Cuidado con los falsos profetas
- 23 Junio 2021
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José Cafasso, Santo
Presbítero, 23 de junio
Martirologio Romano: En Turín, en el Piamonte, Italia, san José Cafasso, presbítero, que se dedicó a la formación espiritual y cultural de los futuros clérigos, y a reconciliar con Dios a los presos encarcelados y a los condenados a muerte. († 1860)
Fecha de beatificación: 3 de mayo de 1925 por el Papa Pío XI
Fecha de canonización: 22 de junio de 1947 por el Papa Pío XII
Breve Biografía
Este humilde sacerdote fue quizás el más grande amigo y benefactor de San Juan Bosco y, de muchos seminaristas pobres más, uno de los mejores formadores de sacerdotes del siglo XIX.
Nació en 1811 en el mismo pueblo donde nació San Juan Bosco. En Castelnuovo (Italia). Una hermana suya fue la mamá del Beato José Alamano, fundador de la comunidad de los Padres de la Consolata.
Desde niño sobresalió por su gran inclinación a la piedad y a repartir ayudas a los pobres.
En el año 1827, siendo Caffaso seminarista se encontró por primera vez con Juan Bosco. Cafasso era de familia acomodada del pueblo y Bosco era de una vereda y absolutamente pobre. Don Bosco narra así su primer encuentro con el que iba a ser después su Benefactor, su defensor y el que mejor lo comprendiera cuando los demás lo despreciaran: "Yo era un niño de doce años y una víspera de grandes fiestas en mi pueblo, vi junto a la puerta del templo a un joven seminarista que por su amabilidad me pareció muy simpático. Me acerqué y le pregunté: ´¿Reverendo: no quiere ir a gozar un poco de nuestras fiestas?´. Él con una agradable sonrisa me respondió: ´Mira, amiguito: para los que nos dedicamos al servicio de Dios, las mejores fiestas son las que se celebran en el templo´.
Yo, animado por su bondadoso modo de responder le añadí: ´Sí, pero también en nuestras fiestas de plaza hay mucho que alegra y hace pasar ratos felices´. Él añadió: ´Al buen amigo de Dios lo que más feliz lo hace es el participar muy devotamente de las celebraciones religiosas del templo´. Luego me preguntó qué estudios había hecho y si ya había recibido la sagrada comunión, y si me confesaba con frecuencia. Enseguida abrieron el templo, y él antes de despedirse me dijo: ´No se te olvide que para el que quiere seguir el sacerdocio nada hay más agradable ni que más le atraiga, que aquello que sirve para darle gloria a Dios y para salvar las almas´. Y de manera muy amable se despidió de mí. Yo me quedé admirado de la bondad de este joven seminarista. Averigüé cómo se llamaba y me dijeron: ´Es José Cafasso, un muchacho tan piadoso, que ya desde muy pequeño en el pueblo lo llamaban -el santito".
Cafasso que era un excelente estudiante tuvo que pedir dispensa para que lo ordenaran de sacerdote de sólo 21 años, y en vez de irse de una vez a ejercer su sacerdocio a alguna parroquia, dispuso irse a la capital, Turín, a perfeccionarse en sus estudios. Allá había un instituto llamado El Convictorio para los que querían hacer estudios de postgrado, y allí se matriculó. Y con tan buen resultado, que al terminar sus tres años de estudio fue nombrado profesor de ese mismo instituto, y al morir el rector fue aclamado para reemplazarlo, y estuvo de magnífico rector por doce años hasta su muerte.
San José Cafasso formó más de cien sacerdotes en Turín, y entre sus alumnos tuvo varios santos. Se propuso como modelos para imitar a San Francisco de Sales y a San Felipe Neri, y sus discípulos se alegraban al contestar que su comportamiento se asemejaba grandemente al de estos dos simpáticos santos.
En aquel entonces habían llegado a Italia unas tendencias muy negativas que prohibían recibir sacramentos si la persona no era muy santa (Jansenismo) y que insistían más en la justicia de Dios que en su misericordia (rigorismo).
El Padre Cafasso, en cambio, formaba a sus sacerdotes en las doctrinas de San Alfonso que insiste mucho en la misericordia de Dios, y en las enseñanzas de San Francisco de Sales, el santo más comprensivo con los pecadores. Y además a sus alumnos sacerdotes los llevaba a visitar cárceles y barrios supremamente pobres, para despertar en ellos una gran sensibilidad hacia los pobres y desdichados.
Cuando el niño campesino Juan Bosco quiso entrar al seminario, no tenía ni un centavo para costearse los estudios. Entonces el Padre Cafasso le costeó media beca, y obtuvo que los superiores del seminario le dieran otra media beca con tal de que hiciera de sacristán, de remendón y de peluquero. Luego cuando Bosco llegó al sacerdocio, Cafasso se lo llevó a Turín y allá le costeó los tres años de postgrado en el Convictorio. El fue el que lo llevó a las cárceles a presenciar los horrores que sufren los que en su juventud no tuvieron quién los educara bien. Y cuando Don Bosco empezó a recoger muchachos abandonados en la calle, y todos lo criticaban y lo expulsaban por esto, el que siempre lo comprendió y ayudó fue este superior. Y al ver la pobreza tan terrible con la que empezaba la comunidad salesiana, el Padre Cafasso obtenía ayudas de los ricos y se las llevaba al buen Don Bosco. Por eso la Comunidad Salesiana ha considerado siempre a este santo como su amigo y protector.
En Turín, que era la capital del reino de Saboya, las cárceles estaban llenas de terribles criminales, abandonados por todos. Y allá se fue Don Cafasso a hacer apostolado. Con infinita paciencia y amabilidad se fue ganando los presos uno por uno y los hacía confesarse y empezar una vida santa. Les llevaba ropa, comida, útiles de aseo y muchas otras ayudas, y su llegada a la cárcel cada semana era una verdadera fiesta para ellos.
San José Cafasso acompañó hasta la horca a más de 68 condenados a muerte, y aunque habían sido terribles criminales, ni uno sólo murió sin confesarse y arrepentirse. Por eso lo llamaban de otras ciudades para que asistiera a los condenados a muerte. Cuando a un reo le leían la sentencia a muerte, lo primero que pedía era: "Que a mi lado esté el Padre Cafasso, cuando me lleven a ahorcar" (Un día se llevó a su discípulo Juan Bosco, pero éste al ver la horca cayó desmayado. No era capaz de soportar un espectáculo tan tremendo. Y a Cafasso le tocaba soportarlo mes por mes. Pero allí salvaba almas y convertía pecadores).
La primera cualidad que las gentes notaban en este santo era "el don de consejo". Una cualidad que el Espíritu Santo le había dado para saber aconsejar lo que más le convenía a cada uno. Por eso a su despacho llegaban continuamente obispos, comerciantes, sacerdotes, obreros, militares, y toda clase de personas necesitadas de un buen consejo. Y volvían a su casa con el alma en paz y llena de buenas ideas para santificarse. Otra gran cualidad que lo hizo muy popular fue su calma y su serenidad. Algo encorvado (desde joven) y pequeño de estatura, pero en el rostro siempre una sonrisa amable. Su voz sonora, y encantadora. De su conversación irradiaba una alegría contagiosa (que San Juan Bosco admiraba e imitaba grandemente). Todos elogiaban la tranquilidad inmutable del Padre José. La gente decía: "Es pequeño de cuerpo, pero gigante de espíritu". A sus sacerdotes les repetía: "Nuestro Señor quiere que lo imitemos en su mansedumbre".
Desde pequeñito fue devotísimo de la Sma. Virgen y a sus alumnos sacerdotes los entusiasmaba grandemente por esta devoción. Cuando hablaba de la Madre de Dios se notaba en él un entusiasmo extraordinario. Los sábados y en las fiestas de la Virgen no negaba favores a quienes se los pedían. En honor de la Madre Santísima era más generoso que nunca estos días. Por eso los que necesitaban de él alguna limosna especial o algún favor extraordinario iban a pedírselo un sábado o en una fiesta de Nuestra Señora, con la seguridad de que en honor de la Madre de Jesús, les concedería su petición.
Un día en un sermón exclamó: "qué bello morir un día sábado, día de la Virgen, para ser llevados por Ella al cielo". Y así le sucedió: murió el sábado 23 de junio de 1860, a la edad de sólo 49 años.
Su oración fúnebre la hizo su discípulo preferido: San Juan Bosco.
El Papa Pío XII canonizó a José Cafasso en 1947, y nosotros le suplicamos a tan bondadoso protector que logremos imitarlo en su simpática santidad.
Antes de morir escribió esta estrofa: "No será muerte sino un dulce sueño para ti, alma mía, si al morir te asiste Jesús, y te recibe la Virgen María". Y seguramente así le sucedió en realidad.
Santo Evangelio según san Mateo 7, 15-20. Miércoles XII del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
En el recinto más profundo de mi alma hay una morada que exclusivamente Tú habitas. En el lugar más reservado de mi corazón, donde el rumor del mundo no alcanza, puedo encontrar tu voz que me dice «ven a mí». Heme aquí, Dios mío, con el mejor deseo, con el mayor anhelo de encontrarme contigo. Gracias por llamarme a ti.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 7, 15-20
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Cuidado con los falsos profetas. Se acercan a ustedes disfrazados de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los cardos?
Todo árbol bueno da frutos buenos y el árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos y un árbol malo no puede producir frutos buenos. Todo árbol que no produce frutos buenos es cortado y arrojado al fuego. Así que por sus frutos los conocerán”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Puesto que todo árbol bueno da frutos buenos, todo cristiano está llamado a dar el amor de Cristo, cuyo árbol fue la cruz, y cuyos frutos son miles de mártires, testigos de su amor. Hoy también Dios me ha destinado a ser su testigo, mártir de la entrega en cada instante. Me ha llamado a ser fermento en la sociedad, semilla de su Reino que germine bajo la luz de la caridad y ofrezca sombra a tantas almas, que aún no han conocido el rostro misericordioso de Dios.
Me ha llamado a ser profeta de este mundo, a ser mensajero de Cristo, portador de su consuelo, el único y verdadero. Me ha elegido para ser testigo de las realidades futuras, peregrino en camino hacia la patria eterna, con pies militantes en la tierra, cargando con amor la cruz en mis hombros y mirándote, Señor, clavado por mí.
Misionero de tu Reino, apóstol de tu corazón, voz de tu misericordia, anunciante de la buena nueva, de la hermosa noticia: un Señor tengo como Dios: Jesucristo, verdadero hombre, verdadero Dios, que vivió como yo y murió para que resucite un día como Él, para otorgarme su gracia, para mostrarme su perdón, para enseñarme el único y verdadero amor, aquél que brota de la cruz, que convierte el sufrimiento en fruto de gracias que culminan en el amor a Dios y a los demás.
«Como consecuencia una persona que así unida hace tanto bien al prójimo y a la sociedad, es una persona cristiana. De estas actitudes, de hecho se reconoce que uno es cristiano, como de los frutos se reconoce el árbol. Los frutos de esta unión con Jesús son maravillosos: toda nuestra persona es transformada por la gracia del Espíritu: alma, inteligencia, voluntad, afectos, y también el cuerpo, porque nosotros somos una unidad de espíritu y cuerpo. Recibimos un nuevo modo de ser, la vida de Cristo se vuelve también la nuestra: podemos pensar como Él, actuar como Él, ver el mundo y las cosas con los ojos de Jesús. Como consecuencia, podemos amar a nuestros hermanos, a partir de los más pobres y sufridores, como él lo ha hecho, y amarlos con su corazón y llevar así al mundo frutos de bondad, de caridad y de paz».
(Homilía de S.S. Francisco, 3 de mayo de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy realizaré un sacrificio especial de abstinencia y lo ofreceré al Señor por mis hermanos cristianos perseguidos en Medio Oriente.
Despedida.
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. ¡Cristo, Rey nuestro! ¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia. Ruega por nosotros. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Ni relativismo laicista ni fanatismo intransigente
El Reino de Dios no se impone con el hierro ni el fuego, sino que se cimenta en la Cruz de Cristo, que es la que nos redime. Nuestra mejor vacuna contra el fanatismo siempre será el amor.
Cicerón, en su Epistolae ad familiares, escribió: "Stultorum plena sunt omnia"; que significa algo así como que "en todas partes abundan los necios". Tal vez sea yo uno de esos necios: que nadie piense que este es el ejercicio de soberbia de un tipo con complejo de superioridad. Nada de eso. Pero es verdad que hay muchas almas cortas incapaces de entender la complejidad de la realidad; personas incapaces de captar la amplia gama de grises que hay entre el blanco y el negro y que tienen la necesidad de estar permanentemente juzgando al prójimo y etiquetándolo con rótulos tan simples como falsos.
Cuando llegué a Murcia para dirigir el Colegio CEU San Pablo, alguien, sin conocerme y maliciosamente, había hecho correr el bulo de que yo era una especie de integrista fanático y peligroso: algo así como un ayatolá del catolicismo o la reencarnación de Torquemada. Fíjense hasta qué punto se llegó, que mi hija mayor llegó a casa asustada, a los dos o tres días de empezar a clase: "Papá: en el colegio están diciendo cosas horribles de ti. Dicen que vas a poner la falda del uniforme hasta los tobillos y que vas a prohibir ir a la piscina". Obviamente, mi hija me conoce y sabía que todo aquello era un puro esperpento. La mentira duró el escaso tiempo que tardaron los profesores, los padres y los alumnos en conocerme un poco. En pocas semanas, se puso de manifiesto la mala fe de la mentira, porque "antes se coge al mentiroso que al cojo". Y después de unos pocos años, creo que no miento al afirmar que me marché del CEU con el afecto y el cariño de la mayoría de profesores, padres y alumnos (aunque, como es obvio, nunca llueva a gusto de todos); y con la cabeza alta y la conciencia tranquila.
Pero siempre habrá quien confunda la integridad con el integrismo y el fanatismo con la búsqueda de la Verdad. Dice la Encíclica Lumen Fidei del Papa Francisco, en su punto 34:
"La verdad de un amor no se impone con la violencia, no aplasta a la persona. Naciendo del amor puede llegar al corazón, al centro personal de cada hombre. Se ve claro así que la fe no es intransigente, sino que crece en la convivencia que respeta al otro. El creyente no es arrogante; al contrario, la verdad le hace humilde, sabiendo que, más que poseerla él, es ella la que le abraza y le posee. En lugar de hacernos intolerantes, la seguridad de la fe nos pone en camino y hace posible el testimonio y el diálogo con todos".
Los católicos conocemos la Verdad, que es Cristo: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida". Y no tenemos miedo a la verdad porque la Verdad es Dios. Por eso, fue la Iglesia quien fundó las primeras universidades. Nosotros no somos enemigos de la ciencia ni de la filosofía. Cuanto más cerca estemos de la Verdad, más cerca estaremos de Dios. Y por eso, debemos combatir las mentiras: Satanás es el Padre de la Mentira.
Pero nuestra verdad - esa Verdad que nos posee a nosotros, más que poseerla nosotros a ella - es la verdad del amor. La Verdad de Dios es el Amor: esa es la esencia de nuestro Creador y Señor. Y el amor no se impone por la fuerza ni se usa como arma arrojadiza contra los demás. En 1936, Ramiro de Maeztu lo expresaba maravillosamente en un artículo titulado, precisamente, "Dios es amor":
"Pero es que muchas gentes no se han enterado de que Dios es amor. Si fuera meramente poder estaría en sus manos hacer un mundo en el que desaparecieran los dolores y los males. Todos los hombres seríamos entonces para con Dios lo que son para nosotros los perros cariñosos y obedientes. Nos quieren mucho, lo queremos mucho; pero nuestro amor es solamente de misericordia. No es el amor que tenemos a nuestros hijos cuando pueden ser malos y son buenos. Entonces surge el amor pleno y satisfecho, que es el amor de complacencia. Y Dios quisiera poder querernos con ese amor de complacencia. Para eso nos hizo libres. Acaso para eso hizo tan hermoso el mundo y sus criaturas".
Efectivamente, Dios nos hizo a su imagen y semejanza. Y nos creó libres:
"El hombre puede dirigirse hacia el bien sólo en la libertad, que Dios le ha dado como signo eminente de su imagen: Dios ha querido dejar al hombre en manos de su propia decisión, para que así busque espontáneamente a su Creador y, adhiriéndose libremente a éste, alcance la plena y bienaventurada perfección. La dignidad humana requiere, por tanto, que el hombre actúe según su conciencia y libre elección, es decir, movido e inducido por convicción interna personal y no bajo la presión de un ciego impulso interior o de la mera coacción externa". Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 135.
El respeto a la dignidad de todo ser humano implica necesariamente el respeto a su libertad. No podemos obligar a nadie a creer en nada ni a dejar de creer. La fe se propone con la palabra y el ejemplo; pero no se impone violentando la libertad del prójimo. El respeto a la libertad del otro va mucho más allá de ese concepto "progre" de "tolerancia" que tanto se invoca a todas horas: "tolerar" implica sufrir aquello que no se soporta; "Respetar", en cambio, entraña veneración y miramiento hacia el prójimo.
Lo cierto es que ser un católico normal cada vez resulta más complicado. Para los laicistas somos unos integristas porque, por mucho que se empeñen, no aceptaremos jamás la dictadura del relativismo. La dignidad de la persona no se puede relativizar. El sufrimiento del parado no es relativo. El dolor de los emigrantes y de los refugiados no es relativo. Que el aborto consista en matar a un ser humano inocente no nacido no es relativo ni "consensuable". Que haya miles de hombres, mujeres y niños que sufran cada día el hambre, la explotación laboral, la represión de las dictaduras, el espanto inhumano de la esclavitud o la crueldad de la guerra, tampoco es relativo. Los católicos defendemos principios que no son negociables y eso para los fieles de las ideologías ateas resulta intolerable.
Pero también hay sectores ultratradicionalistas, filolefevristas y ultras en general (son pocos; pero haberlos, hay los) que no se acaban de enterar de que Dios es Amor y de que el hombre es libre. Para ellos, católicos como yo somos liberales echados a perder y merecedores de las penas del infierno por preferir la democracia a los regímenes dictatoriales y autoritarios, sean estos de derechas o de izquierdas; fascistoides, teocráticos o comunistas. No entienden ese concepto de "sana laicidad" sobre el que tanto predicó Benedicto XVI y añoran una España católica, con Inquisición y Caudillo incluidos, que si Dios quiere, no volverá nunca. Evangelizar consiste en anunciar a Cristo, sin imposiciones ni coacciones, para santificar la vida de España y del mundo; y eso pasa por la conversión de cada uno. Pero no habrá auténtica conversión sin una decisión libre de la persona, sin una adhesión libre a Cristo (y ello con la gracia de Dios: el puro voluntarismo tampoco es suficiente).
La incomprensión la está sufriendo también el Papa Francisco: los progres manipulan a diario sus palabras para hacer que el Santo Padre diga lo que a ellos les gustaría que dijera, pero nunca dijo. A muchos les gustaría que el Papa se pronunciara a favor del aborto, del matrimonio homosexual o del divorcio; pero el Papa es el Papa y no va a dejar de predicar la santa doctrina de la Iglesia. Y también hay unos cuantos ultratradicionalistas, filolefevristas y ultras en general que consideran al Papa Francisco como un hereje a quien tachan poco menos que de ser el Anticristo (para algunos lo es sin la menor duda). Porque a los ultras les gustaría también que el Santo Padre fuera lo que ellos quisieran que fuera y no lo que es. El Papa anuncia un Dios que es Amor, un Dios que es un Padre misericordioso que no quiere aplastar la voluntad de sus hijos, aunque muchas veces la empleemos mal. Y eso hay quien no lo entiende. El Reino de Dios no se impone con el hierro ni el fuego, sino que se cimenta en la Cruz de Cristo, que es la que nos redime. Nuestra mejor vacuna contra el fanatismo siempre será el amor.
En fin: siempre habrá quien confunda integrismo y fanatismo con autenticidad, coherencia o integridad; o quien, por el contrario, equivoque la cruz con la espada; o la fe, con la hoguera. Entretanto, y aunque caigamos mil veces, tratemos de seguir siendo fieles a Cristo y a su Iglesia y procuremos amar a nuestro prójimo. También a los necios, aunque se empeñen en ponernos etiquetas: unos que si integristas, los otros que si liberales
Allá ellos. ¡Qué le vamos a hacer! Y es que, como escribió Cicerón en su Epistolae ad familiares: "stultorum plena sunt omnia".
Dios envía ángeles para consolar nuestra soledad
Del mensaje del Papa para la primera Jornada Mundial de los Abuelos y de las Personas Mayores.
Fuente: Vatican News
“Incluso cuando todo parece oscuro, como en estos meses de pandemia, el Señor sigue enviando ángeles para consolar nuestra soledad y repetirnos: ‘Yo estoy contigo todos los días’:
“Esto te lo dice a ti, me lo dice a mí, a todos. Este es el sentido de esta Jornada que he querido celebrar por primera vez precisamente este año, después de un largo aislamiento y una reanudación todavía lenta de la vida social. ¡Que cada abuelo, cada anciano, cada abuela, cada persona mayor – sobre todo los que están más solos— reciba la visita de un ángel!”.
Lo afirma el Papa al dirigirse a los abuelos y ancianos del mundo en su mensaje para esta primera Jornada Mundial dedicada a todos ellos, que se celebra el 25 de julio. El Santo Padre lo dice también en su mensaje de vídeo.
El sueño de Joaquín
Francisco pide al Señor que envíe un ángel a consolar a los ancianos como sucedió con Joaquín, el abuelo de Jesús, “que fue apartado de su comunidad porque no tenía hijos. Su vida – como la de su esposa Ana –fue considerada inútil”. “Pero el Señor le envió un ángel para consolarlo. Mientras él, entristecido, permanecía fuera de las puertas de la ciudad, se le apareció un enviado del Señor que le dijo: ‘¡Joaquín, Joaquín! El Señor ha escuchado tu oración insistente’”.
La pandemia: una dura prueba que ha afectado más a los ancianos
A los abuelos y a los ancianos, el Pontífice les recuerda que "toda la Iglesia está cerca de nosotros" y está cerca de ustedes. “¡Se preocupa por ti, te quiere y no quiere dejarte solo! Y se refiere a la pandemia como una "dura prueba que ha caído sobre la vida de cada persona, pero que nos ha reservado un tratamiento especial", más duro, a los ancianos. Muchos han caído enfermos y ya no están aquí:
“Muchos de nosotros se han enfermado, y tantos se han ido o han visto apagarse la vida de sus cónyuges o de sus seres queridos. Muchos, aislados, han sufrido la soledad durante largo tiempo”.
La oración del Papa para esta Jornada
El Papa afirma que “se necesitan ángeles para devolver los ‘abrazos y las visitas’ a los ancianos. Y recuerda que "en algunos lugares todavía no es posible". En la oración escrita para esta primera Jornada Mundial, el Santo Padre invita a agradecer al Señor el consuelo de su presencia, "incluso en la soledad".
“En este tiempo hemos aprendido a comprender lo importante que son los abrazos y las visitas para cada uno de nosotros, ¡y cómo me entristece que en algunos lugares esto todavía no sea posible!”.
El Señor jamás se jubila
Francisco también invita a reconocer la fidelidad del Señor que relatan los Evangelios, que se reza en los Salmos y que encontraron los profetas.
El Señor, que nos envía mensajeros y llama a los trabajadores a su viña "a todas las horas del día", como hizo con él mismo recuerda el Papa.
“Yo mismo puedo testimoniar que recibí la llamada a ser Obispo de Roma cuando había llegado, por así decirlo, a la edad de la jubilación, y ya me imaginaba que no podría hacer mucho más. El Señor está siempre cerca de nosotros – siempre – con nuevas invitaciones, con nuevas palabras, con su consuelo, pero siempre está cerca de nosotros. Ustedes saben que el Señor es eterno y que nunca se jubila. Nunca”.
La vocación de transmitir la fe a los jóvenes
Francisco introduce así el segundo tema de su mensaje, tras el del ángel consolador: la vocación de los abuelos y los ancianos. Que es la de "custodiar las raíces, transmitir la fe a los jóvenes y cuidar a los pequeños". Y lo subraya: “No importa la edad que tengas, si sigues trabajando o no, si estás solo o tienes una familia, si te convertiste en abuela o abuelo de joven o de mayor, si sigues siendo independiente o necesitas ayuda, porque no hay edad en la que puedas retirarte de la tarea de anunciar el Evangelio, de la tarea de transmitir las tradiciones a los nietos. Es necesario ponerse en marcha y, sobre todo, salir de uno mismo para emprender algo nuevo”.
La fuerza del Espíritu supera toda duda y fatiga
A las naturales dudas de quienes ven agotadas sus energías, de quienes ven difícil empezar a comportarse "de otra manera" cuando a estas alturas "la costumbre se ha convertido en norma", o dedicarse "a los más pobres" cuando ya tienen "tantos pensamientos" para sus familias, o sienten la soledad como una "carga demasiado pesada", el Pontífice responde con una invitación a abrir "el corazón a la obra del Espíritu Santo que sopla donde quiere" y "hace lo que quiere".
Los ancianos son indispensables para construir el mundo del mañana
Francisco retoma cuanto escribió en su encíclica Fratelli tutti, esperando que esta crisis ligada a la pandemia, "no haya sido otro grave acontecimiento histórico del que no hayamos podido aprender". Para que "un dolor tan grande no sea inútil" y podamos dar "un salto hacia una nueva forma de vivir", afirma el Papa, dirigiéndose directamente al abuelo y al anciano:
“En esta perspectiva, quiero decirte que eres necesario para construir, en fraternidad y amistad social, el mundo de mañana: el mundo en el que viviremos – nosotros, y podamos dar "un salto hacia una nueva forma de vivir", afirma el Papa, dirigiéndose directamente al abuelo y al anciano: “En esta perspectiva, quiero decirte que eres necesario para construir, en fraternidad y amistad social, el mundo de mañana: el mundo en el que viviremos – nosotros, y nuestros hijos y nietos – cuando la tormenta se haya calmado. Todos ‘somos parte activa en la rehabilitación y el auxilio de las sociedades heridas’”.
Los tres pilares: sueños, memoria y oración
Una nueva construcción con tres pilares, dice Francisco, "que tú, mejor que otros, puedes ayudar a colocar": sueños, memoria y oración. “El profeta Joel pronunció en una ocasión esta promesa: ‘Sus ancianos tendrán sueños, y sus jóvenes, visiones’”.
“El futuro del mundo reside en esta alianza entre los jóvenes y los mayores. ¿Quiénes, si no los jóvenes, pueden tomar los sueños de los mayores y llevarlos adelante? Pero para ello es necesario seguir soñando: en nuestros sueños de justicia, de paz y de solidaridad está la posibilidad de que nuestros jóvenes tengan nuevas visiones, y juntos podamos construir el futuro”.
A lo que añade: Es necesario que tú también des testimonio de que es posible salir renovado de una experiencia difícil. Y estoy seguro de que no será la única, porque habrás tenido muchas en tu vida, y has conseguido salir de ellas. Aprende también de aquella experiencia para salir ahora de esta.
Memorias de guerras y emigración
Aquí entra en juego el segundo pilar, la memoria: del doloroso recuerdo de la guerra los jóvenes pueden aprender el valor de la paz. El recuerdo de los que tuvieron que emigrar "puede ayudar a construir un mundo más humano, más acogedor". “Pero sin la memoria no se puede construir; sin cimientos nunca construirás una casa. Nunca. Y los cimientos de la vida son la memoria”.
Una oración que protege al mundo
En su oración, el Santo Padre cita a su predecesor, el Papa Benedicto, "un santo anciano que sigue rezando y trabajando por la Iglesia" que, dijo en el año 2012, casi al final de su pontificado: "La oración de los ancianos puede proteger al mundo, ayudándolo quizá más incisivamente que el trabajo de tantos". La voz de Dios: "Yo estoy contigo cada día"
El ejemplo es el del beato – y pronto santo – Charles de Foucauld, quien como ermitaño en Argelia, incluso en la soledad de su propio desierto, demostró que es posible "interceder por los pobres de todo el mundo y convertirse verdaderamente en un hermano y una hermana universales". “Que cada uno de nosotros aprenda a repetir a todos, y especialmente a los más jóvenes, esas palabras de consuelo que hoy hemos oído dirigidas a nosotros: ‘Yo estoy contigo todos los días’. Adelante y ánimo. Que el Señor los bendiga”.
Claves para una vida feliz IV: ama
El amor lo hace todo. La palabra amor es una clave de todos los tiempos
El amor lo hace todo. La palabra amor es una clave de todos los tiempos. Veamos un dato. El filósofo griego Empédocles (495/490 - h.435/430 a. C) consideraba que el origen del mundo se debe al par amor y odio, por el amor se uniría todo y por el odio se corrompería. El amor une, construye y crea novedad. El odio separa y genera la muerte.
Vayamos al primer libro de la Biblia. El génesis nos ofrece los detalles de la creación. El dato bíblico es que el origen de todo el universo se crea por amor. En la cima de toda la obra creatural se encuentra el hombre. En efecto para resaltar el hecho se usa la palabra “hagamos”.
Hay dos modos para entender el universo y el hombre mismo. Estos son: o se entiende con un principio y un fin cuyo motivo es el amor y libertad o se entiende como como una mera existencia sin ningún fundamento personal y mucho.480p
La razón fundante del ser humano está en el amor y para el amor. Todos deseamos ser amados y queremos amar; pero ¿Qué es el amor? ¿Cómo entender la capacidad de amar? ¿Cómo perseverar en el amor? ¿soy realmente amado? Son interrogantes que necesitamos encontrar respuestas.
Podemos definir el amor como aquella capacidad que tiene todo ser libre para adherirse a los bienes que se considera como valioso en sí mismo. Cuánto más alto e importante sea el bien que se considera valioso mayor será el amor y la capacidad para valorarlo así.
Por tanto, el bien mayor que tenemos para amar es algo inmutable, eterno, inmaterial, totalmente bello. Es alguien: Dios, la persona. Los demás son bienes que deben ser amados en razón de instrumentos. Lo material es algo, siempre es medio; es importante, pero no es lo definitivo.
Aquello que realmente hace bella a una persona es su capacidad de comprometerse con aquello que se considera un don. La conquista humana es temporal, pasa y queda en el recuerdo de su vivencia pero ya no puedo poseerla; en el mejor de los casos quedará como una nostalgia del pasado. Sólo cuando se alma a alguien que es plenamente amor, belleza y libertad podemos participar del amor que nos embriaga la vida. No nos confundamos. Cuánto más alto es el bien que amas más alta es tu felicidad.
En conclusión, considero que las claves para una vida feliz son: tus razones para vivir, sé libre y ama. Al final triunfará el amor.
Vio una viuda pobre que echaba dos moneditas
¿Cuántas veces damos solamente para salir del paso, pero ofreciendo sólo sobras?
Daniel 1, 1-6. 8-20: “No hubo ninguno como Daniel, Ananías, Misael y Azarías”
Salmo 3: “Bendito seas para siempre, Señor”
San Lucas 21, 1-4: “Vio una viuda pobre que echaba dos moneditas”
No es nada extraño lo que nos cuenta San Lucas. ¿No lo hemos vivido nosotros de muchas formas? A veces con preocupación, a veces con burla, y otras con desprecio de quienes no son capaces de entenderlo, hemos visto cómo los que menos tienen son los más generosos. Hay quienes se admiran de la generosidad o, algunos dicen, de la imprudencia, para hacer partícipes a los otros de lo poco que tienen. Su casa está siempre abierta, no hay candados ni cadenas, no hay guardianes. Su casa, igual que su corazón, está abierta para el que lo necesita. Lo he experimentado vivamente cuando visito sus comunidades, cuando comparten conmigo su tortilla o su frijol, cuando me ofrecen el cuartito que ocupa toda la familia y que en mi visita generosamente me lo dejan para mí solo.
Con un nudo en la garganta, me dejan admirado y lleno de asombro en sus manifestaciones. Cuando hemos pedido apoyos para personas que han sufrido desastres, se desprenden de lo poquito que tienen y lo presentan alegremente. De muchas formas lo he experimentado y nunca me canso de admirarlo. Por eso en este día quisiera darle gracias a Dios porque en los más pequeños me ha mostrado su más grande generosidad y ha sido bueno conmigo. Pero al mismo tiempo es para mí y para todos nosotros una grande enseñanza. Se necesita un corazón grande para desprenderse de lo que nos es indispensable. Se necesita descubrir en el vecino a un hermano para compartir lo único que tenemos. Y el Señor Jesús en esto resume su invitación: no en dar de lo que nos sobra, sino en compartir lo que necesitamos.
¿Cuántas veces damos solamente para salir del paso, pero ofreciendo sólo sobras? ¿Cuántas veces rehuimos los compromisos? Jesús nos enseña que más que cosas, debemos dar nuestra propia persona, que más que buscar provecho, debemos entregarnos sin condiciones y que más que cuidarnos debemos ser generosos sin medida. Contemplemos esta pobre viuda, imaginemos todo lo que ha significado su donación y aprendamos lo que significa que hay más alegría en dar que en recibir.
Nardo del 23 de Junio
¡Oh Sagrado Corazón, abundancia de Amor!
Meditación: ¡Oh Señor!. Quién pudiera conocerte verdaderamente a Vos, Señor que te hiciste Hombre y pescador, para enseñarnos a trabajar en el Amor. ¡Oh Señor!, que a todos buscas. Tú, el Rey, te sentabas en una barca y desde el lago de Galilea enseñabas Tu Palabra. Tú, que a los leprosos curabas y sanabas las almas. Tu mirada era sólo Amor y ofrenda del dolor que causaba el hedor de las almas putrefactas. Tú, Señor, que conoces todos nuestros pecados pero a pesar de eso nos sigues amando. Tú, que por nosotros te sigues dando, para que volvamos a Tu lado. Tú, Señor, que por gran Misterio nos quieres dar un corazón nuevo para nacer a Vos y vivir en unión con Nuestro Creador. Señor, que nos regalas la esperanza de habitar algún día en eterna alabanza en la Morada Santa, permite a este siervo Tuyo tirar las redes para llevar a mis hermanos hacia Tus Benditas Manos.
Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!
¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.
Florecilla: Pidamos al Señor, en humilde oración, que podamos ayudar a la conversión de nuestros hermanos.
Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.
El Papa Francisco: “¿Cómo reconocer a los falsos predicadores?»
Antoine Mekary | ALETEIA
En la audiencia general, el Papa advierte de nuevos predicadores, ‘infiltrados’ en las comunidades cristianas que comienzan con la doctrina, se sienten ‘puros’ y luego denigran a los representantes de la Iglesia
El Papa Francisco denunció hoy que existen “nuevos predicadores” que se auto proclaman “custodios de la verdad”, pero que dividen a las comunidades cristianas y confunden sus corazones. Algo que también enfrentó en su tiempo el Apóstol Pablo como consta en su Carta a los Galatás y que – anotó el Obispo de Roma – se repite en nuestros días.
El Papa dijo que estos ‘infiltrados’ comienzan “con la doctrina y luego terminan denigrando al apóstol y ese es el mismo camino de siempre: quitarle autoridad” a los representantes de la Iglesia.
Imágenes de la audiencia general (Galería)
En la audiencia general de este miércoles, 23 de junio de 2021, el Papa afirmó que el apóstol Pablo llamó la atención a las comunidades cristianas sobre los peligros que representan estos ‘nuevos predicadores’, rígidamente anclados a la doctrina por la doctrina.
Así el Papa Francisco observa la enseñanza de Pablo para amonestar a esos falsos custodios de la verdad.
De hecho, “se habían infiltrado algunos cristianos venidos del judaísmo, los cuales con astucia empezaron a sembrar teorías contrarias a la enseñanza del Apóstol, llegando incluso a denigrar su persona”, rememoró.
De esta manera, se refirió a esos infiltrados que defienden ‘reglas’ del pasado ya superadas por el mismo Evangelio.
“Como se ve, es una práctica antigua la de presentarse en algunas ocasiones como los únicos poseedores de la verdad, los puros y pretender rebajar también con la calumnia el trabajo realizado por los otros”, afirmó el papa Francisco en la audiencia realizada en el Patio de San Dámaso.
El camino del maligno: el descredito
“Esos adversarios de Pablo sostenían que también los paganos debían ser sometidos… Por tanto, los Gálatas, habrían tenido que renunciar a su identidad cultural para someterse a normas, prescripciones y costumbres típicas de los judíos.”
“Los adversarios sostenían que Pablo no era un verdadero apóstol y por tanto no tenía ninguna autoridad para predicar el Evangelio”.
El Papa señaló el peligro que corren hoy muchas comunidades cristianas e indicó que lo que Pablo propone en su Carta a los Gálatas es todavía actual y pasa en la Iglesia.
“Muchas veces, nosotros vemos lo mismo: Pensemos a alguna comunidad cristiana o diócesis donde inician historias que terminan desacreditando al párroco, el obispo, es el camino del maligno, de esta gente que divide, que no sabe construir.”
Confusión en el corazón
Explicó que “es fácil imaginar el estado de incertidumbre que animaba” los corazones de los Gálatas que se encontraban en una situación de crisis.
“Para ellos,- agregó el Papa- haber conocido a Jesús y creído en la obra de salvación realizada con su muerte y resurrección, era realmente el inicio de una vida nueva”.
Los miembros de esta comunidad habían emprendido un recorrido que les permitía ser “libres, no obstante su historia fuera tejida por muchas formas de violenta esclavitud, no menos importante la que les sometía al emperador de Roma”.
Críticas de nuevos predicadores
Por tanto, Francisco indicó que “delante de las críticas de nuevos predicadores, se sentían perdidos e inciertos sobre cómo comportarse y a quién hacer caso. En resumen, ¡había mucho en juego!”
En su predicación afirmó que “esta condición no está lejos de la experiencia que diversos cristianos viven en nuestros días”.
“No faltan tampoco hoy, de hecho, predicadores que, sobre todo a través de los nuevos medios de comunicación, pueden perturbar a la comunidad”.
Custodios de la verdad
El Papa denunció que estos predicadores “no se presentan en primer lugar para anunciar el Evangelio de Dios que ama al hombre en Jesús”, sino para “reiterar con insistencia, como auténticos “custodios de la verdad” – así se autodenominan ellos – , cuál es la mejor manera de ser cristianos”. Predicadores – dijo – que “con fuerza afirman que el cristiano verdadero es al que ellos están vinculados, a menudo identificado con ciertas formas del pasado, y que la solución a las crisis actuales es volver atrás para no perder la genuinidad de la fe”.
“También hoy, como entonces, está la tentación de encerrarse en algunas certezas adquiridas en tradiciones pasadas”.
Reconocer a los falsos custodios de la verdad
¿Cómo reconocer a esta gente? Cuestionó el Papa. “Una forma de reconocerlos es la rigidez. Delante a la predicación del Evangelio que nos hace libres, alegres, estos son rígidos,, siempre la rigidez…se debe hacer esto o aquello…la rigidez”, anotó.
Francisco señaló que “seguir la enseñanza del Apóstol Pablo” nos hará bien “para comprender qué camino seguir”. El camino indicado por el Apóstol “es el camino liberador y siempre nuevo de Jesús Crucificado y Resucitado”.
El camino señalado por Pablo “es el camino del anuncio, que se realiza a través de la humildad y la fraternidad; los nuevos predicadores no conocen lo que es la humildad, la fraternidad”. Insistió que el Apóstol muestra “el camino de la confianza mansa y obediente; los nuevos predicadores no conocen el camino de la confianza mansa y obediente; en la certeza de que el Espíritu Santo obra en todos los tiempos de la Iglesia.” El Papa afirmó que en último caso “la fe en el Espíritu Santo presente en la Iglesia nos lleva adelante y nos salvará”, concluyó.
Francisco inicia nuevo ciclo de catequesis: se centra en la «actualidad» de la carta a los Gálatas
El Papa ha querido hablar de las similitudes que encontró San Pablo con el presente / Vatican Media
El Papa Francisco ha iniciado este miércoles en la Audiencia General un nuevo ciclo de catequesis. Tras meses explicando los distintos aspectos relacionados con la oración a partir de ahora hablará sobre San Pablo y la carta a los Gálatas.
“Es una Carta muy importante, diría incluso decisiva, no solo para conocer mejor al Apóstol, sino sobre todo para considerar algunos argumentos que él afronta en profundidad, mostrando la belleza del Evangelio”, explicó el Santo Padre en el patio de San Dámaso
En ellas –agregó Francisco- San Pablo habló de algunas temáticas muy importantes para la fe, “como las de la libertad, de la gracia y de la forma de vivir cristiana, que son extremadamente actuales porque tocan muchos aspectos de la vida de la Iglesia de nuestros días. Esta es una Carta muy actual. Parece escrita para nuestra época”.
Francisco explicó que “en su incansable obra evangelizadora el Apóstol había conseguido fundar varias pequeñas comunidades, dispersas en la región de la Galacia. Pablo, cuando llegaba a una ciudad, a una región, no hacía enseguida una catedral, no. Hacía las pequeñas comunidades que son la levadura de nuestra cultura cristiana de hoy. Empezaba haciendo pequeñas comunidades. Y estas pequeñas comunidades crecían, crecían e iban adelante. También hoy este método pastoral se hace en cada región misionera. La semana pasada recibí una carta de un misionero de Papúa Nueva Guinea, me decía que está predicando el Evangelio en la selva, a la gente que no sabe ni siquiera quién era Jesucristo. ¡Es bonito! Se empiezan a hacer pequeñas comunidades. También hoy este método es el método evangelizador de la primera evangelización”.
El Papa definió como “todo fuego” la preocupación pastoral de Pablo, y recalcó cómo se dio cuenta “de un gran peligro” para estos hijos en la fe. “Se habían infiltrado algunos cristianos venidos del judaísmo, los cuales con astucia empezaron a sembrar teorías contrarias a la enseñanza del Apóstol, llegando incluso a denigrar su persona. Empiezan con la doctrina “esta no, esta sí”, después denigran al Apóstol. Es el camino de siempre: quitar la autoridad al Apóstol. Como se ve, esta es una práctica antigua, presentarse en algunas ocasiones como los únicos poseedores de la verdad —los puros— y pretender rebajar también con la calumnia el trabajo realizado por los otros”.
“Pensemos en alguna comunidad cristiana o en alguna diócesis: empiezan las historias y después se termina por desacreditar al párroco, al obispo. Es precisamente el camino del maligno, de esta gente que divide, que no sabe construir. Y en esta Carta a los Gálatas vemos este procedimiento”, agregaba el Pontífice.
En su catequesis, el Papa indicó que “delante de las críticas de nuevos predicadores, se sentían perdidos y se sentían inciertos sobre cómo comportarse: “¿Pero quién tiene razón? ¿Este Pablo, o esta gente que viene ahora enseñando otras cosas? ¿A quién debo hacer caso? En resumen, ¡había mucho en juego!”.
“Esta condición no está lejos de la experiencia que diversos cristianos viven en nuestros días. No faltan tampoco hoy, de hecho, predicadores que, sobre todo a través de los nuevos medios de comunicación, pueden enturbiar las comunidades. No se presentan en primer lugar para anunciar el Evangelio de Dios que ama al hombre en Jesús Crucificado y Resucitado, sino para reiterar con insistencia, como auténticos “custodios de la verdad” —así se llaman ellos— cuál es la mejor manera de ser cristianos. Y con fuerza afirman que el cristiano verdadero es al que ellos están vinculados, a menudo identificado con ciertas formas del pasado, y que la solución a las crisis actuales es volver atrás para no perder la genuinidad de la fe. También hoy, como entonces, está la tentación de encerrarse en algunas certezas adquiridas en tradiciones pasadas”, añadió.
¿Pero cómo podemos reconocer a esta gente?, se preguntó Francisco. Y dijo que por ejemplo, “uno de los rasgos de la forma de proceder es la rigidez. Ante la predicación del Evangelio que nos hace libres, nos hace alegres, estos son los rígidos. Siempre con la rigidez: se debe hacer esto, se debe hacer esto otro…”.