“Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica.”

LA ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR  (Isa 7, 10-14; 8, 10; Sal 39; Hbr 10, 4-10; Lc 1, 26-38) 

SE CUMPLEN LAS PROFECÍAS

Puede parecer impropio interrumpir el itinerario cuaresmal para celebrar una fiesta tan alegre y significativa como la Encarnación de Dios en el seno de María, la joven nazarena, más aún cuando estamos a las puertas de la Semana Santa. Sin embargo, a poco que sepamos leer el proyecto de Dios de redimir a la humanidad asumiendo la naturaleza humana, como ya señalaba el profeta -“El Señor, por su cuenta, os dará una señal: Mirad: la virgen está encinta y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel” (Isa 7, 14)-, comprenderemos que el Misterio Pascual es, precisamente, la consumación del plan divino para beneficiar a la creación entera.

Si hay un momento intenso en los días santos, es el que vive Jesús en Getsemaní, que no es otro que el anunciado por el salmista: “Entonces yo digo: «Aquí estoy.» «-Como está escrito en mi libro- para hacer tu voluntad.» Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas” (Sal 39). Expresión que tendrá su mayor realismo en las palabras del Nazareno en el Huerto de los Olivos: “Padre, que no se haga lo que yo quiera, sino lo que quieras Tú”, y que son consecuencia de la Encarnación. Por la obediencia a la voluntad de Dios, aceptada tanto por María en la Anunciación, como por Jesús a lo largo de su vida, se realiza la obra de la Redención. “Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre” (Hbr 10, 10). Las profecías se cumplen. La bendición sobre la Casa de David alcanza su cumbre con el anuncio del Ángel: -«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.» (Lc 1,33)

SANTA TERESA DE JESÚS. Sorprende, al conocer la vida de santa Teresa de Jesús, cómo el Misterio de la Encarnación abraza su historia. Entra en el Monasterio de la Encarnación de Ávila, y muere en el Monasterio de la Anunciación de Alba de Tormes, como si la Providencia quisiera agraciar con esta florecilla a quien amó tanto la Humanidad Sacratísima de Cristo. Si hubiera que resumir la experiencia de Teresa de Jesús, habría que concentrarse en su relación con Jesucristo, a quien trata como a Amigo, Señor, Rey, Esposo, pero sobre todo, según sus propias afirmaciones, como a Hombre. “También he pensado si pedía aquel ayuntamiento tan grande, como fue hacerse Dios hombre, aquella amistad que hizo con el género humano; porque claro está que el beso es señal de paz y amistad grande entre dos personas. Cuántas maneras hay de paz, el Señor ayude a que lo entendamos” (Los Conceptos del Amor de Dios 1, 10).

Evangelio según San Lucas 1,26-38. 

El Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María. El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: "¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo". Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero el Ángel le dijo: "No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús;  él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin". María dijo al Ángel: "¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?". El Ángel le respondió: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios". María dijo entonces: "Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho". Y el Ángel se alejó. 

San Maximiliano Mª Kolbe (1894-1941), franciscano, mártir 
Conferencia del 13 de junio 1933

“Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica.” (Lc 8,21)

Dios, en sus obras, se sirve de instrumentos. (...) Dios, que nos ha dado una voluntad libre quiere que le sirvamos libremente como instrumentos, poniendo nuestra voluntad a disposición de la suya, de la misma manera que la Madre Santísima cuando dijo: “Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.” (Lc 1,38) La palabra “hágase” tiene que estar siempre en nuestros labios porque entre la voluntad de la Inmaculada y la nuestra tiene que haber una armonía perfecta. Entonces ¿qué hay que hacer? ¡Dejémonos conducir sin temor por María!

Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo
Lucas 1, 26-38. Solemnidad de la Anunciación del Señor. Cristo solamente pide de nosotros, como pidió de María, un confiado 

Oración introductoria 
Jesús, te doy gracias porque por amor a mí te has hecho hombre; porque me quieres tanto que te despojaste de tu condición divina para hacerte hombre como yo; porque quisiste vivir como yo, sentir las mismas alegrías y tristezas, los problemas y los sufrimientos de la vida. Y porque hoy quieres venir y hablar conmigo en lo profundo de mi corazón.

Petición
Jesús, te pido me concedas la gracia de crecer en mi entrega y en mi confianza en ti, para que no tenga miedo de acercarme a ti que eres el único bueno, para que no tenga miedo de hablar de ti a los demás y para que no tenga miedo de cumplir con tu voluntad.

Meditación del Papa Francisco
El Señor está en camino con nosotros para ablandar nuestro corazón y solo con un corazón humilde como el de María podemos acercarnos a Dios. Adán y Eva, cediendo a la seducción de Satanás, creyeron ser como Dios. Esa "soberbia suficiente" hace que se alejen del paraíso. Pero el Señor no los deja caminar solos porque les hace una promesa de redención y camina con ellos. El Señor acompañó la humanidad en este largo camino. Ha hecho un pueblo. Estaba con ellos. Y ha recordado que ese camino que comenzó con una desobediencia, termina con una obediencia, con el sí de María al anuncio del ángel.

El nudo que ha hecho Eva con su desobediencia, lo ha desatado María con su obediencia, es un camino en el cual las maravillas de Dios se multiplican.

El Señor está en camino con su pueblo. Y ¿por qué caminaba con su pueblo, con tanta ternura? Para ablandar nuestro corazón. Explícitamente Él lo dice: 'Yo haré de tu corazón de piedra un corazón de carne'. Ablandar nuestro corazón para recibir esa promesa que había hecho en el paraíso. Para un hombre ha entrado el pecado, para otro viene la salvación. Y este camino tan largo nos ayudó a otros nosotros a tener un corazón más humano, más cercano a Dios, no tan soberbio, no tan suficiente. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 25 de marzo de 2014, en Santa Marta).

Reflexión 
Cuando olvidamos el amor de Dios por cada uno de nosotros, el miedo surge como respuesta natural al sentirnos y descubrirnos débiles, frágiles de voluntad, llenos de imperfecciones y pecados. Temblamos ante la misión tan grande que Dios nos ha regalado y nos asustamos con la justicia divina de nuestro Padre Celestial. Pero Dios en la escritura nos recuerda que no debemos de tener miedo a su gloria, porque Él nos ama, porque Él nos dice hoy como le dijo a María: "no temas". "No temas porque yo te he rescatado; te he llamado por tu nombre; tú eres mío. Porque te amo y eres importante para mí" (Is 43, 1; 4). Dios está con nosotros y esta verdad es nuestra fuerza, por eso no temo ni al mundo ni al pecado, se que Dios me guiará y me protegerá.

Propósito
Vivir mi "fiat", mi "hágase" de cada día con sencillez de corazón, pero con voluntad decidida y generosa, sin frenos de miedo o de pusilanimidad.

Diálogo con Cristo
Jesús, amigo, te doy gracias porque hoy has venido a mí corazón, porque me has hablado en lo profundo de mi alma, me has dejado escuchar tu voz que me dice tiernamente que me amas, que no tema.
 
El sí de María, un gran día para la humanidad
El Misterio de amor y de misericordia, prometido al hombre miles de años atrás y anunciado por tantos profetas, se iba a hacer realidad.

La noche se alejó y la suave luz del amanecer empezó a iluminar un nuevo día. Un nuevo día que parecía como uno más pero que sería el DÍA de todos los días. El gran día para la Humanidad.

Fresca la mañana, limpia la brisa en ese día de días. Día de primavera, 25 de marzo. No hubo trompetas, no hubo cañonazos, no hubo concentración de millares de personas como en los grandes eventos. Fue discretamente, sencilla y naturalmente como suelen ser todas las cosas grandes de Dios.

Una virgen en oración. Un lugar: Nazaret, ciudad de Palestina y el arcángel Gabriel como embajador de Dios. Un saludo: - ¡Dios te salve María, llena eres de gracia! Y con este saludo, una petición de colaboración.

El Misterio de amor y de misericordia, prometido al género humano miles de años atrás y anunciado por tantos profetas, se iba a hacer realidad.

Creo yo que todo quedó en suspenso. La naturaleza, el aire, el universo en pleno tuvieron que contener su aliento vital en la espera de oír la respuesta de María. Los labios de la virgen se movieron, primero para aclarar una duda, pero una vez que esta fue disipada, volvió a hablar para dar su consentimiento a esa misión celestial.

María, la llena de gracia, aceptaba humildemente el Gran Designio para el que se le pedía su cooperación, sin envanecimiento porque sabía que la realeza y la gloria de su gracia pertenecían a Dios, venía de Dios.
Y María dijo: "He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según Tu Palabra".

Necesariamente tuvo que haber habido un estremecimiento en todo el orbe. Los cielos y la tierra, la creación entera tuvo que conmoverse en ese grandioso momento. Y en ese instante, de allá del Seno del Padre, el Espíritu Santo descendió y cubrió a la siempre virgen, a la llena de gracia, con su sombra y el Verbo de Dios quedó para siempre unido a la raza humana.

El Hijo de Dios, el Hijo de María daba comienzo a su vida de hombre, sin dejar de ser Dios, en el seno de esta mujer escogida por el Altísimo para cooperar, para con crear con Dios con su libre consentimiento y ser desde el instante de este ¡Fiat!, corredentora de la Humanidad.

Después ... después pasaron muchas cosas. Todas las que estaban escritas, pero los cristianos no podemos, no debemos olvidar ese día, ese momento y mucho menos a la siempre virgen, a la llena de gracia, a María la Madre de Dios y Madre nuestra.

Por eso San Juan Pablo II tenía una muy especial devoción al "Ángelus", esa oración que se dice al comenzar el día, al tiempo del mediodía y cuando el día está en el ocaso:

"El ángel del Señor anunció a María"- "Y concibió por gracia del Espíritu Santo"- Y se reza un Ave María.

"He aquí la esclava del Señor"- "Hágase en mí según Tu Palabra"- Otra Ave María.

"Y el Verbo se hizo carne" - "Y habitó entre nosotros" y se termina con un Ave María.

Sencilla oración. Diario recuerdo amoroso a nuestra Madre la Virgen María.

Cuando esta bella oración del Ángelus se extienda por todo el mundo, cuando esto suceda... nuestro mundo será mejor.

La Anunciación del Ángel a la Virgen Máría. Fiesta de Jesús que se encarnó y fiesta de la Virgen, que fue la que dijo "Hágase en mí según tu palabra" 

DOMINGO V DE CUARESMA (B) Jr 31,31-34 / He 5,7-9 / Jn 12,20-33.  22 de marzo de 2015

"Queremos ver a Jesús": cuántas intenciones diversas podemos encontrar, estimadas hermanas y queridos hermanos, detrás de las palabras que hemos escuchado en el evangelio de San Juan. La petición de estos discípulos griegos a los apóstoles podría ser desde el grito de una multitud como un lema de una manifestación llamado con la típica musiquita hasta el llanto de cualquier místico. ¿Qué puede haber detrás de estas palabras? "Queremos ver a Jesús" Sería muy humano y muy comprensible que en esta petición hay hubiera todo lo que normalmente hay detrás de la admiración por un líder fuerte: admiración por su personalidad, admiración por sus logros, por sus discursos brillantes, por sus promesas de transformar la sociedad. Hay que pensar que el fragmento que hemos escuchado habla ya de los últimos días. Jesús era inmensamente popular. Seguramente no se hablaba de otra cosa en Jerusalén. Justo antes de este discurso, se nos ha narrado la resurrección de Lázaro y la entrada en Jerusalén. Todo el mundo en el templo preguntaba por él.

Entendemos que este Queremos ver a Jesús era fruto de todo este ambiente. Y pienso que nos sería muy bueno que nos acercásemos personalmente: ¿Qué nos hace sentir dentro decir Queremos ver a Jesús, o mejor: Quiero ver a Jesús :? Si nos hacemos la pregunta. Quizás estaremos en mejores condiciones de escuchar la respuesta Y qué nos responde este evangelio? ¿Quiere ver a Jesús? Aceptar. "Ahora os digo quién es este Jesús que desea ver y que quizás no es el que veníais buscar: es un Jesús que dará la vida, que debe morir, y lo tiene muy claro en estos últimos días, e incluso se le pasa por la cabeza de evitarlo, pero sabe que la fidelidad le lleva a esta muerte. Y nos invita a hacer lo mismo a todos. Es un Jesús que invita al servicio: que se ha hecho servidor y lo propone a todos. Y todo ello por una vida diferente, eterna, que no acabaremos de palpar en este mundo y por la promesa de una gloria de Dios que no podremos medir con resultados, ni con encuestas ni con ningún otro método de valorar lo que ocurra en la tierra como tanto nos gusta hacer hoy, en una sociedad que quiere medir hasta lo que tiene que pasar. Este programa de Jesús. De perder la vida, de servir y de morir, junto a todas las promesas que nos hacen los nuestros llamados líderes me parece francamente muy poco popular. Pero sorprendentemente este mensaje tiene más afiliados que ningún partido político y ha durado más que ninguna ideología. Es que somos masoquistas y nos adherimos a una doctrina ¿que nos dice que tenemos que sufrir, de dar, de morir? De ninguna manera.

Lo que dice Jesús en todos los quien lo quieren ver es que el fruto que podemos dar, la vida plena que esperamos, aquí y en el más allá, y la gloria (que es el estar con Dios) sólo se consiguen con un trabajo constante, con paciencia, con confianza. Este trabajo conlleva siempre esfuerzo y sacrificio, palabra muy terrible en la opinión pública general, pero que los años haciendo presente en la vida del que apuestan por la autenticidad. La transformación de nuestro mundo en el Reino de Dios nos exige esta actitud de entrega y de servicio. Nos exige trabajar con la realidad y la realidad es a menudo dura como la tierra. Pero el objetivo siempre es la plenitud, el fruto y el cambio de todo lo que hay que mejorar. A diferencia de lo que nos encontramos siempre en el mundo laboral y político, Jesús le basta a pedirnos una actitud. De los resultados ya se ocupa él. Qué tranquilidad! Y además está comprobado que funciona. Cuántas vidas no conocemos que guiándose por estos principios, han dado fruto! Es difícil dar recetas o consejos sobre qué podría significar hoy hacerse servidores de Jesús, darse, aceptar el momento difícil en cada una de nuestras vidas. Sólo compartiré un pensamiento de estos últimos tiempos: Jesús quiso transformar la sociedad y lo quiso hacer en primer lugar cambiando la persona humana, su alianza es una alianza del corazón y de la mente, como hemos leído en la primera lectura. Cuando Jesús habla de transformar la sociedad, no promete precisamente más riqueza a sus seguidores. El su discurso es global, global de verdad, su Reino nunca es promesa de más bienestar por sus electores potenciales, por su país, estado o continente, no es nunca repartir más entre unos cuantos, sino que engloba toda la humanidad. Echo de menos hoy algo de esta utopía que mire más allá de los intereses cercanos, que se preocupe de toda la tierra. El mensaje de Jesús es para todos y los cristianos nos corresponde tener presente toda la humanidad. Con nuestra crisis en la sociedad occidental, tengo la impresión de que hemos dejado fuerza de mirar más allá, en lugares donde la situación es incomparablemente más precaria. Siria, África ... el mundo atraviesa de verdad realidades hechas de dolor y de muerte. Queremos ver a Jesús! Saldremos a ver la gloria de Jesús y encontraremos primero su muerte. El evangelio de hoy no es sino un resumen de la Pasión, de la muerte y de la resurrección del Señor. Procede en este domingo que antiguamente se llamaba primero de pasión. San Juan lo ha hecho con otro vocabulario, pero finalmente nos ha dicho que si queremos ver a Jesús, no olvidemos que antes de su resurrección encontraremos su cruz. Al acercarse a Jesús, diciéndole que lo queremos ver, tratamos de estar lo suficientemente abiertos y receptivos para dejarnos sorprender, para comprender cuál es el grano de trigo que ha de morir para dar fruto, en la que podemos dar la vida, cuál es el servicio que nos pide para ser como él. Tengamos claro que él no hace ninguna teoría. Sólo nos indica y nos cuenta el mismo camino que él recorrió. Dentro de una semana en empezar a celebrar el núcleo acompañándolo en su pasión y muerte ... pero luego estará el fruto, habrá la vida y habrá la gloria de estar con Dios. Este es el final del camino propuesto a todos.


El Papa, entre la lluvia

"La Iglesia necesita oraciones para el Sínodo de la Familia, no chismorreos", afirma el Papa durante la audiencia
Francisco: "Que ninguna familia quede excluida de la Iglesia, ya sea dentro como fuera del redil"
El Pontífice denuncia que el paro convierte a los jóvenes en una "presa fácil" para las mafias

Redacción, 25 de marzo de 2015 a las 12:03

Invito a rezar también a cuantos se sienten alejados, o que ya no están acostumbrados a hacerlo. Esta oración por el Sínodo sobre la familia es por el bien de todos
 
El Papa ha renovado su llamamiento a promover la familia en la sociedad y a defenderla de las amenazas que la desafían en la actualidad, al tiempo que ha pedido "oraciones" y "no chismorreos" para el próximo Sínodo sobre la Familia que tendrá lugar en octubre de este año. "La Iglesia necesita oraciones para el Sínodo, no chismorreos", ha exclamado durante la audiencia general de este miércoles. El Papa ha dirigido su llamamiento de oraciones para el Sínodo a cardenales, religiosos y fieles laicos, pero también a "los que ya no están acostumbrados a hacerlo" y a los que están "alejados de la Iglesia". "Es por el bien de todos", ha repetido el Pontífice.

Francisco ha destacado la conexión "sagrada e inviolable" entre Iglesia y familia. Así, ha explicado que el papel fundamental de la Iglesia en su relación con las familias es preocuparse por ellas, sobre todo por las que han sido "heridas", "mortificadas", aquellas que han caído "en el pecado" o se han "alejado de la Iglesia".

En este sentido, ha pedido que la Iglesia se esfuerce para que ninguna familia quede excluida de la Iglesia "ya sea dentro como fuera del redil". Durante su discurso, ha pedido que se rece para que la Iglesia sea "capaz de cumplir esta misión" y enfocar al Sínodo de la Familia que se celebrará el próximo octubre. Por ello, ha pedido oraciones que estén llenas de "amor" y de la "compasión del buen pastor", que a su vez sean "sostenidas y animadas por la Gracia de Dios". Al tiempo, ha reclamado que se rece para que la Iglesia esté más unida y sea "testigo de la verdad del amor de Dios y de su misericordia para las familias del mundo". Por otro lado, el Papa ha denunciado que el paro convierte a los jóvenes en una "presa fácil" para las mafias, al tiempo que ha renovado su llamamiento para que prevalezca la lógica de la "solidaridad y la justicia" y no la del "provecho" en las cuestiones del trabajo. "Luchemos por esto, la justicia del trabajo", ha exclamado. En este sentido, ha pedido que en el centro de las cuestiones del trabajo se ponga siempre "al hombre y su dignidad" porque, a su juicio, los asuntos laborales son una cuestión de "justicia". Así, ha dicho que el paro es "el drama de nuestro tiempo". "Es una injusticia no poder tener trabajo. Cuando no se gana el pan, se pierde la dignidad", ha denunciado.

Palabras del Papa en la Audiencia:

Queridos hermanos y hermanas:

El 25 de marzo celebramos la fiesta de la Anunciación. El Arcángel Gabriel visita a la Virgen María y le dice que concebirá y dará a luz al Hijo de Dios. Con este anuncio, el Señor ilumina y refuerza la fe de María, como lo hará luego con su esposo José, para que Jesús nazca y sea acogido en el calor de una familia.

Hoy que, en muchos países, se celebra la Jornada por la Vida, se cumplen veinte años de la Encíclica Evangelium vitae, en la que la familia ocupa un puesto central. Desde el principio, Dios bendijo al hombre y a la mujer para que formasen una comunidad de amor para transmitir la vida. En el sacramento del matrimonio, los esposos cristianos se comprometen con esta bendición durante toda la vida; y la Iglesia, por su parte, se obliga a no abandonar a la nueva familia, ni siquiera cuando ésta se aleje o caiga en el pecado, llamándola siempre a la conversión y a la reconciliación con el Señor.

Para llevar a cabo esta misión, la Iglesia necesita una oración llena de amor por la familia y por la vida.

Por eso, les propongo rezar insistentemente por el próximo Sínodo de los Obispos, sobre la familia, para que la Iglesia esté cada vez más comprometida y más unida en su testimonio del amor y la misericordia de Dios con todas las familias.

Saludo a los peregrinos de lengua española, en especial a los grupos provenientes de España, Uruguay, Colombia, Argentina, México y otros países latinoamericanos. Les pido, por favor, que no falten las oraciones de todos por el Sínodo. Necesitamos oraciones, no chismes. Que recen también los que se sienten alejados o no están habituados a rezar. Muchas gracias.

 

Texto completo de la Catequesis del Papa
ORACIÓN PARA EL SÍNODO SOBRE LA FAMILIA

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! Buenos días pero no una linda jornada ¿eh?

Hoy la audiencia se lleva a cabo en dos lugares diferentes, como hacemos cuando llueve: ustedes aquí en la plaza, y muchos enfermos en el Aula Pablo VI que siguen la audiencia a través de las pantallas gigantes. Ahora, como un gesto de fraternal cortesía, los saludamos con un aplauso. ¡Y no es fácil aplaudir con el paraguas en la mano! ¿Eh?

En nuestro camino de catequesis sobre la familia, hoy es una etapa un poco especial: será una pausa de oración.

El 25 de marzo, de hecho, en la Iglesia celebramos solemnemente la Anunciación, el inicio del misterio de la Encarnación. El Arcángel Gabriel visita la humilde muchacha de Nazaret y le anuncia que concebirá y dará a luz al Hijo de Dios. Con este anuncio, el Señor ilumina y fortalece la fe de María, como luego hará también con su esposo José, para que Jesús pueda nacer en una familia humana. Esto es muy bello: nos muestra que profundo es el misterio de la Encarnación, así como Dios lo ha querido, que comprende no solamente la concepción en el vientre de la madre, sino también la acogida en una verdadera familia. Hoy me gustaría contemplar con ustedes la belleza de este vínculo. La belleza de esta condescendencia de Dios; y podemos hacerlo recitando juntos el Ave María, que en la primera parte retoma precisamente las mismas palabras del Ángel, aquellas que le dirigió a la Virgen. Oremos juntos:

«Dios te salve María
 llena eres de gracia
el Señor es contigo;
bendita tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto
de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la ahora
de nuestra muerte. Amén»

Y ahora un segundo aspecto: el 25 de marzo, solemnidad de la Anunciación, en muchos países se celebra la Jornada por la Vida. Por ello, veinte años atrás, San Juan Pablo II en esta fecha firmó la Encíclica Evangelium vitae. Para conmemorar este aniversario hoy están presentes en la Plaza muchos adherentes del Movimiento por la Vida. En la Evangelium Vitae la familia ocupa un lugar central, en cuanto es el seno de la vida humana. La palabra de mi venerado Predecesor nos recuerda que la pareja humana ha sido bendecida por Dios desde el principio para formar una comunidad de amor y de vida, a la que ha sido confiada la misión de la procreación. Los esposos cristianos, celebrando el sacramento del matrimonio, se vuelven disponibles para honrar esta bendición, con la gracia de Cristo, para toda la vida. La Iglesia, por su parte, se compromete solemnemente a cuidar a la familia que nace, como un don de Dios para su propia vida, en las buenas y en las malas: el vínculo entre la Iglesia y la familia es sagrado e inviolable. La Iglesia, como madre, nunca abandona la familia, aun cuando esta está abatida, herida y mortificada de tantas maneras. Ni siquiera cuando cae en el pecado, o se aleja de la Iglesia; siempre hará de todo para tratar de curarla y de sanarla, para invitarla a la conversión y para reconciliarla con el Señor.

Y bien, si esta es la tarea, es claro cuánta oración necesita la Iglesia para ser capaz, en todo tiempo, de cumplir esta misión. Una oración llena de amor por la familia y por la vida. Una oración que sabe regocijarse con los que gozan y sufrir con los que sufren.
He aquí entonces lo que junto con mis colaboradores, hemos pensado proponerles hoy: renovar la oración para el Sínodo de los Obispos sobre la familia. Relanzamos este compromiso hasta el próximo octubre, cuando tendrá lugar la Asamblea sinodal ordinaria dedicada a la familia. Quisiera que esta oración, al igual que todo el camino sinodal, esté animada por la compasión del Buen Pastor por su rebaño, especialmente por las personas y familias que por diversos motivos están «cansadas y abatidas, como ovejas que no tienen pastor» (Mt 9,36). Así, sostenida y animada por la gracia de Dios, la Iglesia podrá estar aún más comprometida y más unida, en el testimonio de la verdad del amor de Dios y de su misericordia por las familias del mundo, ninguna excluida, tanto dentro como fuera del redil.

Les pido que por favor no hagan faltar su oración. Todos - el Papa, Cardenales, Obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y fieles laicos - todos estamos llamados a rezar por el Sínodo. De esto hay necesidad, ¡no de habladurías! Invito a rezar también a cuantos se sienten alejados, o que ya no están acostumbrados a hacerlo. Esta oración por el Sínodo sobre la familia es por el bien de todos. Sé que esta mañana les entregaron una estampita, y que la tienen entre sus manos. Tal vez estará un poco mojada... Los invito a conservarla y llevarla con ustedes, para que en los próximos meses puedan recitarla a menudo, con santa insistencia, como Jesús nos ha pedido. Ahora la rezamos juntos:

Jesús, María y José,
en ustedes contemplamos
el esplendor del amor verdadero,
a ustedes nos dirigimos con fe.
Santa Familia de Nazaret
hagan nuestras familias
lugares de comunión y cenáculos de oración,
auténticas escuelas del Evangelio
y pequeñas Iglesias domésticas.
Santa Familia de Nazaret, que nunca más en las familias haya violencia, cerrazón y división:
quienquiera haya sido herido o escandalizado conozca pronto el consuelo y la sanación.
Santa Familia de Nazaret, que el próximo Sínodo de los Obispos pueda volver a despertar en todos la conciencia del carácter sagrado e inviolable de la familia de su belleza en el proyecto de Dios. Jesús, María y José, escuchen, atiendan nuestra súplica. Amén.

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