«Serán instruidos por el mismo Dios»

Evangelio según San Juan 6,44-51. 

Jesús dijo a la gente: "Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió; y yo lo resucitaré en el último día. 

Está escrito en el libro de los Profetas: Todos serán instruidos por Dios. Todo el que oyó al Padre y recibe su enseñanza, viene a mí. Nadie ha visto nunca al Padre, sino el que viene de Dios: sólo él ha visto al Padre. Les aseguro que el que cree, tiene Vida eterna. Yo soy el pan de Vida. Sus padres, en el desierto, comieron el maná y murieron. 

Pero este es el pan que desciende del cielo, para que aquel que lo coma no muera. Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo". 

San Valeriano Martir

Mártir romano, probablemente del tiempo de Juliano el Apóstol, esposo de la popular virgen Cecilia. Según las tradiciones fue convertido por ella el día mismo de la boda con medios sobrenaturales y milagrosos. Sobre su casa se edificó luego un templo, en el que reposan las reliquias de su santa consorte. — Fiesta 14 de abril.

Una de las imágenes más sugerentes y humanas con que la divina Palabra nos ha introducido en el misterio de la Redención la constituyen las llamadas «bodas del Cordero».

Dios ha amado a la humanidad con amor de Esposo y en el banquete nupcial se entrega a sí mismo como víctima y como alimento. Es realmente un vínculo de sangre el que sella estas bodas sublimes, es la sangre del Cordero, del Hijo de Dios inmolado. Por ello se comprende y se admira el profundo sentido cristiano que guió a la piedad de nuestros antepasados, ya desde muchos siglos atrás, en tejer con minuciosos detalles en torno a unas nupcias, mitad terrenas y mitad espirituales, este bello poema de virginidad y de martirio, de amor y de sacrificio, el poema de Cecilia y Valeriano, el poema de Cristo presente en el amor transparente de los dos jóvenes.

Y el poema es cantado cada año por toda la Iglesia, en el oficio divino en honor de la santa esposa. Valeriano entra como segundo personaje, el convertido, el amante brioso, pero íntegro, que no duda en renunciar al goce sensible para unirse con ella en el amor supremo, el amor que salva y los une a los dos con Dios y en Dios.

La narración es suave e insinuante. Durante el banquete nupcial Cecilia, preparada anteriormente con larga oración y ayuno, sin dejar de participar en el bullicio y la alegría, entona su cántico de confianza: «Que mi corazón permanezca inmaculado».

Luego viene el momento del encuentro con el esposo. Valeriano se acerca a Cecilia con toda la ilusión de su juventud, con toda la satisfacción del amor conquistado.

Cecilia pronuncia extrañas palabras. Un ángel guarda su virginidad; le invita a colaborar con el ángel, le promete ver también él al ángel si antes es lavado por un baño sagrado.

Valeriano, enamorado, no duda de Cecilia, se le confía, se convierte, y va en busca de la iglesia en su Cabeza, el Papa oculto. Éste le instruye en el misterio y, tras pedirlo insistente, le administra el santo bautismo.

Vuelve presuroso al tálamo nupcial, y descubre a su esposa en oración, con un ángel a su lado, más resplandeciente que el sol y ofreciendo a los dos una guirnalda de parte del Esposo de las vírgenes. Valeriano adora, cree, goza. Con la esposa.

Y no tarda en conseguir tiempo después la conversión de su hermano Tiburcio, que sigue su mismo camino. Así Cecilia puede presentar a los dos hermanos como sus más preciadas coronas del día de sus esponsales, como el fruto de su amor y de su sabiduría...
Pronto su esposo probará su espíritu y la profundidad con que siente su nueva vida. Primero dedicado intensamente a la caridad para con los pobres, compitiendo con Cecilia en su ya famoso desprendimiento.

Después será su valentía y decisión ante el prefecto Almaquio.

Los dos hermanos confiesan que son cristianos, y pretenden adoctrinar a los que asisten al juicio, en la verdadera religión. Son cruelmente apaleados, pero en pleno suplicio muestran sus rostros llenos de alegría por la gracia de poder dar su sangre por Jesucristo. Y de este modo, pasan delante de Cecilia, que pronto les seguirá en el camino del testimonio sangriento. Valeriano había amado de verdad y en el cielo, junto con su esposa, participa en el eterno banquete de gloria al Cordero. En la tierra, sus reliquias fueron conservadas, para gloria de Dios en sus santos, y se conservan. en la iglesia dedicada a Santa Cecilia, en el Trastévere.

Santa Teresa de Ávila (1515-1582), carmelita descalza y doctora de la Iglesia Vida, c.12

«Serán instruidos por el mismo Dios»

Cuando el Señor suspende y hace parar (el entendimiento), dale de qué se espante y se ocupe, y que sin discurrir entienda más en un credo que nosotros podemos entender con todas nuestras diligencias de tierra en muchos años. Ocupar las potencias del alma y pensar hacerlas estar quedas, es desatino.... 

Hartos años estuve yo que leía muchas cosas y no entendía nada de ellas; y mucho tiempo que, aunque me lo daba Dios, palabra no sabía decir para darlo a entender, que no me ha costado esto poco trabajo. Cuando su Majestad quiere, en un punto lo enseña todo, de manera que yo me espanto. Una cosa puedo decir con verdad: que, aunque hablaba con muchas personas espirituales que querían darme a entender lo que el Señor me daba, para que se lo supiese decir, y es cierto que era tanta mi torpeza que poco ni mucho me aprovechaba; o quería el Señor, como su Majestad fue siempre mi maestro (sea por todo bendito, que harta confusión es para mí poder decir esto con verdad), que no tuviese a nadie que agradecer; y sin querer ni pedirlo (que en esto no he sido nada curiosa porque fuera virtud serlo sino en otras vanidades), dármelo Dios en un punto a entender con toda claridad y para saberlo decir, de manera que se espantaban y yo más que mis confesores, porque entendía mejor mi torpeza.... Torno otra vez a avisar que va mucho en no subir el espíritu si el Señor no le subiere; qué cosa es, se entiende luego.

Si comes de este pan, vivirás para siempre
Juan 6, 44-51. Pascua. Jesús mismo es este alimento de nuestra alma, del hombre interior, que necesitamos, porque también el alma debe alimentarse.

Del santo Evangelio según san Juan 6, 44-51
«Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae; y yo le resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: Serán todos enseñados por Dios. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí. No es que alguien haya visto al Padre; sino aquel que ha venido de Dios, ése ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron; este es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera. Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo».

Oración introductoria
Dios mío, Tú te entregas a mí en el don de la Eucaristía. Ayúdame a profundizar en la experiencia de tu amor misericordioso para crecer en la nueva vida que tu Hijo nos trajo.

Petición
Señor, permíteme acercarme a la comunión con gran amor.

Meditación del Papa Francisco
Es necesario tener siempre presente que la Eucaristía no es algo que hacemos nosotros; no es una conmemoración nuestra de aquello que Jesús ha dicho o hecho. No.

¡Es precisamente una acción de Cristo! Es Cristo que actúa ahí, que está sobre el altar.

Y Cristo es el Señor. Es un don de Cristo, el cual se hace presente y nos reúne en torno a sí, para nutrirnos de su Palabra y de su vida. Esto significa que la misión y la identidad misma de la Iglesia surgen de allí, de la Eucaristía, y allí toman siempre forma. Una celebración puede resultar también impecable desde el punto de vista exterior. ¡Bellísima! Pero si no nos conduce al encuentro con Jesucristo, corre el riesgo de no traer ningún alimento a nuestro corazón y a nuestra vida.

A través de la Eucaristía, en cambio, Cristo quiere entrar en nuestra existencia y permearla de su gracia, para que en cada comunidad cristiana haya coherencia entre liturgia y vida. El corazón se llena de confianza y de esperanza pensando en las palabras de Jesús recogidas en el evangelio: “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día”. Vivamos la Eucaristía con espíritu de fe, de oración, de perdón, de penitencia, de alegría comunitaria, de preocupación por los necesitados, y por las necesidades de tantos hermanos y hermanas, en la certeza de que el Señor realizará aquello que nos ha prometido: la vida eterna. ¡Así sea!» (S.S. Francisco, catequesis, 12 de febrero de 2014).

Encontrar y acoger en nosotros a Jesús, “pan de vida”, da significado y esperanza en el camino habitualmente tortuoso de la vida. Pero este 'pan de vida' nos ha sido dado con una tarea: para que podamos saciar al mismo tiempo el hambre espiritual y material de nuestros hermanos, anunciando el Evangelio por todas partes. Con el testimonio de nuestra actitud fraterna y solidaria hacia el prójimo, volvamos presente a Cristo y su amor en medio de los hombres. La Virgen Santa nos ayude en la búsqueda y en seguir a su hijo Jesús, el pan verdadero, el pan vivo que no se corrompe y dura en la vida eterna. (Homilía de S.S. Francisco, 2 de agosto de 2015).

Reflexión 
El pan de la vida que Jesús nos da es verdadero alimento. Así como el alimento corporal nos da fuerza para el trabajo externo, también este alimento nos da la fuerza para actuar según el Evangelio. Por medio de la Eucaristía, Jesús quiere que demos frutos en nuestra vida especialmente en nuestra vivencia de la caridad al prójimo.

Propósito
Buscar unirme al sacrificio de amor de Cristo por medio de algún acto de caridad concreto durante el día.

Diálogo con Cristo
Jesús tú me ofreces en el Pan de la Eucaristía el alimento fundamental para mi vida espiritual. Gracias por este don inmerecido. Quiere madurar en mi fe, crecer en mi esperanza y amor. Sé que esto lo puedo lograr fortaleciendo mi amistad contigo en este sacramento. Te quiero recibir con un amor sincero.

La eucaristía es el misterio de nuestra unión profunda con Cristo (Madre Teresa de Calcuta)

Y tu... ¿Qué haces ahí mirando al cielo?

¿Qué más queremos oír? Vámonos dando un tiempo para meditar y anunciemos lo que hemos vivido con Cristo resucitado.

Hombres de Galilea, ¿por qué siguen mirando al cielo? Este Jesús que les ha sido quitado y fue elevado al cielo, vendrá de la misma manera que lo han visto partir.  (Hechos de los Apóstoles 1, 11)

A estos hombres que veían como el Maestro, el amigo Jesús, el resucitado de entre los muertos, el que había pasado cuarenta días con ellos después de haberlo visto morir en la cruz un día viernes, hablando y comiendo con ellos...  se iba, como ya les había dicho, terminada su misión a volver con el Padre... pero también que un día volvería...

Acababan de recibir una llamada de atención. Ya no podían  "quedarse mirando al cielo

Había que dejar la contemplación, el estar ensimismados, absortos, pensativos y ponerse alertas, decididos, enérgicos, firmes, valientes e intrépidos. Así fue como comenzó todo.

¿No será eso mismo lo que Dios nos está pidiendo aquí y ahora, en este momento de nuestras vidas, con las circunstancias en que la vida nos ha colocado a cada quién ?
Quizá enfermos, quizá con una reciente pérdida, esa, que tanto nos duele, con  un serio problema económico que nos quita el sueño, o tal vez  porque somos muy jóvenes y tenemos ansias de conquistar el mundo o porque estamos cansados, decaídos, tristes, porque sentimos que los años ya nos pesan y tal vez porque estamos felices y tenemos la alegría de vivir...
Cada quién con su momento diferente pero todos con la misma misión.

¡Hoy, en la oficina, en el taller, en el hogar, en la escuela, en la universidad, en el nuevo empleo, con los amigos, en las reuniones familiares o sociales, en tantos lugares donde la vida nos pone, podemos cumplir con esta misión que Jesús nos pidió al final de su paso por la tierra.

También nos habló del Espíritu Santo: "pero cuando el Espíritu Santo descienda sobre ustedes los llenará de fortaleza y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los últimos rincones de la tierra".

Y vuelve a decir en el Evangelio:  Me ha sido dado todo el poder en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y enseñen a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándolos a cumplir todo cuánto yo les he dicho; y sepan que YO ESTARÉ CON USTEDES TODOS LOS DÍAS, HASTA EL FIN DEL MUNDO (Mt 28, 16-20)

Hay Sacramentos y ritos expresamente para los sacerdotes y religiosos pero la firmeza en la vocación  cristiana, la audacia en la confesión de la fe y la enseñanza del amor a Dios y el seguir los pasos de Aquel que nos vino a decir: Yo soy la Luz , yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” sabemos nos toca a todos y cada uno de nosotros.

¿Qué más queremos oír? Vámonos dando un tiempo para pensar, para meditar, en el torbellino y ruidoso mundo en que vivimos para hacer conciencia de que ESO y solo ESO es nuestra misión, mientras caminamos hacia la Casa del Padre.
Hace falta nuestro "granito de arena" para que al final podamos decir:
¡Misión cumplida, Señor!

                                           
Dios da, Dios quita y siempre te da algo mejor
Cuando nos quita algo, ya tiene preparado algo mejor para nosotros, pues nuestro Dios tiene siempre un propósito, no es un dios caprichoso y cruel

Bienaventurado el hombre que persevera bajo la prueba, porque una vez que ha sido aprobado (ha pasado la prueba), recibirá la corona de la vida que el Señor ha prometido a los que lo aman. Que nadie diga cuando es tentado: “Soy tentado por Dios”. Porque Dios no puede ser tentado por el mal, y Él mismo no tienta a nadie.
Santiago 1:12-13

El ejemplo del piadoso Job en la Biblia es quizás el más significativo de lo que Dios hace cuando nos despoja de algo, o de todo, y luego repone y añade a nuestra vida de manera abundante. Dolorosa como es, la historia de Job revela el carácter de un Dios que, lejos de sólo querer torturar a un ser humano con un sufrimiento extremo, en realidad lo rescata, mira su fidelidad y lo recompensa, pues no fue Dios quien quitó todo a Job y lo zarandeó con una terrible enfermedad que casi acaba con su vida, sino Satanás. Una de las formas en que crecemos como seres humanos, y también como creyentes, es a través de las situaciones difíciles o extremas. Si la vida fuera siempre fácil, feliz y sin variaciones, quizá nunca alcanzaríamos la madurez. El aprendizaje y la sabiduría vienen con los años, mediante pruebas y hechos a veces muy dolorosos. Como seres dependientes de Dios, la hora del dolor y la desesperación es el momento justo en el que debemos acudir a Él, refugiarnos en Él, confiar y esperar en Él. Correr en sentido contrario a su Majestad no arregla la situación ni sana el dolor, de hecho, lo hace más intenso y complejo.

Apegados a las cosas terrenales, nos es difícil soltar aquello que consideramos valioso en nuestra vida, ya sean objetos materiales, personas, amistades, empleos, proyectos, sueños, etcétera. Pero cuando deseamos vivir una vida cercana a Dios, en santidad, apegados a su voluntad y hambrientos de su amor, entonces sus propósitos empiezan a manifestarse de manera real en nuestro diario vivir, de tal manera que ocurren muchos cambios y podemos ver la intervención real de nuestro Señor en cada situación.

Para pulirnos, refinarnos, y librarnos de toda la basura que nos estorba, a veces Dios nos quita cosas que no esperamos perder. Es muy doloroso. No comprendemos por qué, y nos rebelamos en primera instancia. Sin embargo, si permanecemos conectados al Señor en oración y obediencia, por el tiempo que sea necesario, Él nos mostrará su grandeza, el enorme amor que nos tiene, y el porqué de todo lo que nos pasa, pues Él es fiel y verdadero.

Cuando nos quita algo, ya tiene preparado algo mejor para nosotros, pues nuestro Dios tiene siempre un propósito, no es un dios caprichoso y cruel. A veces, antes de tiempo, abandonamos nuestra relación con Él, resentidos por aquello que se ha ido. Pero si esperamos pacientemente y con fe, muy pronto recibiremos algo mejor y mucho más de lo que nos fue quitado. La única forma de ser merecedores de dicha recompensa es la fidelidad y la identidad cristiana, la aceptación del dolor pasajero.

Cuando Job ya desfallecía y se encontraba completamente despojado de todo, sobre el polvo, su fe prevaleció y exclamó:
Yo sé que mi Defensor está vivo, y que él, el último, se levantará sobre el polvo. Tras mi despertar me alzará junto a él, y con mi propia carne veré a Dios. (Job 19:25 y 26)

Y así fue. Job sabía en quién había creído. Dice la Biblia que, entonces, Dios le devolvió la salud y multiplicó dos veces todo lo que tenía, incluyendo posesiones, animales y familia.



Pio XII

Pío XII publicó Haurietis Aquas un 15 de mayo
Una fecha para el calendario del Jubileo de la Misericordia
La encíclica describe la esencia del culto al Sagrado Corazón

Diego G. Passadore, 14 de abril de 2016 a las 10:31

Pío XII ejerció su papado en una de las épocas más sombrías para la humanidad y el cristianismo

(Diego G. Passadore).-  Hace 60 años, un 15 de mayo de 1956, el Papa Pío XII publicaba la encíclica Haurietis Aquas sobre el culto al Sagrado Corazón de Jesús. Comenzaba recordando los frutos que infunde en las almas este culto: "las purifica, las llena de consuelos celestiales y las mueve a alcanzar las virtudes todas". Lo que le hizo a Pío XII recordar las palabras de Isaías: "Beberéis aguas con gozo en las fuentes del Salvador" Is (1 2,3).

Ya en los inicios de la Encíclica se describe la esencia del culto: "Este culto...es una plena y absoluta voluntad de entregarnos y consagrarnos al amor del Divino Redentor, cuya señal y símbolo más viviente es su Corazón traspasado".

Los comienzos de la devoción al Sagrado Corazón se remontan a los siglos XII y XIII, donde innumerables santos escriben de este culto. En particular quiero mencionar que en una fiesta de San Juan Apóstol y Evangelista, Santa Gertrudis la Grande fue llevada en espíritu por San Juan a "'la apertura del Corazón Divino, desde donde puedes beber todas las dulces consolaciones que fluyen de él con tal impetuosa abundancia, que es capaz de satisfacer a todos los que desean probar de ellas.'"

Entonces, al sentir ella los latidos constantes del Corazón Divino, se regocijó infinitamente allí, y dijo a San Juan: 'Amado de Dios, ¿sentiste esos latidos cuando te recostaste sobre el pecho del Señor en la Última Cena?' 'Sí,' respondió; 'y esto con tanta plenitud, que el líquido no entra más rápidamente en el pan que la dulzura de esos placeres penetró mi alma, de forma que mi espíritu se volvió más ardiente que el agua bajo la acción de un fuego encendido.' 'Y ¿por qué,' preguntó ella, 'no dijiste ni escribiste nada de esto para nuestra edificación?'

Él respondió: 'Porque se me encomendó la instrucción sobre los misterios de la Palabra increada a la recién formada Iglesia, para que esas verdades pudieran ser transmitidas a las épocas venideras, tanto como serían capaces de comprenderlas, ya que nadie puede comprenderlas completamente; y diferí hablar de estos latidos Divinos hasta una época posterior, de forma que el mundo pudiera ser despertado de su letargo, e infundirle vigor, cuando se haya enfriado, al oír de estas cosas.'"

Con la invención de la imprenta en el siglo XV, probablemente se comenzaron a propagar los escritos de estos santos y con ello la devoción. Pero fue en el siglo XVII donde la devoción salió de los límites del culto privado y se generalizó, gracias a san Juan Eudes y a santa Margarita María. San Juan Eudes les exhortaba así a los sacerdotes: "Entregaros a Jesús para entrar en la inmensidad de su gran Corazón, que contiene el Corazón de su santa Madre y de todos los santos, y para perderos en este abismo de amor, de caridad, de misericordia, de humildad, de pureza, de paciencia, de sumisión y de santidad"



Compuso oficios litúrgicos y estableció archicofradías en su honor. Santa Margarita María por su parte recibe de Jesús la petición que el primer viernes después de la octava del Santísimo Sacramento, sea dedicado a una fiesta particular en honor a su Corazón, por lo que se puso a la obra para cumplir los deseos de Jesús. A su muerte el culto estaba en casi toda Europa, en América, en la India y en China.

Este culto fue una luz en una época especialmente oscura donde surge el protestantismo así como el jansenismo, que tenía la visión de un Dios severo y exaltaba fuera de medida la razón, y atacó con rabia la devoción al Sagrado Corazón, tratando a los que abrazaban la devoción de idólatras, llegándose a condenar a muerte a personas por distribuir libros en donde se trataba la devoción. Sin embargo, terminó triunfando el amor de Dios y el papa Pío VI en el año 1794 aprobó sin reserva el culto del Sagrado Corazón de Jesús. Con lo que se dio un nuevo impulso a la devoción, y el 23 de agosto de 1856 la fiesta del Sagrado Corazón se hizo obligatoria en toda la iglesia. Por último, en el año 1899 el papa León XIII consagró el mundo al Sagrado Corazón de Jesús.

Uno podría pensar que el papa Pío XII escribió la encíclica Haurietis Aquas por el centenario de la universalización de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. Y es cierto, pero no sólo fue por eso: Pío XII ejerció su papado en una de las épocas más sombrías para la humanidad y el cristianismo. El comienzo de su pontificado coincidió con el fin de la guerra civil española donde en un período de tres años aproximadamente murieron cientos de miles de personas, 4184 sacerdotes, 2365 religiosos y 283 religiosas fueron asesinados. El gobierno nazi reprimió duramente a la Iglesia Católica arrestando y asesinando a clérigos, cerrando institutos y escuelas católicas, donde más de 300 monasterios y otras instituciones fueron expropiadas. Durante la segunda guerra mundial millones de personas murieron, en la shoá seis millones de judíos fueron asesinados, la iglesia católica fue brutalmente suprimida en Polonia con 3000 clérigos masacrados.

La expansión del Imperio Japonés desde 1941 estuvo acompañada de muchas atrocidades contra misioneros, clérigos, monjas y laicos. En Rusia hubieron arrestos masivos de sacerdotes e instituciones de la Iglesia fueron confiscadas y expropiadas, e iglesias, monasterios y seminarios fueron cerrados. En China la iglesia pasó a la clandestinidad en 1949 luego de la persecución a muchos sacerdotes y a la fe. Y la lista podría continuar. En el año 1942 el papa Pío XII consagra el mundo al Inmaculado Corazón de María y en el año 1956 nos regala esta iluminada encíclica donde fundamenta el culto en las escrituras, resalta el significado profundo de la devoción, y nos recuerda que Jesús sigue amando intensamente a la Iglesia que nació de su Corazón traspasado: "victorioso ya de la muerte, su Corazón sacratísimo no ha dejado nunca ni dejará de palpitar con imperturbable y plácido latido, ni cesará tampoco de demostrar el triple amor con que el Hijo de Dios se une a su Padre eterno y a la humanidad entera, de la que con pleno derecho es Cabeza Mística"; "Después que nuestro Salvador subió al cielo con su cuerpo glorificado y se sentó a la diestra de Dios Padre, no ha cesado de amar a su esposa, la Iglesia, con aquel inflamado amor que palpita en su Corazón".



Se ha escrito muchísimo sobre esta Encíclica, pero sólo quiero compartir estas profundasreflexiones de Joseph Ratzinger de hace 30 años, incluidas en el capítulo "El Misterio de la Pascua- Sustancia y Fundamento de la Devoción al Sagrado Corazón":"Todos nosotros somos Tomás, incrédulos; pero, como él, todos nosotros podemos tocar el Corazón expuesto de Jesús y por lo tanto tocar y contemplar el Logos mismo. Así, con nuestras manos y ojos fijos en su Corazón, podemos alcanzar a la confesión de fe: 'Mi Señor y mi Dios!"

"Porque 'sólo con el corazón se puede ver bien', como dice el Principito de SaintExupéry. (Y el Principito se puede tomar como un símbolo de la inocencia infantil que debemos volver a tener si vamos a encontrar el camino de vuelta de la necedad inteligente del mundo de los adultos hasta la verdadera naturaleza del hombre, que está másallá de la mera razón)."

"Era imposible escindir los padecimientos de Cristo, porque no puede haber pasión sin pasiones: el sufrimiento presupone la capacidad de sufrir, se presupone la facultad de las emociones. En el período de los Padres fue, sin duda, Orígenes, quien captó más profundamente la idea del Dios que sufre y se atrevió a decir que no puede limitarse a la humanidad sufriente de Jesús, sino que también afectó a la imagen Cristiana de Dios. El Padre sufre en permitir que el Hijo sufra, y el Espíritu comparte este sufrimiento, porque Pablo dice que él gime dentro de nosotros, anhelando en nosotros y en nuestro nombre para la redención completa (Rom 8:23ss.).

Y fue también Orígenes que dio la definición normativa de la forma en que el tema del sufrimiento a Dios debe ser interpretada: Cuando escuchas a alguien hablar de las pasiones de Dios, siempre se aplica lo que se dice del amor. Así que Dios es una persona que sufre porque él es un amante; todo el tema del Dios sufriente deriva de aquel del Dios amoroso y siempre apunta de nuevo a él. El avance real registrado por la idea Cristiana de Dios sobre la del mundo antiguo radica en su
reconocimiento de que Dios es amor."

"La espiritualidad de la encarnación debe ser una espiritualidad de las pasiones, una espiritualidad de 'corazón a corazón'; de esa manera, precisamente, es una espiritualidad Pascual, porque el misterio de la Pascua, el misterio del sufrimiento, es por su propia naturaleza un misterio del corazón."



"Y de nuevo fue Orígenes quien aprovechó esta oportunidad con más energía. La señal para que él tome estas ideas fue la palabra del Bautista, que ha llegado hasta nosotros en Juan 1:26: 'En medio de vosotros está uno a quien no conocen.' Orígenes continúa: Es el Logos quien está en el centro de todos nosotros -sin que lo sepamos- por el centro del hombre es el corazón, y en el corazón existe la ἡγεμονικόν -la energía rectora del todo, que es el Logos.

Es el Logos que nos permite ser lógicos, para corresponder al Logos; él es la imagen de Dios por la que fuimos creados. Aquí la palabra 'corazón' se ha expandido más allá de la razón y denota 'un nivel más profundo de la existencia espiritual / intelectual donde el contacto directo se lleva a cabo con lo divino'. Es aquí, en el corazón, que el nacimiento del Logos divino en el hombre se lleva a cabo, que el hombre se une con la Palabra de Dios personal, encarnada."

"La tarea del corazón es la supervivencia, manteniendo junto lo que le es propio. El Corazón traspasado de Jesús también ha verdaderamente 'dado vuelta' (cf. Os 11:8) esta definición. Este Corazón no está preocupado con su supervivencia, sino con la entrega de sí mismo. Salva al mundo mediante la apertura de sí mismo. El colapso del Corazón abierto es el contenido del misterio Pascual. El Corazón salva, en efecto, pero salva donándose a sí mismo.

Por lo tanto, en el Corazón de Jesús, se nos presenta el centro de la Cristiandad. Expresa todo, todo lo que es genuinamente nuevo y revolucionario en la Nueva Alianza. Este Corazón llama a nuestro corazón. Nos invita a dar un paso adelante del intento inútil de la propia supervivencia y, al unirnos en la tarea de amar, mediante la entrega de nosotros mismos a él y con él, descubrir la plenitud del amor que por sí sólo es eternidad y que por sí solo sostiene al mundo."
Las nuevas formas de culto a la Divina Misericordia que nos ha dejado Santa Faustina Kowalska (prohibidas entre los años 1959 y 1978), las siento como una renovación al culto al Sagrado Corazón, donde se enfatizan los frutos del amor de Jesucristo: aprovechar su perdón con nuestra confianza y arrepentimiento, abrirnos a Su Misericordia, a su Corazón que se da a nuestra miseria para rescatarnos.

La imagen de Jesús Misericordioso, también tiene una espiritualidad de la encarnación, porque estoy convencido que muestra la última bendición de Jesús resucitado descrita brevemente en Lc (24,50-51).

La mano que toca la túnica sobre el pecho nos indica que de Su corazón agonizante, abierto en la cruz por la lanza, brotaron las entrañas más profundas de Su misericordia.

En cuanto a la hora de la Misericordia, a las tres de la tarde, cuando Jesús a través de Santa Faustina nos invita a sumergirnos en su Pasión, especialmente a Su abandono, es la hora de la gran misericordia para el mundo entero. Esto me evoca las palabras del Principito de Saint-Exupéry: "lo esencial es invisible para los ojos". Retomo aquí las palabras de san Buenaventura citadas en la encíclica: "Por esto fue herido [tu Corazón], para que por la herida visible viésemos la herida invisible del amor".

Las palabras de Jesús en la cruz gritadas con fuerte voz: "Eloi, Eloi, ¿lema sabactani?" Lc (15,34) expresan desgarradoramente su pesar, como nos dice en una visión la beata Ana Catalina Emmerick: "Deberíamos, por todos los medios, enseñar a la gente que Jesús, más intensamente de lo que cualquier ser humano pueda concebir, padeció este sufrimiento de abandono total, porque Él estaba unido en esencia con Su Divinidad, porque Él era verdaderamente Dios y hombre. Siendo Su Sagrada Humanidad totalmente abandonada por el Padre, Él sintió de la manera más perfecta ese pesar, Él vació hasta la borra el amargo cáliz de abandono, Él experimentó en ese momento lo que sufre un alma que ha perdido a Dios eternamente."

Como señala la encíclica: "podemos afirmar -como lo ponen de relieve las revelaciones de Jesucristo mismo a santa Gertrudis y a santa Margarita María- que ninguno comprenderá bien a Jesucristo crucificado, si no penetra en los arcanos de su Corazón". Por último, vinculado a la oración Coronilla de la Misericordia, una cosa que me llamó la atención al principio y me encanta, es que ofrecemos a Dios Padre los santísimos méritos de la Pasión de su Hijo. Como nos dice Santa Gertrudis la Grande: "Por esto le era dado entender cuánto agrada a Dios Padre el que se le ofrezcan los perfectísimos méritos de su Hijo."
                                          
Una oración con esta espiritualidad que me llega mucho es la Novena de Confianza al Sagrado Corazón de Jesús: Oh Señor Jesucristo, yo confío esta intención a tu Sacratísimo Corazón: (Indicar la petición) Mírame solamente Jesús, y luego haz que Tu Sacratísimo Corazón te inspire. Que tu Sagrado Corazón decida. ¡Yo cuento con Él! ¡Yo confío en él! ¡Yo me entrego a Su Misericordia! Señor Jesús, Tu no me defraudarás. Sagrado Corazón de Jesús, yo confío en Tú. Sagrado Corazón de Jesús, yo creo en Tu Amor por mí. Sagrado Corazón de Jesús, que venga tu reino. ¡Oh! Sagrado Corazón de Jesús, yo te he pedido muchas gracias, pero imploro ardientemente esta. Tómala, ponla en Tu Sagrado Corazón. Cuando El Padre Eterno la vea, cubierta con Tu Preciosa Sangre, no la rechazará. Ya no será mi plegaria, sino la tuya, oh Jesús. Oh Sagrado Corazón de Jesús, yo pongo mi confianza en Ti Que jamás sea confundido. Amén.

En este momento donde el mal surge con gran fuerza, hay muchas muertes por la guerra, persecución y muerte a los cristianos, barbaries explícitas de todo tipo, prohibiciones a tener religión, está legalizado el asesinato a no nacidos, qué mejor que acudir a la encíclica Haurietis Aquas que nos inspirará para abrir nuestro corazón a este inflamado amor que palpita en Su corazón. Nos recuerda la encíclica: "no se puede llegar al Corazón de Dios sino pasando por el Corazón de Cristo, conforme a lo que Él mismo afirmó: " .

El Sagrado Corazón de Jesús nos va a rescatar cuando estemos extraviados, mostrándonos el camino de salvación hacia la verdad y la vida, de forma que también nosotros nos volvamos misericordiosos como el Padre. La encíclica culmina con esta esperanza, que invito a hacerla nuestra: "aumente cada vez más la devoción de los fieles al Sagrado Corazón de Jesús, y así se extienda más por todo el mundo su imperio y reino suavísimo: ".

Amén.


 

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