No despreciar al profeta
- 05 Julio 2015
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El relato no deja de ser sorprendente. Jesús fue rechazado precisamente en su propio pueblo, entre aquellos que creían conocerlo mejor que nadie. Llega a Nazaret, acompañado de sus discípulos, y nadie sale a su encuentro, como sucede a veces en otros lugares. Tampoco lo presentan a los enfermos de la aldea para que los cure.
Su presencia solo despierta en ellos asombro. No saben quién le ha podido enseñar un mensaje tan lleno de sabiduría. Tampoco se explican de dónde proviene la fuerza curadora de sus manos. Lo único que saben es que Jesús es un trabajador nacido en una familia de su aldea. Todo lo demás «les resulta escandaloso».
Jesús se siente «despreciado»: los suyos no le aceptan como portador del mensaje y de la salvación de Dios. Se han hecho una idea de su vecino Jesús y se resisten a abrirse al misterio que se encierra en su persona. Jesús les recuerda un refrán que, probablemente, conocen todos: «No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa».
Al mismo tiempo, Jesús «se extraña de su falta de fe». Es la primera vez que experimenta un rechazo colectivo, no de los dirigentes religiosos, sino de todo su pueblo. No se esperaba esto de los suyos. Su incredulidad llega incluso a bloquear su capacidad de curar: «no pudo hacer allí ningún milagro, solo curó a algunos enfermos».
Marcos no narra este episodio para satisfacer la curiosidad de sus lectores, sino para advertir a las comunidades cristianas que Jesús puede ser rechazado precisamente por quienes creen conocerlo mejor: los que se encierran en sus ideas preconcebidas sin abrirse ni a la novedad de su mensaje ni al misterio de su persona.
¿Cómo estamos acogiendo a Jesús los que nos creemos «suyos»?
En medio de un mundo que se ha hecho adulto, ¿no es nuestra fe demasiado infantil y superficial?
¿No vivimos demasiado indiferentes a la novedad revolucionaria de su mensaje?
¿No es extraña nuestra falta de fe en su fuerza transformadora?
¿No tenemos el riesgo de apagar su Espíritu y despreciar su Profecía?
Esta era la preocupación de Pablo de Tarso: «No apaguéis el Espíritu, no despreciéis el don de Profecía. Revisadlo todo y quedaos solo con lo bueno»
(1 Tes 5,19-21). ¿No necesitamos algo de esto los cristianos de nuestros días?
José Antonio Pagola. 05 de julio 2015
14 Tiempo Ordinario - B
(Marcos 6,1-6)
XIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (Ez 2, 2-5; Sal 122; 2 Co 12, 7b-10; Mc 6, 1-6)
LA DEBILIDAD
Nuestra naturaleza aspira a la seguridad, siente que sin ella no puede alcanzar metas importantes.
Por lo mismo, rehúye el fracaso, la contingencia y la inseguridad.
Los estrategas de la economía, por ejemplo, se sientan a planear cómo ganar más, o cómo conseguir grandes resultados en sus inversiones, y huyen de cualquier signo de duda.
Y sin embargo, por propia experiencia, es en los momentos de mayor debilidad cuando la persona se abre a un conocimiento propio, de sí misma, que en ninguna otra situación alcanza.
El salmista describe la actitud menesterosa del esclavo o de la esclava, que están pendientes del favor de su señor o su señora, para decir con mayor plasticidad la que nos corresponde a nosotros mantener ante Dios. “Como están los ojos de la esclava fijos en las manos de su señora, así están nuestros ojos en el Señor, Dios nuestro, esperando su misericordia” (Sal 122).
Aún es más evidente el testimonio de san Pablo, por el que nos confiesa en quién debemos poner nuestra confianza, y de dónde nos viene la fuerza. Como es lógico y natural, el apóstol cree que es bueno pedir verse libre de la debilidad, de la flaqueza, del aguijó de la carne. Y sin embargo, el Señor le responde: «Te basta mi gracia; la fuerza se realiza en la debilidad.» (2Co 12, 9).
Un peligro que se deriva de toda situación de poder es el afán de dominar, no solo por poseer el mayor cúmulo de bienes materiales, sino también por el ejercicio despótico sobre las personas.
¡Qué difícil es encontrar a quien convierte su capacidad en servicio magnánimo!
Jesús quiso pasar por este mundo con la sencillez de un vecino de Nazaret, de un paisano de Galilea, de tal manera que, cuando salió a predicar, cundió la extrañeza, y sus conciudadanos se preguntaban: “¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón?”
El papa Francisco ha advertido a los sacerdotes que evangelizar no es hacer proselitismo. "Las dos columnas sobre las que se apoya el Cristianismo: las Bienaventuranzas y Mateo 25, que es el protocolo sobre el que vamos a ser juzgados" (Roma, 12 de junio, 2015).
Quienes ponen su confianza en la fuerza, en el poder, en el tener, se resisten a dejarse conducir y acompañar por la fe. Dice el Evangelio que Jesús, al ver la incredulidad de sus paisanos, “se extrañó de su falta de fe”.
Decimocuarto domingo - Tiempo Ordinario Ez 2, 2-5;2Cor 12, 7-10; Mc 6, 1-6
1- Como acabamos de escuchar, aquella gente de Nazaret, el pueblo de Jesús, no quiso hacer caso de Él. Se preguntaban: "No es el carpintero, el hijo de María?", Como queriendo decir: qué nos tiene que venir a enseñar este! Y, sin embargo, cuántas cosas positivas, necesarias para la vida y para la propia paz interior, les habría enseñado Jesús si la hubieran escuchado! Aquellos hombres y mujeres tenían necesidad de luz que iluminara su camino y fuerza para superar las dificultades de la vida. Sobre todo, necesitaban tener la paz en el corazón, ya que sin paz interior la vida se nos hace insoportable.
Pero no quisieron escuchar. No fueron conscientes de lo que perdían...
Y nosotros, escuchamos realmente a Jesús? Abrimos nuestro corazón para que su palabra, portadora de vida, nos entre bien adentro y nos renueve?
2- De este episodio del rechazo de Jesús, debemos sacar una enseñanza importante: que no debemos minusvalorar nadie porque podemos aprender cosas positivas de cualquier persona.
La persona autosuficiente que cree "nadie le tiene que enseñar nada", además de empobrecer espiritualmente, a menudo hace el ridículo porque nadie se atreve a hacerle tomar conciencia de sus errores. Nadie es perfecto y, por ello, el contacto con los demás siempre nos puede ayudar a mejorar. Todos somos imágenes de Dios, pero cada uno es un reflejo diferente porque cada persona humana es única, original, irrepetible. Los jóvenes pueden aprender de la experiencia de los adultos; pero también los adultos pueden aprender del inconformismo de los jóvenes. El contacto intergeneracional siempre es estimulante. El hombre puede aprender de la mujer, y la mujer, del hombre, para que mutuamente se complementan. Dios no es masculino ni femenino, sino que en Él, que es la perfección, se encuentran unificados todos los aspectos positivos de la persona humana: del hombre y de la llama.
3- Por lo tanto, tenemos que saber mirar cualquier persona con ojos limpios, sin prejuicios, para saber descubrir y asimilar todo lo bueno que tienen. Santa Teresa decía que las personas son el mejor regalo de Dios. Esto lo vemos más claro el día que nos faltan: entonces nos damos cuenta del tesoro que Dios nos había puesto al lado y que quizás no valorábamos suficiente. No nos cerramos, pues, ya que cometeríamos el mismo error de los habitantes de Nazaret que perdieron una gran ocasión: la de enriquecerse escuchando Jesús. Aprovechamos las oportunidades que nos ofrece el verano para escuchar a Jesús - a través de la oración- y las personas que nos rodean: la pareja, los hijos, los padres, los amigos ... Nosotros seremos los primeros beneficiados.
4- Pero, en este evangelio hay aún otra enseñanza que debemos saber aprender. Aquel Jesús que habíamos contemplado los domingos pasados resucitando muertos o dominante la tormenta, ahora lo vemos fracasado.
Nos dice que se sorprendía que la gente de su pueblo de Nazaret "no quisieran creer". Y por esta razón, allí "no pudo hacer ningún milagro". Se cumple lo que dice San Juan, al principio de su evangelio: "Ha venido a su casa, y los suyos no la recibieron" (Juan 1, 11).
Cómo reaccionó Jesús? Sin embargo, Él no se desanimó. El evangelio de hoy concluye: "Después recorría las villas y los pueblos y enseñaba".
Es un buen ejemplo para nosotros que fácilmente nos hundimos cuando hemos tenido un fracaso, cuando, a pesar de nuestra voluntad para transformar las cosas y las personas, en sentimos rechazados.
No hay que desmoralizarse. Esto sólo nos debe servir para hacernos más humildes y para tomar conciencia de que la única fuerza capaz de transformar el mundo y de mejorar las personas es la fuerza de Dios.
Nosotros sólo somos colaboradores suyos y nada más. Y, a veces, Dios para hacer crecer su Reino, más que necesitar nuestra fuerza, prefiere nuestra debilidad. Así queda claro que la eficacia sólo viene de Él.
Por tanto, también van dirigidas a nosotros aquellos palabras, que según la segunda lectura, Dios dirigió a San Pablo: "Te basta mi gracia; mi poder resalta más, como es débiles son tus fuerzas ".
No nos desanimemos, pues, a pesar de los fracasos y las incomprensiones que podamos sufrir. Seguimos extendiendo la Buena Nueva de Jesús bien convencidos de que todo lo que sembramos con buena voluntad, tarde o temprano dará su fruto.
Ninguna migaja de estimación no se perderá, aunque quizá el momento no obtengamos resultados inmediatos. Ya la misma escritura nos advierte que, en la viña del Señor, uno es el que siembra y otro el que recoge el fruto.
Pero tengamos claro también que, sin siembra, no habrá fruto.
Logos de la visita de Francisco a Ecuador, Bolivia y Paraguay
El Papa emprende un intenso viaje a Ecuador, Bolivia y Paraguay, los países más pobres de la zona
Francisco regresa a Latinoamérica, "el continente de la esperanza"
El Pontífice se reunirá con comunidades indígenas, presos, pobres y movimientos sociales
Redacción, 05 de julio de 2015 a las 08:58
La gira confirma su afán de acudir, no solo a las "periferias" geográficas, sino también a las existenciales
El Papa Francisco emprende este domingo su segundo viaje a América Latina para visitar Ecuador, Bolivia y Paraguay, los países más pobres de la zona, donde quiere llevar un mensaje de unidad y reconciliación, en una intensa semana en la que recorrerá más de 25.000 kilómetros, pronunciará 22 discursos y oficiará cinco misas.
A las nueve menos diez de la mañana, el Boeing A330-200 de Alitalia "Piero della Francesca" salió del aeropuerto de Fiumicino. Trece horas después, y después de pasar por el espacio aéreo de España, Portugal, Trinidad y Tobago, Venezuela, Colombia y Ecuador, está previsto que el vuelo papal llegue a Quito. La capital de Ecuador será la primera escala de su segundo viaje a Latinoamérica.
Está previsto que el Pontífice se reúna con los sectores más desfavorecidos de la sociedad, como por ejemplo con algunas comunidades indígenas y que explore y reflexione sobre la dimensión de la pobreza en América Latina así como sobre la familia. Además, durante la primera misa que celebrará el Pontífice, que se celebrará en Ecuador, un miembro de una comunidad indígena leerá la Primera Lectura en Quechua.
Entre las curiosidades de su periplo, no se descarta que el Bergoglio acceda a masticar hoja de coca para paliar el mal de altura en Bolivia, y tiene previsto visitar la cárcel de Pasmasola. Francisco manejaría su propia agenda paralela a la oficial durante su visita al país. Así lo afirmó monseñor Eliseo Ariotti, nuncio apostólico en Paraguay, durante una conferencia de prensa que se realizó ayer en la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP).
Francisco hablará durante todo el viaje en español por lo que no se descarta que improvise en cada uno de ellos. La temática eclesial se centrará en la alegría de anunciar el Evangelio y se basará en dos documentos de referencia: la Exhortación Apostólica 'Evangelii Gaudium' y el documento de Aparecida proveniente de la V Conferencia del Episcopado latinoamericano y del Caribe, cuya aportación del entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio fue muy importante.
Por otro lado, se desplazará en avión para cambiar de país (en cada uno de los tres permanecerá unas 48 horas), usará un 'jeep' descapotable para los desplazamientos cortos que le permitirán largos saludos a las miles de personas que está previsto que le esperen.
Francisco realizó su primer viaje a Latinoamérica en julio de 2013, cuando visitó Brasil. Se trata del cuarto pontífice en la historia de la Iglesia católica en viajar a Latinoamérica. El primero fue Pablo VI, que visitó Colombia en 1968. El segundo fue Juan Pablo II, convirtiéndose en el pontífice que más veces viajó al continente. Estuvo en 18 ocasiones.
Por su parte, Benedicto XVI, que realizó dos viajes a América Latina. El Papa emérito visitó México y Cuba, en marzo de 2012, la primera vez que el pontífice alemán viajaba a dos países de habla hispana. Fue su segundo y último viaje del papa Ratzinger a Latinoamérica. Dos años después de su elección, en mayo de 2007, Benedicto XVI viajó a Brasil.
Los tres países elegidos por el papa argentino para su segundo viaje apostólico a América Latina fueron visitados también por San Juan Pablo II que estuvo en Ecuador y Bolivia en 1975, y en Paraguay en 1988.
El cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, señaló en una entrevista con Radio Vaticano que se trata de un peregrinaje muy deseado por el pontífice y lleno de expectativas para la Iglesia. Señaló que para comprender su importancia es preciso recordar las palabras del pontífice durante la celebración de la Solemnidad de Nuestra Señora de Guadalupe, patrona del continente americano, el pasado 12 de diciembre. En aquella ocasión, Bergoglio habló del "continente de la esperanza" -término acuñado por Juan Pablo II- y aseguró que de América Latina se esperan "nuevos modelos de desarrollo que conjuguen la tradición cristiana y el progreso civil". Que aúnen además "la justicia y la equidad con la reconciliación, el desarrollo científico y el tecnológico con la sabiduría humana y el sufrimiento fecundo con alegre esperanza". "Esta es la fisonomía de América Latina y también de los tres países que el Santo Padre se prepara para visitar", agregó Parolin.
Para el purpurado, en Latinoamérica se están produciendo cambios económicos, políticos y culturales como la reducción de la pobreza pero, al mismo tiempo, se registra "una progresiva secularización" de la sociedad, sin alcanzar aún los niveles de Occidente. "Ante estos nuevos escenarios la Iglesia ha escogido la vía de la conversión pastoral, ha optado por la vía de la misión, del compromiso misionero y, en este sentido, puede convertirse en un paradigma para otras partes del mundo", defendió. En la misma línea se manifestó el secretario de Estado para las Relaciones con los Estados, Paul Richard Gallagher, quien consideró que el objetivo del viaje es "mostrar el modo en el que el Cristianismo puede ofrecer aún una válida contribución al afán de justicia, desarrollo y paz" de dichos países. "America Latina se presenta actualmente como un laboratorio de ideas y experiencias en el campo político y social dirigidas a individualizar nuevos modelos de democracia y de participación que aseguren una mayor inclusión social", dijo Gallagher a "Avvenire".
Sin embargo se mostró convencido de que se trata de un continente "cada vez menos dispuesto a aceptar en modo dogmático modelos sociales propuestos desde el exterior" y deseoso de "hallar recorridos para un desarrollo acorde a su identidad y su historia". Tras reunirse con el presidente Correa, Francisco se trasladará al día siguiente a Guayaquil, donde celebrará una misa y almorzará con los jesuitas en el Colegio Javier, en el que se verá además con viejos amigos como el español padre Paquito. El miércoles 8 de julio Bergoglio visitará en Quito una residencia de ancianos y, tras un encuentro con el clero partirá a Bolivia. Allí hará una visita de cortesía al presidente Evo Morales en el Palacio de Gobierno, seguido por un encuentro con las autoridades civiles en la catedral de La Paz. Para evitar los efectos de la altura en la ciudad más elevada del mundo, el papa solo permanecerá en ella cuatro horas y por la tarde emprenderá el viaje hacia la Santa Cruz de la Sierra. Allí, entre otros actos, participará en el II Encuentro Mundial de los Movimientos Populares, que celebraron su primera edición el año pasado en el Vaticano. La última etapa de su viaje será Paraguay, el país con mayor proporción de católicos de América Latina y donde, tras los habituales encuentros protocolarios, continuará su visita en el hospital pediátrico Niños de Acosta Ñu y presidirá una misa en la explanada del santuario mariano de Caacupé. El domingo 12, Francisco visitará a la población del Bañado Norte, que forma parte del cinturón de barrios pobres de la capital paraguaya y que sufre periódicas inundaciones por el desbordamiento del cercano río Paraguay.
Francisco, de este modo, tendrá contacto con las diferentes realidades sociales del continente sudamericano, en una gira que confirma su afán de acudir, no solo a las "periferias" geográficas, sino también a las existenciales.
B - Domingo 14o. del Tiempo Ordinario
Primera: Ez 2, 2-5; Segunda: 2Cor 12, 7-1; Evangelio: Mc 6, 1-6
Nexo entre las lecturas
El domingo anterior los textos litúrgicos se centraban en la potencia de la fe. El presente domingo están centrados en las dificultades para creer y en la actitud de los hombres ante ellas. Los israelitas, a los que dirige su palabra el profeta Ezequiel, dudan de la fidelidad de Dios que les ha abandonado a su propia suerte en el exilio de Babilonia. Ante esta situación se rebelan y su corazón se endurece para las cosas de Dios (primera lectura). Los nazaretanos sufren también una crisis de fe ante Jesús que, por un lado, ha obrado grandes signos y milagros, y, por otro, es uno más entre los habitantes de Nazaret, es "el hijo del carpintero" (Evangelio). Pablo no está exento de dificultades en su fe, pero se mantiene firme porque una voz en su interior le repite: "Te basta mi gracia" (segunda lectura).
Mensaje doctrinal
1. El escándalo de la fe. Creer es aceptar la irrupción de Dios en la propia vida y en la historia de los hombres. Es aceptar que el hombre, con toda su técnica y todo su saber, no tiene todos los hilos de los acontecimientos en sus manos.
Es aceptar el riesgo de que Alguien te indique el camino, que tú no ves. En este sentido, la fe es un auténtico escándalo. El escándalo de la fe no es cosa de estos últimos siglos, ni sólo de los cristianos o de los hombres religiosos; el escándalo afecta a todo ser humano, a los mismos ateos. Quieran o no, la fe es también para ellos una piedra de tropiezo en su marcha por la vida. A los israelitas del siglo VI a. C. les chocó y se les hizo un verdadero drama el ver que Jerusalén era conquistada por los babilonios, que les deportaron en gran número a su propio país. ¿Dónde está la fidelidad de Yahvéh a sus promesas? ¿Dónde está, se preguntaban los israelitas, el brazo poderoso de Yahvéh? ¿No se ha mostrado más poderoso Marduk (dios babilonio) que Yahvéh? Yahvéh nos ha abandonado. ¡El escándalo debió ser imponente!
2. No menor debió ser el escándalo de los nazaretanos. Ellos conocían la familia de Jesús, una familia absolutamente igual a las demás del pueblo. Ellos conocían muy bien a Jesús: su infancia y juventud, sus padres, su oficio, sus parientes; lo habían visto crecer como uno entre tantos... No, no podemos creer lo que nos cuentan de él. ¡Le debe haber sucedido algo raro! Es evidente que no hay cosa peor para la fe que acostumbrarse a vivir con el misterio a nuestro lado.
3. La fe de Pablo es probada de modo diverso. Él ha sido "arrebatado" hasta el tercer cielo, es decir, a una experiencia de Dios absolutamente sobrecogedora y profunda. Con todo, esa experiencia no le libra del aguijón de la "carne" (¿una enfermedad? ¿la conciencia de su debilidad ante la misión? ¿la conciencia del abismo entre él con todas sus limitaciones y Dios con toda su grandeza? ¿el sentir el peso del propio pecado?). ¿Cómo es esto posible? ¿Por qué Dios no le libra de esa espina que le atormenta? También Pablo pasó por el escándalo de la fe.
4. Actitudes ante el escándalo de la fe. La liturgia presenta a nuestra consideración tres actitudes ante el escándalo de la fe. La primera es la de los israelitas. Es la actitud de rebelión, de obstinación, de dureza de corazón. En lugar de buscar solución a sus dudas sobre la fidelidad de Dios, se aferran a ellas, en ellas se encierran y con ello su corazón se endurece ante la voz de Dios que les llega por el profeta Ezequiel. En lugar de buscar resolver sus dudas de fe, se hunden más en ellas. La segunda actitud es la de los habitantes de Nazaret. Ellos no pueden dudar de los signos y prodigios que ha hecho Jesús en Cafarnaum y en los pueblos de su alrededor. Pero no pueden creer que un hombre corriente, y de su pueblo, como es Jesús, logre hacer tales cosas. Ellos se habrían dado cuenta desde antes. ¡No son tan tontos! ¡Algo raro y extraño ha sucedido, aunque no sepan qué es! La tercera actitud, muy diversa de las anteriores, es la de Pablo. La experiencia de Damasco ha marcado para siempre su vida. Lo que le pasa tiene que explicarlo desde esa experiencia. Y así, desde esa experiencia de fe, llega a dos conclusiones: 1) Ante las crisis de fe está presente la gracia de Cristo para enfrentarse a ellas con decisión y valentía; 2) En mi debilidad, es donde soy más fuerte, pero no con mi fuerza, sino con la fuerza de Dios. La prueba de la fe es un momento extraordinario para acrecentarla y consolidarla.
Sugerencias pastorales
1. Las dificultades de la fe hoy. El creer encuentra dificultades en cualquier época y en cualquier punto de la tierra. ¿Cuáles son las dificultades que hoy encuentran nuestros contemporáneos en su camino de fe? Algunas son las de siempre, pues la fe es un don y hay que acogerlo en la oración y con humildad. En nuestros días se han acentuado algunas dificultades. Por ejemplo, el desinterés más o menos marcado por lo que no sea inmediato y aporte algo útil al hombre hoy, aquí y ahora; la excesiva confianza en la razón científica, en prejuicio de la razón filosófica que predispone para la fe; el espíritu relativista dominante, amplios sectores de la sociedad, en los que "Dios" es un punto de vista más, en concurrencia con otros aparentemente más atractivos; no pocas veces se menciona también la imagen de una Iglesia retrógrada, enrocada en el pasado en la propuesta de algunas verdades dogmáticas o morales. Hay todavía quien dice no creer porque la fe le aliena y le hace soñar en un mundo inexistente, quitándole energías para trabajar en el mundo en que vive; o quien piensa que la fe es cosa de "viejas"... Bueno, imagino que tú podrás añadir algunas dificultades más a la lista...
2. "Fuertes en la fe". Si mil tentaciones no hacen una caída, tampoco mil dificultades hacen una sola duda de fe. No. Las dificultades son "magníficas" para fortalecer nuestra fe, si las sabemos afrontar con valentía y con decidida coherencia. ¿Viene una dificultad? Ora, en primer lugar. Luego, crécete ante ella, de manera que te parezca pequeña, aunque sea grande. Piensa también que te va a ayudar a madurar tu fe, porque una virtud no probada siempre será una virtud inmadura. No te olvides, por otra parte, de estar vigilante, porque, si vigilas, la verás venir y buscarás el modo de defenderte y de atacarla. No te olvides tampoco de que no eres el único en tener esa dificultad; de que antes que tú ha habido muchos que la han tenido y la han superado; y de que ahora mismo que tú tienes esa dificultad de fe la están teniendo otros como tú en alguna parte de nuestro planeta, y están luchando como tú para vencerla. Y, ¿por qué no acudir a alguien que te eche una mano, alguien experto en estas cosas de fe, como puede ser un sacerdote amigo, una religiosa que trabaja en tu parroquia, un parroquiano que ha pasado por tu misma prueba y la ha superado felizmente? ¡Es hermoso sentir la solidaridad, la compañía, el apoyo humano y espiritual de una persona amiga!
San Antonio María Zacarías
Nació en Cremona en el año1502, precisamente en la Italia septentrional, situada en la región de Lombardía, junto al río Po, sede episcopal, con su imponente catedral románica, construida entre 1107 y 1490 que posee en sus paredes interiores frescos de Boccaccio Boccaccino. La madre de Antonio María, Antonieta Pescaroli, enviudó pronto y no quiso contraer nuevas nupcias para dedicarse enteramente a la educación de su hijo. De ella aprendió virtudes y escuchó consejos; sobre todo, se trataba del trato con la Virgen, del respeto a la Eucaristía; aprendió el valor de la pureza y vivió con dignidad la virtud de la pobreza. Sólo once años de vida presbiteral, pero Dios quiso que fuera fecunda. Ve como una necesidad imperiosa transmitir a los hombres de su época -metida hasta los huesos en la exaltación de los valores humanos y en la exaltación de la razón- la ceguera que comporta la fe y la locura de la cruz. Y a ello va a dedicar sin escatimar esfuerzos su existencia. La contemplación de la pasión y muerte del Señor, el amor a la Eucaristía y la adoración continua al Santísimo Sacramento serán el eje de su actividad apostólica renovadora. Fundó en Milán la asociación que recibe el nombre de Clérigos de la Congregación de san Pablo, aunque popularmente se les conocerá luego por los "barnabitas", tomando el nombre de la sede definitiva a partir del año 1545, y que fue aprobada por el papa Clemente VII en el año 1533. Tuvo por colaboradores de primera hora al sacerdote Bartolomé Ferrari y al laico Jacobo Morigia, quienes, animados por el espíritu del fundador y queriendo imitar a san Pablo, mueven y remueven a la gente haciéndose notar pronto en Milán por su austeridad y espíritu de mortificación.
A la actividad que desarrollan la califican de "excentricidad", a la doctrina que exponen "herejía" e "hipocresía" a su estilo de vida. Los ánimos se encrespan bastante y los que están descontentos denuncian a la nueva criatura que acaba de nacer en la Iglesia ante las autoridades de Cremona; menos mal que aquello les valió para que el papa Paulo III los tomara bajo la jurisdicción directa de la Santa Sede. Y llega su labor al mundo de los seglares, de los laicos. Consciente por propia experiencia personal de la importancia que tiene para trasformar el mundo la vida cristiana, laboriosa y honesta de la familia, hizo una tercera fundación para los casados que, con formación seria intelectual y recia en lo ascético, se capacitaran para transmitir, como por ósmosis, el espíritu cristiano a la sociedad por medio de la institución familiar. Las "Cuarenta horas" de adoración continuada al Santísimo Sacramento, y el recuerdo de la Pasión y muerte del Señor al toque de campanas del medio día son costumbres seculares cristianas que tienen su origen o se potenciaron por la actividad del santo que tenía apellido de profeta. Murió en Cremona el 5 de Julio de 1539 y lo canonizó León XIII, en 1890. Oremos: Concédenos, Señor, aquel sublime conocimiento de Cristo que tan abundantemente otorgaste a San Antonio María Zacaría, y que, penetrados como él lo estuvo del espíritu del apóstol San Pablo, anunciemos infatigablemente el mensaje de salvación a todos los fieles de la Iglesia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.