“Un lugar desierto y solitario”

Dadles vosotros de comer

Jesús está ocupado en curar a aquellas gentes enfermas y desnutridas que le traen de todas partes. Lo hace, según el evangelista, porque su sufrimiento le conmueve. Mientras tanto, sus discípulos ven que se esta haciendo muy tarde. Su diálogo con Jesús nos permite penetrar en el significado profundo del episodio llamado erróneamente “la ultiplicación de los panes”.

Los discípulos hacen a Jesús un planteamiento realista y razonable: “Despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer”. Ya han recibido de Jesús la atención que necesitaban. Ahora, que cada uno se vuelva a su aldea y se compre algo de comer según sus recursos y posibilidades.

La reacción de Jesús es sorprendente: “No hace falta que se vayan. Dadles vosotros de comer”.El hambre es un problema demasiado grave para desentendernos unos de otros y dejar que cada uno lo resuelva en su propio pueblo como pueda. No es el momento de separarse, sino de unirse más que nunca para compartir entre todos lo que haya, sin excluir a nadie.

Los discípulos le hacen ver que solo hay cinco panes y dos peces. No importa. Lo poco basta cuando se comparte con generosidad. Jesús manda que se sienten todos sobre el prado para celebrar una gran comida. De pronto todo cambia. Los que estaban a punto de separarse para saciar su hambre en su propia aldea, se sientan juntos en torno a Jesús para compartir lo poco que tienen. Así quiere ver Jesús a la comunidad humana.

¿Qué sucede con los panes y los peces en manos de Jesús? No los “multiplica”. Primero bendice a Dios y le da gracias: aquellos alimentos vienen de Dios: son de todos. Luego los va partiendo y se los va dando a los discípulos. Estos, a su vez, se los van dando a la gente. Los panes y los peces han ido pasando de unos a otros. Así han podido saciar su hambre todos.

El arzobispo de Tánger ha levantado una vez más su voz para recordarnos “el sufrimiento de miles de hombres, mujeres y niños que, dejados a su suerte o perseguidos por los gobiernos, y entregados al poder usurero y esclavizante de las mafias, mendigan, sobreviven, sufren y mueren en el camino de la emigración”.En vez de unir nuestras fuerzas para erradicar en su raíz el hambre en el mundo, solo se nos ocurre encerrarnos en nuestro “bienestar egoísta” levantando barreras cada vez más degradantes y asesinas. ¿En nombre de qué Dios los despedimos para que se hundan en su miseria? ¿Dónde están los seguidores de Jesús?
¿Cuándo se oye en nuestras eucaristías el grito de Jesús. “Dadles vosotros de comer”?

José Antonio Pagola. 18 Tiempo ordinario (A). Mateo 14, 13-21.

XVIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO “A”
(Is 55, 1-3; Sal 144; Rom 8, 35. 37-39; Mt 14, 13-21)

LA SACIEDAD

“Venid, comprad trigo; comed sin pagar vino y leche de balde” (Is 55, 1).

Estamos en agosto, mes eminentemente veraniego en el hemisferio norte. Muchos viven todo el año pensando en el tiempo de descanso, de vacaciones y esperando de él la satisfacción de los deseos naturales.Suelen ser atractivos los lugares que ofrecen buenas viandas, bien sean productos del mar, o de la montaña. La hora de la comida y el lugar donde hacerla es uno de los detalles que más se cuida en el tiempo de descanso.Jesús era muy sensible a las reuniones familiares y amistosas en torno a la mesa. Son muchos los valores que se despliegan en las celebraciones domésticas -ordinarias o festivas-, con ocasión de comer juntos.

La hospitalidad, la convivencia, la amistad, la alegría, la fiesta… tienen su punto cumbre en la mesa. Sin embargo, la comida puede tener otro sentido más prosaico y sensual, cuando con ella se intenta saciar necesidades biológicas exclusivamente. Jesús, en la cuarentena, nos deja un aforismo contundente: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. Cuántas veces, por dar rienda suelta al apetito natural de saciar el estómago con abundante comida y bebida, se desnaturaliza la fiesta y el banquete, además de superarse el presupuesto. “¿Por qué gastáis dinero en lo que no alimenta? ¿Y el salario en lo que no da hartura?” (Is 55, 2). Para comprender el sentido de lo que significa verdaderamente la comida como alimento que sacia y vitaliza, deberemos remontar la interpretación natural y abrirnos a un significado mayor. El salmista canta “abres tú la mano, y sacias de favores a todo viviente.” (Sal 144).Jesús se nos muestra sensible y solidario con la multitud hambrienta, y es pródigo y generoso, multiplicando el pan: “Mandó a la gente que se recostara en la hierba y tomando los cinco panes y los dos peces alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de sobras” (Mt 14,20). Pero a su vez, en otro pasaje denuncia que mucho lo siguen por el pan que les da, por el estómago, y no por Él.No podemos quedarnos embotados por comer y beber, y perder la trascendencia de la prodigalidad de Dios. Jesús se va a dar en comida y bebida. Él se va a presentar como “Pan del cielo”, como “agua vida” que sacia y salta a la vida eterna. Debemos estar hambrientos del alimento que no perece, que sacia no solo el cuerpo, sino el espíritu, porque alimenta el sentido de la existencia.

Que nada ni nadie nos aparten de la centralidad que significa Jesucristo, el Pan de vida. San Pablo nos dice en la segunda lectura: ¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo? (Rm 8, 35)

DOMINGO 18    Is 55,1-3;  Rm 8,35.37-39; Mt 14,13-21

1 - El Evangelio nos ha dicho que Jesús "vio mucha gente, sintió compasión y curó sus enfermos". "Se compadeció": es una característica que define la personalidad de Jesús: ser enormemente sensible a los sufrimientos y angustias de la gente. Esta actitud, según vemos en el Evangelio, determina toda su actividad. Si hace un milagro, es porque se compadece de alguien que está sufriendo. Resucita el hijo de la viuda de Naím porque se compadece y quiere devolver la alegría a esa madre; cuidado al leproso porque se compadeció de su soledad; cuidado los dos ciegos que se compadece de su desgracia. Y la lista sería interminable.

2-No sé si nosotros, a pesar de ser discípulos de Jesús, obramos de la misma manera. Si somos sinceros, debemos reconocer que a menudo nuestra actitud frente a las necesidades de los demás no es tanto la solidaridad sino, más o menos conscientemente, aquella frase típica: "No es mi problema". Es una frase que duele. Y, evidentemente, no la encontramos en el evangelio. Siguiendo este criterio, el mundo ni progresaría ni viviría en paz, porque esta actitud mata la solidaridad. Afortunadamente para nosotros, no es éste el comportamiento del Señor. Él, ante nuestras angustias, ante nuestras desfallecimientos o infidelidades, nunca nos deja solos. Nunca nos dirá «no es mi problema». ¿Por qué no nos esforzamos para imitarlo? Cómo cambiaría el mundo si lo hiciéramos!.  

3 - Fijémonos en una cosa. Esta narración que hemos visto en el evangelio la llamamos el "milagro de la multiplicación de los panes". Pero Jesús, antes, ha intentado hacer un milagro aún más difícil: el de la multiplicación de los corazones sensibles. Jesús quiere que crezca el número de corazones que sean bondadosos y sensibles como el suyo. Por eso dice a los discípulos: "Dadles vosotros de comer". Esto también vale para nosotros. En nuestro entorno hay muchas personas que tienen hambre. No sólo hambre material, sino también hambre de estimación, de justicia, de compañía, hambre de ser escuchados ... Y Jesús quiere que nos compadecemos, porque es muy triste para las personas que sufren ver que aquellos que les rodean son insensibles a su situación.

A veces, lo que es más duro que el mismo sufrimiento. ¿Cuál es mi respuesta? Soy sensible a los sufrimientos de las personas que me rodean? Ya hemos visto que Jesús no acepta esa respuesta de los discípulos: "Despide a la gente". La actitud del creyente no es la de despedir, sino la de acoger, la de dar la mano, la de prestar atención al otro, sea la pareja, los hijos, los padres o cualquier persona necesitada. Los apóstoles quedaron sorprendidos de que Jesús les pidiera que dieran de comer a la multitud. Pensaban que no podían. Pero después comprobaron que, con la ayuda del Señor, esto era posible. Todo es cuestión de confianza. Y también de generosidad: saber dar lo que tenemos, aunque sea poco. Los discípulos, dice el Evangelio, sólo tenían cinco panes y dos peces. Jesús pidió que los llevaran y entonces: «Dijo la bendición, partió los panes a los discípulos y ellos les daban a la gente». Esta estrecha colaboración de Jesús y sus discípulos permitió alimentar, con tan pocos recursos, más de cinco mil personas. Aquí debemos ver una llamada que nos hace Jesús: no nos asustamos por la insuficiencia de medios. Lo que hace falta es tener un corazón como el de Jesús, sensible a las necesidades de los demás. Si hacemos lo que podemos y rogamos sinceramente, el resto ya la hará el Señor. Y, incluso, tal vez participaremos en algún milagro: la generosidad siempre hace milagros. Quiero decir que los resultados serán muy superiores a los que podíamos esperar.

4 - Acabamos diciendo que, de alguna manera, estamos repitiendo hoy aquí lo que hemos escuchado en el evangelio. Cada domingo, a la Eucaristía, nosotros también tenemos un encuentro con este mismo Jesús que se compadece de nosotros, porque tenemos necesidad de ser enseñados, curados y alimentados. Hacemos el esfuerzo de acoger en nuestro corazón su Palabra y su fuerza salvadora. Y entonces, no sólo seremos curados y alimentados, sino que también crecerá en nosotros la capacidad de compadecernos, que es la actitud más profundamente humana y cristiana.

Las vacaciones del Papa Francisco

En uno de los libros que se han publicado sobre el papa Francisco o sobre sus escritos -el titulado Mente abierta, corazón creyente- hay una anécdota muy significativa sobre las vacaciones de quien entonces era el cardenal arzobispo de Buenos Aires y ahora es el papa Francisco.

Escribe el prólogo del libro el arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, José María Arancedo, que dice lo siguiente: "Recuerdo, y esto es algo testimonial, que una vez le pregunté sobre sus vacaciones, que hacía durante el mes de enero -tiempo de vacaciones en el mundo austral-, dónde iba. Recuerdo que me respondió que se quedaba en la curia y descansaba rezando y leyendo –releyendo- los clásicos. Su respuesta me sorprendió, pero me sirvió, y he tratado de ponerla en práctica. ¡Cuánto hemos perdido culturalmente con la ruptura con el mundo clásico!" -añade todavía este arzobispo, compañero del Papa en Argentina, que dice que ve en este aprecio del Papa por la lectura de los autores clásicos el secreto de su buen manejo del idioma y de la belleza y la sobriedad de su prosa.

Este buen manejo del idioma se debe también al hecho de que el padre Bergoglio, siendo un joven jesuita, fue profesor de literatura en el Colegio de la Inmaculada Concepción de la ciudad de Santa Fe, dirigido por los jesuitas. "Antes de entrar en el seminario había estudiado química -explicó el Papa en un libro-entrevista- y pensé que me darían alguna materia científica, pero no, me encomendaron impartir psicología y literatura. La psicología la había estudiado cuando cursé filosofía y me resultaba fácil, mientras que para la literatura, que me gustaba mucho, me tuve que preparar durante el verano", explica quien entonces era el cardenal Bergoglio.

El profesor Bergoglio animaba a sus alumnos a escribir cuentos. En un viaje a Buenos Aires se los enseñó al escritor Jorge Luis Borges. Le gustaron tanto que dijo que había que publicarlos y se ofreció para escribir el prólogo. Así fue, y se editó con el título de Cuentos originales. Además, el padre Bergoglio llevó un día al mismo Borges a dar una clase a sus alumnos del colegio de Santa Fe.

Los lectores ya saben, a estas alturas, que el Papa continúa con esta buena costumbre que tenía en Buenos Aires: dedicar el tiempo de vacaciones -durante el cual continúa en su residencia del Vaticano- a la oración y la lectura. Y también a trabajar. Él mismo me contó durante una audiencia a finales del verano pasado que había dedicado los días de vacaciones a redactar la exhortación apostólica La alegría del Evangelio, que es el documento programático de su pontificado.

Que el ejemplo del Papa nos sea un estímulo para dedicar el tiempo de vacaciones al cultivo de la oración y la lectura. Y, si puede ser, de los autores clásicos.

† Lluís Martínez SistachCardenal arzobispo de Barcelona

Evangelio según San Mateo 14,13-21. 

Al enterarse de eso, Jesús se alejó en una barca a un lugar desierto para estar a solas. Apenas lo supo la gente, dejó las ciudades y lo siguió a pie. Cuando desembarcó, Jesús vio una gran muchedumbre y, compadeciéndose de ella, curó a los enfermos. Al atardecer, los discípulos se acercaron y le dijeron: "Este es un lugar desierto y ya se hace tarde; despide a la multitud para que vaya a las ciudades a comprarse alimentos". Pero Jesús les dijo: "No es necesario que se vayan, denles de comer ustedes mismos". Ellos respondieron: "Aquí no tenemos más que cinco panes y dos pescados". "Tráiganmelos aquí", les dijo. Y después de ordenar a la multitud que se sentara sobre el pasto, tomó los cinco panes y los dos pescados, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes, los dio a sus discípulos, y ellos los distribuyeron entre la multitud. 

Todos comieron hasta saciarse y con los pedazos que sobraron se llenaron doce canastas. 
Los que comieron fueron unos cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños. 

San Atanasio (295-373), obispo de Alejandría, doctor de la Iglesia, Padre de la Iglesia Oriental. Carta Pascual nº 24

“Un lugar desierto y solitario”

Cada uno de los santos debió evitar "la vía ancha y espaciosa" (Mt 7,13), para permanecer sólo, aparte, y allí, vivir en la virtud: Elías, Eliseo, Jacob […] El desierto y el abandono de los tumultos de la vida le proporcionan al hombre la amistad de Dios; así Abraham, cuando salió del país de los caldeos, fue llamado "amigo de Dios" (Jc 2,23). El gran Moisés también, en el momento de su salida del país de Egipto […] habló con Dios cara a cara, fue salvado de las manos de sus enemigos y atravesó el desierto. Todos ellos son la imagen de la salida de las tinieblas hacia la luz admirable, y de la subida hacia la ciudad que está al cielo (He 11,16), la prefiguración de la verdadera felicidad y de la fiesta eterna.

En cuanto a nosotros, tenemos cerca de nosotros la realidad que sombras y símbolos anunciaban, quiero decir la imagen del Padre, nuestro Señor Jesucristo (Cuello 2,17; 1,15). Si lo recibimos como alimento en todo tiempo, y si marcamos con su sangre las puertas de nuestras almas, seremos liberados de los trabajos del Faraón y sus inspectores (Ex 12,7; 5,6s). […] Ahora hemos encontrado el camino para pasar de la tierra al cielo… En otro tiempo, a través de Moisés, el Señor precedía a los hijos de Israel en una columna de fuego y de nubarrón; ahora, él mismo nos llama diciendo: "Si alguien tiene sed, que venga a mí y que beba; del que cree en mí, brotarán ríos de agua viva que saltarán hasta la vida eterna" (Jn 7,37s).Qué cada uno se prepare pues con un deseo ardiente para ir a esta fiesta; que escuche al Salvador llamarlo, porque es él quien nos consuela a todos y cada uno en particular. El que tenga hambre que acuda a Él: Él es el verdadero pan (Jn 6,32). El que tenga sed que venga: Él es la fuente de agua viva (Jn 4,10). Que el enfermo venga a Él: es el Verbo, la Palabra de Dios, que cura a los enfermos. Si alguien está agobiado por el peso del pecado y se arrepiente, que se refugie en sus pies: Él es el descanso y el puerto de la salvación. Que el pecador tenga confianza, porque dijo: "venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, que yo os aliviaré” (Mt 11,28).

 

Francisco, en el Angelus de hoy

Francisco denuncia a quienes “miran hacia otro lado con guantes blancos” ante la injusticia
“Jesús nos enseña a anteponer las exigencias de los pobres a las nuestras, aunque sean legítimas”
"Quien va a la Eucaristía sin compartir y sin compasión no se encuentra a gusto con Jesús"

 La compasión que siente Jesús no es simplemente sentir piedad, es algo más. Significa compartir, hacerse uno con los sufrimientos del otro, hasta el punto de perder la vida

(Jesús Bastante).- Llueve en Roma en este primer domingo de agosto. Ello no es óbice para que miles de fieles se agolpen ante el balcón desde el que Francisco reflexionó sobre las actitudes de Jesús ante el milagro de la multiplicación de los panes y los peces. "Compasión, compartir y Eucaristía" son el camino, según el Papa, quien incidió en que "Jesús nos enseña a anteponer las exigencias de los pobres a las nuestras" que, "aunque sean legítimas nunca serán tan urgentes que la de los pobres, que no tienen lo necesario para vivir".

"Vosotros mismos les daréis de comer". Y trajeron cinco panes y dos peces, los bendijo y repartió entre la multitud. Todos comieron y se saciaron, e incluso sobró, recordó Bergoglio, quien subrayó cómo "en este acontecimiento captamos tres mensajes: el primero es la compasión. Frente a la muchedumbre que no le "deja en paz", Jesús no reacciona con irritación, no dice "esta gente me molesta", no. Reacciona con sentimiento de compasión, porque sabe que no le buscan por curiosidad, sino por necesidad".
"Estemos atentos: la compasión que siente Jesús no es simplemente sentir piedad, es algo más. Significa compartir, hacerse uno con los sufrimientos del otro, hasta el punto de perder la vida", añadió el Papa, quien dejó claro que "Jesús sufre con nosotros, sufre por nosotros".

"Jesús nos enseña a anteponer las exigencias de los pobres a las nuestras. Aunque sean legítimas nunca serán tan urgentes que la de los pobres, que no tienen lo necesario para vivir" incidió Bergoglio, que añadió que "cuando hablamos de los pobres, sentimos que ese hombre, esa mujer, esos niños, no tienen lo necesario para vivir. No tienen para comer, para vestirse, no tienen medicinas, que no pueden ir a la escuela... Por eso, nuestras exigencias, aunque legítimas, nunca serán tan urgentes como las de los pobres".

El segundo mensaje que se ve tras el milagro de la multiplicación "es el compartir". Así, mientras los discípulos creen que es mejor despedir a la gente, Jesús apuesta por compartir. "Son dos reacciones distintas, que muestran dos actitudes opuestas. Los discípulos piensan según la lógica del mundo, reaccionan pensando que "allá vosotros, buscaos la vida".
Jesús razona según la lógica de Dios, que es la del compartir. Cuantas veces volvemos la mirada con tal de no ver a los hermanos necesitados. Esto, mirar hacia otro lado, es una forma educada de decir, con guantes blancos, que los otros se busquen la vida. Esto no es de Jesús: esto es egoísmo".

"Si Jesús hubiera despedido a la muchedumbre, muchos se hubieran quedado sin comer". Sin embargo, multiplicó los panes y los peces. "Atención: no es magia, es un signo. Un signo que invita a tener fe en Dios, padre de la Providencia que hace que no nos falte el pan si sabemos compartirlo con los hermanos".

El tercer mensaje, en la Eucaristía, pues "el milagro de los panes anuncia la Eucaristía: Jesús recitó la bendición antes de partir el pan. Es el mismo gesto que Jesús hará en la Ultima Cena. En la Eucaristía, Jesús no da simplemente un pan, sino el pan de vida eterna, se da a sí mismo, ofreciéndose al Padre por amor nuestro"."Nosotros, tenemos que acercarnos a la Eucaristía con estos sentimientos. Con la compasión y con las ganas de compartir. Quien va sin compartir y sin compasión no se encuentra a gusto con Jesús", concluyó Francisco, quien repitió que "compartir, compasión y Eucaristía es el camino que nos indica Jesús en el Evangelio". Un camino "que nos conduce más allá de este mundo, porque parte de Dios y vuelve a Él".

El Papa saluda a los peregrinos 'valientes bajo la lluvia'

Después del ángelus, el Santo Padre ha saludado a los presentes en la plaza de San Pedro:

Queridos hermanos y hermanas:os saludo a todos vosotros, valientes bajo la lluvia, fieles de Roma y peregrinos de distintos países.
Saludo al equipo de carreras de relevos de la Parroquia Stella Maris del Lido de Latina, en colaboración con la Gerdarmería Vaticana y la Guardia Suiza, y bendigo la antorcha que permanecerá encendida durante el mes de agosto en signo de devoción a la Virgen.Saludo a los jóvenes de la Parroquia del Sagrado Corazón en Pontedera, diócesis de Pisa, que han venido a Roma recorriendo a pie la ViaFrancigena.Y saludo los scouts del AGESCI presentes hoy, con una bendición para las miles de scout italianos en camino hacia el gran encuentro nacional en San Rossore.Recordad compasión, compartir y eucaristía. Os deseo a todos feliz domingo y por favor no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta la vista!

Francisco en el ángelus: Jesús nos enseña a anteponer las necesidades de los pobres a las nuestras

El santo padre Francisco se ha asomado a las 12.00 a la ventana del estudio del Palacio Apostólico Vaticano para recitar el ángelus con los fieles y peregrinos, cubiertos por paraguas para protegerse de la lluvia, reunidos en la plaza de san Pedro para rezar juntos la oración mariana.

Estas son las palabras del Papa para introducir en ángelus:

Queridos hermanos y hermanas, en este domingo, el Evangelio nos presenta el milagro de la multiplicación de los panes y de los peces. Jesús lo hizo en el lago de Galilea, en un lugar aislado donde se había retirado con sus discípulos después de enterarse de la muerte de Juan Bautista. Pero muchas personas le siguieron y le alcanzaron; y Jesús, viéndoles, sintió compasión y curó enfermos hasta la noche. Entonces, los discípulos preocupados porque era tarde, le dijeron que despidiera a la multitud para que pudieran ir a los pueblos y comprase comida. Pero Jesús, tranquilamente respondió: "Dadles vosotros  de comer"; y le dieron cinco panes y dos peces, los bendijo, y comenzó a partirlos y darlos a los discípulos, que los distribuyeron entre la gente. ¡Todos comieron hasta saciarse y aún así sobró!

En este acontecimiento podemos acoger tres mensajes. El primero es la compasión. Frente a la multitud que lo sigue y -por así decir- 'no lo deja en paz', Jesús no actúa con irritación, no dice 'esta gente me molesta'. Sino que siente compasión, porque sabe que no lo buscan por curiosidad, sino por necesidad. Estemos atentos, compasión es lo que siente Jesús. No es simplemente sentir piedad, es más, significa misericordia, es decir, identificarse con el sufrimiento del otro, al punto de cargarlo en sí mismo. Así es Jesús, sufre junto a nosotros, sufre con nosotros, sufre por nosotros.

Y el signo de esta compasión son las numerosas curaciones que hace. Jesús nos enseña a anteponer las necesidades de los pobres a las nuestras. Nuestras exigencias, aún legítimas, no serán nunca tan urgentes como las de los pobres, que no tienen lo necesario para vivir. Nosotros hablamos a menudo de los pobres, pero cuando hablamos de los pobres ¿sentimos a ese hombre, esa mujer, ese niño que no tienen lo necesario para vivir? No tienen para comer, no tienen para vestirse, no tienen la posibilidad de medicinas, también los niños que no pueden ir al colegio. Es por esto que nuestras exigencias, aún legitimas, no serán nunca tan urgentes como la de los pobres que no tienen lo necesario para vivir.

El segundo mensaje es el compartir. Primero la compasión, lo que sentía Jesús y después el compartir. Es útil comparar la reacción de los discípulos, frente a la gente cansada y hambrienta, con la de Jesús. Son distintas. Los discípulos piensan que lo mejor es despedirse, para que puedan ir a buscar para comer. Jesús sin embargo dice: dadles vosotros de comer. Dos reacciones diferentes, que reflejan dos lógicas opuestas: los discípulos razonan según el mundo, por lo que cada uno debe pensar en sí mismo. Reaccionan como si dijeran 'arreglároslas solos'. Jesús razona según la lógica de Dios, la del compartir. ¿Cuántas veces nosotros nos giramos hacia otro lado, para no ver a los hermanos necesitados? Y este mirar a otra parte, es una forma  educada de decir en muchas cosas 'arreglároslas solos'. Y esto no es de Jesús. Es egoísta. Si hubiera despedido a la gente, muchas personas se habrían quedado sin comer. Sin embargo esos pocos panes y peces, compartidos y bendecidos por Dios, bastaron para todos. Atención: ¡no es magia, es un 'signo'! Un signo que invita a tener fe en Dios, Padre providente, que no permite que nos falte nuestro "pan de cada día", ¡si nosotros sabemos compartirlo como hermanos! Compasión, compartir. El tercer mensaje: el prodigio de los panes preanuncia la Eucaristía. Se ve en el gesto de Jesús que "recitó la bendición" antes de partir los panes y darlos a la multitud. Es el mismo gesto que Jesús hará en la Última Cena, cuando instituyó el memorial perpetuo de su Sacrificio redentor. En la Eucaristía Jesús no da un pan, sino el pan de la vida eterna, se dona a Sí mismo, ofreciéndose al Padre por amor a nosotros. Pero nosotros, debemos ir a la eucaristía con esos sentimientos de Jesús, la compasión. Y con ese deseo de Jesús, compartir. Quien va a la eucaristía sin tener compasión de los necesitados y sin compartir, no se encuentra bien con Jesús.
Compasión, compartir, Eucaristía. Este es el camino que Jesús nos indica en este Evangelio. Un camino que nos lleva a afrontar con fraternidad las necesidades de este mundo, pero que nos conduce más allá de este mundo, porque sale de Dios y vuelve a Él. La Virgen María, Madre de la divina Providencia, nos acompañe en este camino.

La multiplicación de los panes

Mateo 14, 13-21. Tiempo Ordinario. ¿Sabes cuál es el secreto del éxito? ¡Todo depende de en manos de quién está el asunto!

Oración introductoria 

Señor, concédeme estar a la escucha de lo que quieres transmitirme en esta oración. Te ofrezco los talentos que me has regalado para que los multipliques y los transformes en medios para crecer en el amor. 

Petición 

Jesús, dame la gracia de saberme desprender de aquello que puede hacer bien a los demás. 

Meditación del Papa Francisco 

Cuando los apóstoles le dijeron a Jesús que las personas que habían llegado a escuchar sus palabras estaban hambrientas, los incitó a ir a buscar alimentos y siendo pobres, estos no encontraron otra cosa que cinco panes y dos peces, pero con la gracia de Dios llegaron a alimentar a una multitud de personas, recogiendo incluso los restos y logrando así a evitar cualquier descarte. 

La parábola de la multiplicación de los panes y los peces nos enseña justamente esto: que si existe voluntad lo que tenemos no termina e incluso sobra y no debe ser desechado. 
Por lo tanto queridos hermanos y hermanas les invito hacer lugar en nuestro corazón a esta urgencia, respetando este derecho dado por Dios a todos de tener acceso a una alimentación adecuada. (Cf S.S. Francisco, 10 de diciembre de 2013, homilía en Santa Marta). 

Reflexión 

Un amigo mío me envió un mensaje titulado: "¿En manos de quién?", y decía así: "¡Todo depende de en manos de quién está el asunto! Una pelota de basketball en mis manos vale unos 19 dólares, pero en las manos de Michael Jordan vale alrededor de 3.000.000 de dólares. Una raqueta de tenis en mis manos no sirve para nada, pero en manos de NovakĐoković, significa el campeonato en Wimbledon. Una honda en mis manos es un juego de niños, pero en manos de David es el arma de la victoria del Pueblo de Dios. Cinco panes y dos peces en mis manos son un par de sandwiches de pescado, pero en manos de Jesús son el alimento para miles... ¡Todo depende de en manos de quién está el asunto!" 

Este mensaje me pareció sumamente adecuado para el tema de nuestra reflexión de hoy: lo más importante de todo es, en efecto, en manos de quién está el asunto, porque ¡allí está la clave del verdadero éxito! 

El Evangelio de este domingo nos presenta a Jesucristo en la ribera del mar de Galilea, rodeado de una enorme muchedumbre de toda la comarca. Lo seguían anhelantes de escuchar su palabra. Jesús, en su predicación, les habla del Reino de los cielos, y pasan las horas sin que la gente se dé cuenta. Estaban todos pendientes de su boca. Hacia media tarde sus apóstoles lo interrumpen para decirle que ya es muy tarde y que despida a la gente para que se vaya a las aldeas vecinas y se compre algo de comer. Y Jesús, con un cierto tono de ironía: "No hace falta que se vayan –les responde–. Dadles vosotros de comer". Si eran sus invitados, también serían sus comensales; y no los iba a despedir en ayunas. Pero esa respuesta, sin duda, los dejó aún más confundidos... ¿Cómo iban a hacerlo? Ni doscientos denarios de pan –doscientos dólares, diríamos hoy– alcanzarían para que a cada uno le tocara un pedacito... Un muchacho de la multitud ofrece a Andrés, el hermano de Simón Pedro, todo lo que traía en su lonchera: cinco panes y dos peces. Pero eso, ¿qué era para tantos? ¡Una cantidad sumamente irrisoria! ¡No era nada! 

Pero fíjate bien, lector amigo, que es aquí cuando interviene Jesús y comienza a realizarse el maravilloso milagro de la multiplicación de los panes que todos conocemos... ¿Qué fue lo que pasó? Dos cosas, aparentemente bien sencillas, pero prodigiosas y decisivas: primera, que el muchacho ofreciera toda su “despensa”, que no era casi nada; y segunda, que la pusiera en manos de Jesús. Y ya sabemos qué pasó a continuación: se saciaron cinco mil hombres con cinco panes –sin contar mujeres y niños, nos dice el evangelista– y llenaron doce canastos con los pedazos que sobraron. 

¿Cómo era posible? ¡Eran sólo cinco panes y dos peces! ¡Era una insignificancia, claro! Es absolutamente evidente la desproporción tan abismal entre los medios materiales que se tienen a disposición y los efectos que logra nuestro Señor. Sí. Pero para realizar el milagro fueron necesarios esos cinco panes y esos dos peces. Sin ellos tal vez no habría sucedido nada. Y el Señor quiere contar con eso para realizar sus prodigios. 

Monseñor Francois-Xavier Van Thuan, Obispo vietnamita que pasó trece años en la cárcel bajo el régimen comunista durante la dura persecución religiosa en su país, escribió varios libros con hermosos y conmovedores testimonios personales de ese período de su vida. Uno de ellos se titula precisamente "Cinco panes y dos peces". Y allí él trata de resumir en unas cuantas pinceladas las experiencias espirituales más fuertes de su cautiverio. "Yo hago – nos confiesa con sencillez– como el muchacho del Evangelio que da a Jesús los cinco panes y dos peces: eso no es nada para una multitud de miles de personas, pero es todo lo que tengo. Jesús hará el resto". 

¡Aquí está la primera parte del secreto del éxito!: Darle a Jesús TODO lo que somos y tenemos. No importa que no sea casi nada, o prácticamente nada. Lo importante es dárselo porque Él quiere contar con esa nada para hacer sus obras. Y la segunda parte del secreto es ponerlo en SUS MANOS. Y Él se encarga de todo lo demás. 

Propósito

Sé generoso y magnánimo con Dios y con los demás: da de ti mismo, no seas egoísta ni tacaño. Da de tus bienes materiales y espirituales, comparte tu tiempo y tus cosas con los demás; pero, sobre todo, dónate a ti mismo a tu prójimo: ¡no importa que sólo tengas cinco panes y dos peces! Pon todos tus proyectos, tus inquietudes, tus preocupaciones, tus miedos, tus deseos, tus sueños, tu familia, tus relaciones, tu "todo" EN MANOS DE DIOS, pues sabemos que "¡todo depende de en manos de quién está el asunto!". 

Cuando tu sueño se hace realidad

Vence el qué dirán y continúa siempre constante porque ese es el sueño que es tuyo y tú lo tienes que hacer realidad.

Nuestra vida está bañada de ilusiones, retos y sueños, ellos constituyen gran parte del sentido y el valor de nuestra vida; cada mañana, al despertarnos, sentimos las ganas de vivir, de caminar y de realizar ese sueño que nos ilumina al comenzar el día. Lo importante en la vida es tenerlos, y hoy te pregunto: ¿qué sueños tienes, que ilusiones y metas motivan hoy tu vida?, ¿ellos son tan sólidos y claros que te llevan a ir contracorriente y a vencer, a pensar que muchos te digan que no puedes? Vence el qué dirán, surca la tempestad de la incomprensión y continúa siempre constante porque ese es el sueño que es tuyo y tú lo tienes que hacer realidad. Te comparto esta historia del gusanito, sin duda que motivará a siempre seguir adelante. 

Un pequeño gusanito caminaba un día en dirección al sol. Muy cerca del camino se encontraba un chapulín.¿Hacia dónde te diriges? , -le preguntó-. Sin dejar de caminar, la oruga contestó: Tuve un sueño anoche, soñé que desde la punta de la gran montaña yo miraba todo el valle. Me gustó lo que vi en mi sueño y he decidido realizarlo. 

Sorprendido, el chapulín dijo mientras su amigo se alejaba: ¡Debes estar loco! ¿Cómo podrás llegar hasta aquel lugar? ¡Tú, una simple oruga! Una piedra será una montaña, un pequeño charco un mar, y cualquier tronco una barrera infranqueable. Pero el gusanito ya estaba lejos y no lo escuchó. Sus diminutos pies no dejaron de moverse. 

De pronto se oyó la voz de un escarabajo: ¿Hacia dónde te diriges con tanto empeño. Sudando ya el gusanito, le dijo jadeante: Tuve un sueño y deseo realizarlo, subiré a esa montaña y desde ahí contemplaré todo nuestro mundo. 

El escarabajo no pudo soportar la risa, soltó la carcajada y luego dijo: Ni yo, con patas tan grandes, intentaría una empresa tan ambiciosa Él se quedó en el suelo tumbado de la risa mientras la oruga continuó su camino, habiendo avanzado ya unos cuantos centímetros. Del mismo modo, la araña, el topo, la rana y la flor aconsejaron a nuestro amigo a desistir. ¡No lo lograrás jamás! le decían, pero en su interior había un impulso que lo obligaba a seguir. 

Ya agotado, sin fuerzas y a punto de morir, decidió parar a descansar y construir con su último esfuerzo un lugar dónde pernoctar. Estaré mejor, fue lo último que dijo, y murió. 

Todos los animales del valle, por días, fueron a mirar sus restos. Ahí estaba el animal más loco del pueblo. Había construido como su tumba un monumento a la insensatez. Ahí estaba un duro refugio, digno de uno que murió por querer realizar un sueño irrealizable. 

Una mañana, en la que el sol brillaba de una manera especial, todos los animales se congregaron en torno a aquello que se había convertido en una advertencia para los atrevidos. De pronto quedaron atónitos. 

Aquella concha dura comenzó a quebrarse y, con asombro, vieron unos ojos y una antena que no podía ser la de la oruga que creían muerta. Poco a poco, como para darles tiempo de reponerse del impacto, fueron saliendo las hermosas alas arcoiris de aquel impresionante ser que tenían frente a ellos: una mariposa. 

No hubo nada qué decir, todos sabían lo que haría: se iría volando hasta la gran montaña y realizaría un sueño; el sueño por el que había vivido, por el que había muerto y por el que había vuelto a vivir. Todos se habían equivocado. 

Dios nos ha creado para realizar un sueño, vivamos por él, intentemos alcanzarlo, pongamos la vida en ello y, si nos damos cuenta que no podemos, quizá necesitemos hacer un alto en el camino y experimentar un cambio radical en nuestras vidas. Y entonces, con otro aspecto, con otras posibilidades y con la gracia de Dios, lo lograremos. 

No dejes de luchar, si tienes limitaciones transfórmalas y que sean la plataforma de superación y sobre todo el medio que te ayude a alcanzar tus metas e ideales. Es buscando lo imposible como los hombres han encontrado y alcanzado lo posible, y aquellos que se limitaron a lo que visiblemente era posible, nunca dieron un paso. Has camino al andar y no te detengas, pues es ahí donde estará tu realización y, al final de la vida, la satisfacción de haber vencido.

"La alegría del evangelio, una alegría misionera"

Congreso Mundial de Movimientos Eclesiales y Nuevas Comunidades

El Pontificio Consejo para los Laicos organizará del 20 al 22 de noviembre de 2014, el tercer congreso mundial de los movimientos eclesiales y de las nuevas comunidades cuyo tema, basado en la Exhortación Apostólica del Papa Francisco "EvangeliiGaudium", es: "La alegría del Evangelio, una alegría misionera". Al evento, que tendrá lugar en el Pontificio Colegio Internacional María Mater Ecclesiae de Roma (Italia), participarán los delegados de las asociaciones internacionales más difundidas en el mundo, tanto las ya reconocidas como las que se encuentran en constante diálogo con dicho dicasterio.

El pasado 19 de mayo de 2013, domingo de Pentecostés, en ocasión del Año de la Fe, el Santo Padre, antes del Regina Coeli, dirigió unas palabras a los nuevos movimientos y a las nuevas comunidades eclesiales animándoles a seguir hacia delante: "¡Sois un don y una riqueza para la Iglesia!... ¡Llevad siempre la fuerza del Evangelio! ¡No tengáis miedo! ¡Tened siempre la alegría y la pasión por la comunión en la Iglesia!". Tras ese encuentro el Papa presentó su nueva exhortación apostólica Evangeliigaudium, "un verdadero vademécum para dichos movimientos y comunidades" que muestra, como objetivo prioritario para el camino de la Iglesia de nuestros días, la necesidad de una nueva etapa evangelizadora marcada por la alegría.

Partiendo de este presupuesto, el Pontificio Consejo para los Laicos ha consultado a los movimientos y a las nuevas comunidades eclesiales sobre la organización, la logística y las principales temáticas que afrontar en el Congreso. Por el momento las inscripciones de los delegados a ese acontecimiento están formalmente abiertas y han registrado hasta ahora la adhesión de miembros provenientes de todos los continentes y de más de ochenta asociaciones internacionales que serán acompañadas durante los días del congreso por algunos obispos procedentes de diversas diócesis y de organismos de la curia romana.

Resultan además ya inscritos más de cincuenta y cinco fundadores y responsables generales de varias comunidades del mundo. Asimismo los superiores del dicasterio decidieron dedicar todo el encuentro anual del pasado 27 de junio en el Palacio San Calixto con los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades a la preparación de este importante evento y a la escucha de los participantes provenientes de más de treinta asociaciones internacionales.

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