«Para que todo el que crea en él tenga vida eterna»

El Papa, con el patriarca armenio

Francisco evita retractarse sobre el "genocidio armenio" en la misa de Santa Marta
"El camino de la Iglesia es el de la franqueza"
El Papa insiste en que "no podemos silenciar lo que hemos visto y escuchado"

También hoy el mensaje de la Iglesia es el mensaje del camino de la franqueza, del camino del valor cristiano (...). Una palabra que se puede traducir como valor, franqueza, libertad de hablar, no tener miedo de decir las cosas

El papa Francisco dijo este lunes que "el camino de la Iglesia es el de la franqueza" y aseguró: "no podemos silenciar lo que hemos visto y escuchado", al día siguiente de su polémica declaración sobre el "genocidio" armenio. El pontífice no hizo alusión a la referencia que el fin de semana hizo acerca de lo que denominó "el primer genocidio del siglo XX", pero hoy dijo en la misa matutina en su residencia de la Casa Santa Marta que la Iglesia tiene que "decir las cosas con libertad"

"Sólo el Espíritu Santo es capaz de cambiar nuestra actitud, la historia de nuestra vida y darnos valor", dijo el papa, que se apoyó en su homilía en los Hechos de los Apóstoles, según Radio Vaticano. Francisco recordó que los apóstoles Pedro y Juan, tras haber hecho un milagro, fueron apresados y amenazados por los sacerdotes para que no hablaran más en nombre de Jesús, "pero ellos continúan adelante y cuando vuelven a los hermanos les animan a proclamar la palabra de Dios 'con franqueza'".  "También hoy el mensaje de la Iglesia es el mensaje del camino de la franqueza, del camino del valor cristiano. Aquellos dos, sencillos, como dice la Biblia, sin instrucciones, tuvieron valor. Una palabra que se puede traducir como valor, franqueza, libertad de hablar, no tener miedo de decir las cosas", añadió.

El contenido de la homilía del papa se conoce al día siguiente de que el pontífice recordara el "atroz y descabellado exterminio" del pueblo armenio, un episodio del que actualmente se cumple el primer centenario y que calificó como "el primer genocidio del siglo XX". Sus palabras se produjeron durante el saludo inicial a los participantes de la misa por el centenario del "martirio" armenio, celebrada en la basílica de San Pedro y en la que se proclamó doctor de la Iglesia a San Gregorio di Narek. A doce días de la conmemoración del centenario del "genocidio" armenio, esas palabras del papa Francisco referido a la tragedia de 1915 provocaron una airada protesta de Turquía con medidas diplomáticas como la convocatoria al nuncio papal en Ankara y la llamada a consultas del embajador turco en el Vaticano.

Evangelio según San Juan 3,7b-15. 

Jesús dijo a Nicodemo: 'Ustedes tienen que renacer de lo alto'. El viento sopla donde quiere: tú oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Lo mismo sucede con todo el que ha nacido del Espíritu". "¿Cómo es posible todo esto?", le volvió a preguntar Nicodemo. Jesús le respondió: "¿Tú, que eres maestro en Israel, no sabes estas cosas? 

Te aseguro que nosotros hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero ustedes no aceptan nuestro testimonio. Si no creen cuando les hablo de las cosas de la tierra, ¿cómo creerán cuando les hable de las cosas del cielo? Nadie ha subido al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre que está en el cielo. De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto, para que todos los que creen en él tengan Vida eterna. 

San Basilio (c. 330-379), monje y obispo de Cesárea en Capadocia, doctor de la Iglesia 
Tratado sobre el Espíritu Santo, 14

«Para que todo el que crea en él tenga vida eterna»

La figura es una manera de exponer, por imitación, las cosas que esperamos. Por ejemplo, Adán es la prefiguración del Adán que había de venir (1C 15,45) y la piedra [en el desierto durante el Éxodo] es la prefiguración de Cristo; el agua que sale de la piedra es figura del poder vivificante del Verbo (Ex 17,6; 1C 10,4), porque dijo: «El que tenga sed que venga a mí y beba» (Jn 7,37).

El maná es la prefiguración del «pan vivo bajado del cielo» (Jn 6,51); y la serpiente colocada en lo alto de una asta es figura de la Pasión, de nuestra salvación consumada sobre la cruz, puesto que los que la miraran quedarían salvados (Nm 21,9). De la misma manera, lo que dice la Escritura de los Israelitas saliendo de Egipto, ha sido narrado como una prefiguración de los que se salvarían por el bautismo; porque los primeros nacidos de los Israelitas fueron salvados... por la gracia concedida a los que habían sido señalados con la sangre del cordero pascual y esta sangre prefiguraba la sangre de Cristo...

En cuanto al mar y a la nube (Ex 14), que en aquel entonces condujeron a la fe por la admiración, en el futuro figurarían la gracia que ha de venir. «El que sea sabio, que recoja estos hechos y comprenda la misericordia del Señor» (Sl 106,43). Comprenderá que el mar, que prefiguraba el bautismo, separaba del Faraón de la misma manera que el bautismo nos hace escapar de la tiranía del diablo. Antiguamente el mar ahogó al enemigo; hoy hace morir la enemistad que nos separa de Dios. El pueblo salió del mar sano y salvo; y nosotros salimos de las aguas como devueltos a la vida los salimos de entre los muertos, salvados por la gracia de Aquel que nos ha llamado. En cuanto a la nube, era la sombra del don del Espíritu, que refrigeraba nuestros miembros apagando la llama de las pasiones.

14 de abril 2015 Martes III de Pascua Ac4, 32-37

El comienzo del texto de hoy es un resumen de cómo actuaban los primeros cristianos: "La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma, y nadie de ellos no hablaba de las cosas que poseía como si fueran propias, sino que tenían todos los bienes en común ». ¿Crees que hoy los creyentes vivimos de esta manera? A qué se debe? Señor, impregna la Iglesia del espíritu de los primeros cristianos.

San Valeriano Martir

Mártir romano, probablemente del tiempo de Juliano el Apóstol, esposo de la popular virgen Cecilia. Según las tradiciones fue convertido por ella el día mismo de la boda con medios sobrenaturales y milagrosos. Sobre su casa se edificó luego un templo, en el que reposan las reliquias de su santa consorte. — Fiesta 14 de abril.

Una de las imágenes más sugerentes y humanas con que la divina Palabra nos ha introducido en el misterio de la Redención la constituyen las llamadas «bodas del Cordero».

Dios ha amado a la humanidad con amor de Esposo y en el banquete nupcial se entrega a sí mismo como víctima y como alimento. Es realmente un vínculo de sangre el que sella estas bodas sublimes, es la sangre del Cordero, del Hijo de Dios inmolado. Por ello se comprende y se admira el profundo sentido cristiano que guió a la piedad de nuestros antepasados, ya desde muchos siglos atrás, en tejer con minuciosos detalles en torno a unas nupcias, mitad terrenas y mitad espirituales, este bello poema de virginidad y de martirio, de amor y de sacrificio, el poema de Cecilia y Valeriano, el poema de Cristo presente en el amor transparente de los dos jóvenes.

Y el poema es cantado cada año por toda la Iglesia, en el oficio divino en honor de la santa esposa. Valeriano entra como segundo personaje, el convertido, el amante brioso, pero íntegro, que no duda en renunciar al goce sensible para unirse con ella en el amor supremo, el amor que salva y los une a los dos con Dios y en Dios.

La narración es suave e insinuante. Durante el banquete nupcial Cecilia, preparada anteriormente con larga oración y ayuno, sin dejar de participar en el bullicio y la alegría, entona su cántico de confianza: «Que mi corazón permanezca inmaculado».

Luego viene el momento del encuentro con el esposo. Valeriano se acerca a Cecilia con toda la ilusión de su juventud, con toda la satisfacción del amor conquistado.

Cecilia pronuncia extrañas palabras. Un ángel guarda su virginidad; le invita a colaborar con el ángel, le promete ver también él al ángel si antes es lavado por un baño sagrado.

Valeriano, enamorado, no duda de Cecilia, se le confía, se convierte, y va en busca de la iglesia en su Cabeza, el Papa oculto. Éste le instruye en el misterio y, tras pedirlo insistente, le administra el santo bautismo.

Vuelve presuroso al tálamo nupcial, y descubre a su esposa en oración, con un ángel a su lado, más resplandeciente que el sol y ofreciendo a los dos una guirnalda de parte del Esposo de las vírgenes. Valeriano adora, cree, goza. Con la esposa.

Y no tarda en conseguir tiempo después la conversión de su hermano Tiburcio, que sigue su mismo camino. Así Cecilia puede presentar a los dos hermanos como sus más preciadas coronas del día de sus esponsales, como el fruto de su amor y de su sabiduría...

Pronto su esposo probará su espíritu y la profundidad con que siente su nueva vida. Primero dedicado intensamente a la caridad para con los pobres, compitiendo con Cecilia en su ya famoso desprendimiento.

Después será su valentía y decisión ante el prefecto Almaquio.

Los dos hermanos confiesan que son cristianos, y pretenden adoctrinar a los que asisten al juicio, en la verdadera religión. Son cruelmente apaleados, pero en pleno suplicio muestran sus rostros llenos de alegría por la gracia de poder dar su sangre por Jesucristo. Y de este modo, pasan delante de Cecilia, que pronto les seguirá en el camino del testimonio sangriento. Valeriano había amado de verdad y en el cielo, junto con su esposa, participa en el eterno banquete de gloria al Cordero. En la tierra, sus reliquias fueron conservadas, para gloria de Dios en sus santos, y se conservan. en la iglesia dedicada a Santa Cecilia, en el Trastévere.

Oremos
Dios todopoderoso y eterno, que concediste a San Valeriano luchar por la fe hasta derramar su sangre, haz que, ayudados por su intercesión, soportemos por tu amor nuestras dificultades y con valentía caminemos hacia ti que eres la fuente de toda vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
Calendario de  Fiestas Marianas: Apariciones de Nuestra Señora de Ludwina (1433).  Nuestra Señor de Guam (1825).

Decálogo para saber envejecer

El verano y las vacaciones son, sin duda, una época propicia para rejuvenecer, para mostrar nuestra mejor silueta, para considerarnos más en forma. Todo el mundo quiere ser joven y parecerlo. Incluso las personas de edad más avanzada. Quizás porque, como decía alguien, "nada nos hace envejecer con mayor rapidez que el pensar incesantemente en que nos hacemos viejos". Por eso, lo mejor será pensar que aún somos jóvenes.

Como suelen decir algunos, con su fino humor: "Y dentro de cien años, cuando todos seamos jóvenes...". Pues, eso. Acaso lo más interesante, y además, gran verdad, sea pensar que "toda edad tiene sus propios frutos; hace falta saberlos recoger". Para quien quiera conocer los secretos de "saber envejecer", valga este decálogo fácil y sencillo.

1. "Cuidarás tu presentación cada día". Arréglate como si fueras a una fiesta. ¡Qué más fiesta que la vida! Que al verte se alegren los ojos de los demás.

2. "No te encerrarás en tu casa ni en tu habitación". Saldrás a la calle y al campo de paseo: "El agua estancada se pudre".

3. "Amarás el ejercicio físico". Un rato de gimnasia, una caminata razonable dentro o fuera de casa, por lo menos abrir la puerta, regar las rosas, contestar el teléfono.
4. "Evitarás actitudes y gestos de viejo derrumbado". La cabeza gacha, la espalda encorvada, la mirada perdida, no favorecen nada. Que la gente diga un piropo cuando pasas: "¡Qué recto va el señor! ¡Qué guapa la señora!".

5. "¡No hablarás de tu edad, ni te quejarás de tus achaques reales o imaginarios!". Acabarás por creerte más viejo y más enfermo de lo que eres. A la gente no le gusta oír historias de hospital. Cuando te pregunten cómo estás, dirás que. ¡muy bien!

6. "Cultivarás el optimismo sobre todas las cosas". Al mal tiempo, buena cara. Sé positivo y`de buen humor. La vejez no es cuestión de años sino un estado de ánimo.

El corazón no envejece.

7. "Tratarás de ser útil a los demás". Ayuda con una sonrisa, un consejo, un servicio. No te coloques el cartel de "inservible".

8. "Trabajarás con tus manos y con tu mente". Haz lo que puedas. El trabajo es la terapia infalible.

9. "Mantendrás vivas y cordiales las relaciones humanas". Desde luego, las que se anudan en el hogar, integrándote a todos los miembros de tu familia.

10. "No pensarás que todo el tiempo pasado fue mejor". Deja de estar condenando tu mundo y maldiciendo tu momento.

Fáciles consejos que todos podemos poner en práctica. Nos irá fenomenal.

Jesús habla con Nicodemo

Juan 3, 7-15. Pascua. Jesús, ayúdame a redescubrir la vocación que he recibido en el bautismo y dame la fortaleza para ser testigo de tu resurrección. 

Oración introductoria
Señor, creo en Ti. Humildemente te suplico que permitas que esta meditación me ayude a comprender que tu Palabra es mi luz y mi fortaleza, el alimento de mi alma, la fuente perenne de mi vida espiritual.

Petición
Señor, ayúdame a ser parte activa de tu Cuerpo, de la Iglesia, con mi oración y mi trabajo. Aumenta mi amor por la Iglesia de la que soy parte, de tu mismo Cuerpo.

Meditación del Papa Francisco
No se comprende bien si no entendemos lo que Jesús nos dice en el Evangelio. Jesús dice a los judíos: "Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces conoceréis que soy yo". En el desierto ha sido por tanto elevado el pecado, pero es un pecado que busca la salvación, porque se cura allí. El que es elevado es el Hijo del hombre, el verdadero Salvador, Jesucristo.

El cristianismo no es una doctrina filosófica, no es un programa de vida para sobrevivir, para ser educados, para hacer las paces. Estas son las consecuencias. El cristianismo es una persona, una persona elevada en la Cruz, una persona que se aniquiló a sí misma para salvarnos; se ha hecho pecado. Y así como en el desierto ha sido elevado el pecado, aquí que se ha elevado Dios, hecho hombre y hecho pecado por nosotros. Y todos nuestros pecados estaban allí. No se entiende el cristianismo sin comprender esta profunda humillación del Hijo de Dios, que se humilló a sí mismo convirtiéndose en siervo hasta la muerte y muerte de cruz, para servir. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 8 de abril de 2014, en Santa Marta).

Reflexión
Jesús deseaba mostrar a Nicodemo que era un testimonio fiel de las cosas celestes. Él es Dios y conoce mejor que otro nuestras íntimas inspiraciones, así que, dado que se dirigía a un doctor de la ley, Jesús recuerda el episodio de la serpiente de bronce. Durante un largo camino, de Egipto a la Tierra Prometida, los hebreos se rebelaron contra Dios, y una calamidad debida a algunas serpientes les asusta, y diezma la gente. El pueblo pide perdón y Dios ordena hacer una serpiente de bronce, alzarla sobre un asta y mirarla. Todos aquellos que hubiesen contemplado su mirada se habrían salvado. Tal episodio preanunció la redención del hombre, y Jesús se lo mostró a Nicodemo.
Aquél que mira al "Hijo del Hombre" y cree en Él tendrá la vida eterna. En cierto modo también nosotros debemos proseguir nuestro camino en este mundo, siguiendo las huellas de Cristo. Porque aquél que muestra la fe en Cristo con su conducta está destinado a ser visto por todos. Es necesario para la salvación de aquellos que lo desean. Para podernos alzar como la serpiente de bronce y ser señal con la que Cristo cure el mundo de sus enfermedades, no es suficiente la "carne", es decir, no bastan las posibilidades naturales del hombre, sino que debemos estar dispuestos a aceptar el aliento del Espíritu, que nos sugiere el camino de Cristo en las diversas ocasiones.

Propósito
Hoy, cuando la oportunidad se presente, hablaré sobre Cristo, pidiendo previamente al Espíritu Santo que me ilumine.

Diálogo con Cristo
Jesús, ayúdame a redescubrir la vocación que he recibido en el bautismo y dame la fortaleza para ser un auténtico testigo de tu resurrección. Espíritu Santo, lléname del fuego de tu amor, porque sólo podré ser un instrumento de salvación para los demás, si me dejo moldear por Ti en la oración.

Dios nos sorprende siempre. Él es así.

¿Estamos cansados, decepcionados, pensamos no lo podemos conseguir? No nos cerremos a la novedad que Dios quiere traer a nuestras vidas.

Queridos hermanos y hermanas

(...) Las mujeres habían seguido a Jesús. Lo habían escuchado, se habían sentido comprendidas en su dignidad, y lo habían acompañado hasta el final, en el Calvario y en el momento en que fue bajado de la cruz.

Podemos imaginar sus sentimientos cuando van a la tumba: una cierta tristeza, la pena porque Jesús les había dejado, había muerto, su historia había terminado. Ahora se volvía a la vida de antes. Pero en las mujeres permanecía el amor, y es el amor a Jesús lo que les impulsa a ir al sepulcro.

Pero, a este punto, sucede algo totalmente inesperado, una vez más, que perturba sus corazones, trastorna sus programas y alterará su vida: ven corrida la piedra del sepulcro, se acercan, y no encuentran el cuerpo del Señor. Esto las deja perplejas, dudosas, llenas de preguntas: «¿Qué es lo que ocurre?», «¿qué sentido tiene todo esto?» (cf. Lc 24,4). ¿Acaso no nos pasa así también a nosotros cuando ocurre algo verdaderamente nuevo respecto a lo de todos los días? Nos quedamos parados, no lo entendemos, no sabemos cómo afrontarlo. A menudo, la novedad nos da miedo, también la novedad que Dios nos trae, la novedad que Dios nos pide.

Tenemos miedo de las sorpresas de Dios. Queridos hermanos y hermanas, en nuestra vida, tenemos miedo de las sorpresas de Dios. Él nos sorprende siempre. Dios es así.

Hermanos y hermanas, no nos cerremos a la novedad que Dios quiere traer a nuestras vidas. ¿Estamos acaso con frecuencia cansados, decepcionados, tristes; sentimos el peso de nuestros pecados, pensamos no lo podemos conseguir? No nos encerremos en nosotros mismos, no perdamos la confianza, nunca nos resignemos: no hay situaciones que Dios no pueda cambiar, no hay pecado que no pueda perdonar si nos abrimos a él.

(...) las mujeres, encuentran la tumba vacía, el cuerpo de Jesús no está allí, algo nuevo ha sucedido, pero todo esto todavía no queda nada claro: suscita interrogantes, causa perplejidad, pero sin ofrecer una respuesta. Y he aquí dos hombres con vestidos resplandecientes, que dicen: «¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, ha resucitado» (Lc 24,5-6). Lo que era un simple gesto, algo hecho ciertamente por amor – el ir al sepulcro –, ahora se transforma en acontecimiento, en un evento que cambia verdaderamente la vida. Ya nada es como antes, no sólo en la vida de aquellas mujeres, sino también en nuestra vida y en nuestra historia de la humanidad. Jesús no está muerto, ha resucitado, es el Viviente. No es simplemente que haya vuelto a vivir, sino que es la vida misma, porque es el Hijo de Dios, que es el que vive (cf. Nm 14,21-28; Dt 5,26, Jos 3,10). Jesús ya no es del pasado, sino que vive en el presente y está proyectado hacia el futuro, Jesús es el «hoy» eterno de Dios.

Así, la novedad de Dios se presenta ante los ojos de las mujeres, de los discípulos, de todos nosotros: la victoria sobre el pecado, sobre el mal, sobre la muerte, sobre todo lo que oprime la vida, y le da un rostro menos humano.

Y este es un mensaje para mí, para ti, querida hermana y querido hermano. Cuántas veces tenemos necesidad de que el Amor nos diga: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? Los problemas, las preocupaciones de la vida cotidiana tienden a que nos encerremos en nosotros mismos, en la tristeza, en la amargura..., y es ahí donde está la muerte. No busquemos ahí a Aquel que vive.

Acepta entonces que Jesús Resucitado entre en tu vida, acógelo como amigo, con confianza: ¡Él es la vida!

1. Si hasta ahora has estado lejos de él, da un pequeño paso: te acogerá con los brazos abiertos.
2. Si eres indiferente, acepta arriesgar: no quedarás decepcionado.
3. Si te parece difícil seguirlo, no tengas miedo, confía en él, ten la seguridad de que él está cerca de ti, está contigo, y te dará la paz que buscas y la fuerza para vivir como él quiere.

(...) Las mujeres se encuentran con la novedad de Dios: Jesús ha resucitado, es el Viviente. Pero ante la tumba vacía y los dos hombres con vestidos resplandecientes, su primera reacción es de temor: estaban «con las caras mirando al suelo» – observa san Lucas –, no tenían ni siquiera valor para mirar. Pero al escuchar el anuncio de la Resurrección, la reciben con fe. Y los dos hombres con vestidos resplandecientes introducen un verbo fundamental: Recordad. «Recordad cómo os habló estando todavía en Galilea... Y recordaron sus palabras» (Lc 24,6.8).

Esto es la invitación a hacer memoria del encuentro con Jesús, de sus palabras, sus gestos, su vida; este recordar con amor la experiencia con el Maestro, es lo que hace que las mujeres superen todo temor y que lleven la proclamación de la Resurrección a los Apóstoles y a todos los otros (cf. Lc 24,9). Hacer memoria de lo que Dios ha hecho por mí, por nosotros, hacer memoria del camino recorrido; y esto abre el corazón de par en par a la esperanza para el futuro. Aprendamos a hacer memoria de lo que Dios ha hecho en nuestras vidas.

(...) Pidamos al Señor: 

1. Que nos haga partícipes de su resurrección: nos abra a su novedad que trasforma, a las sorpresas de Dios, tan bellas;
2. Que nos haga hombres y mujeres capaces de hacer memoria de lo que él hace en nuestra historia personal y la del mundo;
3. Que nos haga capaces de sentirlo como el Viviente, vivo y actuando en medio de nosotros;
4. Que nos enseñe cada día, queridos hermanos y hermanas, a no buscar entre los muertos a Aquel que vive.
Fragmento de la Homilía del Papa en la Misa de la Vigilia Pascual Basílica Vaticana. Sábado Santo 30 de marzo de 2013. 

CONTEMPLACIÓN Y ORACIÓN UNIDAD. 6

La contemplación. Como sucede con la meditación, y quizás aún más, la palabra contemplación puede significar una gran variedad de vivencias, experiencias y formas de orar. 1.- Hay meditaciones en que, en un momento determinado, una palabra o una frase toman una importancia grande para la persona que medita. Lo mejor que se puede hacer cuando esto ocurre es permanecer en quietud en esa palabra o frase, como degustando la densidad de valor y de sentido que nos suscita. Esta quietud y rumiament, acompañados muchas veces de un nivel afectivo superior al normal, es contemplación. Se comprendiendo cierta significación un poco al margen de la comprensión de nuestra lógica deductiva y comparativa. Se sintiendo novedad, generalmente de forma suave, y algunas veces con fuerte emoción, pero experimentando que lo que se vive es más dado que buscado, más recibo que conquistado, más de Él que no nuestro. 2.- Una segunda modalidad de contemplación parte de la belleza, la armonía, el orden y la grandiosidad de la naturaleza. No nos referimos a cualquier momento vibrante ante la naturaleza, el mar, el bosque frondoso. El silencio puede ser un camino para dejarnos impactar por el espectáculo que miramos.

Demasiado habituados a hacer, a rendir, a programar y a dominar, no sabemos demasiado cómo reaccionar. De hecho, lo que necesitamos en estas circunstancias es abrirnos porque lo que vemos y escuchamos entre dentro nuestro y deje el mensaje que lleva. Para entendernos, cuando decimos belleza ahora nos referimos a un conjunto de dimensiones de colores, formas, cualidades, proporciones, armonías, etc. La belleza despierta la posibilidad de contemplación. Es posible que la contemplación de la naturaleza sea larga. El tiempo tiene una nueva velocidad y finalmente el corazón serenado y feliz deja el lugar contemplativo sabiendo que lleva dentro no sólo imágenes, sonidos y belleza, sino la semilla vibrante que ha recibido y que en otros momentos provocará no sólo el placer de la memoria sino el deseo de seguir contemplando en otros lugares de un mismo mundo. El universo, que es uno, y casi infinito para nuestras posibilidades tan limitadas, nos convoca a la contemplación. 3.- Dentro del ámbito de los retiros, los ejercicios espirituales y hasta de los ratos que diariamente dedicamos a la oración, muchas veces se nos propone la contemplación de textos bíblicos, en especial de los Evangelios. Como siempre, un rato de contemplación necesita el reposo de la mente, la quietud del espíritu y la recta intención. Quizás más que en otras formas de orar, para la contemplación que ahora mencionamos, son importantes la postura del cuerpo -ni demasiado tensa ni demasiado relaxada- y la atención al ritmo de la respiración: cómo entra el aire cargado de oxígeno vital, como penetra en los pulmones y vivifica el cuerpo, y como por la potencia del corazón sale de nuevo habiendo purificado nuestro organismo y lanzando fuera el anhídrido carbónico.

Situados ya en unas condiciones mentales, físicas y espirituales favorables, y que para muchos son ya oración por la presencia de Dios en nosotros, entramos en la contemplación leyendo lentamente el texto. Una vez leído, convocamos nuestra capacidad imaginativa y nos vamos hacemos presentes en el relato, primero de una manera más general y ambiental, hasta centrarnos en las personas, contemplando su figura, lo que hacen, lo que escuchan, lo que miran ... y desde la contemplación exterior entramos en la contemplación interior, es decir, lo que sienten, los movimientos afectivos, las sensaciones, las vivencias, etc.

En la contemplación del Evangelio no hace falta decir que Jesucristo ha de ocupar un espacio y tiempo primordial. Cuando desde la figura externa vamos entrando en sus sentimientos, en sus motivaciones y en sus relaciones, de forma especial con el Padre, es cuando nos acercamos a la profundidad de su Persona. Jesús, imagen visible del Dios invisible, se va mostrando cercano, presente y unido a nosotros. Él revela Dios.

4.- La contemplación puede también tener otras formas al margen de las tres mencionadas, que son: saborear y contemplar las palabras cargadas de sentido, la contemplación de la naturaleza y la contemplación evangélica. La contemplación puede llevar a una oración muy simple y profunda que podríamos llamar oración unitiva.
La oración unitiva, como gracia y don de Dios, nos relaciona con Él y, desde Él, abarca cierta totalidad.

TEXTOS PARA LA REFLEXIÓN
"Nuestra oración no se puede limitar a un hábito convencional: actitudes corporales, silencio, genuflexión ... Hay que tener mucho cuidado sobre nuestro espíritu, esperando el momento en que Dios se haga presente en nuestra alma, visitando todos sus caminos, todas sus puertas, todos sus sentidos. Cuando el espíritu está firmemente unido a Dios no es necesario callar, ni gritar, ni clamó. El alma debe vaciar plenamente para la súplica y por el amor a Cristo, evitando distracciones y divagaciones en sus pensamientos. " Atribuido a Macario el Grande (Filocalia)

"Procurada luego, hija, que está sola, tener compañía. Pues ¿qué mejor que la del Mismo maestro que enseñan la oración que vais a rezar? Representadas en el Mismo Señor junto con vos y MIRAD con qué amor y humildad hueso está enseñando. Y creedme, Mientras pudiereis no cometas sino tan buen amigo. Si os acostumbráis a traerle menoscabe os y Él viene que el Haces con amor y que anda procurando contentarle, no el podre -como dicen- echar de vos, no os faltará para siempre, ayudaros Hay en todos vuestros Trabajos ... ¿pensaré que es poco un tal amigo al lado? " Santa Teresa de Jesús. Camino de perfección. C.26

PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL
1.- Recuerdo momentos contemplativos de la naturaleza, tal vez algunas contemplaciones de ejercicios o retiros que son referencias espirituales? Actualmente como vivo esta dimensión de la oración? 2.- Contemplo en oración situaciones vividas, personas, celebraciones, momentos de alegría o de tristeza, que corresponden a mi misión, y los contemplo desde el Señor, orando después?

3.- Tengo deseo espiritual y profundo de irme relacionando amigablemente con el Señor mediante la oración contemplativa? Medios posibles.

PAXTV.ORG