«Aprended de mí que soy manos y humilde de corazón»

Las reformas de Francisco

Reclaman cambios sobre homosexualidad, aborto, celibato, sacerdocio femenino y divorciados
Teólogos de todo el mundo apoyan al Papa "en su apertura y solución de problemas urgentes"
"La enseñanza del Magisterio está condicionada por cada momento histórico"

Redacción, 13 de octubre de 2015 a las 11:03

Gratamente reconocemos que el Papa Francisco asume y reafirma lo que durante el largo período posconciliar fue claramente desatendido provocando un desfase de su doctrina y normas con relación al mundo actua

Aun antes del Sínodo dedicado a la Familia, se venían tratando por parte de biblistas, teólogos, juristas y pastoralistas diversos temas dentro de la Iglesia católica, que reclamaban un nuevo planteamiento. La involución posconciliar los consideró descartables de toda posible renovación.

Con el anuncio del Sínodo se acentuó la necesidad de abordarlos de una vez, de manera que se pudieran ajustar a una nueva comprensión y solución en el momento actual. Estamos ya metidos en el Sínodo y vemos cómo ha reaccionado un sector eclesial en contra de todo intento de apertura, como si la renovación cuestionara no sólo ciertos presupuestos de la enseñanza tradicional sino la fidelidad a la doctrina auténtica de la Iglesia y al mismo Evangelio.

En este sentido, con respeto y ponderación, el presente Documento pretende presentar fundadamente la legitimidad de un cambio. No es un tratado ni un mero extracto de conclusiones, sino una exposición suficientemente argumentada, para quienes sufren de cerca el problema y quienes están interesados en su desarrollo histórico hasta el momento actual..

Entendemos que el Documento es resultado de investigaciones, reflexiones y experiencias que vienen de muy atrás y muestran la necesidad de un cambio.

En la Iglesia y Sociedad de hoy, dentro de un marco ético y evangélico, pretendemos aportar fundamentación al replanteamiento y solución de problemas, que parecieran intocables, y sobre los que mucha gente espera urgente renovación:

- La Homosexualidad
- El Aborto
- El Celibato opcional: los curas casados
- El sacerdocio de la mujer
- Los divorciados en la Iglesia.

I -Dos premisas necesarias

1.Norma primera: el seguimiento de Jesús 
La Iglesia católica siempre se ha ocupado de la familia por ser parte integrante de su misión. Como asegura el Instrumentum Laboris del Sínodo " El fundamento del anuncio de la iglesia acerca de la familia radica en la predicación y vida de Jesús". Procede, por tanto, volver a la norma fundamental del seguimiento de Jesús, que nos propone vivir como él y hacer nuestro su proyecto y que debe guiar la vida de todo matrimonio y familia.

El seguimiento de Jesús, norma simple y universal, conlleva unos valores propios, pero que hoy se nos han diluido en la marea ingobernable de un neoliberalismo consumista. "La moral cristiana, recalca el Papa Francisco, no es una moral estoica, es más que una ascesis , no es una mera filosofía , ni un catálogo de pecados y errores...Sin amor, el edificio moral de la Iglesia puede convertirse en un castillo de naipes" (GE, cfr, 25-39).

Este seguimiento supone abrazar el proyecto de Jesús, apostando por los valores que él luchó y vivió, y que resultan incompatibles con los de otros proyectos. Dichos valores, que nos harán entrar en conflicto por causa de este Hombre, están a la vista en las páginas del Evangelio: todos vosotros sois hermanos; el que aspire a ser el mayor, que sea servidor de todos; los últimos serán los primeros; hacer un bien a los más pequeños es como hacerlo a mí mismo, de modo que al final se os juzgará en base a cómo os habéis portado con los más pequeños.

2.Norma primera y ética universal
El seguimiento de Jesús incluye, como es natural, la ética humana asentada sobre la dignidad de la persona: " Los pueblos reafirman su fe en los derechos del hombre, en la dignidad y valor de la persona humana y en la igualdad de hombres y mujeres" (Declaración universal de los Derechos Humanos, Preámbulo).

Por donde los que nos profesamos seguidores de Jesús, nos consideramos identificados en esa dignidad fundamental, que nos permite caminar unidos coincidiendo en valores, criterios y actitudes vinculantes para todos. Haciendo uso de nuestra razón y responsabilidad, asumimos la herencia histórica de unas y otras culturas ,de unas y otras religiones, que nos provee de ese hilo que sostiene, teje y entrega esa "dignidad y valor de la persona y de los derechos que de ella derivan".

Compartimos, por tanto, el hecho innegable de la unidad de la familia humana, que tiene como quicio el respeto total a la persona humana , con el imperativo de procurar a todos un trato humano, -obligatorio para individuos y Estados- y que queda esculpido en la llamada regla de oro: "No hagas a los demás, lo que no quieras para ti". 

Esta unidad no niega las diferencias entre los pueblos, pero que no se sobreponen a lo que es sustantivo y esencial a todos: la dignidad de persona. Sobre esa base, surgen y se elaboran normas -hoy convertidas en Derechos- que posibilitan un consenso universal.

II - Norma evangélica y ética universal ante el reto de problemas de los matrimonios y familias actuales. 

1.La enseñanza del Magisterio está condicionada por cada momento histórico, según la evolución de las diversas ciencias 
A la norma primera del seguimiento, siguieron en el transcurso de los siglos, multitud de otras normas. Todas ellas se hicieron desde unas circunstancias y razones históricas concretas. Pero, muchas de ellas quedaron obsoletas y fueron impugnadas, porque se mantuvieron contra viento y marea, al margen de la ciencia, del sentir del pueblo, de las nuevas propuestas de numerosos teólogos y moralistas que ya las habían formulado antes, durante y después del concilio Vaticano II y al margen sobre todo del Evangelio.

La indiferencia y alejamiento provenían de estar elaboradas desde paradigmas culturales que no respondían al conocimiento actual - científico y bíblicoteológico- de esos temas . La formulación doctrinal hecha por la Patrística y la Edad Media pudo servir a muchas generaciones para vivir su fe, pero no todas son expresión adecuada y definitiva del Evangelio, siempre universal, sino de presupuestos científicos, antropológicos y cosmológicos evolutivos y perfeccionables.

Quiere esto decir, que la Iglesia debe compartir la verdad del Evangelio sobre la familia con la verdad de la ciencia respetando su autonomía y método propios , así como el significado de la propia investigación bíblico teológica. Esta colaboración no se ha dado como se debiera en el pasado y ha llevado a la Iglesia a deificar muchas veces su magisterio considerándose poseedora de toda verdad.

2.La tarea menospreciada de los teólogos 
El concilio Vaticano II se celebró hace 50 años; en él tuvieron parte decisiva muchos teólogos, posteriormente represaliados; de él salieron orientaciones como éstas: "Las recientes adquisiciones científicas, históricas o filosóficas platean nuevos problemas que arrastran consecuencias para la vida y reclaman investigaciones nuevas por parte de los teólogos" (GS, 62), "En el cuidado pastoral deben conocerse suficientemente las conquistas de las ciencias profanas de modo que también los fieles sean conducidos a una vida de fe más genuina y más madura" (GS, 62) .

Sin duda, los obispos deben velar y exponer la doctrina cristiana, de acuerdo con la Revelación, pero " según lo requiere el cargo y la importancia del asunto, celosamente trabajan con los medios adecuados a fin de que se estudie como se debe esta Revelación y se la proponga apropiadamente " (LG, 25).

Gratamente reconocemos que el Papa Francisco asume y reafirma lo que durante el largo período posconciliar fue claramente desatendido provocando un desfase de su doctrina y normas con relación al mundo actual:

"El mensaje que anunciamos , siempre tiene algún ropaje cultural, pero a veces en la Iglesia caemos en la vanidosa sacralización de la propia cultura, con lo cual podemos mostrar más fanatismo que auténtico fervor evangelizador" (GE, 117). "La teología -no sólo la teología pastoral- en diálogo con otras ciencias y experiencias humanas, tiene gran importancia para pensar cómo hacer llegar las propuesta del Evangelio a la diversidad de contextos culturales y destinatarios. La Iglesia, empeñada en la evangelización , aprecia y alienta el carisma de los teólogos y su esfuerzo por la investigación teológica, que promueve el diálogo con el mundo de las culturas y de las ciencias. Convoco a los teólogos a cumplir este servicio como parte de la misión salvífica de la Iglesia" ( GE, 131). "Más que el temor a equivocarnos , espero que nos mueva el temor a encerrarnos en las estructuras que nos dan una falsa contención, en las normas que nos vuelven jueces implacables, en las costumbres donde nos sentimos tranquilos, mientras afuera hay una multitud hambrienta y Jesús nos dice: `¡ Dales vosotros de comer ¡`(Mc 6-37), ( G.E., 46-49).

Desde estas premisas, pensamos que se puede dar solución a problemas ( la homosexualidad, el aborto, el celibato opcional, la ordenación sacerdotal de la mujer, los divorciados en la Iglesia) que hasta el presente se los ha considerado como resueltos desde normas tradicionales inamovibles, sin reconocer las aportaciones de las ciencias ni el cambio y adaptaciones exigidas por la Exégesis y Teología en sus nuevos avances.
El Papa Francisco, si miramos a lo hecho y dicho hasta ahora, se mueve en esta actitud de respeto, colaboración e integración del saber. Muchos queremos las reformas, por ellas hemos luchado fieles al Evangelio y al espíritu del Vaticano II, pero las resistencias pertinaces a nadie como a él le va a tocar verlas, sufrirlas y resolverlas.

Sobre los temas citados, la Exégesis y Teología modernas aportan luces y principios que difícilmente puede ignorar un cristiano de hoy. El Papa Francisco, con la libertad y coherencia que le caracterizan, trata de abordarlos distinguiendo lo que es y pertenece al Evangelio y lo que es y pertenece al bagaje cultural relativo de la humanidad. Ambas cosas -Evangelio y Culturas- se han necesitado y relacionado siempre y en cada momento se han implicado para dar respuesta a la búsqueda y problemas del hombre. Hoy, sin desestimar la herencia del pasado, la cribamos y la enriquecemos con los nuevos conocimientos, que nos alumbran espacios o aspectos inéditos de la realidad.

1.El tema de la Homosexualidad
"Cuando uno se encuentra con una persona gay, debe distinguir entre el hecho de ser gay del hecho de hacer lobby, porque ningún lobby es bueno. Si una persona es gay y busca al Señor, y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para criticarlo? (Papa Francisco, a los periodistas en el avión).

En Occidente la homosexualidad ha recibido una valoración muy variada. El Dr. John Boswell en su libro "Las bodas de la semejanza" ( 640 páginas) documenta cómo en la Iglesia católica del siglo VI al XII existía como normal la celebración litúrgica de parejas homosexuales, según ritos y oraciones propias, presididas por un sacerdote. Es, a partir del siglo XIII, que la homosexualidad va revistiendo un carácter de vicio horrible (pecado nefandum= innombrable), tan horrible que lo de innombrable no se aplica a otros hechos más graves: "Asesinato, matricidio, abuso de menores, incesto, canibalismo, genocidio e incluso deicidio son mencionables". ¿Por qué este horror que convierte la homosexualidad en el peor de los pecados?

Es también muy común la opinión de que se elaboró una construcción bíblico- teológica moral justificatoria de la gravedad de este pecado, hoy demostrada como precientífica y opuesta al contexto y sentido de los textos bíblicos y que la dejan desprovista de este tipo de argumentos para condenarla.

Son de consenso generalizado las conclusiones científicas de que: "Ni desde la medicina, la psicología, la pedagogía, ni con medidas sociales o legales, ha sido posible cambiar la orientación sexual, aunque intentos no han faltado" (Juan L. T. Herreros, Aproximación a la realidad homosexual" pp. 133-134). Los estudios más diversos confluyen en la tesis de no poder calificar la homosexualidad como enfermedad, desviación psicosopática o perversión sexual. La orientación homosexual no afecta a la sanidad mental ni al recto comportamiento en el grupo social.

En razón de ello, la OMS ha suprimido la homosexualidad de la relación de enfermedades. Y el Consejo de Europa insta a los gobiernos a suprimir cualquier tipo de discriminación en razón de la tendencia sexual.

No vale contraponer a estas indicaciones, la existencia de una ética cristiana que las contradice y calificaría la homosexualidad como desordenada e intrínsecamente perversa. Sobre este particular, escribe el super reconocido teólogo E. Schillebeeckx: "En lo que respecta a la homosexualidad no existe una ética cristiana. Es un problema humano, que debe ser resuelto de forma humana. No hay normas específicamente cristianas para juzgar la homosexualidad" (Soy un teólogo felíz, p. 109).
Y, desde la perspectiva teológica, es bien fundada la posición de quienes sostienen que la sexualidad humana no tiene como modelo natural exclusivo la heterosexualidad -ese es un presupuesto no probado- sino que se da también la homosexualidad como una variante natural legítima, minoritaria.

Ciertamente, es un progreso recomendar respeto a los homosexuales, con exclusión de todo lo que sea despectivo o vejatorio. Los homosexuales son personas y, como tales, merecen el mismo respeto que todos los demás.
Pero, la inculcación de ese respeto carece de base, es en cierto modo aparente, si luego se sigue manteniendo que la homosexualidad y la relación entre homosexuales es desviada, intrínsecamente perversa. Por más que se proclame, si yo mantengo que el homosexual es un desviado y un perverso, en el fondo seguiré abrigando distancia, temor y desconfianza.

2. El tema del aborto 
El tema del aborto requiere una mirada atenta a todos sus aspectos. No obstante, consideramos posible un acuerdo común en puntos éticos de valor universal. El primero: considerar básico el derecho de todo ser humano a la vida.

Pero defender el derecho a la vida no se identifica con la defensa del proceso embrionario desde su comienzo ni siquiera en pasos posteriores de su ciclo intrauterino. Es una cuestión abierta, científicamente hablando, en el sentido de que unos ponen un ser humano constituido desde el comienzo y otros no lo ponen hasta las ocho semanas, justo cuando el embrión pasa a ser feto.

Muchos estamos convencidos de que, en este punto, puede haber un acuerdo racional, científico y ético prepolíticos, porque la puerta de que disponemos para entrar en esa "realidad" es común a todos, y no es otra que la de la ciencia, de la filosofía y de la ética.

Puerta que vale también para los que se profesan creyentes. La fe, del tipo que sea, no sirve aquí para aclarar el problema del aborto. "No está en el ámbito del Magisterio de la Iglesia el resolver el problema del momento preciso después del cual nos encontramos frente a un ser humano en el pleno sentido de la palabra" (Bernhard Häring, autor de la famosa obra "La ley de Cristo", y acaso el más reconocido moralista de la Iglesia católica).

"Todo individuo tiene derecho a la vida", proclama la Declaración Universal de los Derechos Humanos (Art. 3). Y todo individuo tiene el deber de respetar ese derecho. Sin embargo, ¿se puede afirmar con seguridad que el proceso embrionario es desde el inicio un individuo humano? Resulta, por tanto, crucial averiguar si el proceso del embrión varía en su desarrollo, admite establecer dentro de él un antes y un después, un antes en que no es individuo y un después en que lo es. Teoría discutida y discutible, no dogma.

De hecho, siempre existieron en la tradición cristiana teorías diferentes (teoría de la animación sucesiva defendida por Sto. Tomás y teoría de la animación simultánea, defendida por San Alberto Magno) sobre el momento de constitución de la vida humana. Pero, la teología postridentina a la hora de resolver los problemas de la moral práctica ha partido siempre de la animación inmediata.

Las teorías más modernas afirman que el embrión no es propiamente individuo humano hasta después de algunas semanas.

Como escribe el catedrático Diego Gracia:"La mentalidad clásica, que sobrevalora el genoma como esencia del ser vivo, de tal manera que todo lo demás sería mero despliegue de las virtualidades allí contenidas, es la responsable de que la investigación biológica se haya concentrado de modo casi obsesivo en la genética, y haya postergado de modo característico el estudio del desarrollo, es decir, la embriología. Este estado de cosas no ha venido a resolverlo más que la biología molecular. La biología molecular ha llevado a su máximo esplendor el desarrollo de la genética, en forma de genética molecular. Pero, a la vez, ha permitido comprender que el desarrollo de las moléculas vivas no depende sólo de los genes". (Diego Gracia, Etica de los confines de la vida, III, p.106).

El aserto clásico de que "todo está en los genes" es verdad sólo en parte y se hizo en detrimento de los factores morfológicos y espaciales, tan importantes en el desarrollo del embrión. Sin estos factores, los genes quedarían sin efecto. Los genes tienen capacidad para formar determinados órganos pero no si no hay inducción, lo cual viene a demostrar que el embrión actúa como un gran campo de fuerzas, en el que cada parte es un momento que está codeterminado por otros y a la vez los codetermina.

Se entiende por tanto que, desde este enfoque, el embrión requiera tiempo y espacio para la maduración de su sistema neuroendocrino y que no se halle constituido desde el primer momento como realidad sustantiva. Los genes no son una miniatura de persona. La biología molecular deja bien claro que, para el desarrollo y la ética del embrión, la información extragenética es tan importante como la información genética, que ella es también constitutiva de la sustantividad humana y que la constitución de esa sustantividad no se da antes de la organización (organogénesis) primaria e incluso secundaria del embrión, es decir, hasta la octava semana.

Queda claro de esta manera que quien siga esta teoría puede sostener razonablemente que la interrupción del embrión antes de la octava semana no puede ser considerada como atentado contra la vida humana, ni pueden considerarse abortivos aquellos métodos anticonceptivos que impiden el desarrollo embrionario antes de esa fecha. Esto es lo que, por lo menos, defienden no pocos científicos de primer orden (Diego Gracia, A. García-Bellido, Alonso Bedate , J.M. Genis-Gálvez, etc).

Esta hipótesis, suficientemente demostrada permite, a quien se apoya en ella, defender como no atentatorias contra la vida y como respetuosas de la vida aquellas acciones que se producen en el proceso constituyente del embrión antes de constituirse en feto, es decir, en estructura clausurada.

La teoría expuesta modifica notablemente muchos puntos de vista y establece un punto de partida común para entendemos, para orientar la conciencia de los ciudadanos, para fijar el momento del derecho a la vida del prenacido y para legislar con un mínimo de inteligencia, consenso y obligatoriedad para todos ante el conflicto de situaciones concretas.

Y en un Estado democrático, ninguna instancia civil o religiosa puede atribuirse el poder legislativo, como si dimanase de sí misma al margen de la realidad personal de los ciudadanos. La ética debe determinarse en cada tiempo mediando la racional y responsable participación de los ciudadanos, pues la razón con todo el abanico de sus recursos investigativos es la que, por tratarse de la dignidad humana y de sus derechos, nos habilita para llegar a ellos, explorarlos, entenderlos, valorarlos y acordarlos democráticamente.

Por lo mismo, aunque en el tema del aborto intervengan instancias civiles y religiosas, en este caso desde instancias científico-éticas se recorre un camino común, compartible por todos. Sin negar validez a los credos religiosos, podemos de esta manera convivir acordando entre todos lo mejor y lo más ético para cualquiera de los problemas que se planteen a toda Comunidad civil.

4. El tema de la ordenación sacerdotal de la mujer 
"Creo que aún no hemos hecho una teología profunda de la mujer en la Iglesia. En cuanto a la ordenación de las mujeres la Iglesia ha hablado ciertamente y dice no. Lo ha dicho Juan Pablo II, pero con una formulación definitiva. Esa puerta está cerrada. Pero quiero decirles algo: la mujer en la Iglesia es más importante que los obispos y los curas. ¿Cómo? Esto es lo que debemos tratar de explicar mejor. Creo que falta una explicación teológica sobre esto". (En el encuentro con los periodistas en el avión). 

¡Esa es una puerta cerrada! Ciertamente lo es desde hace más de 20 siglos y lo sigue siendo. Pero, en el hoy del siglo XXI, es momento de preguntarse por qué está cerrada y si hay motivos para que siga cerrada.

Todos entendemos que haya podido ser así por razones de una situación histórico-cultural muy distinta a la nuestra. Situación que ha perdurado hasta hoy, pero no porque fuera una tradición "divino-apostólica" sino por ser una praxis introducida desde el principio por motivos hoy bien conocidos y explicables, pero que en modo alguno permitan elevar esta praxis a categoría divina y deducir que la no ordenación de la mujer "forma parte de la constitución divina de la Iglesia". Las diferencias entre varón y mujer no son razón para someter la mujer al dominio del varón y excluirla de algunas tareas eclesiales.

La Carta Apostólica del Papa Juan Pablo II (30 de mayo de 1994), no aporta nada nuevo, su enseñanza estaba incluida en documentos anteriores, sobre todo en la Declaración del Papa Pablo VI Inter insigniores de 1976. Ni cuestiona para nada las investigaciones históricas o bíblicas. Juan Pablo II tuvo, es cierto, la voluntad de zanjar definitivamente la cuestión entre los fieles de la Iglesia católica. Pero, de inmediato, muchos comentaristas católicos le replicaron que esta es una cuestión abierta, una doctrina ajena a la Escritura y una verdad no revelada.

Por todo ello, no ha podido ser propuesta como una verdad de fe, ni definida como una verdad de magisterio infalible o ex - cathedra.

Los argumentos aducidos por la Carta son más que débiles: el hecho de que Jesús eligiera entonces únicamente a varones, no quiere decir que lo hiciera exclusivamente y para siempre. Esa exclusión a perpetuidad no va incluida en la acción de Jesús. Muchos teólogos y teólogas han probado que no existen objeciones dogmáticas para la admisión de la mujer a la ordenación sacerdotal. Y los obispos alemanes advirtieron al Papa de la "no oportunidad" de la publicación de esa Carta.

No es objeto de esta declaración entrar a describir la enorme literatura teológica que siguió a la publicación de la Carta. Pero queremos destacar algunos aspectos fundamentales.

El sacerdocio más que un derecho personal es una vocación y un servicio a Dios y a la Iglesia. Y queda fuera de toda duda que excluir a la mujer por razón de su sexo del ministerio sacerdotal supone de hecho una grave discriminación dentro de la Iglesia. Cristo no excluyó a la mujer del sacerdocio. Dios no hace distinción de personas.

Como muy bien ha escrito el teólogo Domiciano Fernández: "En la Iglesia católica se ha decidido desde arriba, entre las Congregaciones romanas y el Papa. No se ha tenido suficientemente en cuenta las opiniones de las diferentes Conferencias Episcopales y de los sínodos de los obispos celebrados en Roma. Con los documentos pontificios por delante, se ha limitado la libertad de reflexión y de expresión de las Iglesias locales y de los teólogos" (Ministerios de la mujer en la Iglesia, Nueva Utopía, 2002, pg. 235).

Es precisamente este teólogo, que murió sin que le dejaran publicar su libro. En opinión de teólogos que lo han leído, es un libro espléndido para conocer a fondo esta cuestión, por su rigurosa documentación histórica y por su mesura e imparcialidad en valorar las razones de una y otra parte.

Citamos como conclusión estas sus palabras: "Mi actitud fue desde el principio la de estudiar e investigar estas cuestiones sin prejuicios y sin tomar partido de antemano por ninguna opción concreta, sobre todo en el problema de la posible o no posible ordenación de la mujer. Sin prisas y sin intereses personales de ninguna clase, comencé a estudiar la cuestión de la Sagrada Escritura y en la tradición de la Iglesia, valiéndome las monografías y amplios estudios que han hecho otros autores sobre estos temas y confrontando las fuentes siempre que me fue posible. 

Pronto me convencí de que no existía una dificultad dogmática seria que impida la ordenación sacerdotal de la mujer. No existen argumentos serios sacados de la Sagrada Escritura, donde no se plantea esta cuestión. Los argumentos teológicos deducidos de que el sacerdote representa a Cristo varón y el de alianza nupcial entre Cristo y su Iglesia (de los que me ocupo en el capítulo VII) no me parecen convincentes.

Los argumentos que con tanta frecuencia han dado los Santos Padres y los teólogos, fundados en la inferioridad, en la incapacidad y en la impureza de la mujer, son inadmisibles y nos debieran llenar de vergüenza y sonrojo a los crsitianos" (Idem, pp. 11 y 12).
" Muchos años de estudio no han podido convencer ni a los teólogos ni a los biblistas de que sea expresa voluntad de Cristo excluir a las mujeres del ministerio ordenado. Los ministerios los ha creado la Iglesia según las necesidades de los tiempos y según la cultura de la época. Han cambiado y siguen cambiando.

Lo que los biblistas y teólogos rechazan y no ven oportuno ni conveniente es que se quiera zanjar de un modo definitivo la cuestión de principio, cuando no hay argumentos válidos que fundamenten esta decisión. Una decisión del Papa no puede convertir en palabra revelada lo que realmente no lo es. Es un anacronismo invocar el ejemplo de Cristo o de los apóstoles para deducir que se trata de una verdad que pertenece al "depositum fidei". Y si no se trata de una verdad revelada, el Papa no tiene autoridad para proclamarla como infalible o como verdad de fe. Me parece esencial que haya más diálogo, más libertad, más espíritu de comunión. Que Roma no se limite a proclamar verdades y dar órdenes. Es necesario es cuchar lo que otros dicen. Escuchar para reflexionar y aprender , y no sólo para enseñar. Es importante descubrir lo que Dios nos habla a través de los signos de los tiempos" (Idem, pp. 271-272).

5. El tema de los divorciados en la Iglesia 
"La misericordia es más grande para el caso de los divorciados. El cambio de época, unido a otros problemas de la Iglesia, ha dejado muchos heridos. Si el Señor no se cansa de perdonar, nosotros no tenemos más elección que ésta. Y la Iglesia es madre , debe encontrar misericordia para todos. Los divorciados sí pueden hacer la comunión, esto hay que mirarlo en la totalidad de la pastoral matrimonial. Será uno de los temas a consultar con los ocho cardenales. Es además un tema antropológico y también lo es el problema judicial de la nulidad de los matrimonios. Todo esto habremos de revisar" (En el encuentro con los periodistas en el avión).

Viejo tema éste que debiera haber recibido ya solución, de haber atendido las enseñanzas de Jesús. El matrimonio, como realidad humana, existencial, puede presentar dificultades, crisis, incompatibilidades , hasta rupturas. Para estos casos, es donde Jesús habla de no ser crueles e hipócritas ensalzando hasta el absoluto una ley con detrimeto de otras leyes. El propone el proyecto del matrimonio indisoluble, como un proyecto ideal, una meta a conseguir, la mejor. Pero, sin perder de vista la condición humana que, por su debilidad e incorregibilidad, puede en ocasiones hacer imposible el logro de ese ideal.

En tal caso, no se puede seguir afirmando que la indisolubilidad es una norma siempre inderogable. La situación de millares y millares de católicos, divorciados y recasados civilmente, es un grito contra ciertas normas que los condena a vivir fuera de la Iglesia. La connatural libertad y riesgo que acompaña a todo matrimonio hace que no se lo pueda considerar como absolutamente indisoluble y que, llegado el caso de un fracaso serio, se lo pueda enmendar iniciando un nuevo camino. Es un derecho obvio, aunque relativo y condicionado. Y, en este caso, la Iglesia no puede limitarse a dar una solución excepcional para seres excepcionales.

"Todo católico tiene el derecho y la necesidad de recibir la Sagrada Comunión. Todos tienen necesidad de participar activamente en la celebración eucarística, el acto central de la Iglesia católica y a la vez el signo de unidad con Cristo. Tienen derecho a ser recibido con los brazos abiertos y sinceras muestras de bienvenida, en el seno de la comunidad católica y a tomar parte activa plenamente en las tarea s de la comunidad" (S. Keller, ¿Divorcio y nuevo matrimonio entre católicos?, Sal Tarrae, Santander, 1976, 7-8).

En el año 1980, nueve teólogos españoles (José Alonso Díaz, José María Díez Alegría, Casiano Floristan, Benjamín Forcano, Jos I.González Faus, Gregorio Ruiz, Fernando Urbina, Rufino Velasco, Marciano Vidal) hiceron público un documento "Preguntas de unos teólogos a sus obispos", con ocasión de su publicación "Instrucción " civil sobre el divorcio. Dichos teólogos destacaban que los obispos:

-No habían tenido en cuenta el sentir real de su comunidad católica, 
-Haberse preocupado únicamente del divorcio como si se tratara de una ley meramente civil y política.
- Haber dado a entender que para los católicos no hay ninguna posibilidad de divorcio y ésta era doctrina que debía permancer inmutable.

Y decían los teólogos:
" Por supuesto que nosotros no ponemos en duda la doctrina de la Iglesia sobre la indisolubilidad del matrimonio tal como aparece en la revelación de Jesús. Está claro que el modelo de matrimonio que Jesús anuncia y exige, como conforme a la voluntad divina, es el matrimonio monogámico, indisoluble y que, fundado en un verdadero amor, tiende a hacerse realmente exclusivo, total e incondicional para toda la vida. 
Pero esta doctrina de Jesús debe proponer como un ideal y una meta hacia la que debe aproximarse toda pareja, sin excluir riesgos, equivocaciones y fracasos y no como una ley absoluta, con la cual toda pareja, por el hecho mismo de casarse,se identifica automáticamente, sin posibilidad de conocer rupturas o incompatibilidades o, por lo menos, incompatibilidades que hagan inviable esa ley.

Como católicos deseamos que, en el interior der la Iglesia, se robustezca el derecho a proponer públicamente lo que se piensa, cuando tal pensamiento es no sólo sincero sino objetivamenete fundado., serio, y contribuye a esclarecer la verdacera doctrina de Cristo y a replantear ciertos presupuestos y normas de la Iglesia. ¿Vds. Creen personalmente, cada uno, que la actual disciplina de la Iglesia sobre este punto es la propia del Evangelio, la que responde a la vida y enseñanza de Jesús? No les parece que la Iglesia debería enfrentarse ahí, radicalmente consigo misma"? Tenemos que mirar a lo que pasa en nuestra propia Iglesia, con la realidad de tantos matrimonios fracasados, acaso sin esperanza de recuperación, y por eso ya prácticamente divorciados, pero canónicamente condenados".

. Nota sobre firmantes 
Debido a la urgencia del tiempo, no se ha prendido contar con la respuesta de otros autores, que seguramente asumirían el Documento. ( Muy a pesar nuestro, el intento de comunicación directa con 8 mujeres Teólogas no ha podido realizarse a tiempo).

Acaso pudiera añadirse una segunda remesa con nuevos firmantes. 

Para nuestro objetivo, el Documento aporta y refleja fidelidad al espíritu de la Tradición y cultura cristianas, enraizadas en el Evangelio y puede servir para dialogar y determinar soluciones más acordes con la investigación y estudios actuales.

Firman el Documento
Ariel ALVAREZ, Raul LUGO, Xabier ALEGRE, Juan MASIA, José ARREGI, Antonio MONCLUS, Fernando BERMUDEZ Guillermo MUGICA, Frei BETTO, Jesús PELAEZ, Nicolás CASTELLANOS, Xabier PIKAZA, Benjamín FORCANO
Manuel REYES MATE , Manuel FRAIJO, Julián RUIZ DIAZ, Joan GODAYOL, Manuel SUANCES.

Evangelio según San Lucas 11,42-46. 

¡Ay de ustedes, fariseos, que pagan el impuesto de la menta, de la ruda y de todas las legumbres, y descuidan la justicia y el amor de Dios! Hay que practicar esto, sin descuidar aquello. 

¡Ay de ustedes, fariseos, porque les gusta ocupar el primer asiento en las sinagogas y ser saludados en las plazas!

¡Ay de ustedes, porque son como esos sepulcros que no se ven y sobre los cuales se camina sin saber!". 

Un doctor de la Ley tomó entonces la palabra y dijo: «Maestro, cuando hablas así, nos insultas también a nosotros». 

El le respondió: «¡Ay de ustedes también, porque imponen a los demás cargas insoportables, pero ustedes no las tocan ni siquiera con un dedo!» 

San Calixto I

San Calixto I, papa mártir

San Calixto I, papa y mártir, que siendo diácono, después de un destierro en la isla de Cerdeña, tuvo a su cuidado el cementerio de la vía Apia que lleva su nombre, donde dejó para la posteridad las memorias de mártires. Elegido luego papa, promovió la recta doctrina y reconcilió benignamente a los apóstatas, para terminar su intenso pontificado con la gloria del martirio. En este día se conmemora su sepultura en el cementerio de Calepodio, en la vía Aurelia, en Roma.

Es lastima que casi todas las noticias que poseemos sobre San Calixto I procedan de un autor hostil. Según la narración de san Hipólito, Calixto era un esclavo. Su amo, un cristiano llamado Carpóforo, le confió la administración de un banco, y el joven perdió el dinero que habían depositado en él los cristianos. Seguramente la pérdida no se debió a un robo, pues Hipólito no hubiera dejado de decírnoslo. Como quiera que fuese, Calixto huyó de Roma; pero se le capturó en Porto, donde se arrojó al mar para escapar de sus perseguidores. Los jueces le condenaron a sufrir la pena del molino, que era una de las más crueles torturas que se imponían a los esclavos; sin embargo, sus acreedores lograron alcanzarle la libertad, con la esperanza de recuperar así una parte de su dinero. Poco después, Calixto fue arrestado nuevamente por causar desórdenes en una sinagoga; la verdad era que Calixto había ido a la sinagoga a importunar a los judíos para que le pagasen el dinero que le debían.

Los jueces le sentenciaron en esta ocasión a trabajos forzados en las minas de Cerdeña. Más tarde, todos los cristianos que trabajaban en las minas fueron puestos en libertad gracias a la intercesión de Marcia, una de las amantes del emperador Cómodo. Sin duda que esta narración no carece de fundamento histórico, pero hay que reconocer que Hipólito presenta los hechos en la peor forma posible, ya que, por ejemplo, afirma que cuando Calixto se arrojó al mar en Porto, tenía intenciones de suicidarse. Cuando san Ceferino ascendió al pontificado, hacia el año 199, nombró a Calixto superintendente del cementerio cristiano de la Vía Apia, que se llama actualmente cementerio de San Calixto. En una cripta especial de dicho cementerio, conocida con el nombre de cripta papal, fueron sepultados todos los papas, desde Ceferino hasta Eutiquiano, excepto Cornelio y Calixto I. Se dice que san Calixto ensanchó el cementerio y suprimió los terrenos privados; probablemente fue esa la primera propiedad que poseyó la Iglesia. La certidumbre de la resurrección de la carne movió a los santos de todas las épocas a tratar con respeto los cadáveres. En este aspecto, los primeros cristianos eran extraordinariamente cuidadosos. Juliano el Apóstata, en su carta a un sacerdote pagano, afirmaba que, a su parecer, los cristianos habían ganado terreno por tres motivos: «Su bondad y caridad con los extraños, la diligencia que ponen en dar sepultura a los muertos y la dignidad de sus pompas fúnebres». Pero debe hacerse notar que los ritos fúnebres de los cristianos no eran ni de lejos tan pomposos como los de los paganos; en lo que los aventajaban claramente era en la gravedad y en el respeto religioso, y ello procedía de la fe profunda en la resurrección de los muertos.

San Calixto fue ordenado diácono por san Ceferino y llegó a ser su íntimo amigo y consejero, y a la muerte de éste, san Calixto fue elegido por la mayoría del pueblo y el clero de Roma para sucederle. San Hipólito, que era el candidato de un partido, atacó violentamente al nuevo Pontífice por motivos doctrinales y disciplinarios, en particular porque Calixto I, basándose expresamente en el poder pontificio de atar y desatar, admitió a la comunión a los asesinos, adúlteros y fornicadores que habían hecho penitencia pública. Los rigoristas, encabezados por san Hipólito, se quejaban de que san Calixto hubiese determinado que el hecho de cometer un pecado mortal no era razón suficiente para deponer a un obispo; que hubiese admitido a las órdenes a quienes se habían casado dos o tres veces y que hubiese reconocido la legitimidad de los matrimonios entre las mujeres libres y los esclavos, lo cual estaba prohibido por la ley civil. Hipólito llama hereje a san Calixto por haber procedido así en esos puntos de disciplina, pero no ataca la integridad personal del Pontífice. Así lo acusa san Hipólito en su Philosophoúmena: «El impostor Calixto ... lo primero que inventó fue autorizar a los seres humanos a entregarse a los placeres sensuales. Les dijo, en efecto, que todos recibirían de él el perdón de sus pecados. Si algún cristiano se ha dejado seducir por otro, si lleva el título de cristiano y cometiera cualquier transgresión, dicen que el pecado no se le imputa con tal que se apresure a adherirse a la escuela de Calixto. Y muchas son las personas que se han beneficiado de esta disposición, sintiéndose agobiadas bajo el peso de su conciencia y habiendo sido rechazadas por muchas sectas...» Como se ve, no faltaba munición gruesa. De hecho, Calixto tuvo el «privilegio» de ser el primer Papa al que se le opuso un antipapa, precisamente este Hipólito, que se coronó papa, y siguió persistiendo en su cisma durante dos pontificados más, aunque finalmente se reconcilió luego con la Iglesia y murió mártir. En realidad, san Calixto condenó al heresiarca Sabelio, siendo así que san Hipólito le acusaba de practicar una forma velada de sabelianismo. San Calixto fue un gran defensor de la sana doctrina y de la disciplina. Chapman llega incluso a decir que, si tuviésemos más datos sobre san Calixto I, le consideraríamos tal vez como uno de los más grandes Pontífices de la historia. Aunque Calixto I no vivió en una época de persecución, no faltan razones para creer que fue martirizado durante un levantamiento popular; sus «actas» afirman que fue precipitado en un pozo, pero dicho documento no merece crédito alguno. San Calixto fue sepultado en la Vía Aurelia. Probablemente, la actual capilla de San Calixto in Trastevere se yergue sobre las ruinas de otra, construida por nuestro santo en un terreno que Alejandro Severo adjudicó a los cristianos al fallarse un pleito legal contra unos taberneros; el emperador declaró que los ritos de cualquier religión eran preferibles a los escándalos de una taberna.

El Liber Pontificalis y las actas, que no merecen crédito alguno (Acta Sanctorum, oct., vol. VI), nos ofrecen muy pocos datos fidedignos sobre este Pontífice. Sin embargo, hay una literatura muy considerable sobre las actas del pontificado de San Calixto I. Entre las obras más importantes citaremos las de Duchesne, History of the Early Church, vol. I; A. d'Alés, L'édit de Calliste (1913); y J. Galtier, en Revue d'histoire ecclésiastique, vol. XXIII (1927) , pp. 465-488. Se encontrará una amplia bibliografía en la obra de J. P. Kirsch, Kirchengeschichte, vol. I (1930), pp. 797-799. Acerca de la sepultura y la catacumba de San Calixto, cf. Comentario sobre el Martirologium Hieronymianum, pp. 555-556; y Dictionnaire d'Archéologie chrétienne et de Liturgie,, vol. II, cc. 1657-1754. Artículo proveniente en su mayor parte de Butler, con agregados de Quasten, Patrología, vol I.

fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

Oremos  
Atiende, Señor, con bondad las plegarias de tu pueblo y, por la intercesión del Papa San Calixto I , cuyo martirio hoy celebramos, concédenos la ayuda necesaria para nuestra vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

La Didajé (c. 60-120), catequesis judeo-cristiana §3

«Aprended de mí que soy manos y humilde de corazón» (Mt 11,29)

Hijo, huye de todo lo que es malo o se asemeja al mal. No te enfurezcas: la cólera impulsa al crimen. No seas celoso, ni batallador, ni brutal: estas pasiones son causa de asesinatos. Hijo, no seas sensual: la sensualidad es el camino del adulterio. Que tu lenguaje no sea atrevido ni arriesgada tu mirada: también esto engendra adulterio...Guárdate de los embrujos, astrologías, purificaciones mágicas; rechaza el verlas y escucharlas: esto sería zozobrar en la idolatría. Hijo, no seas mentiroso, porque la mentira arrastra al robo. No te dejes seducir ni por el dinero ni por la vanidad, que también ellos incitan al robo. Hijo, no masculles: llegarías a blasfemar. No seas insolente ni malévolo, también esto lleva a la blasfemia. Ten paz: « los pacíficos heredarán la tierra » (Mt 5,5). Sé paciente, misericordioso, sin malicia, lleno de paz y de bondad. Tiembla constantemente ante las palabras que has escuchado (Is 66,2). No te ensalzarás a ti mismo, no entregarás tu corazón al orgullo. No te encontrarás con los soberbios sino que irás con los justos y los humildes. Acogerás los acontecimientos de la vida como un favor, sabiendo que nada ocurre que no sea en Dios.

María de la Purísima, pintada por Raúl Berzosa

La canonizará el Papa el domingo
La beata Madre María Purísima de la Cruz, a los altares
Séptima madre general de la orden religiosa fundada por Santa Ángela en Sevilla en 1876

Redacción, 13 de octubre de 2015 a las 15:52

Tras años de investigación, la Congregación de los Santos concluyó que Francisco José Carretero Díaz, 'Carre', armao de la Macarena, fue curado gracias a su intercesión

El Papa Francisco presidirá el próximo domingo 18 de octubre la ceremonia de canonización de la beata Madre María Purísima de la Cruz, séptima madre general de la orden religiosa fundada por Santa Ángela en Sevilla en 1876.

Junto a esta santa contemporánea que murió en Sevilla el 31 de octubre de 1998, subirán a los altares otros tres beatos, el sacerdote diocesano italiano Vincenzo Grossi, fundador del Instituto de las Hijas del Oratorio (1845 -1917), el laico y padre de familia Ludovico Martin y su mujer, la laica y madre de familia Maria Azelia Guérin.

El capuchino fray Alfonso Ramírez Peralboes el postulador general de la Causa de Madre María de la Purísima, que fue beatificada en 2010 en el Estadio Olímpico de Sevilla.

Tras años de investigación, la Congregación de los Santos concluyó que Francisco José Carretero Díaz, 'Carre', armao de la Macarena, fue curado gracias a la intercesión de María Purísima de la Cruz después de permanecer doce días en coma. El Papa aprobó este segundo milagro necesario para su subida a los altares.

María Isabel Salvat Romero adoptó el nombre de María Inmaculada Concepción y fue la superiora general de la Congregación de las Hermanas de la Compañía de la Cruz. El 27 de marzo de 2010, Benedicto XVI firmó el decreto que reconocía un milagro atribuido a la intercesión de la religiosa y por el que era declarada beata.

Madre María de la Purísima de la Cruz hizo los votos perpetuos en 1952. Desde 1977 hasta su fallecimiento en 1998 fue madre general. Sus restos mortales permanecen en la Casa Madre, en la cripta que ocupó Santa Ángela durante cincuenta años. (RD/Ep)

Ay de vosotros, que imponéis a los demás cargas intolerables
Lucas 11, 42-46. Tiempo Ordinario. Pedirle a Dios que nos ayude, que cure nuestros pecados y sane nuestra alma débil.

Oración preparatoria
Señor Jesús, ¡gracias por tu amor! ¡Cuánto has hecho por mí! ¡Cuánto sufriste para redimirme! Toda tu vida fue un acto de amor para salvarme. Tu amor no tuvo ni tiene límites. Ilumina mi oración para que sepa corresponderte al dejarte entrar y actuar en mi mente y en mi corazón.

Petición 
Señor, dame un corazón sencillo y sincero para que, como santa Teresa de Jesús, me esfuerce por seguir el camino de la perfección en el amor.

Meditación del Papa Francisco
El mundo tiene necesidad de hombres y mujeres no cerrados, sino llenos de Espíritu Santo. El estar cerrados al Espíritu Santo no es solamente falta de libertad, sino también pecado.

Existen muchos modos de cerrarse al Espíritu Santo. En el egoísmo del propio interés, en el legalismo rígido – como la actitud de los doctores de la ley que Jesús llama hipócritas -, en la falta de memoria de todo aquello que Jesús ha enseñado, en el vivir la vida cristiana no como servicio sino como interés personal, entre otras cosas.

En cambio, el mundo tiene necesidad del valor, de la esperanza, de la fe y de la perseverancia de los discípulos de Cristo. El mundo necesita los frutos, los dones del Espíritu Santo, como enumera san Pablo: “amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, lealtad, modestia, dominio de sí”. El don del Espíritu Santo ha sido dado en abundancia a la Iglesia y a cada uno de nosotros, para que podamos vivir con fe genuina y caridad operante, para que podamos difundir la semilla de la reconciliación y de la paz. Reforzados por el Espíritu Santo –que guía, nos guía a la verdad, que nos renueva a nosotros y a toda la tierra, y que nos da los frutos– reforzados en el espíritu y por estos múltiples dones, llegamos a ser capaces de luchar, sin concesión alguna, contra el pecado, de luchar, sin concesión alguna, contra la corrupción que, día tras día, se extiende cada vez más en el mundo, y de dedicarnos con paciente perseverancia a las obras de la justicia y de la paz. (Homilía de S.S. Francisco, 24 de mayo de 2015).

Reflexión
En el libro del Talmud se dice que algunos fariseos viven sólo para cumplir la ley y que sólo sabían buscar nuevos preceptos que cumplir y que hacer cumplir a los demás. Cristo no les critica por cumplir la ley, ya que él es el primero en cumplirla, sino por perder de vista que las leyes, divinas o humanas, tienen sentido desde la perspectiva del amor y para ayudarnos a ser mejores.

Lavarse las manos antes de comer es una costumbre bastante sana; seguramente que Cristo, después de salir de la cena, pidió a los discípulos que fuesen un poco más educados y que, por respeto al prójimo, se pasasen las manos bajo el grifo antes de sentarse. Jesús no critica al fariseo su observancia de la ley ni las buenas costumbres, sino el legalismo esclavizante que oprime a quienes viven la ley por la ley y que ni viven en paz ni dejan vivir tranquilos a los demás.

Cuando amamos a Dios cumplimos sus leyes con gusto y sentimos que nos liberan de la opresión de las tendencias bajas y de la esclavitud de las pasiones; vivimos con la felicidad de quien ama y se siente amado. Cuando dejamos de amar a Dios nos complicamos la vida y vemos como un peso horrible lo que es un don de Dios. Nunca se ha oído que una verdadera madre se queje de las incomodidades que conlleva el cuidado de sus hijos, ni a un enamorado agobiarse por tener que cumplir con los detalles que le pide su amor.

El cristiano que hace la experiencia de amar, se aleja del legalismo y experimenta la libertad verdadera que sólo Cristo sabe dar. La moral cristiana es la conformidad del ser no el cumplimiento estricto de las normas. Por eso San Agustín dice «Ama y haz lo que quieras». Es verdad que el amor no es sólo un sentimiento, o una verdad teórica, ha de ser mostrado con obras, y en ellas es dónde se ve su existencia. Pero no podemos olvidar de qué pasta estamos hechos, somos frágiles, de barro, patosos. Cuando queremos amar muchas veces no podemos, porque notamos nuestras debilidades que son auténtico obstáculo para nuestras buenas obras.

Diálogo con Cristo
Señor te  pido que me ayudes, que me cures de mis pecados, que sanes mi alma débil,  queremos amarte y a mis hermanos,  pero a veces  no se cómo, y aún sabiendo no puedo.

Propósito
Me examinaré a mí mismo para ver qué actitud es la que domina mis actividades para ponerme un propósito concreto que me ayude a crecer en el amor. 

El príncipe carbonero
Este cuento nos hace recordar nuestra propia historia, cuando las tentaciones apartan el alma de Dios...

Había en un reino lejano un rey y una reina que pedían insistentemente a Dios la gracia de tener un hijo. Después de muchas oraciones y espera, les nació un encantador niño, al que llevaron rápidamente a la fuente bautismal.

El pequeño príncipe colmaba todas las esperanzas de futuro del reino y los soberanos le demostraban un inmenso afecto.

Sin embargo, el rey tenía algunos enemigos que veían con malos ojos a aquella criatura portadora de tantas esperanzas. Se confabularon, entonces, para raptar al bebé. En una noche de tranquila normalidad un bandido se introdujo en el palacio, golpeó a los guardias y secuestró al príncipe.

Afligido, el rey mandó soldados en busca del criminal, que había huido por el bosque con gran rapidez.

Pero ellos volvieron al palacio sin ninguna noticia del paradero del niño.

No imaginaba el soberano que sus hombres estuvieron a punto de encontrar al perverso secuestrador y que éste, viéndose en la inminencia de ser apresado, dejó al príncipe en la puerta de una choza donde vivía un carbonero con su familia.

Desprotegida y hambrienta, la criatura comenzó a llorar. La esposa del carbonero abrió la puerta y contempló con asombro aquel tierno bebé envuelto en pañales. Lo llevó adentro, lo alimentó y el matrimonio decidió adoptarlo como hijo.

Muy pronto, aprendió a cortar leña, preparar el fuego y llenar sacos y más sacos con carbón. Aún así, revelaba una natural falta de aptitud para ese oficio. Sus padres adoptivos, juzgando que su falta de habilidad era fruto de la mala voluntad, no le perdonaban reprensiones y castigos; esto, a su vez, provocaba el desprecio de sus hermanos. Aunque ignoraba absolutamente su ascendencia real, el pequeño príncipe se sentía un extraño en aquella casa. Experimentaba, en el fondo de su alma, una terrible insatisfacción, además de un irrefrenable anhelo por una vida mejor.

Los años fueron pasando y la criatura, con las manos siempre negras, asumió un aspecto tosco, marcado por la intemperie y vicisitudes de la vida que llevaba. Casi nunca salía del bosque, y por eso desconocía por completo las costumbres de la vida de la ciudad.
Un día, cuando tenía dieciocho años, se cometió un crimen en un pequeño villorrio próximo al bosque. El criminal escapó entre la densa floresta.

Los guardias salieron a su encuentro, pero lo único que encontraron fue a un joven carbonero cortando leña. Rápidamente, lo arrestaron y lo llevaron a la cárcel, donde fue retenido mientras la autoridad policial investigaba el caso.

Desolado al verse preso por un delito que no cometió, el joven lloraba detrás de las frías rejas. Se aproximó, entonces, un hombre viejo y, en un tono de voz muy bajo, le dice:

— Joven carbonero, no llores, yo sé que eres inocente. Soy carcelero en esta prisión desde hace mucho tiempo, yo sé algo sobre tu pasado que va a cambiar tu vida. Por aquí pasaron incontables malhechores, que narraban con orgullo sus perversos hechos. Uno de ellos me contó tu historia
— ¿Mi historia? ¡Mi historia es la de un pobre carbonero que pasó toda la vida entre los árboles y el fuego!
— ¡Estás equivocado! ¿Te has dado cuenta de que eres diferente a tu padre y a tu madre? ¿No es verdad que no te pareces a ellos?
Asustado, el carbonero tuvo que darle la razón.
— ¿Has oído contar la historia de nuestros reyes, cuyo hijo fue raptado cuando todavía era un bebé y del que nunca más se tuvo noticia, a pesar de las constantes búsquedas?
— Sí, ya oí contar esa historia.
— Cuando el príncipe fue secuestrado, el bandido entró en el bosque en el que vives, y al darse cuenta de que los soldados del rey estaban alcanzándole, tiró el bebé en la puerta de la choza de un matrimonio de carboneros. ¿Sabes que ese niño es el heredero de la corona real? ¡Eres tú!…
La tristeza se convirtió en jubilosa alegría. El joven no cabía en sí de felicidad:
— Entonces… ¿Quieres decir que el rey y la reina son mis padres?
Su corazón se llenó de consuelo.
Las lágrimas brotaron de sus ojos, y exclamó:
— ¡Por favor, déjame conocer a mis padres! ¡Quiero verlos, abrazarlos!
¡Ve al palacio y cuenta todo lo que sabes!

El carcelero partió hacia la residencia real y, llegando allá, comunicó que conocía el paradero del príncipe. Fue inmediatamente atendido por los soberanos, que después de certificar la veracidad de la increíble noticia, mandaron traer sin demora al joven carbonero.
La escena que se desarrolló entonces marcó a fondo la historia del reino.

El rey y la reina pudieron finalmente contemplar a su hijo querido que juzgaban perdido para siempre.

A su vez, el príncipe no se cansaba de contemplar a sus verdaderos padres y de manifestarles su gratitud. Se sentó al lado de los reyes en el trono que le correspondía y vivió muchos años de paz y prosperidad.

Este cuento del príncipe carbonero nos hace recordar nuestra propia historia. Dios, al crearnos, nos destinó a participar de Su Reino y de Su gloria. El demonio, mientras, envidioso de la herencia prometida al hombre, procura de todos los modos, apartar al alma de Dios y, así, robarle la felicidad.

Felicidad que, si tuviésemos la desgracia de perder, sólo podemos encontrarla volviendo a la casa paterna nuevamente y recuperando nuestra condición de príncipe heredero. No como hijos de un mero monarca temporal, como el príncipe de esta narración, sino de Aquél que es el propio Rey de los reyes. La plenitud de esta felicidad, pues, nos será concedida cuando nuestras almas entren a poseer el Reino esperado, en donde se alegrarán eternamente en compañía del Creador.

El Papa pide perdón por los escándalos acaecidos en Roma y en el Vaticano

Fecha: 14 de Octubre de 2015

El Papa ha pedido perdón por los escándalos que en estos últimos tiempos han tenido lugar tanto en Roma como en el Vaticano. “Yo quisiera, antes de comenzar la catequesis, en nombre de la Iglesia, pediros perdón, por los escándalos que en estos últimos tiempos han sucedido tanto en Roma como en el Vaticano. Pido perdón”.

Lo ha hecho antes de comenzar la habitual catequesis de los miércoles en la audiencia general, y tras escuchar la lectura de Mateo en la que Jesús dice: “¡Ay del mundo a causa de los escándalos! Es inevitable que existan pero ¡ay de aquel que los causa!”

Como cada semana, el Pontífice ha salido a la plaza de San Pedro para compartir con los fieles y peregrinos venidos de todo el mundo. Haciendo una pausa en los trabajos del Sínodo, Francisco ha iniciado la mañana del miércoles saludando desde el papamóvil  a los presentes en la plaza, despertando el entusiasmo y la alegría de los fieles.

Tras su pedido de perdón, el Santo Padre ha hablado durante la catequesis sobre las promesas que hacemos a los niños. En el resumen hecho en español ha explicado: “No me refiero a esas pequeñas promesas que hacemos habitualmente para que se porten bien o se esfuercen en el colegio, más bien a la promesa contenida en el hecho de traerles a la vida. Esta promesa de acogida, cuidado, cercanía y atención concreta, se puede resumir en una palabra: Amor”.

Una promesa de amor --ha precisado-- en definitiva, que hemos aprendido de nuestros padres antes incluso de ser conscientes y que, con una actitud inerme y confiada, todo niño espera que le sea correspondida íntegramente. Si esto no sucede, ha proseguido Francisco, se les hiere profundamente. Por eso, Jesús en el Evangelio nos alerta de que Dios y sus ángeles velan sobre esta responsabilidad.

El Santo Padre ha recordado que “el niño recibe de su familia, con su nombre y con las primeras palabras y sonrisas, la belleza de estar con los demás, aprendiendo a ser libre y aceptar a los otros. En el bautismo, la Iglesia a través de los padres y la comunidad se une a estas promesas”. Desde el momento que el niño es capaz de sentirse amado por sí mismo --ha concluido-- siente que hay un Dios que lo ama. Su espontánea confianza en Dios no debe ser nunca vulnerada, sobre todo con nuestra presunción de sustituir al Señor.

A continuación, el papa Francisco ha saludado a los peregrinos de lengua española, “en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica”. De modo especial, el Papa ha saludado “a los 33 mineros chilenos que estuvieron atrapados en las entrañas de la tierra durante 70 días. Creo que cualquiera de ustedes sería capaz de venir acá y decirnos qué significa la esperanza. Gracias por tener esperanza en Dios”. Que “la Virgen María y san José, que tuvieron bajo su custodia al Hijo de Dios, nos enseñen a acoger a Jesús en cada niño. Muchas gracias”, ha pedido hablando en español. 

Tras los saludos en todas las lenguas, el Papa ha dedicado unas palabras para los jóvenes, los enfermos y los recién casados. Así, ha recordado que en este mes de octubre estamos todos llamados a sostener las misiones con la oración y la solidaridad. Queridos jóvenes, ha indicado, acoged con alegría la invitación del Señor a emplear vuestras mejores energías en el anuncio del Evangelio. A los enfermos les ha dado las gracias porque “la ofrenda de vuestro sacrificio es muy valiosa para lo que aún no conocen el amor de Dios. Finalmente, a los recién casados les ha invitado a “proclamar con la vida el afecto fiel del Señor”.

Por último, el Santo Padre ha recordado que el próximo sábado, 17 de octubre, es la Jornada Mundial del Rechazo a la Miseria. Tal y como ha explicado Francisco, “esta jornada se propone aumentar los esfuerzos para eliminar la extrema pobreza y la discriminación, y para asegurar que cada uno puede ejercer plenamente los propios derechos fundamentales”. Somos todos invitados --ha indicado-- a hacer nuestra esta intención, para que la caridad de Cristo alcance y dé consuelo a los hermanos y las hermanas más pobres y abandonados.

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