“El publicano… ni tan sólo se atrevía a levantar los ojos al cielo”

La postura justa

Según Lucas, Jesús dirige la parábola del fariseo y el publicano a algunos que presumen de ser justos ante Dios y desprecian a los demás. Los dos protagonistas que suben al templo a orar representan dos actitudes religiosas contrapuestas e irreconciliables. Pero ¿cuál es la postura justa y acertada ante Dios? Esta es la pregunta de fondo.

El fariseo es un observante escrupuloso de la ley y un practicante fiel de su religión. Se siente seguro en el templo. Ora de pie y con la cabeza erguida. Su oración es la más hermosa: una plegaria de alabanza y acción de gracias a Dios. Pero no le da gracias por su grandeza, su bondad o misericordia, sino por lo bueno y grande que es él mismo.

En seguida se observa algo falso en esta oración. Más que orar, este hombre se contempla a sí mismo. Se cuenta su propia historia llena de méritos. Necesita sentirse en regla ante Dios y exhibirse como superior a los demás.

Este hombre no sabe lo que es orar. No reconoce la grandeza misteriosa de Dios ni confiesa su propia pequeñez. Buscar a Dios para enumerar ante él nuestras buenas obras y despreciar a los demás es de imbéciles. 

Tras su aparente piedad se esconde una oración «atea». Este hombre no necesita a Dios. No le pide nada. Se basta a sí mismo.

La oración del publicano es muy diferente. Sabe que su presencia en el templo es mal vista por todos. Su oficio de recaudador es odiado y despreciado. No se excusa. Reconoce que es pecador. Sus golpes de pecho y las pocas palabras que susurra lo dicen todo: «¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador».

Este hombre sabe que no puede vanagloriarse. No tiene nada que ofrecer a Dios, pero sí mucho que recibir de él: su perdón y su misericordia. En su oración hay autenticidad. Este hombre es pecador, pero está en el camino de la verdad.

El fariseo no se ha encontrado con Dios. Este recaudador, por el contrario, encuentra en seguida la postura correcta ante él: la actitud del que no tiene nada y lo necesita todo. No se detiene siquiera a confesar con detalle sus culpas. Se reconoce pecador. De esa conciencia brota su oración: «Ten compasión de este pecador».

Los dos suben al templo a orar, pero cada uno lleva en su corazón su imagen de Dios y su modo de relacionarse con él. El fariseo sigue enredado en una religión legalista: para él lo importante es estar en regla con Dios y ser más observante que nadie. El recaudador, por el contrario, se abre al Dios del Amor que predica Jesús: ha aprendido a vivir del perdón, sin vanagloriarse de nada y sin condenar a nadie.

- José Antonio Pagola

30 Tiempo ordinario - C
(Lucas 18,9-14)
23 de octubre 2016

Misioneros: Iglesia en salida

Leemos en el Génesis que Dios le dijo a Abraham: «Sal de tu tierra, de tu parentela, de la casa de tu padre, para la tierra que yo te indicaré». Y el patriarca salió, aunque no sabía a donde iba; sólo sabía que era la voluntad de Dios. Lo mismo ha sucedido con los misioneros. Un día sintieron la llamada divina a entregarse a los demás lejos de sus casas, y se fueron, no por desapego a su patria y a sus familias, sino por fidelidad a lo que Dios les pedía, y ya desde entonces comenzaron a amar a quienes aún no conocían, cuyo idioma si era el caso aprenderían, cuyas costumbres adoptarían… hasta hacerse uno de ellos.

Este fue el caso de Mn. Josep Cabayol, por poner un ejemplo de un misionero de nuestras tierras, del que se presentó recientemente una biografía. Salió de la Riera de Gaià, de su familia, de aquellas calles y plazas en las que había jugado, como la de la iglesia, con aquel platanero gigante, inconfundible. Y marchó a Ruanda, luego al Congo, y otra vez a Ruanda, mientras le permitían sus fuerzas, identificándose con aquellos pueblos africanos, sin acobardarse por peligros reales vividos a veces con un protagonismo no querido.

Ahí está el caso de Isabel Solà, la monja barcelonesa asesinada este año en Haití, donde fue a misiones después de unos años en Guinea Ecuatorial. Vivió con sus pobres habitantes el terrible terremoto y dedicó desde entonces su tiempo a atender a los muchos amputados fabricándoles prótesis para que pudieran andar.

En Tarragona hemos celebrado un encuentro misional de las diócesis de toda España, en coincidencia con los 90 años del establecimiento del DOMUND. «Sal de tu tierra» es el lema de este año, y de la fiesta que hoy celebramos. Enlaza con el deseo del Papa Francisco, tantas veces expresado: su deseo de una Iglesia en salida, que no se encierre en sí misma y en las rutinas, sino volcada hacia los demás, hacia las periferias existenciales de la geografía y de la vida. Pensemos –como nos ha recordado D. Anastasio Gil, director nacional de las Obras Misionales Pontificias en España–, que el Evangelio aún no ha llegado al 70 por ciento de la humanidad. 

La Iglesia, por mandato de Jesucristo, está llamada a anunciarles este mensaje de salvación y a hacerlo con palabras y con obras, con el ejemplo del amor fraterno que inspira la doctrina más sublime, porque es divina.

† Jaume Pujol Balcells
Arzobispo metropolitano de Tarragona y primado

"Es hora de tu compromiso"

Celebramos hoy la Jornada del DOMUND. En esta fecha tan misionera, el Papa Francisco nos invita a todos los cristianos a vivir nuestro compromiso de bautizados con más generosidad. Nos dice: “Todos estamos invitados a salir, como discípulos misioneros, ofreciendo cada uno sus propios talentos, su creatividad, su sabiduría y experiencia en llevar el mensaje de la ternura y de la compasión de Dios a toda la familia humana”. (Mensaje del Papa, Jornada Mundial de las Misiones 2016, 1).

Dos mil años después del inicio de la misión, son muchas las áreas geográficas, culturales, humanas o sociales en las que Cristo y su Evangelio no han penetrado aún. ¿Cómo no escuchar la llamada que emerge de esta situación? El mandato del Señor: “Id al mundo entero...” (Mt 28,19) sigue resonando en el corazón de todo bautizado. Ante estas palabras de Jesús, deberíamos preguntarnos todos, comunidades, bautizados, consagrados: ¿Qué tipo de sordera nos impide escucharlo? ¿Qué resistencias impiden en nosotros, seguidores de Jesús, avanzar con coraje y valentía por este camino de la misión?

Los hombres y las mujeres de nuestro tiempo tienen derecho a conocer la Buena Nueva de Jesús. Quien ha conocido la alegría del encuentro con Cristo Salvador no puede tenerla encerrada dentro de sí, debe irradiarla. La evangelización constituye un óptimo servicio a la humanidad, en orden a realizar el proyecto de Dios, que consiste en unir consigo, por medio de Jesucristo, en eterna alianza de amor, en el amor y la unidad del Espíritu Santo, a todos los hombres, haciendo de ellos un pueblo de hijos, de hermanos, libres de toda injusticia y animados por sentimientos de auténtica caridad.

En esta tarea están empeñados los misioneros. Así lo expresa un misionero de África: “En nuestro humilde caminar, nos acercamos a las casas de los hombres pidiendo techo, comida y amistad. Y damos, a cambio, como nos lo pide el Evangelio, el extraordinario regalo de la paz.” El misionero es el hombre del encuentro con Dios y con los hombres, es el testigo de la Presencia activa de Dios en el mundo y es el guía para todos los que Le buscan. Es el pregonero del Amor entrañable y universal de Dios hacia todos los hombres.

Muchos hombres y mujeres de nuestra Iglesia diocesana están trabajando como misioneros en los distintos continentes del mundo: América Latina, África, Asia... Les recordamos con gran cariño, especialmente en este día. Pedimos al Señor que les fortalezca en este preciosa tarea en que, ciertamente, no les faltan cansancios, sinsabores e incluso persecución. Pero, sabedores de todo ello, perseveran con gozo en la misión a ellos encomendada por medio de la Iglesia. ¡Son admirables, son los hijos predilectos de la Iglesia! Que su ejemplo anime a los jóvenes de nuestras comunidades cristianas, para que dediquen también su vida a dar a conocer, amar y servir a “Jesucristo, verdadero Dios y Hombre, único camino mediante el cual el mundo puede descubrir la alta vocación a la que es llamado.” (Bula Incarnationis mysterium, 2)

Pero no basta con la oración y la admiración por lo que hacen los misioneros. Es necesario que nosotros seamos más valientes en proclamar a Cristo, también en nuestros ambientes, porque Jesús es Buena Noticia para los hombres de todos los tiempos. Es la hora de tu compromiso misionero, se nos dice en esta Jornada Mundial de las Misiones 2016. Salgamos de nuestra tierra, si el Señor nos llama, y seamos generosos también con nuestra aportación económica, que será de gran ayuda para las tareas misioneras en todos los continentes del mundo.

Concluyo con las palabras de un poeta anónimo:
“No te guardes a Dios, como se guarda una herencia.
Tu vocación, como la de la Virgen, como la de Israel,
es dejar pasar a Cristo, darlo ahora a la luz, para que el mundo se ponga en camino hacia Dios. No te guardes a Dios, pues robarías a los demás, porque el Mesías viene para todo el pueblo, porque todas las razas esperan la salvación, porque para todos has sido puesto testigo de Dios.”

Queridos hermanos, que Dios os bendiga a todos.+ Juan José Omella Arzobispo de Barcelona

Soy un pecador.
Lucas 18, 9-14. Domingo XXX tiempo ordinario. Ciclo C. ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, quiero llevar siempre adelante la vida que me has regalado para amarte. Quiero aprender a vivirla, llenarme de Ti, llegar a Ti. Madre mía, María Santísima, que esta oración me transforme más el corazón para que llegue a ser como el de tu Hijo.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Juzgar a los demás es constante aguijón en el hombre. Uno tiende a sentirse mejor que el otro. Tantas veces un prejuicio ha dañado lo que podría haberse convertido en una amistad. “Te doy gracias porque no soy como los demás”… y mientras tanto, la personas humilde diría “Señor, fortalece a mi hermano, a mi hermana, pues es frágil como yo”.

La persona humilde conoce su fragilidad, conoce su verdad y la reconoce ante Dios y ante los hombres. Y vive en conciencia tan constante de su debilidad, que no se permite juzgar a los demás. Se sabe tan necesitada de la misericordia de Dios, que la desea igualmente para sus hermanos. Presenta ante Dios una oración por sí misma, para poder servir mejor. Y coloca en las manos del Señor a sus hermanos, a sus amigos y a sus “enemigos” o aquellos que por cualquier razón no le simpatizan. Tiene un corazón grande, con lugar para Dios y en Dios para todos.  Señor, ¿puedo ser humilde yo también?, ¿puedo conocer mi miseria para mejor amarte a Ti y a los demás?, ¿puedo conocer mi verdad sin desesperar, sabiendo que aunque soy débil, siempre me encuentro en tus manos?, ¿puedo ser pequeño y al mismo tiempo ser grande? Puedo. Con tu gracia puedo.

“Dios mío, apiádate de mí, que soy un pecador” y enséñame a apiadarme como Tú de los demás.

“Él mira el “campo” de la vida de cada persona con paciencia y misericordia: ve mucho mejor que nosotros la suciedad y el mal, pero ve también los brotes de bien y espera con confianza que maduren. Dios es paciente, sabe esperar. Qué hermoso es esto: nuestro Dios es un padre paciente, que nos espera siempre y nos espera con el corazón en la mano para acogernos, para perdonarnos. Él nos perdona siempre si vamos a Él.”.

(Homilía de S.S. Francisco, 20 de julio de 2014).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Buscaré hablar con aquella persona que menos me agrade, ofreciéndole un gesto de caridad que le pueda mostrar algo de tu amor, Señor.

Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Juan de Capistrano, Santo Memoria Litúrgica, 23 de octubre

Presbítero

Martirologio Romano: San Juan de Capistrano, presbítero de la Orden de Hermanos Menores, que luchó en favor de la disciplina regular, estuvo al servicio de la fe y costumbres católicas en casi toda Europa, y con sus exhortaciones y plegarias mantuvo el fervor del pueblo fiel, defendiendo también la libertad de los cristianos. En la localidad de Ujlak, junto al Danubio, en el reino de Hungría, descansó en el Señor./i> ( 1456)

Etimológicamente: Juan = Dios es misericordia, viene de la lengua hebrea

Fecha de canonización: 16 de octubre de 1690 por el Papa Alejandro VIII

Breve Biografía
Nació en Capistrano, diócesis de Sulmona, Italia, en 1385.Hijo de un caballero francés o alemán que murió cuando Juan era joven.
Estudió con esmero en la Universidad de Perugia (Cerca de Asís).

Fue abogado y juez. En 1412 fue nombrado gobernador de Perugia por Landislaus rey de Nápoles, quien tenía control de esa ciudad. Luchó contra la corrupción y el soborno.

Cuando estalló la guerra entre Perugia y Malatesta en 1416, Juan trató de conseguir la paz, pero en vez lo tomaron prisionero de guerra. En la cárcel decidió entregarse del todo a Dios. Tuvo un sueño en el que vió a San Francisco que le llamaba a entrar en la orden franciscana. Juan se había casado justo antes de caer preso, pero el matrimonio nunca se consumó y fue declarado anulado.

Entró en la orden franciscana en Perugia el 4 Octubre de 1416. Tenía 30 años por lo que el maestro de novicios lo puso a prueba dándole los mas humildes oficios.

Fue discípulo de san Bernardino de Siena quien le enseñó teología. Se distinguió como predicador aun siendo diácono. Ordenado a los 33 años. Por 40 años fue predicador itinerante por Italia y otros países. Una vez en Brescia (Italia) predicó a una multitud de 126,000 personas que habían venido de las provincias vecinas. Por su radical llamada a la conversión y su sencillez, la gente lo relacionaba con San Juan Bautista. Traían las cosas de superstición y ocultismo y las quemaban en hogueras públicas. Tenía gran fama por su don de curación y le traían a los enfermos para que les haga la señal de la cruz. Como San Bernardino, propagó la devoción al nombre de Jesús, por lo ambos, junto con otros franciscanos, fueron acusados de herejes. El defendió al grupo con éxito.

Muchos jóvenes le seguían a la vida religiosa. Estableció comunidades franciscanas. Escribió extensivamente, sobre todo contra las herejías de su época. Muchos de sus sermones se conservan.

Dormía y comía poco. Hacía mucha penitencia.

Dos veces la comunidad franciscana lo eligió como vicario general. En visita en Francia conoció a Sta. Colette, reformadora de la orden de las clarisas, con la que simpatizaba.

Juan tenía gran don para la diplomacia. Era sabio y prudente, sabiendo medir sus palabras para que estas sirvan la voluntad de Dios. Cuatro Pontífices (Martín V, Eugenio IV, Nicolás V y Calixto III) lo emplearon como embajador en muchas y muy delicadas misiones diplomáticas con muy buenos resultados. Tres veces le ofrecieron nombrarlo obispo de importantes ciudades pero prefirió seguir siendo un pobre predicador.

Fue nuncio apostólico en Austria donde predicó extensivamente y combatió la herejía de los husitas. También predicó con gran fruto en Polonia, invitado por Casimiro IV.

Los cruzados defienden Europa

En 1451 el Sultan Mahoma II se lanzó una campaña con el fin de lograr la conquista de Europa. Conquistó a Constantinopla en 1453 y entonces se preparó para invadir a Hungría. En 1454 Servia cayó en sus manos. Las noticias procedentes Servia eran horribles: quienes se resistían a renunciar a Cristo eran torturados. Todo lo que fuese cristiano era destruido o confiscado.

En 1454 Juan Capistrano participó en la dieta de Frankfort y se dispuso a preparar la defensa de Hungría. Fue a Hungría y predicó una cruzada en defensa de la cristiandad. A la edad de 70 años el Papa Calixto II lo comisionó para dirigirla. En Szeged unió el ejercito de campesinos que había reunido con el ejército de Hunyady y ambos se dirigieron a Belgrado. Se decía que los cuarteles parecían casas de religiosos mas que campamentos militares porque en ellos se rezaba y se predicaba la virtud. Se celebraba misa diaria. A Juan Capistrano le tenían un gran respeto.

Batalla de Belgrado, 1456, salva a Europa de los musulmanes.

Los musulmanes atacaban a Belgrado Contaban con 200 cañones, 50,000 de caballería y una gran flota que penetró por el río Danubio. Ante la superioridad de las fuerzas enemigas, los cristianos pensaban retirarse. Pero intervino Juan de Capistrano convenciendo a Hunyady a que atacara la flota turca a pesar de ser mucho más numerosa. En el momento en que los defensores de la ciudad se iban a retirar dándose por vencidos, Juan los animó llevando en sus manos una bandera con la cruz y gritando sin cesar: "Jesús, Jesús, Jesús". Recorrió todos los batallones gritando entusiasmado: "Creyentes valientes, todos a defender nuestra santa religión". Juan nunca utilizó las armas de este mundo sino la oración, la penitencia y la predicación.

Mientras se luchaba en Belgrado, el Papa pidió rezar el Angelus por la victoria. Los musulmanes fueron vencidos y tuvieron que retirarse de la región. Así se ganó la batalla de Belgrado el 21-22 de julio de 1456.

San Juan de Capistrano había ofrecido a Dios su vida por salvar la cristiandad. Dios le aceptó su oferta y pronto murió junto con Hunyady víctimas del tifo. Los cadáveres de los muertos en batalla causaron una epidemia de tifo que también contagió al santo que ya estaba débil y anciano. Murió en Villach, Hungría, unos meses mas tarde, el 23 de octubre.

En Estados Unidos su nombre es famoso por la misión franciscana en California que lleva su nombre.
Beatificado: 19 Diciembre 1650 por Inocente X

El Papa consternado por los asesinatos a sangre fría en Mosul

Pide a todos unirse a su oración por la población de Irak


Refugiados de Mosul

Pide que se ponga fin en Irak a la "violencia contra cuidadanos inocentes"
El Papa denuncia la crueldad del Isis en Mosul, que "nos hace llorar y nos deja sin palabras"
Solicita a los cristianos "valentía para ser alternativos, sin ser polémicos ni agresivos"

José Manuel Vidal, 23 de octubre de 2016 a las 12:29

Tener coraje no significa tener garantía de éxito. Coraje para luchar, no para vencer, para anunciar no para convertir"

(José M. Vidal).- Una vez más, en el ángelus, el Papa Francisco denuncia con crudeza al Isis que, en Irak, y especialmente en Mosul, "asesina a sangre fría" a ciudadanos inocentes. El Papa dice que tanta crueldad le hace "llorar y nos deja sin palabras". Ante esta situación, tan prologanda en el tiempo, solicita a los iraquíes que sean fuertes, para "poder caminar hacia un futuro de seguridad, reconciliación y paz".

Algunas frases de la catequesis del Papa
"Hoy es tiempo de misión y tiempo de coraje"
"Tener coraje no significa tener garantía de éxito"
"Coraje para luchar, no para vencer, para anunciar no para convertir"
"Valentía paras ser alternativos, sin ser polémicos o agresivos"
"Valentía para abrirnos a todos"
"Valentía para resistir a la incredulidad, sin ser arrogantes"
"Valentía del publicano del Evangelio, que, con humildad, no se atreve ni a levantar los ojos al cielo"
"Hoy es tiempo de valentía. Hoy hace falta valentía"
"La Virgen, modelo de la Iglesia en salida, nos ayude a ser discípulos misioneros"

Algunas frases del Papa después del ángelus
"En estos momentos dramáticos, estoy cercano a la población de Irak, especialmente a la de la ciudad de Mosul. Nuestras almas están sacudidas por los desenfrenados actos de violencia que, desde hace tiempo, se está cometiendo contra ciudadanos inocentes, sean musulmanes, cristianos o pertenecientes a otras etnias y religiones"
"Estoy dolido por las noticias del asesinato a sangre fría de numerosos hijos de esta nación, especialmente niños. Esta crueldad nos hace llorar, dejándonos sin palabras"

"La solidariedad se acompaña con mi recuerdo en mi oración, para que Irak sea fuerte en la esperanza de poder caminar hacia un futuro de seguridad, reconciliación y paz"

"Os pido a todos vosotros que os unáis a mi oración en silencio"

Saluda a los polacos, que recuerdan en Roma y en su patria el 1050 aniversario de la presencia del cristianismo en Polonia.
También saluda a los miembros de las corales italianas.
"Un pensamiento especial a la comunidad peruana de Roma, aquí reunida con la sagrada imagen del Señor de los Milagros"

Texto íntegro de las palabras del Papa Francisco antes del rezo del Ángelus

¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!
Hoy la segunda lectura de la Liturgia de la Palabra nos presenta la exhortación de San Pablo a Timoteo, su colaborador e hijo predilecto, en la que reflexiona sobre la propia existencia de apóstol totalmente consagrado a la misión (cfr 2 Tm 4,6-8.16-18). Viendo ya cercano el final de su camino terrenal, la describe en referencia a tres estaciones: el presente, el pasado, el futuro.

Al presente, lo interpreta con la metáfora del sacrificio: «Yo estoy a punto de ser sacrificado» (v. 6). Por lo que se refiere al pasado, Pablo indica su vida transcurrida con las imágenes de la «buena batalla» y de la «carrera» de un hombre que ha sido coherente con los propios compromisos y las propias responsabilidades (cfr v. 7); en consecuencia, confía en el reconocimiento futuro por parte de Dios, que es «juez justo» (v. 8). Pero la misión de Pablo ha resultado eficaz, justa y fiel solamente gracias a la cercanía y a la fuerza del Señor, que ha hecho de él un anunciador del Evangelio a todos los pueblos. He aquí su expresión: «El Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles» (v. 17).

En este relato autobiográfico de San Pablo se refleja la Iglesia, especialmente hoy, Jornada Misionera Mundial, cuyo tema es "Iglesia misionera, testimonio de misericordia". En Pablo la comunidad cristiana encuentra a su modelo, en la convicción que es la presencia del Señor la que hace eficaz el trabajo apostólico y la obra de evangelización.

La experiencia del Apóstol de los gentiles nos recuerda que debemos comprometernos en las actividades pastorales y misioneras, por un lado, como si el resultado dependiese de nuestros esfuerzos, con el espíritu de sacrificio del atleta que no se detiene ni siquiera ante las derrotas; por otro lado, sabiendo que el verdadero éxito de nuestra misión es un don de la Gracia: es el Espíritu Santo que hace eficaz la misión de la Iglesia en el mundo.

¡Hoy es tiempo de misión y es tiempo del coraje! Coraje de reforzar los pasos vacilantes, de retomar el gusto de gastarse por el Evangelio, de readquirir confianza en la fuerza que la misión trae consigo. Es tiempo del coraje, también si tener coraje no significa tener la garantía del éxito. Nos es pedido el coraje para luchar, no necesariamente para vencer; para anunciar, no necesariamente para convertir. Nos es pedido el coraje para ser alternativos al mundo, pero sin convertirnos jamás en polémicos o agresivos.
Nos es pedido el coraje para abrirnos a todos, sin disminuir jamás lo absoluto y único de Cristo, único salvador de todos. Nos es pedido el coraje para resistir a la incredulidad, sin volvernos arrogantes. Nos es pedido también el coraje del publicano del Evangelio de hoy, que con humildad no se atrevía a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo ¡Oh Señor, ten piedad de este pecador! Hoy es tiempo del coraje. ¡Hoy es necesario el coraje!

La Virgen María, modelo de la Iglesia "en salida" y dócil al Espíritu Santo, nos ayude a todos a ser, en la fuerza de nuestro Bautismo, discípulos misioneros para llevar el mensaje de la salvación a la entera familia humana.

Celebramos hoy la Jornada del DOMUND. En esta fecha tan misionera, el Papa Francisco nos invita a todos los cristianos a vivir nuestro compromiso de bautizados con más generosidad. Nos dice: “Todos estamos invitados a salir, como discípulos misioneros, ofreciendo cada uno sus propios talentos, su creatividad, su sabiduría y experiencia en llevar el mensaje de la ternura y de la compasión de Dios a toda la familia humana”. (Mensaje del Papa, Jornada Mundial de las Misiones 2016, 1).

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