se hace excesivo, acaba por comprometer la supremacía del culto debido a Cristo” (Don y misterio, BAC 1996, p. 43). Bajo la guía sabia de san Luis María comprendí que, si se vive el misterio de María en Cristo, ese peligro no existe» (Carta de Juan Pablo II a la familia monfortana, 8 de diciembre de 2003).

De hecho, el Catecismo de la Iglesia Católica expresa muy bien que «lo que la fe católica cree acerca de María se funda en lo que cree acerca de Cristo, pero lo que enseña sobre María ilumina a su vez la fe en Cristo» (n. 487) Todo el misterio de la Virgen María dimana de Cristo y hacia Él tiende. Y también es verdad que quien encuentra a Jesucristo tal como es, Dios encarnado, «nacido de mujer» (cf. Carta a los Gálatas 4, 4), no puede dejar de considerar a esa mujer predilecta y escogida por Dios.

3. Presencia de María en la Biblia

En la Sagrada Escritura sí hay unas cuantas referencias a María, pocas pero sustanciales. El Magisterio de la Iglesia reconoce con claridad el sentido mariológico de los siguientes dos pasajes del Antiguo Testamento:

«El Señor Dios dijo a la serpiente: “Por haber hecho eso, maldita tú entre todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida; pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y su descendencia; esta te aplastará la cabeza cuando tú la hieras en el talón”» (Génesis 3, 14-15).

«Pues el Señor, por su cuenta, os dará un signo. Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel» (Isaías 7, 14).

Estos pasajes son dos profecías muy importantes de la historia de la salvación. En ambos hoy se reconoce tanto el sentido mesiánico como el mariológico. Ya en la preparación remota de nuestra redención se atisba el ligamen profundo entre Cristo y María.

En el Nuevo Testamento son diversos los pasajes donde se habla de la Virgen María. Son muy significativas, entre otras, las narraciones del nacimiento e infancia de Jesús (cf. Mateo 1-2, Lucas 1-2), la presencia de María al pie de la cruz (cf. Juan 19, 25-27) o su apoyo orante a la primera comunidad de la Iglesia (cf. Hechos de los Apóstoles 1, 14).

Resalta de modo singular el episodio de la anunciación del arcángel Gabriel y la encarnación del Verbo en el seno de María (cf. Lucas 1, 26-38). Aquí se basan nuestras oraciones marianas tan arraigadas (avemaría, ángelus y rosario), devociones que por supuesto sí son bíblicas.

Conclusión

Es mucho más lo que se podría decir de la Santísima Virgen María. Con razón decía san Bernardo (1090-1153) que «de María nunca se hablará suficiente» (de Maria nunquam satis). Dejo estas pistas con la finalidad de ayudar a apreciar un poco mejor uno de los misterios más dulces y consoladores de nuestra fe católica.

Treinta días de oración a la Reina del Cielo. Flores del 16 al 20 mayo

Devoción a la Virgen a lo largo del mes de mayo.

Flor del 16 de mayo: María peregrina

Meditación: María inició su camino desde Nazaret a Jerusalén, visitó Ein Karem, viajó a Belén y huyó a Egipto siguiendo con sus pasos un camino escarpado, un camino difícil pero siempre cumpliendo la misión que el Padre le había encomendado. Hoy María sigue caminando: Lourdes, Fátima, San Nicolás, Medjugorje, Corea y tantos otros sitios Santos. Va de casa en casa llamando a las almas. Caminemos con Ella y tengámosla como maestra; Ella no se fatiga, camina de prisa y mendiga una caricia de amor a cada corazón que se aferra al mundo, habiendo olvidado lo dicho por Su Hijo Santo…”estad en el mundo sin ser del mundo”. Vivamos librados de esta tierra que no es la verdadera, pongamos nuestros ojos en el Cielo para que un día sea nuestro.

Oración: ¡Oh María peregrina, oh María Purísima!. Haz que te imitemos llevando la luz de Dios a cada corazón, y siendo como vos, testimonio de evangelización. Amén.

Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).

Florecilla para este día: Caminar es evangelizar: llevemos nuestra fe cristiana a alguien cercano al que nunca dimos testimonio del amor por Cristo y Su Madre.

Flor del 17 de mayo: Modelo de entrega a Dios

Meditación: “He aquí la Esclava del Señor” (Lucas 1,38). “Después de esto salió y vio un publicano…y le dijo: sígueme, él, dejándolo todo se levantó y lo siguió” (Lucas 5,27). Todos somos sus discípulos, ¿pero realmente lo somos?. ¿Dejamos todo y lo seguimos?. ¿O hipócritamente queremos llamarnos cristianos de acuerdo a nuestras comodidades y conveniencias, siguiendo con las pompas y obras de este mundo, y no con un corazón verdadero y único?. No se puede servir a dos señores, somos legítimos apóstoles y no falsos profetas que repetimos con la boca la Santa Palabra y hacemos con las obras lo que a nosotros nos apetece y no el Querer de Dios.

Oración: ¡Oh María la elegida, la prometida de Dios!. Pon en nuestro corazón el ser servidores de Dios como lo fuiste Vos, con humildad y dejando todo acá para caminar hacia la Verdad. Amén.

Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).

Florecilla para este día: Ayuno de algo que sea muy personal y apetecible, ofreciendo a Dios esta pequeña mortificación.

Flor del 18 de mayo: María, para Dios toda la gloria

Meditación: Cuando Jesús comenzó su predicación la gente lo aclamó Profeta, Varón de Dios y aún lo quisieron hacer rey. María se conservaba oculta, en su soledad Ella no atraía sobre sí la fama ni la gloria como Madre de tal Hijo. Así debemos ser nosotros, sólo dispuestos a procurarle Gloria a Dios, porque todo lo bueno, aunque provenga a través nuestro, viene de Dios. Por ello no son nuestras victorias, sino sólo victorias del Señor. Demos Gloria a Dios con nuestros trabajos y obras, permanezcamos ignorados frente a los hombres. Recordemos “…vanidad de vanidades, todo es vanidad” (Eclesiastés 1,2-3). Estemos presentes como María en el Calvario, donde no hay palmas ni laureles, sino injurias y vilipendios para compartirlos con Jesús.

Oración: ¡Oh María Madre de la modestia!. Haz que nuestra alma no permanezca ciega por nuestras vanidades y miserias, que rinda sólo alabanza al Buen Dios que todo lo alcanza y que seamos a Su semejanza. Amén.

Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).

Florecilla para este día: Meditar sobre nuestra tendencia a hacer obras buenas buscando el reconocimiento y halago de los demás, en lugar de sólo pretender ser contemplados por los Ojos de Dios.

Flor del 19 de mayo: Estrella de la mañana

Meditación: María, como el lucero del alba, nos anuncia el Nacimiento de Jesús, Sol de Justicia. Ella, la puerta del Cielo, nos sube peldaño a peldaño hacia su Hijo Amado, pidiéndonos con amor que tengamos humildad de corazón, viviendo las virtudes que en Ella destellan, como verdaderos discípulos y dignos hijos. Seamos sinceros y de corazón recto para subir de su mano al Cielo.

Oración: ¡Estrella de la mañana, nuestra soberana!, marca nuestro camino que es el mismo Cristo, para que no caigamos en ningún desvío y estemos siempre contigo. Amén.

Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).

Florecilla para este día: Dar testimonio a alguien cercano sobre las virtudes de María, y su importancia como el más fácil y corto camino a Cristo. Recomendar también la lectura del libro de San Luis Grignon de Montfort: “Tratado sobre la verdadera devoción a María”.

Flor del 20 de mayo: María Corredentora

Meditación: Llegaron los días del Calvario para el Hijo, el Cristo…y también para la Madre. Cristo se entrega, María se entrega y entrega al Cordero de Dios en oblación de amor. ¡Qué dolor!. La Madre sigue el rastro de la Santa Sangre en la calle de la amargura, el Gólgota. Busca en su Dulce Jesús la preciosa mirada del Niño que alguna vez acunaba. El Cristo, su Cristo es una sola Llaga…y la miraba…su Corazón traspasado, también Sangre derramaba al ver la tragedia Sagrada, veía los Clavos como taladraban aquellas Manos que un día la acariciaban…y aquellos Pies que tanto caminaron sanando y santificando la tierra seca fruto del pecado. Ella que escuchó Sus primeras Palabras también las últimas escuchaba…y Su última mirada…a Su Madre amada sólo Amor confesaba…Su último latido, el de su Niño que había perdido. El Padre le pidió lo que Abraham ofreció, pero Ello tomó ese cáliz y lo bebió hasta el final. Perdón María porque sola te dejamos, porque no queremos nuestro pequeño calvario, perdón por preferir sólo vivir para mí, lleno de egoísmos y de vacíos, perdón por decir que mi cruz es pesada, si tú por mí haz sido también clavada…clavada espiritualmente la Madre, clavado en Su Cruz el Hijo, y todos esos Clavos debieron ser míos.

Oración: ¡Oh María Dolorosa, Oh Madre Corredentora!. Hazme un alma piadosa que esté junto a tí en el Calvario y permíteme participar del dolor de la Cruz para ser como tú, para asemejarme al Rey, y así poderlo ver. Amén.

Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).

Florecilla para este día: Meditar sobre nuestro destino de corredención junto a la Madre, que nos enseña el camino de la Cruz y nos invita a recorrerlo junto a Su Hijo, Jesús, como Ella lo hizo.

PRECES

A Jesús, que ha sido glorificado a la derecha del Padre, le pedimos:
R/MSeñor, danos vida eterna.
Tú que conoces nuestros caminos,
– guía nuestros pasos hacia ti.MR/
Tú que eres la Palabra eterna del Padre,
– pon en nuestros labios un canto de alabanza.MR/
Tú que has subido hasta lo alto,
– mueve nuestro corazón a la oración y a las buenas obras.MR/
Intenciones libres
Padre nuestro…

ORACIÓN

Dios todopoderoso y rico en misericordia, te pedimos que el Espíritu Santo, con su venida, se digne habitar en nosotros y nos convierta en templos de su gloria. Por nuestro Señor Jesucristo.

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