Para el cristiano hay un Padre que lo espera

Bernardino de Siena, Santo

Memoria Litúrgica, 20 de mayo
 
Presbítero

Martirologio Romano: San Bernardino de Siena, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, quien, con la palabra y el ejemplo, fue evangelizando por pueblos y ciudades a las gentes de Italia y difundió la devoción al santísimo Nombre de Jesús, perseverando infatigablemente en el oficio de la predicación, con gran fruto para las almas, hasta el día de su muerte, que ocurrió en L’Aquila, del Abruzo, en Italia. († 1444)

Etimológicamente: Bernardino = Aquel que es como un fuerte oso, es de origen germánico.

Breve Biografía

Taquigrafiados con un método que inventó un discípulo suyo, los sermones populares de San Bernardino de Siena han llegado hasta nosotros con toda la naturaleza y el estilo rápido y colorido con que los pronunciaba en las diversas plazas italianas. Al releerlos hoy, se descubre en ellos la actualidad de los temas, entre los más recurrentes el de la caridad, la unidad, la armonía y la justicia. Atacaba la avaricia de los nuevos ricos, comerciantes, banqueros, usureros, negociantes: “Sé muy bien que los bienes que tú tienes no son tuyos; Dios los ha dado al mundo para provecho del hombre: no son del hombre, no, sino para las necesidades del hombre”.

Dirigía palabras durísimas a los que “renegaban de Dios por una cabeza de ajo”, y a “las fieras de largas uñas que roen los huesos del pobre”. “Si tú tienes muchos bienes y no tienes necesidad de ellos, y no los regalas y mueres, vas a parar a una casa muy caliente”.

Aun después de su muerte, acaecida en la ciudad de Aquila, en 1444, San Bernardino continuó su obra de pacificación. En efecto, había llegado a esa ciudad casi moribundo y no pudo predicar los sermones que se había propuesto. Como las luchas seguían entre los bandos, su cuerpo comenzó dentro del cajón a echar sangre a borbotones, y el chorro de sangre cesó solamente cuando los ciudadanos de Aquila pactaron la paz. En acción de gracias decretaron la construcción de un magnífico monumento sepulcral, llevado a cabo después por Silvestre de Santiago.

San Bernardino fue canonizado en 1450, es decir, a los seis años de su muerte, y había nacido en 1380 en Massa Marittima, de una noble familia de Siena. Como quedó huérfano de ambos padres, siendo todavía muy niño, lo criaron dos tías. Estudió en Siena hasta los 22 años, y después abandonó la vida mundana para vestir el hábito franciscano. Dentro de la Orden fue uno de los principales propulsores de la reforma de los franciscanos observantes. Difundió la devoción al santísimo nombre de Jesús, y en unas tablitas de madera hizo grabar el monograma “JHS” que le hacía besar al público al final de sus sermones.

Es el santo patrono de: los anunciantes; la publicidad; contra la ronquera; para pedir por los adictos a los juegos de azar; el personal de relaciones públicas; problemas respiratorios; de la diócesis de San Bernardino en California, E.E.U.U., y de Italia.

Conozcamos al Padre para vivir en la esperanza

Santo Evangelio según san Juan 17, 20-26. Jueves VII de Pascua
 
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Te alabo, Dios mío, con todo mi corazón y con todas mis fuerzas. Me acerco a tu presencia como un pobre pecador que no merece ser acogido, como la oveja perdida que ha escapado de su pastor o como el hijo pródigo que se ha ido de casa y ha malgastado todos los bienes. Y aun sintiendo tal indignidad me siento acogido en los brazos del Padre que jamás olvida o rechaza a sus hijos, sino que cada vez que vuelven los cura y los cuida entre sus brazos.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Juan 17, 20-26

En aquel tiempo, Jesús levantó los ojos al cielo y dijo: “Padre, no sólo te pido por mis discípulos, sino también por los que van a creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre en mí y yo en ti somos uno, a fin de que sean uno en nosotros y el mundo crea que tú me has enviado.

Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno. Yo en ellos y tú en mí, para que su unidad sea perfecta y así el mundo conozca que tú me has enviado y que los amas como me amas a mí.

Padre, quiero que donde yo esté, estén también conmigo los que me has dado, para que contemplen mi gloria, la que me diste, porque me has amado desde antes de la creación del mundo.

Padre justo, el mundo no te ha conocido; pero yo sí te conozco y éstos han conocido que tú me enviaste. Yo les he dado a conocer tu nombre y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que me amas esté en ellos y yo también en ellos”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

A veces parecería que el mundo se encamina a un precipicio o que no tiene sentido. Al caminar por la calle y contemplar los rostros de las personas, uno puede darse cuenta de la inquietud en la que viven muchos y de la desilusión en la que están otros. Se puede llegar a pensar que cada día el mundo está peor, y podría ir creciendo en nuestra mirada una capa gris, que nos quita la esperanza.

Pero el cristiano no puede vivir sin esperanza porque para el cristiano hay un Padre que lo espera. Sin duda el camino es largo y cansado, muchas veces podremos vivir experiencias desagradables, incluso podemos llegar a sentir momentos en los que parece que nuestras fuerzas se han acabado por completo. Pero en el fondo debe permanecer firme la experiencia del amor, esa experiencia que nace del encuentro con ese Dios que me mira y que toca a las puertas de mi corazón todos los días para que contemple su misericordia. Que me hace descubrir, en medio de las tinieblas, la explosión luminosa de su amor. Que me hace sentir la fuerza de su abrazo acogedor.

Jesús, enséñame a hablar con el Padre como Tú lo haces. Enséñame a decir, como lo haría un niño, la palabra «Padre». Que jamás me aparte del camino que Él me ha trazado pues es ahí en donde puedo encontrar la plena felicidad. Enséñame a ver la vida con ilusión y esperanza.

«Ante las tragedias que golpean a la humanidad, Dios no es indiferente, no está lejos. Él es nuestro Padre, que nos sostiene en la construcción del bien y en el rechazo al mal. No sólo nos apoya, sino que, en Jesús, nos ha indicado el camino de la paz. Frente al mal del mundo, él se hizo nuestro servidor, y con su servicio de amor ha salvado al mundo. Esta es la verdadera fuerza que genera la paz. Sólo el que sirve con amor construye la paz». (Homilía de S.S. Francisco, 16 de abril de 2016).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy, voy a rezar el Padre nuestro con especial atención en la palabra «Padre», recordando que en verdad estoy delante de mi Padre y que Él me escucha.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Evangelizar en la red pensando en la unidad y las virtudes

Cuando hay esperanza, los problemas y las discordias se ven como oportunidades de vivir mejor nuestra fe. Estos mismos problemas, necesitan de caridad, ya que la Gracia medicinal de Dios se transmite cuando estamos predispuestos a ver en nuestro hermano la imagen de Dios y los mismos errores que hay en nosotros.
 
Soy de los que piensan que la unidad es una virtud imprescindible en todo lo que podamos hacer como cristianos. Vivir nuestra fe y contagiarla, sólo puede ser creíble si tenemos la unidad presente junto a nosotros. No creo que sea muy complicado pensar en la unidad cuando nuestra vida evidencia las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad. Cuando hay esperanza, los problemas y las discordias se ven como oportunidades de vivir mejor nuestra fe. Estos mismos problemas, necesitan de caridad, ya que la Gracia medicinal de Dios se transmite cuando estamos predispuestos a ver en nuestro hermano la imagen de Dios y los mismos errores que hay en nosotros. Aquí es donde entran las virtudes cardinales: Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza. Estas cuatro virtudes, iluminadas por las virtudes cardinales y actuando desde la centralidad de Cristo (unidad), nos ayudan a evangelizar a quienes esperan ver en nosotros algo diferente a lo que ven en su vida cotidiana.

La pregunta que nos podríamos hacer es cómo llevar las virtudes cardinales a nuestra evangelización en las redes. ¿Tienen cabida? ¿En qué aspectos pueden ser interesante tener cuidado en hacerlas presentes? Vamos a revisar brevemente esto:

1.    Prudencia. Las redes son espacios vitales donde la prudencia está desaparecida. Cada cual lanza sus ideas, proclamas e ideas sin tener en cuenta quien las puede ver y que consecuencias pueden tener. El cristiano debería buscar que su perfil social no sea un espacio de enfrentamiento, sino un lugar de diálogo. Diálogo que no es más que compartir razones y entendimientos, con la certeza de que la Verdad existe y se hace presente cuando se lo permitimos.

2.    Justicia. Aunque actualmente hablar de justicia y de juicio, parezca casi un pecado. Pero siendo justos, no podemos dejar de considerar que la justicia es una virtud. Justicia significa vivir la Verdad en todos sus aspectos. No se trata de condenar a nadie, pero ser personas juiciosas no lleva a ponderar y señalar lo que no funciona en nuestro mundo y proponer soluciones basadas en el Evangelio (en toda su plenitud). Las conversaciones en las redes sociales deben partir siempre de la Verdad que nos permite ser justos.

3.    Fortaleza. Las redes son lugares en donde la fortaleza es imprescindible. Son espacios en los que los malos entendidos y las histerias son más que habituales. Cuando nos encontramos con una de estas actitudes, hay que ser fuerte y buscar que la Verdad se haga presente, con justicia y prudencia. Otras veces, la fortaleza es lo que nos ayuda a desengancharnos de amistades y conversaciones maliciosas y sin sentido. El evangelizador no está para generar polémicas, sino para ofrecer soluciones evangélicas.

4.    Templanza. Igual que el buen acero se puede doblar sin que se se rompa, nuestra fe, esperanza y caridad, deben ser capace de soportar con benevolencia la presión y volver a su plenitud tras las pruebas a las que seamos sometidos. La templanza nos permite el verdadero perdón y la verdadera misericordia. A veces nos ofrecen la maleabilidad como una virtud, pero es un engaño. Nada buenos sale de dar la razón para que todo siga en una paz aparente y falsa.

Imaginemos que hemos lanzado una serie de frases de un santo y una persona carga contra nosotros porque lo que decimos no es “actual”, “igualitario” o “políticamente correcto”. ¿Qué hacemos
 
1.    Lo primero a poner en movimiento es la prudencia. No hay que defenderse atacando, porque nuestro objetivo no es lanzar lejos un pez que se acerque a la red. El evangelizador no se defiende de quien necesita ser evangelizado. Nuestro objetivo es que se quede dentro y así poder compartir el Evangelio. Hay que comprender y acoger.

2.    Hay que reconocer con justicia aquello en que tiene razón y valorar que lo defienda con valor. Al mismo tiempo, la justicia nos lleva a poner cada cosa en su lugar. Si una persona ataca la fe cristiana hablando de los casos de pederastia, hay que darle la razón en todo lo que tiene de crimen actuar de esa forma tan vil. Pero hay que indicar que la fe no tiene nada que ver con los pecados y crímenes que cometen personas que pueden estar dentro de la Iglesia. Crímenes que hay que perseguir con decisión, pero sin que estos nos nublen la vista de lo importante: el menaje de esperanza de Cristo.

3.    Si la persona vuelve continuamente a la carga, hay que ser fuerte y saber esperar a que la fuerza acusatoria vaya remitiendo y dejando espacio al diálogo. La fortaleza es imprescindible para acompañar a quien está herido en el camino hacia Dios.

4.    Si los ataques genéricos se vuelven contra nosotros, hay que saber aguantar el chaparrón hasta que veamos que es posible o imposible, dialogar. Para eso la templanza es crucial. Saber ser oprimidos sin que esto cambie nuestro ánimo y sentido evangelizador. Saber dejar la conversación sin malos modos, cuando nos damos cuenta que no conduce a nada positivo.

Como siempre, es imprescindible decir que todo esto no se consigue con nuestras escasas fuerzas humanas. Necesitamos de la Gracia de Dios que nos permita ser símbolos vivos de Cristo. El evangelizador debe ser una persona de oración y reflexión, además de asiduo a los sacramentos. Sin el Señor nada podemos, pero si estamos unidos a Él, todo es posible.

Las dificultades en la oración: distracción, sequedad y acedia

Catequesis del Papa Francisco, 19 de mayo de 2021
 

El Papa Francisco presidió la Audiencia General de este miércoles 19 de mayo en el Patio de San Dámaso del Vaticano, y reflexionó sobre las distracciones, la sequedad y la acedia en la oración, siguiendo la pauta del Catecismo de la Iglesia Católica.

La distracción y la vigilancia en la oración

Rezar no es fácil, comenzó diciendo el Papa, pues “hay muchas dificultades que surgen en la oración” y debemos conocerlas, individuarlas y superarlas. El primer problema que se le presenta a quien reza - señaló el Papa - es la distracción:

Empiezas a rezar y entonces tu mente da vueltas, da vueltas por todo el mundo; tu corazón está ahí, la mente está allí... la distracción de la oración. La oración convive a menudo con la distracción. De hecho, a la mente humana le cuesta detenerse durante mucho tiempo en un solo pensamiento. Todos experimentamos este constante torbellino de imágenes e ilusiones en continuo movimiento, que nos acompaña incluso durante el sueño. Y todos sabemos que no es bueno seguir esta inclinación desordenada.

Hablando en italiano el Sumo Pontífice indicó que la lucha por conseguir y mantener la concentración no se limita a la oración, pues “si no se alcanza un grado de concentración suficiente, no se puede estudiar con provecho, ni se puede trabajar bien”. Y así puso el ejemplo de los deportistas, que “saben que las competiciones se ganan no sólo con el entrenamiento físico, sino también con la disciplina mental”, es decir, “sobre todo, con la capacidad de mantener la concentración y la atención”. Así, es necesario combatir las distracciones, y por ello en el patrimonio de nuestra fe hay una virtud “que a menudo se olvida”, y que se llama “vigilancia”:

El Catecismo lo menciona explícitamente en su instrucción sobre la oración (cf. nº 2730). Jesús llama a menudo a los discípulos al deber de una vida sobria, guiados por el pensamiento de que tarde o temprano Él volverá, como un novio de una boda o un señor de un viaje. Sin embargo, al no conocer el día y la hora de Su regreso, todos los minutos de nuestra vida son preciosos y no deben desperdiciarse en distracciones. En un instante que desconocemos, resonará la voz de nuestro Señor: en ese día, bienaventurados los siervos que Él encuentre laboriosos, todavía centrados en lo que realmente importa.

En la oración, - dijo el Santo Padre en su resumen en español - cuando caemos en la cuenta de nuestras distracciones, lo que nos ayuda a combatirlas es ofrecer con humildad el corazón al Señor para que lo purifique y lo vuelva a centrar en Él.

La sequedad y el corazón abierto al Señor

Otra dificultad es la sequedad, que puede depender de nosotros mismos, o también de Dios, que permite ciertas situaciones exteriores o interiores. Incluso “un dolor de cabeza o una dolencia hepática" impide entrar en la oración, y a menudo "no sabemos realmente la razón". Pero la sequedad “nos hace pensar en el Viernes Santo, en la noche y en el Sábado Santo", cuando "Jesús no está, está en el sepulcro; Jesús está muerto", y "estamos solos”: este es “el tiempo de la desolación y de la fe más pura, - afirmó Francisco -porque se mantiene firme junto a Jesús”.

Los maestros espirituales describen la experiencia de la fe como una continua alternancia de tiempos de consuelo y de desolación; tiempos en los que todo es fácil, mientras que otros están marcados por una gran pesadez. Muchas veces, cuando encontramos un amigo, decimos: "¿Cómo estás?" - "Hoy estoy de bajón". Muchas veces estamos "decaídos", es decir, no tenemos sentimientos, no tenemos consolaciones, no podemos más. Son esos días grises... ¡y hay tantos en la vida! Pero el peligro es "tener" un corazón gris: cuando este "estar decaído" llega al corazón y lo enferma... y hay personas que viven con el corazón gris. Esto es terrible: ¡no se puede rezar, no se puede sentir consuelo con el corazón gris!

Para que entre la luz del Señor, “el corazón debe estar abierto y luminoso”, indicó entonces el Santo Padre, animando a esperar esa luz “con esperanza” y sin “encerrarla en lo gris”.

La acedia y la humilde perseverancia

La acedia es la tercera dificultad que encontramos en la oración: es un “defecto”, dijo el Santo Padre, “otro vicio”, y constituye “una verdadera tentación” contra la oración y contra la vida cristiana.  Se trata, tal como enseña el Catecismo, de “una forma de aspereza o de desabrimiento debidos a la pereza, al relajamiento de la ascesis, al descuido de la vigilancia, a la negligencia del corazón”. Es uno de los siete “vicios capitales” porque, alimentado por la presunción, puede conducir a la muerte del alma, aseguró el Papa Francisco.

Entonces, ¿qué debemos hacer en esta sucesión de entusiasmos y desalientos? Hay que aprender a caminar siempre. El verdadero progreso de la vida espiritual no consiste en multiplicar los éxtasis, sino en ser capaces de perseverar en los tiempos difíciles: camina, camina, camina... Y si estás cansado, detente un rato y vuelve a caminar. Pero con perseverancia.

Recordemos la parábola de San Francisco sobre la perfecta alegría: no es en las infinitas fortunas llovidas del Cielo donde se mide la capacidad de un fraile, sino en caminar con constancia, incluso cuando no se es reconocidos, incluso cuando se es maltratados, incluso cuando todo ha perdido el sabor de sus comienzos. (…) Debemos aprender a decir: "Aunque Tú, mi Dios, parezcas hacer todo lo posible para que deje de creer en Ti, yo sigo rezándote". ¡Los creyentes nunca apagan la oración!

El valor del “¿por qué?”

Aunque nuestra oración a veces "pueda parecerse a la de Job, que no acepta que Dios le trate injustamente, protesta y le llama a juicio”, el Papa puntualizó que, sin embargo, “muchas veces, protestar ante Dios es también una forma de rezar”: esto porque “porque muchas veces el hijo se enfada con su padre”, pues es “una manera de relacionarse con su padre”:

Sabemos que al final, al término de este tiempo de desolación, en el que hemos elevado al cielo gritos mudos y muchos "¿por qué?", Dios nos responderá. No olvidar la oración del "¿por qué?": es la oración que hacen los niños cuando empiezan a no comprender las cosas, y los psicólogos la llaman "la edad del por qué", porque el niño pregunta a su padre: "Papá, ¿por qué...? Papá, ¿por qué...? Papá, ¿por qué...?". Pero estemos atentos: él no escucha la respuesta del papá. El papá comienza a responder y él sale con otro por qué. Sólo quiere atraer la mirada de su padre hacia él; y cuando nos enfadamos un poco con Dios y empezamos a decir los "por qué", estamos atrayendo el corazón de nuestro Padre hacia nuestra miseria, hacia nuestra dificultad, hacia nuestra vida.

De ahí que el Pontífice concluyese su catequesis animando a tener el valor de decirle a Dios: “pero, ¿por qué?”. Porque – afirmó él – a veces, enfadarse un poco es bueno, porque nos hace despertar esa relación de hijo a Padre, de hija a Padre, que debemos tener con Dios.

“Incluso nuestras expresiones más duras y amargas, Él las recogerá con el amor de un padre, y las considerará como un acto de fe, como una oración. Gracias”.

Durante sus saludos a los fieles, el Papa Francisco dirigió un pensamiento particular a los de lengua francófona: "A la espera de Pentecostés, como los Apóstoles reunidos en el Cenáculo con la Virgen María pidamos fervientemente al Señor el Espíritu de consuelo y de paz para los pueblos martirizados", dijo. Y saludando a los fieles de lengua española, animó a que en estos días de preparación a la Solemnidad de Pentecostés, pidamos al Señor "que nos envíe los dones del Espíritu Santo para poder perseverar en nuestra vida de oración con humildad y alegría, superando las dificultades con sabiduría y constancia".

Títulos atribuidos a María Santísima

La Iglesia ha honrado a María Santísima con los mas excelsos títulos que una creatura puede merecer delante de Dios.
 
Desde siempre la Iglesia ha honrado a María Santísima con los mas excelsos títulos que una creatura puede merecer delante de Dios. Sin duda el más grande de ellos es el de "Madre de Dios", del cual todos los demás títulos y privilegios dependen. Pues si bien el primer privilegio con que fue honrada María de parte de Dios fue el de su Inmaculada Concepción, este y los demás le fueron dados en orden a su Maternidad Divina. Siendo esto así, dice el teólogo Antonio Royo Marín, "nada debe sorprendernos ni extrañarnos en torno a las gracias y privilegios de María, por grandes y extraordinarios que sean."

San Efrén compuso, ya en el año 333, una lista en verso de los más bellos títulos que los cristianos otorgaban a la Santísima Virgen :

"Señora Nuestra Santísima, Madre de Dios, llena de gracia:
Tú eres la gloria de nuestra naturaleza humana,
por donde nos llegan los regalos de Dios.
Eres el ser más poderoso que existe, después de la Santísima Trinidad;
la Mediadora de todos nosotros ante el mediador que es Cristo;
Tú eres el puente misterioso que une la tierra con el cielo,
eres la llave que nos abre las puertas del Paraíso;
nuestra Abogada, nuestra Intercesora.
Tú eres la Madre de Aquel que es el ser más misericordioso y más bueno.
Haz que nuestra alma llegue a ser digna de estar un día
a la derecha de tu Único Hijo, Jesucristo. Amén!!"

María Madre de Dios

El dogma fundamental de todo el cristianismo es que Jesús es Dios, el Verbo de Dios encarnado. Luego María, su Madre, es la Madre de Dios, la Madre del Verbo encarnado. Se trata, pues, de algo expresa y claramente revelado por Dios en la Sagrada Escritura y definido expresamente por la Iglesia en el Concilio de Efeso como verdad de fe.

El concilio Vaticano II recogió en un capítulo de la Constitución Dogmática Lumen gentium sobre la Iglesia, el octavo, la doctrina acerca de María, reafirmando su maternidad divina. El capítulo se titula: "La bienaventurada Virgen María, Madre de Dios, en el misterio de Cristo y de la Iglesia". Este documento presenta la maternidad divina de María en dos aspectos:

1) La maternidad divina en el misterio de Cristo.
2) La maternidad divina en el misterio de la Iglesia.

"Y, ciertamente, desde los tiempos mas antiguos, la Sta. Virgen es venerada con el título de Madre de Dios, a cuyo amparo los fieles suplicantes se acogen en todos sus peligros y necesidades.... Y las diversas formas de piedad hacia la Madre de Dios que la Iglesia ha venido aprobando dentro de los limites de la sana doctrina, hacen que, al ser honrada la Madre, el Hijo por razón del cual son todas las cosas, sea mejor conocido, amado, glorificado, y que, a la vez, sean mejor cumplidos sus mandamientos" (LG #66)

En el Credo del Pueblo de Dios de Pablo VI (1968): "Creemos que la Bienaventurada María, que permaneció siempre Virgen, fue la Madre del Verbo encarnado, Dios y salvador nuestro"

María Madre de la Iglesia

Antes de exponer el itinerario mariano del Concilio, deseo dirigir una mirada contemplativa a María, tal como, en el origen de la Iglesia, la describen los Hechos de los Apóstoles. San Lucas, al comienzo de este escrito neotestamentario que presenta la vida de la primera comunidad cristiana, después de haber recordado uno por uno los nombres de los Apóstoles (Hch 1,13), afirma: «Todos ellos perseveraban en la oración, con un mismo espíritu en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos» (Hch 1,14).

En este cuadro destaca la persona de María, la única a quien se recuerda con su propio nombre, además de los Apóstoles. Ella representa un rostro de la Iglesia diferente y complementario con respecto al ministerial o jerárquico.

... Ya desde el principio María desempeña su papel de Madre de la Iglesia: su acción favorece la comprensión entre los Apóstoles, a quienes Lucas presenta con un mismo espíritu y muy lejanos de las disputas que a veces habían surgido entre ellos. (Juan Pablo II)

María corredentora y abogada

El debate sobre la posible pronunciación del dogma de María, corredentora y medidora de todas las gracias ha cobrado actualidad entre los teólogos en los últimos años. El padre dominico Georges Cottier, teólogo de la Casa Pontificia, comúnmente conocido como el «teólogo del Papa», afrontó el argumento en la última videoconferencia mundial organizada por la Congregación para el Clero el 29 de mayo. Esta fue su intervención, publicada en http://www.clerus.org.

En el hermoso capitulo conclusivo de la Constitución Conciliar "Lumen gentium" sobre la Iglesia dedicado a la Virgen María, leemos: "Así también la Beata Virgen participó en la peregrinación de la fe y sirvió fielmente su unión con el Hijo hasta Cruz, donde estaba, no sin un proyecto divino, (cf. Jn 19, 25), sufriendo profundamente con su Primogénito y asociándose con ánimo materno a su sacrificio, amorosamente conforme con la inmolación de la víctima que generó; y, al final, por el mismo Jesús moribundo en la cruz, fue ofrecida cual madre al discípulo con estas palabras: Mujer, ahí tienes a tu hijo (cf. Jn 19, 26 - 27)" (n. 58).

Estas palabras de gran intensidad, son el eco de una larga tradición auténtica del Magisterio. La Madre del hijo de Dios hecho hombre y consagrada, debajo de la Cruz, Madre de su Cuerpo Místico. Posteriormente será proclamada Madre de la Iglesia por Pablo VI. Este título ilumina el sentido de la "íntima unión" de María con la Iglesia, en la cual ocupa "de manera eminente y singular" el "primer lugar" (cf. n. 63). Es en su persona que la Iglesia ha alcanzado aquella perfección que la vuelve sin manchas ni arruga (cf. Ef 5, 27). Ella representa el modelo -"typus"- de la Iglesia. Hay que considerar que María no está fuera de la Iglesia, sino que es su miembro eminente y ejemplar, además de ejercer una función materna sobre la Iglesia. El misterio de la Iglesia y el misterio de María se incluyen y se iluminan recíprocamente.

¿Cómo explicarlo? El Concilio, después de recordar las palabras del Apóstol (1 Tim 2, 5 - 6): "Dios es único y único también es el mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús hombre, que en el tiempo fijado dio el testimonio; se entregó para rescatar a todos", y agrega que "la función materna de María hacia los hombres, de ninguna manera oscurece o disminuye esta única mediación de Cristo, sino que enseña su eficacia" (n. 60).

La vida de gracia, participación a la vida divina, existe en principio y en la plenitud de Cristo, Cabeza del Cuerpo Místico, para ser comunicada a su Cuerpo que es la Iglesia. Con esta comunicación, Cristo atrae a la Iglesia y, a cada uno de sus miembros, para asimilarlos a Él, para conformarse con Él y para participar al don de sí mismo para el Padre, a través del cual salvó la humanidad. Único mediador: el don de sí mismo es total e infinitamente suficiente para la salvación del mundo. Que nos hace partícipes de Su Iglesia, esto es un signo de su amor y de la profundidad de la unión en la que lo introduce. Como cada vida, la vida de la gracia es fecunda, trae su fruto en abundancia. Se realiza aquí una ley, tanto para la Iglesia como para María, en proporción a sus singulares privilegios.

El texto del Concilio que hemos citado lo hace resaltar con fuerza: "Bajo la Cruz, María sufre profundamente con su Unigénito; se asocia con ánimo materno a su sacrificio; aceptando amorosamente la inmolación de la víctima que ella generó": ¿qué es lo que significan estas afirmaciones que indican que María tuvo una parte activa en el misterio de la Pasión y en la obra Redentora?

El mismo Concilio precisa: la Madre del divino Redentor fue "generosamente asociada a su obra, con un título absolutamente único": "(...) sufriendo con su Hijo, el agonizante en la Cruz, Ella colaboró de manera totalmente especial a la obra del Salvador, con obediencia, con la fe, la esperanza y la ardiente caridad, para restaurar la vida sobrenatural de las almas. Por esto, Ella se convirtió para nosotros en la Madre en el orden de la gracia" (n. 61).

"Después de su asunción en el cielo, no ha interrumpido esta función salvífica, sino que, con su múltiple intercesión, sigue ofreciéndonos los dones a nosotros, asegurándonos nuestra salvación eterna".

Por esta razón María "es invocada por la Iglesia con los títulos de abogada, auxiliadora, socorredora, mediadora" (n. 62).

¿Podemos agregar al título de mediadora el de corredentora?

A luz de lo expuesto, la respuesta es afirmativa. En efecto, el mismo Concilio, para evitar cualquier interpretación falsa, agrega que el empleo de estos títulos es legítimo sólo a condición que sea entendido "de tal manera que nada sea detraído o añadido a la dignidad y a la eficacia de Cristo, único mediador" (ibid).

Se notará que este título de corredentora no aparece en el texto Conciliar. Se puede pensar que esta ausencia querida, obedecía a una motivación ecuménica. El uso del término necesitaba de ulteriores reflexiones.

Es verdad que, si el término de corredención tenía que evocar una yuxtaposición y una adición a la obra Redentora del Salvador, tenía que ser rechazado vigorosamente. Es en cuanto predestinada, suscitada, contenida en el sacrificio Redentor de Cristo, de manera subordinada, participante, en total dependencia de Él que se entiende la corredención de María bajo la Cruz, así como Ella está plenamente compenetrada de la intercesión del Hijo en la gloria, su mediación de intercesión hacia el cielo.

El Concilio ha enunciado el principio que, interpretando una intuición de la fe, norma toda la reflexión teológica en este campo: "Cada saludable influencia de la Beata Virgen hacia los hombres no nace de una necesidad objetiva, sino de una disposición puramente gratuita de Dios, y brota de la sobreabundancia de los méritos de Cristo; por lo tanto se funde sobre la mediación de éstos, de ésta depende en absoluto y alcanza toda su eficacia, no impidiendo mínimamente la unión inmediata de los creyentes con Cristo, sino facilitándola" (n.60).

A la luz de este principio, comprendemos en que sentido María, a titulo único, es corredentora y como de manera proporcional la Iglesia es también corredentora. Comprendemos, además, en qué sentido la vocación de todos los bautizados a la santidad, nos lleva a participar en el misterio de la salvación. Cada una de estas participaciones es como una Epifanía de la fecundidad de la Cruz de Jesús.

María Reina

"La Virgen Inmaculada ... asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial fue ensalzada por el Señor como Reina universal, con el fin de que se asemejase de forma más plena a su Hijo, Señor de señores y vencedor del pecado y de la muerte". (Conc. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, n.59).

Dios todopoderoso, que nos has dado como Madre y como Reina a la Madre de tu Unigénito, concédenos que, protegidos por su intercesión, alcancemos la gloria de tus hijos en el reino de los cielos. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.

¡Salve, Reina caelorum; Reina caeli, laetare!
María es reina de los ángeles y de todos los hombres.

El pueblo cristiano siempre ha reconocido a María Reina por ser madre del Rey de reyes y Señor de Señores. Su poder y sus atributos los recibe del Todopoderoso: Su Hijo, Jesucristo. Es El quien la constituye Reina y Señora de todo lo creado, de los hombres y aún de los ángeles.

Juan Pablo II, el 23 de julio del 1997>>>, habló sobre la Virgen como Reina del universo. Recordó que "a partir del siglo V, casi en el mismo período en que el Concilio de Efeso proclama a la Virgen ´Madre de Dios´, se comienza a atribuir a María el título de Reina. El pueblo cristiano, con este ulterior reconocimiento de su dignidad excelsa, quiere situarla por encima de todas las criaturas, exaltando su papel y su importancia en la vida de cada persona y del mundo entero".

El Santo Padre explicó que "el título de Reina no sustituye al de Madre: su realeza sigue siendo un corolario de su peculiar misión materna, y expresa simplemente el poder que le ha sido conferido para llevar a cabo esta misión. (...) Los cristianos miran con confianza a María Reina, y esto aumenta su abandono filial en Aquella que es madre en el orden de la gracia".

"La Asunción favorece la plena comunión de María no sólo con Cristo, sino con cada uno de nosotros. Ella está junto a nosotros porque su estado glorioso le permite seguirnos en nuestro cotidiano itinerario terreno. (...). Ella conoce todo lo que sucede en nuestra existencia y nos sostiene con amor materno en las pruebas de la vida".

RAZON: Las Sagradas Escrituras nos enseñan que los que son de Cristo reinarán con El y la Virgen María es ciertamente de Cristo.
Romanos 5:17

"En efecto, si por el delito de uno solo reinó la muerte por un solo hombre ¡con cuánta más razón los que reciben en abundancia la gracia y el don de la justicia, reinarán en la vida por uno solo, por Jesucristo!"
II Timoteo 2:12

"si nos mantenemos firmes, también reinaremos con él; si le negamos, también él nos negará"

María Santísima es reina de todo lo creado

Si bien todos reinaremos con Cristo, María Santísima participa de Su reinado de una forma singular y preeminente. Esto significa que Dios le ha otorgado Su poder para reinar sobre todos los hombres y los ángeles, y para vencer a Satanás.

Razones por las que María Santísima es Reina de todos:

1- Por ser la madre de Dios hecho hombre, El Mesías, El Rey universal. (Col 1, 16).

Santa Isabel, movida por el Espíritu Santo, hace reverencia a María, no considerándose digna de la visita de la que es "Madre de mi Señor" (Lc 1:43). Por la realeza de su hijo, María posee una grandeza y excelencia singular entre las criaturas, por lo que Santa Isabel exclamó: "Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno" (Lc 1:42).

El ángel Gabriel le dijo a María que su Hijo reinaría. Ella es entonces la Reina Madre.

Su reino no es otro que el de Jesús, por el que rezamos "Venga tu Reino". Es el Reino de Jesús y de María. Jesús por naturaleza, María por designio divino.

En 1 Reyes 2,19 vemos que la madre del Rey se sienta a su derecha.

La Virgen María es Reina por su íntima relación con la realeza de Cristo.

De la unión con Cristo Rey deriva, en María Reina, tan esplendorosa sublimidad, que supera la excelencia de todas las cosas creadas; de esta misma unión nace su poder regio, por el que Ella puede dispensar los tesoros del reino del Divino Redentor; en fin, en la misma unión con Cristo tiene origen la eficacia inagotable de su materna intercesión con su Hijo y con el Padre (cfr. Pío XII, Enc. Mystici corporis , 29-VI¬1943).

2- Por ser la perfecta discípula que acompañó a Su Hijo desde el principio hasta el final, Cristo le otorga la corona. Cf. Ap. 2,10 En María se cumplen las palabras: " el que se humilla será ensalzado". Ella dijo "He aquí la esclava del Señor".

3- Por ser la corredentora. El papa JPII, en la audiencia del 23-7-97 dijo que "María es Reina no sólo porque es Madre de Dios, sino también porque (...) cooperó en la obra de la redención del género humano. (...). Asunta al cielo, María es asociada al poder de su Hijo y se dedica a la extensión del Reino, participando en la difusión de la gracia divina en el mundo".

Ella participa en la obra de salvación de su Hijo con su SI en el que siempre se mantuvo fiel, siendo capaz de estar al pie de la cruz (Cf. Jn 19:25)

María Santísima, reinando con su hijo, coopera con El para la liberación del hombre del pecado. Todos nosotros, aunque en menor grado, debemos también cooperar en la redención para reinar con Cristo.

4- Por ser el miembro excelentísimo de la Iglesia: por su misión y santidad.

La misión de María Santísima es única pues solo ella es madre del Salvador.
Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar." -Génesis 3:15

Características del reinado de María Santísima:

Preeminencia: "su honor y dignidad sobrepasan todo la creación ; los ángeles toman segundo lugar ante tu preeminencia." San Germán.

Poder Real: que la autoriza a distribuir los frutos de la redención. La Virgen María no solo ha tenido el más alto nivel de excelencia y perfección después de Cristo, pero también participa del poder de Su Hijo Redentor ejercita sobre las voluntades y mentes.

Inagotable eficacia de Intercesión con su Hijo y el Padre: Dios ha instituido a Maria como Reina del cielos y tierra, exaltada sobre todos los coros de ángeles y todos los santos. Estando a la diestra de su Hijo, ella suplica por nosotros con corazón de Madre, y lo que busca, encuentra, lo que pide, recibe".

Reinado de Amor y Servicio: Su reinado no es de pompas o de prepotencia como los reinos de la tierra. El reino de María es el de su Hijo, que no es de este mundo, no se manifiesta con las características del mundo. María tiene todo el poder como reina de cielos y tierra y a la vez, la ternura de ser Madre de Dios.

En la tierra ella fue siempre humilde, la sierva del Señor. Se dedicó totalmente a su Hijo y a su obra. Con El y sometida con todo su corazón con toda su voluntad a El, colaboró en el Misterio de la Redención. Ahora en el Cielo, ella continúa manifestando su amor y su servicio para llevarnos a la salvación.

Respuesta a los hermanos separados

Hay quienes rechazan el reinado de María Santísima alegando que ella no puede ser reina ya solo Jesús es rey.

Estos hermanos no comprenden la naturaleza del Reino. El reino de María Santísima no es un reino aparte al de su Hijo. Es el mismo reino. Donde Jesús reina, María Su Madre reina también. Se trata de dos corazones eternamente unidos en el amor divino. Dios ha dispuesto que así fuese. María, lejos de quitarle al reinado de su Hijo, lo propicia. Ella es la mas sumisa, la mas fiel en el reino y por eso también la mas exaltada.

Lucas 1:48 " porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada"

La Fiesta Litúrgica

Pío XII en 1954, instituyó la fiesta Litúrgica del Reinado de María al coronar a la Virgen en Santa María la Mayor, Roma. En esta ocasión el Papa también promulgó el documento principal del Magisterio acerca de la dignidad y realeza de Maria, la Encíclica Ad coeli Reginam (Oct 11, 1954).

JPII: Junio 19, 1983 en Polonia

"Al Reino de el Hijo está plenamente unido el Reino de su Madre.. su Reino y el de ella, no son de este mundo. Pero están enraizados en la historia humana, en la historia de toda la raza humana, por el hecho de que el Hijo de Dios, de la misma sustancia que el Padre, se hizo hombre por el poder del ES en el vientre de María. Y esa reino es definitivamente enraizado en la historia humana a través de la Cruz, al pie de la cual estaba la Madre de Dios como corredentora. Y es en ese evento de la Cruz y Maria al pie de su hijo, que el Reino se funda y permanece. Todas la comunidades humanas experimentan el reino maternal de María, que les trae mas de cerca el reino de Cristo."

Fundamento teológico de la Realeza de María

La razón por la que la Santísima Virgen María es Reina se fundamenta teológicamente en su divina Maternidad y en su función de ser Corredentora del género humano.
 
1. Por su divina Maternidad: Es el fundamento principal, pues la eleva a un grado altísimo de intimidad con el Padre celestial y la une a su divino Hijo, que es Rey universal por derecho propio.

En la Sagrada Escritura se dice del Hijo que la Virgen concebirá: "Hijo del Altísimo será llamado Y a El le dará el Señor Dios el trono de David su padre y en la casa de Jacob reinará eternamente y su reinado no tendrá fin" (Lc. 1,32-33). Y a María se le llama "Madre del Señor" (Lc. 1,43); de donde fácilmente se deduce que Ella es también Reina, pues engendró un Hijo que era Rey y Señor de todas las cosas. Así, con razón, pudo escribir San Juan Damasceno: "Verdaderamente fue Señora de todas las criaturas cuando fue Madre del Creador" (cit. en la Enc. Ad coeli Reginam, de Pío XII, 11-X-1954).

2. Por ser Corredentora del género humano: La Virgen María, por voluntad expresa de Dios, tuvo parte excelentísima en la obra de nuestra Redención. Por ello, puede afirmarse que el género humano sujeto a la muerte por causa de una virgen (Eva), se salva también por medio de una Virgen (María). En consecuencia, así como Cristo es Rey por título de conquista, al precio de su Sangre, también María es Reina al precio de su Compasión dolorosa junto a la Cruz.

La Beatísima María debe ser llamada Reina, no sólo por razón de su Maternidad divina, sino también porque cooperó íntimamente a nuestra salvación. Así como Cristo, nuevo Adán, es Rey nuestro no sólo por ser Hijo de Dios sino también nuestro Redentor, con cierta analogía, se puede afirmar que María es Reina, no sólo por ser Madre de Dios sino también, como nueva Eva, porque fue asociada al nuevo Adán" (cfr. Pío XII, Enc, Ad coeli Reginam).

NATURALEZA DEL REINO DE MARIA

El reino de Santa María, a semejanza y en perfecta coincidencia con el reino de Jesucristo, no es un reino temporal y terreno, sino más bien un reino eterno y universal: -"Reino de verdad y de vida, de santidad, de gracia, de amor y de paz" (cfr. Prefacio de la Misa de Cristo Rey).
•    Es un reino eterno porque existirá siempre y no tendrá fin (cfr. Lc. 1,33) y, es universal porque se extiende al Cielo, a la tierra y a los abismos (cfr. Fil. 2,10-11).
•    Es un reino de verdad y de vida. Para esto vino Jesús al mundo, para dar testimonio de la verdad (cfr. Jn. 18,37) y para dar la vida sobrenatural a los hombres.
•    Es un reino de santidad y justicia porque María, la llena de gracia, nos alcanza las gracias de su Hijo para que seamos santos (cfr. Jn. 1,12-14); y de justicia porque premia las buenas obras de todos (cfr. Rom. 2,5-6).
•    Es un reino de amor porque de su eximia caridad nos ama con corazón maternal como hijos suyos y hermanos de su Hijo (cfr. 1 Cor. 13,8).
•    Es un reino de paz, nunca de odios y rencores; de la paz con que se llenan los corazones que reciben las gracias de Dios (cfr. Is. 9,6).

Santa María como Reina y Madre del Rey es coronada en sus imágenes -según costumbre de la Iglesia- para simbolizar por este modo el dominio y poder que tiene sobre todos los súbditos de su reino.

La oración Colecta de la Memoria de Santa María Reina dice: "Oh Dios, que nos han dado como Madre y como Reina, a la Madre de tu Unigénito; concédenos, por su intercesión, el poder llegar a participar en el Reino celestial de la gloria reservada a tus hijos".

Otros títulos atribuidos:

María Madre Espiritual
María Mediadora Universal
Arca de la Alianza
Educadora del Hijo de Dios
Esperanza de la Iglesia y de la humanidad
Nueva Eva
Hija de Sión
Icono de la Iglesia
Inmaculada Concepción
Intercesora Celestial
María Abogada
María Auxiliadora
Madre de la Unidad y la Esperanza
Madre del Carmelo
Santa Virgen de las Vírgenes
Madre de Cristo
María, de los hombres
Madre de la Divina Gracia
Madre purísima
Madre castísima
Madre siempre virgen
Madre inmaculada
Madre amable
Madre admirable
Madre del buen consejo
Madre del creador
Madre del salvador
Madre de la misericordia
Virgen prudentísima
Virgen digna de veneración
Virgen digna de alabanza
Virgen poderosa
Virgen clemente
Virgen fiel
Espejo de justicia
Trono de sabiduría
Causa de nuestra alegría
Vaso espiritual
Vaso digno de honor
Vaso digno de devoción
Rosa mística
Torre de David
Torre de marfil
Casa de oro
Arca de la Alianza
Puerta del cielo
Estrella de la mañana
Salud de los enfermos
Refugio de los pecadores
Consoladora de los afligidos
Auxilio de los cristrianos
Reina de los Ángeles
Reina de los Patriarcas
Reina de los Profetas
Reina de los Apóstoles
Reina de los Mártires
Reina de los Confesores
Reina de las Vírgenes
Reina de todos los Santos
Reina concebida sin pecado original
Reina asunta a los Cielos
Reina del Santísimo Rosario
Reina de la familia
Reina de la paz

Treinta días de oración a la Reina del Cielo. Flores del 16 al 20 mayo

Devoción a la Virgen a lo largo del mes de mayo.

Flor del 16 de mayo: María peregrina

Meditación: María inició su camino desde Nazaret a Jerusalén, visitó Ein Karem, viajó a Belén y huyó a Egipto siguiendo con sus pasos un camino escarpado, un camino difícil pero siempre cumpliendo la misión que el Padre le había encomendado. Hoy María sigue caminando: Lourdes, Fátima, San Nicolás, Medjugorje, Corea y tantos otros sitios Santos. Va de casa en casa llamando a las almas. Caminemos con Ella y tengámosla como maestra; Ella no se fatiga, camina de prisa y mendiga una caricia de amor a cada corazón que se aferra al mundo, habiendo olvidado lo dicho por Su Hijo Santo…”estad en el mundo sin ser del mundo”. Vivamos librados de esta tierra que no es la verdadera, pongamos nuestros ojos en el Cielo para que un día sea nuestro.

Oración: ¡Oh María peregrina, oh María Purísima!. Haz que te imitemos llevando la luz de Dios a cada corazón, y siendo como vos, testimonio de evangelización. Amén.

Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).

Florecilla para este día: Caminar es evangelizar: llevemos nuestra fe cristiana a alguien cercano al que nunca dimos testimonio del amor por Cristo y Su Madre.

Flor del 17 de mayo: Modelo de entrega a Dios

Meditación: “He aquí la Esclava del Señor” (Lucas 1,38). “Después de esto salió y vio un publicano…y le dijo: sígueme, él, dejándolo todo se levantó y lo siguió” (Lucas 5,27). Todos somos sus discípulos, ¿pero realmente lo somos?. ¿Dejamos todo y lo seguimos?. ¿O hipócritamente queremos llamarnos cristianos de acuerdo a nuestras comodidades y conveniencias, siguiendo con las pompas y obras de este mundo, y no con un corazón verdadero y único?. No se puede servir a dos señores, somos legítimos apóstoles y no falsos profetas que repetimos con la boca la Santa Palabra y hacemos con las obras lo que a nosotros nos apetece y no el Querer de Dios.

Oración: ¡Oh María la elegida, la prometida de Dios!. Pon en nuestro corazón el ser servidores de Dios como lo fuiste Vos, con humildad y dejando todo acá para caminar hacia la Verdad. Amén.

Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).

Florecilla para este día: Ayuno de algo que sea muy personal y apetecible, ofreciendo a Dios esta pequeña mortificación.

Flor del 18 de mayo: María, para Dios toda la gloria

Meditación: Cuando Jesús comenzó su predicación la gente lo aclamó Profeta, Varón de Dios y aún lo quisieron hacer rey. María se conservaba oculta, en su soledad Ella no atraía sobre sí la fama ni la gloria como Madre de tal Hijo. Así debemos ser nosotros, sólo dispuestos a procurarle Gloria a Dios, porque todo lo bueno, aunque provenga a través nuestro, viene de Dios. Por ello no son nuestras victorias, sino sólo victorias del Señor. Demos Gloria a Dios con nuestros trabajos y obras, permanezcamos ignorados frente a los hombres. Recordemos “…vanidad de vanidades, todo es vanidad” (Eclesiastés 1,2-3). Estemos presentes como María en el Calvario, donde no hay palmas ni laureles, sino injurias y vilipendios para compartirlos con Jesús.

Oración: ¡Oh María Madre de la modestia!. Haz que nuestra alma no permanezca ciega por nuestras vanidades y miserias, que rinda sólo alabanza al Buen Dios que todo lo alcanza y que seamos a Su semejanza. Amén.

Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).

Florecilla para este día: Meditar sobre nuestra tendencia a hacer obras buenas buscando el reconocimiento y halago de los demás, en lugar de sólo pretender ser contemplados por los Ojos de Dios.


Flor del 19 de mayo: Estrella de la mañana

Meditación: María, como el lucero del alba, nos anuncia el Nacimiento de Jesús, Sol de Justicia. Ella, la puerta del Cielo, nos sube peldaño a peldaño hacia su Hijo Amado, pidiéndonos con amor que tengamos humildad de corazón, viviendo las virtudes que en Ella destellan, como verdaderos discípulos y dignos hijos. Seamos sinceros y de corazón recto para subir de su mano al Cielo.

Oración: ¡Estrella de la mañana, nuestra soberana!, marca nuestro camino que es el mismo Cristo, para que no caigamos en ningún desvío y estemos siempre contigo. Amén.

Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).

Florecilla para este día: Dar testimonio a alguien cercano sobre las virtudes de María, y su importancia como el más fácil y corto camino a Cristo. Recomendar también la lectura del libro de San Luis Grignon de Montfort: “Tratado sobre la verdadera devoción a María”.

Flor del 20 de mayo: María Corredentora

Meditación: Llegaron los días del Calvario para el Hijo, el Cristo…y también para la Madre. Cristo se entrega, María se entrega y entrega al Cordero de Dios en oblación de amor. ¡Qué dolor!. La Madre sigue el rastro de la Santa Sangre en la calle de la amargura, el Gólgota. Busca en su Dulce Jesús la preciosa mirada del Niño que alguna vez acunaba. El Cristo, su Cristo es una sola Llaga…y la miraba…su Corazón traspasado, también Sangre derramaba al ver la tragedia Sagrada, veía los Clavos como taladraban aquellas Manos que un día la acariciaban…y aquellos Pies que tanto caminaron sanando y santificando la tierra seca fruto del pecado. Ella que escuchó Sus primeras Palabras también las últimas escuchaba…y Su última mirada…a Su Madre amada sólo Amor confesaba…Su último latido, el de su Niño que había perdido. El Padre le pidió lo que Abraham ofreció, pero Ello tomó ese cáliz y lo bebió hasta el final. Perdón María porque sola te dejamos, porque no queremos nuestro pequeño calvario, perdón por preferir sólo vivir para mí, lleno de egoísmos y de vacíos, perdón por decir que mi cruz es pesada, si tú por mí haz sido también clavada…clavada espiritualmente la Madre, clavado en Su Cruz el Hijo, y todos esos Clavos debieron ser míos.

Oración: ¡Oh María Dolorosa, Oh Madre Corredentora!. Hazme un alma piadosa que esté junto a tí en el Calvario y permíteme participar del dolor de la Cruz para ser como tú, para asemejarme al Rey, y así poderlo ver. Amén.

Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).

Florecilla para este día: Meditar sobre nuestro destino de corredención junto a la Madre, que nos enseña el camino de la Cruz y nos invita a recorrerlo junto a Su Hijo, Jesús, como Ella lo hizo.
 
PRECES

El Señor, antes de subir al cielo, nos anunció la venida del Espíritu Santo Consolador. Recordando su promesa, le decimos:
R/MEnvíanos tu Espíritu Santo.
Para que la alegría de haber conocido la salvación no se debilite en nosotros.MR/
Para que los que se han consagrado a tu servicio perseveren en su entrega.MR/
Para que en nuestras parroquias y grupos apostólicos crezca el deseo de anunciar tu nombre.MR/
Para que en los colegios católicos los alumnos puedan conocerte y amarte más.MR/
Para que nuestras familias sientan que su amor se renueva y se hace más profundo.MR/
Para que el mundo no se aparte de ti y tu amor lo haga todo nuevo.MR/
Intenciones libres
Padre nuestro…

ORACIÓN

Te suplicamos, Señor, que tu Espíritu infunda con tal fuerza sus dones en nosotros, que nos conceda un corazón que te agrade y, propicio, nos haga conformes a tu voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo.

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