“Aparecieron Moisés y Elías, hablando con él”

El Papa, a Corea

Corea del Norte no enviará a ningún católico a la misa de Seúl

Francisco: "Si acumulas las riquezas como un tesoro te roban el alma"

El Papa viaja a Corea del Sur en apenas diez días

Redacción, 05 de agosto de 2014 a las 17:06

La esperanza era hacer participar también a una delegación del Norte en la gran misa para la reconciliación y la paz que el papa argentino Jorge Bergoglio celebrará durante el último día de su visita apostólica en la península, del 14 al 18 de agosto

El papa Francisco advirtió hoy que"acumular riquezas roba el alma", en un nuevo mensaje que publicó en su cuenta de la red social Twitter. "Si acumulas las riquezas como un tesoro te roban el alma", escribió el pontífice, quien en la red de microblogging es el líder global más influyente, con más de 14 millones de seguidores, combinando sus nueve cuentas en diferentes idiomas.

Por otra parte hoy se supo en Pyongyang, Corea del Norte, que la Asociación de Católicos Norcoreanos rechazó la invitación de la arquidiócesis de Seúl (Corea del Sur) y no enviará ningún "católico" a la misa que el papa

Francisco celebrará en la catedral de Myeongdong el 18 de agosto próximo.

La invitación había sido cursada por la arquidiócesis de Seúl a Pyongyang el 26 de mayo, y luego reiterada en los días sucesivos.

La esperanza era hacer participar también a una delegación del Norte en la gran misa para la reconciliación y la paz que el papa argentino Jorge Bergoglio celebrará durante el último día de su visita apostólica en la península, del 14 al 18 de agosto.

Pero, según informó la agencia Asianews y reprodujo Ansa, el gobierno norcoreano de Kim Il-Sung sostiene que el gesto de "no haber anulado los ejercicios conjuntos con Estados Unidos" por parte de Corea del Sur "hace imposible la visita".

DOMINGO XVIII DURANTE EL AÑO (A)   Is 55,1-3; Rm 8,37-39; Mt 14,13-21
3 de agosto de 2014

En 1950 el obispo de Solsona, Vicente Enrique y Tarancón, escandalizado por el hambre que sufría la gente del obispado, escribió la pastoral, "El pan nuestro de cada día", un texto que provocó la ira del franquismo. Y es que en aquella pastoral, Tarancón defendía "el derecho de los pobres y de los obras a tener pan en abundancia, para llevar una vida digna y humana ".

Tarancon, cansado de llamar puertas de la Administración, sin ninguna respuesta positiva, escribió aquella pastoral para denunciar el hambre que había en su obispado, en plena posguerra, debido a los negocios del estraperlo: "Hay muchas familias (decía el obispo de Solsona) que no tienen los alimentos más indispensables ".

Y es que el hambre, era, y es todavía hoy, un drama para mucha gente. No tener pan en casa, no llegar a fin de mes, y hasta morir de hambre, como ocurre en tantos países del Tercer Mundo, es el gran escándalo de la humanidad. Por eso hoy Jesús (Mt 14:1-12) se hace solidario y cercano de la gran multitud que lo había seguido. El texto de San Mateo nos dice que Jesús se compadeció. Y el texto explicita esta compasión, diciéndonos que curaba a los enfermos y alimentaba los que le seguían. El don de la compasión, hacer nuestra la pasión del otro, de cómo-sufrir con el otro, el sentimiento de piedad, no de pietismo, como ha dicho el Papa, significa estar cerca de los que sufren, de los que pasan hambre, los que carecen de esperanza.

En el Evangelio de la multiplicación de los panes y los peces, hay dos actitudes contrapuestas.

Por una parte tenemos los discípulos que sugieren Jesús que despida la gente que le seguía, "para que vayan a las aldeas a comprarse comida". Y por otra parte está la solicitud de Jesús por los que sufren, por los que tienen hambre. Por eso el Maestro, que nunca despide a nadie, pide que los discípulos den de comer aquella gran multitud. Sería la actitud "sensata", práctica, digamos, de los apóstoles y la "Utópica", de Jesús. Pero como ocurre tantas veces en la vida, lo que parece imposible puede hacerse realidad.

Y es que hoy, como siempre, es un escándalo que todavía haya hambre y malnutrición en el mundo. Por eso los discípulos de Jesús debemos actuar como él lo hizo. Como ha dicho el Papa Francisco, "cuando el alimento se comparte de manera equitativa, con solidaridad, a nadie no le falta lo necesario ".

Por ello, "cada comunidad debe ir al encuentro de las necesidades de los más pobres "(5 de junio de 2013) Fue esta la actitud de Tarancón hace más de medio siglo. Y es también el mismo, el gesto del obispado de Lerida de ceder una parte del Seminario para crear viviendas para gente desahuciada o en riesgo de exclusión social. O las iniciativas a favor de los inmigrantes, los parados, de las familias que no pueden llegar a final de mes.

O el compromiso de las congregaciones religiosas o de las parroquias, que desde Cáritas, se hacen cargo de quienes han perdido el hogar o los que ya no pueden dar de comer a sus pequeños. ¿No es la fraternidad (también hoy) que hace posible el milagro de los panes y los peces? Así lo vio la madre Teresa de Calcuta, cuando llevó un poco de arroz a una familia que pasaba dificultades. Cuando la mujer recibió el arroz, cogió la mitad y salió de casa en regresar al hogar, la madre Teresa le preguntó dónde había ido y la mujer le dijo que una su vecina, que era budista, también pasaba hambre y que le había llevado la mitad de ese arroz. Son actitudes e iniciativas que nos deben mover a compartir lo que tenemos. como lo que han hecho unos jóvenes que conozco, que se casaron hace dos meses, y que han dado a Cáritas, todo el dinero que recibieron de los amigos y de la familia por su boda. Estos son los gestos que nos hacen discípulos de Jesús! El papa Francisco lo dice así: "He aquí el milagro: más que una multiplicación es un compartir, animado por la fe y la oración ".

(Palabras del Papa en el Ángelus del 2 de junio de 2013) Por eso el Papa nos urge a "afrontar juntos, un problema que interpela nuestra conciencia personal y social, para encontrar una solución justa "(16 de junio de 2013).

La Eucaristía que celebramos, hermanas y hermanos, es siempre sacramento fraternidad y de comunión. Y por eso nos empuja a hacer un mundo más humano, donde todo compartiendo lo que tenemos, podamos reconocernos hijos de un mismo Padre, terminando así con el escándalo del hambre. Porque como decía el obispo Oscar Romero, "No es voluntad de Dios que unos tengan todo y otros no tengan nada. Esto (decía el obispo Romero) no puede ser de Dios "(10 de septiembre de 1978).

Evangelio según San Mateo 17,1-9. 

Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte elevado. 

Allí se transfiguró en presencia de ellos: su rostro resplandecía como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz. De pronto se les aparecieron Moisés y Elías, hablando con Jesús. Pedro dijo a Jesús: "Señor, ¡qué bien estamos aquí! Si quieres, levantaré aquí mismo tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías". Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y se oyó una voz que decía desde la nube: "Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección: escúchenlo". 

Al oír esto, los discípulos cayeron con el rostro en tierra, llenos de temor. Jesús se acercó a ellos y, tocándolos, les dijo: "Levántense, no tengan miedo". Cuando alzaron los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús solo. Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: "No hablen a nadie de esta visión, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos". 

Anastasio de Sinaí (c 700), monje. Homilía para la fiesta de la Transfiguración

“Aparecieron Moisés y Elías, hablando con él”

Hoy, en efecto, el Señor ha aparecido verdaderamente en la montaña. Hoy la naturaleza humana, creada al principio a imagen de Dios, pero oscurecida por las figuras deformantes de los ídolos, ha sido trasfigurada en la antigua belleza del hombre creado a imagen y semejanza de Dios (Gn 1,26-27). Hoy en la montaña, la naturaleza, que se había extraviado en la idolatría en las montañas, ha sido transformada sin dejar de ser la misma, y ha brillado con la claridad resplandeciente de la divinidad. Hoy, en la montaña, el que estaba vestido con sombrías y tristes túnicas de pieles, de que habla el Génesis (cf. 3, 21), se ha puesto el vestido divino, envolviéndose en la luz como en un manto (Sal 103,2).

Moisés contempla de nuevo el fuego que no consumía el matorral (Ex 3,2), pero que da la vida a toda carne […], y dice: "ahora te veo, tú que existes verdaderamente y por siempre, tú que estás con el Padre y que me dijiste: 'Yo soy el que soy' (v. 14) […] Ahora te veo, tú al que deseaba ver en otro tiempo diciendo: 'Déjame contemplar tu gloria' (ex 33,18).

Tampoco te veo de espaldas, escondido en el hueco del peñasco (v. 23), pero te veo, Dios lleno de amor por los hombres, escondido en una forma humana. No me proteges con tu derecha (v. 22), pero eres la Derecha del Altísimo revelada en el mundo. A la vez eres el mediador de la Antigua y de la Nueva Alianza, El Dios antiguo y el hombre nuevo. […]

"Tú que me dijiste sobre el Sinaí: 'un ser humano no puede verme y quedar con vida' (v. 20), cómo podemos contemplarte ahora cara a cara sobre la tierra, en la carne? ¿Cómo vives entre los hombres? ¿Tú que eres la vida y que das la vida, cómo te apresuras hacia la muerte? ¿Tú que permaneces entre los seres en lo más alto de los cielos, cómo te acercas hacia los seres más dejados aquí abajo, hacia los que murieron? [...] Porque quieres aparecer también en los que se durmieron desde hace siglos, visitar a los patriarcas en la estancia de los muertos, bajar a librar a Adán de sus dolores" […] Porque así es como "resplandecerán los justos en el momento de la resurrección" (Mt 13,43); así es como serán glorificados, así como serán transfigurados.

Francisco, con los monaguillos en San Pedro

Francisco se reúne con más de 50.000 monaquillos y monaguillas en San Pedro

"Queridos chicos y chicas: No uséis mal vuestra libertad"

"Si seguís a Jesús y a su Evangelio, vuestra vida será como una planta que dará frutos abundantes"

Cincuenta mil almas que reflejan el futuro de la Iglesia, algunas de las cuales han preguntado al Papa sobre la libertad y acerca de un mayor protagonismo de los jóvenes en el futuro de la Iglesia

(J. Bastante).- Francisco no tiene vacaciones. No las necesita, precisa más bien del contacto con los fieles. Esta tarde, en la plaza de San Pedro, volvieron a ser multitud: más de 50.000 chicos y chicas monaguillos de las diócesis alemanas y de Viena, a quienes el Papa pidió "no uséis mal vuestra libertad".

Cincuenta mil almas que reflejan el futuro de la Iglesia, algunas de las cuales han preguntado al Papa sobre la libertad y acerca de un mayor protagonismo de los jóvenes en el futuro de la Iglesia. "No hay mayor libertad que la del Evangelio", afirmó Bergoglio. "Si seguís a Jesús y a su Evangelio, vuestra vida será como una planta que dará frutos abundantes", añadió.
El Papa llegó con algo de retraso a la plaza de San Pedro, donde los coros de monaguillos competían para ver quién cantaba más alto, quién con más fe. En torno a las seis, el pontífice se personó en la plaza en el jeep abierto, saludó a todos y cada uno de los chicos y chicas, y rezó con ellos las vísperas.
Tras las mismas, les dirigió unas breves palabras, en las que les recordó que "Dios, nuestro Padre bueno, nos quiere libres, pero también quiere que no usemos mal nuestra libertad".

"Dios nos demuestra que Él es el Padre bueno", indicó Bergoglio. Y ¿cómo lo hace? "Lo hace a través de la encarnación de su Hijo, que se vuelve como uno de nosotros. A través de este hombre concreto de nombre Jesús, podemos entender aquello que Dios pretende verdaderamente".

"Él quiere personas humanas libres, porque se sienten protegidas siempre como hijos de un Padre bueno", continuó el Pontífice, quien incidió en que "para realizar este plan, Dios tiene solamente necesidad de una persona humana. Tiene necesidad de una mujer, una madre, que traiga al mundo al Hijo. Ella es la Virgen María, que honramos con esta celebración vespertina".
"María fue totalmente libre. En su libertad dijo "sí". Ella hizo el bien para siempre. De esta manera sirvió a Dios y a los hombres. Imitemos su ejemplo, si queremos saber aquello que Dios se espera de nosotros sus hijos", concluyó Francisco.

 

Fiesta de la Transfiguración del Señor

Fiesta de la Transfiguración del Señor, en la que Jesucristo, el Unigénito, el amado del Eterno Padre, manifestó su gloria ante los santos apóstoles Pedro, Santiago y Juan, con el testimonio de la Ley y los Profetas, para mostrar nuestra admirable transformación por la gracia en la humildad de nuestra naturaleza asumida por Él, dando a conocer la imagen de Dios, conforme a la cual fue creado el hombre, y que, corrompida en Adán, fue renovada por Cristo.

Además de las piadosas consideraciones que nos puedan surgir sobre el relato evangélico de la Transfiguración, no hay nada en ese tema que se correponda propiamente con un santoral hagiográfico, tan sólo que como el santorial incorpora también celebraciones litúrgicas, debe ser mencionada e investigado su origen como fiesta. Una nota del Butler Guinea nos aclara algo de ese origen, dice: «En el Oriente es más pronunciada que en el Occidente la tendencia a conmemorar con fiestas especiales los incidentes narrados en los Evangelios. Por consiguiente, lo más probable es que la fiesta de la Transfiguración sea de origen oriental. Lo que consta con certeza es que antes del año 1000 se celebraba ya solemnemente esta fiesta en la Iglesia bizantina el 6 de agosto.[...] Algunas Iglesias de Occidente celebraban esporádicamente la Transfiguración en diversas fechas. El Papa Calixto III la convirtió en fiesta de la Iglesia universal para conmemorar la victoria obtenida sobre los turcos en 1456.» Con más detalle, un artículo de F.

Holweck en la Catholic Encyclopedia (1912) desarrolla esos datos: «El Obispo armenio Gregorio Arsharuni (ca. 690) refiere el origen de ésta fiesta a san Gregorio el Iluminador ( m. c. 337), quien -dice-, sustituyó una celebración pagana de Afrodita llamada Vartavarh (rosa encendida), reteniendo la antigua denominación de la fiesta, porque Cristo abrió su gloria como una rosa en el Monte Tabor. Sin embargo, no se halla mención de esta fiesta en los dos antiguos calendarios armenios impresos por Conybeare (Ritual Armenio, 527ss). Más probablemente la fiesta se originó, durante el s. IV o V, en lugar de alguna otra fiesta pagana de la naturaleza, en algún lugar del Asia Menor.

En la actualidad, los armenios observan la fiesta por tres días, como una de las cinco grandes celebraciones del año (el séptimo domingo después de Pentecostés); la precede un ayuno de seis días. También en la Iglesia Siríaca es una fiesta de primer orden. En la Iglesia Griega tiene vigilia y Octava.

La Iglesia Latina adoptó lentamente esta fiesta; no se la menciona antes del 850 (Martirologio de Wandelbert). Fue adoptada en el siglo X en muchas diócesis, y celebrada generalmente el 6 de agosto. En la Galia e Inglaterra, el 27 de julio; en Meissen, el 17 de marzo; en Halberstadt, el 3 de septiembre, etc. En 1456, Calixto III extendió la fiesta a la Iglesia Universal, en memoria de la victoria de Juan Hunyady sobre los turcos en Belgrado, el 6 de agosto de 1456. El propio Calixto compuso el Oficio. Es la fiesta titular de la Basílica Laterana de Roma.[...]».


Francisco, en la audiencia de la Pablo VI

Francisco celebra una inédita audiencia general de miércoles de agosto en el Aula Pablo VI

El Papa anima a los fieles a "reconocer a Cristo en los más pobres de nuestra sociedad"

"Las Bienaventuranzas son como el retrato de Jesús, su forma de vida y el camino de la felicidad"

Jesús Bastante, 06 de agosto de 2014 a las 11:06

El Señor nos reconocerá si a su regreso lo hemos reconocido en el pobre, el indigente, el marginado, el que sufre o está solo

(Jesús Bastante).- Por primera vez este caluroso mes de agosto, Francisco presidió la audiencia de los miércoles en el Aula Pablo VI. Con un protagonista especial, como ahora hace un año, durante la histórica JMJ de Brasil: los capítulos 5 y 25 del Evangelio de Mateo, las Bienaventuranzas y el Juicio de Dios. "El Señor nos reconocerá si a su regreso lo hemos reconocido en el pobre, el indigente, el marginado, el que sufre o está solo". "Este es uno de los criterios fundamentales de nuestra vida cristiana", subrayó.

"Es algo simple, pero concreto: reconocer a Cristo en su misericordia y su compasión, en los más pobres de nuestra sociedad", señaló Bergoglio. Esto nos dará credibilidad ante "todos los hermanos que encontramos hoy". "Recordadlo hoy y siempre", añadió ante un auditorio absolutamente abarrotado. No son normales las audiencias de los miércoles durante agosto, de ahí la expectación. Y el Papa, como casi siempre, no defraudó. Muchos más siguieron la audiencia desde las pantallas gigantes instaladas en la plaza de San Pedro.

Los más ruidosos, los alemanes (ayer el Papa habló por primera vez en este idioma ante los monaguillos) y los españoles. En su catequesis, Bergoglio subrayó cómo "la Iglesia es el nuevo Pueblo de Dios, que se funda sobre la nueva alianza sellada con la sangre de Jesús".

En este punto, el Papa destacó la figura de Juan el Bautista, que "hace de puente" y "prepara al pueblo para recibir al Señor".

Al igual que Dios entregó a Moisés los diez mandamientos, "también Jesús entrega a los discípulos una enseñanza nueva, que comienza con las Bienaventuranzas", que son "como el retrato de Jesús, su forma de vida y el camino de la felicidad que anhela el corazón humano. Además de la nueva ley, el Señor nos invita a reconocerlo en los pobres, en los que sufren, en los que pasan necesidad".

Este fue el saludo del Papa

Queridos hermanos, 

en la catequesis de hoy contemplamos a la Iglesia como nuevo Pueblo de Dios, que se funda sobre la nueva Alianza sellada con la sangre de Jesús. La figura de Juan el Bautista es muy significativa puesto que prepara al pueblo para recibir al Señor. De esta manera, hace de puente entre la promesa del Antiguo Testamento y la plenitud de su cumplimiento en el Nuevo. En la montaña del Sinaí, Dios había establecido una alianza con Moises entregándole los diez mandamientos. También Jesús, sobre una pequeña colina, entrega a sus discípulos una enseñanza nueva, que comienza con la bienaventuranzas. Ella son como el retrato de Jesús, su forma de vida y el camino de la felicidad que anhela el corazón humano. Además de la nueva ley, el Señor nos invita a reconocerlo en los pobres, en los que sufren, en los que pasan necesidad.

De esto se nos juzgará al final de nuestra vida. La nueva alianza consiste precisamente en reconocer que gracias a Cristo la misericordia y la compasión de Dios nos rodea. 

***

Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española, en particolar a los grupos venidos de España, México, Argentina y otros países latinoamericanos. Hoy celebramos la fiesta de la Transfiguración del Señor. Pidamos a Jesús que su gracia nos transforme a imagen suya, para que viviendo según el espíritu de las bienaventuranzas seamos luz y consuelo para nuestros hermanos. Muchas gracias y que Dios los bendiga.

La Transfiguración

Mateo 17, 1-9. Fiesta Transfiguración. Pidamos a Dios que realice en nosotros una "transfiguración interior" que nos permita contemplar su divinidad.

Oración introductoria 

Señor, creo, auténticamente estoy convencido, que hoy me invitas a compartir esa vivencia que tuvieron Pedro, Santiago y Juan en mi oración. Dame tu luz para saber apartar toda distracción y poder contemplarte, conocerte y amarte más. 

Petición 

Señor, que siempre escuche tu voz, en mi corazón. 

Meditación del Papa Francisco 

La montaña en la Biblia representa el lugar de la cercanía con Dios y del encuentro íntimo con Él; el lugar de la oración, donde estar en la presencia del Señor. Allí arriba en el monte, Jesús se muestra a los tres discípulos transfigurado, luminoso, bellíssimo ; y después aparecen Moisés y Elías, que conversan con Él. Su rostro es tan resplandeciente y sus ropas tan cándidas, que Pedro se queda estupefacto, tanto que quisiera quedarse así, casi parar ese momento. Pero enseguida resuena de lo alto la voz del Padre que proclama a Jesús su Hijo predilecto, diciendo: "Escuchadlo". Esta palabra es importante ¿eh? Nuestro Padre que ha dicho a estos apóstoles y también nos dice a nosotros ´escuchad a Jesús, porque es mi Hijo predilecto´. Tengamos esta semana esta palabra en la cabeza y en el corazón. Escuchad a Jesús. Y esto no lo dice el Papa, lo dice Dios Padre, a todos, a mí, a vosotros, a todos, a todos. […] Escuchad a Jesús, no lo olvidéis. 

Es muy importante esta invitación del Padre. Nosotros, discípulos de Jesús, estamos llamados a ser personas que escuchan su voz y se toman en serio sus palabras. Para escuchar a Jesús, es necesario estar cerca de Él, seguirlo, como hacían las multitudes del Evangelio que le perseguían por las calles de Palestina» (SS Papa Francisco, 16 de marzo de 2014). 

Reflexión 

Jesús se aparta con tres de sus apóstoles para orar, y lo hace en un monte alto. ¿Qué sentido tiene este detalle para Él? Sin duda alguna Jesucristo escogió un lugar adecuado para ofrecer una señal de su divinidad. 

Jesús, para sus apóstoles, es el maestro y el guía de sus vidas, pero es fácil comprender que con el transcurrir del tiempo y las largas horas en su compañía perdieran de vista que Jesús era también el Mesías. En el capítulo 16 de este mismo evangelio podemos leer cómo Pedro realiza su confesión de fe, y manifiesta por primera vez que Cristo es el Mesías, el enviado por Dios para redimir al mundo.

Probablemente los milagros y curaciones no lograban mantener esta llama de fuego interior, que es la fe, en el corazón de los apóstoles, y Jesús quiso transfigurarse delante de ellos, es decir, mostrarse en toda su divinidad. 

También nosotros podemos ser como los apóstoles. Los hechos extraordinarios o milagrosos no son suficientes para mantener viva nuestra fe. En ocasiones pueden ayudarnos, pero la realidad es que a Cristo, a Dios, se le conoce en el diálogo, es decir, en la oración. Pidamos a Dios que realice en nosotros una "transfiguración interior" que nos permita contemplar su divinidad con el fin de conocerle y amarle cada día con más intensidad. 

Propósito 

Dedicar 15 minutos adicionales a esta meditación para gustar más de la contemplación de Cristo en el monte de la oración. 

Diálogo con Cristo 

Señor, sólo Tú eres la respuesta a todos mis anhelos y aspiraciones. Concédeme saber escucharte siempre para poder discernir el bien y el mal y, con tu gracia, podré adherirme a tu voluntad. Gracias por recordarme que nunca debo temer, porque Tú siempre estás conmigo, llenando mi vida de dones que tristemente, en ocasiones, dejo pasar. 

Vieron el cielo por un rato y querían quedarse

Querían quedarse allí para siempre, pero no era aún el momento. En el cielo querremos quedarnos para siempre

Les hizo ver el cielo por un rato. 

Querían quedarse allí para siempre, pero no era aún el momento. En el cielo querremos quedarnos para siempre, y será verdad, y será posible. 

Los condenados querrán ir al cielo por un rato al menos, y no irán ni siquiera por un rato.

¡Qué mal se está aquí! Pero allí se quedarán eternamente, en el lugar donde no se ama y donde la infelicidad ha puesto su morada eterna. ¡Qué bien se está aquí! Cuando uno dice eso es porque lo siente. 

Aquellos tres apóstoles se decían a sí mismos y nos decían a nosotros: ¡Qué bien se está en el cielo! Todos los santos han tenido una experiencia semejante a la del Tabor, es decir, han gustado anticipadamente el cielo. Y todos han dicho lo mismo: ¡Qué bien se está aquí...!San Pablo: "Tengo por seguro que..." Santa Teresa; "Vivo sin vivir en mí y tan alta vida espero, que muero porque no muero". San Ignacio de Loyola: "¡Qué miserable me parece la tierra cuando contemplo el cielo!" La aparición sirvió para fortalecerles en el momento de la prueba. En los momentos de dificultad y de dolor conviene recordar los momentos de luz. Las dificultades y problemas duran sólo esta vida, la felicidad del cielo nunca termina. Todos necesitamos esta motivación, este ángel de luz que nos sostenga en medio del dolor. Jesús quiso necesitarlo o simplemente lo necesitó en el supremo dolor, cuando sudaba sangre en Getsemaní.

Quiso tener en la hora de su muerte a María como un nuevo ángel que le ofrecía su amor y su presencia para resistir hasta el final. Con cuanto mayor razón necesitamos nosotros la presencia de ese ángel. 

Dios se ha adelantado a dárnoslo en María Santísima, el mismo ángel que a Él le consoló como nadie en este mundo. Cuando uno experimenta a Dios tan intensamente, lo demás desaparece. Se quiere únicamente ser de Dios. Ser de Dios felizmente y para siempre. ¡Quién pudiera decirlo, sentirlo y que fuera verdad!: Soy de Dios, pertenencia suya, nada mío, todo de Él, esclavo, siervo, hijo, consagrado. 

Los santos lo saben, lo empezaron a saber desde este mundo, desde que se despojaron de sus ricas ropas y se vistieron el sayal del siervo. "Mi Dios y mi todo", es una frase que decían en un suspiro de amor. Todos los santos han subido al Tabor desde este mundo, y antes de subir al Calvario. "Este es mi Hijo amado; escuchadle". ¡Con qué amor diría el Padre estas palabras! Con parecido amor dice de los buenos hijos: “Éstos son mis hijos predilectos”: Los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen. Sed santos. Todos los caminos se han recorrido en busca de lo mismo: la felicidad; y de todos han vuelto sin respuesta muchos, muchísimos hombres; sólo los santos nos han dicho algo diferente: "no me arrepiento". Luego, ¿han hallado lo que otros no? Tal parece.

Son felices. Y, ¿por qué?. Porque han servido al mejor Señor que los ha convertido en reyes; porque han salido de su cueva a mejorar el mundo; han amado a su prójimo, han dejado atrás su sucio egoísmo, han vivido de fe y amor; han luchado duramente por mejorar su mundo, la han hecho más pura, más fuerte, más generosa; éstos son los felices. Quién lo creyera, porque han quebrado y hecho pedazos todas las reglas de la lógica humana: Han matado su vida para vivir. "El mundo espera el paso de los santos" –dijo un sabio, Pablo VI-, porque los demás arreglan, si es que arreglan, los problemas materiales: pan y circo; pero el hombre requiere de curación para su alma, doctores del alma que sepan manejar la medicina celestial: Los santos la tienen y la dan; dan y, con Dios, la paz íntima, el por qué de la vida y de todo el peregrinar humano; ofrecen fortaleza y amor. Ellos mismos, con su ejemplo, ofrecen un estímulo a superarse, a elevarse del barro para volar a las alturas. 

Escuchadle. No escuchéis a los falsos profetas, no sigáis la voz del tentador que os presenta la felicidad en forma de drogas, sexo desenfrenado, borracheras, dinero, poder... 

Escuchadle. En las bienaventuranzas, en la invitación a la conversión, en el amor a Dios y a los hombres, en la invitación a la santidad. "Hoy, si escucháis su voz, no endurezcáis el corazón". Hoy no queremos escuchar, no queremos obedecer a nadie: ni a Dios, ni a la Iglesia, ni al Papa; ni a los padres, ni aún a la autoridad civil. Se requiere cierta humildad para orar y obedecer. El hombre de hoy, tal vez, se está volviendo progresivamente más soberbio, más seguro de sí y, por eso, no quiere escuchar, Pero el Padre le sigue pidiendo que escuche a quien es el Camino, la Verdad y la Vida. Porque el mismo hombre que no escucha a Dios, si escucha al Padre de la mentira, ese desobediente obedece a sus pasiones, a sus caprichos, hasta el punto de decir: "He aquí el esclavo del pecado, de los vicios. Hágase en mí según vuestros mandatos" Dios dice a los tres apóstoles: 

Escuchadle. Se lo dice en buena forma. Tiempo habrá en que la dura claridad de sus palabras se convierta en encrucijada de salvación o condenación.

"Vayan por todo el mundo y proclamen la buena noticia a toda criatura. El que crea y se bautice, se salvará; pero el que no crea se condenará". Mc.16,15-16

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