¿Qué tengo que hacer para heredar la Vida eterna?
- 05 Octubre 2015
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Evangelio según San Lucas 10,25-37.
Un doctor de la Ley se levantó y le preguntó para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la Vida eterna?". Jesús le preguntó a su vez: "¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?". El le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo". "Has respondido exactamente, le dijo Jesús; obra así y alcanzarás la vida". Pero el doctor de la Ley, para justificar su intervención, le hizo esta pregunta: "¿Y quién es mi prójimo?". Jesús volvió a tomar la palabra y le respondió: "Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ladrones, que lo despojaron de todo, lo hirieron y se fueron, dejándolo medio muerto. Casualmente bajaba por el mismo camino un sacerdote: lo vio y siguió de largo.
También pasó por allí un levita: lo vio y siguió su camino. Pero un samaritano que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió. Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo puso sobre su propia montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo. Al día siguiente, sacó dos denarios y se los dio al dueño del albergue, diciéndole: 'Cuídalo, y lo que gastes de más, te lo pagaré al volver'. ¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?". "El que tuvo compasión de él", le respondió el doctor. Y Jesús le dijo: "Ve, y procede tú de la misma manera".
San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia
Homilía 171, sobre la carta a los Filipenses (trad. breviario 26 de mayo)
“¿Cuál te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?”
El que está en todas partes, ¿en dónde no está? (…) “El Señor está cerca; nada os preocupe.” (Flp 4,5-6) Gran cosa es ésta: el mismo que asciende sobre todos los cielos está cercano a quienes se encuentran en la tierra. ¿Quién es éste, lejano y próximo, sino aquel que por su benignidad se ha hecho próximo a nosotros? Aquel hombre que cayó en manos de unos bandidos, que fue abandonado medio muerto, que fue desatendido por el sacerdote y el levita y que fue recogido, curado y atendido por un samaritano que iba de paso, representa a todo el género humano. Así, pues, como el Justo e Inmortal estuviese lejos de nosotros, los pecadores y mortales, bajó hasta nosotros para hacerse cercano quien estaba lejos. “No nos trata como merecen nuestros pecados.” (Sal 102,10) pues somos hijos. ¿Cómo lo probamos? El Hijo unigénito murió por nosotros para no ser el único hijo. No quiso ser único quien, único, murió por todos. El Hijo único de Dios ha hecho muchos hijos de Dios. Compró a sus hermanos con su sangre, quiso ser reprobado para acoger a los réprobos, vendido para redimirnos, deshonrado para honrarnos, muerto para vivificarnos. (… ) Alegraos de tal forma que sea cual sea la situación en la que os encontréis (Cf. Flp 4,4), tengáis presente que “el Señor está cerca; nada os preocupe.”
La oración del Padrenuestro
Oración de petición,gloria a Dios, el perdón, la tentación , el mal
¿Qué decir?
Rezar como hijos, no como extraños y menos como hipócritas. Pero ¿qué decir? Y Jesús enseña el Padrenuestro, la oración más perfecta salida de labios humanos.
"Vosotros, pues, orad así:
Padre nuestro, que estás en los Cielos, santificado sea tu Nombre; venga tu Reino; hágase tu voluntad así en la tierra como en el Cielo. El pan nuestro de cada día dánosle hoy; y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores; y no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal. Pues si perdonáis a los hombres sus ofensas, también os perdonará vuestro Padre Celestial. Pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestros pecados".
Petición
Lo primero pedir, porque es la actitud humilde que evita el orgullo de quien se piensa que por sus propios méritos alcanzará la perfección. Para evitar el escollo, casi insalvable, del amor propio, disfrazado en ocasiones de religiosidad, pedir. Reconocer la propia verdad de criatura necesitada. Pero orar como hijos a ese Padre que está en los cielos, y no desoye nunca las súplicas de los hombres.
La gloria de Dios
Pedir su gloria, lo primero, también porque es lo más conveniente para los hombres. La gloria de Dios es la vida del hombre: que sea santo, que ame sin mentiras, que viva vida eterna. Y el esplendor de la vida divina se refleja en el hombre, que es su imagen.
El Reino
Y, después, viene rezar por la venida del Reino, y con él la paz, la justicia, la libertad, el amor que Dios derramará sobre los hombres, si quieren acogerlo.
La Voluntad de Dios
En tercer lugar, desear el cumplimiento de la voluntad de Dios en el mundo, pues el hombre no puede alcanzar su propio fin sin la ayuda amorosa del Padre. El hombre es un orante, llamado a un fin altísimo que sólo puede alcanzar con la ayuda del Padre.
Las necesidades
El pan de cada día lo constituyen las necesidades materiales y espirituales de todo hombre. Y cada día es único, hasta que el hoy se convierte en eternidad.
El perdón
Luego el perdón, condición para ser perdonado con el perdón divino mucho más grande que el humano porque el pecado tiene una dimensión misteriosamente infinita.
La tentación
La superación de la tentación requiere la ayuda divina. El hombre no está solo ni en las pequeñas pruebas, ni en las grandes, ni en la sutiles que quizá vienen muy disfrazadas.
El mal
Y como gran final, la liberación de todo mal, del tentador que se rebeló frente a Dios, al que odia intentando destruir al hombre; y de todos los dolores que amedrentan al hombre. Estas son las siete peticiones; pero el fondo es uno solo: la actitud del hijo ante su Padre poderoso y amoroso que respeta su libertad y nunca deja de ayudarle, más aún si se lo pide.
Santa Faustina Kowalska
Apóstol de la Divina Misericordia, 5 de octubre
Martirologio Romano: En Cracovia, en Polonia, santa María Faustina (Elena) Kowalska, virgen de las Hermanas de la Bienaventurada Virgen María de la Misericordia, solícita de anunciar el misterio de la divina misericordia (1938). Fecha de canonización: Fue beatificada el 18 de abril de 1993 y luego canonizada el 30 de abril de 2000, en sendas ceremonias presididas por el Papa Juan Pablo II.
Sor Faustina nació en el año 1905 en la aldea de Glogowiec, cerca de Lodz, como la tercera de diez hermanos en la familia de Kowalski. Desde pequeña se destacó por el amor a la oración, laboriosidad, obediencia y sensibilidad ante la pobreza humana. Su educación escolar duró apenas tres años. Al cumplir 16 años abandonó la casa familiar para trabajar de empleada doméstica en casas de familias acomodadas. A los 20 años entró en la Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia, donde como Sor María Faustina vivió 13 años cumpliendo los deberes de cocinera, jardinera y portera. Su vida, aparentemente ordinaria, monótona y gris, se caracterizó por la extraordinaria profundidad de su unión con Dios. Desde niña había deseado ser una gran santa y, en consecuencia, caminó hacia este fin colaborando con Jesús en la obra de salvar a las almas perdidas, hasta ofrecerse como sacrificio por los pecadores. Los años de su vida conventual estuvieron marcados, pues, por el estigma del sufrimiento y las extraordinarias gracias místicas. La misión de sor Faustina consiste en 3 tareas:
• Acercar y proclamar al mundo la verdad revelada en la Sagrada Escritura sobre el amor misericordioso de Dios a cada persona.
• Alcanzar la misericordia de Dios para el mundo entero, y especialmente para los pecadores, por ejemplo a través de la práctica de las nuevas formas de culto a la Divina Misericordia, presentadas por el Señor Jesús: la imagen de la Divina Misericordia con la inscripción: Jesús, en ti confío, la fiesta de la Divina Misericordia, el primer domingo después de la Pascua de Resurrección, la coronilla a la Divina Misericordia y la oración a la hora de la Misericordia (las tres de la tarde). A estas formas de la devoción y a la propagación del culto a la Divina Misericordia el Señor Jesús vinculó grandes promesas bajo la condición de confiar en Dios y practicar el amor activo hacia el prójimo. La tercera tarea es inspirar un movimiento apostólico de la Divina Misericordia que ha de proclamar y alcanzar la misericordia de Dios para el mundo y aspirar a la perfección cristiana siguiendo el camino trazado por la beata sor María Faustina. Este camino es la actitud de confianza de niño hacia Dios que se expresa en cumplir su voluntad y la postura de caridad hacia el prójimo. Actualmente este movimiento dentro de la Iglesia abarca a millones de personas en el mundo entero: congregaciones religiosas, institutos laicos, sacerdotes, hermandades, asociaciones, distintas comunidades de apóstoles de la Divina Misericordia y personas no congregadas que se comprometen a cumplir las tareas que el Señor Jesús transmitió por sor María Faustina.
• Sor María Faustina manifestó su misión en el Diario que escribió por mandato del Señor Jesús y de los confesores. Registró en él con fidelidad todo lo que Jesús le pidió y describió todos los encuentros de su alma con Él. Secretaria de mi más profundo misterio ‹dijo el Señor Jesús a sor María Faustina‹ tu misión es la de escribir todo lo que te hago conocer sobre mi misericordia para el provecho de aquellos que leyendo estos escritos, encontrarán en sus almas consuelo y adquirirán valor para acercarse a mí (Diario 1693). Esta obra acerca de modo extraordinario el misterio de la misericordia Divina. Atrae no solamente a la gente sencilla sino también a científicos que descubren en ella un frente más para sus investigaciones. El Diario ha sido traducido a muchos idiomas,por citar algunos: inglés, alemán, italiano, español, francés, portugués, árabe, ruso, húngaro, checo y eslovaco.
El 18 de abril de 1993 el Papa Juan Pablo II beatificó a nuestra Sor Faustina Kowalska en la Basílica de San Pedro en Roma. Fue en el primer domingo de Pascua, en el cual, según el pedido expreso de Jesús a Sor Faustina, debía celebrarse la Fiesta de la Misericordia. Y la beatificó precisamente Juan Pablo II, quien siendo aún arzobispo de Cracovia, llevó adelante el proceso arquidiocesano como paso previo a los procesos romanos.
El 30 de abril de 2000, el Santo Padre Juan Pablo II, canonizó a Sor Faustina, en la Basílica de San Pedro, frente a 200.000 devotos de la Divina Misericordia.
Oración para alcanzar gracias por medio de la beata Sor Faustina
Oh Jesús, que hiciste de la beata Faustina una gran devota de tu infinita misericordia,
concédeme por su intercesión, si fuere esto conforme a tu santísima voluntad, la gracia de .............................., que
te pido. Yo, pecador/a, no soy digno/a de tu misericordia, pero dígnate mirar el espíritu de entrega y sacrificio de Sor Faustina
y recompensa sus virtudes atendiendo las súplicas que a través de ella te presento confiando en tí.
Padre nuestro...
Ave María...
Gloria... Santa Faustina, ruega por nosotros.
Beata María Teresa Kowalska
Beata María Teresa Kowalska, virgen y mártir
En el campo de concentración de Dzialdowo, en Polonia, beata María Teresa Kowalska, virgen de la Orden de Clarisas Capuchinas y mártir, la cual, encarcelada en aquel lugar durante la ocupación militar de Polonia, permaneció firme en la fe y alcanzó, así, la vida eterna.
Miecislava Kowalska nació en Varsovia en 1902. No se conocen los nombres de sus padres, pero sí se sabe que el padre era simpatizante socialista que en 1920 se marchó a la Unión Soviética con una parte de la familia. Las ideas políticas de su padre no habían impedido que Miecislava hiciera la primera comunión (21 de abril de 1915) y recibiera la confirmación (21 de mayo de 1920). Miecislava quedó en Polonia y al llegar a los 21 años decidió su vocación religiosa e ingresó en el monasterio de Monjas Capuchinas de Przasnysz el 23 de enero de 1923. Quería reparar la defección de su familia, que se había dejado imbuir del espíritu ateo. Comenzó su noviciado el 15 de agosto de 1923 y tomó el nombre de sor María Teresa del Niño Jesús. Hizo la profesión simple el 15 de agosto de 1924 y la profesión solemne el 26 de julio de 1928. En el convento ejerció sucesivamente estos oficios: portera, sacristana, bibliotecaria, maestra de novicias y consejera.
Llegada la II Guerra Mundial y ocupada Polonia por los alemanes, éstos arrestaron, el 2 de abril de 1941, a todas las monjas del monasterio y las llevaron al campo de concentración de Dzialdowo. Para entonces sor María Teresa estaba ya enferma de tuberculosis. Las 36 monjas capuchinas fueron recluidas en un único local y sometidas a condiciones horribles de vida. La tuberculosis de sor Teresa avanzó de forma rápida e inexorable, sobreviniéndole numerosas hemorragias pulmonares, hasta que murió piadosamente el 25 de julio de 1941, siendo su cuerpo retirado de la sala, sin que se sepa qué se hizo con él. Las hermanas fueron liberadas dos semanas más tarde pero no pudieron volver al monasterio hasta el final de la guerra. Fue beatificada el 13 de junio de 1999 por el papa Juan Pablo II.
fuente: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003
Himno
Teresa Kowalska,
violeta escondida,
la sangre ha sellado
tu sí de novicia.
Al pie del altar
tu anhelo decías,
y Dios inmolado
don suyo lo hacía.
Entre tus hermanas
tú fuiste escogida,
Jesús, el Esposo,
buscaba una víctima.
Todas juntas erais
pan de Eucaristía,
la voz de la Iglesia,
que alaba y expía.
Y por tus hermanos
tu vida vertías;
en tu corazón
Dios los bendecía.
El buen samaritano iba de camino
Lucas 10, 25-37. Tiempo Ordinario. Amar al prójimo no es muy fácil, porque requiere darse a los demás, sin ninguna distinción.
Oración introductoria
Señor, dame la sabiduría y el amor para descubrir y actuar, buscando el bien de los demás, en las diversas situaciones de mi vida cotidiana. No permitas que el ajetreo de mis pendientes me haga pasar de largo y no ver a esa persona que necesita que me detenga a platicar con ella para darle consuelo o simplemente una sonrisa.
Petición
Señor, concédeme un corazón grande para ayudar a todos, en todo momento.
Meditación del Papa Francisco
En cambio el samaritano, cuando vio a ese hombre, “sintió compasión” dice el Evangelio. Se acercó, le vendó las heridas, poniendo sobre ellas un poco de aceite y de vino; luego lo cargó sobre su cabalgadura, lo llevó a un albergue y pagó el hospedaje por él... En definitiva, se hizo cargo de él: es el ejemplo del amor al prójimo. Pero, ¿por qué Jesús elige a un samaritano como protagonista de la parábola? Porque los samaritanos eran despreciados por los judíos, por las diversas tradiciones religiosas. Sin embargo, Jesús muestra que el corazón de ese samaritano es bueno y generoso y que —a diferencia del sacerdote y del levita— él pone en práctica la voluntad de Dios, que quiere la misericordia más que los sacrificios. Dios siempre quiere la misericordia y no la condena hacia todos. Quiere la misericordia del corazón, porque Él es misericordioso y sabe comprender bien nuestras miserias, nuestras dificultades y también nuestros pecados. A todos nos da este corazón misericordioso. El samaritano hace precisamente esto: imita la misericordia de Dios, la misericordia hacia quien está necesitado. (S.S. Francisco, 14 de julio de 2013)
Reflexión
Muchas lecciones les ha dado Nuestro Señor a los fariseos, pero ninguna tan bella como ésta. Es de esas ocasiones en las que Cristo da a conocer su doctrina y su mandamiento a todos los hombres, y lo hace de manera muy velada. Amar al prójimo no es muy fácil, porque requiere donarse a los demás, y ese donarse cuesta, porque no a todos los tratamos o queremos de la misma manera. Por ello tenemos que lograr amar a todos por igual, sin ninguna distinción. Quererlos a todos, sin preferir a nadie. Es difícil mas no imposible. Dios nos ha dado el ejemplo al vivir su propia doctrina: "no hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos", pero Él no la dio solo por sus amigos, sino también por sus enemigos, y muchos santos han hecho lo mismo.
Propósito.
Imitemos a Cristo en su vida de donación a los demás, y vivamos con confianza y constancia su mandamiento: "vete y haz tú lo mismo".
Diálogo con Cristo.
Señor, Tú lo sabes todo: mi debilidad al amar a los demás, especialmente aquellos que están más cerca de mí, porque si hay impaciencia, si hay juicios temerarios, si hay indiferencia, no hay verdadero amor. Ayúdame a crecer en la convicción de que Tú me has creado para amar y servirte en podré gozar de Ti y alabarte eternamente en el cielo.
Inauguración de la segunda parte del Sínodo
"El depósito de la fe no es un museo para guardar ni salvaguardar"
Papa: "El Sínodo no es un Parlamento ni un Senado"
Maradiaga: "No somos dos bandos opuestos que defienden posiciones irreductibles"
José Manuel Vidal, 05 de octubre de 2015 a las 09:51
El Sínodo podrá ser un espacio de la acción del Espíritu, sólo si nosotros nos revestimos de coraje apostólico, de humildad evangélica y de oración confiada
(José M. Vidal).- Apertura de la primera congregación general del Sínodo, con el rezo de laudes y el canto del Veni Creator Spiritus, acompañados por el coro de la Capilla Sixtina. Tras la intervención del cardenal Maradiaga, señalando que en el Sínodo no hay "dos bandos opuestos", el Papa Francisco insite en esa misma idea y asegura que el Sínodo "no es un Parlamento ni un Senado" e invita a los padres sinodales a vivirlo con "parresía", conscientes de que "el depósito de la fe no es un museo".
En la presidencia, el Papa rodeado delos cardenales Baldisseri, Erdo, Tagle, Ving-Trois y dos arzobispos secretarios, Fabio Fabene y Bruno Forte.
Intervención del cardenal Maradiaga
"Comenzamos el Sínodo con gran alegría".
"No venimos como dos bandos opuestos a defender posciones irreductibles"
"El Espíritu sabrá inspirar nuestros pensamientos, palabras y acciones"
"No somos una Iglesia en vías de extinción, y la familia tampoco"
"No venimos a llorar ni lamentarnos por las dificultades"
"Todos buscamos la unanimidad que viene del diálogo, no de las ideas difundidas a ultranza"
"El diálogo es la contribución a la paz"
"Queremos comenzar el Sínodo en paz"
"No la paz de las componendas, sino la paz de Cristo"
"Un nuevo día para las familias del mundo, cansadas por las dudas y las incertidumbres"
"Para que este Sínodo produzca un camino de alegría y esperanza para todas las familias"
Texto completo de la intervención del cardenal Maradiaga
"Por lo demás hermanos, alégrense, sean perfectos, anímense, tengan un mismo sentir, vivan en paz y el Dios de la caridad y de la paz estará con Ustedes" ( 2 Cor 13, 11).
Comenzamos este Sínodo con gran alegría. Es un camino empezado hace ya 2 años y nos llena de gozo encontrarnos de nuevo como hermanos, lo que acabamos de escuchar.
HERMANOS: que venimos de los 4 puntos cardinales convocados por Pedro movidos por el amor al Señor Jesús y a la Madre Iglesia. San Pablo nos ha invitado precisamente a la alegría. Esa alegría del Evangelio que el Papa Francisco proclama incansablemente por todo el mundo. Pero como él mismo nos ha dicho: "El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada. A veces nos entristece escuchar como el mundo ha enfocado este Sínodo pensando que venimos como 2 bandos opuestos a defender posiciones irreductibles. Por eso "Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría". Más difícil es la segunda recomendación.
SEAN PERFECTOS: Somos conscentes de nuestros defectos y límites, pero el Señor que nos llamó es perfecto y sabe sacar bienes incluso de lo que puede parecer un mal, puesto que es el Espíritu Santo quien en definitiva guía su Iglesia. Él sabrá inspirar nuestros pensamientos, palabras y acciones como decimos en la oración "agimus tibi gratias". Luego se nos ha dicho:
ANIMENSE: No somos una Iglesia en vía de extinción ni mucho menos. La familia tampoco, aunque está amenazada y combatida. Tampoco venimos a llorar ni a lamentarnos por las dificultades. Ya el Salmo 26 nos dice: "Sé valiente, ten ánimo. Espera en el Señor" (Sal 26, 14).
TENGAN UN MISMO SENTIR: Todos buscamos la unanimidad que viene del diálogo, no de las ideas defendidas a ultranza. San Pablol nos recuerda: "Tengan los mismos sentimientos de Cristo" (Flp. 2, 5).
VIVAN EN PAZ: Y como nos dice Evangelii Gaudium (238) el diálogo es la contribución a la paz, porque la Iglesia proclama "el evangelio de la paz" (Ef. 6, 15). Al anunciar a Jesucristo, que es la paz en persona (Cf. Ef. 2, 14), la Madre Iglesia nos anima a ser instrumento de pacificación y testimonio creíble de una vida reconciliada (Propositio 14). Es hora de saber cómo diseñar en una cultura que privilegie el diálogo como forma de encuentro, la búsqueda de consensos y acuerdos. No necesitamos un proyecto de unos pocos para unos pocos, o una minoría ilustrada o testimonial que se apropie de un sentimiento colectivo.
POR ESO QUEREMOS COMENZAR EL SINODO EN PAZ. No es la paz del mundo, hecha de componendas y compromisos que tantas veces no se cumplen. Es la paz de Cristo, la paz con nosotros mismos.
Y la conclusión es evidente: "El Dios de la caridad y la paz estará con Ustedes" (II Cor 3, 11). Por eso podemos decirle: "Quédate con nosotros Señor" (Lc 24, 13). No precisamente porque el día está terminando, sino porque está comenzando.
Un nuevo día para las familias del mundo, creyentes o no creyentes, familias cansadas de las incertidumbres y dudas sembradas por diversas ideologías, como las de la deconstrucción, contradicciones culturales y sociales, fragilidad y soledad entre otras. Quédate con nosotros Señor para que este Sínodo produzca un camino de alegría y esperanza para todas las familias.
Intervención del cardenal Vingt-Trois
"Trabajaremos para que la Iglesia sea cada vez más fiel a su misión pastoral"
"Hemos sido testigos de que nuestras iglesias han aportado su contribución"
"Sin poner en duda la tradición sacramental ni la indisolubilidad del matrimonio"
"Caminar por el sendero de la misericordia"
"El Año de la Misericordia es ya un signo de esperanza"
"Jesús vino a llamar y a salvar a los pecadores"
"Estas tres semanas de trabajo serán una experiencia de Iglesia importante: acrecentar la comunión"
"No viviremos este tiempo como una prueba de fuerza"
Intervención del Papa Francisco
"El Sínodo es un caminar juntos, en espíritu de colegialidad y sinodalidad, adoptando la parresía y el celo pastoral y doctrinal"
"Por delante siemrpe el bien de la Iglesia, de la familia y la suprema lex: la salus animarum"
"El Sinodo no es un Parlamento ni un Senado. Es una expresión eclesial: la Iglesia que camina juntos para leer la realidad con los ojos de la fe y el corazón de Dios"
"El depósito de la fe no es un museo para guardar ni salvaguardar". "El Sínodo es un espacio protegido, en el que la Iglesia experimenta la acción del Espíritu". "Dios creó el sábado para el hombre y no a la inversa". "El Sínodo podrá ser un espacio de la acción del Espíritu, sólo si nosotros nos revestimos de coraje apostólico, de humildad evangélica y de oración confiada". "Coraje apostólico...". "De llevar vida y no hacer de nuestra vida cristiana un museo de recuerdos" "Humildad evangélica...para escuchar a los hermanos y llenarse de Dios". "Humildad que lleva no a señalar con el dedo a los demás, sino par atenderle la mano". "Relación confiada...para escuchar la suave voz de Dios, que habla en el silencio". "El Sínodo no es un Parlamento". "El único método del Sínodo es abrirse al Espíritu". "Gracias a todos los padres sinodales, auditores, auditoras y asesores, y delegados"."Gracias especiales a los periodistas presentes en este momento y a los que nos siguen desde lejos"
Texto completo del Papa Francisco en la primera Congregación General del Sínodo de los Obispos
Queridos: Beatitudes, Eminencias, Excelencias, hermanos y hermanas,
La Iglesia retoma hoy el diálogo iniciado con la proclamación del Sínodo extraordinario sobre la familia, y ciertamente mucho antes, para evaluar y reflexionar juntos el texto de la Instrumentum Laboris, elaborado de la Relatio Synodi y de las respuestas de las Conferencias episcopales y de los organismos con derecho.
El Sínodo, como sabemos, es un caminar juntos con el espíritu de colegialidad y de sinodalidad, adoptando valientemente la parresia, el celo pastoral y doctrinal, la sabiduría, la franqueza y poniendo siempre delante de nuestros ojos el bien de la Iglesia, de las familias y la suprema lex: la Salus animarum.
Quisiera recordar que el Sínodo no es un congreso, un parlatorio, no es un parlamento o un senado, donde nos ponemos de acuerdo. El Sínodo, en cambio, es una expresión eclesial, es decir la Iglesia que camina unida para leer la realidad con los ojos de la fe y con el corazón de Dios; es la Iglesia que se interroga sobre la fidelidad al depósito de la fe, que para ella no representa un museo para mirar y ni siquiera solo para salvaguardar, sino que es una fuente viva de la cual la Iglesia se sacia, para saciar e iluminar el depósito de la vida.
El Sínodo se mueve necesariamente en el seno de la Iglesia y dentro del santo pueblo de Dios, del cual nosotros formamos parte en calidad de pastores, es decir, servidores. El Sínodo, además, es un espacio protegido donde la Iglesia experimenta la acción del Espíritu Santo. En el Sínodo el Espíritu habla a través de la lengua de todas las personas que se dejan conducir por Dios que sorprende siempre, por el Dios que se revela a los pequeños, y se esconde a los sabios y los inteligentes; por el Dios que ha creado la ley y el sábado para el hombre y no viceversa; por el Dios que deja las 99 ovejas para buscar la única oveja perdida; por el Dios que es siempre más grande de nuestras lógicas y nuestros cálculos.
Recordamos que el Sínodo podrá ser un espacio de la acción del Espíritu Santo solo si nosotros, los participantes, nos revestimos de coraje apostólico, de humildad evangélica y de oración confiada: el coraje apostólico que no se deja asustar de frente a las seducciones del mundo, que tienden a apagar en el corazón de los hombres la luz de la verdad, sustituyéndola con pequeñas y pasajeras luces, y ni siquiera de frente al endurecimiento de algunos corazones, que a pesar de las buenas intenciones alejan a las personas de Dios; el coraje apostólico de llevar vida y no hacer de nuestra vida cristiana un museo de recuerdos; la humildad evangélica que sabe vaciarse de las propias convenciones y prejuicios para escuchar a los hermanos obispos y llenarse de Dios, humildad que lleva a apuntar el dedo no en contra de los otros, para juzgarlos, sino para tenderles la mano, para realzarlos sin sentirse nunca superiores a ellos.
La oración confiada es la acción del corazón cuando se abre a Dios, cuando se callan todos nuestros humores para escuchar la suave voz de Dios que habla en el silencio. Sin escuchar a Dios, todas nuestras palabras serán solamente palabras que no sacian y no sirven. Sin dejarse guiar por el Espíritu, todas nuestras decisiones serán solamente decoraciones que en lugar de exaltar el Evangelio lo recubren y lo esconden.
Queridos hermanos, como he dicho, el Sínodo no es un parlamento donde para alcanzar un consenso o un acuerdo común se recurre al negociado, al acuerdo o a los componendas, sino que el único método del Sínodo es aquel en el que se abre al Espíritu Santo con coraje apostólico, con humildad evangélica y con oración confiada, de modo que sea él quien nos guía, nos ilumina y nos hace poner delante de los ojos, con nuestras opiniones personales, pero con la fe en Dios, la fidelidad al magisterio, el bien de la Iglesia y la Salus animarum.
Finalmente, quisiera agradecer de corazón a su Eminencia el cardenal Lorenzo Baldisseri, secretario general del Sínodo; su Excelencia monseñor Fabio Fabene, subsecretario; y con ellos agradezco el relator, su Eminencia el cardenal Peter Erdo y el secretario especial, su Excelencia monseñor Bruno Forte, los presidentes delegados, los escritores, los consultores, los traductores y todos aquellos que han trabajado con verdadera fidelidad y total dedicación a la Iglesia. ¡Gracias de corazón!
Agradezco igualmente a todos ustedes, queridos padres sinodales, delegados fraternos, auditores, auditoras y asesores, por su participación activa y fructuosa.
Un especial agradecimiento quiero dirigir a los periodistas presentes en este momento y aquellos que lo siguen de lejos. Gracias por su apasionada participación y por su admirable atención.
Iniciamos nuestro camino invocando la ayuda del Espíritu Santo y la intercesión de la Sagrada Familia, Jesús, María y san José. Gracias.