«Sed perfectos como mi Padre celestial es perfecto»

Evangelio según San Mateo 5,43-48. 

Jesús dijo a sus discípulos: Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. 

Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores; así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos. 

Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos? 

Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos? 

Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo. 

Santa Digna Córdoba

Virgen y mártir, Santos Anastasio presbítero, Félix monje  mártires cordobeses ( s. IX)  Fueron martirizados en Córdoba el 14 de Junio. Ella era una religiosa contemplativa y Félix un monje de un convento de la capital y natural de Alcalá de Henares.  Después de degollados, sus cuerpos fueron quemados y las cenizas arrojadas al río Guadalquivir. Sufrieron el martirio como tantos cristianos significativos en la era de persecución cordobesa. Se llaman mozárabes los cristianos que vivieron en tierra de musulmanes en España (711-1492) manteniendo su fe. En general, se puede decir que llevaron una vida muy difícil, y los que aquí enumeramos pagaron su fidelidad a Cristo con el martirio. También hoy son un modelo para el que quiera vivir al Evangelio fielmente.

El elenco de los santos mozárabes, que recoge el "Martyrologium Romanum" (Roma 2001), está compuesto en su mayoría por mártires, y por unos pocos confesores. Tenemos relatos de los martirios de la mayoría de ellos, escritos por contemporáneos, que los conocieron personalmente, y, que incluso compartieron la cárcel con ellos, y, posteriormente, padecieron el martirio2. Estos hombres y mujeres son mártires en el verdadero sentido de la palabra, es decir, que padecieron la muerte violenta por no renegar de su fe, y por practicar libremente el cristianismo, dando así un "testimonio" inapelable de la Resurrección de Jesucristo. Llevaron una vida santa, de oración, amor a Dios y al prójimo, sin usar la violencia, detestable para un cristiano, y recibieron la muerte que ni deseaban, ni buscaban, con una inexplicable entereza y paz del alma, haciendo el bien, y no causando el mal. Fueron, en definitiva, buenos imitadores de Jesucristo, el Dios único, que se hizo Hombre y bajó a la tierra para salvarnos.

(1) Cf.CONGREGATIO DE CULTU DIVINO ET DISCIPLINA SACRAMENTORUM"Martyrologium Romanum" (Roma 2001).

(2) SAN EULOGIO, "Memorial de los santos"; "Documento martirial"; "Apologético de los mártires"; ÁLVARO DE CÓRDOBA, "Vida de Eulogio".

Oremos
«Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y Dios de todo consuelo; él nos consuela en todas nuestras luchas, para poder nosotros consolar a los que están en toda tribulación, mediante el consuelo con que nosotros somos consolados por Dios. Porque si es cierto que los sufrimientos de Cristo rebosan sobre nosotros, también por Cristo rebosa nuestro consuelo. «   2 Corintios 1, 3-5

 Padre nuestro del cielo, que hoy nos alegras con al fiesta anual de Santa Digna, concédenos la ayuda de sus méritos a los que hemos sido iluminado con el ejemplo de su virginidad y de su fortaleza. Por nuestro Señor Jesucristo.

San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia 
Comentario a la carta de san Juan, nº 1,9

«Sed perfectos como mi Padre celestial es perfecto»

«En esto reconocemos que estamos en Dios: si en él somos perfectos.» Aquí Juan quiere decir: perfectos en el amor (1Jn 4,17). ¿Cuál es la perfección del amor? Amar a nuestros enemigos y amarlos hasta tal punto que lleguen a ser nuestros hermanos. En efecto, nuestro amor no debe ser un amor según la carne. Ama, pues, a tus enemigos deseando que sean tus hermanos; ama a tus enemigos de manera que se sientan llamados a vivir en comunión contigo. 

Es así que amó aquél que, colgado de la cruz, decía: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34). A través de una oración cargada de misericordia y de un gran poder, quería arrancarlos de la muerte eterna. Por otra parte, muchos de ellos creyeron y fueron perdonados por haber hecho derramar la sangre de Cristo. Se la hicieron derramar encarnizándose contra él; al creer la bebieron. «En esto reconocemos que estamos en él: si en él somos perfectos.» El Señor nos invita a esta perfección de amor a los enemigos cuando dice: «Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto».

Amen a sus enemigos y rueguen por los que les persiguen

Tiempo Ordinario. Si realmente creyéramos que somos hijos del Padre celestial y que estamos destinados a la vida eterna, todo en nosotros cambiaría.

Oración introductoria
Jesucristo, yo quiero darte lo mejor de mí. Sabes que lo busco en serio, pero soy débil. Busco la santidad y la anuncio, pero me avergüenzo de ella; quiero cambiar, pero me gusta mi imperfección. Necesito de ti para enorgullecerme y amar la santidad. Jesús, que no me quede en palabras.

Petición
Señor, quítame el miedo a la santidad. Dame tu gracia para comprender que la santidad es la verdadera donación y que no consiste en grandes proyectos, sino en el trato personal con los que me rodean, rezando por los que nos persiguen, amando a los que nos odian, saludando a los que no nos conocen.

Meditación del Papa Francisco
Jesús, en el Evangelio, replica: “Sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto”. Estas palabras nos interpelan a todos nosotros, discípulos del Señor; y hoy se dirigen especialmente a mi? y a ustedes […] Imitar la santidad y la perfección de Dios puede parecer una meta inalcanzable. Sin embargo, la Primera Lectura y el Evangelio sugieren ejemplos concretos de como el comportamiento de Dios puede convertirse en la regla de nuestras acciones.

Pero recordemos, todos nosotros, que, sin el Espíritu Santo, nuestro esfuerzo sería vano. La santidad cristiana no es en primer término un logro nuestro, sino fruto de la docilidad ?querida y cultivada? al Espíritu del Dios tres veces Santo.

El Levítico dice: “No odiara?s de corazo?n a tu hermano... No te vengarás, ni guardarás rencor... sino que amarás a tu prójimo...”. Estas actitudes nacen de la santidad de Dios. Nosotros, sin embargo, a veces somos tan diferentes, tan egoístas y orgullosos...; pero la bondad y la belleza de Dios nos atraen, y el Espíritu Santo nos puede purificar, nos puede transformar, nos puede modelar día a día. (Homilía de S.S. Francisco, 23 de febrero de 2014).

Reflexión apostólica
Nos falta fe. Si realmente creyéramos que somos hijos de nuestro Padre celestial y que estamos destinados a la vida eterna, todo en nosotros cambiaría. Entonces, comprenderíamos que esta vida con sus sufrimientos y sus pesares, son sólo una preparación para la vida eterna. Esa vida eterna en la que nos sorprenderíamos de lo que hay. Una vida en la que me saludarán incluso los desconocidos, en la que estaremos cerca de la perfección.

Lo mejor de todo es que no hay que esperar tanto; podemos empezar ahora. Sólo hay que acoger al Señor y amarlo con el corazón para traer el cielo a la tierra. Al inicio, costará, pero poco a poco la caridad dará otro sabor al sacrificio, hasta que encontremos que hacer el bien es lo más agradable que existe en el mundo. Y, entonces, disfrutaremos el perdonar, el renunciar a nuestros gustos por los demás, el amor. Entonces, y sólo, entonces, habremos comprendido lo que significa el Cristianismo: ser felices haciendo felices a los demás.

Propósito
Ofreceré la actividad que más me gusta por amor a Dios.

Diálogo con Cristo
Jesús, te pido que aumentes mi fe para que me de cuenta de que la santidad no es hacer lo que no me gusta, sino lo que te gusta a Ti. Dame tu gracia para perdonar de corazón como Tú me has perdonado, Dios mío; para amar no sólo a los que me quieren, sino a los que me han hecho algún daño; para parecerme cada día más a ti.

Se considera como perfección el esfuerzo constante por la perfección. (San Jerónimo, Epist. 254)

¡Qué bueno que hoy no pasé de largo !
Yo soy una de esas personas que el otro día pasó de largo, si esa, la que tu esperabas, la que no entró y se alejó... pero con la soledad y el peso de la cruz.

Las puertas están cerradas.... es porque hace frío. Hago el intento de que se abran y una de las hojas cede y en silencio me invita a entrar...

Hoy es jueves pero en la Capilla no hay nadie, pero TÚ si estás. Tu siempre estás.

Yo soy una de esas personas que el otro día pasó de largo... si esa, la que tu esperabas, la que no entró y se alejó perdiéndose en el ir y venir de la gente... entre mucha gente, entre mucho tráfico, pero con mi soledad y el peso de mi cruz.

Y ahora que estoy frente a Ti... no es fácil....no siento nada. Una frialdad que me llena de incertidumbre porque mi corazón se ha endurecido, porque no valgo nada y tu no me puedes amar porque estoy muy lejos de Ti y nada puedo ofrecerte. Todo un abismo.... entre tú y yo, Señor. Mis pensamientos se diluyen y mi corazón está helado, tanto o más como la tarde que está afuera... ¿qué me pasa? ¿para qué vine?... no sé qué decirte y sin embargo se que estás ahí...que te quedaste por mi y porque sabías que HOY no iba a pasar de largo....¿no será demasiada presunción?.

Tengo el alma enferma, no soy persona buena...¡te olvido y ofendo tantas veces, Señor!

Dime, ¿qué tenía Mateo? que le dijiste: ¡Sígueme!- y él dejándolo todo, se levantó y te siguió. Sigo recordando este pasaje de tu vida "cuando habitaste entre nosotros" y Mateo te ofreció un gran banquete y fuiste. Allí estaban los fariseos y los escribas y te criticaban diciendo: ¿Por qué come y bebe con publicanos y pecadores?. Y tú, Jesús, les respondiste: No son los sanos lo que necesitan médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan. Lc 5,27-32

Tu hablabas de mi, tu pensabas en mi, en los que te olvidamos, en los que tú querías y quieres curar como el médico a los enfermos y dijiste: no vengo por los justos sino por los pecadores, para que se conviertan ¡Qué gran amor el tuyo, Jesús!.

Yo, que hace un momento no sabía cómo orar, no sabía que decirte, ahora siento la humedad del llanto en los ojos y con tus palabras has hecho latir fuerte mi corazón, antes como dormido, al reclamo de tu voz que me dice:

Yo estoy aquí para curar tus males, esos males que te avasallan y te aniquilan, para darte la paz de mi amor, para decirte que vine por ti y por todos los que se sienten hoy como tú. Mira, un día estuve muriendo en una cruz y fue por ti y por ti me quedé con los brazos abiertos para esperarte diciéndole al Padre: ¡perdónalos porque no saben lo que hacen. 

Sí, Señor, tu eres mi Dios y entregaste tu vida para que por tu muerte tenga un día un lugar en el Cielo y sé lo que valgo para ti, que hasta la vida diste por mí. ¡ Qué bueno que entré, Señor, para hacerte compañía buscando tu ayuda, tu perdón y consuelo!.
¡ Qué bueno que HOY no pasé de largo !

El Papa en Sta. Marta invita a rezar por los enemigos

En la homilía de este martes, el Santo Padre recuerda que Jesús ofrece “muchos ejemplos” para mostrar los mandamientos bajo una nueva luz



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(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Saber rezar por los que nos quieren mal hará mejorar a los enemigos y nos hará más hijos del Padre. Lo ha indicado el papa Francisco en su homilía de la misa celebrada esta mañana en Santa Marta. El Santo Padre ha reflexionado sobre el pasaje del Evangelio en el que Jesús exhorta a los discípulos a tender a la perfección de Dios “que hace salir su sol sobre los malos y los buenos”.

“Habéis oído que se dijo. Yo en cambio, os digo”. La Palabra de Dios y dos formas irreconciliables de entenderla: una árida lista de deberes y prohibiciones o la invitación a amar al Padre y a los hermanos con todo el corazón, llegando al culmen de rezar por el propio adversario.  
Así el papa Francisco ha precisado que es la dialéctica del debate entre Doctores de la Ley y Jesús, entre la Ley propuesta de forma esquemática al pueblo hebreo de sus jefes y la “plenitud” de esa misma Ley que Cristo afirma que ha venido a traer.

El Pontífice ha subrayado una vez más que Jesús, cuando comienza su predicación, obstaculizado por sus adversarios, la explicación de la Ley en ese tiempo estaba en crisis.Así, ha indicado que “había una explicación muy teórica, casuística… Digamos que era una ley en la que no estaba el corazón en la Ley, que es el amor que Dios nos ha dado”. Por eso –ha aclarado el Santo Padre– el Señor repite lo que estaba en el Antiguo Testamento, ¿cuál es el mandamiento más grande? “Amar a Dios con todo el corazón, con todas tus fuerzas, con toda el alma, y al prójimo como a ti mismo. Y en las explicaciones de los Doctores de la Ley esto no estaba en el centro”, ha observado.

De este modo el Santo Padre ha recordado que en el centro estaban los casos: ¿pero se puede hacer esto? ¿Hasta qué punto se puede hacer esto? ¿Y si no se puede? “La casuística propia de la Ley”. Así, Francisco ha señalado que Jesús toma esto y retoma el verdadero sentido de la Ley para llevarlo a su plenitud.

Al respecto el Pontífice ha observado cómo Jesús ofrece “muchos ejemplos” para mostrar los mandamientos bajo una nueva luz. “No matar” quiere decir también no insultar a un hermano y así sucesivamente hasta subrayar cómo el amor sea “más generoso que la letra de la Ley”, en el manto añadido como regalo a quien había pedido vestido y en los dos kilómetros hechos con quien había pedido ser acompañado durante solo uno.

Es un trabajo –ha precisado el Santo Padre– que no es solo un trabajo para cumplir la ley, sino que es un trabajo de sanación del corazón. En esta explicación que Jesús hace sobre los mandamientos hay un camino de sanación: un corazón herido por el pecado original debe ir por este camino de sanación y sanar para parecerse al Padre, que es perfecto. Un camino de sanación –ha añadido– para ser hijos como el Padre.

Y la perfección que Jesús indica es la que aparece en el Evangelio de hoy de Mateo. “Es el último peldaño” de este camino, el más difícil. Al respecto, el papa Francisco ha recordado que cuando era pequeño, pensando en uno de los grandes dictadores de la época, se solía rezar para que Dios le reservara pronto el infierno. Sin embargo “Dios pide una examen de conciencia”.

Finalmente, el Santo Padre ha pedido que el Señor nos dé la gracia de rezar por los enemigos, rezar por los que no nos quieren. Ha invitado a “rezar por los que nos hacen mal, que nos persiguen”, pensando en su nombre y apellido.

El papa Francisco ha asegurado que esta oración hará dos cosas: a él le hará mejorar porque la oración es poderosa, y a nosotros nos hará más hijos del Padre.

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