El poder de una oración perseverante
- 03 Agosto 2016
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Evangelio según San Mateo 15,21-28.
Jesús partió de allí y se retiró al país de Tiro y de Sidón. Entonces una mujer cananea, que procedía de esa región, comenzó a gritar: "¡Señor, Hijo de David, ten piedad de mí! Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio".
Pero él no le respondió nada. Sus discípulos se acercaron y le pidieron: "Señor, atiéndela, porque nos persigue con sus gritos". Jesús respondió: "Yo he sido enviado solamente a las ovejas perdidas del pueblo de Israel". Pero la mujer fue a postrarse ante él y le dijo: "¡Señor, socórreme!". Jesús le dijo: "No está bien tomar el pan de los hijos, para tirárselo a los cachorros". Ella respondió: "¡Y sin embargo, Señor, los cachorros comen las migas que caen de la mesa de sus dueños!". Entonces Jesús le dijo: "Mujer, ¡qué grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo!". Y en ese momento su hija quedó curada.
San Juan Crisóstomo (c. 345-407), presbítero en Antioquía, después obispo de Constantinopla, doctor de la Iglesia
Homilía sobre san Mateo, nº 52, 1-3
El poder de una oración perseverante
Siendo así que debería haberse sentido desanimada, la Cananea se acerca aún más y, adorando a Jesús, le dice: “ ¡Señor, ayúdame!”. Pero mujer, ¿es que tú no has oído lo que ha dicho: “He sido enviado sólo a las ovejas perdidas de la casa de Israel”? Sí, lo he entendido, contesta ella, pero es el Señor…
Es porque Cristo había previsto su respuesta que difiere conceder su petición. Rehusó su petición para subrayar su piedad. Si no la hubiera querido escuchar, no le hubiera concedido su petición, al final… Sus respuestas no fueron para apenarla, sino más bien para atraerla y revelar ese tesoro escondido.
Pero te pido que consideres, al mismo tiempo que su fe, su profunda humildad. Jesús dio a los judíos el nombre de hijos; la Cananea va todavía más allá de este título y les llama los amos, tan lejos estaba ella de ser sujeto del elogio de otro: “Los perritos comen de la miajas que caen de la mesa de sus amos”…Y es a causa de ello que fue admitida entre los hijos. Cristo le dice entonces: “Mujer, grande es tu fe”. Y tardó en pronunciar esta palabra y recompensar a esta mujer: “¡Que se cumpla según deseas!”. Ya lo ves, la Cananea tuvo un parte grande en la curación de su hija. En efecto, Cristo no le dice: que tu hija sea curada, sino: “¡Grande es tu fe, que se cumpla según deseas!” Y aún fíjate bien en esto: allí donde los apóstoles habían fracasado y nada habían obtenido, ella lo consigue. Este es el poder la una oración perseverante.
San Pedro de Anagni
Amigo y colaborador de Bruno de Segni, que fue su biógrafo, procedía de la noble familia de príncipes lombardos de Salerno que se establecieron allí en el siglo IX, aunque el año 1077, en vida de este santo, la ciudad fue conquistada por los normandos. La Bula suscrita por el papa Pascual II en 1110 mediante la cual lo elevó a la gloria de Bernini se hacía eco de la narración que Bruno hizo de Pedro. En la actualidad se conserva incompleto otro documento redactado antes de 1181, cuyo autor fue Pedro II de Anagni, al que se le puede dar cierta credibilidad. En conjunto el relato permite recomponer su trayectoria vital que se inicia subrayando su temprana orfandad tras la cual fue conducido al monasterio de San Benito, donde se inició en la espiritualidad monástica. Allí cultivó la oración y el estudio impregnándose de la fecunda tradición conservada y acrecentada por sus hermanos a través de la regla que les legó su insigne fundador. Junto a ellos obtuvo la preparación que unida a sus excelsas virtudes a su tiempo le llevarían a ser un gran obispo.
Desde el punto de vista histórico, la situación eclesial se hallaba inmersa en el espíritu de la reforma que tuvo en san Gregorio Magno a uno de sus grandes impulsores. Fue continuada por Gregorio VII en las dos últimas décadas del siglo XI, aunque se había iniciado a mediados del mismo, durante el pontificado de León IX. Por otro lado, para comprender el contexto existencial en el que discurrió la vida de Pedro, y cómo llegó a ocupar la sede de Anagni, conviene recordar que a la muerte del papa Esteban IX se produjo la elección de Benedicto X sin que hubiese unanimidad en el Colegio cardenalicio.
Los que estaban en desacuerdo eligieron a Nicolás II en Siena contando con el voto de Hildebrando, futuro Gregorio VII. Pero al morir Nicolás II en 1061, los nobles de Roma y los prelados lombardos apelaron al derecho imperial reclamando la designación de un nuevo pontífice. Entonces intervino el cardenal Hildebrando, y reivindicó la legitimidad de los decretos para la elección papal ratificados por el sínodo de Melfi en agosto de 1059. Se escogió como sucesor de Nicolás al obispo de Lucca, Anselmo da Baggio, que tomó el nombre de Alejandro II; su pontificado duró doce años.
En esta época, el cardenal Hildebrando, que había conocido a Pedro en el monasterio benedictino de Salerno, estaba al corriente de su admirable virtud y excelente preparación. De modo, que sugirió al pontífice Alejandro II que lo designase su capellán. Esta cercana relación de Pedro con el papa, quien puso en él su confianza, le permitió adquirir una gran experiencia en temas eclesiásticos. Ayudó al Santo Padre en temas dolorosos y problemáticos que se dieron entonces, como la disciplina interna eclesial y los privilegios de los laicos que habían ido usurpando los bienes de la Iglesia, entre otros asuntos. Pedro fue también impulsor de la reconstrucción de la catedral-basílica de Salerno, una de sus acciones por la que es bien conocido, que reclamó su atención entre 1072 y 1103.
Pues bien, Alejandro II consagró a Pedro obispo de Anagni y lo envió como legado suyo a la corte del emperador de Bizancio, Miguel VII, para reconciliarlo con la fe católica. Precisamente las fuentes atribuyen a este monarca su ayuda para la reconstrucción de la catedral; se piensa que pudieron intervenir en ella artesanos bizantinos. En 1096, mientras la obra estaba en marcha, el santo participó en la Primera Cruzada junto a su líder, Bohemundo I de Tarento, que sería príncipe de Antioquia y que marchó a luchar a Tierra Santa. Pedro se mantuvo al lado del emperador de Constantinopla. Durante cuarenta y tres años de episcopado, parte de los cuales tuvieron lugar mientras Hildebrando, ya como Gregorio VII, ocupaba la Silla de Pedro (fue elegido en 1073 y rigió la Iglesia hasta que se produjo su deceso en 1085), el santo prelado de Anagni tuvo que afrontar diversos problemas espinosos. La Iglesia dejaba mucho que desear y el papa, que fue un enérgico reformador, no estaba dispuesto a mantener los deplorables testimonios que se daban en ella. Luchó contra la simonía, las investiduras y estableció el celibato sacerdotal en contra de una mayoría del clero incendiado por un decreto que no inicialmente no estuvo dispuesto a acoger. No le tembló la mano y en el concilio realizado en Roma en 1075 excomulgó a varios obispos.
Pues bien, este clamor en contra de la reforma salpicó a la sede Anagni donde fue palpable la reticencia de muchos clérigos, un hecho que produjo a Pedro gran sufrimiento ya que era un fiel hijo de la Iglesia y estuvo indisolublemente unido a los sucesivos pontífices. Murió el 3 de agosto del año 1105. Fue introducido en el catálogo de los santos por el papa Pascual II el 4 de junio de 1110, autorizando su culto en las diócesis de la Campania. Sus restos se veneran en la catedral de Anagni, ciudad de la que es uno de patrones. La basílica está dedicada a Santa María Annunziata y se da la circunstancia de que fue el lugar elegido para la canonización de santa Clara de Asís en 1255.
Cuando parece que Dios desoye las plegarias
Mateo 15, 21-28. Tiempo ordinario. Espera un poco. Insiste. Dios permite esa angustia para purificar tu intención.
Oración introductoria
Mi fe, frente a las dificultades, se debilita, cuando debería crecer. Humildemente recurro a ti, Señor y Padre mío, suplicando la intercesión de san José, para que esta oración me ayude a aumentar mi fe, acrecentar mi esperanza y, sobre todo, sea el medio para crecer en mi caridad, en mi amor a Ti y a los demás.
Petición
¡Señor, hazme un testigo fiel de mi fe!
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
La fe auténtica, todo lo puede.
Es conmovedor el contemplar la escena que presenta este Evangelio. Aunque más que la presentación de una escena es el retrato de un corazón. Es como una pintura del corazón del Señor. Caminaba Cristo, se encontraba en el tiempo de su vida pública, visitaba gente, se movía de un pueblo a otro. En un traslado más en que su mente se hallaría en el Padre, en la misión, en las almas, llega una mujer que le «interrumpe».
Y Él comienza a escucharla gritar. Una persona que había sufrido, una persona que imploraba compasión, una que a muchos seguramente había molestado ya, era una mujer despreciada, pero no vencida: pues no descansaba y no descansaría hasta alcanzar la bendición de Dios para su hija a quien tanto amaba. Hasta tal punto llega el amor de una madre, hasta el punto de olvidar su propia imagen, olvidar el “qué dirán” con tan sólo conseguir aquello que sus hijos necesitan y que sin duda llegaría más lejos si fuese necesario. Y, finalmente, una mujer así conmovió un corazón…
Qué sensibilidad de Cristo, que supo acoger los comentarios de sus apóstoles que, aun andando en pos de la «misión», se quejaron por un alma que sufría. Y me impresiona su corazón , que comenzó por presentarse grande y digno de las súplicas de una mujer, pero que terminó por engrandecerla y encumbrar su fe hasta que incluso le otorgó su gracia.
¿Qué puedo aprender de este Evangelio? Tengo tres modelos: tengo a los apóstoles, que aún no comprendían en qué consistía extender tu Reino. Tengo a una mujer cuyo amor el mismo Cristo enalteció. Y tengo tu corazón, Señor, del que nunca alcanzaré a aprenderlo todo, pero el cual puedo imitar también el día de hoy.
«Cada uno de nosotros, de hecho, puede tener fe en “Cristo, Hijo de Dios, enviado por el Padre para salvarnos: sí, salvarnos de la enfermedad, el Señor ha hecho y nos ayuda a hacer muchas cosas buenas”; pero sobre todo hay que tener fe en que Él ha venido para “salvarnos de nuestros pecados, salvarnos y llevarnos al Padre”»
(Homilía de S.S. Francisco, 15 de enero de 2016).
Reflexión
Cuántas angustias y necesidades experimentamos en la vida. El dolor nos visita, los problemas abundan, las tristezas nos sofocan. ¡Ten compasión de mí, Señor! Es el grito del alma a un Dios que siente lejano.
Sin duda, buscamos una respuesta inmediata. Y nos desalentamos si no llega. ¡Cuántas veces pedimos y, quizás, sin resultado!
¿Por qué Dios no nos escucha?
Nos desconcertamos, llegamos a dudar de Dios y hasta nos desesperamos. ¿No será que Dios nos pone a prueba? ¿Hasta cuánto resiste nuestra fe?
Espera un poco. Insiste. Dios permite esa angustia para purificar tu intención, para que sigas creyendo en Él aunque no te atienda a la primera. La mujer cananea del evangelio seguía a Jesús gritando. Los discípulos perdieron la paciencia y obligaron a Jesús a detenerse para atenderla. Nos sorprende la primera reacción de Cristo.
¿Acaso no se conmovió su Corazón, lleno de misericordia? Desde luego que sí. Pero prefirió esperar y ver hasta qué punto la mujer confiaba en Él. Como su fe era grande, Jesús le dijo finalmente: "que se cumpla lo que deseas".
Propósito
En las dificultades de este día, hacer un acto de fe y pedir con confianza la ayuda de Dios.
Diálogo con Cristo
Señor, sólo con la fe, la humildad, la confianza y la perseverancia en nuestra oración, a pesar de todas las dificultades –como la mujer cananea– es como penetramos hasta el corazón de Dios y sólo así es como escuchas nuestras plegarias.
Cristo, lo que el hombre de hoy y de siempre espera
¿Tú, Cristo, eres capaz de llenar de alegría mi vida, de gozo mi corazón, de ilusión mi caminar ?
Los hombres de todos los tiempos se han preguntado una y otra vez por la felicidad, aunque tal vez nunca comprendieran qué es realmente eso de la felicidad. Y se han dedicado siempre a buscarla por todos los conductos y todos los medios. Han elaborado teorías tan variopintas que entre unas y otras se dan profundas contradicciones. Y, siempre al final, se tiene la impresión de que no se acaba de acertar: ni la vida fácil, ni el estudio de la filosofía, ni el dinero, ni la fama, ni el progreso, ni muchas otras cosas son capaces de llenar el corazón infinito del hombre. Por ello, es que muchos seres humanos al vuelto los ojos hacia la figura de Cristo y le han preguntado si él puede de veras llenar el corazón humano de paz y de gozo. Hoy se lo queremos preguntar nosotros.
¿Eres tú, Cristo, lo que el hombre de hoy y de siempre espera? Todos sabemos por la historia que Jesús era un hombre excepcional, pero eso no basta para llenar el corazón humano. Juan Bautista envió a Cristo una legación para preguntarle: ¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro? (Mt 11,3). Éste es el interrogante que siempre se plantea el ser humano. Cristo responde afirmativamente a la pregunta de Juan Bautista, explayándose sobre sus propias obras que constituyen la prueba ineludible de los tiempos mesiánicos.
Él, por tanto, afirma que es lo que el hombre de antaño, de hoy, y de mañana ha esperado, espera y esperará.
¿Tú, Cristo, puedes llenar siempre el corazón humano, infinito por su propia capacidad? Jesús no sólo fue un hombre perfecto, sino que era por antonomasia Dios Perfecto. En su condición de Dios, Jesús puede garantizarnos a los seres humanos su capacidad infinita en el tiempo y en la eternidad de llenar el corazón humano.
¿Quién en esta vida nos puede asegurar que nos querrá siempre? ¿Qué en esta vida nos podrá certificar que nos agradará siempre? ¿Qué en esta vida nos podrá vender la mentira de que siempre nos llenará de satisfacción? Todo, y todo lo que no sea Dios, es caduco, no podrá nunca asegurarnos un estado de felicidad infinita. Basta ver cómo se derrumban las esperanzas que tantos seres humanos han construido esperándolo todo de ellas. Sólo Cristo permanece.
Finalmente, ¿Tú, Cristo, eres capaz de llenar de alegría mi vida, de gozo mi corazón, de ilusión mi caminar con ese Evangelio en donde sólo los pobres, los mansos, los misericordiosos, los perseguidos van a ser felices? Y Cristo nos asegura que sí, que Él es capaz de llenar nuestras vidas con todo esto que el mundo desprecia y rechaza, porque los bienaventurados del mundo moderno son los poderosos, los dominadores, los ricos, los vengativos, los iracundos, los reconocidos, los que ríen. Es tremendo ver cómo se puede concebir de forma tan distinta la felicidad, pero ya la historia va dando de sobra la razón al Evangelio. Porque del Evangelio han salido los hombres felices, en paz, llenos de ilusión y esperanza. De las teorías del mundo moderno han salido las depresiones, las ansiedades, las angustias, la tristeza.
En conclusión, aceptemos a Cristo con ilusión, como la esperanza que se coloca por encima de cualquier otra esperanza, como la promesa que hace realidad lo más apetecido por el ser humano, como la certeza de un futuro lleno de sentido y de gozo. Cristo, Hijo de Dios, Perfecto Dios y Perfecto Hombre es la medida del corazón humano.
Francisco, en el Aula Pablo VI
"Que el espíritu de los Juegos inspire la construcción de la civilización de la solidaridad"
Papa: "La JMJ fue un signo de fraternidad para todo el mundo"
"El mundo está enfermo de crueldad, de dolor, de guerra, de odio y de tristeza"
José Manuel Vidal, 03 de agosto de 2016 a las 09:38
En Auschwitz, comprendí más que nunca el valor de la memoria, como advertencia y responsabilidad para el hoy y el mañana, para que la simiente del odio no crezca en la historia
(José M. Vidal).- Audiencia de verano en el aula Pablo VI, en la que Francisco recuerda su reciente viaje a Polonia, para participar en la JMJ de Cracovia. Para el Papa, la JMJ fue "un signo de fraternidad para todo el mundo". También rememoró su pasó por Auschwitz en medio del "silencio más elocuente que las palabras" y ofreció la fraternidad como salida a la "guerra a pedazos" que está azotando al mundo. Lectura del pasaje evangélico de las Bienaventuranzas
Algunas frases de la catequesis del Papa
"Me detendré en mi reciente viaje a la JMJ de Cracovia"
"El signo de la misericordia se llama fraternidad"
"En este mundo en guerra, hace falta fraternidad, cercanía, diálogo y amistad"
"Una fiesta de colores, rostros, historias y lenguas diversas"
"Hablan lenguas diversas, pero consiguen entenderse"
"Porque tienen la voluntad de caminar juntos, de construir puentes, de fraternidad"
"LLegaron con sus heridas e interrogantes, pero, sobre todo, con la alegría de encontrarse"
"Una vez más formaron un mosaico de fraternidad"
"Allí, las banderas de las naciones se purifican e incluso de naciones enfrentadas"
"Gracias a todos los jóvenes que han venido a Cracovia"
"Y a todos los que participaron en las pequeñas jornadas mundiales en muchos países"
"Recuerdo lleno de afecto a Susana, la chica romana que murió después de haber participado en la JMJ"
"Visité el santuario de Czestochowa, madre del pueblo polaco, noble nación que tanto sufrió, pero siempre se levantó"
"¡Son valientes los polacos!"
"Allí se toca con la mano la fe del santo pueblo de Dios, que custodia la esperanza y la sabiduría que es equilibrio entre tradición e innovación"
"No puede haber futuro para el Continente sin sus valores fundantes"
"Entre estos valores, está la misericordia"
"Dos grandes hijos de la tierra polaca: Santa Faustina y San Juan Pablo II"
"El mundo llamado a responder al reto de una guerra a pedazos, que lo está amenazando"
"El gran silencio en Aischwitz fue más elocuente que las palabras"
"Sentí la presencia de todas las almas que pasaron por allí"
"He sentido la compasión y la misericordia de Dios"
"Allí, en aquel lugar, comprendí más que nunca el valor de la memoria, como advertencia y responsabilidad para el hoy y el mañana, para que la simiente del odio no crezca en la historia"
"También hoy hay muchos hombres y mujeres que sufren las guerras"
"Pensé en el campo en las crueldades de hoy, que se asemejan. No tan concentradas, pero en todo el mundo"
"El mundo está enfermo de crueldad, de dolor, de guerra, de odio y de tristeza"
"Que Dios nos dé la paz"
"Signo de fraternidad para el mundo"
"Gracias a los jóvenes voluntarios y a los medios de comunicación"
"Recuerdo a Ana María Giacobini, periodista italiana, que perdió allí la vida repentinamente. Se fue en acto de servicio".
Saludo a Brasil y a Rio de Janeiro
"En un mundo que tiene sed de paz, que el espíritu de los Juegos inspire a todos a combatir la buena batalla: realización de una civilización de la solidaridad, que todos seamos miembros de una única familia humana"
"Para los brasileños que organizan la fiesta del deporte, espero que sea una oportunidad para construir un país más justo y seguro, apostando por un futuro lleno de esperanza y de alegría"
Texto completo del saludo en español
Queridos hermanos y hermanas:
En esta catequesis me refiero al Viaje Apostólico en Polonia. Después de 25 años, la Jornada Mundial de la Juventud vuelve a ese país, con un signo de esperanza para los nuevos desafíos del mundo: la "fraternidad".
Venidos de 180 países, los jóvenes han hecho ondear juntas todas sus banderas, incluso las de naciones en conflicto, en una fiesta de color, un mosaico de fraternidad. Han compartido la alegría de estar juntos, para derramarla por todas partes con las obras de misericordia. Gracias a todos los jóvenes que han venido y a todos los que se han unido a nosotros.
Aquí, en Polonia, la Virgen de Częstochowa, nos revela el sentido espiritual del camino de este pueblo, tan ligado al sufrimiento y a la cruz. Ciertamente lo polacos han conocido una historia llena de sufrimientos. Nos hace ver que Europa no tiene futuro sin sus valores fundamentales, vinculados a la visión cristiana del hombre. Entre ellos la misericordia.
La JMJ es un llamado al mundo, que se ha hecho elocuente en el silencio de Auschwitz. En la oración, las almas de los que allí sufrieron, de los que allí dieron testimonio de la misericordia de Dios, me han hecho comprender el valor del recuerdo, como advertencia para que el odio y la violencia no triunfen y no se repitan.
***
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Saben hacer barullo. Muy bien. Agradezcamos al Señor y a la Virgen María este don de gracia, también a todos lo que lo han hecho posible, al Presidente de Polonia, a las Autoridades, al Cardenal Arzobispo de Cracovia y al episcopado polaco. Que Dios los bendiga.