Consentir en la conversión

Evangelio según San Lucas 10,13-16. 

¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros realizados entre ustedes, hace tiempo que se habrían convertido, poniéndose cilicio y sentándose sobre ceniza. 

Por eso Tiro y Sidón, en el día del Juicio, serán tratadas menos rigurosamente que ustedes. 

Y tú, Cafarnaún, ¿acaso crees que serás elevada hasta el cielo? No, serás precipitada hasta el infierno. 

El que los escucha a ustedes, me escucha a mí; el que los rechaza a ustedes, me rechaza a mí; y el que me rechaza, rechaza a aquel que me envió". 

San Jerónimo

(340 – 420)  La mejor apología que podemos hacer de San Jerónimo son las palabras que el Papa Benedicto XV le dedica en la Encíclica «Spíritus Paráclitus»: «el máximo doctor que dio el cielo, para interpretar la Divina Escritura».   Nace alrededor del los años 330 en Estridón, una ciudad de Dalmacia. Educado en Roma con los mejores maestros de la época, pronto destaca por su gran inteligencia. Siendo catecúmeno, se deja arrastrar en alguna ocasión por las malas influencias del ambiente, mas movido por la gracia, al terminar sus estudios, recibe el Bautismo.   Renuncia a los caminos de gloria humana que le brindaba su dominio de los clásicos latinos y se entrega al estudio de la Palabra divina y a una vida de intenso ascetismo. Después de una etapa viajera se traslada al desierto de Calcis. «Oh soledad dichosa, exclama, si tu padre para detenerte se tiende en el umbral de tu puerta, pasa por encima de él» (Carta a Heliodoro).   Allí el santo anacoreta, entregado de lleno a la oración y el ayuno, se ve envuelto en un mar de tentaciones. Pero sale triunfante de ellas y con la virtudes más acrisolada,  «...porque fiel es Dios que no permite que seamos tentados sobre nuestras fuerzas» (1 Cor. 10, 13). Poco más de treinta años contaría San Jerónimo cuando se ordena sacerdote.   Hacia el año 382, invitado por el Papa San Dámaso, se traslada a Roma donde llegó a ser nombrado secretario del Sumo Pontífice. Aureolado por el brillo de su santidad y ciencia, se le consulta siempre como defensor de la fe. Por orden del Papa emprende su obra cumbre: la traducción de los Sagrados Libros, que con el nombre de VULGATA, adoptó oficialmente la Iglesia. Hasta que se extinga su vida jamás dejará el estudio de la Sagradas Escrituras.

La Orden Jerónima Merced a su influencia saludable, algunas damas de la nobleza dejarán el mundo para llevar vida escondida en Cristo. Muerto el Pontífice, se levantan tal serie de calumnias contra San Jerónimo que, pese a ser probada su inocencia, decide abandonar Roma. «Doy gracias a Dios, decía, porque me ha juzgado digno de que el mundo me odie». Tras recorrer los Santos lugares, se establece en la gruta de Belén, donde se le unen muchos discípulos y son fundados varios monasterios femeninos por su dirigida Santa Paula, y uno masculino dirigido por el mismo doctor. Junto a sus trabajos bíblicos, fue inagotable sus labor en defensa del dogma ante la multitud de herejías reinantes. Tras muchos sufrimientos murió el 30 de septiembre del año 420. «Amad la ciencia de la Escritura y no amareis los vicios de la carne», repetía San Jerónimo, «...Ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo».

Oremos  
Oh Dios, que concediste a San Jerónimo saber gustar de la sagrada Escritura y vivirla intensamente, haz que tu pueblo se alimente cada vez más en tu Palabra y encuentre en ella la fuente de la vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

Santa Catalina de Génova (1447-1510), esposa, mística El libre albedrío

Consentir en la conversión

Dios incita al hombre a levantarse del pecado. Luego, con la luz de la fe le ilumina la inteligencia; más tarde, gracias a un gusto y una cierta dulzura le enciende la voluntad. Todo esto lo hace Dios en un instante, aunque nosotros tengamos que expresarlo por muchas palabras e introduciendo un intervalo de tiempo. 

Dios obra todo esto en el hombre según el fruto que prevé. A cada uno se le otorga gracia y luz suficiente para que, haciendo lo que está a su alcance, pueda salvarse, sólo dando su consentimiento a la obra de Dios. Este consentimiento se realiza de la manera siguiente: Cuando Dios ha hecho su obra, basta al hombre con decirle: “Estoy contento, Señor, haz de mí lo que quisieres, me decido a no pecar más y dejar todas las cosas del mundo por tu amor.”

Este consentimiento y este movimiento de la voluntad se realizan con tanta rapidez que el hombre se une a Dios sin que se dé cuenta de ello, ya que se realiza en el silencio. El hombre no ve el consentimiento pero le queda una impresión interior que le empuja a seguir en él. En esta operación se encuentra inflamado y aturdido, estupefacto, sin saber qué hacer y a dónde volverse. Por esta unión espiritual el hombre queda ligado a Dios por un lazo casi indisoluble, porque Dios hace casi todo, habiendo consentimiento por parte del hombre. Si éste se deja conducir, Dios lo conduce y lo encamina a la perfección que le tiene destinada.

Ciudades incrédulas
Lucas 10, 13-16. Tiempo Ordinario. Creer en los milagros que Cristo va cumpliendo cada día de nuestra vida. 

Del santo Evangelio según san Lucas 10, 13-16
«¡Ay de ti, Corazin! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que, sentados con sayal y ceniza, se habrían convertido. Por eso, en el Juicio habrá menos rigor para Tiro y Sidón que para vosotras. Y tú, Cafarnaúm, ¿hasta el cielo te vas a encumbrar? ¡Hasta el Hades te hundirás! «Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; y quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado».

Oración
Gracias, Señor, por tu amor y por el prodigio que me das, en este momento, al invitarme a dialogar contigo en esta meditación. Confío en Ti, Señor, y humildemente pongo mi mente, mi corazón, mi vida, en tus manos.

Petición
Jesús, ayúdame a guardar el silencio necesario para poder escucharte.

Meditación del Papa Francisco
Cuando nosotros estamos en tentación, no escuchamos la Palabra de Dios: no escuchamos, no entendemos, porque la tentación nos cierra, nos quita cualquier capacidad de previsión, nos cierra cualquier horizonte, y así nos lleva al pecado. Cuando estamos en tentación, solamente la Palabra de Dios, la Palabra de Jesús nos salva. Escuchar la Palabra que nos abre el horizonte... Él siempre está dispuesto a enseñarnos como salir de la tentación. Y Jesús es grande porque no solo nos hace salir de la tentación, sino que nos da más confianza.

Esta confianza es una fuerza grande, cuando estamos en tentación: el Señor nos espera, se fía de nosotros así, tentados, pecadores, siempre abre horizontes. Y viceversa, el diablo con la tentación cierra, cierra, cierra. (Cf. S.S. Francisco, 18 de febrero de 2014, homilía en Santa Marta)

Reflexión
¡Ay de ti, que has visto muchos milagros y no te has convertido! Son muy duras las palabras de Cristo contra estas dos ciudades, ciudades que nos pueden representar si no creemos en los milagros que Cristo va cumpliendo cada día de nuestra vida.

¿Qué milagros ha hecho y no he creído? Cada uno en su vida personal puede decir cuántos son los milagros que Dios ha hecho en su propia vida, pero los más comunes son la Eucaristía, la conversión de nuestros corazones, las casualidades que no tienen otro fundamento que el querer de Dios, nuestra propia vida cuando hemos estado en riesgo de morir...

Lo que nos pide Cristo en este evangelio es que reflexionemos sobre todos esos milagros, esas gracias que Dios nos va dado, para que se las agradezcamos como verdaderos hijos, que aman a su Padre. Seamos agradecidos y pidamos la gracia de ver todo lo que Dios nos ha dado.

Propósito
Poner en mi agenda de actividades, el día en que voy a ir a confesarme.

Diálogo con Cristo
Señor, hazme darme cuenta que para escuchar y poder responder a tu llamada, debo limpiar mi mente y mi corazón en el sacramento de la confesión. No soy digno de ser tu discípulo misionero, por eso te pido me ayudes a crecer en la sinceridad y en la honestidad, para que sepa aprovechar los medios espirituales que me ofrece tu Iglesia

Querer ayudar sin saber cómo
Vemos el problema. Sentimos un deseo íntimo de tender la mano. Pensamos cómo hacerlo, pero todas las puertas parecen cerradas.

Vemos el problema. Sentimos un deseo íntimo de tender la mano. Pensamos cómo hacerlo, pero todas las puertas parecen cerradas.

Si hablo, ¿qué palabras decir? ¿Cómo encontrar la manera para ser aceptado? ¿En qué modos dar a entender que busco el bien del otro? ¿Cómo superar prevenciones, miedos, suspicacias?

Si callo, ¿no seré interpretado como un cobarde? ¿No pensarán que soy indiferente al sufrimiento ajeno? ¿No dirán que prefiero evitar problemas para encerrarme en mi mundo de egoísmos?

Si escribo, ¿qué ocurrirá con las líneas que prepare? ¿A quién llegarán? ¿Seré capaz de expresar con tacto, con claridad, una idea que, espero, sirva para ayudar al otro?

Además, hay ocasiones en las que ni yo mismo veo caminos abiertos para salir del túnel. Los problemas están allí. Hacen sufrir a un familiar, a un amigo, a un compañero de trabajo. Pero, ¿hay solución? Me duele no ver la manera concreta con la que acompañar a quien sufre, tal vez muy cerca de mi vida.

A pesar de todo, queda siempre abierta la posibilidad de rezar. Es entonces cuando alzamos el corazón hacia el cielo, cuando suplicamos al Padre de la misericordia, ayuda, luz, fuerza, consuelo para quien lo necesita, para quien queremos sea auxiliado.

Quiero, Señor, tender la mano. No sé cómo. Suple, pues, mis límites, y no dejes sucumbir a mi hermano en la tristeza, en la amargura, en el odio, en el pecado. Dame fuerzas para saber estar a su lado, para encontrar modos concreto de acompañarle en su pena, para acercarlo a Ti, Padre bueno.

Permíteme, más allá de mis límites, ser un buen samaritano. Enséñame a compartir ese Amor tan grande que has puesto en mi vida. Un Amor que deseas ofrecer también a cada uno de mis hermanos más pequeños...
 

El Papa inicia su viaje apostólico a Georgia

Es la segunda etapa de su viaje al Cáucaso

30 SEPTIEMBRE 2016 REDACCION EL PAPA FRANCISCO

El Papa Francisco Sube Al Avión De Alitalia (Foto Archivo Osservatore © Romano)

(ZENIT – Roma).- Este viernes 30 de septiembre, el papa Francisco partió a las 9,15 de la mañana desde el aeropuerto Leonardo Da Vinci, en Fiumicino, hacia Georgia, primera etapa apostólica de 40 horas antes de proseguir hacia Azerbaiyán. Se completa así la visita al Cáucaso, cuya primera parte realizó a Armenia a finales de junio pasado.

Para llegar a Georgia el vuelo papal deberá recorrer 2.668 kilómetros y allí estará hasta el sábado 1 de octubre. El domingo 2 volará a Azerbaiyán, con un vuelo que recorrerá 445 kilómetros. En este país permanecerá unas 10 horas.

Los objetivos del viaje en esta región donde el cristianismo echó raíces desde los primeros siglos de nuestra era, los indicó el mismo Francisco en una audiencia general: “por una parte, valorizar las antiguas raíces cristianas presentes en esas tierras, siempre con espíritu de diálogo con las otras religiones y culturas y, por otra, alentar las esperanzas y los  senderos de la paz”.

El logo del viaje a Georgia representa una cruz estilizada, cuya forma recuerda la tradicional cruz de Santa Ninó (también conocida como Cristiana, Ninón o Ninny), quien fue la más grande evangelizadora de este país. Los colores amarillo y rojo evocan aquellos presentes en las banderas del Estado de la Ciudad del Vaticano y de Georgia.Mientras que el lema de la visita ‘Pax Vobis’ está tomado del capítulo 20 del Evangelio de san Juan y ha sido reproducido en latín y georgiano. La elección del tema de la paz quiere subrayar la coincidencia del viaje del Papa con el Año Santo de la Misericordia y representa una llamada a la pacificación del mundo y de aquella región asiática en particular. Ver el programa completo del viaje

La iconografía de San Jerónimo

La figura de San Jerónimo es muy rica iconográficamente hablando

La figura de San Jerónimo es muy rica iconográficamente hablando, y ampliamente representada en todos los estilos del arte cristiano y técnicas y formatos posibles. Iconos, esculturas, relieves, pinturas, vidrieras, etc., ya sea solo, formando parte de una serie de Padres de la Iglesia, o alguna escena de su vida. De estas, principalmente se prefiere su estancia en la cueva de Belén, escribiendo en su estudio, o el episodio de la flagelación por los ángeles.

Sus atributos principales son:
El capelo y vestiduras cardenalicias, aunque no fue cardenal, ni mucho menos. Son los servicios que prestó al papa San Dámaso como secretario y puntualmente como dirimente de asuntos, lo que le han hecho aparecer en la iconografía como un cardenal, que, estrictamente, son colaboradores del papa en el gobierno de la Iglesia. Ocasionalmente aparece con el hábito de la Orden Jerónima, siempre en circulos relacionados con estos monasterios.

El libro (o los libros si es una escena interior, en su biblioteca) representa, en primer lugar, la Sagrada Escritura, y en todo caso, la sabiduría, la enseñanza y la predicación de la fe, como en la mayoría de los santos cuyo atributo es un libro. La piedra con la que aparece golpeándose el pecho en las escenas en las que se le representa como penitente. A estas escenas suele acompañar un crucifijo, y/o una calavera a los que el santo mira fijamente. La pintura y escultura del barroco bastante este tema iconográfico. La obra en cuestión recoge precisamente este momento de las penitencias de San Jerónimo, que abandona las dignidades (capelo y vestidura roja a un lado), viste una túnica áspera y con la mirada fija en Cristo, abre su túnica para comenzar a golpearse el pecho con la piedra que sostiene en la mano derecha.

Otro atributo presente sobre todo en la pintura y los relieves, es la trompeta del Juicio Final tocada por un ángel o emergiendo de entre las nubes, visión que le acompaña frecuentemente.

El león, que le acompaña sí o sí. Es probable que en el origen solo se trate de una alegoría al desierto, la soledad, la valentía y carácter de Jerónimo, pero por lo menos desde la Edad Media, pasa a recordar una leyenda en la cual se cuenta que, estando el santo junto al río Jordán, vio venir hacia él un león cojenado, por tener una espina atravesada en una pata. San Jerónimo le calmo, extrajo la espina y le curó la pata. El león se quedó tan a gusto y agradecido, que nunca más le dejó, sino que le servía y al morir Jerónimo se dejó caer sobre su tumba. para morir de hambre. Pero esto es una leyenda que se lee, tal cual, en la leyenda de San Gerásimo (5 de marzo). El parecido entre los nombres creó la confusión.
 

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