Mostrarse hábil
- 06 Noviembre 2015
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Francisco, contra la economía del descarte
"La exclusión está en la raíz de todas las guerras", subraya en Santa Marta
Francisco denuncia la "actitud selectiva" del que "juzga y echa a la gente"
El Papa invita a "pensar un poco" y al menos "no juzgar nunca"
Redacción, 05 de noviembre de 2015 a las 11:58
Nosotros con nuestras debilidades, con nuestros pecados, con nuestras envidias, celos, siempre tenemos esta actitud de excluir que --como he dicho-- puede terminar en las guerras
En la Carta a los Romanos, san Pablo exhorta a no juzgar y a no despreciar al hermano, porque esto lleva a excluirlo de "nuestro grupito" y ser "selectivos y esto no es cristiano". Así lo ha explicado el santo padre Francisco en la homilía de Santa Marta este jueves por la mañana.
Además, ha recordado que Cristo "con su sacrificio en el calvario" une e incluye a "todos los hombres en la salvación". En el Evangelio, ha recordado el Santo Padre, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores, "es decir, los excluidos, todos los que estaban fuera" y mientras, "los fariseos y los escribas murmuraban".
De este modo, el Pontífice ha indicado que "la actitud de los escribas y de los fariseos es la misma, excluye" porque decían: ‘Nosotros somos perfectos, nosotros seguimos la ley. Estos son pecadores, son publicanos'. En cambio la actitud de Jesús es incluir. A propósito, ha asegurado que hay dos caminos en la vida: el camino de la exclusión de las personas de nuestra comunidad y el camino de la inclusión.
De este modo ha advertido que el primero de estos caminos es la raíz de todas las guerras: todas las guerras, comienzan con una exclusión. "Se excluye de la comunidad internacional pero también de las familias, entre amigos, cuántas peleas... Y el camino que nos hace ver Jesús y nos enseña Jesús es otro, es el contrario: incluir", ha subrayado el Papa.
Por otro lado, el Santo Padre ha reconocido que "no es fácil incluir a la gente porque hay resistencia, hay esa actitud selectiva". Por eso, ha observado, Jesús contaba dos parábolas: la oveja perdida y la mujer que pierde una moneda. Tanto el pastor como la mujer hacen de todo para encontrar lo que han perdido. Y cuando lo encuentran se llenan de alegría.
Francisco lo ha explicado así: "se llenan de alegría porque han encontrado lo que estaba perdido y van donde los vecinos, donde los amigos, porque están felices: ‘he encontrado, he incluido'. Este es el incluir de Dios, contra la exclusión del que juzga, que echa a la gente: ‘no, esto no, esto no, esto no...', y se hace un pequeño círculo de amigos que es su ambiente. Es la dialéctica entre la exclusión y la inclusión". Asimismo, el Santo Padre ha exclamado que "¡Dios nos ha incluido a todos en la salvación, a todos!" Y este es el inicio. "Nosotros con nuestras debilidades, con nuestros pecados, con nuestras envidias, celos, siempre tenemos esta actitud de excluir que --como he dicho-- puede terminar en las guerras", ha recordado. Además, ha subrayado que Jesús hace como el Padre que lo ha enviado para salvarnos, "nos busca para incluirnos", "para ser una familia".
Finalmente, Francisco ha invitado a "pensar un poco" y al menos "no juzgar nunca", y decir: "Dios sabe: es su vida, pero yo no lo excluyo de mi corazón, de mi oración, de mi saludo, de mi sonrisa, y si tengo ocasión de decirle una palabra bonita. Nunca excluir, ‘no tenemos el derecho'". Y a este punto ha recordado cómo termina la lectura de Pablo: "Todos vamos a comparecer ante el tribunal de Dios. En resumen, cada uno de nosotros tendrá que dar cuenta de sí mismo a Dios". Por eso, el Santo Padre ha invitado a pedir la gracia de ser hombres y mujeres que incluyan siempre, en la medida de la sana prudencia, pero siempre. "No cerrar las puertas a ninguno, siempre con el corazón abierto: ‘me gusta, no me gusta", pero el corazón está abierto", ha concluido.
Juan Pablo I, el misterio de Dios
Luciani, una persona llena de ternura y humanidad
Paulinas, 05 de noviembre de 2015 a las 09:43
Juan Pablo I, el misterio de Dios (Paulinas)
Juan Pablo I fue un auténtico enamorado del Concilio Vaticano II, un fiel seguidor de las intuiciones de Juan XXIII y Pablo VI
(Paulinas).- El testimonio del Papa Juan Pablo I nos puede ayudar en nuestros días a vivir con más simplicidad, a comprometernos, pues su vida se caracterizó siempre por la alegría y sencillez, la misma que mostraba en el contacto diario con los hombres y mujeres que encontraba en su camino.
El objetivo de esta sencilla biografía es dar a conocer la vida del Papa Luciani, proponer su profunda espiritualidad, su modo de actuar como sacerdote, como obispo, como Papa, como una persona llena de ternura y humanidad. En estos momentos parece iluminarse su perfil por las similitudes que podemos establecer con el Papa Francisco. Juan Pablo I fue un auténtico enamorado del Concilio Vaticano II, un fiel seguidor de las intuiciones de Juan XXIII y Pablo VI. Por eso hablaba con un profundo conocimiento de la urgencia de buscar la unión entre todos los cristianos y trabajar por la justicia y la paz de toda la humanidad. Deseaba también realizar unos cambios muy profundos en el funcionamiento de la Iglesia y en la forma encarnada de transmitir la Buena Noticia de Jesucristo al mundo de su tiempo.
De sus días como Sucesor de Pedro, si hubiera podido disfrutar de un pontificado más largo, bastarían estas palabras del Cardenal Villot: Hubiera llegado a asombrar a la Iglesia y al mundo. Pero esa probabilidad quedó en el misterio de Dios, como lo había estado siempre su vida.
Albino Luciani había palpado a diario y permaneció siempre sumergido en el misterio de Dios. Por eso comentaba con total naturalidad: El Señor ha hecho de mi vida todo lo que ha querido. La vida que aparece llena de sencillez y alegría en estas páginas.
Francisco saluda a Juan José Omella en San Pedro
El nombramiento será oficial mañana
Omella sustituye a Sistach en Barcelona.
Vives o Talltavull habían sido propuestos
Redacción, 05 de noviembre de 2015 a las 16:58
El nombramiento de Omella (Cretas, Teruel, 1946) ha causado sorpresa y desazón en algunos sectores de la Iglesia catalana y en algunas órdenes religiosa
El actual obispo de la diócesis de Calahorra y La Calzada-Logroño, el aragonés Juan José Omella, será el sustituto del arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, según han confirmado medios eclesiásticos.
Sistach, que ha sido uno de los participantes, invitado por el Papa Francisco, en el Sínodo de la Familia, será relevado "de forma inminente", seguramente en los próximos días, ya que tiene en la actualidad 78 años, tres más que la edad la edad reglamentaria de jubilación.
El nombramiento de Omella (Cretas, Teruel, 1946) ha causado sorpresa y desazón en algunos sectores de la Iglesia catalana y en algunas órdenes religiosas, que habían propuesto al Papa Francisco que el sustituto de Sistach fuera su obispo auxiliar, Sebastià Taltavull, o en su defecto el actual arzobispo de Urgell, Joan Enric Vives.
(RD/Agencias)
Evangelio según San Lucas 16,1-8.
Jesús decía a sus discípulos: "Había un hombre rico que tenía un administrador, al cual acusaron de malgastar sus bienes. Lo llamó y le dijo: '¿Qué es lo que me han contado de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no ocuparás más ese puesto'. El administrador pensó entonces: '¿Qué voy a hacer ahora que mi señor me quita el cargo? ¿Cavar? No tengo fuerzas. ¿Pedir limosna? Me da vergüenza. ¡Ya sé lo que voy a hacer para que, al dejar el puesto, haya quienes me reciban en su casa!'. Llamó uno por uno a los deudores de su señor y preguntó al primero: '¿Cuánto debes a mi señor?'. 'Veinte barriles de aceite', le respondió. El administrador le dijo: 'Toma tu recibo, siéntate en seguida, y anota diez'. Después preguntó a otro: 'Y tú, ¿cuánto debes?'. 'Cuatrocientos quintales de trigo', le respondió. El administrador le dijo: 'Toma tu recibo y anota trescientos'. Y el señor alabó a este administrador deshonesto, por haber obrado tan hábilmente. Porque los hijos de este mundo son más astutos en su trato con los demás que los hijos de la luz."
San Basilio (c. 330-379), monje y obispo de Cesárea en Capadocia, doctor de la Iglesia
Homilía 6, sobre la riqueza; PG 31,261 ss
Mostrarse hábil
¡Considera, oh hombre, a aquel que te ha colmado de bienes! ¡Recuérdate de ti mismo! ¡Recuerda quién eres, qué asuntos llevas entre manos, quién te los ha confiado, por qué razón has sido preferido entre muchos! Eres servidor de Dios que es bueno. Tienes a tu cargo compañeros de servicio. ¡No creas que todos estos bienes están destinados a tu disfrute! ¡Dispón de los bienes que tienes como si pertenecieran a otro! Disfrutarás de ellos durante un tiempo, luego se desvanecerán y desaparecerán. Pero tendrás que dar cuenta por menudo de todos ellos.
¿Qué harás? La respuesta es simple: Saciaré a los hambrientos, abriré mis graneros e invitaré a los pobres. ¡Vosotros todos, que estáis faltos de pan, venid a mí! Que cada uno tome una ración colmada de los dones que Dios me ha acordado. ¡Venid, aprovisionaros como de la fuente pública.
San Leonardo Noblac
San Leonardo, eremita. En Noblac, cerca de Limoges, en Aquitania, san Leonardo, ermitaño.
La primera información sobre su existencia data del siglo XI, en las «historias» de Ademar de Chabannes, escrito alrededor de 1028, donde habla del traslado, en 1017, de sus reliquias. Pocos años después de 1030, se puso en circulación una anónima «Vita Sancti Leonardi», con la descripción de nueve milagros atribuidos a él. Según los estudiosos posteriores de la hagiografía esta 'Vita' es legendaria, pero sigue siendo el más antiguo testimonio, y aun es posible sacar datos de ella.
Leonardo nació en Galia en tiempos del emperador Anastasio I (491-518), sus padres eran nobles francos amigos del rey Clodoveo (481-511), que quiso ser el padrino en el bautismo. De joven se negó a alistarse en el ejército, como era costumbre en los nobles francos, y marchó de discípulo de san Remigio, arzobispo de Reims (438-530), el gran evangelizador de los francos, que había convertido y bautizado el rey Clodoveo. El santo obispo había obtenido del convertido rey el privilegio de poder exigir la liberación de presos, e incluso Leonardo, movido por el gran fervor de la caridad, solicitó y obtuvo el mismo favor, liberando así un gran número de desgraciados prisioneros, víctimas de las bárbaras guerras de aquellos tiempos. Su fama de santidad se difundió mucho y Clodoveo le ofreció la dignidad de obispo, que Leonardo rechazó, retirándose como ermitaño, primero a San Maximino en Micy, luego a Limoges. Se cuenta que atravesando el bosque de Pavum, cerca de Limoges, donde se había establecido, lo llamaron para rescatar a la reina Clotilde, que acompañaba al rey Clodoveo en una cacería y que había sido sorprendida por los dolores de parto; Leonardo, con su oraciones, le consigue superar el dolor y dar a luz a un hermoso bebé. En agradecimiento Clodoveo le dio parte del bosque para construir un monasterio, que el propio Leonardo delimitó montado en un burro.
El santo ermitaño construyó un oratorio en honor de la Virgen, dedicando un altar a su maestro, san Remigio, muerto hacía tiempo en fama de santidad. Un pozo cavado por él, milagrosamente se llenó de agua y llamó al lugar «Nobiliacum» en memoria de la donación de Clodoveo, rey nobilísimo. Las regiones ya cristianizadas de Alemania, Aquitania, Inglaterra, se llenaron de noticias de la fama que rodeaba el santo ermitaño, de Micy a Orleans, acudían a Nobilac enfermos de todo tipo, que con sólo verlo quedaban curados; pero especialmente el santo libraba a los prisioneros de guerra (recuérdese que en esos siglos la detención se utilizaba para cobrar el rescate). Los prisioneros dondequiera que lo invocaran, podía ver que las cadenas se rompían, los candados se abrían, los guardias se distraían, y estos desgraciados recuperaban su libertad, y se apresuraban a darle las gracias, y muchos permanecían con él.
Algunos familiares del santo ermitaño se asentaron alrededor del monasterio con sus familias, dando a luz a un pueblo, que luego tomará su nombre. Murió en un año descvonocido, hacia mediados del siglo VI, pero después del 530, año de la muerte de su mentor, san Remigio. En el siglo XI, el culto comenzó a extenderse por Europa Central, se erigieron en su honor varios cientos de las iglesias y capillas, y su nombre se incluyó en la toponimia y el folclore. Fue especialmente venerado en la época de las cruzadas y cuenta entre sus devotos al príncipe Bohemundo de Antioquía (Bohemundo de Hauteville, 1050-1111, hijo de Roberto Guiscardo), hecho prisionero por los infieles en 1100 durante la Primera Cruzada, y liberado en 1103; él atribuyó su liberación a la invocación del santo, y cuando regresó a Europa donó, como exvoto, a la capilla de Saint-Léonard-de-Noblat unas cadenas de plata similares a las que lo habían atado.
En el arte se lo representa casi siempre con las cadenas, símbolo de su protección especial para los que están injustamente presos, y por ese motivo pictórico es también patrono de los fabricantes de cadenas, broches, hebillas, etc. Se lo invoca también para partos difíciles, dolores de cabeza y enfermedades de los niños.
fuente: Santi e Beati
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Es uno de los santos más populares de Europa central. En efecto; dice un estudioso que en su honor se erigieron no menos de seiscientas iglesias y capillas, y su nombre aparece frecuentemente en la toponomástica y en el folclor.
El mismo estudioso añade que él «despertó una devoción particular en tiempos de las cruzadas, y entre los devotos se cuenta el príncipe Boemundo de Antioquía que, hecho prisionero por los infieles en 1100, atribuyó su liberación en 1103 al santo, y, de regreso a Europa, donó al santuario de Saint-Léonard-de-Noblac, como ex voto, unas cadenas de plata parecidas a las que él había llevado durante su cautiverio». San Leonardo de Noblac (o de Limoges) es un santo «descubierto» a principios del siglo XI, y a ese período remontan las primeras biografías, que después inspiraron el culto hacia él.
Leonardo nació en Galia en tiempos del emperador Anastasio, es decir, entre el 491 y el 518. Como sus padres, a más de nobles, eran amigos de Clodoveo, el gran jefe de los Francos, éste quiso servir de padrino en el bautismo del niño. Cuando ya era joven, Leonardo no quiso seguir la carrera de las armas y prefirió ponerse al servicio de San Remigio, que era obispo de Reims. Como San Remigio, sirviéndose de la amistad con el rey, había obtenido el privilegio de poder conceder la libertad a todos los prisioneros que encontrara, también Leonardo pidió y obtuvo un poder semejante, que ejerció muchas veces.
El rey quiso concederle algo más: la dignidad episcopal. Pero Leonardo, que no aspiraba a glorias humanas, prefirió retirarse primero a San Maximino en Micy, y después a un lugar cercano a Limoges, en el centro de un bosque llamado Pavum. Un día su soledad se vio interrumpida por la llegada de Clodoveo que iba a cacería junto con todo su séquito. Con el rey iba también la reina, a quien precisamente en ese momento le vinieron los dolores del parto.
Las oraciones y los cuidados de San Leonardo hicieron que el parto saliera muy bien, y entonces el rey hizo con el santo un pacto muy particular: le obsequiaría, para construir un monasterio, todo el territorio que pudiera recorrer a lomo de un burro. Alrededor del oratorio en honor de María Santísima habría surgido una nueva ciudad.
Oremos
Tú, Señor, que nos has dado un modelo de perfección evangélica en la vida ejemplar de San Leonardo de Noblac, concédenos, en medio de los acontecimientos de este mundo, que sepamos adherirnos, con todo nuestro corazón, a los bienes de tu reino eterno. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
El administrador astuto
Lucas 16, 1-8. Tiempo Ordinario. A la vez Jesús nos invita y exhorta a ser sagaces, mas no astutos.
Esta cualidad debe ser expresión de la caridad cristiana.
Oración introductoria
Señor Jesús, quiero tener la audacia y habilidad para saber darte el lugar que te corresponde en mi vida. Creo en Ti, confío y te amo, ilumina este rato de meditación para que nada me distraiga y sepa guardar el silencio que me permita realmente conocer tu voluntad.
Petición
Señor, ayúdame a saber aprovechar mi tiempo, especialmente este momento de meditación.
Meditación del Papa Francisco
Este administrador es un ejemplo de mundanidad. Alguno de ustedes podrían decir: ¡pero, este hombre ha hecho lo que hacen todos! Pero todos, ¡no! Algunos administraciones de empresas, administradores públicos, algunos administradores de gobierno... Quizá no son muchos. Pero es un poco esa actitud del camino más corto, más cómodo para ganarse la vida.
En la parábola del Evangelio el patrón alaba al administrador deshonesto por su 'astucia'. La costumbre del soborno es una costumbre mundana y fuertemente pecadora. Es una costumbre que no viene de Dios: ¡Dios nos ha pedido llevar el pan a casa con nuestro trabajo honesto! Y este hombre, administrador, lo llevaba pero ¿cómo? ¡Daba de comer a sus hijos pan sucio! Y sus hijos, quizá educados en colegios caros, quizá crecidos en ambientes cultos, habían recibido de su padre suciedad como comida, porque su padre, llevando pan sucio a casa, ¡había perdido la dignidad! ¡Y esto es un pecado grave! Porque se comienza quizá con un pequeño soborno, ¡pero es como la droga eh! La costumbre del soborno se convierte en dependencia. (Cf. S.S. Francisco, 8 de noviembre de 2013, homilía en Santa Marta)..
Reflexión
El administrador de la parábola había abusado de la confianza de su amo subiendo los precios en beneficio propio. Ante las quejas de los clientes y la amenaza de despido, recapacita, aunque sólo sea por conveniencia, y renuncia a su propio beneficio, pidiendo lo justo a los clientes.
Ante esta situación, nosotros pensamos que ese administrador, aunque haya cambiado de actitud, no es de fiar. En cambio, para Jesucristo tiene más valor el cambio de comportamiento que el pecado. Él conoce nuestras caídas, pero basta un sincero arrepentimiento y que le pidamos perdón, para que nos devuelva su confianza y se sienta orgulloso de nosotros, como el amo de la parábola con su administrador.
A la vez Jesús nos invita y exhorta a ser sagaces. Esta cualidad debe ser expresión de la caridad cristiana. La astucia, relacionada siempre con el maligno, significa fingir, mentir, engañar, para lograr lo que queremos. En cambio, la virtud humana de la sagacidad consiste en la habilidad para encontrar los medios justos y más eficaces para alcanzar un objetivo, como puede ser vivir nuestra fe y amor a Dios.
Llama la atención ver cómo algunos son muy capaces de obtener lo que se proponen en el ámbito del trabajo, de la familia o con las amistades. En cambio se comportan con temor y se sienten impotentes a la hora de hablar de Jesucristo y de su doctrina, o de hacer algo por la construcción de la civilización de la justicia y del amor cristianos.
Propósito
Si para nosotros, Cristo fuera, de verdad, el valor más importante, ¿no deberíamos comportarnos con más sagacidad?
Gloria: La alabanza, un acto de amor. Partes de la Misa: Gloria.
La alabanza es oración pero sobre todo, un modo de vivir. A Dios le damos gloria con nuestra vida.
La alabanza, un acto de amor
En la Celebración Eucarística tenemos la posibilidad de alabar a Dios con la oración del Gloria.
La alabanza es un don que Dios da a las almas humildes ya que es la oración de quien se sabe colocar en su sitio y no pretender ser el Dios que merece ser alabado. “A Dios, el único sabio, por Jesucristo, ¡a él la gloria por los siglos de los siglos! Amén.” Rom. 16, 27.
Aquél que sabe reconocer su verdad de creatura es capaz de elevar el Espíritu a su Dios reconociendo su grandeza, su fuerza, su poder, su honor. “Solo tú eres Santo, solo tú Señor, solo tú Altísimo, Jesucristo”. Puede ayudar repetir una y otra vez en tu corazón: “Solo tú, solo tú. No yo Señor, solo tú”. Verás como, poco a poco, Dios va asumiendo el rol que le corresponde en tu corazón. “Recitad entre vosotros salmos, himnos y cánticos inspirados; cantad y salmodiad en vuestro corazón al Señor.” Ef. 5, 19.
La alabanza, un acto de conversión
Nuestra tendencia es constantemente la de ponernos en el lugar de Dios. La de entronarnos en reyes de nosotros mismos. “Así dice el Señor Yahveh: ¡Oh!, tu corazón se ha engreído y has dicho: «Soy un dios, estoy sentado en un trono divino, en el corazón de los mares.» Tú que eres un hombre y no un dios, equiparas tu corazón al corazón de Dios.” Ez. 28, 2.
Es por eso que la alabanza tiene una función de conversión. Con ella y gracias a ella ponemos nuestra mirada y nuestro corazón, una y otra vez en Dios. Se puede decir que vaciamos el trono para que se siente Él y desde ahí, desde nuestro corazón, reine. “Al que está sentado en el trono y al Cordero, alabanza, honor, gloria y potencia por los siglos de los siglos.” Ap. 5, 13.
Cristo, que está sentado en el trono de tu corazón, es el Cordero sin mancha que ha lavado con su sangre tus vestiduras (Ap. 7, 14). Deja que el Cordero reine y verás como tus vestidos escarlata se vuelven blancos como la nieve (Is. 1, 18). La conversión de tu corazón se irá realizando progresivamente a través de la alabanza.
La alabanza y la oración
La alabanza es también la oración de los grandes en el amor, ya que no nos buscamos a nosotros mismos. El objeto de la oración no somos nosotros, sino solo Dios. La adoración nos descentra y pone a Dios en el centro. Es un gesto de donación y de ofrecimiento a Él, que merece toda alabanza. “Eres digno, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder.” Ap. 4, 11.
Reconocemos los atributos de Dios y nos alegramos por ellos. “A Aquel que tiene poder para realizar todas las cosas incomparablemente mejor de lo que podemos pedir o pensar, conforme al poder que actúa en nosotros, a él la gloria en la Iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones y todos los tiempos. Amén.” Ef. 3, 20-21. Nos alegramos y llenamos de gozo porque Él es nuestro Dios. Es un modo de decirle lo orgullosos que estamos de Él. “Por tu inmensa gloria te alabamos”. Puedes decirle a Dios estas palabras con el cariño de un hijo que ve a su padre como el mejor. No hay nadie como tú, Dios nuestro, eres el más grande.
La alabanza, un modo de vivir
La alabanza, no es solo un tipo de oración. La alabanza es, sobre todo, un modo de vivir. A Dios le damos gloria con nuestra vida. Aquel que más ha agradado al Padre es Cristo, su Hijo. Lo dice en las palabras del bautismo en el Jordán: “Este es mi Hijo amado, en quien me complazco.” Mt. 3, 17.
Dios Padre se complace en su Hijo porque fue quien cumplió Su voluntad del modo más perfecto. “Entonces dije: ¡He aquí que vengo -pues de mí está escrito en el rollo del libro- a hacer, oh Dios, tu voluntad!” Heb. 10, 7. Cumplir la voluntad de Dios es lo que lo hacía estar íntimamente unido a Él. La unión con Dios es una alabanza. Dios nos invita a ser uno en Cristo y siendo uno en Él podremos alabar al Padre celestial. “Que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros.” Jn. 17, 21. Somos uno con el Señor cuando vivimos unidos a Su querer. Es por eso que bendecimos a Dios y lo alabamos en nuestro día a día si estamos cumpliendo Su voluntad.
Durante el Gloria y el Santo te puede ayudar adoptar las siguientes actitudes: preséntate ante el Señor con tu corazón enamorado. Pide al Espíritu Santo que posea tu alma y la eleve. Deja que irrumpa en tu interior la alabanza, aunque no tengas palabras que decir. Quédate en silencio pero con el corazón ensanchado por ella. Escucha a la Iglesia entera que alaba a su Dios diciendo: “Santo, Santo, Santo es el Señor”. Adopta las pocas palabras que puedas pronunciar. Vive unido a Dios, en su voluntad, esa será la más grande alabanza.
El Papa Francisco y su reforma de la sonrisa
"Santa Marta no es una jaula, pero me falta la calle", confiesa el Papa a un diario holandés
Francisco: "Un creyente no puede hablar sobre la pobreza y llevar una vida de faraón"
"Me digo a mí mismo: ahora tengo un puesto importante, pero en diez años ya nadie te conocerá"
Redacción, 06 de noviembre de 2015 a las 10:22
Si usted piensa en los niños explotados por el trabajo esclavo -continuó-, o en los niños explotados para el abuso sexual. Y otra forma de explotación: matar a los niños para quitarles los órganos, el tráfico de órganos
«La Iglesia debe hablar con la verdad y también con el testimonio: el testimonio de la pobreza. Un creyente no puede hablar sobre la pobreza o sobre los ‘sin techo' y llevar una vida de faraón». En pleno escándalo «vatileaks», con la Iglesia en la mira por el uso «desenvuelto» de las finanzas vaticanas, Papa Francisco responde en una entrevista al periodista holandés Stijn Fens, del diario "Straatnieuws" de la ciudad de Hilversum.
«Yo quisiera -añadió el Pontífice argentino en la entrevista- un mundo sin pobres. Nosotros debemos luchar contra esto. Y la codicia humana siempre existe, la falta de solidaridad, el egoísmo crean a los pobres. Por eso me parece un poco difícil imaginar un mundo sin pobres». «Si usted piensa en los niños explotados por el trabajo esclavo -continuó-, o en los niños explotados para el abuso sexual. Y otra forma de explotación: matar a los niños para quitarles los órganos, el tráfico de órganos. Matar a los niños para quitarles los órganos es codicia. Por esto no sé si podremos hacer este mundo sin pobres, porque el pecado existe siempre y nos lleva al egoísmo. Pero debemos luchar, siempre, siempre...».
Bergoglio insistió sobre el tema de la pobreza: «Jesús vino al mundo sin techo y se hizo pobre. La Iglesia quiere abrazar a todos y decir que es un derecho tener un techo sobre ti. En los movimientos populares se trabaja con tres 't' españolas: Trabajo, Techo y Tierra. La Iglesia predica que cada persona tiene el derecho a estas tres cosas». Pero hay que tener cuidado con dos tentaciones: «la vida de faraón» y hacer acuerdos con gobiernos. Estos últimos «se pueden hacer, pero deben ser acuerdos claros, acuerdos transparentes. Porque siempre existe la tentación de la corrupción en la vida pública. Tanto politica como religiosa». Por ejemplo, indicó, «nosotros administramos este palacio, pero las cuentas son vigiladas para evitar la corrupción».
«Yo recuerdo que una vez, con mucho dolor, vi, cuando la Argentina bajo el régimen de los militares entró en guerras con la Gran Bretaña por las Islas Malvinas, que la gente daba cosas, y vi que muchas personas, incluso católicos, que se encargaban de distribuirlas, se las llevaban a casa. Una vez le hice una pregunta a un ministro de la Argentina, un hombre honesto -continuó el Papa. Uno que dejó su puesto porque no podía estar de acuerdo con algunas cosas un poco oscuras. Le pregunté: ‘Cuando ustedes envían ayuda, sea comida, ropa, dinero, a los pobres y a los indigentes, de eso que envían, ¿cuánto llega allá, tanto en dinero como en gasto?'. Me dijo: ‘El 35%'. Significa que el 65 % se pierde. Es la corrupción: un trozo para mí, otro para mí...».
El Pontífice también habló sobre su vida cotidiana en la Casa Santa Marta, recordando, como en muchas otras ocasiones, que «no es una jaula», pero que «me falta la calle». «No puedo vivir acá -dijo Bergoglio hablando sobre el Palacio Apostólico-, simplemente por motivos mentales. Me haría daño. Al principio parecía una cosa extraña, me pedí quedarme aquí, en Santa Marta. Y esto me hace bien, porque me siento libre. Como en el comedor en donde comen todos. Y cuando llego temprano como con los empleados. Encuentro a la gente, la saludo, y esto hace que la jaula de oro no sea tanto una jaula. Pero me falta la calle».
Marc, uno de los vendedores del periódico holandés por las calles, también hizo algunas preguntas al Papa, después de haberlo invitado a comer una pizza un día a cualquier restaurante («Me gustaría -dijo Francisco- pero no vamos a poder hacerlo. Porque nada más salgo de acá, viene la gente. Cuando fui a cambiarme los lentes, eran las siete de la noche. No había mucha gente en la calle. Me llevaron a la óptica y salí del coche, y ahí había una mujer que me vio y gritó: ‘¡El Papa!'. Y luego yo estaba adentro y afuera toda la gente»). ¿Cuando era pequeño, soñaba con ser Papa? «Cuando era pequeño -reveló Bergoglio-, no había tiendas en las que se vendían cosas. En cambio estaba el mercado, en donde estaba el carnicero, el de la fruta, etcétera... Yo iba con mi mamá y la abuela para hacer la compra. Era chico, tenía cuatro años. Y una vez me preguntaron: ‘¿Qué te gustaría ser de grande?'. Y dije: ‘¡El carnicero!'».
Y en relación con el cambio radical que representó en su vida la elección como Obispo de Roma, Jorge Mario Bergoglio indicó: «Llegó y no lo esperaba. No perdí la paz. Y esto es una gracia de Dios. No pienso tanto en el hecho e ser famoso. Me digo a mí mismo: ahora tengo un puesto importante, pero en diez años ya nadie te conocerá. Sabes, hay dos tipos de fama: la fama de los ‘grandes', que han hecho grandes cosas, como Madame Curie, y la fama de los vanidosos. Pero esta última es como una burbuja de jabón».
(RD/Vatican insider)