“Vendremos a él y haremos morada en él”
- 01 Mayo 2016
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VI DOMINGO DE PASCUA LA IGLESIA
(Act 15, 1-2. 22-29; Sal 66; Ap 21, 10-14. 22-23; Jn 14, 23-29)
Estamos llegando al final de la cuarentena pascual, y las palabras de Jesús en el Evangelio suenan a despedida, pero a la vez nos ofrecen una clave que es transfiguradora en todo tiempo. “Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, sigáis creyendo” (Jn 14, 28-29).
En principio parece que el despojo de la visión de la persona de Jesús es motivo de tristeza, pero si creemos que el Resucitado permanece entre nosotros, su marcha nos posibilita una relación más inmediata que si se apareciera visiblemente. Es la presencia que nos promete en la Iglesia, en la Palabra, en la Eucaristía, en la asamblea reunida en su nombre, en el prójimo, y hasta en los mismos acontecimientos.
La nueva Jerusalén ha comenzado, y la visión del Apocalipsis tiene su mejor concreción en la Iglesia. Ella es la esposa, la revestida como una novia, la nueva Jerusalén: “El ángel me transportó en éxtasis a un monte altísimo, y me enseñó la ciudad santa, Jerusalén, que bajaba del cielo, enviada por Dios, trayendo la gloria de Dios” (Ap 21, 10).
A lo largo de los siglos, gracias a la asistencia del Espíritu a la Iglesia, los creyentes pueden participar de la vida divina. La gracia bautismal, el perdón de los pecados, tomar parte en la mesa del Señor, el fortalecimiento en la fe, la sacramentalidad divina del amor humano, el ministerio sacerdotal y el bálsamo que cura las heridas son las mediaciones sacramentales que nos posibilitan vivir en este mundo como familia de Dios y formar, como piedras vivas el nuevo templo, la ciudad santa.
Vivimos momentos de esperanza. Si en los primeros tiempos del cristianismo, los discípulos, reunidos en concilio, bajo la acción del Espíritu, comprendieron que para pertenecer a la Iglesia, no era necesaria la circuncisión -“Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más cargas que las indispensables” (Act 15, 28), el mismo Espíritu, por voz del papa Francisco, sigue alentando a los hombres y mujeres de nuestro tiempo para que todos se sientan atraídos hacia el recinto de la misericordia y del perdón, y gocen así de la alegría del Evangelio.
Jesús se despide, pero el Maestro nos ha dejado la posibilidad de convivir con Él, de sentir su acompañamiento, de sabernos en la comunidad de los discípulos gracias a la mediación de la Iglesia, que nos ofrece la gracia sacramental, según la necesidad de cada uno.
¡Que nadie se prive del gozo de la misericordia! ¡Que todos puedan sentir la cercanía de Cristo resucitado, quien a través del Espíritu Santo, sigue alegrando el corazón de sus fieles!
La paz en la Iglesia
La misericordia de Dios no tiene fin.
En este Jubileo dejémonos sorprender por Dios. Él nunca se cansa de destrabar la puerta de su corazón para repetir que nos ama y quiere compartir con nosotros su vida. La Iglesia siente la urgencia de anunciar la misericordia de Dios. Su vida es auténtica y creíble cuando con convicción hace de la misericordia su anuncio.
Ella sabe que la primera tarea, sobre todo en un momento como el nuestro, lleno de grandes esperanzas y fuertes contradicciones, es la de introducir a todos en el misterio de la misericordia de Dios, contemplando el rostro de Cristo. La Iglesia está llamada a ser el primer testigo veraz de la misericordia, profesándola y viviéndola como el centro de la Revelación de Jesucristo.
Desde el corazón de la Trinidad, desde la intimidad más profunda del misterio de Dios, brota y corre sin parar el gran río de la misericordia. Esta fuente nunca podrá agotarse, sin importar cuántos sean los que a ella se acerquen. Cada vez que alguien tenga necesidad podrá venir a ella, porque la misericordia de Dios no tiene fin.
Francisco, Misericordiae Vultus 25
Bula de convocación del Jubileo extraordinario de la Misericordia
En el evangelio de Juan podemos leer un conjunto de discursos en los que Jesús se va despidiendo de sus discípulos. Los comentaristas lo llaman «El Discurso de despedida». En él se respira una atmósfera muy especial: los discípulos tienen miedo a quedarse sin su Maestro; Jesús, por su parte, les insiste en que, a pesar de su partida, nunca sentirán su ausencia.
Hasta cinco veces les repite que podrán contar con «el Espíritu Santo». Él los defenderá, pues los mantendrá fieles a su mensaje y a su proyecto. Por eso lo llama «Espíritu de la verdad». En un momento determinado, Jesús les explica mejor cuál será su quehacer: «El Defensor, el Espíritu Santo... será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho». Este Espíritu será la memoria viva de Jesús.
El horizonte que ofrece a sus discípulos es grandioso. De Jesús nacerá un gran movimiento espiritual de discípulos y discípulas que le seguirán defendidos por el Espíritu Santo. Se mantendrán en su verdad, pues ese Espíritu les irá enseñando todo lo que Jesús les ha ido comunicando por los caminos de Galilea. Él los defenderá en el futuro de la turbación y de la cobardía.
Jesús desea que capten bien lo que significará para ellos el Espíritu de la verdad y Defensor de su comunidad: «Os estoy dejando la paz; os estoy dando la paz». No solo les desea la paz. Les regala su paz. Si viven guiados por el Espíritu, recordando y guardando sus palabras, conocerán la paz.
No es una paz cualquiera. Es su paz. Por eso les dice: «No os la doy yo como la da el mundo». La paz de Jesús no se construye con estrategias inspiradas en la mentira o en la injusticia, sino actuando con el Espíritu de la verdad. Han de reafirmarse en él: «Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde».
En estos tiempos difíciles de desprestigio y turbación que estamos sufriendo en la Iglesia,sería un grave error pretender defender nuestra credibilidad y autoridad moral actuando sin el Espíritu de la verdad prometido por Jesús. El miedo seguirá penetrando en el cristianismo si buscamos asentar nuestra seguridad y nuestra paz alejándonos del camino trazado por él.
Cuando en la Iglesia se pierde la paz, no es posible recuperarla de cualquier manera ni sirve cualquier estrategia. Con el corazón lleno de resentimiento y ceguera no es posible introducir la paz de Jesús. Es necesario convertirnos humildemente a su verdad, movilizar todas nuestras fuerzas para desandar caminos equivocados y dejarnos guiar por el Espíritu que animó la vida entera de Jesús.
José Obrero, Santo Fiesta, 1 de mayo
El carpintero de Nazaret
Martirologio Romano: San José Obrero, el carpintero de Nazaret, que con su laboriosidad proveyó la subsistencia de María y de Jesús e inició al Hijo de Dios en los trabajos de los hombres. Por esta razón, en el día de hoy, en que se celebra la fiesta del trabajo en muchas partes del mundo, todos los obreros cristianos honran a san José como modelo y patrono suyo.
Breve Semblanza
Se cristianizó una fiesta que había sido hasta el momento la ocasión anual del trabajador para manifestar sus reivindicaciones, su descontento y hasta sus anhelos. Fácilmente en las grandes ciudades se observaba un paro general y con no menos frecuencia se podían observar las consecuencias sociales que llevan consigo la envidia, el odio y las bajas pasiones repetidamente soliviantadas por los agitadores de turno. En nuestro occidente se aprovechaba también ese momento para lanzar reiteradas calumnias contra la Iglesia que era presentada como fuerza aliada con el capitalismo y consecuentemente como el enemigo de los trabajadores.
Fue después de la época de la industrialización cuando toma cuerpo la fiesta del trabajo. Las grandes masas obreras han salido perjudicadas con el cambio y aparecen extensas masas de proletarios. También hay otros elementos que ayudan a echar leña al fuego del odio: la propaganda socialista-comunista de la lucha de clases.
Era entonces una fiesta basada en el odio de clases con el ingrediente del odio a la religión. Calumnia dicha por los que, en su injusticia, quizá tengan vergüenza de que en otro tiempo fuera la Iglesia la que se ocupó de prestar asistencia a sus antepasados en la cama del hospital en que murieron; o quizá lanzaron esas afirmaciones aquellos que un tanto frágiles de memoria olvidaron que los cuidados de la enseñanza primera los recibieron de unas monjas que no les cobraban a sus padres ni la comida que recibían por caridad; o posiblemente repetían lo que oían a otros sin enterarse de que son la Iglesia aquellas y aquellos que, sin esperar ningún tipo de aplauso humano, queman sus vidas ayudando en todos los campos que pueden a los que aún son más desafortunados en el ancho mundo, como Calcuta, territorios africanos pandemiados de sida, o tierras americanas plenas de abandono y de miseria; allí estuvieron y están, dando del amor que disfrutan, ayudando con lo que tienen y con lo que otros les dan, consolando lo que pueden y siendo testigos del que enseñó que el amor al hombre era la única regla a observar. Y son bien conscientes de que han sido siempre y son hoy los débiles los que están en el punto próximo de mira de la Iglesia. Quizá sean inconscientes, pero el resultado obvio es que su mala propaganda daña a quien hace el bien, aunque con defectos, y, desde luego, deseando mejorar.
El día 1 de Mayo del año 1955, el Papa Pío XII, instituyó la fiesta de San José Obrero. Una fiesta bien distinta que ha de celebrarse desde el punto de partida del amor a Dios y de ahí pasar a la vigilancia por la responsabilidad de todos y de cada uno al amplísimo y complejo mundo de la relación con el prójimo basada en el amor: desde el trabajador al empresario y del trabajo al capital, pasando por poner de relieve y bien manifiesta la dignidad del trabajo -don de Dios- y del trabajador -imagen de Dios-, los derechos a una vivienda digna, a formar familia, al salario justo para alimentarla y a la asistencia social para atenderla, al ocio y a practicar la religión que su conciencia le dicte; además, se recuerda la responsabilidad de los sindicatos para logro de mejoras sociales de los distintos grupos, habida cuenta de las exigencias del bien de toda la colectividad y se aviva también la responsabilidad política del gobernante. Todo esto incluye ¡y mucho más! la doctrina social de la Iglesia porque se toca al hombre al que ella debe anunciar el Evangelio y llevarle la Salvación; así mantuvo siempre su voz la Iglesia y quien tenga voluntad y ojos limpios lo puede leer sin tapujos ni retoques en Rerum novarum, Mater et magistra, Populorum progressio, Laborem exercens, Solicitudo rei socialis, entre otros documentos. Dar doctrina, enseñar donde está la justicia y señalar los límites de la moral; recordar la prioridad del hombre sobre el trabajo, el derecho a un puesto en el tajo común, animar a la revisión de comportamientos abusivos y atentatorios contra la dignidad humana... es su cometido para bien de toda la humanidad; y son principios aplicables al campo y a la industria, al comercio y a la universidad, a la labor manual y a la alta investigación científica, es decir, a todo el variadísimo campo donde se desarrolle la actividad humana.
Nada más natural que fuera el titular de la nueva fiesta cristiana José, esposo de María y padre en funciones de Jesús, el trabajador que no lo tuvo nada fácil a pesar de la nobilísima misión recibida de Dios para la Salvación definitiva y completa de todo hombre; es uno más del pueblo, el trabajador nato que entendió de carencias, supo de estrecheces en su familia y las llevó con dignidad, sufrió emigración forzada, conoció el cansancio del cuerpo por su esfuerzo, sacó adelante su responsabilidad familiar; es decir, vivió como vive cualquier trabajador y probablemente tuvo dificultades laborales mayores que muchos de ellos; se le conoce en su tiempo como José «el artesano» y a Jesús se le da el nombre descriptivo de «el hijo del artesano». Y, por si fuera poco, los designios de Dios cubrían todo su compromiso.
Fiesta sugiere honra a Dios, descanso y regocijo. Pues, ánimo. Honremos a Dios santificando el trabajo diario con el que nos ganamos el pan, descansemos hoy de la labor y disfrutemos la alegría que conlleva compartir lo nuestro con los demás.
Creación y trabajo: Dios creador y el hombre colaborando con él por amor. Meditación sobre el trabajo Jesús
Mayo: Mes de María
La Iglesia otorga este mes a María para conocerla y amarla más
Mayo es el mes de las flores, de la primavera. Muchas familias esperan este mes para celebrar la fiesta por la recepción de algún sacramento de un familiar. También, Mayo es el mes en el que todos recuerdan a su mamá (el famoso 10 de Mayo) y las flores son el regalo más frecuente de los hijos para agasajar a quien les dio la vida.
Por otro lado, todos saben que este mes es el ideal para estar al aire libre, rodeado de la belleza natural de nuestros campos. Precisamente por esto, porque todo lo que nos rodea nos debe recordar a nuestro Creador, este mes se lo dedicamos a la más delicada de todas sus creaturas: la santísima Virgen María, alma delicada que ofreció su vida al cuidado y servicio de Jesucristo, nuestro redentor.
Celebremos, invitando a nuestras fiestas a María, nuestra dulce madre del Cielo.
¿Qué se acostumbra hacer este mes?
- Recordar las apariciones de la Virgen. En Fátima, Portugal; en Lourdes, Francia y en el Tepeyac, México(La Guadalupe) la Virgen entrega diversos mensajes, todos relacionados con el amor que Ella nos tiene a nosotros, sus hijos.
- Meditar en los cuatro dogmas acerca de la Virgen María que son:
- Su inmaculada concepción: A la única mujer que Dios le permitió ser concebida y nacer sin pecado original fue a la Virgen María porque iba a ser madre de Cristo.
- Su maternidad divina: La Virgen María es verdadera madre humana de Jesucristo, el hijo de Dios.
- Su perpetua virginidad: María concibió por obra del Espíritu Santo, por lo que siempre permaneció virgen.
- Su asunción a los cielos: La Virgen María, al final de su vida, fue subida en cuerpo y alma al Cielo.
- Recordar y honrar a María como Madre de todos los hombres. María nos cuida siempre y nos ayuda en todo lo que necesitemos. Ella nos ayuda a vencer la tentación y conservar el estado de gracia y la amistad con Dios para poder llegar al Cielo. María es la Madre de la Iglesia
- Reflexionar en las principales virtudes de la Virgen María. María era una mujer de profunda vida de oración, vivía siempre cerca de Dios. Era una mujer humilde, es decir, sencilla; era generosa, se olvidaba de sí misma para darse a los demás; tenía gran caridad, amaba y ayudaba a todos por igual; era servicial, atendía a José y a Jesús con amor; vivía con alegría; era paciente con su familia; sabía aceptar la voluntad de Dios en su vida.
- Vivir una devoción real y verdadera a María.
- Se trata de que nos esforcemos por vivir como hijos suyos. Esto significa:
- Mirar a María como a una madre: Platicarle todo lo que nos pasa: lo bueno y lo malo. Saber acudir a ella en todo momento.
- Demostrarle nuestro cariño: Hacer lo que ella espera de nosotros y recordarla a lo largo del día.
- Confiar plenamente en ella: Todas las gracias que Jesús nos da, pasan por las manos de María, y es ella quien intercede ante su Hijo por nuestras dificultades.
- Imitar sus virtudes: Esta es la mejor manera de demostrarle nuestro amor.
- Rezar en familia las oraciones especialmente dedicadas a María.. La Iglesia nos ofrece bellas oraciones como la del Ángelus (que se acostumbra a rezar a mediodía), elRegina Caeli, la Consagración a María y el Rosario.
Varias oraciones Marianas - Cantar las canciones dedicadas a María
Que nos ayudan a recordar el inmenso amor de nuestra madre a nosotros, sus hijos
- Treinta días de oración a la Reina del Cielo
- La Anunciación
- La Visita a su prima Isabel
- El Nacimiento de Cristo
- La Presentación del Niño Jesús en el templo
- El Niño Jesús perdido y hallado en el templo
- Las Bodas de Caná
- María al pie de la cruz.
Francisco, hoy, en el Regina Coeli
El Papa exhorta a la comunidad internacional a "reforzar el diálogo en Siria, único camino para la paz"
"Los abusos a menores son una tragedia, no se deben tolerar. Debemos castigar severamente a los abusadores"
"No estamos solos, Jesús está cerca, en medio de nosotros, dentro de nosotros"
Jesús Bastante, 01 de mayo de 2016 a las 12:15
Reclamó a las autoridades, instituciones políticas y económicas y a la sociedad civil "que se promueva un modelo que tenga en cuenta la dignidad humana y el pleno respeto a las normativas sobre el trabajo y el ambiente"
(Jesús Bastante).- Regina Coeli en la plaza de San Pedro. Fiesta de la Pascua ortodoxa. Francisco felicita a nuestros hermanos en la fe, y vuelve a clamar contra la tragedia en Siria, poniendo el foco en Alepo, donde "la espiral de violencia agrava la ya desesperada situación humanitaria del país". Saluda a los peregrinos de Madrid, Barcelona, Varsovia... y a una asociación que trabaja con niños víctimas de pederastia. Y grita, una vez más, contra esta lacra: "Los abusos a menores son una tragedia que no debemos tolerar. Debemos castigar severamente a los abusadores".
"No podemos tolerar los abusos sobre menores, debemos defenderlos, y castigar severamente a lo abusadores -indicó a los miembros de la asociación-. Gracias por vuestro empeño, y continuad con coraje vuestro trabajo".
En su alocución, el Papa destaca de llevar la oración en el corazón, para "que yo entienda y recuerde estas palabras de Jesús, y después dé el paso, todos los días". Porque "no estamos solos. Jesús está cerca de nosotros, en medio de nosotros, dentro de nosotros".
Su presencia viene mediante el don del Espíritu Santo que nos enseña "un modo de pensar, de vivir, de distinguir qué es bueno y qué malo. Que nos ayuda a practicar la carida de Jesús, su darse a los otros, especialmente a los más débiles".
El Espíritu que se muestra en la paz de Jesús a sus discípulos. "La paz de Jesús supone la victoria sobre el pecado, sobre el egoísmo, que impide amarnos como hermanos". Frente a ello, la paz "del crucificado resucitado, certeza de su victoria y de su venida definitiva", que pidió "acoger con docilidad".
En los saludos, Francisco felicitó "a nuestros hermanos de la iglesia de Oriente, que celebran hoy la Pascua. El Señor ha resucitado y nos da los dones de su luz y su paz". También, mostró su "profundo dolor" por "las dramáticas noticias provenientes de Siria, en particular en la ciudad de Alepo", donde "aumenta la espiral de violencia que agrava la ya desesperada situación humanitaria del país", con miles de "víctimas inocentes, niños y enfermos, y aquellos que con gran sacrificio están empeñados en ayudar al prójimo".
"Exhorto a todas las partes envueltas en el conflicto a respetar el cese de hostilidades y a reforzar el diálogo en curso, único camino que conduce a la paz", proclamó Francisco, quien también tuvo palabras con motivo del Día del Trabajo, reclamando a las autoridades, instituciones políticas y económicas y a la sociedad civil "que se promueva un modelo que tenga en cuenta la dignidad humana y el pleno respeto a las normativas sobre el trabajo y el ambiente"
Al medio día de este domingo, el papa Francisco rezó la oración del Regina Coeli desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico, ante miles de fieles, peregrinos y turistas reunidos en la plaza de San Pedro. El Santo Padre recordando el evangelio de hoy señaló que el Espíritu Santo instruye a sus discípulos. Reiteró la importancia de leer diariamente el Evangelio pidiendo al Espíritu Santo que dé entendimiento, a llevar su caridad y que no estamos solos. Después de la oración el Santo Padre recordó la dramática situación de Siria, pidió se respete la tregua y reiteró que el diálogo es la única posibilidad para lograr la paz. Felicitando a la Asociación ‘Meter’, se refirió a los casos de abusos a menores y pidió nunca tolerarlos, defenderlos y castigar severamente a los abusadores.
A continuación el Texto Completo:
“¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días! El Evangelio de hoy nos lleva nuevamente al Cenáculo. Durante la Última Cena, antes de enfrentar a la pasión y la muerte en la cruz, Jesús promete a los apóstoles el don del Espíritu Santo, que tendrá la tarea de enseñar y de recordar sus palabras a la comunidad de los discípulos. Lo dice el mismo Jesús: « El Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho» (Jn 14,26). ). Enseñar y recordar. Y esto es lo que hace el Espíritu Santo en nuestros corazones. En el momento en el que está por regresar al Padre, Jesús preanuncia la venida del Espíritu que ante todo enseñará a los discípulos a entender cada vez más plenamente el Evangelio, a recibirlo en su existencia y a hacerlo vivo y operante con el testimonio. Mientras está por confiar a los Apóstoles –que justamente quiere decir, enviados– la misión de llevar el anuncio del Evangelio por todo el mundo, Jesús promete que no se quedarán solos: el Espíritu Santo, el Paráclito, estará con ellos, a su lado, es más, estará en ellos, para defenderlos y sostenerlos. Jesús regresa al Padre pero sigue acompañando y enseñando a sus discípulos mediante el don del Espíritu Santo.
El segundo aspecto de la misión del Espíritu Santo consiste en el ayudar a los Apóstoles a recordar las palabras de Jesús. El Espíritu tiene la tarea de despertar la memoria, recordar las palabras de Jesús. El divino Maestro ha comunicado ya todo aquello que pretendía confiar a los Apóstoles: con Él, Verbo encarnado, la revelación es completa. El Espíritu hará recordar las enseñanzas de Jesús en las diversas circunstancias concretas de la vida, para poderlas poner en práctica. Es precisamente lo que sucede todavía hoy en la Iglesia, guiada por la luz y la fuerza del Espíritu Santo, para que pueda llevar a todos el don de la salvación, o sea el amor y la misericordia de Dios. Por ejemplo, cuando ustedes leen todos los días –como les he aconsejado– un pasaje del Evangelio, pedir al Espíritu Santo: “Que yo entienda y que yo recuerde estas palabras de Jesús”. Y después de leer el pasaje, todos los días… Pero antes hacer aquella oración al Espíritu, que está en nuestro corazón: “Que yo recuerde y que yo entienda”. ¡No estamos solos: Jesús está cerca de nosotros, en medio de nosotros, dentro de nosotros! Su nueva presencia en la historia ocurre mediante el don del Espíritu Santo, por medio del cual es posible instaurar una relación viva con Él, el Crucificado Resucitado.
El Espíritu, difundido en nosotros con los sacramentos del Bautismo y de la Confirmación, actúa en nuestra vida. Él nos guía en la forma de pensar, de actuar, de distinguir qué cosa es buena y qué cosa es mala; nos ayuda a practicar la caridad de Jesús, su darse a los demás, especialmente a los más necesitados.
¡No estamos solos! Y la señal de la presencia del Espíritu Santo es también la paz que Jesús dona a sus discípulos: «Les doy mi paz» (v. 27). Ella es diferente de aquella que los hombres se desean e intentan realizar.
La paz de Jesús brota de la victoria sobre el pecado, sobre el egoísmo que nos impide amarnos como hermanos. Es don de Dios y señal de su presencia. Cada discípulo, llamado hoy a seguir a Jesús cargando la cruz, recibe en sí la paz del Crucificado Resucitado en la certeza de su victoria y en la espera de su definitiva venida.
Que la Virgen María nos ayude a recibir con docilidad el Espíritu Santo como maestro interior y como memoria viva de Cristo en el camino cotidiano”.
El papa reza la oración del Regina Coeli y a continuación dice las siguientes palabras.
“Queridos hermanos y hermanas, mi cordial saludo va a nuestros hermanos de las Iglesias de Oriente que celebran hoy la Pascua. El Señor resucitado les dé a todos, los dones de su luz y de su paz. Christos anesti!
Recibo con profundo dolor las dramáticas noticias que provienen de Siria, sobre la espiral de violencia que sigue agravando la ya desesperada situación humanitaria del país, en particular en la ciudad de Alepo, y a producir víctimas inocentes, incluso entre los niños, enfermos y quienes con gran sacrificio se empeñan a dar ayuda al prójimo.
Exhorto a todas las partes involucradas en el conflicto a respetar el cese de las hostilidades y a reforzar el diálogo en curso, el único camino que conduce a la paz.
Se abre mañana en Roma la conferencia internacional sobre el tema “El desarrollo sostenible y las formas más vulnerables de trabajo”. Deseo que el evento pueda sensibilizar las autoridades, las instituciones políticas y económicas y la sociedad civil, para que se promueva un modelo de desarrollo que tenga en cuenta la dignidad humana en el pleno respeto de las normas sobre el trabajo y el ambiente.
Saludo a los peregrinos provenientes de Italia y de otros países, en particular saludo a los fieles de Madrid, Barcelona y Varsovia, como también a la comunidad Abraham, empeñada en proyectos de evangelización en Europa; a los peregrinos de Olgiate y Comasco, Bagnolo Mella y a quienes han recibido la Confirmación en Castelli Calepio.
Saludo a la Asociación ‘Meter’, que desde hace tantos años lucha contra toda forma de abuso contra los menores. Esta es una tragedia. No debemos tolerar los abusos contra los menores. Tenemos que defender a los menores y castigar severamente a los abusadores. ¡Gracias por vuestro empeño y sigan con coraje en esta labor!
Y a todos les deseo que tengan un buen domingo y por favor no se olvide de rezar por mi. ‘Buon pranzo’ y ‘arrivederici'”.