“Perdona nuestras ofensas así como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido”

Evangelio según San Mateo 18,21-35.19,1. 

Se adelantó Pedro y le dijo: "Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?". Jesús le respondió: "No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por eso, el Reino de los Cielos se parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus servidores. Comenzada la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil talentos. Como no podía pagar, el rey mandó que fuera vendido junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, para saldar la deuda. El servidor se arrojó a sus pies, diciéndole: "Señor, dame un plazo y te pagaré todo". El rey se compadeció, lo dejó ir y, además, le perdonó la deuda. Al salir, este servidor encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, tomándolo del cuello hasta ahogarlo, le dijo: 'Págame lo que me debes'. El otro se arrojó a sus pies y le suplicó: 'Dame un plazo y te pagaré la deuda'. Pero él no quiso, sino que lo hizo poner en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Los demás servidores, al ver lo que había sucedido, se apenaron mucho y fueron a contarlo a su señor. Este lo mandó llamar y le dijo: '¡Miserable! Me suplicaste, y te perdoné la deuda. ¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de tí?'. E indignado, el rey lo entregó en manos de los verdugos hasta que pagara todo lo que debía. Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos". Cuando Jesús terminó de decir estas palabras, dejó la Galilea y fue al territorio de Judea, más allá del Jordán. 

Santa Clara de Asís, virgen y fundadora 

echa: 11 de agosto
fecha en el calendario anterior: 12 de agosto
n.: c. 1193 - †: 1253 - país: Italia
canonización: C: Alejandro IV 12 ago 1255
hagiografía: Directorio Franciscano

Memoria de santa Clara, virgen, que, como primer ejemplo de las Damas Pobres de la Orden de los Hermanos Menores, siguió a san Francisco, llevando en Asís, en la Umbría, una vida austera pero rica en obras de caridad y de piedad. Insigne amante de la pobreza, no consintió ser apartada de la misma ni siquiera en la más extrema indigencia y en la enfermedad.

patronazgo: patrona de Asís, de los ciegos, de las lavanderas, bordadoras, vidrieros, pintores y doradores de vidrio, del telégrafo, el teléfono y la televisión; protectora contra la fiebre y los problemas de ojos.

refieren a este santo: Santa Inés de Asís
Nació en Asís, Italia, en 1193. Su conversión hacia la vida de plena santidad se efectuó al oír un sermón de San Francisco de Asís. Cuando ella tenía 18 años San Francisco predicó en Asís los sermones de cuaresma y allí insistió en que para tener plena libertad para seguir a Jesucristo hay que librarse de las riquezas y bienes materiales.

En secreto se fue a buscar al santo para pedirle que la instruyera en el modo de lograr conseguir la perfección cristiana. El le dijo que había que desprenderse de todo, la animó a dejar la vida de riquezas y comodidades que llevaba y dedicarse a una vida pobre, de oración y penitencia. San Francisco hizo que Clara se fuera a vivir junto a la Iglesia de San Damián en Asís, en una pobre y humilde casita. Y he aquí que su hermana Inés y su propia madre decidieron irse también de monjas con ella. Y muchas muchachas más se dejaron atraer por esa vida de oración y recogimiento, y así pronto el convento estaba lleno de mujeres dedicadas a la santidad. Francisco nombró a Clara como superiora de la comunidad, y aunque ella toda la vida trató de renunciara al puesto de superiora y dedicarse a ser una sencilla monjita de segundo orden, sin embargo por cuarenta años será la priora del convento y las monjitas no aceptarán a ninguna otra en su reemplazo mientras ella viva, y es que su modo de ejercer la autoridad era muy agradable y lleno de caridad. Servía la mesa, lavaba los platos, atendía a las enfermas, y con todas era como una verdadera mamacita llena de compresión y misericordia.

A los pocos años ya había conventos de Clarisas en Italia, Francia, Alemania y Checoslovaquia. Y estas monjitas hacían unas penitencias muy especiales, inspiradas en el ejemplo de su santa fundadora que era la primera en dedicarse a la penitencia.    No usaban medias, ni calzado, se abstenían perpetuamente de carne, y sólo hablaban si las obligaba a ello alguna necesidad grave o la caridad.

La fundadora les recomendaba el silencio como remedio para evitar innumerables pecados de lengua y conservarse en unión con Dios, y alejarse de dañosas distracciones del mundo, pues si no hay silencio, la mundanalidad se introduce inevitablemente en el convento.


Siguiendo las enseñanzas y ejemplos de su maestro San Francisco, quiso Santa Clara que sus conventos no tuvieran riquezas ni rentas de ninguna clase. Y aunque muchas veces le ofrecieran regalos de bienes para asegurar el futuro de sus religiosas, no los quiso aceptar.   Al Sumo Pontífice que le ofrecía unas rentas para su convento le escribió: "Santo Padre: le suplico que no me absuelva ni me libre de la obligación que tengo de ser pobre como lo fue Jesucristo". A quienes le decían que había que pensar en el futuro, les respondía con aquellas palabras de Jesús: "Mi padre celestial que alimenta a las avecillas del campo, nos sabrá alimentar también a nosotros".

Hoy las religiosas Clarisas son 18,000 en 1,248 conventos en el mundo.   27 años estuvo enferma nuestra santa, pero su enfermedad la soportaba con paciencia heroica. En su lecho bordaba y hacía costuras, y oraba sin cesar. El Sumo Pontífice la visitó dos veces y exclamó: "Ojalá yo tuviera tan poquita necesidad de ser perdonado, como la que tiene esta santa monjita".

Cardenales y obispos iban a visitarla y a pedirle sus consejos. San Francisco ya había muerto, y tres de los discípulos preferidos del santo, Fray Junípero, Fray Angel y Fray León, le leyeron a Clara la Pasión de Jesús mientras ella agonizaba. La santa repetía: "Desde que me dedique a pensar y meditar en la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo, ya los dolores y sufrimientos no me desaniman sino que me consuelan".

El 10 de agosto del año 1253 a los 60 años de edad y 41 años de ser religiosa, se fue al cielo a recibir su premio. Un día como hoy fue sepultada. Santa Clara bendita: no dejes nunca de rogar a Dios por nosotros.

Oremos
Himno. Nada posee Clara, Nada le pertenece; Como lirio del huerto Libre respira y crece. Nada toma en su mano Nada de aquí fenece; Pobre, en la cruz se abraza Con Cristo que padece. Nada de lo que fluye Su párpado estremece; Clara mira y escucha Al Verbo que acontece. Amén
Señor, Dios nuestro, que concediste a Santa Clara un gran amor por la pobreza evangélica, concédenos por su intercesión, seguir a Cristo en la pobreza del espíritu y llegar a contemplarte en tu glorioso reino. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.    Vísperas  

Himno
Clara, virgen amable, Esposa enamorada, Dulce nos es tu nombre, Muy suave tu fragancia. El gozo de la cruz
Danos, benigna hermana; Danos tu amor castísimo Y la pobreza santa. Gloria al Hijo doliente En la cruz levantada;
Gloria a Jesús excelso. En la paz de la patria. Amén

Santa Clara de Asís

Beata Teresa de Calcuta (1910-1997), fundadora de las Hermanas Misioneras de la Caridad Un camino muy sencillo

“Perdona nuestras ofensas así como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido”

Cada noche, antes de acostaros, debéis hacer vuestro examen de conciencia (¡porque no sabéis si al día siguiente estaréis todavía en este mundo!). Cualquiera que sea el mal que habéis hecho debéis comprometeros a repararlo si es posible. Si, por ejemplo, habéis robado alguna cosa, intentad devolverla. Si habéis ofendido a alguien, procurad excusaros lo más pronto posible. Si es imposible reparar, expresad a Dios vuestra pena y vuestro remordimiento. Es muy importante, porque debemos ser capaces de arrepentirnos para volvernos capaces de amor. Podrías decir, por ejemplo: “Señor, tengo pena por haberte ofendido  y te prometo hacer todo lo mejor que sepa para no recaer”. Entonces, de golpe, ¡qué impresión de bienestar, de liberación, de sentir el corazón purificado! Acordaos de que Dios es misericordia. Es nuestro Padre solícito, dispuesto a perdonar y olvidarlo todo, con la sola condición de que nosotros hagamos otro tanto con los que nos han hecho algún mal.

Examinad, pues, el fondo de vuestro corazón para ver si no hay en él algún resentimiento escondido hacia vuestro prójimo. En efecto, ¿cómo podríamos pedir a Dios que nos perdone si no quisiéramos perdonar a los otros? Acordaos, pues, que si os arrepentís verdaderamente con corazón generoso, a los ojos de Dios vuestras faltas serán olvidadas. Él os perdonará siempre si vuestro arrepentimiento es sincero. Orad, pues, para perdonar a los que os han ofendido, para amar a los que no amáis, y sabed perdonar inmediatamente así como Dios os ha perdonado.

¿Cuántas veces lo tengo que perdonar?

Mateo 18, 21-19,1. Tiempo Ordinario. Al perdonar encontramos paz en nuestra vida. Aunque sea costoso y se oponga a nuestros sentimientos.

Oración introductoria
Dios mío, creo que estás aquí presente. Espero y te suplico humildemente que guíes esta oración. Ayúdame a tener los mismos sentimientos de acogida y misericordia que tuvo tu Hijo, Jesús.

Petición
Jesús, haz mi corazón semejante al tuyo para amar y perdonar a los demás como los amas Tú.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Perdonar de corazón.
A veces, Señor, me es muy fácil decir: “te perdono” o pensarlo. Y sin embargo, a veces las palabras no van acompañadas por la actitud. Cuántas veces, por formalismo, le digo a la persona que la perdono, pero por dentro llevo la espinita. No me es fácil perdonar de corazón. No me es fácil querer de corazón a aquella persona que me ofendió. Y actúo así. Guardo ese rencor. Incluso a veces siento el deseo de vengarme.

Empiezo a criticar por dentro a la persona. Pienso que ella es quien tiene los problemas. Es que es antipático, no tiene sentido del humor, él tuvo la culpa… pero eso sí, yo tenía muy buenas intenciones, yo que soy buena gente, yo siempre hago las cosas bien. Pero me doy cuenta que el que está equivocado soy yo. Me doy cuenta que la viga que tengo es mucho más grande y que a veces yo soy el que tengo el problema.

Sí es verdad, nadie es perfecto. Y en lo otros siempre encontraré problemas y debilidades. Pero también es verdad que muchas veces está en mi corazón. Como Tú dijiste, Jesús, lo malo viene del interior del hombre. Sin duda que muchos problemas se solucionarían si antes de juzgar a una persona examino mi interior y busco el problema dentro de mí.

Y por eso te pido perdón, Señor, por las veces que no he sabido perdonar cuando Tú no tienes límites al perdonarme. Te pido que me ayudes a comprender la debilidad del hombre. Dame un corazón grande, un corazón bondadoso. Que nunca ofenda a nadie y que todos puedan recibir consuelo en él. Dame, Jesús, unos ojos misericordiosos que se compadezcan de las necesidades del prójimo, y dame una lengua que siempre hable bien de los demás y de la que nunca salgan palabras duras.

Dame la gracia de tener ese corazón tuyo. Que nunca me canse de perdonar y que siempre esté dispuesto a sufrir por mis hermanos.
«El amor de Cristo, derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, nos permite vivir así, ser así: personas capaces de perdonar siempre; de dar siempre confianza, porque estamos llenos de fe en Dios; capaces de infundir siempre esperanza, porque estamos llenos de esperanza en Dios; personas que saben soportar con paciencia toda situación y a todo hermano y hermana, en unión con Jesús, que llevó con amor el peso de todos nuestros pecados.»
(Homilía de S.S. Francisco, 14 de febrero de 2015).

Reflexión
Juan Pablo II dio al mundo uno de los más grandes ejemplos de perdón cuando, en 1982, después de que atentaran contra su vida, fue a visitar a Ali Agca para ofrecerle su perdón. Perdonar a quien intentó asesinarle es todo un testimonio del seguimiento de Cristo.

Jesús no pone límites a la hora de olvidar las faltas. Además nos dejó un sacramento, el de la Penitencia, para borrar los pecados que cometiésemos contra Él, contra Dios. De ahí sacamos una lección de misericordia y de amor. Dios nos gana a todos en generosidad, y no sólo nos perdona una o dos faltas, sino todos los pecados por graves que éstos sean.

Así como Dios perdona, así como el Papa perdonó, igualmente debemos hacer nosotros con todos aquellos que nos perjudican.

Perdonar es vivir la caridad. Aunque sea costoso y se oponga a nuestros sentimientos y pasiones, es la mejor manera de manifestar nuestra correspondencia al amor de Dios.

El perdón es una manera de vivir muy cristiana, y muy necesaria, sobre todo en los ambientes donde reina el odio y la venganza. Dicen que las guerras no se vencen con la fuerza de las armas, sino con el poder del perdón.

Propósito
Imitar el amor misericordioso de Dios en mi propia vida, con cada persona con la que tenga contacto: familia, compañeros de estudio o trabajo, amigos.

Diálogo con Cristo 
Padre mío, lo que puedo llegar a hacer, si dejo actuar tu gracia, es impresionante. Porque contestarle a Pedro que no sólo siete, sino setenta veces siete, es todo un desafío, imposible sin tu gracia e inspiración. Ayúdame a recorrer este camino de amor y misericordia hacia los demás.

No tener confianza es no tener paz
No queremos hablar con nadie ni contarle a nadie nuestra pena, ¡nos han engañado! y hemos perdido la confianza. 


No tener confianza, desconfiar, es perder la calma, es no tener paz. Hoy en día los hombres y las mujeres desconfiamos de todo y por lo tanto no tenemos paz. Vivimos recelando, pensando en que todos nos pueden engañar.

Tal vez sea porque tampoco nosotros somos auténticos, tal vez sea por eso. Lo cierto es que vivimos en un mundo de engaño. Engaño en los negocios, engaño en los artículos que consumimos, comida, cremas, accesorios, contratos, etcétera; engaño en el amor y en la amistad. Y cuando somos sinceros, honestos, ¡cuánto nos duele que alguien nos traicione!

Creer en nuestros semejantes, en nuestros seres queridos, es necesidad vital para poder vivir. Creer plenamente, sin sombra de duda en el ser amado es condición necesaria para sublimarnos en toda nuestra integridad moral como el que alguien nos diga: - ¡Creo en ti!. Pero los seres humanos nos fallamos unos a otros y es ahí cuando aparece el dolor, los celos, la desconfianza.

Tal vez hoy tengamos eso, dolor, decepción, estamos heridos, nos han engañado... Tal vez aquel puesto de trabajo que nos prometieron fue un engaño, tal vez aquel juramento de amor no fue sincero, tal vez aquella amistad nos clavó un puñal por la espalda... Traición, mentira, desilusión, elementos y sensaciones que nos hacen estar tristes, muy tristes. No queremos hablar con nadie, no queremos contarle a nadie nuestra pena, ¡nos han engañado! y hemos perdido la confianza.

Por ese dolor, de la índole que sea, no nos dejemos aniquilar. Dios es nuestro Padre y nos está cuidando, un Padre todo amor y en El si podemos confiar. Fijémonos en los niños cuando juegan en el Parque. Andan corriendo un poco lejos de su madre, pero si tropiezan y caen, o algo los asusta, corren a refugiarse en los brazos de ella que los acoge solícita y el niño con un suspiro de llanto apoya su cabecita en el regazo materno porque allí se siente seguro y CONFIADO. Eso es lo que necesitamos cuando las cosas nos hacen sufrir, tener confianza en nuestro PADRE Dios pero también en los hombres. El niño no solo cuando cae o tiene miedo, sino cuando encuentra una florerilla corre gozoso a mostrársela al ser querido. Así nosotros en nuestras penas, pero también en nuestros acontecimientos gratos, en nuestros triunfos y alegrías vayamos a Él para mostrarle y agradecerle todo aquello que nos llena de dicha.

La falsedad, aunque en estos tiempos parece acosarnos para donde miremos, no es un mal de hoy. Ya lo podemos ver en el texto de (Jeremías, IX, 3 y 55) "Nada de fidelidad, solo el fraude predomina en la tierra. Amontonan iniquidad sobre iniquidad... recelan uno del otro, nadie confía en nadie todos engañan, todos difaman... no hay en ellos palabras de verdad. Tan avezadas están sus lenguas a la mentira, que ya no pueden sino mentir".

Nos engañamos, nos mentimos unos a otros porque no somos auténticos. Hemos de vivir nuestra existencia con autenticidad para poder confiar y dar confianza a nuestros semejantes.

Estamos llamados a hacer un mundo nuevo. Un mundo mejor. Un mundo verdad. Y LA VERDAD NOS HARÁ LIBRES. Para eso tenemos que vivir nuestra propia vida con auténtica verdad. Una auténtica renovación en nuestras vidas, empezando por confiar en la Humanidad.

El caso inédito de los refugiados compitiendo en Juegos Olímpicos
Su Santidad Francisco envió una carta a los miembros del Equipo Olímpico de Refugiados

Su Santidad Francisco envió una carta a los miembros del Equipo Olímpico de Refugiados, que por primera vez compite en la justa deportiva, su presencia ha sido altamente significativa en el evento. El Papa desea que “el coraje y la valentía que llevan dentro pueda expresar… un grito de fraternidad y de paz.”

Atletas Olimpicos Refugiados
El Obispo de Roma, su intención de que por medio de estos atletas, “la humanidad comprenda que la paz es posible, que con la paz todo se gana; en cambio con la guerra se pierde todo.” Culmina su misiva bendiciéndoles y con la petición de que recen por él.

La delegación de refugiados la componen 10 atletas: Ramis Anis, Yiech Pur Biel, Jame Nyang Chiengjiek, Jonas Kinde, Anjelina Nada Lohalith, Rose Nathike Lokonyen, Paulo Amotun Lokoro, Yusra Mardini, Popole Misenga y Yolande Mukasa Mabika; diez atletas que participan en judo, natación y atletismo.

La mayor parte de la delegación proviene de Sudán del Sur, de hecho la mitad de ellos, incluida la abanderada del equipo, Rose Nathinke Lokoyen. Los demás atletas son nacionales de Siria, República Democrática del Congo y Etiopía.

Estos competidores son los seleccionados de un grupo previo de 43 atletas que tenía posibilidades de integrar el equipo de refugiados en la justa veraniega.

Yusra Mardini es la más joven del equipo, es nadadora y en su camino de Siria a Grecia, naufragó su embarcación y nadó por horas para llegar a la costa, junto con sus hermana; en cambio Jonas Kinde es el mayor de todos y está previsto que corra el maratón, él ha tenido que salir de Etiopía por los diferentes problemas sociales que aquejan al país.

En la presentación oficial de la Delegación ante el Comité Olímpico Internacional, pocos días antes de la inauguración de la competencia, Thomas Bach, Presidente del COI, mencionó: “La participación de los refugiados en los Juegos Olímpicos es una señal de esperanza para todos los refugiados del mundo. Ellos no tenían un país que defender, ni una bandera bajo la cual competir. Ahora sí los tienen. Nosotros les ofrecemos una casa: La Villa Olímpica.” Citó la Agencia de la ONU para los Refugiados, ACNUR.

Julieta Appendini, Directora de la Oficina en México de la Fundación a la Iglesia Necesitada, que atiende diferentes proyectos a favor de refugiados en diferentes países, mencionó para YoInfluyo.com, que es muy importante, es un acto simbólico para hacer presente una desgracia humana. Comentó que el dato de refugiados en el mundo ha llegado a 65.3 millones de refugiados, contra el último dato de 2015, que era de 60 millones; es un problema que ha crecido exponencialmente, representando una realidad humana, una realidad a la que nos debemos de integrar para su solución.

Un día después de la llegada del equipo de refugiados a Río de Janeiro, visitaron el Cristo Redentor conocido como del Corcovado.
Con información de Aciprensa, BBCMundo y ACNUR

¿Qué hacer ante una persona atrapada por una secta?

El fenómeno de las sectas, considerado por los documentos de la Iglesia como un desafío, precisa de una respuesta pastoral. ¿Cuál ha de ser? Para profundizar en el tratamiento pastoral y pedagógico que debe hacerse desde la fe católica, presentamos esta entrevista realizada al experto José Luis Sánchez Nogales.

Sacerdote diocesano de Almería, es catedrático de Filosofía de la Religión y de Historia de las Religiones en la Facultad de Teología de Granada, donde ocupa también el cargo de vicerrector. En calidad de destacado conocedor del islam, es consultor del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso.

Autor de un buen número de libros y artículos sobre sus especialidades, es también miembro de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES, http://info-ries.blogspot.com) .

¿Cuál es la primera actitud que los educadores en la fe deberían observar ante la sospecha de personas en proceso de ser captadas por movimientos de religiosidad alternativa, incluso sectas?
La primera acción es no perder la cercanía a la persona, de modo que se mantengan abiertos los cauces de comunicación con el entorno, sobre todo familia, educadores y amigos. A pesar de las dificultades de personal de las instituciones religiosas, el camino a seguir es una pedagogía y una pastoral directas, persona a persona. Una de las causas que provocan el deslizamiento hacia zonas de sombra de la religiosidad es el déficit de calidez en la atención pastoral y educativa en momentos de crisis, especialmente cuando se trata de personas que se sienten desatendidas o incluso espiritualmente heridas. Tienden a culpar a la gran institución religiosa. Si en ese momento reciben una adecuada acogida, entonces es posible la reconciliación y la reorientación de la vida religiosa.

¿Cómo entablar un diálogo pastoral y educativo con personas que se encuentran en situación de búsqueda y posiblemente tentadas de deslizarse hacia algún movimiento u organización ambiguos?
El contacto que se requiere entablar en estos casos es lo que llamamos un diálogo terapéutico, sanante, en el sentido espiritual del término. Y el lenguaje propio de este tipo de diálogo es el testimonio. El comienzo del diálogo no es ofrecer una "mercancía", sino demandar con humildad, interrogar, preocuparse por lo que el otro en necesidad puede ofrecer. Es el "dame de beber" de Jesús, al comienzo del encuentro, que da pie a que afloren las auténticas carencias y necesidades de la persona. Por otra parte, el carácter testimonial le da a la palabra del educador una seriedad avalada por el convencimiento grave de lo que expresa, y toma en serio el hecho de decirlo al otro. La palabra llega a ser algo más que comunicación, pues se hace donación que quiere afectar al interlocutor. Se trata de una palabra sincera, que procede de la hondura de quien la pronuncia y que actualiza su eficacia cuando toca la hondura de quien la escucha. No testimonia quien meramente recita un dictado o un discurso aprendido sin que la palabra pase por su corazón y lo "toque". No puede afectar a otro quien, en su propia hondura no se siente impactado y afectado por el mensaje que testifica. Esto creo que es muy importante en el diálogo con estas personas.

¿Qué está fallando en las grandes instituciones religiosas, en nuestro caso la Iglesia, para que se produzca el éxito de movimientos de dudoso perfil religioso en una población en gran medida formada por ellas?
Bueno, es probablemente más fácil decirlo que llevarlo a la práctica. Pero es cierto que notamos un déficit de experiencia religiosa en nuestros jóvenes y también en los adultos. Hay que potenciar la capacidad de evocar auténtica experiencia religiosa en celebraciones, enseñanza, encuentros, etc. El alma de niños y jóvenes queda, en muchas ocasiones, insatisfecha con las atenciones pastorales y pedagógicas que podríamos llamar "de mantenimiento". Creo que se ha producido un déficit en la promoción de actividades que llenen los espacios vacíos de los niños y jóvenes. Hemos asistido, en los últimos veinticinco años a un progresivo envejecimiento de la "población cultual", el sector de creyentes de práctica religiosa regular sobre el que termina recayendo casi toda la acción pastoral más directamente espiritual y religiosa de las instituciones eclesiales. Absorbe un alto porcentaje de las energías pastorales de un clero también envejecido cuya meritoria labor nunca será bastante reconocida.

Pero el sector más joven de nuestra sociedad ha constituido la experiencia en norma de aquello que tiene valor y merece la pena. Por esta razón es necesario procurar un espacio de experiencia viva, pues los receptores cognoscitivos racionales han dejado de tener la primacía en esta cultura. Una comunicación teológicamente coherente y racionalmente válida no será atendida si no es percibida como experiencia que hace vivir, ayuda a vivir, impulsa a vivir. Es un reto para todos nosotros.

Por último, ¿cómo concretar, al menos en algunos elementos, la acción pastoral y pedagógica en esta dirección de proporcionar un ambiente de experiencia religiosa y de diálogo espiritual ante estos fenómenos de los movimientos de perfil ambiguo, incluso sectario?
Me parece importante continuar las experiencias que ya llevan a cabo diversas instituciones y parroquias. Iniciar en la práctica de la meditación cristiana, en las diversas formas de oración, la lectura de la Sagrada Escritura, etc.; propiciar un clima religioso atractivo y pacificador en las celebraciones, donde las personas encuentren a Dios ofreciendo respuesta salvífica a sus diversos problemas y donde haya una actitud verdaderamente participativa. Luchar contra la "falta de alma" que puede darse a veces en los ritos religiosos cristianos y que provoca los vacíos espirituales que luego se intentan llenar en esas sombras religiosas a que aludimos. Esta ayuda a las personas para conocerse a sí mismas como seres únicos, amados por Dios en su peculiar historia humana es muy importante. Se están haciendo esfuerzos para proporcionar calidez a las comunidades cristianas y crear un ambiente de fraternidad y cercanía pastoral. Una verdadera ecología de las relaciones humanas contra el aislamiento y la alienación de que son víctimas muchas personas en nuestras sociedades. Para ello es muy importante el reconocimiento de la mayoría de edad de los seglares. Las sectas emplean precisamente como reclamo la oferta de ese protagonismo religioso que en las grandes iglesias parece menos accesible. Son hoy incontables los sufrimientos de orden físico, psíquico, moral y espiritual que se ceban en personas, familias, comunidades, sociedades enteras. Las iglesias cristianas han de hacer resonar en el mundo actual el mensaje alegre, curativo y salvífico de Dios en Jesucristo tienen que encontrar el modo de acercarse de modo eficaz a ese "exceso de dolor" que aqueja al mundo actual: un hombre que necesita, hoy más que nunca, la cercanía curativa de Dios a su propia vida.

"Para destruir toda injusticia" Prender fuego

"Jesús invita a la transformación profunda de la sociedad"

Necesitamos una revolución más profunda que las revoluciones económicas. Una revolución que transforme las conciencias de los hombres y de los pueblos

(José Antonio Pagola).- Son bastantes los cristianos que, profundamente arraigados en una situación de bienestar, tienden a considerar el cristianismo como una religión que, invariablemente, debe preocuparse de mantener la ley y el orden establecido.
Por eso, resulta tan extraño escuchar en boca de Jesús dichos que invitan, no al inmovilismo y conservadurismo, sino a la transformación profunda y radical de la sociedad: «He venido a prender fuego en el mundo y ojalá estuviera ya ardiendo... ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división».

No nos resulta fácil ver a Jesús como alguien que trae un fuego destinado a destruir tanta mentira, violencia e injusticia. Un Espíritu capaz de transformar el mundo, de manera radical, aun a costa de enfrentar y dividir a las personas.

El creyente en Jesús no es una persona fatalista que se resigna ante la situación, buscando, por encima de todo, tranquilidad y falsa paz. No es un inmovilista que justifica el actual orden de cosas, sin trabajar con ánimo creador y solidario por un mundo mejor. Tampoco es un rebelde que, movido por el resentimiento, echa abajo todo para asumir él mismo el lugar de aquellos a los que ha derribado.

El que ha entendido a Jesús actúa movido por la pasión y aspiración de colaborar en uncambio total. El verdadero cristiano lleva la «revolución» en su corazón. Una revolución que no es «golpe de estado», cambio cualquiera de gobierno, insurrección o relevo político, sino búsqueda de una sociedad más justa.

El orden que, con frecuencia, defendemos, es todavía un desorden. Porque no hemos logrado dar de comer a todos los hambrientos, ni garantizar sus derechos a toda persona, ni siquiera eliminar las guerras o destruir las armas nucleares.

Necesitamos una revolución más profunda que las revoluciones económicas. Una revolución que transforme las conciencias de los hombres y de los pueblos. H. Marcuse escribía que necesitamos un mundo «en el que la competencia, la lucha de los individuos unos contra otros, Necesitamos una revolución más profunda que las revoluciones económicas. Una revolución que transforme las conciencias de los hombres y de los pueblos

(José Antonio Pagola).- Son bastantes los cristianos que, profundamente arraigados en una situación de bienestar, tienden a considerar el cristianismo como una religión que, invariablemente, debe preocuparse de mantener la ley y el orden establecido.

Por eso, resulta tan extraño escuchar en boca de Jesús dichos que invitan, no al inmovilismo y conservadurismo, sino a la transformación profunda y radical de la sociedad: «He venido a prender fuego en el mundo y ojalá estuviera ya ardiendo... ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división».

No nos resulta fácil ver a Jesús como alguien que trae un fuego destinado a destruir tanta mentira, violencia e injusticia. Un Espíritu capaz de transformar el mundo, de manera radical, aun a costa de enfrentar y dividir a las personas.

El creyente en Jesús no es una persona fatalista que se resigna ante la situación, buscando, por encima de todo, tranquilidad y falsa paz. No es un inmovilista que justifica el actual orden de cosas, sin trabajar con ánimo creador y solidario por un mundo mejor. Tampoco es un rebelde que, movido por el resentimiento, echa abajo todo para asumir él mismo el lugar de aquellos a los que ha derribado.

El que ha entendido a Jesús actúa movido por la pasión y aspiración de colaborar en uncambio total. El verdadero cristiano lleva la «revolución» en su corazón. Una revolución que no es «golpe de estado», cambio cualquiera de gobierno, insurrección o relevo político, sino búsqueda de una sociedad más justa.

El orden que, con frecuencia, defendemos, es todavía un desorden. Porque no hemos logrado dar de comer a todos los hambrientos, ni garantizar sus derechos a toda persona, ni siquiera eliminar las guerras o destruir las armas nucleares.

Necesitamos una revolución más profunda que las revoluciones económicas. Una revolución que transforme las conciencias de los hombres y de los pueblos. H. Marcuseescribía que necesitamos un mundo «en el que la competencia, la lucha de los individuos unos contra otros, el engaño, la crueldad y la masacre ya no tengan razón de ser».

Quien sigue a Jesús, vive buscando ardientemente que el fuego encendido por él arda cada vez más en este mundo. Pero, antes que nada, se exige a sí mismo una transformación radical: «solo se pide a los cristianos que sean auténticos. Esta es verdaderamente la revolución» (E. Mounier).

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