«Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia»
- 04 Agosto 2016
- 04 Agosto 2016
- 04 Agosto 2016
Evangelio según San Mateo 16,13-23.
Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: "¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?". Ellos le respondieron: "Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas". "Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?". Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo". Y Jesús le dijo: "Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo". Entonces ordenó severamente a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías. Desde aquel día, Jesús comenzó a anunciar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén, y sufrir mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar al tercer día. Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo: "Dios no lo permita, Señor, eso no sucederá". Pero él, dándose vuelta, dijo a Pedro: "¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres".
San Juan María Vianney
San Juan María Vianney, presbítero
fecha: 4 de agosto
fecha en el calendario anterior: 8 de agosto
n.: 1786 - †: 1859 - país: Francia
otras formas del nombre: Santo Cura de Ars
canonización: B: Pío X 8 ene 1905 - C: Pío XI 31 may 1925
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Memoria de san Juan María Vianney, presbítero, que durante más de cuarenta años se entregó de una manera admirable al servicio de la parroquia que le fue encomendada en la aldea de Ars, cerca de Belley, en Francia, con asidua predicación, oración y ejemplos de penitencia. Diariamente catequizaba a niños y adultos, reconciliaba a los arrepentidos y con su ardiente caridad, alimentada en la fuente de la santa Eucaristía, brilló de tal modo que difundió sus consejos a lo largo y a lo ancho de toda Europa, y con su sabiduría llevó a Dios a muchísimas almas.
El santo cura de Ars» (1786-1859) Sacerdote diocesano, miembro de la Tercera Orden Franciscana, que tuvo que superar incontables dificultades para llegar a ordenarse de presbítero. Su celo por las almas, sus catequesis y su ministerio en el confesionario transformaron el pueblecillo de Ars, que a su vez se convirtió en centro de frecuentes peregrinaciones de multitudes que buscaban al Santo Cura. Es patrono de los párrocos.
Ars tiene hoy 370 habitantes, poco más o menos los que tenía en tiempos del Santo Cura. Al correr por sus calles parece que no han pasado los años. Únicamente la basílica, que el Santo soñó como consagrada a Santa Filomena, pero en la que hoy reposan sus restos en preciosa urna, dice al visitante que por el pueblo pasó un cura verdaderamente extraordinario.
Nacido en Dardilly, en las cercanías de Lyón, el 8 de mayo de 1786, tras una infancia normal y corriente en un pueblecillo, únicamente alterada por las consecuencias de los avatares políticos de aquel entonces, inicia sus estudios sacerdotales, que se vio obligado a interrumpir por el único episodio humanamente novelesco que encontramos en su vida: su deserción del servicio militar.
Terminado este período, vuelve al seminario, logra tras muchas dificultades ordenarse sacerdote y, después de un breve período de coadjutor en Ecully, es nombrado, por fin, para atender al pueblecillo de Ars. Allí, durante los cuarenta y dos años que van de 1818 a 1859, se entrega ardorosamente al cuidado de las almas. Puede decirse que ya no se mueve para nada del pueblecillo hasta la hora de la muerte.
El contraste entre lo uno y lo otro, la sencillez externa de la vida y la prodigiosa fama del protagonista nos muestran la inmensa profundidad que esa sencilla vida encierra. Juan María compartirá el seminario con el Beato Marcelino Champagnat, fundador de los maristas; con Juan Claudio Colin, fundador de la Compañía de María, y con Fernando Donnet, el futuro cardenal arzobispo de Burdeos. Y hemos de verle en contacto con las más relevantes personalidades de la renovación religiosa que se opera en Francia después de la Revolución francesa. La enumeración es larga e impresionante. Destaquemos, sin embargo, entre los muchos nombres, dos particularmente significativos: Lacordaire y Paulina Jaricot.
Es aún niño Juan María cuando estalla la Revolución Francesa. Su primera comunión la ha de hacer en otro pueblo, distinto del suyo, Ecully, en un salón con las ventanas cuidadosamente cerradas, para que nada se trasluzca al exterior. A los diecisiete años Juan María concibe el gran deseo de llegar a ser sacerdote. El joven inicia sus estudios, dejando las tareas del campo a las que hasta entonces se había dedicado. Un santo sacerdote, el padre Balley, se presta a ayudarle. Pero... el latín se hace muy difícil para aquel mozo campesino.
Llega un momento en que toda su tenacidad no basta, en que empieza a sentir desalientos. Entonces se decide a hacer una peregrinación, pidiendo limosna, a pie, a la tumba de San Francisco de Regis, en Louvesc. El Santo no escucha, aparentemente, la oración del heroico peregrino, pues las dificultades para aprender subsisten. Pero le da lo substancial: Juan María llegará a ser sacerdote.
Por un error no le alcanza la liberación del servicio militar que el cardenal Fesch había conseguido de su sobrino el emperador para los seminaristas de Lyón. Juan María es llamado al servicio militar. Cae enfermo, ingresa en el hospital militar de Lyón, pasa luego al hospital de Ruán, y por fin, sin atender a su debilidad, pues está aún convaleciente, es destinado a combatir en España.
No puede seguir a sus compañeros, que marchan a Bayona para incorporarse. Solo, enfermo, desalentado, le sale al encuentro un joven que le invita a seguirle. De esta manera, sin habérselo propuesto, Juan María será desertor. Oculto en las montañas de Noës, pasará desde 1809 a 1811 una vida de continuo peligro, por las frecuentes incursiones de los gendarmes, pero de altísima ejemplaridad, pues también en este pueblecillo dejó huella imperecedera por su virtud y su caridad.
Una amnistía le permite volver a su pueblo. Juan María continúa sus estudios sacerdotales en Verrières primero y después en el seminario mayor de Lyón. Todos sus superiores reconocen la admirable conducta del seminarista, pero..., falto de los necesarios conocimientos del latín, no saca ningún provecho de los estudios y, por fin, es despedido del seminario. Intenta entrar en los hermanos de las Escuelas Cristianas, sin lograrlo.
El 13 de agosto de 1815, el obispo de Grenoble, monseñor Simón, le ordenaba sacerdote, a los 29 años. Había acudido a Grenoble solo y nadie le acompañó tampoco en su primera misa, que celebró al día siguiente. Sin embargo, el Santo Cura se sentía feliz al lograr lo que durante tantos años anheló, y a peso de tantas privaciones, esfuerzos y humillaciones, había tenido que conseguir: el sacerdocio.
Durante tres años, de 1815 a 1818, continuará repasando la teología junto al padre Balley, en Ecully, con la consideración de coadjutor suyo. Muerto el padre Balley, y terminados sus estudios, el arzobispado de Lyón le encarga de un minúsculo pueblecillo, a treinta y cinco kilómetros al norte de la capital, llamado Ars.
Todavía no tenía ni siquiera la consideración de parroquia, sino que era simplemente una dependencia de la parroquia de Mizérieux, que distaba tres kilómetros. Normalmente no hubiera tenido sacerdote, pero la señorita de Garets, que habitaba en el castillo y pertenecía a una familia muy influyente, había conseguido que se hiciera el nombramiento.
Habrá algunas tentativas de alejarlo de Ars, y por dos veces la administración diocesana le enviará el nombramiento para otra parroquia. Otras veces el mismo Cura será quien intente marcharse para irse a un rincón «a llorar su pobre vida», como con frase enormemente gráfica repetirá. Pero siempre se interpondrá, de manera manifiesta, la divina Providencia, que quería que San Juan María llegara a resplandecer, como patrono de todos los curas del mundo, precisamente en el marco humilde de una parroquia de pueblo.
No le faltaron, sin embargo, calumnias y persecuciones. Se empleó a fondo en una labor de moralización del pueblo: la guerra a las tabernas, la lucha contra el trabajo de los domingos, la sostenida actividad para conseguir desterrar la ignorancia religiosa y, sobre todo, su dramática oposición al baile, le ocasionaron sinsabores y disgustos. No faltaron acusaciones ante sus propios superiores religiosos.
Sin embargo, su virtud consiguió triunfar, y años después podía decirse con toda verdad que «Ars ya no es Ars». Los peregrinos que iban a empezar a llegar, venidos de todas partes, recogerían con edificación el ejemplo de aquel pueblecillo donde florecían las vocaciones religiosas, se practicaba la caridad, se habían desterrado los vicios, se hacía oración en las casas y se santificaba el trabajo.
Lo que al principio sólo era un fenómeno local, circunscrito casi a las diócesis de Lyón y Belley, luego fue tomando un vuelo cada vez mayor, de tal manera que llegó a hacerse célebre el cura de Ars en toda Francia y aun en Europa entera.
Y entre ellas se contarían gentes de toda condición, desde prelados insignes e intelectuales famosos, hasta humildísimos enfermos y pobres gentes atribuladas que irían a buscar en él algún consuelo.
Aquella afluencia de gentes iba a alterar por completo su vida. Día llegará en que el Santo Cura desconocerá su propio pueblo, encerrado como se pasará el día entre las míseras tablas de su confesonario. Entonces se producirá el milagro más impresionante de toda su vida: el simple hecho de que pudiera subsistir con aquel género de vida.
Oremos
Dios todopoderoso y lleno de bondad, que nos has dado en San Juan María Vianney un modelo de pastor apasionadamente consagrado a su ministerio, concédenos, por su intercesión, dedicar como él nuestras vida a ganar para Cristo a nuestros hermanos por medio de la caridad y alcanzar, juntamente con ellos, la gloria eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
San Juan Crisóstomo (c. 345-407), presbítero en Antioquía, después obispo de Constantinopla, doctor de la Iglesia
Homilia sobre San Pedro y San Elias, 1
«Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia»
Pedro debía recibir las llaves de la iglesia, más todavía las llaves de los cielos, y el gobierno de un pueblo numeroso le había sido a él confiado... Si Pedro con su tendencia severa, quedaba sin pecado, ¿cómo sería prueba de misericordia para sus discípulos? Por una disposición de la gracia divina, el ha caído en el pecado, bien es que después de haber tenido el mismo experiencia de su miseria, ha podido mostrarse bien hacia los otros.
Rinde cuentas tú: el que ha cedido al pecado, es Pedro, el jefe de los Apóstoles, fundamento sólido, la roca indestructible, el guía de la Iglesia, puerto asegurado, la torre inigualable, que había dicho a Cristo: «Aunque tenga que morir no renegaré de ti»( Mt 26,35); él que, por una divina revelación, había confesado la verdad: «Tu eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».
Ahora bien, el evangelio añade que la noche misma en que Cristo fue entregado..., una joven mujer dice a Pedro: «Tú también, ayer, estabas con ese hombre, y Pedro le responde: «Yo no conozco a este hombre»( Mt 26,69-72)...El, la columna, la muralla, se libra de las sospechas de una mujer...Jesús fija su mirada sobre él... Pedro ha comprendido, se arrepiente de su falta y se pone a llorar. Pero el Señor misericordioso le concede su perdón...
El ha sido sometido al pecado pero la conciencia de su falta y el perdón recibido del Señor le conducen a perdonar a los otros por amor. El ha cumplido así una disposición providencial conforme a la manera de actuar de Dios. El ha hecho que Pedro, a quien la iglesia debía ser confiada, columna de las Iglesias, puerto de la fe, doctor del mundo, se muestre débil y pecador. Era en verdad, para que él pudiese encontrar en su debilidad una razón al ejercer su bondad hacia los otros hombres.
Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia
Mateo 16, 13-23. Tiempo Ordinario. Cristo ha querido establecer una alianza conmigo porque me ama.
Oración introductoria
Jesús, al igual que Pedro no me gusta, en muchas ocasiones, el camino que debo recorrer para aspirar a la santidad. Por eso hoy, con mucha fe y esperanza, te busco en la oración para suplicarte me concedas llegar a percibir tus sentimientos y conocer a fondo tu corazón. Que el centro de mi oración seas Tú, y no tanto mis problemas o dificultades personales.
Petición
Señor, que sepa reconocerte siempre como tu instrumento, porque Tú eres la única fuente que emana el bien que puedo hacer.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Una Noticia, una Persona, un Camino.
Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. En estas palabras, sencillas pero profundas, tengo un resumen del mensaje contenido en el Evangelio. Ya lo decía el Papa Benedicto XVI: «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva.» (Deus Caritas est, 1). Cristo mismo es la Buena Noticia que ha entrado en mi vida. Saber que tengo un Salvador da una perspectiva totalmente nueva a todo lo que hago, una «orientación decisiva» de cada acción, hacia un Dios que vive en mí.
¿Cómo se conoce a Cristo? Ciertamente, Él es mucho más de lo que puede aparecer en un libro o de lo los rumores digan por ahí. ¡Mucho más! Hay en Él una riqueza que apenas puedo imaginar. Conocerlo realmente es en el fondo un don del Padre, algo que llega hasta el fondo del alma y que ilumina toda mi realidad. Pido, pues, en esta oración:Señor, enséñame quién es Jesús, quién es tu Hijo.
Conocer a Cristo no es un fenómeno repentino, de la noche a la mañana. Así como en las madrugadas va saliendo el sol, poco a poco la luz y el calor lo inundan todo, pero todavía queda algo de oscuridad, algo así pasa con descubrir a Cristo. Pedro tenía ya una idea de Jesús, pero poco después de su profesión de fe veo que no ha captado el mensaje completo. Su vida no estaba del todo conformada con el Señor…
Y de igual modo mi vida cristiana es más bien un camino donde ya está amaneciendo, pero aún tengo que seguir avanzando en el conocimiento de Cristo. La plenitud llegará en el cielo, y aquí en la tierra tengo la esperanza de crecer cada día un poquito más. Le pido a Dios, este día, que me haga descubrir un poco mejor a Cristo; seré dócil para que Él hoy ilumine un nuevo espacio en mi vida.
«El Señor Jesús repite a cada uno de nosotros su pregunta: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”. Una pregunta clara y directa, ante la cual no es posible huir o permanecer neutrales, ni postergar la respuesta o delegarla a otro. Pero en ello no hay nada de inquisitorio, es más, ¡está llena de amor! El amor de nuestro único Maestro, que hoy nos llama a renovar la fe en Él, reconociéndolo como Hijo de Dios y Señor de nuestra vida. Y el primero en ser llamado a renovar su profesión de fe es el Sucesor de Pedro, que tiene la responsabilidad de confirmar a los hermanos.»
(Homilía de S.S. Francisco, 22 de febrero de 2016)
Reflexión
La fidelidad de Dios es eterna y ha mantenido su promesa y su alianza de generación en generación, independientemente de las infidelidades, rebeldías, traiciones e idolatrías de su pueblo.
La historia del pueblo de Israel es este concatenarse de la fidelidad de Dios y de la infidelidad de su pueblo. La alianza encuentra su pleno cumplimiento en Cristo y en la fundación de su Iglesia. Cristo sella el inicio de la nueva alianza al fundar su Iglesia sobre los Apóstoles, con Pedro como fundamento visible en la tierra: el Papa. Y ratifica esta "alianza nueva y eterna" en el momento de la institución de la Eucaristía, memorial de su pasión redentora, pacto sellado en su Sangre preciosa para la remisión de todos los pecados.
La respuesta inspirada de Pedro –"esto no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en los cielos"– es el conocimiento interior prometido por Dios para aquellos con quienes establece la nueva alianza: "todos me conocerán". Su Iglesia es el nuevo pueblo, con un mandamiento nuevo, con una doctrina nueva, llamada a crear hombres nuevos bajo la guía del Vicario de Cristo, el sucesor de Pedro.
Señor, crea un mí un corazón nuevo para poder conocerte, amarte y vivir en tu Iglesia el mandamiento nuevo del amor, en respuesta a tu elección y a la nueva alianza que has querido establecer libremente conmigo porque me amas.
Propósito
Renunciar a algo que me cuesta mucho (como oir música un día), y ofrecerlo a Dios por aquellas personas que han perdido su fe.
Diálogo con Cristo
Gracias, Señor, porque siendo Hijo de Dios, has dado tu vida por mí, porque me amas. Quiero seguirte con fidelidad y dejarme guiar por tu Palabra. Tú me conoces, sabes de mi debilidad, de mi temor al sacrificio, al dolor, por eso confío en Ti y pongo mi vida entera en tus manos. Quiero que seas la fuerza que me sostenga, la alegría que nunca me abandone.
Vive el momento presente ... para la eternidad
El valor de nuestro tiempo se lo damos nosotros. Todos los instantes de nuestra vida son aprovechables.
El hecho de ser, de estar presentes en esta vida, de poder disponer de un tiempo que se nos da, trae consigo una responsabilidad de infinitas dimensiones que muchas veces no queremos o no sabemos aquilatar.
Estamos conscientes de que solo el presente, el momento presente nos pertenece. El pasado lo vivimos, si, pero se nos fue como agua entre las manos dejándonos tan solo la humedad perfumada de un grato recuerdo o de un triste llanto. Se nos fue como el viento que pasa y pasa para no regresar jamás. Los instantes, las horas, los años vividos se fueron y no volverán. El futuro es tan incierto como el más grande de los misterios. Indescifrable e impenetrable
No nos pertenece el mañana, ni siquiera el próximo minuto, que tan solo será nuestro si alcanzamos a vivirlo. ¿Y qué hacemos con nuestro tiempo? Ese, el del momento presente, el que Dios nos está regalando gota a gota, hora tras hora, día tras día... ¿Cómo empleamos nuestro tiempo.? A veces dejamos transcurrir esas horas, horas que no volveremos a tener, sin hacer nada, con una dejadez tonta, con un desperdicio imperdonable y falto de cordura.
Pensemos frecuentemente en esto: el gran tesoro del tiempo lo tenemos en nuestras manos. Es el momento presente el que no se nos puede ir sin darle su valor y de muchos presentes hacemos nuestro pasado y también estamos haciendo un puente hacia ese futuro que está por llegar. Ese puente que nos va a conducir a la eternidad.
El valor de nuestro tiempo se lo damos nosotros. Si empleamos ese tiempo en crecer espiritualmente, en ser mejores, en ir limando las aristas de nuestro carácter y temperamento con las que lastimamos a los que nos rodean, ese tiempo será rico, lleno de paz y de alegría.
Será de un extraordinario valor si no lo usamos con la avaricia de vivirlo para nosotros solos, sin que generosamente se lo obsequiemos a los demás. Así ese tiempo jamás será un desperdicio y cuando nos hayamos ido siempre habrá alguien que nos recordará porque llevará en su vida el regalo de nuestro tiempo, el regalo de nuestra propia existencia.
Todos los instantes de nuestra vida son aprovechables.
No los malgastemos en críticas malsanas, en chismes, en arropar rencores, en maldecir con envidia la suerte de otros, en herir de obra o de palabra, en lastimar sentimientos o menospreciar al más débil Por el contrario, valoremos y amemos esos instantes presentes para vivirlos con intensidad, con profundidad, haciéndolos fecundos dándoles su justo valor enriquecidos por la fe y la confianza en Dios y repartiéndolos siempre entre nuestros semejantes.
Somos dueños de nuestro tiempo, pero no olvidemos que daremos cuenta de él cuando ese tiempo se termine y empiece la ETERNIDAD.
Fe de Erratas
En el nuestra Reflexión del jueves pasado "Oración al Espíritu Santo frente al Santísimo" del mismo autor, hubo un error en la frase: - El Hijo fue creado y se hizo hombre- debiendo decir: -El Hijo fue engendrado y se hizo hombre -
¡Muchas Gracias!
La hermosa devoción de las tres Avemarías
Quien rece diariamente las tres Ave Marías, recibirá su auxilio durante la vida y una especial asistencia al momento de su muerte.
Entre las devociones a Nuestra Señora existe una muy especial: la de orar todos los días las tres Avemarías. Pero ¿dónde nace esta devoción? Su origen data del siglo XIII y está ligado con Santa Matilde de Hackeborn, monja alemana benedictina, a quien Nuestra Señora le revela un modo de elevar una acción de gracias a la Santísima Trinidad por los privilegios concedidos a la Virgen María.
La Virgen prometió a Santa Matilde, asistir en la muerte a quien rece diariamente las tres Avemarías.
Santa Matilde pensando en su muerte, suplicó con gran fervor a la Madre de Dios que la asistiera en los últimos instantes de su vida. Ella escuchó que Nuestra Señora le decía:
"Sí que lo haré; pero quiero que por tu parte me reces diariamente tres Avemarías. La primera, pidiendo que así como Dios Padre me encumbró a un trono de gloria sin igual, haciéndome la más poderosa en el cielo y en la tierra, así también yo te asista en la tierra para fortificarte y apartar de ti toda potestad enemiga. Por la segunda Avemaría me pedirás que así como el Hijo de Dios me llenó de sabiduría, en tal extremo que tengo más conocimiento de la Santísima Trinidad que todos los Santos, así te asista yo en el trance de la muerte para llenar tu alma de las luces de la fe y de la verdadera sabiduría, para que no la oscurezcan las tinieblas del error e ignorancia. Por la tercera, pedirás que así como el Espíritu Santo me ha llenado de las dulzuras de su amor, y me ha hecho tan amable que después de Dios soy la más dulce y misericordiosa, así yo te asista en la muerte llenando tu alma de tal suavidad de amor divino, que toda pena y amargura de muerte se cambie para ti en delicias".
Ésta no sería la única revelación que tendría una santa en relación con la devoción de las tres Avemarías. Otra religiosa contemporánea a Matilde, Santa Gertrudis, conocida como "La Grande", tuvo una hermosa visión que confirmaría la otra revelación. Así ocurrió: eran las vísperas de la fiesta de la Anunciación, y al cantar el Avemaría, Gertrudis vio de repente cómo emergían del Corazón del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo como tres fuentes de agua que penetraban en el Corazón de María Santísima. Al instnate escuchó una voz que le dijo:
"Después del Poder del Padre, la Sabiduría del Hijo y la Ternura Misericordiosa del Espíritu Santo, nada se compara al Poder, Sabiduría y Ternura Misericordiosa de María".
A Santa Matilde la Virgen le prometió que quien rece diariamente las tres Ave Marías, recibirá su auxilio durante la vida y una especial asistencia al momento de su muerte, presentándose la Virgen con un brillo y una belleza tal que con sólo verla recibirá consuelo y las alegrías del cielo.
Además de estas dos santas, otros santos fueron especiales difusores de esta devoción, como San Alfonso María de Ligorio, quien aconsejaba con frecuencia esta bella práctica; o San Juan Bosco, quien la recomendaba a los jóvenes. San Pío de Pietrelcina dijo también que muchos se convertirían con solo practicar esta devoción.
Modo de rezar las tres Avemarías:
María Madre Mía; líbrame de caer en pecado mortal. Por el poder que te concedió el Padre Eterno.
Avemaría... Por la sabiduría que te concedió el Hijo.
Avemaría...
Por el Amor que te concedió el Espíritu Santo.
Avemaría...
Se finaliza con un Gloria... y la jaculatoria "María, por tu Inmaculada Concepción, purifica mi cuerpo y santifica mi alma" (La cual concede Indulgencia parcial otorgada por San Pío X).
Los cardenales Sarah (i) y Müller (d)
Desde las sombras, cardenales como Müller o Sarah siembran temor
¿Aumenta el tono opositor al Papa?
Las operaciones de los 'resistentes' "están llegando a un límite inaceptable"
Jaime Escobar, 03 de agosto de 2016 a las 18:29
- El cardenal Sarah se está metiendo en un lío
- "Nos duele el comportamiento del cardenal Müller"
- La cerrazón del cardenal Müller
Esta camarilla de cardenales insisten en una variable ya fracasada: imponer por el miedo o so pena de sufrir la excomunión
(Jaime Escobar, RyL).- Se sabe con certeza que después del Sínodo de la Familia y la carta de los 13 prelados disidentes, son varios los cardenales de curia vaticana que manifiestan más que una simple oposición y, veladamente, reconocen que no toleran más los intentos reformistas del Papa Francisco.
Muchos pensaron que esta oposición al Papa Bergoglio disminuiría al concluir el Sínodo, pero muy por el contrario, este año se han producido una seguidilla de hechos que dan cuenta de que cardenales como Angelo Sodano, Tarcisio Bertone, Marc Ouellet, George Pell, Camilo Ruini, Carlo Cafarra, Giovanni Batista Re, Angelo Scola, Elio Sgreccia, Walter Brandmüller, Antonio Rouco..., encabezados por los purpurados-prefectos de dicasterios, Gerhard Müller y Roberto Sarah, están pasando desde sus posiciones ultraconservadoras de la oposición directa a la silenciosa conspiración anti-Bergoglio.
En Roma, este ambiente ocultado por muchos se observa y se calla, pero cada vez es más nítida una sincronizada red de operadores protegidos por estos poderosos cardenales que no titubean en manifestar ante la prensa una "lealtad al Santo Padre", pero desde las sombras siembran temor, desconfianza y desobediencia ante ciertas líneas de acción que propone el Papa. Además, les irrita lo que pidió desde la Plaza de San Pedro al inicio de su mandato; "una Iglesia pobre para los pobres".
El Cardenal Müller: de la carta y el libro a la descalificación
Lo único que quería el cardenal Müller cuando terminó de redactar la polémica Carta de los trece cardenales al final del Sínodo último, es que el Papa Francisco tuviera una reacción de inmediata molestia... Pero ese episodio no ocurrió y la Carta, en su momento, más bien tuvo una respuesta pontificia de entendimiento y comprensión a lo que los prelados criticaban tan duramente.
Recientemente se repite la acción de los "cardenales inquietos". Fue cuando Francisco en su viaje a Armenia, reivindicó con palabras adecuadas y prudentes un necesario diálogo ecuménico, agregando que la Reforma de Lutero fue "una medicina para la Iglesia". Ante esta afirmación papal, Müller lanzó una andanada de fuertes críticas por este reconocimiento histórico y globalizó su famosa sentencia de "protestanización" de la Iglesia, auspiciada desde la más alta esfera del Vaticano, esta afirmación circuló con fuerza y beneplácito en los distintos dicasterios.
Como es bien conocida la distancia y diferencias -no sólo de índole teológica- que hay entre el cardenal Müller y el Papa, ahora solo reseñamos una de las últimas "diferencias"entre ambos y conocida por la prensa especializada romana. A tres meses del arribo de Francisco a la ciudad sueca de Lund para participar de la conmemoración de los 500 años de la Reforma iniciada por Lutero, en un tono desafiante Müller señaló que "nosotros los católicos no tenemos ningún motivo para festejar el 31 de octubre de 1517, es decir, el comienzo de la Reforma que llevó a la ruptura de la cristiandad occidental". Es evidente que la forma, la oportunidad y el tono usado por el cardenal alemán produjo perplejidad y no poco desconcierto ante el gobierno de Suecia y en la Federación Luterana Mundial.
También el cardenal Müller aprovechó su viaje a Madrid y Oviedo en que presentó su polémico libro "Informe sobre la esperanza" (Ed. BAC) para reafirmar posiciones doctrinales diferentes a las que postula Papa Francisco en Amoris Laetitia, reafirmando allí que es "una contradicción" estar divorciado y vuelto a casar y querer comulgar y ha insistido que "ningún Papa puede cambiar la doctrina sobre los sacramentos del matrimonio y la Eucaristía".
Ante estos preocupantes hechos, observadores atentos a la nomenclatura vaticana, indican que estas acciones y operaciones de cardenales "opositores al Papa", están llegando a un límite inaceptable, no sólo porque dañan la necesaria unidad eclesial para la misión, sino porque dan cuenta de que hay activos poderosos e intereses que quieren desestabilizar el enorme liderazgo de Francisco, que persiste en sus intentos por hacer algunas determinantes reformas en la pesada y burocrática estructura de la curia vaticana que se protege como un solo cuerpo ante estos intentos de cambio, en especial los que tiene relación con el ámbito de las finanzas y el quehacer del poderoso IOR.
En esta estrategia desgastadora y cansadora para el sumo pontífice, hoy emerge con fuerza otra voz, la del cardenal Robert Sarah, que llegó desde Africa en el año 2001, llamado entusiastamente por Juan Pablo II. Años más tarde en el 2010, Benedicto XVI le crea cardenal y en el 2014 es Francisco quién lo nombra Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la disciplina de los sacramentos.
El Cardenal Sarah y el apoyo de los purpurados italianos
Desde que arribó desde su Guinea natal a Roma, Robert Sarah se supo ganar la confianza y simpatías de un selecto núcleo de obispos y cardenales italianos. Siendo estudiante en Roma, observó con detención la sabiduría y el carisma del Rector del Biblicum que en los años 70 era el distinguido profesor jesuita Carlo María Martini.
Con los años y de vuelta a Roma, se ubicó al lado del grupo de connotados visitantes y miembros de la casa general de la organización Opus Dei, eran los años de gloria de José María Escrivá de Balaguer, quién con una santa pericia logró del Papa Wojtyla la anhelada Prelatura Personal.
Desde esos años la amistad y sintonía con los cardenales Sodano, Ruini, Bertone y Herranz nunca ha sufrido alteración alguna, al contrario en estos tres años de pontificado Bergogliano se ha consolidado y aumentado su red de influencias no solo al interior de la curia vaticana, sino también hacia los episcopados de Africa y por intermedio del cardenal chileno Jorge Medina -quién trabajó en el mismo dicasterio vaticano- a no pocos obispos y cardenales de Latinoamérica.
Por lo tanto, el cardenal Sarah conoce bien los centros de poder e influencias de los dicasterios. No es de extrañar que el principal apoyo que hoy tiene el cardenal africano sea el poderoso e inefable purpurado alemán Gerhard Müller que se atrevió a contradecir públicamente algunos lineamientos del Papa Francisco en su paso por Asturias y Madrid, como ya lo hemos señalado.
Volviendo a Sarah, es interesante saber a qué se comprometió con el Papa cuando le nombró con confianza en tal alto puesto. Observemos con atención lo que el cardenal dice de su conversación con el Santo Padre cuando le nombró Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos:
"Cuando el Santo Padre, el Papa Francisco, me pidió que aceptara el ministerio de Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, le pregunté: Santidad, ¿cómo quiere que ejerza este ministerio? ¿Qué quiere que haga como prefecto de esta Congregación? La respuesta del Santo Padre fue clara: 'Quiero que continúe implementando la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II'...".
Entonces, que obedezca el cardenal Sarah y cese en sus intentos contestatarios y dañinos a las líneas de acción que imparte y señala, incansablemente, el Papa Bergoglio.
Es urgente producir nuevos cambios en los dicasterios
Desde el inicio de su pontificado, Francisco soporta una campaña persistente de no solo oposición a sus anhelos de reforma en la Iglesia Católica, también aumentan las críticas a cómo lleva adelante una serie de cambios que ponen en cuestión el desmedido poder de los cardenales de la curia romana.
Felizmente el Papa argentino -como le llaman sus detractores- se ha ganado un liderazgo mundial impresionante por su modestia, informalidad y sinceridad para decir con plena libertad lo que piensa. Es este ambiente y praxis lo que molesta a poderosos cardenales que desde varios flancos y desde las sombras siembran y promueven conjeturas, "chismes" y trascendidos que intentan poner dudas y rechazos a la labor diaria del Papa, en especial cuando entrega sus reflexiones desde la casa Santa Marta o cuando improvisa conferencias de prensa en sus viajes apostólicos. Solo dos ejemplos que grafican cierta molestia por la sinceridad y libertad con que Francisco se expresa cuando comparte sus anhelos ante sus hermanos obispos. Es lo que ocurrió el 16 de mayo de este año cuando se dirigió a los obispos italianos en su 69° asamblea general y les señaló:
"Nos hemos preguntado cuál es la razón última de la entrega de nuestro presbítero. ¡Cuánta tristeza dan aquellos que en la vida están siempre un poco a la mitad, con el pie levantado! Calculan, sopesan, no arriesgan nada por miedo a perderse... ¡Son los más infelices! Nuestro presbítero, en cambio, con sus límites, es uno que se la juega hasta el final: en las condiciones concretas en las que la vida y el ministerio le han puesto, se ofrece con gratuidad, con humildad y alegría. Aun cuando nadie parece darse cuenta. Incluso cuando intuye que, humanamente, quizá nadie le agradecerá lo suficiente su entrega sin medida".
El segundo ejemplo, cargado de verdad y que obviamente no agradó al clan de cardenales vaticanos que recurrentemente critican a Bergoglio, es cuando en octubre de 2013 comparte con Eugenio Scalfari que: "Los jefes de la Iglesia a menudo han sido narcisos adulados y malamente alentados por sus cortesanos. La corte es la lepra del papado...".
Por esto y más, cardenales tenaces como Müller y Sarah se aferran a esa Iglesia poder que castiga en los tribunales antes del necesario diálogo. También estos purpurados opositores al Papa no trepidan en desoír lo que les indica el Santo Padre respecto al principio de la misericordia como elemento central de la pastoral misionera católica, por el contrario, esta camarilla de cardenales insisten en una variable ya fracasada: imponer por el miedo o, so pena de sufrir la excomunión. Esa norma que oscureció a la Iglesia por años quedó, felizmente, obsoleta desde los tiempos del Concilio Vaticano II.
Finalmente, desde Latinoamérica, esperamos que esta "revolución de Francisco" -en palabras del cardenal Kasper-, no se detenga y que los augurios de que personas poderosas pasen de la oposición a la conspiración solo sea uno de los tantos rumores que salen de ciertos dicasterios romanos. Se sabe que el pontífice tiene un tiempo muy limitado para intentar los aires de reforma que una mayoría de religiosas, presbíteros y laicos esparcidos por el mundo quieren y reclaman, pero si no se detiene esa oposición temeraria que existe, se corre el serio riesgo de detener abruptamente esta primavera esperanzadora de hacer de la Iglesia un instrumento fiel al discipulado de Jesús.
Proféticas son hoy las palabras que el cardenal Jorge Mario Begoglio compartió con los cardenales horas antes de iniciarse el cónclave: "Tengo la impresión de que Jesús estuvo encerrado en la Iglesia y golpea a la puerta porque quiere salir".