El que no nazca de lo alto no puede ver el Reino de Dios
- 13 Abril 2015
- 15 Abril 2015
- 13 Abril 2015
Domingo de la Divina Misericordia
"Jesucristo siempre nos busca, nos espera, nos perdona", dice el Papa en el Regina Coeli
“El Señor proclama bienaventurados a los que creen sin ver, pero sale al encuentro del discípulo incrédulo”
"No se espanta de nuestras faltas, no se cansa de curarnos y perdonar nuestros pecados"
Cuántos de nosotros buscamos en lo más profundo de nuestro corazón encontrar a Jesús. Así como es, dulce, misericordioso, porque sabemos que es así
(Jesús Bastante).- En el domingo de la Divina Misericordia, decenas de miles de fieles se congregaron en la mañana soleada de la plaza de San Pedro para rezar el Regina Coeli. No cabía un alfiler. Ante ellos, el Papa recordó el momento en que Jesús se presenta ante el incrédulo Tomás y le invita a tocar sus llagas. "Y al contacto con las llagas de Jesús, Tomás experimenta sus propias llagas, sus propias humillaciones", señaló Francisco. "Jesús sale al encuentro de su incredulidad, porque a través de los signos de la pasión puede alcanzar la plenitud de la fe pascual, de la resurrección", sostuvo el Papa, quien recalcó que el ejemplo de Tomás es válido también para los creyentes hoy, que "no están satisfechos, y tratan de verificar, hacer una propia experiencia personal. Después de las iniciales resistencias e inquietudes, al final también Tomás llega a creer, aunque avanzando con dificultad, pero llega a la fe. Jesús se ofrece a las inseguridades del último llegado". "El Señor proclama bienaventurados a aquellos que creen sin ver, y la primera es María, su madre, pero sale al encuentro de la exigencia del discípulo incrédulo", resaltó el Papa, quien aseguró que, actuando así, el creyente "tiene la prueba decisiva de que es amado, esperado y comprendido", pues Tomás "se encuentra de frente a un Mesías lleno de dulzura, de misericordia, de ternura. Era aquel señor que buscaba en las profundidades más secretas de su propio ser, porque siempre había sabido que era así". "Cuántos de nosotros buscamos en lo más profundo de nuestro corazón encontrar a Jesús. Así como es, dulce, misericordioso, porque sabemos que es así", añadió el Papa, quien subrayó cómo, una vez renovado el "contrato" con Cristo, "Tomás comprende el significado profundo de su resurrección, e íntimamente transformado declara su fe en Él proclamando: Señor mío y Dios mío. Bella expresión de Tomás".
"Como Tomás, todos nosotros estamos invitados a contemplar en las llagas del Resucitado la divina misericordia, que supera todo límite humano y resplandece sobre la oscuridad del mal y del pecado", añadió Francisco, quien compartió con los fieles de San Pedro la noticia de la publicación de la bula del Jubileo Extraordinario de la Misericordia.
"Esta bula empieza con 'El Rostro de la Misericordia', hecho en Jesucristo. Mantengamos la mirada dirigida a él, que siempre nos busca, nos espera, nos perdona. Es tan misericordioso que no se espanta de nuestras faltas, no se cansa de curarnos y perdonar nuestros pecados", concluyó el Papa.
EL DEDO EN LA LLAGA
Confieso, Señor, como Tomás, que no te veo, y que como él, quisiera palparte con mis manos. A la vez, me sonrojo por perder la ocasión de creer en tu Palabra a pesar de mi obstinada resistencia, aun sin verte.
Me sorprende una vez más pensar que Tú escuchaste la queja del amigo, y a la semana, sin mediar palabra, lo invitaste a constatar, según su deseo, que tus palmas estaban traspasadas y tu costado abierto, y no para vergüenza del discípulo, sino para que yo tuviera la certeza de tu luz en mis heridas. Es difícil comprender que las señales del mayor dolor puedan convertirse en los testigos luminosos que confirman tu paso por mi vida. Y sin embargo, comienzo a sospechar que donde más cerca te tengo siempre es en mis llagas, aunque tantas veces no te vea.
La experiencia de luz ya no consiste en que vengas de nuevo a mostrar tus manos y costado y yo pueda introducir mis dedos en los agujeros de la lanza y de los clavos, sino que por ellos, averigüe que allá donde yo tenga mayor semejanza con tu dolor, Tú me esperas, y hasta intuyo, no sin temblor, que los títulos más nobles de mi vida son los que más me asemejen a ti en la Cruz.
Mi herida es llamada a ser testigo. Mi llaga es invitada a transformarse de estigma, en puerta por la que entrar al conocimiento más profundo del amor, no solo para soportar o sobrellevar lo que más me duele, sino para convertirme en testigo compañero de quienes caminan sin luz en su noche ciega.
No se puede jugar con el dolor humano, ni sublimarlo con palabras vanas. Solo por tu gesto compasivo con Tomás descubro la extraña paradoja que encierra compadecer contigo, aun sin saberlo, pues allá donde más de cerca toque el dolor, allí me esperas, sea en mi carne o en la de quien se cruza en mi camino.
Ahora sé que, si me atrevo a mirar mis llagas a través de ti, se iluminan, y si por ti acudo solidario a poner mis manos en las heridas de los que sufren, me dejas gozar el sabor de la Pascua.
¡Cómo consuela que te den la mano en el momento aciago! ¡Y cómo se goza el privilegio de sentir el corazón colmado de alegría cuando se tiene ocasión de apoyar, discreto, el dolor del otro!
Ya no te pido, Señor, que me enseñes los testigos de tu Cruz; por el contrario, déjame reconocer en los míos la huella de los tuyos, y déjame poner mis manos compasivas en quienes se cruzan en mi vida, doloridos. Sé Tú, Señor, quien aproveche el encuentro mediador para que los que sufren sientan que su prueba se transforma al menos, en siembra de alegría.
El que no nazca de lo alto no puede ver el Reino de Dios
Juan 3, 1-8. Pascua. El que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios.
Del santo Evangelio según san Juan 3, 1-8
Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, magistrado judío. Fue éste donde Jesús de noche y le dijo: «Rabbí, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede realizar las señales que tú realizas si Dios no está con él.» Jesús le respondió: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de lo alto no puede ver el Reino de Dios.» Dícele Nicodemo: «¿Cómo puede uno nacer siendo ya viejo? ¿Puede acaso entrar otra vez en el seno de su madre y nacer?» Respondió Jesús: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo nacido de la carne, es carne; lo nacido del Espíritu, es espíritu. No te asombres de que te haya dicho: Tenéis que nacer de lo alto. El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu.»
Oración introductoria
Dame, Señor, esa sana inquietud de Nicodemo de buscar comprender siempre la verdad. Permite que esta oración ilumine mi entendimiento y fortalezca mi voluntad, para dejarme llevar por el camino de la santificación. Confío plenamente en Ti, Tú sabes lo que necesito.
Petición
Espíritu Santo, Tú eres mi luz, ilumíname.
Meditación del Papa Francisco
El 'renacer de lo Alto', renacer del Espíritu que dio vida al primer núcleo de los primeros cristianos, cuando 'aún no se llamaban así'. Tenían un solo corazón y una sola alma.
Una comunidad en paz. Esto significa que en esa comunidad no había lugar para el chismorreo, para las envidias, para las calumnias, para las difamaciones.
El amor cubría todo.
Para calificar una comunidad cristiana sobre esto, debemos preguntarnos cómo es la actitud de los cristianos. ¿Son mansos, humildes? ¿En esa comunidad hay disputas entre ellos por el poder? ¿Disputas de envidia? ¿Hay chismorreo? No están en el camino de Jesucristo. Esta peculiaridad es muy importante, muy importante, porque el demonio busca separarnos siempre. Es el padre de la división […]
Y esto es lo que explicaba Jesús a Nicodemo: este nacer de lo Alto. Porque el único que puede hacer esto es el Espíritu. Esta es obra del Espíritu. La Iglesia la hace el Espíritu. El Espíritu hace unidad. El Espíritu nos empuja hacia el testimonio. El Espíritu te hace pobre, porque Él es la riqueza y hace que tú cuides de los pobres. Que el Espíritu Santo nos ayude a caminar en este camino de renacidos por la fuerza del Bautismo. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 29 de abril de 2014, en Santa Marta).
Reflexión
¿Nacer de lo alto? Pero, ¿Qué significa esta pregunta y afirmación de Cristo? ¿Acaso un espíritu puede engendrar algo? Efectivamente. Da a luz a un nuevo ser pero como hijo de Dios. Como dice el Catecismo en el número 782 "nacer de lo alto significa ser miembro de este cuerpo no por el nacimiento físico, sino por el "nacimiento de arriba, del agua y del Espíritu", es decir, por la fe en Cristo y el Bautismo.
En qué conflictos doctrinales se metería Cristo con lo judíos de ese tiempo pues decir que era necesario nacer de lo alto significaba introducir nuevas doctrinas difíciles de interpretar y que además venían dichas por el "hijo del carpintero". Qué gran ejemplo de Cristo en enseñarnos cómo se transmite su palabra dada por su Padre. Deja de lado los conocimientos eruditos de los judíos y les predica la verdadera doctrina de la salvación. El bautismo que les abrirá las puertas del Reino de Cristo y les hará verdaderos hijos de Dios.
Nosotros como bautizados hemos recibido esta gracia de Dios. Ya somos sus hijos merecedores de su herencia, del cielo y sobre todo de su amor. Ahora como hijo de Dios debemos hacer honor a nuestro nombre cuidando el gran tesoro de la gracia. No podemos derrochar la magnífica herencia que se nos tiene preparada por un placer terrenal pasajero. Podemos conservar el nombre de hijos de Dios manteniendo limpia nuestra vida de gracia, que significa amistad con Cristo. ¿Cómo trataríamos a un amigo que tanto queremos y estimamos? De la misma forma hay que tratar a Cristo, como un amigo que quiere corresponder a su amistad.
Propósito
Al iniciar el día, pedir al Espíritu Santo que sea mí guía.
Diálogo con Cristo
Gracias, Espíritu Santo, por darme tu gracia para poder escuchar tus inspiraciones y la fuerza para poder seguirlas; porque bien sabes que a veces las escucho pero no las sigo. Perdona mi pasividad y ayúdame a caminar siempre por el sendero de la voluntad del Padre, y a obedecerte con la misma docilidad de Jesucristo. Permite que sepa colaborar siempre y dócilmente contigo, para que puedas moldear mi vida.
Tras mis huellas y a mi lado
Tras mis huellas, a mi lado, Dios me sigue. Con respeto a mi libertad, con misericordia y ayuda.
Estoy en camino. Con mis decisiones escojo la meta y el modo de alcanzarla. El futuro avanza entre seguridades y misterios. La vida continúa sin descanso. Cada paso marca el camino. Parece que mucho depende de mí, aunque también mucho está en las manos de otros. Tras mis huellas, a mi lado, Dios me sigue. Con respeto a mi libertad. Con deseos de mi cariño. Con ofrecimientos de misericordia y de ayuda. ¿Por qué insiste en Su Amor? ¿Por qué no deja al hombre decidir su presente y su futuro? Porque un Padre lo es siempre: no puede abandonar a cada uno de sus hijos. Me sorprende este Dios tan humilde y tan potente. Podría obligarme a amar, pero prefiere mis opciones libres. Así arriesga mucho, pero consigue mucho más: amor. Porque sólo una creatura llega a amar si vive libremente. Y Dios no quiere esclavos, sino hijos que aman y se dejan abrazar por Su cariño.Tengo ante mí un nuevo día. Pienso en tantas cosas que debo hacer o que me gustaría llevar a cabo. El tiempo no es elástico. Hay que ponerse a trabajar. Entre mis pensamientos, Dios se asoma con respeto. Llama a la puerta. Desea que le mire, que descubra su pasión de enamorado.Si le abro, entrará, y habrá cena y fiesta (cf. Ap 3,20). Entonces mi jornada tendrá una luz maravillosa, brillará ya ahora con una belleza y una frescura que salta hasta la vida eterna (cf. Jn 4,14).
13 de abril 2015 Lunes III de Pascua Ac4, 23-31
Pedro y Juan van conociendo que la predicación del misterio de la resurrección de Jesús no es bien aceptado; más aún, es objeto de persecución. Este hecho no los amedrenta, pero se ponen en las manos de Dios. Hoy vemos el contenido de su oración junto con toda la comunidad con quienes han compartido sus trifulcas. Entre otras cosas piden al Señor: «Tú, Señor, que vea como nos amenazan, concede a tus siervos la valentía de anunciar su palabra ...» ¿Qué haces de tu coraje a la hora de dar testimonio de tu fe? Señor, que el entusiasmo de mi fe no se tambalee.
Martín l, Santo Papa y Mártir, 13 de abril
LXXIV Papa y Mártir Martirologio Romano: San Martín I, papa y mártir, que tras condenar la herejía de los monotelitas en el Concilio de Letrán, por orden del emperador Constante II fue arrancado de su sede por el exarca Calíopa, que entró por la fuerza en la Basílica de Letrán, y lo envió a Constantinopla, donde primero quedó encerró en una dura mazmorra bajo estrecha vigilancia y después fue desterrado al Quersoneso, lugar en el que, pasados unos dos años, concluyeron sus tribulaciones y alcanzó la corona eterna. († 656). Oriundo de Todi y diácono de la Iglesia romana, Martín fue elegido Papa para suceder al Papa Teodoro, muerto el 13 de mayo del 649. Inmediatamente demostró mucha firmeza en la conducción de la Iglesia. En efecto, no pidió ni esperó el consentimiento para su elección por parte del emperador Constante II que un año antes había promulgado el Tipo, un documento en defensa de la tesis herética de los monotelitas. Para acabar con la difusión de esta herejía, a los tres meses de su elección, el Papa Martín convocó en la basílica lateranense un gran concilio, al que fueron invitados todos los obispos de Occidente.
La condena de todos los escritos monotelitas, decretada en las cinco solemnes sesiones conciliares, suscitó la furiosa reacción de la corte bizantina. El emperador ordenó al exarca de Rávena, Olimpio, que fuera a Roma y arrestara al Papa. Olimpio no sólo se propuso cumplir las órdenes imperiales, sino que trató de asesinar al Papa por medio de un sicario durante la celebración de la misa en Santa María Mayor. En el momento de recibir la Hostia de manos del Pontífice, el vil sicario sacó el puñal, pero en ese momento quedó repentinamente ciego. Probablemente este hecho convenció a Olimpio de cambiar de actitud y a reconciliarse con el santo Pontífice y a proyectar una lucha armada contra Constantinopla. En el 653, muerto Olimpio de peste, el emperador pudo llevar a cabo su venganza, haciendo arrestar al Papa por medio del nuevo exarca de Rávena, Teodoro Caliopa. Martín, acusado de haberse apoderado ilegalmente del alto cargo pontificio y de haber tramado con Olimpio contra Constantinopla, fue llevado por mar a la ciudad del Bósforo. El largo viaje, que duró quince meses, fue el comienzo de un cruel martirio. Durante las numerosas escalas no se permitió a ninguno de los fieles que salieron a saludar al Papa que se acercaran a él. Al prisionero no se le daba ni siquiera el agua para bañarse. EL 17 de septiembre del 654 llegó a Constantinopla, fue colocado en una camilla y expuesto durante todo un día a los insultos del pueblo, y después lo encerraron durante tres meses en la cárcel Prandiaria. Después comenzó un largo y extenuante proceso, durante el cual fueron tales las sedicias que le hicieron murmurar al imputado: “Hagan de mí lo que quieran; cualquier clase de muerte será un bien para mí”.Degradado públicamente, desnudo y expuesto a los rigores del frío, encadenado, fue encerrado en la celda reservada a los condenados a muerte. El 26 de marzo del 655 lo hicieron partir secretamente para el destierro en Crimea. Sufrió el hambre y padeció en el abandono más absoluto durante cuatro meses más, hasta cuando la muerte le llegó, agotado en el cuerpo pero no en la voluntad, el 16 de septiembre del 655. Monotelismo: Es una herejía en la que se aceptaba las dos naturalezas de Jesús, pero tan sólo una voluntad: la divina.
La oración y la relación con Dios
Por iniciativa de su Amor vivimos siempre dentro de la relación con Él. Nada escapa a su presencia. Nada se esconde en su mirada. Toda la vida se vive en Él. Y aunque nos pueda parecer una relación en gran parte hecha de silencio y ocultamiento, de hecho sabemos que su Amor es constante, no tiene ausencias y nos acompaña desde la profundidad del mismo Ser de Dios.
Presencia de Dios. Señor, ayúdame a vivir plenamente tu presencia. Deja que mi corazón llegue a ser uno con el tuyo.
Libertad. Es posible que en estos momentos haya algo que no me deja ser plenamente libre. Pienso, pero no la pongo como excusa de nada: la fuerza de su Espíritu puede más que todas las cadenas. Pido confiar.
Conciencia. Tomo conciencia de las últimas horas o los últimos días vividos. Recuerdo aquellos buenos momentos en los que me he sentido pleno y feliz. Pero también de aquellos en que ha aparecido la sombra de la tristeza. Es mi vida, y estoy agradecido.
Palabra de Dios. Hechos 4,23-31. Una vez libres, Pedro y Juan se acercaron a los suyos y les contaron todo lo que los principales sacerdotes y los ancianos les habían dicho. Al oírlo, ellos dirigieron unánimemente a Dios esta oración: Señor, tú has hecho el cielo, la tierra y el mar, y todo lo que se mueve. Tú, por boca de tu siervo, nuestro padre David, que hablaba movido por el Espíritu Santo, has dicho: ¿Por qué amotinado las naciones y los pueblos se conjuran en vano? Los reyes de la tierra se unen, alían todos juntos los soberanos contra el Señor y su Mesías.
Realmente, en esta ciudad se aliaron Herodes y Poncio Pilato con las naciones paganas y con algunos del pueblo de Israel contra tu santo siervo Jesús, tu Mesías; y han cumplido así todo lo que tu decisión poderosa había fijado de antemano. Ahora, Señor, mira cómo nos amenazan y concede a tus siervos la valentía de anunciar tu palabra; extiende tu mano para que haya curaciones, señales y prodigios por el nombre de tu santo siervo Jesús. Cuando terminaron la oración, tembló el lugar donde estaban reunidos; todos fueron llenos del Espíritu Santo y proclamaban con valentía la palabra de Dios.
Algunos pensamientos sobre el pasaje de hoy.
Para comprender con profundidad esta hermosa oración de la primera comunidad hay que conocer su contexto. Pedro y Juan fueron curar a un paralítico y los escribas los hicieron coger y los llevaron al Sanedrín. Allí, después de muchas discusiones los dejaron libres, pero con la prohibición absoluta de proclamar nada en nombre de Jesús. Entonces los apóstoles con valentía respondieron: "Decida usted mismo, si es justo delante de Dios que os obedezcamos a vosotros más que a él. Nosotros no podemos dejar de anunciar lo que hemos visto y oído ". Cuando, ya libres, se reúnen con sus llegan a la conclusión de que sólo la gracia de Dios les puede dar valentía para anunciar la Buena Nueva de Jesús; por eso rezan: "Vos, Señor, que vea como nos amenazan, concede a tus siervos la valentía de anunciar su palabra".
Ahora también "los poderosos de nuestro mundo conspiran contra el Señor y su Cristo" y nos amenazan a veces con violencia, a veces con insinuaciones más sutiles, para silenciar toda palabra que hable de Dios. Rogamos, como hacían los primeros cristianos, para que el Señor nos haga valientes testigos suyos, en un mundo que no es más difícil que lo que ellos vivieron.