Felices los que tienen alma de pobres

Roberto de Newminster, Santo

Abad, 7 de junio

Martirologio Romano: En Newminster, en el territorio de Northumberland, Inglaterra, san Roberto, abad de la Orden Cisterciense, el cual, amante de la pobreza y de la vida de oración, junto con doce monjes instauró este cenobio, que a su vez fue origen de otras tres comunidades de monjes. ( 1157)

Breve Biografía

Nació en el distrito de Craven (Yorkshire), probablemente en el pueblo de Gargrave; murió el 7 de junio de 1159.

Estudió en la Universidad de París, donde se dice que compuso un comentario a los Salmos; se hizo cura de Gargrave y luego benedictino en Whitby, desde donde se unió, con el permiso del abad, a los fundadores del monasterio cisterciense de Fountains.

Alrededor de 1138, encabezó la primer colonia mandada desde Fountains y estableció la abadía de Newminster, cerca del castillo de Ralph de Merlay, en Morpeth (Northumberland). En el tiempo que fue abad, se mandaron tres colonias de monjes y se fundaron monasterios: Pipewell (1143), Roche (1147) y Sawley (1148).

La vida de Capgrave nos dice que sus propios monjes lo acusaron de mala conducta y que viajó al extranjero (1147-48) para defenderse ante san Bernardo; mas se duda de la veracidad de esta historia, que pudo haber surgido de un deseo de asociar personalmente al santo inglés con el máximo de los cistercienses.
Su tumba en la iglesia de Newminster se convirtió en objeto de peregrinaje.

Fuente: «Vidas de los santos», Alban Butler

Gargrave, localidad del distrito de Craven, en Yorkshire, fue el lugar de nacimiento de san Roberto. Tras de haber recibido las órdenes sacerdotales, fue rector en Gargrave durante un tiempo y después tomó el hábito de los benedictinos en Whitby. Algo más tarde, obtuvo el permiso de su abad para unirse a otros monjes de la abadía de Saint Mary, en York, quienes se habían agrupado, autorizados por el arzobispo Thurston, y en los terrenos que le habían sido cedidos, con el propósito de dar nueva vida a la estricta regla benedictina. Ahí, en la mitad del invierno, en condiciones de extrema pobreza, sobre el desnudo suelo del valle de Skeldale, fundaron los monjes un monasterio que, más tarde, llegaría a ser famoso como Fountains Abbey (Abadía de las Fuentes), nombre que se le dio en relación con unos manantiales que había en las proximidades. Por su expreso deseo, los monjes estaban afiliados a la reforma del Cister, y Fountains se convirtió, con el tiempo, en una de las casas más fervientes de la orden. El espíritu de la santa alegría imperaba sobre una vida de ejercicios de devoción, alternados con los duros trabajos manuales.

En un sitio prominente entre los monjes se hallaba san Roberto, en razón de su santidad, su austeridad y la dulzura inmutable de su carácter. «En sus modales era extremadamente modesto -dice la Crónica de Fountains-, lleno de gentileza cuando estaba en compañía, misericordioso en los juicios y ejemplar en la santidad y sabiduría de sus conversaciones».
Ralph de Merly, el señor de la región de Morpeth, visitó la abadía en 1138, cinco años después de su fundación, y quedó tan hondamente impresionado por la virtud de los hermanos, que decidió construir un monasterio para el Cister en sus propiedades. Para habitar en la nueva casa, conocida con el nombre de abadía de Newminster, lord Morpeth sacó de Fountains a doce monjes y, para gobernarlos, se nombró abad a san Roberto. El santo conservó el puesto hasta su muerte. A fuerza de trabajo constante, logró que la abadía floreciese de manera tan extraordinaria, que, para 1143, pudo fundar una segunda casa en Pipewell, en Northamptonshire y, más tarde, otras dos en Sawley y en Roche.

Como hombre entregado a la meditación y a la plegaria que era, escribió un comentario sobre los Salmos que, desgraciadamente, no ha sobrevivido. Se le habían otorgado dones sobrenaturales y tenía poder sobre los malos espíritus. Hay una anécdota que ilustra el espíritu de mortificación de que estaba dotado. Se sometía a ayunos tan rigurosos durante la Cuaresma, que, en una ocasión, al llegar la Pascua, ya había perdido enteramente el apetito. «¡Ay, padre mío! ¿Por qué no queréis comer?», le preguntó entristecido el hermano encargado del refectorio. «Creo que me comería un panecillo de avena con mantequilla», repuso el abad. En cuanto le trajeron lo que había pedido, no se atrevió a locarlo, por considerar que, si lo hacía, era como ceder a la gula y, a fin de cuentas, ordenó que se diera el panecillo a los pobres. En la puerta del convento recibió el pan un joven y hermoso peregrino, quien inmediatamente desapareció, con todo y el plato. Cuando el hermano tornero trataba de dar explicaciones plausibles sobre la desaparición del recipiente, el mismo plato quedó de pronto sobre la mesa, frente al abad. Todo el mundo afirmó que el hermoso peregrino que se comió el panecillo era un ángel.

Afirman las crónicas que, en su juventud, san Roberto estudió en París, y registran un segundo viaje suyo al continente, cuando fue blanco de algunas críticas por parte de sus monjes, en relación con ciertos informes falsos sobre mala administración de su abadía, y decidió ir a visitar a san Bernardo para ponerle en claro las cosas. Pero éste, que evidentemente conocía a fondo a san Roberto, resolvió que no había necesidad de desmentir las necias acusaciones ni de defenderse contra los cargos. La mencionada visita debe haber tenido lugar en 1147 o 1148, puesto que por entonces y antes de regresar a Inglaterra, se entrevistó san Roberto con el Papa Eugenio III. El abad de Newminster visitaba a menudo al ermitaño san Godrico, por quien sentía particular afecto. La noche en que san Roberto murió, san Godrico vio ascender su alma al cielo como una bola de fuego. La fecha era el 7 de junio de 1159. La fiesta de san Roberto se conmemora en la diócesis de Hexham.

Dichosos los misericordiosos, porque obtendrán misericordia

Santo Evangelio según san Mateo 5, 1-12. Lunes X del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, nos permitas que sea un desmemoriado; hazme recordar todas las veces que tu amor y tu gracia han borrado mi pecado, para que así, pueda ofrecer un corazón bondadoso y misericordioso a mis hermanos.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 5, 1-12

En aquel tiempo, cuando Jesús vio a la muchedumbre, subió al monte y se sentó. Entonces se le acercaron sus discípulos. Enseguida comenzó a enseñarles, y les dijo:

«Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos. Dichosos los que lloran, porque serán consolados. Dichosos los sufridos, porque heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque obtendrán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque se les llamará hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.

Dichosos serán ustedes cuando los injurien, los persigan y digan cosas falsas de ustedes por causa mía. Alégrense y salten de contento, porque su premio será grande en los cielos, puesto que de la misma manera persiguieron a los profetas que vivieron antes que ustedes».

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Durante nuestra juventud hicimos muchas elecciones y, dentro de ellas, muchas no fueron muy sabias. Fueron más bien tontas e inmaduras. Esto a pesar de que nuestros padres nos orientaban y aconsejaban para que no cometiéramos errores. Pero a pesar de ellos, considerábamos que nosotros teníamos la razón. Esto se debe a que no teníamos una visión completa y madura de las cosas, dada nuestra corta edad.

Lo que llama la atención es que, ahora que somos adultos, seguimos cometiendo errores en incluso más graves. ¿Por qué? Porque ignoramos los consejos de Dios, que lejos de ser prohibiciones como los llaman muchos, son los consejos de un Padre amoroso lleno de misericordia que sabe qué es lo que verdaderamente nos conviene. Cuando Él nos dice sean misericordiosos, es porque sabe que sólo así seremos felices, ¡dichosos! Sólo así podemos esperar que Dios tenga misericordia de nosotros.

Señor, ayúdame a encontrar la verdadera felicidad que se encuentra en el dar y no tanto en el recibir, en el amar y no tanto en el ser amado.

«¡Ese es el camino! Pero para eso hace falta sacrificio, hace falta andar contracorriente. Las Bienaventuranzas que leímos hace un rato son el plan de Jesús para nosotros. El plan… Es un plan contracorriente. Jesús les dice: “Felices los que tienen alma de pobre”. No dice: “Felices los ricos, los que acumulan plata”. No. Los que tienen el alma de pobre, los que son capaces de acercarse y comprender lo que es un pobre. Jesús no dice: “Felices los que lo pasan bien”, sino que dice: “Felices los que tienen capacidad de afligirse por el dolor de los demás”. Y así, yo les recomiendo que lean después, en casa, las Bienaventuranzas, que están en el capítulo quinto de San Mateo».

(Discurso de S.S. Francisco, 12 de julio de 2015).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Haré la experiencia de servir a alguien que se encuentre en una necesidad para salir de mí mismo y de mis problemas que sólo me mantienen en un egoísmo nervioso y estresante.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Las bienaventuranzas

Los Evangelistas las entienden como el núcleo de la felicidad que Cristo promete a los que le siguen.

La continua predicación y enseñanza de Jesús por estos parajes ha quedado formulada en un único texto, resumen o compendio asequible de aquello que los Evangelistas entienden como el núcleo de la felicidad que Cristo promete a los que le siguen. Son las bienaventuranzas. Se llaman así porque de modo armónico e insistente explica las características de los justos en el nuevo reino. Veamos estas bienaventuranzas e intentemos captar el contenido más hondo.

"Al ver Jesús a las multitudes, subió al monte; se sentó y se le acercaron sus discípulos; y abriendo su boca les enseñaba diciendo:

Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el Cielo: de la misma manera persiguieron a los profetas que os precedieron"(Mt).

Jesús, el bienaventurado
Lo que Jesús muestra en las bienaventuranzas es a Él mismo. Él es el bienaventurado, el santo, la plenitud de la nueva ley. El cumplimiento de la ley del nuevo reino de Dios consistirá en seguirle, en imitarle, en ser igual que Él en la medida de lo posible.

Una mirada más profunda nos lleva a ver en Jesús al pobre, que sin nada vino al mundo y sin nada se irá, siendo señor de todo lo creado. Es el manso y el pacífico, que se manifiesta, animando, reconciliando a los hombres con Dios, entre sí y en su interior. Las lágrimas ocuparán un lugar en su vida y será consolado por ángeles antes del sacrificio redentor. Es el hambriento y el sediento de la nueva justicia, que como don divino se derramará sobre la tierra. Sembrador de misericordia, alcanzará el perdón a los contritos de corazón y a las ovejas perdidas. Su limpieza de corazón llegará hasta la ausencia de todo amor propio, en un amor verdadero que se derramará sobre todos los hombres. Él es el Hijo de Dios, en una generación eterna de tal plenitud que es consustancial al Padre, “el Padre y yo somos uno” dirá más adelante. Además, será el perseguido por enseñar la senda del amor que el mundo no puede entender, porque está lleno de pecado. Y en la octava bienaventuranza, vemos a Cristo enclavado en la cruz, el sacrificio perfecto entre el cielo y los hombres, salvando a todos. Cristo en las bienaventuranzas se muestra a sí mismo como camino de la nueva felicidad.

Una moral nueva

Todo este aluvión de luz, de verdad y de vida, debía ser comunicado a los hombres de un modo gradual. De entrada, la mayoría no podía soportar tanta verdad pues era necesario romper los esquemas antiguos. Por eso, Cristo se revela veladamente, manifestándose a través de una moral nueva, la moral de las bienaventuranzas. En un primer nivel les dice que serán felices y justos si saben vivir con pobreza, con mansedumbre, con ánimo pacífico y pacificador, con corazón misericordioso, siendo limpios de corazón y llenos de rectitud de intención en lo más íntimo; que los que tienen hambre y sed de justicia la recibirán, igual que si saben llorar y llevar bien las persecuciones. Nunca ha hecho felices a los hombres el ansia de dinero o de poder, ni el espíritu violento, ni la rebeldía ante las dificultades, ni el corazón sucio y retorcido, ni el alma inmisericorde o duro, que no sabe sufrir con los que sufren, ni el rencor ante las persecuciones. La felicidad sólo puede estar en el amor verdadero, y las bienaventuranzas marcan la senda de un amor rico en matices que abarca las situaciones reales de la vida.

El premio
Por otra parte el premio es extraordinario: el Reino de los cielos, con lo que significa de poseer la tierra, ser consolados, ser saciados de justicia, alcanzar misericordia, ver a Dios, ser llamados hijos de Dios y, al morir, una gran recompensa en los cielos. Esta es la plenitud del reino de Dios que Cristo anuncia. Más no se puede pedir. El reino de las bienaventuranzas es la plenitud humana alcanzada como don de Dios a los que quieren creer y vivir la nueva vida y la nueva alianza. Al final de los tiempos los justos vivirán esa bienaventuranza de un modo pleno.

Verdaderamente, es feliz el que sabe ser pobre y vivir desprendido de las cosas de la tierra, libre de las ataduras del deseo y del ansia de posesión.

Es feliz el que al llorar, recibe el consuelo de saber que sus sufrimientos no son inútiles y sin sentido, sino que se pueden convertir en un sacrificio que ayude a salvar a otros hombres en una comunión espiritual de los santos.
Es feliz quien tiene dominio interior de sus pasiones, en una mansedumbre, que es poder sereno, lejos de la violencia.
Es feliz el que sabe que todos los deseos de justicia y amor serán saciados con abundancia.
Es feliz quien tiene buen corazón con el que sufre, en el alma o en el cuerpo, y es tratado con una misericordia que, unas veces es perdón y otras caricia.
Es feliz el que mira al mundo, las personas o a Dios, con mirada limpia, y entiende las cosas con visión sobrenatural.
Es feliz quien siembra paz y concordia entre los hombres, para que aprendan a amarse, también cuando son poco amables.
Puede ser feliz, incluso, el perseguido por ser fiel a Dios, ya que así puede asemejarse a Jesús, que es el inocente que paga las deudas de los pecadores porque los quiere con un amor que les eleva más que les juzga.

En un juego de antítesis, Jesús enunciará, en otra ocasión, cuatro ayes como lo opuesto al espíritu de las bienaventuranzas:
"¡Ay de vosotros los ricos, porque ya habéis recibido vuestro consuelo!
¡Ay de vosotros los que ahora estáis hartos, porque tendréis hambre!
¡Ay de vosotros los que ahora reís, porque gemiréis y lloraréis!
¡Ay cuando los hombres hablen bien de vosotros, pues de este modo, se comportaban sus padres con los falsos profetas!"
(Lc)


El amor verdadero frente al pecado

Son lamentos por los que se dejan llevar por el espíritu del mundo, por el egoísmo y la falta de amor. Jesús desvela el amor verdadero frente al pecado y al mal amor del que busca sólo lo propio.

Debe temer a quien pone su corazón en las cosas de la tierra; pues todas le serán quitadas, y se le secará el corazón. El que se sacia, buscando sólo bienes materiales, experimentará el vacío en el alma.

La sal y la luz
Como consecuencia de esta nueva moral de amor pleno, Jesús anuncia a los que crean que serán sal de la tierra y luz del mundo. El mundo y los hombres se salvarán de la corrupción si sus discípulos saben llevar ese mensaje a todas las realidades humanas con su palabra y, sobre todo, con su vida.

"Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa ¿con qué se salará? No vale sino para tirarla fuera y que la pisotee la gente.

¿Cómo alimento mi alma?

Necesito preocuparme por los alimentos que llegan a mi alma.

Sócrates recibió una visita inesperada. Un joven inquieto ansiaba estudiar con el famoso sofista Protágoras, recién llegado a la ciudad de Atenas. Sócrates quedó sorprendido por el entusiasmo del joven, y quiso ayudarle a reflexionar. ¿Conoces a la persona a la que vas a entregar tu alma, a la que vas a pagar para que te dé clases y te instruya?

Para hacer ver la importancia de estas preguntas, Sócrates expuso un ejemplo: Si vas al mercado y no sabes si los alimentos son buenos, puedes llevarlos a casa en un paquete, y luego preguntas a tus familiares o a algún experto si son de calidad o si es mejor no comerlos. En cambio, si vas a una conferencia y pagas por escuchar a alguien que no conoces, lo que recibas queda en tu alma y ya nadie puede quitarlo de allí, se trate de verdades valiosas o de mentiras llenas de veneno.
Estas ideas, ofrecidas por Platón al inicio de uno de sus Diálogos, nos ponen ante un tema importante. Vivimos en un mundo en el que las informaciones llegan por todos lados. En la prensa y en la televisión, en la radio y en internet: miles de noticias, editoriales, programas informativos, lecturas, están a nuestra disposición.

Hoy puedo encontrar un texto sobre las mejores maneras de perder el peso. Y quizá mañana me encuentro con la sorpresa de que estoy siguiendo una dieta muy peligrosa para la salud. Mañana escucho que Fulano es un personaje que ha robado mucho dinero en su empresa. Dos días después desmienten la noticia, pero no me entero y en mi corazón ha nacido un odio intenso hacia Fulano. Pasado mañana veo un programa televisivo en el que me dicen que acaban de encontrar la tumba donde está enterrado Jesús de Nazaret. A las pocas horas, se descubre que la noticia es uno de tantos montajes llenos de sospechas y vacíos de pruebas, pero en más de un espectador la duda ha quedado dentro de su corazón.

La pregunta de Sócrates es realmente seria: ¿me preocupo por los alimentos que doy a mi alma? ¿A quiénes les doy el “pase” para que formen e informen mi inteligencia y mis sentimientos? Es fácil encontrar a personas que dedican varias horas a la semana a ver telenovelas llenas de vaciedad o de tópicos más o menos entretenidos, mientras que no encuentran tiempo para leer libros serios y bien documentados sobre los temas más importantes: la vida y la muerte, la justicia y la política, la filosofía y la religión.

Nos encontramos, así, con adolescentes y adultos, con jóvenes y ancianos, cuyas almas han recibido un alimento muy pobre. Incluso en ocasiones, con personas que se creen instruidas porque han leído libros llenos de sofismas, publicados por autores famosos pero carentes de verdadero sentido científico, de seriedad y de amor a la verdad.

La peor forma de ignorancia, repetía una y otra vez Sócrates, es creer saber cuando no se sabe. Es estar en el error pensando que uno tiene la verdad. No es fácil curar esa forma de ignorancia, precisamente porque uno dice que no necesita médico, que tiene muy buena formación, que ya sabe todo sobre todo...

Nos hace mucha falta un nuevo Sócrates que quite nuestras falsas seguridades, que nos saque de nuestras perezas, que nos impulse a buscar, sin miedo, la verdad. Aunque uno tenga que apagar televisores llenos de imágenes más o menos atractivas y vacíos de contenidos de valor. Aunque uno tenga que invertir menos en las novelas de moda y más en libros serios y verdaderamente formativos.

Si me preocupo por tomar alimentos sanos y por seguir una dieta balanceada, también necesito preocuparme por los alimentos que llegan a mi alma. Para tener así buena salud, para no dejarme engañar por ideas lanzadas al aire para manipular los corazones, para aprender a pensar no seguir impresiones, sino según verdades.

Esta es la mejor manera de alimentar el alma mientras vivimos aquí, en esta tierra efímera y emocionante. Y, sobre todo, esta es la mejor manera para caminar hacia la vida eterna con la ayuda de aquellas verdades que permiten entrar en ese cielo donde es admitido sólo quien ha vivido en la búsqueda continua de la justicia, del amor, de la verdad.

Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en lo alto de un monte; ni se enciende una luz para ponerla debajo de un celemín, sino sobre un candelero a fin de que alumbre a todos los de la casa. Alumbre así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los Cielos"(Mt).

El mundo movido por el pecado se mueve en la corrupción y en la oscuridad. El sabor y la claridad en el camino vendrán de quien sepa ser como Cristo en su nueva moral de amor pleno.

Sagrado Corazón de Jesús

Adoramos el Corazón de Cristo porque es el corazón del Verbo encarnado, del Hijo de Dios hecho hombre

Explicación de la fiesta

La imagen del Sagrado Corazón de Jesús nos recuerda el núcleo central de nuestra fe: todo lo que Dios nos ama con su Corazón y todo lo que nosotros, por tanto, le debemos amar. Jesús tiene un Corazón que ama sin medida.

Y tanto nos ama, que sufre cuando su inmenso amor no es correspondido.

La Iglesia dedica todo el mes de junio al Sagrado Corazón de Jesús, con la finalidad de que los católicos lo veneremos, lo honremos y lo imitemos especialmente en estos 30 días.

Esto significa que debemos vivir este mes demostrandole a Jesús con nuestras obras que lo amamos, que correspondemos al gran amor que Él nos tiene y que nos ha demostrado entregándose a la muerte por nosotros, quedándose en la Eucaristía y enseñándonos el camino a la vida eterna.

Todos los días podemos acercarnos a Jesús o alejarnos de Él. De nosotros depende, ya que Él siempre nos está esperando y amando.

Debemos vivir recordandolo y pensar cada vez que actuamos: ¿Qué haría Jesús en esta situación, qué le dictaría su Corazón? Y eso es lo que debemos hacer (ante un problema en la familia, en el trabajo, en nuestra comunidad, con nuestras amistades, etc.).

Debemos, por tanto, pensan si las obras o acciones que vamos a hacer nos alejan o acercan a Dios.

Tener en casa o en el trabajo una imagen del Sagrado Corazón de Jesús, nos ayuda a recordar su gran amor y a imitarlo en este mes de junio y durante todo el año.

Origen de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús

Santa Margarita María de Alacoque era una religiosa de la Orden de la Visitación. Tenía un gran amor por Jesús. Y Jesús tuvo un amor especial por ella.

Se le apareció en varias ocasiones para decirle lo mucho que la amaba a ella y a todos los hombres y lo mucho que le dolía a su Corazón que los hombres se alejaran de Él por el pecado.
Durante estas visitas a su alma, Jesús le pidió que nos enseñara a quererlo más, a tenerle devoción, a rezar y, sobre todo, a tener un buen comportamiento para que su Corazón no sufra más con nuestros pecados.

El pecado nos aleja de Jesús y esto lo entristece porque Él quiere que todos lleguemos al Cielo con Él. Nosotros podemos demostrar nuestro amor al Sagrado Corazón de Jesús con nuestras obras: en esto precisamente consiste la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.

Las promesas del Sagrado Corazón de Jesús:

Jesús le prometió a Santa Margarita de Alacoque, que si una persona comulga los primeros viernes de mes, durante nueve meses seguidos, le concederá lo siguiente:

1. Les daré todas las gracias necesarias a su estado (casado(a), soltero(a), viudo(a) o consagrado(a) a Dios).
2. Pondré paz en sus familias.
3. Los consolaré en todas las aflicciones.
4. Seré su refugio durante la vida y, sobre todo, a la hora de la muerte.
5. Bendeciré abundantemente sus empresas.
6. Los pecadores hallarán misericordia.
7. Los tibios se harán fervorosos.
8. Los fervorosos se elevarán rápidamente a gran perfección.
9. Bendeciré los lugares donde la imagen de mi Corazón sea expuesta y venerada.
10. Les daré la gracia de mover los corazones más endurecidos.
11. Las personas que propaguen esta devoción tendrán su nombre escrito en mi Corazón y jamás será borrado de Él.
12. La gracia de la penitencia final: es decir, no morirán en desgracia y sin haber recibido los Sacramentos.

Oración de Consagración al Sagrado Corazón de Jesús

Podemos conseguir una estampa o una figura en donde se vea el Sagrado Corazón de Jesús y, ante ella, llevar a cabo la consagración familiar a su Sagrado Corazón, de la siguiente manera:

Señor Jesucristo, arrodillados a tus pies,
renovamos alegremente la Consagración
de nuestra familia a tu Divino Corazón.

Sé, hoy y siempre, nuestro Guía,
el Jefe protector de nuestro hogar,
el Rey y Centro de nuestros corazones.

Bendice a nuestra familia, nuestra casa,
a nuestros vecinos, parientes y amigos.

Ayúdanos a cumplir fielmente nuestros deberes, y participa de nuestras alegrías y angustias, de nuestras esperanzas y dudas, de nuestro trabajo y de nuestras diversiones.

Danos fuerza, Señor, para que carguemos nuestra cruz de cada día y sepamos ofrecer todos nuestros actos, junto con tu sacrificio, al Padre.

Que la justicia, la fraternidad, el perdón y la misericordia estén presentes en nuestro hogar y en nuestras comunidades.

Queremos ser instrumentos de paz y de vida.

Que nuestro amor a tu Corazón compense,
de alguna manera, la frialdad y la indiferencia, la ingratitud y la falta de amor de quienes no te conocen, te desprecian o rechazan.

Sagrado Corazón de Jesús, tenemos confianza en Ti.
Confianza profunda, ilimitada.

Sugerencias para vivir la fiesta:

Poner una estampa del Sagrado Corazón de Jesús, algún pensamiento y la oración para la Consagración al Sagrado Corazón de Jesús.

Hacer una oración en la que todos pidamos por tener un corazón como el de Cristo.

observar la actitud de Jesús como fruto de su Corazón.

Consulta también

El Sagrado Corazón de Jesús, una devoción permanente y actual.
Un corazón Traspasado
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Apóstoles del Sagrado Corazón

Especial del Sacrado Corazón Acipresnsa:

Recursos sobre el Sagrado Corazón de Jesús:

Meditaciones del 6 al 10 de junio del Sagrado Corazón de Jesús con audio

Meditación y oración para cada día del mes de Junio, dedicado a Sagrado Corazón

Nardo del 6 de Junio:

¡Oh Sagrado Corazón, valiente y obediente!


Nardo del 6 de Junio:

¡Oh Sagrado Corazón, valiente y obediente!


Meditación: Oh Delicioso Señor, que nos enseñaste desde Tu ímpetu juvenil a combatir, cuando a Tu Madre confiaste, a Tus dulces doce años, que a los doctores explicabas las cosas de Tu Padre. Eras apenas un niño, pero en Ti el Amor había vencido a todo temor, ya que cumplías con obediencia el Querer de Quien te había enviado. No importaban los escarnios, las burlas ni tu pequeñez, pues la Sabiduría y el Amor habían de vencer. ¡Que vergüenza la de mi pobre alma siempre llena de temor para defender las cosas de mi Dios, tanto con la voz como con el testimonio que doy! ¿Y no es el miedo acaso falta de Fe?, pues yo nada soy, todo lo es y lo hace el Señor. Entonces si El habita en mí, y me hace vivir, sólo tengo que servir para llegar a ser un instrumento y un puente hacia el Cielo.

Jaculatoria:¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!
¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

Florecilla: Seamos discípulos del Señor haciéndolo conocer más y más, prediquemos a un hermano para que pueda encontrar a Cristo en su corazón.

Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.

Nardo del 7 de Junio:

¡Oh Sagrado Corazón, qué sensible y sencillo sos!


Meditación: Me parece entrever por una ranura de la casa de Nazaret a un Joven trabajador que con habilidad modelaba un rústico trozo de madera; en el aire se percibe un rico olor a viruta fresca…parece absorto. De repente y ante una suave voz levanta Su cabeza…es el Rostro de Mi Señor, que diligente y obediente responde al llamado de Su Madre. En la otra habitación, en su lecho un anciano agonizante respira agitadamente…es el pobre papá José. En la Mirada Amorosa de aquel Joven Niño se reflejan tanto amor, tanto dolor, tanta paz. Entre tiernos cuidados y santas lágrimas José inicia su marcha, hasta que se abra la Puerta de la Morada Santa.

¿Somos capaces de imitar la sencillez y el amor que el Señor prodigó a todos los que tocó en Su vida terrena?. ¿O escapamos en el mundo de hoy del cuidado de los ancianos y necesitados?. Justificándonos en que tenemos nuestro trabajo y en que no podemos angustiarnos tanto, ni siquiera podemos dar una sonrisa para aquel que agoniza. ¡Tenemos que vivir…vivir para morir!. Amar de verdad es dar todo hasta desgarrar nuestro mísero corazón en ofrenda al Señor, como lo hizo el Redentor.

Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!
¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

Florecilla: Demos cuidado y amor a un anciano necesitado, como lo hizo y lo hace el Señor.

Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.

¡Oh Sagrado Corazón, que enviaste al Espíritu Santo!

Meditación: Jesús que nos enviaste tu Santo Espíritu, que nos permitiste por Tu inmenso Amor ser templos del mismo Dios, para así vivir en Ti y recibir a la Divinidad en nuestra pobre casa, llenándola de gracias. Que seamos vasijas de barro, purificadas por el Fuego ardiente de Dios, para que Sus dones se derramen en nuestras almas. ¡Oh que sublime posesión sería ésta, ser poseídos por el Espíritu Divino que nos guía y renueva como verdadera Iglesia!.

Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!
¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

Florecilla: Pidamos la efusión del Espíritu Santo sobre cada uno de nosotros y sobre toda la Iglesia.
"Ven, Espíritu Santo, ven, por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, Tu Amadísima Esposa, ven¨" (se repite tres veces).

Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.

Nardo del 9 de Junio

¡Oh Sagrado Corazón, fuente inagotable de amor!

Meditación: Jesús tanto nos amó que no sólo hasta Su última gota de Sangre derramó, obedeciendo la Voluntad del Padre que lo envió, sino que también desde la Cruz nos dejó a Su Santísima Madre, a la más Bella Mujer que jamás existiría, para que sea nuestra guía. En Pentecostés, Ella, confirmando su apostolado, está reunida con los discípulos esperando la venida del Paráclito, cumpliendo así con lo señalado por su Divino Hijo. Así la Criatura más Perfecta, la Inmaculada, la Llena de Gracia, se convierte en Madre de la Iglesia, participando del misterio de la Corredención. Ella ve con dolor y con amor todas las asechanzas, tropiezos y persecuciones que el enemigo prepara frente a nosotros, interponiéndose para nuestra protección como la Mujer Vestida de Sol, y señalando el camino del regreso de Cristo.

Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!
¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

Florecilla: Recemos el Rosario a la Santísima Virgen, para que sea nuestra protectora y nuestra guía.

Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.

Nardo del 10 de Junio

¡Oh Sagrado Corazón, modelo de virtudes sos!


Meditación: Jesús, que desde pequeño fuiste perfecto, que corrías y cantabas dando al mundo esperanza, pues ya se acercaba la Primera Santa Pascua. La Luz del Sol se ocultaba en Tu interior, cubierta con pétalos de humildad y obediencia al Creador. ¿Por qué no entendemos los hombres que tenemos que imitarte, que es un honor llevar Tu imagen, y que debemos dejarnos modelar por Tus Benditas Manos de Carpintero, para llegar a ser a semejanza de Nuestro Maestro?. ¡Qué honor el nuestro!. Pero qué bajo que caemos, pues cuan pocos son los que quieren ser como Cristo, Nuestro Rey Divino. Cambiemos nuestro pobre corazón por Su Sagrado Corazón, sabiendo que recibiremos todos los gozos, pues así el Señor habitará en nosotros, y tendremos la dicha de participar en la Santa Llaga, pues la humanidad hoy le clava nuevamente en Su Sagrado Corazón la lanza.

Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!
¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

Florecilla: Leamos la Santa Palabra para conocer más profundamente cómo es Nuestro Señor, y así llegar a ser Su imitación.

Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.

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