¿Qué es lo que veo en la cruz, Señor?
- 15 Junio 2021
- 15 Junio 2021
- 15 Junio 2021
Si el mundo supiera realmente lo que es el amor
Santo Evangelio según san Mateo 5, 43-48. Martes XI del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Cada día que pasa me voy dando cuenta que estoy hecho para el amor… Enséñame a amar, Señor.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 5, 43-48
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Han oído ustedes que se dijo: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo. Yo, en cambio, les digo: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian y rueguen por los que los persiguen y calumnian, para que sean hijos de su Padre celestial, que hace salir su sol sobre los buenos y los malos, y manda su lluvia sobre los justos y los injustos.
Porque si ustedes aman a los que los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen eso mismo los publicanos? Y si saludan tan sólo a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen eso mismo los paganos? Ustedes, pues, sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Si el mundo supiera lo que es el amor, cuántas cosas cambiarían. Si el mundo supiera…
Si el mundo mirara más de cerca la cruz de Cristo…si tan sólo la mirara más detenidamente… más atentamente; podría aprender, podría comprender.
¿Qué es lo que veo en la cruz, Señor? Puede ser que, sin la ayuda de la fe, sólo me quede en lo terreno, en lo humano, en el sentimiento, pero… ¿si veo un poco más atento…?
Veo a Alguien que ha dado todo sin necesitar hacerlo y sin esperar nada a cambio; veo amor desinteresado. Veo dolor, pero también esperanza; escucho el silencio del que ama, pues cuando alguien ama no hay palabra que lo exprese… que lo abarque. Veo donación, libertad… totalidad.
En la cruz no hay espacio para el egoísmo, pues cuando se vive de amor, sólo se vive para el otro, se muere por el otro… todo se da por el otro.No veo espacio para distinción, pues esos brazos abiertos me indican que lo único que comprende todo y a todos, es el amor.
No veo espacio para las guerras, para el poder o la búsqueda de riquezas, pues ante la desnudez y la soledad del verdadero Rey encuentro lo que realmente es importante… y que al mundo le es difícil comprender.
Si el mundo supiera lo que es el amor… si viéramos más atentamente la cruz, encontraríamos lo que estamos buscando; encontraríamos la perfección en el amor.
Si supiéramos lo que es el amor…
«Por todas partes, y sobre todo allí donde reina la violencia, el odio, la injusticia y la persecución, los cristianos estamos llamados a ser testigos de este Dios que es Amor. Al mismo tiempo que animo a los sacerdotes, consagrados y laicos de este país, que viven las virtudes cristianas, incluso heroicamente, reconozco que a veces la distancia que nos separa de ese ideal tan exigente del testimonio cristiano es grande. Por eso rezo haciendo mías las palabras de san Pablo: “Que el Señor los colme y los haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos”. En este sentido, lo que decían los paganos sobre los cristianos de la Iglesia primitiva ha de estar presente en nuestro horizonte como un faro: “Miren cómo se aman, se aman de verdad”». (Homilía de S.S. Francisco, 29 de noviembre de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Intentaré hacer un acto de caridad a una persona con la que me es difícil tratar o no me salga de manera natural.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
El arte de amar a los enemigos
¿Cómo es posible perdonar?: También nosotros, todos nosotros, tenemos enemigos, todos. Algunos enemigos débiles, algunos fuertes.
Por: SS Francisco
(Fragmento Homilía Papa Francisco de la misa celebrada el martes 18 de junio, por la mañana, en la capilla de la Domus Sanctae Marthae.)
Amar a nuestros enemigos, a quienes nos persiguen y nos hacen sufrir es difícil; ni siquiera es un "buen negocio", porque nos empobrece. Sin embargo este es el camino indicado y recorrido por Jesús para nuestra salvación.
¿Cómo es posible perdonar?: También nosotros, todos nosotros, tenemos enemigos, todos. Algunos enemigos débiles, algunos fuertes. También nosotros muchas veces nos convertimos en enemigos de otros; no les queremos. Jesús nos dice que debemos amar a los enemigos.
No se trata de una tarea fácil y generalmente, pensamos que Jesús nos pide demasiado. Pensamos: "Dejemos estas cosas a las monjas de clausura que son santas o a alguna otra alma santa". No es la actitud justa. «Jesús dice que se debe hacer esto porque sino sois como los publicanos, como los paganos, y no sois cristianos».
¿Cómo se puede amar «a quienes toman la decisión de bombardear o matar a tantas personas? ¿Cómo se puede amar a aquellos que por amor al dinero no permiten que las medicinas lleguen a quien la necesita, a los ancianos, y les dejan morir?». Aún más: «¿Cómo se puede amar a las personas que buscan sólo su interés, su poder y hacen tanto mal?».
No sé «cómo se puede hacer. Pero Jesús nos dice dos cosas: primero, mirar al Padre. Nuestro Padre es Dios: hace salir el sol sobre malos y buenos; hace llover sobre justos e injustos. Nuestro Padre, por la mañana, no dice al sol: "Hoy ilumina a estos y a estos; a estos no, déjales en sombra". Dice: "Ilumina a todos". Su amor es para todos, su amor es un don para todos, buenos y malos. Y Jesús concluye con este consejo: "Sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial".
Por lo tanto, la indicación de Jesús consiste en imitar al Padre en la perfección del amor. Él perdona a sus enemigos. Hace todo por perdonarles. Pensemos en la ternura con la que Jesús recibe a Judas en el huerto de los Olivos, cuando entre los discípulos se pensaba en la venganza.
La venganza, es ese plato tan rico cuando se come frío; y por ello esperamos el momento preciso para realizarla. «Pero esto no es cristiano. Jesús nos pide amar a los enemigos. ¿Cómo se puede hacer? Jesús nos dice: rezad, rezad por vuestros enemigos. La oración hace milagros; y esto vale no sólo cuando tenemos enemigos; sino también cuando percibimos alguna antipatía, «alguna pequeña enemistad». Entonces es necesario rezar, porque «es como si el Señor viniera con el óleo y preparara nuestro corazón para la paz».
Pero «ahora desearía dejaros una pregunta, a la cual cada uno puede responder en su corazón: ¿rezo por mis enemigos? ¿Rezo por quienes no me quieren? Si decimos que sí, yo os digo: ¡adelante!, reza más, porque éste es un buen camino. Si la respuesta es no, el Señor dice: ¡pobrecillo! También tú eres enemigo de los demás. Entonces es necesario rezar para que el Señor cambie su corazón».
Debemos mirar más el ejemplo de Jesús: «Conocéis, en efecto, la gracia de la que habla hoy el apóstol Pablo: de rico que era, se hizo pobre por vosotros, para que vosotros llegarais a ser ricos por medio de su pobreza. Es verdad: el amor a los enemigos nos empobrece, nos hace pobres, como Jesús, quien, cuando vino, se abajó hasta hacerse pobre. Tal vez no es un "buen negocio" o al menos no lo es según la lógica del mundo. Sin embargo «es el camino que recorrió Dios, el camino que recorrió Jesús» hasta conquistarnos la gracia que nos ha hecho ricos.
Este es el misterio de la salvación: con el perdón, con el amor hacia el enemigo nos hacemos más pobres. Pero esa pobreza es semilla fecunda para los demás, como la pobreza de Jesús llegó a ser gracia y salvación para todos nosotros.
Pensemos en nuestros enemigos, en quien no nos quiere. Sería hermoso si ofreciéramos la misa por ellos, si ofreciéramos el sacrificio de Jesús por quienes no nos aman. Y también por nosotros, para que el Señor nos enseñe esta sabiduría: tan difícil pero también tan bella, y que nos hace semejantes a su Hijo, quien al abajarse se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza.
Quien no reconoce a los pobres traiciona a Jesús. No sólo limosna, sino justicia
Mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial de los Pobres.
“Los creyentes, cuando quieren ver y palpar a Jesús en persona, saben a dónde dirigirse, los pobres son sacramento de Cristo, representan su persona y remiten a él”. Es lo que escribe el Papa en su Mensaje para la V Jornada Mundial de los Pobres que se celebrará el 14 de noviembre sobre el tema: «A los pobres los tienen siempre con ustedes» (Mc 14,7).
En el texto, el Papa recuerda las críticas de Judas por el hecho de que una mujer derramara sobre Su cabeza un perfume muy valioso, que valía unos 300 denarios, una suma -dice el apóstol traidor- que se podía dar a los pobres. En realidad, señala el evangelista Juan, «Esto no lo dijo porque le importaran los pobres, sino porque era ladrón y, como tenía la bolsa del dinero en común, robaba de lo que echaban en ella» (12,5-6). Francisco subraya con fuerza: “quienes no reconocen a los pobres traicionan la enseñanza de Jesús y no pueden ser sus discípulos”. Los pobres - observa - están “en el centro del camino de la Iglesia”.
El año pasado, además, - observa – se añadió otra plaga que produjo ulteriormente más pobres: la pandemia. Esta sigue tocando a las puertas de millones de personas y, cuando no trae consigo el sufrimiento y la muerte, es de todas maneras portadora de pobreza. “Algunos países, a causa de la pandemia, están sufriendo gravísimas consecuencias, de modo que las personas más vulnerables están privadas de los bienes de primera necesidad. Las largas filas frente a los comedores para los pobres son el signo tangible de este deterioro”. Es necesario encontrar “las soluciones más adecuadas para combatir el virus a nivel mundial, sin apuntar a intereses partidistas”. En particular, “es urgente dar respuestas concretas a quienes padecen el desempleo, que golpea dramáticamente a muchos padres de familia, mujeres y jóvenes”. Se necesitan solidaridad y “proyectos de promoción humana a largo plazo.
El Papa advierte: “Un estilo de vida individualista es cómplice en la generación de pobreza, y a menudo descarga sobre los pobres toda la responsabilidad de su condición. Sin embargo, la pobreza no es fruto del destino sino consecuencia del egoísmo”. El llamamiento de Francisco es contundente: “se requiere un enfoque diferente de la pobreza. Es un reto que los gobiernos y las instituciones mundiales deben afrontar con un modelo social previsor, capaz de responder a las nuevas formas de pobreza que afectan al mundo y que marcarán las próximas décadas de forma decisiva. Si se margina a los pobres, como si fueran los culpables de su condición, entonces el concepto mismo de democracia se pone en crisis y toda política social se vuelve un fracaso. Con gran humildad deberíamos confesar que en lo referente a los pobres somos a menudo incompetentes. Se habla de ellos en abstracto, nos detenemos en las estadísticas y se piensa en provocar conmoción con algún documental. La pobreza, por el contrario, debería suscitar una planificación creativa”.
Lo que dice Jesús: «A los pobres los tienen siempre con ustedes» (Mc 14,7) -afirma el Papa- “es una invitación a no perder nunca de vista la oportunidad que se ofrece de hacer el bien”, pero “no se trata de aliviar nuestra conciencia dando alguna limosna, sino más bien de contrastar la cultura de la indiferencia y la injusticia con la que tratamos a los pobres”. De hecho, “la limosna es ocasional, mientras que el compartir es duradero”. “La primera corre el riesgo de gratificar a quien la realiza y humillar a quien la recibe; el segundo refuerza la solidaridad y sienta las bases necesarias para alcanzar la justicia”.
Francisco parafrasea lo escrito en la Evangelii gaudium donde dice “no a una economía de la exclusión y la inequidad”, “no” a una economía que mata: “para un sistema económico que pone en el centro los intereses de algunas categorías privilegiadas” los pobres, de hecho, “constituyen una carga intolerable”. Y “un mercado que ignora o selecciona los principios éticos crea condiciones inhumanas que se abaten sobre las personas que ya viven en condiciones precarias. Se asiste así a la creación de trampas siempre nuevas de indigencia y exclusión, producidas por actores económicos y financieros sin escrúpulos, carentes de sentido humanitario y de responsabilidad social”.
Para los cristianos -insiste el Papa- existe un “vínculo inseparable” entre “Jesús, los pobres y el anuncio del Evangelio”. “El rostro de Dios que Él revela, de hecho, es el de un Padre para los pobres y cercano a los pobres. Toda la obra de Jesús afirma que la pobreza no es fruto de la fatalidad, sino un signo concreto de su presencia entre nosotros. No lo encontramos cuando y donde quisiéramos, sino que lo reconocemos en la vida de los pobres, en su sufrimiento e indigencia, en las condiciones a veces inhumanas en las que se ven obligados a vivir. No me canso de repetir que los pobres son verdaderos evangelizadores porque fueron los primeros en ser evangelizados y llamados a compartir la bienaventuranza del Señor y su Reino (cf. Mt 5,3). Los pobres de cualquier condición y de cualquier latitud nos evangelizan, porque nos permiten redescubrir de manera siempre nueva los rasgos más genuinos del rostro del Padre”.
El Papa concluye su Mensaje citando las palabras de don Primo Mazzolari: “Quisiera pedirles que no me pregunten si hay pobres, quiénes son y cuántos son, porque temo que tales preguntas representen una distracción o el pretexto para apartarse de una indicación precisa de la conciencia y del corazón. [...] Nunca he contado a los pobres, porque no se pueden contar: a los pobres se les abraza, no se les cuenta» (“Adesso” n. 7 – 15 abril 1949)”.
Ver cada día la felicidad de los abuelos, que midiendo sus fuerzas son capaces de dar toda su sabiduría y ternura a los pequeños que van llegando a este mundo da mucha alegría
Ante la importancia que hoy, con la integración de la mujer en la vida laboral, tienen los abuelos en la educación de los hijos, reflexionaremos sobre unas actitudes necesarias para sacar adelante esta realidad que a muchos abuelos nos toca asumir. El desarrollo de este tema es también el fruto de mi experiencia personal y de la de otros abuelos.
Este verano, leíamos en la prensa una noticia impresionante: unos abuelos salvaban en un accidente ferroviario a sus dos nietos de 6 y 8 años. Ellos dieron su vida al proteger con sus cuerpos los de los pequeños. A mí me recordó aquella frase del Evangelio: "No hay amor más grande que el de aquél que da su vida por sus amigos", y pensé en tantos otros abuelos que también la dan minuto a minuto, día a día, para que los hijos de sus hijos reciban ternura y afecto ante las ausencias necesarias de los progenitores. Seguramente, los abuelos, que murieron con tanta generosidad, también habían dedicado mucho de su tiempo a aquellos pequeños. Aquel gesto no era fruto de un impulso sino del cariño real para con Abdelaziz y Aceitar, nombre de los supervivientes de este hecho real.
Hoy se habla mucho desde el punto de vista médico del "síndrome de la abuela esclava". La abuela que sólo procura por los hijos, que no se atreve a decir que está agotada por el exceso de responsabilidades en que se encuentra inmersa, y que no se queja porque tiene miedo de no ser útil. Finalmente, con esta situación acaba enfermando. Es posible que eso suceda porque las abuelas siguen teniendo el mismo espíritu maternal de cuándo eran madres (se dice que son dos veces madres) y creen que tienen más conocimientos que sus hijos. En cambio, debido a la edad, les cuesta más recuperarse del esfuerzo físico También, en algunas ocasiones, el abuelo puede ser el gran ausente en esta tarea, ya que, debido a defectos de otras épocas, ha dejado todo el referente del hogar a su mujer y se inhibe totalmente de ayudar.
A la hora de hablar de ayudas, es mejor utilizar la palabra compartir. Compartir a los hijos. Compartir a los nietos. Por lo tanto, compartir el trabajo, compartir las aficiones, compartir los buenos momentos y los no tan buenos, compartir lo que se tiene y la experiencia. Cuando uno sabe pedir complace al otro porque puede compartir. Las abuelas han de saber pedir ayuda a tiempo, antes de que por agotamiento no puedan hacer nada más. Y los hijos jóvenes, que necesitan de la abuela, tienen que estar más atentos al peligro de quedarse sin ella. Los hombres tienen que comprender que encontrarán mucha satisfacción cuidando a sus nietos. Todos los que lo hacen disfrutan de este gran don que es entregarse, sin prisas, sobre todo si se ha llegado a la jubilación laboral.
Para transmitir serenidad y paz al matrimonio joven, tienen que ser muy prudentes y no interferir en sus relaciones. La autonomía y la independencia de los hijos casados tiene que valorarse mucho, así como los objetivos educativos que tengan para sus hijos tienen que respetarse, ya que la responsabilidad es de ellos y no de los abuelos. Este hecho no excluye que cuando los nietos estén en casa de los abuelos tengan que seguir el orden material que sea costumbre en la casa de los mayores. En este tema, para no tener problemas generacionales, tiene que mantenerse una buena comunicación entre abuelos e hijos, sabiendo pasar por alto pequeñas banalidades, distinguiendo lo que es esencial de lo que es accesorio.
El hábitat natural de la persona es su familia. Por eso, se hace patente que allí dónde prioritariamente la gente mayor se puede encontrar realizada es con los suyos. No puede centrarse en ella misma, ni hablar siempre de que las cosas han cambiado demasiado, sino que tiene que adaptarse con flexibilidad a estos cambios. Todos hemos visto la afinidad que hay, en muchas ocasiones, entre un adolescente -la edad de más inseguridad- y sus abuelos. Ver cada día la felicidad de los abuelos, que midiendo sus fuerzas son capaces de dar toda su sabiduría y ternura a los pequeños que van llegando a este mundo da mucha alegría. Para llevar a término todo lo que hemos reflexionado hay que tener una actitud positiva, para resolver problemas sin susceptibilidades, y una actitud participativa para saber dar y recibir. No fuera el caso que estuviéramos paseándonos por casa diciendo: "pobrecita de mí, cómo sufro y lo poco que me quejo".
Nardo del 15 de Junio
¡Oh Sagrado Corazón, Corazón del Uno y Trino Dios!
Meditación: Corre una brisa fresca y parece que junto al pequeño río algo de naturaleza despierta...es el Jordán...un pequeño gentío, allí está el Bautista...se acerca imponente mi Jesús, sin pompas, con sencillez pues es el Verdadero Rey. Se miran, se dicen unas pocas palabras y en ese instante el Cielo habla...se abrieron los Cielos y descendió el Espíritu de Dios. Al mismo tiempo se oyó una Voz que desde el Cielo dijo: "Este es Mi Hijo, el Amado, este es Mi Elegido" (Mateo 3-16).
La misma Trinidad se presentaba en la tierra Santa, mostrándonos en lo pequeño un gran misterio. Tres personas distintas y Un sólo Dios. Jesús, al decirle Sus discípulos "muéstranos al Padre" respondería: "hace tanto tiempo estoy entre ustedes y todavía no me conocen". Nuestra limitada naturaleza no puede entender la ilimitada magnificencia de Dios, Uno en el Otro está, y el mismo Corazón es de nuestro Unico Dios. Pidamos al Corazón del Hijo conocer el Amor del Padre, y encerrarnos en El, cubiertos con las Alas del Espíritu Santo.
Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!
¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.
Florecilla: Hagamos la oración de los pastorcitos de Fátima: Oh Dios mío, yo creo, espero, adoro y Os amo y Os pido perdón por todos los que no creen, no esperan, no adoran y no Os aman (repetir tres veces). Santísima Trinidad, Padre Hijo y Espíritu Santo, Os adoro profundamente y Os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los Tabernáculos de la tierra en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales El mismo es ofendido, y por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y por la intercesión del Inmaculado Corazón de María Os pido por la conversión de los pecadores. Amén
Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.
SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, EN TI CONFÍO, MÁS AUMENTA MI FE
¿Mártires o kamikazes?
Las sirenas de las ambulancias rasgan con sus bemoles de urgencia el fino velo del silencio. Chirridos de ruedas, gritos desaforados, lloriqueos lastimeros, charcos de sangre. El ambiente inyectado de temor y miedo. En el suelo yacen abatidos por los hombres-explosivo, gente anónima.
Caricatura blasfema de un verdadero mártir. Los kamikazes palestinos son aventureros exaltados por una idea de liberación. Mercenarios de la locura, venden su vida en un instante mortal, golpean en donde más pueden ofender: la inocencia de los civiles. Matando se matan. Su mortaja es una mochila llena de explosivos y con su rabia irracional debilitan cualquier intento de paz. Sobresale su “valentía” desatinada, respuesta brusca y no pensada a una noble causa... En fin, la cascada de desilusión que genera emana de su confusa desesperación.
Mueren no como mártires, sino como un pobres locos, engañados por slogans fanáticos de algunos de sus compatriotas. Creen dar una solución, y sin embargo, desencadenan, tras su muerte, un torrente impresionante de mayor violencia y odio. La sangre derramada por ellos y en los demás, no regará ningún jardín de paz, quedará estéril en la aridez de la irritación.
En contraste, el verdadero mártir: un bravo caballero que legitima su amor por un ideal. Se esposa con la muerte con sublime dignidad. Da la vida por su ideal. No mata, le arrancan la vida sin que lo busque, pero lo acepta. Recibe con su acto heroico el anillo del desposorio y las arras con las que pagará su entrada al cielo. Es más que nada, el fruto lozano de una amor sincero. Su respuesta es valiente, consoladora, jamás desesperada. Al fin y al cabo nadie tiene mayor amor que el que da la propia vida por sus amigos. Muere destilando en el ambiente la fragancia del amor. Fecunda el mal con el bien.
La diferencia es tan grande... El martirio es la exaltación de la perfecta humanidad y de la verdadera vida de la persona, como atestiguaba un mártir de Antioquía: “Por favor, hermanos, no me privéis de esta vida (celestial), no queráis que muera… dejad que pueda contemplar la luz, entonces seré hombre en pleno sentido. Permitid que imite la pasión de mi Dios”. Los kamicazes, pierden el sentido de la vida y hacen resonar con su mala muerte las palabras del profeta: “¡Ay, los que llamáis al mal bien, y al bien mal; que dan oscuridad por luz, y luz por oscuridad; que dan amargo por dulce, y dulce por amargo!”
¡Qué gran diferencia entre un kamikaze y verdadero mártir! Es un gran error confundir una acto de despecho, la del kamikaze, con una vocación de mártir recibida de lo alto. Una nace abortada del hombre, otra viene benditamente donada por Dios. Es tan grande la diferencia, como el abismo que separa el odio del amor.
La seguridad aniquilada que ha reinado desde el 11 de septiembre urge que soplen con furor los nuevos vientos. No las armas, no las bombas ni los pérfidos tanques y las montañas de palabras de truncados planes de paz, sino el verdadero viento divino del perdón, de la comprensión, del diálogo envuelto en la aureola del amor.
Santa María Micaela, la aristócrata que se preocupó de las prostitutas
Dejó su vida acomodada y fundó las Adoratrices. Su misión es adorar a Cristo en la Eucaristía y velar por las mujeres en riesgo de exclusión
Santa María Micaela Desmaisières y López de Dicastillo nació en Madrid el 1 de enero de 1809. Era de familia noble. Su madre era camarista de la reina María Luisa de Parma, esposa de Carlos IV. Ella tenía el título de vizcondesa de Jorbalán.
Desde muy joven destacó por un profundo amor a la Eucaristía y por la preocupación por los más necesitados. Visitando el hospital de san Juan de Dios, conoció las salas de enfermedades de transmisión sexual y vio la explotación y el desamparo en que vivían las prostitutas. María Micaela decide entonces, en abril de 1845, abrir una primera casa de atención para que estas mujeres puedan recuperar una vida digna. En Pentecostés de 1847 recibió una gracia mística que la une a Cristo en la Eucaristía. Prescindió de la Junta de Señoras que había colocado al frente de la casa de atención a las prostitutas, y en 1850 asumió la dirección y fue a vivir con ellas. Les buscó maestras que las alfabetizaran y les dieran educación. En 1856 recibió la aprobación eclesiástica de la obra religiosa que había fundado y reunió a un primer grupo de mujeres que seguían esta llamada. Será la Congregación de las Adoratrices, Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Caridad. Su misión es la de Adoración-Liberación. Viven la adoración de Cristo en la Eucaristía y al mismo tiempo la atención a mujeres en riesgo de exclusión social.
Muerte heroica en pandemia
Santa María Micaela, que tomó el nombre de Madre Sacramento, fundó varios colegios en España. En agosto de 1865 se enteró de que a Valencia había llegado la pandemia de cólera y acudió para ayudar a las religiosas y las colegialas. En este acto heroico se contagió y murió el día 24 de agosto de ese mismo año.
Hoy la Congregación de las Adoratrices está en 24 países.
La fiesta de santa María Micaela se celebra el 15 de junio.
Oración a Santa María Micaela
Tú fuiste la sonrisa del Sagrario;
te pedimos que se nos pegue la locura por la Eucaristía
que nos morimos de cuerdos.
Jesús en la Eucaristía era tu pasión dominante,
tu delirio y tu locura. Tú supiste ver en el sagrario
cómo se derramaba la gracia del Señor sobre la tierra.
Toda tu vida y la de tus hermanas
estuvo centrada en la mesa de la Palabra
y el pan de la vida. En la Eucaristía encontraste
el anuncio más conmovedor de un Amor
que se da como alimento y de una transformación del mundo
que puede realizarse verdaderamente.
Tu creíste firmemente en las palabras de Jesús,
compartiste plenamente su mandato
y te dejaste implicar en el espléndido proyecto de salvación
que el Señor Jesús inauguró en la historia.
Tu vida nos vuelve a presentar
el testimonio de fe en la presencia del Hijo de Dios
en la vida de la Iglesia, centrada en la Eucaristía.
Fascinada por el misterio eucarístico,
consagraste toda tu vida transfigurándola
en un acto de adoración.
Concédenos mirar el rostro de Cristo,
para que, iluminados por la luz del Resucitado,
los bautizados podamos contemplar
el mundo y la historia de sus pueblos
con ojos pascuales,
reflejando el gozo de ser discípulos de Cristo,
camino, verdad y vida.
Es hora, por tanto, de volver a la escuela de Cristo,
para aprender de él la lección de una vida buena y feliz,
también en esta tierra.
Tú eres nuestro modelo.
Amén.