Ver al Hijo del hombre, cuando venga en su Reino

Evangelio según San Mateo 16,24-28. 

Entonces Jesús dijo a sus discípulos: "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará. 

¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida? Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles, y entonces pagará a cada uno de acuerdo con sus obras. Les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán antes de ver al Hijo del hombre, cuando v

Concilio Vaticano II Constitución sobre la Iglesia en el mundo actual, Gaudium et Spes,§ 37-38

Ver al Hijo del hombre, cuando venga en su Reino

La Sagrada Escritura, con quien está de acuerdo la experiencia de los siglos, enseña a la familia humana que el progreso altamente beneficioso para el hombre también encierra, sin embargo, gran tentación, pues los individuos y las colectividades, subvertida la jerarquía de los valores y mezclado el bien con el mal, no miran más que a lo suyo olvidando lo ajeno. Lo que hace que el mundo no sea ya ámbito de una auténtica fraternidad, mientras el poder acrecido de la humanidad está amenazado con destruir al propio género humano... 

A la hora de saber cómo es posible superar tan deplorable miseria, la norma cristiana es que hay que purificar por la cruz y la resurrección de Cristo y encauzar por caminos de perfección todas las actividades humanas. El hombre, redimido por Cristo y hecho, en el Espíritu Santo, nueva criatura, puede y debe amar las cosas creadas por Dios, pues Dios las recibe... Cristo, hombre perfecto, entró en la historia del mundo, asumiéndola y recapitulándola en sí mismo (Ef 1,10). Él es quien nos revela que «Dios es amor» (1Jn 4,8), a la vez que nos enseña que la ley fundamental de la perfección humana, y, por tanto, de la transformación del mundo, es «el mandamiento nuevo» (Jn 13,34) del amor. Así, pues, a los que creen en la caridad divina les da la certeza de que abrir a todos los hombres los caminos del amor y esforzarse por instaurar la fraternidad universa no son cosas inútiles. Al mismo tiempo advierte que esta caridad no hay que buscarla únicamente en los acontecimientos importantes, sino, ante todo, en la vida ordinaria. El, sufriendo la muerte por todos nosotros, pecadores, nos enseña con su ejemplo a llevar la cruz que la carne y el mundo echan sobre los hombros de los que buscan la justicia y la paz.

Nuestra Señora de las Nieves
Advocación Mariana, 5 de agosto


Nuestra Señora, Protectora de Roma o Auxilio del Pueblo Romano

En el siglo IV d.C. vivía en Roma una piadosa pareja. Él se llamaba Juan Patricio mientras que el nombre de su esposa se desconoce. Habían sido bendecidos con abundancia de bienes y también de fe. Sin embargo, su gran dolor era no tener hijos con los que pudieran compartir sus dones. Durante años habían rezado por un hijo y heredero. En esta situación pasaron muchos años sin ningún resultado. Por fin decidieron nombrar como heredera a la Santísima Virgen y le rezaron con devoción para que los guiara en la asignación de la herencia.

Nuestra Señora les agradeció sobremanera y la noche del 4 de agosto, se le apareció a Juan Patricio y a su esposa, diciéndoles que deseaba que construyeran una basílica en el Monte Esquilino (una de las siete colinas de Roma), en el punto preciso que ella señalaría con una nevada. También se le apareció al Papa Liberio con el mismo mensaje. En la mañana siguiente, el 5 de agosto, mientras brillaba el sol en pleno verano, la ciudad quedó sorprendida al ver un terreno nevado en el Monte Esquilino. La pareja, feliz, se apresuró al lugar y el Papa Liberio marchó hacia el mismo en solemne procesión. La nieve cubrió exactamente el espacio que debía ser utilizado para la basílica y desapareció una vez señalado el lugar. Pronto se construyó la Basílica de Santa María la Mayor.

Grandes devotos de la Santísima Virgen

El Papa Liberio buscaba una imagen de la Santísima Virgen que fuera digna de esta espléndida Basílica de Sta. María la Mayor. El mismo donó la famosísima Madonna, Nuestra Señora y el Niño, la cual, según una tradición había sido pintada por San Lucas sobre una gruesa tabla de cedro de casi cinco pies de alta y tres y un cuarto de ancha, y llevada a Roma por Santa Helena. Esta obra es venerada en el oratorio pontificio.

A lo largo de los años, el pueblo de Roma ha sido muy devoto de la Madonna. Cada vez que Roma se encontraba en peligro de calamidades o de pestilencia, corría en bandadas al santuario de Nuestra Señora para pedirle auxilio. La imagen era llevada en procesión solemne, con gran devoción. La Virgen Santísima les demostró ser una poderosa protectora con grandes milagros.

Durante el pontificado de San Gregorio el Grande, una peste terrible arrasó con la ciudad de Roma. El Pontífice ordenó que se hiciera una procesión penitencial desde Santa María la Magiore, en la cual el mismo llevaba una estatua de la Virgen. Durante la procesión 80 personas murieron, pero el pontífice continuaba sus oraciones. Cuando llegaron al puente que cruza el río Tiber, oyeron cantos de ángeles en el cielo. De pronto sobre el castillo (que hoy se llama "de San Angelo"), se apareció el arcángel San Miguel. En su mano derecha llevaba una espada que metió en su vaina. En ese mismo momento ceso la peste.

En la actualidad, esta advocación se le llama Nuestra Señora, Protectora de Roma o Auxilio del Pueblo Romano. El Señor también ha obrado milagros --por medio de la Stma. Virgen-- a través de numerosas réplicas, particularmente sobre una que pertenecía a los Padres Jesuitas.

Los Papas siempre han sentido una tierna devoción por esta imagen de la Virgen María. Algunos han pasado incluso noches enteras en oración ante él. Benedicto XIV hizo el compromiso de hacerse presente para el canto de las letanías de Sta. María la Mayor todos los sábados. El Papa Pablo V, la noche en que iba a morir, manifestó el deseo de que lo llevaran a la capilla de Nuestra Señora para así poder morir a sus pies.

Instauración de la fiesta de María, Reina
El 1º de noviembre, de 1954, al final del Año Mariano, el Santo Padre Pío XII colocó una corona enjoyada sobre la pintura de Nuestra Señora, Protectora de Roma. En ese momento, se levantó un fuerte llanto de entre la gran multitud congregada en Sta. María la Mayor: "¡Viva la Reina!". El Papa nombró a la Virgen Reina de cielos y tierra y decretó que se celebrara una fiesta especial para honrarla bajo ese título.
No era éste un nuevo privilegio para la Madre de Dios. Ella siempre ha sido considerada nuestra Reina, como lo testifica el arte Mariano desde los primeros siglos y las oraciones, especialmente la Letanía de Loreto. Sin embargo, no había hasta entonces fiesta en particular que lo conmemorara. En la actualidad esta fiesta se celebra el 22 de agosto.

La fiesta de Nuestra Señora de las Nieves, 5 de agosto, se celebraba, en principio, solamente en la basílica, se extendió en el siglo XIV a toda Roma y, finalmente, San Pío V la declaró fiesta de la Iglesia universal en el siglo XVII.

El que quiera venir conmigo, cargue con su cruz
Mateo 16, 24-28. Tiempo Ordinario. Cargar la cruz que tenemos con alegría, Cristo va por delante.


Oración introductoria
Padre santo, ayúdame a buscar lo que me haga crecer en el amor, para darte gloria y servir mejor a los demás: bienes que duren y valgan para la eternidad. Y, aunque no me guste ni me atreva a buscarla, que sepa renunciar a mí mismo para tomar mi cruz y seguirte.

Petición
Señor, dame la fortaleza para tomar mi cruz y seguir los pasos de tu Hijo.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Que tome su cruz y me siga.

El Evangelio de hoy nos alienta a la alegría y, asimismo, a aceptar el sufrimiento, la cruz, inseparables del seguimiento de Jesús. ¿Tengo experiencia de ambas realidades? ¿Sé armonizarlas en mi vida? A nadie le gusta sufrir. Pero el sufrimiento viene sin que lo busquemos. Todos podemos hablar de nuestra cruz de cada día. También de la lucha diaria por seguir a Jesús en medio de una sociedad que piensa y vive lo contrario.
En este Evangelio de Mateo, Jesús nos anima a seguirlo, a poner nuestros pasos en sus huellas. Jesús nos invita a superar nuestro egoísmo, a tomar nuestra cruz y a dar la vida por su reino.

La recompensa será enorme: Porque el Hijo del hombre ha de venir rodeado de la gloria de su Padre, en compañía de sus ángeles, y entonces dará a cada uno lo que merecen sus obras.

Y quien sigue a Cristo tiene que aceptar llevar su cruz. Lo dice Jesús, en seguida, para hacer comprender a sus discípulos que sería una ilusión pensar en seguirlo, pero sin llevar con Él la cruz: “El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga.” ¿Después del pecado, es éste el único camino de salvación para los individuos y para la humanidad entera?

Pedro no entendía las cosas de Dios, del mismo modo, por no situarnos nosotros en el plan del Padre, se nos hace difícil entender sus obras, sus planes para con nosotros. Tenemos necesidad de despojarnos de los criterios del hombre, de nuestros quereres, preferencias y egoísmo y adoptar sólo y únicamente el de Jesucristo.

«No se trata de una cruz ornamental, o de una cruz ideológica, sino que es la cruz del propio deber, la cruz del sacrificarse por los demás con amor —por los padres, los hijos, la familia, los amigos, también por los enemigos—, la cruz de la disponibilidad para ser solidarios con los pobres, para comprometerse por la justicia y la paz. Asumiendo esta actitud, estas cruces, siempre se pierde algo. No debemos olvidar jamás que “quien perderá la propia vida [por Cristo], la salvará”. Es un perder para ganar.»

(Homilía de S.S. Francisco, 19 de junio de 2016).

Reflexión
Un sacerdote tuvo que realizar un viaje a Estados Unidos y en el avión coincidió con un empresario muy importante. Después de un rato de diálogo, el millonario le contó esta confidencia: Daría con gusto gran parte de mi dinero con tal de volver a tener la experiencia de Dios que viví hace muchos años.

La amistad con Cristo no se paga con dinero, es gratis. Por eso es tan difícil lograrla, porque no se vende en ningún establecimiento. No es una mercancía, pero es el bien más cotizado del mundo. Y por desgracia, también el más desconocido.

¿Cómo se logra esa amistad? En primer lugar, haciéndose como Cristo. Para eso hay que empezar a conocerlo; leer el Evangelio, acudir a los sacramentos, dedicar momentos diarios a la oración, etc. Es necesario "empaparse" de sus enseñanzas, que son divinas. Es entonces cuando damos un fundamento sólido a nuestra vida cristiana.

Jesús nos avisa que esa transformación en Él es costosa, como cargar con una cruz sobre los hombros. No hay que engañarse. Pero también es la manera más plena de vivir, despreocupándose de los propios intereses y tratando a los demás como Cristo lo haría. Es así como podremos experimentar su amistad y cercanía. Así "recobramos" nuestra alma para el Señor y ayudamos, con nuestro testimonio, a los otros.

Diálogo con Cristo 
Es mejor si este diálogo se hace espontáneamente, de corazón a Corazón
Señor, no es fácil ser tu amigo en la cruz. La tentación a escapar o renegar de la realidad, cuando se presentan los problemas, fácilmente me domina. Gracias por esta meditación que me confirma que puedo confiar en que, con tu gracia, puedo perseverar hasta el final. No puedo esperar gozar de una eternidad gloriosa, llena de fiesta y de alegría, si no derramo, por amor a Ti y a mis hermanos, un poco de sangre, sudor y lágrimas en la tierra.

Propósito
Adoptar una actitud positiva, y no quejarme, ante las dificultades de este día para seguir a Cristo en el camino de la cruz.


Cada ser humano escribe una historia imborrable
Cada opción crea un poco de bien en el mundo


Juan tuvo un sueño profundo y muy vivo. Se encontraba en un valle inmenso. Desde todas las direcciones posibles, llegaban millones de personas: hombres y mujeres, adultos y niños, jóvenes y ancianos, trabajadores y desocupados, ricos y pobres, santos declarados, santos anónimos, pecadores convertidos y pecadores desalmados.

La muchedumbre crecía por minutos. Desde lo alto apareció un Cordero que dominaba con su presencia todo el valle. Un ángel tocó la trompeta, y se hizo un silencio dramático. Otro ángel llegó con una lista enorme, y empezó a leer nombres.

Algunos de esos nombres eran bien conocidos: Sócrates, Cicerón, Francisco de Asís, Adolf Hitler, Madre Teresa de Calcuta. Otros indicaban a personas desconocidas por la mayoría de los presentes.

Cuando se pronunciaba un nombre, el llamado pasaba al frente, a la vista de todos. Los que eran desconocidos avanzaban en medio de un silencio más o menos tenso. Los “famosos” suscitaban aplausos o gritos de condena entre grupos numerosos de personas.

El ángel de la lista gritó dos nombres: Adán y Eva. Se hizo un silencio sepulcral. Por la parte izquierda, de muy lejos, avanzaron dos figuras humanas. La multitud prorrumpió en un murmullo confuso y dividido. Unos querían aplaudir: “¡Son nuestros primeros padres!” Otros querían condenar: “¡Por vuestra culpa vino el pecado y todo tipo de males entre los hombres!” Otros querían abrazarlos: “¡Cristo vino al mundo porque Dios fue fiel al amor que os tenía y, en vosotros, a todos los hombres!”

Juan despertó. No había valle, ni multitud, ni Cordero, ni ángeles, ni trompetas. Sintió que estaba solo. Se preguntó, como pocas veces había hecho antes, qué diría él cuando tuviese la ocasión de encontrarse con Adán y con Eva.

Pero luego su mente se llenó de otras preguntas: “¿qué dirán los demás cuando escuchen mi nombre? ¿Cuántos no sentirán un poco de rabia al recordar todas las injusticias que cometí sobre ellos? ¿O habrá tal vez muchos que, agradecidos, empezarán a aplaudir, porque les ayudé, les serví, les acompañé en un momento difícil de sus vidas?”

Juan se daba cuenta de que ninguno de sus actos era indiferente. Cada ser humano escribe una historia imborrable. Cada opción crea un poco de bien en el mundo, o aumenta el mal que parece dominar en tantos corazones humanos y que hace sufrir a millones de niños hambrientos, pobres, abandonados. Es fácil señalar a Adán y Eva y ver en ellos, en nuestros primeros padres, el origen del mucho mal que hace llorar al mundo. Es más correcto no condenar una historia que ya ha sido perdonada, para dedicarnos, desde el lugar de cada uno, a construir un mundo un poco mejor.Juan ha llegado a la moraleja del sueño. Este día irá a trabajar con otro espíritu. Regañará a los hijos con más cariño (casi ni se sentirán regañados). Hará más feliz a la esposa al ayudar en los mil trabajos de la casa. Y en la noche, todos juntos, rezarán.

Desde la casa de Juan (hay muchos juanes y juanas en el mundo) un poco de buena levadura está cambiando, sin que lo sepan muchos, la cara triste de un planeta necesitado de esperanza.

¿Por qué el demonio odia tanto a María y por qué tú deberías amarla?
Porque él aborrece el hecho de que su derrota final vendrá de la mano de una sierva humilde

Satanás odia a la Santísima Virgen María. De hecho, ha estado haciendo todo lo que está en su poder para desmotivar la devoción hacia ella e inculcar odio hacia ella durante dos milenios. ¿Te has dado cuenta que son los dogmas Marianos y las devociones a la Virgen las que despiertan las más fuertes reacciones en aquellos que rechazan a la Iglesia? Incluso algunos buenos católicos se avergüenzan de la devoción a Nuestra Señora, y sienten que no deberíamos ser tan extremos en nuestra veneración a ella.

Tal vez, te has preguntado porque la Iglesia tiene en tal alta estima a la Inmaculada Virgen María. Tal vez, te has preguntado porque Dios ha escogido servirse de ellaen la obra redentora. Hoy, me gustaría echar una mirada al porque el diablo odia tanto a nuestra Santísima Madre, y porque nosotros deberíamos ser sus fieles siervos.

Ella aplastará su cabeza
El escenario es el jardín del Edén. Los personajes son Dios, la serpiente, Adán y Eva. El diablo se regodea en su triunfo. Acaba de engañar a Eva, y a través de ella, a Adán. Que orgulloso está de sí mismo. Casi puedes sentir su orgullo demoniaco en la destrucción, ya que ha podido malograr la obra de la mano creadora de Dios, y arrastrar a los seres humanos - por quien Dios tiene un amor especial - a la muerte y la miseria.

Dios aparece en la escena a limpiar el desorden, declarando la trágica maldición que arrastra el pecado, pero también para proclamar el proto evangelio, un primer vistazo al Evangelio y la condena del diablo.

Dios comienza por dirigirse a Satanás, diciendo que se arrastrará en el suelo por el resto de sus días. Luego revela algo que hace que Satanás tiemble de horror: su derrota final vendrá de las manos de una mujer.

"Haré que tú y la mujer sean enemigas, lo mismo que tu descendencia y su descendencia. Su descendencia te aplastará la cabeza, y tú le morderás el talón". (Génesis 3,16)

Ahora los académicos argumentan acerca de si el pronombre en la frase es o no masculino, "Su descendencia te aplastara la cabeza" - eso es si se refiere a la Virgen María o a Jesucristo. Pero voy a contarles un pequeño secreto: eso no importa. Verán, Jesús aplastará la cabeza de Satanás a través de María. Ella es el instrumento que Jesús utilizará cuando destruya a su antiguo enemigo.

Con eso en mente, es totalmente legítimo decir “Él aplastará tu cabeza” tanto como es decir “Ella aplastará tu cabeza”. Es casi como decirle a un asaltante armado, “Un paso más y te disparo” y “Un paso más y mi magnum .44 te volará la cabeza”. Ambas afirmaciones son verdaderas.

Entonces, ¿Por qué le duele tanto al diablo que María sea quien lo derrote? ¿Porque Dios quiso utilizar a María para derrotar a Satanás? Ahora lo explico.

Derriba del trono a los poderosos
El diablo odia, y me refiero a que él aborrece el hecho de que su derrota final vendrá de la mano de una sierva humilde. De alguna forma, su corazón orgulloso puede manejar el ser derrotado por Dios porque sabe que es Todopoderoso y Omnipotente. ¿Pero ser destrozado por una pequeña Dama de Nazaret? La idea es sencillamente humillante. Eso lo vuelve loco. Porque si hay algo que la creatura más orgullosa de toda la creación odia, es ser humillada.

Satanás encuentra que su derrota a manos de la Virgen María es tan humillante porque ella es mujer, y las mujeres son el sexo débil (1 Pedro 3,7), y él desprecia a los débiles. Él de verdad disfruta ver a las mujeres siendo abusadas, degradadas y siendo vista como objetos. Eso sin mencionar que nuestra Bendita Señora es humana, y Satanás odia a los humanos porque tenemos cuerpos y él es puro espíritu, que desprecia los cuerpos. Pero hay otra muy profunda razón por la que Satanás odia ser derrotado por la Virgen María: Ella es su reemplazo en el cielo.

Verás, Lucifer fue originalmente la mejor creación de Dios. Él era más hermoso, más poderoso que todas las otras creaturas que Dios había hecho. Y como todos sabemos, se le subió a la cabeza. Él era tan hermoso, tan poderoso que realmente creía que podía ser mejor que Dios. Las marcas indelebles de Satanás son el orgullo y la envidia del Todopoderoso.

¿Y cuáles son las características que definen a nuestra Señora? Primero y principalmente, ella es supremamente humilde. De hecho, ella es la más humilde creatura que ha existido. Por cada onza de orgullo que el diablo tiene, María tiene el doble de humildad. Por cada gota llena de odio y amargura en el corazón negro de Satanás, el Corazón de María está llena del doble de alabanza, adoración y amor. Por cada parte de la depravada, pervertida y deformada alma del diablo, el Corazón de María está lleno de pureza y fecundidad. Y por gracia, Dios ha hecho de ella la más exquisita y más gloriosa creatura en el universo, el título que el diablo solía reclamar para sí.

En todas las formas, la Inmaculada es totalmente opuesta a Satanás. En cada forma, ella es su reemplazo en el Cielo, y él lo sabe. Este Divino intercambio de Satanás por María se revela en el himno de nuestra Señora, el Magníficat:


"Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: Su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abrahán y su descendencia por siempre".

En el Magníficat, vemos el rol de María en la salvación resumida bellamente:

  • La humildad de María “Porque ha mirado la humillación de su esclava.
  • El maravilloso trabajo de la gracia de Dios en ella: “Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí”
  • Dios reprendiendo a Satanás “dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos”
  • Su colocación de María en el lugar de Satanás:” y enaltece a los humildes”

Lo peor de todo para Satanás, su reemplazo en el cielo no es otra que la Madre de la Palabra viva, Jesucristo, cuya pasión y muerte redimió a toda la humanidad a la que él ha tratado tanto de destruir. Su «SÍ» a Dios deshizo la desobediencia de Eva, labrando del camino para la obra salvadora del nuevo Adán. La misma debilidad de Eva que Satanás instigó, fue reemplazada por la debilidad de la obediencia de María, una obediencia a la voluntad de Dios que la ha hecho poderosa más allá de cualquier límite. Este es el plan Divino para la derrota del enemigo. Esta es la humillación y condena de Satanás.

Hasta la vista Satanás

Tal vez no lo sepas, pero Satanás te odia. Su amarga envidia lo lleva a querer destruir la obra de Dios y arrastrarla al abismo del infierno. A él no le gustaría nada más que tú - hecho a imagen de Dios - lo acompañaras en las llamas eternas de un lago de fuego, porque a la miseria le gusta la compañía.

Pero no temas. La antigua serpiente no tiene poder contra la Inmaculada Virgen, porque en el plan de Dios, ella es el instrumento que Jesús utilizó para humillar y destruirlo. ¿Quieres aplastar la cabeza del diablo en tu vida? ¿Quieres pasar con seguridad a través de las pruebas, tentaciones y tormentas hacia tu hogar eterno? La respuesta es simple, recurre a María. Ámala, sé su devota servidora. Se su siervo, su defensor, su apóstol. Consagra tu ser total y completamente porque nada de lo que le pertenezca se verá perdido. Como San Juan Damasceno dijo de forma tan hermosa:

"Ser devoto a la, Santísima Virgen María, es un brazo de salvación que Dios nos entrega a aquellos a los que Él quiere salvar".

Satanás esta todo alborotado, haciendo todo lo que puede porque sabe que su tiempo se acaba. Está asustado y enojado, porque sabe que un día muy pronto, él será aplastado por la Mujer que hace que su corazón tiemble, la mujer que "¿Quién es ésta que se asoma como el alba, Hermosa como la luna llena, Refulgente como el sol, Imponente como escuadrones abanderados?" (Cantares 6:10).

Oración
Majestuosa Reina del Cielo y Reina de los Ángeles, recibiste de Dios el poder y la comisión de aplastar la cabeza de Satanás; por lo cual humildemente te suplicamos, enviar a las legiones de los cielos, que, bajo tu mandato, puedan expulsar a los espíritus malignos, e involucrarlos en todas partes en la batalla, frenar su insolencia, y lanzar de nuevo en el abismo del infierno. "¿Quién como Dios?" Oh buena y tierna Madre, has de ser siempre nuestra esperanza y el objeto de nuestro amor.

Oh Madre de Dios, envía los santos ángeles para defenderme y conducir lejos de mí al cruel enemigo. Santos Ángeles y Arcángeles, defiéndenos y guárdanos. Amén

El Papa Francisco, con un grupo de monjas

"El Papa tiene clara esta posibilidad"
Lo de las diaconisas va en serio…
"La mujer, en la Iglesia, pide una "igualdad", que no se le puede negar"

José Luis Ferrando, 05 de agosto de 2016 a las 09:06

¿Cómo es posible que la mitad de la Humanidad, más de la mitad de la Iglesia activa, esté todavía ausente del área ministerial de la Iglesia?

(José Luis Ferrando).- El Papa Francisco ha cumplido su palabra. Hace unos pocos meses, en la sala Pablo VI, ante las Superioras Generales de las Órdenes Religiosas Femeninas dijo que nombraría una comisión para estudiar el tema de las Diaconisas en la Iglesia. Hace unos días el Vaticano anunciaba la creación de esta "Comisión".

Pero lo hacía con unas palabras muy significativas: "Tras una intensa oración y una madura reflexión, el Papa ha decidido instituir la Comisión de Estudio sobre el diaconado de las mujeres". Estas palabras pueden ser analizadas simplemente como una simple formalidad comunicativa, pero, en este caso, desde mi punto de vista, va más allá de la simple formalidad. Teniendo en cuenta también, la lista de personas que han sido nombradas para formar parte de ella.

Dice el texto "Tras una intensa oración". Esta expresión no es una frase sin contenido. Está evocando la profunda seriedad del momento eclesial. El salto cualitativo con mayúscula en la Historia de la Iglesia que podría darse si esta decisión se materializa. Y el Papa Francisco es profundamente consciente de esta paso gigantesco. Y por eso quiere enraizarlo, desde la oración, en el Dios Padre de la Historia. Estamos ante un "kairós", que necesariamente hunde sus raíces en la multiforme gracia del Espíritu Santo. No es un momento cualquiera, ni una decisión banal.

Esa "intensa oración" evoca, sin duda también, el momento dramático, que se le viene encima al Papa Francisco. Si la decisión es positiva, las fuerzas más conservadoras de la Iglesia no dudarán en poner todas las dificultades posibles e inimaginables para frenar esa iniciativa. Pero, desde la oración, el Papa, encontrará la serenidad y la paz para asumir, en comunión con muchos hombres y mujeres creyentes, las "tarascadas" de estos cancerberos de un sistema caduco y obsoleto, falto de vida y significado.

Últimamente están muy animados estos señores del "frenazo" a la "revolución" de Francisco, pero lo tienen claro, la inmensa mayoría de la Iglesia está con el Papa. El presente y el futuro llaman de manera decisiva a la Iglesia.

Las otras palabras tampoco están exentas de hondo significado: "madura reflexión". Lo primero la "oración", y a continuación la reflexión. El papa Francisco ha reflexionado de manera madura. Esto significa que tiene clara esta posibilidad. Que no la descarta, sino que la contempla de manera muy seria. La "madurez" se refiere también al momento eclesial. La "sensibilidad" actual no permite seguir ignorando ciertas realidades. La mujer, en la Iglesia, pide una "igualdad", que no se le puede negar.

La "reflexión", no olvidemos, es la capacidad del ser humano para comprender, en nuestro caso, los misterios del Dios de la Historia. Un Dios, que nos llamara a releer el pasado en clave de presente y futuro. Un Dios que nos grita: ¿Cómo es posible que la mitad de la Humanidad, más de la mitad de la Iglesia activa, esté todavía ausente del área ministerial de la Iglesia? ¿Hemos leído nuestro pasado eclesial con libertad y sin prejuicios?

El Papa Francisco sabe perfectamente que puede abrirse una puerta para la esperanza en la Historia de la Iglesia. Por eso la nota informativa vaticana, aparentemente aséptica, es muy significativa. Esperemos que la Comisión trabaje seriamente y no frustre las expectativas, que sin duda se están creando en estos momentos en la Iglesia Universal. La "hora" de la mujer en la Iglesia podría empezar... El Papa Francisco va en serio en este tema.

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